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037 Principios Constitucionales de La Tributacion
037 Principios Constitucionales de La Tributacion
Constitucionales
de la tributación
Caracas, 2012
PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DE LA TRIBUTACIÓN
Luis Fraga Pittaluga
e-tnail: lfraga@fragasanchez.com
ISBN 978-980-365-182-4
Depósito U g a l 1Í54020123402000
Editorial Jurídica Venezolana
Sabana Grande, Av. Francisco Solano, Edif. Torre Oasis, Local 4, P.B.
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Diagramación, composición y montaje
por: M ima Pinto de Naranjo, en letra Book Antigua 11,
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La edición consta de 750 ejemplares
Luis Fraga Pittaluga
PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
DE LA TRIBUTACIÓN
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Y, en segundo lugar, en un plano concreto, significa aplicación efec
tiva de esas normas jurídicas."*
Dentro del poder financiero, se encuentra el poder tributario. El po
der tributario es la facultad que otorga la Constitución a los entes políti
co-territoriales que estructuran el Estado, para que a través de sus cuer
pos legislativos creen tributos destinados a gravar las materias que la
propia Carta Fundamental les asigna, siempre con sujeción absoluta a la
Constitución y a las leyes.
En el sistema constitucional venezolano, el poder tributario del Es
tado (lato sensu) tiene su origen y fundamento en los arts.s 1 3 3,156,164,
1 6 7 ,1 6 8 ,1 7 9 y 180 de la Constitución. En particular, el art. 133 dispone
que: "Toda persona tiene el deber de coadyuvar a los gastos públicos
mediante el pago de impuestos, tasas y contribuciones que establezca la
ley". El resto de las normas citadas organizan y distribuyen el poder tri
butario, asignando la parcela que corresponde a cada uno de los entes
político-territoriales que vertebran el Estado venezolano.
Según Pérez Royo en la doctrina tradicional el concepto de poder
tributario, o de soberanía tributaria, venía considerado como el funda
mento o justificación del tributo, institución que se consideraba asenta
da en la posición de supremacía inherente a la propia existencia del Es
tado, pero que esa concepción no es válida hoy día, en primer lugar
porque el poder tributario no puede ser considerado como el funda
mento de la imposición, pues éste se encuentra en el deber de contribuir
establecido en la Constitución; ni se puede hablar tampoco de im poder
inherente al Estado por su simple existencia. Dice el autor español que
el poder tributario, como los restantes poderes o potestades públicos,
existe jurídicamente sólo en virtud de la Constitución y dentro de los
límites establecidos por ésta*.
El deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos es de
tal importancia que ya en el art. XIII de la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano, aprobada por la Asamblea Nacional Consti-
Ferreiro Lapatza, J.J. Curso de derecho financiero español. Marcial Poiis, M adrid, 1996,
pp. 81-82.
3
Pérez Royo, F. Derecho financiero y tributario. Parte General. Sexta Edición, Civitas,
Madrid, 1996, pp. 46-47.
18
tuyente francesa el 26 de agosto de 1789, se le reconoce como uno de los
deberes fundamentales de las personas.“*
Lo propio ha ocurrido en nuestra historia constitucional, pues ya
en la Carta Fundamental de 1819, se indicaba que la sociedad tiene de
recho para exigir de cada ciudadano las contribuciones, subsidios, car
gas e impuestos, que la representación nacional crea necesarios para los
gastos públicos, agregando que quien rehusare pagar las contribuciones
que se establezcan es un criminal, indigno de protección de la sociedad.’
Por su parte, la Constitución de 1830, consagró de manera explícita en
su art. 12, el deber de contribuir a los gastos públicos como uno de los
deberes fimdamentales de los venezolanos.
Dice Rodríguez Bereijo® -refiriéndose a la Constitución española de
1978’-, que todo el proceso de aplicación de los tributos encuentra su
raíz y su justificación en el deber de contribuir al sostenimiento de los
gastos públicos y sólo a partir de él puede entenderse cabalmente la
singular posición en que la Constitución sitúa a los entes político-
territoriales como titulares de poder tributario y a los ciudadanos como
sujetos de ese deber.
El art. 133 de la Constitución es xma norma de trascendental impor
tancia para el Derecho Constitucional Tributario pues de ella pueden
extraerse los siguientes postulados:
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que tal situación comporta, están obligados a soportar una cuota parte
del costo que supone la atención de las necesidades colectivas. Una ma
nifestación fimdamental de esa carga económica que debe ser equitati
vamente distribuida entre todos según la capacidad económica de cada
uno, son los tributos.
Por ello, aun cuando el tributo tiene que ser establecido en una ley y
por ello se afirma que la contribución {lato sensu) es un deber jurídico, se
trata tam bién de un deber social, que hunde sus raíces en la idea de que
todos debemos contribuir a la consecución del bienestar colectivo.
De allí que negarse a contribuir al sostenimiento de los gastos
públicos no sólo supone violar el deber jurídico que dimana de la Cons
titución y las leyes tributarias, sino que implica una conducta antisocial,
un fraude contra la colectividad, cometido por quien se aprovecha de la
vida en sociedad pero no está dispuesto a asumir las cargas económicas
que se derivan de esa provechosa situación. Como bien lo expresaba el
art. 7 de la Constitución Política del Estado de Venezuela de 1819: " ( ...)
El que rehusare pagar las contribuciones que se establezcan es un cri
minal, indigno de protección de la sociedad."
3.- Se establecen [los tributos] con el fin de procurar los medios precisos
para cubrir las necesidades financieras de los entes públicos: su fmalidad
no es otra que el sostenimiento de los gastos públicos." (Corchetes nues
tros).®
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Si bien los tributos pueden tener en ocasiones finalidades extrafisca-
les, como lo son la protección de la economía nacional o el desestimulo
de ciertas actividades, resulta que el producto de la recaudación de
éstos debe estar destinado, siempre y en todo caso, al sostenimiento de
los gastos públicos y éstos, a su vez, deben dirigirse única y exclusiva
mente a la satisfacción de necesidades colectivas. La creación de tribu
tos con un fm espurio, distinto a la procura de recursos para atender las
necesidades colectivas, es inconstitucional.
Tal vez pudiera parecer obvio, pero es bueno resaltar que el deber
de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos es de contenido
patrimonial y no de otra índole y ello lo ratifica con toda claridad el art.
317 de la Constitución, al disponer que: "N o podrán establecerse obli
gaciones tributarias pagaderas en servicios personales".
21
Por lo tanto, el art. 133 no ampara el establecimiento de obligacio
nes contributivas pagaderas a través de prestaciones de hacer, sino sólo
de dar, que se materializan a través del pago de tributos, esto es, de
prestaciones ordinariamente establecidas en dinero, que el Estado exige
en ejercicio de su poder de imperio sobre la base de la capacidad contri
butiva, en virtud de ima ley y para cubrir los gastos que le demanda el
cumplimiento de sus fines u otros fines extr^iscales previstos por el
legislador. Esto no significa que no puedan imponerse a los ciudadanos
otros deberes que también apimtan a la satisfacción de necesidades co
lectivas, como claramente lo son los previstos en los arts.s 1 3 0 ,1 3 2 ,1 3 4
y 135 de la Constitución. Lo que se quiere indicar es que estos deberes
no tienen carácter tributario.
Valdés Costa, R. Curso de Derecho Tributario. Depalma, Temis, Marcial Pons, Buenos
Aires, Santa Fé de Bogotá, Madrid, 1996, p. 295.
22
C a p ít u l o S eg u n d o
LIMITACIONES AL PODER TRIBUTARIO
23
como medio para asegurar su efectiva vigencia".’ Por ello afirma con
razón Dino Jarach que los principios contenidos en la Constitución, no
deben considerarse enunciados de las políticas programáticas del Esta
do, sino que se trata de normas superiores de carácter positivo "cuyos
destinatarios son los poderes del Estado y que rüngxmo de ellos -
legislativo, ejecutivo y judicial- pueden infringirlos, so pena de invali
dez de sus actos".’
En este mismo orden de ideas, Juan Martín Queralt nos refiere que
la jurisprudencia emropea ha reconocido la eficacia de los principios
constitucionales de la tributación, dejando a xm lado la vieja considera
ción de éstos como "principios programáticos no vinculantes, para
aproximarse a su consideración como auténticas normas jurídicas".
Por su naturaleza, los principios constitucionales de la tributación
no sólo poseen la fuerza vinculante y obligatoria propia de toda norma
constitucional, sino que incluso anteceden al pacto constitucional, por
que se trata de valores superiores, inmutables e intemporales de las so
ciedades civilizadas que trascienden las convulsiones políticas, econó
micas y sociales propias de cada época y que no pueden resultar afecta
dos por los cambios que de tiempo en tiempo se producen en el Dere
cho positivo o por obra las interpretaciones casuísticas de los operado
res jurídicos.
Por eso se ha dicho que:
"...los actos del Poder Público quedan inevitablemente sujetos al derecho, y vale
también decir a los principios generales que lo inspiran y a los valores que persi
gue."^
Los principios constitucionales de la tributación son un conjimto de
valores superiores y fundamentales, interdependientes e íntimamente
ligados entre sí, que justifican y al propio tiempo limitan el poder de
crear, fiscalizar, determinar y recaudar tributos.
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A la cabeza de estos principios están los de supremacía de la Consti
tución y de la legalidad, como barreras infranqueables frente al poder
exactor y como fortalezas inexpugnables dentro de las cuales existen y
se desarrollan el resto de los principios, a saber, el de la generalidad que
distribuye entre todos los ciudadanos sin discriminaciones ni privile
gios injustificados la obligación de contribuir al sostenimiento de los
gastos públicos; el de capacidad contributiva, que garantiza que los tribu
tos graven a cada quien en la medida de su capacidad económica; el de
la no confiscatoriedad, que proscribe la fiscalidad excesiva capaz de expo
liar el patrimonio de los ciudadanos; el d e justicia tributaria, que impone
la justa y equitativa distribución de la cargas públicas, y explica la nece
sidad de una igualdad real entre los sujetos pasivos de la tributación, a
través de un trato igual para los iguales y desigual para los desiguales;
el de progresimdad por cuya virtud el sistema tributario debe organizarse
de forma tal que paguen más tributos quienes poseen mayor capacidad
económica para contribuir; el de libertad de elección y de gestión que pro
clama el derecho de los contribuyentes a organizar sus negocios de la
forma más eficiente posible para que contribuyan al sostenimiento de
los gastos públicos en la justa medida; el de no retroactividad de las leyes
tributarias, que proscribe la aplicación de cualquier norma tributaria
hacia situaciones ocurridas en el pasado; y, por último, el de la recauda
ción eficiente, que impone a las Administraciones tributarias abdicar de
todo intento de exigir a los contribuyentes más de lo que éstos tienen el
deber de pagar, para evitar así los conflictos innecesarios y que se pos
tergue indefinidamente la percepción de los tributos.
25
Segunda P a r t e
EL CONTENIDO DE LOS PRINCIPIOS
C a p ít u l o P r im e r o
PRINCIPIO DE LA SUPREMACÍA DE LA CONSTITUCIÓN
Sección Primera
EL ORIGEN DEL PRINCIPIO
30
dos Unidos de América, en sentencia de fecha 24 de febrero de 1803,
bajo la ponencia del Chiefjustice John Marshall, decidió:
Cf. US Supreme Court, 5 U.S. 137 (1803), 5 U.S. 137 (Cranch), WUUam Marbury v.
James Madison, Secretary of State of the United States. " ( ...) It is a proposition too
plain to be contested that the Constitution controls any legislative act repugnant to
it, or that the Legislature may alter the Constitution by an ordinary act. Between
these alternatives there is no middle ground. The Constitution is either a superior,
paramount law, unchangeable by ordinary means, or it is on a level with ordinary
legislative acts, and, like other acts, is alterable when the legislature shall please to
alter it. If the former part of the alternative be true, then a legislative act contrary to
the Constitution is not law; if the latter part be true, then written Constitutions are
absurd attempts on the part of the people to limit a power in its own nature illimit
able. Certainly all those who have framed written Constitutions contemplate them
as forming the fundamental and paramoimt law of the nation, and consequently
the theory of every such government must be that an act of the Legislature repug
nant to the Constitution is void. This theory is essentially attached to a written
Constitution, and is consequently to be considered by this Court as one of the fun
damental principles of our society. It is not, therefore, to be lost sight of in the fur
ther consideration of this subject. If an act of the Legislature repugnant to the Con
stitution is void (...)".
Consúltese en: h ttp ://su p rem e.ju stia.ju stia.eo m /u s/5/137/case.h tm l.
Rúan Santos, G. "N ueva dimensión del derecho tributario por aplicación directa de
la Constitución. Aspectos sustantivos y adjetivos". Libro Homenaje a Use Van Der
Velde, Funeda, Caracas, 1998, p. 6.
31
cho alemán y comporta tres reglas fimdamentales: i) En primer lugar, la
subordinación de todos los actos del Poder Público a las normas de la
Constitución; ii) en segundo lugar, que la interpretación de la ley, así
como la de cualquier acto del Poder Público, deba ser conforme a la
Constitución, lo que quiere decir que cualquier interpretación de la Ley
que conduzca a alejarse del significado o sentido de los principios cons
titucionales debe ser desechada; iü) en tercer lugar, la posibilidad de
anulación o desaplicación de las normas que se aparten del principio
constitucional.
Como asienta Santamaría Pastor: "L a Constitución, notoriamente,
no agota la materia jurídica: pero, en su condición de norma suprema,
jerárquicamente supraordenada a todas las restantes, expresa xma serie
de principios y valores a los cuales han de adaptarse todas las ramas
jurídicas y cada una de las disposiciones que la integran, con indepen
dencia de la fecha en que hubieren sido dictadas'"'.
En Venezuela, la Constitución Federal de 1811, influenciada por la
Revolución Americana y la Revolución Francesa y los respectivos textos
constitucionales de 1787 y 1791, reconoció abierta y claramente el prin
cipio de la supremacía de la Constitución:
"Art. 199.- Para precaver toda transgresión de los altos poderes que nos
han sido confiados, declaramos; que todas y cada xma de las cosas consti
tuidas en la anterior declaración de derechos, están exentas y fuera del al
cance del Poder general ordinario del Gobierno y que conteniendo o
apoyándose sobre los indestructibles y sagrados principios de la naturale
za, toda ley contraria a ellas que se expida por la Legislatura federal o por
las provincias, será absolutamente nula y de ningún valor."
32
Similares normas pueden encontrarse en las Constituciones de 1830
(art. 186); 1857 (art. 119); 1858 (art. 156); 1925 (arts.s 38 y 101); 1928
(arts.s 16, 31 y 108); 1929 (arts.s 16, 31 y 108); 1931 (arts.s 16, 31 y 108);
1936 (arts.s 16, 31 y 108); 1945 (arts.s 16, 31 y 112); 1947 (arts.s 20, 26, 84);
1953 (arts.s 33.3 y 41) y 1961 (arts.s 4 6 ,5 2 ,1 1 7 y 250).
Puede decirse entonces que el carácter supremo y vinculante de la
norma constitucional, a la cual se hallan sometidos todos los actos del
poder público cualesquiera sean sus motivos, su naturaleza y su alcan
ce, es uno de los principios fundamentales del sistema jurídico venezo
lano, con más de doscientos años de vigencia en la historia republicana
de nuestro país.
Sección Segunda
PERFILES GENERALES DEL PRINCIPIO
33
co están sujetos" a la Constitución. No obstante, persuadido que la decla
ración de supremacía normativa del texto constitucional no es suficien
te, el constituyente ensambla rm sistema completo para garantizarla.
El art. 25 constitucional, declara la nulidad de todos los actos del
Poder Público que violen o menoscaben los derechos garantizados en la
Constitución y para reafirmar la operatividad de esta sanción establece
la responsabilidad penal, civil y administrativa de los funcionarios públi
cos que ordenen o ejecuten cualquier acto que viole o menoscabe dichos
derechos, sin que les sirvan de excusa órdenes superiores.
El art. 27 de la Constitución, regula xm mecanismo procesal sumario
y eficaz para lograr la protección y el restablecimiento inmediato de
derechos y garantías constitucionales amenazados o conciilcados.
El art. 137 de la Carta Fxmdamental, señala que la Constitución y la
ley definirán las atribuciones de los órganos que ejercen el Poder Públi
co, a las cuales deben sujetarse las actividades que realicen, establecien
do así el principio fxmdamental de la competencia.
El art. 333 constitucional establece que la Constitución no perderá
su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere
derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella, y esta
blece además que en tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciu
dadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el
restablecimiento de su efectiva vigencia.
El art. 334 de la Constitución impone a los jueces de la República, en
el ámbito de sus competencias, la obligación de asegurar la integridad
de la Constitución a través del control desconcentrado de la constitu-
cionalidad y concede a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia la facultad exclusiva de declarar la nulidad de las leyes y demás
actos de los órganos que ejercen el Poder Público (con efectos erga om-
nes) cuando colidan con la Carta Fxmdamental.
Finalmente, el art. 335 constitucional establece que las interpreta
ciones que establezca la Sala Constitucional sobre el contenido o alcance
de las normas y principios constitucionales son vinculantes para las
otras Salas del Tribxmal Supremo de Justicia y demás tribxmales de la
República.
La Sala Constitucional del Tribxmal Supremo de Justicia ha dicho
que la Constitución es suprema, entre otras cosas, porque en ella se en
cuentran reconocidos y positivizados los valores básicos de la existen
cia individual y de la convivencia social, al tiempo que instrumenta los
mecanismos democráticos y plxrralistas de legitimación del Poder:
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"1- En primer lugar, conviene tener presente, por razones obvias, lo que
en térmmos de la función y atribuciones de esta Sala Constitucional, dis
ciplinan los arts.s, 266.1, 333 al 336 de la Constitución de la República Bo
livariana de Venezuela, relativos a la Jurisdicción Constitucional y al Títu
lo VIII "De la Protección esta Constitución", Capítulo I, "De la garantía de la
Constitución". De ellos es relevante extraer los siguientes preceptos: {omi
ssis...)
3.- A los efectos de definir el contenido y los efectos del principio de su
premacía de la Constitución, debemos señalar desde ya, por lo que más
adelante se dirá, que el principio de supremacía constitucional justifica el
Poder de Garantía Constitucional que ejerce esta Sala Constitucional, al
cual atienden los arts.s 334 y 335 déla Carta Magna. Es decir, tal principio
tiene carácter fundamental.
Cf. S. TSJ/SC, 25-01-01, caso Baker Hughes, S.R.L., consultada en: www.tsj.gov.ve
C f S. TSJ/SC, N° 1.309, del 19-07-2001, ratificada en sentencia de la misma Sala N°
1.547 del 17-10-2011.
Morles Hernández, A. La banca en el marco de la transición de sistemas económicos en
Venezuela, UCAB, 2011, p.lO.
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criminación" en el goce de los derechos humanos (art. 19 Constitución);
el principio de "cláusula abierta" (art. 22 Constitución) y el principio de
"responsabilidad patrimonial del Estado" (art. 30 Constitución).
Conforme al primer principio, el Estado está obligado, ineludible
mente, a garantizar a toda persona, conforme al principio de progresi
vidad y sin discriminación algima, el goce y ejercicio irrenunciable, in
divisible e interdependiente de los derechos humanos; categórica im po
sición que es reafirmada por el mismo art. 19 constitucional, al señalar
que el respeto y garantía de los derechos humanos son obligatorios para
los órganos del Poder Público de conformidad con la Carta Fundamen
tal, con los tratados sobre derechos humanos suscritos y ratificados por
la República y con las leyes que los desarrollen.
De acuerdo con el segundo principio, heredado de la Constitución
de 1961, la enunciación de los derechos y garantías contenidos en la
Constitución y en los instrumentos internacionales sobre derechos
humanos, no debe entenderse como negación de otros que, siendo in
herentes a la persona, no figuren expresamente en ellos, no menosca
bando el ejercicio de los mismos la falta de ley reglamentaria.
Finalmente, según el principio de responsabilidad, el Estado está
obligado a indemnizar en forma integral a las víctimas de las violacio
nes de los derechos humanos que le sean imputables, o a sus derecho-
habientes, incluido el pago de daños y perjuicios.
Sobre el principio general de la supra constitucionalidad de los de
rechos humanos y su connotación en el ámbito tributario se ha dicho
que; "...los sujetos pasivos respecto de los cuales se verifiquen las hipó
tesis de incidencia integradoras de los hechos imponibles que originan
el nacimiento de las obligaciones tributarias podrán ejercer las acciones
y recursos que le permitan la tutela jurisdiccional efectiva de los [dere
chos] fundamentales, que limitan el alcance y el contenido del poder de
imposición y de la potestad administrativa tributaria para la exigencia
de la correspondiente exacción, previstos en el ordenamiento constitu
cional o en la normativa constitucional que los absorba, cuando un acto
administrativo de determinación y de ejecución legislativa, o una ley
que proceda a la modificación o a la creación ex-novo de un tributo des
conozcan, conculquen o violen, en alguna medida, tales derechos".®
37
No hay duda algvma de que el Texto Fundamental de 1999, repre
senta im gran avance en la historia constitucional venezolana. Se trata
de rma norma moderna, alineada con las más modernas tendencias del
constitucionalismo moderno. Sin embargo, no debe olvidarse nunca,
como lo señaló Andrés Eloy Blanco al pronunciar el discurso de pro
m ulgación de la Constitución de 1947, en su condición de Presidente de
la Asamblea Nacional Constituyente que; "...cu an d o se hace una Cons
titución, se hace una ley de buen gobierno, pero no se hace xm buen go
bierno."
Sección Tercera
SU APLICACIÓN EN EL ÁMBITO TRIBUTARIO
38
"De ello resulta pues, que la Sala al analizar la expresión jurídica legal o
sub legal con el Texto Fundamental de acuerdo al principio de supremacía
constitucional, debe tener presente que toda manifestación de autoridad
del Poder Público debe seguir los imperativos o coordenadas trazadas en
la norma fimdamental, como un efecto del principio de interpretación
conforme a la Constitución y de la fimdonalizadón del Estado a los valo
res que lo inspiran."'“
Lo cierto es que el principio de la legalidad emana de la Constitu
ción y como consecuencia de ello, la sumisión al mismo no puede ir en
contra de la norma suprema que le da origen. Las Administraciones
Tributarias no sólo pueden, sino que tienen la obligación de aplicar pre
ferentemente la Constitución, aun cuando ello suponga desaplicar al
caso concreto xma norma legal expresa; de lo contrario, la expresión
contenida en el art. 7 de la Carta Fundamental "...los órganos del Poder
Público están sujetos" a la Constitución, no tendría sentido alguno.
Al respecto la Sala Constitucional del Tribrmal Supremo de Justicia
ha sostenido lo siguiente:
39
García de Eitterría, La Constitución como Norma y el Tribunal Constitucional,
Editorial Civitas, 3° edición, Madrid 1994, p. 96, haya sostenido que "es va
lioso el principio de que una Ley no debe ser aeclarada nula cuando puede ser in
terpretada en consonancia con la Constitución”, ello en razón del principio de
urúdad del ordenamiento, a tenor del cual el orden de valores consagra
dos en el Texto fundamental debe ser investigado y descubierto en cada
norma legal.""
La aplicación preferente de la Constitución, siempre y en todo caso,
es la forma más depurada y elevada de satisfacer el principio de la lega
lidad -pivote sobre el cual descansa toda la actividad administrativa, de
la cual la gestión tributaria es sólo una parte, aunque muy importante
claro está- pues tal principio no se reduce, como erróneamente se ha
pensado, al cumplimiento irrestricto de la ley, entendida ésta en sentido
formal, sino que supone el respeto de lo que Maurice Hauriou calificó
con feliz expresión como el bloque de la legalidad^^, en cuya cúspide se
encuentra la Constitución, presidiendo y ordenando todo el sistema
normativo. No hay, pues, excusa alguna para que las Administraciones
Tributarias evadan su obligación de aplicar preferentemente la Carta
Fimdamental, bien para dar la razón al contribuyente o bien para
quitársela.
Por tanto, el pilar fundamental sobre el cual se soporta el ejercicio
del poder tributario y los derechos y garantías de los ciudadanos frente
a dicho ejercicio, es la supremacía absoluta, superlativamente intensa y
omnipresente de la Constitución y la obligación indeclinable de aplicar
la, siempre y en todo caso, en forma preferente.
En definitiva, también en el ámbito que nos ocupa la Constitución
es la "norm a de norm as", cuyos postulados deben respetar integral
mente, el legislador al ejerdfer el poder tributario, la Administración al
aplicar, en ejercicio de sus potestades, las leyes tributarias y los jueces al
ejercer la función jurisdiccional en los conflictos intersubjetivos de in
tereses entre contribuyentes y Administraciones Tributarias.
40
CAPITULO SEGUNDO
PRINCIPIO DE LA LEGALIDAD
Sección Primera
DEFINICIÓN
"A rt. 163: No podrá cobrarse impuesto, tasa, ni contribución municipal alguna que
no esté establecido en ordenanza. Las ordenanzas que regulen los tributos munici
pales deberán contener: 1. La determinación del hecho imponible y de los sujetos
pasivos. 2. La base imponible, los tipos o alícuotas de gravamen o las cuotas exigi-
41
La reserva legal tributaria es entre otras cosas una de las m anifesta
ciones más importantes del principio de separación de poderes, en
aquellos países donde tal separación existe.
Además, el ejercicio del poder tributario a través de la ley, asegura
que los ciudadanos participen efectivamente en el cumplimiento del
deber constitucional de contribuir al sostenimiento de los gastos públi
cos, dentro de unos límites prefijados y claros, que aseguran el disfrute
de las libertades públicas y en particular de aquellas que son consustan
ciales al Estado Social de Derecho.
Por ello Rodolfo Spisso“* que la obediencia que las personas prestan
a los gobernantes se basa racionalmente en la creencia de que éstos go
biernan en nombre de la ley y conforme a sus prescripciones. Por lo que
que la finalidad del principio de la legalidad es en definitiva cifianzar la
seguridad jurídica, mediante la predeterminación de las conductas de
bidas, de modo que tanto los gobernados como los gobernantes sepan a
qué atenerse al conocer de antemano qué es lo que tienen que hacer y
de qué conductas deben abstenerse.®
bles, así como los demás elementos que determinan la cuantía de la deuda tributa
ria. 3. Los plazos y forma de la declaración de ingresos o del becbo imponible. 4. El
régimen de infracciones y sanciones. Las multas por infracciones tributarias no
podrán exceder en cuantía a aquéllas que contemple el Código Orgánico Tributa
rio. 5. Las fecbas de su aprobación y el comienzo de su vigencia. 6. Las demás par
ticularidades que señalen las leyes nacionales y estadales que transfieran tributos.
Los impuestos, tasas y contribuciones especiales no podrán tener como base impo
nible el monto a pagar por concepto de otro tributo."
"A rt. 88: El ejercicio de la potestad reglamentaria corresponde a la Presidenta o
Presidente de la República, en Consejo de Ministros, de conformidad con la Consti
tución de la República Bolivariana de Venezuela y la ley. Los reglamentos no
podrán regular materias objeto de reserva de ley, ni infringir normas con dicbo
rango. Además, sin perjuicio de su función de desarrollo o colaboración con res
pecto a la ley, no podrán tipificar delitos, faltas o infracciones administrativas, es
tablecer penas o sanciones, así como tributos, cánones u otras cargas o prestaciones
personales o patrimoniales de carácter público."
"A rt. 10. Ningún acto administrativo podrá crear sanciones, ni modificar las que
hubieran sido establecidas en las leyes, crear impuestos u otras contribuciones de
derecho público, salvo dentro de los limites determinados por la ley."
Spisso, R. Derecho Constitucional Tributario, Depalma, Buenos Aires, 1993, p. 187.
Ib. ib.
42
Para Rodríguez Bereijo el principio de la reserva legai tributaria, en
su formulación más genérica, preconstituye la plasmación jurídica del
principio político del imperio o primacía de la Ley®, que es la expresión
popular manifestada a través del cuerpo representativo que integra el
Poder Público: El Poder Legislativo. De allí que el mismo represente de
alguna forma al más antiguo principio político de la autoimposición o
del consentimiento de los impuestos por los representantes de los con
tribuyentes.
Según Pérez Royo, este principio tiene una función de garantía y de
seguridad jurídica frente a las intromisiones arbitrarias del Estado en la
esfera de la libertad y la propiedad privada y xma función política de
asegurar la democracia mediante la participación de los ciudadanos en
el establecimiento del sistema tributario’, mediante el cual se da cum
plimiento al deber de solidaridad de coadyuvar al sostenimiento de los
gastos públicos.
El principio de la reserva legal tributaria tiene pleno reconocimiento
en muchos ordenamientos jurídicos, así lo revela la lectura de las Cons
tituciones de Bélgica*, Corea”, Costa Rica'®, Ecuador", España'’, Estados
43
Unidos’*, Finlandia’^ Francia’*, India’”; Italia”; Japón’*, Perú’”, Rusia“ ;
Suiza*’, sólo para nombrar algunas.
Sección Segunda
BREVE RESEÑA HISTÓRICA
"Section 8. The Congress shall have the power to lay and collect taxes, duties, im
posts and excises, to pay debts and provide for the comm on defense and general
welfare of the United States; but all duties, imposts and excises shall be uniform
throughout the United States".
H t t p :/ / w w w .law .com ell.edu/constitution/
“Section 81 - State taxes and charges: The state tax is governed by an Act, which shall
contain provisions on the groimds for tax liability and the amount of the tax, as
well as on the legal remedies available to the persons or entities liable to taxation.
The general criteria governing the charges to be levied on the official functions,
services and other activities of State authorities and on the amount of the charges
are laid down by an Act."
H ttp ://w w w .o m .fi/u p lo a d s/54 begu60narbnv_l.pdf.
Artículo 34: "La loi fixe les règles concernant : (omissis) - l'assiette, le taux et les
modalités de recouvrement des impositions de toutes natu res...".
H ttp://w w w .assem blee-nationale.fr/connaissance/constitution.asp#titre_4.
Artículo 265: "Taxes not to be imposed save by authority of law."
H ttp ://la w m in .n ic.in /co i/contents.htm.
Artículo 23: "Nessima prestazione personale o patrimoniale può essere imposta se
non in base alla legge".
H ttp ://w w w .g o v em o .it/G ov em o /C o stitu zio n e/ principi.html.
Artículo 30: "The people shall be hable to taxation as provided by law".
Http: / / w w w .san giin .go.jp /en g/law /index.htm.
Artículo 74: "Los tributos se crean, modifican o derogan, o se establece ima exone
ración, exclusivamente por ley o decreto legislativo en caso de delegación de facul
tades, salvo los aranceles y tasas, los cuales se regulan mediante decreto supremo."
Http: / / w w w .latinlaw s.com /coun try/P eru /constitution.
20
Artículo 57: "Everyone shall be obliged to pay the legaUy established taxes and
dues. Laws introducing new taxes or deteriorating the position of taxpayers may
not have retroactive effect".
H ttp ://w w w .co n stitu tio n .ru /e n /10003000-01.htm .
Artículo: 164: "Législation": 1 Toutes les dispositions importantes qui fixent des
règles de droit doivent être édictées sous la forme d'ime loi fédérale. Appartien
nent en particulier à cette catégorie les dispositions fondamentales relatives: (omis
sis) d. à la qualité de contribuable, à l'objet des impôts et au calcul du montant des
impôts.
Http: / / w w w .a d m in .ch /ch /f/rs / 1 / 1 0 1 .fr.pdf.
44
Rey de Inglaterra, Señor de Irlanda, Duque de Normandia y Aquitania
y Conde de Anjou, promulgó la Carta M agna y estableció en ella, entre
otras cosas, el antecedente más remoto que se conoce del principio de la
legalidad tributaria: "XXII. No se podrá exigir 'fonsadera'®® {'scutage') ni
'auxilio' {'aid') en nuestro Reino sin el consentimiento general, a menos
que fuere para el rescate de nuestra persona, para armar caballero a
nuestro hijo primogénito y para casar (una sola vez) a nuestra hija m a
yor. Con este fin solo se podrá establecer im 'auxilio' razonable y la
misma regla se seguirá con las 'ayudas' de la ciudad de Londres" (Cur
sivas nuestras).
Las "ayudas" feudales a las que se refiere la Carta Magna de 1215
son el equivalente de los tributos actuales. Desde que se sientan las ba
ses del constitucionalismo moderno y en particular del modelo de
mocrático del Estado occidental, se establece que los tributos no pueden
ser exigidos sino con el "consentimiento general" y éste se alcanza en
asamblea o parlamento.
En Francia, desde los primeros Estados Generales de 1314, se esta
bleció la necesidad de que los representantes del pueblo dieran su con
sentimiento para la creación de los impuestos. Aimque se trató de una
maniobra de la monarquía para tener acceso a ingresos distintos a los
generados por las posesiones del rey, no hay duda que este fue un apor
te trascendental para la teoría del consentimiento del impuesto y el
principio de la reserva legal tributaria®®. De hecho, los últimos Estados
Según el Diccionario de la Real Academia; "Tributo que se pagaba para atender los
gastos de la guerra".
Http: / / www.rae.es
La institución de los Estados Generales, que reunía en asamblea al clero, la nobleza
y la burguesía, fue creada en 1302 por el Rey de Francia Felipe FV {Philippe le Bel)
para dar ima aparente legitimidad a sus decisiones en reacción contra la bula papal
Ausculta Pili, del 5 de diciembre de 1301, en la cual el Papa Bonifacio VIH reprobó
al Rey por no baber tomado en cuenta la bula Clericis Laicos (24 de febrero de 1296),
que prohibía, bajo pena de excomunión, que las autoridades temporales cobrasen o
recibiesen impuestos del clero sin una autorización previa del Papa. Mientras que
conforme a la tradicional regla "el rey debe vivir de lo suyo" {"le roi doit vivre du
sien"), es decir, que la monarquía debía sostenerse con el producto de sus domi
nios, el nuevo rol asumido por los reyes de Francia, a partir de Luis VI, condujo a
la crónica insuficiencia de estos ingresos para atender las necesidades del reino.
Frente a ese problema, los reyes de Francia a partir de Felipe IV, reunieron los Es
tados Generales a fin de facilitar la recaudación de impuestos y obtener ingresos
anticipados, principalmente para financiar las guerras. Si bien en un principio el
impuesto tuvo un carácter extraordinario y provisorio, rápidamente devino con
sentido y permanente. Vid. Ardant, G. Histoire de l'impôt. Fayard, Paris, 1971. Bou-
vie, M. Introduction au droit fiscal général et à la théorie de l'impôt. L.G.D.J., 10® édition
45
Generales del A n den Régime que fueron convocados por Louis XVI para
el 1 de mayo de 1789 y que serían el primer paso de la Revolución Fran
cesa, tuvieron por objeto discutir la situación financiera del reino y por
ende la necesidad de elevar los impuestos.”
En la Petición de Derechos {Petition ofR ights) del 7 de junio de 1628,
los Lores espirituales y temporales y los comunes ingleses reunidos en
Parlamento recordaron "m uy humildemente a nuestro soberano y señor
el Rey" que se declaró y decretó por una ley promulgada bajo el remado
de Eduardo I, y conocida con el nombre de statutum de tallagio non con-
cedendo del 6 de marzo de 1306, que el Rey o sus herederos no impon
drían ni percibirían impuesto o subsidio alguno sin el consentimiento
de los arzobispos, obispos, condes, varones, caballeros, burgueses y
otros hombres libres de los ayuntamientos de este Reino.”
Luego, en la Declaración de Derechos (Bill ofR igths) del 13 de febre
ro de 1689, dirigida por los Lores espirituales y temporales y los Comu
nes ingleses, reunidos en Westminster, a Guillermo Príncipe de Orange,
se estableció que: "toda cobranza de impuesto en beneficio de la Coro
na, o para su uso, so pretexto de la prerrogativa real, sin consentimiento
del Parlamento, por im período de tiempo más largo o en forma distinta
de la que ha sido autorizada, es ilegal" (art. IV).
Paris, 2010. Scordia, L. "Le roi doit vivre du sien" La théorie de l'impôt en France. (XlIIe-
XVe siècles). Institut d'Études Augustiniennes, Série Moyen Âge et Temps Mo
dernes, Paris, 2005.
Texto de la convocatoria a los Estados Generales por parte del Rey Louis XVI: "De
par le Roi, Notre aimé et féal. Nous avons besoin du concours de nos fidèles sujets
pour Nous aider à surmonter toutes les difficultés où Nous Nous trouvons relati
vement à l'état de Nos finances, et pour établir, suivant nos vœux, un ordre cons
tant et invariable dans toutes les parties du gouvernement qui intéressent le bon
heur de nos sujets et la prospérité de Notre royaume. Ces grands motifs Nous ont
déterminé à convoquer l'Assemblée des États de toutes les provinces de notre
obéissance, tant pour Nous conseiller et Nous assister dans toutes les choses qui
seront mises sous nos yeux, que pour Nous faire connaître les souhaits et do
léances de nos peuples, de manière que par ime mutuelle confiance et par un
amour réciproque entre le souverain et ses sujets, il soit apporté le plus prompte
ment possible im remède efficace aux maux de l'État, que les abus de tous genre
soient réformés et prévenus par de bons et solides moyens qui assurent la félicité
publique et qui nous rendent à Nous particulièrement, le calme et la tranquillité
dont Nous sommes privés depuis si longtemps. Donné à Versailles, le 14, janvier
1789". (Cursivas nuestras).
Para algunos esta Ley tuvo su origen en la Confirmatio Cartarum promulgada por
Eduardo I el 5 de noviembre de 1297, para reafirmar la Carta Magna y en particu
lar el principio de la imposición por consentimiento. Vid. Edwards, J.G. The English
Historical Review. Oxford University Press, Vol. 58, N° 231, Jul., 1943, pp. 273-300.
46
En la proclama independentista de las 13 Colonias Británicas en
América (origen de los Estados Unidos de América), se estableció que
no se pagarían tributos sin representación {no taxation witkout representa-
tionf^, lo que luego quedó plasmado en el art. 1, sección 8, primer
párrafo, de la Constitución Norteamericana de 1787 y permanece inalte
rado hasta el presente.*’
La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789,
estableció en su art. XIV que los ciudadanos tienen el derecho de com
probar, por sí mismos o a través de sus representantes, la necesidad de
la contribución pública, de aceptarla libremente, de vigilar su empleo y
de determinar su prorrata, su base, su recaudación y su duración.*
Expresa que "Este principio ha existido a través de todas las consti
tuciones nacionales y atiende al clásico aforismo Nullum tributum sine
lege"^^, y en efecto es así, pues en Venezuela, desde la Constitución Fe
deral de 1811, la reserva legal tributaria fue establecida con toda clari
dad y contimdencia como un principio fundamental dé nuestro sistema
jurídico, en los arts.s 5, 71 y 166 de aquella Carta Fundamental:
"Art. 5.- Sólo las leyes sobre contribuciones, tasas e impuestos están excep
tuadas de esta regla. Éstas no pueden tener principio sino en la Cámara de
Representantes; quedando al Senado el derecho ordinario de adicionarlas,
alterarlas o rehusarlas."
"Art. 71.- El Congreso tendrá pleno poder y autoridad:
(omissis)
26
Después de la guerra de los Siete Años el gobierno británico decidió organizar sus
dominios americanos en forma de imperio comenzando por Canadá. Debido a los
altos costos soportados por la guerra la Corona Británica necesitaba más recursos y
el tory George Greenville, bajo el remado de Jorge III, tomó la iniciativa de incre
mentar las cargas fiscales, creándose entonces un impuesto aduanero sobre el azú
car y sobre las melazas que ingresaban en las colonias (1764) y la Stamp Act que
disponía el uso de papel sellado en todos los documentos legales (1765).
27
"Section 8. The Congress shall have the power to lay and collect taxes, duties, im
posts and excises, to pay debts and provide for the common defense and general
welfare of the United States; but aU duties, imposts and excises shall be uniform
throughout the United States".
"Article XrV: Tous les Citoyens ont le droit de constater, par eux-mêmes ou par
leurs Représentants, la nécessité de la contribution publique, de la consentir libre
ment, d'en suivre l'emploi et d'en déterminer la quotité, l'assiette, le recouvrement
et la durée". Vid.
H ttp :// www.assemblee-nationale.fr.
Brewer Carias, A.R. Instituciones... Cit., p.372.
47
6. De establecer y percibir toda suerte de impuestos, derechos y contribu
ciones que sean necesarios para sostener los ejércitos y escuadras, siempre
que lo exijan la defensa y seguridad común y el bien general del Estado,
con tal que las referidas contribuciones se impongan y perciban unifor
memente en todo el territorio de la Confederación.'
"A rt 166.- Ningún subsidio carga, impuesto, tasa o contribución podrá es
tablecerse, ni cobrarse, bajo cualquiera pretexto que sea, sin el consenti
miento del Pueblo expresado por órgano de sus Representantes. Todas las
contribuciones tienen por objeto la utilidad general y los Ciudadanos el
derecho de vigilar sobre su inversión y de hacerse dar cuenta de ellas por
el referido conducto."
La Constitución Política del Estado de Venezuela de 1819, modificó
la formulación del principio, pero mantuvo su esencia y además esta
bleció por primera vez y de manera particularmente categórica, el deber
de los ciudadanos de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos:
"Título I. Sección Segunda. Art. 7.- La sociedad tiene derecho para exigir
de cada ciudadano las contribuciones, subsidios, cargas e impuestos, que
la representación nacional crea necesarios para los gastos públicos. El que
rehusare pagar las contribuciones que se establezcan es un criminal, in
digno de protección de la sociedad.'
{omissis)
"Título VI. Sección Segunda. Art. 6.- Toda ley sobre contribuciones, o
impuestos tiene su iniciativa exclusivamente en la Cámara de Represen
tantes" .
La Constitución de 1830, reconoció el principio de la reserva legal
tributaria al contemplar la creación de los tributos como xma facultad
exclusiva del cuerpo legislativo nacional:
(omissis)
48
Este enunciado se repitió con pequeños cambios en la Constitución
de 1857, que además reiteró el deber de los ciudadanos de contribuir al
sostenimiento de los gastos públicos mediante el pago de los impuestos
establecidos en la Ley:
(omissis)
(omissis)
49
Después de la magnífica formulación del principio de la reserva le
gal tributaria contenida en el art. 166 de la Constitución de 1811, la
Constitución de los Estados Unidos de Venezuela del 5 de julio de 1947,
fue la siguiente en desarrollar dicho principio de forma más precisa y
acabada:
30
Gaceta Oficial N° 2.992 Extraordinario, del 3 de agosto de 1982.
31
Gaceta Oficial N° 4.466 Extraordinario del 11 de septiembre de 1992.
50
que la ley en general era la única capaz de crear los tributos y regular
sus elementos estructurales, sino que ello correspondía únicamente a las
leyes especiales tributarias con lo cual se perseguía evitar la dispersión de
normas tributarias en leyes reguladoras de otras materias, favoreciendo
así su mejor conocimiento por parte de los contribuyentes y de la propia
Administración Tributaria. Asimismo, se reafirmó el hecho de que esas
leyes tributarias debían dictarse con sujeción a las normas generales del
Código, con lo que se dio a éste el carácter de ley marco en materia tribu
taria, al cual estaban sometidas el resto de las leyes especiales tributa
rias.
La segimda innovación consistió en proscribir el pernicioso fenó
meno de la deslegalización. En tal sentido, el Código Orgánico Tributario
de 1992, estableció que en ningún caso se podrían delegar la regulación
de las materias reservadas a la ley. Se trató sin la menor duda de un
importante avance que impedía al legislador delegar en el Ejecutivo
Nacional, la regulación de aquellas materias que sólo las leyes tributa
rias debían contemplar por mandato de la Constitución y del Código
Orgánico Tributario.
El Código Orgánico Tributario de 1994®®, dictado por el Ejecutivo
Nacional a partir de ima Ley Habilitante, recogió igualmente el princi
pio de la reserva legal tributaria sin mayores cambios con respecto al
Código Orgánico Tributario de 1992, pero eliminó la referencia a las le
yes especiales tributarias, lo cual consideramos como un retroceso.
En el ámbito de la prohibición de deslegalización, el Código de
1994, precisó que en ningún caso se podría delegar la definición y fija
ción de los elementos integradores del tributo así como las demás materias
señaladas como de reserva legal por el Código. Comoquiera que en este
instrumento se introdujo por primera vez la Unidad Tributaria como
elemento objetivo de cuantificación de simple aplicación aritmética, se
previó que la misma podía ser reajustada anualmente por la Adminis
tración Tributaria, lo cual desde luego debía producirse por un acto
administrativo de efectos generales.
51
Sección Tercera
PRINCIPIO DE LA LEGALIDAD Y RESERVA LEGAL
52
La Administración no dicta la ley sino que la ejecuta y en ningún
caso puede cambiarla ni desconocerla, salvo cuando lo hace para aplicar
preferentemente la norma constitucional, como disposición superior y
rectora del ordenamiento jurídico. Aquellas materias en las cuales la
Administración en general y las Administraciones tributarias en parti
cular pueden emitir decisiones, o juicios de valor o realizar constatacio
nes, las define única y exclusivamente la ley.
La otra vertiente del principio de la legalidad implica que sólo el le
gislador puede crear el tributo y todos los elementos estructurales de
éste, sin poder delegar esa tarea en otros órganos del Poder Público.
Determinar si en un ordenamiento jurídico dado el principio de la
legalidad y en especial el de la reserva de ley, tienen vigencia y aplica
ción efectiva, equivale tanto como establecer si los individuos a los cua
les se aplica ese ordenamiento jurídico son simples súbditos oprimidos
por el poder omnímodo del Estado o ciudadanos verdaderamente libres
que viven en democracia.
La íntima conexión entre las libertades individuales y el principio
de la legalidad se revela claramente cuando se tiene en cuenta as mate
rias en las cuales este principio tiene mayor importancia: la definición
de los delitos y las penas y la creación de los tributos, ambas relaciona
das con dos de los derechos fundamentales de mayor relevancia, la li
bertad y la propiedad.
Sección Cuarta
ELEMENTOS DEL TRIBUTO AFECTADOS
POR LA RESERVA DE LEY
Tanto la definición del hecho imponible, como del resto de los ele
mentos estructurales del tributo, es privativa de la ley. Los arts.s 3 y 4
del Código Orgánico Tributario se encargan de precisar el alcance del
principio de la reserva legal tributaria, con respecto a los elementos del
tributo.
53
b) Hecho imponible
c) Alícuota
54
"En el impugnado art. 15 se dejó al Presidente de la República, en Consejo
de Ministros, la determinación y fijación de dos esenciales elementos de
una obligación tributaria: el hecho generador y la alícuota. Ni uno ni otro
aparecen en la ley, en franca violación del principio de la legalidad tribu
taria preceptuado en el art. 317 de la Constitución, según el cual: 'No
podran cobrarse impuestos, tasas, ni contribuciones que no estén estable
cidos en la ley, ni concederse exenciones o rebajas, m otras formas de in
centivos fiscales sino en los casos previstos por las leyes. Ningún tributo
Í uede tener efecto confiscatorio". A su vez, el art. 8 del Código Orgánico
ributario dispone: "Sólo a la ley corresponde regular con sujeción a las
normas generales de este Código, las siguientes materias: 1. Crear, modifi
car o suprimir tributos; definir el hecho imponible fijar la alícuota del tri
buto, la base de su cálculo e indicar los sujetos pasivos del mismo (...)
Parágrafo Primero: En ningún caso se podrá delegar la definición y fija
ción de los elementos integradores del tributo así como las demás mate
rias señaladas como de reserva legal por este artículo, sin perjuicio de las
disposiciones contenidas en el Parágrafo Segundo de este artículo. No obs
tante, cuando se trate de impuestos generales o específicos al consumo, a
la producción o a las ventas, así como cuando se trate de tasas previstas en
leyes, la ley creadora del tributo correspondiente podrá autorizar para que
anualmente en la Ley de Presupuesto, se proceda a fijar la alícuota del im
puesto entre el límite inferior y el máximo que en ella se establezca (...)
La intención del art. 15 del decreto-legislativo demandado tal vez fue con
ferir al Ejecutivo Nacional el poder para aumentar las alícuotas de las ta
sas regístrales y notariales, haciéndolas escapar de la rigidez que rodea las
leyes. Sin embargo, constituciojialmente ello no es posible entre nosotros,
aunque lo sea en otros países. Por supuesto, es necesario distinguir entre
tasa y precio público, nociones bastante trabajadas por la doctrina recien
te. Según el modelo de Código Orgánico Tributario para la América Lati
na, "no es tasa la contraprestación de servicios no inherentes al Estado." Esas
contraprestaciones son los denominados precios públicos, que al no ser
tributos no requieren creación ni regulación legal. En el caso de registros
y notarías, es indudable que el servicio es inherente al Estado: los particu
lares están obligados a recurrir a él en ciertos casos, o al menos se hace
aconsejable si pretenden disfrutar de la fe pública, que sólo la proporciona
el Estado. En consecuencia, no es posible afirmar que los servicios regís
trales y notariales sean "precios públicos" y no tasas, cuando la "fe pública",
principal beneficio obtenido del registro o protocolización de documentos,
no es obtenible de prestadores de servicios particulares.
55
Quedan a salvo los pagos que se efectúen en las dependencias registrales
y notariales que, siendo importantes para la prestación del servicio, no se
an en sí mismo producto del acto de registro o notariado. Por lo expuesto,
esta Sala declara con lugar la presente denimda y, en consecuencia, anula
el art. 15 del Decreto con Fuerza de ley de Registro Público y Notariado.
En vista de que hasta la fecha no se ha hecho uso de la facultad que otor-
f aba el artículo anulado, se hace innecesario fijar efectos retroactivos a la
ecisión." **
d) Base imponible
Cf. S. TSJ/SC, 14.09.2004, consultada en: Revista de Derecho Público, N° 99-100, Edi
torial Juridica Venezolana, 2004, pp. 187-192.
56
Para que nazca la obligación tributaria es necesario que se dé el hecho im
ponible en todas sus partes completamente, y una de sus partes o elementos
necesarios para que nazca la obligación tributaria es aquel cuya magnitud se
toma como base."^*
e) Sujeto
f) Exenciones
g) Exoneraciones
Ferreiro Lapatza, J.J. Curso de Derecho Financiero Español, Marcial Pons, Madrid,
1996, p.403.
57
h) Rebajas
i) Otras materias
58
Sección Quinta
FRAUDE A LA RESERVA LEGAL TRIBUTARIA
a) La deslegalización
59
cialmente subordinada en cuanto fruto de un poder -el administrativo-
que, ante todo, es un poder subalterno. De allí la absoluta prioridad de
la Ley, expresión de la voluntad de la comunidad, sobre el Reglamento,
expresión de la voluntad subalterna de la Administración."**
60
esta suerte de interpretación légiféranP'' se desvía del texto de la ley, ex
tendiendo el supuesto de hecho de la norma a situaciones no contem
pladas en el mismo o dejando fuera algunas de las que están compren
didas en éste. Puede ocurrir también que a través de esta forma de in
terpretación, la consecuencia jurídica atribuida por la ley a la ocurrencia
del supuesto de hecho, sea alterada por vía de interpretación. En ambos
casos, la interpretación légiférant habrá creado en forma subrepticia
nuevas normas, eludiendo las restricciones de la reserva legal.
La interpretación de las leyes tributarias se fundamenta en los prin
cipios generales que disciplinan la hermenéutica o interpretación de las
leyes.
En el caso concreto de las leyes tributarias, se adicionan a las reglas
interpretativas previstas en el art. 4 del Código Civil -según el cual a la
ley debe atribuírsele el sentido que aparece evidente de sus palabras,
según la conexión de éstas entre sí y la intención del legislador- las del
propio Código Orgáiúco Tributario, en cuyos arts.s 5 y 6 se dispone que
las normas tributarias se interpretarán con arreglo a todos los métodos
admitidos en derecho, atendiendo a su fin y a su significación económi
ca, pudiéndose llegar a resultados restrictivos o extensivos de los térm i
nos contenidos en las normas tributarias; que las exenciones, exonera
ciones, rebajas, desgravámenes y demás beneficios o incentivos fiscales
se interpretarán en forma restrictiva; y que la analogía es admisible para
colmar los vacíos legales, pero en virtud de ella no pueden crearse tri
butos, exenciones, exoneraciones rü otros beneficios, tampoco tipificar
ilícitos ni establecer sanciones.
Alguna doctrina señala que cabe pregimtarse si el principio de la
reserva legal tributaria no es más que ima simple ilusión, teniendo en
cuenta que no existe un método de interpretación en derecho tributario
absolutamente confiable.®®
En nuestro ordenamiento jurídico, y como ya ha sido expuesto, re
sulta paradójico el que una materia en la cual la garantía de la reserva
legal tributaria no admite discusión ni relajación alguna, por vía de in
terpretación puede extenderse o restringirse el alcance y contenido de
Este participio presente del verbo francés "légiférer": que significa en español "le
gislar", no tiene traducción exacta a nuestra lengua y por eso lo utilizamos en
fiancés. Una fiase equivalente en español, que además de gramaticalmente inco
rrecta no resultaría tan elocuente sería "interpretación legislante", por lo cual pre
ferimos, con la venia del lector, incurrir en el uso de este galicismo.
Bouvier, M. Introduction au...Cit., p.54.
61
las normas tributarias (art. 5 del Código Orgánico Tributario), a través
de la peligrosa interpretación correctora que no es otra cosa que la usur
pación de la función legislativa por parte del intérprete (que precisa
mente por eso hemos calificado como "interpretación légiférant").
Escapa de los límites de nuestro estudio, entrar en el complejo aná
lisis de los métodos de interpretación de las leyes tributarias, lo que
además ya ha sido muy bien tratado por la doctrina patria y extranjera”
Pero lo que sí importa destacar es, en primer lugar, que las leyes tribu
tarias sólo deben interpretarse cuando su texto sea obscuro o contradic
torio y por ello se preste a equívocos. Entonces, si la norma es clara, no
hay lugar a la interpretación de acuerdo con el viejo adagio latino in Cla
ris non fit interpretatio.
62
Sección Sexta
LEY FORMAL O MATERIAL
63
No obstante, la credente complejidad de las funciones gubernamen
tales y la generalizada hipertrofia de las facultades del Poder Ejecutivo
en todos los ordenamientos jurídicos, unida a la acelerada dinámica de
los acontecimientos en el mundo moderno, exigió a la dogmática consti
tucional admitir que en ciertos casos era necesario que el Poder Ejecuti
vo pudiera legislar en las materias que de manera especial y específica
le delegara el Poder Legislativo.
Así comenzó a surgir el concepto de la ley en sentido material, es
decir, del acto que sin haber emanado del cuerpo legislativo a través del
procedimiento constitucionalmente previsto para la formulación de las
leyes, regulaba materias reservadas al legislador por la Constitución.
Como ocurre normalmente, lo que comenzó siendo una práctica ex
cepcional, a la cual se acudía sólo en situaciones verdaderamente justifi
cadas, se convirtió en el mecanismo ordinario para legislar. Así ocurrió
desde hace muchos años en el ordenamiento jurídico venezolano, el
cual resultó inundado de Decretos-Leyes, o leyes en sentido material,
que regulaban las más diversas materias.
El clímax de ese relajamiento del principio de división de poderes
se produjo cuando las leyes habilitantes delegaron al Poder Ejecutivo la
posibilidad de legislar en la materia tributaria, no sólo para dictar leyes
tributarias especiales, sino incluso para dictar leyes "m arco" como el
Código Orgánico Tributario. Es en este instante cuando comienza a
plantearse la interrogante de si el Poder Legislativo puede delegar al
Ejecutivo la legislación en materia tributaria.
Si se concibe el poder tributario como un poder inherente al Estado,
que le pertenece por el sólo hecho de existir y que por tanto es insepa
rable del mismo, puede sostenerse que el ejercicio de éste es perfecta
mente delegable y puede materializarse a través de ima ley formal o de
una ley material, indistintamente, siempre que en este último caso haya
una ley habilitante. El órgano que en concreto dicta la ley no es lo im
portante, porque en todo caso quien ejerce el poder tributario es el Es
tado.
En cambio, si se asume que el poder tributario no es un poder in
herente al Estado, sino un poder derivado del consentimiento dado por
el pueblo a través del pacto constitucional en la admisión de su deber
de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos (origen del poder
tributario ex art. 133 de la Constitución), es cuesta arriba admitir que un
poder distinto del legislativo pueda satisfacer el principio de la reserva
legal tributaria, porque sólo a través del cuerpo legislativo pueden los
ciudadanos intervenir, aunque sea indirectamente, en la creación y apli
cación de los tributos. Esta es en nuestro criterio la posición correcta,
64
pues es la única que se aviene el origen del poder tributario en nuestro
sistema constitucional, que de manera inveterada ha reconocido, como
ya hemos visto, el principio del consentimiento de los tributos por parte de
los ciudadanos.
Es difícil imaginar mayor despotismo que el que se genera cuando
el gobierno de turno tiene acceso al poder tributario. Por esa razón es
que los poderes legislativos delegados al Ejecutivo Nacional, a través de
una ley habilitante, de acuerdo con lo previsto en los arts.s 203 y 236,
numeral 8, de la Constitución, son tan cuestionables, cuando la delega
ción, como es posible ahora en el marco de la Constitución, permite al
Presidente de la República dictar, reformar o derogar leyes tributarias.
Una concepción triangular de la relación jurídico-tributaria, supone
que la ley está por encima tanto del ente estatal gestor del tributo como
del contribuyente; no hay relación de poder sino una relación obliga
cional de derecho público sometida en forma absoluta e incondicional al
imperio de la ley. Si el ente gestor del tributo y el que lo crea coinciden,
la relación triangular en plano de igualdad y bajo el gobierno de la ley,
podría convertirse en im fraude, en un peligroso espejismo.
En efecto, la situación creada por un sistema como el descrito, de
generaría en las siguientes patologías:
o El ente gestor del tributo diseñaría la ley según sus particulares
intereses, los cuales, a veces, están divorciados del interés públi
co y en muchas ocasiones se concentran en la consecución de
una meta fiscalista de recaudación a ultranza, porque el poder
administrador necesita balancear un presupuesto deficitario, en
mérito del gasto público improductivo, echando mano para ello
del incremento exagerado de los tributos.
65
estratégico alguno en el cual estén definidos a corto, mediano y
largo plazo las causas, el objeto y los fines de la creación y re
caudación de los tributos. El tributo deja de ser un medio para la
satisfacción de necesidades colectivas y se convierte en un fin en
sí mismo. Así, cuando las circunstancias específicas que dieron
lugar a la creación o modificación delegada del tributo, cambian,
la ley correspondiente se convierte de inmediato en un obstáculo
para el cumplimiento de nuevas metas fiscales o, en todo caso,
para el desarrollo económico.
Este fenómeno ya se ha planteado en otros países y de ello dan
cuenta autores destacados como Víctor Uckmar quien señala, refirién
dose a la situación en Italia, que: "desde el 1 de junio de 1984 al 31 de
mayo de 1993 han sido sancionadas seiscientos cuarenta y cuatro dispo
siciones legislativas, de las cuales doscientas ochenta y seis son decretos
leyes, que son normas gubernamentales, pero que deben ser aprobadas
por el Parlamento dentro de los sesenta días de su correspondiente en
trada en vigor, lo cual frecuentemente sucede con modificaciones res
pecto al texto original (...) el continuo cambio de la legislación crea gra
ves dificultades no sólo a los contribuyentes sino también a los funcio
narios, ambos destinatarios de las normas en su primera aplicación (...)
la urgencia de legislar menoscaba la técnica y por lo tanto la claridad.
Las dudas en la interpretación determinan notables agravios, tanto para
la Administración como para los contribuyentes, si^iificando incluso,
para los empresarios, costes que además no forman parte de la exac
ción, generando gran daño en el campo de la competencia, especialmen
te internacional.'""
De todo lo dicho resulta que la satisfacción real del principio de la
reserva legal en materia tributaria, reclama una ley en sentido form al, pa
ra que sean los representantes del Pueblo (el soberano), quienes tengan
la facultad de dictar, reformar o derogar las leyes tributarias.
Sección Séptima
GARANTÍA CONSTITUCIONAL
66
miento del deber constitucional de contribuir al sostenimiento de los
gastos públicos, dentro de unos límites prefijados y claros, que asegu
ran el disfrute de las libertades públicas y en particular de aquellas que
son consustanciales al Estado Social de Derecho, tenemos que convenir
entonces en que la reserva legal tributaria es una garantía constitucional
frente al ejercicio del poder tributario.
No obstante, reiterada jurisprudencia de la Sala Político Adminis
trativa del Tribunal Supremo de Justicia ha dicho que el principio de la
reserva legal tributaria se erige como un estatuto obligatorio para las
distintas ramas del poder, es decir, como xm mandamiento dirigido
propiamente al Estado para establecer los límites del ejercicio de las po
testades conferidas a éste en el ámbito de la tributación, pero que no
configura per se la consagración de un verdadero derecho subjetivo consti
tucional que sea susceptible de tutela judicial directa, y que como tal
pueda invocarse autónomamente:
67
Lamentablemente olvida la Sala que no sólo los derechos, sino tam
bién las garantías constitucionales (como la reserva legal tributaria) son
susceptibles de tutela judicial, en especial a través del amparo constitu
cional (autónomo o cautelar) como claramente se desprende del art. 27
de la Constitución''’, y como lo había reconocido la jurisprudencia desde
hacía algún tiempo.
Art. 27. Toda persona tiene derecho a ser amparada por los tribunales en el goce v
ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, aun de aquellos inherentes
a la persona que no figuren expresamente en esta Constitución o en los instrumen
tos internacionales sobre derechos humanos... (Destacado y subrayado nuestro).
Cf. S. C SJ/SPA , 17-11-94, caso: Trans-Náutica, consultada en original.
68
C a p ít u l o T e r c e r o
PRINCIPIO DE LA GENERALIDAD
Sección Primera
BREVE RESEÑA HISTÓRICA
1
En los Cahiers de Doléances de la Commune de Seichamps del 12 de marzo de
1789, se estableció que "...tous les impôts à établir aux Etats Généraux soient sup
portés indifféremment par toutes les classes de citoyens sans exceptions quel
conques et que tous les impôts perçus jusqu'ici soient supprimés comme illégaux".
69
Sección Segunda
PERFILES FUNDAMENTALES DEL
PRINCIPIO DE LA GENERALIDAD
70
buir según su capacidad, y objetivamente supone la sujeción de todos
los actos, hechos o negocios que indiquen esa capacidad.
Según ha dicho la Sala Constitucional del Tribvmal Supremo de Jus
ticia, el principio de generalidad involucra la noción de que cuando una
persona física o jurídica se encuentra en las condiciones que establecen
el deber de contribuir según la ley, éste debe ser cumplido cualquiera
sea el carácter del sujeto, su categoría social, nacionalidad, edad o es
tructura:
71
Agregado de fecha 3 de agosto de 2000, debido a que el impuesto sopor
tado por los consumidores como consecuencia de la traslación del tributo,
no opera como una indemnización para los sujetos pasivos señalados en la
ley in commento, sino que estos últimos, se encuentran en la obligación de
enterar el aporte recibido por concepto de dicho tributo al Fisco Nacional,
de conformidad con lo dispuesto en el art. 32 de la Ley de Impuesto al Va
lor Agregado, por lo que se cumple de esta manera la obligación de todo
ciudadano de contribuir a los gastos públicos, tal como lo establece el art.
133 de la Constitución de 19^ . En efecto, tal y como acertadamente lo
apimta el autor Oswaldo Padrón Amaré "el elevado número de contribuyen
tes sujetos al impuesto y, consecuencialmente, el considerable volumen de opera
ciones tributarias que la aplicación del impuesto implica, excede, con mucho, lo
que ocurre en otras modalidades de imposición ello por dos razones: primero, por
la generalidad misma de la imposición indirecta que, como dijimos anteriormente,
exige el gravamen de todas las actividades definidas como susceptibles de consti
tuir supuestos de hecho del tributo, sin excepciones, y, segundo porque a diferen
cia de lo que ocurre con los impuestos directos globales en los cuales el período de
aplicación del impuesto es mas o menos extenso y coincide generalmente con el
año, en la imposición general indirecta los períodos de imposición suelen ser mu
cho más breves" (Subrayado de la Sala) (Oswaldo Padrón Amaré "La impo
sición indirecta en la reforma tributaria: la justicia tributaria frente a las
tendencias eficientistas en materia económica". Revista de Derecho Tributa
rio N° 51, Caracas, p. 57). Con base a lo transcrito anteriormente, esta Sala
observa que el tributo oe tipo valor agregado no sólo no violenta el prin
cipio cardinal de la generalidad del tributo sino que ayuda a racionalizar
la carga tributaria dentro del sistema impositivo nacional".’
Los asertos anteriores sirven para justificar la no sujeción, las exen
ciones y las exoneraciones. A través de éstas, como se sabe, la ley tribu
taria no incide sobre el hecho o la persona que en principio estaría so
metida a la misma (no sujeción) o dispensa (exención)'' o autoriza al Eje
cutivo para que lo baga (exoneración) el cumplimiento de la obligación
tributaria, bien en razón de la actividad realizada (objetivas), bien en
atención a las peculiciridades de los sujetos pasivos (subjetivas).
Estos mecanismos crean situaciones excepcionales que impiden la
operatividad plena del principio de generalidad, pero esa neutraliza
ción de la generalidad de los tributos se justifica porque en razón de
otros principios (justicia, capacidad contributiva y no confiscatoriedad)
es necesario no gravar a ciertos sujetos o ciertos hechos, para que el sis
tema tributario esté en sintonía con los postulados que lo sustentan.
72
El maestro Sainz de Bujanda sostiene en términos muy sencillos
que; "E l principio de generalidad significa que todos los ciudadanos
han de concurrir al levantamiento de las cargas públicas. Esto no supo
ne que todos deban efectivamente pagar tributos, sino que deben hacer
lo todos los que, a la luz de los principios constitucionales y de las leyes
que los desarrollan, tengan la necesaria capacidad contributiva, puesta
de manifiesto en la realización de los hechos imponibles tipificados en
la ley. Es decir, que no se puede eximir a nadie de contribuir por razo
nes que no sean la carencia de capacidad contributiva"®.
Al referirse a este principio la Administración Tributaria Nacional
ha señalado lo siguiente; "...todos los integrantes de la sociedad deben
contribuir al sosteninúento del Estado, de acuerdo a su capacidad con
tributiva, lo que quiere decir que todos los que tengan aptitud económi
ca deben contribuir a los gastos del Estado, no suponiendo que todos
los ciudadanos deban pagar tributos, sino que deben hacerlo todos los
que a la luz de los principios constitucionales y de las leyes, tengan la
capacidad económica para hacerlo"®.
73
C a p ít u l o C u a r t o
PRINCIPIO DE LA CAPACIDAD CONTRIBUTIVA
Sección Primera
CONCEPTO
75
De acuerdo con Matías Cortés, la capacidad económica absoluta se
refiere a la existencia de capacidad, a la aptitud abstracta de concurrir a
las cargas públicas, lo que se establece en el momento de creación de la
norma definiendo los hechos o situaciones que indican la existencia de
capacidad económica. La capacidad económica relativa supone la abso
luta y se dirige a delimitar el grado de la capacidad, el quantum f
De manera muy gráfica dice Rodríguez Bereijo que se debe pagar el
tributo porque se tiene capacidad para hacerlo y se debe pagar tributos
según la capacidad que se tiene.*
Para Casás el principio de la capacidad contributiva puede ser
"...contem plado desde tres perspectivas: a) como fundamento ético-
jurídico del deber de contribuir, deber indispensable para la existencia
del Estado y la efectiva garantía de la libertad del ciudadano (...), b) co
mo de medida, a partir de la cual habrá de fijarse la carga fiscal concreta
que deberá soportar cada contribuyente, y c) como límite infranqueable
de la potestad tributaria normativa, ya que no podrá haber gravamen
donde no exista capacidad contributiva -razón y fundamento de los
mínimos de sustento exentos en el impuesto sobre la renta-, o por enci
ma de la misma -lo que nos aproxima a la noción de confiscatoriedad-,
pues de lo contrario se atentaría contra la propiedad privada, vaciándo
la de contenido"”.
En nuestro criterio, la definición más acabada y aprehensible del
principio la ofrece Alberto Tarsitano, al señalar que la capacidad contri
butiva es la "...'ap titu d ' del contribuyente para ser sujeto pasivo de
obligaciones tributarias, aptitud que viene establecida por la presencia
de hechos reveladores de riqueza (capacidad económica) que, luego de
ser sometidos a la valorización del legislador y concillados con los fines
76
de naturaleza política, social y económica, son elevados al rango de ca
tegoría im ponible".’
La jurisprudencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia, haciendo suyas las palabras de Alberto Tarsitano*, ha dicho
que: "la capacidad contributiva constituye un principio constitucional
que sirve a im doble propósito, de un lado como presupuesto legitima
dor de la distribución del gasto público; de otro, como límite material al
ejercicio de la potestad tributaria", y expresando que siendo una sola,
única e indivisible, debe ser respetada por cada esfera de imposición, es
decir, por el poder público nacional, estadal o municipal:
77
Sin embargo, en otra decisión posterior la Sala Constitucional ofrece
una peculiar visión de la capacidad económica a la que alude el art. 316,
constitucional, no ya como límite cuantitativo y cualitativo de la tribu
tación, sino como manifestación de riqueza de los particulares que re
sulta limitada por los tributos:
"En efecto, el sistema tributario implica, ante todo, xm medio que constitu
cionalmente se reconoce y establece con la finalidad, como textualmente
indica el art. 316 constitucional, de procxuar de la justa distribución de las
cargas públicas según la capacidad económica de los contribuyentes. De
manera que limita, legítimamente, la capacidad económica, y en conse
cuencia, limita también el desenvolvimiento de las actividades económicas
de los particulares."'“
No compartimos este criterio de la Sala Constitucional o al menos
las peligrosas interpretaciones que podrían surgir del mismo. La exis
tencia de una manifestación de capacidad económica potencialmente
imponible es el antecedente y el tributo el consecuente. El tributo no se
crea para limitar la capacidad económica de los particulares o la activi
dad económica de éstos; antes por el contrario, porque los particulares
realizan actividades económicas de las que se producen manifestaciones
de capacidad para contribuir a los gastos públicos, es que pueden exis
tir los tributos; de modo que éstos sólo pueden incidir en el ámbito cua
litativo y cuantitativo que predeterrrvina la capacidad económica. La ca
pacidad económica limita la naturaleza y la cuantía de los tributos, no al
revés.
Si el tributo fuera creado para limitar la capacidad económica y las
actividades productivas de los particulares, el dato de la capacidad con
tributiva sería intrascendente. Los tributos se dimensionarían de acuer
do con las necesidades del gasto público que van a sufragar y no con
forme a lo que los ciudadanos pueden aportar a título de contribución
según su capacidad de contribuir. Se trataría, simple y llanamente, de
un retom o a la tributación de las monarquías absolutas, que dio origen
a las revoluciones más importantes de la historia, por expoliar la pro
piedad de los ciudadanos hasta privarlos de los medios mínimos para
subsistir, precipitándolos a la más oprobiosa miseria.
Es propicia la ocasión para insistir en que la tributación sólo es po
sible en la medida en que exista una riqueza que gravar. Esa riqueza no
la genera el Estado, sino los particulares a través del pleno goce y dis-
'“ Cf. S. TSJ/SC, 30-06-04, caso; José Andrés Romero Angrisano, consultada en:
H ttp :// www.tsj.gov.ve.
78
frute del derecho a la propiedad privada con todos sus atributos in
herentes y del ejercicio de la libertad económica, de la iniciativa priva
da, de las libertades de empresa, comercio e industria, garantizadas por
el art. 112 de la Constitución. Cuando el derecho de propiedad es sub
yugado, extirpándolo o vaciándolo de contenido, y la actividad econó
mica de los particulares es asfixiada por ima excesiva fiscalidad y por
controles de toda índole, se pierden las fuentes de las cuales extraer los
ingresos tributarios. Sin propiedad privada y sin la actividad económica
de los particulares, no hay tributos.
Sección Segxmda
ANTECEDENTES
79
como una carga siempre excesiva y más o menos arbitraria, sino que represen
tará, en un Estado mejor organizado y más apto para conseguir el funciona
miento armónico de las distintas actividades de la sociedad, un aspecto acaso
humilde y muy material, pero indispensable, de la solidaridad cívica y del apor
te de cada cual al bien de todos.
Hoy nos resulta evidente que el principio de la capacidad contribu
tiva es el mejor índice para establecer el grado de la imposición; pero no
siempre fue así y de ello da cuenta Alberto Tarsitano al señalar que:
"Las teorías que trataron de justificar la imposición desde la perspectiva
económica no pudieron salvar la indefinición de la respuesta. La 'teoría
del beneficio' creyó ver en la cuantía del impuesto la contraprestación por
la utilidad que representaba al contribuyente el goce de los servicios
públicos, pero esta utilidad resulta imposible de medir tratándose, co
mo se trata, de servicios indivisibles. En un intento superador, la 'teoría
del sacrificio' pretendió desligar el ingreso de su devolución, y puso el
acento en el nivel de 'sacrificio' individual, aunque también fracaso al
mensurarlo. Finalmente se llegó a la 'teoría de la capacidad contributiva'
para vincular la imposición a la aptitud económica, con lo cual pareció
encontrarse un parámetro más objetivo; pronto se advirtió que dicho
parámetro servía de punto de partida pero no como justificación últi
ma".'^
En nuestro ordenamiento jurídico el art. 316, de la Constitución se
ñala que el sistema tributario procurará la justa distribución de las car
gas públicas, según la capacidad económica del o la contribuyente. La im
portancia de este principio es tal que el constituyente no dudó al colo
carlo como pivote sobre el cual descansa el sistema tributario y como
dato esencial para alcanzar la efectiva y justa distribución de las cargas
públicas entre los ciudadanos.
No se trata de una novedad, sino de un principio que ha tenido
rango constitucional y que ha sido muy bien perfilado desde hace bas
tante tiempo en nuestro país. Así, en la Constitución de 1947 se disponía
lo siguiente:
80
"Art. 232.- El régimen rentístico nacional se organizará y funcionará sobre
la base de justicia e igualdad tributaria con el fin de lograr una repartición
de impuestos y contribuciones progresiva y proporcional a la capacidad
económica del contribuyente, la elevación del nivel de vida y del poder
adquisitivo de los consumidores y la protección e incremento de la pro
ducción nacional".
Por su parte, en la Constitución de 1961 se le reguló en los siguien
tes términos:
81
en Europa, según puede observarse en las Constituciones de Chipre*',
E spañ a*, Francia** Hungría*'* e Italia**.
Parece entonces que existe una coincidencia relativamente generali
zada en el Derecho Comparado en cuanto a que la carga impositiva de
be recaer sobre cada quien de acuerdo con su capacidad.
Sección Tercera
PRINCIPIO PROGRAM ÁHCO O IMPERATIVO
*' Artículo 24.1: "Toda persona está obligada a contribuir a las cargas públicas con
arreglo a sus medios."
** Artículo 31.1: "Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de
acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspira
do en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá al
cance confiscatorio."
H ttp :// w w w .congreso.es/consti/otras/europea/flash .h tm l.
“ El texto propiamente dicho de la Constitución francesa del 4 de octubre de 1958, no
regula el principio de capacidad contributiva. Sin embargo, dado que este princi
pio está recogido en el artículo 13 de la Declaración de Derechos del Hombre y del
Ciudadano del 26 de agosto de 1789, el mismo forma parte integrante de la Consti
tución francesa, según lo deja claramente establecido el preámbulo de dicha Cons
titución: "Le peuple français proclame solennellement son attachement aux Droits
de l'homme et aux principes de la souveraineté nationale tels qu'ils ont été définis
par la Déclaration de 1789, confirmée et complétée par le préambule de la Consti
tution de 1946, ainsi qu'aux droits et devoirs défiiüs dans la Charte de l'environ
nement de 2004". Así lo reafirmó el Consejo Constitucional Francés en decisión del
16 de julio de 1971 (44 DC, Liberté d'association, GD N" 19), en la cual le dio pleno
vigor al preámbulo de la Constitución de 1958. Vid. Favoreu, 1. et all. Droit Constitu
tionnel, Dalloz, Paris, 2005, p.117-120.
“ Artículo 70: "Todas las personas nahurales y jiu-ídicas tienen el deber de contribuir
al sosteiúmiento de los gastos públicos, de acuerdo con su capacidad económica y
situación patrimonial."
Artículo 53: "Tutti sono tenuti a concorrere alle spese pubbliche in ragione della
loro capacità contributiva".
Http: / / w w w .govem o.it/govem o/costitu zion e/ principi.html.
82
orientaciones que dependen de un desarrollo legislativo que les de con
tenido concreto. En el caso concreto, el hecho de que el principio de la
capacidad contributiva tenga rango constitucional y que sobre él se
fundamente el sistema tributario mismo, significa que no es xma simple
declaración de principios o una mera norma programática, sino xma
norma de carácter sustantivo de inexcusable cumplimiento por todas
las personas y órganos que ejercen el Poder Público.
Este principio se quiebra cada vez que el sistema tributario grava
manifestaciones de riqueza que no existen, que son ficticias o producto
de xma norma jurídica que desconoce la realidad a la cual pretende ser
aplicada y que se apoya en presxmciones absolutas o ficciones artificio
sas del legislador.
Lo cierto es que este principio obliga a que la concreción del deber
de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, se diseñe sobre la
base de manifestaciones reales de la posibilidad de pagar tributos, to
mando en consideración hechos o circxmstancias que son sin la menor
duda indicativos, en forma directa o indirecta, de capacidad económica.
Pero también que se considere la situación real del contribuyente, privi
legiándose siempre la realidad sobre la apariencia o la sustancia sobre la
forma, para descubrir si en el caso concreto existe o no verdadera capa
cidad contributiva.
Según Romero-Muci: "Esta capacidad económica aparece recogida
y puesta de manifiesto en los actos, negocios o hechos de naturaleza
jurídica o económica que el Legislador establezca como imporübles, en
cuanto sean reveladores de la citada capacidad contributiva del sujeto
pasivo, como consecuencia de la posesión de xm patrimonio, la circula
ción de los bienes o la adquisición o gasto de la renta."®®
La Constitución protege la propiedad privada y la libertad de em
presa, y xma y otra garantía confluyen en que todos los ciudadanos tie
nen la lógica expectativa de prosperar económicamente a través del
producto de su trabajo y de los frutos generados por los bienes que in
tegran su patrimonio. Por esa razón, el sistema tributario, según lo pro
clama el art. 316 de la Constitución, tenderá a la protección de la eco
nomía nacional y a la elevación del nivel de vida del pueblo.
En perfecta sintonía con lo anterior, la Constitución impone el deber
de todos de coadyuvar a los gastos públicos, no de soportarlos en su tota-
83
lidad; por tal motivo, la Carta Fundamental exige que los tributos, como
mecanismos mediante los cuales se concreta este deber de colaboración,
recaigan única y exclusivamente sobre una cualidad propia de cada in
dividuo que es la llamada capacidad de contribuir.
La capacidad de contribuir no es un concepto abstracto sino una reali
dad palpable que se proyecta en la posibilidad de que cada quien deba
sacrificar parte de su riqueza para pagar tributos. Esa posibilidad sólo
existe en el caso de las personas naturales, cuando después de haber
satisfecho sus necesidades fundamentales y sus expectativas razonables
de progreso económico, el sujeto pasivo de la imposición cuenta con
una porción de riqueza que está en capacidad de entregar al Fisco en
calidad de tributo. En el caso de las personas jurídicas, esa posibilidad
existe sólo cuando la empresa puede satisfacer los importes tributarios
sin sacrificar su capital ni las utilidades que fundadamente procura ob
tener en ejercicio de la actividad lucrativa correspondiente.
El principio de la capacidad contributiva exige que los tributos afec
ten sólo aquella parte de la riqueza del sujeto pasivo que puede ser en
tregada a título de tributo sin que se afecte el mínimo vital necesario para
subsistir decorosamente {primum vivere dende tributum solvere). Esto no
es una simple afirmación, es en realidad tm derecho inherente a la per
sona humana reconocido de manera expresa en el art. 25 de la Declara
ción Universal de los Derechos Humanos, según el cual: "Toda persona
tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido,
la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios (...)".
La Corte Constitucional italiana ha dicho que en atención al principio
de la capacidad contributiva, el legislador debe conciliar las necesidades
financieras del Estado a ser cubiertas por los sujetos llamados a contri
buir, con las necesidades personales de estos, no menos acuciantes.”
Pero además, el principio de la capacidad contributiva enlazado por
el principio que postula como uno de los fines del Estado la elevación
del nivel de vida de la población (art. 316), reclama que la tributación
no frustre las lógicas y razonables expectativas que se derivan de la
propiedad privada, de la libertad de empresa y del legítimo deseo de
prosperar económicamente en im a sociedad que persigue el progreso
de todos.
84
A este respecto ha señalado Ruán Santos que: "E l principio de la
capacidad contributiva conduce a dos límites indispensables, como: a)
La protección del mínimo vital; es decir, que no se tribute y no se grave
sobre aquellos recursos del ciudadano que se requieran para la subsis
tencia; y b) que no se destruya ni agreda la fuente de producción, que
no se elimine el capital productivo o la riqueza productiva, sino que re
almente se preserve, porque ella es la que va a garantizar un funciona
miento posterior no sólo del Estado, sino de toda la Nación."®®
El principio del mínimo vital o mínimo exento que no puede ser en
modo alguno afectado por la tributación, tiene sustento en varias nor
mas constitucionales: (i) En la que proclama como uno de los fines fun
damentales del Estado venezolano: "la promoción de la prosperidad y
bienestar del pueblo" (art. 3 de la Constitución); (ii) en la que establece
la obligación al Estado de "garantizar a toda persona, conforme al prin
cipio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio
irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos hum anos"
(art. 19 de la Constitución), dentro de los cuales, sin la menor duda, está
el de toda persona de poder alcanzar una subsistencia digna y decorosa;
(iü) en la que impone a los progenitores el deber compartido e irrenun
ciable de mantener y asistir a sus hijos e hijas y a estos el deber de asis
tirlos cuando aquellos no puedan hacerlo por sí mismos (art. 76 de la
Constitución); (iv) en la que consagra el derecho de toda persona a una
vivienda adecuada, segura, cómoda, higiénica, con servicios básicos
esenciales que incluyan im hábitat que humanice las relaciones fam ilia
res, vecinales y comunitarias (art. 81 de la Constitución); (v) en la que se
establece el derecho de toda persona a obtener una ocupación producti
va, que le proporcione una existencia digna y decorosa y le garantice el
pleno ejercicio de este derecho (art. 87 de la Constitución); (vi) en la que
se prevé el derecho de todo trabajador o trabajadora a im salario sufi
ciente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las
necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales (art. 91 de la
Constitución); (vii) en la que se consagra el derecho de toda persona de
dedicarse libremente a la actividad económica de su preferencia, sin
más linütaciones que las previstas en esta Constitución y las que esta
blezcan las leyes, por razones de desarrollo humémo, segmidad, sani
dad, protección del ambiente u otras de interés social y el deber del Es
tado de promover la iniciativa privada, garantizando la creación y justa
Rúan Santos, G. "N ueva dimensión del Derecho Tributario por aplicación directa
de la Constitución. Aspectos sustantivos y adjetivos". Homenaje a la memoria de Use
Van Der Velde, FUNEDA, Caracas, 1998, p .l3.
85
distribución de la riqueza, así como la producción de bienes y servicios
que satisfagan las necesidades de la población (art. 112 de la Constitu
ción); (viii) y finalmente en la que establece que el sistema tributario
propenderá a la "protección de la economía nacional y la elevación del
nivel de vida de la población" (art. 316 de la Constitución).
Cuando el sistema tributario no respeta estos postulados y se es
tructura sobre datos estadísticos y metas fiscales que sólo persiguen al
canzar determinado objetivo recaudatorio, al margen de la situación
económica de los sujetos pasivos de la imposición, se convierte en sim
ple y vulgar pillaje que empobrece a los ciudadanos y aplasta sus posi
bilidades de progreso y superación.
Por tanto, el principio de la capacidad contributiva deben respetarlo
y hacerlo efectivo no sólo los legisladores, sino también los jueces y las
Administraciones Tributarias, de modo que no es cierto que su conside
ración se agote en el diseño de la norma tributaria, sino que también
afecta y modula la aplicación de ésta.
Además, en tanto el principio es el fundamento mismo del sistema
tributario, no sólo debe ser satisfecho por un tributo en particular, sino
por toda la orgcinización legal, administrativa y técnica que el Estado
crea y estructura con la finalidad de ejercer de una manera eficaz el po
der tributario que le corresponde.
Sección Cuarta
GARANTÍA CONSTITUCIONAL
86
Sobre este particular la Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia ha sostenido lo que sigue:
29
Cf. S. TSJ/SC, 13-05-2002 caso: Universidad Central de Venezuela.
30
Cf. S. TSJ/SC, 17-02-2006 caso: José Ramón Mendoza Ríos.
87
Asimismo, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia
ha establecido con claridad que el principio de igualdad, para su efecti
va vigencia, exige el trato desigual para los desiguales y ha señalado los
requisitos para que el trato desigual sea constitucional:
"(...) esta Sala considera necesario señalar, que la cláusula de igualdad an
te la ley, no prohíbe que se le confiera un trato desigual a im ciudadano o
grupo de ciudadanos, siempre y cuando se den las siguientes condiciones:
a) que los ciudadanos o coiecüvos se encuentren real y efectivamente en
distintas situaciones de hecho; b) que el trato desigual persiga una finali
dad específica; c) que la finalidad buscada sea razonable, es decir, que la
misma sea admisible desde la perspectiva de los derechos y principio
constitucionales; y d) que la relación sea proporcionada, es decir, que la
consecuencia jurídica que constituye el trato desigual no guarde una abso
luta desproporción con las circunstancias de hecho y la finalidad que la
justifica. Si concurren las condiciones antes señaladas, el trato desigual
será admisible y por ello corxsfitutivo de una diferenciación constitucio
nalmente legítima
Con motivo del proceso constituyente y dentro de su Propuesta sobre
el Sistema Tributario, el Servicio Nacional Integrado de Administración
Aduanera y Tributaria (SENIAT) señaló con relación al principio de ca
pacidad contributiva, lo que sigue:
Este principio tiene un doble propósito, por una parte es el presupuesto que legi
tima la distribución del gasto público y por la otra es el límite material al ejercicio
de la potestad tributaria, es decir que constituye el mandato moral, jurídico y polí
tico-constitucional de los habitantes a contribuir con los gastos públicos, pero
además es la garantía individual que permite alcanzar un equilibrio de la justicia
social en la distribución de las cargas públicas. La capacidad contributiva viene
dada por la potencia económica o la riqueza de un sujeto que supera el mínimo vi
tal necesario pues no podría existir capacidad de concurrir a ios gastos públicos
cuando falte o se tenga sólo lo necesario para las exigencias individuales, lo con
trario afianzaría un sistema impositivo deshumanizado. En este sentido la capaci
dad contributiva debe entenderse no sólo como una manifestación de riqueza, sino
como potencia económica que debe juzgarse idónea para concurrir a los gastos
públicos, frente a las exigencias económicas y sociales de un país.
C f S. TSJ/SC 17-10-2003 caso: Luis Alberto Peña vs. Ley de Seguridad Social de las
Fuerzas Armadas.
88
El principio de capacidad contributiva implica que sólo aquellos hechos de la vida
social que son índices de capacidad económica pueden ser adoptados por las leyes
como presupuesto generador de la obligación tributaria. Mas la estructura del tri
buto y la medida en que cada uno contribuirá a los gastos públicos, no está deter
minada solamente por la capacidad económica del sujeto pasivo, sino también por
razones de conveniencia, justicia social y de bien común, ajenas a la capacidad
económica"
Sección Quinta
EFECTIVIDAD DEL PRINCIPIO
89
Si la norma creadora del hecho imponible ha escogido como presu
puesto desencadenante de la obligación de pagar el tributo, uno que no
revela en forma alguna, ni directa ni indirectamente, la capacidad de
contribuir, su contradicción con la Constitución es patente y manifiesta
y así puede ser declarado por el juez, anulando la ley o la norma respec
tiva, bien con efecto erga omnes a través del control concentrado de la
constitucionalidad de las leyes o bien con efectos sólo para el caso con
creto sometido a su conocimiento, mediante el control desconcentrado o
difuso de la constitucionalidad de las leyes.
91
Ahora bien, siendo que en el caso de autos la contribuyente al momento
de llevar a cabo su "Reajuste por Inflación", tomó en cuenta el retomo de
los préstamos efectuados a compañías afiliadas entre el mes de cobro de
dichas cuentas y el de cierre del ejercicio gravable, debe destacar esta Al
zada que de conformidad con lo establecido en los artículos supra trans
critos, dichas cuentas se encuentran excluidas de las partidas que integran
el patrimonio neto del contribuyente a los efectos fiscales y, en consecuen
cia, no debieron ser consideradas para tales fines."**
Ahora bien, resulta que como consecuencia de esta ficción legal el
patrimonio fiscal resulta sub-estimado y opera ima reducción en la
pérdida por reajuste del patrimonio neto, por cuanto se distorsiona la
posición patrimonial en tanto se sustrae un valor del activo monetario.
A este respecto, la doctrina mas autorizada, ha señalado lo siguiente:
92
patrimonio superior al que se tiene o de un patrimonio inexistente en la
cuota parte que excede al saldo del mismo. En otras palabras, no es co
rrecto asumir que la intención del legislador al ordenar excluir las cuen
tas y efectos por cobrar con empresas relacionadas es evitar la entrega a
los accionistas de un patrimonio mayor o superior al de la compañía,
porque ello -sim ple y llanamente- no tiene sentido, al ser una operación
materialmente imposible desde el pimto de vista económico, fiscal y
jurídico.
Siendo consecuentes con esta interpretación, resulta que la exclu
sión de ciertos activos ordenada por el legislador tiene como límite el
saldo del patrimonio, en tanto y en cuanto el telos de esta regulación es
impedir la entrega subrepticia a los accionistas del patrimonio de la
compañía.
De acuerdo con lo anterior, es absurdo que como producto de la ex
clusión de ciertas partidas del activo (cuentas y efectos por cobrar a ac
cionistas, administradores, afiliadas, filiales y otras empresas relaciona
das y / o vinculadas) se obtenga un patrimonio negativo y se genere un
ingreso fiscal gravado al someterlo al ajuste por inflación, por cuanto
una interpretación constitucional de la norma -de cara al principio de
capacidad contributiva- indica que el monto de la exclusión de las cuen
tas y efectos por cobrar a compañías relacionadas no debe exceder del
saldo del patrimonio del contribuyente, de tal forma que en caso de que
el pasivo sea superior al activo, no origine el pago de impuesto sobre un
ingreso totalmente ficticio.
En este sentido la doctrina más autorizada ha señalado:
93
La anterior discusión nos lleva al punto deseado de la reflexión: la ficción
del reajuste del patrimonio negativo es inconstitucional por infringir el
derecho a contribuir conforme la capacidad económica."®®
En general, el ajuste del patrimonio negativo, cualquiera que sea la
causa por la cual el mismo ha resultado de este signo, sería contrario a
la garantía constitucional que ordena gravar la verdadera y no la apa
rente capacidad contributiva e igualmente a los principios de equidad y
justicia tributaria: "L a situación precedentemente comentada, conlleva
para aquellos contribuyentes que han venido sufriendo pérdidas hasta
el punto que sus activos son considerablemente inferiores a sus pasivos,
al absurdo de tener que reconocer una ganancia fiscal por inflación, lo
cual no guarda relación alguna con su situación patrimonial real. Con lo
anterior, lejos de corregirse las distorsiones que produce la inflación,
éstas estarían haciendo aún mayores y se estaría colocando sobre el con
tribuyente una carga tributaria que no responde a su verdadera capaci
dad contributiva; es decir, que no es fiel reflejo de su riqueza. Aunado a
lo antes expuesto, el ajustar el patrimonio negativo vulneraría -e n nues
tro criterio-, además del ya mencionado principio de capacidad contri
butiva, el principio de equidad, conforme al cual la tributación debe ser
justa y razonable, por cuanto, en el supuesto analizado, el pago del tri
buto no responde a un verdadero incremento patrimonial del contribu
yente, sino a una caprichosa ficción del legislador."®®
Debe tenerse en cuenta que el fin último del sistema de ajuste por
inflación fiscal, es reconocer una ganancia o una pérdida, según el caso,
que ha resultado ocultada o disimulada como producto de las distor
siones que genera en el patrimonio de los contribuyentes el fenómeno
inflacionario, precisamente porque el impuesto debe recaer sobre la
verdadera y no sobre la aparente capacidad contributiva del sujeto pa
sivo.
El ajuste por inflación no ha sido concebido para crear rentas falsas,
que no existen en la realidad, pues ello sería contrario al principio cons
titucional enunciado, y al propósito mismo de la ley que crea el tributo,
cuya base imponible es el enriquecimiento. Además, el ajuste del patri
monio negativo podría considerarse como un simple ejercicio contable
que fuerza la aparición de una renta fiscal allí donde ésta no existe de
modo que el Impuesto Sobre la Renta recaería sobre un hecho que no es
manifestación de capacidad contributiva ni materia imponible según la
35
Romero-Muci, H., O.c., p. 300.
Miranda F., L. F. "U n balance del Ajuste Fiscal por Inflación en sus 10 años". Revis
ta de Derecho Financiero N° 1, ASOVEDEFI, Caracas, 2004, p. 108.
94
ley, la cual en el caso concreto sólo puede gravar el enriquecimiento ne
to y nada más. Tal enriquecimiento debe provenir, en definitiva, de in
gresos reales, producto de ima actividad generadora de renta.
En este orden de ideas es pertinente recordar cuál fue la voluntad
del legislador al introducir el ajuste por inflación fiscal en la reforma de
la Ley de Impuesto Sobre la Renta de 1991, lo cual se desprende con
meridiana claridad de la Exposición de Motivos de la mencionada re
forma, de acuerdo con la cual: "E l proyecto propone la incorporación de
la normativa referente a un ajuste integral por actualización de os ele
mentos del Activo, Pasivo y Patrimonio, con el propósito de que los
contribuyentes paguen sobre la base de ingresos reales y no nominales
como hasta el presente ha ocurrido. No se persigue con este sistema un
mayor ni menor ingreso de impuesto, sólo está dirigido a lograr la
equidad, haciendo que las empresas tributen por sus verdaderos re
sultados económicos, reconociendo y aceptando las pérdidas por in
flación. pero también sincerando las ganancias que se produzcan de-
bido a tal proceso." (Subrayado y destacados nuestros).
Asimismo, al comentar la introducción de este sistema en el régi
men de imposición a la renta venezolano, la doctrina ha señalado que:
"...en la Reforma de la Ley de Impuesto Sobre la Renta de Septiembre
de 1991, se consideró incorporar un mecanismo de corrección moneta
ria, que en teoría permitiera depurar la Renta Neta Gravable, determi
nando una materia imponible más acorde con el económico en el cual se
originó, de forma que se cumpliera con el principio de capacidad
económica y de progresividad (...) Ahora bien, el sistema que fuese
desarrollado a través del articulado de la Ley, debía considerar como
principio rector, que debe velarse por una correcta determinación de la
capacidad económica del contribuyente, sin que se cercene el derecho a
no tributar más allá de lo que le corresponde (...) la interpretación y
aplicación del sistema de ajuste por inflación establecido en la Ley de
Impuesto Sobre la Renta, como mecanismo económico de reexpresión,
no puede sustituir tácitamente los hechos económicos que inciden al
contribuyente, distorsionando así su real capacidad contributiva."*’
Así pues, gravar un presunto enriquecimiento que sólo deriva del
ajuste por inflación de un patrimonio negativo -que además, como
hemos dicho, sólo es negativo como consecuencia de las partidas que la
*’ Serrano Bauza, G. "Aspectos prácticos del sistema de ajuste por inflación fiscal", 60
años de imposición a la renta en Venezuela, A VD T, Caracas, 2003, pp. 730, 731 y
739.
95
ley ordena excluir del activo- es generar renta a partir de una operación
aritmética que convierte en enriquecimiento lo que en realidad no es tal
cosa.
En general, en todos los supuestos como el descrito, el juez no tiene
que apartarse de la ley tributaria sino que debe interpretarla al amparo
del principio constitucional de la capacidad contributiva y de acuerdo
con la significación económica de la norma aplicada, privilegiando
siempre la realidad sobre la apariencia, la sustancia sobre la forma, con
forme a lo previsto en los arts.s 5 ,1 5 y 16 del Código Orgánico Tributa
rio.”
Desafortunadamente, aim cuando la jurisprudencia ha manejado
acertadamente los perfiles conceptuales del principio de capacidad con
tributiva, no ha sido capaz en cambio de aplicarlo de manera efectiva,
como se observa, entre otras, en la siguiente decisión:
38
"Artículo 5. Las normas tributarias se interpretarán con arreglo a todos los métodos
admitidos en derecho, atendiendo su fin y a su significación económica, pudiéndo
se llegar a resultados restrictivos o extensivos de los términos contenidos en las
normas tributarias. Las exenciones, exoneraciones, rebajas, desgravámenes y de
más beneficios o incentivos fiscales se interpretarán en forma restrictiva". "Artículo
15. La obligación tributaria no será afectada por circunstancias relativas a la vali
dez de los actos o a la natm aleza del objeto perseguido, ni por los efectos que los
hechos o actos gravados tengan en otras ramas jurídicas, siempre que se hubiesen
producido los resultados que constituyen el presupuesto de hecho de la obliga
ción". "Artículo 16. Cuando la norma relativa al hecho imponible se refiera a situa
ciones definidas por otras ramas jurídicas, sin remitirse o apartarse expresamente
de ellas, el intérprete puede asignarle el significado que más se adapte a la realidad
considerada por la ley al crear el tributo (omissis)".
96
daradones de in^esos brutos correspondientes a los años 2003, 2004,
2005, 2006 y 200/ infringió el principio de capacidad contributiva, toda
vez que no pudo declarar la rebaja de impuesto prevista en el art. 69 de la
Ordenanza sobre Actividades Económicas vigente para los períodos seña
lados.
Ahora bien, la Sala considera que la negativa de la Dirección de Adminis
tración Tributaria de la Alcaldía del Municipio Chacao del Estado Boliva-
riano de Miranda de aceptar la presentación de "las planillas sustitutivas"
de las declaraciones de ingresos brutos, confirmada por el a quo, atiende a
la prohibición prevista en el art. 147 del vigente Código Orgánico Tributa
rio de modificar las declaraciones cuando los contribuyentes hayan sido
objeto de un procedimiento de fiscalización.
Asimismo, se observa que el fin de la empresa Creaciones Nardi, C.A. con
la presentación de una modificación a tales declaraciones es la de incluir
una rebaja de impuesto sobre actividades económicas de industria, comer
cio, servicios o de índole similar, que le fue negada producto justamente
de ese procedimiento de fiscalización del cual fue objeto al no discriminar
las actividades desarrolladas en el Municipio exactor de acuerdo al art. 59
eiusdem, y contra el cual no ejerció en su oportunidad recurso alguno.
En razón de lo expuesto, esta Alzada estima que la negativa de la Admi
nistración Tributaria Municipal de aceptar la presentación de las "planillas
sustitutivas", considerada conforme a derecho por la recurrida, con el fin
de modificar los datos contenidos en las declaraciones de ingresos brutos
correspondientes a los años 2003, 2004, 2005, 2006 y 2007, no le causó una
violación al principio de capacidad contributiva, toda vez que dicha nega
tiva tuvo como fundamento lo dispuesto en el art. 147 antes mencionado,
que imposibilita a los contribuyentes a modificar los datos contenidos en
las declaraciones cuando han sido oNeto de un procedimiento de fiscali
zación. Por lo tanto, se desestima la aeramela que efectuara el apoderado
judicial de la recurrente sobre el particular. Así se declara."®®
Como puede advertirse, el contribuyente intentó presentar, luego
del inicio de un procedimiento de fiscalización, una declaración sustitu-
tiva para aprovechar una rebaja que no había sido utilizada en su mo
mento. Tal posibilidad le fue negada, en principio correctamente, con
fundamento en el art. 147 del Código Orgánico Tributario, de acuerdo
con el cual las declaraciones que se formulen se presumen fiel reflejo de
la verdad y comprometen la responsabilidad de quienes las suscriban,
teniéndose las mismas como definitivas aun cuando podrán ser modifi
cadas espontáneamente, siempre y cuando no se hubiere iniciado el
procedimiento de fiscalización y determinación previsto en el Código.
Los únicos casos en los cuales se puede modificar la declaración una
vez iniciado un procedimiento de fiscalización y determinación de la
®® C /S T S J/S P A , 00988,20-10-2010.
97
obligación tributaria, son los siguientes: a) cuando en la nueva declara
ción se disminuyan los costos, deducciones o pérdidas o se reduzcan las
cantidades acreditables; b) cuando la presentación de la declaración que
m odifica la original se establezca como obligación por disposición ex
presa de la Ley; y, c) cuando la sustitución de la declaración se realice
en virtud de las observaciones efectuadas por la Administración Tribu
taria. Aim cuando es evidente que la Administración Tributaria aplicó
correctamente el art. 147 del Código Orgánico Tributario, lo que se ped
ía del juez contencioso tributario es que determinase si esa norma, con
frontada con el art. 316 de la Constitución, era violatoria en el caso con
creto del principio de capacidad contributiva.
En nuestro criterio, una disposición que impide al contribuyente
aprovechar, por razones meramente formales (inicio del procedimiento
de fiscalización y determinación de la obligación tributaria), una rebaja
de impuesto a la cual tiene derecho, permite que el tributo grave, en el
caso concreto, una manifestación de capacidad contributiva falsa, in
existente, que no se corresponde con la realidad, lo que indiscutible
mente transgrede la previsión del art. 316 constitucional.
Pero además, la simple confrontación del art. 147 del Código Orgá
nico Tributario, con el art. 21 de la Constitución, conduce a declarar de
oficio, con fundamento en los arts.s 7, 137 y 334 de la Constitución, la
inconstitucionalidad de esta disposición, pues la misma autoriza un tra
to discriminatorio inaceptable, al disponer que aun iniciado un proce
dimiento de fiscalización y determinación de la obligación tributaria se
puede presentar una declaración sustitutiva, pero sí y sólo si, la nueva
declaración tiene por objeto aumentar la cuota tributaria liquidable me
diante la disminución de costos, deducciones o pérdidas o la reducción
de cantidades acreditables ¿Cuál podría ser la justificación de ese trato
diferenciado, que admite todo lo que aumente la renta y por ende el pa
go del impuesto, pero rechaza lo que disminuya aquélla y éste, frente a
los principios constitucionales de igualdad y de capacidad contributiva?
Aun asumiendo que estemos equivocados y que también lo estuvie
re el contribuyente en el caso analizado, hay que convenir en que el juez
contencioso tributario debía haber efectuado un análisis más concien
zudo del asxmto y no lo hizo, pues su juicio se limitó a establecer un so
fisma de acuerdo con el cual, como el art. 147 del Código impide la pre
sentación de la declaración sustitutiva una vez iniciado im procedi
miento de fiscalización, entonces no hay violación del principio de ca
pacidad contributiva, cuando precisamente lo que ha debido juzgar es
la constitucionalidad de semejante prohibición, a la luz de los principios
de igualdad y de capacidad contributiva.
98
CAPÍTULO QUINTO
PRINCIPIO DE LA NO CONFISCATORIEDAD
Sección Primera
LA CONFISCACIÓN COMO UNA
LIMITACIÓN AL DERECHO DE PROPIEDAD
1
De acuerdo con la doctrina de la Procuraduría General de la República, "El comiso
como penalidad se limita a los impuestos aduaneros y a los gravámenes al consu
mo y más que una medida patrimonial como lo han sostenido autores italianos
(Spinelli, Tesoro, Ingroso), constituye, en derecho fiscal, ima verdadera sanción de
99
como ocurre en materia de contrabando, de infracciones a las normas
tuitivas de los consumidores, entre otros. En fin, trátese de cualquiera
de los ámbitos antes identificados, la doctrina® encuentra unas carac
terísticas constantes en el concepto de confiscación:
o Traspaso de bienes, generalmente de una universalidad.
o El traspaso de bienes ocurre de un (os) particular (es) al Estado.
o La transmisión de los bienes ocurre de manera forzada.
o Quien ha sido privado de los bienes no recibe compensación alguna.
Ahora bien, a los efectos de abordar el tema que nos interesa, co
rresponde analizar la confiscación como uno de los medios a través de
los cuales el Estado limita el derecho de propiedad.
Como es sabido, en nuestro ordenamiento jurídico el derecho de
propiedad no es absoluto; antes por el contrario, enfrenta varios límites
establecidos en el propio texto constitucional. Estos límites son la conse
cuencia lógica de im sistema que reconoce la propiedad privada y todos
los derechos y garantías, directos e indirectos, que derivan de la misma
(reconocimiento propio de un sistema capitalista que funciona dentro
un Estado de Derecho), pero a la vez le atribuye a la propiedad una
función social, pues la Nación venezolana se ha constituido en un Esta
do democrático y social de Derecho y Justicia, que propugna como va
lores superiores de su ordenamiento, entre otros, la justicia, la igualdad,
la solidaridad y la preeminencia de los derechos humanos (art. 2 de la
Constitución) y que tiene como unos de sus fines esenciales la construc
ción de una sociedad justa y la promoción de la prosperidad y bienestar
del pueblo.
Así, el art. 115 de la Constitución declara que se garantiza el dere
cho de propiedad y que toda persona tiene derecho al uso, goce, disfru
te y disposición de sus bienes. Sin embargo, inmediatamente la misma
norma apunta que la propiedad estará sometida a las contribuciones,
restricciones y obligaciones que establezca la ley con fines de utilidad
pública o de interés general.
Al respecto la jurisprudencia ha señalado lo siguiente:
100
"Tal como puede inferirse del texto citado, el núcleo del derecho de pro
piedad está configmrado, no sólo por lo que subsiste de la noción indivi
dualista que hizo fortima a la soníbra del Estado Liberal, la cual conside
raba al derecho de propiedad desde una noción abstracta como mero
ámbito subjetivo de libre disposición o señorío sobre el objeto del domi
nio reservado a su titular, sometido únicamente en su ejercicio a las limi
taciones generales que las leyes impongan para salvaguardar los legíti
mos derechos o intereses de terceros o del interés general. Por el contra
rio, la Constitución reconoce un derecho de propiedad privada que se
configura y protege, ciertamente, como un haz de facultades individua
les scmre las cosas, pero también, y al mismo tiempo, como un conjunto
de deberes y obligaciones establecidos, de acuerdo con las leyes, en aten
ción a valores o intereses de la colectividad, es decir, a la finalidad o uti
lidad social que cada categoría de bienes objeto de dominio esté llamada
a cumplir.
Cf. Ss. TSJ/SC, 06-04-2001, caso; Manuel Quevedo Fernández y 06-06-2003, caso: Ler-
mit Femando Roseli Senhen.
101
de quienes se hayan enriquecido ilícitamente al amparo del Poder
Público y los bienes provenientes de actividades comerciales, financie
ras o cualesquiera otras vinculadas al tráfico ilícito de sustancias psi-
cotrópicas y estupefacientes.
Esta enumeración es, naturalmente, absolutamente taxativa, de ma
nera que no hay lugar a la analogía ni a la interpretación extensiva o
laxa del dispositivo constitucional, porque se trata de una norma excep
cional que no consagra simplemente una limitación al derecho de pro
piedad, sino su pérdida.
En definitiva, el traspaso forzado de bienes de los particulares al Es
tado sin que medie indemnización está prohibido en nuestro ordena
miento jurídico y no puede ser establecido por ley alguna, en tanto
constituye una grave violación a la garantía de la propiedad privada,
reconocida constitucionalmente.
Sin embargo, aunque la confiscación ha sido desterrada en la ma
yoría de las legislaciones del mimdo por sus nefastas consecuencias,
nuestra Constitución la admite en ciertos casos, pero como una medida
excepcional, una acción extrema, concebida como una sanción accesoria
a la comisión de hechos punibles muy graves, y aplicable única y exclu
sivamente en los supuestos expresamente previstos en la Carta Fim da
mental con carácter taxativo.
La confiscación se encuentra en los confines del derecho de propie
dad, es el límite más lejano, más remoto, y por eso, aunque es el más
intenso de todos, es el que menos incidencia práctica tiene en el ejercicio
de este derecho.
Si la confiscación tiene estas peculiares características que la hacen,
como hemos dicho, una sanción extrema y excepcional materializada en
la extirpación del derecho de propiedad sin compensación, podemos
advertir de inmediato que su presencia es intolerable en el ámbito del
legítimo ejercicio del poder tributario, porque, como veremos de inm e
diato, propiedad y tributación son dos entidades que deben convivir en
relación simbiótica para poder existir y perdurar, la una por virtud de la
otra y viceversa.
Sección Segunda
LA RELACIÓN ENTRE EL DERECHO DE PROPIEDAD
Y LOS TRIBUTOS
103
Y no podría haber reconocimiento y protección de este derecho sin
un Estado que viva alimentado por los tributos recaudados, recortados
(sic), obtenidos merced al fruto de la vigencia efectiva de ese derecho a
nivel individual"/
Sobre este particular conviene citar una elocuente sentencia suiza
de 1981, de acuerdo con la cual:
104
Si la propiedad ha de ser protegida, entre otras cosas, para no ago
tar la fuente de riqueza que alimenta la tributación, ésta no puede con
vertirse jamás en el elemento destructor de esa fuente pues se destruiría
a sí misma, lo que desde luego es un contrasentido inaceptable. Como
se ha dicho con acierto "demasiado impuesto mata el im puesto"/
Esto no es ima simple afirmación, sino que ha sido objeto de estudio
en las Ciencias Económicas desde Adam Smith y Jean-Baptiste Say y
más recientemente con la famosa "Curva de Laffer". El economista nor
teamericano Arthur Laffer, basado en el teorema matemático de Roll,
teorizó que el incremento de los tipos impositivos no necesariamente
aumenta la recaudación, sino que puede tener el efecto contrario. Por la
misma razón, una disminución de los tipos impositivos tendría como
efecto paradójico un aumento de la recaudación. Laffer ha formalizado
de manera simple la idea de que todo aumento de la presión fiscal en
traña una baja de las actividades o un aumento del fraude y la evasión,
a lo cual sigue necesariamente una disminución del monto de la recau
dación tributaria. Por el contrario, una disminución de la presión fiscal
debería suscitar un renacimiento de la actividad sin que la masa toda de
los tributos resulte fuertemente afectada. Dicho de otra manera, Laffer
estima que existe un umbral de presión máxima más allá del cual todo
aumento engendra una disminución del rendimiento fiscal.”
Al margen de las críticas que pueden hacerse a esta teoría, que ha
sido encuadrada por algunos -a nuestro modo de ver injustificadamen
te- dentro de las corrientes neoliberales antifiscalistas^^, y de las dificulta
des que su aplicación engendra ante la indeterminación de cuál es el
umbral a partir del cual la fiscalidad es excesiva y la recaudación dis
minuye, resulta que no hace falta acudir al Teorema de Roll o a la Curva
"Trop d'impôt tue l'impôt" Vid. Cozian, M-Deboissy, F. Précis de fiscalité des enter-
prises, 35 Lexis-Nexis, Paris, 2011, p.3.
Explica Michel Bouvier que Laffer no ha irmovado realmente en la materia puesto
que las investigaciones sobre el nivel ideal de imposición se remontan a los traba
jos de im ingeniero y economista de Ponts et Chaussées del siglo XIX, llamado
Arsène-Jules Émile Dupuit (1804-1866), quien en un artículo publicado en los Ana
les de Ponts et Chaussées de 1844, estimaba que " ...s i se triplican los impuestos, la
utilidad perdida deviene nueve veces más considerable. Más las tasas son fuertes,
menos ellas producen relativamente...Si se aumenta gradualmente un impuesto
desde "O" hasta ima cifra que equivalga a una prohibición, su producto comienza
por ser nulo, después crece imperceptible-mente, alcanza un máximo, decrece in
mediata y sucesivamente y luego deviene nulo". Vid. Bouvier, M. Introduction au
droit fiscal général et à la théorie de l'impôt. L.G.D.J., 10« édition, Paris, 2010, p.275.
Bouvier, M. O.c., pp. 264 y ss.
105
de Laffer para entender que una fiscalidad excesiva deprime y a veces
anula la actividad productiva, lo que indiscutiblemente disminuye la
recaudación. Tal como afirmaba Jean-Baptiste Say: "U n impuesto exa
gerado destruye la base sobre la cual él se apoya".
Es por ello que el pacto constitucional, al propio tiempo que legiti
ma el poder de imposición mediante el establecimiento del deber de
colaborar al sostenimiento de los gastos públicos, crea también el con
trapeso necesario para encausar dicho poder y hacerlo ejercitable en el
tiempo, en el sentido de no permitir la destrucción del objeto sobre el
cual recae.
Es así como además de reconocer el derecho de propiedad, im pi
diendo que los tributos priven a los contribuyentes de todos sus bienes,
la Constitución se ocupa de vertebrar im conjimto de garantías formales
y materiales que delimitan (dan contenido) y limitan (colocan fronteras)
al poder de imposición. Uno de estos límites es la interdicción de los
efectos confiscatorios de los tributos.
Sección Tercera
LA PROHIBICIÓN CONSTITUCIONAL DE LOS
EFECTOS CONFISCATORIOS DE LOS TRIBUTOS
" Vid. Say, J.B. Traité d'Economie Politique, Económica, Paris, 2006.
106
tìvos (quedan sí, 'resabios' puros, como el comiso, y otras cuestiones
ablatorias mitigadas), lo que implica que, como límite, tanto en sentido
general como en el segimdo sentido particular aquí utilizados, no exis
tan más. Y el sistema tributario, que en sí es un límite particulcir según
esta caracterización, puede tener a su vez, una valla, la no confiscatorie
dad, que se asimila al instituto de la confiscación en cuanto a su efecto de
quitar, detraer propiedad en exceso sin dar nada en concreto a cambio.
Es, por lo tanto, ésta la manera en que se relacionan las ideas del siste
ma tributario como límite del derecho de propiedad y, por otro lado, la
idea del efecto confiscatorio" (cursivas nuestras).’*
107
somete a contribuciones legales, ello implica que tales contribuciones no
pueden llegar a confiscarla, porque se desnaturalizaría la finalidad de la
norma, amén que violaría la disposición especial del art. 102 que prohí
be la confiscación".
Más adelante. Octavio cita el art. 223 de la Constitución de 1961 y
señala que: "Esta norma, aunque se considera de naturaleza programá
tica, refuerza la conclusión de que los tributos confiscatorios violan la
Constitución, pues si llegara a establecerse alguno con ese carácter, o el
conjunto de los tributos produjera efecto confiscatorio, es evidente que
ellos no estarían dentro de la norma constitucional citada, al contrariar
'la justa distribución de las cargas públicas según la capacidad econó
mica del contribuyente'."
No había, pues, duda alguna en cuanto a que las normas constitu
cionales existentes entonces, apoyaban en forma bastante clara la inter
dicción de los efectos confiscatorios de los tributos en nuestro ordena
miento jurídico. Sin embargo, la jurisprudencia no fue tan progresista
al respecto como nuestra doctrina y por esa razón, en el marco de las
XIV Jornadas Latinoamericanas de Derecho Tributario, el maestro Oc
tavio pidió incluir dentro de las recomendaciones del calificado foro lo
siguiente:
108
Esta norma tuvo su origen mediato en el proyecto redactado por la
Asociación Venezolana de Derecho Tributario y recogido por el consti
tuyente Alian Brewer-Carías. En el proyecto presentado por Brewer-
Carías a la consideración de la Comisión de lo Económico y Social de la
Asamblea Nacional Constituyente, se incluían dos normas que eran
mucho más ricas en su dimensión dogmática y tal vez más fáciles de
interpretar y aplicar por los jueces, que el texto que finalmente fue
aprobado. El referido proyecto establecía en las partes pertinentes, lo
que sigue:
"Art. La carga fiscal que deberán soportar los contribuyentes por causa
del pago de los tributos atenderá al disfrute general de los servicios públi
cos, a la preservación del ingreso mínimo vital, a la preservación de la
fuente de riqueza, así como también a la multiplicidad de tributos y al
carácter global del sistema tributario, con el objeto de no exceder la capa
cidad contributiva, (omissis)
Art. Se prohíbe:
(omissis)
2.- Dar efectos confiscatorios a los tributos, a los accesorios de los tributos
y a las sanciones."'“'
En desmedro de im sistema tributario más moderno y progresista,
el proyecto no fue aprobado y, en cambio, se incluyó la parte final del
art. 317 en los términos ya indicados.
Con las bondades indudables que tiene esta norma, conviene adver
tir que los problemas interpretativos no llegan hasta aquí, pues en otros
ordenamientos jurídicos como el español, en el cual el principio data
de la Constitución de 1978, todavía se discute sobre su aplicación con
creta.'’
En materia tributaria la prohibición ha sido vinculada con la inter
dicción de las tributaciones que exceden los límites razonables y esa irra
cionabilidad se constata cuando en la interpretación del hombre común,
un tributo extrae del sujeto pasivo más de lo que éste puede soportar de
acuerdo con sus posibilidades económicas.
109
También se ha dicho que el sistema tributario no puede destruir la
propiedad privada pues de lo contrario se destruye a sí mismo al as
fixiar las fuentes de riqueza sobre las que deben recaer los tributos. De
acuerdo con Juan Bautista Alberdi; "L a contribución como gasto públi
co de cada particular debe salir de donde salen sus demás gastos priva
dos: de la renta, de la utilidad, de sus fondos, no de los fondos que la
producen porque así disminuís los fondos originarios de la renta, em
pobrecéis a los particulares, cuya riqueza colectiva forma parte de la
riqueza de la Nación, de la cual es parásita la del fisco ."'”
Pero el problema nunca ha sido comprender que un tributo que le
sione gravemente el derecho de propiedad hasta el pxmto de extinguir
lo, es inconstitucional. El quid del asunto está en determinar cuándo un
tributo es en tal grado lesivo del derecho de propiedad que puede ser
confiscatorio.
En muchas ocasiones se habla con poca propiedad del carácter con
fiscatorio de ciertos tributos, pero en la generalidad de los casos, cuan
do aludimos a la confiscatoriedad que comporta cierta categoría tributa
ria, lo que queremos decir en verdad es que el tributo es desproporcio
nado.
La jurisprudencia de la Sala Constitucional del Tribimal Supremo
de Justicia ha señalado al respecto lo siguiente:
110
cuando el comentado art. 317 señale que "ningún tributo tendrá efectos
confiscatorios", tal desiderátum se hace extensivo a las sanciones o meca
nismos coercitivos empleados por el legislador a los efectos de obtener,
por parte de los sujetos pasivos o deudores tributarios, el exacto cumpli
miento de su obligación riscal, de lo contrario, se perdería la armonía exis
tente con el resto de la normativa constitucional, (...omissis...) Con base a
las normas anteriormente expuestas, contempladas en la Máxima Ley na
cional, se observa que si bien la propiedad es un derecho sujeto a determi
nadas limitaciones que deben encontrarse acorde con ciertos fines, tales
como la función social, la utilidad pública y el interés general, tales limita
ciones deben ser establecidas con fundamento en un texto legal, siempre y
cuando las referidas restricciones no constituyan un menosc^o absoluto o
irracional del aludido derecho de propiedad. Esto es, que imposibilite de
tal forma la capacidad patrimonial de los particulares que termine extin
guiéndola. En el ámbito tributario, la vulneración del derecho de propie
dad, se pone de manifiesto cuando tal como asienta el tratadista Héctor
Villegas, "el Estado se apropia indebidamente de los bienes de los contri
buyentes, al aplicar un ¿avamen en el cual el monto llega a extremos in
soportables, desbordando así la capacidad contributiva de la persona,
vulnerando por esa vía indirecta la propiedad privada, e impidiéndole
ejercer su actividad". (Villegas, Héctor, "Relatoría General de las XIV Jor
nadas Latinoamericanas de Derecho Tributario celebradas en Buenos Ai
res del 4 al 7 de Septiembre de 1989". Tema: "Las Garantías Constituciona
les ante la Presión del Conjimto de Tributos que Recaen sobre el Sujeto
Contribuyente", p. 27). En tal sentido, esta Sala observa que la vulneración
del derecho de propiedad como consecuencia del pago de un tributo con
fiscatorio, ha sido expresamente proscrito por el Constituyente de 1999, en
el ya citado art. 317 constitucional que establece -se reitera- que "ningún
tributo puede tener efecto confiscatorio" y tiene su fundamento directo en
la norma consagrada en el art. 316 de la Constitución de la República Boli
variana de Venezuela, que dispone que "el sistema tributario procurará la
justa distribución de las cargas públicas segim la capacidad económica del
o de la contribuyente, atendiendo al principio de progresividad, así como
la protección de la economía nacional y la elevación del nivel de vida de la
población". Siendo esto así, surge evidente la conclusión de que a los Po
deres Públicos les está prohibido el establecimiento de tributos o sancio
nes tributarias -siendo que estas últimas son formas coercitivas de procu
rar la efectiva recaudación de las contribuciones de los particulares a las
cargas públicas- que puedan amenazar con absorber una parte sustancial
del derecho a la propiedad del contribuyente, con la negativa consecuen
cia que tal situación conlleva, al extinguir la fuente generadora del tributo
y posterior daño que tal situación ejerce en la ya mermada economía del
país."'®
Algunos autores señalan que cuando el impuesto grava el capital es
confiscatorio porque el mismo lo que debe pechar son los ingresos o los
111
frutos que éste produce, pues de lo contrario el capital se extingue.'*
Como decía la célebre frase de Mirabeau: "Derechos sobre los frutos son
impuestos, derechos sobre los fondos son pillaje."
Sin embargo, el problema ha dejado de ser teórico y se ha converti
do en im problema práctico, porque ¿cuándo podemos decir que la alí
cuota del impuesto sobre la renta es confiscatoria?
La jurisprudencia ha sostenido que no existe xma regla precisa para
la determinación de un límite:
112
contributiva del sujeto pasivo; otros ven el principio como un límite a la
progresividad de los tributos; y, finalmente, hay quienes restan toda
importancia a esta discusión.
Pérez Royo, quien comenta la interdicción de los efectos confiscato
rios de los tributos en la Constitución española de 1978, señala que se
trata más de un principio de valor ideológico o político que jurídico y
dice que en aquellos casos en que; "...un tributo 1 egase a producir efec
to confiscatorio o de anulación del derecho de propiedad, el precepto
sería tachado de inconstitucional sin necesidad de recurrir al principio
que estudiamos, por el simple juego de la regla de la capacidad econó
m ica".*' En otras palabras, para el autor citado, la señalada prohibición
no tiene mayor aplicación práctica, pues todo se reduce a un problema
de respeto del principio de capacidad contributiva.
De acuerdo con Rodríguez Bereijo: "Se trata de un principio que se
proyecta sobre el conjunto del sistema tributario a la manera de princi
pio estructural de la Constitución financiera que trata de garantizar el
respeto por parte del sistema fiscal de otros valores y derechos consus
tanciales a la Constitución económica, como el derecho a la propiedad
privada (art.33) o la libertad de empresa y la economía de mercado
(art.38). Constituye, pues, un límite explícito a la progresividad que ins
pira el sistema tributario y a la eventual utilización de la vía fiscal (a la
revolución social por los impuestos) como instrumento de transforma
ción pacífica del sistema económico y social que la Constitución pro
pugna".** Como vemos, el autor engarza el principio con la protección
de la propiedad privada, la libertad de empresa y el principio de pro
gresividad de los impuestos.
Según Fernández Segado: "E l principio de la no corvfiscatoriedad se
nos presenta de esta forma como un límite último del sistema tributario
con el que, sustancialmente, se pretende impedir que una aplicación
extrema del principio de progresividad atente contra la capacidad
económica que la sustenta".**
Pérez Royo, F. Derecho financiero y tributario. Parte General. Civitas, Madrid, 1996,
p. 40.
Rodríguez Bereijo, A. "Los principios de la imposición en la jurisprudencia consti
tucional española". Revista Española de Derecho Financiero, N° 100, Civitas, Madrid,
1998, p. 622.
Fernández Segado, F. "Los principios constitucionales tributarios en la Constitu
ción Española de 1978", Revista Tachirense de Derecho, N° 10, UCAT, San Cristóbal,
1998, p. 154.
113
El autor concibe la prohibición como un límite al principio de pro
gresividad que persigue resguardar la capacidad económica del contri
buyente como índice revelador de la posibilidad de contribuir.
En nuestra opinión, aparte de su clara conexión con la garantía del
derecho de propiedad y con la prohibición general de confiscación, la
norma que prohíbe los efectos confiscatorios de los tributos, está ínti
mamente vinculada a los postulados fundamentales de la tributación. El
análisis de estos principios en su relación con la no confiscatoriedad de
los tributos, nos permitirá perfilar con mayor profundidad el alcance y
contenido de esta prohibición.
114
dencia ha preferido hablar de violación de la libertad econòmica cuando
un tipo impositivo es desproporcionado.®'* Lo cierto es que el tributo
confiscatorio no sólo es como hemos visto im atentado a la garantía de
la propiedad privada y una violación flagrante al principio de capaci
dad contributiva, sino que también comporta una lesión al derecho que
tienen todos los ciudadanos de dedicarse libremente a la actividad
económica de su preferencia, sin más limitaciones que las previstas en
la Constitución y en la ley, por razones de desarrollo humano, seguri
dad, sanidad, protección del ambiente y otras de interés social (art. 112
de la Constitución).
Del mismo modo en que el poder tributario no puede destruir el
derecho de propiedad, tampoco puede impedir el ejercicio de la libertad
de industria y comercio, porque de esa forma también se quebranta una
garantía constitucional fundamental.
En materia tributaria el principio de libertad económica es recono
cido no sólo por aplicación de lo dispuesto en el art. 112 de la Constitu
ción, de acuerdo con el cual el Estado promoverá la iniciativa privada,
garantizando la creación y justa distribución de riqueza, así como la produc
ción de bienes y servicios que satisfagan las necesidades de la población
y la libertad de empresa, comercio e industria, sino también porque el
propio art. 316, insertado en el capítulo relativo al sistema tributario dice,
entre otras cosas, que este último procurará la protección de la econom
ía y la elevación del nivel de vida de la población.
Así, el costo que suponen los tributos para el desarrollo de una ac
tividad lucrativa, debe ser soportable para una empresa que trabaja en
condiciones normales y debe dejarle al propietario un beneficio justo,
acorde con las expectativas asociadas a la creación de riqueza y al libre
ejercicio de la industria y el comercio legítimos. Por el contrario, si un
tributo no es soportable para ima empresa porque impide llevar a cabo
la actividad económica en condiciones que permitan la generación de
utilidad, no cabe la menor duda que los efectos del mismo son confisca-
torios.
Cf. S. JSlro.CM CARC, 24-1-90, caso Inversiones Confinanzas, C.A. vs. Concejo M uni
cipal del Distrito Guaicaipuro del Estado Miranda, Consultada en: Romero-Muci, H.
Jurisprudencia tributaria municipal y la autonomía local. (1936-1996), T.I, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas, 1997, p. 429 y ss.
115
(iii) El tributo confiscatorio como una violación al principio de justicia
** Ib. p.294-295.
116
c) El alcance de la prohibición constitucional de los efectos confiscatorios de
los tributos
Valdes Costa, R. Curso de Derecho Tributario, Depalma, Temis, Marcial Pons, Bue
nos Aires, Santa Fé de Bogotá, Madrid, 1996, p. 130.
117
En tal virtud, la discusión teórica sobre la posibilidad de que un tri
buto en particular o el sistema tributario en general, puedan tener efec
tos confiscatorios, perece haber perdido vigencia en el marco de la
Constitución, pues tal posibilidad es incuestionable y para refrenarla la
Carta Fundamental ha previsto la norma pertinente.
En consecuencia, mientras la confiscación es ima detracción patri
monial de carácter sancionatorio aplicada por el Estado a quienes han
cometido ciertos delitos muy graves, los efectos confiscatorios de los tribu
tos se producen como consecuencia de exacciones patrimoniales sin
carácter sancionatorio, pero que atentan contra los sujetos pasivos de la
imposición, al gravar hechos que no son manifestaciones de capacidad
contributiva o al exceder el gravamen proporcional y racional que co
rresponde a las manifestaciones de capacidad económica descritas por
el legislador como hechos imponibles.
Veamos de seguidas cómo se manifiestan en la práctica las dos ver
tientes fundamentales de los efectos confiscatorios de los tributos,
según la definición anteriormente esbozada.
Sánchez Pedroche citando a De Mita, dice que las sanciones impropias suponen
situaciones de desventaja para el contribuyente que hubiese quebrantado determi
nadas obligaciones fiscales, desventajas éstas que pueden ser de dos tipos: a) De
118
particularmente a los casos del rechazo del gasto por falta de retención
o enteramiento tardío del impuesto sobre la renta retenido y a la no de-
ducibilidad de los créditos fiscales soportados en facturas que no cum
plen ciertos requisitos formales, a los efectos del impuesto al valor
agregado.
En ambos casos, el incumplimiento de ciertas formalidades cuyo
objetivo fundamental está orientado a facilitar el control fiscal, permite
que se desconozca la realidad ocurrida y se privilegie la verdad formal
sobre la material, admitiendo con ello que el impuesto recaiga, como
hemos dicho, sobre hechos que no son manifestaciones de capacidad
contributiva.
Esta situación es paradójica si se tiene en cuenta que conforme a la
interpretación conjimta de los arts.s 5, 1 5 y 16 del Código Orgánico Tri
butario en materia tributaria priva el principio de la realidad (sustancia)
sobre la forma, pero en ciertos casos la interpretación y aplicación de
ciertas normas impositivas permite la operación inversa, es decir, la
superposición de la forma sobre la sustancia, cuando es el contribuyente
quien trata de demostrar la verdad material y no meramente formal de
los hechos sujetos a imposición. La injusticia inmanente en esta situa
ción es verdaderamente odiosa.
En el caso del rechazo de la deducibilidad del gasto por falta de re
tención, una erogación efectivamente realizada (causada, normal y ne
cesaria, hecha en el país con el objeto de producir la renta) y que debe
ser deducida a los fines de la determinación del enriquecimiento neto,
se desconoce como consecuencia del incumplimiento de un deber de
colaboración en las tareas de determinación del impuesto. El rechazo
del gasto conduce a que el mismo se adicione a la base imponible,
transmutando alquímicamente y de manera totalmente artificial, lo que es
un egreso en xm ingreso. De esta manera el impuesto recae sobre xma
119
medida imponible falsa, artificiosamente abultada, y esa es la razón por
la cual se grava una manifestación de capacidad contributiva inexisten
te, generándose con ello que el impuesto sobre la renta, en el caso con
creto, tenga im efecto confiscatorio.
Sobre el particular, Blanco-Uribe Quintero dice que; "Evidentem en
te, el parágrafo Sexto del previamente transcrito art. 78 de la referida
Ley de Impuesto sobre la Renta, es contentivo de ficciones legales que
pretenden, injustamente, privar de contenido o restar alcance efectivo
del principio constitucional de capacidad económica. En este orden de
ideas, resulta obvio que un contribuyente, a pesar de que en la realidad
de los hechos haya efectuado una serie de gastos en el país, causados,
normales y necesarios para la producción de la renta, como consecuen
cia de la aplicación de la ficción legal que pretende entablar la presun
ción de que, por no haber retenido o por haber retenido y dejado de en
terar oportunamente el impuesto, no habría incurrido en tales gastos,
estaría siendo afectado en su esfera jurídica subjetiva, de forma arbitra
ria, puesto que se le sujetaría al pago del tributo por encima de su capa
cidad económica".^*
Afortunadamente, hoy en día la discusión sobre si el rechazo de
costos y gastos por falta de retención o por enteramiento tardío de las
retenciones efectuadas, es una norma sancionatoria o inconstitucional
por violar el principio de que los tributos deben recaer sobre la verda
dera y no la aparente capacidad contributiva, o que conduce a una do
ble imposición, ya no tiene la misma importancia por dos razones fun
damentales. En primer lugar, la disposición normativa en cuestión ya
no existe en nuestro ordenamiento jurídico en los términos en que esta
ba consagrada en las leyes de impuesto sobre la renta anteriores a la vi
gente.
De hecho, antes de que entrara en vigor la Ley de Impuesto sobre la
Renta del 28 de diciembre de 2001, ya el Código Orgánico Tributario de
2001, en su art. 342, había derogado la norma que autorizaba el rechazo.
En segundo lugar, el Código Orgánico Tributario de 2001, cambió radi
calmente la regulación de la materia.
En efecto, el parágrafo primero del art. 27 del Código Orgánico Tri
butario, señala que: "Se considerarán como no efectuados los egresos y
gastos objeto de retención, cuando el pagador de los mismos no haya
120
retenido y enterado el impuesto correspondiente conforme a los plazos
que establezca la ley o su reglamento, salvo que demuestre haber efec
tuado efectivamente dicho egreso o gasto".
Como puede advertirse con facilidad, la norma mantiene la facultad
de la Administración Tributaria de desconocer egresos y gastos que no
han sido objeto de retención o que habiéndolo sido, no ha ocurrido en
cambio el enteramiento de la suma correspondiente en los plazos prees
tablecidos. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría en el pasado,
cuando la redacción de la norma en las distintas leyes de impuesto so
bre la renta declaraba rotundamente la inadmisibilidad del costo o el
gasto a los fines de su deducción, la nueva disposición ha sido diseñada
con la estructura de rma presu nción que a d m ite p ru eba en con trario.
Por tanto, la Administración Tributaria no está facultada para re
chazar de plano el egreso o el costo cuando las disposiciones en materia
de retención han sido incumplidas o cumplidas defectuosamente; antes
por el contrario, sólo puede presu m ir que dichos egresos o gastos no se
han realizado, mientras el contribuyente no logre d em o stra r lo contra
rio. De esto se sigue que siempre que el contribuyente logre probar que
efectuó un egreso o un gasto, puede deducirlo a los fines de la determi
nación de su enriquecimiento neto, aun cuando en su condición de
agente de retención haya incumplido con la normativa correspondiente,
ello sin perjuicio, claro está, de las sanciones que resultan aplicables en
este caso.
La forma y la oportunidad en que el contribuyente va a realizar esta
demostración, es una materia regulada por las normas generales que en
materia de pruebas contiene el Código Orgánico Tributario. De acuerdo
con estas disposiciones, concretamente la contenida en el art. 156:
"Podrán invocarse todos los medios de prueba admitidos en derecho,
con excepción del juramento y de la confesión de empleados públicos,
cuando ella implique prueba confesional de la Administración". Por
tanto, el contribuyente podrá promover y evacuar pruebas documenta
les, de experticia, de inspección judicial y cualquier otro medio de
prueba que resulte legal, legítimo, pertinente y conducente para demos
trar el egreso o el gasto rechazado por la Administración Tributaria. En
cuanto a la oportunidad, el contribuyente podrá realizar la demostra
ción antes referida, durante el procedimiento administrativo sumario
que se abre una vez levantada el acta fiscal de reparo; o durante el pro
cedimiento administrativo recursivo o de segundo grado, cuando se
intenta im recurso jerárquico contra el acto admmistrativo de deter
minación tributaria, o, finalmente, durante el proceso contencioso tribu
tario.
121
Por lo que respecta al rechazo de los créditos fiscales reflejados en
facturas que no cumplen con los requisitos reglamentarios, se perturba
de igual forma la determinación de impuesto al valor agregado, pues
se impide restar de los débitos fiscales los créditos generados por la ad
quisición efectiva y verdadera de bienes o la recepción de servicios, simple
y llanamente como consecuencia de meras omisiones formales. Ello
ocurre incluso en los casos en que el contribuyente ofrece a la Adminis
tración Tributaria plena prueba de que ha soportado la cuota tributaria
en la adquisición del bien o en la recepción del servicio.
De esta forma la cuota tributaria liquidable se eleva artificialmente
y el impuesto, al igual que en el caso anterior, recae sobre una manifes
tación de capacidad contributiva distorsionada, que no responde a la
realidad, todo lo cual comporta que el impuesto al valor agregado, en el
caso concreto, tenga un efecto confiscatorio.
En este sentido, Mónica Viloria Méndez expresa que: "Cuando el
legislador subordina a la correcta observancia de una obligación mera
mente formal, la determinación de los créditos fiscales a deducir en de
terminado ejercicio, está añadiendo a la sanción propia que implica la
inobservancia de un deber de colaboración, un agravamiento de la car
ga económica, alterando la cantidad de impuesto a pagar que debía re
sultar según un determinado presupuesto económico, con lo cual se
vulnera la exigencia constitucional de que todo tributo debe responder
a una capacidad económica. (...) Efectivamente, el rechazo del crédito con
fundamento en la desproporcionada importancia atribuida a una mera
formalidad cuyos únicos fines son de control fiscal, desarticula la es
tructura del impuesto gravando de manera artificial manifestaciones de
capacidad económica que no existen"(Cursivas nuestras).
Lo cierto es que cuando el tributo incide sobre un hecho que no es
calificable como una manifestación de capacidad económica, se produce
una detracción patrimonial que no encuentra asidero en el poder de
imposición ni en el deber de contribuir al sostenimiento de los gastos
públicos, razón por la cual sus efectos son confiscatorios.
122
(ii) El gravam en desproporcionado con respecto a la capacidad contri
butiva
123
Finalmente, el límite cuantitativo ideal de hoy puede convertirse en
im obstáculo injustificable en el futuro para la aplicación de determina
do tributo en un entorno social, económico y político diverso. Por ejem
plo, una carga fiscal compuesta que alcance el 56% del in c e s o de un
contribuyente en una economía deprimida, con alta inflación, desem
pleo, inseguridad jurídica y personal, inestabilidad política y una infra
estructura de servicios púWicos arruinada, podría estimarse confiscato-
ria; en cambio, si ese mismo país llega luego de muchos años a fortale
cer su economía, reduce la inflación a un dígito, disminuye el desem
pleo, alcanza estabilidad política y seguridad jurídica y personal y cuen
ta con una infraestructura de servicios públicos de primera, tal vez la
carga fiscal total del 56% por ciento sea muy razonable.
Por eso es que la jurisprudencia ha dicho que:
Cf. S. TSJ/SC, 28-09-04. Revista de Derecho Público, N° 99-100, Editorial Juridico Ve
nezolana, 2004, pp. 187-192.
” Valdes Costa, R., O.c., p .l31.
” Valdes Costa, R. O.c., p .l31.
124
estático y general puede resultar inoperante y hasta generar más injusti
cia de la que quiere evitar, habremos de convenir también en que no es
el legislador el candidato indicado para asumir la tarea de dar conteni
do a la prohibición de efectos confiscatorios en materia tributaria.
Es sin duda al juez a quien corresponde esta difícil tarea y así ha su
cedido en otros países, en los cuales ha sido la jurisprudencia la encar
gada de delimitar el alcance y contenido del principio de no confiscato
riedad en el ámbito tributario.
Una opinión diametralmente opuesta es la sostenida por la autori
zada pluma del profesor Spisso, para quien: "Establecer en la Constitu
ción nacional el límite de los tributos constituye un imperativo ante tan
tas demasías fiscales, sin perjuicio de que el Congreso quede facultado,
en situaciones de excepción, para elevar el tope establecido, exigiéndose
para ello mayorías especiales (...).
De esta manera, se aseguraría que el desborde fiscal no conspire en
contra de la producción de la riqueza, flexibilizándose adecuadamente
al mismo tiempo el sistema, para que en situaciones de emergencia y
con el consenso de una mayoría sustancial de los representantes del
pueblo se pueda elevar el límite máximo".^“'
Disentimos respetuosamente de esta muy autorizada opinión y
agregamos a los argumentos que hemos esbozado en favor de nuestra
postura, uno más.
El que el asunto sea deferido a la consideración del juez, satisface
una necesidad ineludible para que la prohibición sea aplicada recta
mente. Salvo en los casos extremos en los cuales pueda considerarse sin
resquicio algxmo de duda que un tributo genera, desde el punto de vista
cuantitativo, efectos confiscatorios, tales efectos confiscatorios se traducen
normalmente en una cuestión de hecho que ha de ser probada ante el juez,
mediante la promoción y evacuación de las pruebas legales y pertinen
tes al caso concreto.
En este sentido, el mismo profesor Spisso, citando la jurisprudencia
de la Corte Suprema de la Nación Argentina, nos recuerda que un im
puesto es confiscatorio cuando de la prueba rendida surja la absorción por
el Estado de una parte sustancial de la renta o capital gravado. Y más
adelante señala con toda rotimdidad que: "L a confiscatoriedad implica
un perjuicio, al absorber el gravamen de una parte sustancial de las ren-
Spisso, R. O .C ., p. 272.
125
tas reales o potenciales de una empresa o actividad, racionalmente ex
plotadas. Y ese perjuicio debe ser probado por parte de quien lo alega"
(Cursivas nuestras).*^
Lo anterior no significa, es bueno aclararlo, que en el diseño de los
tributos el legislador no deba respetar la prohibición de los efectos con
fiscatorios. La construcción de la norma tributaria es el primer estadio
en el cual debe procurarse ima cabal satisfacción del principio de no
confiscatoriedad, lo cual sólo puede alcanzarse cuando se toman en
consideración todos los principios constitucionales que delimitan y li
mitan el poder de imposición, aun cuando ello no garantice que el tribu
to no produzca efectos confiscatorios en un caso concreto, según lo que
se ha explicado con anterioridad.
En este punto -el del diseño de la norma tributaria- la no confiscato
riedad se logra sobre todo cuando se atiende al principio de la capaci
dad contributiva, el cual resulta satisfecho, según apuntan con acierto
Pérez de Ayala y González, cuando: i) las normas reguladoras del im
puesto que configuran su hecho imponible no desmientan la voluntad
del legislador de gravar en forma directa o indirecta, la existencia de
una renta, de un patrimonio o un acto de uso o gasto de una renta o pa
trimonio; ii) el legislador no emplee ficciones jurídicas o legales al defi
nir las realidades económicas gravadas (ficciones relativas al hecho im
ponible); ya sea en la normas que valoran esas realidades (ficciones rela
tivas a la base imponible), bien sea al definir al sujeto pasivo del im
puesto al que se grava como titular o beneficiario de aquellas realidades
que indican la capacidad económica de pagar el impuesto.*”
Finalmente, conviene dejar establecido que la declaratoria del juez
de que determinado impuesto produce efectos confiscatorios, salvo en
el caso de una declaratoria de inconstitucionalidad con efectos erga om-
nes, no puede crear una situación privilegiada de im contribuyente fren
te al resto de los sujetos pasivos de la imposición. Esa declaratoria no
podría eximir sin más al contribuyente del pago del tributo que produce
los efectos confiscatorios. Para respetar el principio de generalidad de
los tributos y los principios de igualdad y justicia tributaria, el juez de
bería establecer cuál es la porción de la carga tributaria que no debe ser
soportada por el sujeto pasivo y de cuyo pago será eximido.
35
Spisso, R. O.C., p.251- 257.
36
Pérez de Ayala, J.L.-González, E. O.c., p .l79.
126
C a p ít u l o S ex t o
PRINCIPIO DE JUSTICIA TRIBUTARIA
Sección Primera
ANTECEDENTES
' Pour l'entretien de la force publique, et pour les dépenses d'administration, ime
contribution commune est indispensable. Elle doit être également répartie entre
tous les Citoyens, en raison de leurs facultés
127
La Constitución vigente no agregó nada nuevo al respecto, reite
rando la formulación de la Constitución de 1961, en su art. 316.
Sección Segunda
PERFILES FUNDAMENTALES
128
La justicia tributaria se cumple en este aspecto cuando existe pro
porcionalidad entre la obligación que nace cuando ocurre el hecho pre
visto en la ley.’
La conexión entre el principio de justicia tributaria y el de capaci
dad contributiva es indiscutible, porque determinar cuál es la medida
justa en la cual cada quien debe contribuir al sostenimiento de las car
gas públicas, requiere precisar cuál es la capacidad económica del sujeto
pasivo de la imposición.
Brewer-Carías señala con acierto que: "...para no ser injusta, la tri
butación debe adaptarse a la capacidad económica de cada contribuyen
te ."’ Dado que la Constitución ordena que el sistema procure la distribu
ción justa de esas cargas, es claro que se trata de un principio que in
forma, fundamentalmente, la creación de las normas tributarias. La
Constitución impone al legislador que atienda a los principios de pro
gresividad y capacidad contributiva, como mecanismos fundamentales
para modular la carga tributaria.
En consecuencia, el sistema tributario justo es aquél que logra dis
tribuir equitativamente la carga tributaria entre los ciudadanos, tom an
do en cuenta las diferentes situaciones económicas de éstos, y no sólo
frente al poder tributario de un Estado en particular sino también frente
al poder de imposición de otros países, como con gran acierto lo ha
aclarado la jurisprudencia de la Sala Constitucional del Tribvmal Su
premo de Justicia:
Corti, A.H. "D e los principios de justicia que gobiernan la tributación (igualdad y
equidad)". Estudios de Derecho Constitucional Tributario en homenaje al prof. Juan Car
los Luqui. Depalma, Buenos Aires, 1994, p.294.
3
Brewer Carias, A.R. "Las protecciones constitucionales...Cií. p. 18.
129
nomía nacional como base de la tributación; el bienestar de la población
como fin último de las cargas tributarias; así como también, la existencia
de un sistema eficiente de recaudación que permita al Estado financiar los
gastos públicos e impedir la injusta distribución de hecho de las cargas
públicas. Pues bien, como se ha dicho anteriormente, la noción integral de
justicia tributaria que asume la Constitución, no se agota en la distribución
de las cargas públicas entre los habitantes de Venezuela frente al Fisco
Nacional, sino que trasciende hoy en día, por efecto de la llamada globali-
zación económica, a la coexistencia armónica de las naciones, razón por la
cual esa justa distribución de las cargas públicas debe realizarse no solo
frente al Fisco Nacional, sino frente a la concurrencia de los poderes sobe
ranos de imposición de todos los Estados, que legítimamente pretenden
exigir a sus habitantes contribuir con sus gastos, aunque las rentas tengan
su origen fuera de sus fronteras. En el mismo sentido, cabe señalar que ac
tualmente la justicia tributaria no está identificada con el principio territo
rial, así como tampoco podría estarlo con los demás factores de conexión o
causas de legitimación para la imposición de cargas fiscales, sino que es la
resultante de la ordenada y equitativa combinación de los diversos crite
rios de legitimación mencionados. De allí que los tratados para evitar la
doble o múltiple imposición y combatir la evasión fiscal vienen a comple
tar la ordenación para el logro de la justa distribución de las cargas publi
cas entre los individuos y el justo reparto de la competencia de los Estados
para imponer cargas y recaudar ingresos. De acuerdo a lo anterior, se hace
necesario señalar que las normas denunciadas del Convenio establecen
topes o límites máximos a las alícuotas impositivas, aplicables a la imposi
ción de los dividendos, intereses y regalías, por parte del Estado de la
fuente, que podría ser indistintamente Venezuela o Estados Unidos, los
cuales son uniformes para las dos partes e inferiores a las normales de
ambas legislaciones internas. Esto se hace con el propósito final de que
ambos Estados Contratantes puedan gravar al mismo tiempo esas rentas
específicas sin que se exceda la carga tributaria razonable, cuyo máximo
común se ubica en el 34% aproximadamente, del enriquecimiento o renta
neta gravable obtenidos por esos conceptos específicos, por las personas
amparadas por el Convenio. Admite la Sala que las alícuotas máximas fi
adas, en las normas impugnadas del Convemo, están referidas a ingresos
brutos recibidos y no a rentas netas obtenidas por los contribuyentes. Ello
quiere decir que las limitaciones impuestas deben prever que dichos in
gresos y regalías, así como también la aplicación de los gastos generales
del contribuyente a la obtención de todas sus rentas, lo cual sólo sería de
terminable globalmente en el país de la residencia; por esto, los topes de
imposición del Convenio para el país de la fuente deben ser necesariamen
te muy inferiores a la máxima alícuota de su legislación interna, con el ob
jeto de no gravar costos y gastos y de no gravar la porción de las rentas
netas que corre^onde gravar al Estado de la residencia. A lo anterior, se
agrega que los Estados Contratantes acuerdan en esas normas denimcia-
das del Convenio (Intereses) beneficios fiscales de exención total o parcial,
uniformes y recíprocos, a favor de entes públicos y empresas del Estado
pertenecientes a los mismos, con la finalidad de que esas rentas exentas
únicamente puedan ser gravadas por el Estado de pertenencia de esos su
jetos. Estos beneficios son particularmente significativos para el Fisco Ve
nezolano, habida consideración de los importantes ingresos que perciben
en territorio de los Estados Unidos de América ciertas entidades o empre-
130
sas públicas venezolanas. Se añade también que el Estado de la residencia
deberá reconocer como crédito fiscal, el impuesto pagado al Estado de la
fuente por el contribuyente, según las limitaciones de la legislación inter
na, sobre esas rentas. Por consiguiente, las normas denunciadas del Con
venio (arts.s 11,11 A y 12) no atenían contra el principio constitucional de
la justa distribución de las cargas públicas según la capacidad económica
de los contribuyentes, porque esa distribución de cargas se hace frente a
las necesidades de ingreso y poderes impositivos de ambos Estados Con
tratantes, con una visión bilateral de la capacidad económica del sujeto,
que tiene el deber de contribuir a los gastos públicos del Estado de resi
dencia y del Estado de la fuente de la renta en proporción a las rentas atri-
buibles a cada uno".“*
Se afirma que: "L a igualdad ante el tributo, así como la generalidad
del mismo, son las dos columnas en que reposa la justicia tributaria"*.
Por lo tanto, el sistema tributario justo es aquel que respeta el principio
de generalidad, establecido en el art. 133 de la Constitución, y el de la
igualdad material, previsto en el art. 21 de la Carta Fundamental, a par
tir del cual se impone un tratamiento igual para los iguales y desigual
para los desiguales,” pues como afirma Casás invocando a Jarach, "...la
igualdad no es una mera enunciación de propósitos sino una norma
Cf. S. TSJ/SC, 07-08-01, caso; Fermín Toro Jiménez y otros, consultada en:
H t t p ://WWW.tsj.gov.ve.
Brewer Carias, A.R. Instituciones...Cit, p.374.
"Pueden reconocerse tres modalidades del derecho a la igualdad: a) igualdad co
mo generalización, que rechaza los privilegios, al vincular a todos los ciudadanos a
unas normas generales que no admiten distingos; se relaciona con el conocido
principio de que la norma jurídica regula las categorías de sujetos y de situaciones,
para las cuales existe una misma respuesta por parte del Derecho; b) igualdad de
procedimiento o igualdad procesal, que supone la sanción de reglas de solución
de conflictos, iguales para todos, previas e imparciales; y c) igualdad de trato, que
implica atender igualmente a los iguales. Sucede, no obstante, que respecto a un
mismo supuesto de hecho puedan darse diferencias en los elementos que lo con
form an. lo que daría lugar a la aplicación de consecuencias jurídicas diferentes
según que las distinciones sean relevantes para justificar un trato desigual (la
igualdad como diferenciación) o irrelevantes, en c u y o caso se dará un trato igual
lia igualdad como equiparación!. La igualdad como equiparación rechaza, como
quedó dicho, la discriminación fundada en criterios de diferenciación considerados
irrelevantes. El anotado rechazo se funda mayormente en criterios razonables,
formados a través del tiempo y asumidos como tales por la ética pública en im
momento determinado. En cambio, la igualdad com o diferenciación tom a en
cuenta las diferencias que existen entre hechos aparentemente sim ilares, para -
en función igualadora-, dar un trato diferenciado. Aquí no se aplican criterios
abstractos, como en el caso anterior, sino que se imponen criterios valorativos o de
razonabilidad, con el fin de ponderar si las diferencias advertidas justifican el trato
desigual" p esta ca d o s y subrayados nuestros). C f S. TSJ/SC, 13-05-02, caso: Uni
versidad Central de Venezuela.
131
imperativa que obliga en lo tributario 'a los legisladores a un compor
tamiento determinado', actuando como 'lím ite al poder fiscal y a su
ejercicio...con la consecuencia de que si éste lo viola, el Poder Judicial,
como supremo intérprete de la Constitución, puede invalidar la Ley que
infrinja este principio.'
Sección Tercera
PROYECCIONES CONCRETAS DEL PRINCIPIO
132
ciertos grupos de la sociedad. Aquí entran las normas tributarias que
impiden la ocurrencia del hecho imponible (no sujeción implícita o
explícita); las que neutralizan los efectos del hecho imponible (exencio
nes y exoneraciones) y las que disminuyen el importe tributario me
diante el reconocimiento de ciertos beneficios (deducciones, exclusiones
de la base imponible, rebajas e incentivos).
c) Imposición directa
133
fiscales que no guardan relación alguna con el interés de la colectividad
y la satisfacción de sus necesidades. Un sistema tributario que vuelca
sobre los particulares el peso económico de la indisciplina fiscal, de las
decisiones equivocadas en materia económica, del gasto improductivo y
de-las medidas populistas con fines estrictamente proselitistas, es sin
duda, injusto y contrario a la Constitución.
Por eso señala con razón P. M. Gaudemet que: "el impuesto no
puede crearse por cualquier concepto. No puede tener como fin despo
seer al contribuyente como lo hacen las tributaciones confiscatorias. Su
necesidad sólo se admite para cubrir los gastos de interés general."* En
este sentido, el Acta Constitucional francesa del 24 de junio de 1793,
proclama en su art. 20 que: "N o puede establecerse ninguna contribu
ción si no es para la utilidad general" y que "Todos los ciudadanos tie
nen derecho a concurrir al establecimiento de las contribuciones, de vi
gilar su empleo, y de hacer que se les rindan cuentas".
Más categórica aún es al respecto la Constitución venezolana de
1819, en cuyo art. 8 se dispone que: "E s del deber de todo Ciudadano
velar sobre la legítima inversión de las Rentas Publicas en beneficio de
la Sociedad, y acusar ante los representantes del Pueblo à los defrauda
dores de ellas, bien sea el fraude de parte de los contribuyentes, bien
parte de los administradores, ó del gobierno que las dirige".
Por otra parte, es materialmente injusto el sistema tributario cuando
los ciudadanos no ven compensada su contribución con los mínimos
beneficios que supone la vida en una sociedad moderna: servicios
públicos eficientes, seguridad, salud pública, administración de justicia
confiable y eficaz, acceso a la educación, entre otros. De nada sirve ex
plicar al ciudadano común que el impuesto, por definición, no implica
que el contribuyente tenga derecho a recibir una contraprestación es
pecífica o la potencialidad de un beneficio por lo que paga, pues esto es
propio de las tasas o las contribuciones, según el caso. Tales exquisite
ces teóricas son verdaderamente inútiles cuando los contribuyentes
sienten que la merma de su patrimonio y el consecuente sacrificio
económico que implica el pagar tributos, se diluye en el monstruoso
"agujero negro fiscal".
La propia Constitución señala el objetivo al cual se dirige en última
instancia el sistema tributario, al establecer en su art. 316 que éste debe
proteger la economía nacional y elevar el nivel del vida del pueblo.
134
La protección de la economía nacional en el marco del sistema tri
butario no puede reconducirse simplemente al plano de los tributos con
fines extrafiscales que crean barreras a los productos extranjeros, por
que esto es sólo una pequeña parte del objetivo.
En este caso la idea del constituyente es que la tributación no se
convierta en un obstáculo insalvable para el normal desarrollo de las
operaciones económicas, sino que la tributación sobre las economías
privadas se ajuste a unos límites que permitan la subsistencia y desarro
llo de éstas, en una relación de proporción directa a partir de la cual se
paguen más tributos según haya más riqueza en la población y esos tri
butos sirvan, a su vez, para proteger e incrementar la riqueza de todos.
No debe olvidarse jamás que la existencia misma del sistema tribu
tario descansa, totalmente, en el fomento y la protección de las econom
ías privadas, no de las públicas. Si los patrimonios particulares son
menguados o extinguidos como producto de una imposición desmedi
da, el sistema tributario desaparece irremediablemente.
En cuanto al propósito de elevar el nivel de vida del pueblo, éste se
explica por sí solo. La creación y la recaudación de los tributos no son
fines en sí mismos; se trata por el contrario de instrumentos propios del
sistema financiero, que persiguen la obtención de recursos para sufra
gar el gasto público y éste, a su vez, debe destinarse al bienestar colecti
vo.
El sistema tributario consagrado en nuestra Constitución busca
compensar las iniquidades y profundas diferencias de nuestra sociedad,
pero no para igualar a todos los ciudadanos en la pobreza, sino para
rescatar a los que se encuentran en ella sin sacrificar a nadie. Cuando la
Constitución habla de elevar el nivel de vida del pueblo, no alude a im
sector específico de la sociedad, sino a toda la sociedad y no puede ser de
otra forma porque jamás será justo el sistema tributario que con la excu
sa de beneficiar a las clases sociales menos favorecidas, oprime median
te una fiscalidad excesiva a otros sectores de la población, precipitándo
los a la pobreza.
135
C a p ít u l o S é p t im o
PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD
Sección Primera
BREVE RESEÑA HISTÓRICA
137
"Art. 232.- El régimen rentístico nacional se organizará y funcionará sobre
la base de justicia e igualdad tributaria con el fin de lograr una repartición
de impuestos y contribuciones progresiva y proporcional a la capacidad
económica del contribuyente, la elevación del nivef de vida y del poder ad
quisitivo de los consumidores y la protección e incremento de la produc
ción nacional" (Cursivas nuestras).
Por su parte, la Constitución de 1961, señalaba;
Sección Segimda
LA PROGRESIVIDAD EN LA CONSTITUCIÓN VIGENTE
138
De acuerdo con Rúan Santos, la progresividad que ordena atender
la norma constitucional ha sido concebida como im principio comple
mentario del de la capacidad contributiva, puesto que su función es
adecuar la presión de los tributos a los mayores niveles de capacidad
captados por las normas legales que describen los hechos y las bases
imponibles, de modo que quienes adquieran, consuman o posean ma
yores riquezas tributen en mayor medida, mediante superiores alícuo
tas, que aquellos que aquellos que se encuentra situados en niveles infe
riores de riqueza/
De modo pues que en un sistema tributario ideal como el concebido
por el constituyente venezolano, las alícuotas o tarifas tributarias, deben
ser progresivas y, en consecuencia, aumentar o disminuir según aumen
te o disminuya la base imponible. Por otra parte, Brewer Carias afirma
al respecto, eri un trabajo que puede considerarse precursor en la mate
ria en nuestro país, que; " .. .el impuesto progresivo es el instrumento
más idóneo para perseguir uno de los fines del Estado: la redistribución
de las rentas".*
Sección Tercera
LA EFICACIA DEL PRINCIPIO
139
ria, en la casi totalidad de los supuestos posibles, involucra una presta
ción de dar que, también en la generalidad de los casos, supone la en
trega de una suma de dinero o al menos de bienes valorables económi
camente.
De esta forma, la precisa delimitación de esa prestación de dar, que
como advertimos suele consistir en la entrega de una suma de dinero,
exige una representación económicamente relevante del hecho imponi
ble. Así, por ejemplo, el gravamen con el impuesto al valor agregado de
una prestación de servicios no es posible sino en tanto y en cuanto, di
cha prestación de servicios sea onerosa y exista por ende una magnitud
económica -en este caso el precio pagado por el servicio- sobre la cual
aplicar el impuesto correspondiente. Precisamente esa magnitud
económica en que se traduce el hecho imponible y que hace posible
cuantificar el importe tributario en los tributos variables, es la base im
ponible, también denominada base de medición.
De acuerdo con Ferreiro Lapatza: "...podemos definir la base impo
nible como la dimensión o magnitud de un elemento del presupuesto
objetivo del hecho imponible que se juzga como determinante de la ca
pacidad contributiva relativa (...) la base es siempre la dimensión o
magnitud de un elemento integrante del hecho imponible, pues, en pu
ra lógica, si el tributo se paga en relación con la base imponible, si no
hay base imponible no hay cuota, no nace la obligación tributaria. Para
que nazca la obligación tributaria es necesario que se dé el hecho impo
nible en todas sus partes completamente, y una de sus partes o elemen
tos necesarios para que nazca la obligación tributaria es aquel cuya
magnitud se toma como base'"*. En la doctrina patria, el profesor Ro-
m ero-M uci expresa que la "...la base imponible es el parámetro legal al
que se aplica el tipo imponible a fin de cuantificar, caso por caso, el im
porte de la prestación tributaria. La base imponible se convierte en la
plataforma, en la magnitud sobre la cual opera el tipo de gravamen."®
Por su parte, la alícuota o tarifa, como hemos dicho, forma parte de
los elementos cuantificadores de la obligación tributaria y viene repre
sentada por un porcentaje o fracción que aplicado a la base imponible
produce como resultado el importe tributario. La tarifa puede ser pro
porcional si es fija, independientemente de la variación de la base impo-
Ferreiro Lapatza, J.J. Curso de Derecho Financiero Español. Marcial Pons, Madrid,
1996, p.403.
® Romero-Muci, H. Jurisprudencia Tributaria Municipal. T. I, Editorial Jurídica Vene
zolana, Caracas, 1996, p. CXn.
140
nible, corno suele ocurrir en los impuestos indirectos como el IVA.
Mientras que es progresiva si varía según aumente o disminuya el mon
to de la base, como ocurre normalmente en los impuestos directos como
el ISLR.
Ahora bien, la progresividad es realmente efectiva en el ámbito de
los impuestos directos, en los cuales se consultan manifestaciones direc
tas de capacidad contributiva, pero no así en los impuestos indirectos,
donde el aumento o disminución de la base no necesariamente supone
una mayor o menor capacidad contributiva, según el caso.
El profesor Ruán Santos explica que la funcionalidad de esta regla
es apreciable en la imposición directa que atiende a las cualidades del
sujeto pasivo, mucho más que en la llamada imposición indirecta, que
atiende predominantemente a las características de los actos y opera
ciones gravadas con abstracción de sus efectos en la esfera de los sujetos
pasivos.®
Por esa razón es que, coincidiendo con lo expuesto, entendemos
que el principio de progresividad gobierna el sistema tributario y es de
aplicación absoluta e indeclinable en el caso de los impuestos directos,
los cuales deben incidir en mayor medida sobre quienes exhiban mayor
capacidad contributiva.
La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia ha dicho
que: "L a compleja noción de capacidad contributiva, lleva dentro de sí
varios contenidos. Ella se enlaza directamente con la exigencia de pro
gresividad del sistema tributario: el conjimto de instrumentos de política
tributaria debe gravar en menor proporción a los contribuyentes de
menores recursos. El sistema será regresivo si, por el contrario, los ciu
dadanos con menor dotación soportan el mayor peso de las cargas que
el Estado impone por la vía im positiva"’ (Cursivas nuestras).
No obstante, comoquiera que el principio de la progresividad go
bierna el sistema tributario, aunque ciertamente el mismo no tenga una
aplicación efectiva en el caso de los impuestos indirectos, su considera
ción sigue teniendo relevancia en el marco de las políticas fiscales a la
hora de crear estos impuestos, de establecer sus ámbitos objetivos y
subjetivos de aplicación y de establecer sus tarifas.
Ib. Ib.
Cf. S. TSJ/SC, 27-02-2007, caso: Adriana Vigilanza García y Carlos Vecchio.
141
Así, siendo que el sistema tributario venezolano debe distribuir de
manera justa las cargas públicas según la capacidad económica del o la
contribuyente, atendiendo al principio de progresividad, los impuestos
indirectos, en los cuales esta regla no es satisfecha a plenitud, deben ser
excepcionales y en ningún caso deben constituir la fuente fundamental
de los ingresos tributarios. Sabido es que los impuestos indirectos son
extraordinariamente efectivos desde el punto de vista recaudatorio y su
control fiscal es realmente sencillo, siendo prácticamente imposible elu
dir o incluso evadir su aplicación.
Sin embargo, también es sabido que son impuestos regresivos, que
a contrapelo del mandato constitucional, terminan gravando en mayor
medida a quienes menos capacidad económica poseen para pagar im
puestos.
En este mismo orden de ideas, los impuestos indirectos, en el siste
ma tributario venezolano, deben contemplar siempre y en todo caso
exenciones subjetivas y objetivas y la posibilidad de otorgar exonera
ciones, a los fines de morigerar las iniquidades ínsitas en su aplicación a
los sectores de la población menos favorecidos.
Finalmente, en im sistema tributario que propugna como uno de
sus valores fundamentales la progresividad, los tributos indirectos -por
definición regresivos- deben tener una incidencia menor en el conjunto
de las cargas fiscales soportadas por los ciudadanos, lo cual se logra sin
la menor duda estableciendo alícuotas bajas o en todo caso moderadas.
Desafortunadamente ese no es el caso de nuestro sistema tributario
donde el tributo indirecto por antonomasia que es el Impuesto al Valor
Agregado, contempla una escandalosamente alta tarifa del 12%, que no
tiene justificación alguna en un país donde la mayor riqueza existente -
el petróleo- es administrada en forma exclusiva por el Estado, y quien
históricamente lo ha hecho según el leal saber y entender de los deten
tadores del poder de tum o, debiendo los ciudadanos resignarse a con
templar impávidos y con gran frustración, como la misma es dilapidada
y engullida por las fauces insaciables de la corrupción y la pésima ad
ministración.
La excesiva e injustificada fiscalidad a veces no sólo no devuelve
nada a la sociedad, sino que se convierte en ocasiones en instrumento
de opresión y dominio, como el de la dystopian society de la que hablaba
Jhon Stuart Mili en 1868, en su discurso ante la British House of Com-
mons y que ha sido magistralmente rememorada por Humberto Rome-
142
ro-Muci, para denunciar los peligros de un sistema tributario represivo,
cuyo único objetivo sea el control de la sociedad a través de diversas
formas activas y pasivas de coerción.®
En cuanto concierne específicamente a la regresividad del Impuesto
al Valor Agregado, la jurisprudencia patria ha sorteado de forma muy
peculiar este problema al señalar lo que sigue:
"La objetivización de los tributos tiende a contrarrestar los aspectos nega
tivos de otros impuestos, como el impuesto sobre la renta, el cual presenta
situaciones como la evasión fiscal, la incidencia en el sistema financiero, el
desaliento de las inversiones, además de su compleja determinación, lo
cual no sucede en el impuesto al valor agregado, en virtud de que el mis
mo es de fácil determinación (débito menos crédito) y tiene una buena ca
pacidad recaudatoria al obtenerse en distintas fases. Sin embargo, se ha
señalado que ñeñe la desventaja de su tendencia a ser regresivo, desde
que aparentemente se aleja de la capacidad contributiva del sujeto. Esta
parece ser la razón por la que el impugnante denuncia la violación del
principio de la capacidad contributiva previsto actualmente en el art. 316
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Sin embar
co, estima esta Sala que tal impugnación parte de una visión del problema
vastante escueta, por cuanto no toma en cuenta el objeto de este impuesto,
que es la circulación de la riqueza y las distintas formas de consumo. Si
bien es cierto que la forma como se presenta este impuesto no consulta de
forma directa la capacidad contributiva de los sujetos, resulta obvio que sí
lo hace de forma mediata porque pagará más aquel sujeto que adquiera
mayor cantidad de bienes o utilice mayores servicios, lo cual evidencia
ima mayor capacidad contributiva respecto a otro que adqqiera menores
bienes o requiera de menos servicios. Resulta así análogo a los impuestos
sobre cigarrillos o alcoholes, que no discriminan sobre la capacidad con
tributiva del consumidor, quien en definitiva soporta las elevaciones de
precios de tales productos de acuerdo con los impuestos.
Es por ello, que en materia de impuestos indirectos, la adopción del crite
rio de capacidad contributiva excluye de la imposición la clase de bienes y
servicios necesarios asociados a los niveles de subsistencia, tales como la
transferencia de animales vivos destinados al matadero, ganado bovino,
caprino, ovino y porcino para la cría, especies avícolas, los huevos fértiles
de gallina; mortadela, salchicha y jamón endiablado; queso blanco; pan y
pasta; arroz; harina; atún y sardmas enlatados o envasados; las carnes en
estado natural, café, sal, azúcar, aceite, agua y todos los demás bienes se
ñalados en la norma prevista en el art. 18 de la Ley de Impuesto al Valor
Agregado."®
143
La sentencia contiene afirmaciones muy acertadas, pero en cuanto
al pimto que nos ocupa parte de tma premisa falsa al señalar que los
impuestos indirectos sí consultan -atm que de manera mediata- la capa
cidad contributiva, porque en definitiva paga más impuesto quien más
consume. Lo anterior es falso, en los impuestos indirectos, como muy
bien lo señala la sentencia consultada en otros de sus pasajes, los contri
buyentes son los vendedores de bienes, los prestadores de servicios y
los importadores de bienes y servicios, pero los sujetos repercutidos,
quienes finalmente soportan la carga económica del tributo, son los
consumidores finales. Estos últimos pagan, siempre y en todo caso, el
mismo impuesto, consuman más o menos bienes. Lo que octu-re es que
quienes consumen más pagan más veces el impuesto, y quienes consu
men menos, lo pagan menos veces, pero el tributo es exactamente el
mismo, sin importar si quien consume el bien o el servicio y soporta el
impuesto como sujeto repercutido, es un indigente o el propietario de
una gran empresa. La capacidad contributiva es un dato absolutamente
intrascendente en este caso, pues el tributo recae sobre quien realiza el
hecho imponible, sin que para nada importe el aumento o disminución
de la base imponible, pues tampoco aumenta o se minora la tarifa apli
cable.
La solución que pareciera sugerir la sentencia, para que en nuestro
sistema tributario los impuestos indirectos estén en sintonía con los
principios de capacidad contributiva y de progresividad, es que quienes
menos tienen consuman menos y así no pagarán más impuestos. Sin la
menor duda esa no fue la intención de la Sala Constitucional, pero la
mentablemente es la conclusión que algunos pudieran extraer del fallo.
Los impuestos indirectos deben existir pues, como se ha dicho, son
un mecanismo muy eficiente para la obtención de ingresos públicos y
por ende para el soporte de los gastos destinados a la satisfacción de
necesidades colectivas; pero es preciso que su importancia dentro de la
carga fiscal compuesta de los ciudadanos sea muy moderada, porque su
carácter regresivo es harto difícil de evitar, lo que hace que tengan un
efecto tremendamente erosivo en el patrimonio de las personas que in
tegran las clases sociales menos capaces económicamente de contribuir,
que aún hoy en día siguen siendo la inmensa mayoría en nuestro país.
De modo pues que a estos tributos no sólo se les puede reprochar
su falta de progresividad y su indiferencia ante la garantía de la capaci
dad contributiva, sino también su apartamiento del principio de justa
distribución de las cargas públicas y su cuestionable posición frente al
fin último del sistema tributario, que es la elevación del nivel de vida de
la población.
144
C a p ít u l o O c t a v o
PRINCIPIO DE l a l i b e r t a d DE ELECCIÓN
Y DE GESTIÓN
Sección Primera
g e n e r a l id a d e s s o b r e l a l ib e r t a d e n e l
MARCO CONSTITUCIONAL VENEZOLANO
145
ticia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad so
cial y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político.
La Constitución va a insistir reiteradamente sobre la libertad en va
rias de sus disposiciones, ofreciendo un tratamiento verdaderamente
acendrado de este valor fundamental de la vida republicana. Allende
las regulaciones específicas del derecho a la libertad personal y de las
limitaciones y regulaciones concretas de los mecanismos que pueden
privar a los ciudadanos de ésta, la Constitución se ocupa del valor de la
libertad en sus diversas connotaciones.
Así, la Constitución reconoce y garantiza la libertad al desenvolvi
miento de la personalidad de cada ciudadano, sin más limitaciones que
las que derivan del derecho de los demás y del orden público y social
(art. 20). Al tratar otro valor esencial que es el de la igualdad, la Consti
tución señala que no se permitirán discriminaciones fundadas en la ra
za, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, ten
gan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento,
goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades
de toda persona (art. 21.2) con lo cual asocia la vigencia de la igualdad al
respeto de las libertades ciudadanas.
La Carta Fimdamental consagra además la libertad de asociación con
fines lícitos, estando el Estado obligado a garantizar el ejercicio de ese de
recho (art. 52); la libertad de reunión (art. 53); la libertad de pensamien
to, ideas u opiniones y la libertad para expresar los mismos de manera
responsable, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión,
y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difu
sión, sin que pueda establecerse censura (art. 57); la libertad de comuni
cación e información (art. 58); la libertad de religión y de culto (art. 59);
la libertad de conciencia (art. 61); la libertad de participación en los
asuntos públicos y el sufragio libre (arts.s 62 y 63); la libertad de trabajar
(art. 87); la libertad sindical (art. 95); la libertad cultural (art. 98); la liber
tad económica y de iniciativa privada y la libertad de empresa, comercio e in
dustria (art. 112); la libre competencia (art. 113); y la libertad de elección
de los consumidores y usuarios (art. 117). La Constitución termina de
perfilar el valor fimdamental de la libertad obligando a los poderes
públicos a garantizar su pleno disfrute (arts.s 232 y 274).
146
Sección Segunda
LIBERTAD Y TRIBUTACIÓN
147
De allí pues que se afirme con acierto que existe una gestión fiscal de
la empresa (rectius: de los negocios). La doctrina francesa señala que si
bien el derecho tributario es de interés para la gestión de la empresa,
éste no debe influir directamente en dicha gestión; es decir, el principio
de la libertad de gestión o de la no injerencia en la gestión, prohíbe a la
Adrninistración tributaria cuestionar las decisiones de gestión de la em
presa,’ entre las cuales se encuentra la de organizar los negocios de tal
forma que tengan la menor incidencia fiscal posible, siempre dentro de
la ley, huelga decirlo.
El Consejo de Estado Francés, siempre genial en sur formulaciones,
ha dicho que: "E l contribuyente no ha estado jamás obligado a realizar
sus negocios de la manera que obtenga el máximo beneficio que las cir-
cimstancias le hubieren permitido realizar."’ Al comentar esta conocida
decisión, la doctrina señala que al lado de la posibilidad de crear o no la
materia imponible, la libertad de gestión comporta también el derecho
de optar por la solución menos gravada y el derecho de elegir libremen
te el gasto que el contribuyente pretende realizar.'*
La Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia,
en ima decisión verdaderamente laudable en este aspecto, ha reconoci
do este principio de manera clara y categórica, al señalar que: " ...
riingún individuo puede ser obligado a estructurar sus negocios de la
forma que le sea más gravosa desde el punto de vista fiscal."’
Es posible afirmar entonces, sin que ello sea motivo de rubor, que
existe un derecho constitucional a la planificación fiscal, siempre que ésta
se conciba y ejecute dentro de los límites impuestos por el ordenamien
to jurídico. La Constitución protege este derecho y obliga al Estado a
garantizarlo, pues de acuerdo con el art. 112 de la Constitución, el Esta
do está obligado a promover la iniciativa privada y a garantizar la crea
ción de riqueza, con el fin último de que ésta sea distribuida en forma jus
ta y se propenda además a la producción de bienes y servicios que satis
fagan las necesidades de la población en el marco de la libertad de tra
bajo, empresa, comercio e industria.
148
La cuestión estriba en precisar hasta dónde es legítimo que el con
tribuyente elija, por sus preferencias personales o de gestión patrimo
nial, si quedará o no sometido a determinado tributo o a un régimen
fiscal en particular. La respuesta a esta interrogante se encuentra en la
conciliación entre la libertad de elección y la aplicación objetiva de la
ley tributciria.
Desde que existe la obligación de pagar tributos, el hombre ha in
geniado maniobras y manipulaciones de toda índole para sustraerse de
dicha obligación, pues los seres humanos rechazamos el hecho de en
tregar el producto de nuestro trabajo, aunque sea parcialmente, al Esta
do. Por lo tanto, no es exagerado afirmar que es consustancial a la natu
raleza humana el rechazo al pago de los tributos y ello a pesar de que
en las comunidades modernas los ciudadanos están más conscientes de
su responsabilidad social y de su deber de contribuir con el sosteni
miento de las cargas públicas. Lo cierto es que el tributo es un elemento
necesario, mas no recibido con entusiasmo, de la vida en sociedad; y esa
es la razón por la cual se le concibe como un deber constitucional, con-
cretizado en una obligación legal, que puede ser forzosamente exigida
por los entes públicos competentes.
Este comprensible rechazo que supone entregar una parte de nues
tra riqueza a los burocráticos, ineficientes y corruptos aparatos del Es
tado, para que dicha riqueza sea, con mucha frecuencia, mal adminis
trada, despilfarrada e incluso distraída en formas insospechadas, expli
ca la existencia y la tendencia generalizada hacia el uso de toda clase de
acomodos, algunos legítimos y otros no, destinados a rniriirnizar el im
pacto fiscal en nuestra vida económica.
Existe una enconada diatriba entre quienes defienden a ultranza la
libertad de los ciudadanos para adoptar estructuras legítimas que le
permitan reducir al máximo su carga fiscal, y quienes opinan que entre
tales mecanismos, cobijados bajo el concepto de economía de opción, y la
elusión antijurídica e incluso la evasión tributaria, se desdibujan las
fronteras, haciéndose casi imposible distinguir en algunas ocasiones
cuándo se está dentro y cuándo se está fuera de la ley.
Podemos afirmar que existe coincidencia generalizada en que los
delitos y las infracciones tributarias deben ser combatidos sin descanso,
?ero lo cierto es que no hay diferencia cualitativa entre está justificada
ucha y la que debe librar el Estado para perseguir cualquier otra con
ducta contraria al ordenamiento jurídico
Todas las abimdantes justificaciones que abonan para acometer una
batalla sin cuartel contra los flagelos de la evasión y la elusión ilícita,
que erosionan los ingresos públicos derivados de la tributación y a la
149
postre terminan, paradójicamente, por afectar a los propios ciudadanos,
no pueden colocarse jamás por encima de los derechos y garantías de
estos.
No es más importante, ni más valioso, ni distinto el interés público
involucrado en el combate de estas conductas, que el presente en el
propósito de proteger, a toda costa, el pleno goce y ejercicio de los dere
chos y garantías fundamentales y, en especial, de los derechos inheren
tes a la persona humana.
En palabras de García Añoveros, refiriéndose el sistema español:
"...la lucha contra el fraude fiscal no es un mandato de la Constitución,
más allá del mandato que, mediante el expediente legal oportuno, afec
ta la lucha contra cualquier fraude, infracción o delito, sea o no tributa
rio (...) y que la potestad sancionadora de la Administración Tributaria
no es distinta ni de más rancia nobleza o calidad que la potestad san
cionadora de la Administración en general"®.
El sentido común y un elemental ideal de justicia, indican que todos
han de tener el derecho de estructurar sus asuntos, siempre dentro del
marco de la Constitución y las leyes, de tal manera que el pago de los
tributos no suponga la expoliación del patrimonio ni la frustración de
las legítimas expectativas de superación económica.
Tan cierto es lo anterior que el sistema tributario venezolano tiene
como uno de sus ideales la protección de la economía y la elevación del
nivel de vida de la población. Lo primero supone que la tributación le
jos de asfixiar la iniciativa privada, debe protegerla, porque sin esta
última aquélla no puede existir. Lo segundo implica, por una parte, que
la tributación, gestionada por funcionarios honestos y eficientes, puede
servir como instrumento de distribución más equitativa de la riqueza,
para compensar algunas de las desigualdades existentes a través del
gasto social; y por la otra, que la fiscalidad debe permitir el normal des
envolvimiento de la economía para que aumente la riqueza en manos
de más personas, y se incremente, por vía de consecuencia, la recauda
ción. Resulta entonces que es una libertad inherente a la vida dentro de
un Estado de Derecho, poder planificar los propios negocios de suerte
que se obtengan ahorros fiscales, siempre que ello se haga, claro está, a
través de los caminos que el propio ordenamiento jurídico ofrece.
150
Es indiscutible que los ciudadanos tienen el deber constitucional de
contribuir al sostenimiento de las cargas públicas mediante el pago de
impuestos, tasas y contribuciones, en los supuestos previstos en la ley
como hechos generadores, con base en su capacidad contributiva y de
acuerdo con los principios de justicia, equidad, progresividad y no con
fiscatoriedad. Pero lo anterior no implica, pues ello contradice las más
elementales garantías de un Estado de Derecho, que los ciudadanos
sólo pueden hacer aquellos negocios que estén organizados y estructu
rados de tal forma que aporten el mayor beneficio posible al Fisco.
Los entes exactores tienen la potestad de gravar con tributos las
manifestaciones de capacidad contributiva que el legislador, y sólo éste,
ha seleccionado como hechos imponibles, pero no tienen derecho algu
no a participar en las ganancias de los particulares en sus negocios ni a
aspirar lucro alguno de las actividades económicas cumplidas por éstos.
De este modo, a los efectos del régimen tributario que impera en
nuestro país y a partir de las normas constitucionales y legales que lo
vertebran, resulta total y absolutamente intrascendente el hecho de que
el Estado no obtenga a través de la tributación un beneficio económico a
partir de la actividad cumplida por los particulares. Lo importante para
la Administración Tributaria es si en un caso concreto ocurrió o no el
hecho imponible definido en la ley y cuál es el quantum de la obligación
tributaria nacida como consecuencia del mismo.
Ahora bien, los problemas comienzan cuando esta legítima aspira
ción de no pagar más tributos de los estrictamente necesarios, se con
vierte en un desenfrenado deseo de evitar la aplicación de la ley tributa
ria mediante cualquier clase de ardid, frontalmente reñido con la ley o
aparentemente apegado a ésta.
El propósito de minimizar la carga fiscal puede ir entonces desde la
racionalización de las propias actividades con trascendencia tributaria,
aprovechando al máximo las ventajas y beneficios que conceden las
mismas leyes fiscales (economía de opción), pasando por el abuso de las
formas y procedimientos jurídicos para evitar la ocurrencia del hecho
imponible (elusión antijurídica), hasta la violación abierta y directa del
ordenamiento jurídico por el uso intencional de maniobras fraudulentas
destinadas a ocultar la ocurrencia del hecho imponible e incumplir la
obligación tributaria (evasión).
La economía de opción es un mecanismo legítimo de ahorro fiscal.
Su base constitucional puede ubicarse en varios principios, libertades,
derechos y garantías consagrados en la Constitución. Como señala el
Maurice Cozian; "la fiscalidad se presenta muy frecuentemente como
un sutil juego de opciones. Las opciones son previstas por el propio le
151
gislador que jamás ha indicado que entre dos soluciones posibles el con
tribuyente debe necesariamente escoger la más onerosa.
Cozian, M. Les grands principes de la fiscalité des entreprises. Litec, 4« édition, Paris,
1999.
152
el contribuyente puede llevar a cabo todos los negocios jurídicos legíti
mos que considere prudentes, necesarios o convenientes en el marco de
su libertad de elección y de gestión.
153
Por otra parte, es materialmente injusto el sistema tributario cuando
los ciudadanos no ven compensada su contribución con los mínimos
beneficios que supone la vida en una sociedad moderna: Servicios
públicos eficientes; seguridad personal y de los bienes; salud, sanidad y
salubridad pública; administración de justicia imparcial, confiable y efi
caz; acceso a la educación, entre otros. De nada sirve explicar al ciuda
dano com ún que el impuesto, por definición, no implica que el contri
buyente tenga derecho a recibir una contraprestación específica o la po
tencialidad de un beneficio por lo que paga, pues esto es propio de las
tasas o las contribuciones, según el caso. Tales exquisiteces teóricas son
verdaderamente inútiles cuando los contribuyentes sienten que la
merma de su patrimonio y el consecuente sacrificio económico que im
plica el pagar tributos, se diluye en el monstruoso "agujero negro fis
cal".
En cuanto concierne al principio de la capacidad contributiva, éste
supone que si bien todos tenemos el deber de contribuir al sostenimien
to de las cargas públicas, esas cargas públicas deben ser distribuidas de
una manera justa entre todos y esa manera justa es atendiendo a la ca
pacidad económica de cada quien. Unido a la garantía constitucional de
a igualdad y en particular al principio de la igualdad material que pro
clama el art. 21 de la Constitución, aun cuando todos somos iguales an
te la ley (igualdad formal) para que la igualdad sea real y efectiva debe
haber un trato igual para los iguales y desigual para los desiguales
(igualdad material), lo que traducido al ámbito tributario supone que
cada quien de contribuir según sus posibilidades económicas reales.
Ahora bien, uno de los medios a través de los cuales los principios
de justicia tributaria y capacidad contributiva pueden tener una vigen
cia realmente efectiva y palpable en el patrimonio de los ciudadanos, es
a través de la creación de normas que permitan moderar el impacto de
la tributación en ciertos supuestos.
Se trata de válvulas de escape que minoran el impacto de la tribu
tación en la vida de los particulares, alejándolos así de la tentación de
evadir, e induciéndolos a seguir una conducta fiscalm ente eficiente en el
manejo de sus finanzas. Se trata pues de opciones de ahorro que las
propias leyes tributarias, de manera expresa (tax brakes) o tácita {tax lo-
opholes), ponen a disposición de los contribuyentes.
Los ejemplos abundan y lo cierto es que toda planificación fiscal
legítima consiste, precisamente, en detectar las ventajas y beneficios que
el contribuyente puede obtener de las leyes tributarias que le son apli
cables, si ejecuta o deja de ejecutar ciertos actos o si los ejecuta de cierto
modo, siempre con apego a la ley y a su espíritu, sin defraudar en modo
alguno la norma tributaria y sin distorsionar la verdadera situación fis
cal, mediante el abuso de la forma jurídica.
154
En la economía de opción al igual que en la elusión y en la evasión
tributaria, el resultado final es un ahorro fiscal; pero lo cierto es que
hasta aquí llegan las semejanzas, puesto que en este caso el ahorro es
totalmente legítimo, porque ni hay abuso de formas jurídicas para evi
tar el hecho imponible, ni hay simulación, engaño o maniobra para in
ducir a error a la Administración Tributaria y evitar en forma dolosa el
cumplimiento de la obligación tributaria ya nacida. Antes por el contra
rio, el negocio realizado es legítimo, transparente, abierto y coincide
con el propósito real de quienes intervienen en él.
Pero además, no hay fraude a la ley tributaria, pues el sujeto se am
para en una norma perfectamente aplicable al caso concreto y que cons
tituye una opción legítima ofrecida por el propio ordenamiento jurídico.
Por tanto, ni hay deformaciones atípicas del negocio jurídico, ni se viola
el espíritu de la ley tributaria. La economía de opción se resume en el
principio universal de que nadie tiene que organizar sus negocios de la
forma que pague más impuestos.
Según el clásico estudio de Larraz: "Im porta mucho no confundir el
fraus legis fisci con otra figura peculiar del Derecho Tributario, la cual,
en defecto de denominación ya acuñada, llamaré 'economía de opción'.
La economía de opción tiene de común con el fraus legis la concordancia
entre lo formalizado y la realidad. De ningún modo se da simulación.
También coinciden en no contrariar la letra legal y en procurar im aho
rro tributario. Pero, fuera de estos trazos comunes, fraude de la ley y
economía de opción divergen. La economía de opción no atenta a lo
querido por el espíritu de la ley, en tanto que sí atenta el fraus legis. La
opción se ofrece, a veces, explícitamente por la propia ley".®
Sección Tercera
EL ABUSO DE LA LIBERTAD DE ELECCIÓN Y DE GESTIÓN
155
Esta conducta arranca, siempre y en todo caso, con el ánimo de ob
tener un ahorro fiscal pero a través de la distorsión de la realidad, m e
diante el uso abusivo de un ropaje legal.
Conviene dejar muy claro desde ya que el principio de la libertad
de elección y de gestión no puede invocarse jamás para violar de mane
ra abierta o fraudulenta la ley tributaria, para distorsionar las formas
jurídicas con el único propósito de eludir el hecho imponible o encubrir
su ocurrencia.
Señala Hermes Marcelo Huck que: "...para huir del alcance de la norma
y del tributo que ella impone, el contribuyente puede escoger entre dos caminos
alternativos: o se desvía del campo de la tributación, huyendo del alcance la
norma tributaria, o, ya sujeto a su incidencia, hace uso de medios ilícitos para
impedir, reducir o retardar la recaudación del impuesto debido a través de la
deformación del hecho imponible o por la reducción de la base de cálculo del
tributo".
En el primer caso podemos estar frente a una elusión legítima o
ilegítima, según veremos, mientras que en el segundo lo que ocurre es
evasión tributaria pura y simple. Para que nuestra aproximación no sea
calificada como tautológica, debemos precisar a qué nos referimos exac
tamente al hablar de elusión ilícita.
Entre la economía de opción a la que ya nos hemos referido y la
elusión antijurídica, puede identificarse una especie de estadio inter
medio del ahorro fiscal, que anida en los confines de lo legal. A ese es
tadio se le denomina: Elusión lícita.
En este caso el contribuyente no aprovecha las ventajas que expresa
o tácitamente ofrecen las leyes tributarias para disminuir su carga fiscal,
sino que acude a ciertas formas o procedimientos jurídicos con una in
cidencia tributaria menor. Si bien estas formas o procedimientos jurídi
cos pueden no ser los usuales, en principio no lucen manifiestamente
inadecuados. Hay en su escogencia no sólo una finalidad de ahorro fis
cal, sino también un propósito jurídico y económico justificable. La ori
ginalidad de la forma escogida, no implica necesariamente que se abuse
de la misma para evitar la incidencia normal de la ley tributaria.
La elusión lícita es muy similar a la economía de opción, porque en
ambos casos el sujeto pasivo no incumple ni formal ni materialmente
con la ley tributaria. Pero mientras en la primera utiliza ventajas y bene-
" Huck, H.M. Evaselo e Elisao. Rotas nacionais e intemacionais de planejamento tributario.
Editora Saravia, Sao Paulo, 1997, p. 34.
156
ficios (rectius: opciones) que ofrece la propia regulación legal del tributo
de que se trate, en la segunda el contribuyente diseña una situación de
hecho particular que lo sustrae de la norma tributaria o que disminuye
sus efectos con respecto a él. En el primer caso el contribuyente utiliza
un conocimiento profimdo de la ley tributaria para disfrutar de cual
quier ahorro que ésta pueda brindarle; en el segundo se vale de un co
nocimiento profimdo no sólo de la ley tributaria, sino del ordenamiento
jurídico en general, de modo que tocios sus negocios son estructurados
de forma tal que su costo fiscal sea el estrictamente necesario.
El problema con la elusión lícita es que al llevar las formas y los
procedimientos jurídicos un poco más allá de lo normal, existe un ries
go alto de abusar de los mismos hasta desfigurarlos, con lo cual, lo que
en principio podría haber sido un ahorro fiscal legítimo, deviene en
práctica contraria a la ley. Así pues, sólo un paso más allá de la elusión
ícita, está el portal que conduce a la violación del ordenamiento jurídi
co tributario.
La elusión ilícita supone evitar la ocurrencia del hecho imponible
mediante el uso abusivo de formas y procedimientos jurídicos exorbi
tantes, cuyo único propósito plausible es fiscal. El abuso mora en la utili
zación deliberada de una forma con el único fin de neutralizar los efec
tos tributarios que habría tenido el uso de la forma típica y adecuada,
según el propósito perseguido por el contribuyente. No hay entonces
coincidencia entre el negocio realizado y la forma escogida, la cual sólo
se explica si se analizan sus resultados desde el punto de vista tributa
rio.
Para Carlos Weffe, la elusión tributaria consiste en: "...ev itar, total o
parcialmente, la realización del hecho generador de la obligación tribu
taria con base en formas jurídicas que no configuran hecho el imponible
y son legítimas desde la perspectiva de la autonomía negocial, pero no
son justificadas racionalmente frente a los principios de capacidad con
tributiva, igualdad y generalidad de la imposición, de modo que es ne
cesaria la intervención del operador jurídico en el sentido de aplicar, a
tales hechos, los efectos de la norma creadora del tributo, esto es, el
cumplimiento de la obligación tributaria".”
Por su parte. Tulio Rosembuj señala que: "L a elusión fiscal significa
esquivar la aplicación de la norma tributaria sea por torsión o por dis
torsión para obtener una ventaja patrimonial por parte del contribuyen-
157
te, que no realizaría si no se pusieran en práctica, por su parte, hechos,
actos y negocios jurídicos con la finalidad exclusiva de soslayarla (...) La
elusión describe, entonces, xm comportamiento dirigido a impedir el
perfeccionamiento del hecho imponible, sea total o parcialmente, m e
diante procedimientos técnicos propios de la autonomía de la voluntad
y la libertad de contratación; pero señalados por el único propósito de
la finalidad fiscal. (Destacado nuestro).
Lo característico de la elusión ilícita es que se acude a ima forma o
procedimiento jurídico que resulta manifiestamente inadecuado en el
caso concreto para alcanzar el resultado obtenido. En la forma escogida
falta el sustrato económico y jurídico que justifique lo que se ha hecho.
Por esa razón es que entre elusión ilícita y abuso de la forma existe una
conexión inescindible. El abuso de la forma jurídica en materia tributa
ria es el vehículo a través del cual se consuma la elusión ilícita.
Por esa razón es que para entender bien qué es el abuso de la forma,
resulta indispensable entender cuáles son los resultados antijurídicos
que pueden alcanzarse a través de la misma y cuáles no.
Para algunos, la elusión ilícita constituye un fraude a la ley tributa
ria. En este sentido expresa Palao Taboada que el fraude a la ley tributa
ria supone: "...la consecución de un resultado económico por medios
jurídicos distintos a los normales, medios jurídicos que natural y prim a
riamente tienden al logro de fines diversos y que no están gravados o lo
están en medida más reducida que aquellos medios normales o usua
les".'^
En la configuración del fraude a la ley tributaria existen dos normas
jurídicas: De un lado, la norma de cobertura que el sujeto utiliza m odu
lando artificiosamente sus negocios para encuadrarlos en el supuesto de
hecho de la misma, con el objeto de aprovechar el menor impacto fiscal
que ésta ofrece; de otra parte, la norma defraudada, que es la norm al
mente aplicable en el caso concreto, pero de la cual se ha excluido el su
jeto al manipular de manera anormal sus actividades, todo con el
propósito de evitar el impacto fiscal que ordinariamente deberían so
portar las mismas.
158
En este sentido también es clásica la definición de Pérez Royo: "...el
fraude de ley presupone la existencia de una norma, cuya aplicación se
trata de eludir, la norma defraudada, mediante la modulación artificio
sa del comportamiento, a través del abuso de las normas jurídicas, que
da lugar a la aplicación de otra norma diferente más beneficiosa...".'*
En nuestro criterio, el fraude a la ley tributaria es un aspecto especí
fico de la elusión ilícita o una de las perspectivas desde las cuales se
puede contemplar este fenómeno. No se trata pues de dos instituciones
distintas. Algimos identifican la evasión tributaria con la elusión fiscal
ilícita, y de hecho ambos conceptos se utilizan como sinónimos. Pero
aquí sí que hay diferencias importantes y por eso preferimos adherimos
a la autorizada doctrina que distingue ambas instituciones.
Es verdad que en ambas figuras predomina el deseo del sujeto pa
sivo de la norma tributaria, de escapar a sus consecuencias para obtener
im ahorro fiscal; y es cierto también que en ambos casos hay maniobras
ilegítimas para alcanzar este propósito. En ambas, como hemos dicho, el
resultado es idéntico: un ahorro fiscal ilegítimo. Pero los medios para
llegar a ese resultado son muy distintos. Bueno es advertir sin embargo
que el abuso de las técnicas elusivas ha provocado una reacción en m u
chos ordenamientos jurídicos, en los cuales se le ha convertido legislati
vamente en verdadera evasión. Pero lo cierto es que, desde el punto de
vista conceptual, estamos frente a conductas antijurídicas de distinta
naturaleza.
La diferencia más importante que la mayoría de la doctrina encuen
tra entre ambas figuras, es de orden temporal. En la elusión el sujeto
realiza maniobras tendentes a evitar la ocurrencia del hecho imponible
y, por la tanto, el nacimiento de la obligación tributaria. La conducta
fraudulenta del sujeto pasivo es anterior al acaecimiento del hecho im
ponible y por eso es que algunos piensan que la elusión es totalmente
lícita, porque si el hecho imponible no llegó a producirse y por ende no
hay obligación tributaria, la norma tributaria no ha sido quebrantada
por el sujeto pasivo.
Por contra, en la evasión tributaria las maniobras fraudulentas son
posteriores a la ocurrencia del hecho imponible, porque lo que se persi
gue no es evitar que éste ocurra, sino sustraerse ilegalmente del cum
plimiento de la obligación tributaria cuando el hecho imponible ya se
materializó.
159
Por otra parte, en la elusión ilícita el sujeto pasivo no se aprovecha
como en la economía de opción de las oportunidades de ahorro fiscal
que ofrecen, tácita o expresamente, las leyes tributarias, sino que, abu
sando de formas o procedimientos jurídicos, se sustrae de la norma or
dinariamente aplicable para colocarse al amparo de otra, cuyo resultado
económico tiene im efecto fiscal menguado o nulo. No ocurre eso en la
evasión, donde el infractor realiza maniobras, simula u oculta negocios,
y en general engaña deliberadamente a la Administración Tributaria
para que ésta no llegue a descubrir la ocurrencia del hecho imponible y
de la obligación tributaria. La conducta del que elude es formalmente
lícita, pero materialmente antijurídica, en tanto que la conducta del eva-
sor es formal y materialmente ilícita.
Ahora bien ¿Cómo podemos determinar que en im caso concreto se
ha producido un abuso de la forma jurídica para alcanzar una elusión
ilícita? He aquí uno de los problemas fundamentales del Derecho tribu
tario moderno.
Hemos sostenido con anterioridad que una parte nada despreciable
del universo de contribuyentes, en nuestro país y en otras latitudes, es
proclive al uso y también al abuso de ciertas formas jurídicas que persi
guen alcanzar el máximo ahorro fiscal posible, lo cual no es criticable, a
menos que el ahorro se transforme en una conducta ilegal. De antaño se
sabe que el Fisco es im socio obligado de todo empresario, que, en prin
cipio, no aporta nada a la empresa pero que recoge muchas utilidades,
por lo que su antipatía es generalizada. Por esa razón, muchos intentan
que la participación de este socio improductivo se reduzca en la mayor
medida posible, sia quebrantar las leyes.
Sin embargo, lo que en ocasiones comienza como una legítima es
trategia de economía de opción, corre el riesgo de convertirse, casi en
forma imperceptible, en contravención, en maniobra fraudulenta para
eludir el hecho imponible o en evasión tributaria, lo que conspira contra
el deber de todos de contribuir al sostenimiento de las cargas públicas.
Este tipo de conductas, más frecuentes de lo deseado, provocan una
reacción desproporcionada por parte de las autoridades fiscales, quie
nes ven en todo negocio complejo, en toda operación en la que intervie
nen varias compañías del mismo grupo, en ima simple fusión de socie
dades, un claro intento de evasión que debe ser perseguido.
En ocasiones el resultado será positivo pues efectivamente se habrá
desmantelado una estructura artificial, creada con el único propósito de
eludir el tributo o de defraudar; pero en otros casos, muy frecuentes
también, se estarán cuestionando operaciones totalmente legítimas en la
que si bien se busca la reducción de la carga fiscal, no hay infracción.
160
Ahora bien, determinar que un contrato, la constitución de xma so
ciedad o en general cualquier forma o procedimiento jurídico adoptado
por el contribuyente, es manifiestamente inapropiado a la realidad
económica perseguida por éste, es el punto nodal en la determinación
del abuso de la form a jurídica.
Pero, como es obvio, estamos frente a xma actividad cargada de sub
jetividad y allí precisamente reside el peligro de incurrir en actuaciones
arbitrarias, porque como ya hemos dicho, determinar dónde comienza
el abuso de una forma jurídica, es una tarea muy compleja.
Como hemos venido sosteniendo, no debe perderse de vista que al
amparo de la libertad de elección y de gestión garantizada por la Cons
titución, el contribuyente tiene derecho a organizar sus negocios de la
forma en que pague sólo los tributos estrictamente necesarios. Asimis
mo, la escogencia de las formas jurídicas tiene su fundamento en el
principio de la autonomía de la volimtad, de acuerdo con el cual los
particulares pueden hacer todo aquello que no esté prohibido por el or
denamiento jurídico.
La Administración Tributaria está obligada entonces a acopiar to
das las pruebas y elementos de juicio que sean pertinentes, conducentes
y legítimos para establecer la palmaria falta de idoneidad de la forma
jurídica adoptada de cara al resultado obtenido.
En este caso la Administración Tributaria debe realizar una serie de
indagaciones para alcanzar un cúmulo de indicios concurrentes y con
cordantes que lleven a la conclusión de que la forma usada es inadecua
da, es decir, no apropiada a las condiciones, circunstancias u objeto per
seguido.'®
Esas indagaciones se llevarán a cabo a través de la respuesta que se
obtenga a las siguientes interrogantes:
161
o ¿La forma utilizada tiene algún efecto económico o de otra índole dis
tinto al puramente fiscal, al punto que su uso tiene otras justificaciones
que lo hacen razonable?
162
Pero las dificultades prácticas persisten y sigue siendo verdadera
mente cuesta arriba llegar a una formulación general sobre lo que debe
entenderse por una forma jurídica manifiestamente inadecuada al fin
perseguido por el contribuyente.
Las Administraciones Tributarias, en la mayoría de los casos frus
tradas en su propósito de descubrir los hechos imponibles abortados a
través del abuso de las formas jurídicas, han ensayado el peligrosísimo
y espinoso camino de la llamada interpretación económica de las leyes tri
butarias.
En este sentido, la Disposición Transitoria Quinta de la Constitu
ción venezolana de 1999, estableció que el Código Orgánico Tributario
debía ser modificado para consagrar "1. La interpretación estricta de las
leyes y normas tributarias, atendiendo al fin de las mismas y a su signi
ficación económica, con el objeto de eliminar ambigüedades".
Pareciera que este mandato fue recogido en el aparte único del art.
16 del Código Orgánico Tributario venezolano, en el cual se confieren
amplios poderes a la Administración Tributaria para desconocer la
constitución de sociedades, la celebración de contratos y en general la
adopción de formas y procedimientos jurídicos, cuando éstos sean m a
nifiestamente inapropiados a la realidad económica perseguida por los
contribuyentes y ello se traduzca en una disminución de la cuantía de
las obligaciones tributarias.
Esta norma puede considerarse como la cláusula general antielusiva
de la legislación venezolana. Su propósito evidente es el combate de la
elusión ilícita, por lo que su existencia es, desde ese punto de vista,
plausible. Sin embargo, su aplicación práctica requiere im alto grado de
sindéresis, pues no es nada difícil que a través de la misma se cometan
serios abusos de autoridad, rayanos en la violación de las libertades ci
viles fundamentales.
Uno de esos graves abusos puede originarse como consecuencia del
ejercicio indiscriminado y poco cuidadoso de la llamada interpretación
económica de la ley tributaria. De entrada conviene advertir el carácter
espurio del llamado método de interpretación económica de las leyes.
Las leyes se interpretan bajo los métodos admitidos en derecho; a saber,
gramatical o exegético; lógico subjetivo o teleológico; histórico; y, obje
tivo o de la ratio legis, y la aplicación de cualesquiera de estos métodos
es lo procedente en el Derecho Tributario y puede conducir a resultados
restrictivos o extensivos de los supuestos previstos en la norma, tal co
mo lo postula el art. 5 del propio Código Orgánico Tributario venezola
no, siempre que no haya violación o relajamiento del contenido nuclear
de la disposición interpretada.
163
En cuanto a la interpretación de las leyes tributarias según su signi
ficación económica, podemos decir que esta "m etodología", promocio-
nada en los albores del siglo pasado en la Alemania Nazi bajo el influjo
de la obra de Ermo Becker, puede chocar contra el principio de la reser
va legal tributaria, por cuya virtud las Administraciones Tributarias
sólo pueden determinar las obligaciones nacidas con ocasión de la ocu
rrencia de los hechos imponibles definidos, única y exclusivamente, en
la ley. La "m etodología" de la interpretación económica de la ley tribu
taria, otorga a la Administración Tributaria im poder exorbitante para
calificar ciertos actos o hechos, en contradicción con su apariencia for
mal.
Se trata pues de una facultad extraordinaria que le permite desco
nocer lo que las formas jurídicas usadas por el contribuyente revelan,
para hurgar la verdadera operación económica encubierta por esas for
mas jurídicas, las cuales se presumen usadas con propósitos elusivos.
Las doctrinas del derecho tributario que propugnan el uso del po
der calificador de la Administración Tributaria, introducen una nueva
regla de interpretación de la ley a través de la cual se obvia o desconoce
el ropaje jurídico de una operación para escudriñar su verdadera sus
tancia económica. Se dice que hay que ir más allá del hecho imponible y
atender no al hecho jurídico que aparece tipificado por el legislador,
sino más bien al hecho jurídico que realmente se configura mediante el
resultado económico, que es una realidad anterior a la norma y que ha
sido recogida por la ley fiscal.
El peligro de la "m etodología" de la interpretación económica de la
ley tributaria es que conduce a que la Administración sustituya el con
cepto legal del hecho imponible por el concepto económico del objeto
del tributo. La Administración Tributaria queda entonces facultada para
moldear las normas hasta que éstas encajen en el caso concreto, no im
porta cuántas contorsiones interpretativas deba sufrir la disposición co
rrespondiente.
En Venezuela nunca había prosperado esta tendencia y la jurispru
dencia ya había tenido la oportunidad de pronunciarse sobre su incon
veniencia'®. Sin embargo, una decisión de la extinta Corte Suprema de
Justicia, abrió definitivamente la puerta a esta metodología de interpre
tación aceptando en materia tributaria la preeminencia de la sustancia
económica sobre la forma jurídica. En su decisión la Corte Suprema de
164
Justicia dijo que cuando el contribuyente realiza operaciones abusando
de la forma jurídica con el propósito de eludir o atenuar el efecto nor
mal de la ley tributaria, en detrimento de los derechos del fisco, el juz
gador debe apartarse de la forma de los negocios para atribuirles su
verdadero significado y alcance a través de la realidad de los hechos,
porque im tributo como el impuesto sobre la renta debe gravar la ver
dadera y no la aparente capacidad económica del sujeto pasivo.'” Esta
tendencia fue luego recogida en el art. 5 del Código Orgánico Tributario
de 2001“ .
El problema de la llamada interpretación económica de la ley tribu
taria y de las facultades que la misma otorga a la Administración Tribu
taria, es que el fimcionario de tum o sólo tendrá que afirmar que esta
mos ante determinada realidad económica subyacente y con ello justifi-
Ccirá, al margen de la forma jurídica, el gravamen de una operación que
no es como parece ser sino como el funcionario cree que es. En este caso
y comoquiera que las actuaciones de la Administración Tributaria dis
frutan de una presimción de certeza que -salvo en materia sancionato
ria- corresponde destruir al contribuyente, es muy probable que el crite
rio aplicado por el funcionario y la realidad creada por él, sean los que a
la postre se impongan, aunque en definitiva se haya traicionado la recta
aplicación de la ley.
Lo cierto es que la interpretación económica de la ley tributaria en
franco desconocimiento de las formas jurídicas lícitamente escogidas
por el contribuyente para ejecutar sus negocios, puede conducir a una
hipertrofia de los supuestos previstos en las leyes tributarias como ge
neradores de la obligación de pagar tributos.
Nuestra jurisprudencia había sostenido desde hace tiempo que las
leyes impositivas son leyes como cualquier otra y deben ser interpreta
das como tales, de acuerdo con las reglas establecidas en el art. 4 del
Código Civil, no existiendo im método de interpretación especial para
las mismas,*' lo cual confirma el propio art. 5 del Código Orgánico Tri
butario venezolano, al establecer que las leyes tributarias se interpre-
165
tarán con arreglo a todos los métodos admitidos en derecho y dentro de
esos métodos no está el de la interpretación económica. Tal vez por eso
es que la norma agrega la frase: "...atendiendo su fin y a su significa
ción económ ica".
Ahora, con esta forma de entender las leyes fiscales, la obligación
de pagar xm tributo podría no derivar ya del presupuesto previsto única
y exclusivamente en la ley, conforme al principio de la reserva legal tri
butaria, sino de las habilidades detectivescas de los fimcionarios de la
Administración Tributaria para exhumar supuestas realidades econó
micas que han sido habilidosamente sepultadas por el contribuyente
bajo el parapeto de las formas jurídicas. En nuestro ordenamiento jurí
dico el principio general es que los ciudadanos pueden hacer todo aque
llo que no esté prohibido por la ley, principio que llevado al derecho
tributario puede expresarse en el sentido de que nadie tiene la obliga
ción de elegir el camino más gravoso para sus intereses; antes por el
contrario, el ahorro fiscal es im mecanismo perfectamente lícito y ética
mente irreprochable, pues nadie está obligado a administrar su fortuna
y rentas de tal manera que proporcione al Fisco el máximo de ingresos.
Ya hemos dicho que organizar los negocios de la forma más eficien
te posible para reducir al máximo la carga tributaria, es una conducta
perfectamente lícita. La verdad es que el sustrato económico de la ope
ración no genera por sí mismo ninguna consecuencia tributaria. No es el
trasfondo económico, sino la ley y el derecho el fundamento próximo
del tributo. Es verdad que la ley, de acuerdo con el principio de la capa
cidad contributiva, debe crear el gravamen teniendo en cuenta las cir-
cvmstcmcias económicas, pero no bastam los hechos y sus efectos econó
micos para legitimar la exigencia del impuesto. Compartimos la opinión
de quienes piensan que los intérpretes del derecho no tienen ningima
autoridad para erigirse en legisladores y exigir un gravamen allí donde
la ley no lo ha establecido, por muy justificado que pueda considerarse
a la luz de las circunstancias económicas concurrentes.”
Es este punto resulta oportuno traer a colación las conclusiones del
profesor Oswaldo Anzola, expuestas en xm magnífico trabajo que apa
rece publicado en el Libro Homenaje al recordado profesor José Andrés
Octavio. El profesor Anzola dice que: a.- El legislador puede escoger
como hecho imponible la forma jurídica, por ejemplo el uso del papel
sellado y si lo hace, al intérprete de la ley no le quedará otra cosa distin-
166
ta que acoger la forma a los fines impositivos, independientemente de
lo que contenga el documento, b.- Por el contrario, si en xm caso dado el
legislador ha escogido como hecho imponible xm hecho de naturaleza
económica que no ha sido definido en el texto legal, el intérprete está
obligado a recurrir a la ciencia económica para descubrir el significado
de ese hecho a los fines de poder aplicar el tributo. Pero conviene decir
que esta es una situación que ocurre en cualquier caso, siempre que el
legislador hace uso de conceptos que no son jurídicos y cuyo correcto
significado ha de buscarse en otras disciplinas del saber, c.- Finalmente,
dice el profesor Anzola que cuando se atacan las formas jurídicas adop
tadas por el contribuyente mediante el uso del llamado método de in
terpretación económica, lo que se hace es calificar los hechos ocurridos
en la práctica de manera que ellos correspondan a lo querido por las
partes, labor que tampoco es propia del derecho tributario, sino que
ocurre constantemente en otras ramas jurídicas, como por ejemplo en el
derecho laboral en el cual el juez puede desconocer la existencia de una
prestación de servicios independiente entres dos personas jurídicas re
gida por el derecho mercantil, que encubre en el fondo una relación de
subordinación regida por el derecho laboral.^®
Queda claro entonces que la llamada interpretación económica de la
ley tributaria destinada a combatir el abuso de la forma jurídica y la
elusión tributaria, no habilita a la Administración Tributaria para crear
un hecho imponible distinto al previsto en la ley, ni para torcer los ne
gocios de los particulares en forma tal que cuadren en el presupuesto de
la norma impositiva.
Afortunadamente, la jurisprudencia más reciente la Sala Político
Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia ha puesto límites a la
utilización irresponsable de la interpretación económica de la ley tribu
taria y al uso indiscriminado de la cláusula general antielusiva, prevista
en el art. 16 del Código Orgánico Tributario.
En este sentido, en sentencia N° 00957, de fecha 16 de julio de 2002,
caso Organización Sarcia, C.A., la Sala sostuvo lo siguiente:
"Cierto es que existen algunos casos en que los contribuyentes recurren a deter
minadas formas jurídicas con el propósito fundamental de eludir la carga tributa
ria que, bajo un escenario normal, tendrían que enfrentar, y que en estas situacio
nes es postble que la administración tributaria aplique figuras como el denomina-
Anzola, O. "L a ley tributaria; Su interpretación y los medios legales e ilegales para
evitar o reducir sus efectos". Libro Homenaje a José Andrés Octavio, AVDT, Caracas,
1999, pp.25 y 26.
167
do 'abuso de las formas', y el desconocimiento del uso deformas atípicas a fin de
proteger los intereses del Fisco Nacional y cuidar la efectiva y correcta aplicación
de las normas tributarias, pero es importante destacar que estas herramientas de
ben ser utilizadas con sumo cuidado por las autoridades fiscales, a objeto de que
no degeneren en arbitrariedades que vulneren el denominado principio de 'eco
nomía de opción', que en materia tributaria se traduce en que ningún individuo
puede ser obligado a estructurar sus negocios de la forma que le sea más gravosa
desde el punto de vista fiscal."
Esta decisión resume muy bien buena parte de lo que hemos dicho
hasta ahora, a saber; (i) que el propósito fundamental del abuso de las
formas jurídicas es eludir las cargas tributarias, o lo que es lo mismo,
evitar la ocurrencia del hecho imponible; (ii) que en esos casos la Admi
nistración Tributaria puede desconocer el uso de formas atípicas, es de
cir, manifiestamente inadecuadas al negocio celebrado por las partes;
(iii) que tal potestad debe ejercerse con sumo cuidado y sin arbitrarie
dad, para no vulnerar el legítimo derecho a organizar los negocios de la
forma menos gravosa desde el punto de vista tributario.
En fecha más reciente, otra importante sentencia de la Sala Político
Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia ha señalado con res
pecto al abuso de la forma jurídica y la activación del poder calificador
de la Administración Tributaria, con base en el art. 16 del Código Orgá
nico Tributario, que:
168
objeciones a la situación jurídico-tributaria del contribuyente a través
del acta de reparo fiscal, que como es sabido es xm acto de trámite frente
al cual el sujeto fiscalizado puede presentar alegatos y pruebas en su
defensa.
En esa propuesta de determinación de la obligación tributaria la Ad
ministración deberá invocar el art. 16 del Código Orgánico Tributario
para desconocer la constitución de sociedades, la celebración de contra
tos y, en general, la adopción de formas y procedimientos jurídicos,
probando que los mismos han sido utilizados abusivamente para evitar
la ocurrencia del hecho imponible.
Ante tal actuación de trámite podrá el contribuyente alegar y pro
bar todo aquello que crea conducente para sustentar la justificación
económica y jxirídica de la forma o el procedimiento jurídico utilizado,
pero debe quedar claro que el onus probandi sobre el carácter manifies
tamente inadecuado de la forma jurídica adoptada por el contribuyente,
recae sobre la Administración Tributaria en virtud de los principios ac-
tore incum ba probatio, de facilidad de la prueba y de impulso oficioso del
procedimiento administrativo, con miras a la determinación de la ver
dad material. La prueba requerida no se satisface mediante la presun
ción de legitimidad que en nuestro ordenamiento jurídico acompaña las
actas fiscales levantadas por funcionarios competentes.
Culminado el procedimiento administrativo de primer grado orien
tado a la determinación de la obligación tributaria, la Administración
debe dictar un acto administrativo definitivo, que sea producto de la
consideración conjunta de los hechos constatados en el acta de reparo,
de los alegatos expuestos por el contribuyente y de las pruebas que
obren en el expediente admirxistrativo. En esa oportunidad podrá la
Administración insistir o desistir, según el caso, de desconocer las for
mas jurídicas usadas por el contribuyente.
De insistir en ello, deberá liquidar el tributo debido, los intereses de
mora y las sanciones administrativas que resultaren aplicables, por in
cumplimiento de deberes formales y/o por contravención (disminución
ilegítima de ingresos tributarios), porque el hecho en sí mismo conside
rado de la elusión, no está tipificado en nuestro ordenamiento jurídico
ni como irxfracción administrativa ni como delito tributario.
Aclarado lo anterior, se impone ensayar ahora una aproximación
hacia la delimitación conceptual del abuso de la form a con fines tributa
rios.
169
Tulio Rosembuj afirma que: "La exclusiva finalidad de eludir el im
puesto mediante las formas jurídicas, que no reflejan la estructura per
fecta del contrato celebrado, aparece como la motivación del abuso, en
comparación con la carga tributaria que hubiera soportado en conside
ración a la situación y a la actividad efectivamente empleada"^®.
Pareciera entonces que el elemento determinante para precisar el
carácter abusivo de la forma jurídica escogida, es que el único resultado
relevante de su utilización es un ahorro fiscal. Lo importante, no es cuál
ha sido la intención del contribuyente al abusar de la forma jurídica, sino
cuál es el único resultado pretendido (ahorro fiscal).
Se trata pues de un elemento que de alguna forma hace más objeti
vo el juicio de la Administración Tributaria, porque ya no se trata de
descubrir lo que en su fuero interno ha querido el sujeto al usar abusi
vamente im contrato, alguna estructura societaria o cualquier otra for
ma o procedimiento jurídico, sino constatar un hecho objetivo: La evita
ción del hecho imponible y el consecuente ahorro fiscal que ello apareja,
como único objetivo de la operación.
En este supuesto, la tarea de la Administración Tributaria consiste
en establecer la existencia de un negocio jurídico cuya única justifica
ción lógica es la obtención una ventaja de orden tributario, simple y lla
namente porque lo que ha hecho el contribuyente carece de sustancia
económica o de cualquier otra índole.
Ante tal circunstancia la Administración Tributaria debe investigar
si existe en la forma o procedimiento utilizado im propósito negocial o
un motivo económico válido {business purpose test), que haya conducido
a algún resultado no tributario; y por otra parte, si excluyendo el ahorro
fiscal logrado, la operación tendría algún sentido.
Si resulta que normalmente nadie medianamente razonable reali
zaría la operación respectiva, si no fuera por el ahorro fiscal alcanzado,
entonces el abuso de la forma con fines elusivos puede considerarse
evidente. No obstante lo anterior, la Administración debe precisar aún
la cuantía del ahorro fiscal obtenido, en primer lugar para establecer su
materialidad y por ende su relevancia desde el punto de vista cuantita
tivo; y en segundo término, para confrontar dicho ahorro con el costo
involucrado en su consecución, para determinar así la relación costo-
beneficio que hace notoria la justificación del abuso formal.
170
Si el ahorro es cuantitativamente insignificante o si el costo involu
crado en la adopción de determinada forma o procedimiento jurídico lo
excede con creces, de modo que resulta inexplicable que ese haya sido
el propósito perseguido, no puede haber abuso de la forma con fines
elusivos, sino tal vez ignorancia, impericia o negligencia en el uso de
determinadas formas y procedimientos legales.
Por eso expresa Blumenstein que si el sujeto pasivo puede demos
trar que su configuración le ocasiona daño económico y compensa el
presumido ahorro fiscal, no hay elusión.*’
Todo lo que ha quedado expuesto nos permite concluir que un con
cepto genérico del abuso de la forma jurídica en materia tributaria, no
es posible. No hay modo de aplicar una fórmula común para todos los
supuestos que se pueden dar en la práctica, porque de ocurrir tal cosa
no hay duda de que la Administración Tributaria incurrirá en indesea
bles arbitrariedades.
Como fenómeno complejo que es, el abuso de la forma jurídica en
materia tributaria no es tma etiqueta que pueda estamparse a todo nego
cio jurídico que la autoridad tributaria no entienda, que produzca un
ahorro fiscal significativo o que simplemente sea sospechoso.
El abuso de la forma jurídica en materia tributaria reclama ser iden
tificado a partir de la concurrencia de una serie de elementos, cuidado
samente evaluados por el ente fiscalizador.
Pensamos que esos elementos de juicio pueden ser los siguientes:
1. Que existe un cúmulo de indicios concurrentes y concordantes
que llevan a la conclusión de que la forma usada es inadecuada.
2. Que el carácter inadecuado de la forma adoptada derive de que la
misma es: (i) notoriamente artificiosa o impropia para alcanzar el resul
tado obtenido; (ii) verdaderamente insólita o extravagante; (iii) sin ante
cedentes relevantes en casos similares; (iv) sin sustancia económica o de
otra índole; (v) ajena a los usos propios de la actividad de que se trate; y
(vi) distinta de las formas previstas por el legislador como típicas para
lograr determinados fines económicos.
3. Que el uso de la forma atipica, inadecuada o en definitiva abusi
va, ha tenido como resultado más relevante frente a cualquier otro, el
hecho incontestable de que se ha evitado la ocurrencia del hecho impo-
171
nible cuando de haberse adoptado la forma jurídica usual o prevista por
el ordenamiento jurídico para el caso concreto, éste se habría m ateriali
zado.
4. Que el resultado más importante o tal vez el único que deriva de
la operación realizada es un ahorro tributario.
5. Que no se ha podido constatar la existencia de im propósito ne
gocial o un motivo económico válido en la realización del negocio, más
allá del anotado ahorro tributario.
6. Que si se excluye el ahorro tributario logrado, el negocio reali
zado no tiene sentido ni económico, ni jurídico, ni de otra índole.
7. Que el ahorro tributario logrado es material y justifica cualquier
costo involucrado o perjuicio económico sufrido en la adopción de la
forma jurídica.
Todo esto debe ser determinarlo la Administración Tributaria, al
amparo del art. 16 del Código Orgánico Tributario (cláusula general
antielusiva), dentro de un procedimiento administrativo formal y con
tradictorio, rodeado de todas las garantías para el sujeto fiscalizado,
quien debe tener la posibilidad efectiva de alegar y probar todo aquello
que crea pertinente para la mejor defensa de sus derechos e intereses.
El abuso de la forma que conduzca a la elusión del hecho im poni
ble, como cualquier otro quebranto del ordenamiento jurídico, no pue
de presumirse, sino que debe demostrarse plenamente. La más reciente
jurisprudencia de nuestro Máximo Tribunal, en su Sala Político Admi
nistrativa, ha sido en extremo cuidadosa y acertada en el tratamiento
del tema.”
Cf. Ss. TSJ/SPA, N° 01486, de fecha 09-08-07, caso; Publitotal 994 Servicios de Publici
dad, C.A y N° 01071, de fecha 15-07-09, caso: Proagro, C.A.
172
C a p ít u l o N o v e n o
PRINCIPIO DE IRRETROACTIVIDAD
Sección Primera
GENERALIDADES SOBRE LA APLICACIÓN TEMPORAL DE LAS
NORMAS Y EL PRINCIPIO DE IRRECTROACTIVIDAD
Dice Sánchez Covisa que: "...la s leyes, al igual que las personas,
tienen una existencia temporal. Nacen y mueren y, además, en el mo
mento del nacimiento y de la muerte, suscitan problemas específicos, ya
que su personalidad tiende a veces a rebasar el instante en que se verifi
can esos dos acontecimientos.
El estudio de la vigencia temporal de las leyes [es], por consiguien
te, la determinación del período de tiempo durante el cual tiene la ley
carácter obligatorio."'
La ley debe pasar por tres etapas perfectamente diferenciadas para
adquirir fuerza obligatoria: La sanción por el cuerpo legislador, la pro
mulgación por el Presidente de la República o el órgano ejecutivo co
rrespondiente y la publicación en el órgano de difusión oficial de las
leyes y demás actos normativos {Gaceta Oficial, Gaceta Municipal, etc.).
El art. 215 de la Constitución señala que la ley quedará promulgada
al publicarse con el correspondiente «Cúmplase» en la Gaceta Oficial de
la República. Por su parte, el art. 1 del Código Civil dispone que la Ley
es obligatoria desde su publicación en la Gaceta Oficial o desde la fecha a
posterior que ella misma indique. Finalmente, el art. 2 de la Ley de Pu
blicaciones Oficiales^ señala que: "Las Leyes entrarán en vigor desde la
173
fecha que ellas mismas señalen; y, en su defecto, desde que aparezcan
en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, conforme lo esta
tuye la Constitución Nacional."
De acuerdo con la doctrina, los problemas implícitos en la vigencia
temporal de la ley son esencialmente dos: (i) la determinación de los
dos instantes precisos en que comienza a ser obligatoria y deja de serlo.
"D e una ley situada entre esos dos momentos puede en efecto procla
marse que 'está vigente'." (ii) la determinación de las situaciones de
hecho a las cuales no se aplica, aún cuando la ley esté vigente.*
De los supuestos antes mencionados, interesa en este momento de
tenerse en el segundo, pues uno de los eventos fimdamentales en los
cuales una ley vigente no se aplica a ciertas situaciones de hecho, es
cuando tales hechos han ocurrido antes de la entrada en vigencia de
aquélla. Se trata de un problema de aplicación intertemporal de la ley y,
específicamente, de la no retroactividad de la misma.
La Constitución establece en su art. 24 que: "Ninguna disposición
legislativa tendrá efecto retroactivo, excepto cuando imponga menor
pena". Por su lado, el art. 3 del Código Civil dispone que: "L a ley no
tiene efecto retroactivo."
Aunque el postulado anterior es realmente claro y pareciera que no
hay lugar a corifusión alguna en tom o a que la ley no puede aplicarse
sino a partir de su entrada en vigencia y hacia el futuro, atendiendo a la
necesaria protección de la garantía fundamental de la seguridad jurídi
ca y al respeto a las situaciones jurídicas consolidadas con anterioridad;
resulta que existen no pocas situaciones de compleja solución, en las
que no está del todo claro si la ley se está aplicando en forma retroactiva
o no.
La complejidad del tema es tal que para algunos existe un Derecho
Intertemporal, definido como un derecho que resuelve los problemas de
colisión de leyes en el tiempo, paralelo al Derecho que rige los proble
mas de colisión en el espacio (el Derecho Internacional Privado). A esta
rama especialísima del Derecho le correspondería "...d eterm inar qué
norma jurídica, entre dos o más vigentes sucesivamente, debe aplicarse
a una relación de la vida real.'"*
174
Al comentar el art. 24 de la Constitución, la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia ha dicho lo siguiente;
175
2. Afectar la existencia de los supuestos de hecho "S" anteriores a
la vigencia de la ley.
3. Afectar a los supuestos de hecho anteriores a la ley, pero no en
cuanto a sus requisitos de existencia o validez, sino en lo que respecta a
las consecuencias jurídicas de éstos, que se produjeron con anterioridad
a la entrada en vigencia de la ley.
4. Afectar los supuestos de hecho anteriores a la ley, pero no en
cuanto a sus requisitos de existencia o validez, ni en lo que respecta a
las consecuencias jurídicas ya producidas, sino en los efectos de tales
supuestos que se produzcan con posterioridad a la vigencia de la ley.
De este modo, establece el autor que en la hipótesis 1, dicha ley ca
rece de efecto retroactivo. Por otro lado, en las hipótesis 2 y 3, la ley se
sitúa en un caso extremo de retroactividad que la doctrina denomina
retroactividad de segundo grado o absoluta. Por último, la hipótesis 4
representa un caso de retroactividad de primer grado o relativa.
Es así como en las hipótesis 2 y 3 nos encontramos ante casos autén
ticos de retroactividad, contrarios al principio tempus regit actum, pues
la "...le y rige supuestos de hecho verificados antes de su vigencia o
consecuencias jurídicas derivadas de estos supuestos"®, cuestión total
mente inadmisible en nuestro ordenamiento jurídico, "...e n el cual la
irretroactividad es imperativo constitucional"®, mientras que en la hipó
tesis 4, se plantean problemas mucho más polémicos, al ser preciso es
tablecer las consecuencias jurídicas que nacen de determinado supuesto
de hecho y las que no.
Sección Segunda
LA APLICACIÓN TEMPORAL DE LAS NORMAS TRIBUTARIAS
Ib., p. 144.
Ib. p. 144.
176
actos o hechos cuya realización por o con respecto a un sujeto deter
minado (contribuyente), en un lugar y en im tiempo concreto, origina el
nacimiento de la obligación tributaria y por tanto legitima al ente titular
de la potestad tributaria para determinar, liquidar y recaudar el
tributo— es el momento en el cual éste ocurre.
Señalan Pérez de Ayala y González que: "La ley tributaria, como
toda norma jurídica, al establecer un mandato ha de ligar la producción
del efecto jurídico deseado a la realización de un determinado hecho,
que en la doctrina recibe el nombre de supuesto de hecho. Ese supuesto
de hecho o supuesto fáctico (también denominado riqueza gravada u
objeto material del tributo) constituye, naturalmente, un elemento de la
realidad social, que conviene tener perfectamente diferenciado de la
forma en que el mismo es contemplado por el legislador tributario y
transportado a la norma, convirtiéndolo así en un supuesto normativo,
esto es, en un hecho jurídico, que en esta rama del derecho recibe, más
específicamente, el nombre de hecho im ponible".'”
El art. 36 del Código Orgánico Tributario dice que: "E l hecho impo
nible es el presupuesto establecido por la ley para tipificar el tributo y
cuya realización origina el nacimiento de la obligación tributaria". La
sencilla pero a la vez completa definición acogida por el legislador pa
trio, es complementada por los arts.s 37 y 38, ajusten, de acuerdo con los
cuales el hecho imponible se considera ocurrido y existentes sus resul
tados, en las situaciones de hecho, desde el momento que se hayan rea
lizado las circxmstancias materiales necesarias para que produzcan los
efectos que normalmente les corresponden y en las situaciones jurídi
cas, desde el momento en que estén definitivamente constituidas de
conformidad con el derecho aplicable. Si el hecho imponible estuviere
condicionado por la ley o fuere un acto jurídico condicionado, se le con
sidera realizado en el momento de su acaecimiento o celebración, si la
condición fuere resolutoria o al producirse la condición, si ésta fuere
suspensiva, presumiéndose en caso de duda que la condición es resolu
toria.
El aspecto temporal del hecho imponible es el momento en que de
be configurarse o tenerse por configurada la realización del hecho gene
rador, lo que ocurrirá de manera instantánea en algunos casos y conti
nuada en otros. Sin embargo, en ambos supuestos es absolutamente ne
cesario que el legislador señale un momento único y específico en que el
177
hecho imponible se entiende ocurrido; de lo contrario, los problemas de
aplicación temporal de la ley tributaria serían absolutamente insolubles,
o en el peor de los casos estarían sujetos a las más arbitrarias y acomo
daticias interpretaciones de los operadores jurídicos.
La correcta determinación de la ley aplicable ratina temporis y el
elemento temporal del hecho imponible, son dos datos esenciales para
precisar, entre otras cosas, cuándo nace la obligación tributaria y desde
qué m omento es exigible; cuál es la base imponible que debe tomarse en
consideración y cómo se determina ésta; cuál es la tarifa que resulta
aplicable: qué beneficios fiscales podrían ser aprovechables por el con
tribuyente; desde cuándo comienzan los plazos de prescripción: qué
conductas constituyen ilícitos formales o materiales y cuáles sanciones
resultan aplicables.
El elemento temporal del hecho imponible es relativamente sencillo
de establecer, pues suele venir precisado de manera explícita por la ley
o al menos ésta ofrece todos los elementos necesarios para su determi
nación. Algunas leyes determinan en forma detallada el elemento tem
poral del hecho imponible, facilitando en gran medida su correcta pre
cisión, tal como ocurre con la Ley de Impuesto al Valor A gregado."
Gaceta Oficial N° 38.632 del 26 de febrero de 2007. "A rt. 13; Se entenderán ocurridos
o perfeccionados los hechos imponibles y nacida, en consecuencia, la obligación
tributaria: 1. En la venta de bienes muebles corporales: a) En los casos de ventas a
entes públicos, cuando se autorice la emisión de la orden de pago correspondiente,
b) En todos los demás casos distintos a los mencionados en el literal anterior,
cuando se emita la factura o documento equivalente que deje constancia de la ope
ración o se pague el precio o desde que se haga la entrega real de los bienes, según
sea lo que ocurra primero. 2. En la importación definitiva de bienes muebles, en el
momento que tenga lugar el registro de la correspondiente declaración de aduajias.
3. En la prestación de servicios: a) En los casos de servicios de electricidad, teleco
municaciones, aseo urbano, transmisión de televisión por cable o por cualquier
otro medio tecnológico, siempre que sea a título oneroso, desde el momento en que
se emitan las facturas o documentos equivalentes por quien preste el servicio, b)
En los casos de servicios de tracto sucesivo, distintos a los mencionados en el literal
anterior, cuando se emitan las facturas o documentos equivalentes por quien pres
ta el servicio o cuando se realice su pago o sea exigible la contraprestación total o
parcialmente, según sea lo que ocurra primero, c) En los casos de servicios presta
dos a entes públicos, cuando se autorice la emisión de la orden de pago correspon
diente. d) En los casos de prestaciones consistentes en servicios provenientes del
exterior, tales como servicios tecnológicos, instrucciones y cualesquiera otros sus
ceptibles de ser patentados o tutelados por legislaciones especiales que no sean ob
jeto de los procedimientos admirústrativos aduaneros, se considerará nacida la
obligación tributaria desde el momento de recepción por el beneficiario o receptor
del servicio, e) En todos los demás casos distintos a los mencionados en los literales
178
En cambio, el problema de la aplicación de la ley tributaria es m u
cho más complejo, pues las regulaciones tributarias de rango legal y
sublegal no sólo son abundantes, sino que aumentan y cambian con una
frecuencia vertiginosa, generando con ello difíciles problemas de apli
cación intertemporal de las normas.
179
Orgánico Tributario; antes por el contrario, se trata de la regla general en
materia de vigencia de la ley tributaria. Las razones fundamentales que
justifican que las leyes tributarias no deban entrar en vigencia solamen
te con su publicación en la Gaceta Oficial o el órgano divulgativo que
corresponda a las leyes estadales y locales, son principalmente dos;
(i) La complejidad particular de las normas tributarias y el impacto
que las mismas tienen en el patrimonio de los contribuyentes y en las
actividades relacionadas con el cumplimiento de los deberes formales,
reclaman la existencia de im período de conocimiento, comprensión y
adaptación a la nueva normativa. De hecho, no sólo el contribuyente se
beneficia con la previsión de este plazo, sino las propias Administracio
nes Tributarias, las cuales deben prepararse adecuadamente para apli
car la nueva ley. Sin este período de conocimiento, comprensión y
adaptación, tanto los contribuyentes como las Administraciones Tribu
tarias pueden aplicar equivocadamente la nueva norma, generando con
ello innecesarios conflictos intersubjetivos que no benefician a nadie.
La jurisprudencia ha entendido con acierto que este período de
adaptación tiende a garantizar los principios de certeza y seguridad
jurídica. Se ha dicho que: "La interpretación concatenada de los princi
pios antes referidos implica, en el ámbito de las relaciones jurídico-
tributarias, que toda medida que afecte las cargas tributarias de los con
tribuyentes debe ser predecible, esto es, que ningima medida que trans
forme el marco jurídico-tributario en detrimento de los contribuyentes
3uede ser imprevista, pues, de ser así, se impediría a los contribuyentes
a planificación del correcto cumplimiento de sus obligaciones tributa
rias sin desequilibrio de su desempeño económico. En consecuencia,
toda medida inesperada, aunque contara formalmente con cobertura
legal, haría excesiva e, incluso, desproporcionada la carga pública tribu
taria."'*
Lamentablemente, la jurisprudencia no ha sido todo lo contundente
que ha debido en este aspecto, al sugerir que la ley tributaria puede
concretarse a indicar como momento para su entrada en vigencia, la
publicación en la Gaceta Oficial sin que ello revista quebranto alguno a
a norma constitucional, siempre y cuando no se aplique al período o
ejercicio fiscal en curso:
180
de análisis sería, entonces, si las normas tributarias deben o no contar con
algún lapso o período de entrada en vigencia o de aplicación o si, por el
contrario, podrían disponer expresamente que la misma será a partir del
momento de su publicación. En este sentido, considera la Sala que el sen
tido que ha de dársele a la norma que se impugnó resulta distinto al que
pretende, en este caso, la parte actora. En efecto, el sistema tributario im
plica, ante todo, un medio que constitucionalmente se reconoce y establece
con la finalidad, como textualmente indica el art. 316 constitucional, de
procurar de la justa distribución de las cargas públicas según la capacidad
económica de los contribuyentes. De manera que limita, legítimamente, la
capacidad económica, y en consecuencia, limita también el desenvolvi
miento de las actividades económicas de los particulares. Entre los princi
pios que rigen a la actividad administrativa en general y que resultan
aplicables también y en concreto a la actividad de la Administración tribu
taria, se encuentran los de certeza y seguridad jurídica, los cuales recoge el
art. 299 de la Constitución de 1999. Como aerivación directa de cucho
principio de seguridad jurídica, se encuentran también el principio de
confianza legítima que es concreta manifestación del principio de buena fe
en el ámbito de la actividad administrativa. Tales principios están recogi
dos expresamente en el art. 12 de la Ley Orgánica de la Administración
Pública, cuya finalidad es el otorgamiento a los particulares de garantía de
certidumbre en sus relaciones jurídico-administrativas.
181
Ahora bien, lo que no debe confundirse es la necesaria transitoriedad de la
aplicación de las leyes tributarias con la supuesta exigencia de una vacatio
legis de las mismas, que es lo que alegó, en este caso, el recurrente. En efec
to, la vacatio legis lo que haría es prolongar en el tiempo, por xm plazo de
finido, la entrada en vigencia de la norma, mientras que la transitoriedad
lo que preceptúa es que la nueva regulación tributaria no se aplique a cier
tos supuestos de hecho -con independencia de que la ley haya entrado ya
en vigencia- hasta im momento posterior. En el caso concreto de las leyes
que gravan actividades que se discriminan o determinan en períodos fis
cales, como es el caso del impuesto sobre la renta, lo que se exige no es
una vacatio legis, sino que la nueva legislación, aun cuando entre en vigen
cia, no rija el período fiscal en curso, sino los que han de comenzar durante la vi
gencia de esa normativa, de manera que se respete el principio de certeza y
de confianza legítima en materia tributaria. En otros términos, lo impor
tante es que ac^uellos tributos que graven actividades económicas que se
realizan en periodos fiscales concretos, no se apliquen a los períodos fisca
les que ya estén en curso, sino que rijan, al menos, a partir del período que
se inicie luego de su entrada en vigencia. Esa finalidad de certeza y con
fianza que se busca con la aplicación de la ley a períodos fiscales que
hayan de iniciarse durante su vigencia, no se logra únicamente a través de
la vacatio legis a que hace referencia el demandante. Piénsese en el caso de
un ejercicio fiscal que se inicie el 1° de enero de cada año, y en el curso del
cual {vgr. en el mes de junio) se modifica, como en este caso, la Ley de Im
puesto sobre la Renta, que establece -hipotéticamente también- una vacatio
egis de 60 días pasados los cuales comenzará a regir la Ley. En ese su
puesto, la vacatio legis no garantizará la protección de la confianza y certe
za, pues la ley entrará en vigencia en agosto y habrá de aplicarse al ejerci
cio fiscal en curso, al que aún le quedan cinco meses, con la consecuente
modificación de las condiciones tributarias que existían cuando se inició
ese período. En el caso de autos, se observa que la norma el art. 199 de la
Ley de Impuesto sobre la Renta precisamente diferenció entre el momento
de su entrada en vigencia respecto del ámbito temporal de su aplicación.
Conviene nuevamente transcribir dicha norma, la cual dispuso que "Esta
Leu comenzará a regir a partir de su publicación en la Gaceta Oficial de la Re
pública Bolivariana de Venezuela "y se aplicará a los ejercicios que se inicien
durante su vigencia". De allí que aun cuando entro en vigencia de inme
diato, sin contar un lapso de vacancia, su aplicación regirá, según expre
samente dispuso, a los ejercicios fiscales que se inicien durante su vigencia y
no a aquellos que ya se encuentren en curso para ese momento, supuesto
aquél que es, precisamente, el que garantiza la observancia de los princi
pios de certeza y se^ridad jurídica, pues permite a los contribuyentes la
planificación de su desenvolvimiento fiscal y, además, se ajusta a la finali
dad del art. 317 en relación con la aplicación de las normas tributarias que
modifiquen o impongan nuevas cargas. En consecuencia, considera la Sala
que la norma que se impugnó no violó los arts.s 316 y 317 de la Constitu
ción de 1999 y de allí que ha de desestimarse la pretensión de nulidad del
art. 199 de la Ley de Impuesto sobre la Renta {Gaceta Oficial N° 5666 extra
ordinario). Así se decide."'^
182
El criterio expuesto es laudable en el caso del Impuesto Sobre la
Renta, porque al diferirse la aplicación de la nueva ley al ejercicio si
guiente, es casi seguro que el contribuyente contará con un plazo sufi
ciente para conocer, comprender y adaptarse a la nueva normativa; pe
ro no ocurre lo propio con los tributos de aplicación instantánea o don
de los períodos de imposición son mensuales, como sucede con el Im
puesto al Valor Agregado.
Además, la norma constitucional no hace semejante distinción; al
contrario, es categórico el art. 317 al afirmar que; "Toda ley tributaria
fijará su lapso de entrada en vigencia..." (Cursivas nuestras). Es decir,
toda ley tributaria debe fijar un límite temporal a partir de cuyo venci
miento entrará en vigencia y si no lo hace se entiende que éste será de
sesenta días continuos. No es posible entender que esa fijación que or
dena la Constitución se satisface con la simple mención de que la ley
entrará en vigencia con su publicación en la Gaceta Oficial, porque esa es
la situación normal con cualquier ley. El problema de la entrada en vi
gencia de las leyes tributarias es tan importante que la Constitución se
ocupó de prever una regulación especial a tal fin y es claro que su in
tención era que tanto los contribuyentes como la Administración Tribu
taria contasen con un plazo razonable para conocer la ley y tomar las
medidas necesarias para su cumplimiento. Otra conclusión haría abso
lutamente inútil la norma constitucional en comentarios.
En el caso de los tributos que se determinan o liquiden por perío
dos, es obvio que aun cuando la ley entre en vigencia (en el lapso fijado
por la ley o a los sesenta días continuos de su publicación), no se apli
carán efectivamente las normas referentes a la existencia o a la cuantía
de la obligación tributaria sino en el período inmediato siguiente a la
entrada en vigencia, porque así lo establece con meridiana claridad el
art. 8 del Código Orgánico Tributario. Por eso tenía razón el accionante
en el caso al que alude la sentencia citada ut supra al sostener que el art.
199 de la Ley de Impuesto Sobre la Renta, en tanto establece la entrada
en vigencia de la Ley a partir de su publicación en la Gaceta Oficial, es
violatorio del art. 317 de la Constitución.
Si la norma tributaria indica como momento para su entrada en vi
gencia la simple publicación en la Gaceta Oficial, es claro que no se ha
fijado plazo alguno en contravención de la norma constitucional y en
algunos casos, distintos a los tributos como el Impuesto Sobre la Renta,
no habrá oportunidad para conocer, comprender y adaptarse a la nueva
normativa.
183
(ii) Los presupuestos definidos en la ley como desencadenantes de
obligaciones tributarias, no son únicamente hechos instantáneos perfec
tamente aislables en el tiempo, sino en muchos casos hechos complejos
que se desarrollan en distintos momentos. Como antes hemos explica
do, el aspecto temporal del hecho imponible es el momento en que debe
configurarse o tenerse por configurada la realización del hecho genera
dor, lo que ocurrirá de manera instantánea en algunos casos y conti
nuada en otros, por lo cual es imprescindible que el legislador señale
una oportunidad única y específica en que el hecho imponible se en
tiende ocurrido.
De esta manera, si a las dificultades que pueden presentarse para
determinar cuándo ha ocurrido el hecho imponible, se añade la intem
pestiva entrada en vigencia de ima nueva ley que modifica elementos
estructurales del tributo o su forma de determinación o los deberes
formales asociados a la declaración y el pago del mismo, es casi seguro
que el contribuyente o la Administración Tributaria, o ambos, incu
rrirán en errores en la aplicación de la Ley.
No hay duda pues que el prurito de poner en vigencia inmediata
una ley tributaria, sin ofrecer el tiempo necesario para conocerla, enten
derla y tomar las medidas apropiadas para su adecuada aplicación, no
beneficia a nadie y en cambio perjudica tanto a los contribuyentes como
a la Administración Tributaria.
"A rt. 8. (omissis) Ninguna norma en materia tributaria tendrá efecto retroactivo,
excepto cuando suprima o establezca sanciones que favorezcan al infractor."
184
sado, cuáles hechos, una vez acaecidos, dan origen a la obligación de
pagar un tributo, bien sea un impuesto, una tasa o una contribución es
pecial. La descripción típica del tributo es tan importante que bien
podría compararse en su rigor, mutatio mutandi, con la que realiza el
legislador penal al establecer el delito y la pena.
Sostiene Mery Bóveda que: " ...e l principio general que se debe
respetar es que las leyes sólo deben regular situaciones ocurridas con
posterioridad a su entrada en vigor, pues de lo contrario, se atentaría
contra el principio de seguridad jurídica. Sólo si las normas tienen
efectos hacia el futuro, el ciudadano sabrá siempre a qué atenerse, cuál
debe ser su conducta y cuáles son los límites y las consecuencias de su
actuación."'^
185
una ya vencida, no existe principio jurídico que impida esa renuncia al
crédito y que incluso le dé efecto retroactivo si considera que la causa
que fundamenta su renimela existía en el pasado. Sólo está obligado a
respetar el principio de igualdad respecto de los contribuyentes que pa
garon el tributo durante el régimen anterior."'®
En nuestro criterio, las normas tributarias más favorables no pue
den aplicarse retroactivamente, pues la excepción constitucional y le
galmente prevista no es suficiente para ello desde que tan sólo se refiere
a las sanciones. Además, acaecido el hecho imponible, nace la obliga
ción tributaria y ésta debe ser cumplida por todos los sujetos incididos
por el tributo en el plazo legalmente previsto. La aplicación retroactiva
de una ley tributaria que suprimiera el tributo o que, en general, supu
siera un tratamiento más favorable para el contribuyente, implicaría un
claro atentado contra el principio de generalidad, puesto que se daría
un tratamiento diferenciado e inequitativo a quienes cumplieron opor
tunamente la obligación tributaria en beneficio de aquellos que, violan
do la ley, no lo hicieron, lo cual repugna el más básico ideal de justicia.
Es verdad que el mismo argumento puede predicarse con respecto
a quienes no cometieron ilícito tributario alguno frente a aquellos que sí
lo hicieron y luego resultan beneficiados por la supresión o modifica
ción favorable de la sanción; pero al menos en este caso existe una pre
visión constitucional y legal al respecto, que además se basa en un dere
cho humano universalmente reconocido.
Ahora bien, si la ley que suprime el tributo o que en general supone
un tratamiento más beneficioso para el contribuyente, dispone de ma
nera expresa su aplicación retroactiva, esa aplicación sería legítima
siempre y cuando se extienda a todos los sujetos incididos, de modo
que quienes cumplieron la obligación tributaria al amparo de la ley an
terior, tienen derecho a reclamar el reintegro de aquello que por virtud
de la aplicación retroactiva de la nueva ley, hayan pagado en exceso,
pues esta sería la única forma de respetar a cabalidad el principio de
generalidad del tributo. En todo caso no creemos que esta situación
tenga respaldo en una recta interpretación de los arts.s 24 de la Consti
tución y 8 del Código Orgánico Tributario.
Valdés Costa, R. Curso de derecho tributario. Depalma, Temis, Marcial Pons, Buenos
Aires, Bogotá, Madrid, 1996, Segimda Edición, pp. 245-246.
186
(ii) La aplicación retroactiva de la Unidad Tributaria
187
dòn retroactiva de la Unidad Tributaria, y corno se sabe ninguna disposición legal
puede tener efectos retroactivos, sino cuando favorece al infractor y en este caso es
evidente que no lo beneficia”.
Por su parte, en decisión dictada el 29 de junio de 2007, el Tribunal
Superior Primero de lo Contencioso Tributario con jueces asociados,
dejó claramente establecido que el art. 94 del COT se traduce en una:
”...aplicación retroactiva del acto normativo de efectos generales mediante el
cual se fija la unidad tributaria, lo cual constituye una violación directa y os
tensible de la prohibición de retroactividad contenida en el art. 24 de la Consti
tución".
Pero además de lo anterior, esta última decisión estableció que: "esa
aplicación retroactiva viola de manera incontestable el principio de la ley penal
más favorable previsto en el mismo art. 24 de la Constitución, porque en vez de
aplicar la pena más benigna que sería la calculada según la Unidad Tributaria
vigente para el momento en que se comete la infracción, se aplica una multa de
seguro mucho más cuantiosa, como lo sería, sin la menor duda, la vigente para
el momento del pago, en tanto las máximas de experiencia permiten afirmar que
la Unidad Tributaria jam ás decrece, sino que aumenta año tras año".
Asimismo, en la decisión judicial antes citada se señaló que las dis
posiciones señaladas suponen una violación clara y manifiesta del art. 9
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San
José), suscrita por Venezuela el 22 de noviembre de 1969 y ratificada el
23 de junio de 1977 -absolutamente vinculante y con rango de norma
constitucional según lo disponen con toda rotundidad los arts.s 19, 22 y
23 de la Constitución- en el cual se establece:
188
Desafortunadamente, la Sala Político Administrativa del Tribimal
Supremo de Justicia no ha analizado el asunto con la debida profundi
dad:
Así, esta Sala de manera reiterada ha establecido que a los efectos de con
siderar cuál es la unidad tributaria aplicable para la fijación del monto de
la sanción de multa con las infracciones cometidas bajo la vigencia del
Código Orgánico Tributario de 2001, ha expresado que debe tomarse en
cuenta la fecha de emisión del acto administrativo, pues ése es el momen
to cuando la Administración Tributaria determina -previo procedimiento-
la comisión de la infracción que consecuencialmente origina la aplicación
de la sanción respectiva {Vid. Sentencias N° 0314, 0882 y 01170 de fecha 6
de julio de 2007, 22 de febrero de 2007 y 12 de julio de 2006, respectiva
mente).
189
no a la aplicación retroactiva del acto administrativo que fija la unidad
tributaria, a hechos pretéritos ocurridos antes de que dicho acto fuese
emitido. No se analiza la contradicción abierta que existe entre esa
norma y los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos ratifi
cados por la República; tampoco hay referencia alguna sobre el conflicto
que existe entre ese artículo y el principio rector de la materia, conteni
do en el art. 548, in fine, del Código Orgánico Procesal Penal. Carece la
sentencia mencionada del más simple análisis sobre la conciliación del
parágrafo único del art. 94 del Código Orgánico Tributario, con el art. 8,
ajusten.
En fin, la Sala establece la constitucionalidad del art. 94, parágrafo
primero, del Código, a partir de una trascripción del propio texto del
artículo cuestionado, sin confrontar en modo algtmo su contenido con
el art. 24 constitucional, que es precisamente el tema a resolver, lo cual
pone de manifiesto, ima vez más, que los jueces conocen muy bien los
principios constitucionales de la tributación, pero no los aplican y, lo
que es más grave, desconocen en ciertos casos su propia doctrina, pues
en este pimto específico la Sala ha dicho que: ""L a naturaleza de ley su
prema de la Constitución se refleja en la necesidad de interpretar todo
el ordenamiento de conformidad con la Constitución y en la declarato
ria de inconstitucionalidad de la norma que la contradiga o viole me
diante los medios procesales previstos en ella, incluido en ello, la in
constitucionalidad sobrevenida de aquellas normas dictadas bajo el or
denamiento constitucional derogado, incompatibles con la novísima
Constitución (...) Es por ello que resultaría inadecuado pretender interpretar
la norma constitucional desde la norma legal misma; ya que por el contrarío, es
la norma legal la que debe ser examinada bajo el prisma constitucional" (Cur
sivas nuestras).'*
Cf. S. TSJ/SPA, 08-02-2001, caso: Olimpia Tours and Travel C.A. contra Corporación de
Turismo de Venezuela (Corpoturismo).
190
C a p ít u l o D é c im o
PRINCIPIO DE LA RECAUDACIÓN EFICIENTE
Sección Primera
CONCEPTO
191
el juez constitucional cuando sabido es que, inspirados por los principios
fundamentales del Régimen Presupuestario Venezolano, los ingresos
públicos estadales provenientes de los recargos, en este caso, de la obliga
ción tributaria, como podrían resultar los mencionados intereses compen
satorios y actualización monetaria, no constituyen partidas de ingresos
previsibles para el Estado mismo, sino ingresos, en todo caso, de carácter
eventual, pues no es de suponer que, para la elaboración de un presupues
to se hagan estimaciones cualitativas y cuantitativas respecto a actuacio
nes irregulares o antijurídicas a los fines de estimar las percepciones dine-
rarias de que se servirá, entre otras, los ingresos del Estado para enfrentar
las estimaciones del gasto público dentro del marco de las mencionadas
actividades financieras del Estado.
Sección Segunda
LAS MEDIDAS NECESARIAS PARA LOGRAR
UNA RECAUDACIÓN EFICIENTE
192
diente, ofreciéndole todas las facilidades y garantías necesarias que lo
estimulen a evitar conflictos ulteriores, sobre la cuantía de la cuota tri
butaria liquidada, que retardarán innecesariamente la recaudación.
El estímulo de una irmecesaria conflictividad entre el contribuyente
y la Administración Tributaria, es la acción exactamente opuesta a una
recaudación tributaria que emplea el mínimo de esfuerzos y recursos
humanos y económicos para alcanzar las metas fiscales previstas.
Un sistema eficiente de recaudación requiere entonces impulsar la
profesionalización, el bienestar y la estabilidad de los funcionarios de la
Administración Tributaria, rescatándolos de la tentación de migrar al
sector privado o de incurrir en prácticas reñidas con la ética y la ley,
dotándolos además de todas las herramientas tecnológicas necesarias
para cumplir eficientemente su labor. Es preciso, en especial, combatir
arduamente la corrupción, creando los mecanismos necesarios para cas
tigar las conductas de los funcionarios públicos que abusan de sus
competencias para obtener beneficios personales. Las medidas deben
ser ejemplarizantes contra quienes resulten responsables de actos de
corrupción.
A medida que los profesionales tributarios profundizan sus cono
cimientos y se sienten respaldados por la estabilidad propia de la carre
ra administrativa, sus acciones son más apegadas a la ley y su imagen
frente al ciudadano se fortalece, logrando en éste un sentimiento de
confianza y respeto, indispensable para el cumplimiento voluntario de
los deberes y obligaciones tributarias.
En este orden de ideas y dado que el concurso de los contribuyentes
y los responsables es fundamental para que los tributos ingresen al Fis
co con el mínimo esfuerzo posible, pues en eso radica precisamente la
deseada eficiencia del sistema, es indispensable orientar al universo de
contribuyentes en forma activa y constante, para informarles adecua
damente sobre sus deberes formales y obligaciones, estimulándolos, a
través de toda clase de incentivos legítimos, al cumplimiento voluntario
de los mismos.
Por otra parte, cuando ya existe un conflicto entre la Administra
ción y un contribuyente y ante el riesgo de que la recaudación se difiera
por años, es necesario abrir espacios francos a los mecanismos alterna
tivos de resolución de conflictos, tales como el arbitraje -el cual ya tiene
regulación en nuestro ordenamiento jurídico- todo el fin de evitar cos
tosos e innecesarios procesos judiciales. Una futura reforma del Código
Orgánico Tributario debería contemplar la posibilidad de terminación
convencional de los procedimientos administrativos.
193
En esta misma línea y para cumplir con el mandato constitucional,
debería el legislador crear espacios para la celebración de convenios tri
butarios, en los cuales se module el ejercicio de la potestad tributaria,
haciendo uso de bases indiciarias de imposición acordadas entre la
Administración Tributaria y los contribuyentes organizados, pertene
cientes a diversos sectores de la economía.
La persecución de conductas antijurídicas como la evasión, debe ser
implacable y no creemos posible que alguien llegare a sostener lo con
trario; pero en el plano de las infracciones administrativas, el asimto es
distinto. Buena parte de estas infracciones se cometen con culpa leve o
levísima, derivada de negligencia o impericia, rara vez el origen es el
dolo.
Se trata en definitiva de un problema de conocimiento y aplicación
de las leyes tributarias, que por ser numerosas y muy complejas, esca
pan del conocimiento del ciudadano común. Por eso, el principio de la
recaudación eficiente exige impulsar la creación de incentivos a los con
tribuyentes que han cometido infracciones menores para que regulari
cen su situación fiscal, tales como la aplicación de sanciones en cuantía
reducida mediante procedimientos administrativos expeditos, o la con
donación de Scmciones o la remisión parcial de obligaciones tributarias,
acordadas por la máxima autoridad de la Adiiünistración Tributaria
con la opinión favorable de los entes contralores respectivos.
En el campo de los procedimientos administrativos urge proscribir
los tratos discriminatorios a ciertas categorías de contribuyentes califi
cados paradójicamente como especiales, a los cuales se les priva ac
tualmente del uso de las oficinas auxiliares de receptoría de fondos na
cionales. Además, es indispensable impulsar una verdadera simplifica
ción de todos los procedimientos administrativos que se cumplen ante
la Administración Tributaria, acatando los principios y normas que
consagran la Ley Orgánica de la Administración Pública y la Ley de
Simplificación de Trámites Administrativos.
Sin duda son estas medidas y no la represión, la amenaza, la fiscali
zación agresiva, la voracidad fiscal y las trabas administrativas de toda
índole, las que darían plena satisfacción a este nuevo postulado consti
tucional que orienta de la tributación en Venezuela.
Para el Dr. José Andrés Octavio, el principio de la recaudación efi
ciente es el antídoto más potente contra la evasión fiscal, sin el concm so
indeseable de la arbitrariedad administrativa y el abuso de poder; dice
el Dr. Octavio que "...la reducción de la evasión puede obtenerse me
diante una Administración Tributaria eficiente, sin vulnerar principios
de la tributación que impidan la arbitrariedad administrativa y el abuso
194
de poder, especialmente los que consagran la seguridad jurídica y el
equilibrio de las partes de la relación tributaria, entendida ésta como
una relación de derecho y no de poder, postulado que representa un
avanzado proceso institucional, propio de los regímenes democráti-
cos".^
Octavio, J.A. "E l modelo de Código Tributario para América Latina O EA /BID de
1967 y el modelo CIAT de 1997. Recomendaciones del ILADT para su aplicación".
Anais das XX Jomadas do ILADT. Ano 2000. Salvador, Bahía, Dezembro, 2000, Tema
2, p. 1530.
195
APÉNDICE
JURISPRUDENCIA
" (...) 3.- Se establecen [los tributos] con el fin de procurar los medios
precisos para cubrir las necesidades financieras de los entes públicos:
su finalidad no es otra que el sostenimiento de los gastos públicos."
(Corchetes nuestros).'
197
1. "De la garantía de la Constitución". De ellos es relevante extraer los
siguientes preceptos: (omissis...)
199
Tribunal Supremo de Justicia
Sala Constitucional
Fecha: 14-11-2007
Fuente: www.tsj.gov.ve
Caso: Antonio Ledezma
200
principio de unidad del ordenamiento, a tenor del cual el orden de
valores consagrados en el Texto fimdamental debe ser investigado y
descubierto en cada norma legal."^
"D e ello resulta pues, que la Sala al analizar la expresión jurídica le
gal o sub legal con el Texto Fundamental de acuerdo al principio de
supremacía constitucional, debe tener presente que toda manifesta
ción de autoridad del Poder Público debe seguir los imperativos o
coordenadas trazadas en la norma fundamental, como xm efecto del
principio de interpretación conforme a la Constitución y de la fun-
cionalización del Estado a los valores que lo inspiran.'"'
201
Corte Suprema de Justicia
Sala Político Administrativa (Accidental)
Fecha: 22-09-87
Fuente: Revista de Derecho Público, EJV, 1987, N° 32, pp.68-69
"A hora bien, a juicio de esta Corte, en el caso de las tasas causadas
por la prestación de servicios o realización de actividades de los
202
órganos del Estado en materia de tránsito terrestre (registro de vehí
culos y otorgamiento de licencias para conducir) éstas están creadas
en el art. 99 de la Ley de Tránsito Terrestre, norma que, conforme a
los prescrito en los arts.s 4 y 7 del Código Orgánico Tributario, esta
blece la tasa, define el hecho o actividad que la causa, fija el monto
de la misma en un límite máximo e indica el sujeto pasivo de la
miisma. Ahora bien, la Ley de Tránsito Terrestre, siguiendo una m o
dalidad tradicional en nuestra legislación, delegó en un órgano del
Ejecutivo Nacional, el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, la
determinación precisa del monto de las mismas, dentro del máximo
establecido en la ley. Por tanto, ha sido precisamente la Ley de
Tránsito Terrestre, como ley formal dictada en los términos del art.
162 de la Constitución, la que ha creado las tasas en materia de
tránsito terrestre, fijando además, su monto máximo, y nada se opo
ne en el ordenamiento constitucional venezolano, a que el legislador
delegue en un órgano del Ejecutivo Nacional, en este caso, el Minis
terio de Transporte y Comunicaciones, la determinación concreta
tanto del monto de las tasa como de las diversas actividades que las
causan, según los diversos servicios y actividades, dentro del límite
fijado en la Ley".
203
Corte Suprema de Justicia
Sala Político Adm inistrativ^Especial Tributaria
Fecha: 08-05-97
Fuente: Revista de Derecho Público, EJV, 1997, N° 69-70, p. 213
"D e tal manera que, no es la Ley, el instrumento que en este caso de
fine el hecho imponible, en los diversos supuestos que se presentan,
ni fija la alícuota del tributo, ni la base de su cálculo, ni indica quié
nes son los sujetos pasivos de las obligaciones que surgen a favor del
Instituto, sino que es la mencionada Resolución N° 51 el instrumento
que se utiliza para suplir el mandato legal, hecho este que evidente
mente violenta el principio de legalidad tributaria consagrado en
nuestra Carta Magna y desarrollado por el Código Orgánico Tributa
rio; principio este mejor llamado 'principio de reserva de Ley', por
cuanto su primordial función es poner im límite a la potestad tribu
taria privativa del Estado".
Sin embargo, Villarín advierte que otros autores niegan carácter tri
butario al arancel notarial. Por ejemplo, la Ley de Tasas y Precios
Públicos española, del año 1989 establece un régimen especial para
los aranceles directamente percibidos por los funcionarios públicos
distinto del régimen de las tasas y los precios públicos, lo que ha lle
vado a algunos a sostener que los aranceles constituyen un tercer
género diferente de tasas y precios públicos. Es más, en doctrina -
según reseña la autora citada- hay quienes estimem que el arancel no
tarial no sólo carece de naturaleza tributaria, sino que ni siquiera es
encuadrable como ingreso público.
206
En realidad, el monto del arancel sería el resultado de una medida de
intervencionismo administrativo cuya finalidad es limitar la remune
ración de determinados profesionales.
207
como aquel tributo cuyo pago retribuye xm servicio individualizado
y concreto que recibe xm contribuyente o xm servicio potencialmente
al alcance de ese contribuyente.
208
Colombia, país no sólo vecino sino de trayectoria jurídica en ocasio
nes similar a la nuestra, sí prevé constitucionalmente que ciertas ta
sas no se fijen por ley, pues se permite la delegación al Ejecutivo de
algimos de los elementos del tributo, con fimdamento en la ley. En
concreto, el art. 338 de la Constitución de ese país dispone:
209
mentos, no es obtenible de prestadores de servicios particulares.
Quedan a salvo los pagos que se efectúen en las dependencias regis-
trales y notariales que, siendo importantes para la prestación del ser
vicio, no sean en sí mismo producto del acto de registro o notariado.
210
4.- P rincipio de l a G en eralid ad
211
surgirá necesariamente la obligación del contribuyente de pagar el
tributo. Ahora bien, en el caso de autos, observa esta Sala Constitu
cional que tal principio no resulta infringido por la norma contenida
en el hoy art. 29 de la Ley de Impuesto al Valor Agregado de fecha 3
de agosto de 2000, debido a que el impuesto soportado por los con
sumidores como consecuencia de la traslación del tributo, no opera
como una indemnización para los sujetos pasivos señalados en la ley
in commento, sino que estos últimos, se encuentran en la obligación
de enterar el aporte recibido por concepto de dicho tributo al Fisco
Nacional, de conformidad con lo dispuesto en el art. 32 de la Ley de
Impuesto al Valor Agregado, por lo que se cumple de esta manera la
obligación de todo ciudadano de contribuir a los gastos públicos, tal
como lo establece el art. 133 de la Constitución de 1999. En efecto, tal
y como acertadamente lo apunta el autor Oswaldo Padrón Amaré "el
elevado número de contribuyentes sujetos al impuesto y, consecuencialmen-
te, el considerable volumen de operaciones tributarias que la aplicación del
impuesto implica, excede, con mucho, lo que ocurre en otras modalidades de
imposición ello por dos razones: primero, por la generalidad misma de la
imposición indirecta que, como dijimos anteriormente, exige el gravamen de
todas las actividades definidas como susceptibles de constituir supuestos de
hecho del tributo, sin excepciones, y, segundo porque a diferencia de lo que
ocurre con los impuestos directos globales en los cuales el período de aplica
ción del impuesto es más o menos extenso y coincide generalmente con el
año, en la imposición general indirecta los períodos de imposición suelen ser
mucho más breves" (Subrayado de la Sala) (Oswaldo Padrón Amaré
"L a imposición indirecta en la reforma tributaria; la justicia tributaria
frente a las tendencias eficientistas en materia económ ica". Revista de
Derecho Tributario N° 51, Caracas, p. 57). Con base a lo transcrito an
teriormente, esta Sala observa que el tributo de tipo valor agregado
no sólo no violenta el principio cardinal de la generalidad del tributo
sino que ayuda a racionalizar la carga tributaria dentro del sistema
impositivo nacional".
213
poder público nacional, estadal o municipal. En tal sentido, la juris
prudencia foránea ha señalado que "[cjapacidad económica, a efec
tos de contribuir a los gastos públicos, significa la incorporación de
una exigencia lógica que obliga a buscar la riqueza allí donde la ri
queza se encuentra. La tributación según la riqueza constituye, por
ello, un requisito antes exigido por las leyes de la lógica que por los
imperativos de la justicia, y de allí que la capacidad económica como
fuente de imposición, forme parte de las estructuras lógico-objetivas
que constituyen Ta naturaleza de la cosa' y que han de tenerse pre
sente en la legislación tributaria, de modo que su evidente ignoran
cia, objetivamente comprobada, equivale precisamente a la arbitra
riedad de la legislación fiscal." (Sentencia del Tribimal Constitucio
nal Español N° 27/81 del 20 de julio de 1981)".
214
Tribunal Supremo de Justicia
Sala Constitucional
Fecha: 30-06-2004
Fuente: www.tsj.gob.ve
Caso: José Andrés Romero Angrisano
5
Cf. S. TSJ/SC, 30-06-04, caso: José Andrés Romero Angrisano, consultada en;
H t t p :// www.tsj.gov.ve.
215
Habilidad en la imposición. Tal capacidad se manifiesta a través de
los índices o presupuestos reveladores de enriquecimientos idóneos
para concurrir a los referidos gastos, siendo uno de los principales la
obtención de rentas que resulten gravables de acuerdo a la respectiva
normativa legal (Sentencia de la Sala Político-Administrativa N°
01626 del 22-10-03, caso: C.A. Seagrams de Margarita).
217
serva, conforme se indicó en líneas precedentes, que la contribuyente
demmcia que el Juez a quo al confirmar la negativa de la Administra
ción Municipal de modificar las declaraciones de ingresos brutos co
rrespondientes a los años 2003, 2004, 2005, 2006 y 2007 infringió el
principio de capacidad contributiva, toda vez que no pudo declarar
a rebaja de impuesto prevista en el art. 69 de la Ordenanza sobre Ac
tividades Económicas vigente para los períodos señalados. Ahora
bien, la Sala considera que la negativa de la Dirección de Adminis
tración Tributaria de la Alcaldía del Municipio Chacao del Estado
Bolivariano de Miranda de aceptar la presentación de "las planillas
sustitutivas" de las declaraciones de ingresos brutos, confirmada por
el a quo, atiende a la prohibición prevista en el art. 147 del vigente
Código Orgánico Tributario de modificar las declaraciones cuando
los contribuyentes hayan sido objeto de un procedimiento de fiscali
zación. Asimismo, se observa que el fin de la empresa Creaciones
Nardi, C.A. con la presentación de una modificación a tales declara
ciones es la de incluir una rebaja de impuesto sobre actividades
económicas de industria, comercio, servicios o de índole similar, que
le fue negada producto justamente de ese procedimiento de fiscaliza
ción del cual fue objeto al no discriminar las actividades desarrolla
das en el Municipio exactor de acuerdo al art. 59 eiusdem, y contra el
cual no ejerció en su oportunidad recurso alguno. En razón de lo ex
puesto, esta Alzada estima que la negativa de la Administración Tri
butaria Municipal de aceptar la presentación de las "planillas sustitu
tivas", considerada conforme a derecho por la recurrida, con el fin de
modificar los datos contenidos en las declaraciones de ingresos bru
tos correspondientes a los años 2003, 2004, 2005, 2006 y 2007, no le
causó una violación al principio de capacidad contributiva, toda vez
que dicha negativa tuvo como fundamento lo dispuesto en el art. 147
antes mencionado, que imposibilita a los contribuyentes a modificar
los datos contenidos en las declaraciones cuando han sido objeto de
un procedimiento de fiscalización. Por lo tanto, se desestima la de
nuncia que efectuara el apoderado judicial de la recurrente sobre el
particular. Así se declara."
218
6.- P rincipio de la no C o nfiscatoriedad
"Q uien suscribe, Hildegard Rondón De Sansó, salva su voto por dis
entir de sus colegas el fallo que antecede por estimar, respecto al re
chazo manifestado en el mismo de la naturaleza confiscatoria del
impuesto, que no podía omitirse el examen de este elemento que es
de importancia en el control jurisdiccional de las ordenanzas que es
tablecen tasaciones consideradas como confiscatorias, así como de
los actos administrativos que las hacen efectivas. Estima la disidente
que se ha despertado una avidez fiscalista en los organismos descen
tralizados territorialmente, que los lleva a establecer alícuotas de un
monto tal que llega a disturbar la actividad económica objeto de la
tasación, alcanzando incluso, el carácter de 'impuesto confiscatorio'.
Al efecto, ratifica la disidente el criterio que expresara en el voto sal
vado a la sentencia relativa al recurso interpuesto por la Cámara de
Comercio e Industria del Estado Táchira (Expediente 0774) por ante
la Sala Plena de esta Corte Suprema de Justicia, en el cual estima que
el control del carácter confiscatorio del impuesto puede fundarse en
lo dispuesto en el art. 102 de la Constitución, recordando al efecto,
que la materia ha sido objeto de recientes estudios por parte de los
tributaristas (Spisso Rodolfo R., Derecho Constitucional Tributario, De
Palma, Buenos Aires, 1991; García Belsunce, Horacio, Garantía Consti
tucional, De Palma, 1984; Oswaldo Casas, José, Presión Fiscal e Incons
titucional, De Palma, 1992) y de análisis en los congresos internacio
nales de Derecho Comparado (como lo fuera el realizado en Montre
al por el Instituto Internacional de Derecho Comparado), en los cua
les el elemento fundamental ha sido la verificación en cada tipo de
impuesto, de si es posible o no que el mismo se pueda calificar de
confiscatorio. Es indudable que, sobre todo en los impuestos suceso-
rales, o que en general gravan los actos de transmisión a título gra
tuito, así como en la llamada contribución de mejora es donde la po
testad del Fisco se ha hecho más exigente y cercana a la figura que se
expone. En los impuestos indirectos, en los cuales es el consumidor
el que en definitiva paga el tributo, no fácil es aislarla; pero en los
impuestos directos opera con frecuencia, lo cual ha llevado a la juris
prudencia de algunos países a fijar el porcentaje de la renta que pue-
219
de ser afectado, sin que pueda hablarse de confiscatoriedad; pero es
indudable que el establecimiento cuántico, en forma rígida, no cons
tituye un valor de aplicación automática, aun cuando pueda ser indi
cativo del exceso en que el Fisco pudiese haber incurrido. Es induda
ble que los Municipios tienen ima tendencia voraz en materia im po
sitiva, que sólo a través del control jurisdiccional puede moderarse.
De allí que, en casos como el presente, en el cual era evidente el au
mento desmesurado del gravamen muy por encima de la inflación,
que la Sala debido calificar la naturaleza confiscatoria o no del tribu
to, para establecer un paradigma que sirviese de guía a la potestad
impositiva de los entes municipales. Queda así expresado el criterio
de la disidente."
221
Tribunal Supremo de Justicia
Sala Constitucional
Fecha: 19-02-04
Fuente: www.tsj.gov.ve
Caso: Caribe Motor, C.A.
223
m ismo sentido, cabe señalar que actualmente la justicia tributaria no
está identificada con el principio territorial, así como tampoco podría
estarlo con los demás factores de conexión o causas de legitimación
para la imposición de cargas fiscales, sino que es la resultante de la
ordenada y equitativa combinación de los diversos criterios de legi
tim ación mencionados. De allí que los tratados para evitar la doble o
múltiple imposición y combatir la evasión fiscal vienen a completar
la ordenación para el logro de la justa distribución de las cargas
públicas entre los individuos y el justo reparto de la competencia de
los Estados para imponer cargas y recaudar ingresos. De acuerdo a
lo anterior, se hace necesario señalar que las normas denunciadas del
Convenio establecen topes o límites máximos a las alícuotas imposi
tivas, aplicables a la imposición de los dividendos, intereses y rega
lías, por parte del Estado de la fuente, que podría ser indistintamente
Venezuela o Estados Unidos, los cuales son uniformes para las dos
partes e inferiores a las normales de ambas legislaciones internas. Es
to se hace con el propósito final de que ambos Estados Contratantes
puedan gravar al mismo tiempo esas rentas específicas sin que se ex
ceda la carga tributaria razonable, cuyo máximo común se ubica en
el 34% aproximadamente, del enriquecimiento o renta neta gravable
obtenidos por esos conceptos específicos, por las personas ampara
das por el Convenio. Admite la Sala que las alícuotas máximas fija
das, en las normas impugnadas del Convenio, están referidas a in
gresos brutos recibidos y no a rentas netas obtenidas por los contri
buyentes. Ello quiere decir que las limitaciones impuestas deben
prever que dichos ingresos y regalías, así como también la aplicación
de los gastos generales del contribuyente a la obtención de todas sus
rentas, lo cual sólo sería determinable globalmente en el país de la
residencia; por esto, los topes de imposición del Convenio para el
país de la fuente deben ser necesariamente muy inferiores a la
máxima alícuota de su legislación interna, con el objeto de no gravar
costos y gastos y de no gravar la porción de las rentas netas que co
rresponde gravar al Estado de la residencia. A lo anterior, se agrega
que los Estados Contratantes acuerdan en esas normas denunciadas
del Convenio (Intereses) beneficios fiscales de exención total o par
cial, uniformes y recíprocos, a favor de entes públicos y empresas del
Estado pertenecientes a los mismos, con la finalidad de que esas ren
tas exentas únicamente puedan ser grabadas por el Estado de perte
nencia de esos sujetos. Estos beneficios son particularmente significa
tivos para el Fisco Venezolano, habida consideración de los im por
tantes ingresos que perciben en territorio de los Estados Unidos de
América ciertas entidades o empresas públicas venezolanas. Se aña
de tam bién que el Estado de la residencia deberá reconocer como
224
crédito fiscal, el impuesto pagado al Estado de la fuente por el con
tribuyente, según las limitaciones de la legislación interna, sobre esas
rentas. Por consiguiente, las normas denunciadas del Convenio
(arts.s 1 1 ,1 1 A y 12) no atentan contra el principio constitucional de
la justa distribución de las cargas públicas según la capacidad
económica de los contribuyentes, porque esa distribución de cargas
se hace frente a las necesidades de ingreso y poderes impositivos de
ambos Estados Contratantes, con una visión bilateral de la capacidad
económica del sujeto, que tiene el deber de contribuir a los gastos
públicos del Estado de residencia y del Estado de la fuente de la ren
ta en proporción a las rentas atribuibles a cada vmo".
225
Tribunal Supremo de Justicia
Sala Constitucional
Fecha: 04-02-04
Fuente: www.tsj.gov.ve
Caso: Garzón Hipermercado
226
8 .- P r i n c i p i o d e l a P r o g r e s i v i d a d
227
om isión de ingresos en la que supuestamente incurrió la contribu
yente Organización Sarela, C.A., observa esta Sala que la objeción
planteada por la Contraloría General de la República consiste, fun
damentalmente, en señalar que dicha empresa dejó de declarar, para
el ejercicio fiscal coincidente con el año civil de 1992, un total de un
m il ciento quince millones novecientos veinticuatro mil quinientos
veinte bolívares con treinta y nueve céntimos (Bs. 1.115.924.520, 39),
mientras que la contribuyente sostuvo, a lo largo del desarrollo del
proceso contencioso tributario, que dicha cantidad no representaba
el volumen de las operaciones efectuadas por ella durante el período
investigado, sino el total de los ingresos obtenidos por las cincuenta
y im (51) compañías que conforman el Grupo Sarela, con las cuales la
contribuyente recurrente celebró "contratos de asistencia técnica"
consistentes en la prestación de distintos servicios a favor de las em
presas del grupo. Se trata, pues, de im problema de hecho cuya reso-
ución dependía de la actividad probatoria desplegada en el proceso
por las partes intervinientes, y, habiendo sido promovida por la con
tribuyente-recurrente experticia contable que fue evacuada durante
la primera instancia del juicio contencioso tributario que se decide
mediante este fallo, la cual no fue valorada por él a quo en su senten
cia, esta Alzada debe entrar a analizar los resultados arrojados por la
evacuación del mencionado medio probatorio, a fin de determinar si
el reparo formulado por el organismo contralor se encuentra o no
apegado a la legalidad. No obstante, dado que la Contraloría General
de la República cuestionó los resultados de dicho peritaje, tanto en
escrito presentado en fecha 6 de agosto de 1998 (folios 590 al 593 in
clusive), como en los informes presentados en primera instancia, de
be esta Sala, previamente a cualquier análisis de los elementos de
convicción arrojados a raíz de la práctica de esta prueba, determinar
si existen motivos para desestimar lo expresado por los expertos en
este caso. En primer lugar, la representación de la Contraloría Gene
ral de la República manifestó, a través del mencionado escrito del 6
de agosto de 1998, que "... en relación al pimto N° 1 del referido in
forme pericial, específicamente donde se determina la forma opera
tiva del grupo, esta representación fiscal observa que los expertos
fundamentaron sus resultados, entre otros, en unos Contratos de
Asistencia Técnica suscritos entre la ORGANIZACIÓN SARELA,
C.A. y empresas relacionadas, ignorando lo establecido en el art. 15
del Código Orgánico Tributario..." (subrayado de la Sala). El esclare
cimiento de este primer punto, depende de la interpretación que se
haga de la norma contenida en el art. 15 del Código Orgánico Tribu
tario aplicable, el cual es del siguiente tenor; "A rt. 15.- Los convenios
referentes a la aplicación de las normas en la materia tributaria cele-
228
brados entre particulares no son oponibles al Fisco, salvo en los casos
autorizados por la ley". La disposición antes transcrita alude a la no
oponibilidad frente al Fisco -salvo en casos expresamente autoriza
dos por la ley- de los convenios celebrados entre particulares, refe
rentes a la aplicación de las normas tributarias. La razón de ser de la
norma prevista en este art. es más que evidente, ya que teniendo la
obligación tributaria xma fuente exclusivamente legal (ex lege), no es
posible que los particulares puedan convenir libremente acerca de la
aplicación y efectos frente a la administración tributaria de la norma
tiva que rige en esta especial materia. Podrán convenir entre ellos
acerca de las responsabilidades derivadas de los efectos de la legisla
ción fiscal sobre sus esferas particulares, pero las consecuencias sur
gidas de estas convenciones en momento algimo pueden ser esgri
midas frente al ente acreedor del tributo. Ahora bien, los alcances de
la norma in commento no pueden distorsionarse al pimto de que se
llegue a afirmar, como lo hizo la representación de la Contraloría
General de la República, que no es posible hacer valer frente al Fisco
Nacional los efectos que, en materia impositiva, reviste la celebración
de diversos contratos de asistencia técnica, ya que una cosa son los
convenios suscritos entre particulares para reglamentar la aplicación
de normas tributarias (cuya oponibilidad frente al Fisco está prohi
bida, lógicamente, por el art. 15 del Código Orgánico Tributario apli
cable) y otra los contratos que celebren dos o más personas con la fi
nalidad de establecer un vínculo jurídico de su interés. Es indiscuti
ble que la norma dispuesta en el art. 15 del Código Orgánico Tribu
tario no se refiere a la última de las hipótesis nombradas, puesto que
de sostenerse lo contrario, ello supondría coartar la libertad de con
tratación de los particulares, así como pasar por alto que el hecho
generador del tributo está configurado por actos o hechos que pue
den tener su origen en vínculos contractuales nacidos entre dos o
más sujetos y, que es indudable, por ejemplo, que tm contrato de
compra-venta o de arrendamiento, siempre tendrá un efecto imposi
tivo determinado, pero que ello en momento alguno significa que las
partes contratantes estén reglamentando la aplicación de las normas
tributarias que resultan involucradas como consecuencia de ese
vínculo convencional. Cierto es que existen algunos casos en que los
contribuyentes recurren a determinadas formas jurídicas con el
propósito fundamental de eludir la carga tributaria que, bajo un es
cenario normal, tendríem que enfrentar, y que en estas situaciones es
posible que la administración tributaria aplique figuras como el de
nominado "abuso de las form as", y el desconocimiento del uso de
formas atípicas a fin de proteger los intereses del Fisco Nacional y
cuidar la efectiva y correcta aplicación de las normas tributarias, pe-
229
ro es importante destacar que estas herramientas deben ser utiliza
das con stimo cuidado por las autoridades fiscales, a objeto de que
no degeneren en arbitrariedades que vulneren el denominado prin
cipio de "econom ía de opción", que en materia tributaria se traduce
en que ningún individuo puede ser obligado a estructurar sus nego
cios de la forma que le sea más gravosa desde el punto de vista fiscal.
Por ende, la aplicación de las figuras antes mencionadas no debe
hacerse a partir de presunciones caprichosas y gratuitas del funcio
nario actuante, sino que requiere de la existencia de pruebas contun
dentes que demuestren fehacientemente elementos tales como que el
contribuyente ha tenido el propósito fundamental de eludir la carga
tributaria al emplear una forma jurídica determinada, o que la utili
zada por él es manifiestamente inadecuada frente a la realidad
económica subyacente. Al no estar probada algxma de estas circuns
tancias en el caso de la contribuyente-recurrente y tratándose de con
tratos de asistencia técnica celebrados entre Organización Sarela,
C.A. y sus empresas relacionadas, de los cuales no se deriva propósi
to alguno de regular la aplicación de normas tributarias, sino que
simplemente hacen nacer vínculos obligacionales que tienen a su vez
consecuencias fiscales, deben desestimarse los argumentos esgrimi
dos en cuanto a este pimto por la representación de la Contraloría
General de la República, ya que no puede encuadrarse la situación
antes descrita dentro del supuesto de hecho de la norma prevista en
el art. 15 del Código Orgánico Tributario de 1994. Así se declara."
10.- P r i n c i p i o de la R e c a u d a c ió n E f ic ie n t e
230
sabido es que, inspirados por los principios fundamentales del
Régimen Presupuestario Venezolano, los ingresos públicos estadales
provenientes de los recargos, en este caso, de la obligación tributaria,
como podrían resultar los mencionados intereses compensatorios y
actualización monetaria, no constituyen partidas de ingresos previ
sibles para el Estado mismo, sino ingresos, en todo caso, de carácter
eventual, pues no es de suponer que, para la elaboración de im pre
supuesto se hagan estimaciones cualitativas y cuantitativas respecto
a actuaciones irregulares o antijurídicas a los fines de estimar las per
cepciones dinerarias de que se servirá, entre otras, los ingresos del
Estado para enfrentar las estimaciones del gasto público dentro del
marco de las mencionadas actividades financieras del Estado.
231
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237
INDICE
INTRODUCCIÓN............................................................................................... 11
Primera Parte
LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES COMO
LÍMITES AL PODER TRIBUTARIO
Capítulo P rim ero................................................................................................ 17
EL PODER TRIBUTARIO Y EL DEBER DE CONTRIBUIR ..................... 17
a) El deber de contribuir es un deber jurídico y social................................ 19
b) El deber de contribuir se refiere al sostenimiento de los gastos públi
cos ......................................................................................................... 20
c) El deber de contribuir abarca de manera genérica a toda persona que
sea sujeto pasivo del ordenamiento jurídico venezolano....................... 21
d) El deber de contribuir es de contenido patrimonial................................. 21
e) El deber de contribuir tiene su origen en el pacto constitucional pero
sólo se va a concretar a través de la ley .................................................... 22
Capítulo Segimdo............................................................................................... 23
LIMITACIONES AL PODER TRIBUTARIO ............................................... 23
Segimda Parte
EL CONTENIDO DE LOS PRINCIPIOS
Capítulo P rim ero................................................................................................ 29
PRINCIPIO DE LA SUPREMACÍA DE LA CONSTITUCIÓN............... 29
Sección Primera................................................................................................... 30
El origen del principio....................................................................................... 30
Sección Segunda.................................................................................................. 33
Perfiles generales del principio....................................................................... 33
Sección Tercera.................................................................................................... 38
Su aplicación en el ámbito tributario.............................................................. 38
239
Capítulo Segundo............................................................................................... 41
PRINCIPIO DE LA LEGALIDAD .................................................................. 41
Sección Primera..................................................................................................... 41
Definición............................................................................................................... 41
Sección Segxmda.................................................................................................. 44
Breve reseña histórica......................................................................................... 44
Sección Tercera...................................................................................................... 52
Principio de la Legalidad y Reserva Legal..................................................... 52
Sección Cuarta....................................................................................................... 53
Elementos del Tributo Afectados por la Reserva de L ey ........................... 53
a) Creación del tributo................................................................................. 53
b) Hecho imponible....................................................................................... 54
c) Alícuota..................................................................................................... 54
d) Base imponible.......................................................................................... 56
e) Sujeto......................................................................................................... 57
f) Exenciones................................................................................................ 57
g) Exoneraciones........................................................................................... 57
h) Rebajas....................................................................................................... 58
i) Otras materias.......................................................................................... 58
Sección Quinta...................................................................................................... 59
Fraude a la reserva legal tributaria................................................................. 59
a) La deslegalización..................................................................................... 59
b) La interpretación de las leyes tributarias............................................... 60
Sección Sexta......................................................................................................... 63
Ley Formal o Material......................................................................................... 63
Sección Séptima................................................................................................... 66
Garantía Cojistitucional...................................................................................... 66
Capítulo Tercero ................................................................................................. 69
PRINCIPIO DE LA GENERALIDAD ............................................................ 69
Sección Primera..................................................................................................... 69
Breve reseña histórica......................................................................................... 69
Sección Segimda.................................................................................................. 70
Perfiles fundamentales del principio de la generalidad............................. 70
Capítulo Cuarto .................................................................................................. 75
PRINCIPIO DE LA CAPACIDAD CONTRIBUTIVA................................ 75
Sección Primera..................................................................................................... 75
Concepto................................................................................................................ 75
240
Sección Segunda.................................................................................................. 79
Antecedentes......................................................................................................... 79
Sección Tercera.................................................................................................... 82
Principio programático o imperativo............................................................. 82
Sección Cuarta..................................................................................................... 86
Garantía constitucional...................................................................................... 86
Sección Quinta..................................................................................................... 89
Efectividad del principio................................................................................... 89
a) La creación de la norma tributaria............................................................ 89
b) La aplicación concreta de la norm a........................................................... 90
Capítulo Quinto.................................................................................................. 99
PRINCIPIO DE LA NO CONFISCATORIEDAD........................................ 99
Sección Primera................................................................................................... 99
La confiscación como una limitación al derecho de propiedad............... 99
Sección Segrmda....................................................................................................... 102
La relación entre el derecho de propiedad y los tributos................................ 102
Sección Tercera......................................................................................................... 106
La prohibición constitucional de los efectos confiscatorios de los tri
butos............................................................................................................................ 106
a) El desarrollo de la prohibición en nuestro ordenamiento jurídico 107
b) Las bases teóricas de la prohibición y su manifestación en varios de
los principios fundamentales del derecho tributario..................................... 112
(i) El tributo confiscatorio como una violación al principio de la
capacidad contributiva...................................................................... 114
(ii) El tributo confiscatorio como una violación al principio de la
libertad económica............................................................................ 114
(iü) El tributo confiscatorio como una violación al principio de
justicia................................................................................................ 116
c) El alcance de la prohibición constitucional de los efectos confiscato
rios de los tributos........................................................................................... 117
(i) El gravamen de hechos que no son manifestaciones de capaci
dad contributiva................................................................................ 118
(ii) El gravamen desproporcionado con respecto a la capacidad
contributiva........................................................................................ 123
241
Capítulo S ex to ...................................................................................................... 127
PRINCIPIO DE JUSTICIA TRIBUTARIA...................................................... 127
Sección Primera..................................................................................................... 127
Antecedentes......................................................................................................... 127
Sección Segunda.................................................................................................. 128
Perfiles fxmdamentales........................................................................................ 128
Sección Tercera...................................................................................................... 132
Proyecciones concretas del principio.............................................................. 132
a) Aplicación general de la ley tributaria................................................. 132
b) Igualdad formal y material.................................................................... 132
c) Imposición directa.................................................................................. 133
d) Igualdad de interpretación de la ley y de sometimiento a ella............. 133
Capítulo Séptim o................................................................................................ 137
PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD................................................................ 137
Sección Primera.................................................................................................... 137
Breve resefta histórica......................................................................................... 137
Sección Segunda.................................................................................................. 138
La progresividad en la Constitución vigente................................................ 138
Sección Tercera...................................................................................................... 139
Le eficacia del Principio...................................................................................... 139
Capítulo O ctavo.................................................................................................. 145
PRINCIPIO DE LA LIBERTAD DE ELECCIÓN Y DE GESTIÓN .......... 145
Sección Primera..................................................................................................... 145
Generalidades sobre la libertad en el marco constitucional venezo
lano .......................................................................................................................... 145
Sección Segunda.................................................................................................. 147
Libertad y tributación......................................................................................... 147
a) La libertad económica, de empresa, comercio e industria.................... 152
b) Los principios de justicia tributaria y capacidad contributiva 153
Sección Tercera...................................................................................................... 155
El abuso de la libertad de elección y de gestión........................................... 155
Capítulo Noveno ................................................................................................ 173
PRINCIPIO DE IRRETROACTIVIDAD ........................................................ 173
Sección Primera..................................................................................................... 173
Generalidades sobre la aplicación temporal de las normas y el
principio de irrectroactividad........................................................................... 173
242
Sección Segunda.................................................................................................. 176
La aplicación temporal de las normas tributarias........................................ 176
a) El elemento temporal del hecho imponible............ ................................ 176
b) La vigencia de las leyes tributarias......................................................... 179
c) La irretroactividad de las normas tributarias......................................... 184
(i) Retroactividad de las normas tributariasmás favorables............... 185
(ii) La aplicación retroactiva de la Unidad Tributaria.......................... 187
Capítulo Décimo................................................................................................. 191
PRINCIPIO DE LA RECAUDACIÓN EFICIENTE.................................... 191
Sección Primera................................................................................................... 191
Concepto................................................................................................................ 191
Sección Segimda.................................................................................................. 192
Las medidas necesarias para lograr una recaudación eficiente............... 192
APÉNDICE
JURISPRUDENCIA
243
9789803651824