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UNIDAD 1
1. Noción de ética, moral y deontología
Los términos ética y moralson de significados equivalentes, pero difiere su etimología:
moral, proviene del latín “mores” y ética del griego “ethos”, designándose en ambos casos a
la costumbre. Los antiguos usualmente los referían a las buenas costumbres, costumbres
virtuosas que se convertían en reglas de conducta ejemplar. Debemos distinguir:
Moralidad: hecho que se verifica en la convivencia social, que posee características
específicas.
Ciencia: que tiene por objeto de estudio esa realidad que es la moralidad.
La palabra moral o ética: se refiere a la moralidad como hecho social y a la ciencia
que estudia ese fenómeno.
El hecho moral se verifica en la interrelación social y en la interioridad de las conciencias, se
manifiesta en juicios de aprobación y de censura sobre la conducta humana propia y ajena.
La moralidad es una dimensión propia del ser humano referida a su obrar racional y libre,
siempre presente en su devenir histórico (universalidad del hecho moral).
Existe un sentido moral en el común de las gentes, producto de un acto espontáneo de su
razón práctica, con el que se formulanlas normas morales que regulan los actos humanos,
entendiendo por tales, aquellos que son realizados con inteligencia y voluntad. Ej.: el
sentido moral nos hace ver lo erróneo de calificar moralmente una persona por un acto
realizado sin inteligencia de su significado y sin voluntad de obtener su finalidad.
La ciencia moral formula las condiciones de la moralidad: discernimiento de la significación
del acto y voluntad libre de realizar el acto, que son los requisitos para que un acto humano
pueda ser calificado moralmente. Fue definida de diferentes maneras:
Concepción sociológico-positivista: la considera la ciencia de las costumbres;
Quienes la consideran como la ciencia del deber ser.
Deontologíaproviene de los vocablos griegos “dei” (deber) “on” (ser) “logos” (ciencia,
tratado); es decir que es la ciencia del deber ser. Siempre hará referencia a la conducta
debida, en razón del ser de las cosas. Aludirá a una ciencia normativa que le propone al
hombre las reglas de su obrar libre a fin de alcanzar su propio bien.
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6. Dirección sociológica positivista. Escepticismo y relativismo. El positivismo. Augusto
Comte, Levy Brühl. La Escuela Sociológica.
Todos decimos que determinadas conductas son buenas y que otras son malas. El asunto es
develar con que fundamento sostenemos esto: ¿existe un bien moral objetivo capaz de
servir de fundamentos a los preceptos morales? Y¿de qué modo podemos conocerlo?
El pensamiento humano ha formulado las más diversas respuestas a estos interrogantes a lo
largo de la historia. Agrupando las posibles respuestas en tres grandes direcciones:
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8. El realismo moral. tesis fundamental. El bien en general. Naturaleza y finalidad. Bien útil y
bien honesto. El bien moral. Bien y felicidad. El mal
Las morales racionales buscan su fundamento, no en un hecho de experiencia, sino en un
principio racional. Dicho principio supone el reconocimiento de que existe una realidad
externa que incluye al hombre, a la que necesariamente debe atenerse y de la que el
espíritu debe extraer racionalmente, los principios con arreglo a los cuales debe desenvolver
su conducta.
Moral del deber de Kant: sostiene que la razón humana es una sola pero puede
funcionar de dos modos: cuando busca conocer lo que es (teórica) o cuando busca
conocer lo que debe ser (práctica). En su funcionamiento práctico elabora y produce
normas o imperativos que son leyes de conducta morales y jurídicas, que postulan o
suponen la existencia del yo, la de Dios y la del Universo.
Realismo moral: consiste en buscar o proponer una regla de acción que permita
realizar al hombre (bien), mediante la cual realiza su perfección y alcanza su
felicidad. No hay conocimiento verdadero si no viene de las cosas mismas.
1-Nuestros sentidos se ponen en contacto con realidades concretas, ej. con Juan;
2-Luego, la inteligencia abstrae el universal, las esencias de esos entes concretos,
ej. concibo que aquel ser es hombre;
3-Después retorno a esos singulares, predicándoles el concepto, ej. Juan es hombre.
Descubro que todos los entes tienen una finalidad y que tienden a ella porque es su
bien, su plenitud. Todos los seres se mueven hacia su fin, pero lo hacen de modo
distinto. Los animales irracionales, los vegetales y los animales tienden a su bien, de
modo ciego e inexorable. El hombre, lo hace de manera inteligente y libre.
Bien en general: en primer lugar, debemos consignar que el juicio de bien y de mal no se
aplica solamente a los actos humanos: se aplica a todas las cosas. El calificativo depende del
fin que le asignamos o que cumple esa cosa. En consecuencia un juicio de bien implica
un juicio de finalidad.
Una cosa cumple en mayor o menor medida con su finalidad. Y aquella que la cumple
totalmente la consideramos perfecta. Es decir, se da una gradación o jerarquía de bien en
función de que la cosa cumpla en mayor o menor medida con su finalidad.
Debe tenerse presente que conocer el fin de una cosa implica conocer su naturaleza,
entendiendo por tal "el conjunto de caracteres que determina en ser en sí mismo, de suerte
que, si le faltare uno de esos caracteres, cesaría de ser el mismo ser; son pues caracteres
necesarios del ser".
Todo ser, en la medida que es, realiza bien aun con deficiencias. Es decir, aun cuando un
determinado ser sea imperfecto, realiza, al menos su propia esencia, aunque sea en mínima
medida.
La Filosofía Tradicional distingue entre el bien honesto (el bien propio del ser considerado
en sí mismo) y el bien útil (que se predica de un ser subordinado a otro. Ej.: un buen
caballo). Estos seres, subordinados a nuestros propios fines, son calificados como buenos o
malos en función de la utilidad que nos deparan y no considerados en sí mismos.
En cambio, no existe el mal en sí mismo. El mal es un desorden; radica en la ausencia de
un elemento que debería estar o presencia de un elemento que no debería estar.
Bien ontológico: es el del ser considerado en sí mismo. Todos los seres tienen una
finalidad que les es propia, que deviene de su propia esencia. Tienen en consecuencia un
bien objetivo, con independencia de la intervención de nuestra subjetividad.
Bien moral: es el bien ontológico, pero realizado libre y reflexivamente. Tiene una
particular trascendencia puesto que, al ser objeto propio de la acción libre del hombre, es la
fuente de los valores propiamente humanos: todo el valor propiamente humano del hombre
radica en el uso que hace de su libre albedrío.
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Bien y felicidad: no se debe confundir bien con felicidad. Esta es el estado subjetivo del
hombre que ha alcanzado su fin. Es el estado que colma todo deseo. Solo el bien es fin; la
felicidad es un resultado en el espíritu. Esta es subjetiva; aquel es objetivo.
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9. La ley moral natural: sus propiedades
Ley moral natural:son los principios que gobiernan la acción del hombre, en cuanto son
conocidos por su razón natural y están basados en el bien propio de la naturaleza humana.
Son considerados universalmente válidos en razón de que tienden a realizar sus fines
permanentes y consecuentemente tienen valor práctico en todo tiempo y lugar.
Sus propiedades son:
Autoevidencia.Objetividad. De la misma forma en que los primeros principios de la
razón especulativa le son dados al espíritu por una evidencia inmediata (p.ej. el principio
de no contradicción); así también los principios del obrar deben sernos dados con una
evidencia semejante". Según Messner: “Se intuyen en forma inmediata, no son
susceptibles de fundamentación, se le presentan al hombre con tanta certeza y validez
como el hecho más cierto de inmediata experiencia interna.
Universalidad.Se refieren a toda la extensión de la actividad humana como tal, y a toda
actividad humana, es decir que valen de todo el hombre y de todos los hombres, por lo
que son doblemente universales.
Practicidad. Porque enuncian las leyes de la actividad humana. Son el objeto del
intelecto en su función práctica.
Obligatoriedad. Los principios generales de la moralidad se imponen, por su
dependencia del primer juicio del sentido moral, independientemente de cualquier
intervención positiva. En realidad, por su adecuación racional al bien propio del hombre,
resultan el fundamento de toda moral positiva y de todo derecho positivo.
Máxima generalidad.Limitación a una prima directio(no constituyen un sistema
cerrado y completo): El grado de generalidad de estos principios es el máximo;
precisarlos se hace difícil por su misma generalidad. Son sólo principios de
comportamiento, los principios primarios, absolutamente inmutables y sus conclusiones
inmediatas. Estos principios son inevitablemente generales y por ello vagos y necesitan
ser completados y concretizados. Ello compete a la moral positiva y al derecho positivo.
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completo lavoluntad), los no imputables (los de enfermos mentales graves, niños pequeños,
losrealizados en sueños, etc.).
Condiciones para que se dé un acto moral
Conocimiento o advertencia: requiere que se sepa lo que se hace antes de realizar
el acto. Impedimentos: ignorancia
-según el objeto: de hecho (ignora que un hecho está comprendido en la ley) o de
derecho (ignora la existencia de una ley)
-según el sujeto: vencible (puede ser vencida) o invencible (no sabe lo que es y no
puede ser evitada)
-según el tiempo: antecedente (precede a la voluntad), concomitante (acompaña a la
acción) o consiguiente (sigue al acto)
Voluntad libre:Impedimentos: las pasiones (amor, odio, temor, ira, etc.), la
violencia (física o moral) y los hábitos.
Condicionamiento de los actos humanos
Ordinariamente, se justifica la inmoralidad de algunos actos recurriendo a expresiones como
"presión social", "condicionamientos externos". Otras veces se hace referencia al
temperamento (extrovertido, inestable,..), a la edad, al sexo, etc. En los casos normales,
esos factores constituyen circunstancias atenuantes de la moralidad del acto, por falta de
advertencia y por falta de voluntariedad. Sin duda, los condicionamientos pueden hacer más
difícil el conocimiento de la ley moral o su práctica, pero no convierten los actos en algo
desligado de la moralidad.
La finalidad del agente.Es la finalidad subjetiva que persigue el agente, losmotivos que lo
llevan a obrar así. El fin del agente modifica la moralidad del acto. Porejemplo, un acto
indiferente (pasear) puede convertirse en algo bueno si se pretendecon ello acompañar a
alguien que lo necesite; es malo si se hace con el objeto deencontrar una ocasión de robar.
Un acto bueno (por ejemplo, ayudar económicamente aotro) puede hacerse menos bueno si
se pretende presumir de ello; o incluso malo, si sepretende sentar las bases para un chantaje
posterior. Finalmente, el fin pretendido conuna acción mala puede disminuir su gravedad
(robar para ayudar a uno que necesitadinero), pero nunca convertirla en una acción buena,
ya que el robo sigue siendo robo apesar de la "buena" intención del agente. El fin no justifica
los medios.
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14. El orden moral y el orden jurídico. Distinción y relación de los mismos.
El orden moralse refiere a todas aquellas conductas voluntarias y libres que corresponde
realizar al hombre para el logro de su bien personal, de su plenitud o perfección en el plano
natural. Las distintas inclinaciones y potencias inscriptas en la naturaleza humana deben ser
"actualizadas" y satisfechas para que, de esa manera, la persona logre su acabamiento
entitativo, su realización perfectiva. Entonces, atendiendo a las exigencias del SER, la ley
moral es un imperativo de la razón que prescribe a la conducta ciertos "DEBER SER".
Su origen es la razón práctica del hombre a través del pensamiento conceptualizante, quien
emite los dictámenes o juicios constitutivos de la moral natural y del derecho natural.
El orden jurídicoconcierne a las conductas justas que una persona debe realizar a favor de
otro, por necesidad legal y con estricta igualdad, para la consecución del BIEN COMÚN
TEMPORAL. "El bien individual y el bien común no pueden separarse, porque siendo el
hombre naturalmente social, su propio bien le indica que debe procurar la conservación y
perfeccionamiento de la comunidad en que vive". Y de esa necesidad provienen los deberes
para con los demás, las conductas tendientes a dar o respetar "lo suyo" del otro, el bien del
otro: respetar la vida y las propiedades ajenas, cumplir las obligaciones, no hacer daño a
otro, fortalecer la familia, etc. Lo "suyo" de cada uno está determinado, no arbitrariamente
y sin razones objetivas, sino con un fundamento ontológico, en aras de la plenitud personal
y social. Por tal razón, resulta incuestionable que el derecho pertenece al orden de la moral.
Proviene de la voluntad del hombre, involucra no sólo al legislador sino igualmente al
espíritu del pueblo a través de la norma consuetudinaria, la conducta en interferencia
intersubjetiva, las normas y principios, etc.
El orden jurídico, para ser tal, debe ser justo. Si es dañino o injusto es un derecho aparente,
un "no derecho", un mero acto material de la autoridad, o más categóricamente, un abuso
de autoridad o de poder.
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Relación:hay dependencia del orden jurídico con respecto al orden moral porque ha de
acordarse preferencia al mandato de la conciencia moral sobre el de la ley positiva, porque
no puede pretenderse la ejecución de un acto moralmente reprobable por el solo hecho de
estar mandado por la ley.
Por ello, toda ley jurídica, en cuanto tal, es decir, en cuanto justa, es una ley moral.
No toda ley moral es una ley jurídica.
15. El orden jurídico positivo. Obligatoriedad moral de las normas jurídicas positivas.
El orden jurídico positivo es un conjunto de principios y normas elaboradas por el hombre
(legislador) que rigen y regulan las relaciones entre los hombres como ser social y racional.
La obligatoriedad de la ley positiva deriva de su conexión con la ley natural, pues la
finalidad de la ley civil es la realización de la justicia y la justicia es una de las virtudes
cardinales, de allí su principal conexión con la ley natural, una ley natural justa obliga
moralmente su cumplimiento en conciencia.
La obligatoriedad del orden jurídico positivo se basa en el principio de derecho natural que
obliga al legislador a promulgar leyes para el bien común y obliga al ciudadano a
obedecerlas. Algunas leyes positivas son realizaciones concretas de los principios del
derecho natural, como las disposiciones sobre los bienes y la propiedad y otras leyes
positivas son claras expresiones del derecho natural, como las que penan el homicidio o el
robo. Las leyes positivas que directa y claramente se oponen al derecho natural o a alguna
de sus exigencias fundamentales son inválidas por ser injustas. Las normas jurídicas
positivas ejercen coerción sobre el ser humano por su contenido moral natural y porque
fueron dictadas por quién tiene a su cargo velar por el bienestar general, ejerciendo
coerción porque influyen sobre el libre albedrío del sujeto impulsándolo al cumplimiento de
sus deberes éticos.
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16. Límites a la obligatoriedad moral de las normas positivas. El caso de la ley injusta. Leyes
meramente penales.
La obligatoriedad moral de la ley civil, deriva de su conexión con la ley moral. Si una ley
es contraria al derecho natural es una ley injusta y no solo no obliga moralmente a su
cumplimiento sino que hay moralmente una obligación de resistir, es decir, de oponerse a
ella por los medios lícitos existentes, siendo la rebelión el caso extremo, su licitud surge de
que se hayan agotado los demás recursos lícitos y que de ella no surja un mal mayor del
que se trata de evitar. Una ley injusta no es ley, porque no es una ordenación racional
dirigida al bien común, por lo que la resistencia contra la ley injusta es lícita, y además es
obligatoria. El Concilio Vaticano II expresó al respecto que los actos que van en contra del
derecho natural y sus principios son un crimen y quienes los mandan ejecutar son criminales
y la obediencia a tales órdenes no puede excusar a quienes la ejecutan. Por ejemplo el
aborto está prohibido en nuestro país en concordancia con la ley moral natural, pero como la
ley civil puede modificarse y la ley moral natural es inmutable allí se rompe el vínculo de
unión entre ambas y la ley positiva pasa a ser una ley injusta con el deber y la obligación de
resistencia.
Leyes meramente penales: son aquellas que no obligan en conciencia en cuanto al
contenido de la misma ley pero si en cuanto al cumplimiento de la pena que acarrea su
infracción. Suelen incluirse en ellas las leyes fiscales, las de exportación de divisas, las leyes
de tránsito, etc. Su análisis es importante ya que si se admite la no obligatoriedad moral de
las leyes meramente penales no habría culpa moral alguna en transgredirlas. Están aquellos
que defienden la existencia de las leyes meramente penales, los que la niegan, y una
opinión intermedia que la admiten por razones suficientes y fundadas. Para la cátedra:
1) no existen leyes meramente penales, si bien la ley positiva se fundamenta en la ley ética
natural, dicha fundamentación tiene más intensidad en las leyes de familia, derechos reales,
leyes fiscales y de tránsito.
2) al estar fundadas en el orden natural son obligatorias en conciencia.
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17. Conducta procesal indebida; negligente, dilatoria, temeraria, maliciosa, irrespetuosa.
El proceso es algo perteneciente al campo del derecho público, se trata del ejercicio de una
potestad pública. Los particulares que actúan en el proceso tienen deberes y derechos para
con las contrapartes y para con el Juez, y es éste el que debe velar para que no se viole el
debido proceso, es decir, aquel que encuentra su fundamento en la ética y además en el
derecho. Asegurando el Juez, el debido proceso, contribuye a la práctica profesional buena de
los abogados y, además, posibilita el camino para su prudente resolución.
Las partes pueden violar ese debido proceso e incurrir en tal supuesto en conductas
procesales indebidas:
Negligente:consiste en no satisfacer ciertas exigencias definidas por el derecho positivo y
que trae aparejada la frustración de actos procesales cuya realización se intentaba. Tales
conductas no trascienden a la contraparte ni le provocan un daño; el perjuicio directo lo
padece la propia parte negligente, no logrando la concreción de lo pretendido. El Juez no
puede permanecer al margen y debe aplicar la sanción prevista. Ej.: frustración de una
prueba por no reiterarla en el plazo previsto; la falta de fundamentar los agravios ante una
apelación.
Dilatoria:el proceso debido tiene cierto ritmo y su conclusión es necesario que resulte
oportuna. Toda conducta que altere ese ritmo, prolongando el proceso más de lo razonable,
atenta contra la seguridad jurídica que genera la sentencia judicial al definir equitativamente
los derechos y obligaciones de las partes, y además provoca una justicia tardía que por ser
tal puede llegar a ser injusta. Los elementos caracterizadores de esta conducta son:
a) afecta el tiempo del proceso más de lo razonable;
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19. Funciones del abogado en el campo jurídico; con relación a la norma positiva dada y
como fuente material pre-normativa.
Con relación a la norma positiva dada:conectando esa norma jurídica vigente con la
función del abogado, podemos clasificar los modos jurídicos que le es factible asumir a éste:
Intérprete:el primero que técnicamente y con orientación práctica desentraña el
sentido de la norma una vez promulgada es precisamente el abogado. El prudente
manejo de los diferentes métodos interpretativos (gramatical, sistemático,
teleológico, etc.) con vista a poner en funcionamiento la disposición en cuestión, es
una de las más importantes funciones que cumple cotidianamente el abogado.
La norma es casi un cuerpo sin vida hasta que es tomada por el abogado, y es éste el
que le da un soplo de vida al ponerla en contacto con la realidad; hasta ese momento
el derecho era algo estático, y a partir de ahí algo dinámico. En cuanto a la amplitud
de la significación que puede otorgársele a la norma, la interpretación es literal
cuando se ajusta estrictamente a su palabra, es extensiva cuando se le brinda la
máxima amplitud posible, o también restrictiva en los casos en que la significación
se reduce a su mínima expresión.
Critica-valorativa:además de conocer el derecho positivo, el abogado debe
someterlo a una consideración valorativa o estimativa, tanto desde el punto de vista
externo como del contenido. Desde aquel ángulo se interrogará sobre la validez
formal de la norma en cuanto a si fue dictada por el órgano competente y conforme al
procedimiento establecido. En el otro punto de vista interesa analizar la ordenación
de conductas contenidas en la norma y averiguar si esa distribución de derechos y
obligaciones se compatibiliza con las normas superiores hasta llegar a la Constitución,
y para el caso de que las contradiga auspiciar la invalidación de la norma cuestionada.
Difusor: el abogado es un puente entre los sujetos de las fuentes formales del
derecho y aquellos a los que se dirigen las normas; pone en conexión el mundo
técnico-jurídico con el mundo jurídico profano. Así el profesional da a conocer las
regulaciones contenidas en las normas a sus interesados de un modo que resulte
accesible y procedente judicialmente, despoja al derecho de su pureza técnica y lo
traduce con un sentido casuístico a un nivel de comprensión masivo.
Esta función que cumple el jurisperito contribuye a forjar aquella doctrina que a nivel
crítico-valorativo expresa la sociedad respecto de las normas que más directamente y
generalizadamente le llegan.
Como fuente material pre-normativa: entendemos por fuente material del derecho los
datos o elementos de naturaleza diversa, jurídica y no jurídica, que tienen en cuenta los
sujetos de las fuentes formales al crear las normas jurídicas. Y estas fuentes pueden definirse
como los distintos modos de formulación de las normas jurídicas, que son: ley,
costumbre, jurisprudencia y actos jurídicos; de donde las normas se clasifican en legales,
consuetudinarias, jurisprudenciales y conmutativas, respectivamente.
En el derecho, el abogado asume un rol dinamizador, y llega a funcionar como un factor
posibilitador o generador de normas jurídicas, resultando ser causa eficiente de éstas a las
que condiciona en su contenido. Pero el jurisperito presenta una característica que lo
distingue de los restantes; efectivamente, mientras éstas cumplen el papel pasivamente, el
abogado puede iniciar el proceso que terminará con la nueva norma; no está forzado a
esperar que los sujetos de las fuentes formales concurran a su análisis o estudio, sino que va
hacia ellos exigiendo o sugiriendo, directa o indirectamente, una creación normativa.
Jurisprudencia:son las sentencias dictadas por los jueces, pero debemos recordar
que el juez está atado a lo afirmado o negado por las partes en el proceso, por lo que
de alguna manera, la sentencia ya está hecha por el abogado de una de las partes,
debiendo el juez optar por alguno de los argumentos al dictar la sentencia.
Hay autores que han sobrevalorado esta fuente al punto de que solo reconocen
carácter jurídico a aquello que los jueces aplican en sus sentencias. Sin llegar esa
exageración, es indudable que el derecho se nos revela en los fallos en términos de
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vigencia y de un modo más claro y preciso que en las normas generales, enriquecido
precisamente con las particularidades del caso.
Actos jurídicos:los sujetos que realizan el acto jurídico cuentan con asesoramiento
profesional antes y durante el mismo, conforme al grado de complejidad o importancia
de los intereses comprometidos, y así el abogado traduce jurídicamente y respetando
las previsiones legales, las pretensiones de las partes; es decir, que el contenido del
acto o los intereses en juego lo suministran los sujetos intervinientes, y la forma
jurídica, el abogado encargado.
Costumbre jurídica: en virtud de no ser escrita y consistir en la misma conducta que
llega a tornarse obligatoria, presenta dificultades sobre el conocimiento preciso de su
contenido y del momento en que se ha constituido en verdadera fuente formal. Por
ello, cuando la jurisprudencia aplica una norma consuetudinaria, ésta si bien regía
como derecho positivo con anterioridad a esa consagración y al nivel de la ley en el
ordenamiento jurídico, gana ciertos aspectos técnico-formales, como por ej. la claridad,
precisión y publicidad. Corresponde al abogado lograr que el derecho consuetudinario
obtenga esas ventajas técnico-formales, pues él se encarga de invocarlo ante los
tribunales en respaldo de sus demandas, y de esa manera el juez puede llegar a
consagrarlo en sus fallos.
Ley:si bien son los poderes legislativo y ejecutivo los encargados de dictar las normas,
es el abogado el encargado de armonizar la decisión con el resto del ordenamiento y de
que cumpla con los requisitos formales exigibles. También se destaca al abogado como
forjador de doctrina, pues se preocupan por los aspectos prácticos del derecho positivo
que influyen en la formulación o variación de la ley.
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20. Naturaleza de la relación con el cliente. El deber de fidelidad. Otros deberes derivados de
la relación. Lealtad del cliente hacia el abogado.
Salvo en los casos en los que el abogado es designado de oficio, el cliente acude a él
buscando seguridad, competencia y honradez profesional.
Es posible que el abogado experimente con frecuencia la tentación de servirse de su
superioridad técnico-jurídica para escamotear algunas de esas dimensiones éticas. Sin
embargo, hacer que prevalezca el aspecto jurídico sobre el ético es un ataque a las normas
elementales de la deontología. Los deberes del abogado hacia su cliente son:
Deber de conocimiento:el abogado debe conocer todo el trasfondo de la situación que
es objeto del proceso. No es preciso que alcance a aspectos personales que nada tienen
que ver con el caso; sin embargo tampoco es suficiente una relación superficial y
genérica. El deber de conocimiento es mutuo, es decir, el abogado ha de darse a conocer
tal como es, de forma que el cliente pueda sentirse seguro.
Deber de fidelidad:desde el momento en que el abogado acepta el encargo se debe al
cliente y debe mantener respecto de él una actitud de fidelidad. En su contra está la
revelación del secreto profesional, los acuerdos con la parte contraria, la negativa a
prestar al cliente la información debida. La fidelidad persiste una vez que ha cesado la
relación contractual.
Deber de igualdad de trato:es corriente tratar de modo desigual los casos de
patrocinio gratuito y aquellos otros de los que se puede obtener importantes honorarios.
La igualdad del trato -superando la discriminación por motivos económicos, políticos,
sociales, religiosos, etc.- se traduce en un deber de diligencia.
Deber de información: el abogado debe advertir al interesado la probabilidad que, a su
juicio, tiene de ganar el asunto. Nunca es lícito engañar al cliente haciéndole creer lo que
de antemano se sabe que no ha de resultar.
Deber de buscar la mejor solución:lo ha de llevar al abogado a contemplar la
posibilidad de la transacción o de la conciliación. El deber moral del abogado es hacerse
en lo posible innecesario, evitando todo litigio que no sea razonablemente imprescindible.
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21. Aceptación de causas civiles y penales. Desarrollo y cese de la relación. El secreto
profesional.
Causas civiles que pueden éticamente aceptarse: el objetivo único de todas las personas
que intervienen en un proceso ha de ser la administración de la justicia, a través del
descubrimiento de la verdad. A este fin principal pueden añadirse otros fines secundarios:
desarrollar la propia profesión, obtener una legítima ganancia, adquirir experiencia, etc.
No es lícito en conciencia patrocinar una causa cuya injusticia es conocida de
antemano. Ej.: no es lícito aceptar la defensa de una causa basada en la falsificación
de un documento público o privado, tanto si esa falsificación ha sido confesada al
abogado por el cliente, como si el abogado la descubre por sí solo. Actuando de ese
modo el abogado se convierte en damnificador de terceros inocentes; y en el
transcurso del proceso tendrá que recurrir a la mentira, a fraudes, a falsificación de
documentos, a la utilización en su favor de falsos testimonios. Estas conclusiones valen
tanto para los procesos civiles como para el contencioso-administrativo.
Pueden aceptarse causas dudosas, que son las más frecuentes. Por lo general, una
causa se entable cuando existe un conflicto de intereses en el que todas las partes
pueden invocar argumentos jurídicos. En la defensa de la causa, el abogado está
obligado a emplear solo los elementos de investigación, pruebas, etc. autorizados por
la ley y la moral. Si después de haber aceptado la causa dudosa, el abogado descubre
que es radicalmente injusta, ha de desistir y comunicarlo al cliente.
Otro supuesto: cuando hay escasa probabilidad de ganar una causa, es deber
del abogado aclarar al cliente que no hay probabilidades de que la causa prospere; si el
cliente insiste, el abogado debe rechazar el encargo.
Supuesto distinto: puede resultar legítimo aceptar y defender una causa que
se sabe que se perderá al final, pero puede interesar, con causa justa, la dilación.
Ej. es lícito dilatar el pago de un crédito en espera de venir a mejor fortuna.
Causas penales que pueden éticamente aceptarse: en principio, se pueden aceptar
todas las causas penales. Se exceptúan aquellas que son injustas, planteadas por un
querellante. Ej. un abogado no puede aceptar el patrocinio de una querella por calumnia,
cuando le consta que no existe tal supuesto.
El abogado puede aceptar cualquier tipo de causa penal, en defensa del reo, aunque
sepa que éste es culpable. El principio rector es que el acusado tiene derecho a quedar
exento de sanción mientras no se pruebe con certeza moral que la merece. El abogado
defensor, aunque sepa que el demandado cometió el crimen, puede legalmente hechas mano
de todos los recursos lícitos y legales para evitar el veredicto de culpabilidad. Sin mentir y sin
utilizar testigos falsos, el abogado puede y debe utilizar todos los medios que la ley le
concede para conseguir un veredicto de inocencia. Todo acusado tiene derecho a la más
amplia defensa posible para impedir acusaciones o condenas injustas.
Cese de la relación con el cliente:
con la sentencia definitiva;
con el abandono del asunto por parte del cliente: si se realiza de modo ofensivo para el
honor del abogado, éste debe dar conocimiento al colegio, procurando su intervención;
por transacción o por conciliación;
por desistimiento unilateral del abogado: requiere una justa razón (Ej. comportamiento
irrespetuoso por parte del cliente);
por necesidad de que abogado intervenga como testigo en la causa en la que es
representante de la parte.
El secreto profesional: una buena defensa exige un conocimiento profundo de
circunstancias, detalles de comportamiento e incluso de actuaciones ilícitas del cliente. Pero el
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abogado no está autorizado a divulgarlas, ni siquiera durante el proceso. Para que pueda
hacerlo se requiere un mandato expreso del cliente.
Incluso sin esa autorización puede ser lícito revelar lo que se conoce por secreto profesional
cuando se trate de estados de necesidad (cuando no hay otro modo de evitar, al cliente, al
mismo abogado o a terceros un daño grave).
La obligación de guardar secreto rige también después de la muerte del cliente; en primer
lugar, porque pueden existir herederos que legítimamente defiendan la conservación del
secreto; en segundo lugar, porque no es lícito nunca difamar sin causa proporcionada.
Un cuidado especial requieren las ocasiones en las que casi insensiblemente se puede faltar al
secreto: entrevistas a diarios y otros medios de comunicación social.
divulgar información que le fue confiada para poder llevar a cabo su labor, esto se hace con el
fin de no perjudicar al cliente o para evitar graves daños a terceros. El profesional también
debe propiciar la asociación de los miembros de su especialidad. La solidaridad es uno de los
medios más eficaces para incrementar la calidad del nivel intelectual y moral de los
asociados. En fin al profesional se le exige especialmente actuar de acuerdo con la moral
establecida. Por tanto, debe evitar defender causas injustas, usar sus conocimientos como
instrumento de crimen y del vicio, producir artículos o dar servicios de mala calidad, hacer
presupuestos para su exclusivo beneficio, proporcionar falso informes, etc. Cuando un
profesional tiene una conducta honesta, dentro y fuera del ejercicio de su profesión, le
atraerá confianza y prestigio, lo cual no deja de ser un estímulo que lo impulsará con más
certeza en el recto ejercicio de su carrera.
Deberes de independencia e imparcialidad: el primer y principal deber del juez es la
imparcialidad, dirigida a preservar la independencia del juicio. Para defender la imparcialidad
existen incompatibilidades generales (desempeño de cargos políticos, arraigo profundo en
zona determinada, etc.) e incompatibilidades relativas que con motivos de abstención o
recusación (parentesco del juez con una de las partes o sus abogados, existencia de amistad
o enemistad manifiesta, etc.). Otro deber es de prestar la función que exige diligencia,
estudio atento y la puesta al día de la ciencia jurídica. El deber de residencia también es
importante ya que la presencia del juez es una garantía de la realización de justicia.
UNIDAD 9
23. Colegiación. Naturaleza y constitucionalidad.
Es doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la que reconoce que la facultad de
reglamentar el ejercicio de las profesiones liberales no es contraria a los derechos
constitucionales.
Se ha admitido, la delegación en organismos profesionales de control del ejercicio regular de
sus labores y un régimen adecuado de disciplinas y se ha señalado que al margen del juicio
que merezca el sistema adoptado por el legislador, su razonabilidad está avalado por el
directo interés de sus miembros en mantener el prestigio de su profesión, así como porque
cabe reconocerles autoridad para vigilar la conducta ética en el ejercicio de aquella (Fallos
237-397).
Esta delegación ha alcanzado a muy diversos aspectos del ejercicio de la profesión, tales
como la determinación de la remuneración (Fallos 214-17) y la percepción de aportes de
terceros (Fallos 258-315) y de sus propios miembros, en proporción a los honorarios
recibidos (Fallos 286-187) con finalidades provisionales.
El argumento central para desarrollar este primer punto gira en torno a la inscripción
obligatoria, en la matrícula profesional que la ley 23187 ha confiado al Colegio Público de
Abogados.
La respuesta que da la Corte Suprema de Justicia de la Nación es ésta: tal obligación no es
inconstitucional porque no implica el ingreso compulsivo a una asociación.
Si el colegio fuera una asociación y la incorporación a tal asociación fuera obligatoriamente
por la ley, el sistema pugnaría con la Constitución. El Colegio es para el fallo, otra cosa.
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25. Los vínculos de colegialidad. Deberes hacia los colegas. Relación con los magistrados.
Deberes hacia los colegas: El abogado debe hacer cuanto esté a su alcance para que las
relaciones con sus colegas se caractericen por la confraternidad, esa vinculación -fundada en
el sentimiento de la solidaridad profesional, de los deberes que impone y de la confianza
mutua que presume. Debe respetar en todo momento la dignidad del colega, proscribiendo
a su respecto las expresiones hirientes y las insinuaciones malévolas. Debe impedir toda
maledicencia del cliente hacia su anterior abogado o hacia el patrocinante de su adversario.
Relación con los magistrados: La actitud del abogado hacia los magistrados debe ser de
deferente independencia. Es de su deber guardarles respeto y consideración, así como
abstenerse de toda familiaridad fuera del lugar, aunque mantenga relaciones de amistad,
debe cuidarse de no exteriorizarlas en el Tribunal. Debe estar en todo momento dispuesto a
prestar apoyo a la magistratura, pero debe mantener siempre la más plena autonomía;
recordando que si es auxiliar, no es dependiente de la administración de Justicia.
26. Relaciones entre abogados. Causas tramitadas por otros abogados. Observancia de
acuerdos.
Relaciones entre abogados:La confianza, la lealtad y la hidalguía deben constituir la
disposición habitual del abogado hacia sus colegas, a quienes facilitarán la solución de
impedimentos momentáneos que no le sean imputables, como ausencia, duelo, enfermedad
u otros semejantes. Ningún apremio del cliente debe autorizarlo a apartarse de esta norma.
Causas tramitadas por otros abogados:El abogado debe dar aviso al colega que haya
intervenido en un asunto, antes de aceptar el patrocinio o representación de la misma parte
y procurar que sean satisfechos integralmente sus legítimos intereses. El aviso previo no es
necesario cuando el colega ha renunciado expresamente al patrocinio o mandato. Sin
embargo, es recomendable que el nuevo abogado haya saber al anterior su intervención en
el asunto.Los esfuerzos directos o indirectos para apoderarse de los asuntos de otros
colegas o captarse sus clientes, son indigno de quienes se deben lealtad en el foro, pero es
deber profesional dar consejos adecuados a quienes buscan ayuda contra abogados infieles
o negligentes. Es recomendable, aún en estos casos, informar previamente al colega
imputado.
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Observancia de acuerdos. Los acuerdos celebrados entre abogados deben ser cumplidos,
aunque no se hayan ajustado estrictamente a las normas legales. Los que fueren
importantes para el cliente, deberá ser documentados, pero el honor profesional exige que,
aun no habiéndolo sido, se cumplan como si constaran en instrumento público.
Objeto material de la deontología:son los actos humanos, es decir, son las conductas
propiamente humanas (emanadas del hombre como ser inteligente y libre). Ej. un
matrimonio, un delito, un contrato de compra venta, etc.
El objeto material de esta disciplina son los actos humanos, por el contrario los actos del
hombre también emanan del hombre pero ya no como ser inteligente y libre, sino como ser
natural, y significa que son actos donde falta la racionalidad, la voluntariedad o la libertad. Si
falta por lo menos alguno de esos elementos, no son susceptibles de calificación moral, es
decir, no puedo manifestar o predicar que tal o cual conducta sea buena o mala, justa o
injusta.
Objeto formal "quod" de la deontología: es lo que propiamente constituye a lo moral
como tal, es decir, la perfección que realizan las conductas humanas virtuosas.
Todo ente que existe en el universo tiene un fin, que es su perfección propia, su bien. Fin y
bien se identifican. El fin último es la perfección de nuestra naturaleza, la plenitud de nuestra
esencia. Para transitar ese camino necesito de normas que me indiquen por qué lugares debo
transitar para llegar a destino de forma más directa, más práctica y precisa posible. Ese
proceso no puede acaecer de una manera caótica, sino ordenada y orgánica. Se precisa de un
modelo ejemplar o paradigma que guie la conducta u obra del sujeto agente, mediante
normas morales (son preceptos que dicen lo que debemos hacer para alcanzar nuestro fin
propio).
Conclusión: Si a los actos humanos los transformo en virtuosos siguiendo el ejemplo, el
paradigma, la prescripción de las leyes morales, entonces alcanzo mi bien personal en el
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plano natural. Pero, no dejarme guiar, ni observar el modelo de paradigma de las leyes
morales, hará que mi acto no sea virtuoso.
Objeto formal "quo" de la deontología: surge de los distintos grados de aprehensión y
estudio de la obra o conducta virtuosa.Hay 3 niveles o grados: Primero FILOSOFIA, segundo
CIENCIA y tercero PRUDENCIA.Los 3 niveles, tienen el mismo objeto formal QUOD pero
distinto QUO.
El filósofo indaga sobre los primeros principios de todas las cosas, su naturaleza
profunda, sus causas y fines.Necesita de las ciencias particulares, que le aportan datos
de la realidad. El saber filosófico, es especulativo.
Las ciencias positivas, se interesan por las causas segundas de un grupo de entes
dotados de una propiedad peculiar.
La prudencia, o saber perfectamente práctico, habilita al hombre para dirigirse
rectamente en la elección de los medios conducentes, al último fin. La función de la
prudencia es establecer la conducta humana debida, en una circunstancia determinada
y mover al hombre a realizarla.
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