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EL HOMBRE – MUNDO SUBJETIVO


El hombre está integrado por dos elementos indisolublemente unidos: el cuerpo el
alma.

- El cuerpo se asemeja a los demás animales.


- El alma racional es lo que le presta su condición humana, lo sitúa en la cúspide de
la escala animal, es el elemento diferencial.

Mientras cuerpo y alma permanecen unidos, existe el ser humano. El alma da al


cuerpo la energía para la vitalidad. Cuando la unión se rompe, el alma se separa del cuerpo; el
hombre muere físicamente, su cadáver queda reducido a materia orgánica inerte.

El cuerpo podemos estudiarlo y analizarlo por ser material. No sucede lo mismo con el
alma, que es el “soplo divino del cual solo por su actividad podemos darnos cuenta”.

El alma se nos presenta como conciencia y síntesis de nuestro propio yo, nuestra
personalidad. A pesar de los cambios físicos, estamos seguros de que somos nosotros
mismos a través de toda nuestra existencia. El alma actúa por medio de elementos
materiales que proporciona nuestro cuerpo. Para esto es importante un funcionamiento físico
adecuado. Si el normal funcionamiento se altera por cualquier causa, puede darse el caso de
que el alma se vea impedido de ejercer sus actividades. Esto ocurre, por ejemplo, cuando hay
desequilibrio entre uno y otro, cuando perdemos el sentido (debido al alcohol u otras
sustancias).

Igual que los demás animales, el hombre crece, se desarrolla de manera natural; el
cuerpo está dispuesto para ejercer esas funciones.

- Diferencias – en los animales el instinto es suficiente. Al hombre, ser nacional, no


le basta con eso, el alma racional es el que facilita los recursos para poder vivir
dominando a los demás seres creados puesto que su inteligencia y su voluntad
superan sus medios de defensa o lucha.

El ser humano utiliza su parte racional para superar las capacidades de otros animales.

La necesidad obligó al hombre a protegerse de las inclemencias del tiempo, el hambre,


las enfermedades, conseguir alimentos…

En una primera etapa, buscaba satisfacer sus necesidades más básicas; el ser humano
era consciente de sus limitaciones. Por eso, la caza, la pesca, el pastoreo y la agricultura eran
las ocupaciones fundamentales.

El desarrollo de la industria permitió al hombre mejorar sus condiciones de vida. El comercio


facilitó el intercambio de bienes y servicios. El desarrollo tecnológico izo la vida más fácil. La
evolución ha favorecido los medios para vivir con mayor tranquilidad.

Cuando el hombre, por su progreso, va encontrando solución a su necesidad material, es en


ese momento cuando empieza a preocuparse por su vida espiritual. Su nivel de superioridad se
revela más que por su rigor físico, por “el más hondo pensar y exquisito sentir”, tal como
decían escritores y pensadores.

RELACIONES CON EL MUNDO EXTERIOR

El hombre se relaciona con lo que le rodea por los aparatos sensoriales: ventanas
abiertas que ponen su espíritu en comunicación con el mundo exterior.

Cada órgano tiene unas características peculiares que lo dotan para recibir una clase
determinada de impresiones. Por ejemplo, las ondas sonoras son percibidas por el oído; así
denominamos audición a la función sensorial correspondiente.

Para que ésta se produzca, es necesario un agente externo (en este caso, el sonido).

Las ondas sonoras actúan sobre el aparato auditivo siempre que éste se encuentre en
condiciones normales de uso.

1. Impresión – hecho de ser excitado el órgano sensorial por el agente externo


correspondiente.
Una vez se ha recibido la impresión en el oído, el nervio acústico la transmite
convertida en corriente nerviosa y la transmite a su vez a las partes del cerebro
encargadas de recibir esas impresiones del órgano auditivo.
2. Percepción – acto de recibirse en el cerebro las impresiones de los sentidos. El cerebro
es el encargado de poner de manifiesto al alma humana las percepciones recibidas.
3. Sensación – último momento en que el alma se da cuenta de las percepciones. De esta
manera, queda completamente realizada la función sensorial.
No obstante, para que nuestra alma se dé cuenta de las percepciones es condición
necesaria que les preste atención. Podemos comprobar que no todo lo que oímos lo
escuchamos. Cuando estamos distraídos, aunque la función auditiva se realice, nuestra
alma no recibe sensación alguna.
La atención es fundamental para que el alma humana se relacione con el mundo
exterior. Cuando prestamos el esfuerzo, el alma tiende a distraerse. Por ello, debemos
educarla para que ponga atención cuando nuestro interés lo reclame.
Además de atención voluntaria, existe la atención involuntaria – se produce cuando un
agente externo excita de manera muy intensa un órgano sensorial y atrae el interés
del alma haciéndola salir de su estado habitual de indiferencia.

En toda función sensorial existen tres momentos sucesivos (impresión, percepción y sensación)
imprescindibles para que la función se realice y, además, cada uno de los cuales está
supeditado a los que lo preceden. Hay una interdependencia de esos tres momentos, de
manera que sin la existencia de uno no pueden existir los dos siguientes.

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