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Capítulo 1. Gobernabilidad.

Y Participación
Ciudadana

1.1. Gobernabilidad

Si entendemos que el desarrollo las comunidades se desarrollan a través

de la tecnología como parte de los procesos políticos y sociales los cuales resultan

en la construcción de la democracia en me país, y al mismo tiempo de la

gobernanza. La democracia, concepto desarrollado por los griegos desde hace

mucho tiempo, ha evolucionado desde esos días, en esta nueva democracia se

requiere de la participación ciudadana en la toma de decisiones otorgando

legitimidad al proceso, el cual, a través de las herramientas que ofrece la

gobernanza, garantiza la equidad en el manejo consensuado de los recursos

públicos en beneficio de las propias comunidades.

La gobernanza es un concepto que permite entender, al mismo tiempo,

cómo se dan los nuevos procesos de gobierno dentro de los territorios y cómo se

entretejen las relaciones entre los actores públicos y privados en dicho espacio. La

gobernanza está directamente relacionada con la gobernabilidad, en la medida en

que “la gobernanza aumenta la capacidad de dirección de la ley y las políticas

públicas, a través de la inclusión de sus destinatarios en la búsqueda de

consensos y en los procesos de toma de decisiones”. 1 Entonces, la gobernabilidad

ya no es consecuencia de las acciones del gobierno exclusivamente, sino de la

1
Jiménez, William Guillermo y Ramírez Chaparro, César Alejandro, “Estructuras de gobernanza y
niveles de gobernabilidad en Bogotá D.C. El caso de la política de empleo”, RIPS, Revista de
Investigaciones Políticas y Sociológicas, núm. 1, volumen 6, 2007, p. 116.
habilidad del sistema para involucrar actores en la toma de decisiones y en la

elaboración de políticas públicas. De este modo, la gobernanza puede ser definida

desde la gobernabilidad democrática como un componente que garantiza la

capacidad del Estado para responder a las demandas sociales y económicas con

eficiencia y transparencia.2 De igual forma, Aguilar Villanueva, establece que la

gobernanza3, vista desde la perspectiva de la ingobernabilidad, incluye la

capacidad que tiene el gobierno para gobernar (tomar acciones) a la sociedad, y

opina que el tipo de acciones que realiza determinan la relación que tiene con sus

ciudadanos; tales acciones permiten analizar si el gobierno está usando o

desperdiciando sus potencialidades directivas y los recursos que le han sido

otorgados, para confirmar si está gobernando y si efectivamente está cumpliendo

con los objetivos que se le han asignado. Para Aguilar Villanueva, el concepto de

gobernanza “expresa entonces la interdependencia que existe entre las

capacidades directivas que el gobierno puede poseer y su acción directiva, que las

pone en práctica, o las traduce en ocasiones. Denota, en síntesis, la capacidad

directiva mediada y demostrada por acciones y resultados.” 4

Para diversos autores, “existen dos visiones de la gobernanza: una vieja

gobernanza y una nueva gobernanza”; la primera considera débil e incapaz a la

sociedad, fundamentada en un gobierno centralizado con una organización

reglamentada en su actuación, con líneas de mando descendientes a las cuales

2
Mayorga, F. y Córdova, E., Gobernabilidad y gobernanza en América Latina, Working Paper NCCR NorteSur
IP8, Ginebra, 2007. No publicado.
3
. A Aguilar Villanueva, Luis, Gobernanza y gestión pública, México, Fondo de Cultura Económica, 2006.
4
Aguilar Villanueva, op. cit., p. 15.
se atiende para la consecución de resultados y la difusión de información; la nueva

gobernanza se define sobre la base de una sociedad fuerte y organizada que

fundamenta la descentralización y una mayor cooperación entre el Estado, la

sociedad civil y el mercado, para la movilización de recursos, capacidades en

programas y proyectos que buscan la solución de los problemas en contextos

territoriales específicos.5

La gobernanza y la gobernabilidad están fuertemente relacionadas, como

lo señala Valadés,6 donde las decisiones, deben ser razonables y eficaces ya que

no basta solo con la legalidad. La gobernabilidad no se agota con la actuación

apegada a derecho de los titulares del poder, su finalidad es asegurar las

condiciones para satisfacer las demandas de la sociedad. Podemos encontrar otra

definición de gobernabilidad como la de Omar Guerrero 7, donde establece que la

gobernabilidad el “conjunto de los mecanismos que aseguran un desempeño

superior de dirección y la autodirección de la sociedad; es decir, un gobierno que

no solo ofrece orden y estabilidad, sino también calidad de servicio y bienestar

social general.”

5
Balente, Obeimar; Díaz, José M. y Parra, Manuel, “Evaluación de la institucionalización de la nueva
gobernanza en el desarrollo rural en México”, Revista Economía, Sociedad y Territorio, vol. XIII, núm. 42,
mayo-agosto, 2013.
6
Valadés, Diego, Gobernabilidad y constitucionalismo en América Latina, México, Instituto de
investigaciones jurídicas-unam, 2005.
7
Guerrero, Omar, “Ingobernabilidad: disfunción y quebranto social”, Revista del CLAD Reforma y
Democracia, número 3, 1995, p. 25.
Leonardo Curzio, por su parte advierte que existe una vaguedad en el

concepto de gobernabilidad8, aunque existe una idea general que asocia a la

gobernabilidad con la capacidad de desarrollar equilibrios razonablemente

estables entre los sistemas económico, político y cultural, los cuales permitirán a

los asuntos públicos ser llevados con armonía.

Al recopilar toda esta información Podemos asumir entonces que para que

exista gobernabilidad se requiere de la gobernanza, puesto que es a través de

ésta como se garantiza que en la toma de decisiones del gobierno sea tomando

en cuenta el ciudadano; en este sentido, se establece un círculo virtuoso

vinculante que permite una mejora democrática constante.

Es importante señalar que las definiciones de este capítulo sobre

gobernanza tienen como referencia a la nueva gestión pública, que ha estado

estudiando Aguilar9, tienen el propósito de neutralizar los problemas

administrativos y fiscales de los gobiernos, para ofrecer respuestas gubernativas a

las trasformaciones sociales y económicas de la sociedad. A este enfoque se le

llama nueva gobernanza, y está fuertemente ligado a los planteamientos de la

gobernabilidad, por lo que la “gobernabilidad y governance son dos conceptos

interrelacionados, sin embargo, para efectos analíticos es necesario separarlos”. 10

8
Curzio, Leonardo, “La gobernabilidad en el México contemporáneo”, Afers Internacionals, núm. 40- 41,
1998, pp. 187-215
9
Aguilar Villanueva, Luis, Gobernanza y gestión pública, México, Fondo de Cultura Económica, 2006.
10
Prats, Joan, “Gobernabilidad democrática para el desarrollo humano. Marco conceptual y analítico”,
Revista Instituciones y Desarrollo, núm. 10, 2001, pp. 103-148.
La nueva gobernanza por lo tanto obedece una nueva forma de gobernar,

en la cual existe un mayor grado de cooperación tanto de Estado; así como de los

actores no estatales, con los que se interconectan los nodos que llevan a cabo las

decisiones tanto en lo público y lo privado. 11


Dentro de este modelo de

gobernanza el gobierno tiene una participación como un agente de dirección

necesario, pero a la par insuficiente, no solo para la identificación de los

problemas, sino también para la resolución de estos.

11
Natera, P. A., “Nuevas estructuras y redes de gobernanza”, Revista Mexicana de Sociología, 67, núm. 4,
2005, pp. 755-791
1.3 Participación Ciudadana.

1.3.1 La relación entre cultura política y participación ciudadana

Para poder hablar sobre participación ciudadana tenemos que reflexionar

acerca de la democracia y la cultura política. De acuerdo con Przeworski (2010)

Estados Unidos, es considerara la nación más democrática del mundo, en este

apartado recordaremos un poco que a pesar de esa condición de democracia, la

corriente liberal de esa nación, tuvo a bien a debilitar al poder legislativo, no solo

haciéndolo bicameral sino también limitándolo con el veto del ejecutivo, por lo que

desde la perspectiva de Przeworski, no debemos referirnos a los liberales como

demócratas; esta aseveración tiene que ver con que la triada igualdad,

autogobierno y libertad no concuerda con gran facilidad, y esto con la cultura

política, de tal forma que “la participación en el autogobierno es, igual que la

justicia, un requisito básico, un fin en sí; la tolerancia represiva jacobina destruye

la libertad individual tan efectivamente, como el despotismo, destruye la libertad

positiva y degrada a su sujeto, de manera que no hay conexión necesaria entre la

libertad individual y el gobierno democrático”. (Berlín, citado en Przeworsky, 2010:

p.41)

A pesar de lo que sostiene Berlín, para Duverger (1970) es fundamental

pues la participación de la sociedad es necesaria para llegar a la democracia; sin

embargo, esta participación se condiciona a la cultura política. Este concepto


desarrollado por Almond y Verba, en su estudio The Civil Culture, donde lo ocupan

para estudiar, las orientaciones específicamente políticas en los ciudadanos, sus

posturas relativas al sistema político y sus diferentes elementos, así como su

actitud frente a la participación en la esfera de la política. (Almond y Verba, citado

en Coutiño, F. y Hernández, M. A. 2019:32)

Dentro de la participación ciudadana podemos identificar varias posturas

de diferentes autores que a pesar de no estar de acuerdo del todo con el estudio

de The Civil Culture; al ser el primero de su tipo conforme fueron realizados más

investigaciones, se sumaron más elementos que no fueron considerados la

primera vez, por otros autores, que hoy día ayudan a identificar otras áreas en

donde podemos encontrar la influencia de la cultura política, además del caso del

área laboral, donde Almond y Verba identificaron que, es en el trabajo donde se

puede encontrar una participación del individuo más parecida a la que se ejerce

dentro de un sistema político; por ello, aquella tiene mayor influencia en la

formación de un ciudadano competente. (Coutiño y Hernández, M. A.,2019:36)

En consecuencia, una actitud participativa por parte de la sociedad puede

llegar a ser el resultado de varias experiencias acumuladas; es decir, un individuo

tiene más oportunidades de ser eficiente si ha presentado un rol activo dentro de

los grupos sociales donde se desenvuelve, como la familia, la escuela, el trabajo

etcétera. De modo que, Almond y Verba buscaban explicar que experiencias de

participación en ámbitos no políticos, aumentan la disponibilidad del individuo

hacia el desempeño de un rol político activo e incrementan la posibilidad de formar


un ciudadano competente y cívico; en este sentido la participación ciudadana es

importante dentro de la democracia participativa. (Coutiño y Hernández, M. A.

2019:37)

De esta manera, si la cultura política se forma a partir de esta socialización

que incluye al gobierno, la familia u otra experiencia en algún grupo social; esta se

relacione con la democracia participativa y, por ende, con el presupuesto

participativo; debido a lo cual, primeramente debemos definir democracia, como

“una forma de gobierno, basada en el autogobierno del pueblo y en la época

moderna, en instituciones representativas libremente elegidas, un ejecutivo

responsable ante el pueblo, y una forma de vida basada en el supuesto

fundamental de la igualdad entre los individuos y su igual derecho a la vida, la

libertad, incluyendo la libertad de pensamiento y libre expresión, y la búsqueda de

la felicidad” (Encyclopedia Britannica, citado en Przeworsky, 2010: p.38) también

podemos señalar que, “la conducta de los ciudadanos en términos de su

participación en la democracia directa, ha variado los últimos 27 años” (Payne…

[et al], 2006: p. 256) y de acuerdo a Almond y Verba, es necesario considerar el rol

activo de los ciudadanos como consecuencia de una mayor o menor participación.

(Coutiño y Hernández, M. A. 2019:35)


1.3.2. Los enfoques de cultura política relacionados con la participación

ciudadana

Dentro de los diferentes enfoques que existen sobre cultura política, este

apartado tocará la perspectiva de abordada en Tocqueville (citado en Coutiño y

Hernández, M. A. 2019) en el que pudo observar que los ciudadanos

norteamericanos, poseían un alto grado de movilización, principalmente local. Este

nivel de participación se puede comprobar en la cantidad de asociaciones que se

dieron en estos años, pues se reunían por cualquier motivo: “fiestas, fundar

seminarios, establecer albergues, levantar iglesias, distribuir libros, crear

hospitales, prisiones, escuelas”. (Tocqueville, citado en Coutiño y Hernández, M.

A., 2019:25)

Con lo anterior, se puede afirmar que, este tipo de participación fue esencial

para el surgimiento de la participación política; pues la participación civil es quien

da pauta para que los ciudadanos defendieran sus derechos políticos; al existir

una participación constante son las asociaciones civiles en donde se logra

desarrollar y perfeccionar las asociaciones políticas, (Tocqueville, citado en

Coutiño y Hernández, M. A., 2019:25) “Es el pueblo quien dirige, y aunque la

forma del gobierno sea representativa, es evidente que las opiniones, los

prejuicios, los intereses y aun las pasiones del pueblo no pueden encontrar

obstáculos que le impidan producirse en la dirección cotidiana de la sociedad”.

(Tocqueville, citado en Coutiño y Hernández, M. A., 2019:26)


Desde la perspectiva de Gramsci, la superestructura también tenía un peso

importante dentro de la sociedad, pues los distintos grupos sociales como partidos

políticos, ocupaban un lugar central en la lucha hegemónica, por lo que la

participación ciudadana, es impulsada desde la super estructura. Y aunque el

estado es visto “como sociedad política o dictadura, o aparato coercitivo y no un

equilibrio entre la sociedad política y la sociedad civil” (Pereyra, citado en Coutiño

y Hernández, M. A., 2019: 28). La creación de ideología permite una mayor

participación ciudadana promovida desde los partidos políticos al crear fuertes

relaciones familiares, al igual que valores religiosos. (Kavanagh, citado en Coutiño

y Hernández, M. A., 2019:27)

Si bien para Habermas; Adorno y Horkheimer, coinciden en que los medios

de comunicación se interesan por fomentar el individualismo, para que los sujetos

terminen menospreciando a otros, a fin de evitar generar distintas posturas, sin

embargo, la democracia participativa en el caso de México, es a través de los

medios de comunicación en donde se fomenta la participación ciudadana, no solo

en los casos de democracia directa, como promover el voto, sino también en la

democracia participativa, como el caso del referéndum, plebiscito o presupuesto

participativo. (Coutiño y Hernández, M. A., 2019:30)

Aunado a esto, la corriente funcionalista de Almond y Verba, que desarrollo

desarrollaron una tipología compuesta de tres tipos: parroquial, súbdita y

participativa; afirma que existen tres tipos de orientaciones: cognitiva, afectiva y

evaluativa, cada una de ellas orientada al sistema político, así como a sus
elementos y sus roles en los aspectos políticos (inputs) y administrativos (outputs).

(Coutiño y Hernández, M. A., 2019: 33-43) dentro de este contexto, debemos

considerar que la participación política, utiliza estas mismas orientaciones, pues

las decisiones son mejor sin son decisiones informadas, tomadas a conciencia y

evaluadas.

De la tipología propuesta por Almond y Verba (citado en Coutiño y

Hernández, M. A., 2019 :33) solo nos adentraremos en la participativa, pues este

tipo de cultura política es en donde los miembros de la sociedad tienden a estar

explícitamente orientados hacia el sistema como un todo, así como hacia sus

estructuras y procesos políticos y administrativos; y los individuos a orientarse

hacia un rol activo en lo político, sin este tipo de participación, la participación

ciudadana se vería imposibilitada a considerar la opinión de los ciudadanos en la

toma de decisiones, y esta variación que proponen que los sentimientos y

evaluación fluctúan desde ser aceptados o rechazados es lo que permite que se

desarrolle efectivamente; lo que hace que sus decisiones sean más objetivas y

encaminadas hacia una mejora en la comunidad. (Coutiño y Hernández, M. A.,

2019: 33-35)

Cuando se realizó el estudio de Almond y Verba, se creía que la cultura

política participante sólo es factible en la teoría, pues en la práctica el individuo

tiene varios intereses y roles que cumplir en la sociedad. De tal forma que, es

imposible que el ciudadano común siempre se halle activo políticamente. (Coutiño

y Hernández, M. A., 2019). Sin embargo, mecanismos de participación ciudadana,


como la experiencia presupuesto participativo de Porto Alegre, (Wampler 2007)

podemos observar que, en un espacio micro, los miembros de la sociedad

comienzan a orientarse tanto a las estructuras, como los procesos políticos y las

tomas de decisiones, el camino por recorrer aún es largo pero ya comenzó; desde

la voluntad política, por parte de las autoridades como la creación de los comités

ciudadanos, donde la comunidad está dispuesta a hacer necesario, no solo en la

toma de decisiones sino a contribuir a la mejora de la comunidad, pues es la

comunidad la que conoce los problemas reales que vive a diario.

En este contexto, tendríamos que considerar un nueva tipología para que

una democracia sea estable, no solo la propuesta de cultura política cívica, donde

al tener la necesidad de un equilibrio cultural y sistémico donde exista actividad

política, pero no para destruir a la autoridad gubernamental; sino un tipo de cultura

política congruente, tipo de cultura política cívica participativa, en donde, los

individuos tienen la oportunidad de convertirse en participantes de los proceso

políticos, sin que se les señale de no abandonar las orientaciones súbditas y

parroquiales y al mismo tiempo inmiscuidos en activo, con disenso político, no solo

dentro de los limites sino también como parte fundamental de la toma de

decisiones. Como en la que propone Inglehart, que considera tres sistemas

sociales, el político, económico, y cultura, en el que se influyen mutuamente y

ninguno es autónomo por la gran interrelación entre ellos. (Coutiño y Hernández,

M. A., 2019:43)
1.3.3. El problema de cultura política, en la participación ciudadana

Si bien en párrafos anteriores se sostiene que, la participación ciudadana

en espacios micros se permite una mayor democracia, es justamente ese su

principal problema. Los gobiernos tienen que establecer un vínculo de confianza,

para que se pueda creer que se trabajara con sus conciudadanos como afirman

Almond y Verba “Cuanta más confianza tenga un ciudadano en los otros y

participe en grupo, tenderá más a ser subjetivamente competente y con esto

participativo”. (citado en Coutiño y Hernández, M. A., 2019:34-35)

La experiencia del presupuesto participativo. Es un ejemplo de esta

interacción, donde es a través de la voluntad política, de quien va a aplicar el

mecanismo, ya sea el partido involucrado, el alcalde y los encargados de llevar a

cabo el presupuesto participativo, quien permitirá la apertura de canales que

permitan la participación ciudadana con miras a compartir la toma de decisiones.

(Goldfrank, 2006)
2.3. MECANISMO DE PARTICIPACIÓN
CIUDADANA, EL PRESUPUESTO
PARTICIPATIVO.
Introducción

El siguiente apartado texto hace referencia de alguna de la literatura acerca

de la participación ciudadana y por ende el presupuesto participativo, los cuales

permiten involucrar a la ciudadanía dentro de la toma de decisiones permitiendo

completar no solo la legitimidad sino a las instituciones mismas en este sentido la

participación, encuentra un espacio apropiado para integrar a las instituciones

representativas y así representar mejor los intereses de ciertos sectores como las

minorías o menor influencia en el poder institucional (Viejo… [et al], 2009)

2.3.1 La democracia

En primer lugar, tenemos que tomar en cuenta, que entendemos por

democracia. La democracia es “una forma de gobierno, basada en el autogobierno

del pueblo y en la época moderna, en instituciones representativas libremente

elegidas, un ejecutivo responsable ante el pueblo, y una forma de vida basada en

el supuesto fundamental de la igualdad entre los individuos y su igual derecho a la

vida, la libertad, incluyendo la libertad de pensamiento y libre expresión, y la

búsqueda de la felicidad” (Encyclopedia Britannica, citado en Przeworsky, 2010:

p.38)
Sin embargo, de acuerdo con Przeworsky (2010) eran los liberales, los que

querían debilitar la legislatura haciéndola bicameral y limitarla con el veto del

ejecutivo, por lo tanto, no eran demócratas; inclusive en nuestros días, la triada

igualdad, autogobierno y libertad no concuerda con gran facilidad, debido a que “la

participación en el autogobierno es, igual que la justicia, un requisito básico, un fin

en sí; la tolerancia represiva jacobina destruye la libertad individual tan

efectivamente, como el despotismo, destruye la libertad positiva y degrada a su

sujeto, de manera que no hay conexión necesaria entre la libertad individual y el

gobierno democrático” (Berlín, citado en Przeworsky, 2010: p.41) No obstante , la

democracia, es la forma de gobierno que más economías, han adoptado en las

últimas décadas.

Así mismo, varias investigaciones, señalan a los mecanismos de

democracia directa en América Latina, los cuales poseen una variedad de formas

para denominarlos, por lo que se puede hacer referencia a instituciones similares,

pero utilizando una terminología diferente; por ejemplo: la iniciativa popular

legislativa, el referéndum, plebiscito, la revocatoria de mandato, la iniciativa

legislativa, y las que comprenden la participación ciudadana en las decisiones

sobre el uso de los recursos fiscales (presupuesto participativo), el cabildo abierto,

entre otros, es decir se puede hablar de mecanismos de participación ciudadana

similares, pero en contexto se refieren a situaciones diferentes. (Zovatto, 2006;

Guillen… [et al], 2009; Lissidini, 2011)


Por lo anterior, podemos señalar que, “la conducta de los ciudadanos en

términos de su participación en la democracia directa, ha variado los últimos 27

años” (Payne… [et al], 2006: p. 256) no es lo mismo la participación ciudadana

hoy a lo que era hace varias décadas, la ingeniería constitucional ahora permite

que los sistemas de gobierno ajusten a las instituciones y los procesos en el

sistema de gobierno, para que exista un equilibrio de poderes, es decir que la

democracia directa, no solo se trata de sistema de elección a cargos públicos, sino

también se debe tomar en cuenta la toma de decisiones en cuanto a acciones

gubernamentales. (Payne… [et al], 2006)

2.3.2. La participación ciudadana

La participación ciudadana, posee múltiples significados y se ha usado en

investigaciones tan diversas, que bien se puede referir a cualquier cosa o no por

significar nada en concreto (Pintado, citado en Cernadas, Chao y Pineda, 2017).

Sustancialmente la participación ciudadana, la realizan las personas y puede

afectar directamente la toma de decisiones, la ejecución y el seguimiento de las

decisiones públicas. Por lo que “la participación ciudadana desafía cualquier

intento de definición o interpretación.” (Oakley, citado en Guillen… [et al], 2009

p.179)

Es importante agregar para efectos de este ensayo, cuatro ideas

importantes de la participación ciudadana con las cuales coincido. Primero, la

participación como medio para gestionar problemas; segundo, la participación se


alcanza cuando se generan espacios para el diálogo; tercero, la participación no

sustituye, sino que complementa la democracia representativa y por último, la

participación debe ser una mentalidad, cultura y manera de hacer (Brugué, citado

en Cernadas, Chao y Pineda, 2017: p.164)

De modo que “participación ciudadana amplia en los asuntos públicos, no

tiene lugar en la democracia liberal representativa, ya que supone que el Estado

debiera estar dotado de múltiples capacidades para asumirlas” (Viejo… [et al],

2009:40) en consecuencia, coincido con Raymundo Viejo (2009) quien afirma que

la democracia representativa, se debe concentrar en la protección individual de los

ciudadanos frente al Estado, y garantizar la no intromisión del Estado en la vida

privada.

Por otro lado, siguiendo la línea de Cernadas Ramos, Chao Pérez y Pineda

Nebot (2017) los cuales creen que la participación, no es más que “una

herramienta para legitimar decisiones o actuaciones gubernamentales previas y

gestionar la satisfacción de los usuarios de los servicios públicos”; por lo tanto, no

es, ni una reunión o asamblea de un creciente número de ciudadanos, ni mucho

menos una encuesta para medir fenómenos sociopolíticos. La participación

ciudadana se puede definir como: “todas aquellas prácticas políticas y sociales a

través de las cuales la ciudadanía puede –o pretende– incidir sobre alguna

dimensión de aquello que es público” (Parés, citado en Cernadas, Chao y Pineda,

2017: 165)
Es decir, es un instrumento a través del cual se incorpora a la ciudadanía, la

cual, se intenta tomar en cuenta dentro de la toma de decisiones de los asuntos

públicos. El crecimiento de estos espacios participativos, fue de interés para

investigadores como Dalton, (citado en Cernadas, Chao y Pineda, 2017) que

aporto una visión optimista de la participación ciudadana como un instrumento de

combate a la desafección democrática.

Específicamente en América Latina se han realizado estudios en donde los

mecanismos de participación ciudadana si bien se encuentran en diseño

constitucional no han sido activados de acuerdo con Zovatto, (2006, p. 245):

“La adopción de mecanismos de la democracia directa en la región proliferó

al comenzar la década de 1990, como reflejo del deseo de ampliar la

participación pública a fin de remediar la crisis de representatividad y

combatir las prácticas corruptas tan extendidas en el sistema político. Sin

embargo, estos mecanismos no desempeñaron un papel significativo

durante la primera etapa de la transición a la democracia o en los acuerdos

de paz que pusieron fin a los conflictos armados en Centroamérica: en

ningún caso se contempló la posibilidad de utilizarlos. Como consecuencia

de las reformas constitucionales adoptadas por los países de América

Latina en la década de 1980, y particularmente durante la década siguiente,

16 países contemplan en la actualidad el uso de mecanismos de

democracia directa en sus constituciones nacionales”


La democracia entonces se prolifero en los años noventa, ante las crisis de

representatividad en America Latina, pero estos mecanismos no fueron suficientes

para poner fin a los conflictos en la región, con las reformas en su ingeniería

constitucional, la región experimento entonces un avance en cuanto a sus

procesos democráticos, pues actualmente los países de América Latina,

contemplan el uso de estos mecanismos de democracia directa, como solución a

las nuevas crisis a las que se enfrentan.

Gracias al cuadro 1.1 que realizo Zovatto (2006), podemos clasificar los

mecanismos de la democracia directa, en tres grandes grupos, la consulta

popular, la iniciativa popular legislativa y revocatoria de mandato. Por la

interrelación entre estos mecanismos su clasificación busca simplemente hacer

más clara la descripción de los distintos mecanismos.

Cuadro 1.1
(Zovatto, 2006 p.244)

Para el caso de la consulta popular, tiene un espectro más amplio, pues

contiene tanto al plebiscito como al referéndum, el primero para temas

importantes, y el segundo para la aprobación de leyes, ambos son una

convocatoria para que la ciudadanía exprese o decida sobre asuntos de

importancia nacional; para la iniciativa popular legislativa, permite a los

ciudadanos presentar proyectos para poder reformar una ley o la Constitución tras

la recolección de un número suficiente de firmas; para la revocatoria de mandato,

se dota a los ciudadanos la capacidad de destituir a un funcionario electo. Si bien

todos son mecanismos de la democracia directa, es necesario diferenciarlos de

acuerdo a su campo de acción y activación, pues ya sean impulsados desde

abajo, desde arriba, o como consecuencia de un requisito institucional, cada uno

tiene características particulares los cuales hacen distinción entre los dirigidos a

autoridades políticas individuales y aquellos relacionados con los procesos

legislativos. (Zovatto, 2006)

2.3.3. El Presupuesto Participativo

De entre los posibles mecanismos que puede utilizar el Estado para

promover la participación ciudadana se encuentra el presupuesto participativo,

utilizado desde 1989, en relación a la dotación de infraestructura en espacios

urbanos en Brasil, y desde su aparición, hemos podido encontrar un sin número

de definiciones de presupuesto participativo tanto generales, como particulares.


Las definiciones generales describen al presupuesto participativo desde un

mecanismo hasta un proceso coincidiendo que son los ciudadanos los

protagonistas, al incluirlos en la toma de decisiones en relación al presupuesto

gubernamental. Wampler (2007) define al presupuesto participativo como el

“proceso de toma de decisión mediante el cual los ciudadanos deliberan y

negocian la distribución de los recursos públicos” (p.21)

En este mismo orden de ideas Montesinos (2012) los considera “un

mecanismo de la democracia participativa llamado a complementar las

instituciones representativas de la región” (p.4)

En cuanto a las definiciones particulares generalmente se derivan de la

experiencia de presupuesto participativo que lo ve “un proceso que está abierto a

cualquier individuo que desee participar, combina democracia participativa y

representativa” (Goldfrank, 2006: 4) la cual implica una deliberación, no solo se

realiza la consulta, además, busca una redistribución, y es autorregulada, en la

medida en que los participantes definan las reglas que regirán el proceso.

(Goldfrank, 2006)

Debido a que tanto organizaciones cívicas, como ciudadanos, sin ningún

interés político, pueden contribuir en la toma de decisiones del presupuesto

público, y se realiza de forma voluntaria y la participación debe ser constante, por

medio de una serie de reuniones anuales con las autoridades gubernamentales

citado en (Goldfrank, 2006)


En este contexto encontramos la definición particular de presupuesto participativo

Goldfrank (2006) como:

“Una invención del Partido de los Trabajadores (PT) en Porto Alegre,

durante 1989. Sin embargo, sus orígenes son más complejos. Existen

varios casos, al final de la década del setenta y comienzos de la del

ochenta, en donde gobiernos municipales, bajo el control del Partido del

Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), sometían sus presupuestos al

debate público, incluido Lages, Bõa Esperanza y Pelotas, donde un ex

alcalde sostiene haber inventado el PP (Goldfrank y Schneider, 2006).

Además, el PT experimentó variaciones del PP en varios de los 36

municipios donde ganó las elecciones de 1988 (Abres, 1996). Por otra

parte, el diseño particular de PP en Porto Alegre fue el resultado de la

combinación entre asociaciones vecinales y la administración municipal del

PT. Por lo menos otros dos partidos de izquierda implementaron programas

de PP casi al mismo tiempo que el PT en Brasil: uno fue La Causa R (CR)

en Ciudad Guayana (y poco después en Caracas), Venezuela, y el otro fue

el Frente Amplio (FA) en Montevideo, Uruguay. En 1990, el proceso de

Porto Alegre fue conocido como “presupuesto participativo”. Tanto el

nombre como su práctica (aunque modificada) fueron adoptados en otras

ciudades petistas después de 1992 y, desde 1996, se extendió a varios

gobiernos locales latinoamericanos, cuando la Conferencia Habitat II de la


ONU reconoció al PP de Porto Alegre como una de las 42 mejores prácticas

de gobierno urbano.” (p.5)

Este mecanismo para llevarse a cabo necesita una serie de condiciones previas,

que diversas investigaciones han demostrado como necesarias para que se pueda

llevar a cabo. Comenzando con la voluntad política, de quien va a aplicar el

mecanismo, ya sea el partido involucrado, el alcalde y los encargados de llevar a

cabo el presupuesto participativo, los cuales deben estar comprometidos

ideológicamente con la apertura de canales que permitan la participación

ciudadana con miras a compartir la toma de decisiones. (Goldfrank, 2006)

Otras condiciones previas que permitirá llevar a cabo el presupuesto participativo

son: el capital social, pues la comunidad local en donde se aplicara debe tener

asociaciones civiles, dispuestas a participar en los asuntos municipales; personal

competente, pues dentro de la administración municipal, se debe contar con

empleados técnicamente calificados; tamaño reducido, este punto debido a que el

municipio, o el distrito en donde se llevar a cabo la toma de decisiones, si es muy

grande tiende a desalentar la acción colectiva; los recursos suficientes, este punto

en particular es central pues los gobiernos municipales necesitan de fondos

suficientes para la ejecución de proyectos públicos y programas sociales; también

se debe contar con una plataforma legal, pues deben existir leyes necesarias que

permitan incentivar la participación ciudadana en cuanto a las decisiones

presupuestarias; por último la descentralización política, es necesario que alcaldes


y regidores velen por la comunidad y no por su partido político, pues ellos son

elegidos por medio de procesos democráticos. (Goldfrank, 2006)

Conclusión

La participación ciudadana, específicamente el presupuesto participativo,

permite involucrar a la ciudadanía en la toma de decisiones gubernamentales,

pero este mecanismo solo funciona en cierto grado, con sus bemoles y en

poblaciones pequeñas, si bien permite que el gobierno en turno considere a la

ciudadanía, son las condiciones las que marginan el resultado de la participación

ciudadana y como bien señala Goldfrank (2006) la literatura existente acerca del

presupuesto participativo, se basa en casos de éxito, a pesar de que se a

replicado por todo el mundo. Si no se tiene voluntad política, por más que se

quiera ser participe en la toma de decisiones estamos condicionados a que sea la

acción gubernamental la que tome en cuenta a los ciudadanos.

Finalmente es importante agregar, cuatro ideas importantes de la

participación ciudadana con las cuales coincido. Primero, la participación como

medio para gestionar problemas; segundo, la participación se alcanza cuando se

generan espacios para el diálogo; tercero, la participación no sustituye, sino que

complementa la democracia representativa y por último, la participación debe ser

una mentalidad, cultura y manera de hacer. (Brugué, citado en Cernadas, Chao y

Pineda, 2017: p.164)


En suma, el presupuesto participativo, es el medio idóneo, a través del cual

se puede involucrar a la ciudadanía en la toma de decisiones del presupuesto

público, el grado de operacionalización, no solo depende de la ciudadanía sino de

la voluntad política de los gobernantes; además de que los recursos sean los

suficientes para poder ejercer todas las propuestas. Por lo que participación aún

está condicionada a la acción gubernamental.


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