SOCIEDAD ESTAD1

Gabriela Contreras Pérez,

Joaquín Flores Felix,
Araceli Mondragón
Isis Saavedra Luna
(Coordinadores)

iET.A i,ASTA LA AMOR

¡Aura A LA GUERIA
PAZ CCM JUSTICIA Y Dlybill

iNO MAS VIOLENCIA

HACIA LAS MUJERES/ -
1►

NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS

SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS
SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
Gabriela Contreras Pérez
José Joaquín Flores Félix
Araceli Mondragón González
Isis Saavedra Luna
Coordinadores

Casa abierta al tiempo

ITACA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA

METROPOLITANA
 Casa abierta al tiempo ÍNDICE
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

Rector general, Salvador Vega y León Alvarez
general, Norberto Manjarrez Alvarez

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA-XOCHIMILCO

Rectora de Unidad, Patricia E. Alfaro Moctezuma
Secretario de Unidad, Joaquín Jiménez Mercado

DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

Director, Jorge Alsina Valdés y Capote
Secretario académico, Carlos Alfonso Hernández Gómez
Jefa del departamento de Relaciones Sociales, Celia Pacheco Reyes
Jefe de la sección de publicaciones, Miguel Ángel Hinojosa Carranza
Presentación 9
CONSEJO EDITORIAL
José Luis Cepeda Dovala (presidente) / Ramón Alvarado Jiménez
Roberto M. Constantino Toto / Sofía de la Mora Campos PRIMERA PARTE
Arturo Gálvez Medrano / Fernando Sancén Contreras
¿ESTADO DE DERECHO O ESTADO DE EXCEPCIÓN?
COMITÉ EDITORIAL VEREDAS
José Luis Cepeda Dovala (director)
Margarita Castellanos Ribot / Carlos García Villanueva México hoy: ¿Estado de derecho o "estado de guerra"? 17
Celia Pacheco Reyes / Guadalupe Pacheco Méndez
Agustín Porras
Araceli Mondragón González

El colapso del Estado mexicano 55

Gerardo Ávalos Tenorio

El discurso del Estado y la sociedad civil en México 81

ISBN: 978-607-28-0183-7 Miguel Concha Malo
Primera edición: 2014
Los derechos humanos y la construcción de ciudadanía
DR Universidad Autónoma Metropolitana
UAM-Xochimilco en Latinoamérica: conceptos implicados
Calzada del Hueso 1100, Colonia Villa Quietud en la reconstrucción del espacio social 89
Coyoacán, CP. 04960, México DF.
pubcsh@correo.xoc.uam.mx Marlene Romo Ramos

Diseño de la cubierta: Efraín Herrera

SEGUNDA PARTE
D.R. © 2014 David Moreno Soto
Editorial Itaca DERECHOS HUMANOS, MIEDO, VIOLENCIA Y VIDA COTIDIANA
Piraña 16, Colonia del Mar, C.P. 13270, México, D. F.
tel. 58 40 54 52
www.editorialitaca.com.mx Apuntes sobre el miedo y su uso social 105
Impreso en México / Printed in México Juan Carlos Domínguez Domingo

7
Entre el miedo y la esperanza. Análisis y perspectivas
de los derechos humanos y la violencia
en el México actual
Rafael Reygadas Robles Gil
Chihuahua. Guerra contra el narcotráfico
y calentamiento social
Víctor M. Quintana S.
Crisis de autoridad y violencia social: actores políticos
y sociales frente a los linchamientos.
Raúl Rodríguez Guillén
Violencia y prácticas ciudadanas en el sur del país
José Joaquín Flores Félix
127
PRESENTACIÓN
147 La tradición de los oprimidos nos enseña que el "es-
tado de excepción" en que ahora vivimos es en verdad
la regla.
Walter Benjamin
171 Tesis vil', Sobre el concepto de historia
201 A principios de octubre de 2011, la Universidad Autónoma Metropoli-
tana, plantel Xochimilco, convocó un encuentro en el que participaron
activistas y defensores de derechos humanos, representantes de orga-
nizaciones no gubernamentales y académicos. A todos ellos los unía la
preocupación por la violencia en México, que en el sexenio de Felipe Cal-
derón había alcanzado niveles inusitados, sólo equiparables a los que
acontecen en condiciones de guerra.
En ese momento consideramos que el compromiso social de las uni-
versidades nos obligaba a abrir un espacio de reflexión y diálogo en
torno a este tema desde la perspectiva social y política propia de la
comunidad del Departamento de Relaciones Sociales. A nuestro llama-
do acudieron personalidades ligadas a la defensa de los derechos hu-
manos, así como académicos de nuestra propia universidad y de otras
instituciones: Raúl Vera, Miguel Concha, Gonzalo Ituarte, Abel Barre-
ra, Edgardo Buscaglia, Adalberto Santana, Víctor Quintana, Cristina
Kovic, Rafael Reygadas, Saúl López Sollano, Marlene Romo, Gerardo
Ávalos, Rosendo Núñez y Araceli Mondragón, quienes participaron en
seis mesas de discusión los días 3 y 4 de octubre. De estas jornadas sur-
gieron la mayoría de los textos que componen el presente libro, y a este
esfuerzo se sumaron también Raúl Rodríguez, Juan Carlos Domínguez
y José Joaquín Flores Félix.
Presentamos aquí los frutos de este trabajo colectivo, distintas mi-
radas que, desde diversos niveles de análisis, nos permiten dimensionar
las condiciones estructurales de la violencia en México vinculadas a la
configuración actual de la sociedad y el Estado así como las formas es-
pecíficas en que estas dos dimensiones (social y estatal) se concretan
9
10 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
en procesos de resistencia, de ciudadanía y de institucionalización de
los derechos humanos. Estos aspectos son abordados en los cuatro ca-
pítulos que integran la primera parte: "¿Estado de derecho o estado de
excepción?"
En un nivel de análisis histórico más específico, se abordan proble-
mas, cuestiones y casos que no sólo nos permiten recoger la experiencia
de cómo se vive cotidianamente en las actuales condiciones de miedo e
inseguridad en el país; también proporcionan el conocimiento de expe-
riencias de organización y de respuestas ciudadanas que procuran vis-
lumbrar posibilidades de orden y resistencia frente al caos. Esta segunda
parte está integrada por cinco capítulos bajo el título "Derechos huma-
nos, miedo, violencia y vida cotidiana".
Cabe señalar que tenemos plena conciencia de que ha pasado el
tiempo desde aquel primer encuentro; nos ha alcanzado ya el cambio
de sexenio presidencial y, con él, el retorno del Partido Revolucionario
Institucional al poder. Sin embargo, la preocupación por la violencia
y la urgencia de defender los derechos humanos continúan vigentes,
máxime porque las condiciones político-económicas de carácter sistémi-
co permanecen.
La política del miedo impulsada durante el periodo presidencial de
Felipe Calderón y la llamada "guerra contra el narcotráfico" no han
terminado, se han mantenido constantes en lo que ha transcurrido de
la gestión de Enrique Peña Nieto aun cuando en la mayor parte de
los medios de comunicación se omitan las cifras de las muertes y los
crímenes que, en la práctica, no sólo no han disminuido sino que, en
algunos casos, incluso se han incrementado en el primer año del se-
xenio de Peña Nieto, en el que, de acuerdo con el Sistema Nacional
de Seguridad Pública, ocurrieron 12 595 homicidios, en promedio 1 574
por mes. Las condiciones que privan en México nos motivan a difundir
estos textos que en muchos sentidos nos parecen incluso más actuales
que hace dos años.
Por otra parte, sabemos que la violencia per se no se encuentra au-
sente de ninguna sociedad. En México hemos vivido diferentes ciclos
de violencia. No 'olvidamos los años de la guerra sucia, cuando miles
de jóvenes fueron asesinados impunemente y otros muchos fueron de-
clarados desaparecidos. En los años setenta y ochenta del siglo xx, ex-
perimentamos un amplio espectro de formas represivas: detenciones
arbitrarias, desapariciones, asesinatos que se hacían aparecer como
ajusticiamientos y conflictos entre grupos armados, persecuciones, vi-
PRESENTACIÓN 11
gilancia, infiltraciones, provocaciones varias orientadas generalmente
a desencadenar más violencia para luego controlarla. Sin embargo, el
carácter inédito de la violencia de hoy tiene que ver con cuestiones más
profundas, como la disolución de elementales estructuras sociales y polí-
ticas en poblaciones completas del territorio nacional y la posibilidad no
sólo generalizada, sino incluso creciente, de una muerte violenta para las
personas en México, particularmente para los jóvenes, a los que por lo
demás, y como otra forma de violencia, se les cierran las posibilidades de
educación y trabajo, de una vida digna.
A pesar del manejo mediático, en muchas ocasiones superficial e in-
mediatista, no es difícil ver que en este país atravesamos por una ver-
dadera crisis estructural, una especie de disolución estatal y un des-
garramiento brutal del tejido social. El aparato gubernamental y las
instituciones judiciales y legislativas —el poder político institucional en
su conjunto—, carecen no sólo de autoridad y legitimidad, sino que en
muchos casos han perdido el control de aquello que Max Weber llamó el
"monopolio de la violencia legítima"; en consecuencia, se genera un vacío,
una ausencia del Estado de derecho que garantice las condiciones de vida
de la comunidad política. Esta situación es tan grave que en algunos
lugares del país, ante la presencia de grupos delincuenciales y ante la
ausencia de ley, los ciudadanos y las comunidades han tenido que orga-
nizarse, e incluso armarse, con el propósito de contrarrestar o de plano
confrontar las acciones de grupos de narcotraficantes. Éste es el caso
de los comités de autodefensa y el de las policías comunitarias, que han
surgido principalmente —pero no sólo ahí— en Michoacán y Guerrero.
Por su parte, las élites económica y política han capitalizado la vio-
lencia constante mediante la política del miedo que favorece la desmo-
vilización de los ciudadanos y ha llevado incluso a la creciente crimi-
nalización de las protestas sociales en nombre de una seguridad que
no termina por concretarse; por lo demás, continúan promoviendo un
proyecto político-económico que lejos de solucionar los problemas que
dan origen a la violencia terminarán por agravarla. Y es que es evidente
que hay un vínculo directo entre la violencia del crimen organizado y
las condiciones y costos sociales generados por las políticas neoliberales:
la caída de los salarios reales, el aumento de la tasa de desempleo, la
reducción de las oportunidades de acceso a la salud, a una educación y
una vivienda dignas, etcétera; en el terreno social, estas condiciones son
el caldo de cultivo del narcotráfico, de los robos, de los secuestros, de los
asesinatos, de los feminicidios, de las desapariciones.
12 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO PRESENTACIÓN 13

En el México actual la sociedad se encuentra en un estado de inse- sino como esa virtud activa de la condición humana que nos llena de
guridad, de miedo, de falta de certidumbre; incluso podríamos decir que fuerza para trascender los momentos aciagos, aquélla que ha permitido
en muchos lugares existe de facto un "estado de excepción" donde las a las sociedades construir o defender proyectos de futuro y condiciones
garantías que permiten la convivencia, la existencia de los lazos sociales, de seguridad y dignidad humana indispensables para hacer posible la
son muy frágiles o prácticamente se han disuelto. Estas condiciones, que vida social.
en el terreno político se manifiestan como ausencia de ley, de Estado de Gabriela Contreras Pérez
derecho, en el ámbito social se viven como inseguridad y como ruptura José Joaquín Flores Félix
del pacto social; y en el ámbito personal trastocan la vida de mujeres y Araceli Mondragón González
hombres, de familias y comunidades enteras ante experiencias como la Isis Saavedra Luna
pérdida de una hija o de un hijo, de un hermano, de una madre, de un Coordinadores
colega, en circunstancias que no sólo rebasan, sino que niegan los pará-
metros de lo social, de lo político, de lo humano.
Las familias que pasan por este proceso de pérdida enfrentan ade-
más la reorganización interna de sus relaciones, estructuradas ahora
a partir de una ausencia. Este tipo de experiencias, que en otras socie-
dades son de alguna manera casos aislados, en el México de hoy cobran
dimensiones políticas y sociales estructurales; no son casos aislados, sino
problemas sociales que van en aumento, que se extienden a cada vez más
lugares y se vuelven tan cotidianos que comienzan incluso a trivializar-
se, a deshumanizarse, a abstraerse en cifras.
El dolor de estas experiencias rebasa de manera inconmensurable las
palabras, el lenguaje no basta. La pérdida de un ser querido, de alguien
que da sentido a nuestra vida, que marca los límites de nuestra propia
existencia, implica la remoción de las estructuras de nuestra subjetivi-
dad, la pérdida del orden del mundo, la anulación del significado de vida.
Y cuando este dolor se vuelve una posibilidad generalizada y permanen-
te, cuando se pasa del ámbito de la tragedia personal, excepcional, para
instalarse en el plano político y social como ausencia de ley e instaura-
ción de un "estado de excepción" permanente, entonces se generaliza una
desestructuración del sentido del mundo mismo y de la vida. El lenguaje,
los símbolos, la cultura y todo aquello que nos une como sociedad se que-
da vacío. De ahí nuestra elección del título de este libro: "No nos alcan-
zan las palabras."
Hoy Méxic¿ sigue siendo un país de ausencias que nos duelen y nos
convocan a reclamar, a alzar la voz, a rechazar esta situación de impu-
nidad y de violencia en que nos encontramos sumergidos. La intención
de nuestro análisis crítico de la situación presente no se detiene en el
miedo pues busca proyectarnos hacia la esperanza, no como una salida
fácil para descargar las angustias desde la pasividad o el conformismo,
 PRIMERA PARTE

¿ESTADO DE DERECHO
O ESTADO DE EXCEPCIÓN?
 MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO
O "ESTADO DE GUERRA"?

Araceli Mondragón González*

En esta guerra de todos contra todos, se da una con-

secuencia: que nada puede ser injusto. Las nociones
de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fue-
ra de lugar. Donde no hay poder común, la ley no exis-
te: donde no hay ley, no hay justicia. En la guerra, la
fuerza y el fraude son las dos virtudes cardinales.
Thomas Hobbes, Leviatán.

¿ESTADO DE DERECHO Y "ESTADO DE GUERRA"?

En 1651, Thomas Hobbes publicó Leviatán, obra donde el Estado es con-

cebido como un autómata u "hombre artificial" que, por medio de un pacto
o contrato, es instituido por los hombres con la finalidad fundamental de
garantizar su conservación y lograr una vida social armónica. Han pasado
desde entonces más de cuatro siglos y medio y muchas cosas han cambiado
en la política y en lo político, pero hay algo que sigue siendo válido en cuan-
to a la razón de ser o legitimidad del Estado: es garante de la vida y de las
relaciones de la comunidad política que lo constituyen.1

* Profesora-investigadora adscrita al Departamento de Relaciones Sociales de la

Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco.
1 El interés por volver a autores clásicos en la filosofía del Estado, tiene que ver
con la necesidad de recuperar, desde la teoría política, conceptos y categorías que nos
permitan una perspectiva de análisis más profunda y clara de lo que está aconteciendo
en México; que posibiliten una mirada alternativa que complemente o contradiga los
reportes periodísticos donde han aparecido términos y frases que intentan dar cuenta
de la situación de conflicto político que hoy se vive en México. Encontramos así conceptos
como "narcoinsurgencia" o "Estado fallido", que pese a tener cierto éxito e impacto

17
 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
18
Históricamente, asistimos al triunfo de la democracia como forma de
organización política, el Estado absolutista de la teoría hobbesiana pa-
rece haber quedado ya muy lejos. Sin embargo, si nuestra perspectiva se
orienta más al campo económico que al político2 nos encontramos con que
estamos volviendo a una especie de "neomercantilismo", a condiciones
donde proliferan los nuevos raiders especuladores ligados a la "financie-
rización" de una economía virtual "que consiste esencialmente en crear
mucho dinero con casi nada, vendiendo muy caro lo que aún no existe,
ya no existe o sencillamente no existe de ningún modo, con el riesgo de
crear imperios de papel prestos a desgarrarse brutalmente (ejemplos no-
tables, los escándalos de Enron, WorlCom, Tyco, etcétera)".3
La época del capital industrial ha quedado atrás y el dominio del ca-
pital financiero vuelve a la especulación de los siglos xvI, XVII y parte del
xvm. La época de lo que Marx llamó "acumulación originaria del capital",
tiene rasgos en común con la economía virtual y la aparente producción
"mágica" de ganancia a la que asistimos actualmente. El abandono del
patrón oro y la libre flotación de la moneda produjeron una escisión en la
economía que nos remite, como Carlos Scavo ha señalado, a dos dimen-
siones: aquella que podría llamarse "real" y que tiene que ver directa-
mente con la producción, el comercio, la tecnología, los trabajadores, las
obras públicas, etcétera. Y aquella que puede ser llamada "financiera",
vinculada a mercados, activos, bonos, tasas de interés, índices bursátiles
—a fin de cuentas, especulación—, y que hacia finales de 1993 era ya 35
veces más grande que la "economía real".4
Cabe señalar que si nos parecen voraces e inhumanos los procesos
de colonización y explotación de los siglos xvi al xx, no se queda atrás
—e incluso los supera por las dimensiones globales o planetarias con
mediático, son inconsistentes, imprecisos e incluso contradictorios. En todo caso, no son
suficientes para un análisis serio de la situación actual.
2 Sobre la relación entre economía y política en el mundo moderno, resulta interesante
y clarificador el estudio de Gerardo Ávalos "La escisión de la vida política en la era del
valor que se valoriza", en G. Ávalos y Joachim Hirsch, La política del capital, pp. 19-127.
3 Dany-Robert Dufour, El arte de reducir cabezas, p. 79.
4 Es una verdadera locura: "Cada tres días el volumen del neodinero que pasa por
el lóbulo neoyorquino equivale a la producción total, en un año, de todas las empresas
norteamericanas y su fuerza laboral. Cada quincena, el volumen de especulación
electrónica que circula por Manhattan iguala al producto total del mundo." Carlos E.
Scavo, "Dinero electrónico, génesis de la volatilidad financiera en el mundo y crisis
en el Estado nacional", en Naum Minsburg y Héctor Valle (eds.), El impacto de la
globalización. La encrucijada económica del siglo xxr, pp. 139-177.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 19
que opera— esta nueva acumulación del capital. Si en la época de la acu-
mulación originaria, la exigencia de la escisión entre los trabajadores y
la propiedad de la tierras —como premisa para el funcionamiento de la
valorización del valor— trajo como consecuencia la expropiación de las
tierras comunales y el desahucio de los campesinos, esta nueva acumu-
lación supone la mercantilización de todo aquello que, por sus determi-
naciones históricas o por sus cualidades, había escapado a las relaciones
del intercambio capitalista: tecnología, conocimientos —tanto científicos
como tradicionales—, genética, todos los ámbitos de la humanidad de
las personas y cuanto la naturaleza pueda ofrecer como potencialmente
explotable o comercializable.
En fin, se trata de un embate que intenta la imposición total del valor
de cambio sobre los valores de uso; se trata del imperio del proceso global
de acumulación del capital sobre los mundos de la vida, lo cual lleva en sí
como consecuencia inevitable la apropiación, esta vez no sólo de tierras y
de bienes que todavía no hubieran entrado en los circuitos que más con-
vienen a la reproducción del capital,6 sino del sentido propio de la vida, de
las condiciones, tanto materiales como espirituales, que permiten a las
sociedades reproducirse humanamente de acuerdo con formas culturales
tradicionales. El significado de la imposición de una homogeneidad cul-
tural por medio de la industria cultural, es la dimensión político-ideoló-
gica correlativa al proceso económico de explotación y pauperización que
redunda en el despojo de los seres humanos, esta vez no sólo de los me-
dios de producción con que cuentan, sino de sí mismos, de su dignidad,
de su capacidad racional y de las condiciones de libertad necesarias para
constituirse como sujetos7 tanto individuales como sociales.
Como mencioné con anterioridad, un punto obligado para este análisis
supone tomar como premisa la diferencia entre la política y lo político. Con
5 Karl Marx, "La llamada acumulación originaria", en El capital, pp. 891-954.
6 También es por esto que, en México, lo que las élites político-económicas llaman
"reformas estructurales", se presentan como necesarias e imprescindibles para el
desarrollo del país; se trata de poner al servicio de las necesidades del capital todos
los recursos, incluso y sobre todo los naturales y humanos que aún ofrecían alguna
resistencia al hecho de negar su ser para enajenarse como mercancías.
7 Sobre esta cuestión de los límites e imposibilidades de la construcción de la
subjetividad y sus consecuencias sociales y políticas, abundaremos en el siguiente
punto. Este aspecto de la subjetividad es la mediación fundamental entre la dimensión
económica y la política, mediación cuya inhibición o imposibilidad, según lo que aquí se
expone, nos brinda una perspectiva muy interesante para explicar lo que está sucediendo
en México.
20 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
este propósito retomaremos las definiciones que nos ofrece Gerardo Áva-
los de ambos conceptos; de la primera nos dice que es "la actividad prácti-
ca orientada al gobierno de una comunidad humana"; del segundo, que es
el universo conceptual que configura la forma que hace las veces de deno-
minador común de cualquier política. [Esta forma es una construcción] de
los seres humanos en relación con todo lo que ello implica en cuanto a las
formas de poder y hegemonía mediante las cuales se impone y valida un
orden simbólico determinad.8
Esta distinción es fundamental en mi reflexión, pues pretendo de-
mostrar lo siguiente: mientras que las formas que se nos presentan en
la cotidianidad como política han "avanzado" desde los autoritarismos,
los personalismos y los totalitarismos hacia las democracias, la cons-
trucción de lo político —que depende estructuralmente de lo económi-
co— ha involucionado hacia formas de desimbolización, desocialización
y desubjetivación, a tal punto que ha llevado a ciertas sociedades a una
condición latente de "estado de guerra" hobbesiano, de disolución es-
tatal e institucional que, en el caso de México, ha ocasionado miles de
muertos y desaparecidos además de una incertidumbre permanente a lo
largo y ancho del país.
En este contexto cabe preguntarnos: ¿Qué significa y por qué es vá-
lido en este caso el concepto de Hobbes de "estado de guerra"? Hay que
comenzar señalando que hay una relación muy estrecha entre la antro-
pología y la política hobbesianas. El origen del Estado se funda justa-
mente en una contradicción fundamental entre las pasiones humanas
y las leyes de la naturaleza. Contrariamente a la forma en que se ha
vulgarizado a Hobbes, él no sostiene que los hombres sean "malos por
naturaleza", aunque sí egoístas e inclinados al poder, característica es-
pecífica del ser humano en la época capitalista.9
8 Esta precisión también nos permite distinguir claramente entre Estado y aparato
del Estado. G. ÁvaloS, El monarca, el ciudadano y el excluido, pp. 15-20.
9 Hobbes, al considerar las fuentes de poder, nos dice que "cualquier cualidad por la
que un hombre es amado o temido por otros, o la reputación de tal cualidad, es poder,
porque constituye un medio de tener la asistencia y servicio de varios". Thomas Hobbes,
"Del hombre", en Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y
civil, parte I, cap. 10, p. 70. Por supuesto que aquí no sólo cabe, sino que es necesaria la
precisión crítica del hombre históricamente determinado, el del capitalismo naciente, al
que hace referencia Hobbes.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 21
En realidad, lo que plantea Hobbes es que hay una contradicción
entre las leyes naturales —que son los preceptos o normas generales
establecidas por la razón, en virtud de las cuales se prohíbe a un hombre
hacer lo que puede destruir su vida o privarle de los medios para con-
servarla, o bien omitir aquello mediante lo cual pueda quedar su vida
mejor preservada—,10 y las pasiones naturales de los hombres, entre las
cuales distingue, como "inclinación general de la humanidad entera, un
perpetuo e incesante afán de poder, que cesa solamente con la muerte".11
Esta contradicción entre razón y pasión, por lo demás, data de la anti-
güedad clásica, nos remite a la consideración antropológica griega de que
es necesaria la prevalencia de la inteligibilidad (noús) sobre las pulsiones
o instintos (epithymía). En todo caso, el rasgo original en Hobbes —impre-
so por su propia época— es el reconocimiento de la individualidad y de la
artificialidad en que se funda el pacto por medio del cual puede superarse
la contradicción; así como la pugna por riquezas, placeres, honores u otras
formas de poder inclinan a los seres humanos a la lucha, la enemistad y
la guerra,12 el afán de tranquilidad y de placeres sensuales los disponen
a obedecer a un poder común porque tales deseos los hacen renunciar a
la protección que cabe esperar de su propio esfuerzo o afán. El temor a la
muerte y a las heridas disponen a lo mismo, y por idéntica razón.13
De acuerdo con lo anterior, el estado de guerra no es ya para Hobbes
un "estado natural", por cuanto este último es un concepto formulado
—lógica, no históricamente— como un estado previo a la institución del
pacto estatal y, por lo tanto, transhistórico. El estado de naturaleza, en
las teorías contractualistas, supone a un hombre prepolítico, aún "natu-
ral", que se distingue del hombre político situado concreta e histórica-
mente dentro de un Estado. El estado de guerra, en cambio, corresponde
a un momento histórico determinado donde las pasiones o las pulsiones
no pueden ser controladas racionalmente debido a la disolución del orden
político-institucional, a la crisis o enfermedad del Leviatán, la cual da
lugar a la anarquía y al desorden: a "esa miserable condición de guerra
[que] es consecuencia necesaria de las pasiones naturales de los hombres
cuando no existe poder visible que los mantenga a raya y los sujete, por
1° T. Hobbes, "Del hombre", parte I, cap. 14, p. 106.
11 Ibid., parte I, cap. 11, p. 79.
12 Idem.
13 Idem.
22 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
temor al castigo, a la realización de sus pactos y a la observancia de las
leyes de la naturaleza".14
El estado de guerra no significa, entonces, que nos estemos golpean-
do o matando efectivamente unos a otros; se trata más bien de la inse-
guridad permanente, de la falta de garantías y de la posibilidad latente
de que las pasiones y las' pulsiones desborden los límites de la razón y la
justicia, precisamente porque estos límites se encuentran disueltos. Al
decir de Hobbes,
en esta guerra de todos contra todos [...] nada puede ser injusto. Las nocio-
nes de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. Donde
no hay poder común, la ley no existe: donde no hay ley, no hay justicia. En
la guerra la fuerza y el fraude son las dos virtudes cardinales [...] es na-
tural también que en dicha condición no existan propiedad ni dominio, ni
distinción entre tuyo y mío; sólo pertenece a cada uno lo que puede tomar,
y sólo en tanto que puede conservarlo.15
¿No es acaso esta falta de garantías —en lo relativo a la preservación
de la vida, a la conservación de la propiedad y al ejercicio de la libertad—
lo que está ocurriendo en el México de hoy? ¿O es que hay razón o justicia
efectivas que impidan las muertes y ejecuciones, no sólo por "ajustes de
cuentas", sino hasta por puro impulso?
Para ilustrar esta inseguridad, este "estado de guerra", podrían po-
nerse miles de ejemplos. Pero basta con recordar el caso de Alejo Garza
Támez, de 77 años, a quien los Zetas exigieron, en noviembre de 2010, la
entrega de su rancho, ubicado cerca de Ciudad Victoria en Tamaulipas.
Este hombre despidió a sus ayudantes y se quedó solo a defender su pro-
piedad; falleció de múltiples heridas de bala y de granadas de fragmen-
tación, después de matar a cuatro y herir a dos de sus atacantes. Está
también el caso de Marisela Escobedo, asesinada frente al Palacio de
Gobierno de Ciudad Juárez mientras exigía justicia por la muerte de su
hija, después que las autoridades judiciales dejaron libre al asesino con-
feso (la propia pareja de la joven). Y si en estos casos estaba de por medio
alguna propiedad o alguna exigencia de justicia, también hay cientos de
muertes sin razón alguna aparente, basta encontrarse en el momento y
el lugar equivocados. Recordemos los numerosos feminicidios o a los in-
14 Ibid., "Del Estado", parte II, cap. 17, p. 137.
15 /bid., "Del hombre", parte I, cap. 13, p. 104.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 23
digentes quemados, golpeados o acribillados por "narcojuniors" sólo por
diversión. ¿Y qué decir de los asesinatos sistemáticos de periodistas, de
migrantes o de miembros de alguna familia? Recordemos el caso de los
Le Barón y el de los Reyes Salazar en Chihuahua.16
En México hay de facto un estado de guerra pues el aparato guber-
namental y las instituciones judiciales y legislativas —el poder político
institucional— han perdido autoridad y legitimidad, en la medida en que
no garantizan las condiciones de vida de la comunidad política. No será
de extrañar, bajo estas condiciones, que las decisiones más básicas de la
política como las de los procesos electorales no sólo sigan dando lugar a
la ya tradicional o histórica sospecha de fraude electoral, sino, cada vez
más, a la injerencia del crimen organizado en definiciones que deberían
ser un derecho ciudadano.
Tal estado de guerra latente agrava, además, un uso de la violencia
irrestricto e indiscriminado que tiene un vínculo directo con la constitu-
ción del Estado moderno: el terrorismo o, más bien, los terrorismos, ya
que si bien este fenómeno nació ligado al Estado durante la Revolución
francesa, andando el tiempo ha pasado a constituirse en un recurso de
grupos extraestatales —fundamentalistas o extremistas— que, en últi-
ma instancia, surgen como resultado de la dinámica de las relaciones de
la sociedad burguesa, con su noción de libertad sin límites.
De acuerdo con Terry Eagleton, el terrorismo es una invención moder-
na, ya que si bien "los seres humanos se han desmembrado y masacrado
los unos a los otros desde el principio de los tiempos, el terror como noción
filosófica, como idea e `ismo', el Terrorismo con t mayúscula tiene su origen
en la Revolución Francesa y el Terror jacobino". Así pues, el terrorismo
se inició como terror de Estado.17 Entendido así, el terrorismo es también
una forma ideológica de control social, un instrumento para inmovilizar
a la sociedad mediante el uso mediático y sistemático del miedo.
16 Para revisar estos casos, existen infinidad de artículos, reportes periodísticos y
libros; sólo por sugerir algunos que pueden dar un panorama general de la situación:
Víctor Ronquillo, Saldos de guerra. Las víctimas civiles en, las luchas contra el narco;
Javier Valdez Cárdenas, Los morros del narco. Historias reales de niños y jóvenes en el
narcotráfico mexicano; Malcom Beith, El último narco; Anabel Hernández, Los señores
del narco; Francisco Cruz Jiménez, Tierra narca; Rafael Rodríguez Castañeda (coord.),
El México narco. La geografía del narcotráfico, región por región, estado por estado,
ciudad por ciudad, y Ricardo Ravelo, Los capos. Las narco-rutas de México.
17 Terry Eagleton, Terror sagrado. La cultura del terror en la historia.
24 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
De hecho, cabe señalar que el paso del terrorismo de Estado al terro-
rismo de grupos "enemigos", reales o imaginarios, que vulneran al Esta-
do, representó un primer momento, característico de las formas políticas
modernas, de "desregulación de la violencia": aquí el enemigo no tiene
límites definidos; se trata de una lucha contra "enemigos" abstractos,
y este proceso de pérdida de los límites reales se habría de profundizar
con los triunfos del imperio "monopolar" y del mercado, con el fin de la
Guerra Fría. Sobre el segundo punto volveremos en el siguiente aparta-
do; lo que importa aquí es señalar, respecto del terrorismo y su violencia
y contra-violencia, que cuando el monopolio de la violencia legítima y
las instituciones no tienen un adversario con límites definidos, sino sólo
una forma de violencia política, efectiva o potencial, real o imaginaria
—aunque real-abstracta—, no hay tampoco condiciones de posibilidad
para obtener una victoria o para concretar la paz.18 Esta falta de límites,
tanto temporales como espaciales, es lo que, en el caso de los terrorismos,
deja, como el rastro más tangible de un combate entre fuerzas abstractas
o anónimas, a las víctimas civiles.
Sin embargo, y de acuerdo con Eagleton, en ambos terrorismos —en
su variante estatal y en la extra-estatal— se puede encontrar un nú-
cleo común directamente relacionado con la noción burguesa de libertad;
aquella que Hegel llamó "libertad absoluta" o "libertad del vacío", una
libertad negativa, "autogenerada", que sólo puede florecer aniquilando a
sus objetos.19 Una libertad que no conoce límites ni vínculos inherentes
y que sólo puede ser contenida desde afuera, desde el Estado en cuanto
poseedor del "monopolio de la violencia física legítima".2 °
En un contexto de "estado de guerra" o de disolución de la efectividad
de las instituciones que sustentan y hacen cumplir la violencia legítima,
los terrorismos, tanto de Estado —en este caso entendido como apara-
18 Alain Joxe, El imperio del caos. Las repúblicas frente a la dominación estadou-
nidense en la posguerra fría, pp. 9-25.
19 Volveremos sobre este punto en el siguiente apartado, que trata sobre la
constitución de los,sujetos en las condiciones que impone la última reestructuración del
capital y su política ultraliberal.
20 El Estado, por otra parte, manifiesta la posibilidad de ejercer la violencia en la
cotidianidad, mediante sus aparatos policiacos y militares, y a través de instituciones
como las cárceles, que, como nos señala Pearce, no tienen sólo la función de castigar a los
criminales; también son una amenaza ejemplar que se cierne sobre todos los miembros
de la comunidad. Véase Frank Pearce, Los crímenes de los poderosos. El marxismo, el
delito y la desviación.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 25
to— como extraestatales, se desbordan, se expresan y se ejercen más allá
de cualquier límite y de cualquier control. En México, el miedo ya está
operando como instrumento ideológico-político desmovilizador y repre-
sor, y se cierne sobre nosotros la constante amenaza de que el terrorismo
extraestatal (el de narcotraficantes y otros delincuentes) se vuelva una
práctica recurrente. Y es que ambas violencias —la del aparato estatal
y la de los criminales— son correlativas: la amenaza se vuelve violencia
efectiva, y éste es el problema actual en México. Las amenazas que en
otras sociedades no aparecen sino como fantasmas, como espectros que
atemorizan a la población, aquí se han vuelto una realidad cotidiana
que se ha cobrado más de 70 00021 vidas y miles de desaparecidos.
En este sentido, me parece que lo que se vive hoy en México se ca-
racteriza por este caos, por la crisis institucional y por la falta de unidad
de un poder soberano; es decir vivimos un "estado de guerra" hobbesiano
que es incapaz no sólo de contener la violencia de los criminales, sino
también la del propio ejército, la de los policías y la de cualquier persona
que esté dispuesta a utilizar de manera corrupta —fuera de la legalidad
y el Estado de derecho— el poder. El problema es muy grave, pues a di-
ferencia de las crisis institucionales que caracterizan el agotamiento de
una forma de Estado —que se expresarían en una revuelta o una revolu-
ción—, donde la disolución y la anarquía son transitorias, en el caso que
vivimos actualmente no se vislumbran claramente proyectos sociopolíti-
cos alternativos para conformar un nuevo orden y conjurar el caos.
Por otra parte, una "declaración de guerra" a grupos extralegales que
no constituyen una entidad política o jurídica —y que por lo mismo no
pueden ser considerados contrincantes dignos de tal declaración—, es un
absurdo. En este sentido, tanto la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos22 como la Convención de Ginebra, sólo contemplan la
declaración de guerra contra una potencia extranjera o en el caso de una
guerra civil. Por otra parte, es claro que aun cuando la "guerra contra
el narco" no sea una declaración oficial, sino una especie de eslogan pu-
21 El gobierno de México se ha negado a dar cifras al respecto. En enero de 2012,
la Procuraduría General de la Republica reconoció 47 mil asesinatos; sin embargo,
a finales de marzo de 2012, en el marco de una reunión trilateral (Estados Unidos-
México-Canadá), el ministro de defensa norteamericano, León E. Panetta, comentó
que, según estimaciones de funcionarios mexicanos, la cifra de muertos en la "guerra
contra el narco" era de 150000; después hubo un desmentido, pero muchos analistas
consideran que esta cifra no está alejada de la realidad.
22 A esta materia corresponden particularmente los artículos 73, 89 y 118, fracción III.
26 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
blicitario, en la práctica ha generado condiciones de guerra, con estados
de sitio, toques de queda y afectación a civiles. Aquí existe efectivamente
una guerra donde no se toman en cuenta ni las leyes nacionales ni los
tratados internacionales, que apelan a los derechos humanos tanto de
civiles como de militares.
Esta lógica, que muchos autores han explicado ya como "terrorismo
de Estado", es la misma que utilizó Richard Nixon a principios de los
años setenta, y Ronald Reagan a mediados de la década de 1980. Cabe
señalar que aunque éste fue un discurso muy efectivo para legitimar el
despliegue de las fuerzas armadas, ha significado un rotundo fracaso en la
reducción de la producción, la circulación y el consumo de drogas; en otras
palabras, no ha hecho daño al narcotráfico, por el contrario, ha elevado los
precios de ese gran negocio.
Como veremos a continuación, estas circunstancias tienen una lógica
que se expresa en un ámbito restringido de la política; sin embargo, no
pueden explicarse sin tomar en cuenta el amplio campo de lo político que
tiene mucho que ver con la reestructuración del Estado y del sistema
capitalista, este último en sus dimensiones planetarias; por lo demás,
ambos han estrechado cada vez más la participación ciudadana, redu-
ciéndola al puro ejercicio procedimental de elegir representantes para los
puestos del gobierno (ya que ni siquiera se eligen proyectos). Al parecer,
hemos entrado de lleno en la era postideológica23 neoliberal, que ha lo-
grado imponer su política a-política o pre-ciudadana.24
Por otra parte, otro punto de gran interés que ayuda a explicar lo que
sucede hoy en México es que el narcotráfico no es meramente un grupo de-
lincuencial que desafía y crea desorden en la sociedad mexicana, también
se ha erigido en una empresa internacional enganchada a la red de nego-
cios globales, con socios y clientes en todo el mundo. Se trata de un negocio
fundamental en la dinámica de reproducción del capital y que responde, en
última instancia, a los procesos que ésta impone a nivel global.
ESTADO, SOCIEDAD Y VIOLENCIA: APUNTES PARA PENSAR EL MÉXICO DE HOY
Una de nuestras inquietudes centrales, en esta reflexión, es la de inda-
gar la naturaleza de la violencia que se vive hoy en México, ubicando los
23 SlavojZizek, Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales, p. 94.
24 Bolívar Echeverría, "Violencia y modernidad", en Valor de uso y utopía, p. 100.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 27
diversos niveles donde se concreta. De acuerdo con este propósito, surgen
las siguientes preguntas: ¿Se encuentra esta violencia en el ámbito del
Estado, o corresponde más bien a una dimensión extraestatal, o se halla
al mismo tiempo dentro y fuera del ámbito del Estado? ¿Cómo se configu-
ra la sociedad y cuál es su papel en esta situación de caos? ¿Cuál es el rol
o las alternativas de las personas en un contexto sociopolítico como éste?
En primer lugar, debemos señalar que tanto el "estado de guerra"
como los terrorismos en México, se inscriben en el marco más amplio de
la violencia estructural del Estado capitalista. Las dos primeras formas
son visibles para todos, mientras que aquella en que ambas se sustentan
suele quedar fuera del campo de visión de la mayoría de las personas.
La violencia inherente al Estado capitalista es mucho más compleja y
más dificil de ubicar, puesto que, como señala Zizek, "ya no es atribuible
a los individuos concretos y a sus 'malvadas' intenciones, sino que es
puramente 'objetiva', sistémica, anónima".25 De acuerdo con lo anterior,
este autor distingue tres tipos de violencia: la "subjetiva", directamente
visible y practicada por un agente perfectamente identificable; la "sim-
bólica", encarnada en el lenguaje, y la "sistémica", relacionada con los
órdenes económico y político.26
La violencia subjetiva es la que percibimos en la cotidianidad y en la
que concentramos nuestra atención; es la "violencia desnuda" que ha sig-
nificado 70 000 muertos y un gran número de desaparecidos. La violencia
objetiva, en cambio, no es fácilmente perceptible pues se oculta en los
límites de la "normalidad",27 en contraste con lo explícita y visiblemente
"violento"; pero es una forma aún más importante, por cuanto propor-
ciona las condiciones a las otras formas de violencia. El problema, nos
sugerirá este autor, es que el carácter evidente de la violencia explícita o
subjetiva nos pone en el ánimo un sentido de urgencia, de sos, de reacción
inmediata que nos distrae y nos impide pensar en un nivel más profundo
y esencial sobre las otras formas de violencia y la relación entre ellas.
Para reflexionar seriamente sobre la violencia cotidiana es nece-
sario, pues, tomar en consideración la violencia objetiva o estructural,
aquella que se encuentra en el núcleo de la constitución moderna de la
sociedad capitalista. En este sentido, como señala Bolívar Echeverría,
25 S. iiIek, ibid., p. 23.
26 Las dos últimas son de carácter "objetivo" y, por lo tanto, menos visibles. S.
ibid.
27 Idem.
28 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
detrás de la violencia civilizadora del Estado se oculta la reproducción
artificial de la violencia salvaje, la "reproducción artificial de la esca-
sez", en aras de la reproducción del capita1.28
Vivimos en una época en la que el grado de avance científico y tecno-
lógico da un poder inconmensurable a ciertas personas sobre la natura-
leza, el mundo y el resto- de los seres humanos; un poder que si se ejer-
ciera en función de la preservación de la vida, según el dictado de cierta
"conciencia de especie",29 nos pondría incluso en condiciones de conjurar
el hambre y la pobreza. Sin embargo, sucede lo contrario; a través de
las violencias simbólica y estructural se reproduce sistemáticamente la
desigualdad —entendida como inequidad en el acceso a las oportunida-
des y no como diferencia—, porque ésta es condición sine qua non de la
reproducción del sistema capitalista, de la valorización del valor y de su
concreción como ganancia. Se trata de un sistema de muerte, no de vida.
El problema es que esto no es evidente de suyo y, por lo mismo, suele
permanecer en el subconsciente de las personas. En parte ello ocurre
porque el control ideológico es más efectivo y cuenta con más recursos
que nunca, y en parte porque todos los imperativos abstractos se vuelven
cada vez más reales y se concretan día a día en las múltiples relaciones
humanas; en el presente cambio de siglo, están operándose una trans-
mutación y una transvaloración que han modificado radicalmente a los
sujetos y las sociedades ¿Quién piensa ya en lo bueno y en lo malo, cuan-
do lo importante es lo exitoso, lo eficaz? ¿Qué importancia tienen ahora
la soberanía, la justicia o incluso algo tan necesario para la política del
capital en sus orígenes como la nación, cuando lo que importa es abatir
la inflación y que suban los índices bursátiles y se fortalezca la salud del
Mercado?
28 Sobre este tema, hay dos libros de Bolívar Echeverría con varios textos que son
muy esclarecedores: Valor de uso y utopía y Vuelta de siglo.
29 La "conciencia de especie", nos dice Francisco Fernández Buey, es la posibilidad
de una "configuración culturalmente elaborada de la pertenencia de todos y cada uno de
los individuos humanos a la especie sapiens sapiens, y, por tanto, no sólo la respuesta
natural reactiva a los miembros de la especie humana implicada en el hecho biológico
de la evolución. En este sentido, se podría decir que la configuración de una conciencia
de especie corresponde a la era de la globalización, de la crisis ecológica global y de
las grandes migraciones intercontinentales como la conciencia nacional correspondía
a la época del colonialismo moderno y la conciencia de clase a la época del capitalismo
fabril". Francisco Fernández Buey, "Sobre el encuentro entre culturas. Una perspectiva
ético-política", en Araceli Mondragón y Francisco Monroy (coords.), Interculturalidad.
Historias, experiencias y utopías, p. 75.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 29
Está muy difundida la opinión de que la inequidad y la desigualdad,
el hambre y la pauperización son "naturales" y que cualquier cosa que se
haga para evitarlos significaría poner en peligro al mundo, la naturaleza
y al propio ser humano. En múltiples ocasiones nos han dicho, palabras
más palabras menos: "Interferir con la 'mano invisible' y la autorregu-
lación del mercado, supone la aparición de miles de peligros, amenazas
y grandes monstruos como el totalitarismo; esto ya nos lo ha enseñado
con creces la historia"; "el sistema se regula a sí mismo y le da a cada
cual lo que se merece; en este mundo triunfan los emprendedores (los
winners) y se van quedando en el camino los losers, simplemente porque
no son aptos, les falta capacidad, competitividad e iniciativa"; "todo lo
que interfiera en el orden natural de las cosas causaría daños terribles
al sistema", etcétera. Y ante estos discursos apocalípticos, son pocas las
personas que aún se atreven a cruzar las "columnas de Hércules" que
separan las ideologías de la racionalidad crítica, lo real inmediato de lo
real posible, la apatía y el conformismo del compromiso revolucionario.
En este sentido y haciendo la crítica de los dogmas del Mercado, el
economista Manfred Max-Neef advierte que dichos dogmas nos hacen
creer que es "natural" que nunca haya suficiente para los que no tienen
nada y siempre haya suficiente para los que lo tienen todo. Y hace un
cálculo en el que divide lo que invirtieron seis bancos centrales" de los
países más poderosos (17 trillones de dólares) para el rescate financiero
de bancos privados,31 respecto a las estimaciones hechas por la Orga-
nización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
sobre lo que se necesitaba ese año (2009) para terminar con el hambre
en el mundo (30 000 millones de dólares por año), con lo que llegó a la
escandalosa conclusión de que si la inversión destinada al rescate de los
bancos se hubiese utilizado para combatir el hambre en el mundo, dicha
inversión habría alcanzado para un periodo de 600 aflos.32
¿Pero no nos dicen constantemente los economistas, ideólogos y polí-
ticos neoliberales que no hay recursos? Quizá la pregunta correcta sería:
¿Para quién sí hay y para quién no hay recursos? Pero si la pretendida
racionalidad —o irracionalidad, depende quién lo mire— del sistema es
30 Estados Unidos, Unión Europea, Japón, Canadá, Inglaterra y Suiza.
31 Una especie de Fondo Bancario de Protección al Ahorro internacional.
32 Manfred Max-Neef es un economista chileno y los datos están tomados de una
conferencia dictada en la Universidad Internacional de Andalucía a principios de
diciembre de 2009. Véase en http://blip.tv/universidad-internacional-de-andalucia/
manfred-max-neef-el-mundo- en-rumbo - de- colision-2970838
30 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
creída y aceptada por todos como un dogma, es porque la respalda, en
distintos campos y desde diversos aspectos de la existencia humana, un
sistema ideológico, no sólo político o económico —como se le entiende
formalmente—, sino también simbólico y estructural, que es indispen-
sables para la conformación socio-histórica del sistema en su totalidad.
Y en la creación de estas formas simbólico-estructurales, los medios de
comunicación cumplen un papel fundamental no sólo como promotores o
transmisores de estilos y formas de vida, sino como productores de de-
seos e ideas, de creencias y maneras de hacer y de ser... ¡De mundo! Ya
no se trata sólo de aquello que Walter Benjamin señalaba a principios del
siglo xx —que la industria del entretenimiento ensalza a la mercancía,
facilitando la aceptación de la alienación por el consumidor—. En esta
época vamos mucho más lejos en la distopía del capital: ahora los consu-
midores son producidos por medio de la telegenia, a la medida y tamaño
de las mercancías.
Aquí, sin desviarnos de la dirección seguida por nuestra reflexión,
vamos a considerar las dos dimensiones clave de la conformación de estos
niveles, por una parte, el campo de lo social, donde asistimos a una mu-
tación en la conformación del sujeto tanto individual como colectivo; por
otra, y en íntima relación con el aspecto anterior, el campo de lo político,
donde estamos presenciando grandes cambios en la configuración de los
Estados nacionales y en el sentido mismo de la política.
LA DES-SUBJETIVACIÓN DEL SUJETO
Han sido ya varias las miradas que han llamado la atención hacia una
alteración significativa del mundo simbólico que impacta directamente
sobre los ámbitos político y social de nuestro tiempo.33 Ya de por sí hay
un trastorno fundamental en la configuración del sujeto en el capita-
lismo: la libertad burguesa, que es en principio una "libertad negativa"
por cuanto no conoce límites o vínculos inherentes, y es autónoma y au-
togenerada, es sólo el interés en la preservación de la propia vida lo que
la lleva a imponerse límites mediante la política y el pacto social. Al
ser ilimitada, esta libertad se vincula —en el contexto de la producción
mercantil— a un deseo imposible de ser saciado por la materialidad,
" Esta perspectiva se halla presente en obras de Terry Eagleton, Slavoj Zizek, Dany
Dufour, Charles Merman y Jean-Pierre Lebrun.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 31
todo objeto nuevo y aparentemente alcanzable termina por ser aniquila-
do por un deseo insaciable: "El deseo atraviesa su objeto y sale del otro
lado."34 Esta libertad burguesa traspasa cualquier materialidad, porque
la materialidad misma, una vez obtenida, se vuelve un obstáculo que la
obstruye y la coarta. Es por esto que es prácticamente imposible la exis-
tencia de un "yo" absolutamente libre, pues se quedaría vacío. Eagleton
señala que, al igual que Fausto, "un aspirante insaciable está condenado
al desencanto perpetuo".35
Como habíamos apuntado anteriormente, lo que contiene y pone lími-
tes a la libertad negativa del sujeto moderno es precisamente la política,
esa necesidad de conjurar la guerra latente de todos contra todos a tra-
vés de la construcción de una simbolicidad u ontología que dé lugar a la
organización de la vida cotidiana, de la sociedad y del Estado. Tal como
nos lo explica Dufour, en el campo de lo político hay dos aspectos cen-
trales para evitar que el "yo" se quede vacío, para que el orden se pueda
imponer sobre el caos: 1) la noción del "Uno", de que hay algo que unifica
—en el orden político antiguo, este papel lo desempeñó la religión; en el
caso de la filosofía política moderna, secular, encarna en la Soberanía—,
y 2) la existencia de un "Gran Otro", un referente trascendente desde el
cual el sujeto pueda afirmarse en cuanto tal (en cuanto subjectus que se
somete a "Otro"), un centro del sistema político-simbólico desde el cual se
puedan estructurar todas las dimensiones de la vida.36
Lo característico o peculiar de la configuración histórica moderna,
sobre todo a partir de los grandes choques culturales del siglo xvI, es que
la configuración del "Otro" es multirreferencial; en otras palabras, hay
una coexistencia de varios "Otros" o grandes "Sujetos": la Soberanía, el
Pueblo, la Nación, la Razón, el Proletariado, etcétera. Como se percibirá
fácilmente, los grandes sujetos están directamente vinculados con lo que
los posmodernos llaman los g;andes relatos que entraron en crisis. El
problema hoy es que, entre todos los grandes "Sujetos" y todos los gran-
des relatos, surgió triunfante el Mercado con consecuencias sociopolíti-
cas importantísimas, ya que, como veremos, se encuentra esencialmen-
34 T. Eagleton, op. cit., p. 18.
35 Idem.
36 R. D. Dufour, op. cit. Este autor nos señala, además, que históricamente este
"Otro" se ha configurado de distintas maneras: como "Otro múltiple" (en los politeísmos);
como "Otro único" (en el monoteísmo), y como muchos "Otros". Éste es el caso de la
modernidad, donde el "Otro" es multirreferencial y varios grandes "Sujetos" coexisten,
no necesariamente de manera pacífica, pp. 54-55.
32 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
te limitado para cumplir las funciones simbólicas del gran "Otro" y del
"Uno", necesarios para el orden del Estado y la sociedad.
Por una parte, al tener en su núcleo al sujeto libre consumidor, el
mercado impide a los seres humanos constituirse como sujetos con refe-
rencia a algo exterior que los trascienda, porque, paradójicamente, los
remite a la única posibilidad de constituirse como sujetos a partir de sí
mismos, como seres autorreferenciales. En consecuencia, no existe nada
fuera de ellos mismos que los confirme o los refute, que les dé legitimidad
y certidumbre; paradójicamente, este yo absolutamente libre se queda
vacío.37 A diferencia de otros referentes concretos, lo que hace el Mercado
es desarticular los límites o contenciones de las pulsiones con que funcio-
naba la política. Al quedar librado a sus propios deseos, el sujeto que no es
más subjectus, no está sujeto más que a sí mismo, de manera que atravie-
sa por una especie de des-subjetivación. Y un sujeto sin referencia a otro
es como un hijo sin padres, un ser sin origen ni destino, un ser perdido o
alguien que perdió el sentido del ser. "Sin ese rodeo referido al 'Otro', no
me encuentro, no tengo acceso a la función simbólica, no consigo construir
una espacialidad y una temporalidad posibles."38
Y si la subjetivación con relación al "Otro" que le imponía límites,
generaba neurosis, tal como lo demostró Freud, al parecer la ausencia
del "Otro", la imposibilidad de una referencia fundante fuera del sujeto,
produce psicosis:
Mientras que el sujeto histérico se alienaba sometiéndose a otro sin cesar,
[el sujeto posmoderno] no puede sino perderse en una maraña interior,
descubriendo que es tanto la mitad como el doble de sí mismo, perdido en
una temporalidad distendida entre un antes y un después, sin presencia,
aun cuando habita un presente extremadamente dilatado, separado entre
un aquí y un allá.39
Si el superyó genera represión y neurosis, actualmente la ausencia de
una referencia para la construcción de la propia identidad, la "impoten-
cia total del ser", genera un deseo de "omnipotencia sobre todo", un nar-
cicismo desenfrénado, propio de una construcción subjetiva autorreferen-
cial. Si volvemos a la filosofía política hobbesiana, podríamos decir que si
37 T. Eagleton, op. cit.
38 R. D. Dufour, op. cit, p. 47.
39 Ibid., p. 105.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 33
ya no hay leyes naturales que controlen mis pasiones naturales, porque
el mercado está orientado precisamente a ofrecer mercancías para satis-
facer todos mis deseos, entonces ya no hay límites. Por el contrario, mis
pasiones y pulsiones son estimuladas permanentemente, con lo que se
genera una especie de hybris para la que ya no existen los límites y cas-
tigos a que aluden los antiguos mitos, ni la aplicación de la ley y el peso
del Estado a que recurren los clásicos de la teoría política moderna; en
consecuencia, podemos ubicarnos fácilmente en un permanente "estado
de guerra" potencial.
La racionalidad instrumental, inmediatista, termina por anular así
cualquier racionalidad trascendental. Y el deseo, también implacable-
mente instrumental, trata por igual a los objetos y a las personas en
un impulso destructivo, el cual es resultado de la frustración que causa
la imposibilidad de saciedad. Ésta es la realidad demencial de nuestro
tiempo que es capaz de generar expresiones de violencia incontrolables
en todos los niveles particularmente en países como México donde no
se ha logrado articular una forma de Estado alternativa a la forma cor-
porativa en crisis; donde los niños no son huérfanos simbólicos, sino de
facto,4° donde la falta de escuelas, trabajo y oportunidades no represen-
ta, claro está, una salida a la miseria y el hambre cotidianas; donde la
corrupción impera en las instituciones y no hay garantías que eviten el
abuso del poder. En estas condiciones, no es extraño que los niños y jóve-
nes consideren el narcotráfico no sólo su mejor posibilidad, sino su única
opción. El caso emblemático de esta situación es el de Edgar Jiménez
Lugo, conocido como "El Ponchis" o "El niño sicario" —encargado de ma-
tar y degollar por órdenes del cártel de los Beltrán Leyva—, quien ocupó
los titulares de los medios de comunicación en México a fines de 2010 y
fue de nuevo tema en julio de 2011, después de ser juzgado y condenado
a tres años de prisión.41
4o Porque no supieron nunca más de los padres que se fueron "para el Norte" o a
alguna ciudad. Las condiciones de pobreza han desintegrado miles de familias y han
dejado prácticamente sin hombres muchas poblaciones en Oaxaca, Veracruz, Michoa-
cán, Puebla y Guerrero. En un principio, la emigración se concentraba particularmente
en zonas indígenas y rurales, pero a lo largo de los últimos 20 años, la situación se ha
extendido por todo el país.
41 Este niño de 14 años era parte de una familia desintegrada, creció con la abuela
en San Diego, pero al morir ésta tuvo que regresar a una población marginada en el
Estado de Morelos. Debido a las condiciones y circunstancias en que estaba creciendo
34 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
¿Víctimas, victimarios? Todo depende del nivel de violencia en que se
ubique nuestra perspectiva; quizá víctimas estructurales o sistémicas,
pero victimarios en el nivel subjetivo de la violencia. No sólo se trata de
castigar o de emprender una guerra contra los criminales, sino también
de transformar las condiciones estructurales que producen y facilitan la
criminalidad. A mi parecer, las condiciones objetivas no restan respon-
sabilidad subjetiva a estos jóvenes; pero tales condiciones nos permiten
ubicar distintas responsabilidades: personal, social, política, sistémica;
es decir nos permiten comprender la complejidad y los distintos niveles
de profundidad en que se está gestando la violencia en México.
Los jóvenes son, por cierto, la población más vulnerable en la "guerra
contra el narcotráfico"; no sólo son reclutados por el crimen organizado,
sino que representan un porcentaje significativo de víctimas inocentes
relacionadas con esta guerra. Según Víctor Quintana, a partir de 2009 el
asesinato pasó a ser la primera causa de muerte a nivel nacional. Y si en
México, en general, el porcentaje de muertes violentas de jóvenes creció
200%, en lugares como Chihuahua se disparó a casi 800%.42
Si —como nos señala Dany Dufour— las formas sociales que se cons-
truyen en el contexto de la reestructuración capitalista de los últimos
tiempos, se caracterizan por sujetos y cuerpos postidentitarios —que o
bien unen muchas identidades en un mismo cuerpo, o bien asumen una
misma identidad compartida por varios cuerpos—,43 nos encontramos
en las condiciones propicias para la proliferación de bandas y pandillas,
que para estos jóvenes son una posibilidad de afirmar su identidad, de
"ser alguien". Además, ante la ausencia de simbolicidad, y por el hecho
de que no existe un "Otro" capaz de servir de chivo expiatorio o víctima
sacrificial, es muy fácil que se generen expresiones colectivas o sociales
que intenten llevar este rito simbólico a la realidad sacrificando a alguno
de sus miembros, o eligiendo una víctima externa incluso al azar: "Se
trata de una proeza sacrificial nueva que, al perpetrarse, permite crear
el punto de apoyo necesario que faltaba para por fin vivir, aunque sea un
instante, antes de desaparecer."'"
este niño, no es extraño que a los 12 años se integrase al cártel de los Beltrán Leyva y
se hiciese adicto (J. Valdez, op. cit., pp. 59-74).
42 Víctor Quintana, "Modelo juvenicida", en La Jornada, 5 de febrero de 2010.
45 D. R. Dufour, op. cit., p. 114.
44 Ibid., p. 116.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 35
A partir de esta interpretación puede comenzar a cobrar sentido lo
que en principio parecería totalmente irracional: por ejemplo el hecho
de que los jóvenes sicarios de la Familia Michoacana sean adoctrinados
o "evangelizados", y que tengan su propia "biblia" y normas "espiritua-
les". Incluso rezan: "El Señor es mi pastor", mientras ejecutan a alguna
persona, y luego dejan en sus víctimas el mensaje de que se trata de
"justicia divina".45
En este imperio absoluto del mercado y el dinero, la culpa —muy
vinculada a la constitución de la simbolicidad necesaria para el orden
político, como hemos visto— ha sido sustituida por la vergüenza —into-
lerancia narcisista a la frustración, que no abona el compromiso con los
lazos políticos y sociales—; así, a falta de ley y límites, "la caída del su-
peryó en su faz simbólica se compensa fácilmente con el fortalecimiento
del superyó en su faz obscena y feroz".46
Estamos viviendo una transvaloración con alcances importantísimos
en el campo de lo social y lo político. Si en otros tiempos se juzgaba con-
forme a los criterios de bueno y malo, justo e injusto, hoy no hay criterios
éticos, más allá del Mercado, que sustenten estos juicios: por esto es "nor-
mal" que en estos tiempos se exonere al infractor por el hecho de ser rico,
y se criminalice a la víctima por ser pobre o más débil. En este sentido
es muy ilustrativo el caso de Dominique Strauss-Kahn, presidente del
Fondo Monetario Internacional, y Nafissatou Diallo, la camarera e in-
migrante guineana que lo acusó de violentarla sexualmente. En México
también hay muchos casos que sirven de ejemplo; quizá uno de los más
conocidos, por la intervención directa de los medios de comunicación, fue
el de Leticia Valdés, madre de un niño de cuatro años del que se abusó
sexualmente en el colegio.47
45 Relato tomado del libro de J. Valdés, op. cit., pp. 17-23.
46 D. R. Dufour, op. cit., p. 120.
47 Varios medios de comunicación, particularmente Milenio y Televisa, intervinieron
en defensa de la directora del colegio, denostando y estigmatizando a la madre del niño:
en primer lugar, enfatizaron que Leticia es madre soltera, con la discriminación de
género y los prejuicios machistas que esto implica; luego difundieron un informe que
señalaba que la mujer había sido tratada 14 años atrás —cuando ella tenía apenas 16—
en una clínica llamada Oceánica, especializada en adicciones y problemas psicológicos.
 MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 37
36 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO

señalado Marx, su carácter místico o mágico, que hace aparecer como re-
EL OCASO DE LA POLÍTICA
laciones entre cosas lo que en realidad son relaciones sociales;49 por otra,
el mercado se ha complejizado en su esfuerzo por cumplir su papel de pro-
El triunfo del mercado y del imperio unipolar mermó sustancialmente la
veedor de los ideales volátiles de un "Yo" permanentemente insatisfecho,
función simbólica del Uno, que había cristalizado en la figura de la Sobe-
de tal manera que cada vez se generaliza más la situación de que el valor
ranía Nacional. El mercado desvaneció las fronteras y límites nacionales
de cambio se impone y pretende negar el valor de uso, cada vez importa
y puso en crisis el núcleo de la identidad política en que venía descansan-
menos para qué me sirve tal o cual mercancía, y cada día vuelve más im-
do el Estado moderno. Los discursos políticos que eran legitimados por
portante lo que la propia mercancía es y me transfiere, me proporciona,
la Nación y la Soberanía, intentaron sustituir esos conceptos por el de
me hace ser, independientemente de para qué me pueda servir.
Democracia; sin embargo, al igual que el Mercado, la democracia —sobre
La confluencia de la economía mercantil con la economía pulsional,
todo la propuesta neoliberal procedimental de "mercado político-electo-
tiene como meta poner un producto frente a cada deseo. Paradójicamente,
ral"— es abstracta. La idea de nación, aunque construida con rasgos
cuando más homogénea es la humanidad, más diversidad de productos se
de mito, se sustentaba sobre aspectos concretos: la tierra, la sangre, la
le tienen que presentar para crear la ilusión de que cada sujeto es único
lengua, la cultura y demás.
y especial:
Hoy en día lo político se construye sobre espacios abstractos que, sin
embargo, son impuestos como concretos y reales. Los imperativos del
Observamos así una singularización cada vez más profundizada de los obje-
proceso global de acumulación del capital determinan el día a día de to-
tos manufacturados: su infinita diversidad aumenta constantemente pues
das las personas en todos los rincones del mundo. Los grandes retos en
los objetos deben corresponder de la mejor manera posible a cada necesidad
la política actual no son el hambre y la pobreza cotidianas, ni dar seguri-
del individuo "obligado" por el discurso democrático a presentarse como úni-
dad y garantía a las personas; son abatir la inflación y que no caigan las
co y a exhibir las insignias que le permiten creer que lo es. La ilusión de
bolsas de valores, dar seguridad y garantía a los grandes capitales. Cada
singularidad que procura esta producción cada vez más amplia de objetos
día las relaciones sociales en el planeta imponen las necesidades abstrac-
apunta, en realidad, a una gestión eficaz de las grandes masas.5°
tas del capital como naturales; así, en todos los discursos que justifican
la imposición de políticas económicas neoliberales, lo mismo en Europa
No está por demás enfatizar que la unicidad, la singularidad y lo
que en América Latina y el resto del mundo, nos dicen: "Son duras, do-
especial que pueda ser una persona en función de los productos que le
lorosas, pero necesarias e inevitables." ¿Para quién? Para "el Mercado",
proporciona el mercado, no están en ella misma, sino en las cosas que
"las Empresas", "los Capitales", para entidades abstractas que mucha
éste le brinda y a las que pueda acceder; ésta es la manifestación, en la
gente no alcanza a comprender aunque se muestran como "lo natural",
esfera del mercado, de la des-subjetivación, la cual, como ya lo hemos di-
pese a que las cosas no podrían ya estar peor en muchas poblaciones de
cho, opera en las distintas dimensiones de la vida de los seres humanos.
África, Asia y América Latina.
Por esto, en la reconfiguración de la simbolicidad o a-simbolicidad que
Ya no están en el centro de los discursos político-económicos, ni si-
estamos viviendo, ser pobre aparece hoy como un crimen o un pecado y
quiera por retórica, el bienestar y las necesidades concretas de la po-
blación. Y como detrás de las entidades abstractas hay determinaciones
concretas, la sociedad misma, en sus relaciones y procesos cotidianos, se
ha vuelto más fetichista que nunca. Incluso en las mercancías, "la for- 49 Encubren el trabajo social que las creó y se les atribuyen todas las cualidades

ma más general y menos evolucionada de la producción burguesa",48 se
manifiesta hoy un doble encubrimiento: por una parte, como nos había
48 Karl Marx, "El carácter fetichista de la mercancía y su secreto", en El capital,
tomo I, sección primera, cap. I, p. 101.
como si fuesen propias e inherentes, como si fuesen objetos creados de la nada. Al estar
organizada la producción mercantil capitalista como la suma de trabajos privados
ejercidos independientemente unos de otros, el carácter social aparece en la esfera del
mercado por medio de las mercancías, aparentemente externas a los seres humanos,
mediado por las cosas. K. Marx, op. cit., pp. 87-102.
5° R. D. Dufour, op. cit., p. 88.
38 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
es motivo de vergüenza porque, según parece, mientras menos se puede
comprar menos acceso al "Ser" se tiene.
Y si el fetichismo se ha complejizado hasta el punto de que es muy
difícil distinguirlo críticamente en la vida cotidiana, aun en su forma
más simple, la mercancía, ¿qué podemos decir de las otras dos formas
más complejas de las relaciones capitalistas: el dinero y el capital? Estas
formas se expresan y coinciden en la ya mencionada financierización o
virtualización de la economía. Se trata del regreso a un mercantilismo
donde los nuevos piratas financieros especulan, toman, venden y crean
burbujas económicas con recursos que parecen autogenerarse mágica-
mente de la nada, pero que tarde o temprano las sociedades terminan
pagando a través de los impuestos y de la gestión que de ellos hacen los
gobiernos nacionales o las entidades transnacionales en los grandes res-
cates financieros. El carácter abstracto de las relaciones capitalistas, que
en otros tiempos se reproducía sobre todo en el campo de lo económico, ha
tomado por asalto el campo de lo político y lo ha llevado a lo que Bolívar
Echeverría llama "el ocaso de la política".51
¿No coincide acaso la desregulación de la violencia con cierta desre-
gulación simbólica de la política? No es casual que cuando hoy se habla
de política, ésta tenga de inmediato, para el sentido común, un sentido
negativo, ligado a la corrupción y al abuso del poder; es decir que la po-
lítica ha perdido el sentido original de lo político, la constitución de una
forma para la socialidad52 o la construcción de una simbolicidad capaz
de dar acceso a los seres humanos a la verdad del ser y, a un tiempo, de
sustraerlos al dominio de sus pasiones inmediatas.53
En nuestra época, la política se ha circunscrito a su ámbito más bur-
do; no obstante, en el caso de México, ni siquiera ese sentido tan ele-
mental deja de ser cuestionado, elecciones, partidos, gobierno, etcétera,
constituyen una serie de procesos que toman también y cada vez más la
forma mercantil. Resulta curioso que mientras se proclama el triunfo de
la democracia por doquier se generaliza también un proceso de des-ciu-
dadanización y des-politización de las sociedades, proceso que circuns-
cribe la acción política de las personas al ámbito restringido del mercado
electoral; en cambio, les niega rotundamente el derecho fundamental de
refundación de lo político, el derecho a actualizar la con-formación de la
51 B. Echeverría, "La nación posnacional", en Vuelta de siglo, pp. 143-154.
52 B. Echeverría, Definición de la cultura, pp. 169-198.
53 R. D. Dufour, op. cit., p. 36.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 39
propia comunidad "en los momentos extra-ordinarios o de fundación y
re-fundación por los que atraviesa la sociedad; en las épocas de guerra,
cuando la comunidad 'está en peligro', o de revolución, cuando la comuni-
dad se reencuentra a sí misma".54
A pesar de que, como hemos señalado, esta nueva era del capitalismo
a nivel planetario da rienda suelta a las pulsiones de los individuos y
crea condiciones de extrema violencia, tanto subjetiva como objetiva, en
el terreno de la política formal se difunde una ideología hipócrita que
descalifica y sataniza todas la formas de violencia, sin distinción crítica
alguna. Con esto se descalifica el derecho al uso de la violencia como re-
curso político de oposición legítimo, ante un gobierno despótico o tiráni-
co, o cuando las mediaciones institucionales y los aparatos de Estado se
han vuelto ineficientes u obsoletos para las necesidades de la comunidad
política que los sustenta.
Desde esta nueva perspectiva, las rebeliones o revoluciones serían
actos de enemigos del Estado, y personajes históricos como Hidalgo, Mo-
relos, Mina, Zapata y Villa, serían terroristas que pretendieron acabar
con la paz social y la estabilidad del sistema. Sin embargo, como todavía
no es posible deslegitimar la historia de larga duración que se ha asen-
tado, a lo largo de siglos, en la mentalidad popular, más bien nos dirán
que ellos tuvieron que luchar porque todavía eran tiempos bárbaros en
los que no había llegado la democracia a abrir espacios civilizados para
dirimir los conflictos políticos. También por estas razones, en los feste-
jos del Centenario y del Bicentenario nos presentaron muchas series y
películas con la visión light de los grandes personajes revolucionarios,
hombres de carne y hueso, nos decían, que también tenían sus pasiones
y sus pequeños secretos y debilidades.
Entretanto, asistimos a la proclamación del triunfo de la política por-
que cada vez más la Democracia ocupa el lugar de los últimos dictadores,
mientras que todo aquello que determina lo político —las formas sociales
(estructurales y simbólicas) y las condiciones concretas de vida de mi-
llones de personas en el planeta— pierde los referentes en los que venía
configurándose y se abandona totalmente a las necesidades del capital.
No es casual que el significado de "soberanía" haya cambiado tanto
entre las últimas décadas del siglo xx y lo que llevamos del xxi, particu-
larmente en lo que se refiere a la posesión de bienes públicos estratégicos
y a la no-intervención de ejércitos y policías extra o inter-nacionales. Hay
54 B. Echeverría, "Lo político en la política", en Valor de uso y utopía, p. 78.
40 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
una imposibilidad de construir simbólicamente lo "Uno" cuando el poder
económico es el soberano y el mercado se caracteriza, precisamente, por
lo múltiple y lo diverso. Estas condiciones de construcción o no-construc-
ción de la politicidad55 han llevado a diversos grados de fragmentación de
la soberanía, que en casos extremos —como el que se vive hoy en Méxi-
co— se refleja en una anarquía donde, según el poder económico, militar
o de cualquier tipo al que tengan acceso, distintos grupos o personas
tratan de imponer sus propias reglas y términos. En este contexto privan
la impunidad y la injusticia, tal como lo había señalado Hobbes, donde
no hay ley ni justicia, la fuerza y el fraude son las virtudes cardinales.
La libertad capitalista, llevada a sus últimas consecuencias, impo-
ne una política económica global que anula la política y facilita que en
condiciones como las que privan hoy en México —de inequidad, miseria,
corrupción, degradación de las instituciones, falta de legitimidad, crisis
de hegemonía, etcétera—, se instaure un "estado de guerra" que, en el
nivel superficial de la violencia subjetiva, se muestra como extra-estatal
y justifica, aparentemente, una intervención estatal para hacerle frente;
pero también en lo que respecta a la violencia simbólica y estructural se
abreva de la misma fuente, lo cual deja a la población entre dos fuegos
cruzados —el de la violencia estatal y el de la violencia de los grupos
delincuenciales— y en condiciones de total indefensión.
La hybris ultraliberal, una vez suelta, anuló los límites que, en sus
orígenes, la filosofía política liberal —incluido el contractualismo— in-
tentó poner a la libertad negativa por medio de la política y dio lugar al
incremento de las distintas formas de violencia que ya de por sí le eran
correlativas. El mercado y la democracia como baluartes últimos de la
politicidad no son capaces de controlar las distintas formas de violencia
porque la conformación de lo político, en el proceso socio-histórico con-
creto de construcción de mundos de la vida, se vincula directamente al
cultivo de formas socioculturales específicas de reproducción social, de
formas de hacer y de ser. Y esta dimensión de lo político es nodal, en la
medida en que da cuerpo a determinadas formas simbólico-culturales
capaces de contener y completar en los linderos de la cotidianidad el va-
cío, la pérdida de sí, en fin, los procesos de des-subjetivación y des-hu-
manización involucrados en la enajenación y la modernidad capitalistas.
La política fundamentada en las formas socioculturales acuñadas a lo
55 La capacidad que tienen los seres humanos de dar una determinada forma a su
vida social. B. Echeverría, "La nación posnacional", en Vuelta de siglo, p. 145.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 41
largo de la historia es lo que de alguna manera logra compensar la vio-
lencia estructural; dichas formas, nos dice Bolívar Echeverría, permiten
"hacer vivible lo invivible" mediante "la invención de un ethos, de una
estrategia para vivir dentro de esta contradictoriedad capitalista, para
`solucionarla' o neutralizarla".56
Sin embargo, como hemos visto, el proceso de globalización y el ul-
traliberalismo, característicos de la última reestructuración capitalista,
impiden cada vez más la reproducción de formas socioculturales particu-
lares que permitan hacer vivible lo invivible. En consecuencia, la crisis
del Estado nacional y de la soberanía frente a la penetración del mercado
como espacio donde se dirimen casi todas las actividades humanas afec-
ta directamente las relaciones sociales y culturales donde el sujeto podía
afirmar su identidad en cuanto tal.
Ante la ausencia de estos espacios socioculturales, a las personas
afectadas por esta imposibilidad de identidad, de sujetidad, de ser, se les
presenta como alternativa, dentro de los límites del propio mercado, la
posibilidad de hacer tolerable lo intolerable mediante la "medicación", el
Soma de Huxley o los "somníferos" de Bradbury. Tal como señala Du-
four, ya no hay diferencia entre curarse y drogarse,57 y aquí encaja a la
perfección la industria del narcotráfico que en los límites de la sociedad
capitalista es, al mismo tiempo, un problema y una solución, tanto en
términos mercantiles como sociales. Es aquí donde "la serpiente se muer-
de la cola".
El incremento de la violencia sistémica del capital y de la violencia
objetiva, particularmente en los rincones pobres del mundo, tiene corres-
pondencia con el aumento en el consumo de drogas, las cuales, en la
medida en que se han vuelto "artículos de primera necesidad" han tenido
también que diversificar su mercado: de la mona para los estratos más
bajos a la cocaína para consumidores con mejor nivel socioeconómico, pa-
sando por la mariguana, los opiáceos, las drogas sintéticas y demás. En
Estados Unidos, principal consumidor, "a principios de los 80 se adqui-
56 B. Echeverría, "Modernidad en América Latina", en op. cit., p. 210.
57 No está por demás aclarar que cuando se habla de la "función social" de las drogas
en el contexto de la reestructuración neoliberal del capitalismo, como un medio de evasión,
no se hace un juicio de valor sobre la función de las drogas en otras sociedades. Aún más,
es posible señalar que ante la imposibilidad de afirmación de la identidad del sujeto que
se ha impuesto en los últimos años, funcionan como droga aspectos y actividades que,
en otras circunstancias, ni siquiera serían considerados como tales: adicción a comprar,
adicción a relaciones codependientes, adicción al trabajo e incluso adicción al ejercicio.
42 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
rían anualmente más de 50 toneladas de cocaína, a finales de la década,
esta cantidad se duplicó. Esta droga que estimula, da lucidez y aumenta
el deseo sexual fue la predilecta de los yuppies".58
El cártel de Sinaloa introduce miles de toneladas de mariguana, co-
caína, heroína y metanfetaminas a Estados Unidos, y se estima que con-
trola alrededor de 60 000 km2 de territorio mexicano. Se calcula que sim-
plemente en un año, y únicamente en la región de Nueva York, el Chapo
Guzmán y el Mayo Zambada pasaban alrededor de mil kilos de cocaína,
con un valor de venta estimado en 17 millones de dólares, hacia Chicago,
y el valor del tráfico de coca se estimó en aproximadamente 30 millones
de dólares.59 Sin embargo, no se trata sólo de un problema bilateral entre
México y Estados unidos; el poder y el alcance de los cárteles mexicanos
son globales. En la distribución tienen también una fuerte presencia en
toda Europa y Australia, y en la producción y distribución tienen predo-
minio en toda América Latina.
EL NARCO S.A. Y SU LUGAR EN LA ERA DE LA ECONOMÍA VIRTUAL
No creo exagerar cuando afirmo que las drogas se han vuelto artículos
de primera necesidad porque hacen soportables formas sociales que en
la cotidianidad tienden a vaciar más que a saciar los mundos de la vida.
No es casual que la industria del narcotráfico haya crecido y haya di-
versificado y expandido no sólo sus puntos de producción, sino también
sus mercados. El narcotráfico, antes que un problema, es una empresa
prioritaria y altamente lucrativa para las necesidades de reproducción
del sistema capitalista.
Sus altos niveles de ganancia no se quedan únicamente en esta em-
presa; se reparten a diestra y siniestra:
Del éxito de las transacciones universales de drogas, dólares y armas, de-
penden presupuestos nacionales, balanzas de pago y el desarrollo de sis-
temas monetarios; el narcocapital mantiene ejércitos y corrompe adminis-
58 Alain Labrousse, La droga, el dinero y las armas, p. 421.
59 M. Beith, op. cit.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 43
traciones estatales, financia campañas electorales, impone gobiernos y los
hace caer.6°
Para los grandes hombres de negocios, el dinero del narcotráfico es
simplemente dinero:
Dos investigadores de la General Accounting Office preguntaron a impor-
tantes empresarios estadounidenses si aceptarían más de 10000 dólares sin
declararlos conforme a la obligatoriedad que la legislación señala. Fueron
interrogadas 79 personas; 76 declararon que "estarían encantadas" de re-
cibir dinero en esas condiciones, aunque implicaran una operación ilegal.61
Y si los hombres ricos no tienen empacho en beneficiarse del dinero
que genera el narco, ¿qué podemos decir de las poblaciones miserables en
México, para las que, desde hace varios años, la presencia de este negocio
ha logrado lo que los gobiernos en cualquiera de sus niveles —municipal,
estatal o federal— no han logrado en decenios: pavimentar calles, elec-
trificar, etcétera. Así como el mercado se ha implantado e impera en las
regiones ricas, el narco ha penetrado en las poblaciones pobres ocupando
los lugares vacantes que alguna vez ocuparon las estructuras corporati-
vas y paternalistas de la política mexicana, y también ha sustituido los
ideales tradicionales del "yo" y el "superyó" en los espacios simbólicos.62
A estas alturas de la reflexión, es necesario reconsiderar nuestra ma-
nera de mirar la violencia que hoy acontece en México. Y es que si toma-
mos en cuenta los niveles simbólico y estructural, debemos pensar en el
narcotráfico no sólo como un grupo delincuencial, sino como una empre-
sa altamente rentable y, quizá, la más importante del país. No es casual,
de acuerdo con un estudio, que a partir de la instauración del modelo
neoliberal, el negocio que creó más empleos en México fue el narcotráfico
(alrededor de 600 000 empleos), el cual se convirtió así en el mayor gene-
rador de puestos de trabajo.63 Esto no suena descabellado si consideramos
que, de acuerdo con Edgardo Buscaglia, los recursos financieros con que
operan las empresas transnacionales del narco en México se estiman en
6° Günter Amendt, El gran negocio del narcotráfico. La droga como mercancía, el
capital financiero y la política de los E.E. U.U.
61 A. Labrousse, op. cit., p. 426.
62 La cultura del narco es un gran tema, aunque aquí no podamos ocuparnos de ello.
63 El estudio fue realizado por José Luis Calva, del Instituto de Investigaciones
Económicas de la UNAM. El dato fue tomado de La Jornada, 17 de julio de 2011.
44 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 45

Tijuana opiáceos y la heroína, y 44 000 a las metanfetaminas.66 Si tomamos en

EUA cuenta cómo se ha incrementado la producción y circulación en México de
Ciudad
este negocio, y que simplemente es el proveedor de más de 80% de mari-
Juárez guana, la droga de mayor consumo en Estados Unidos, nos podemos dar
una idea del peso de este negocio, así como de su capacidad para cooptar,
corromper o eliminar gente. Y en los últimos 20 años no sólo ha aumen-
tado el volumen de producción de mariguana, sino que se ha diversifica-
Nuevo Laredo
do la producción y el mercado de drogas en México; cuando los cárteles
Reynosa
uliacán 111111111
colombianos fueron debilitados, la distribución se concentró en manos de
Monterrey
los cárteles mexicanos, y en la medida en que aumentó la popularidad y
MÉXICO
demanda de las drogas sintéticas, las empresas mexicanas de la droga
montaron laboratorios y establecieron redes y contratos con los proveedo-
Áreas de control 111
Guadadajara res de los químicos necesarios para su producción, sobre todo asiáticos.67
N1 Cártel del Golfo
Ciudad/de
, Esta lógica económica nos permite distinguir mejor la ubicación y la
Cártel de los Zetas Meneo
11111 Cártel de Sinaloa
lucha por las "plazas" de los cárteles en el mapa del narco en México, mapa
La Familia Michoacana que se teje y se reconfigura a partir de los momentos fundamentales y los
1
• Organización Arellano Félix BELICE imperativos de la producción, distribución y consumo, tal como lo hace
Organización Beltrán Leyva cualquier empresa en cualquier parte del mundo. No es de extrañar que
Organización Carrillo Fuentes GUATEMALA
conforme a esta misma lógica, aunque en sentido inverso, fluya el tráfico
• Áreas en disputa
de armas, y que lo haga en ambos sentidos —a lo largo y ancho del mapa
Fuente: The Guardian, http://www.guardian.co.uk/world/interactive/2010/sep/03/mexi- marcado por esta geografía del terror— el comercio de seres humanos.
co-drugs-trade-interactive-map La industria del narco se encuentra íntimamente ligada a la indus-
tria de las armas, pese a la diferencia entre sus mercancías, las drogas
aproximadamente 850 millones de dólares, el equivalente a 15% del pro- son "bienes de consumo inmediato", mientras que las armas son "bienes
ducto interno bruto; por otra parte, su presencia y peso político a nivel de consumo durables"; pueden ser usadas por largos periodos y ser re-
nacional son reveladores: en 2008 ya tenían el control de 63% de los 2 441 cicladas de zona en zona de conflicto. En el caso de América Latina, las
municipios del país,64 y según reportes periodísticos, a principios de 2012 drogas fluyen en una dirección: hacia Estados Unidos y Europa, mien-
su poder se había extendido a 71.5%.65 tras que las armas siguen la dirección contraria: desde las mafias rusas
Es muy difícil hacer estimaciones del volumen de este negocio a ni- y Estados Unidos, al sur; y frecuentemente las armas son usadas para
vel mundial, pero se calcula que en 2003 el valor global del mercado pagar una parte o todo un cargamento de drogas."
de drogas ilícitas era de 322 000 millones de dólares. De ellos, 140 000
millones correspondían a la mariguana, 70 000 a la cocaína, 65 000 a los
66
Reporte Mundial de Drogas, Oficina para el control de Drogas y Crimen de la ONU,
tomado del reporte especial "Legalizar. Un informe", en Nexos.
67 La producción de metanfetaminas en México comienza en los ochenta con la
sociedad de José de Jesús Amezcua y los hermanos Valencia. Cuando este grupo fue
64 Edgardo Buscaglia es investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México debilitado, el cártel de Sinaloa invirtió en este sector del negocio de las drogas, pues con
(ITAM). Los datos fueron tomados del libro de V. Ronquillo, op. cit., p. 178. 10 000 dólares en compuestos químicos se produce un volumen de metanfetaminas que
65 Doris Gómora, "Narco controla 71.5% de municipios del país", en El Universal, 2 genera 100 000 dólares en el mercado. M. Beith, op. cit., p. 181.
de enero de 2012. " Scott Stewart y Fred Burton, "Mexico: Economics and the Arms Trade", en Stratfor.
46 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
Si examinamos el "mapa del narco", los territorios donde el control
económico-político y las actividades de esta industria son significativos,
se caracterizan por ser: 1) lugares y puntos de producción; 2) rutas de
distribución y mercado, 3) y zonas de consumo. La frontera norte y las
costas son territorios clave en lo que respecta a la distribución; pero tam-
bién, paulatinamente, las ciudades más grandes se han consolidado como
lugares de distribución y consumo. En la Ciudad de México, según cifras
de la Secretaría de Seguridad Pública, en 2006 existían cinco mil pun-
tos de venta de drogas; para 2009, de acuerdo con los reportes de la Pro-
curaduría General de Justicia del Distrito Federal, el número de dichos
puntos se había incrementado a por lo menos menos 40000.69
La peculiaridad de este tipo de empresas es que, por su carácter ilegal,
pueden ejercer no sólo una violencia estructural y simbólica, sino también
una violencia subjetiva —esa violencia desnuda de la que dan cuenta los
"ejecutómetros" día tras día—. Sin embargo, no cabe descartar que en un
momento determinado, y de acuerdo con los términos de una negociación
distinta con la clase política y entre los distintos grupos que se disputan
el poder, el narco pueda incluso prescindir de esta forma "desnuda" de
violencia y hacer un despliegue sin límites de la violencia estructural, tal
como lo hacen empresarios legales, aunque éstos puedan promoverse a sí
mismos como caritativos y socialmente responsables. Éste es el caso de
Warren Buffett, Carlos Slim, Bill Gates y George Soros.
De hecho, en la década de 1980, Félix Gallardo, el "jefe de jefes", in-
tentó organizar la industria del narco con una estructura y un manejo
empresariales, con base en estructuras horizontales para equilibrar la
tradicional organización vertical del capo o el cacique. Él mismo encabe-
zaba una especie de holding —compañía controladora— que coordinaba
desde Sinaloa pequeños corporativos y liderazgos regionales de tráfico
que tenían protección instituciona1.79 En 1989, Félix Gallardo fue de-
tenido y por un tiempo todavía, desde la cárcel, controló y organizó el
reparto de territorios pero el surgimiento de una nueva generación de
capos y grandes cambios en la coyuntura internacional modificaron el
negocio de las drogas.
Entre 1970 y 1990 la cocaína llegaba a Miami a través de rutas
del Caribe71 pero al disminuir el poder de los cárteles colombianos, los
69 Datos tomados del libro de V. Ronquillo, op. cit., p. 193.
70 R. Ravelo, op. cit., pp. 87-88.
71 S. Stewart, "New Mexican President, Same Cartel War?", en Stratford.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 47
mexicanos tomaron el control del tráfico de cocaína no sólo a Estados
Unidos, sino a Europa y Australia. Por otra parte, con la diversificación
de las drogas en el mercado de Estados Unidos, las rutas de tráfico en
México se han vuelto más lucrativas que nunca, ya que en éste, como en
la mayoría de negocios globales, opera la "filosofía" del Just in Time que
determina la competitividad y calidad de las empresas por su capacidad
de entregar "justo a tiempo" materias primas o productos de acuerdo
con las demandas —tanto en calidad como en volumen— del mercado.
México, al estar situado en la frontera con Estados Unidos, tiene inne-
gables ventajas competitivas.
Estas ventajas alientan la competencia y la lucha por el control de los
territorios estratégicos, lo que ha derivado en la lucha entre cárteles. Por
otra parte, la fuerte competencia en la industria y la distribución de las
drogas ha llevado a los cárteles a renovar y diversificar su línea de nego-
cios y a expandir sus mercados fomentando el consumo nacional de dro-
gas y alternando estas actividades con el robo, el secuestro, la extorsión,
el tráfico de personas y otras actividades ilícitas para compensar las po-
sibles pérdidas en el negocio principal 72 Burton y Stewart consideran
que el peligro —tanto para civiles como para visitantes extranjeros— de
ser secuestrado es mucho mayor que el de ser herido por alguna bala en
un fuego cruzado. De hecho, México es considerado en algunos reportes
como la capital mundial del secuestro73 y ningún segmento de la pobla-
ción está exento de ser víctima de este delito. Además, la situación de
inseguridad ha favorecido ampliamente la creación de nuevos negocios,
como la seguridad privada y los vehículos blindados. El ambiente de mie-
do ha resultado altamente lucrativo para un gran número de empresas,
tanto legales como ilegales.
Por otra parte, la "guerra contra el narcotráfico" no sólo ha sido inefi-
caz para desmantelar a los grupos criminales que andan en este negocio,
sino que al debilitar a los altos mandos —encarcelando o matando a los
72 No es casual que el gobierno de Estados Unidos cambiase el nombre Drug
Trafficking Organizations por el Transnational Criminal Organizations.
73 Fred Burton y Scott Stewart, "Mexico. The Third War", en Stratfor. Estos
autores sostienen que las dificultades para estudiar el secuestro en México tienen
que ver, por una parte, con la extensión nacional que esta actividad ha alcanzado;
por otra, con el hecho de que es realizada por criminales y actores de muy diversa
naturaleza y diferente grado de profesionalización, y por diversos motivos. Existen,
además, secuestros programados, secuestros express —que son ejecutados al azar—,
e incluso secuestros virtuales.
48 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
principales capos—, ha favorecido la fragmentación de los cárteles, lo
que se ha traducido en la formación de otros nuevos. Como consecuencia
de esta situación han surgido dos problemas fundamentales: en primer
lugar, la lucha contra el narco es una especie de lucha contra la Hidra
de Lerna, el monstruo al que se le corta una cabeza y le crecen dos; en
segundo lugar, las nuevas organizaciones criminales necesitan "capitali-
zarse", crear o recuperar vínculos nacionales e internacionales para po-
der operar, entretanto, se dedican al robo, el secuestró, el tráfico de per-
sonas, etcétera, para fortalecerse nuevamente. Así, nos señala Eduardo
Guerrero, la fragmentación ha expandido la violencia a nuevos munici-
pios: en 2007 había 53 municipios con 12 o más ejecuciones anuales; para
2010 ya eran 200 los municipios con 12 o más ejecuciones anuales.74
Está claro que el capital, en sus formas industrial, mercantil y, sobre
todo, financiera, no puede prescindir del narco, pues hoy por hoy es uno
de los negocios más rentables75 y, por cierto, sus máximas ganancias no
se quedan en los países productores y de tránsito (con economías débiles),
sino en los países consumidores (economías fuertes): de acuerdo con datos
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del total de valor aña-
dido a las drogas, por su carácter ilegal, 76% de las ganancias se queda
en los países consumidores, y 24% en los países productores y de paso.76
Es muy revelador que en la década de los ochenta, cuando la princi-
pal ruta del tráfico de cocaína era Miami, la única filial del Banco Cen-
tral que, en tiempos de crisis, mostraba una liquidez excedente era la de
Atlanta, Florida. La Drug Enforcement Administration calculó que, en
1988, los narcos colombiaños obtuvieron seis mil millones cómo beneficio
del tráfico. Durante ese mismo año, fueron depositados tres mil millones
de dólares en bancos de Florida.77
Me parece que luego de mirar por encima algunas cifras y datos rela-
tivos al narco, no es difícil sostener que se trata simplemente de un pro-
blema que tiene que ver con el despliegue de violencia subjetiva o visible
74Eduardo Guerrero, "La raíz de la violencia", en Nexos.
75Por dar otro ejemplo, se calcula que las operaciones del cártel del Golfo entre
la última semana de febrero y el 1 de abril de 2011, en poco más de un mes y según
cifras muy conservadoras (en relación entre 1-10 o 1-12 entre lo incautado y el total de
contrabando), de 348 kilogramos de cocaína incautados, se estima que se generó un
ingreso de 87 millones de dólares. "Mexican Drug War 2011 Update", en Stratfor.
76 Datos del Reporte Mundial de Drogas de la Oficina para el Control de Drogas de
la ONU, tomado de Nexos [en línea], Reporte especial: "Legalizar. Un informe".
77 A. Labrousse, op. cit., p. 425.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 49
de grupos delincuenciales; sin embargo, esto es sólo la punta del iceberg.
El problema principal no es simplemente el "Chapo" Guzmán —el em-
presario más encumbrado de la industria de la droga, según la lista de
Forbes. Los imperativos del mercado de drogas no van a cambiar porque
éste u otros capos se encuentren en la cárcel, o porque Mueran en ope-
rativos contra el crimen; una "silla vacía" no hará más que desatar una
lucha encarnizada para definir quién será el próximo ocupante. Supongo
que lo mismo sucede en cualquier empresa, unas veces de manera más
"sutil", otras no tanto.
En la medida en que la globalización y el ultraliberalismo han im-
puesto al capital financiero como amo y señor de la producción, distribu-
ción y consumo a nivel mundial, el carácter especulativo y virtual con
que hoy opera la economía les da un juego mayor a las actividades ilíci-
tas. De ello dan testimonio los rescates financieros, debidos a grandes
fraudes, que han tenido que hacer los gobiernos de muchos países. En
cuanto al narcotráfico, que ya de por sí gozaba de poderes discrecionales,
hoy se le presentan dos posibilidades de ilegalidad y de especulación: una
"interna", porque su carácter de empresa ilegal le permite sustraerse a
cualquier control institucional y fiscal, nacional e internacional; y otra
"externa", por cuanto puede engancharse con menos controles y mayor
discrecionalidad a los circuitos globales del capital, a las grandes em-
presas industriales y financieras en una dimensión virtual y planetaria.
Como lo hemos reiterado, en la época del dominio del capital indus-
trial, la economía funcionaba vinculada directamente a lo concreto o lo
"real"; esto implicaba cierto sustento objetivo o material del que hoy ca-
rece. Estas nuevas condiciones implican consecuencias atroces, particu-
larmente para ciertos países de América Latina, de África y de Asia,
porque al lado de las rutas del narco se configuran y operan las rutas del
tráfico de armas y, aún peor, las del comercio humano; ambas trafican
con millones de hombres, mujeres y niños alrededor del mundo, para el
comercio sexual, la esclavitud y el uso como "mulas" y sicarios.
CONCLUSIONES
Llegados a este punto con perspectivas que parecen apocalípticas, cabe
preguntarnos: ¿En verdad no hay solución? ¿Qué papel desempeña la
sociedad en todo esto?
50 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
Desde la lógica individual es muy difícil cambiar condiciones simbó-
licas y estructurales; pero sí es posible en la lógica social y colectiva, a
partir de la articulación de discursos críticos que sean capaces de desen-
mascarar la lógica de este sistema y que demuestren que detrás de estos
grandes monstruos hay relaciones y determinaciones sociales concretas
y seres humanos que se benefician o padecen esta situación. Se trata de
desfetichizar el mundo.
Ahora bien, es indispensable distinguir los distintos niveles de vio-
lencia que hoy tienen a México en esta situación de caos e inseguridad:
hay una violencia extraestatal de grupos delincuenciales; hay también
una violencia del aparato estatal que, en medio del caos, no sólo no ha
logrado combatir a las bandas criminales, sino que no ha sido capaz de
controlar la violencia de los cuerpos policiacos y militares que sistemáti-
camente violan los derechos de la población civil; pero sobre todo existe
una violencia sistémica que propicia las otras formas de violencia.
Mientras se sigan imponiendo las políticas económicas que favorecen
los intereses de los grandes capitales sobre los intereses de la población,
particularmente en países pobres, los resultados serán catastróficos: la
generalización de la pobreza, del hambre, la guerra, la muerte.
Y en este sentido, el actual gobierno tampoco da visos de rectificar:
las privatizaciones de los bienes que son todavía nacionales, las "refor-
mas estratégicas", la reducción de programas sociales y las políticas fis-
cales que favorecen a los que más tienen y expolian a los que menos
tienen, son muestra de la falta de voluntad política para solucionar las
condiciones estructurales que hoy tienen a la sociedad mexicana en vilo.
Y si la solución no viene de la clase política —que en estas circuns-
tancias hace uso privado y patrimonial del poder público—, encontrarla
dependerá de las posibilidades de respuesta de la sociedad, estará en su
capacidad de tomar conciencia, de organizarse y movilizarse. Como se ha
apuntado a lo largo de este texto, es necesario reconstruir el verdadero
sentido de lo político y articular luchas que propongan otras formas para
la política. Y hay que comenzar por reivindicar el derecho al uso legítimo
de la violencia que tiene una comunidad como recurso político para reac-
tualizar —mediante la rebelión o una revolución— la forma que quiere
darse a sí misma, particularmente en tiempos de crisis de legitimidad y
hegemonía.
MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 51
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52 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO MÉXICO HOY: ¿ESTADO DE DERECHO O "ESTADO DE GUERRA"? 53

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 EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO

Gerardo Ávalos Tenorio*

El Estado no es un objeto concreto. ¿Es un objeto abs-

tracto? Tampoco. La lógica y la gramática estableci-
das sólo clasifican los fenómenos en dos categorías: o
son concretos o son abstractos; con ello, el mundo de
los fenómenos parecen estar agotados. Sin embargo,
hay cosas que no son sólo concretas ni sólo abstrac-
tas: son las cosas sociales. [—] Una sola cosa, un solo
fenómeno es el Estado: una relación entre grupos de
seres humanos.
Ludwig Gumplowicz, Die soziologische Staatsidee

PRELIMINAR

La problemática del "Estado fallido" se halla envuelta en una atmósfera

polémica.' Es lo que suele suceder con los conceptos y expresiones usados
por la ciencia política para describir e interpretar situaciones o procesos

* Profesor-investigador adscrito al departamento de Relaciones Sociales de la

Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco.
1 "Estado fallido" (Failed State) es una expresión de reciente creación. La comenzó
a usar sistemáticamente la organización estadounidense Fund for Peace desde 2005,
aunque ya antes había sido utilizada por algunos analistas políticos para referirse,
en general, a situaciones de caos o anarquía social donde parecía haber desaparecido
la autoridad estatal, o bien donde, aun existiendo formalmente un gobierno, éste no
encontraba obediencia suficiente, lo que se expresaba de muchos modos. Así, el tema
del "Estado fallido" forma una constelación con los de la gobernabilidad, la gobernanza,
la democratización y la medición de la calidad de la democracia, temas en sí mismos
relevantes, pero que, desde la propia denominación, contienen tales inconsistencias
conceptuales que revelan la intención ideológica de organizar el mundo de acuerdo con
valores etnocéntricos estadounidenses y europeos; apenas se les analiza y ya evidencian
su vocación imperial. Evaluar y calificar la situación política de los distintos países, es
una de las tareas centrales de los comités de expertos (think tanks) de Europa y Estados
Unidos. Para el caso del famoso Consejo sobre Relaciones Exteriores, véase Laurence

55
56 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
que, por su propia naturaleza, se encuentran en franca contradicción. Así
pues, no es raro el uso de expresiones contradictorias, anfibológicas y pleo-
násticas que, no obstante, procuran sintetizar la tensión propia de una
condición conflictiva o de difícil caracterización adecuada.2 Precisamente,
la expresión "Estado fallido" es un caso clásico de este tipo de contradic-
ción, pues a primera vista parece que el adjetivo niega al sujeto, si es falli-
do entonces ya no es Estado. Lo mismo acontece con expresiones como "re-
pública simulada", "democracia elitista", "soberanía restringida" y otras
semejantes, donde el predicado contradice al sustantivo. Lo importante,
en todo caso, es comprender que la frecuencia de estas expresiones indica
que a menudo es necesario recurrir a términos contradictorios o ambiva-
lentes que encierren sintéticamente procesos complejos y atravesados por
el conflicto, lo cual se corresponde con la propia naturaleza de la política.
No es entonces un problema de lógica sino una dificultad procedente de la
consistencia intrínsecamente conflictiva de la esfera de lo político.3
La expresión "Estado fallido" forma parte de este arsenal politológico
y es, por lo mismo, un síntoma de que algo grave está sucediendo con el
orden político de la sociedad en nuestra época. Por supuesto que lo prime-
ro que se cuestiona es quién usa el término y qué se propone con ello. En
este caso queda claro que la expresión "Estado fallido" supone, por parte
del sujeto de la enunciación (es decir, de aquel que emite el juicio), una
posición de superioridad jerárquica que ya implica el conocimiento de un
modelo de perfección desde el cual se señala el fracaso de una condición
empírica. Si hay "Estados fallidos" entonces existen, por lo menos en la
idea, otros que no lo son y que, por eso mismo, cumplen los requisitos
conceptuales de la normalidad. Y esto sucede en efecto: han sido diversos 1
think tanks o asociaciones de intelectuales, académicos, periodistas y lí-
H. Shoup y William Minter, Imperial Brain Trust. The Council on Foreign Relations &
United States Foreign Policy.
2 Este rasgo se acentúa en el caso de la democracia, pues el campo semántico de
ésta ha resultado tan amplio y sus connotaciones axiológicas tan positivas, que, en la
práctica, la palabra se puede usar desde cualquier posición política. Repárese en las
siguientes expresiones: "democracia popular", "democracia autoritaria", "democracia li-
beral", "democracia elitista", "democracia formal", "democracia política", "democracia so-
cial", "democracia económica", "democracia electoral", "democracia directa", "democracia I
deliberativa", "democracia participativa", "democracia sin adjetivos". Este aspecto debe-
ría ser analizado como un síntoma que está tratando de tramitar un nudo problemático
consustancial a las diversas posiciones políticas.
3 Al respecto, véase la introducción de mi libro, El monarca, el ciudadano y el
excluido. Hacia una crítica de lo político.
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO 57
deres de opinión, quienes han acuñado la expresión "Estado fallido" para
describir situaciones alarmantes de extravío de las funciones que un or-
den político debe cumplir por definición. Destacadamente, es el Fund
for Peace (Fondo para la Paz) el que elabora una clasificación anual de
los "Estados fallidos" con base en 12 criterios centrales, todos los cuales
indican que una sociedad ha dejado de estar organizada políticamente
con instituciones generales efectivas y eficientes. Además, estos indica-
dores hacen las veces de un termómetro que registra el grado de des-
composición social que resulta de la ausencia de una autoridad política
legítima que pueda garantizar la vida, la libertad y la propiedad de los
ciudadanos de una nación. En pocas palabras, se trata, en efecto, de una
descripción de situaciones caóticas donde la anomia se ha apoderado de
lo que alguna vez fue una sociedad organizada políticamente. He aquí
los 12 indicadores que le permite a la asociación mencionada clasificar
a los distintos países en función del concepto "Estado fallido":
1) Crecientes presiones demográficas.
2) Movimientos masivos de refugiados y desplazados internos.
3) Existencia de grupos que buscan venganza o se sienten amenazados.
4) Éxodo crónico y sostenido de la población.
5) Desigual desarrollo económico de distintos grupos.
6) Declinación económica severa.
7) Criminalización o pérdida de legitimidad del Estado.
8) Deterioro progresivo de servicios públicos.
9) Suspensión o aplicación arbitraria del Estado de derecho y extensas
violaciones a los derechos humanos.
10) Aparato de seguridad que opera de manera independiente del Estado.
11) Prominencia de élites sectorizadas.
12) Intervención de otros Estados o actores políticos externos.4
Debe notarse que estos indicadores permiten calificar grados diver-
sos de estatalidad fallida, según se cumplan algunos o todos los aspectos
enumerados. Así, existen "Estados fallidos" claramente definidos, como
Somalia, El Congo, Sudán y Chad en el África sursahariana, y otros
que, sin serlo, se encuentran en condiciones de peligro. El Fondo para la
Paz, en efecto, clasifica a todos los Estados del mundo de acuerdo con un
4 Véase www.fundforpeace.org. También Laura Tedesco, El Estado en América
Latina, ¿fallido o en proceso de formación?
58 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
termómetro que va de situaciones de "alarma" hasta la condición de "sus-
tentable" (sólo Australia), pasando por la calificación de "alerta" y "esta-
ble" como posiciones intermedias; en todo caso, el lugar de cada uno de
los países depende de que se cumplan todos o algunos de los indicadores
mencionados. Es obvio que esta clasificación se enmarca en el horizonte
político de la "visión estratégica"5 de Estados Unidos, y puede ser útil,
según se le utilice en un sentido u otro, para amparar "intervenciones
humanitarias" o para justificar el condicionamiento financiero que los
países centrales y los organismos internacionales imponen a la periferia.
Está lejos de ser una casualidad que ningún país del centro del sistema
mundial sea considerado como "Estado fallido", ni que, correlativamente,
todos los Estados así considerados sean de la periferia. En un sentido
más específico, la calificación también puede ser usada por diversos gru-
pos internos de cada país, a fin de desacreditar al grupo o partido gober-
nante, o a la "clase política", por su corrupción e ineficiencia. En fin, el
uso político de la expresión "Estado fallido" es indudable.
También es cierto, por otro lado, que el término está alertando acerca
de situaciones innegables de desgarramiento de la sociedad y, por supues-
to, de disolución del principio de orden que articula, da coherencia y uni-
fica a esa totalidad social. Pero entonces la expresión "Estado fallido", con
todo lo útil que pueda ser en el plano axiológico y en su uso político, es in-
suficiente para comprender el nudo problemático de las causas profundas
por las cuales se derrumba un orden social y su forma política. Y es que la
fuerte carga valorativa del término está dirigida, sobre todo, a descalifi-
car y defenestrar a los gobernantes de un país por corruptos e ineficientes,
y entonces deja de ser apropiado para una comprensión fundamentada de
los motivos por los cuales la violencia comienza a extenderse como una
plaga ahí donde antes existía una situación de paz y estabilidad.
Para avanzar en la ruta de esta comprensión necesaria, el presente
ensayo toma la caracterización general del "Estado fallido" como punto de
partida pero la remite a otro horizonte de conceptualización, a aquel que
no confunde sociedad con población ni equipara el Estado con el grupo
que gobierna y ni siquiera con las instituciones del aparato administrati-
vo policial, militar y judicial. Por esta razón consideramos que el proceso
de disolución progresiva del Estado se debe a que la violencia sistémica
del capital desborda su cauce y se manifiesta en violencia neohobbesia-
5 Zbigniew Brzezinski, Strategic Vision. America and the Crisis of Global Power.
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO 59
na,6 por llamar de un modo metafórico a aquel uso de la fuerza contra el
otro que aparece como si fuera motivada por una abstracta naturaleza
humana, por un deficiente gobierno sobre las pasiones o por cualquier
otra condición psicológica del hombre en abstracto. Lo que sostengo es
que la característica central, articuladora, de la disolución del Estado es
la pérdida del monopolio del uso de la violencia por parte del aparato es-
tatal, lo que se traduce en una violencia generalizada, caótica, que puede
alcanzar niveles de crueldad francamente intolerables para una sensibi-
lidad civilizada pero que tiene su fuente en la búsqueda de la ganancia.
Así, esta violencia neohobbesiana no es sino la manifestación extrema de
la violencia sistémica, aquella que acompaña al capital para su correcto
funcionamiento liberal y democrático. Se trata pues de la violencia des-
atada por la clausura del capital como forma de reproducción de la vida
en condiciones de esperanza y satisfacción de deseos. Las bases ideológi-
cas del capital, entre ellas la egolatría7 y el individualismo posesivo, se
mantienen incólumes y siguen existiendo como conductos de la violencia
neohobbesiana sin que ahora puedan ensamblarse con la reproducción
pacífica del orden del capital. Cuando la violencia se expande de esta ma-
nera es como si se regresara a los orígenes violentos del capital que nació,
como dijera Marx, "chorreando sangre". La conquista, la destrucción, el
despojo, la alienación, la cosificación y la explotación son elementos que
hallamos en los orígenes del capital pero también —a la manera de la
ontogénesis— en cada fase de su desarrollo histórico; sin embargo, el
orden liberal, democrático, y el Estado de derecho, fueron formas subli-
6 El término fue acuñado por el sociólogo alemán Trutz von Throtha, "Formen des
Krieges. Zur Typologie kriegerischer Aktionsmacht", citado en Herfried Münkler,
Viejas y nuevas guerras. Asimetría y privatización de la violencia. Por supuesto, se
refiere a la conocida situación de guerra de todos contra todos que caracteriza al "estado
de naturaleza" pensado por Thomas Hobbes, Leviatán o la materia, forma y poder de
una república eclesiástica y civil: "Así hallamos en la naturaleza del hombre tres causas
principales de discordia. Primera, la competencia; segunda, la desconfianza, tercera, la
gloria [...] Con todo ello es manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven
sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se
denomina guerra; una guerra tal que es de todos contra todos" (p. 102).
7 Ésta significa la sumisión fanática al ego; se trata de un narcisismo patológico
que encierra, en realidad, la condición inversa en una clara dialéctica señor-siervo:
el ególatra es siervo del "Otro", pues en todo lo que hace, piensa y siente, quiere
satisfacer el deseo ajeno. El hombre moderno tiende a esta patología, porque se acopla
perfectamente a la reproducción social del valor de cambio, a la búsqueda de la
ganancia, al consumo masivo y a la "distinción" y "poder" sobre los otros.
60 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO 61

madas por medio de las cuales la violencia del capital fue superada8 a
no se encuentra en un "estado de insurrección" similar al de Egipto o
la vez que arrojada a los espacios de "los otros". Cuando ese orden tuvo
Libia, ni tampoco padece una situación de represión generalizada como
la necesidad de reconfigurarse, arrastró la sublimación precaria, propia
en Siria; por lo demás, ninguna junta militar ha instaurado en él un
de esos espacios de socialidad frágil y materias primas altamente coti-
"estado de excepción" ni, a través de un golpe de Estado clásico, una dic-
zadas, con lo que se generó una violencia incontrolable. Podemos decir,
tadura. De hecho, para el Fund for Peace, el mexicano no es un "Estado
entonces, que la disolución del Estado adviene como resultado de la rees-
fallido", aunque se encuentra en una situación de "alerta". En general,
tructuración global del capital cuando los procedimientos y mecanismos
la reproducción social continúa su curso sin interrupciones graves, pese
de la competencia socavan los pactos de unión y de sumisión que forman
a las inocultables indicaciones de ineficiencia económica y a despecho de
la columna vertebral del principio de la estatalidad. Se produce enton-
los consabidos problemas de pobreza, desigualdad, trabajo precario, mi-
ces el quiebre de los mecanismos históricamente construidos que posee
gración y violencia asociada al crimen organizado. Así pues, ¿se trata de
una sociedad para solventar el conflicto social. En este contexto, lo que
un proceso de disolución estatal, o la situación crítica responde más bien
resulta fatal para el Estado es la combinación de los siguientes factores:
a un reacomodo de las fuerzas sociales en el marco del nuevo régimen
la posesión de un bien estratégico (petróleo, diamantes, tantalio, etcé-
político que sustituyó al viejo sistema de partido de Estado y que aún no
tera), el resabio de socialidades tradicionales basadas en el paradigma
se ha afianzado? ¿La situación actual es resultado de un desajuste o des-
de la relación señor-siervo, y una posición clave desde el punto de vista
fase entre el ritmo de las reformas estructurales privatizadoras —que no
geopolítico. De este modo, las inconsistencias institucionales, la torpeza
han integrado de manera suficientemente expedita a las distintas clases
de los gobernantes, su inclinación a la corrupción, etcétera, son aspectos
subalternas y grupos sociales excluidos— y el andamiaje institucional y
negativos importantes en el ejercicio del arte de gobernar, pero en modo
las nuevas prácticas políticas de la democracia, la alternancia, los gobier-
alguno son suficientes para explicar la precipitación de una sociedad en
nos divididos y la pluralidad parlamentaria? ¿O la reconfiguración global
una condición de estatalidad precaria.
del capital hizo al Estado mexicano más vulnerable que otros tanto por
Ahora bien, si emprendemos el análisis del Estado mexicano desde
el régimen político anterior como por la estructura y dinámica de la do-
esta perspectiva, resulta bastante tentador ubicarlo como un Estado en
minación social?
proceso de disolución. El periodo de gobierno de Felipe Calderón (2006-
El filósofo esloveno Slavoj íiiek hablaba de una "revolución blanda"
2012) no hizo sino acentuar los elementos que apuntan en esa dirección:
(Soft Revolution)9 para referirse a la gran estela de cambios profundos
incremento exponencial del número de homicidios, violaciones cotidianas
a los derechos humanos, aumento de las desapariciones forzadas, abu-
9 Slavoj íiZek, La revolución blanda. Podría decirse que esta caracterización de
sos en el ejercicio de la fuerza pública, aplicación selectiva y arbitraria
los cambios profundos sin grandes y espectaculares guerras de movimientos estaba ya
de la ley, periodistas amenazados y asesinados, mayor concentración de presente en el concepto de "revolución pasiva" de Antonio Gramsci. El término revolución
la riqueza, reforzamiento de los monopolios en telecomunicaciones, go- tiene connotaciones ético-políticas que lo hacen muy superior a su mero significado
bierno débil, incompetente e irresponsable: ésos son tan sólo los rasgos de "sucesión de cambios" en cualquier dirección o con cualquier sentido. Gramsci usa
más sobresalientes de una situación que muy bien podría ser calificada la palabra revolución consciente de todo su peso ético y político, mientras que iiIek
juega con su significado general de "cambios profundos". Esta vía del autor esloveno
de desastre nacional. Sin embargo, el juicio de que el Estado mexicano
puede llevarnos a la poco razonable idea de que hoy en día los revolucionarios son los
sufre un colapso o que se halla en proceso de disolución, puede parecer neoliberales, y que los conservadores son los que mantienen neciamente el atavismo de
exagerado, toda vez que —a pesar de los aspectos enumerados— el país los "derechos sociales". Libertad y prosperidad son criterios que podrían ser utilizados
para hablar de una revolución; en cambio, la exclusión y el desprecio podrían indicar el
sentido de los cambios que echan para atrás la rueda de la historia, es decir que serían
8 En el sentido hegeliano de "eliminación" y, simultáneamente, "conservación" de lo
contrarrevolucionarios. Esto último, sin embargo, no es tan fácilmente perceptible,
negado, pero en un nivel superior. Superar no quiere decir que ya no existe lo que se porque el peso ideológico de los totalitarismos soviético y nacionalsocialista provoca, en
supera, sino que existe pero en una condición sublimada, superior y bajo otra forma. las disputas ideológicas actuales, la defensa a ultranza de la libertad individual contra
Véase más abajo. el despotismo en cualesquiera de sus formas, lo cual da solidez a los sutiles argumentos
de los defensores de las reformas neoliberales.
62 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
que trajo consigo la implantación del modelo neoliberal. Se trató de una
revolución blanda, no por sus contenidos, que fueron profundos y durade-
ros, sino por sus formas suaves de imponerse a través de un andamiaje
discursivo que exaltó la libertad frente al autoritarismo, las pequeñas
historias de lo individual frente a los grandes relatos, el aquí y ahora
frente a la metafísica, la convivencia de las múltiples culturas frente a la
homogeneización de lo nacional, la lucha por el reconocimiento frente al
"asalto al cielo" de la Revolución. Poco a poco, pero de modo persistente,
se fue orquestando el desmantelamiento del Estado de seguridad fordis-
ta, y su lugar fue ocupado por el universo valorativo empresarial, con el
relato de la libertad individual como soporte. "Estado de competencia" le
han llamado Joachim Hirschl° y Elmar Altvater1' a este nuevo modo de
organización socio-estatal.
De manera análoga, a partir de 1989 se ha producido en México
una "revolución blanda" cuyo contenido ha sido un desmontaje paula-
tino del Estado en cuanto tal. Me apresuro a advertir que este juicio
depende de que el concepto de Estado signifique algo más que un sim-
ple aparato de gobierno, administrativo o de coerción, y de que se le
ubique, antes bien, como un ordenamiento normativo edificado sobre
bases morales. La pregunta es entonces si puede existir la sociedad sin
el Estado. En principio, esto no es posible pero puede darse el caso de
que una sociedad renuncie a su principio nacional-soberano y obtenga
su ordenamiento estatal desde el exterior. Éste ha sido el caso de Puerto
Rico que no debe ser equiparado mecánicamente con el caso mexicano
porque aquí el espacio económico nacional sigue siendo vital para los
grandes empresarios locales, quienes a pesar de tener sus raíces en el
exterior, sucumbirían frente a una real competencia con los capitales de
Estaly Unidos, Japón y Europa; quieren asociarse para la explotación
de ciertos recursos naturales pero se resisten a la competencia real,
y por eso, en una especie de conducta esquizoide, no decae en ellos el
interés por mantener gobiernos nacionales y por promover las ficciones
de la nación y la patria. Para constatarlo, basta poner atención a las
campañas permanentes de las dos cadenas de televisión para exaltar
"nuestras tradiciones": la Virgen de Guadalupe y la selección mexicana
1° Joachim Hirsch, El Estado nacional de competencia. Estado, democracia y política
en el capitalismo global.
11 Elmar Altvater, "El mercado mundial como campo de operaciones. O del Estado
nación soberano al Estado nacional de competencia", en Viento del Sur.
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO 63
de futbol. Pues bien, una revolución blanda, sigilosa, subterránea, perti-
naz, ha modificado ese magma relacional del que está hecho un Estado
y se ha manifestado en una ruptura del pacto de unión y del pacto de
sujeción que articulan su estructura. El que un Estado decline significa
que la violencia sistémica ya no se canaliza por las instancias normales
de la política y de su andamiaje institucional, lo que suele presentarse
como la pérdida del monopolio de la violencia física legítima por parte
del aparato estatal. Como el Estado en realidad es un proceso, esa pri-
mera ruptura se encadena casi automáticamente con los otros elementos
que lo forman; entonces la acumulación de capital se desenvuelve por
fuera y por encima de la juridicidad y del esquema civilizatorio propio
de la época moderna, aquel vinculado con la integridad de la persona, la
libertad y la igualdad. Si estas condiciones se generalizan, entonces el
Estado no existe más y el pueblo decae y deja de estar organizado esta-
talmente por lo que vuelve a una condición de mera muchedumbre de
seres humanos dispersos, desunificados, desorganizados y enfrentados
los unos con los otros en diversos frentes de conflicto.
En este ensayo procederé de la siguiente manera: en primer tér-
mino recurriré a la versión básica del Estado como resultado de un
pacto de unión y un pacto de sujeción, que tiene en Hobbes a uno de
sus principales exponentes; en seguida, relacionando a autores muy
heterogéneos entre sí, plantearé la lógica de unificación que está pre-
sente en todo Estado, lo que nos pone en condiciones de comprender
no sólo el principio de autoridad en el que reposa sino, sobre todo, las
implicaciones que tiene la pérdida de ese principio y su sustitución por
la universalidad de la ganancia a toda costa, sin ningún tipo de límite.
Habré de distinguir, en aras de la claridad de este argumento, entre
la violencia sistémica, propia del capital, y la violencia neohobbesiana,
que adviene cuando la autoridad estatal encarna intereses de facción
y no los de la universalidad de la comunidad política. Esto es lo que
enmarca la situación política mexicana del presente, lo que apuntaré
en el último apartado.
Cuando en 1651 el filósofo inglés Thomas Hobbes expuso su funda-
mentación del Estado, anclándolo en un hipotético pacto universal de
todos con todos, puso asimismo la primera piedra de una concepción
64 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
llamada a perdurar por varios siglos. Pese a que una y otra vez ha
sido extendido el certificado de defunción del Leviatán, también una
y otra vez ha renacido con singular brillo el recurso al pacto y al pro-
ceso, a un tiempo pasional y racional, que metaforiza aquel monstruo
marino de la mitología hebrea. La especificidad del pacto de Hobbes
radica en que es, simultáneamente, de unión y de sujeción. Se trata
de un pacto "de cada hombre con los demás" que estipula lo siguien-
te: "Autorizo y transfiero a este hombre o asamblea de hombres mi
derecho de gobernarme a mi mismo, con la condición de que vosotros
transferiréis a él vuestro derecho, y autorizareis todos sus actos de la
misma manera."12 De igual modo que el principio de cualquier cosa
es parte de ella, o el productor de algo también está en lo creado —el
horno faber se aliena (no en la forma del extrañamiento) en el objeto
de su fabricación—, así los hombres, enlazados unos con otros por me-
dio de estos pactos múltiples, ascienden a su condición de ciudadanos
en tanto que relacionados moralmente, y quedan puestos así dentro
del Estado. En efecto, si el Estado se fundamenta en un pacto, el Esta-
do mismo queda conceptuado como una red de relaciones entre seres
humanos. El pacto de Hobbes es un pacto de todos con todos, y así
queda representado en el cuerpo del Leviatán cuyo icono acompañó la
primera edición del libro.
Si nos detenemos a considerar este aspecto, a menudo soslayado, nos
percataremos de que, ya desde Hobbes, el Estado es concebido no sólo
como una instancia monolítica instalada por encima de la asociación
que le da origen, sino también como un proceso de vínculos sociales.
Para Hobbes, por cierto, no hay sociedad civil que no sea, simultánea-
mente, sociedad política. Sin embargo, pertenece también al proceso es-
tatal el fenómeno de la alienación cosificadora (extrañamiento), es decir,
la conversión del Estado, en cuanto asociación política de individuos, en
un aparato institucional colocado fuera y por encima de los ciudadanos
simples. Por ello no basta advertir que el Estado no se encuentra por en-
cima sino en los intersticios de los vínculos sociales, y que por lo tanto,
en cierto modo, puede ser identificado con la sociedad, además, hace fal-
ta dar cuenta de las razones por las cuales se produce la representación
del conjunto ciudadano en la forma de una serie de instituciones con
poder monopólico cuya dirección se encuentra a cargo de los "hombres
de Estado".
12 Th. Hobbes, op. cit., p. 141.
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO 65
Así, el Estado posee dos momentos constitutivos sustanciales:
1) La relación de compromiso primariamente moral y luego jurídico,
de todos con todos. Sí, los pactos realizados entre todos son pactos
esencialmente morales que, ya en el Estado jurídico, constituyen la
base de la obligación moral de obedecer al derecho.
2) El desdoblamiento alienante por el cual la relación moral de todos
con todos se manifiesta concretamente en la instauración de una
persona abstracta que concreta y condensa el derecho a gobernar a
los demás.
Ambos conceptos pertenecen a la idea del Leviatán, y no solamente
el del poder concentrado en pocas manos.
Bien analizado, todo esto quiere decir que dentro del concepto de
Estado está la idea de compromiso moral, lección que aprendieron co-
rrectamente los filósofos de la sociología Ferdinan Tünnies13 y Ludwig
Gumplowicz,14 y que impregnó sin duda la noción de Estado de Emile
Durkheim.15 Así, en el concepto de Estado están presentes las ideas de
relación social y la de proceso relacional, pero también la no menos im-
portante de proceso de extrañamiento, porque aliena el autogobierno de
cada uno a una instancia monopólica concentradora, superior y abstracta
a la que suele atribuirse, no por ignorancia sino por ilusión, el nombre
de "Estado". No es casual sino sintomático que el fenómeno del Estado
sea identificado con tan sólo una de sus partes, aquella más susceptible
de ser captada por los sentidos, tal ceguera es parte del propio fenómeno
estata1.16 Y de igual manera pertenece al fenómeno del Estado el hecho
de que la representación adquiera un poder propio que, en ciertas cir-
cunstancias, puede resultar aplastante.
13 Principios de sociología.
14 Die soziologische Staatsidee.
15 Lecciones de sociología. Física de las costumbres y del derecho.
16 Véase Gerardo Ávalos Tenorio, Leviatán y Behemoth: figuras de la idea del Estado,
p. 245 y ss. Véase también Slavoj Zizek, El sublime objeto de la ideología, p. 46.
66 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
II
Hobbes es una estación de un itinerario más largo y complejo que bien
podríamos llamar la fenomenología de la forma política moderna. Puede
decirse que Kant, Hegel; Marx y Freud, son otras tantas estaciones que
desarrollan momentos esenciales de la comprensión (es decir, la realiza-
ción) de la forma política moderna; pero lo hacen con una lógica similar,
la de la excepción constitutiva. En una serie de elementos particulares
debe constituirse un universal que no es sino un particular elevado al
rango de absoluto. Para ejemplificarlo con un caso conocido: es la lógica
que usa Marx para derivar de la mercancía al dinero y del dinero al ca-
pital. Es igualmente la lógica que usa Hegel para preservar la figura del
monarca junto con el Estado de derecho constitucional.
En este punto tenemos que traer a la mesa las dificultades que pro-
ceden del intento de argumentar que el Estado es un Universal.17 Si
decimos que lo Universal es un particular desplazado a un lugar exter-
no a los particulares, presuponemos que, en un momento anterior a la
constitución de lo Universal, hay particulares pero no hay Universal, lo
cual es imposible porque el particular sólo lo es en relación con el Uni-
versal. Para resolver esta dificultad, es necesario acudir a una fuente
unitaria previa que pone simultáneamente al particular y al Universal.
El recurso a Dios resuelve el problema, porque Él es lo Absoluto y por sí
mismo Universal, y frente a Él el "pueblo" no puede ser sino particular;
mientras que el hombre de carne y hueso ocupa el lugar del singular ene
este silogismo propio de la teología política. Pero sin el recurso a Dios;
la certidumbre única es el individuo de carne y hueso, y lo Universal ha
de ser no un presupuesto sino un resultado de la voluntad humana. En
17 Han sido Ernesto Laclau y Chantal Mouffe quienes han sustentado en estos tér-
minos su comprensión de la hegemonía: "Nuestro enfoque se funda en privilegiar el
momento de la articulación política, y la categoría central del análisis político es, en
nuestra perspectiva, la hegemonía. En tal caso, repitiendo nuestra pregunta trascen-
dental: ¿cómo tiene que ser una relación entre entidades para que una relación hegemó-
nica resulte posible? Su condición inherente es que una fuerza social particular asuma
la representación de una totalidad que es radicalmente inconmensurable con ella. Este
tipo de 'universalidad hegemónica' es el único que una comunidad política puede alcan-
zar. [...] Esta relación, por la que una cierta particularidad asume la representación
de una universalidad enteramente inconmensurable con la particularidad en cuestión,
es lo que llamamos una relación hegemónica. Como resultado, la universalidad es una
universalidad contaminada." Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia
socialista. Hacia una radicalización de la democracia, pp. 10 y 13.
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO 67
cualquier caso, subsiste el problema de establecer qué clase de diferencia
existe entre el Universal y el particular. ¿De qué está hecho lo Universal
a diferencia de los particulares? ¿El Universal está constituido por los
particulares unidos? Todo parece resolverse planteando que lo Universal
y los particulares se constituyen simultáneamente desde la unión, desde
el vínculo mismo. Pero ¿cómo puede existir un vínculo previo o más allá
de los elementos vinculados? Para responder adecuadamente a esta pre-
gunta, debemos distinguir entre "tiempo lógico" y "tiempo cronológico":
el primero se plantea la relación entre dos o más acontecimientos en su
determinidad lógica, aunque esto suponga invertir la relación temporal;
en cambio, el tiempo cronológico atiende a la sucesión temporal (diacro-
nía) de los acontecimientos. El tiempo lógico significa que una entidad
crea desde sí misma sus propias condiciones de existencia. La autocon-
ciencia se constituye como tal mediante un proceso retroactivo: el relato
del pasado se hace selectivamente desde el presente. Así, en la historia
de la filosofía, por ejemplo, es el filosofar presente el que hace visible el
conjunto de conceptos y categorías que se han producido en el pasado.
De esta manera, el presente contiene al pasado, superado. Es desde esta
perspectiva que puede entenderse que el vínculo sea la fuente creadora
de lo vinculado, y en este sentido lo vinculante adquiere mayor impor-
tancia que lo vinculado.
Por otro lado, superar las tensiones entre universal y particular,
y plantear consistentemente al Estado en términos silogísticos, puede
tener dos soluciones básicas. La primera es señalar, como hacen Laclau
y Mouffe, que la universalidad propia de la política, es una "universa-
lidad contaminada". Como puede calibrarse desde la propia expresión,
recurrir a una metáfora (la contaminación) cuando se está planteado
un asunto de naturaleza lógica, denota, sintomáticamente, que hay una
inconsistencia en el planteamiento: el hecho de que esté "contaminada"
no es suficiente para negar su papel de universalidad. Quizá estos au-
tores no hayan pasado de manera demasiado detenida y reflexiva por
el pensamiento de Hegel, al que ubican siempre en posiciones contras-
tantes con las de ellos mismos. Y es que Hegel permite comprender la
bifurcación del Universal, pues —como se desprende de lo que venimos
argumentando— el Universal se repite o duplica: en su posición frente
a lo particular, el Universal es otro particular, y no es sino a partir del
vínculo que se posiciona como Universal; pero entonces, el vínculo mis-
mo adquiere el lugar de lo Universal frente a los particulares. Hegel se
percató de este doble papel del Universal y distinguió entre el "Univer-

68 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
sal abstracto" y el "Universal concreto". El primero es el vínculo desde el
que se crean lo particular como particular y lo Universal como Univer-
sal en tanto que particular enfrentado con otro particular. El segundo,
el Universal concreto, es este particular que encarna lo Universal. Ésta
es la clave para entender la "clase universal", cuyos intereses particu-
lares son lo Universal.18 Pero lo más destacable es esta repetición de lo
Universal como clave del análisis. Leída desde esta óptica, la teoría isa-
belina de los dos cuerpos del rey19 adquiere una especial relevancia. La
modernidad implica que no sólo el rey sino cualquier individuo tiene dos
cuerpos: el cuerpo de carne y hueso, y el cuerpo socialmente constituido
y psíquicamente experimentado.20 De aquí podemos desprender que 1
sociedad es el vínculo entre los individuos, vivido como un Universa
que se impone a la voluntad de éstos, o, para decirlo de modo preci
so, que actúa como voluntad en el plano individual. Así, la socieda
es un orden imaginario21 y simbólico que realmente está fuera y po
encima de los individuos de carne y hueso, aun cuando materialmente
los configure tanto en su imagen como en su significado en la vida so-
cial. La "población" es la expresión que da cuenta de la materialidad
de la sociedad, pero no debe ser confundida con la consistencia de la
sociedad. Por esta razón es posible la "ontología social", es decir, la
18 Se ha realizado un interesante debate en torno de estas cuestiones: Judith Butler,
Ernesto Laclau, Slavoj Zizek, Contingencia, hegemonía, universalidad. Diálogos
contemporáneos en la izquierda.
13 Ernst H. Kantorowicz, Los dos cuerpos del rey. Un estudio de teología política
medieval.
20 Freud distinguió entre la "realidad psíquica" y la "realidad externa" (Freud, 1997)
para destacar la importancia de la historia individual en la formación de las neurosis.
Esto procede de una compleja reelaboración de su "teoría del trauma" y su valoración de
las fantasías como fuente de los desórdenes psíquicos. Su primera explicación del origen
de la histeria radicaba en atribuir su fuente a una agresión, seducción, hostigamiento o
acoso de un adulto sobre la niña o la adolescente; más tarde, cuando sospecha que algo
raro acontece, pues el relato de la seducción se repite una y otra vez en sus histéricas,
escribe: "Ya no creq más en mi histérica." El resultado es un replanteamiento del origen:
no es necesario que haya acontecido realmente la agresión; basta con que la histérica lo
hubiera fantaseado, como expresión precisamente de su propio deseo. En este sentido,
la fantasía adquiere el estatuto de realidad. Llevando el argumento al orden del cuerpo,
parece que el cuerpo psíquico, enlazado con el cuerpo social, tiene "más realidad" que el
cuerpo de carne y hueso.
21 Utilizo aquí la palabra "imaginario" en el sentido que le da Lacan y no Castoriadis.
Jacques Lacan, De los nombres del padre, y Nicolas Poirier, Castoriadis: el imaginario
radical. Así, "imaginario" es del orden de las imágenes y no de la "imaginación".
-7
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO 69
reflexión filosófica sobre esa entidad que ordena a todos y cada uno de
los individuos "lo que deben hacer" y "cómo deben ser".
¿De qué está hecha, entonces, la sociedad? Básicamente de imperati-
vos morales y jurídicos respaldados con la coerción. Es en esta dimensión
donde conviene asentar al Estado y su inherencia respecto de la socie-
dad. Si la sociedad es el orden imaginario y simbólico de un conjunto po-
blacional asentado en un territorio delimitado, el Estado es el momento
coercitivo ordenador de ese conjunto. Pero si hemos de ser más precisos,
debemos señalar que el Estado es el orden normativo —proveniente de
matrices religiosas y morales— que mantiene cohesionada a la sociedad
mediante el recurso último de la coerción física.
Diremos entonces, con Lawrence Krader,22 que el Estado es "la ex-
presión abstracta de los medios formales y sustanciales de unificación,
regulación y control de la sociedad humana desunida"23 por relaciones
de poder, específicamente de expoliación material. Esta definición no es
incompatible con la problematización jurídica del Estado de Hans Kel-
sen,24 ni con la comprensión sociológica de Max Weber.25 En todo caso,
el Estado se concreta en un proceso de concentración monopólica de po-
deres específicos.
El Estado implica, en efecto, el monopolio de la decisión última, la
que atiende a la declaración del Estado de excepción.26 El Estado tam-
bién se significa por el monopolio de la violencia física legítima (Weber).
La facultad de hacer las leyes (y no obedecerlas) es un fenómeno que
también se inscribe en el proceso estatal: se trata del principio de sobera-
nía, tan indicativo del mundo moderno. Otro de los rasgos del Estado es
la existencia del monopolio hacendario, es decir, de la exclusividad en la
imposición de tributos, a fin de que cada cual aporte lo propio en función
de criterios determinados. Por último, el Estado implica el monopolio del
gobierno, es decir, la facultad de mandar y exigir obediencia de manera
necesaria y forzosa.
No está de más hacer hincapié en que el Estado no "es" el monopolio
de uno o de todos estos factores; es necesario comprender que el Estado
22 La formación del Estado.
23 Lawrence Krader, "El Estado en la teoría y en la historia", en Críticas de la
Economía Política, núms. 16-17.
24 Hans Kelsen, Teoría general del Derecho y del Estado.
25 Max Weber, Economía y sociedad.
26 Carl Schmitt, "Teología política I. Cuatro capítulos sobre la teoría de la soberanía",
en Héctor Orestes Aguilar (selecc.). Carl Schmitt, Teólogo de la política.
 "111-
70 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXI(
es un proceso en cuyo desenvolvimiento se van implicando cada uno de
los elementos mencionados. En consecuencia, las concepciones del Es-
tado en que se destaca sólo uno de sus rasgos característicos —el "orden
jurídico" en Kelsen, o la "violencia física" en Weber— son necesarias,
pero insuficientes. Es necesario integrar cada una de estas determina-
ciones como momentos-del proceso estatal. De este modo, además, se
integra en una unidad a la sociedad y al Estado, por lo que su diferen-
cia queda superada, en sentido hegeliano.27 Esto tiene consecuencias
importantes, porque no se debe concebir a la sociedad sin el Estado:
cuando decimos que la sociedad es un orden imaginario y simbólico, el
Estado está ahí cuando decimos "orden". Este "orden" en tanto ordena-
ción de elementos de otro modo dispersos, implica jerarquía y coerción;
implica, sobre todo, un elemento excepcional desde el cual se producen
las directrices del orden. Este lugar de excepción concreta el principio
de universalidad del Estado al que ya nos hemos referido. He aquí la
condición estructural para que se produzca el temible fenómeno de la
separación del aparato de gobierno respecto de la población que ha de
ser gobernada, lo que puede implicar la instauración de los diversos
autoritarismos. Definimos el autoritarismo como el ejercicio del mando
estatal en cuanto poder sin autoridad, es decir, como aquel poder pro-
pio de la relación amo-esclavo o señor-siervo. Esta relación, como se
sabe, se caracteriza por el hecho de que la voluntad de quien ha de obE
decer carece de importancia, a diferencia de la relación política, que e
la que se establece entre libres e iguales. Si la dinámica social moderna
se desplaza hacia la producción mercantil capitalista, esto significa que
la política tiende a disolverse en su sentido de espacio incluyente de
deliberación y decisión racional de las directrices que han de goberna
al todo, y su lugar es ocupado por prácticas administrativas de caráct er
instrumental. Las formas de gobierno dejan de ser tales y se convierte na
27 Como apuntamos arriba, superar (aufheben) y superación (Aufhebung) significa
negación de algo en el plano donde se encuentra y levantamiento y resignificación e
un plano superior. G. W. F. Hegel, Ciencia de la lógica, t. I, p. 138. En nuestro caso, 1
diferencia entre sociedad y Estado es negada para ser re-encontrada en un nivel dond e
una y otro son momentos de un único proceso y, por tanto, son mediadas dialécticamente
el Estado es la sociedad y su negación; la sociedad es el Estado y su negación. Como s e
ve, la identificación entre el Estado y la sociedad incluye un momento negativo, y él nc
permite entender la lógica de la lucha por el poder. La política, en tanto que lucha por ( 1
poder, tiene aquí su lugar adecuado.
7
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO 71
en meras formas de legitimación del orden social, cuyos determinantes
básicos no son objetos de deliberación política.
III
De lo dicho hasta aquí se desprende que el complejo proceso estatal im-
plica la cohesión —obtenida por medios políticos— de la sociedad con el
punto de Arquímedes del monopolio de la violencia física legítima como
rasgo definitorio. Cuando grupos armados no estatales se enfrentan en-
tre sí y el ejército y las policías oficiales no pueden restablecer las condi-
ciones de paz y estabilidad, y cuando esta vorágine de violencia ocasiona
más de 70 000 muertos en seis años, es casi una obligación entender el
tipo de violencia que está dominando el escenario.
Dentro de los debates actuales en la filosofía política, destaca el que
aborda la relación simbiótica y contradictoria entre la violencia y el de-
recho. Giorgio Agamben28 —para tomar un ejemplo muy representati-
vo— hurga diversos tratamientos de esta relación y se encuentra con el
interesante debate entre Walter Benjamin y Carl Schmitt respecto del
papel de la violencia en la formación del derecho. Emerge de ese debate
la distinción entre la violencia que funda el derecho y la violencia que lo
conserva: dos dimensiones que por cierto nos recuerdan que el estado de
excepción está lógicamente conectado con el Estado de derecho; por lo me-
nos, ésa era la postura de Schmitt. El jurista alemán coloca la excepción
en la órbita del derecho para fincar su idea de que es el soberano quien
decide el estado de excepción; y justamente esta condición externa pero
dependiente del derecho, es la que caracteriza a la excepción fundadora
del derecho. En agudo contraste con esta clásica posición schmittiana,
Walter Benjamin hace una reflexión fundamental para dar paso a una
posibilidad que la solución de Schmitt no contemplaba: la violencia que
no funda ni conserva el derecho, sino que lo deshabilita o lo suspende; se
trata, en efecto, de la violencia pura, la asociada con la insurrección re-
volucionaria. Obviamente, Benjamin está pensando desde la perspectiva
de la tradición de los oprimidos, pues es desde ella que se puede vislum-
brar que "el 'estado de excepción' en que ahora vivimos es en verdad la
regla. [...] Promover el verdadero estado de excepción se nos presentará
entonces como tarea nuestra, lo que mejorará nuestra posición en la lu-
28 Giorgio Agamben, Horno Sacer: el poder soberano y la nuda vida.
72 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
cha contra el fascismo".29 Ese estado de excepción auténtico suspendería,
se entiende, la normatividad del estado de opresión. He aquí el lugar de
la VTólencia pura, la que no funda un nuevo estado de cosas sino que tan
sólo suspende un orden de opresión.
En conexión con estos debates, Slavoj íiZek, echando mano de la
dialéctica hegeliana, ha señalado que la ley establecida no es sino la vio-
lencia llevada al extremo de su propia negación, por lo que la violencia
queda inserta en el interior del propio orden de leyes. Ya no se trata, en-
tonces, de la violencia fundadora del derecho ni de aquella que lo man-
tiene, sino de la violencia sistémica, la que se ejerce cotidianamente en
las relaciones intersubjetivas y que se manifiesta de diferentes modos.
Por eso 2iZek reivindica la violencia ética destinada a suspender políti-
camente la ética que sostiene (justifica) a la violencia sistémico-objetiva.
La violencia subjetiva es simplemente la parte más visible de un
triunvirato que incluye también dos tipos objetivos de violencia. En pri-
mer lugar hay una violencia "simbólica" encarnada en el lenguaje y sus
formas, la que Heidegger llama nuestra "casa del ser" [...] En segundo
lugar, existe otra que llamo "sistémica", que son las consecuencias a me-
nudo catastróficas del funcionamiento homogéneo de nuestros sistemas
económico y político [...] La violencia objetiva es precisamente la violen-
cia inherente a este estado de cosas "normal". La violencia objetiva es
invisible puesto que sostiene la normalidad del nivel cero contra lo que
percibimos como subjetivamente violento. La violencia sistémica es por
tanto algo como la famosa "materia obscura" de la física, la contraparte
de una (en exceso) visible violencia subjetiva.30
De acuerdo con este esquema conceptual, tenemos:
a) Una dialéctica entre la excepción y la norma, lo que se traduce en
una dialéctica entre el Estado de derecho y el estado de excepción.
b) Grados y tipos de violencia. Si descartamos la violencia "pura", in-
surreccional o revolucionaria, la violencia que da origen al derecho,
tenemos la violencia que lo mantiene —como excepción constitutiva
del derecho— y que se concreta en el monopolio estatal de su uso,
considerado 'legítimo. Además, ubicamos la violencia sistémica, la
cual, en el capitalismo, funciona de manera cotidiana y se expresa
29 Walter Benjamin, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, p. 22.
39 S. 2iIek, Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales, p. 10.
73
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO
de modo sutil porque transita por los canales del intercambio mer-
cantil y de la obligación de trabajar.
La mayor y más persistente violencia se ejerce en el lugar de trabajo
y de allí irradia, por ondas sucesivas, a toda la sociedad. Insisto, esa
violencia de cada minuto está oculta en el santuario inviolable de la pro-
ducción, bajo forma de bajos salarios, ritmos intensos, trabajo repetitivo,
ambiente insalubre, alto riesgo laboral y, encima de todo, mando despóti-
co que niega la elemental dignidad humana de los trabajadores.31
Cuando esa violencia cotidiana y sistémica, inherente al funciona-
miento normal del capital, deja de ser encauzada por la ley del valor y
por la norma jurídica, surge la violencia subjetiva, que puede devenir
fácilmente en violencia neohobbesiana.
Estos dos aspectos nos dejan lecciones valiosas. En primer lugar, que
el rasgo distintivo del Estado —al decir de Weber, el monopolio de la
violencia física legítima— se fundamenta en la violencia que mantiene
el derecho. Este monopolio funciona como un síntoma de que, en el ori-
gen, el derecho surgió del no-derecho, de la violencia en contra del orden
anterior, y también de que en el entramado social cotidiano radica y se
reproduce una sustracción de oportunidades vitales de un grupo humano
por parte de otro.
Por lo tanto, el Estado de derecho implica siempre la posibilidad de
que se declare jurídicamente un estado de excepción (lo cual entra en
el caso de dictadura comisarial de Schmitt); pero llevado esto a su ex-
tremo contradictorio, diríamos que el Estado de derecho es el estado de
excepción, pues su funcionamiento es la cara externa de una negación
práctica cotidiana de sus principios: la igualdad formal es negada por
la desigualdad realmente efectiva entre pueblos, clases, grupos étnicos
e individuos; la libertad, tanto en su dimensión negativa (libertad de
elegir sin coerciones y sin obstáculos) como en su dimensión positiva (li-
bertad como autonomía), es negada por el funcionamiento coercitivo de
los controles de la producción y el mercado. Y también el principio de la
fraternidad es negado por la ética del individualismo posesivo, narcisis-
ta y egocéntrico, el cual aparece, con la ayuda de distintos medios pro-
31 Adolfo Gilly, "El nudo de la violencia", en México: la larga travesía (1985), p. 99. La
fecha de esta cita es un testimonio de que la violencia desatada en México en la última
década se estaba fraguando desde hace mucho tiempo.
74 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICC
pagandísticos, como si no fuera más que el despliegue de la despiadada
y voraz "naturaleza humana".
Y es que, en efecto, el Estado de derecho invertido como estado de ex-
cepción normal y cotidiano, significa que la violencia sistémica radica en
las instituciones sociales más básicas; es decir: los criterios de lo bueno y
lo malo, lo justo y lo injusto, lo bello y lo feo, son atravesados por la violen-
cia simbólica y la propia de las imágenes. Si atendemos a la dialéctica del
funcionamiento de esta inversión, es posible entender que esta imposición
de juicios morales y estéticos tome la forma de caridad y ayuda al próji-
mo, como la renuncia de la mitad de su fortuna por parte de los más ricos
del mundo, o como los programas caritativos y humanitarios para ayudar
a los "menos favorecidos". Lejos de contrarrestar la dominación, estos ac-
tos propagandísticos refuerzan las certezas del individualismo posesivo.
La dialéctica Estado de derecho-estado de excepción permite compren-
der que la cohesión social estará garantizada si la violencia sistémica es
disimulada y sublimada mediante la construcción del enemigo, resonancia
de las tesis de Schmitt sobre lo político. Recordemos que, para el jurista
alemán, lo político (lo que es político) es, en síntesis, el grado que alcanza
el conflicto entre amigo y enemigo. De aquí se desprende que lo político
requiere la precisa ubicación de un enemigo público cuya existencia ponga
en peligro la existencia del nosotros comunitario. Esto se ensambla con la
violencia sacrificial, la cual, como es obvio, no debe ser cotidiana.
En resumen, la violencia sistémica se expresa mediante el monopolio
de la violencia física legítima como garante del derecho en una situación
normal. Pero hay un núcleo de no-derecho en el que se sostiene todo el
sistema: a los trabajadores se les retribuye por debajo de la riqueza que
crean, aun en el Estado de bienestar y más aún cuando la economía en-
tra en crisis y ha de reestructurarse. De otro modo, las empresas no sal-
drían gananciosas. Si por la urgencia de obtener ganancias a toda costa,
el capital deja de absorber fuerza de trabajo, se genera un cortocircuito
sistémico y, en consecuencia, se abren todas las puertas para que estalle
la violencia subjetiva de carácter neohobbesiano.
IV
Es en estas condiciones donde hay que ubicar las transformaciones que
ha sufrido el Estado mexicano en los últimos años. Si bien es cierto que,
históricamente, el acontecer político mexicano se ha acomodado a las
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO 75
condiciones impuestas por la cadena de hegemonías mundiales (España
desde 1521; Inglaterra en los siglos XVII y xviii, y Estados Unidos desde el
siglo xix), la reestructuración general del capital, iniciada a mediados de
la década de 1970, ha ocasionado que los "grandes problemas nacionales"
de México no puedan ser comprendidos sino, hoy más que nunca, en un
horizonte mundial. Por supuesto, esto significa que las causas funda-
mentales de las transformaciones sociales y políticas en México fueron
generadas por la reestructuración global de la forma social capitalista.
La caída del Muro de Berlín y el subsecuente desmantelamiento del blo-
que soviético, fueron expresiones de esa recomposición global. A partir
de ahí, el capital se ha reconfigurado echando mano de sus mecanismos
más despóticos de control y sujeción; también ha surgido, con singular
fuerza y alcance, toda una economía ilegal basada en el comercio de
personas, de armas y de drogas, que no sólo genera ingentes ganancias
sino que se organiza siguiendo las reglas del capital, como cualquier otra
rama productiva.32
El caso de México es peculiar porque ocupa un espacio estratégico
en el mapa geopolítico y geoeconómico. Estar situado al sur de Estados
Unidos, con una frontera común de tres mil kilómetros, tiene indudables
ventajas competitivas, pero también riesgos considerablemente altos.
México es uno de esos espacios del capital donde se concentran condicio-
nes inigualables, es un lugar de tránsito y producción de drogas de alta
calidad; es un mercado para las armas provenientes de Estados Unidos
y de Rusia; y es un reservorio privilegiado de fuerza de trabajo. A esto
hay que agregar la herencia institucional patrimonialista del régimen
priista, la cual se correspondía con el anterior patrón de acumulación
fordista. En efecto, tanto el pacto de unión y de sujeción como la forma
institucional del presidencialismo, el corporativismo y el partido cuasi
único, resultaron estructuras propicias para que la corrupción se entre-
lazara con la modernización mostrando con ello que la democratización y
la reestructuración productiva no forman un binomio necesario.
Es posible sostener que el modelo político del autoritarismo priista
entró en crisis porque los pactos de unión y de sujeción que lo soste-
nían chocaron frontalmente con las necesidades de reestructuración
del capital. Si el salario tenía que descender en términos reales, si la
intensidad del trabajo debía incrementarse [...], en fin: si los contratos
32 E. Altvater y Birgit Mahnkopf, La globalización de la inseguridad. Trabajo en
negro, dinero sucio y política informal.
76 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
colectivos de trabajo tenían que ser modificados; y si tenían que priva-
tizarse las empresas estatales, y si debía ser igualmente privatizada
la producción agrícola, ganadera y pesquera, entonces el antiguo pacto
de sujeción patrimonialista tenía que romperse o renegociarse. Ade-
más, el pacto de unión, aquel que se reflejaba en la monarquía presi-
dencial y en su consecuente sistema piramidal, y que se expresaba en
el "nacionalismo revolucionario" y en una política exterior destacada,
también debía ser recompuesto, toda vez que, en aras de la ganancia,
la productividad y la eficiencia, el territorio nacional sería visualizado
solamente en su dimensión económica, como medio para realizar la
hazaña de conquistar los mercados estadounidenses. Resultaba obvio
que el régimen político tenía que ser modificado aunque siempre de
modo paulatino y controlado según el método sugerido por Jesús Reyes
Heroles para llevar a cabo la reforma política de 1977: abrir el régimen
a las oposiciones para que, a fin de cuentas, nada sustancial suceda en
el ámbito del poder del capital.
En la década de los noventa se abrió la alternancia, primero en al-
gunas gubernaturas estatales y luego en la presidencia de la república.
Cuando hablamos de un modelo priista, nos referimos a un modo deter-
minado de organizar la vida pública, con ciertas peculiaridades que lo
hacían único. El control político clientelar, el uso patrimonialista de los
recursos públicos (que incluía una buena dosis de corrupción) y el mono-
litismo ideológico, se mezclaban con una defensa difusa de los derechos
sociales (siempre mediatizados) y de la soberanía nacional; todo ello se
apoyaba y legitimaba en un discurso nacionalista que con frecuencia era
refutado por una práctica de sometimiento, en cuestiones estratégicas,
a los intereses de Estados Unidos. Con todo, este modelo garantizó el
control social necesario para que la forma valor pudiera extenderse y
profundizarse. Pero ya en el marco de la alternancia, los responsables
de administrar la cosa pública —provenientes ahora en su mayoría de
los partidos de oposición, destacadamente del Partido Acción Nacional
(PAN), pues hay que decir que la oposición cardenista fue reprimida y
luego marginada, lo que ya pone en entredicho que se hubiera tratado
de un proceso de reforma auténtica o de verdadera democratización— se
encontraron en el dilema de gobernar republicanamente alterando los
equilibrios dados, o hacerlo al modo priista. Sobra decir que prevaleció
lo segundo, lo cual ya estaba inscrito en el código genético de la alianza
partidista PRI-PAN, la cual expresaba y daba cauce a la reorganizada oli-
garquía mexicana. Así pues, el nuevo régimen no es tan nuevo, pero ha
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO 77
manifestado una clara tendencia hacia la autocracia tanto en el mando
(forma de Estado) como en el gobierno (forma de régimen).
Las grandes firmas internacionales siempre han cedido parte de sus
ingentes ganancias con miras a la formación del consenso. Como ya lo
hemos afirmado, los think tanks han tenido siempre el propósito de dotar
de coordinación, organización y legitimidad al abstracto dominio del ca-
pital. Son los intelectuales orgánicos del capital. Los temas de gobernabi-
lidad, democratización, crisis y quiebre de las democracias, transiciones
del autoritarismo a las democracias, y más recientemente el de la calidad
de las democracias, tienen sus orígenes en estas exitosas organizaciones
internacionales del pensamiento liberal. La academia tiende, cada vez
más, a someterse a esos temas en los términos impuestos por el consenso
liberal: he ahí la fuente de las limitaciones impuestas al desarrollo de
dichos asuntos. Paradójicamente, los análisis políticos hegemónicos en
la actualidad están cargados de moralismos muy básicos, y ha sido aban-
donada la anterior certidumbre positivista de la objetividad descriptiva.
Para decirlo de manera sucinta, en el México de hoy el mando es
oligárquico y el tipo de régimen político (en su dimensión vertical de
relación gobernantes-gobernados) es mediático. Se trata de una tiranía
sui géneris: la de la oligarquía ejercida a través de la doxocracia, moda-
lidad de poder en la que los locutores de radio y televisión, así como los
"líderes de opinión", ejercen una influencia desmedida sobre las grandes
masas del auditorio. Por supuesto, esos locutores son empleados de las
grandes empresas que monopolizan el uso del espacio radioeléctrico y los
medios impresos; pero su tarea ha sido fundamental en la operaciona-
lización del mando oligárquico. Resta agregar, empero, que este tipo de
mando tiene una base social importante. No es posible hablar del colapso
del Estado si no se ponen en el foco de atención las formas y los modos en
que ha cambiado el entramado social más básico. En este nivel es impor-
tante señalar que más de la mitad de la población es menor de 35 años
y, por ende, ya no experimentó los años florecientes del Estado fordista;
es decir que vivió su niñez y primera juventud en una época de recom-
posición profunda del modelo económico. La industria cultural,--por otra
parte, ha moldeado espiritualmente a capas importantes de la población,
sobre todo a los jóvenes, haciendo patente el fracaso del proyecto ilustra-
do de educación pública que caracterizó el largo proceso de construcción
y desarrollo del Estado nacional. La disputa por la memoria la ha ido
ganando la visión oligárquica ya que ésta dispone de los medios para lle-
gar, vía televisión abierta, a todos los hogares del país. No es casual que
78 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
la visión idílica de la modernización y de la supuesta democratización del
país, sea expuesta, en videos muy bien elaborados y documentados, por
intelectuales sobresalientes como Enrique Krauze, José Woldenberg o
Jaime Sánchez Susarrey, quienes aleccionan al público espectador sobre
la gran gesta modernizadora. Por su parte, la Secretaría de Educación
Pública ha cerrado la pinza sustrayendo contenidos humanísticos de los
diversos grados de estudios. Por lo demás, la encuesta nacional de lectu-
ra muestra que el procedimiento ilustrado de formación de la conciencia
no es el dominante, sino que lo es el que procede de la imagen. En suma,
sintomáticamente la juventud está abandonada. No es casual que 80% de
los sicarios sean menores de 28 años según datos oficiales.
No hace falta decir que la corrupción —elemento constitutivo del an-
tiguo régimen— acompañó los procesos de privatización, y hoy en día
impide la construcción de un auténtico Estado de derecho. La corrupción
del poder judicial, documentada en diversas fuentes, es catastrófica para
un Estado, representa prácticamente su anulación. Esta corrupción ha
facilitado la operación mafiosa del crimen organizado, lo cual es uno de
los factores que más han contribuido al colapso del Estado.
Además, un rasgo típico de la politicidad mexicana es que las clases
subalternas nunca se han organizado de manera autónoma respecto de
las diferentes épocas gubernativas del Estado. En la transición del viejo
al nuevo régimen, centrado en lo electoral, su fuerza de trabajadores se
vio obnubilada y difuminada por el plato de lentejas de lo electoral. Hoy
en día los trabajadores carecen de ideología, de fuerza organizativa y de
autonomía para plantear una verdadera resistencia al capital, o por lo
menos a la concentración oligárquica de la riqueza. En consonancia con
esto, la tradición socialista prácticamente ha desaparecido del horizonte
nacional. Las esperanzas que despertó el zapatismo en 1994 parece que
se han "desvanecido en el aire". No han dejado de verificarse oposiciones
y resistencias, pero no hay una organización sólida que pertenezca a los
propios ciudadanos. Por lo demás, no debe soslayarse el hecho de que la oli-
garquía blindó el control sobre los trabajadores en los dos grandes espacios
donde la resistencia, la movilización y la huelga podrían en verdad poner
en peligro la reproducción del capital. En efecto, la industria petrolera y la
educación quedaron salvaguardadas mediante un mecanismo burocrático
y corporativo, tradicional y patrimonialista manteniendo los privilegios de
los charros sindicales más arcaicos, autoritarios y corruptos.
En fin, lo que puede afirmarse de la situación mexicana actual es que
el Estado, como pacto de unión y de sujeción, como condición jurídica de
EL COLAPSO DEL ESTADO MEXICANO 79
los sujetos, como moralidad unitaria, como lógica gubernativa orientada
a la preservación de la propia asociación estatal, y como organización de
la vida comunitaria orientada por un ideal de justicia, se encuentra en
un vertiginoso proceso de disolución.
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EL DISCURSO DEL ESTADO
Y LA SOCIEDAD CIVIL EN MÉXICO
Miguel Concha Malo*
LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA**
La participación ciudadana se volvió relevante no sólo porque resultó
muy útil a varios enfoques del desarrollo, sino también porque ad-
quirió valor propio como un aspecto consustancial a la democracia,
de ahí la afirmación de que la democracia es la conjugación del verbo
participar en todos sus modos, tiempos, números y personas. Así pues,
la sustancia de la democracia participativa es la participación de la
ciudadanía.'
De este modo se ha rebasado la idea atrasada de que las y los ciu-
dadanos sólo sirven para votar y después obedecer. Un gobierno que se
jacte de ser técnicamente serio y políticamente justo, busca sin duda
que su gestión pública esté basada en los consensos y acompañada por
la población. Las instancias para la gestión pública (oficinas de aten-
ción ciudadana), donde las y los gobernantes adoptan una actitud de
superioridad con respecto a los gobernados y gobernadas, expresan una
clara separación entre la aceptación ciudadana y el éxito de los planes
y proyectos.
La participación ciudadana es un componente central de la construc-
ción democrática, porque:
* Director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria.
** Todo el contenido de este documento fue tomado de Luis Pineda y Laura Becerra
Pozos, Estrategias de incidencia de las OSC en las políticas públicas.
1 Citado en Alberto Enríquez Villacorta y Marcos Rodríguez, Participación ciuda-
dana en San Salvador. Notas sobre una experiencia 1997-2003.
 •=>
82 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
— Fortalece y legitima al gobierno, y contribuye a la eficacia de su des-
empeño.
— Interviene en la funcionalidad de la gestión pública, y otorga mayor
legitimidad a las políticas públicas.
— Amplía el espectro de la representación de la pluralidad social.
— Propicia la inclusión de los intereses sociales en la agenda pública.
— Involucra a la ciudadanía en los procesos decisorios y en la regula-
ción de la vida pública.
— Valida la función de la sociedad civil y contribuye a su fortaleci-
miento.
Las prácticas de participación ciudadana se identifican con la exis-
tencia de un gobierno democrático que reconoce el principio rector de
la democratización en la construcción de ciudadanía. La participación
ciudadana es para tal gobierno una vía para la legitimación de sus fun-
ciones y la eficacia de sus acciones; desde esa convicción, asume la res-
ponsabilidad de generar condiciones para hacerla efectiva.
En esta perspectiva, además del diseño de espacios e instrumentos
para la participación, se requiere una normatividad que los reconozca,
así como el establecimiento de reglas claras para la relación entre las y
los actores participantes.
Todo caso o experiencia en que se vinculen la ciudadanía y los gobier-
nos, representa el mejor modelo de acercamiento a la gestión guberna-
mental participativa. El argumento es que mientras las acciones estén
desvinculadas de los recursos legales y de infraestructura, las posibilida-
des de institucionalización de políticas públicas y de una normatividad,
son mínimas.
El trabajo de consulta, el diseño de metodologías de intervención, la
operación de proyectos y la evaluación de las acciones, son ingredientes
que aseguran el éxito de la iniciativa ciudadana, legitiman a los gobier-
nos y pueden colocarse en el umbral de la sustentabilidad. La ciuda-
danía se ve reflejada en los proyectos y las obras, considera a unos y
otras banderas que aprehende, conserva e intenta emular. Los gobiernos
adquieren una presencia y un consenso que garantiza otras obras, y se
convierten en corresponsables del ejercicio de gobierno.
Esta convicción se ha traducido en muy diversos esfuerzos de organi-
zaciones civiles y sociales para obtener un respaldo jurídico que favorez-
ca y haga efectiva la participación ciudadana en las acciones de gobierno
y en las políticas públicas.
EL DISCURSO DEL ESTADO Y LA SOCIEDAD CIVIL EN MÉXICO 83
Por lo tanto, el impulso a las políticas públicas no es privativo de los
gobiernos; involucra a la sociedad, pues se trata de decisiones y medidas
concernientes a asuntos o problemas comunes, que por su dimensión e
impacto se convierten en públicos. En ese sentido, las organizaciones de
la sociedad civil (osc) se constituyen justamente por su interés en tales
problemas comunes, por lo que es fundamental que dichas organizaciones
sean vistas como actores de interés público, con derecho a criticar, propo-
ner y persuadir, para que se generen soluciones a los problemas sociales
que atienden, o respecto de los temas y ámbitos elegidos por cada una.
LA DIMENSIÓN Y ORIGEN DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
Un sistema político se nos presenta como algo integral, como un todo en
el que —si se desea analizarlo y entenderlo adecuadamente— hay que
tomar en cuenta distintos factores y componentes; y es aquí donde las
políticas públicas, en cuanto productos del análisis y estudio del sistema
político, cobran gran importancia e impacto en el propio sistema, ya que
ellas pueden originar un clima de "tranquilidad" o de "inestabilidad". Sir-
ven pues como un posible mecanismo de evaluación del sistema político.2
Las políticas públicas son consideradas como "determinados flujos del
régimen político hacia la sociedad".
Son concebidas como "productos del sistema político", no deben enten-
derse como partes exógenas del mismo, sino como constitutivas de las ac-
ciones o de los resultados de las actuaciones de los elementos formalmente
institucionalizados del sistema político adscrito al ámbito del Estado.
En principio, las políticas públicas son las acciones de gobierno, son
el gobierno en acción, buscando cómo dar respuestas a las diversas de-
mandas de la sociedad. Como señalan Chandler y Plano, es posible en-
tender dichas políticas como un uso estratégico de recursos para aliviar
los problemas nacionales. Se trata pues, como plantea Easton, de extraer
recursos de la sociedad para volver a colocarlos en ella.3
Sin embargo, existen asimismo políticas públicas que provienen úni-
camente de algún ámbito del Estado, para que la burocracia las aplique.
Incluso cabe señalar que no se circunscriben al espacio nacional, ya que
organismos internacionales u otros Estados influyen en la aplicación de
2 Alberto Enríquez Villacorta y Marcos Rodríguez, op. cit.
3 Idem.
84 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
la política, y hasta financian su operación y puesta en marcha. Un ejem-
plo es el proyecto Salud Mesoamérica 2015, dirigido a la población más
pobre de las entidades del sur de México y de países centroamericanos; en
este proyecto intervienen el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el
capital privado de los hombres más ricos del mundo, y los representantes
de los gobiernos participantes.
Por tanto, la política pública abarca aquí un amplio abanico de deci-
siones en donde no necesariamente hace acto de presencia la participa-
ción social, o bien ésta es mínima. Algunos ejemplos pueden ilustrarlo:
los grandes lineamientos para México son resultado del consenso logrado
por grupos de trabajo de los países más importantes y fuertes económica-
mente, como el G 20, el Fondo Monetario Internacional, el Consenso de
Washington, el Banco Mundial y el BID.
En lo nacional, la política fiscal se define en acuerdo con empresarios
y —aunque no se hallan exentos de otros ingredientes políticos en el jue-
go del poder— entre los legisladores de distintos partidos políticos. La
política salarial se ha establecido desde hace ya muchos años en función
de las variables salario mínimo e índice inflacionario, aunque subsisten
negociaciones particulares con sindicatos que no se despegan sustancial-
mente de este procedimiento. En nuestra realidad social suelen reflejar-
se y tomar cuerpo decisiones y formulaciones de programas públicos en
los que —aun cuando afectan a una buena parte de la sociedad— no son
comunes los procesos de consulta y menos aun la búsqueda del consenso
de todos los actores involucrados.
LA PARTICIPACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
EN LA POLÍTICA SOCIAL
Considerando que las políticas públicas se diseñan y operan para respon-
der a las necesidades y a la situación de un país, es claro que los ámbitos
más importantes de la política pública son el económico, el político y el
social, cuya diversidad de acciones se orientan a la seguridad, la justicia
y el bienestar de la población.
Un ámbito de las políticas públicas es el referido a la política social,
que también se conoce como política de desarrollo social, y que es lo más
publicitado por los distintos órdenes de gobierno. Esta noción de política
tiene variados matices. Para empezar, retomamos al especialista en de-
sarrollo social Fabián Repetto, quien afirma:
EL DISCURSO DEL ESTADO Y LA SOCIEDAD CIVIL EN MÉXICO 85
Las políticas sociales constituyen un subconjunto de las políticas públicas,
entendidas éstas como la decisión y acción de una instancia estatal ante un
tema que forma parte de la agenda gubernamental. El concepto de "política
social" no tiene un límite preciso, no es una expresión técnica con significa-
do exacto [...] se utiliza para hacer referencia a la política de los gobiernos
respecto a aquellas actuaciones que tienen impacto directo en el bienestar
de los ciudadanos a través de proporcionarles servicios e ingresos. Por lo
tanto, la parte más importante está formada por la seguridad social, la
asistencia pública, los servicios sanitarios, la vivienda.
El Consejo Nacional de Evaluación, organismo desconcentrado del go-
bierno federal, adopta una definición más pragmática: "Es razonable con-
cebir a la política social como aquellas acciones públicas dirigidas a promo-
ver y proteger el desarrollo social, y al gasto social como aquel concentrado
en educación, salud, seguridad social, vivienda y asistencia social."
Aunque en la política social es el gobierno el que determina sus ca-
racterísticas, no necesariamente tiene que intervenir una entidad oficial
en su ejecución. El gobierno puede delegar esta función en organismos
sin fines de lucro, como las organizaciones no gubernamentales, o bien
en particulares, mediante algunos mecanismos de coordinación. Es el
caso de las guarderías infantiles del Instituto Mexicano del Seguro So-
cial, que amplía su oferta mediante la subrogación del servicio con par-
ticulares; y es el caso de fundaciones privadas, como Fundación Telmex,
Fundación Televisa y Fundación Azteca. Esta última modalidad, si bien
parte de principios de contenido social, el supuesto de la ausencia de
lucro no siempre se da de manera pura, ya que este tipo de acciones se
traducen también en exenciones de impuestos para las empresas, y en
otros casos francamente significa un negocio.
En cuanto a la participación ciudadana en el ámbito de la política
social, hasta la fecha es vista —en el mejor de los casos— sólo como un
asunto de coherencia democrática. Sin duda que también lo es, pero ade-
más es un tema relacionado con la eficiencia de la acción gubernamental.
En las condiciones actuales, los recursos públicos —aun considerando los
incrementos razonablemente previsibles en caso de reformas— serían
totalmente insuficientes para hacer frente a las dimensiones que han
adquirido los rezagos sociales acumulados. Para que una política social
sea viable, se requiere que sea capaz de asumir como un activo la fuerza
creativa de la sociedad, tanto de las iniciativas de los sectores sociales
solidarios como de los mismos destinatarios. Se trata de desarrollar la
86 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
capacidad gubernamental de cooperar con las capacidades organizativas
que derivan de la cultura de la sociedad.
Por lo tanto, como sugiere Manuel Canto, hay que repensar lo guber-
namental, ya que lo público no se puede reducir a lo gubernamental, pero
por la misma razón tampoco puede prescindir de él; por ende, pensar
en el futuro —en el equilibrio— de la relación gobierno-sociedad, ahora
más inclinada hacia el gobierno, parece ser también un punto central.
En la literatura sobre el futuro de las acciones gubernamentales para el
desarrollo social, parece que existen ya algunos consensos que se pueden
agrupar en los siguientes temas:
1) El gobierno seguirá siendo el agente racionalizador de la política so-
cial, a condición de que no se conciba como el único agente ni como
el único decisor; en la política social tendrán que concurrir no sólo
diversos agentes, sino también distintos paradigmas, con los cuales
habrá que desarrollar intercambios y acuerdos.
2) Tomar como punto de partida los derechos universales, y de ellos
derivar leyes, es de fundamental importancia, pero reconociendo a la
vez que las leyes marcan los criterios de orientación, no las políticas
específicas. Éstas deberán estar abiertas al debate y a la concerta-
ción pública con los agentes participantes.
3) La política social no debe ser concebida como un paquete básico de
servicios ni como un catálogo cerrado, sino que, sobre la base de dere-
chos explícitos, deberá incorporar un conjunto de posibilidades acor-
des con las respuestas que demanda la diversidad social.
4) El gobierno ya no podrá ser el agente único en la prestación de ser-
vicios, sino que deberá desarrollar diversas fórmulas que, mediante
la combinación de público, lo social y lo privado, hagan más viable la
consecución de metas razonables y medibles en el tiempo.
5) El gobierno, entonces, ya no debe percibirse como la cúspide de la pi-
rámide, sino acaso como el centro de una tupida red en la que concu-
rren multiplicidad de esfuerzos; la habilidad gubernamental tendrá
que orientarse a mantener su impulso solidario o innovador y a la
construcción de los consensos; esto es lo que las recientes teorías de
la administración pública le demandan.
Por último, Canto afirma que lo social, enfocado desde la perspecti-
va de la política pública, exige que lo pensemos no sólo en la dimensión
de lo gubernamental (policy), sino también en la dimensión de la políti-
EL DISCURSO DEL ESTADO Y LA SOCIEDAD CIVIL EN MÉXICO 87
ca (politics), esto es, considerando las demandas de mayor participación
ciudadana, de más atribuciones a los gobiernos locales, de mayor trans-
parencia en la administración pública, pero sobre todo de consensos en
torno a la redistribución del ingreso y de los bienes públicos.
El desafío no es, como en los países desarrollados, el paso del Estado
de bienestar (que nunca hemos tenido) a la sociedad del bienestar (que
nunca podremos tener, y que acaso no existe en ningún lado); nos en-
contramos más bien en el dilema de conformarnos con una democracia
de procedimientos —que por la escasez de resultados se mantenga en la
precariedad— o aspirar a una democracia que sea sustentable en el lar-
go plazo, porque reconoce no sólo derechos civiles y políticos, sino tam-
bién económicos y sociales; lo que a su vez implica el dilema entre una
política social asistencial y compensatoria, y una política social como
base del desarrollo sostenido.
BIBLIOGRAFÍA
Enríquez Villacorta, Alberto, y Marcos Rodríguez, Participación ciu-
dadana en San Salvador: notas sobre una experiencia 1997-2003,
Fundación Nacional para el Desarrollo, Comisión de Concertación
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osc en las políticas públicas, Programa de Profesionalización y For-
talecimiento de las osc, Indesol, México, 2011.
 LOS DERECHOS HUMANOS Y LA CONSTRUCCIÓN
DE CIUDADANÍA EN LATINOAMÉRICA
CONCEPTOS IMPLICADOS
EN LA RECONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO SOCIAL

Marlene Romo Ramos*

Este texto tiene como propósito reflexionar sobre la relación entre los de-
rechos humanos —entendiendo a éstos como indivisibles-1 y la práctica
de la ciudadanía en las democracias modernas. Ambos conceptos están
íntimamente ligados a las conquistas sociales del siglo xx, y a pesar de
que se ha generalizado un consenso en lo relativo a la necesidad de su
protección y fomento por parte de los Estados-nación en América Latina
a partir de los años noventa, esto no se refleja en la vida cotidiana de los
pueblos y de las personas (particularmente los más pobres). Por el con-

* Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.

1 El Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, una de las organizaciones
civiles más reputadas en México, define así la idea de la indivisibilidad de los derechos
humanos: "Los derechos humanos responden a las necesidades de las personas, grupos
y sociedades y garantizarlos promueve el ejercicio de la dignidad. El concepto de dere-
chos humanos es integral, ya que son interdependientes, es decir que no hay un derecho
más importante que otro, lo que implica que la violación a uno solo de ellos, repercute en
múltiples violaciones, además que la realización de un derecho posibilita la realización
de otros. El concepto derechos humanos es universal e incluyente, ya que son necesarios
para todas y cada una de las personas, tanto en lo individual como en lo colectivo, en
el marco de la situación histórica, temporal y cultural que rodea la convivencia de las
personas. Por lo tanto, el modo de realización de los derechos humanos depende de la
situación social, política y cultural de los grupos humanos que los ejercen, defienden y
reivindican." "Reconocemos, pues que la universalidad de los derechos humanos está
dada en tanto los seres humanos somos distintos, es decir, nadie tiene que renunciar
a su identidad, forma de ser o de pensar para poder ejercer sus derechos. Además esta
noción de derechos humanos se ofrece como discurso para la acción social, ya que su
fuente es popular, alimentada por distintos sectores de la sociedad (mujeres, indígenas,
ecologistas, trabajadores, etcétera) que reivindica la integralidad, la interdependencia,
la colectividad y la equidad."

89
90 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
trario, ambos se encuentran peligrosamente desdibujados y despojados
de protección que se garantizan en las leyes vigentes, lo mismo como
consecuencia de las políticas neoliberales que erosionan el desarrollo hu-
mano que por la corrupción que acompaña a la pérdida de seguridad que
se vive actualmente en la región. Ante esto cabe preguntarse: ¿Por qué
Latinoamérica parece estar atascada en esta contradicción? ¿Cuáles son
las alternativas?
SOBRE EL IMPULSO PARA GENERAR POLÍTICAS LOCALES Y REGIONALES EN
MATERIA DE PROTECCIÓN A LOS DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA
DURANTE LAS TRANSICIONES A LA DEMOCRACIA Y CÓMO, EN LA REALIDAD,
HAN MOSTRADO UNA EFICACIA MUY LIMITADA
La construcción de los Estados nacionales en Latinoamérica implicó una
serie de procesos2 que se prolongaron a lo largo de casi todo el siglo xIx.
Dotar a estos Estados de elementos legales con miras a integrar en sus
instituciones la vocación democrática y el respeto y la protección de de-
rechos, llevó buena parte del siglo xx. Estos cambios han sido lentos, ge-
neralmente violentos, pero han permitido la construcción de sociedades
modernas capaces de incorporar demandas a favor de los individuos me-
nos favorecidos; ello trajo consigo el desarrollo de una noción del cuidado
de la dignidad humana, noción que posteriormente se convertiría en lo
que hoy conocemos como derechos humanos. Los derechos humanos son
inherentes a los seres humanos desde la perspectiva ética y son también
una condición otorgada por los Estados a los sujetos y garantizada por
las constituciones políticas tras la consumación de las independencias.
Al decir de Pedro Nikken:
La noción de derechos humanos se corresponde con la afirmación de la dig-
nidad de la persona frente al Estado. El poder público debe ejercerse al
servicio del ser humano: no puede ser empleado para ofender atributos in-
herentes a la persona y debe ser vehículo para que ella pueda vivir en socie-
dad en condiciones cónsonas con la misma dignidad que le es consustancial.
2 Procesos que fueron impulsados comúnmente por luchas sociales y movilizaciones
diversas.
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA EN LATINOAMÉRICA 91
La sociedad contemporánea reconoce que todo ser humano, por el
hecho de serlo, tiene derechos frente al Estado, derechos que éste no sólo
debe respetar y garantizar; también debe procurar su plena realización.
Estos derechos, atributos de toda persona e inherentes a su dignidad,
son lo que hoy conocemos como derechos humanos.3
Estos derechos han evolucionado históricamente, como los Estados.
La integración de los derechos humanos en las leyes, como ya se mencio-
nó, ha sido un proceso histórico que ha implicado lucha, confrontación,
negociaciones o imposiciones por parte de la sociedad civil; generaron
dilemas y conflictos ideológicos durante los años de la Guerra Fría y los
totalitarismos. Sin embargo, fue en las últimas dos décadas del siglo
xx, periodo conocido como la transición democrática en América Latina,
cuando se intensificó la demanda de respeto a los derechos humanos, a
su legislación y protección como parte de la agenda democrática que se
impulsaba, paradójicamente, tanto desde los organismos internacionales
y el Departamento de Estado de Estados Unidos como desde las organi-
zaciones civiles de corte progresista y de izquierda en los diferentes paí-
ses.4 Finalmente, estas demanda tuvieron eco en los países latinoameri-
canos: unos empezaron a negociar conflictos con grupos armados; otros
desmontaron regímenes autoritarios, y todos, con excepción de Cuba,5
legislaron en sus congresos para impulsar instituciones de corte demo-
crático —lo cual implicaba elecciones periódicas libres, políticas de re-
conciliación—, constituyeron comisiones de la verdad para indemnizar a
las víctimas de las dictaduras;6 se implementaron sanciones a violadores
3 Pedro Nikken, "El concepto de derechos humanos" (primera parte), en Estudios
básicos en derechos humanos, t. i.
4 No hay que perder de vista esta paradoja, ya que encierra en una misma causa (los
derechos humanos) dos proyectos societales distintos: la visión del llamado Consenso de
Washington (organizado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, el Banco
Mundial y otros organismos económicos internacionales) ha buscado, con éxito, orientar
a los Estados latinoamericanos a la implementación de políticas neoliberales (incluidas
políticas de protección social) de reducción del Estado y liberalización de la economía a
favor de proyectos de capitales transnacionales; estas políticas incluyen un discurso de
democracia y derechos humanos centrado en los procesos electorales y la libertad del in-
dividuo, sin incluir la participación activa y los derechos sociales, económicos y cultura-
les. Estos últimos sí están contemplados en la agenda de los grupos arriba mencionados,
lo cual implica otro orden social democrático, más amplio e incluyente.
5 Dada la particularidad que representa su proceso revolucionario lleno de luces y
sombras, pero con procesos diferentes de aquellos que tuvieron lugar en países cuya
democratización fue impulsada por el Consenso de Washington.
6 En particular en El Salvador, Chile y Argentina.
92 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
de derechos humanos, y se sancionaron derechos civiles, políticos y socia-
les. Y en los últimos años también se ha legislado en favor de la inclusión
de género, de la diversidad sexual y en apoyo al desarrollo de los pueblos
originarios. Todo ello ha quedado asentado en las constituciones, pero no
en los hechos; la región vive una contradicción entre lo que dicta la ley y
lo que sucede realmente en la vida social.
Para seguir analizando este fenómeno, es importante mencionar que
los cambios legales en favor de la democracia y de los derechos humanos
fueron bien recibidos por diversos grupos de la sociedad civil, ya que,
como se explicó anteriormente, dichos cambios fueron resultado de las
dinámicas internas de los Estados en conflicto con sus sociedades. Ello
ha conducido al diseño de reformas políticas, a la negociación entre par-
tidos políticos, a la inclusión de demandas de movimientos sociales y de
organizaciones no gubernamentales. No hay que soslayar factores como
la influencia de las pastorales progresistas de un sector de la Iglesia ca-
tólica, las cuales contribuyeron a integrar en las agendas nacionales la
necesidad de construir una ciudadanía participativa y con pleno ejercicio
de los derechos humanos que permitiera a los sujetos oponerse al autori-
tarismo y la desigualdad.
Este escenario nos ayuda a comprender que los derechos humanos
no son una graciosa concesión de los Estados; son resultado de procesos
multidimensionales y han generado un consenso regional, de tal mane-
ra que para su observancia, protección y promoción, se han creado im-
portantes organismos, como la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (cIDH) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y se
han suscrito protocolos regionales (un ejemplo es el Protocolo de San Sal-
vador) y acuerdos internacionales, como el Sistema de Naciones Unidas.
Todas estas acciones diplomáticas han sido importantes y representan
un avance democrático en la región; sin embargo, es importante volver a
mencionar el hecho de que es en el espacio público donde se da la batalla
cotidiana por la defensa de los derechos humanos. Esta lucha cotidiana
para que los derechos sean respetados y ampliados, ha permitido de-
sarrollar un tipo de ciudadanía crítica y participativa que confronta el
modelo neoliberal y a los gobiernos que construyen une legalidad ficticia
ante una realidad no legal.
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA EN LATINOAMÉRICA 93
LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA EN LATINOAMÉRICA,
COMO IMPULSO A LA EXIGENCIA DE RESPETO
AL CONCEPTO DE INDIVISIBILIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS
A más de 20 años de esta primera etapa, los regímenes democráticos neo-
liberales han visto limitada su eficacia para responder a las demandas
sociales y para salvaguardar los derechos humanos. Las contradicciones
propias del modelo neoliberal adoptado por los gobiernos democráticos,
evidencian que la democracia procedimental —entendida como partici-
pación electoral— no es suficiente para el desarrollo hacia sociedades
menos desiguales. La ciudadanía en general muestra desencanto, ya que
las expectativas creadas por la democracia no se reflejan en la vida coti-
diana (crisis institucionales, crecimiento de la desigualdad, desempleo,
inseguridad). Estas percepciones valorativas de la democracia han sido
ampliamente estudiadas por medio de encuestas sobre cultura política a
nivel nacional y latinoamericano, como se muestra a continuación.
Los datos del Latinobarómetro 20037 (que aquí se retoma por ser un
año de "foco rojos" en materia de satisfacción democrática, según analis-
tas políticos y esta empresa encuestadora) muestran que siete de cada 10
encuestados están de acuerdo en que la democracia es el mejor sistema
de gobierno; pero a seis de cada 10 no les importaría que un gobierno no
democrático llegara al poder si pudiera resolver los problemas económi-
cos, como se puede ver en el siguiente cuadro:
¿Está usted muy de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo
o muy en desacuerdo con las siguientes afirmaciones?*
Respuesta Porcentaje
La democracia puede tener problemas pero es el mejor siste-
71
ma de gobierno
No me importaría que un gobierno no democrático llegara al
63
poder, si pudiera resolver los problemas económicos
* Aquí sólo se toman en cuenta las respuestas muy de acuerdo y de acuerdo.
Fuente: elaboración propia con base en datos de Latinobarómetro, 2003.
7 El Latinobarómetro es una empresa dedicada a levantar anualmente encuestas en
18 países latinoamericanos sobre diversos temas relacionados con la vida pública; uno
de ellos es el interés en la política y el valor que los encuestados le dan a la democracia.
94 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
En lo que respecta a la edición 2010 del Latinobarómetro, en donde
se muestran los grados de satisfacción con la democracia regional que
tienen los encuestados,8 el grado de satisfacción es de 54%. Sin embargo,
estos mismos encuestados mencionan que los dos problemas más gran-
des de la región son la violencia y el desempleo.
En cuanto al aprecio por la democracia como forma de gobierno, para
2010 la cifra es más alentadora:
¿Está usted muy de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo
o muy en desacuerdo con las siguientes afirmaciones?
Respuesta Porcentaje
La democracia puede tener problemas pero es el mejor sistema
77
de gobierno
* Aquí sólo se toman en cuenta las respuestas muy de acuerdo y de acuerdo.
Fuente: elaboración propia con base en datos de Latinobarómetro, 2003.
Sin embargo, aún falta mucho por construir en materia de rela-
ciones ciudadanos-gobernantes. Tras implementar democracias electo-
rales, los Estados en América Latina han incorporado lentamente y
de manera desigual leyes y han creado instituciones necesarias para
un desarrollo democrático que tome en cuenta a la ciudadanía en los
asuntos públicos; leyes para la rendición de cuentas de los órganos de
gobierno, transparencia y acceso a la información pública (accountabi-
llity), participación en diseño de leyes o decisiones de gobierno (gober-
nanza), plebiscitos, referendos, leyes para la inclusión de la diversidad
étnica, equidad de género, además de las que se refieren específica-
mente a la promoción y defensa de los derechos humanos. A pesar de
estos avances en las relaciones entre gobernados y gobernantes, falta
construir una ciudadanía que pueda mantener estos procesos y volver-
los más efectivos. Sobre esto, Manuel Canto Chac ha elaborado una
lista de formas de participación y defensa de derechos a partir de la
democracia participativa:
8 Que es la sumatoria de todos los encuestados en todos los países.
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA EN LATINOAMÉRICA 95
Participación como realización de derechos ciudadanos*
Énfasis en orientación de políticas
Énfasis en derechos civiles y políticos _-
Énfasis en definición del problema y decisión en función de necesidades sociales
Énfasis en la participación colectiva
* Tomado de Manuel Canto Chac, "Las políticas públicas participativas, las organiza-
ciones de base y la construcción de espacios públicos de concertación local".
El problema de fondo en lo que respecta al ejercicio de la ciudadanía,
es el de la inclusión, que a fin de cuentas significa la existencia plena
de los mismos derechos y oportunidades para todos, incluidos quienes
no conocen sus derechos. La relación inclusión-exclusión es uno de los
referentes más importantes de la propuesta de ciudadanía basada en el
ejercicio de derechos; nos permite entender los alcances y los límites de
la comunidad. La idea de ciudadanía como la lucha de los individuos y
actores por la reducción de las exclusiones, nos ayuda a ir más allá del
concepto liberal, ya que, al decir de Turner, "sitúa el concepto adecua-
damente en torno a la desigualdad, diferencias de poder y clase social,
porque la ciudadanía está inevitablemente ligada con el problema de la
inequitativa distribución de recursos en la sociedad".9
Guillermo O'Donnell, en el primer informe "La democracia en Amé-
rica Latina. Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos" rea-
lizado en 2004, elabora un concepto de ciudadanía atado indivisible-
mente al de derechos humanos. Considera que para que los ciudadanos
puedan tener acceso a los derechos fundamentales cívicos y políticos,
es indispensable que cuenten con un mínimo de condiciones económicas
y sociales. Y deben contar con los derechos sociales, para que puedan
ejercer su capacidad de agencia —la agencia es la cualidad que permi-
te a los ciudadanos la participación eficaz en las decisiones de la vida
pública.
Un ciudadano es un sujeto-agente, alguien que está normalmente
dotado de razón práctica y de autonomía suficiente para decidir qué tipo
de vida quiere vivir, que tiene capacidad cognitiva para detectar razona-
blemente las opciones que se encuentran a su disposición y que se siente
9 Bryan Turner, Citizenship and Social Theory, p. 65. Trad. Lucía Álvarez.
 LOS DERECHOS HUMANOS Y LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA EN LATINOAMÉRICA 97
96 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO

UN FANTASMA RECORRE LATINOAMÉRICA: LA CRISIS DE LOS DERECHOS

y es interpretado/a por los demás como responsable por los cursos de
acción que elige.10 HUMANOS Y LOS PROCESOS DEMOCRÁTICOS

Siguiendo al autor, este sujeto no se convierte en agente de transfor-

En América Latina, los derechos humanos están amenazados hoy en día
mación social por sí sólo; se precisa un Estado que garantice el desarrollo
por la embestida de las reformas neoliberales y sus políticas de liberali-
humano y los derechos humanos de la ciudadanía. Este sujeto-agente
zación y de Estado mínimo. Tras 25 años de aplicación de estas políticas,
debe estar habilitado para conocer, ejercer y exigir sus derechos. Ahora
la población continúa empobrecida y su acceso a la educación, salud y
bien, precisa además nuevas relaciones y prácticas para la vida política.
empleo remunerado se ha visto disminuido, como lo constatan informes
Ciudadano y Estado están relacionados en este concepto.
regionales.
CUADRO 1
Aspectos de la ciudadanía civil y social Indicadores de empleo en América Latina (1990-2008)

Esfera de la Tasa de desempleo abierto Tamaño del sector informal

ciudadanía Aspecto Estándar en áreas urbanas (porcentaje) (porcentaje)
Ciudadanía civil a) Las libertades —La garantía de libertades 1990-1999 2000-2008 1990 2006-2008
básicas y la igualdad básicas y la protección contra la
América Latina 9.2 8.9 44.4 45.9
legal discriminación.
b) Los derechos —El derecho a la vida, a la Fuente: Informe PNUD/OEA Nuestra Democracia, FCE, 2010, elaboración propia.
primordiales integridad física y a la seguridad.
c) La administración — El derecho a la justicia pronta y CUADRO 2
de justicia cumplida. Indicadores de pobreza, indigencia
d) Los medios de — La libertad de prensa y el
comunicación y la Y desigualdad económica en América Latina (1999-2008)
derecho a la información
información pública pública. Indigencia Desigualdad (índice Gini)
Pobreza
Ciudadanía social I. La salud Satisfacción de necesidades básicas
1999 2008 1999 2008 1999 2008
II. La educación e integración social.
III. El empleo América Latina 43.9 33.0 18.7 12.9 543 522
IV. La pobreza y la
Nota: Las cifras sobre pobreza e indigencia son porcentajes de personas en la población.
desigualdad
Se entiende por pobreza el ingreso insuficiente para cubrir la canasta básica de alimen-
Fuente: "Nuestra democracia", Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Se- tos y otras necesidades de un individuo u hogar. Se entiende por indigencia el ingreso
cretaría General de la Organización de los Estados Americanos, PNUD, OEA, FCE, México, insuficiente respecto a una canasta básica de alimentos de un individuo o de un hogar.
2010, p. 80. El índice Gini es un índice de desigualdad de ingresos económicos. Un número más alto
indica un mayor grado de desigualdad.
Fuente: "Nuestra democracia", Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Secre-
taría General de la Organización de los Estados Americanos, elaboración propia.

Sin embargo, no sólo los derechos sociales y económicos se han visto

afectados; a menos de veinte años de acuerdos firmados, de la instaura-
ción de comisiones vigilantes de los derechos humanos, de nombramien-
tos de ombudsman en países y localidades, y a pesar de la importante
1° Guillermo O'Donell, Democracia, desarrollo humano y ciudadanía. Reflexiones
sobre la calidad de la democracia en América Latina, p. 33.
98 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO LOS DERECHOS HUMANOS Y LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA EN LATINOAMÉRICA 99

CUADRO 3 La crisis de violencia afecta más a los jóvenes entre 15 y 29 años.

Indicadores de derechos civiles básicos en América Latina (1981-2000) Entre ellos se encuentran tanto víctimas como victimarios. La tasa de
homicidios se eleva a 68.9 por cada 100 mil habitantes. Y es peor confor-
Libertad de Derechos Derechos
Libertad de reunión y Derechos de los económicos de sociales de las
me el análisis es más minucioso, ya que si estos jóvenes son de ingresos
expresión asociación trabajadores las mujeres mujeres medios y bajos, la cifra de eleva a 89.7/100 000.
(escala de O (escala de O (escala de O (escala de O (escala de O En lo que respecta a la crisis de seguridad que aqueja a toda la re-
Región a 2) a 2) a2) a3) a3)
gión, se particulariza de manera preocupante en Estados con altos nive-
América Latina
les de corrupción; el informe de la CIDH señala que "en varios países de
1980 1.42 1.48 L21 1.35 1.25 la región, la corrupción y la impunidad han permitido a organizaciones
1990 1.43 1.84 1.06 1.23 1.20
criminales desarrollar y establecer verdaderas estructuras de poder pa-
2000 1.39 1.67
ralelas".12 El debilitamiento de los Estados, o sus omisiones y dilaciones
0.72 1.33 1.39
al impartir protección y justicia, empiezan a tener consecuencias dignas
Europa occidental
de preocupación entre los sectores más vulnerables de la población. El
2000 1.71 1.81 1.77 2.15 2.62 documento citado señala
Fuente: "Nuestra democracia", Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Secre-
taría General de la Organización de los Estados Americanos, elaboración propia. la carencia generalizada de políticas de seguridad ciudadana eficientes y
eficaces dirigidas a enfrentar la violencia contra los grupos que han sufri-
CUADRO 4
do tradicionalmente la discriminación y la marginación, como las mujeres;
los niños, niñas y adolescentes; la población afrodescendiente e indígena,
Homicidios en América Latina (2000-2008).
y los trabajadores migrantes y sus familias entre otros.13
Número de homicidios por cada 100 000 habitantes
Basta revisar los diarios de mayor circulación en El Salvador, en Ve-
2000 2008 nezuela, en México o en Brasil para constatar esto.
América Latina 18.8 22.8
Fuente: "Nuestra democracia", Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Secre-
taría General de la Organización de los Estados Americanos, elaboración propia. COMENTARIOS FINALES

actividad desarrollada por la CIDH, la región vive un retroceso en materia

Proveer seguridad a sus miembros es la obligación mítico-fundadora del
de derechos civiles (cuadro 3).
Estado-nación,14 es su vocación. Cuando un Estado nacional no brinda
Las prácticas de violencia como consecuencia de la pobreza y la mar-
plena seguridad a sus habitantes, facilita el resquebrajamiento del tejido
ginación, provocan a su vez el desgaste del tejido social; dichas prácticas
social; crea un círculo vicioso de violencia e impunidad fomentando las
se manifiestan en el incremento del número de homicidios (cuadro 4).
prácticas de corrupción y el criterio de "sálvese quien pueda", o peor aún,
Este cuadro se elaboró con base en las cifras del PNUD, pero cabe men-
el de "justicia por la propia mano".15
cionar que en la información que maneja la CIDH, la cifra de homicidios
por cada 100 000 habitantes en la región asciende a 25.6, es decir: 2.8
puntos más.11
12 Ibid., p. 3.
13 Idem.
14 Como sostiene, en particular, la tradición iusnaturalista.
15 Esta práctica se ha hecho más notoria en los últimos años. En el caso de las
11 CIDH, Informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos. élites, éstas contratan cuerpos de seguridad que no están regulados por ninguna ley, y
 1

100 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICI LOS DERECHOS HUMANOS Y LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA EN LATINOAMÉRICA 101

Resolver esta problemática no sólo es cuestión de voluntad y acuerdos Informes

entre los gobiernos y los organismos internacionales; implica también el
ejercicio de una ciudadanía participativa. Son los sujetos individuales y
colectivos los que con su capacidad de movilización y acciones concretas,
pueden enderezar el rumbo y poner fin a esta crisis de violencia y viola-
ción de derechos.
El fomento de una cultura ciudadana basada en la conciencia de la
indivisibilidad de los derechos humanos, ayuda a generar una visión de
integralidad de las demandas sociales; permite impulsar el cambio en
la cultura política hacia una democracia participativa e incluyente y nos
meramente electoral, y permite visibilizar el hecho de que el fenómeno de
la violencia y la violación a los derechos se focaliza principalmente en los
grupos sociales más vulnerables: población pobre, mujeres, niñas, niños,
jóvenes, indígenas y afrodescendientes.
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe sobre seguri-
dad ciudadana y derechos humanos. Apartado III, seguridad ciu-
dadana en las Américas, material fotocopiado.
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dres, 1993.

no consideran necesario rendir cuentas a los gobiernos sobre el tipo de preparación de

estos cuerpos y las armas que utilizan. En el caso de la población pobre, esta práctica se
realiza a través de los linchamientos y los asesinatos para saldar cuentas.
 SEGUNDA PARTE

DERECHOS HUMANOS, MIEDO,

VIOLENCIA Y VIDA COTIDIANA
 APUNTES SOBRE EL MIEDO Y SU USO SOCIAL

Juan Carlos Domínguez Domingo*

EL MIEDO Y ALGUNAS DEFINICIONES

El miedo es un término que por sí solo evoca una serie de sensaciones,

acontecimientos y circunstancias que nos remiten a nuestra más profun-
da experiencia, al hecho inexorable de que somos seres sensibles, percep-
tivos, en constante interacción con nuestro entorno. Experimentado en
pleno cuerpo, el miedo no sólo incumbe a lo que ocurre bajo la piel, sino
se percibe, se expresa, se transmite, se significa y se hace uso de él en
nuestra vida social.
El miedo, palabra cada vez más común para describir el escenario de
las primeras dos décadas del siglo xxi en nuestras sociedades globaliza-
das, y en particular en México, donde no sólo define las relaciones entre
los individuos y los grupos, sino que es uno de los elementos en los que se
basa la construcción y configuración de los nuevos tiempos.
Es posible, como nos dice Delumeau, que este estado afectivo haya
acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, aunque ahora esté
más sensibilizado sobre lo que representa su presencia; y no sólo eso,
ya que el miedo es una experiencia que más que venir a nosotros, nos
habita de manera permanente. "Está en nosotros [...]. Nos acompaña
durante toda la existencia."' Sin embargo, el miedo no se circunscribe al
ámbito personal, sino que trasciende lo individual para instalarse en lo
colectivo; la palabra miedo proviene del vocablo latín metus y se relacio-
na con un miedo compartido, por cuanto significó en la antigüedad una

* Institutode Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

1 Jean Delumeau, El miedo en Occidente, p. 21.

105
 106 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
sensación de peligro ante Dios, o ante los dioses; la palabra tuvo pues un
origen religioso.2
Al miedo se le ha concedido principalmente el papel de proteger y ad-
vertir al organismo del peligro, mismo que para ciertas nociones es inna-
to y compartido con otras especies. No obstante, la capacidad simbólica
que caracteriza a la especie humana, producto de su proceso evolutivo
y de su conciencia en el devenir histórico, le otorgan a tal experiencia
una dimensión y complejidad específica que mueve a los diversos grupos
humanos a representarla y usarla socialmente. En palabras de Pierre
Mannoni, "las destacables facultades humanas de representación e ima-
ginación hacen del individuo el principal artesano de sus propios terro-
res, a la vez que el propagandista de los que puedan perturbar a otros".3
Para ciertas reflexiones, el hombre se caracteriza entre las otras es-
pecies por ser el "ser que tiene miedo".4 Delumeau argumenta a favor de
esta posición al establecer que el hombre es el único de los seres vivos
que es capaz de advertir su propia muerte; de ahí que sus miedos se
multipliquen al estar presentes más allá de un simple estado repentino.5
A la experiencia del miedo también se la ha relacionado de manera
recurrente con el concepto de seguridad; a una mayor o menor seguridad
corresponde un mayor o menor miedo. Estar protegido significa reducir
el miedo, y viceversa. A este respecto, Mannoni argumenta que una de
las funciones que cumple la vida en sociedad —no sólo en el hombre sino
en todas las especies— es disipar las vulnerabilidades que subyacen tras
el entorno.
Por lo demás, el miedo es reconocido por las reacciones que suscita;
en este sentido, dos de las respuestas polarizadas que se reconocen son,
según Mannoni, las de "furia" y las de "miedo"; la primera se relaciona
con la actitud de enfrentar el peligro; la segunda, con el movimiento de
apartarse de él.6 Estas manifestaciones, nos dice, remiten el miedo a su
esencia arcaica; desde esta óptica, el miedo de hoy es una especie de re-
2 Es posible que el origen de la palabra se refiera a un miedo que sólo Dios era capaz
de inspirar, por lo que a ninguna otra cosa se le asignaba ese poderoso atributo. A su
vez, es de resaltar queel miedo en castellano es un sustantivo que no ha sido asimilado
como un verbo, por lo cual, cuando queremos reflejar que una persona experimenta
miedo utilizamos la circonlocución "tener" miedo (Arnal, 2004).
3 Pierre Mannoni, El miedo, p. 8.
4 J. Delumeau, op. cit., p. 21.
5 Ibid., p. 22.
6 P. Mannoni, op. cot., p. 16.
APUNTES SOBRE EL MIEDO Y SU USO SOCIAL 107
sonancia perdurable de un sentimiento que, originado en "el más remoto
de los tiempos", nos habita pasando de generación en generación.
A partir de estas primeras consideraciones, podemos señalar que ha-
blar de miedo o de los peligros e incertidumbres que nos acompañan a
lo largo de nuestra vida, significa tener en cuenta múltiples factores en
igual número de niveles. Chinchilla, por ejemplo, distingue entre mie-
dos sociales, familiares, personales, biológicos, colectivos, por carencias,
por insuficiencia y por conflictos? Independientemente de que podamos
cuestionar estas clasificaciones, lo que hay que considerar es que todos
estos tipos de miedo, si bien tienen componentes u orígenes muy diversos,
tienen como común denominador el hecho de que son experiencias que
se sienten, se expresan y se significan en y desde el cuerpo. Delpierre
señala que la experiencia del miedo influye "desde lo instintivo hasta lo
espiritual [...] todo se deteriora bajo el influjo del miedo".8
Mannoni, en una muy clara aproximación a la noción general que
tenemos sobre el miedo, termina confinándolo en esencia al cuerpo, por
ser éste el lugar donde se lo experimenta.
Es incuestionable que, se mire a donde se mire, el miedo siempre apa-
rece o se adivina su proximidad. Se le ha relacionado con lo ajeno y con
lo cercano, con lo nuevo y con lo antiguo; se le ha visto habitar en el seno
de las olas y en el centro mismo de las nubes, aparecerse en los bosques
y las selvas, poblar las tinieblas, aunque tampoco evita la luz del día. No
hay lugar ni época donde no se lo encuentre, a veces de manera discreta, a
veces acosadora. Pero más allá de esta presencia generalizada del miedo,
en rigor es en el propio corazón del hombre o, mejor dicho, en su espíritu,
donde se halla su verdadera morada, desde la que ejerce su pleno poderío.9
En realidad, por más que distingamos diferentes tipos de miedo y
diferentes tipos de explicaciones a este estado afectivo, parece ser que
basta haber experimentado el miedo para entenderlo y reconocerlo en
las demás personas. Esta postura encuentra un referente en lo que se
denomina empatía o conocimiento empático, el cual nos permite recono-
cer la propia experiencia en otros individuos por su mera expresión, sin
necesidad de las palabras. Esta noción también tiene su contraparte en
la idea que sostiene que cuando nos hallamos entre personas de otras
7 Amado Ramírez Villafáñez, El método científico para afrontar el miedo y la
tristeza, p. 19.
8 P. Mannoni, op. cit., p. 17.
9 Ibid., p. 8.
108 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXIC
culturas, más bien solemos confundir o interpretar mal sus gestos y ex
presiones, de modo que no reconocemos o definitivamente ignoramos la:
que obedecen al miedo.
Es así que diversas disciplinas científicas han analizado los compo
nentes del miedo desde diferentes marcos teóricos, con miras a explica]
el fenómeno. Las investigaciones realizadas en estos diferentes ámbitos
de estudio, entre ellos la biología, la filosofía, la psicología, la etología
la historia y las ciencias cognitivas, nos han proporcionado elementos de
análisis y reflexión sobre el aspecto emocional en nuestra especie. A su
vez, las neurociencias —desde la década de 1990, que fue llamada la
"década del cerebro"— han aportado información importante acerca 1
otro tipo de elementos que se relacionan con la experiencia del miedo;
así, se han realizado interesantes investigaciones sobre la conciencia, la
percepción y la memoria.1°
La experiencia del miedo, vista desde las disciplinas que lo han es
tudiado, ha originado una serie de términos y formulaciones que si no la
nombran de manera directa, sí aluden a ella. Nos referimos a términos
como ansiedad, angustia, fobia, respuesta de evitación, etcétera. También
se han formulado explicaciones relativas a su localización; por ejemplo
desde una perspectiva psicoanalítica, el miedo se aloja en las experiencia;
vividas en los diversos periodos de la existencia; dichas experiencias sólo
esperan las condiciones para volver a emerger y expresarse. No obstante
un primer punto a señalar es que los términos con que un particular cam
po de estudio nombra, clasifica y analiza la experiencia del miedo, han sido
acuñados para responder a preguntas formuladas desde sus propios funda
mentos teóricos y metodológicos, los cuales no necesariamente se adecuar
a la perspectiva y a las interrogantes de otras disciplinas.
En este sentido, Roger Bartra nos proporciona un ejemplo que pude
resultar esclarecedor. Este destacado estudioso de la melancolía nos clic(
que ésta suele conceptualizarse desde la psiquiatría como "depresión",
con lo que se la aparta de toda la "amplia y compleja constelación cultu
ral" que contiene; dicha disciplina "tiende a ver la cultura como el colado]
que filtra y que matiza con su influencia las múltiples manifestaciones
de un fenómeno patológico que ataca a los hombres en todo el mundo".1
1° Antonio Damasio, El error de Descartes; Ralph Adolphs, "Emoción y conocimiento
en el cerebro humano", en Emoción y conocimiento; Joseph Ledoux, "El aprendizaje de
miedo: de los sistemas a las sinapsis", en Emoción y conocimiento.
11 Roger Bartra, Cultura y melancolía, pp. 11-12.
APUNTES SOBRE EL MIEDO Y SU USO SOCIAL 109
Por lo anterior, nos dice Bartra, explicar la melancolía desde este tipo
de perspectivas, es confinar y reducir a una sola concepción todas sus
diversas comprensiones, lo que resulta en no considerar, por ejemplo, que
"para un budista la melancolía no es una enfermedad sino una condición
existencial que deriva del sufrimiento y de la tristeza que emanan natu-
ralmente de la vida misma".12
Del mismo modo, como veremos a lo largo de este trabajo, estudiar el
miedo no se reduce simplemente a observar sus estallidos ni sus efectos
en función de los términos con que otras disciplinas lo definen, ante todo
cuando se le reduce a términos como "angustia", "trauma" o "fobia". La
experiencia del miedo, en cuanto fenómeno humano, entraña una com-
plejidad que modifica cada uno de los ámbitos que la construyen dinámi-
camente en, desde y hacia todos sus sentidos. En este trabajo pretende-
mos observar tal experiencia desde su amplia dimensión corporal.
Uno de los aspectos de este tema que me parece necesario abordar
desde el principio, es el de la polisemia de la palabra miedo. Al respecto,
Hansberg escribe: "Al parecer, cuando hablamos de temor, miedo, espan-
to, pánico y terror, estamos hablando de distintos grados de intensidad
de la misma emoción."13 Sin embargo, también señala que esto carece de
relevancia en tanto no se tenga una indicación de cómo puede ser posible
identificar tales grados de intensidad. En todo caso, parece ser que este
tipo de categorías estarían relacionadas, unas más que otras, con dos tipos
diferentes de experiencias: por un lado, con cierto tipo de perturbaciones
fisiológicas; por otro, con la forma en que nos induce a vivirlas el significa-
do de las palabras. "Así, puedo temer que haga frío esta noche, sin sentir
nada o muy poco y, en cambio, es difícil que esté aterrada de que me ataque
un tiburón cuando buceo sin que sienta algo."14 Desde esta perspectiva,
encontramos que la palabra califica y matiza la intensidad de la sensación.
Mannoni, por su parte, diferencia entre los "estados" de miedo según
diversos autores; así cita a Delpierre, que considera el nerviosismo como
un estado menor de miedo; a Michaux, quien añade a la lista la timidez,
y a Preaut, quien coloca en niveles menores el temor y la inquietud. Man-
noni señala que la diferencia entre dichos términos se complica, pues
existen confusiones semánticas y semiológicas entre ellos. Nos hace ob-
servar que si bien los nombres aluden a estados polarizados en cuanto a
12 Ibid., p. 13.
13 Olbeth Hansberg, La diversidad de la emociones, pp. 31-32.
14 Idem.
110 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXII
su intensidad, el interés está en los estados intermedios, que para él son
el miedo, la angustia y la ansiedad.
Al margen de que dichos conceptos describan el grado de miedo ex-
perimentado por cada uno de nosotros ante diversas circunstancias, en
principio es necesario abordar este sentimiento desde dos perspectivas
generales que dividen las aproximaciones de la investigación a este tema
y que no siempre se distinguen. Estos enfoques tienen que ver funda-
mentalmente, a primera vista y de una manera general, tanto con la
duración del miedo como con las sensaciones y pensamientos que se aso-
cian a éste, por lo que estaríamos hablando, en principio, de dos formas
de experimentarlo. Mannoni distingue entre la reacción de una persona
cuando se le toca repentinamente la espalda —reacción a la que deno-
mina "emoción-choque"— y lo que llama "situación de miedo", de la que
escribe: "Menos espectacular en su comienzo, su evolución es más lenta
y su duración de mayor importancia."15
Como ejemplo de estas nociones, hallamos las siguientes dos acepcio
nes de la palabra miedo en el Diccionario de la lengua española. La acep-
ción más general es: "Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o
daño real o imaginario"; y la segunda: "Recelo o aprensión que alguien
tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea." Aquí encontramos,
pues, dos nociones diferentes del miedo: una que lo relaciona con la "an-
gustia", y otra con la "aprensión". La primera estaría referida a una "per
turbación" fisiológica; la otra, instalada en la condición de que algo pueda
o no ser a partir de nuestra intencionalidad, imaginación y nuestros de-
seos, se encontraría más relacionada con las actividades de la mente.
La psicología ha sido una disciplina que por su naturaleza y desarro-
llo en el último siglo, ha aportado una gran variedad de estudios sobre
las emociones. Mannoni, desde esta perspectiva, analiza el miedo reto-
mando elementos de la psicofisiología, la etología y algunos aspectos de
la antropología. Uno de los aportes al estudio del miedo realizado por
Mannoni, es el desarrollo de una serie de ideas sobre todos los ámbitos
en los que este sentimiento actúa. Si bien en muchas ocasiones pasa por
alto algunas consideraciones culturales que supone universales, aporta
una serie de reflexiones que vale la pena retomar. A continuación haré
un breve resumen de éstas.
Mannoni es uno de los autores que ve el miedo como uno de los com-
ponentes o emociones fundamentales de la existencia; para él es un esta
15 P. Mannoni, op. cit., p. 18.
APUNTES SOBRE EL MIEDO Y SU USO SOCIAL 111
do afectivo que se transforma a lo largo de la vida, pero que nunca desa-
parece. Pero además de señalar que el miedo se reinventa en cada época,
hace hincapié en que es un fenómeno a la vez individual y colectivo, por
lo que puede llega a ser endémico.
Mannoni cree que es necesario distinguir el trastorno afectivo de
la perturbación fisiológica; aunque para él, esta distinción es artificial,
considera que hace más accesible su análisis, pues ambas esferas inte-
ractúan hasta confundirse en la realidad.
Examina el miedo desde dos niveles: el psicológico y el fisiológico.
Desde el nivel psicológico:
1) El miedo responde a estímulos objetivos y a representaciones mentales.
2) Estos estímulos producen una evaluación.
3) Esta evaluación produce una conducta. Reconoce básicamente dos
comportamientos: atacar y huir. En la reacción predominan pensa-
mientos arcaicos y la perturbación. Es una reacción súbita.
Para Mannoni, una vez evaluado el peligro, se enfrenta o se evade. En
este sentido, señala que el ataque se da bajo dos circunstancias: una de
ellas es la consideración de que se puede destruir la amenaza; la segunda
es la que no ofrece otra salida, por lo que también apunta que el grado de
violencia con la que se reaccione depende del estado de "terror" que se ex-
perimente. Para Mannoni, las diversas personalidades ocupan un lugar
muy importante a la hora de predisponer o no a estados de miedo.
Mannoni divide el miedo en dos grandes grupos: a) miedos naturales
y b) miedos sobrenaturales.
Nos dice que los primeros miedos que experimenta el individuo se
relacionan con el surgimiento de su universo perceptivo; esto se verifica
durante la primera infancia. Según nos explica, el bebé está rodeado de
un umbral protector del entorno, por lo que una vez que éste es superado,
los estímulos llegan a perturbarlo.
Mannoni está de acuerdo en que los miedos que surgen serán diver-
sos y conforme a la edad, y señala que el primer miedo al que se enfrenta
el hombre es a la separación de la madre durante los primeros meses de
edad. Otro de los miedos que se adquieren en los primeros años de vida
—a los dos y medio— es el que se tiene a la oscuridad. Considera que en
estos miedos no existe diferencia entre lo que experimentan los hombres
y las mujeres; además, es en este periodo cuando aparecen una serie de
"prácticas conjuratorias" que proporcionan seguridad, como la presencia
112 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICC
de la madre, chuparse el dedo, agarrarse a objetos o a animales de pelu-
che, etcétera.
Por lo demás, Mannoni señala que el miedo a la oscuridad es una
reminiscencia de los miedos que sentían los primeros hombres al caer la
noche, debido a los peligros que los acechaban.
Con miras a una revisión general, partamos de que una de las prin-
cipales características de los estudios sobre el miedo, es que ha sido
analizado primordialmente desde el aspecto emocional y, por lo tanto,
ha sufrido las mismas variadas transformaciones que el concepto de
emoción. Podemos apuntar, por ejemplo, que uno de los factores que
aparece con mayor frecuencia, cuando se revisan las investigaciones
sobre el miedo, es su clasificación como emoción primaria o "básica", por
lo que, según Ekman e Izard, estaría presente en todos los grupos hu-
manos junto con la alegría, la tristeza, el disgusto, la sorpresa y la ira.
Estos autores señalan que estas emociones son reconocidas y estimu-
ladas de manera similar en todas las culturas.16 Sin embargo, indican
asimismo que estas clasificaciones distan mucho de ser consideradas
como absolutas, pues emociones como el miedo, en apariencia presente
y reconocido en todas la culturas, "puede incluir experiencias y con-
ductas muy distintas";17 en realidad, desde esta perspectiva, el hecho
de encontrarse con un animal salvaje en el bosque, según Díaz, puede
estar más relacionado en esencia con la sorpresa que con el miedo.
Los párrafos anteriores subrayan la importancia de observar que el
tema del miedo ha sido desarrollado desde el punto de vista de la emo-
ción y mediante una breve exploración de las diversas concepciones que
se han venido desarrollando en diversas disciplinas científicas; también
sería importante averiguar qué lugar ocupa el miedo en estas aproxima-
ciones a las diferentes emociones humanas.
Los USOS SOCIALES DEL MIEDO
Para Mannoni, uno de los usos sociales del miedo tiene que ver con la
forma en que la magia y la superstición han sido instrumentados para
16 Ekman e Izard, en José Luis Díaz, "La nueva faz de la emoción: aspectos y niveles
de la investigación sentimental II", en Segundo Coloquio Mauricio Swadesh, Vitalidad
e influencia de las lenguas indígenas en Latinoamérica, p. 244.
17 Ibid., p. 245.
APUNTES SOBRE EL MIEDO Y SU USO SOCIAL 113
apropiarse de los fenómenos que ocurren en el cielo: cometas, eclipses
y demás. En este sentido, explica que tanto las autoridades religiosas
como los brujos han interpretado los fenómenos astrales como signos de
la furia divina. Para ejemplificar lo anterior, Mannoni alude al hecho
de que en la cultura occidental, los Juicios Finales —leídos en el cielo
y pregonados como señales de la furia de Dios— eran utilizados por las
clases dominantes para ejercer, mediante el terror a "el fin del mundo",
un adecuado control de ciertos comportamientos sociales.
Otras amenazas que infunden miedo, según Mannoni, son las que se
derivan de una catástrofe natural o de un acontecimiento histórico-polí-
tico: guerras, epidemias, hambruna, etcétera También señala que debi-
do a ciertos aspectos socioeconómicos, se crean grupos sociales a los que
se teme: bandidos, criminales y vagabundos.
Otro de los miedos presentes es el que se tiene a las enfermedades
mentales y a la locura, miedo que se manifestó primeramente a finales de
la Edad Media. Tal miedo se genera por su hasta la fecha naturaleza mis-
teriosa, lo que lo coloca como una amenaza que viene de nuestro interior.
Por otro lado, Mannoni nos habla de que por el cuerpo social transi-
tan de manera afectiva toda clase de hechos y noticias, de modo que lo
que no transita por este cuerpo social —tanto por el psiquismo indivi-
dual como por el colectivo— no se vuelve significativo y, por lo mismo, ha
de caer en el olvido. Este tipo de hechos que atraviesan el cuerpo social,
al atribuírseles sentido, revisten para el grupo la importancia de ser la
pauta de la vida social; y añade que un grupo sólo existe a condición de
que posea vida de grupo, es decir, que los individuos que lo componen
tengan experiencias colectivas y que todos (o en su mayoría) sean tocados
por la misma emoción en el mismo momento [...] si nada de esto ocurre,
la emoción se reduce a un conglomerado.18
Para Mannoni, los miedos colectivos se encuentran presentes en to-
dos los tiempos y culturas de la humanidad, y pertenecen lo mismo al do-
minio de lo sagrado que al de lo profano. En este sentido, si este principio
es cierto, el miedo colectivo se modificaría de acuerdo con las distintas
nociones que se tengan de la sacralidad. Los distintos tipos de miedo
serían los siguientes:
Miedos sagrados. El conocimiento de lo sagrado nace de una "realidad
que no pertenece a este mundo". En esta experiencia entran elementos
irracionales que conmocionan al hombre como algo que lo trasciende, lo
18 Ibid., p. 113.
 114 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
que deviene en terror místico. "Lo divino es para el alma el objeto de terror
bajo la forma de lo demoníaco, pero al mismo tiempo encanta y atrae."19
Miedos profanos. Los miedos profanos se dan en la vida colectiva fun-
damentalmente como sucesos históricos. Mannoni divide estos miedos
en perpetuos y temporales.
Por otra parte, según Mannoni, la difusión del terror en la colectividad
se daría a causa de tres fenómenos: los rumores, los contagios y la psicosis.
Rumores. Los rumores transmiten un miedo vago y profundo, y para
ello requieren dos condiciones: 1) que los acontecimientos sean importan-
tes, y 2) que se obtenga de ellos información escasa y ambigua.
Contagios (o epidemias de miedo). Este tipo de miedo se da por una
especie de contagio, de crisis ante determinadas situaciones o sucesos.
Mannoni expone el viejo ejemplo de la señora que grita y vocifera ante
un ratón y otras mujeres responden reaccionando de la misma manera.
Psicosis colectivas. El miedo puede vincularse a delirios colectivos en
los que estaría presente lo que llama "el inconsciente colectivo", el cual
se relaciona a su vez con un aspecto patológico que se traduciría en un
miedo desbordado ante diversas cosas (brujas, ovnis, etcétera).
Estas tres categorías funcionan como elementos de cohesión entre los
grupos. "[...] los terrores que llegan a afectar a poblaciones enteras cons-
tituyen una constante, hasta el punto de que es legítimo preguntarse en
qué medida el cuerpo social no extrae de ellos, elementos de cohesión y
de unión sin los cuales no existiría la vida grupal."29
Los cambios derivados de los miedos colectivos, realizan una tarea
muy importante en toda vida social. La forma reiterada en la que se
dan estos cambios, hace pensar a Mannoni en la hipótesis que se centra
en establecer su importancia en la función que tienen dentro del grupo.
Con relación a esto, escribe que "resulta, en efecto, por demás seductor
explicar el retorno esporádico de los terrores colectivos por una especie
de 'necesidad' oculta que experimentarían periódicamente todas las co-
munidades. Como acabamos de señalar, un miedo oculta a otro".21
Para Mannoni, la función que desempeña el miedo en la vida social
se puede observar en tres situaciones:
19 Otto, en P. Mannoni, op. cit., p. 118.
20 Ibid., p. 134.
21 Ibid., p. 36.
APUNTES SOBRE EL MIEDO Y SU USO SOCIAL 115
1) La experiencia compartida de una serie de miedos sociales, permite
al grupo percibir cuáles son sus producciones imaginarias, las cuales
denotarían sus preocupaciones; ello derivaría a su vez en acciones
que lleven a apaciguarlas.
2) Al experimentar un miedo social, el grupo tiene una conciencia de
sí mismo en cuanto tal, lo que lo lleva a establecer lazos entre sus
integrantes.
3) La experiencia de miedos sociales, al igual que ocurre con otro tipo de
actividades colectivas —como fiestas, carnavales, etcétera—, marca
la vida social con lo que Mannoni denomina "ritmos sociales", los que
contribuyen a estrechar la cohesión social.
Visto de esta manera, el miedo resulta ser también un factor impor-
tante para unir a los individuos de un grupo determinado.
EL MIEDO EN LA HISTORIA DE OCCIDENTE
Desde la disciplina de la historia, Dulemau y Duby estudian la presencia
del miedo en la cultura occidental y analizan su manera de permear las
relaciones sociales en su devenir histórico. Dichos autores establecen algu-
nas nociones generales que permiten entender las concepciones del miedo
en Occidente, muchas de ellas heredadas y presentes hasta nuestros días.
Delumeau advierte que en los orígenes de la cosmovisión occiden-
tal, el miedo fue divinizado; los griegos veneraban a Diemos y Phobos
(Temor y Miedo, respectivamente), y los romanos, a sus correspon-
dientes Pallor y Pavor. Con esto se manifestaba un reconocimiento del
miedo que sobrepasaba a los hombres, el cual podía ser aplacado me-
diante ofrendas y reverencias. Pero iniciemos diciendo que el estudio de
Delumeu se centra en dos líneas de investigación: una de ellas es la que
concibe como miedos de la mayoría a los "miedos espontáneos, sentidos
por amplias capas de la población"; la otra gira en torno a los miedos que
propagan e infunden las clases dirigentes, es decir, "los directores de
conciencia de la colectividad".
Cabe señalar que los miedos llamados "espontáneos" o "de la mayo-
ría" se subdividen a su vez en dos grupos: los que se encuentran de mane-
ra permanente, como el "miedo al mar, a las estrellas, a los aparecidos"; y
116 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
los que son de naturaleza cíclica, es decir, los que reaparecen de manera
periódica, como el "miedo a las pestes, a las carestías, a los guerreros".22
El trabajo de Delumeau transcurre en una exhaustiva revisión de am-
bas esferas, en las que se hace evidente que existen miedos compartidos
tanto a sucesos o elementos amenazantes de manera permanente como a
diversos accidentes o eventos históricos que ponen en riesgo a la población.
Por el contrario, en el caso de los miedos que propagan las clases
dirigentes, por cuanto muchos sucesos históricos amenazan sus intere-
ses, el miedo es utilizado a la vez como factor de cohesión y como factor
coercitivo.
Para Delumeau, los mecanismos mediante los cuales los grupos se
protegen de diversos temores, tienen valor de símbolo, por lo que dicha
autor establece que no solamente los individuos se encuentran "embar-
cados en un diálogo permanente con el miedo" sino también los grupos y
las civilizaciones.23 De esta forma, la motivación centrales de Delumeau
para estudiar el miedo en Occidente —ubica su trabajo en el periodo que
va de 1348 a 1800— es conocer los caminos que este estado afectivo ha
tomado en distintas épocas, por lo que se centra en analizar los miedos
particulares que se fueron acumulando en Occidente para generar un
clima de miedo en la temporalidad que investiga.
Una de las principales características que atribuye Delumeau al pa-
pel que ha desempeñado el miedo en la historia occidental, es la asocia-
ción que se hace entre miedo y cobardía, valor y temeridad, e incluso
señala, citando a Delpierre, que "la palabra miedo está cargada de tanta
vergüenza que la ocultamos".24
Estas concepciones sobre el miedo se producen, según Delumeau, por-
que en los siglos xiv al xvi, los elementos burgueses "empiezan a ascender
en la sociedad occidental".25 De este modo la sociedad premiaba a los hom-
bres que hacían a un lado sus miedos y realizaban proezas. El ideal de la
nobleza era entonces el heroísmo, ajeno a toda clase de miedos. Delumeau
señala incluso que en la Erieida, de Virgilio, el miedo es considerado una
prueba de bajo nacimiento. En este sentido, La Bruyere opina en el siglc
xvii que la gente como los campesinos, artesanos y servidores carecían de
22 Idem.
23 J. Delumeau, op. cit., p. 10.
24 Ibid., p. 12.
25 Ibid., p. 13.
APUNTES SOBRE EL MIEDO Y SU USO SOCIAL 117
valentía porque les "está impedido" buscar la "fama".26 En este afán de
apaciguar el miedo, principalmente durante las guerras, surgieron tam-
bién sus elementos depresores, entre los cuales se encontraba el vino.
Delumeau expone que esta división entre un mundo individual y no-
ble asociado con la valentía, contrasta con otro en el que se vincula a la
cobardía con la colectividad. Estas asociaciones, explica Delumeau, son
todavía más acentuadas durante el Renacimiento, cuando los hombres
en el poder infundían miedo al pueblo. De estas ideas se desprende la
siguiente cita de Tomás Moro: "La pobreza del pueblo es la defensa de la
monarquía [...] La indigencia y la miseria privan de todo valor, embru-
tecen las almas, las acomidan al sufrimiento y a la esclavitud y las opri-
men hasta el punto de privarlas de toda energía para sacudir el yugo."27
Delumeau se pregunta si la manera de concebir la experiencia del
miedo que tenían los caballeros de la antigüedad, no hacía que ésta se
ignorara y, por lo tanto, se fuera menos frágil a ella, a diferencia de
los soldados actuales que combaten en la guerra. Podemos ilustrar su
reflexión recordando que durante la llamada Guerra del Golfo, varios
pilotos norteamericanos de aeronaves de guerra murieron en combate...,
aparentemente a causa de paros cardiacos ocasionados por el miedo, aun-
que después los reportes médicos explicaron que se debieron al "estrés".
Para Delumeau, uno de los principales factores que dificultan el estu-
dio del miedo es su extrapolación de lo individual a lo colectivo; es decir: los
mismos estados de miedo que sienten los individuos son atribuidos a las co-
lectividades. Por ello se pregunta si debemos equiparar la experiencia que
siente un individuo cuando tiene miedo con la que experimenta todo un
grupo. En realidad —nos dice—, cuando utilizamos la palabra miedo para
describir lo que le ocurre a una colectividad, la experiencia a que aludimos
debe tomarse en "un sentido menos riguroso y más amplio que en las ex-
periencias individuales"; cuando decimos que una colectividad tiene miedo,
debe entenderse que se hace referencia a una gran variedad de emociones,
que pueden ir desde el temor hasta la mera aprehensión.
El miedo, en este caso, es el hábito —que un grupo humano se for-
ma— de temer a tal o cual amenaza (real o imaginaria). Entonces se
puede plantear legítimamente la cuestión de si ciertas civilizaciones
han sido —o son— más temerosas que otras; o bien formular esta otra
interrogación: "¿No ha sido asaltada en cierto estadio de su desarrollo,
26 Ibid., p. 14.
27 Ibid., p. 15.
118 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXIC
nuestra civilización europea por una peligrosa conjunción de miedo:
frente a los cuales se ha visto obligada a reaccionar? Y esa conjunciór
de miedos ¿no pueden denominarse globalmente el Miedo?"28
Por otro lado, con base en una serie de entrevistas al historiado]
Duby publicadas en 1994, se han recopilado sus reflexiones sobre los
miedos experimentados por los hombres en Occidente en los albores de
primero y del segundo milenios. Los apuntes de Duby se dirigen a ana
lizar las diferencias y similitudes entre los miedos de las personas qu(
vivieron hace mil años y los que experimentan las de la actualidad, el
los albores del nuevo milenio. Así, expone que la manera en que los indi
viduos atenúan los diversos miedos con los que se enfrentan, se encuen
tra relacionada con su cosmovisión; la significación de ciertos objetos
comportamientos, nos dice, posibilitaba sobrellevarlos. Así, por ejemplo
el hombre del año 1000 era gregario y la solidaridad se presentaba como
un acto obligado. Las difíciles condiciones en las que vivía la mayor parto
de la población europea propiciaban que se agrupara. En este contexto
el miedo al hambre se puede observar en cierta sacralización del pan
—"Danos el pan de cada día"—. Este miedo fue ocasionado por las fuer
tes hambrunas que se presentaron al iniciarse el primer milenio.
La migración del campo a las ciudades en el siglo xii, dio como resul
tado que se tuvieran que construir casas de asistencia, lo que socavó lo,
principios de solidaridad. La miseria acentuada en las ciudades, señal:
Duby, dio origen a una nueva manera de entender la religión. Y la migra
ción del campo a las ciudades ocurrida en el siglo xiv, propició un nueve
miedo: el que despertaban los pobres en los ricos.
Con respecto al miedo al otro, Duby expone que cuando devinieron
las invasiones sufridas por los europeos, se produjeron miedos a los ex
tranjeros, a los otros, incluso cuando éstos ya no significaban un peligro
inminente. "Ya no existe el peligro, pero se mantiene viva la memoria y,
por lo tanto, la inquietud."29 Bajo esta premisa, para la Europa cristiana
había que convertir al otro, o había que someterlo.
Duby reflexiona también sobre el miedo a las epidemias; explica que
una de las más duras fue la peste negra, que entre 1347 y 1353 acabó
con una tercera parte de la población europea y simbolizó el surgimien
to de un miedo atroz a estas nuevas enfermedades, miedo representado
claramente en el arte pictórico. Esta epidemia fue interpretada como un 111
28 Ibid., p. 30.
29 Georges Duby, Año 1000, año 2000. La huella de nuestros miedos, p. 52.
APUNTES SOBRE EL MIEDO Y SU USO SOCIAL 119
castigo divino al pecado, por lo que las imágenes de demonios aplicando
torturas a los hombres pecadores prevalecieron en las pinturas de la épo-
ca. El miedo al sida en nuestra época, opina Duby, no se sustrae mucho
en el fondo a este tipo de interpretaciones.
Duby explica que el miedo a la violencia en el año 1000, era muy
relativa; a pesar de que la sociedad de entonces era demasiado "bár-
bara", sí temía a la violencia física cuando los guerreros asaltaban y
amedrentaban a los poblados. Los caballeros, seres altamente violentos,
sólo pudieron ser parcialmente controlados a través de la Iglesia; por
cuanto podían ser útiles para la guerra, eran utilizados en los combates
entre los reinos. No obstante, estos combates solían ser mucho menos
sangrientos que los de Verdún o Stalingrado en nuestra época.
Duby expone que el hombre del año 1000, más que tener miedo a la
muerte, lo aterraba el Juicio Final o Día del Juicio; la muerte en sí mis-
ma no era temida, pues prevalecía la idea de que en el más allá existía
otro estado de vida, por lo que había que cuidar los comportamientos
terrenales. Esto se puede observar, señala Duby, en que la persona que
agonizaba era rodeada por sus seres cercanos. El cuerpo del difunto era
objeto de ceremonias, entre las que estaba compartir un banquete en su
presencia. Con este tipo de acciones, se ponía de manifiesto la solidari-
dad entre el mundo de los vivos con el de los muertos.
En este sentido, la diferencia entre nuestra época y la del año 1000,
radica en las creencias;30 Duby resalta en la segunda dos factores: la idea
de la existencia de un más allá, y el sentimiento de seguridad que pro-
porciona la vida en sociedad. En nuestro tiempo, la falta de una creencia
en el más allá, ha originado el crecimiento de otro tipo de búsquedas
que expliquen las eternas preguntas sobre nuestro destino después de la
muerte, por lo que el miedo a lo invisible, entendido como lo intangible,
"continúa profundamente arraigado en nuestras entrañas".31
Mestre, retomando los estudios de Delumeau y Duby, profundiza en
los diversos tipos de miedo por los que ha pasado una mujer de 68 años,
y en cómo estos denotan los aspectos histórico-sociales del grupo en el
que vive. Los análisis que Mestre realiza en profundidad a través de
una entrevista, se basan tanto en los miedos experimentados de manera
3° Desde esta perspectiva, las creencias se acercan a la concepción que de ellas se tiene
en la antropología, donde se utilizan para definir una serie de ideas que determinaban
comportamientos, los que a su vez construían la manera de experimentar el miedo.
31 G. Duby, op. cit., p. 80.
120 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICC
individual como en los sociales. Así, desde lo que Mestre denomina "ex-
periencia individual", aparecieron el miedo a la muerte, a la pérdida y
a lo desconocido. En cuanto a los miedos sociales, salieron a relucir tres
tipos: al aislamiento social, al fracaso y a la soledad.32
Es importante observar cómo los aspectos del miedo que experimentan
los individuos pueden proyectarse en la colectividad. Los miedos colectivos,
desde este enfoque, son una serie de experiencias que se encuentran clara-
mente identificadas por los actores sociales que las viven. El miedo colecti-
vo es una suma de experiencias individuales que habrá de manifestarse en
orientaciones que, en cierta medida, la sociedad occidental ha construido.
Por otro lado, encontramos que el miedo en Occidente ha sido profun-
damente influido no sólo por la Iglesia católica, sino por otras que también
predican la idea de una culpabilidad del hombre derivada del pecado ori-
ginal. Como sabemos, las ideas que se desprenden de este tipo de nocio-
nes, como la del "Juicio Final", todavía encuentran eco en la actualidad.
Por último, es importante señalar que en Occidente se ha desarrolla-
do una postura en la que el miedo es ocultado y despreciado, a tal punta
que su experiencia avergüenza, máxime cuando se pertenece a un deter-
minado género o cuando se ejerce un rol específico. El valor individua]
priva sobre el miedo que se proyecta en lo colectivo.
EL MIEDO COMO SOMETIMIENTO
Como ya lo hemos observado, la experiencia del miedo entraña conno-
taciones sociales desde diversas perspectivas; una que parece necesaric
abordar es la que se refiere al uso que se hace de dicha experiencia para
manipular y someter a otros.
Entre las investigaciones que se han realizado a este respecto, SE
encuentra la que Garretón ha hecho sobre lo que llama miedos políti•
camente determinados y que se refieren a las "formas de mediación c
articulación entre el Estado y la sociedad civil".33 Su investigación SE
centra en analizar la forma en que operaron las dictaduras militares quE
emergieron en los áños sesenta en el Cono Sur. Sin embargo, su análisi:
32 Marilza Mestre, "Medo e memoria: Emocáo e sociabilidade do final do século
(1950-2000)", en Revista InterApa- o, pp. 75-96.
33 Manuel Antonio Garretón, Panorama del miedo en los regímenes militares, ur
esquema general, p. 3.
APUNTES SOBRE EL MIEDO Y SU USO SOCIAL 121
puede aplicarse al contexto mexicano, donde el Estado libra hoy en día
una "guerra" contra el narcotráfico.
Para Garretón, los regímenes políticos se caracterizan tanto por ge-
nerar como por combatir el miedo, por lo que pueden clasificarse según
los miedos que combaten o los que generan. Los gobiernos democráticos,
aunque no ponen fin a los miedos que se presentan en la sociedad, sí
establecen mecanismos para controlarlos o disiparlos. A la inversa, exis-
ten otros regímenes que se caracterizan por lo que Garretón llama "una
regresión histórica", en la que se hace predominar "el miedo existencial,
el miedo a la muerte".34 Al atentar contra el derecho histórico-cultural a
la vida, estos regímenes se insertan en el tema de los derechos humanos.
En la relación social asimétrica que se establece en las dictaduras
militares, se encuentra el miedo de los vencidos y el miedo de los vence-
dores. El primero se da por la derrota y por una percepción del poder en
que se combinan varios factores, entre ellos el haber sufrido la represión
en carne propia, y el de hallarse ante una amenaza permanente e incluso
cada vez más represiva. Por el contrario, el miedo de los vencedores se
produce ante la percepción de que las circunstancias puedan virar en
sentido contrario, por lo que está latente la revancha de los vencidos.
Ambos tipos de miedo se presentan a lo largo del desarrollo y consoli-
dación de los regímenes militares, a los que vale la pena observar con
miras a poder establecer la forma en la que el miedo se inserta en la vida
de las sociedades en estas circunstancias.
Garretón nos dice que los regímenes militares suramericanos adop-
taron formas institucionales que se ligaban a un proceso de crisis y re-
composición del capitalismo, y se caracterizaban por una homogeneidad
ideológica de las fuerzas armadas. Así, los regímenes militares presen-
tan una doble dimensión; por una parte, son por completo reacios a las
organizaciones y a las movilizaciones populares, a las que aplican como
lógica reactiva la represión, en la que articulan aparatos, recursos y mé-
todos a fin de inmovilizar a la población; por otra, se encuentra en ellos
una lógica fundacional o transformadora, en la que el aparato militar
congrega sectores civiles (burguesía, tecnocracia, intelectualidad), mu-
chas veces en un intento de recomposición capitalista.
En una primera etapa, que Garretón distingue como de instalación y
desarrollo de los regímenes militares, el régimen recién instaurado tiene
entre sus objetivos principales terminar con el enemigo y sus cómplices,
34 Idem.
122 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO.Y VIOLENCIA EN MÉXICO
por los cuales fue necesaria la intervención militar o el golpe de Estado;
para ello aplica todo tipo de represión. En esta etapa, el miedo se apodera
de la sociedad entera; el miedo que generan los vencedores en la sociedad
radica, por un lado, en subrayar la importancia de su intervención demos-
trando lo cerca que se estuvo del caos; por otro, se llama a la población
a colaborar en la eliminación del enemigo aún existente, pero escondido,
que lucha por hacer volver el caos. Sobre este contexto, Garretón indica:
"El miedo de los vencidos es un miedo primario, existencial, es el terror
a la muerte y a la pérdida de la integridad física, a la desaparición, a la
tortura, a la separación de todo un tejido de significaciones intelectuales
y afectivas, al destierro, a un mundo de oscuridad."35
Dentro de esta clase de miedo, se encuentran los dos tipos distin-
guidos por Garretón anteriormente: el miedo por certeza y el miedo por
incertidumbre.
En estas circunstancias, en las que el Estado se presenta ante un
enemigo público que se percibe como subterráneo y clandestino, se lucha
contra el miedo de manera individual y atomizada, por lo que se busca
refugio en núcleos íntimos y primarios.
En un segundo momento, que Garretón define como transformador
o fundacional, se implanta un capitalismo autoritario en el que se des-
mantelan las instituciones y los logros realizados en el pasado por otros
sectores de la sociedad, y se consolida un bloque civil-militar hegemóni-
co que habrá de dictar el destino del Estado. El miedo de los vencidos es
aquí, por una parte, la "prolongación de lo vivido en la primera fase" por
cuanto la represión continúa; por otra, surge un nuevo miedo a causa de
la incertidumbre sobre la transformación y el futuro de la sociedad. Este
miedo, al que Garretón compara con el que se tiene a la oscuridad, es
también el miedo que causa la impotencia. En contraparte, el miedo de
los vencedores se esconde bajo un optimismo eufórico y desbordado ante
• —lo mismo miedo por certeza que miedo por incertidumbre— en la socie-
un futuro promisorio, lo que da como resultado una sociedad "esquizo-
frénica".
En la siguiente etapa se produce una "crisis recurrente" —ya sea
porque el régimen militar no pudo instaurar su proyecto o porque éste
se agota— que da como resultado la descomposición, fragmentación y
descomposición del bloque hegemónico, lo que deriva en lo que Garretón
llama la "resurrección de la vida civil", por lo que de nuevo se verifican
represiones dirigidas a ella. La oposición se dedica entonces a aglutinar
35 Ibid., p. 13.
APUNTES SOBRE EL MIEDO Y SU USO SOCIAL 123
y a transformar el descontento social en una participación política orga-
nizada. Las obligadas aperturas por parte del régimen para paliar esta
situación, alivian en parte el miedo de los vencidos, miedo individual
que se convierte en acción colectiva. En síntesis, la esperanza de que
algo pueda cambiar, alivia la sensación de miedo constante; pero es una
sensación efímera, pues el miedo a que vuelva el pasado y a que la fuerza
represora pueda regresar en cualquier momento, se encuentra latente.
Los vencedores anuncian y advierten sobre la vuelta al caos, por lo que
generan a su vez miedo a la incertidumbre.
En la etapa que Garretón llama "terminal", se presenta, como prin-
cipal característica, el régimen de reemplazo, en el que se verifican toda
clase de negociaciones entre el régimen en el poder y su sucesor; en ellas
se garantiza a las cúpulas militares que conservarán sus privilegios e
impunidad institucional. Garretón señala que el miedo en esta fase es el
miedo a los vencedores que serán los vencidos. Es lo que llama "miedo a
la vuelta de la tortilla", el cual lleva tanto a dar los últimos coletazos de
poder como a la negociación. Esta fase se caracteriza por el exorcismo del
espíritu maligno, es decir, por el desvanecimiento de los factores del mie-
do; sin embargo, existen quienes no pueden entrar en esta etapa, pues
en ellos quedan las huellas indelebles de la represión, lo que se proyecta
tanto en su vida cotidiana como en la forma de adaptarse nuevamente a
la sociedad, lo que, en palabras de Garretón, "es un punto de interroga-
ción abierto a futuras investigaciones".36
Desde esta perspectiva, los regímenes militares se caracterizan por
ser "sistemas institucionalizados de producción y difusión de miedo".
Cuentan con aparatos represivos y de propaganda que infunden miedo
dad de manera sistemática.
Garretón concluye su estudio con una reflexión sobre las secuelas que
habrá de dejar esta experiencia de miedo como herencia: "Estamos aquí
frente a una incógnita. No sabemos cuántos de los miedos creados por los
regímenes militares han quedado y quedarán en los individuos y en las
memorias colectivas."
En este caso, los Estados-nación se valen de las fuerzas policiacas y
militares para reprimir el descontento social relacionado directamente
con una ideología. Muchos gobiernos latinoamericanos —no siempre en
manos de militares— crearon mecanismos destinados a generar mie-
36 Ibid., pp. 22-25.
124 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXIC(
do en la sociedad, principalmente en ciertos sectores "críticos" de ella
—como sindicatos y estudiantes— que suelen ser simpatizantes o po-
tenciales seguidores de los grupos "subversivos". A partir de la imple-
mentación de estas acciones represivas —coercitivas y violentas— la
experiencia del miedo es utilizada en diversas formas.
Ahora bien, es necesario observar que los peligros, reales o imagina-
rios, de que el Estado se sirve para infundir miedo en la población, son a
menudo su argumento principal para legitimarse en el poder ante la socie-
dad civil; un ejemplo clásico de estas amenazas es "el comunismo"; hoy en
día, el terrorismo y sobre todo el narcotráfico son amenazas palpitantes.
LA GUERRA Y LA VIOLENCIA COMO GENERADORAS DE MIEDO
Podemos decir que toda transición histórica en sí misma conlleva sus
incertidumbres, las cuales pueden devenir en miedos; sin embargo, por
sus características, es en las guerras donde la población se ve expuesta a
expresiones de violencia directa, por lo que son generadoras de diversos
tipos de miedo.
Es evidente que la guerra, en su acepción más simple, significa un
comportamiento violento hacia otros de nuestra misma especie. No me
detendré aquí a hacer una exploración de la violencia en el hombre,
pero retomaré la idea central de los estudios de Genovés, que explican
la acción bélica como resultado de elementos culturales concretos que
no responden estrictamente a lo que se considera "innato".37
En el actual contexto mundial, la guerra se sigue presentando como
un hecho socio-histórico en el que ya no es posible prever las transforma-
ciones sociales y culturales que habrán de producirse en los pueblos que
la padecen. Si vivir una guerra implica un abrupto proceso de adaptación
constante, subsistir en un contexto de posguerra establece un sinnúmero
de procesos por los que las personas que la han vivido deben pasar antes de
alcanzar un nuevo patrón que recomponga el tejido social.
La guerra ha sido retomada también como un concepto que establece
equivalentes girando su sentido, es utilizada también como una metáfo-
ra en la que se subyace de fondo un sacrificio. La guerra implica enemi-
gos y la defensa de una causa, la cual exige la aplicación de los elementos
necesarios para obtener a toda costa la victoria. Sin embargo, en cuanto
37 Véase Santiago Genovés, Expedición a la violencia.
APUNTES SOBRE EL MIEDO Y SU USO SOCIAL 125
producto cultural, la guerra tiene diversos significados —los propios de
los grupos que la ejerzan o la padezcan; por ejemplo, entre los mayas
la guerra se encontraba normada y ritualizada. Al morir, los guerreros
adquirían la categoría de seres divinos protectores del pueblo. Pero en
Occidente la guerra exige, como lo señala Susan Sontag, entrar en una
lógica diferente:
Hacer la guerra es una de las pocas empresas ante las que no se pide a la
gente que sea "realista"; es decir, que tenga presentes el costo y los resulta-
dos prácticos. En una guerra abierta el gasto lo es todo, no exige prudencia;
la guerra es, por definición, una emergencia para la que ningún sacrificio
es excesivo.38
Este uso metafórico de la guerra implica también el impulso de crear la
imagen negativa del enemigo, es decir, adjudica la categoría de ser indesea-
ble a aquel que está al otro lado de la trinchera. "La metáfora militar sirve
para describir una enfermedad particularmente temida como se teme al
extranjero, al 'otro', al igual que el enemigo en la guerra moderna."39
Cuando se habla de conflictos armados, se suelen enumerar los acci-
dentes históricos y los componentes sociales humanos que los desatan, y
también sus consecuencias. La especie humana es producto igualmente
de su historia, de los acontecimientos sociales que desencadena en su en-
torno. La guerra es entonces un producto cultural, un accidente social y
un acontecimiento en el tiempo que genera un cambio en la vida cotidia-
na de las personas que la padecen. Pero este accidente en las sociedades
y los grupos, se traduce en una modificación de la vida de los individuos,
fundamentalmente porque en dicho accidente entran en juego los muchos
factores que constituyen la cosmovisión compartida, como por ejemplo las
concepciones sobre la vida y la muerte.
En este sentido, las guerras irrumpen en el devenir de lo cotidiano y
permean todas las actividades y relaciones del grupo que las enfrenta.
Así pues, el miedo experimentado en los periodos de guerra y violen-
cia es compartido y simbolizado por los individuos en múltiples formas.
La cercanía de la violencia establece nuevas pautas en las que el miedo
se explica y se alivia. Al sentirse en medio de un conflicto, la población
tiende necesariamente a establecer lazos sociales para reconstruir los ro-
38 Susan Sontag, La enfermedad y sus metáforas, p. 100.
39 p. 98.
Ibid.,
126 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXIC
les y símbolos protectores. Este tipo de prácticas supone la construcciór
de la memoria histórica de las poblaciones, memoria de la que el miedo
es un elemento fundamental. En este sentido, miedo y violencia no so
lamente deben ser entendidos como procesos sociales coyunturales, sin(
también desde una visión temporal más amplia que considere su impacto
en el desarrollo social e histórico de las sociedades.
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ENTRE EL MIEDO Y LA ESPERANZA
ANÁLISIS Y PERSPECTIVAS DE LOS DERECHOS HUMANOS
Y LA VIOLENCIA EN EL MÉXICO ACTUAL
Rafael Reygadas Robles Gil*
Reconocer que la historia es tiempo de posibilidad y
no de determinismo, que el futuro, permítanme rei-
terar, es problemático y no inexorable.
Paulo Freire**
EN EL CAMINO...
El nombre del problema que nos convoca, "Entre el miedo y la esperanza",
tiene la virtud de reunir dos constelaciones de significaciones imaginarias
sociales1 que comprenden, por un lado, realidades materiales y políticas
evidentes, y por otro, sentimientos, afectos y deseos que fundamentan y
dan contexto al discurso y a las prácticas cotidianas de la ciudadanía,
pues refieren a problemáticas cruciales de la sociedad mexicana actual.
Colocar ambos aspectos en relación de igualdad, es en sí mismo un posicio-
namiento inicial que ubica al público y al lector en un dilema que reconoce
* Profesor investigador de la Unidad Xochimilco de la UAM, e integrante de la coordi-
nación de la Alianza Democrática de Organizaciones Civiles.
** Paulo Freire, Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica edu-
cativa, p. 21.
1 Por significaciones imaginarias sociales, Cornelius Castoriadis entiende: "Toda
sociedad crea su propio mundo, creando precisamente las significaciones que le son es-
pecíficas, determinado magma de significaciones [...] El papel de las significaciones ima-
ginarias sociales, su 'función' [...] es triple. Son ellas las que estructuran las represen-
taciones del mundo en general, sin las que no puede haber ser humano [...] En segundo
lugar, dichas estructuras designan los fines de la acción, imponen lo que debe o no debe
hacerse [...] En tercer lugar, y éste es sin duda el punto más difícil de discernir, tales es-
tructuras establecen los tipos de afectos característicos de una sociedad." C. Castoriadis,
"La crisis del proceso de identificación", en El ascenso de la insignificancia, pp. 126-127.
128 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉX
la dura realidad que genera miedo,2 pero igualmente establece el espaci
y la ubicación de las coordenadas de las acciones autónomas de las y lo
ciudadanos, que imaginan otro México posible e inventan caminos y vín
culos de esperanza que los llevan a ser protagonistas de esta historia.
En cuanto al tema abordado por este ensayo, me interesa particular-
mente centrarme en dos objetivos:
1) Explorar el hecho de que la política actual está ocultando la imposi-
ción de un proyecto cada vez más elitista que privilegia a los grandes
empresarios y políticos y excluye del bienestar y de un futuro promi-
sorio a la gran mayoría de la población, mediante método de infundir
en la ciudadanía un miedo creciente, siguiendo al pie de la letra la
interesada estrategia estadounidense de combate al narcotráfico.
2) Quiero poner el acento en dos palabras del título del presente ensayo:
la esperanza, y las perspectivas de los sujetos de los derechos huma-
nos en el México actual.
LA POLÍTICA DE INFUNDIR MIEDO OCULTA PRIVILEGIOS ECONÓMICOS
Y LA DESIGUALDAD Y EXCLUSIÓN CRECIENTES
Ciertamente, el gobierno mexicano de la alternancia (2000-2012) ha fra-
casado, particularmente en ofrecer seguridad a la ciudadanía, pues no
ha hecho sino incrementado el miedo; pero su fracaso es todavía más
estrepitoso por lo que toca a su promesa de ser el gobierno del empleo,
pues lo ha sido del desempleo, del despido masivo de trabajadores y de la
total ausencia de combate a las causas de la pobreza.3 El campo perdió
la tercera parte de su participación en el presupuesto federal durante el
gobierno de Calderón.4 Hoy la mayor parte de las y los mexicanos somos
más pobres que hace 30 años, lo cual es resultado de la política económi-
ca neoliberal y del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que
como dijo en 1994 Pedro Aspe, secretario de Hacienda, en un histórico
2 Rafael Reygadas, "Genealogía del terror, el miedo y la resistencia ciudadana", en
El Cotidiano, pp. 15-24.
3 R. Reygadas, "Abyección política y resistencia ciudadana", en El Cotidiano, pp. 51-58.
4 El campo pasó de 3.49% del Presupuesto de Egresos de la Federación en 2007, a
sólo 2.48% en 2012. Susana González, "Pierde el campo la tercera parte de su partici-
pación en el presupuesto federal", en La Jornada, p. 20.
ENTRE EL MIEDO Y LA ESPERANZA 129
lapsus, sólo "beneficia al 5 por ciento de los mexicanos". Hoy como enton-
ces volvemos a preguntar: ¿Y el otro 95% de la ciudadanía?
Los gobiernos de las últimas tres décadas han desplegado un conjun-
to de dispositivos macroeconómicos, políticos y sociales que han dejado
un saldo de más de 60 millones de pobres; entre ellos se encuentran
"más de 20 millones de personas que ni siquiera tienen los recursos para
satisfacer las necesidades alimenticias", al tiempo que "los indicadores
oficiales de pobreza multidimensional [indican que] una proporción ma-
yoritaria de la población (8 de cada 10 ciudadanos) vive con sus derechos
sociales insatisfechos".
Vicente Fox y Felipe Calderón gobernaron para ofrecer los grandes
negocios nacionales —como la televisión duopólica y la concentración
de los medios masivos de comunicación; como el agua, la construcción,
el petróleo, la fibra óptica y la industria turística— a sus correligiona-
rios y grupos afines, nacionales y extranjeros, ya enriquecidos en toda
la historia reciente; las dos administraciones incrementaron la pobre-
za de grandes sectores, aumentaron el desempleo y criminalizaron a la
oposición que luchaba por sus derechos, todo ello a través de una políti-
ca concentrada en el combate policiaco-militar al narcotráfico, combate
desprovisto de una estrategia integral, pero que aún sirve de cortina de
humo para disimular una política económica al servicio de muy pocos
(tweetmeme_url = `http://cencos.org/node/27344'; tweetmeme_source =
`@cencos';), y una política presupuestaria que privilegia el gasto militar
y la asignación de funciones policiacas al ejército y a la armada.
Supeditado a las políticas estadounidenses de combate al narcotráfico,
el gobierno de Felipe Calderón adoptó una estrategia de guerra, el Plan
Mérida, aplaudido por Hillary Clinton por incrementar la venta y el uso de
armas de alto poder por parte de policías y ejército; por detener a algunos
capos sin tocar la estructura ni las causas de la violencia social, mientras
dicha "guerra" seguía ocasionando "daños colaterales" a la población civil e
incrementando la violación a derechos humanos por parte de militares que
desempeñaban funciones que no les correspondían. De esta manera crecie-
ron por todo el territorio nacional la zozobra y la inseguridad de amplios
sectores de la ciudadanía. Por todo esto, Felipe Calderón pasará a la histo-
ria como el presidente de los al menos 50 000 muertos durante su gobierno.
El poeta Javier Sicilia, desde un profundo dolor personal y a nombre
del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, señaló claramente y
con elocuencia todo lo anterior frente al Congreso de la Unión, el 17 de
agosto de 2011:
130 ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
ño gisladores, mirémonos de nuevo a los ojos, abramos
Ieu „raoss ye osreN
al;ooNrnOeesss e
para todos los mexicanos, nos la han impuesto nuestros vecinos de Estad(
Unidos, nos la ha impuesto su hipócrita puritanismo prohibicionista, s
adicción masiva al consumo de drogas, su próspera industria armamei
tista y su gusto por la guerra. ¿Hasta cuándo, les preguntamos, señoras
señores legisladores, vamos permitir que nos sigamos matando para ataje
el tráfico de drogas hacia un país que invierte más en su consumo que e
educación superior? ¿Cuántas vidas, irrepetibles, dignas, como toda vi(1
vamos a seguir, criminalmente sacrificando mientras el sistema financie/
de Estados Unidos lava las inmensas fortunas que genera, a vista de todo
en el mercado de las drogas? ¿Cuánta más soberanía estamos dispuestos
ceder a las agencias norteamericanas de seguridad que operan en nuest/
territorio mientras nuestras Fuerzas Armadas, garantes de esa misma 5(
beranía, son envilecidas en tareas policíacas para las que no están prepari
das y que las exponen a la corrupción del crimen organizado y a agresione
a ciudadanos inocentes atrapados en el fuego cruzado de las bandas crim
nales y los destacamentos militares? ¿Cuánto más dolor vamos a acepta
para satisfacer los peores intereses, que son los del dinero y los del poder
¿Qué están esperando para detener una guerra que pretende, entre otra
cosas, erradicar a sangre y fuego el tráfico de marihuana hacia un país qu
ya la expide legalmente con receta •
médica por sus beneficios terapéuticos?
El Poder Ejecutivo no es el único responsable de los graves problemas
ya que en los últimos años también se ha visto cómo el sistema de partido
políticos está fuertemente contaminado por las instituciones autoritarias
el manejo de la política como patrimonio propio reproduce significacione
sociales imaginarias del viejo régimen, pletórico de formas clientelares
corporativas de relación entre gobierno y sociedad; formas de relación qu,
no parten de considerar a los otros como sujetos de derechos, ni a las per
sonas y organizaciones como autónomas y adultas, capaces de emitir si
propia ley, sino como objetos de tutela, a lo sumo como objetos de asisten
cia, nunca de posicionamientos propios, independientes, sino siempre ei
una relación de supéditación o de vasallaje, como ha dicho acertadamentl
Lorenzo Meyer al caracterizar al régimen político mexicano. Es por es(
que no prosperan las añejas iniciativas de participación ciudadana di
recta, sino sólo el maquillaje superficial de reformas políticas destinada)
5 Javier Sicilia, "Palabras de Javier Sicilia en el Congreso de la Unión", p. 6.
ENTRE EL MIEDO Y LA ESPERANZA 131
a seguir repartiendo de manera privilegiada el Presupuesto de Egresos
de la Federación entre una clase política corrompida y cada vez más ale-
jada dé los dolores y sufrimientos de la mayor parte de la gente; a tra-
vés de estos redivivos sistemas de repartimiento, la clase política puede
mantener una clientela cautiva en los estados donde los gobernadores
concentran en sus manos el poder como señores feudales o reyes, casi sin
contrapesos sociales ni políticos.6
¿Cómo fue posible que durante 15 meses, desde el 31 de octubre de
2010 hasta enero de 2012, los partidos políticos violaran su propia ley
electoral y no nombraran a tres consejeros o consejeras generales del
Instituto Federal Electoral? ¿Cómo es posible que la hermana de un alto
directivo de Televisa, vinculada estrechamente al monopolio, pudiera ser
considerada siquiera como candidata para un instituto que por sus orí-
genes históricos en las luchas ciudadanas de los años noventa, tiene que
obrar con autonomía respecto de los poderes de la televisión?
La política económica de Felipe Calderón acentuó la desigualdad social,
polarizó a la sociedad y generó, por así decirlo, un síndrome socioeconómi-
co de exclusión, algunos de cuyos rasgos relevantes fueron los siguientes:
1. Propició una concentración dramática de los medios de comunicación;
sólo dos personas, Emilio Azcárraga Jean y Raúl Salinas Pliego, acapa-
ran 96% de la propiedad y operación televisiva, y únicamente 12 grupos
acaparan 86% de la radio. En ningún lugar del mundo existe este grado
de concentración de la propiedad de los medios de comunicación.
Televisa cuenta con 300 frecuencias radiales, controla emisiones de
radio y monopoliza la televisión satelital a través de Sky; cuenta con dos
hilos de 23 000 kilómetros de fibra óptica y dispone de una "telebancada"
en el Poder Legislativo. Televisa también asumió la tarea de promover
la candidatura de Enrique Peña Nieto a la presidencia de la república, y
ve con agrado el matrimonio del candidato con una persona del consorcio
televisivo.
TV Azteca, además de imponer una visión del país a través de sus
noticieros y programas, posee bancos, participa en la bolsa de valores y
6 R. Reygadas, "La nación en los rostros y en los corazones", en Silvia Radosh Corkidi y
María Eugenia Ruiz Velasco (coords.), Problemas psicosociales de México: elementos para
la reconstrucción de la esperanza en el siglo m. Pensar el futuro de México, pp. 85-110.
132 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
ejerce un poder fáctico que desgasta al Instituto Federal Electoral y de-
fine la agenda política del país.7
De esta manera, el duopolio televisivo impone sus contenidos infor-
mativos, sus entretenimientos y su visión deportiva y cultural a la socie-
dad; recordemos cómo buscó "popularizar" e imponer a su candidato a la
presidencia de la república, difundiendo asiduamente su campaña; ade-
más, mantiene en la invisibilidad a los movimientos sociales que luchan
por sus derechos y otra muchas problemáticas nacionales de injusticias
laborales y ambientales.
2. Por la ausencia de una política de procuración e impartición de jus-
ticia, la política calderonista contribuyó a generar regiones, territorios
y espacios sociales anómicos, controlados por grupos delincuenciales;
este tipo de regiones o espacios existían ya en Durango, en casi todo
Tamaulipas, y entre ellos están La Laguna, Culiacán, Ciudad Juárez
y otros.8 En este sentido, a través de la complicidad de funcionarios
del Instituto Nacional de Migración —perteneciente a la Secretaría de
Gobernación—, se dio la colusión entre autoridades federales y el cri-
men organizado en las rutas de migrantes donde, de común acuerdo,
extorsionan y maltratan a los migrantes que circulan por el país desde
el Río Suchiate al Río Bravo, pasando por Chiapas, Oaxaca, Tabasco,
Veracruz, Puebla, Estado de México, Hidalgo, San Luis Potosí, Tamau-
lipas, Nuevo León y Chihuahua. Como señaló de manera reiterada el
ex ombudsman de la ciudad de México, Emilio Álvarez Icaza, estos de-
litos dejan huella, pues los millones de pesos y dólares enviados por los
familiares de miles de secuestrados, pasan por el sistema financiero y
podrían ser detectados e investigados si hubiera voluntad política para
combatir este "negocio".
1 Por otro lado, la reforma a la Ley Federal del Trabajo propuesta por
7 Este apartado sobre los medios electrónicos hace suya la información presentada
por la licenciada Aleida Calleja, presidenta de la Asociación Mexicana del Derecho a la
Información (Amedi), en su ponencia en el seminario organizado por el Movimiento por
la Soberanía Alimentaria y Energética, los Derechos de los Trabajadores y las Liberta-
des Democráticas, con integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad,
y el cual fue realizado el 2 de agosto de 2011, para preparar la participación de este
último en el Congreso de la Unión a la siguiente semana.
8 En varios de estos lugares desaparecieron o fueron asesinados populares dirigen-
tes de movimientos sociales indígenas o campesinos, en acciones que mostraron la cla-
ra colusión de autoridades estatales o federales en los crímenes: en la ciudad de Chi-
huahua; en Ciudad Juárez; en la sierra de Guerrero; en San Juan Copala, en Oaxaca, y
en Cherán, Michoacán.
ENTRE EL MIEDO Y LA ESPERANZA 133
3. También es necesario recordar que subsiste la falta de transparencia
en el Poder Judicial, que en casi todos sus niveles es una caja negra
que, además de hacer caso omiso de la delincuencia, permite el soborno
y el enriquecimiento a costa de los más pobres, como lo manifestó por
primera vez, de manera brutal, la película Presunto culpable, estrenada
en 2011, la cual hace pública una realidad experimentada u observada
durante años por los mexicanos: el sistema de procuración e impartición
de justicia fabrica delitos y extorsiona a los familiares de los supues-
tos delincuentes. Por otro lado, cuando después de prolongadas luchas
en instancias nacionales e internacionales, se reconoce la injusticia y se
obliga al gobierno a la reparación del daño, éste procede con gran negli-
gencia, escatimando al máximo sus obligaciones jurídicas.9
Hace apenas unos años —el 28 de septiembre de 2011—, la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, que como institución actuó en calidad de
moderno Tribunal de la Santa Inquisición, supeditó su dictaminen sobre
la ley antiaborto de Baja California a la fraseología y las concepciones
vaticanas relativas a proteger la vida desde el momento de la concep-
ción,10 violando de manera flagrante los derechos de las mujeres.
Las iniciativas presidenciales de Ley de Seguridad Nacional y de Re-
forma Laboral, con las que Calderón quiso cerrar sus seis años de gobier-
no, fueron consideradas por las y los defensores de derechos humanos
como un avance hacia un Estado fascista en el que la violación de los
derechos humanos que habían venido realizando las fuerzas armadas
desde el principio del sexenio, quedara en la impunidad.
Javier Lozano, secretario del Trabajo —que orquestó el despido de un día
para otro de 44000 trabajadores de la Compañía Mexicana de Luz y Fuer-
za del Centro, que conservaba los privilegios de Minera México y auspició
la represión en Cananea y al Sindicato Minero—, pretende una ley que
flexibilice el trabajo en tal grado que los trabajadores sean de manera
absoluta una simple mercancía desechable e intercambiable, cuya vida,
condiciones de trabajo y derechos laborales respondan sólo a los intereses
9 Para conocer cómo afecta a las víctimas de delitos fabricados la ausencia de repa-
ración del daño, se puede consultar la tesis de maestría de Adriana Lucina Velázquez
Olvera, Los efectos de la violación a la reparación del daño en materia de derechos
humanos.
1° Javier Flores, "¿Qué ideología respaldan las legislaturas que penalizan el aborto?",
en La Jornada, p. 19.
134 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXI
de los empresarios; es decir: una ley que persigue el regreso al trabajo
esclavo, bajo el pretexto de que habrá más inversión y más empleo para
los jóvenes.
Todo este conjunto de prácticas económicas, políticas, sociales y cul-
turales desplegadas desde_instituciones públicas, es la materia prima de
la ruptura del tejido social, de la exclusión creciente, de la reducción de la
vida pública a la esfera privada, y se constituye como la matriz principal
de la genealogía del miedo y de la falta de participación ciudadana.
A pesar de todo lo anterior, el pueblo mexicano resiste, sueña con
otras posibilidades, se organiza y anuncia otras perspectivas para el
futuro. Con Paulo Freire afirmamos que existe la posibilidad de soñar
con un futuro distinto: "La transformación del mundo implica estable
cer una dialéctica entre la denuncia de la situación deshumanizante y
el anuncio de su superación, que es en el fondo nuestro sueño."11 Y con
Castoriadis consideramos también que
en la historia, desde el origen, constatamos la emergencia de lo nuevo ra -
dical [...], la existencia de un poder de creación, una vis formandi,12 in-
manente tanto a las colectividades humanas como a los seres singulares
[...] una facultad constitutiva de las colectividades humanas, un verdadero
poder de creación,13
por lo que vemos surgir, en medio de esta cruda realidad, caminos d e
transformación de la misma.
DOCUMENTANDO LA ESPERANZA:
MOVIMIENTOS Y LUCHAS CIUDADANAS
De cara a esta treintena de políticas neoliberales que han privilegiado a
unos pocos y excluido a las y los trabajadores y a las grandes mayoría:
la sociedad mexicana resiste, se opone y genera nuevas rutas, nueva
mediaciones organizativas para exigir sus derechos y para inaugura r
nuevas realidades. Veamos algunas de las mediaciones creadas desde 1a
autonomía ciudadana en los últimos años.
11 P. Freire, op. cit., p. 77.
12 Locución latina, "Fuerza para transformar" (traducción mía).
13 C. Castoriadis, Figuras de lo pensable. Las encrucijadas del laberinto VI, pp. 94-95.
o ENTRE EL MIEDO Y LA ESPERANZA 135
Con la propuesta política La Otra Campaña, convocada por el nue-
vo zapatismo, se hicieron públicos movimientos sociales antisistémicos,
caracterizados por apostar a la autonomía y a la propia fuerza de dichos
movimientos para resolver sus demandas sin la intervención del Estado
y sin reconocer al Poder Ejecutivo ni al Legislativo, pero estableciendo
alianzas con los semejantes.
Según Jorge Regalado, las señas de identidad básicas de la vía autó-
noma y comunitaria de los movimientos sociales en México, son:
1) Independencia y autonomía respecto de los partidos políticos y de
otras formas organizativas que no respeten su soberanía.
2) Anticapitalismo y negativa a participar en las luchas por el poder
público.
3) Crítica y negación de todo tipo de vanguardismo político y de cual-
quier usurpación de la representación popular.
4) Definición autónoma e independiente de la dinámica'del movimiento.
5) Rechazo del protagonismo y el activismo que no coadyuven al fortale-
cimiento de las organizaciones y movimientos sociales.
6) Rechazo del uso de la violencia como vía para la transformación
socia1.14
Los movimientos indígenas autonómicos y anticapitalistas —que a
nivel internacional se identifican con el movimiento llamado Vía Campe-
sina, en el que participa el Movimiento Sin Tierra, de Brasil— arraigan
en las culturas indígenas ancestrales; éstas les ofrecen sus condiciones
específicas de producción y reproducción de vida y les permiten situarse
en la crítica al margen del sistema. Ciertamente, sin esas culturas y sus
complejos y sólidos vínculos, que les han permitido resistir 520 años,
se vuelve muy difícil lograr la subsistencia y preservar la vida de otras
culturas subalternas.
En las vías autonomistas se da una discusión sobre las formas de inci-
dir desde los márgenes de la sociedad, y hay una renuncia explícita a las
vías electorales y a los vínculos establecidos entre gobierno y sociedad.
Es por eso que estas vías se hacen posibles para movimientos localizados
en colectivos densos de origen indígena o campesino, en luchas frontales
14 Jorge Regalado, "Los movimientos sociales en México. La vía autonomista y co-
munitaria", en Primer Seminario Regional de la Red Mexicana de Investigadores de
Sociedad Civil (Remisoc), pp. 6-11.
 ENTRE EL MIEDO Y LA ESPERANZA 137
136 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXI

Desde hace algunos años, frente a megaproyectos y violaciones a de-

contra privatizaciones de la tierra, el agua u otros recursos naturales, o
rechos colectivos han nacido diversas organizaciones, como la Coalición
contra confinamientos tóxicos: San Salvador Ateneo, en el Estado de Mé-
xico; La Parota, en Guerrero; El Zapotillo y Arcediano, en Jalisco; Paso de Organizaciones Mexicanas por el Derecho al Agua y el Movimiento
Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos, que arti-
de Reina, en Oaxaca; la Minera San Javier, en el Cerro de San Pedro,
en San Luis Potosí; el basurero tóxico de la trasnacional española Aben- culan a nivel nacional diversos movimientos locales.
Después de una dura batalla ciudadana contra el desafuero de An-
goa-Befesa de Zimapán, Hidalgo; el movimiento de la Unión de Pueblos
drés Manuel López Obrador durante 2005 y 2006, en noviembre de
y Organizaciones del Estado de Guerrero contra los cobros injustos de
este último año surgió una alianza de movimientos sociales antiguos y
tarifas eléctricas; las luchas en contra de mineras canadienses a cielo
nuevos, tales como la Unión Nacional de Trabajadores y otros antiguos
abierto por todo el país; o en las persistentes luchas de las y los trabaja-
sindicatos, casi todas las organizaciones campesinas de viejo y de nue-
dores del Sindicato Mexicano de Electricistas o de las y los trabajadores
vo cuño del país, y organizaciones diversas de la sociedad civil. Esta
de Mexicana de Aviación por recuperar su fuente de trabajo. Muchos de
alianza ha creado el Movimiento Nacional por la Soberanía Alimen-
estos movimientos son calificados de irreverentes y plebeyos por su origen
taria y Energética, los Derechos de los Trabajadores y las Libertades
popular, obrero o campesino, y a menudo son criminalizados y construi-
Democráticas, que articula y conjuga diversos movimientos en torno a
dos imaginaria y simbólicamente como "revoltosos" o "delincuentes" tanto
una propuesta de Reforma Social del Estado Mexicano. Este movimien-
por las autoridades como por los medios masivos de comunicación.
to ha mantenido complejos procesos de alianza social plural y amplia
Desde sus trincheras, los movimientos autonómicos contribuyen a la
durante más de cinco años, buscando no sólo incidir en las políticas
crítica y a la transformación de la sociedad capitalista neoliberal, pero
públicas a través de una agenda nacional consensada con base en la
ciertamente no ofrecen vías de acción política de las que pueda apropiar-
cual luchar, movilizarse local y nacionalmente, sino también dialogar.
se toda la sociedad mexicana, que hoy padece las graves consecuencias
con los poderes Ejecutivo y Legislativo; sin embargo, los resultados han
de 30 años de neoliberalismo, el cual ha incrementado la miseria, la vio-
sido escasos ante un gobierno que escucha poco y modifica menos sus
lencia y la criminalización de las luchas y movimientos sociales.
políticas públicas.
Las condiciones socio-históricas y materiales de una gran parte de la
En este mismo sentido, con discursos y prácticas que alientan la es-
sociedad civil mexicana, sobre todo urbana; de las añejas luchas de ca-
peranza, desde hace cinco años se han formado, en diferentes estados del
rácter sindical, y también de muchas luchas campesinas, han llevado a
país, redes civiles estatales que luchan por la inclusión y la articulación
estos movimientos sociales a transitar hacia una estrategia diferente de
la indígena y que oscila entre un par de posibilidades: la movilización por
sus demandas 'urgentes y estratégicas en alianza con otros movimientos
era bien conocido: la colusión corrupta y de negocios electorales entre la ex lideresa del
que las compartan; el diálogo crítico con los poderes del Estado mexicano, SNTE y Felipe Calderón, colusión que tuvo como resultado que este último llegara la
y la negociación con miras a buscar apropiarse de parte del Estado como presidencia de la república, haiga sido como haiga sido. Elba Esther Gordillo "operó y
bien público. cooperó" con alrededor de 1.2 millones de votos para Calderón provenientes de maestros
Frente a la falta de oficio político y de respuesta a las grandes de- del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y sus familias, pues no hay
otra forma de explicar por qué el candidato del Panal a la presidencia en 2006, Roberto
mandas sociales de soberanía energética y alimentaria, de apoyo a la Campa Cifrián, el político de su partido más conocido después de Gordillo, tuvo .99% de
producción agrícola nacional, al empleo, a la salud y a la seguridad ciu- votos, equivalentes a 384 315 votos, mientras que los candidatos a senadores y diputados
dadana, durante los años del gobierno ilegítimo, aunque legal, de Felipe del Panal, totalmente desconocidos, tuvieron 4.14 y 4.65%, equivalentes a 1 624 120 y
Calderón,15 se multiplicaron los movimientos sociales en lucha por sus 1 812 530 votos (datos del PREP). A cuenta de los favores electorales, Calderón pagó al Pa-
ñal y a Elba Esther Gordillo con los siguientes puestos de gobierno: la Subsecretaría de
derechos. Educación Básica para su yerno Fernando González Sánchez; la Dirección General del
ISSSTE a Miguel Ángel Yunes Linares; la Lotería Nacional; y la recién creada adminis-
tradora de fondos de retiro de los Trabajadores del Estado: "Pensionissste" (R. Reygadas,
15 Los debates públicos entre Miguel Ángel Yunes y Elba Esther Gordillo, antes in-
"Genealogía del terror, el miedo y la resistencia ciudadana", en El Cotidiano pp. 53-57).
tegrantes de un mismo grupo, hicieron público y manifiesto algo que para muchos ya
138 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉX]
de las organizaciones autónomas de la amplia sociedad civil a través de
las más diversas expresiones organizativas; y se han puesto en ejecución
estrategias de lucha que parten de las urgentes demandas locales y van
sumando esfuerzos para impulsar las prioridades de sus agendas ciuda-
danas. Ello ha ocurrido en Morelos, Hidalgo, Yucatán, Oaxaca, Guerre-
ro, Jalisco, San Luis Potosí, Tlaxcala, Puebla, Zacatecas, Nuevo León,
Coahuila y otros estados.
En 2011, todavía durante el gobierno de Felipe Calderón, de oídos
sordos y de escasas iniciativas de fondo para el bien público, el malestar
creciente de la ciudadanía y la multiplicación de los "daños colaterales"
de la guerra sucia, fueron configurando el clima político y social para el
surgimiento del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.
Este nuevo movimiento, que se gestó en 2011, es sin duda heredero
de los movimientos obreros, estudiantiles, campesinos, urbano-popu-
lares, de comunidades eclesiales de base, ciudadanos, feministas, eco-
logistas, indígenas y zapatistas de las últimas cinco décadas, los cua-
les cambiaron parcialmente las viejas estructuras de corporativismo y
clientelismo que durante 71 años mantuvieron en el poder al partido
de Estado. En el nuevo movimiento convergieron todos los descontentos
y se oyeron las voces y los reclamos provenientes de los más diversos
orígenes, pero cuyo común denominador ha sido y es dar voz a las vícti-
mas y exigir respuestas claras que no enmascaren en diálogos intermi-
nables la falta de voluntad política para cambiar la estrategia de lucha
contra el crimen organizado, a fin de llevarla hacia las causas profun-
das del mismo y no sólo a los combates policiaco-militares al estilo es-
tadounidense que son la manifestación última de un Estado incapaz de
ponerse al servicio de toda la ciudadanía. El movimiento propone una
estrategia integral para abordar la crisis en que la política de Calderón
sumergió a México.
Ante los problemas cruciales de la ciudadanía en los últimos siete
años, nos preguntamos cómo se generan significaciones imaginarias
sociales a partir de las tragedias cotidianas y del cinismo creciente de
gobiernos y partidos para atender el hambre, el desempleo y la inseguri-
dad. Se hace obligatoria la pregunta acerca de si no nos encontramos en
los linderos de un nuevo paradigma para pensar la sociedad mexicana.
El Pacto Nacional por la Paz, firmado por cientos de organizacio-
nes el 10 de junio de 2011 en Ciudad Juárez, Chihuahua, resumió la
rabia y la indignación ciudadana frente a la absoluta insensibilidad
gubernamental:
ENTRE EL MIEDO Y LA ESPERANZA 139
Los parientes y amigos de las víctimas cuya voz silenció la violencia de un
sistema impune y corrupto, han alzado la suya para demandar justicia,
para exigir que se castigue a quienes arrebataron la vida de los suyos, o
para que se presente vivo, como lo estaba antes de desaparecer, el ser que
amaban [...]. A fuerza de ser tantas, y tan vehementes, esas voces, las
voces de las víctimas a través de los suyos, empiezan a confluir, a encon-
trarse, a identiflcarse.16
Y esta voz se manifestó con toda la fuerza que ha nutrido el dolor,
en el paradójico silencio de una marcha a la que convocó el poeta Javier
Sicilia. Y la voz puso en claro, con su elocuente silencio, que las cosas ya
no pueden seguir así; que nuestro México debe refundarse, debe reencon-
trar el piso en el que se asentaba y que ha perdido, hasta tal punto que
hoy somos todos los mexicanos las víctimas de una violencia criminal e
institucional.
Somos un movimiento en proceso por la Paz con Justicia y Dignidad,
y emplazamos y hacemos nuestro llamado ético al Estado y al gobierno.
Nuestro ser y quehacer tienen un sentido cualitativo, por cuanto exigi-
mos refundar nuestro México sobre la base de la transformación y la
seguridad ciudadanas, y desde el enfoque de los derechos humanos.
RASGOS COMUNES DE LA ESPERANZA FRENTE AL MIEDO
La mayor parte de los movimientos sociales de las últimas décadas en
México partieron de un ¡ya basta!, de la necesidad de poner un alto a las
políticas económicas y sociales neoliberales tutelares, empobrecedoras y
excluyentes tras las rupturas de pactos sociales añejos; políticas que con
los regímenes panistas se vieron acompañadas de la entrega indiscrimi-
nada de-recursos naturales —minas, bosques, manglares, playas, agua,
petróleo y otros recursos de la nación, como fibra óptica, presas y empresas
estatales consolidadas— al capital privado nacional y extranjero, en detri-
mento de las y los trabajadores, de los campesinos, de la producción agrí-
cola y de la soberanía alimentaria, así como de las poblaciones originarias.
Para llevar adelante estas políticas, el gobierno de Calderón organizó
un nuevo orden jurídico que además de criminalizar a la oposición, quiso
dar golpes extremos, como la Contrarreforma Laboral del secretario del
16 Pacto Nacional por la Paz, p. 2.
140 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
Trabajo, Lozano Alarcón, o como la Reforma de la Ley de Seguridad Na-
cional, que situaría a México en un régimen fascista "de derecho". Con
este propósito, la guerra de Calderón sirvió de pretexto para mantener
un clima de inseguridad y para acosar las libertades civiles. Pingües
negocios entre empresarios, funcionarios y delincuencia organizada se
descubren detrás de dispositivos de trata de personas y migrantes, en
concesiones sobre el territorio y en permisos de explotación.
Los movimientos sociales recientes surgen de la negación de las con-
diciones de vida y de trabajo a que han reducido a la población el modelo
económico y la política neoliberales, por lo que no es extraño que ese
¡ya basta! surja con miras a la desesperada defensa de la vida y de los
recursos naturales codiciados por los neoliberales gubernamentales y
privados, y que surja desde espacios geográficos recónditos y mal comu-
nicados; intenta poner un alto a las políticas de guerra, de militariza-
ción, de desprecio a la vida, de disponer de la nación para los amigos.
Por eso, estos movimientos nacen radicales, antisistémicos, en contra
del capitalismo y exigiendo la renuncia de funcionarios públicos que han
hecho posible esos negocios privados.
Surgen también de profundos dolores sociales —como el asesinato
de familiares, las amenazas a la propia vida, el desempleo generado por
el mismo gobierno, el respaldo de autoridades al despojo— y de las omi-
siones en la procuración y administración de justicia frente a la delin-
cuencia.
Los movimientos emplean todas las formas de lucha posibles, combi-
nando antiguas y modernas estrategias: denuncias, huelgas de hambre,
marchas y plantones, búsqueda del apoyo de las redes sociales y otras
formas ligadas al Internet, y búsqueda de una comunicación y solidari-
dad a la vez local, nacional e internacional.
En los lugares donde ya existen raíces indígenas y formas colectivas
de propiedad de la tierra y de los recursos naturales, así como formas
socio-religiosas comunitarias, los movimientos surgidos ahí recalcan su
autonomía y desarrollan la capacidad de decidir sobre sus recursos y bi€
nes. Ahí no se quiere saber nada de autoridades ni de partidos político;
Apuestan a su propiá ley, a gobernarse por sí mismos, y no confían r
en el Poder Ejecutivo, ni en el Legislativo ni en el Judicial. Construyen
sus propias instituciones y las hacen respetar. Tienen sueños y utopías Y
profetizan otra sociedad posible.
Pero en otras latitudes geográficas, sociales y políticas, laborales
sindicales y civiles, surge siempre ante los caminos de la imaginación
ENTRE EL MIEDO Y LA ESPERANZA 141
creadora y de la esperanza humana, la consideración de que el gobierno
y los poderes de la Unión son un bien público, por lo cual la ciudadanía
puede participar y decidir; los movimientos sociales se colocan frente a
espacios disputables de poder social, civil y popular, y buscan impulsar
juntos agendas y demandas centrales que, de tener eco en la sociedad,
cambiarían un poco el rumbo del país, como lo manifestó el Movimiento
por la Paz con Justicia y Dignidad cuando regresó al diálogo con el Poder
Legislativo después de que éste faltó a su palabra.
Volvemos, después de una pausa, al diálogo que iniciamos de cara a la
nación el 28 de julio en el Alcázar del Castillo de Chapultepec. La pausa,
como ustedes lo saben, no fue querida, sino impuesta por la manera en que
ustedes —en nombre de sus procedimientos, sin avisar a nadie, contra los
acuerdos que ese mismo 28 de julio establecimos y nuestra perentoria ne-
gativa a la Ley de Seguridad Nacional— aprobaron en lo general la minuta
de esa Ley. Para nosotros y nosotras eso no sólo fue la traición a una pala-
bra empeñada, sino la afirmación, repetida por millones de ciudadanos, de
que el Congreso no es confiable, que su representatividad ciudadana está
vacía de contenido.
Pese a ello, y en atención a las señales de buena voluntad que nos
han dirigido a lo largo de estos días y que nos dicen que la minuta que-
dará en suspenso "para su aprobación o rechazo" —así lo dijo Josefina
Vázquez Mota y así lo entendemos de parte de todos los legisladores—
hemos vuelto con la confianza —una confianza, sin embargo, acotada, por
el descrédito que ustedes y toda la clase política se han labrado a lo largo
del tiempo— de que juntos podremos establecer una ruta para poner lu-
gares, fechas y procedimientos que nos lleven a encarnar lo que juntos
establecimos como agenda en el Alcázar del Castillo de Chapultepec: una
Ley de Víctimas y un fondo de apoyo inmediato para ellas, una Comisión
de la Verdad, auditores especiales, consejeros ciudadanos en el Consejo de
Seguridad, reforma del marco legal que tipifique como delito federal la des-
aparición forzada, la creación de un registro nacional de detenciones y desa-
pariciones, la redacción y aprobación de una exhaustiva y profunda Ley que
persiga el lavado de dinero, la aprobación ya, en período extraordinario, de
una Reforma Política que aliente la democracia participativa y abra cami-
nos para la fiscalización y castigo ciudadano a los funcionarios que traicio-
nen su juramento constitucional, una reforma del Consejo de Seguridad
Nacional que haga posible la participación ciudadana en la toma de deci-
siones, la puesta en marcha de mecanismos del Poder Legislativo para el
rr
142 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉX CO
acompañamiento y seguimiento de los casos presentados por las víctimas
en los estados, la ampliación de recursos destinados a la educación media
superior, a la ciencia y a la cultura, como parte de una política que deberá
ser integral para atender a nuestros jóvenes y a nuestros niños, la aproba-
ción de la Ley 5 de junio que protegerá a los niños que asisten a las guar-
derías públicas de morir", como ya sucedió para nuestra desgracia, en el
fuego de la negligencia, la simulación y la impunidad, una Ley de Medios
que garantice la libre expresión de la gran pluralidad social y política de
México y rompa los monopolios que asfixian nuestra democracia y degra-
dan la cultura, y la urgente atención a las demandas de los pueblos indios,
como las presentadas aquí por nuestros hermanos wirrárikas respecto a
Wiricuta y purépechas de Cherán, mismas que ni siquiera tendríamos que
estar planteando aquí si ustedes, el Poder Legislativo, hubiera honrado
la palabra empeñada por el gobierno y hubiese cumplido los Acuerdos de
San Andrés.17
En otros movimientos sociales surgidos frente a represiones brutal(as
o frente a la incapacidad o complicidad de autoridades y empresas —ejer
píos de ello son Pasta de Conchos, la lucha del pueblo triqui de San Jua n
Copala, las acciones emprendidas tras la liquidación de la Compañía (le
Luz y Fuerza del Centro, o para exigir la soberanía alimentarial8 o a
revisión del capítulo agrícola del Tratado de Libre Comercio; la lucha p(Dr
tierra y libertad del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Sa
Salvador Ateneo, y las luchas emprendidas por Nuestras Hijas de Regrel o
a Casa—, la naturaleza misma de sus demandas busca el respeto a 1(
derechos humanos, un ejercicio imparcial de la justicia, y una distribi
ción justa del Presupuesto de Egresos de la Federación; y para ello e
despliega la interlocución con el Poder Legislativo, Ejecutivo o Judicial E n
los más altos niveles.
Aun cuando los movimientos sean autónomos en su forma de orgl
nización y en la toma de decisiones, necesariamente tienen que incida r
en políticas públicas donde intervienen los recursos públicos y las ai
17 J. Sicilia, pp. 2-3.
18 Pardo realiza un fino y documentado análisis de las diferentes estrategias
y alianzas para luchar por la soberanía alimentaria de dos grandes movimientos
campesinos contemporáneos: El Campo no Aguanta Más y Sin Maíz no hay País.
Joaliné Pardo, Experiencia e identidad. Trayectorias y configuraciones sociales en la
conformación de dos movimientos sociales por la soberanía,alimentaria en México, tesis
de doctorado, 2011.
ENTRE EL MIEDO Y LA ESPERANZA 143
toridades; tienen que debatirse entre sus demandas principales y la
exigencia a las dependencias gubernamentales de que hagan un uso
equitativo de los recursos públicos o que modifiquen leyes y tratados
internacionales, y necesariamente deben construir mediaciones o viá-
ticos,19 acciones y estrategias en las que se combinen creativamente
los discursos, las emociones y las acciones orientadas a recuperar al
gobierno como espacio público y bien colectivo, a fin de que éste deje de
ser patrimonio exclusivo de gobernantes y políticos. Es la esfera pública
la que está en disputa.
Es por estas razones que el Movimiento por la Paz con Justicia y
Dignidad, en cuanto portavoz de múltiples demandas, tiene que inventar
los caminos para exigir respuestas urgentes a diversas autoridades y
gobiernos. Ciertamente, frente a ello surgen fuertes debates sobre cuáles
pueden ser esos caminos, las mediaciones a través de las cuales caminar
para dar fuerza al movimiento, conservando por un lado la autonomía y
dotándose por otro de capacidades para responder a las demandas, para
apropiarse socialmente de una parte de los bienes públicos.
Así pues, hoy los movimientos sociales en México se encuentran so-
metidos a tensión entre el miedo y las utopías surgidas de la natura-
leza insoportable de las relaciones actuales entre gobierno y sociedad;
se encuentran abocados —pese o debido al profundo dolor social— a la
creación de caminos, viáticos y mediaciones efectivos para avanzar hacia
nuevos horizontes. Las viejas formas de lucha no resultan eficaces con
un gobierno que no tiene voluntad ni manos para modificar un poco los
terribles rumbos autoritarios; sin duda, se radicalizarán las formas pací-
ficas de lucha, y diversas fuerzas se sumarán a los caminos por empren-
19 Con el término "viático" nos referimos a la noción acuñada por Durkheim para
referirse a las formas concretas en que la esperanza se hace presente a lo largo del
tiempo: "Si la exaltación que viene con la esperanza no puede durar, puede sobrevivir
bajo dos formas: en la memoria colectiva asegurándose un eco; en la conciencia colectiva
asegurándose un viático o prevención. La esperanza sólo se vacía si se encuentra sin eco
y sin viático." La memoria colectiva le ofrece este eco en el que "sobrevive bajo forma de
recuerdo"; incluso tendremos que mencionar el caso en que la memoria colectiva no sólo
conmemora sino que también restituye, reconstruye o construye una forma elemental...
la conciencia colectiva es de tal naturaleza que no deja ninguna esperanza sin viático.
"Los ideales pronto se marchitarían si periódicamente no se vivificasen. Para ello
sirven las fiestas [...] [que] se sitúan no sólo en el sistema de ideas sino en un sistema
de fuerzas que activan o reactivan, suscitan o restauran; hacen más que conmemorar,
celebran, y estas celebraciones son un alimento, una plenitud que colma el hueco de una
esperanza que se vacía" (Emile Durkheim, Sociologie et philosophie, pp. 134-135).
144 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉ ENTRE EL MIEDO Y LA ESPERANZA 145

der, con miras a enfrentar coordinada y articuladamente la situación. , "La nación en los rostros y en los corazones", en Silvia Radosh
Ciertamente, la sociedad civil movilizada, con su dolor, sus inmensos Corkidi y María Eugenia Ruiz Velasco (coords.), Problemas psicoso-
agravios y su miedo, pero llena de esperanzas y de nuevos rumbos ima- ciales de México: elementos para la reconstrucción de la esperanza
ginados desde su autonomía, puede inaugurar una nueva etapa de parti- en el siglo xxr. Pensar el futuro de México, Colección conmemorativa
cipación ciudadana que vaya en pos de horizontes de justicia y paz. Sólo de las revoluciones centenarias, uAm-Xochimilco, México, 2010.
así concretará su esperanza de superar el miedo instaurado, hoy en día, Sicilia, Javier, Palabras de Javier Sicilia en el Congreso de la Unión, en
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rW

CHIHUAHUA: GUERRA CONTRA

EL NARCOTRÁFICO Y CALENTAMIENTO SOCIAL

Víctor M. Quintana S.*

INTRODUCCIÓN

Sin duda alguna, el estado de Chihuahua es hasta la fecha uno de los

más afectados por la oleada de violencia que se desató en diciembre de
2006, cuando Felipe Calderón emprendió su "guerra contra el narcotrá-
fico". En esta entidad norteña, que ya en esa fecha presentaba los más
altos índices de homicidios y delincuencia, el Operativo Conjunto Chi-
huahua, iniciado el 26 de marzo de 2008, marca, sin embargo, un antes
y un después en la situación de inseguridad y de violencia. En el presente
trabajo se analizan las principales manifestaciones e impactos de esa
guerra, sus raíces sociales y sus causas más inmediatas.

LAS MANIFESTACIONES DE LA GUERRA:

VIOLENCIA CRIMINAL Y VIOLENCIA DE ESTADO

Lo que se vive en el estado de Chihuahua desde marzo de 2008 no se ha-

bía vivido nunca antes ni en lo cuantitativo ni en lo cualitativo. Veamos
algunos de los principales indicadores de la violencia criminal:
Homicidios dolosos, el delito más sangriento y visible. En 2007 —el
año anterior al inicio del operativo— hubo alrededor de 469 homicidios
en todo el estado, lo que equivale a una tasa de 14.4 por cada 100 000
habitantes. En 2010, el número de asesinatos escaló a 5 212, lo que ele-

* Investigador-docente, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, miembro de la Red

de defensoras y defensores de los derechos humanos.

147
148 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
vó la tasa a 148.91 por cada 100 000 habitantes; es decir a partir de los
operativos, la tasa de homicidios dolosos se multiplicó por diez.' En 2011,
hasta el 29 de septiembre y según el periódico digital La Opción, la cifra
de homicidios dolosos en el estado asciende a 2 459, a 1 502 en Ciudad
Juárez y a 526 en la capital. Durante los tres años de los operativos,
el número de asesinados en toda la entidad superaba ya los once mil
Prácticamente, uno de cada tres homicidios de la guerra calderoniana se
perpetró en Chihuahua.
Juvenicidios. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)
reporta que los homicidios de jóvenes entre 15 y 29 años pasaron a ser
la primera causa de muerte en este grupo de edad entre 2007 y 2009;
a nivel nacional, la cifra se elevó de 2 977 al año a 7 438, lo que indica
un incremento de 147%. En el estado de Chihuahua, en 2007 —el año
anterior al Operativo Conjunto— fueron ultimados 201 jóvenes; en 2009,
1647, lo que indica un aumento de 719%. Esto quiere decir que en Chi-
huahua los jóvenes corren un peligro cinco veces mayor de ser víctimas
de homicidio que el promedio nacional.
Feminicidios. La Fiscalía General y el Instituto Chihuahuense de
la Mujer documentan la cifra de asesinatos de mujeres en todo el es-
tado: durante 2010, los feminicidios ascendieron a 370. Para 2011, la
organización Justicia para Nuestras Hijas manifiesta que, hasta el 24
de septiembre, la cifra de mujeres asesinadas en todo el estado había
ascendido a 282.2
Delitos en general. Según datos de la Fiscalía General, el total de de-
litos cometidos en el estado de Chihuahua, en el año 2007, fue de 34 800;
para 2010, la cifra se elevó a 66125, un 90% más que antes del operativo.3
Secuestros denunciados. La cifra de secuestros denunciados se ha
comportado así: en 2007; se denunciaron 21; en 2008, 42; para 2009 la
cifra se disparó a 190 y luego disminuyó en 2010 a 132.4
Robo de vehículos. En 2007 se reportaron 9 490 robos de vehículos en
todo el estado; tres años después, en 2010, 30 757; esto es: se produjo un
incremento de 224% coincidente con los operativos. Peor aún, cada vez es
mayor la proporción de carjackings (robos de vehículos a mano armada).5
1 Datos de la Fiscalía General del Estado y del INEGI.
2 Ideen.
3 Datos de la Fiscalía General del Estado.
4 Ideen.
5 Ideen.
149
CHIHUAHUA: GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y CALENTAMIENTO SOCIAL
Desapariciones de personas. Desde marzo de 2008 hasta abril de
2011, se contaban alrededor de 200 "desapariciones forzadas", y de enero
a agosto de 2011, se contaban 107.6
Asesinatos de funcionarios municipales. En el curso de estos tres
años fueron asesinados el alcalde, el tesorero y el director de Seguridad
Pública del municipio de Namiquipa; el alcalde y el director del Centro
de Readaptación Social de Guadalupe y Calvo; el presidente municipal
y dos regidoras de Guadalupe, Distrito Bravos, y dos funcionarios del
municipio de Balleza, además de varios comandantes de la policía muni-
cipal, como el de Galeana.
Esto es lo más medible, lo cuantitativo. Pero hay otros datos de los
que casi no se habla: se han agudizado también las incursiones de ban-
das de sicarios contra pueblos inermes, como las colonias Nicolás Bravo y
El Alamillo en el municipio de Madera, o como el pueblo de Jicamórachi,
municipio de Uruachi; como el de Pachera, en Guerrero y otros muchos
más. Hay zonas enteras —no sólo de la sierra, sino también cercanas a
la capital del estado— que están dominadas por bandas criminales, las
cuales controlan a las policías municipales y llevan un registro detallado
de las personas y vehículos que entran y salen de las diferentes locali-
dades. La vida cotidiana de muchas poblaciones, grandes y pequeñas,
ha cambiado drásticamente: en los pueblos pequeños ya no se realizan
reuniones después de que oscurece, pues nadie acude; en el campo se han
reducido los cultivos que requieren pago continuo de mano de obra, por
temor a los asaltos de nómina y a los secuestros, etcétera, etcétera.
Pero no es sólo la violencia criminal lo que sufre Chihuahua; con
ocasión de la "guerra calderoniana", en la entidad se desató la "violencia
de Estado", es decir, las agresiones de diversos cuerpos policiacos y mi-
litares contra la población civil, con lo que sé atropellaron los derechos
humanos de ésta. Al 22 de septiembre se contaban 1 092 denuncias en
toda la entidad por violaciones a las garantías individuales cometidas
por fuerzas militares y policiacas desde que comenzó el Operativo Con-
junto Chihuahua; pero se calcula que esto representaba sólo 10% de los
casos ocurridos? Hay varios casos emblemáticos de este tipo de violen-
cia: el de los jóvenes Carlos y José Luis Guzmán Zúñiga, desaparecidos
por militares en Ciudad Juárez, en noviembre de 2008; el de los primos
6 Datos de Justicia para Nuestras Hijas, consultados en http://www.justiciapara-
nuestrashijas.org/
7 El Diario, Ciudad Juárez, 22 de septiembre de 2011.
 150 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXI( O
Nitza Paola, Rocío Irene y José Ángel Alvarado, desaparecidos también
por efectivos militares el 29 de diciembre de 2009 en el Ejido Benito
Juárez, municipio de Buenaventura; la desaparición forzada de los ocho
varones de la familia Muñoz Veleta, acaecida en la Colonia Anáhuac,
municipio de Cuauhtémoc, el 19 de junio de 2011, y perpetrada al pare-
cer por elementos de las policías municipal y federa1.8
ALGUNOS EFECTOS DE LA SITUACIÓN DE GUERRA Y DE VIOLENCIA
La violencia que se vive en Chihuahua tiene múltiples efectos en mu:
diversos ámbitos de la vida social y personal. Veamos sólo los más sig
nificativos:
Agudización de la violencia social. Si Chihuahua, antes de la "gue-
rra calderoniana", mostraba ya índices preocupantes de violencia social,
éstos se han agudizado: la entidad ocupa el primer lugar en suicidios a
nivel nacional, con 1 562 entre 2005 y 2010.9 Es también el segundo lugar
nacional en accidentes viales, con 1 267 por cada 100 000 habitantes.'
La violencia familiar se disparó también e hizo que la entidad ocupara el
cuarto lugar nacional con 128 casos mensuales denunciados.11 También
ocupó Chihuahua el primer lugar nacional en violaciones denunciadas en
2010, con 26 por cada 100 000 habitantes.12
Altos costos humanos y sociales. En tan sólo tres años se contabar
cuando menos 10 000 huérfanos, 230 000 personas desplazadas de su;
hogares, 116 000 viviendas abandonadas y, sólo en Ciudad Juárez
100 000 derechohabientes dados de baja en las instituciones de seguri
dad socia1.13 Además, amplias áreas de las zonas rurales del estado s(
encontraban en proceso de despoblamiento, la vida social de muchas co
8 Banco de datos del autor.
9 El Heraldo de Chihuahua, 27 de diciembre de 2010.
1° El Heraldo de Chihuahua, 4 de octubre de 2011.
11 El Heraldo de Chihuahua, 20 de septiembre de 2010.
12 Sitio del ICES' consultado el 31 de octubre de 2011, http://www.icesi.org.mx,
estadisticas/estadisticas_oficiales.as
13 Laurencio Barraza (coord.), Diagnóstico sobre la realidad económica, social y cul
tural de los entornos locales para el diseño de estrategias de intervenciones en mate
ria de prevención y erradicación de la violencia en la región Norte: el caso de Ciudaa
Juárez, Chihuahua, consultado en internet el 31 de octubre de 2011 en http://www,
conayim.gob.mx/work/models/coNAvrm/Resource/pdf/JuAREz.pdf.
CHIHUAHUA: GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y CALENTAMIENTO SOCIAL 151
munidades agonizaba, y se imponía un ambiente de terror e incertidum-
bre por doquier.
Estancamiento o retroceso de la economía. El estado de Chihuahua se
ha visto seriamente afectado por el efecto combinado de las- crisis econó-
mica y de inseguridad: el crecimiento promedio de la entidad entre 2005
y 2010, fue de sólo 1.33% anual, contra un crecimiento de 2.03% anual
del producto interno bruto (PIB) nacional.14 El empleo se ha ido derrum-
bando como efecto combinado de las crisis económica y de inseguridad:
en los dos años de la crisis económica y la crisis de inseguridad, el empleo
se comportó como sigue: en 2007 había 684 345 puestos de trabajo en el
estado, y para 2009, 607 746, es decir, casi 77 000 desempleados más.16
Sin embargo, otras fuentes son más drásticas en su apreciación: acaba de
darse a conocer que, según datos de la nueva metodología del Instituto
Mexicano del Seguro Social, Ciudad Juárez perdió 92 474 plazas labora-
les entre octubre de 2007 y mayo de 2009.16 Al mes de agosto de 2011, el
estado de Chihuahua ocupó el cuarto lugar nacional en mayor desempleo,
según las encuestas de ocupación del INEGI, con 7.34% de su población
económicamente activa sin un empleo fijo, porcentaje muy por encima del
promedio nacional, que fue de 5.44%.17 Al caer el empleo, cae el ingreso
de las y los chihuahuenses: al mes de agosto de 2011, el estado de Chi-
huahua quedó fuera de los primeros 10 lugares del ranking nacional de
salarios, y con un ingreso inferior en un 47% al que se paga en el Distri-
to Federal, según cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social
(sTPs). Situado en el décimo segundo lugar, el promedio salarial que se
paga en Chihuahua está muy lejos de los seis primeros lugares y 22 pesos
por debajo del promedio salarial del país, revelan las cifras oficiales. De
acuerdo con cifras oficiales de la STPS federal, el salario promedio que se
pagaba en agosto de 2011 en el estado de Chihuahua, era de 224.39 pesos
al día, mientras que la media nacional era de 247.06 pesos:18
Como resultado de todo lo anterior, Chihuahua se ha empobrecido a
un ritmo más rápido que la mayoría de las entidades de la república; de
14 INEGI, Sistema de Cuentas Nacionales de México, Indicador trimestral de la
actividad económica estatal, primer trimestre 2011, pp. 17 y 25.
15 Centro de Inteligencia Económica y Social, Gobierno del Estado de Chihuahua, con-
sultado el 31 de octubre de 2011: http://www.chihuahua.com.mx/nuevodiseno/wire5.asp
16 El Diario, 6 de octubre de 2011, nota de Martín Coronado.
17 El Diario de Juárez, 23 de septiembre de 2011, nota de Alejandro Salmón Aguilera.
18 Nota aparecida en el portal, www.ahoramismo.com.mx/noticia.aspx?id=24935,
consultada el 31 de octubre de 2011.
152 NONOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO. Y VIOLENCIA EN MÉXICO
acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social, fue
uno de los tres estados donde más creció la pobreza entre 2008 y 2010,
con 255 000 nuevos pobres; también descendió un lugar en cuanto al ni-
vel de atención al rezago social entre 2005 y 2010.19
Los datos más recientes son aún más ilustrativos. De acuerdo con el
Índice de Desarrollo Humano en México, del Programa de Naciones Uni-
das para el Desarrollo, publicado en marzo de 2012, entre los años 2008
y 2010 —los de más violencia en Chihuahua—, la entidad perdió nueve
lugares en el Índice de Desarrollo Humano, al pasar del lugar ocho al 17,
caída no equiparada por ninguna otra entidad; la siguiente más afectada
fue Tamaulipas, que descendió dos lugares."
De los tres componentes que constituyen dicho índice, en el de salud
Chihuahua se mantuvo en lugar entre 2008 y 2010; en el componente
educación descendió del lugar 15 al 16; fue en el componente ingreso don-
de su caída fue más drástica, del lugar ocho al 16, lo que revela el tremen-
do impacto de la inseguridad y la violencia en la economía del Estado.
LAS RAÍCES PROFUNDAS: UNA ECONOMÍA DINÁMICA CON CICLOS
DRÁSTICOS DE ARRANQUE-FRENO-ARRANQUE,
Y LA DESESTRUCTURACIÓN DE LA ECONOMÍA CAMPESINA
Desde fines del siglo xix, el Estado de Chihuahua se caracterizó por ser
uno de los estados con mayores niveles relativos de modernización eco-
nómica en México: una vez terminada la etapa de las guerras contra los
apaches, la entidad vivió una época de acelerado desarrollo capitalista.
Hubo un auge minero, un significativo despegue industrial con fábricas
de hilados y tejidos, jabones, cervezas, industria metalmecánica, entre
otras. Se fundaron importantes bancos, como el Minero, y poco a poco
Chihuahua se fue integrando al mercado internacional.21
19 http://internet.coneval.gob.mx/Informes/Interactivo/interactivo_entidades.swf, con-
sultado el 31 de octubre de 2011.
20 Programa de Naciones Unidas para El Desarrollo: El Índice de Desarrollo
Humano en México: cambios metodológicos e información para las entidades federativas.
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Consultado en internet los días 15-18
de marzo de 2012 en el sitio: http://www.undp.org.mx/mG/pdf/Boletin_mx.pdf
21 A este respecto, véase la ya clásica obra de Francois Xavier Guerra Le Mexique:
De l'ancien régime á la révolution, tomo I, cap. VI, pp. 74 y ss.
CHIHUAHUA: GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y CALENTAMIENTO SOCIAL 153
El acelerado desarrollo que se produjo en el estado a fines del porfi-
Hato, se interrumpe con la Revolución de 1910. Chihuahua fue uno de
los estados que más vidas humanas perdió y más destrucción material
sufrió durante el muy prolongado conflicto armado.
No es sino hasta la cuarta o quinta década del siglo xx que la entidad
retorna su ritmo de modernización económica. Por una parte, la cons-
trucción del distrito de riego 05 en el centro-sur del estado, constituye el
arranque de la agricultura capitalista moderna; por otra, inversionistas
locales, aliados con algunos del centro del país, inician importantes pro-
yectos industriales en distintas ramas: maderera, de cementos, siderúr-
gica, celulosa, etcétera, todo esto muy vinculado a la apertura de bancos
con capital chihuahuense de inicio, como el Banco Comercial Mexicano,
el Banco Provincial del Norte, el Banco Mercantil del Norte, etcétera.
Todo esto permite que Chihuahua retome la vía del desarrollo y la mo-
dernización capitalistas.
Sin embargo, el Programa de Ajuste Estructural de la economía
mexicana, puesto en marcha en 1982 y conocido simplistarnente como
el programa neoliberal, vino a cambiar drásticamente el panorama del
desarrollo económico en Chihuahua y en el país entero: súbitamente,
el mercado nacional se abre al internacional; la economía mexicana se
convierte en una de las más abiertas del orbe; se minimiza la conducción
estatal y se pactan varios tratados comerciales con otros países, sobre
todo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Estados
Unidos y Canadá. Las industrias chihuahuenses no pueden competir con
los productos que vienen del extranjero, y poco a poco van quebrando o
cerrando las empresas siderúrgicas o metalmecánicas, las textiles y la
mayor parte de las alimenticias. El sector agropecuario del estado tam-
bién sufre el embate del neoliberalismo y del libre comercio: se genera así
una agricultura dual en Chihuahua: sólo unos cuantos empresarios agrí-
colas y fruticultores tienen la capacidad de competir, por lo que acaparan
los apoyos gubernamentales y la inversión en infraestructura, mientras
que una mayoría de empresarios agrícolas y campesinos desprovistos de
ventajas comparativas, ven cómo sus explotaciones quiebran, lo que los
orilla a la emigración o a la implementación de diversas estrategias de
sobrevivencia.
Hay una rama que, más en el contexto de la apertura comercial, flo-
rece en el estado y en general en la frontera norte: la industria maqui-
ladora de exportación. Surge en 1965, cuando el gobierno federal crea el
Programa Industrial de la Frontera, lo mismo para ofrecer empleos al
154 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXIC CHIHUAHUA: GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y CALENTAMIENTO SOCIAL 155

importante contingente de mano de obra mexicana que volvió de Estados 2 GRÁFICA

Unidos al terminar el Programa Bracero, que para estimular el desarro Evolución del empleo en la industria maquiladora de exportación
llo de la franja fronteriza. en todo el estado de Chihuahua, en el periodo 1981-2010*
La industria maquiladora se expande primero en Ciudad Juárez
22 - 20.1
y, a partir de 1980, en todo estado de Chihuahua. El ritmo de cre 2010 (Capitalismo neoliberal)
cimiento es vertiginoso, aunque en momentos de crisis o recesión eco- 20 -
El 1970 (Capitalismo social)
nómica internacional, experimenta severos frenos y estancamientos 18-
16- 12.6
para luego volver a crecer. En la gráfica 1 presentamos cómo se da este
9.5
proceso en Ciudad Juárez. 14-
7.9
Como puede verse, hay un crecimiento sostenido del empleo en esta 12- 9.4
industria, el cual alcanza su cenit en el año 2000, cuando llega a generar 10- 8.4
249 000 puestos de trabajo. Los ataques terroristas del 11 de septiembre 8- 7.1 7.4
6.5 5.1
de 2001 y las políticas puestas en marcha por el gobierno de Estados Uni- 6-
4.2 4.9
dos como respuesta a éstos, generan una caída muy severa del empleo 4- 4.3
01
maquilador: en un solo año se pierden 21 000 empleos, y para 2003 la * Elaboración propia con datos del INEGI.
pérdida acumulada es ya de 55 000. Hay un repunte hasta 2007, cuando
se llega a 239 000; pero la crisis económica mundial de 2008 y los años
319 000 puestos de trabajo. Viene luego una caída más o menos pronun-
de la violencia, hacen que el empleo vuelva a derrumbarse: en 2010 se
ciada, pues se pierden 60 000 empleos entre 2000 y 2002; después se da
pierden más de 50 000 puestos de trabajo tan sólo en Ciudad Juárez.
un repunte que alcanza su máximo en 2006, con más de 308 000 puestos
Para el total del estado de Chihuahua, aunque el proceso de expan-
de trabajo, para volver a caer, como resultado de las crisis económica y de
sión y de freno de las maquiladoras no es tan pronunciado, no deja de ser
inseguridad, hasta 250 000 empleos en 2010.
significativo, como muestra la gráfica 2.
¿Qué tiene que ver este proceso de expansión-estancamiento-ex-
Aquí resultan mas claros los ciclos arranque-freno-arranque: hay un
pansión con la violencia que sufre el Estado de Chihuahua sobre todo
fuerte crecimiento entre 1983 y 1989, año en que se estanca hasta 1991;
desde 2008?
luego viene otro ascenso casi en vertical total hasta 1999-2000, año en
Sergio Zermeño lo expone así:
que se alcanza el culmen del empleo en el estado para esta rama: más de
México ha pasado de la gran aceleración (hasta el inicio de los ochenta)
1 GRÁFICA al total estancamiento durante ese decenio, para luego, nuevamente en-
Evolución del empleo en la industria maquiladora rolarse en la dinámica salvaje de la globalización salinista (1990-1994) y
de exportación en Ciudad Juárez, promedios anuales 1974-2010* rematar exhausto en el segundo frenón inmisericorde a partir del inicio del
300000 - régimen zedillista [...] En términos societales, tanto el arranque acelerado
co como los bruscos estancamientos son fuentes de profundas transformacio-
o 200000 -
a
nes y generan gran tensión entre economía y sociedad [...] en el momento
100000 - más triunfante del neoliberalismo [...] vivimos una época [...] en que la
o pretendida salud de la economía progresaba en relación inversa a la salud
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 I I I I 1 1 1 1 1 1
1998 2002 2006 201o
de la sociedad.22
1974 1978 1982 1986 1990 1994
Años
* Elaborado por Manuel Loera de la Rosa con datos del INEGI. 22 Sergio Zermeño, La sociedad derrotada, el desorden mexicano de fin de siglo, p. 28.
156 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉX ICO
Estos ciclos económico-societales provocan un gran desorden social,
generan la anomia ya detectada por el padre de la sociología, Emile Dur-
kheim, desde finales del siglo xix. Así lo plantea Zermeño:
Estas condiciones estarían caracterizadas [...] por la destrucción de las
identidades colectivas, la pauperización, la atomización, la polarización del
ingreso y de los valores culturales y, en el extremo, el desorden anómico
(extrañeza, ruptura de vínculos afectivos e incapacidad de nombrar el en-
torno social y valorativo.23
Por su parte, la economista Norma Samaniego señala, en un tex t o
mucho más actual, la fuerte incidencia de la pérdida de empleos formales
en la violencia, aunque no se trate de entidades pobres:
Nd
El brote de violencia que hoy nos agobia y que se ha ido extendiendo pau-
latinamente no se dio en los estados más pobres del país. Las manifesta-
ciones iniciales surgieron justamente en algunos de los estados más ricos
y desde ahí se han propagado a otras regiones y se han diversificado [...]
En la frontera norte, el explosivo crecimiento del empleo en la maquilla
entre 1995 y 2000 se revirtió abruptamente durante la última década, y
más aún con la reciente crisis (2008-2009). De los 11 municipios grandes
(con más de 100 mil asegurados en el imss) que registraron las caídas más
acentuadas de empleo formal en la crisis reciente, la mayoría se encuentra
en la frontera norte.24
Entre los municipios con mayores caídas del empleo formal, figura
en primer lugar Ciudad Juárez con una tasa de 14.6% empleos formales
menos entre 2008 y 2009, y Chihuahua, en sexto lugar, con una tasa de
8.9%.25
Si esto sucede en el ámbito urbano, es necesario señalar que, en el
campo, el estado de Chihuahua ha experimentado también la severa des-
estructuración económica y social producida por la adopción de las polí-
ticas de ajuste estructural en la economía desde 1983. Mencionemos sólo
algunos datos para sustentarlo:
23 Ibid., p. 21.
24 Norma Samaniego, "¿Es el mercado de trabajo un factor explicativo de la
violencia?", en Este País, núm. 246.
25 Idem.
CHIHUAHUA: GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y CALENTAMIENTO SOCIAL 157
Como resultado del nuevo modelo agrícola centrado en la exportación,
tanto la inversión como el gasto en el sector agropecuario sufrieron una
fuerte contracción a partir de 1983: entre 1994 y el año 2000, el esta-
do de Chihuahua recibió sólo 406.9 millones de pesos, colocándose en
último lugar entre los estados de la frontera norte; además, el ritmo de
inversión fue descendiendo: en el primer año se invirtieron 67.1 millones;
en el último, 47.3 millones.26
Tan sólo en 1990 se dieron de baja del sistema de crédito de Banco
Nacional de Crédito Rural en Chihuahua, 120 000 hectáreas por "baja
productividad y alta siniestralidad"; y entre 1994 y 1997 se eliminaron
todavía 33 300 hectáreas, el mayor volumen en los estados de la frontera
norte. Y en lo que respecta a los créditos de la banca comercial, sólo entre
1997 y 2002 éstos se redujeron en el estado en un 4.6%.27
Las políticas federales de precios y tarifas del sector público, han
afectado seriamente a los agricultores de riego por bombeo del estado,
en el que hay alrededor de 12 000 pozos que sirven a dos terceras partes
de la superficie irrigada. Entre 1996 y 2003, la tarifa eléctrica núm. 9
M para bombeo agrícola se disparó de un promedio de 14 centavos por
kilowatt hora hasta 32 centavos, más del doble.28 Por otra parte, tan
sólo entre enero de 1995 y enero de 2001, el precio de la gasolina magna
ascendió de 1.36 pesos litro a 5.30 pesos, y el del diesel, de 99 centavos el
primer año, a 4.39 pesos en 2001.29
Un factor que ha pesado poderosamente en las transformaciones de
la agricultura chihuahuense, es la sequía, la cual se ha venido abatiendo
sobre el estado desde, prácticamente, 1992. Todas las regiones de la en-
tidad han sido afectadas por ella: las que tenían promedios históricos de
precipitación pluvial de alrededor de 200mm, los han visto caer menores
a 100mm; difícilmente se alcanza un promedio estatal superior a los 300
mm. Incluso las zonas serranas donde más llueve, han visto descender
sus promedios. Esto ha mermado el promedio de captación de las presas
de la entidad en más de 60% en promedio y ha llevado a intensificar la
explotación de los mantos acuíferos. De los 65 acuíferos del Estado, sólo
26 Datos de INEGI, El sector alimentario en México 2000.
27 José Romero y Alicia Puyana, Evaluación integral de los impactos e instrumentación
del capítulo agropecuario del TLCAN, p. 44.
28 Datos de la CFE.
29 Fuente: Pemex.
 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXIC1
158
15 tienen publicada su disponibilidad; de éstos, nueve están sobreexplo•
tados y dos, agotados.3°
Los resultados de ya casi tres décadas de aplicación de las políticas
de ajuste en el campo de Chihuahua, han sido muy claros:
Entre 1995 y 2002, la población ocupada en el sector primario er.
Chihuahua pasó de constituir 19.8% de la población ocupada en el tota
de la economía, a 11.8%.31
Se provocó una fuerte expulsión demográfica de la mayoría de los
municipios, sobre todo de la región oeste del estado. Entre 1980 y 2005
de los 19 municipios contenidos en las regiones noroeste y sierra Babícorl
(es en ellas donde más se practica la agricultura de temporal campesina)
sólo cinco de ellos han experimentado un incremento en su población
los dos que tienen por cabecera a las dos ciudades medias de esas regio
nes: Cuauhtémoc y Nuevo Casas Grandes, y los municipios de Ascensión
Buenaventura y Galeana. Los otros municipios han visto cómo emigre
su población, sobre todo los jóvenes, a Estados Unidos.
Si antes, como en todo el país, se podía hablar de una "agricultura a dos
velocidades": la comercial, capitalizada y tecnificada, y la de temporal
campesina, productora de alimentos básicos, ahora se tendría que ha
blar de una agricultura con velocidad y otra en retroceso; tal ha sido el
impacto que en estas dos décadas ha sufrido la agricultura de temporal,
es decir, la agricultura que practican la mayoría de los campesinos en el
estado. Su peso específico, su contribución al producto agrícola estatal,
su capacidad de generación no sólo de riqueza, sino de alimentos bási-
cos, se ha reducido casi a su mínima expresión en cuanto a superficie
sembrada, superficie cosechada y volumen de su producción; mientras
que la agricultura de riego, a pesar de las crisis y las sequías, ha au-
mentado la superficie sembrada y se mantiene a niveles más o menos
estables en lo referente a volumen y valor de la producción.
Todo esto va conduciendo a una cada vez mayor concentración de la
producción y acaso de la propiedad de la tierra en el campo chihuahuen-
se. Los productores lie temporal, campesinos todos ellos, van dejando sus
tierras por la caída de rentabilidad y los malos años agrícolas.
3°
Datos de la Gerencia Estatal de Conagua.
de Información Económica y Social del estado de Chihuahua: Prontuar,*0
31 Centro
de indicadores socioeconómicos, octubre de 2001 y abril de 2004.
CHIHUAHUA: GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y CALENTAMIENTO SOCIAL 159
La vida social y comunitaria languidece. Se vacían los espacios de
participación, de vida en común. Las escuelas primarias de los más pe-
queños poblados han cerrado por falta de niños, y los niños que quedan
asisten a centros escolares que sirven a varias comunidades en las ca-
beceras municipales. Los equipos deportivos de los jóvenes, sobre todo
los de beisbol, ya no se forman porque no hay suficientes jugadores. Los
organismos pro mejoramiento de los ejidos o de los pueblos, ya casi no
funcionan por falta de membresía. Las fiestas patronales o las festivida-
des patrias, apenas si se celebran porque las actividades recaen en los
pocos y las pocas residentes en las comunidades.
Hay pues en Chihuahua 'una desestructuración generalizada de la
vida rural, de la economía y de la cultura de la comunidad campesina.
Hay un claro alejamiento del Estado... y en los huecos que van quedando
penetra el crimen organizado.
LAS RAÍCES PROFUNDAS: DESIGUALDADES,
REZAGOS Y CARENCIAS 'EN EL DESARROLLO SOCIAL Y URBANO
Aunque la violencia hizo que el estado de Chihuahua descendiera drásti-
camente en el índice de desarrollo humano (mH), ya antes de que aquélla
se expandiera podían observarse signos de deterioro social en la entidad.
En efecto, en el informe 2006-2007 del Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD), el Distrito Federal, Nuevo León, Baja Cali-
fornia, Coahuila y Chihuahua, en ese orden, presentaban los mayores
niveles en el índice de desarrollo humano.32
Sin embargo, Chihuahua había retrocedido un lugar con relación al
ocupado en el mismo índice en 2004, cuando aparecía en cuarto lugar
nacional. Y buena parte de esa pérdida la atribuye el PNUD a la desigual-
dad de género, es decir, a la desigual situación de hombres y mujeres en
el estado. De manera contrastante, Chihuahua ocupó el lugar número 26
entre las 32 entidades federativas.33
32 El IDH está constituido a su vez por tres índices: de salud, de educación y de
ingreso. En el informe 2006-2007, el Distrito Federal ocupa la posición 1 con un índice
de 0.8837; le siguen Nuevo León, con 0.8513; Baja California, con 0.8391; Coahuila, con
0.8356, y Chihuahua, con 0.8340. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo:
Informe sobre desarrollo humano; México 2006-2007. Migración y Desarrollo.
33 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, pp. 28-29.
 L
160 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
No sólo entre mujeres y hombres es aguda la desigualdad en Chi-
huahua; tal vez lo es más entre la población no indígena y la indígena.
Según el propio PNUD, Chihuahua presenta el mayor índice de desigual-
dad étnica en el país: 26.1%. Y su población indígena presenta el tercer
menor índice de desarrollo humano del país, con sólo 0.6328, sólo por
encima de Chiapas y Guerrero."
Si bien todos estos índices tienen su peso, hay otro que resulta de-
cisivo en la generación de las violencias en el estado de Chihuahua: el
abandono de niños y jóvenes. De acuerdo con tres informes emitidos por
el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la
Infancia en México (UNICEF México), entre 2005 y 2006 la cobertura efec-
tiva de los derechos de los niños y de los adolescentes del estado resulta
la peor en el norte del país, y una de las peores a nivel nacional.
El primer informe de UNICEF, Los primeros pasos, versa sobre la pri-
mera infancia: desde el embarazo hasta los cinco años, la etapa más
decisiva para el desarrollo físico, intelectual y emocional de una persona.
Cubre el periodo 1998-2003. En esta etapa, el cumplimiento del derecho
a la vida se evalúa con el número de niños y niñas que mueren antes de
llegar a los cinco años, y con la tasa de mortalidad de las mujeres por
causas relacionadas con el embarazo, el parto y los primeros días de vida
del bebé. En cuanto al derecho a crecer de manera saludable, se exami-
nan los datos sobre: nutrición, bajo peso en relación con la edad, y morta-
lidad por desnutrición antes de cumplir los cinco años. El cumplimiento
del derecho a la educación se evalúa mediante el índice de inasistencia a
preescolar de los niños menores de cinco años, y por el índice de analfa-
betismo de las mujeres mayores de 15 años.
En esta etapa, el estado de Chihuahua se desempeñaba razonable-
mente bien: su índice es de 6.84, más de un punto sobre el promedio
nacional. Se ubica en noveno lugar, debajo de todas las entidades fronte-
rizas e incluso de sus vecinos Sinaloa y Durango. Y en cuanto a la evo-
lución del índice entre 1998 y 2003, se coloca en lugar vigésimo primero
al experimentar un incremento de 0.64 en el periodo, muy por debajo del
promedio nacional,, de 1.04.35
34 Programa de las Naciones Unidas para El Desarrollo-Comision Nacional para el
desarrollo de los Pueblos Indígenas: Informe sobre el desarrollo de los pueblos indígenas
de México, 2006.
35 UNICEF, Vigía de los Derechos de la Niñez Mexicana, "Primer Índice de los Derechos
de la Niñez (0 a 5 años): Los Primeros Pasos", Revista UNICEF, núm. 1, año 1.
CHIHUAHUA: GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y CALENTAMIENTO SOCIAL 161
Para la edad escolar, de seis a 11 años, el informe de UNICEF considera
tres derechos: derecho a la vida, derecho a la educación y derecho a vivir
sin maltrato ni violencia. El incumplimiento del derecho a la vida se
calcula con base en el indicador de muertes causadas por enfermedades
que pueden prevenirse, diagnosticarse a tiempo o tratarse exitosamente.
El indicador se obtiene dividiendo el número de defunciones de niños y
niñas entre seis y 11 años, ocurridas en un año entre la población en ese
rango de edad por cada cien mil niños. El incumplimiento del derecho a
la educación se obtiene con tres indicadores: niños y niñas entre seis y
11 años que no van a la escuela; rezago escolar, los que van a la escuela
pero tienen un rezago de dos o más años de atraso con relación a su edad,
e ineficiencia terminal, es decir, los que ingresan a la primaria pero no
la terminan. El incumplimiento del derecho a vivir sin maltrato ni vio-
lencia se obtiene con base en el indicador de muertes evitables causadas
por violencia o accidentes.
El estado de Chihuahua tiene un mal desempeño en esta etapa. A
nivel nacional, sólo hay dos grandes grupos de entidades federativas: las
13 que están por encima del promedio nacional —que es de 6.53—, en-
cabezadas por Nuevo León, con 8.20, y Coahuila, con 8.03. Y las 19 que
están por debajo de ese promedio: el último lugar lo ocupa el estado de
Chiapas, con 4 de calificación, y el penúltimo, Chihuahua, con un 4.72.
Otro dato: durante el periodo 1998-2003, todas las entidades federativas
mostraron diversos niveles de crecimiento porcentual en el cumplimien-
to de los derechos de niños y niñas, desde Chiapas, que tuvo el mayor
crecimiento con 168.4%, hasta el Distrito Federal, con 12.2%. Sólo Baja
California Sur y Chihuahua mostraron tasas negativas de crecimiento:
aquél con un terrible 20.3%, y éste, con 6.9% negativo.36
Finalmente, Unicef considera en su informe para el grupo de edad
entre 12 y 17 años, el periodo 1998-2004. El derecho a la vida se re-
laciona con la garantía de conservar su vida y se calcula con base en
tres indicadores: muertes por causas evitables, muertes por accidentes y
muertes por causas intencionales (homicidios y suicidios). El derecho a la
educación es la garantía de poder asistir a la escuela y aprovecharla. Sus
indicadores son: inasistencia a la escuela —primaria, secundaria y me-
dia superior—, rezago escolar de dos o más años con relación a su edad, e
ineficiencia terminal: porcentaje de los que ingresaron a secundaria y no
36 UNICEF, Vigía de los Derechos de la Niñez Mexicana, "Segundo Índice de los
Derechos de la Niñez (6 a 11 años): La Edad Escolar", Revista UNICEF, núm. 2, año 1.
.162 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
la terminaron. Finalmente, el derecho a no ser explotado es la garantía,
para los menores de 14 años, de que no tendrán que trabajar, y para los
de 14 y más años, de que no serán objeto de abusos laborales.
De nuevo, aquí se distinguen las entidades del norte del país —con
excepción de Chihuahua— con los mejores índices, y las del Pacífico sur,
Chiapas, Guerrero y Oaxaca, con los peores índices. Chihuahua, con un
índice de 5.32, está por debajo del promedio nacional de 5.53, y ocupa el
lugar 24.37
Éste es uno de los indicadores que nos muestran cómo en el Estado
y no sólo en su zona fronteriza, se descuidaron importantes aspecto dei
desarrollo de los niños y los jóvenes, mismos que luego incidieron en
exacerbación de la violencia.
En cuanto a Ciudad Juárez, la ciudad más violenta del mundo, existe
un excelente estudio coordinado por Clara Jusidman en 2007 y cuyos
hallazgos en cuanto a la "economía del cuidado" —es decir, en lo relativo
a la atención a niños, jóvenes y adultos mayores, y a las tareas de forma-
ción y educación— son contundentes:
Existe una alta probabilidad de que un porcentaje importante de los niños
y jóvenes que actualmente viven en Ciudad Juárez, sufrieran carencias de
cuidado y de protección en su desarrollo, dado que el mayor tiempo destina-
do al trabajo por pago de los padres para el sostenimiento de sus hogares,
no fue acompañado por una mayor responsabilidad social (gobiernos, em-
presas y comunidad en las tareas de reproducción doméstica).38
El rezago en materia educativa es otro indicador que habla de las
omisiones o negligencias de las políticas públicas en esta materia. Así,
en cuanto al analfabetismo, en 2010 Chihuahua presentaba una tasa de
3.66% de la población, esto es, unas 85 000 personas; en cuanto al por-
centaje de personas mayores de 15 años que no había concluido estudios
de educación básica, Chihuahua presentaba 40.1% de su población, es
decir, alrededor de 949 000 personas. Además, presentaba una tasa de
deserción escolar en secundaria de 6.6%.39
37
UNICEF, Vigía de los Derechos de la Niñez Mexicana, "Tercer Índice de los Derechos
de la Niñez (12 a 17 años): La Adolescencia", en Revista UNICEF, núm. 3, año 2.
38 Clara Jusidman (coord.), La realidad social de Ciudad Juárez. Análisis Social,
t. 1, p. 62.
39 Ceidas/Investigación, "Rezagos bajo la lupa", México Social, núm. 17, pp. 16-23
CHIHUAHUA: GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y CALENTAMIENTO SOCIAL 163
En cuanto a Ciudad Juárez, los datos son peores: el estudio coordina-
do por Clara Jusidman marca como un "foco rojo" el déficit en la atención
a la población estudiantil, inicial, preescolar, secundaria y de educación
media superior." En la segunda parte de ese estudio, Hugo Almada con-
cluye que Ciudad Juárez es una ciudad:
Con un rezago muy grave en materia de educación preescolar. Con grave
saturación de las escuelas primarias en el corredor Centro-Sur de la ciu-
dad. Que no tiene secundarias en el Poniente ni preparatorias ni en el Sur
ni en el Poniente. En donde el Estado parece haber abandonado la educa-
ción, y en todos los niveles, incluida la educación primaria pública, los pa-
dres de familia costean una gran parte del sostenimiento de las escuelas.41
Los rezagos en salud son también significativos en Chihuahua. La
tasa de mortalidad infantil en el estado es de 12.5 por cada mil nacidos
vivos. La tasa de mortalidad materna es una de las más altas del país,
con 68.1 mujeres por cada 10 000 nacidos vivos, incluso más alta que la
del estado más pobre del país, Chiapas.42
En cuanto a la situación de salud en Ciudad Juárez, en 2007 se re-
porta así:
Alta incidencia de muertes por causas externas. Mayor presencia de enfer-
medades crónico-degenerativas. Mayor incidencia de diabetes en mujeres.
Elevada mortalidad infantil de menores de 5 años comparativamente con
el nivel de desarrollo del estado [...] Alto riesgo de salud mental. Aumento
muy rápido de drogas fuertes: cocaína y heroína [...] baja inversión en el
Sector Salud comparativamente con el PIB del Estado. Bajo gasto per cápita
en población asegurada comparativamente con el aporte del estado a la
seguridad social."
Al final de esta larga lista —que no pretendemos haber agotado— de
omisiones y negligencias que se han convertido en factores sociales de las
violencias, se halla, sobre todo para el caso de Ciudad Juárez, el desarro-
4° C. Jusidman, op. cit., p.192.
41 Hugo Almada Mireles, La realidad social de Ciudad Juárez. Análisis territorial,
t. 2, p. 92.
42 Ceidas, loc. cit.
43 C. Jusidman, op. cit., pp. 221-222.

164 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICI
llo de un modelo urbano y de vivienda peculiar: la inmigración explosiva
a esta frontera rebasó hasta hace muy poco la posibilidad del Estada
de integrar y ofrecer servicios públicos a los recién llegados, con lo que
se propició la segregación urbana, la precarización de la vivienda, y la
nula o mala dotación de servicios públicos. Además, se ha desarrollada
un prototipo urbano y de vivienda de expansión horizontal y de lucro
inmobiliario que rompe las redes familiares, pues los matrimonios jóve-
nes se van a vivir lejos de la familia; la especulación de desarrolladores
y constructores ha desembocado en los siguientes resultados: viviendas
construidas en espacios precarios que se prestan a los roces y conflictos;
carencia de equipamiento social: escuelas, centros sociales y centros de
salud que favorezcan la convivencia; lejanía de los centros de trabajo y
educación, lo que alarga los tiempos de traslado y disminuye los de rela-
ción familiar, etcétera.
Es muy claro que el abandono de la política social por parte de los
diversos órdenes de gobierno para el estado de Chihuahua en su conjunto
y, más severamente, para Ciudad Juárez, ha propiciado el crecimiento de
los factores detonadores de las diversas violencias que se están viviendo
en esta zona. Al respecto, concluye Hugo Almada:
En Ciudad Juárez pareciera haber habido un acuerdo tácito entre el grupo
dominante (unos cuantos grandes empresarios, las autoridades municipa-
les y en alguna medida las estatales) en el tenor de que su responsabili-
dad es proveer empleos, vivienda, los servicios básicos para ésta [...] las
vialidades grandes para la circulación de vehículos y fuerza pública para
garantizar las inversiones [...] El presupuesto y la obra pública del Go-
bierno del Estado y del Municipio han tenido esa dirección, así como la
dirección de los grandes negocios de especulación de la tierra, la llegada
de maquiladoras y la construcción [...] De todo lo demás, nada que ver. No
es su responsabilidad. El resto de las responsabilidades se ha dejado sobre
la espalda de los propios ciudadanos, o de las iglesias u organismos civiles
que han entrado al quite, sin recursos del Estado ni del Municipio.'"
A estos factores habría que añadir tres de carácter socio-cultural:
1. Una débil presencia del Estado en la frontera. El descuido, el olvido
por parte de los gobiernos centrales, tanto del federal, en la ciudad
44 H. A. Mireles, op. cit., p. 93.
CHIHUAHUA: GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y CALENTAMIENTO SOCIAL 165
de México, como del estatal, en la ciudad de Chihuahua, provocó una
serie de agravios a la población fronteriza, como el desabasto crónico,
el encarecimiento de los productos de primera necesidad, y el recurso
al contrabando como forma de abasto más barata y de mejor calidad.
2. Un Estado de derecho que funciona con grandes lagunas y debili-
dades, y una cultura de la ilegalidad y permisividad delictiva. Esto
llevó a que no sólo el contrabando sino otras actividades ilegales se
vieran con cierta naturalidad —como el abasto de licor a los estadou-
nidenses durante la época de la "ley seca", o como el desarrollo de
un amplio mercado de servicios sexuales, orientado sobre todo a los
militares provenientes de Fort Bliss, en la vecina ciudad de El Paso,
Texas—. Juárez fue también históricamente el lugar donde eran le-
gales actividades consideradas ilegales en Estados Unidos: el abasto
de licor en tiempos de la prohibición, los divorcios al vapor y la pros-
titución. Con respecto a estas actividades hubo distintas posiciones,
pero en la práctica generaron riqueza y empleo en la ciudad.
3. La corrupción crónica de los agentes de la ley permitió la implan-
tación del crimen organizado. Además del relativo abandono de los
gobiernos federal y estatal, los policías, agentes de tránsito y agentes
aduanales fueron percibidos generalmente como corruptos y nunca
tuvieron la simpatía de la población. Todo esto facilitó en su momento
la penetración y el crecimiento del narcotráfico, que paulatinamente
fue infiltrándose y apoderándose de las policías, tomando parte en
las actividades económicas e, indirectamente, políticas de la ciudad,
y extendiendo sus redes sociales, sobre todo a partir de la década de
1990.45
Los DETONANTES DE LA SITUACIÓN ACTUAL DE VIOLENCIA
Todos estos factores se conjugan e incrementan su incidencia des-estruc-
turadora de la sociedad cuando la violencia criminal se intensifica a par-
tir de 2008; pero ésta ha de explicarse teniendo en cuenta la combinación
de los siguientes factores:
45 H. A. Mireles, "Conclusiones", en L. Barraza (coord.), op. cit., pp. 340 y ss.
r
166 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MEI
— La zona serrana del suroeste del estado, desde los años cuarenta ha
sido una región privilegiada para el cultivo de enervantes. Se trata
de la zona limítrofe con los estados de Sinaloa y Durango, conocida
como "El triángulo dorado". Aquí nacieron y han operado con gran
libertad los principales cárteles de la droga en México, y han logrado
enrolar como productores a buena parte de la población, que, margi-
nada como ha estado siempre de las políticas oficiales, encuentra en
la droga una alternativa de vida. La implantación de dichos cárteles
se verificó en los años setenta.
— Violación sistemática de los derechos humanos desde los tiempos —los
años setenta— de la "Operación Cóndor" del ejército mexicano. Con el
pretexto de combatir el cultivo de enervantes, los militares han atro-
pellado las garantías de la población desde hace muchos años, a la vez
que se han coludido con algunos grupos criminales.
— Desde mediados de los años ochenta se fortalece la organización cri-
minal que luego habrá de llamarse "El cártel de Juárez". En 1993, al
tomar el mando de éste Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cie-
los, el cártel se implanta en todo Chihuahua y extiende su influencia
hasta convertirse en uno de los más poderosos del país, adueñándose
de la introducción de mariguana y cocaína en Estados Unidos, vía la
frontera chihuahuense.
— Debido tanto a las políticas de ajuste estructural aplicadas al campo
como a los malos años agrícolas, los cárteles empiezan a penetrar en
las comunidades rurales de diversas formas: mediante la financia-
ción de actividades agropecuarias, ante la retirada del Estado del
crédito agrícola; mediante la compra de ranchos y propiedades en
quiebra. O también a través de los migrantes que regresan de Esta-
dos Unidos, ya inducidos a la droga y que luego vuelven a cruzar la
frontera como portadores de la misma.
La impunidad va creciendo en el estado de Chihuahua desde princi-
pios de los años noventa: en 1993 se empieza a presentar el problema
de los "feminicidios", es decir, de los asesinatos de mujeres, sobre
todo en la zona de Ciudad Juárez, y no hay respuesta contundente del
Estado ante ello. Asimismo, a fines de esa década se da una oleada de
desapariciones forzadas que queda también sin que se la investigue
y, por lo mismo, sin que se castigue a los responsables. Tampoco se
implementa programa alguno de depuración, capacitación y forma-
ción de los distintos cuerpos policiacos.
CHIHUAHUA: GUERRA CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y CALENTAMIENTO SOCIAL 167
— A fines de 2007 y principios de 2008, Chihuahua fue el primer estado
del país en establecer el Nuevo Sistema de Justicia Penal, o Sistema
Acusatorio, o de Juicios Orales. Sin embargo, los errores en la adap-
tación del mismo a la situación particular del estado, así como la fal-
ta de preparación y capacitación de los diferentes actores del mismo,
retrasan la administración de la justicia y agudizan la impunidad.
— El detonador decisivo de toda esta situación fue el inicio —el 26 de mar-
zo de 2008— del Operativo Conjunto Chihuahua, cuando el gobierno
federal ya había lanzado operativos similares en otras entidades, como
Michoacán, Baja California y Tamaulipas. Como ya demostramos más
arriba, la intensificación de la presencia militar y policiaca en Chi-
huahua no sólo hizo que se dispararan los índices de violencia; tam-
bién multiplicó los impactos sociales y económicos de la misma.
REFLEXIÓN FINAL
Si hay un Estado de la República mexicana golpeado severamente por la
violencia en todas sus formas y por la crisis económica, ése es Chihuahua.
Los datos que proporcionamos más arriba son prueba fehaciente de ello.
Ahora bien, no se trata de un estado rezagado en el que predominen la
economía y la sociedad tradicionales; muy por el contrario, Chihuahua es
uno de los estados más integrados a la economía global, tal vez el que se
entregó sin ninguna reserva a la industrialización maquiladora.
Eso es muy significativo: la violencia no tiene más impacto en las
entidades atrasadas, sino en las más modernizadas, como son las fron-
terizas: Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila. La explica-
ción de ello se encuentra no sólo en la condición limítrofe con el país que
constituye el mayor mercado de enervantes del mundo; también reside en
que la violencia encuentra condiciones más favorables para su expansión
y reproducción en el tipo de modernización e integración económica de
estas entidades.
Chihuahua es tal vez el caso más paradigmático. Aquí la violencia
en sus diferentes manifestaciones no es algo meramente episódico, de-
bido sólo a la implantación de los cárteles de la droga en su territorio,
y a los operativos de las fuerzas del orden: aquí el modelo de desarrollo
o, mejor dicho, de crecimiento económico adoptado, ha sido generador de
múltiples violencias: violencia doméstica, violencia de género, violencia

168 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXI(
urbana, violencia laboral, violencia escolar (bullying), violencia criminal
etcétera.
Lo que se revela entonces es que este modelo de modernización a
toda costa, de integración económica sin reservas, que sigue las reglas
del mercado global, provoca una explosión de múltiples violencias, un
verdadero calentamiento social. Se trata de una exacerbación de las
tensiones y de los conflictos en todos los aspectos, agravados por el cul
tivo de pulsiones consumistas, hedonistas e individualistas por medio
del aparato ideológico-cultural, pulsiones que chocan en seco con la
imposibilidad de satisfacerlas, dados los altos niveles de precarización
de la vida. Este calentamiento se da precisamente en uno de los que
consideramos el eslabón más débil de la globalización económica neoli
beral: ahí donde se conectan el mundo desarrollado y el mundo en vías
de desarrollo, las regiones de interface entre los mismos. Chihuahua
es una de estas regiones: no es el centro del bienestar, como cualquier
país noratlántico, ni la periferia más pobre, como lo serían el Chad o
Malawi. Es el punto donde la periferia busca conectarse e integrarse
al centro.
Entonces, lo que se está expresando en Chihuahua no es sólo una
"crisis de seguridad pública" que pueda resolverse sólo con más y mejores
policías, mayores penas, menos impunidad; lo que está emergiendo, sin
que sea posible soslayarla, es una eclosión violenta de múltiples crisis:
económica, social, familiar, cultural, climática, de seguridad, alimenta
ria, etcétera, que vienen a ser los síntomas indudables de un modelo
civilizatorio que está en crisis.
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CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL
ACTORES POLÍTICOS Y SOCIALES
FRENTE A LOS LINCHAMIENTOS
Raúl Rodríguez Guillén*
Los distintos órganos encargados de impartir justicia no cumplen a ca-
balidad las funciones para las cuales fueron instituidos, por lo que han
creado un clima de indefensión social y de no credibilidad en las ins-
tituciones, y menos aún en las encargadas de administrar la justicia.
Lo anterior ha provocado reacciones sociales violentas que ponen en
entredicho el Estado de derecho.
INTRODUCCIÓN
Es lugar común en México señalar la complicidad entre policías y la-
drones, entre Ministerio Público y bandas organizadas, entre jueces
y todo tipo de delincuentes, así como entre líderes políticos y líderes
religiosos o malhechores, y es precisamente esa simbiosis entre las au-
toridades y quien viola la ley lo que más ha erosionado la confianza de
la sociedad en las instituciones y en quienes representan los poderes
públicos; es lo que ha dado pie a la espiral de violencia que mina algu-
nos de los fundamentos del Estado de derecho. Al mismo tiempo, es ne-
cesario señalar que la impunidad, el abuso policiaco y la desconfianza
de la sociedad en algunas autoridades, son los factores de la crisis que
hoy se manifiesta en acciones colectivas de carácter violento, particu-
larmente los linchamientos.
* Profesor-investigador del Departamento de Sociología de la uAm-Azcapotzalco.
Coordinador del Grupo de Investigación de Sociología de la Política y Políticas Públicas.
Correo electrónico raulrodriguezguillen@yahoo.com.mx
172 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 173

La espiral de la violencia es una de las causas de la irritación social

ESTADO DE DERECHO Y LINCHAMIENTOS
y, por supuesto, es la razón de la creciente pérdida de la seguridad de los
bienes, de la vida y la dignidad, y pone a individuos y grupos sociales en
En los tiempos prehistóricos, la sociedad no conoció cárceles, códigos, jue-
una situación de indefensión y agravio permanentes; ello, aunado a la
ces ni verdugos. Al principio sólo existió la venganza privada, y durante
desconfianza en las autoridades, ha dado paso a la violencia colectiva de
milenios los individuos y las comunidades recurrieron a la vendetta, ha-
grupos indiferenciados que, abusando del anonimato colectivo, desfogan
ciéndose justicia por propia mano y cometiendo excesos y brutalidades
la furia antes contenida por medio de los linchamientos.
sin cuento. Pero en los albores de la civilización, la autoridad reconocida
Decir que la acción anónima y espontánea es sinónimo de irracionali-
comenzó a poner diques a la venganza privada, entre ellos la famosa Ley
dad, o bien que carece de planeación, significa negar las implicaciones de
del Talión. Esta ley no incita a la venganza, al contrario, le pone límites.
la acción colectiva de carácter violento, la cual pone en duda a la autori-
Ojo por ojo y diente por diente significa que quien sufra un agravio sólo
dad misma y en cada linchamiento expresa su rechazo a la negligencia,
tiene derecho a inferir otro agravio de igual magnitud a su ofensor. Pero
la corrupción, el abuso policiaco y la falta de probidad de Ministerios
Públicos, jueces y de los mismos gobernadores de los estados de la repú- 0.1 es con el Estado de derecho que se da cauce institucional a la conflictivi-
dad social y se establecen sistemas de penas con base en leyes fijas.
blica mexicana.
La violencia se justifica sólo cuando ésta se ejerce como forma de
Los linchamientos no son un fenómeno nuevo, por lo que no se debe
defensa, como razón última. La venganza, entendida ésta como la única
esperar a que sucedan para tomar medidas. Las acciones del gobierno
forma de emparejar las cosas, como medio para suplir la falta de un po-
deben ser: una mejor procuración de justicia (pronta y expedita), una
der común, de un juez imparcial o una ley reconocida por la mayoría, es
mayor preparación de los integrantes de las corporaciones policiaca y del
causa de la violencia, como también lo es el no respeto a la ley por parte
Ministerio Público, y un eficaz combate a la delincuencia tanto indivi-
de un miembro de la sociedad o por una autoridad que con sus actos
dual como organizada, así como a la corrupción de policías, Ministerios
agravia a la sociedad. Se puede preguntar si en México existe ley reco-
Públicos, jueces y toda clase de funcionarios gubernamentales (de los
nocida y juez imparcial, si la autoridad cumple las funciones con las que
ámbitos local, estatal y federal).
BMI fue investida, si la sociedad reconoce tal autoridad o bien si la violencia
Los linchamientos expresan el malestar de grupos de la sociedad que
es expresión de su crisis.
no solamente han perdido la confianza en las autoridades; también han
El ejercicio de la violencia se justifica cuando se defienden la pro-
identificado el linchamiento como una forma de poner coto a la delin-
piedad, la vida y la dignidad; en el mismo sentido, el Código Penal del
cuencia, y han logrado llamar la atención de los medios de comunicación,
Distrito Federal señala en su artículo 15, fracción II que "frente a la
de la jerarquía de la Iglesia católica, de magistrados, diputados y sena-
inminencia de un ataque en que podríamos ser lesionados o en el que
dores, así como de la sociedad, no sólo en México sino también a nivel itz
incluso podríamos perder la vida, tenemos el derecho a defendernos";2 a
internacional.
esto lo denomina "autotutela debidamente legalizada", la cual implica ex-
Son muchas y variadas las voces que se alzan en contra de la violen-
cluyentes del delito o excluyente de responsabilidad. Esto garantiza "que
cia y que al mismo tiempo señalan una o varias de sus causas, haciendo
no habrá secuelas pues el sujeto que actúa en defensa propia no será san-
notar la falta de autoridad, la debilidad de las instituciones y la crisis de
cionado ni condenado".3 El derecho de resistencia y el derecho de defensa
valores; y si consideramos otros tipos de violencia, podemos afirmar que
propia, tienen un mismo origen: la necesidad de la sociedad de defenderse
también se encuentra en crisis el Estado de derecho, particularmente el
en el acto en ausencia o bien frente al abuso de una autoridad.
monopolio de la violencia de carácter legítimo.'

2Raúl Efraín Cardoso Miranda, "Aspectos jurídicos 2", en Justicia por propia
1 Al respecto, véase Max Weber, Economía y sociedad y El político y el científico. mano, p. 29.
3 Ibid., p. 17.
174 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
Algunos juristas han señalado la ineficacia de los Ministerios Públi-
cos, la corrupción que los corroe y la necesidad de reformas radicales a
los órganos encargados de hacer justicia (véase cuadro 1). En tal senti-
do, el ex director de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
Autónoma de México (uNAm), Máximo Carvajal, considera que México
vive una etapa de transición en múltiples ámbitos de la vida social. "La
complejidad de los fenómenos que padece exige sólidas convicciones, prin-
cipios y valores claros, cambios oportunos y sustanciales, así como abrir
las estructuras a la participación y a la creatividad de los estudiosos."
Luego, en una entrevista, manifestó que "son muy lamentables los hechos
en que las personas, por falta de adecuada justicia, se la están hacien-
do por su propia mano". Destacó, sin embargo, que la ineficiencia de las
autoridades se da principalmente a nivel de las ministeriales, "porque
entre los jueces no hay tal":4 Señaló que por actos de corrupción, juego
de intereses y presiones políticas, las averiguaciones se integran mal, y
eso no conduce a nada positivo. El jurista aseveró que no puede haber un
sistema democrático efectivo, una reforma política o una reforma econó-
mica adecuada, si no hay una justicia clara y lúcida. Al reconocer que los
linchamientos podrían generalizarse, agregó que si no se remedia esta
situación "quedará de por medio el Estado de derecho en que vivimos".5
Ahora bien, señalar que el problema radica en los funcionarios ba-
jos de las instituciones responsables de aplicar la justicia (a nivel de las
ministeriales), en nada beneficia a las autoridades más altas: éstas son
igualmente culpables por permitir la corrupción de los funcionarios me-
nores; es como si ellos mismos cometieran el acto de corrupción. Es fácil
señalar que el Estado de derecho está en crisis, o bien que éste aún no
ha logrado su total consolidación, o bien que algunos tipos de violencia,
por ejemplo los linchamientos, son expresión de los usos y costumbres
de comunidades agrarias e indígenas, y a partir de ello explicar la pre-
sencia de la violencia en algunas sociedades o regiones del país.6 Lo an-
4 "Muestran los linchamientos la falla en los sistemas de justicia: opina el director
de la Facultad de Derecho", en La Jornada, 11 de septiembre de 1996, p. 14.
5 Ideen.
6 Carlos M. Vilas desarrolló un modelo de explicación de los linchamientos en Méxi-
co, en el que hace hincapié en la simultaneidad de dos tipos de reglas sociales: jurídica o
positiva, una, y de usos y costumbres o tradicional, la otra. Señala que los linchamien-
tos son prácticas tradicionales del México indígena y rural en donde el Estado de dere-
cho no opera y la venganza como costumbre se impone, al margen del México moderno
de normas y leyes, presuponiendo que la violencia ha adquirido en las comunidades y
CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 175
terior supone que los grupos indígenas y de campesinos son en esencia
violentos (grupos irracionales de la sociedad), y que los pobres de las so-
ciedades son potencialmente ladrones y asesinos (debido a sus carencias
económicas, son quienes tienen razones para delinquir), mientras que en
las zonas urbanas priva la racionalidad, lo cual rechazamos de manera
enfática; es necesario explicar cómo y por qué se desarrolla la violencia
en las zonas urbanas, donde los linchamientos no son algo ajeno?
En la comunidad de Acalco, municipio de Chilapa de Álvarez, estado
de Guerrero,
ahorcaron al campesino Marcos García Rodríguez, tras acusarlo de robo,
violaciones y abigeo [...], el campesino [...] fue detenido cuando robaba un cer-
do y un burro, y lo encerraron en la cárcel local [...] Una vez que confesó su
participación en asaltos, violaciones y robo de ganado, junto con cinco per-
sonas más. En asamblea realizada en la comisaría, decidieron ahorcarlo.8
La justificación es la misma, es decir, el no cumplimiento por parte
de la autoridad. En palabras de uno de los pobladores: "Estamos cansa-
pueblos del país un rango de práctica cultural, de cultura de la violencia. "(In)justicia
por propia mano: los linchamientos en el México contemporáneo", en Revista Mexicana
de Sociología. El problema radica en que el linchamiento no sólo se verifica en zonas
rurales o pueblos, sino también en zonas urbanas, donde son realizados por colectivos
indiferenciados que comparten un viaje en autobús y que frente a un acto de despojo
violento reaccionan violentamente, linchando al ladrón.
7 Los linchamientos en las ciudades, sobre todo a bordo de autobuses de pasajeros
tras algún intento de robo, son cada vez más frecuentes. En la ciudad de México, el pa-
radero de autobuses urbanos que se localiza en las inmediaciones del la estación Indios
Verdes del metro, ha sido escenario de al menos cuatro linchamientos. Lo mismo ha
sucedido en Guadalajara o en el Estado de México, en donde no son comunidades tradi-
cionales "que aplican el principio de usos y costumbres", sino mas bien grupos de vecinos
de las colonias de la ciudades que sin conocerse entre ellos, sin tener más experiencia
compartida que el robo a mano armada, frecuente en las grandes ciudades y no menos
indignante —grupos anónimos en sentido estricto, pues no se conocen entre ellos—,
utilizan el recurso de la defensa legítima, del linchamiento. Puede uno preguntarse en
tales casos: ¿a quién o a quiénes se va a castigar?, ¿acaso al chofer, por su vínculo con el
micro o autobús? Casos hay que permiten reflexionar sobre este viejo y al mismo tiempo
nuevo fenómeno, los linchamientos. En caso de evidencia fílmica o testimonial, se puede
castigar por lesiones, pero no por asesinato, debido a que es imposible determinar quién,
entre la multitud, dio el golpe de muerte.
8 Hugo Pacheco y Rodolfo Villalva, "Pobladores de Chilapa, Guerrero, ahorcaron a
un presunto violador", en La Jornada, 16 de abril de 1998, p. 41.
 176 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉ
dos de que la policía del estado deje libres a los delincuentes."9 Por su
parte, el comisario municipal de Acalco, Anastacio Castañeda Ramírez,
y un grupo de campesinos expresaron que decidieron matar a Marcos
García "para que sirva de ejemplo a los malhechores que tienen asolada
a la región".1°
Así pues, los linchamientos son considerados un castigo ejemplar; ha-
cen saber a delincuentes y autoridades que los límites sociales han sido
rebasados, por lo que en adelante se tomarán medidas iguales en contra
de quien interrumpa la tranquilidad de los miembros de este grupo de la
sociedad. El carácter ejemplar de estos castigos expresa la desconfianza
en los cuerpos policíacos y en el Ministerio Público, pero es al mismo
tiempo un retroceso en el grado de institucionalización de la autoridad;
significa volver a la ley del más fuerte, no del más justo, y ello pone en
entredicho al aparato de justicia en su conjunto.
Sobre el mismo tema, el jurista Raúl Carrancá y Rivas
señala que los linchamientos son injustificables, pero explicables. Manifes-
tó que, constitucionalmente es indebido que la población se haga justicia por
su propia mano. Los linchamientos son injustificables, pero también expli-
cables, y revelan que la autoridad ha fallado [...] cuando ese tipo de cosas
suceden en el panorama social del país es porque la autoridad no cumple de-
bidamente con sus obligaciones. Revelan que la población ya no cree en sus
autoridades, que el pueblo se cansó y se hace justicia por su propia mano.11
Mientras que el también jurista Ignacio Burgoa Orihuela destaca
que "la corrupción es lo que tiene a México en el estado actual".12
Ambos juristas consideran que si ese problema continúa, se puede
caer en la anarquía y la barbarie, y resaltan la necesidad de reforzar los
cuadros de justicia, para que realmente actúen y el pueblo tenga lo que
pide: justicia pronta y expedita, "justicia a secas". La no aplicación de la
justicia en forma rápida y oportuna, así como las fallas constantes de
los cuerpos policiacos, generan irritación en amplios grupos de la socie-
dad, irritación que se expresa como violencia social, como linchamiento;
9 Idem.
1° Idem.
11 "Muestran los linchamientos la falla en los sistemas de justicia: opina el Director
de la Facultad de Derecho", en La Jornada, 11 de septiembre de 1996, p. 14.
12 Idem.
CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 177
dichos grupos expresan la situación de crisis en que se encuentra la au-
toridad.
La satisfacción de la ira no siempre se rige por el sentimiento de
justicia, y muchas veces se convierte en acto de injusticia, en abuso, en
el abuso que implica la acción colectiva producida en el anonimato, como
pasó en Zapotitlán de Tablas, Guerrero, o en Tláhuac, Distrito Federal.
Al respecto, el ex procurador de Justicia del Distrito Federal, Bernardo
Bátiz, dijo: "Es difícil establecer culpabilidad y aún más reconocer sus
causas [...] Son demasiadas las personas responsables, y son también
muchos los testigos, pero todos son cercanos: familiares o vecinos, por lo
que no es fácil obtener la verdad."13
Las autoridades saben que están siendo rebasadas por la sociedad,
en un punto que se considera reservado para los órganos encargados de
aplicar la justicia, al mismo tiempo que no aciertan a castigar a quienes
participan por no existir imputaciones directas; es decir: el espíritu de
Fuenteovejuna se impone al Estado de derecho; la justicia por propia
mano expresa la crisis de autoridad y señala que las causas de la barba-
rie, que se expresan en los linchamientos, tiene en la no aplicación de la
justicia el motivo que mas ofende a la sociedad.
En el mismo sentido, el ex subprocurador de Averiguaciones Previas
de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, Álvaro Ar-
ceo Corcuera, al referirse a un linchamiento ocurrido en el Distrito Fe-
deral, que
los hechos ocurridos son "una reminiscencia de Fuenteovejuna, de Canoa,
pues no hay imputaciones directas, es decir, fueron todos y ninguno a la
vez", y se corre el riesgo de que queden archivados de no existir denuncias
o testimonios directos [...1. Cuando un sector de la población llega a juicios
inmediatos y una de esas condenas es la muerte, sí hay que preocuparse,
ver qué está sucediendo, desde el punto de vista psicológico, sobre todo
cuando no debe proliferar como una forma de defensa, aun cuando no es un
hecho aislado."
13 La Jornada, 8 de diciembre de 2002, p. 32.
14 Laura Gómez, Susana González y Claudia Herrera Beltrán, "El linchamiento en
Tlalpan, parte de la cultura del México profundo: AmLo", en La Jornada, 28 de julio de
2001, p. 30.
 178 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
La celeridad de los actos colectivos que expresan la furia y el deseo
de venganza, es parte de la violencia sin freno; pero no coincidimos con
el ex subprocurador Arceo Corcuera cuando considera el linchamiento
una forma de defensa legítima, pues sería tanto como dar la razón a los
linchadores.
Como ya lo hemos señalado, las autoridades dependen de los testi-
monios, de las fotografías que se pudieran haber tomado y de la cola-
boración del pueblo; cuando todos se asumen como culpables, se puede
presumir que no habrá castigo, y menos aún si la autoridad sólo cuenta
con los testimonios de los mismos participantes, de sus familiares o veci-
nos; es decir: en los linchamientos se mantiene oculta la identidad de los
actores; en eso radica el anonimato de quienes ocultan su participación
en el colectivo indiferenciado. La declaración de culpabilidad colectiva
es la mejor manera de impedir el castigo a los participantes, al mismo
tiempo que genera la certeza de que el linchamiento es un castigo ejem-
plar cuyo propósito es indicar a las autoridades que deben cumplir con
sus funciones, si desean evitar otro linchamiento. Aquí habla el perpe-
trador anónimo de una acción cuyos participantes comparten solamente
la acción violenta, de manera espontánea o no, pero de manera fortuita
y ocasional.
El ex presidente de la Suprema Corte de Justicia del Estado de Méxi-
co, Luis Miranda Cardoso, señala, refiriéndose a un linchamiento:
la actuación de los pasajeros del autobús que dieron muerte a un asaltante
fue "en defensa propia", debido a que estas personas vieron en peligro su
vida y su patrimonio. La ley nos faculta cuando vemos en peligro nuestra
vida, nuestro patrimonio. La ley autoriza a hacerse justicia por mano pro-
pia, la ley lo permite, se llama legítima defensa.15
15 Silvia Chávez González, "Actuaron en defensa propia los pasajeros que mataron a
un ladrón: Luis Miranda Cardoso, presidente del TSJ", en La Jornada, 20 de octubre de
1999, p. 62. El mismo magistrado agregó que "los pasajeros fueron víctimas de un ataque
violento, y que el artículo 17, fracción primera del Código Penal, prevé el uso de la violencia
como último recurso para defender la vida, patrimonio u honor. [...] es un acto lícito, y se
legitima cuando ve amenazada su vida como inevitable". Lo mismo se aplica cuando un
miembro de alguna institución, investido de autoridad, abusa de su cargo, tal como lo
señala John Locke en Ensayo sobre el gobierno civil. El derecho de rebelión es un acto que
se justifica frente al abuso de los gobernantes y/o cualquier ciudadano que atente contra la
vida, la propiedad o la dignidad de cualquier persona.
CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 179
La ley autoriza a los miembros de la sociedad a ejercer la defensa de
su vida, propiedad y dignidad, como ya vimos; pero la defensa propia no
siempre funciona, y en su nombre ejercen grupos sociales actos de violen-
cia que nada tienen de legítimos, de justos o legales.
El riesgo de que sucesos como los de Milpa Alta y Tláhuac, en el
Distrito Federal; de Axochiapan en Morelos; de Zapotitlán en Guerrero,
lig o del Mexe, en Hidalgo, se generalicen o sean considerados una forma de
solución a la falta de alternativas para erradicar la violencia, los lincha-
mientos tendrán campo fértil; así lo consideró, en un comunicado oficial,
la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (cDHDF):
En las últimas fechas, en distintas partes de la República, en áreas rura-
les y urbanas, existe una recurrencia a los linchamientos o de su tentati-
va. "Fuenteovejuna", justicia popular, justicia paralela, justicia por propia
mano, descomposición social o falta de confianza en las instituciones de
procuración de justicia, han sido algunas de las justificaciones con las que
se ha tratado de dar sentido a acontecimientos cuya naturaleza es necesa-
rio entender en su dimensión precisa.16
El buen funcionamiento del orden político y social expresa el nivel
de legitimidad que las instituciones y quienes las representan han lo-
grado; asimismo, el respeto a las costumbres y a las leyes es la medida
de la creencia misma en un orden que siempre "aparece referido a la
voluntad de una conciencia colectiva que, al reducir la violencia a razón,
implementa su búsqueda de sentido, en el proyecto de un orden social
deseable. Esta voluntad de una conciencia colectiva es la esencia de lo
que citamos al hablar de autoridad política".17
La restitución de la autoridad, la recuperación de la credibilidad, la
aplicación recta de la justicia y el cumplimiento estricto de la función pú-
blica, son las vías para evitar que el espíritu de Fuenteovejuna siga reco-
rriendo los diferentes estados de la república; la autoridad es la respon-
sable del crecimiento de los linchamientos y de la violencia en general.
Son diversas las declaraciones de la sociedad y de las instituciones,
pero en el fondo coinciden en señalar la situación de crisis de autoridad
que está viviendo el país. En este sentido, el ex director de la Facultad
16 Raúl Llanos Samaniego, "Hacer justicia por propia mano, oficio de tinieblas:
CDHDF", en La Jornada, 9 de octubre de 1996, p. 40.
17 José Barbeito, "La violencia y la política", en Violencia y política, p. 71.

180 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
de Derecho de la UNAM, Máximo Carvajal, señala que "los linchamientos
tienen como una de sus causas la falla de los sistemas de justicia. Los
linchamientos en diversas partes del país son una muestra de que están
fallando los sistemas de justicia locales".18
Es frecuente que miembros de los cuerpos policiacos detengan o pre-
tendan detener, en abuso de sus funciones, sin la debida orden judicial,
a ciudadanos comunes; y a veces lo hacen actuando con prepotencia: gol-
pean y extorsionan a los detenidos y sus familiares, acusan de actos no
cometidos y no presentan a los detenidos ante el Ministerio Público, lo
que provoca la ira de familiares, amigos y vecinos, generando en ellos la
idea de que la autoridad abusa y ofende; en tal sentido:
Habitantes de la comunidad de Ocotepec intentaron linchar a un miem-
bro de la Policía Judicial, quien, acompañado de otros tres agentes, se
disponía a detener a un comunero sin la orden de aprehensión respectiva,
violentamente y sin identificarse. De acuerdo con versiones de testigos
presenciales, los policías judiciales Santiago Salgado Alonso, Arturo Pé-
rez, Ernesto Alvarado y Rufino Arellano, a bordo de dos autos de reciente
modelo interceptaron la camioneta en que viajaba Jesús Díaz Osorio en
compañía de sus padres y, a golpes, intentaron subirlos a los automóvi-
les. A Díaz Osorio lo acusan los agentes de robo de vehículo y despojo de
tierras. [...] Esta acción de prepotencia provocó el enojo de los vecinos del
lugar, quienes exigieron a los policías la orden de aprehensión y, a cam-
bio, los judiciales les mostraron sus armas, por lo que los lugareños los
agredieron verbalmente. Ante esto, tres de los agresores lograron escapar,
mientras que a Santiago Salgado Alonso, después de golpearlo, intentaron
quemarlo y hasta colgarlo de un árbol. Sin embargo, el linchamiento fue
frustrado por autoridades municipales, quienes finalmente condujeron al
judicial a la cárce1.19
Ya desde 2002 había muchas voces de rechazo a los linchamientos;
sin embargo, eran voces que a la vez ponían en tela de juicio a las auto-
18 "Muestran los linchamientos la falla en los sistemas de justicia: opina el director
de la Facultad de Derecho", en La Jornada, 11 de septiembre de 1996, p. 14.
19 Francisco Guerrero, "Intentan linchar a un judicial habitantes de Ocotepec,
Morelos: pretendía detener a un comunero sin identificarse", en La Jornada, 24 de
enero de 1997, p. 16.
CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 181
ridades, sobre todo policiacas y a jueces, aunque la justicia es por igual
responsabilidad de las autoridades políticas.
Los Centros de Derechos Humanos Fray Francisco de Victoria, Mi-
guel Agustín, Pro Juárez, la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción
de los Derechos Humanos, Acción de los Cristianos contra la Tortura, el
Centro Mexicano contra la Tortura y el Centro Nacional de Comunica-
ción Social (Cencos), señalaron que los linchamientos son inaceptables
e injustificables, y pidieron al gobierno capitalino aplicar la ley y no ex-
cusarse en que son "pueblos bárbaros los que lo cometen y que hay que
respetar sus tradiciones. Ninguna tradición o cultura puede estar por
encima de los derechos humanos ni de la ley".20
Podemos afirmar que la corrupción que mina a las instituciones pú-
blicas se debe en gran medida a la creciente brecha entre instituciones
públicas y sociedad, es decir, a la no separación entre el bienestar público
y el interés privado, lo que ha generado entre los funcionarios una cre-
ciente utilización de la función pública como medio para enriquecerse,
subordinando las instituciones y los valores políticos a los económicos,21
envileciendo el orden y dando paso a la acción de los actores anónimos,
producto de las sociedades de masas.22 Éstas son sociedades fragmen-
tadas cuya característica es la heterogeneidad y el silencio en un mun-
do de ruido que los prepara para actuar de manera colectiva, de modo
20 "En Milpa Alta se dio mensaje de que la justicia no funciona, advierte la CNDHDF",
en La Jornada, 7 de diciembre de 2002, p. 37.
21 Al respecto se puede consultar la obra de Samuel Huntington, El orden político
en las sociedades en cambio, pp. 63-64. En este libro se aborda el fenómeno de la crisis
de valores en momentos de cambio político, cuando corrupción y violencia son las dos
caras de la falta de institucionalización de la participación de la sociedad. Es Emile
Durkheim quien mejor expresa la crisis de valores como causa de la violencia, aunque
destaca su carácter reactivo en un proceso de modernización e individualización; algo
diferente sucede en los linchamientos, en donde la reacción violenta se produce frente a
la violencia, no frente a la modernización.
22 Al decir de Ortega y Gasset, "la masa es el conjunto de personas no especialmente
cualificadas [...] el hombre medio [...] es el hombre en cuanto no se diferencia de
otros hombres, sino que se repite en sí un tipo genérico [...] la formación normal de
una muchedumbre implica la coincidencia de deseos, de ideas, de modo de ser de los
individuos que la integran". La rebelión de las masas, p. 48. Mientras que para Elías
Canetti, "la masa no conoce ni sexo, ni edad, ni rango: todos actúan como iguales,
la masa es un fenómeno propio de la época moderna". Masa y poder, p. 28. Ese actor
anónimo, indiferenciado, que coincide en deseos e ideas, que no distingue edad, sexo
ni rango, es al que nos referimos; pero los deseos e ideas a que nos referimos están
asociados a la búsqueda de la justicia, aunque ésta sea por propia mano.
182 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXI
indiferenciado, pero con el sentimiento común de hacerse justicia, si es
necesario, por propia mano.
Señala Ortega y Gasset en su libro La rebelión de las masas: "En los
motines que la escasez provoca suelen las masas populares buscar pan,
y el medio que emplean suele ser destruir las panaderías. Esto puede
servir como el símbolo del comportamiento que en más vastas y sutiles
proporciones usan las masas actuales frente a la civilización que las nu-
tre."23 Nosotros, parafraseando a Ortega, creemos que los motines, las
revueltas y las rebeliones que, en la época actual, se originan en la crisis
de autoridad, satisfacen su ira destruyendo el símbolo de la autoridad;
es decir: se apropian de la impartición de la justicia contra quienes la
violentan o contra quienes, siendo ése su deber, dejan de aplicarla. Ante
la falta de autoridad, la sociedad toma en sus manos los asuntos que
la ofenden para darles solución; ésta no es siempre la mejor, ya que con
frecuencia la sociedad comete abusos. Precisamente para eso sirve la
autoridad, para evitar los abusos de la sociedad misma.
Es necesario agilizar la procuración de justicia, y hay que fortalecer
rápidamente la cultura de derechos humanos en el país; es necesario
que se conozca la ley, que se aplique la cultura de la legalidad, y que la
procuración de justicia se haga más eficiente. El camino más corto es el
que señala la necesidad de evitar la prepotencia, el abuso de autoridad,
así como suprimir la negligencia y la corrupción; los linchamientos son
una expresión del ¡ya basta! que la sociedad lanzó a las autoridades, e
indican que toca a éstas corregir el camino. De lo contrario, tendremos
que aceptar que el espíritu de Fuenteovejuna se impuso al Estado de
derecho (véase cuadro 1).
Si queremos que el espíritu de Fuenteovejuna no siga recorriendo
colonias y rancherías, pueblos y comunidades, que no siga viajando en
microbús y linchando los símbolos de la sociedad moderna, es decir, leyes
y autoridades instituidas, se requiere generar confianza en las institu-
ciones y prácticas de aplicación eficaz de la ley y la justicia. Es necesario
tener confianza en la autoridad y no intentar la justicia por propia mano,
pues existen leyes. Es necesario contar con un número mayor de policías
bien preparados, honestos, y establecer una relación más estrecha con la
ciudadanía, para así evitar intentos de linchamiento.
La solución es de la competencia de las autoridades; éstas deben gene
rar la confianza necesaria para que la legitimidad perdida sea restituida.
33 Ortega y Gasset, op. cit., p. 87.
O CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 183
¿Cómo? A partir de actos apegados a la función pública, a las reglas que
permitan una nueva relación entre sociedad y autoridad; recomponer di-
cha relación depende del cumplimiento cabal de la ley, pues el mayor mal
de las instituciones es la corrupción asociada a la impunidad; es esto lo
que se expresa como violencia social, como violencia colectiva. Son diver-
sas las expresiones de la sociedad al respecto, pero en el fondo coinciden
en señalar la situación de crisis de autoridad que está viviendo el país.
En este sentido, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (cNDH),
lo mismo que la del Distrito Federal y algunas Organizaciones no guber-
namentales, han puesto el dedo en la llaga: es en las fallas de la autori-
dad donde hay que buscar al culpable de la violencia. Podemos coincidir
en la condena a la violencia social, y en desaprobar tanto los yerros de
jueces y Ministerios Públicos como los excesos de los grupos policiacos;
1111 coincidir en señalar la crisis de legitimidad de la misma Iglesia, que
no ha logrado influir en la sociedad religiosa para que se abstenga de
ejercer la violencia, y en reprobar la simbiosis que existe entre policías
y ladrones: ex policías convertidos en ladrones, y ladrones convertidos
en policías, o bien ambas cosas al mismo tiempo, lo cual es del dominio
público.24 Basta mencionar algunos casos: el general Jesús Gutiérrez
Rebollo, encargado de combatir al narcotráfico, colaboraba con éste; el
capitán Jesús Miyasagua, encargado de la Brigada Antisecuestros, ac-
tuaba en complicidad con los secuestradores en el estado de Morelos; y
los encargados de combatir el robo de autos, de lo cual abundan casos, no
solamente participan, sino que son los responsables de la organización
de las bandas. Y qué decir de los agentes que torturan, asaltan, matan,
estafan y demás.
Un buen ejemplo de lo anterior es lo suscitado en el municipio de Jona-
catepec, estado de Morelos, donde los pobladores capturaron y encarcela-
ron al subprocurador del estado, hasta que se enjuiciara y condenara a los
seis agentes responsables de la muerte de tres pobladores; esta situación
obligó al gobernador del estado, Antonio Rivapalacio, a negociar direc-
tamente con un pueblo indignado.25 Tras el restablecimiento del orden,
24 Guillermo Correa nos dice que en Axochiapan, Morelos, "hartos de la inseguridad
y de los abusos de agentes judiciales involucrados en asaltos, una muchedumbre de
indios nahuatlacos persiguió y detuvo a cuatro delincuentes que fueron golpeados,
amarrados y trasladados al centro de la población Marcelino Rodríguez del municipio
de Axochiapan, donde después de un juicio popular, se decidió que murieran fusilados".
en Proceso, núm. 917, 30 de mayo de 1994, p. 36.
25 La Jornada, 6 de agosto de 1993, p. 17.
184 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MESH O
CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 185

el gobierno estatal reconoció públicamente la justicia de las demandas

CUADRO 1
y les dio satisfacción, aunque la solución fue parcial y, por lo tanto, su
temporalidad podía ser corta. Cabe destacar que uno de los logros de Magistrados y juristas frente a los linchamientos
esta comunidad —la de brindarse su propia seguridad— implica en el Posición frente a
fondo la recuperación de un principio de autonomía política —el de la Actores los linchamientos Causas de los linchamientos
comunidad que ejerce legítimamente la autoridad que las instituciones Presidente de la La ley nos faculta cuan- La actuación de los pasajeros del
Suprema Corte de do vemos en peligro autobús que dieron muerte a un asal-
han perdido—. Así pues, cabe preguntarse si lo anterior es el camino Justicia del Estado nuestra vida, nuestro tante fue en defensa propia, debido a
que la sociedad tiene que seguir para contener delincuencia, impunidad de México, Luis Mi- patrimonio. La ley au- que estas personas vieron en peligro
y abuso de autoridad, o si las instituciones han de corregir las prácticas randa Cardoso toriza a hacerse justicia su vida y su patrimonio.
por mano propia, la ley
que hoy privan en México. lo permite y se llama
Miguel Ángel Granados Chapa, en su artículo "Violencia de Jonaca- legítima defensa.
tepec", analiza las diferentes versiones sobre los hechos, pero agrega que Procurador de Jus- Son demasiadas las per- Es difícil establecer culpabilidad y
ticia del Distrito sonas responsables, y aún más reconocer sus causas [...].
Federal, Bernardo son también muchos los
en Temoac, municipio inmediato a Jonacatepec, un caso de violencia se Bátiz V. testigos, pero todos son
cercanos: familiares o
mejante tuvo lugar en 1974. Los agentes judiciales cometían atrocidades
vecinos, por lo que no es
a su antojo: culpables de golpear a vecinos del lugar, la población apresó a fácil obtener la verdad.
unos agentes, y los entrego al cuartelillo de Cuautla, pero sus compañeros Subprocurador de Dependemos mucho de Cuando un sector de la población lle-
los liberaron. Un par de meses más tarde otros agentes entraron a Temoac Averiguaciones pre- los testimoniales, de las ga a juicios inmediatos y una de esas
vias Desconc,entra- fotografías que se pue- condenas es la muerte, sí hay que
con la intención de extorsionar a un curandero. Puesto que ya había sido su das (PGJDF), Alvaro dan haber tomado y que preocuparse, ver qué ésta sucedien-
víctima, el médico descalzo estaba prevenido, convoco a gente que lo apre Arceo Corcuera podamos conseguir en do, desde el punto de vista psicológi-
este momento, porque co, sobre todo cuando no debe prolife-
ciaba y los judiciales fueron también detenidos para que no se repitiera la hasta ahora no hemos rar como una forma de defensa, aun
engañifa de poco antes, esta vez no fueron entregados a autoridad alguna. encontrado colaboración cuando no es un hecho aislado.
del pueblo.
Al día siguiente, como parte de un ritual de la frustración ciudadana, los
agentes (tres más una persona que por casualidad los acompañaba) fueron Director de la Fa- Son muy lamentables Los linchamientos en diversas partes
cultad de Derecho los hechos en que las del país son una muestra de que es-
quemados en la plaza del pueblo. Acaso por recuerdos colectivos de la bar- de la UNAM, Máximo personas, por falta de tán fallando los sistemas de justicia.
barie que convoca a la barbarie.26 Carvajal adecuada justicia se la Destacó que las ineficiencias de las
estén haciendo por su autoridades se dan principalmente
propia mano. a nivel de las ministeriales, porque
Como podemos apreciar en el cuadro 1, abogados, jueces y magis- entre los jueces no hay tal.
trados coinciden en señalar la corrupción y las fallas en los sistemas de Jurista Raúl Carran- Los linchamientos son Cuando ese tipo de cosas suceden en
cá y Rivas injustificables, pero el panorama social del país es porque
justicia como las causas más profundas de la violencia social y en parti- explicables. [...] Cons- la autoridad no cumple debidamente
cular de los linchamientos. Es la falta de credibilidad en jueces y Minis- titucionalmente es in- con sus obligaciones. Revelan que la
terios Públicos, al mismo tiempo que los límites de la sociedad han sido debido que la población población ya no cree en sus autorida-
se haga justicia por su des, que el pueblo se cansó y se hace
rebasados. Corregir las faltas que comete la autoridad son un paso en la propia mano. justicia por su propia mano.
solución de la violencia, no el único, pero sí uno de los más importantes Jurista Ignacio Bur- La corrupción es lo que tiene a Méxi-
para recuperar la credibilidad en las autoridades e instituciones. goa Orihuela co en el estado actual.
Dirigentes de agrupa- Estos hechos son un síntoma de la
ciones de abogados incapacidad de las autoridades muni-
cipales y estatales para contrarrestar
26 los índices de inseguridad pública en
Miguel Ángel Granados Chapa, "Violencia de Jonacatepec", en El Financiero, 1 la zona metropolitana de Guadalajara.
de agosto de 1993, p. 41.
Fuente: Elaboración propia, con información de La Jornada.
186 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXIC
DERECHOS HUMANOS Y LINCHAMIENTOS
Los linchamientos, como hemos señalado líneas arriba, expresan rechazo
a funcionarios e instituciones; son una de las formas que diferentes gru
pos de la sociedad utilizan para indirectamente linchar a las autoridades
y sus símbolos, al mismo tiempo que ocupan el lugar que las autorida
des, tanto legales como tradicionales han dejado de ocupar. La violencia
es siempre un recurso extremo —el último— que algunos grupos, a fir
de dramatizar sus demandas frente a la negligencia de las autoridades
emplean para llamar la atención. Es de señalar que los linchamientos n(
son justificables desde ningún punto de vista, pero no podemos dejar d(
observar que son un recurso extremo, polémico y condenable.
Para los organismos encargados de la defensa de los derechos hu
manos, los linchamientos ponen el acento en la necesidad de lograr unl
justicia pronta y eficaz, al mismo tiempo que llaman la atención de
autoridades policiacas y judiciales, lo mismo que políticas.
La justicia es un valor superior que implica una interacción entre gru
pos de individuos, y es pilar de la convivencia humana; pero es además ur
objetivo profundamente enraizado desde el surgimiento del Estado libera
y democrático, ya que tiene como elemento constitutivo la protección de lo:
derechos fundamentales, de los derechos humanos; por ende, la justicia s(
materializa en la protección de tales derechos por medio del entramad(
institucional del Estado. La erosión del Estado de derecho, que puedo
presentarse de diversas maneras, socava la defensa de los derechos hu
manos y permite que la violencia exprese la crisis de la aplicación de h
ley, al mismo tiempo que de sus instituciones.
Para algunos miembros de la CNDH y de las comisiones estatales I
derechos humanos, el tema de los linchamientos ha merecido diverso:
comentarios así como recomendaciones en algunos de los casos más so
nados en los medios de comunicación. Afirmar que los linchamientos
son en sí una violación de los derechos humanos, obliga a averiguar la:
causas de aquéllos, y a precisar el papel de las autoridades frente a di
cho fenómeno (véase cuadro 2). Toda recomendación de las comisiones 0:1(
derechos humanos implica reconocer la culpabilidad, por negligencia
omisión, de la autoridad.
En tal sentido, Jorge Madrazo Cuellar (ex ombudsman de la Comi
sión Nacional de los Derechos Humanos), refiriéndose a los linchamien
tos, señaló que "la ley prohíbe que las personas se hagan justicia poi
propia mano; las personas no pueden actuar delincuencialmente ante lo:
CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 187
delincuentes; eso, con independencia de que es necesario que los sistemas
de procuración y administración de justicia trabajen de una manera más
ágil, más eficiente".27 El no respeto a la ley, a la autoridad o al Estado,
expresa la crisis misma del poder político, del orden. Hacerse justicia por
propia mano significa poner en tela de juicio a los órganos encargados de
aplicarla; es, en suma, expresión de la crisis de autoridad.
Cuestionar la autoridad, las instituciones, las leyes o al mismo Es-
tado de derecho, implica reconocer fallas en la aplicación de la ley, y
negligencia en los responsables de aplicarla; pero ante todo significa
falta de legitimidad, falta de autoridad, en el sentido planteado por Max
Weber. Cuando individuos o grupos de la sociedad han dejado de creer
en quienes tienen la responsabilidad de mantener el orden, consideran-
do que quienes tienen como función aplicar la ley han claudicado, ero-
sionando los fundamentos inmediatos de las instituciones, no podemos
menos que señalar el vacío que se genera entre la sociedad y los repre-
sentantes de las instituciones. Es precisamente el vacío generado entre
sociedad y autoridad lo que posibilita la acción violenta, al margen y aun
en contra de la ley, de las instituciones y, sobre todo, de miembros de la
misma sociedad, como sucede en casi todos los casos de linchamiento.
Al respecto, Emilio Álvarez De Icaza, ex ombudsman de la ciudad de
México, señaló con razón que "el grupo de milpaltenses que decidió hacer
justicia por su propia mano lanzó un mensaje directo a las autoridades
de que la justicia no funciona". En el mismo sentido, aunque expresándo-
lo de manera diferente, José Luis Soberanes Fernández, ex ombudsman
nacional, afirmó:
Considero un hecho grave que la sociedad civil tome justicia por propia
mano, pues pone en tela de juicio no sólo el aparato de justicia, sino al Es-
tado de derecho [...] no hay más que un paso para caer en la turbamulta y
en su imperio irracional, ya que la turbamulta no le da cuenta a nadie de
sus actos, sino a sí misma. Se erige en pueblo pero en realidad es sólo su
imagen deforme la que puede actuar como horda, grito, siembra de imposi-
ción, violencia, muerte y barbarie [...] Cuando un grupo de la sociedad civil
decide dejar de acatar la ley, debilita la posibilidad de un orden democráti-
co con instituciones respetables y respetadas.
27 "Muestran los linchamientos la falla en los sistemas de justicia: opina el director
de la Facultad de Derecho", en La Jornada, 11 de septiembre de 1996, p. 14.
188 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 189

Es de señalar que los linchamientos expresan en términos simbó-

CUADRO 2
licos la destrucción de la imagen y la representación de la autoridad;
Comisión de Derechos Humanos frente a los linchamientos
pero en la práctica erosionan a la autoridad misma, sus fundamentos
expresados como mandatos que ya no son reconocidos por grupos de la Posición frente a
sociedad. La relación entre-sociedad y autoridad se manifiesta median- Actores los linchamientos Causas de los linchamientos
te mandatos que significan reconocimiento, obediencia, y que expresan Ombudsman Considero un hecho grave que Cuando un grupo de la
acuerdo y orden; si se genera distancia entre sociedad y autoridad, se Nacional (CNDH), la sociedad civil tome justicia sociedad civil decide dejar
José Luis Soberanes por propia mano, pues pone en de acatar la ley, debilita
genera un vacío que suele ser ocupado por la violencia. la posibilidad de un orden
Fernández tela de juicio no solo el aparato
Al decir de Luis de la Barreda (ex titular de la CDHDF), el linchamien- de justicia, sino al Estado de democrático con instituciones
to, como medida ejemplar, derecho. respetables y respetadas.
Ex ombudsman La ley prohíbe que las personas Es necesario que los
es evidente que no funciona. La experiencia demuestra que la muerte en (cNDH) nacional se hagan justicia por propia sistemas de procuración y
manos de multitudes enfebrecidas no ha evitado que se cometan otros crí- Jorge Madrazo mano; las personas no pueden administración de justicia
Cuéllar actuar delincuencialmente ante trabajen de una manera más
menes. Comenzaríamos por justificar el homicidio de los homicidas, luego los delincuentes. ágil, más eficiente.
el de los ladrones y así hasta legitimar la furia de quienes, con vocación
Ex ombudsman del Como medida ejemplar es El Estado de derecho, aun
de verdugos, tengan a bien considerar como crimen de lesa humanidad D.F. (CDHDF), Luis de evidente que el linchamiento siendo imperfecto, permite
cualquier otro acto que, aun imprudencialmente, pudiera cometerse en la Barreda S. no funciona la existencia pacífica de la
su molestia o perjuicio [...] el Estado de derecho, aun siendo imperfecto, Si aceptamos el imperio. de sociedad.
la fuerza sobre la razón y la
permite la existencia pacífica de la sociedad. Si aceptamos el imperio de ley, la seguridad de cada uno
la fuerza sobre la razón y la ley, la seguridad de cada uno estaría en cons- estaría en constante peligro.
tante peligro.28 Ombudsman del El grupo de milpaltenses que El grupo de milpaltenses
D.F. (CDHDF), Emilio decidió hacer justicia por su que decidió hacer justicia
Así pues, los defensores de los derechos humanos manifiestan una Álvarez de Icaza propia mano. por su propia mano lanzó
un mensaje directo a las
y otra vez su convicción de que la violencia no se justifica, por lo que
autoridades de que la justicia
es necesario condenarla; y al mismo tiempo defienden la necesidad de no funciona.
fortalecer el Estado de derecho como forma de defensa de los derechos
Fuente: Elaboración propia con base en información publicada en La Jornada.
humanos; pero podemos preguntarnos si el fortalecimiento del Estado
en su fundamento jurídico no requiere una reestructuración del funda-
mento de su legitimidad, que pasa necesariamente por la no tolerancia
Como podemos apreciar en el cuadro 2, el punto central para los res-
de los abusos cometidos por los funcionarios (jueces, policías, militares,
ponsables de defender el respeto a los derechos humanos, está en el res-
autoridades políticas y civiles), así como por el combate a la negligencia
peto a las leyes, en la aplicación puntual y pronta de ésta, así como en
y la corrupción. La condena a la violencia pierde sentido si no se hace lo
la defensa del Estado de derecho; de ahí el rechazo unánime al lincha-
propio con la autoridad inmediata y con la responsable superior de los
miento como medio para la defensa de cualquier causa social, y que no
delitos que quedan impunes, así como con quienes los cometen (véase
cuadro 2). deje de plantearse el fortalecimiento de las instituciones que emanan de
las leyes. Ambos factores apuntan en dirección a las autoridades como
responsables de la violencia que se vive y de la erosión del sistema de
justicia; en suma: de la crisis de autoridad que impera en México.
28 Raúl Llanos Samaniego, "Hacer justicia por propia mano, oficio de tinieblas:
CDHDF", en La Jornada, 9 de octubre de 1996, p. 40.
190 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
LA IGLESIA Y LOS LINCHAMIENTOS
Frente a los linchamientos, la jerarquía católica expresa su condena y
hace llamados a los católicos para que no caigan en la violencia (véase
cuadro 3); pero no deja de reconocer implícitamente que no se sorprende
con los niveles de violencia que la sociedad mexicana enfrenta desde hace
casi dos décadas.
La violencia es producto de un periodo largo de erosión de diversas
instituciones, por prácticas irregulares de los responsables de aplicar la
ley; pero también por la erosión de la autoridad política; el desgaste cons-
tante de la legitimidad de ésta, se refleja en los enfrentamientos entre
gobierno y partidos, en los abusos contra sindicatos y comunidades, así
como contra organizaciones civiles y políticas; vivimos un periodo carac-
terizado por prácticas violentas y represivas por parte de los gobiernos
locales, estatales y federal.
Refiriéndose a los linchamientos, el obispo primado de México, Nor-
berto Rivera, nos dice que "esos crímenes no pueden darse, pero también
nos indican los niveles de inseguridad en la que está viviendo nuestra
sociedad".29 Los linchamientos no tienen su origen en la inseguridad,
pero la inseguridad es el caldo de cultivo y muchas veces el detonante.
Como ya vimos, la inseguridad se puede presentar como robo, violación o
abuso policiaco, y es ese contexto el que de manera coyuntural y directa
sirve de excusa para los linchamientos.
Ya años antes, el obispo de Ecatepec, Onésimo Zepeda Silva, "exhorto
[...] a los católicos a no caer en la tentación de 'sucumbir' ante el 'camino
fácil' de la violencia ni de hacerse justicia por su propia mano", en alusión
a recientes acontecimientos violentos. Durante su homilía en la Basílica
de Guadalupe, dijo que no debe haber "más muertes de cristianos contra
cristianos", ni "bandoleros que se aprovechen de las necesidades del pue-
blo".30 La tentación del camino fácil, el abuso de los bandoleros, sirven a
los jerarcas de la Iglesia católica para explicar la violencia que priva en
la sociedad mexicana actual; en tal sentido, para el cardenal de la Arqui-
diócesis de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez,
29 José Antonio Román, "Rivera: reflejo de la descomposición social, los linchamientos
en Milpa Alta", en La Jornada, 9 de diciembre de 2002, p. 45.
30 Triunfo Elizalde y Jesús Aranda, "Los linchamientos son como regresar a la Ley
del Talión: Madrazo Cuellar", en La Jornada, 8 de septiembre de 1996, p. 11.
CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 191
los linchamientos ocurridos en diferentes partes del país nada tienen que
ver con la pobreza; la falta de justicia exaspera al pueblo y éste la busca y
ejecuta por su propia mano [...]. Así están las cosas en este país, donde pasa
todo y al mismo tiempo no pasa nada [...] mucha gente ha perdido la fe y la
confianza en las instituciones.31
Hemos señalado en los capítulos anteriores que la pobreza es el caldo
de cultivo, no la causa, y coincidimos con Sandoval Íñiguez en que "mu-
cha gente ha perdido la fe y la confianza en las instituciones", incluida
la Iglesia católica; al decir del sacerdote de Magdalena Petlacalco, dele-
gación Tlalpan, ni en secreto de confesión los participantes aceptan su
participación; dicen desconocer quién los incito, y no aceptan que el lin-
chamiento haya sido un error al no arrepentirse de los hechos. Al mismo
tiempo podemos afirmar que ni la autoridad moral de la Iglesia es sufi-
ciente para detener a un colectivo enardecido que ha tomado la decisión
de hacerse justicia por mano propia.
Al respecto, Sandoval Iñiguez afirma:
Los días lunes y martes se confesaron aproximadamente 500 personas del
pueblo de Magdalena. Hay tanta gente que se ha arrepentido como gente
que no lo ha hecho. Ignoro quién haya incitado al linchamiento, y quién
haya participado directamente, ya que cuando llego no identifico a nadie
más que a los fiscales mencionados.32
En términos religiosos, el arrepentimiento implica el perdón a un
acto de violencia; de ahí que no aceptar la culpa implica no arrepentir-
se, y al mismo tiempo que no está operando el temor al castigo divino;
podríamos asegurar que es mayor el temor al castigo terreno. La au-
toridad de la Iglesia es puesta en cuestión, a la vez que se desafía a la
autoridad civil y religiosa.
Por otra parte, para el obispo Zepeda Silva, "México está enfermo",
porque atraviesa una crisis de violencia que "agobia y preocupa", y pidió
a las autoridades que gobiernen con "honestidad y sinceridad",33 es decir,
31 Héctor Estrella, "Los linchamientos, ajenos a la pobreza. Sandoval Iñiguez:
necesaria la justicia", en La Jornada, 13 de septiembre de 1996, p. 5.
32 CDHDF, "Recomendación 6/2002", pp. 7-42.
33 José Antonio Rendón, "Rivera: reflejo de la descomposición social, los linchamientos
en Milpa Alta", en La Jornada, 9 de diciembre de 2002, p. 45.
192 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXII o CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 193

CUADRO 3 pueblo y éste la busca y ejecuta por su propia mano [...] Así están las cosas
La Iglesia frente a los linchamientos en este país, donde pasa todo y al mismo tiempo no pasa nada", y añadió:
"Mucha gente ha perdido la fe y la confianza en las instituciones."34
Jerarquía Posición frente a
eclesiástica los linchamientos
En suma, lo que no se puede ocultar es que desde hace tiempo miem-
Causas de los linchamientos
bros de la autoridad misma (procuradores y subprocuradores de Justi-
Obispo primado de (si las autoridades) no Nos indican los niveles de
México, Norberto ponen alto a la impunidad,
cia), ministros de la alta jerarquía católica (obispos de México, Ecatepec,
inseguridad en la que está
Rivera la gente seguirá cometiendo viviendo nuestra sociedad. Guadalajara), ombudsman de los Derechos Humanos (de la CNDH y de la
estos delitos. "No es un hongo que se dé de CDHDF), miembros de organizaciones civiles de defensa de los derechos
pronto [...] sino algo que desde
hace tiempo se viene gestando
humanos, y juristas y magistrados, coinciden en señalar que la mala
por el clima de violencia que se o nula aplicación de la justicia es una de las principales causas de los
vive en todo el país." linchamientos y de la violencia social en general. También quienes de
Cardenal de la Así están las cosas en este Los linchamientos ocurridos en manera indirecta han participado en linchamientos, señalan que la des-
Arquidiócesis de país donde pasa todo y diferentes partes del país nada confianza hacia las autoridades y cuerpos policiacos es una de las causas
Guadalajara, Juan no pasa nada [...] mucha tienen que ver con la pobreza;
Sandoval Iñiguez gente ha perdido la fe en las la falta de justicia exaspera al más perceptibles de la violencia. A esto agregaríamos nosotros: el robo
instituciones. pueblo y éste la busca y ejecuta con violencia, la violación, el abuso de autoridad (sobre todo de policías y
por su propia mano. agentes judiciales) y el secuestro, son las causas coyunturales e inmedia-
Obispo de Ecatepec, México está enfermo Exhorto a los católicos a tas de los linchamientos.
Onésimo Zepeda porque atraviesa una no caer en la tentación de Las autoridades saben que están siendo rebasadas por la sociedad,
Silva crisis de violencia que sucumbir ante el camino fácil
agobia y preocupa y pidió de la violencia, ni de hacerse en un punto que se considera reservado para los órganos encargados de
a las autoridades que justicia por propia mano. aplicar la justicia, al mismo tiempo que no aciertan a castigar a quie-
gobiernen con honestidad y nes participan al no existir imputaciones directas, es decir el espíritu
sinceridad.
de Fuenteovejuna se impone al Estado de Derecho, la justicia por propia
Fuente: Elaboración propia con base en información publicada en La Jornada.
mano expresa la crisis de autoridad y señala que las causas de la bar-
barie que se expresa en los linchamientos tiene en la no aplicación de la
que gobiernen en sentido estricto, que ejerzan el poder con que la socie justicia el motivo que más ofende a la sociedad.
dad las ha investido. El riesgo de que escenas como las de Tláhuac y Milpa Alta en el Dis-
Como podemos apreciar, los representantes de la Iglesia católica re- trito Federal, Axochiapan en Morelos, Zapotitlán en Guerrero, el Mexe
chazan la violencia a la vez que señalan a la autoridad civil como respon- en Hidalgo, entre otros de la misma naturaleza, se generalicen o bien se
sable de la misma, al no actuar o al actuar en sentido contrario a lo que considere como una solución a la falta de alternativas para erradicar la
establece la ley y el sentido común, es decir, castigando a los delincuentes violencia. Así lo considera en un comunicado oficial,35 la CDHDF que ase-
y cumpliendo con las funciones que le fueron encomendadas; en una pa- veró que en las últimas fechas, en distintas partes de la República, en
labra: gobernando bien. Al no recurrir a una explicación religiosa, y al áreas rurales y urbanas, existe una recurrencia a los linchamientos en
señalar a la autoridad policiaca o política como responsables, la Iglesia sus modalidades de ejecución o tentativa.
católica justifica los linchamientos, a pesar de su insistencia en que no En nuestro país, para nadie es desconocido que las instituciones en-
son correctos. Los justifica desde el momento en que atribuye la respon cargadas de la seguridad pública (Procuraduría General de la Repúbli-
sabilidad a la autoridad civil y omite la responsabilidad propia. ca, las procuradurías generales de los estados, el Ministerio Público, la
Asimismo, el cardenal de la Arquidiócesis de Guadalajara, Juan San
doval Íñiguez, señalo que "los linchamientos ocurridos en diferentes partes
34 Héctor Estrella, op. cit.
del país nada tienen que ver con la pobreza; la falta de justicia exaspera al 35 Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, op. cit.
 194 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉX CO
Policía Judicial Federal y las estatales, la Policía Federal Preventiva y
la Ministerial, FEADS, las policías municipales, los jueces y magistrados),
es decir, las instituciones jurisdiccionales, se encuentran en franco dete-
rioro debido a los abusos de que hacen gala los miembros de las distintas
corporaciones policiacas, presas en su mayoría de actos de corrupción,
negligencia, abusos y prepotencia. Asimismo, los distintos órganos en-
cargados de impartir justicia no cumplen a cabalidad con las funciones
para las cuales fueron estatuidos, creando un clima de indefensión de
la sociedad frente a los órganos del poder y de no credibilidad en las
instituciones y menos aún en los encargados de administrar la justicia.
Lo anterior ha provocado reacciones violentas de la sociedad que ponen
en entredicho al Estado de Derecho, a las instituciones públicas, y sobre
todo a las personas encargadas de aplicar las leyes.
Diferentes actores políticos y eclesiásticos han señalado la necesidad
de distinguir entre un acto de abuso cometido por quienes actúan bajo
el manto del anonimato, y el acto violento cometido en apego a lo que la
misma ley permite, por ejemplo, la defensa legítima. El no castigo o la
penalización insuficiente han irritado a gran parte de la sociedad mexica-
na, dando lugar a la duda, a la suspicacia, a la creencia en la complicidad
entre autoridades y ladrones. De este modo se ha suscitado un sentimien-
to creciente de agravio moral, de ira; un malestar que es primero indivi-
dual y después colectivo, y que suele abrir paso a la violencia social antes
contenida. La indignación moral se expresa como violencia colectiva, ya
que dicha indignación es ese peculiar sentimiento de ira que antecede a
los estallidos violentos cuya explicación reside en la crisis de autoridad.
CONCLUSIONES
El vacío de autoridad es el origen de la violencia, ya sea porque la auto-
ridad no cumple la función para la que fue instituida, ya sea por negli-
gencia en sus funciones, o bien por la corrupción en que incurren muchos
integrantes de los agrupamientos policiacos, múltiples funcionarios del
Ministerio Público, numerosos jueces, etcétera.
Se puede establecer que la crisis de autoridad es la causa estructural
la causa más profunda de los linchamientos en México; hay quienes con
funden el nivel de análisis y señalan que el origen es la crisis del Estado
de derecho o la crisis del monopolio legítimo de la violencia que posee el
Estado; sin embargo, es de señalar que tal fenómeno no se presenta en
CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 195
todos los estados de la república, y en aquellos donde se presenta, lo hace
con diferente intensidad.
Para poder afirmar que la crisis es a nivel del Estado, se requiere
considerar todo el conjunto de fenómenos asociados a la violencia (vio-
lencia guerrillera, violencia del narcotráfico, violencia del gobierno con-
tra las organizaciones civiles, etcétera). Cuando la violencia rebasa toda
capacidad de control institucional, suele desestabilizar y convertir un
conflicto localizado en un conflicto de carácter nacional y potencialmente
transformador (como el caso de Chiapas); en un conflicto que no busca
la satisfacción parcial sino total del origen de los problemas económicos,
políticos, sociales, así como culturales de grandes sectores de la sociedad,
los cuales dejan de ver en los partidos políticos y en las instituciones
nacionales a sus interlocutores, por lo que generan en la población expec-
tativas de un mejor futuro.
Las revueltas, lo mismo que las rebeliones, surgen cuando un signi-
ficativo número de ciudadanos ha llegado a convencerse o bien de que ya
no funcionan las vías normales para cambiar o mejorar su situación y
que, por eso mismo, sus quejas no serán oídas o no darán lugar a accio-
nes ulteriores; o bien, por el contrario, de que el gobierno está a punto de
cambiar y se ha embarcado y persiste en modos de acción cuya legalidad
y constitucionalidad quedan abiertas a graves dudas.36
El malestar individual y la transformación de éste en ira colectiva,
es un proceso largo, silencioso y sirve de preámbulo a la acción colectiva
de carácter violento. Desde el año 2002, como ya lo vimos, había muchas
voces que además de rechazar los linchamientos, ponían en tela de juicio
a las autoridades, sobre todo policiacas y a jueces, aunque el fenómeno
es igualmente responsabilidad de las autoridades políticas. Fue así como
los Centros de Derechos Humanos Fray Francisco de Victoria, Miguel
Agustín Pro Juárez, la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los
Derechos Humanos, Acción de los Cristianos contra la Tortura y el Centro
36 "El procurador de la Ciudad de México, Bernardo Bátiz Vázquez, afirmó que no
será fácil determinar responsabilidades por el linchamiento de dos presuntos asaltantes
de un taxista, la noche del jueves en el pueblo de San Pablo Ozotepec, en la delegación
Milpa Alta. Recordó que la dependencia tiene pendiente otro caso de linchamiento,
ocurrido el 25 de julio del año pasado (2001) en Magdalena Petlacalco, delegación
Tlalpán, en el cual el Ministerio Público se ha encontrado con el hermetismo de la
gente. 'Nadie señala a nadie y tampoco sitúan el lugar de los hechos'", La Jornada, 8 de
diciembre de 2002, p. 32.
 CRISIS DE AUTORIDAD Y VIOLENCIA SOCIAL 197
196 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO

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civiles de defensa de los Derechos Humanos [. ..], así como Juristas y Ma- Canetti, Elías, Masa y poder, Alianza, Madrid, 1997.
gistrados coinciden en señalar que la mala o nula aplicación de justicia es Cardoso Miranda, Raúl Efraín, "Aspectos jurídicos 2", en Justicia por
una de las principales causas de los linchamientos y de la violencia social 1 propia mano, CNDH, México, 2002.
en general. También quienes de manera indirecta han participado en lin- Cooper Mayr, Doris, Delincuencia común en Chile, LOM, Santiago de Chi-
chamientos señalan que la desconfianza hacia las autoridades y cuerpos I> le, 1994.
policíacos son dos de las causas que más se aluden para explicar la vio- Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, Recomendación
lencia, a lo cual agregaríamos: El robo con violencia, la violación, el abuso 6/2002, México, 2002.
de autoridad (sobre todo de policías y agentes judiciales) y el secuestro. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, PAC, México,
Como conclusión destacamos que magistrados, jueces, juristas, jerar- 1999.
quía católica, ombudsmans de los Derechos Humanos y otros actores po- Durkheim, Emile, La división del trabajo social, Colofón, México, 1997.
líticos y sociales, coinciden en señalar la nula o mala aplicación de la ley Goldstein, Daniel M., "In our own Hands: Lynching, Justice and Law in
y la justicia —hecho al que desde luego asocian con la corrupción y la im- Bolivia", en American Ethnologist, American Anthropological Asso-
punidad— como la causa principal de los linchamientos. Es importante ciation, 2003.
señalar que no faltan quienes consideran que el problema se debe más a Hernández, Tosca, "Descubriendo la violencia", en Roberto Briceño-León
la ineficacia de la policía, o a la intervención tardía o de un número in- (comp.), Violencia, sociedad y justicia en América Latina, Flacso,
suficiente de elementos de la policía; es decir: reducen el problema a una Buenos Aires, 2002
cuestión de número o de rapidez en la intervención, sin comprender que Huntington, Samuel, El orden político en las sociedades en cambio,
la solución no es evitar que se lleve a cabo alguno de los linchamientos, Paidós, Barcelona, 1991.
pues el mero hecho de que se intente indica la gravedad y amplitud del Internacional Social Science Journal, Thinking About Violence, Hobbes,
problema real: la crisis de autoridad como causante de los linchamientos. Southampton, 1992.
Concluimos señalando que las autoridades saben que están siendo re- Locke, John, Ensayo sobre el gobierno civil, Gernika, México, 1987.
basadas por la sociedad, en un punto que se considera reservado para los Lope de Vega, Fuenteovejuna, Porrúa, México, 1992.
órganos encargados de aplicar la justicia; al mismo tiempo, no aciertan a Monsiváis, Carlos, Justicia por propia mano, CNDH, México, 2002.
castigar a quienes participan, pues no existen imputaciones directas; es Moore, Barrington, La injusticia. Bases sociales de la rebelión, lisluNAm,
decir: el espíritu de Fuenteovejuna se impone al Estado de derecho. La México, 1989.
justicia por propia mano refleja la crisis de autoridad y señala que la bar- Magnus Enzensberger, Hans, Política y delito, Seix Barral, Barcelona,
barie expresada en los linchamientos tiene en la no aplicación de la justicia 1968.
el motivo que más ofende a la sociedad.
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W

VIOLENCIA Y PRÁCTICAS CIUDADANAS

EN EL SUR DEL PAÍS

José Joaquín Flores Félix*

INTRODUCCIÓN

Paradójicamente, la violencia es la forma más efectiva y más socorrida

para procurar justicia. La solución a los agravios conlleva, la mayoría de
las veces, el uso del poder de forma coercitiva. El resarcimiento de agra-
vios nos muestra los límites de los espacios de cotidianidad de las perso-
nas; nos muestra la capacidad y la extensión precarias de los consensos.
Asimismo, nos muestra el pragmatismo de la razón de Estado.
La procuración de justicia legal, la que se ejerce desde los aparatos de
Estado, lleva implícitas acciones de violencia; acciones que la mayoría de
las veces se justifican con el argumento de la razón de Estado. La aplica-
ción de las leyes y la misma razón de Estado, son una forma de violencia,
la más cotidiana, la que conjuga mayor consenso, pero no por ello es la
de mayor legitimidad.
Por su parte, la justicia alternativa, por no provenir del consenso
construido sobre la base de la hegemonía, es más susceptible de solucio-
narse por la vía de la violencia. En la mayoría de los casos, la justicia
alternativa se aplica como un ejercicio de poder para reparar agravios.
En el ámbito de lo social, los agravios provienen del incumplimiento
de promesas que la misma sociedad les ha ofrecido a sus miembros por
medio del Estado. En el marco de las sociedades estatales construidas
sobre la base de la modernidad, muchas promesas no se han cumplido.
Los Estados nacionales, a despecho de sus procesos de modernización,
han sido incapaces de cumplir, o siquiera de acercar a sus ciudadanos a

* Profesor e investigador, uAM-Xochimilco.

201
 202 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXI( o
los derroteros que los conducirían al cumplimiento de las promesas de la
modernidad.
Éste es uno de los problemas fundamentales de las sociedades cuyo
proceso histórico está marcado por la impronta de las promesas funda-
mentales de la modernidad: libertad, justicia, democracia; promesas que
dichas sociedades, por las determinaciones del poder que se erigió como
el hegemónico a lo largo de su construcción, no han cumplido, por lo que
los ciudadanos, en busca de su cumplimiento, buscan construir sus pro
pios rumbos y alternativas.
Asimismo, cuando los ciudadanos sienten que fallan las acciones ten
dientes a acercarse al cumplimiento de las promesas de la modernidad
o cuando las instituciones encargadas de ello se ausentan de la ruta qu(
conduce a dicho objetivo, no pueden menos que considerar dichas accio
nes fallidas como agravios; máxime cuando la razón de Estado se aplica
de tal manera que se aleja de los marcos legales, ya no digamos de legiti,
midad. Las rutas alternativas para reparar el agravio son realizadas de
manera directa y mediante prácticas violentas.
En este trabajo no abundaré sobre el carácter ético de las prácticas
de las personas; no voy a referirme a ningún consenso para soluciona/
en esta forma los desacuerdos; tampoco me detendré a reflexionar sobre
la historicidad de lo ético, acotado por formas culturales. El objetivo de
este trabajo es más bien reflexionar sobre algunas formas de poder que
las sociedades, en particular las rurales del sur del país, han construi-
do para procurarse justicia a partir de sus espacios y sus mecanismos
de consenso, y de las acciones de violencia que de estas prácticas han
resultado. Por lo anterior he vinculado la procuración de justicia —en
particular la que se realiza de forma alternativa por parte de actores
sociales— con la violencia.
Por último, cabe hacer dos aclaraciones más: la primera se refiere
a la forma en que nos hemos acercado al fenómeno de la violencia, en
este sentido, más que abordar la violencia en sus diversas expresiones
y magnitudes, lo que nos interesa es analizar las causas que motivan a
las colectividades sociales a buscar soluciones a sus agravios mediante la
acción de poder vinculada a la violencia; por otra parte, también cabe la
aclaración de que la violencia es observada aquí como un fenómeno colec-
tivo (social) y no de manera casuística y aislada de las determinaciones
que encuadran a los procesos sociales específicos.
203
VIOLENCIA Y PRÁCTICAS CIUDADANAS EN EL SUR DEL PAÍS
COLECTIVIDADES SOCIALES, PODER Y VIOLENCIA
Al igual que lo hace John Tutino, los agravios son considerados aquí ac-
tos de poder que ponen en peligro la continuidad de la sociedad. Tutino
plantea que la combinación de agravios más oportunidades es lo que ha
generado los grandes procesos de cambio en las sociedades agrarias. Sin
embargo, en algunos casos —los extremos— de nuestra investigación se
ha observado que las respuestas a los agravios han sido más bien accio-
nes de sobrevivencia orientadas a construir un poder que se contraponga
a la violencia, lo mismo que a la construcción de una justicia alternativa
que, en la mayoría de los casos, no es otra cosa que el retorno a funda-
mentos éticos de la justicia con relación a la libertad y a la igualdad
prometidas por la modernidad.
Desde la óptica anterior, hablar de violencia en el estado de Guerrero
deja de ser un tema sobreentendido desde la óptica del sentido común,
que ha naturalizado las causas de la violencia como una cualidad de los
ciudadanos de esa región del sur del país.
Entender el fenómeno de la violencia en Guerrero, exige más bien
reconstruir el proceso histórico de creación de las instituciones estatales
en esa entidad federativa; exige revisar las promesas que se hicieron a la
sociedad al construirse dichas instituciones; requiere analizar las causas
y los motivos que condujeron a la creación de las élites de poder, y los
intereses que han tenido los miembros de dichas élites para conservar
el control de las instituciones, para legitimar su poder y ejercerlo como
razón de Estado, violentando los procesos de construcción de ciudadanía
y monopolizando la procuración de la justicia desde su particular óptica
de lo justo y lo legal.
Se trata en un comienzo de una élite de poder sumamente frágil que
se construyó sobre la base de la tradición de poder despótico de las so-
ciedades coloniales, pero que competía por el mismo espacio con la éli-
te colonial. Para tal efecto tuvo que negociar y construir alianzas con
los subalternos, y asegurar su reproducción nutriéndose de los mismos
miembros de las sociedades subalternas (campesinos, rancheros, comer-
ciantes y algunos indios); por lo demás, su ideología alternativa de élite
en construcción no podía ser otra que la que producía los argumentos de
crítica al régimen colonial y a sus fundamentos filosóficos: el liberalismo.
Pero el discurso del liberalismo no fue patrimonio exclusivo de los
grupos que le disputaban el poder a las castas gobernantes; el libera-
lismo y sus argumentos de explicación del mundo también fueron adop-
 204 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXI(
tados por los miembros de las sociedades subalternas; después de todo,
dichas sociedades fueron producto del mismo proceso estructural que
propició el decaimiento del poder de las castas ibéricas y de su entorno
socio-colonial. Los indígenas y los campesinos fueron formados dentro
del mismo proceso y con los mismos fundamentos que dieron origen
la élite de poder alternativa: la instauración del capitalismo, tanto des
de sus fundamentos materiales como desde sus explicaciones filosóficas
La separación del trabajador de la tierra — y en algunos casos de los
productores campesinos— para producir mercancías. Y la construcción
del sujeto agrario y su espacio de reproducción desde el humanismo, dio
como resultado la creación del indio y de su territorio: la comunidad.
En ambos casos, dichos sujetos—productos de la modernidad desde su
creación— estuvieron en condiciones de reclamar sus espacios dentro
de la sociedad moderna que se estaba diseñando y por ello se hicieron
necesarios y en algunos casos imprescindibles para la consumación del
proyecto del Estado moderno; de ahí que desde un inicio sus demandas
de justicia estuvieran ligadas al discurso de la modernidad, y de ahí que
sus miembros nutrieran de manera natural a las élites del poder. Por lo
demás, sus derechos y obligaciones fueron los mismos que los de la élite
del poder, aunque no sucedió así en lo que respecta al usufructo de la
riqueza social y el control de los aparatos del Estado, que transitaron de
manera natural de un grupo a otro.
El Guerrero bronco que se puso de moda durante el gobierno de Ru.
bén Figueroa en los años ochenta —gobierno que justificó el uso patri.
monialista y vertical de la razón de Estado para aplacar los intentos d€
los grupos subalternos de la sociedad que buscaban, ante la cerrazón.
construir alternativas de justicia— es más bien el Guerrero que busca,
inclusive con los mismos argumentos que usó la élite de poder en torno
a la justicia y la paz social, resarcir los daños al pacto social que se hizo
con ellos a la hora de construir esta entidad de la federación.
Campesinos e indígenas sufren la violencia de Estado cuando piden
justicia, invocando el pacto constitutivo, por lo que no les queda otra
opción que responder con violencia para resguardar los derechos conce-
didos por dicho pacto:'
Para el sentido común, la violencia es el rasgo característico más visi-
ble de la entidad; sin embargo, lo violento o lo bronco no es cualquier tipo
de violencia: es violencia de Estado, ésa que, como dice Foucault, circula:
fluye desde las esferas más altas del poder, se explaya en el tejido social
y se vuelve cotidiana como una cadena de prácticas sociales, como algo
o VIOLENCIA Y PRÁCTICAS CIUDADANAS EN EL SUR DEL PAÍS 205
natural, en donde los más débiles son el eslabón final de una cadena de
atropellos y de injusticias que se teje en forma descendente sobre niños,
mujeres, campesinos pobres e indígenas, afectando de manera decisiva
a la sociedad y la tranquilidad de sus miembros mediante un clima de
terror.
Como contrapartida, la respuesta social, ante la carencia de meca-
nismos de negociación y de soluciones, es esta forma de actuar agresiva,
tosca: bronca. Sus signos más sobresalientes se condensaron en la gue-
rrilla como mecanismo de autodefensa.
Aunque los movimientos emblemáticos siguen siendo los protagoniza-
dos por Genero Vázquez Rojas y Lucio Cabañas en la segunda mitad del
siglo xx, reflexiones recientes (véase Carlos Montemayor) han mostrado
que existe una continuidad histórica en este tipo de reacciones sociales.
Las raíces de esta continuidad bien pueden remontarse a las acciones
guerrilleras de los grupos organizados por Vicente Guerrero contra los
realistas.
En las revueltas de los negros cimarrones de la Costa Chica, y en las
de los campesinos e indígenas que negociaban su participación armada
en alguno de los dos grupos de poder que combatían por el modelo de
nación que deseaban instaurar, centralistas y federalistas prometieron
a las sociedades campesinas e indígenas las garantías ciudadanas, la
protección del Estado y, sobre todo, resolver las expectativas de bienestar
económico, de seguridad para su familia y sus bienes, así como la conti-
nuidad de sus proyectos comunitarios.
Estos mismos campesinos indígenas son los que lucharon con Jesús
Salgado, con Florencio Villareal y con Encarnación Díaz para recuperar
su base productiva, la tierra, y para garantizar los derechos ciudadanos
sufragio efectivo y la no reelección.
Estos dos procesos guerrilleros (el de Genaro y el de Lucio) desde sus
propias visiones acerca de la justicia buscaban lo mismo: la justicia que
la modernidad prometió a los ciudadanos.
El movimiento cívico de los primeros años de la década de 1960, el
cual tuvo su clímax en la masacre de los manifestantes por parte de las
fuerzas de seguridad, lo que provocó la destitución del gobernador en
turno. Este movimiento, que se inició como una acción ciudadana por la
restauración de las garantías democráticas, años más tarde desembocó
en el proceso guerrillero de muy escasas posibilidades de continuidad
y cuya propuesta de acción se remitía en esencia a la recuperación de
los compromisos básicos del pacto ciudadano que dio origen a la nación
AL
 206 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXIC(
posrevolucionaria. El movimiento de la Unión Cívica Guerrerense, a pe-
sar de las acciones radicales en su fase armada (que por lo demás, hay
que recordarlo, fueron de autodefensa, principalmente campesina), en su
nombre sintetizaba la aspiración cívica de resarcir los agravios efectua-
dos por parte de la autoridad.
Desde otro ángulo, pero dentro de la misma lógica de la respuesta
social ante los agravios, la creación del Partido de los Pobres y de su
brazo ejecutor, la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, responde a las
mismas condiciones estructurales de falta de alternativas democráticas
de participación social y a la pérdida de la base de reproducción mate-
rial de los campesinos. Al igual que la situación anterior, la coyuntura
fue marcada por la represión; una vez más el Estado se negó a asumir,
mediante el diálogo y la satisfacción de las demandas, su responsabili-
dad de garantizar el bienestar de los campesinos afectados por la crisis
económica. Y aunque en este caso la historia del proceso de organiza-
ción previo al levantamiento armado, se caracteriza por la presencia del
Partido Comunista Mexicano y por una tarea de organización, entre los
campesinos, realizada con mayor constancia y con una orientación más
clara, lo cierto es que dicha orientación también en lo básico se remitía
a la realización de acciones encaminadas a la recuperación de las garan-
tías de bienestar y de desarrollo estipuladas en nuestra Carta Magna:
abasto, certeza para la producción y la comercialización de los productos
del campo, justicia y garantías a la participación ciudadana en la conduc-
ción de tareas del estado sobre la base de la obediencia del gobierno hacia
las demandas de la población.
¿De dónde provienen los agravios que hacen que la gente responda
de manera bronca, violenta? ¿Quién ordenó y cómo se gestó la matanza
de copreros en Acapulco a mediados de los años sesenta? ¿Cómo se rea-
lizó la creación de Acapulco como el centro de atracción turística más
importante del país, y qué sucedió con los bienes de los campesinos que
poseían sus predios ahí? ¿Cómo y por qué causas estructurales se fue
dando la sustitución de los cultivos tradicionales por el de enervantes?
¿Dónde quedó la libertad de organización y de gestión de sus propias ins-
tituciones por parte de los trabajadores de la educación? ¿Y la garantía
de educación para la población? ¿La garantía de salud? ¿Y los derechos
humanos?
En cuanto a las regiones indígenas en el estado de Guerrero —y en
particular la región de La Montaña, donde se concentra el número más
importante de población perteneciente a los cuatro pueblos indígenas
VIOLENCIA Y PRÁCTICAS CIUDADANAS EN EL SUR DEL PAÍS 207
locales (nahuas, mixtecos, tlapanecos y amuzgos)—, en las últimas dé-
cadas se han construido sobre un entorno sumamente frágil en sus com-
ponentes de reproducción económica, por la insatisfacción de derechos
sociales y por la presión externa sobre el entorno agroecológico, todo lo
cual ha conducido a una situación de conflictividad y violencia cotidiana
que de no ser por los dispositivos que los propios habitantes han desarro-
llado para contrarrestar dicha conflictividad, desembocaría en un caos
sin futuro.
Aquí el elemento humano es el factor más significativo; son los propios
pueblos y comunidades indígenas quienes han construido y dado forma a
la región, ya sea modificando el horizonte por medio de su trabajo para
obtener el sustento diario, haciendo que la milpa crezca sobre las laderas
pedregosas en labores que ellos llaman tlacolole, ya sea mediante la signi-
ficación o resignificación de su espacio de reproducción en cuanto hábitat y,
a la vez, como panteón donde sus dioses y deidades protectoras se sienten
a gusto y por ello se convierten en garantes de la reproducción del pueblo.
Todo lo anterior se realiza en medio de la conflictividad que suscita el
hecho de hallarse inmerso en relaciones sociales donde la falta de equi-
dad en la aplicación de la justicia y en el disfrute de la riqueza es uno de
sus componentes básicos; el impacto negativo de esta conflictividad en el
equilibrio entre el hombre y la naturaleza, se vuelve inevitable.
Estamos hablando de una situación de exclusión en lo que respecta a
derechos sociales, pero también de una situación de explotación ejercida
por la propia dinámica de un capital que ha especializado a los habitan-
tes de La Montaña como proveedores de mano de obra barata para los
cultivos agrícolas de exportación.
El abandono por parte del Estado de su obligación de promover el
bienestar en el campo —situación que coadyuvó al desmembramiento de
las comunidades campesinas e indígenas—, junto con los nuevos esque-
mas de contención a la pobreza y de financiamiento para las actividades
rurales, condujeron a la reformulación de las estrategias organizativas
en el campo. Con los desprendimientos de sectores campesinos de las
grandes centrales corporativas, y debido a la aparición de un discurso
político en torno a la identidad india, se favoreció el tránsito del ser cam-
pesino a la recuperación o a la construcción de una identidad india. Sólo
que en esta ocasión la reconstitución de las identidades indias incluía el
ingrediente aportado por la especialización productiva regional, por la
demanda agraria o de derechos, por la estrategia productiva o de satis-
facción de servicios de abasto y de bienestar.
208 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
De las redes que se constituyeron bajo el auspicio de las Organiza
ciones Campesinas Autónomas, surgió la organización de productores
de café, de bosques, de maíz y de otros productos agrícolas, de artesa
nías, y de administradores del abasto. La Coordinadora Nacional Plan
de Ayala aportó sus organizaciones, que demandaban tierra, la cual se
cubrió de un manto más maternal al convertirse, bajo el discurso indio,
en el territorio. Los jornaleros agrícolas que se nucleaban en torno a la
Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos, se fueron
transformando en los emigrantes a los campos agrícolas en los valles de
Sinaloa, en San Quintín, Baja California, y en las plantaciones agríco-
las del otro lado del río Bravo.
Con los cambios en los esquemas de financiamiento para el campo, los
antiguos campesinos corporativizados pasaron de la espera de los recur
sos gubernamentales a la negociación de los proyectos productivos, y de
ahí a la especialización para los nichos de mercado más especializados
como es el caso de los productos orgánicos. Las relaciones de mercado se
han transformado de tal modo que esos mismos campesinos que se con
virtieron en indios y se especializaron en la elaboración de proyectos de
todo tipo —desde derechos humanos hasta la elaboración de patentes—
actualmente están entrando en el mercado del medio ambiente y de la
cultura vía los servicios ambientales y la comercialización de artesanías
Las montañas y los altos bosques que hace tiempo, cuando llegaron
los conquistadores, se convirtieron en regiones de refugio —como los
definió uno de los clásicos de la antropología mexicana: Gonzalo Agui•
rre Beltrán—, hoy en día, bajo el signo de la globalización, están en la
mira del capital como reproductores de fuerza de trabajo; regiones que
en otras épocas eran espacios de seguridad nacional prioritarios, se han
convertido en un gran supermercado; éste es el caso del Corredor Biológi-
co Mesoamericano, que además es el hábitat de la mayoría de los pueblos
indios en el territorio nacional.
El deterioro de las condiciones productivas en los territorios indíge
nas, ha llegado a tal punto que inclusive en las regiones y comunidades
que optaron, como estrategia de sobrevivencia, por la siembra de culti
vos ilícitos como la marihuana y la amapola, están viendo en peligro
su estrategia productiva ante la invasión de su mercado por las drogas
sintéticas.
Por otra parte, con el deterioro de las condiciones de vida en las co.
munidades indígenas a causa de las políticas públicas sustentadas en
el neoliberalismo, una de las estrategias de sobrevivencia más eficiente
VIOLENCIA Y PRÁCTICAS CIUDADANAS EN EL SUR DEL PAÍS 209
para las comunidades indígenas es la migración. Además, esta alternati-
va de vida resultó acorde con los objetivos de los gobiernos neoliberales,
que con miras a integrarse en el mercado internacional, ofrecieron ven-
tajas comparativas, y una de ellas resultó ser la oferta de una mercancía
sumamente barata como lo es la fuerza de trabajo de los indígenas y cam-
pesinos pauperizados. Sin embargo, este proceso de diáspora tiene su
contrapartida en la organización de los migrantes en los lugares donde
realizan la venta de su fuerza de trabajo, en especial en Estados Unidos.
Ejemplos visibles de ello son el Frente Indígena Oaxaqueño Binacional
y los clubes de migrantes o de radicados en los diversos estados de la
Unión Americana. Otro efecto que ha resultado favorable a partir de
la migración, es el fortalecimiento de las estructuras comunitarias por
medio de las remesas de dólares que se envían para financiar la vida
cotidiana local en las regiones indígenas. El impacto de la migración ha
llegado inclusive a la esfera de los poderes locales, ya que en procesos de
elección de las autoridades locales, estos migrantes empiezan a ocupar
los cargos de gobierno por su solvencia económica y su experiencia en el
trato con el exterior de la comunidad.
De ser una estrategia construida desde su condición de subalterni-
dad, el acceso al poder local por parte de las comunidades indígenas poco
a poco se ha venido mostrando como uno de los flancos donde los pueblos
indios han accedido a la conducción de sus destinos.
LA VIOLENCIA, FENÓMENO SOCIAL, NO AISLADO
Bajo la cobertura del ejercicio de la autonomía, en las regiones indias es
cada vez más frecuente observar cómo los ciudadanos y sus gobernantes
perfilan administraciones locales, en especial cabildos que se consideran
gobiernos indios y que exigen se les considere como tales, es decir, por
su especificidad cultural. En este sentido, uno de los aspectos por medio
del cual los Acuerdos de San Andrés se están poniendo en práctica, es la
elección de los gobernantes; éste es el caso de algunas legislaturas loca-
les sureñas. En Oaxaca se han elaborado leyes que permiten una forma
distinta de elección en los municipios a la que llaman "por usos y costum-
bres". Y aunque este tipo de mecanismos aún arrastra un sinnúmero de
irregularidades, como el problema de que los partidos participen de ma-
nera embozada en lo que llaman "la voluntad de la comunidad", lo cierto
es que la actualización de los gobiernos tradicionales y de las normas
 210 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
internas, cada vez impacta más al federalismo desde el gobierno muni-
cipal. Así, la transformación del Estado monolítico y autoritario transita
hacia su redefinición en un Estado plural sustentado en la política del
reconocimiento a la diversidad, la cual se efectúa de manera casi imper-
ceptible por medio de la célula del federalismo mexicano: el municipio.
Más que un gran movimiento indio nacional, lo que actualmente
observamos es una diversidad de actores locales que buscan desde sus
capacidades (propias, o con base en alianzas y negociaciones) resolver
sus necesidades y solucionar sus problemas. Además, ello se debe a que
ningún movimiento social puede mantenerse por tiempo indefinido en
la cresta más alta del proceso. Lo mismo pasa con los actores sociales
indios, los cuales han protagonizado las movilizaciones sociales más
importantes de las últimas dos décadas. Sin embargo, después de cada
movilización sus contingentes tienen que retirarse a sus espacios locales
para acumular fuerza y continuar de nuevo. Además, tienen que regresar
a sus territorios a resolver los problemas que se dejan en suspenso cada
vez que han tenido necesidad de aparecer en el ámbito nacional. Así ha
sucedido en la región de La Montaña, donde los miembros de las comuni-
dades han creado sus propios dispositivos para hacer frente a las situacio-
nes adversas.
La región de La Montaña ha sido construida por actores sociales
—los pueblos indios y sus organizaciones, los productores, los migran-
tes, los maestros, las mujeres y los niños— que rediseñan permanen-
temente sus rasgos y tejen las relaciones montañeras más allá de los
límites del estado de Guerrero, incluso más allá de las fronteras na-
cionales. Se trata de una región que a pesar de sus limitaciones eco-
nómicas, participa intensamente en procesos sociales marcados por el
movimiento indio, el movimiento magisterial o el de las mujeres, y ello
en una compleja red de relaciones sociales interregionales y extrarre-
gionales a la que la rediseñan constantemente.
El componente más importante de las regiones son sus habitantes;
ellos las construyen, las moldean con sus proyectos, sus aspiraciones y
su trabajo cotidiano; les dan forma e historia. En ellas, sus habitantes
materializan sus valores dándole sentido a la vida. Las regiones son el
espacio de seguridad, de confianza, no sólo territorial y físico, sino tam-
bién de creación, de negociación, de pasión y confrontación, donde hom-
bres y mujeres se construyen como sujetos; donde la gente se siente a
gusto o en confianza por el clima, porque se dan los alimentos que a ellos
les gustan, con el sabor y la textura agradable al paladar; por lo rico
a
VIOLENCIA Y PRÁCTICAS CIUDADANAS EN EL SUR DEL PAÍS 211
del agua, por la abundancia de la leña o por la sombra de los árboles, el
contorno del horizonte con sus relieves, ríos y cañadas; por sus lugares
sagrados y sus deidades protectoras. Son los lugares donde las personas
se pueden comunicar sin que medie entre ellas otra cosa que lo pertinen-
te y lo interesante de la plática; donde habitan los dioses y adonde los
que mueren confían en retornar; pero también donde las obligaciones de
los ciudadanos se convierten en asuntos de honor para todo la familia.
También son los espacios donde las pasiones se convierten en conflictos
que muchas veces se heredan por generaciones, y donde la memoria del
agravio gravita en el futuro.
El panorama económico que actualmente tienen frente a sí las comu-
nidades indígenas de La Montaña, es sumamente difícil; ante la falta de
expectativas para resolver las carencias económicas en la misma región,
y por la escasa inversión productiva, la sobrepoblación y el agotamiento
de los recursos naturales, han tenido que recurrir a la estrategia de so-
brevivencia que les es más conocida y satisfactoria: la migración; pero en
este caso se da tanto dentro del país como afuera de él, porque inclusive
el circuito local que conduce a las regiones agroexportadores del noroeste
del país no ayuda a superar las carencias. Así, los migrodólares van ad-
quiriendo suma importancia en la constitución de diversas dimensiones
de la vida cotidiana de los miembros de las comunidades que se han deci-
dido a dar el salto más allá del río Grande, para seguir siendo montañe-
ros que se garantizan la continuidad de la comunidad y sus instituciones
afirmando valores como el prestigio y el arraigo, componentes esenciales
de dicha continuidad comunitaria.
En el aspecto de la organización de los indígenas, el sistema de Po-
licía Comunitaria es, sin duda, la síntesis local del proceso social que
actualmente están viviendo los pueblos y las comunidades indígenas del
estado de Guerrero en la materialización de una normatividad constitu-
cional que los incluya como ciudadanos con derechos culturales frente
al resto de la población del estado de Guerrero y del resto de la nación
mexicana. Ésta es la difícil y a la vez original forma en que las comu-
nidades indígenas tlapanecas y mixtecas de los municipios de San Luis
Acatlán, Malinaltpec, Azoyú y deotros más que se han sumado, están
construyéndose desde hace cerca de diez y siete años una normatividad y
un sistema para procurarse justicia con base en las demandas indígenas
actuales relativas a la autonomía y la autodeterminación territorial, y
con fundamento en la legislación internacional a la que se acogen hoy
día la mayoría de los pueblos originarios para ejercer su derecho a la
212 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
autonomía; éste es el caso del Convenio 169 de la Organización Interna-
cional del Trabajo. Más aún, esta forma original de constitución de un
movimiento social local no se ha quedado en la mera forma o en el tono
declarativo de la demanda, sino que ha dado pasos firmes recurriendo a
la vez a la normatividad y a la autoridad tradicional de las comunidades
para instaurar su propio cuerpo de procuración de justicia al que deno-
minan Policía Comunitaria.
En la construcción de este dispositivo para contrarrestar la violencia
ocasionada por la exclusión y la explotación en la región, ha influido la
revalorización de la condición de indígena, retomada de los argumentos
aprehendidos en las jornadas de resistencia contra los festejos del V Cen-
tenario y en los posteriores contactos con los movimientos sociales que
buscaban ampliar los márgenes de la democracia. Pero también otros
factores influirían, como el giro de los sacerdotes diocesanos que nutrían
su preferencia por los pobres en la misma fuente que los movimientos
sociales; y como el mismo esfuerzo por ampliar su horizonte de partici-
pación social desde los argumentos de la diversidad y la pluralidad inhe-
rentes al espectro de los derechos humanos de las minorías.
El proceso social que ha dado forma a la Policía Comunitaria es la res-
puesta a una vida cotidiana local que se circunscribía a los designios de
una clase política patrimonialista y autoritaria que no dejaba márgenes
para ampliar la participación democrática de los ciudadanos de la región.
De igual forma, la procuración de justicia estaba entrampada en un
circuito sin salida en donde todos los actos de justicia redundaban en
beneficio de un reducido grupo caciquil que se beneficiaba de su papel de
intermediario político entre la población y la autoridad federal y estatal
imponiendo gobernantes, marcando boletas electorales, pero también sa-
cando provecho del robo de ganado, del asalto a los transportes públicos y
de toda clase de fechorías, por medio de la aplicación de su propia versión
de la justicia, apoyada en un aparato de policía y de cuerpos de seguridad
que se comportaban de manera impune.
En medio de estas tensiones cada vez más grandes entre lo justo y lo
legal, el hilo se rompió por el extremo que más se había abonado entre
los indígenas, y éste fue el de la justicia. El acceso a la justicia se había
venido convirtiendo en un argumento de peso desde el momento en que
la identidad indígena se aunó a la de excluido frente a la impunidad con
que se obviaba o se le daba carpetazo a las actas que se levantaban con-
tra la impunidad con que se violaba la ley; pero ahora cobraban vigencia
los derechos humanos.
VIOLENCIA Y PRÁCTICAS CIUDADANAS EN EL SUR DEL PAÍS 213
En los relatos que explican la necesidad de la creación de la Policía
Comunitaria, son recurrentes las referencias a los asaltos en los caminos
y a las camionetas de servicio de transporte público; a las violaciones a
las mujeres e inclusive a los asesinatos; también son recurrente las acu-
saciones a un sistema de justicia que en vez de proteger a los pobladores
estaba al servicio del hampa.
Pero no fue sólo la voluntad de acabar con la inseguridad lo que ge-
neró la creación del sistema de Policía Comunitaria, sino que ésta más
bien fue el resultado de la conjunción de distintas experiencias históri-
cas, tanto propias como de otros lugares, que ya se estaban expresando
en la región a partir de la convicción de que lo propio indígena tiene valor
dentro de lo universal.
Los dirigentes de la Policía Comunitaria recalcan que no tienen el
afán de hacerse justicia por propia mano, sino sólo el deseo de brindar
protección e impartir justicia para todos los habitantes de la zona de ma-
nera permanente y regular. Todo esto, señalan, con base en una reade-
cuación de los usos y costumbres indígenas, y con estricto apego a los
derechos humanos reconocidos internacionalmente.1
Esta misma utopía de instaurar una moral política, sustentada en la
observación de la ley y bajo el imperio del respeto a los derechos huma-
nos, distinta de la que hasta entonces se aplicaba en la región, obligó a
revisar la actuación política de las comunidades; hasta entonces su que-
hacer político se había orientado hacia las disputas entre ellas, por los es-
casos recursos económicos provenientes de las participaciones del erario
federal y estatal; también hacia la competencia por el poder político y a
lograr el dominio sobre los subalternos en mayor desventaja que ellas. Se
trataba de reorientar la acción política hacia relaciones más horizontales
entre las comunidades de la región.
En vez de que las comunidades compitieran entre ellas para ver cuál
era más capaz de subordinar a las demás, la reinvención de la tradición
introdujo formas de comunicación y de búsqueda de consensos más ho-
rizontales, como la asamblea; pero además, al ponerse el énfasis en la
identidad indígena y en su condición subalterna, se logró hacer visible
un programa que obligaba a superar las disputas locales —inclusive las
relativas a linderos de tierras— para crear colectividad y promover una
Esteban Martínez Sifuentes, La Policía Comunitaria, un sistema de seguridad
pública comunitaria indígena en el estado de Guerrero, p. 14.
214 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXI CO
movilización por la ampliación de la democracia y el reconocimiento de
los derechos colectivos.
Desde su aparición, el Sistema de Policía Comunitaria ha planteado un
conflicto entre la forma en que las comunidades que conforman el Sistema
aplican la ley —basándose en la normatividad que emana de la costum-
bre— y la legislación del estado en materia de procuración de justicia. Así
pues, como la aplicación de la justicia por parte de la Policía Comunitaria
no se apega a los códigos legislativos, se la ha declarado fuera de la ley, y
se han girado órdenes de aprehensión contra sus dirigentes y autoridades.
Aun así, la existencia del Sistema de Policía Comunitaria se sus-
tenta más que en el derecho positivo, en la fuerza de su capacidad de
negociación. Sin embargo, cabe aclarar que si bien es cierto que desde la
magistratura del estado de Guerrero se lo ha declarado ilegal, también lo
es que lo que el Sistema de Policía Comunitaria ha realizado es simple-
mente juntar en un solo cuerpo y un solo mando, y con una orientación
única, a los diferentes ciudadanos que han sido electos para realizar el
cargo de seguridad en su comunidad. De tal forma que si el Sistema de
Policía Comunitaria es ilegal y debe desaparecer, también son ilegales
los cargos que cada una de las comunidades asigna para la seguridad
en las comunidades al lado del comisario local; sin embargo, estos últi-
mos cargos llevan siglos operando.
Cuando se planteó la necesidad de contar con un cuerpo de seguridad
propio, no se pretendía crear algo novedoso; simplemente se trataba de
coordinar las acciones de quienes por decisión de los miembros de sus
respectivas comunidades tenían el encargo de velar por la seguridad de
las comunidades; sólo que en las circunstancias actuales, con la suma
de todas las comisiones de cada comunidad, podían hacer frente a las
agresiones.
Además, en la región de por sí ya había una amplia gama de expe-
riencias organizativas que se venían manifestando en diversas esferas
de la vida de las comunidades: como productoras de café, de maíz o de
jamaica; como solicitantes de abasto por etnia, por gremio —como el de
profesores— o por género.
Actualmente, el Sistema de Policía Comunitaria ha desarrollado su
propia dinámica y se ha convertido en una institución con voluntad e
iniciativa propia que tiene sus normas y estructuras de gobierno. Para lo
anterior se ha constituido un cuerpo de dirección compuesto por las auto-
ridades de las comunidades, el cual se denomina Consejo Regional de Au-
toridades Comunitarias; éste, a su vez, ha formalizado para su operación
VIOLENCIA Y PRÁCTICAS CIUDADANAS EN EL SUR DEL PAÍS 215
diversas comisiones y un cuerpo ejecutivo de conducción que se renueva
cada año. Asimismo, dado el crecimiento del territorio que debe cubrir,
éste se ha dividido en tres subregiones ubicadas estratégicamente.
Además, en la medida en que los procesos sociales se transforman,
también en las regiones indígenas se han dado cambios importantes, en
particular en el espacio de la Policía Comunitaria; la participación social
está dando un giro importante hacia la formación de sus propios intelec-
tuales con la creación, por parte de las comunidades, de su propia insti-
tución de educación superior, que desde hace tres años está instalada en
la comunidad de Santa Cruz El Rincón, municipio de Malinaltepec. Con
dicha institución educativa se pretende dar un giro para atacar el proble-
ma de exclusión de sus jóvenes en las instituciones de educación superior,
pero principalmente para abordar desde su propia cultura la solución de
los problemas del desarrollo local.
Otro camino al que le están apostando los pueblos indígenas, en lo
relativo a la formación de sus propios intelectuales, es el de inmiscuir-
se en la creación de las universidades interculturales, las cuales están
orientadas primordialmente a la atención de los jóvenes indígenas. Por lo
demás, un rubro que sigue pendiente es el que tiene que ver con la sus-
tentabilidad, el uso y el disfrute de sus recursos naturales ante la cada
vez más constante presencia del capital internacional en la explotación
de dichos recursos, lo que pone en cuestión la interpretación de territorio
y autonomía, tanto para los pueblos indígenas como para el Estado.
CONSIDERACIONES FINALES
Si bien es cierto que de la lectura de las líneas anteriores se desprende
la imagen de un movimiento social, si no exitoso, por lo menos vigoroso y
todavía con mucha capacidad de movilización por hallarse todavía (a pesar
de sus cerca de 17 años) en proceso de fundación (lo que algunos teóricos
llaman el poder fundante), también es cierto que en su seno se siguen re-
produciendo prácticas que todavía reflejan la vieja condición de subalternos
de los miembros de las comunidades indígenas que componen el Sistema
de Policía. Es importante hacer referencia a este tipo de prácticas, porque
no se trata de cualquier sujeto subalterno de la sociedad mexicana; es un
sujeto que basa el éxito de su proceso, ufanándose de ello, precisamente
en la construcción de una nueva concepción de justicia; una concepción de
justicia que se ha construido sobre la base de la crítica a la justicia oficial y

216 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO
que se nutre de las mejores tradiciones de procuración de justicia construi-
das en las prácticas comunitarias de los pueblos originarios.
Sin embargo, como lo han repetido y lo han reconocido en diversos
foros los propios indígenas, en sus culturas existen costumbres buenas y
costumbres malas. Y por lo general estas costumbres malas afectan di-
rectamente la calidad de vida, la dignidad e inclusive la integridad física
de los más excluidos de los excluidos: las mujeres y los niños.
Estas costumbres malas son las que evidencian la forma en que se
reproduce el poder hegemónico entre los mismos miembros de las comu-
nidades. La violencia (aquí me refiero no sólo a la acción manifiesta de
violencia, sino también a prácticas culturales, jurídicas y pedagógicas ba-
sadas en las diversas formas de violencia) de que es objeto el subalterno
fluye hacia el miembro de la comunidad o hacia el familiar con menor ca-
pacidad de respuesta, o hacia el que ha sido construido socialmente como
el objeto de protección: el incapaz, el menor, el dependiente, el inferior.
La cultura hegemónica que nutre esas costumbres malas se susten-
tan en las mismas tradiciones que apuntalaron el sistema colonial y son
las mismas que justifican la reproducción del capital. En primer lugar,
un sistema jurídico que subordina a la mujer y a los hijos a la autoridad
del padre, autoriza a éste a vigilar y castigar a todo aquel miembro de
la familia que esté bajo se tutela. Hay que recordar que una de las defi-
niciones que se construyeron del indio durante la Colonia tenía que ver
con la concepción que equiparaba a éste con un niño o con una mujer;
es decir: el indio era concebido como un sujeto incapaz de realizar actos
de persona adulta. Bajo ésta definición, el indio debía estar sujeto a la
tutela y a la orientación del no indio. Esa concepción se trasladó a las
costumbres de la comunidad y se reproduce de manera habitual.
Esa misma costumbre ha impedido que la mujer sea considerada un
sujeto capaz de impartir justicia, de gobernar, de dirigir a la colectivi-
dad o a la organización. En el Sistema de Policía Comunitaria, a pesar
de los diversos esfuerzos que se han realizado para erradicar esta cos-
tumbre, su misma inercia hace que la participación de la mujer sea un
rubro pendiente. No obstante, en diversos momentos de su historia se ha
acordado que es necésario incluir a la mujer en las tareas del Sistema;
sin embargo, los atavismos todavía son más consistentes que la sola
voluntad de cambiar.
Pero no todo está perdido; desde su condición de subalterna, la mu-
jer participa en la conducción del proyecto con sus propios recursos: el
silencio, la realización de tareas cruciales que los varones no realizan,
VIOLENCIA Y PRÁCTICAS CIUDADANAS EN EL SUR DEL PAÍS 217
la asesoría y otros mecanismos de resistencia, colocan a la mujer en un
lugar, si no del todo visible, sí por lo menos imprescindible.
Con los infantes el problema de la violencia es mucha más complica-
do, porque todo niño es el sujeto de transformación por antonomasia. El
problema es el vehículo de la violencia, es la concepción pedagógica que
sustenta dicha transformación. Tanto en la educación formal como en
la familia y la comunidad, el infante tiene que soportar en su formación
(y ya adulto reproducirla) una concepción de la educación basada en el
castigo y el premio. En la escuela el profesor castiga y premia, sin que
importe la organización donde participa en la defensa de sus derechos
sindicales (Comisión de Trabajo Especial de Grado, o Sindicato Nacio-
nal de Trabajadores de la Educación), ni su militancia partidaria elec-
toral (Partido Revolucionario Institucional o Partido de la Revolución
Democrática), ni su sistema educativo (monolingüe o bilingüe).
El profesor castiga y así reproduce la práctica educativa de los evan-
gelizadores que premiaban al indígena converso y castigaban al remiso.
Pero el problema de la violencia en el sistema educativo es mucho más
preocupante, en la medida en que desde dentro del magisterio no se ha
realizado una reflexión autocrítica sobre la reproducción de este tipo de
prácticas hegemónicas sobre los educandos, y lo que más frecuentemente
aparece es la violencia en el aula como una razón de Estado en donde el
docente se asume como la personificación de dicha institución.
Ahora bien, como el profesor en la comunidad es el profesionista más
visible y más cercano a la cotidianidad, y como la mayoría de las veces
ha emergido de las entrañas de la misma comunidad, éste representa el
éxito y además reproduce esa imagen. En este sentido, su posición cru-
cial dentro de la comunidad lo convierte en un modelo a seguir, lo que lo
coloca en una posición de poder superior a la del resto de los miembros de
la comunidad. Situación que le permite realizar acciones de poder.
Recapitulando, si bien es cierto que en el seno de los movimientos
sociales indígenas, como el Sistema de Policía Comunitaria, se reconoce
la apremiante necesidad de erradicar las costumbres malas, también es
cierto que poco se ha avanzado en ello, en la medida en que dichas cos-
tumbres malas tienen una impronta muy arraigada en la vida cotidiana
de los mismos sujetos, ya que forman parte estructural de los mecanis-
mos por medio de los cuales los hombres y mujeres de las comunidades
son construidos como parte de una sociedad.
218 NO NOS ALCANZAN LAS PALABRAS. SOCIEDAD, ESTADO Y VIOLENCIA EN MÉXICO

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 No nos alcanzan las palabras. Sociedad, Estado y
violencia en México, coordinado por Gabriela Contreras,
José Joaquín Flores, Araceli Mondragón e Isis
Saavedra, se terminó de imprimir en los talleres de
Impresiones y Acabados Finos Amatl, S.A. de C.V.,
en mayo de 2014. Se tiraron 1000 ejemplares. La
edición estuvo al cuidado de David Moreno Soto.
Formación de originales: Casa Prieto Servicios
Editoriales.
 n 2011 la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Xochi-
___../
milco, convocó un encuentro al que acudieron tanto activistas y de-
fensores de derechos humanos como representantes de organizaciones
no gubernamentales y académicos para reflexionar en torno a la violencia en
México, que en el sexenio de Felipe Calderón, que entonces llegaba a su tér-
mino, presentó niveles inusitados, sólo equiparables a los que acontecen en
condiciones de guerra.
En este volumen se recogen los resultados del encuentro. Los autores exa-
minan las condiciones estructurales de la violencia vinculadas a la confi-
guración actual de la sociedad y el Estado en México, así como las formas
específicas en que estas dos dimensiones (social y estatal) se concretan en pro-
cesos de resistencia, de ciudadanía y de institucionalización de los derechos
humanos.
Por otro lado, en un nivel de análisis histórico más específico, se abordan
problemas y casos que nos permiten recoger la experiencia que se vive cotidia-
namente en las actuales condiciones de miedo e inseguridad en el país pero
también de organización y de respuestas ciudadanas que procuran posibilida-
des de orden y resistencia frente al caos.
Hoy seguimos habitando un país de ausencias que nos duelen y nos con-
vocan a reclamar y alzar la voz para rechazar esta situación de impunidad y de
violencia en que nos encontramos sumergidos.
En estas páginas intentamos contribuir con un análisis crítico que no se
detiene en el miedo sino que busca proyectarnos hacia la esperanza no como
una salida fácil para descargar las angustias desde la pasividad o el confor-
mismo, sino como esa virtud activa de la condición humana que nos llena de
fuerza para trascender los momentos aciagos, que ha permitido construir y de-
fender proyectos de futuro y condiciones de seguridad y dignidad humana in-
dispensables para hacer posible la vida social.

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