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La investigación y el libro fueron financiados con recursos del proyecto PAPIIT IN300315 La capacidad
de incidencia de las organizaciones civiles en los procesos políticos en México: 2000-2014
Esta edición y sus características son propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular
de los derechos patrimoniales.
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Laura Loeza Reyes y Analiese Richard
El complejo impunidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Juan Antonio Le Clercq Ortega
TESTIMONIOS
mexicano revela las posibilidades que surgen del uso estratégico de los derechos
humanos para generar nuevas formas de organización social y política, nuevas
modalidades de intervención y agencia ciudadana, y nuevas formas de autoridad
moral. Los trabajos reunidos en este libro comparten una motivación: reflexionar
acerca de esta crisis, sus posibles explicaciones desde la academia, y las acciones
concretas que las víctimas de las violencias han emprendido a partir de acciones
individuales que han desembocado en procesos organizativos; o bien, acciones
contenciosas comunitarias acompañadas por organizaciones civiles defensoras
de los derechos humanos o defensoras de los derechos ambientales. Partiendo de
los objetos y sujetos de estudio de los que se ocupan desde hace tiempo, los y las
autoras centran el análisis en dos vectores analíticos principales: los obstáculos
legales e institucionales que las víctimas de las violencias están enfrentando para
lograr la verdad y justicia; y el recurso a los derechos humanos como discurso y
proyecto político en estos procesos. Los procesos que aquí se analizan se sitúan
en contextos marcados por la corrupción y la impunidad que han postrado a las
instituciones y los procedimientos de la democracia formal en una profunda crisis.
Consideramos importante incluir una perspectiva comparada con otros países
latinoamericanos (véase capítulos de Jairo López y Sandra Hincapié) por dos
razones principales. La primera es que los procesos que se analizan en el conjunto
de la obra no son privativos de México, tienen una dimensión regional sin dejar
de tener sus especificidades en cada realidad nacional. La perspectiva comparada
resulta esclarecedora, siendo una de las cuestiones centrales de esta obra tratar de
entender en qué medida y cómo los marcos legales nacionales e internacionales, el
desempeño de las instituciones judiciales y de los organismos públicos de derechos
humanos han contribuido al éxito o fracaso de las estrategias de las organizaciones
civiles y de víctimas para lograr el acceso a la justicia y la rendición de cuentas por
parte de los actores estatales. La segunda razón obedece a que históricamente uno
de los recursos que movilizan las redes de organizaciones civiles es su capital político
cultural (conjunto de experiencias exitosas y fallidas), que orienta sus estrategias
de acción. En este sentido, para tratar de revertir las violencias, las organizaciones
mexicanas han adoptado y adaptado algunos instrumentos diseñados en otros
países, como el Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos
Humanos y Periodistas, que diseñaron originalmente las organizaciones civiles
colombianas. Pero también estrategias como el litigio estratégico y la judicialización
de los procesos de defensa de las víctimas y los territorios.
El libro está dividido en dos secciones. La primera sección reúne cinco capí-
tulos redactados por académicas y académicos especialistas en diferentes aspectos
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defensa de sus derechos, lo que hace pensar en que sus estrategias no han agotado
su capacidad de incidencia a pesar de la letalidad de las violencias que amenazan
a toda la población. Se destacan sobre todo las estrategias legislativas y el litigio
estratégico. A través de proyectos de elaboración de leyes nuevas, las víctimas de
la violencia buscan nombrarla con lenguaje y categorías precisas basadas en sus
experiencias, plasmando una visión más integral de los orígenes y los efectos de la
violencia en herramientas jurídicas homologadas que pueden ser empleadas para
fincar responsabilidades y evitar futuras violaciones de derechos humanos. De
manera similar, el litigio estratégico no sólo busca parar o revertir la violación de
derechos humanos y ambientales mediante la acción legal, sino que también permite
revelar las dinámicas que se ocultan detrás de las violaciones. Ambas estrategias se
basan en la colaboración entre expertos técnicos y ciudadanos de a pie, generando
nuevas formas de organización y participación democrática.
El objetivo del capítulo “Derechos humanos, acción colectiva y rendición de
cuentas frente a las políticas de seguridad. Comparando oportunidades legales en
México y Colombia”, de Jairo López Pacheco consiste en comparar las estrategias de
organizaciones civiles en México y Colombia que recurren a los derechos humanos
para garantizar el acceso a la justicia de las víctimas de las políticas de seguridad
pública basadas en la militarización de la sociedad. El autor justifica dicha com-
paración, por la similitud de las condiciones y las diferencias en los resultados en
ambos países. Por ello, dos preguntas centrales en su investigación son: ¿qué hizo
que los resultados fueran diferentes en ambos países?, y ¿cuál fue el efecto de estos
resultados en los procesos políticos nacionales? Para responderlas analiza las prác-
ticas de las detenciones arbitrarias sin orden o pruebas judiciales. El autor identifica
dos factores clave que hacen la diferencia en ambos países: lo que identifica como
oportunidades legales, es decir, el apoyo que los actores movilizados puedan obtener
de los tribunales, y la importancia de que dichos actores orienten la presión hacia
la exigencia de rendición de cuentas por parte de los gobiernos. Para comparar las
estructuras de oportunidad legal en ambos países se basa en tres dimensiones: “1)
la existencia de instancias institucionales y normas que garanticen los derechos;
2) la orientación de las principales instancias de garantía; 3) el tipo de acceso a los
mecanismos de protección de derechos” (p. 81). Encuentra que las oportunidades
eran más limitadas en el caso mexicano, donde el sistema de pesos y contrapesos
tiene menos independencia respecto del poder Ejecutivo. Los ciudadanos no tienen
derecho a presentar individualmente una demanda de inconstitucionalidad ante la
Suprema Corte de Justicia sino a través de un abogado, a diferencia del caso colom-
biano en donde los ciudadanos sí gozan de este derecho. En México el ombudsman
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Esta contradicción entre la responsabilidad del Estado como garante del derecho
al agua, y su adopción de un modelo macroeconómico extractivista va acompañada
de otras contradicciones inherentes al sistema político y a la burocracia mexicana,
relacionadas con las condiciones analizadas por Le Clercq. Ramírez y De Alba
describen el surgimiento de una clase de actores intermediarios “que se apoyan en
las relaciones desiguales de poder creadas por un acceso al agua también desigual,
así como en la ausencia del Estado, para conectar las necesidades de los ciudadanos
con los actores que pueden satisfacerlas” (p. 136). Ellos demuestran, a través de dos
estudios de caso comparativos, cómo el “gobierno del agua” en el Valle de México,
plagado de “insuficiencias” estratégicas, funciona para asegurar el “voto duro” de
partidos políticos y extraer rentas. En este caso, las brechas entre el derecho y su
cumplimiento pleno se aprovechan para fines políticos y de negocios, lo cual de-
viene grandes desincentivos para solucionar el problema de escasez de agua que
aqueja sobre todo a las clases y zonas más marginadas. La corrupción, entonces,
contraviene el reconocimiento y ejercicio pleno de los derechos ambientales.
Otro factor que complica la defensa de los derechos ambientales como dere-
chos humanos es la falta de mecanismos oficiales de participación. Aunque la Ley
General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) menciona
en algunos artículos la responsabilidad de la Secretaría del Medio Ambiente y Re-
cursos Naturales (Semarnat) de promover la participación de la sociedad civil y
las universidades y centros de investigación en el ordenamiento del territorio y la
protección del medioambiente, ningún mecanismo oficial ha sido desarrollado para
permitirlo en la práctica. Como argumenta Hincapié, el mecanismo de la consulta
popular ha sido poco usado en México, en comparación con el resto de América
Latina, dado que todavía no existe fundamento legal para este tipo de participación
ciudadana. Tampoco se ha respetado el derecho de los pueblos indígenas a la consul-
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REFERENCIAS
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INTRODUCCIÓN
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La impunidad refiere a una idea sencilla: crimen sin castigo, la ausencia o inexis-
tencia de sanciones o responsabilidades legales ante la comisión de algún delito.
En otras palabras, quien la hace no la paga. Un acercamiento de esta naturaleza
presenta varios problemas analíticos importantes, empezando por el énfasis en un
sentido exclusivamente punitivo de la justicia, donde lo que importa es el castigo
o el número de sentencias emitidas entre el número de delitos totales cometidos.
Entender la impunidad de esta forma, como un concepto “delgado” (thin) que
reduce al mínimo posible sus elementos de análisis, en este caso delitos y senten-
cias, difícilmente permite comprender sus consecuencias políticas, institucionales,
sociales, económicas, además de las propiamente jurídicas. Si bien la impunidad
refiere a una relación entre las personas y la ley, particularmente desde el derecho
penal, en la práctica representa un fenómeno multidimensional de hecho y de
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La distinción principal entre conceptos delgados y gruesos es que los primeros incorporan
menos requisitos en su definición, los elementos indispensables, mientras los segundos incor-
poran elementos sustantivos en forma acumulativa (Tamanaha, 2004; Skaaning, 2010; Veersteg
y Ginsburg, 2017).
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de un sistema jurídico que pueda ser entendido como tal, este no se cumple en la
práctica, las violaciones a la ley no son perseguidas y las víctimas no tienen acceso
a la justicia, y mucho menos reciben algún tipo de reparación por el daño sufrido.
Entender la impunidad como una forma de injusticia supone reconocer actos de
naturaleza política que ocurren incluso en casos en los que la justicia o la legalidad
no necesariamente se suspenden, y que producen víctimas a pesar de que existen
reglas reconocidas que se aplican cotidianamente. En palabras de Shklar (1990), la
injusticia es un fenómeno social que involucra decisiones de carácter fundamen-
talmente político, lo cual aplica de la misma forma para el caso de la impunidad:
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Rawls (1971: 85-86) distingue en este sentido la noción de justicia procesal perfecta, la cual aspira
a definir criterios y procedimientos justos que a su vez garanticen el resultado esperado, de justicia
procesal pura, donde lo importante es que los criterios y procedimientos se desprendan de principios
de justicia, aunque esto nunca va a garantizar que se obtendrá un resultado determinado durante
un juicio.
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Esto no implica que en estos casos la situación sea menos injusta, que no produzca víctimas o que
no genere divisiones sociales profundas, como por ejemplo, el trato desigual que reciben las personas
por parte de la policía en Estados Unidos por el color de su piel o la exigencia de resolver crímenes
perpetrados por los militares durante la dictadura, la distinción sólo señala las diferencias entre
ámbitos específicos en los que existe impunidad de aquellos casos en lo que esta es generalizada. Un
caso interesante lo representa el acceso discriminatorio a la justicia como resultado del color de la
piel en Estados Unidos (véase Padilla, Galarza y Torres, 2016).
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70
60
50
Grados
40
30
20
10
0
Filipinas
India
Camerún
México
Perú
Venezuela
Brasil
Colombia
Federación de Rusia
Paraguay
Honduras
Estados Unidos
Nicaragua
Kenia
Panamá
Turquía
Guatemala
Georgia
Kazajstán
Chile
Argentina
Trinidad y Tobago
Albania
Francia
Promedio Global
Jamaica
República Dominicana
República de Corea
Armenia
República de Moldavia
Australia
Ucrania
El Salvador
Ecuador
Singapur
Países
IGI2015 IGI2017
Fuente: elaboración propia a partir de IGI 2015 y 2017. La clasificación corresponde a aquellos países que se ubicaron
por encima del promedio global en 2015 (49.1) y 2017 (55.3). Los casos con información en blanco significan que
no fueron incorporados a la muestra en el año correspondiente.
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cia en Sicilia, describe con precisión el ambiente político y social que produce la
impunidad generalizada:
—Sí, era inocente… ¿Pero qué significaba ser inocente cuando se cae en el engranaje?
No significa nada, se lo aseguro. Ni siquiera para mí, en cierto sentido. Como cruzar
una calle, y acabar debajo de un coche: ¿qué sentido tiene, decir algo así?
—Pero no todos son inocentes —dijo Rogas—. Me refiero a los que caen en el engranaje.
—Tal como va el engranaje, podrían ser todos inocentes.
—Y entonces también se podría decir: tal como va la inocencia, podríamos caer todos
en el engranaje. (Sciascia, 1984: 134)
4
Siguiendo a Friedrich (1968: 371), el orden político tiene un carácter operativo, y se define como
“el estado de una comunidad política en la que las partes de ésta, gobernantes y gobernados, están
dispuestas sistemáticamente de un modo correcto hasta el punto de reducir el uso de la fuerza (coer-
ción) y de procurar la realización de sus valores e intereses en una función de sus creencias comunes”.
Si bien esta definición refiere a la estructura legal, el ámbito legítimo de la coerción y del ejercicio de
la autoridad, se entiende principalmente como un producto institucional que por un lado involucra
reglas, estructuras, procesos y procedimientos constantes, al igual que el reconocimiento de valores,
creencias e intereses comunes, individuales y sociales, que se expresan como parte de pertenecer a
una comunidad humana plural. Elster (1989) entiende al orden social también desde una dualidad
en la que se expresan configuraciones de reglas que producen conducta estable y reiterada y, por
otra parte, las bases que hacen posible la cooperación social. Ambas perspectivas ponen énfasis en
la estructura institucional y en la coexistencia simultánea del orden y el desorden. Para fines de este
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ensayo nos centraremos fundamentalmente en el problema del orden político en su relación con la
impunidad, pero entendemos que este es parte de un orden social más amplio.
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Un caso emblemático de la forma en que la impunidad retroalimenta otros fenómenos y contri-
buye a la erosión institucional, se encuentra en el periodo de gobierno de Javier Duarte en el estado
de Veracruz. El saqueo sistemático e impune de recursos públicos a través de empresas fantasma se
acompaña en ese mismo periodo de incrementos en la incidencia delictiva y la violencia, el descu-
brimiento de fosas clandestinas y la complicidad de policías locales en la desaparición de personas a
petición de organizaciones criminales (véase García, 2018; Ángel, 2018).
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En el análisis de la gobernanza ambiental la aproximación temática a través de escalas representa
una estrategia analítica muy relevante, véase por ejemplo Young, 2002; Young, King y Schroeder, 2008,
y Paavola, Gouldson y Kluvánková-Oravská, 2009.
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Bailey (2014: 28) destaca que entender la impunidad en México involucra dos
aspectos interconectados: un sistema de justicia disfuncional y la existencia de
personas que están por encima de las leyes:
Aquí subrayo la importancia central de la impunidad, término que posee dos con-
notaciones. En primer lugar, los individuos con mayores ingresos o nivel de riqueza,
los que ostentan influencias políticas, los militares y los policías o agentes judiciales
se hallan típicamente, por encima de la ley. En segundo lugar, el sistema de justicia no
funciona. Se procesa y sanciona sólo a una fracción mínima de aquellos que cometen
actos criminales, y a la vez el sistema encarcela a muchos que esperan un juicio y po-
drían ser inocentes.
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La Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) nos acerca a gran parte de esta
problemática (véase INEGI, 2017b).
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De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre la Seguridad Pública
(ENVIPE), en 2016 se denunció solamente el 9.7% del total de los delitos y el Ministerio Público
inició una Averiguación Previa o Carpeta de Investigación en 65.2% de estos casos. Se estima que
en 62.4% de los casos la población no presenta denuncia por causas atribuibles a la autoridad, en
especial pérdida de tiempo y desconfianza en la autoridad (véase INEGI, 2017a). Sobre los problemas
estructurales y de funcionamiento en la procuración de justicia, véase también IGI-MEX 2016 y 2018).
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Un enfoque sobre la exigencia de un trato privilegiado ante la ley por fama, riqueza, posición de
poder o poder político, se encuentra en Raphael (2016). En otro contexto, resulta interesante obser-
var los de casos de jugadores de futbol acusados de evasión fiscal y cómo han buscado trasladar su
responsabilidad a asesores fiscales, exigido un tratamiento diferente dada su fama o talento deportivo
y que grupos de ciudadanos se han llegado a manifestar públicamente en su defensa por el hecho de
ser estrellas del deporte. En el mismo sentido, resultan sorprendentes las omisiones y la tolerancia
sistemática de autoridades ante las prácticas de opacidad y corrupción de dirigente de las federaciones
locales e internacionales del futbol. Sobre esto véase Pérez, 2017; Carlin, 2014, y Kuper, 2017.
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proteger los intereses de grupos económicos (Hellman et al., 2000; World Bank,
2007; Ferrajoli, 2011); 2) organizaciones criminales que a través de la corrupción,
colusión o amenaza de violencia penetran las instituciones y ponen a trabajar a
las autoridades a su servicio (Aguilar Camín, 2015; Guerrero, 2014); 3) pactos de
impunidad entre organizaciones políticas y partidos que utilizan puestos y recur-
sos públicos con fines contrarios al interés público, para no permitir procesos de
cambio institucional que puedan afectar sus intereses particulares o que permitan
perseguir en forma más efectiva la corrupción o la participación de actores políticos
en ilícitos (Acemoglu y Robinson, 2006; Bueno de Mesquita et al., 2006).10 En su
forma extrema, la captura del Estado puede traducirse en la existencia de crimen
organizado desde el Estado mismo (Chambliss, 1989; Friedrichs, 2009/2010; Mi-
chalowski, 2014; Karstedt, 2014).11
Un cuarto nivel en la escala incremental de impunidad refiere a la existencia
de violaciones a los derechos humanos que no son investigadas y sancionadas.
Este tema ha sido ampliamente estudiado en la literatura sobre el fenómeno de
la impunidad y es objeto de análisis en reportes internacionales (Ambos, 1999a y
1999b; CDHIO, 2005; Roth-Arriza, 1996; Tayler, 1996). Su relevancia como un factor
diferenciado que incrementa la magnitud de la impunidad, es que no se limita a
problemas de funcionamiento, capacidad o corrupción en las instituciones, sino
que refiere a actos reiterados de violencia cometidos por agentes del Estado, en su
calidad de servidores públicos, en contra de los ciudadanos, y el encubrimiento
10
De acuerdo con Aziz Nassif (2018), un pacto de impunidad refiere a “redes de intereses que re-
producen la corrupción y protegen con impunidad a la clase política. Van desde lo más alto de la
pirámide del poder y llegan a todos los rincones donde se toman decisiones”. Coincidiendo con la
hipótesis de nuestro ensayo, hay un efecto de retroalimentación entre la impunidad y otros proble-
mas, y se observa en el “incremento de una violencia que se mueve al amparo de la corrupción y la
impunidad dominante”.
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El concepto de crimen organizado de Estado implica que funcionarios y servidores públicos uti-
lizan sus funciones, responsabilidades institucionales y el monopolio de la violencia legítima para
convertirse en agentes que actúan por influencia de organizaciones criminales o, todavía peor, que
sus actividades representan actividades criminales por sí mismas. Esto supone tipos de actos ilega-
les distintos a la corrupción o la violación a los derechos humanos, en tanto requiere cooperación
y complicidad con organizaciones criminales. En el caso mexicano implica ver bajo esta óptica la
creación de redes entre funcionarios públicos y actores privados para desviar recursos a través de la
figura de empresas fantasma, la colaboración de policías en la desaparición de persona a solicitud de
organizaciones criminales o la complicidad de gobiernos locales en protección de narcotraficantes
o en lavado de dinero. Sobre la problemática propia de la construcción conceptual del Estado como
organización criminal en sí misma, véase en especial Karstedt, 2014.
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La situación relacionada con violaciones a los derechos humanos en México y su importancia
como factor de altos niveles de impunidad, puede encontrarse en múltiples reportes internacionales:
Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHUN) (2014: 8, 9, 18 y 19); Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) (2015: 14); Grupo Interdisciplinario de Expertos
Independientes. Ayotzinapa (GIEI) (2015: 590); United States Department of State (2015: 1, 8 y 9);
Open Societies Foundations (2016); Amnistía Internacional (2016); y Human Rights Watch (2015).
Por sexto año consecutivo, México es calificado como “país parcialmente libre” por Freedom House
(2016): “Mexico’s justice system is plagued by delays, unpredictability, and corruption, leading to
pervasive impunity”.
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reconocida como una patología, un elemento negativo que daña al cuerpo político,
adquiere la forma de un sentido de lo apropiado distorsionado, en la cual: 1) la
conducta apropiada para las personas en sociedad no es determinada por el marco
institucional, sino por la regularidad de la ilegalidad e injusticia; 2) los individuos
y grupos siguen prácticas y realizan actividades ilegales que son asumidos como
procesos y procedimientos rutinarios y entendidos como legítimos; 3) el incum-
plimiento de las reglas formales y las relaciones con actividades criminales se
transmiten y refuerzan socialmente; 4) al reproducirse cotidianamente, esta lógica
de lo apropiado normaliza la existencia de la impunidad.
Este nivel de impunidad puede involucrar diferentes tipos de actos y prácticas:
asumir la violación de la ley como un hecho inevitable ante el cual es necesario
adaptarse para sobrevivir (“el que no transa no avanza”); la decisión de participar
en actividades criminales ante el convencimiento de que es poca la probabilidad de
ser capturado o que se obtendrá la libertad con relativa facilidad; el involucramien-
to de comunidades en actividades criminales, articulando redes de complicidad
entre familiares, vecinos y organizaciones criminales; la exigencia ciudadana de
un espacio de impunidad personal para evadir obligaciones legales o cívicas;13 la
transformación del crimen en factor de movilidad social y crecimiento económico
local ante la falta de oportunidades y la distorsión en la dotación de bienes públicos
provocada por la corrupción;14 o incluso la tendencia a criminalizar a las víctimas
y responsabilizarlas de los delitos o violencia que sufren, en especial por factores
como género, preferencia sexual, grupo étnico o situación de pobreza.
Cuando la impunidad se convierte en sentido de lo apropiado, genera efectos
destructivos para el orden político y la vida de las comunidades en el nivel local
(Kalyvas, 2003 y 2006): 1) fractura los fundamentos de la cooperación social y
aumenta la vulnerabilidad social al extender el espacio para el desarrollo de ac-
tividades ilegales; 2) erosiona la legitimidad del Estado y, en contraparte, valida
13
Pocas prácticas ilustran esto como el fenómeno de los “lords” y “ladies”, denominado de esta forma
en redes sociales, y que refiere a personas que actúan en forma prepotente ante autoridades y ciu-
dadanos para exigir algún servicio o cuya conducta violó leyes o reglamentos. Entre ellos destaca la
figura de “lord Audi”, quien reclamaba a un policía: “esto es México, güey”, cuando en julio de 2016
invadió un carril confinado para ciclistas, golpeó a un ciclista, agredió verbalmente a un policía y se
dio a la fuga llevándose consigo una bicicleta propiedad de la Ciudad de México.
14
Fenómenos como el narcotráfico, la trata de personas o el robo de combustibles en México ejem-
plifican el caso de actividades criminales que penetran en la vida comunitaria. La entrevista realizada
por Ferri (2017) a un líder “huachicolero” es una radiografía única para entender la penetración de
organizaciones criminales a comunidades. Véase también Maljuf, 2015.
35
15
El problema de la relación entre desigualdad e impunidad ha sido una preocupación constante del
IGI. En IGI (2015) e IGI (2017) se destaca la existencia de una correlación entre desigualdad e impu-
nidad. De acuerdo con el IGI-MEX (2018:43-44) y a partir de los diferentes modelos que se corrieron
“las variables que constantemente resultan significativas son el índice de GINI, que mide desigualdad,
pobreza, analfabetismo y desempleo; donde la correlación alcanza una r2 de 0.33. Es decir, como se ha
visto también en el índice global, si bien el PIB no resulta un indicador de la impunidad, la desigualdad
y la pobreza sí lo son”, en este sentido, “sirve para confirmar que, a decir de este modelo, la impunidad
es una variable que depende en gran medida de la desigualdad, desempleo y analfabetismo. Entre más
altas son estas tres variables, más alto tenderá a ser también el nivel de impunidad en los estados”.
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37
Trampa
institucional:
Elementos de
diseño y tipos de
cambio
Niveles de
impunidad
Trampa de Trampa de
desigualdad: seguridad:
Grados y Características
formas de de la amenaza y
desigualdad capacidades de
respuesta pública
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genera permanentemente exclusiones sociales, sin que los intentos por reformarlas
se traduzcan necesariamente en mejores resultados (Pierson, 2000; Acemoglu y
Robinson, 2012). En el caso mexicano y de acuerdo con los resultados del IGI, po-
demos observar una trampa institucional como factor de impunidad que involucra:
a) capacidades institucionales deficientes o insuficientes, en especial aquellas que
deben garantizar la procuración e impartición de justicia, al igual que la protección
a los derechos humanos; b) mecanismos ineficientes o inexistentes para la rendición
de cuentas, transparencia y acceso a la información pública, y perseguir la corrup-
ción; c) incoherencia en el diseño y atributos institucionales que se convierten en
problemas de entrejuego institucional vertical y horizontal, así como deficiencia o
falta de voluntad para la implementación de mandatos tanto en el nivel nacional
como en el local; d) procesos políticos de toma de decisiones que producen refor-
mas institucionales deficientes, replicando trayectorias dependientes y reafirmando
pautas de exclusión y marginación social; e) la interacción con trampas de seguridad
y desigualdad activa procesos de erosión institucional y descrédito de autoridades
sin que estas sean capaces de articular procesos más efectivos de reforma.
Caer dentro de una trampa de seguridad significa una dinámica en la que se
intensifican la violencia y las actividades criminales, pero donde “la criminalidad, la
violencia, la corrupción y la impunidad se fortalecen mutuamente con la sociedad
civil, el Estado y el régimen, e invalida el esfuerzo de construir una gobernanza
democrática ética” (Bailey, 2014: 22). Desde otra perspectiva, para Cox, North y
Weingast (2015), los países en desarrollo suelen enfrentar una trampa de la violen-
cia que explica la dificultad del cambio institucional: adoptar reformas políticas es
posible solo en contextos caracterizados por el desarrollo de economías complejas,
pero estas a su vez dependen de la existencia de instituciones políticas eficientes,
interacción que es afectada por la disputa violenta por el poder político.16
Desde nuestra perspectiva, la trampa de seguridad en México se retroalimenta
de la trampa institucional para producir un círculo vicioso difícil de romper, aun
cuando existen condiciones de crecimiento económico. Esta dinámica involucra:
a) incremento de las tasas de violencia e incidencia delictiva; b) dimensión tras-
nacional y diversificación de los mercados ilícitos; c) incremento de capacidades
y letalidad de las organizaciones criminales; d) fuerzas de seguridad con capa-
cidades limitadas, rebasadas por la dimensión de la inseguridad y la violencia;
y e) autoridades coludidas con organizaciones criminales, existencia de redes
16
Otra perspectiva, cuando la dificultad para garantizar cooperación internacional se traduce en un
dilema de seguridad, fue desarrollada por Jervis (1978).
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17
Algunos estudios que ayudan a entender la forma en que la impunidad, la inseguridad y la violencia
se retroalimentan, refieren a casos como las masacres de San Fernando y Allende, la transformación
del penal de Piedras Negras en un centro de operaciones criminales por parte de Los Zetas o las
omisiones y complicidad de autoridades estatales en la desaparición de personas y el surgimiento de
cementerios masivos clandestinos (véase Aguayo, 2016; Aguayo y Dayán, 2017; UIA, 2017). Para el caso
de la relación entre impunidad y corrupción, Impunidad Cero advierte que sólo se sancionan ocho
de cada cien conductas administrativas irregulares por parte de la Secretaría de la Función Pública,
de las cuales 41.8% son anuladas por el Tribunal Federal de Justicia Administrativa (véase Luis Darío
Ángeles, 2018). Mientras el IMCO (2018) identifica el riesgo de prácticas adversas en el ejercicio del
gasto federal, señala las entidades más vulnerables y propone reformas específicas a las instituciones
para evitar el desvío de recursos públicos.
18
Un acercamiento al papel de las trampas de pobreza como mecanismo de control político, puede
verse en Albertus et al., 2016.
40
CONCLUSIÓN
19
Siguiendo a Walzer (1983), quienes controlan un tipo de bien adquieren un predominio injusto
en el acceso a otros bienes públicos.
20
Este argumento lo desarrollamos en Le Clercq, 2017.
41
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¿Actualmente es eficaz apelar a los derechos humanos para tratar de frenar la vio-
lencia ejercida por los cárteles del narcotráfico, agentes estatales y otros actores no
estatales? ¿Son útiles en procesos en los que el despojo de recursos y territorios a
grupos importantes de población cobran cada día más vidas de activistas, líderes co-
munitarios, reporteros, defensores de los derechos humanos y ciudadanos comunes?
¿En dónde quedó el sueño cívico democratizador de los ochenta y noventa que mo-
vilizó el discurso de los derechos humanos a favor del cambio social e institucional?
La creciente violencia, asociada a la “guerra contra el crimen organizado” y el auge de
una economía neoextractivista han dado una nueva dinámica al acompañamiento
que las organizaciones civiles brindan a los grupos de la sociedad organizada y a la
atención de problemas sociales emergentes. En este capítulo exploramos el recurso
a los derechos humanos por parte de la sociedad civil mexicana, enfocándonos en
el caso de las víctimas de las violencias ejercidas por actores estatales y no estatales,
y hacemos una referencia especial a la violencia contra la población involucrada
en procesos de defensa del medioambiente, pues los grandes poderes económicos
nacionales y trasnacionales operan crecientemente, como el crimen organizado,
para defender sus intereses en proyectos extractivistas. Examinamos la estrategia
de incidencia legal que ambos movimientos (el de los defensores de los derechos
humanos y el de los derechos ambientales) han desplegado en los últimos años. Los
analizamos como casos “casi separados” porque es así como se están organizando
1
En esta línea analítica se inscriben los trabajos compilados en Estévez y Vázquez, 2017.
50
2
El hecho de que familiares de personas desaparecidas, al no obtener respuesta de las autoridades,
recurran a los grupos criminales para tratar de encontrar a sus seres queridos, es un indicador de
ello. En enero de 2018 los familiares de dos policías desaparecidos en Sinaloa publicaron una carta
en la que pedían ayuda al cartel de Sinaloa para encontrarlos. “Mi carpeta [en el Ministerio Público]
está vacía completamente, no hay ninguna investigación”, declaraba a la reportera la madre de uno
de ellos; mientras que un familiar, que por seguridad no quiso identificarse, explicaba esta decisión
de la siguiente manera: “como ellos tienen el poder en Sinaloa (cursivas nuestras) les pedimos apoyo”
(Suárez, 2018: 7). Carolina Robledo (2017) y Everardo González, en el documental titulado La libertad
del diablo, documentan cada uno un caso similar.
51
Como hemos mencionado, los principales retos que encuentran las víctimas or-
ganizadas y las organizaciones civiles que las acompañan para que las leyes sean
eficaces, responden a la complejidad de los contextos actuales en los que ocurren
las expresiones de violencia extrema. Estos se caracterizan por la corrupción,
impunidad y crisis institucional que se interrelacionan, reproducen y refuerzan
mutuamente, auspiciando la reproducción de las violencias. Si asumimos que
las raíces de estas prácticas son estructurales y culturales, las causas y soluciones
involucran no sólo a las autoridades sino a la población en su conjunto, como
muestran los siguientes datos.
México es percibido como el país más corrupto de la OCDE, y su desempeño
respecto a la percepción de esta variable se ha mantenido constante durante los
últimos 21 años, aunque ha descendido en el ranking mundial (Casar, 2015: 12).
De acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción 2016 de Transparencia
Internacional, México ocupa el lugar 123 de 176 en el mundo, con una calificación
de 30 puntos, siendo Dinamarca y Nueva Zelanda los países mejor calificados, ambos
con 90 puntos. Respecto a la impunidad, México ocupa el sitio 66 de 193 países
miembros de la ONU en el Índice Global de Impunidad (IGI) 2017, pero ocupa el
lugar 66 de 69 países que cuentan con estadísticas suficientes para el cálculo de
dicho índice en 2017. El porcentaje de los entrevistados que la señalan como su
principal preocupación aumentó más del doble entre 2012 y 2016 (Institute for
Economics and Peace, 2017: 6).
El reporte de Peace and Corruption (2015) establece una relación estadística
entre la paz y la corrupción. Una vez que un país alcanza cierto nivel de corrupción,
hay un punto de inflexión en el que si esta aumenta, la violencia se incrementa.
En 2015 México figuraba entre los 64 países que ya estaban cerca de ese punto de
inflexión (Casar, 2015).
El combate a la impunidad es una de las cuatro áreas de política pública que el
Institute for Economics and Peace (IEP, 2017) considera decisivas para alcanzar altos
niveles de paz. Reducirla incidiría positivamente en la disminución de los altos niveles
de corrupción y el mal funcionamiento del gobierno (IEP, 2017: 51). De acuerdo con
este informe, la paz se deterioró 4.3% en 2016, en comparación con el año anterior.
52
53
54
55
las leyes están hechas para favorecer a los políticos y a los ricos y que la justicia se
imparte diferencialmente” (Casar, 2015: 34).
Las expresiones de violencia extrema han puesto en evidencia una profunda crisis
institucional producto de la corrupción que históricamente ha permitido el des-
arrollo y fortalecimiento de poderes fácticos. Algunos analistas los tipifican como
un Estado paralelo (Buscaglia et al., 2002; Segato, 2013) y su poder ha logrado
infiltrar, y en algunos estados de la República incluso convertir en feudos las insti-
tuciones públicas, penetrando de manera creciente los procedimientos que regulan
los procesos de elección popular. Dada la ilegalidad e ilegitimidad de sus fuentes
de poder y con el fin de sustentarlo y reproducirlo, los detentores de estos poderes
han recurrido al uso de la violencia, aprovechando prácticas ya existentes en la
sociedad, entre las que destacan aquellas que históricamente han dado sustento
a la desigualdad y las diferentes formas de injusticia social.3 No es casual que las
principales víctimas de ambos tipos de violencia (la violencia de Estado y la vio-
lencia social) sean los sectores de la población históricamente más desfavorecidos
y los profesionales capaces de desvelar dichos poderes, sus redes y los mecanismos
a través de los cuales se vinculan y reproducen. Tal es el caso de algunos activistas,
defensores de los derechos humanos y periodistas (Loeza, 2017).
Esto evidencia la situación de vulnerabilidad en la que nos encontramos toda la
población, que debe entenderse no como una condición intrínseca a las personas,
sino como una situación socialmente creada, producto de una distribución desigual
de poder (Butler et al., 2016). Al articularse en organizaciones, movimientos, co-
lectivos, brigadas de búsqueda de desaparecidos con o sin vida, las víctimas de las
violencias movilizan esa vulnerabilidad en acciones de resistencia, lo que las coloca
en situación de mayor “vulnerabilidad corporal” (Butler et al., 2016: 5) pero al mismo
tiempo les permite desarrollar su capacidad de agencia. Mientras que el discurso
3
Buscaglia da cuenta de 44 derechos (de los 58 que de acuerdo con los países miembros de la ONU
deben respetarse en la elaboración de instrumentos jurídicos y en la práctica) que son violados sis-
temáticamente por las autoridades del Estado mexicano. Mencionaremos sólo el derecho a la vida;
a la igualdad ante la ley; a la libertad y la seguridad; a la libertad de opinión y expresión; a la partici-
pación política; a la educación; a pertenecer a una cultura minoritaria y al agua y a la alimentación
(Buscaglia, 2014: 19-21).
56
4
En razón de características de la población como su edad, género, preferencia u orientación sexual,
etnia y otros. Entre los más vulnerables señalan a las personas defensoras de los derechos humanos
y los periodistas, así como a las personas en situación de desplazamiento interno, que en su mayoría
son trabajadores migrantes centroamericanos en tránsito hacia Estados Unidos.
57
5
Se trata de Roberto Borge, Quintana Roo; Jorge Herrera Caldera, Durango; Andrés Granier Melo,
Tabasco; Luis Armando Reynoso, Aguascalientes; Narciso Agúndez Montaño, Baja California Sur
(García, 2017b: 7).
58
Organizaciones de víctimas
Estado Gobernador Situación legal
y OSC
Coahuila Humberto Moreira Detenido y liberado Fuundec
Partido: PRI
(2005-2011)
Coahuila Jorge Torres Prófugo Fuundec
Partido: PRI
(2011 gobierno interino)
Chiapas Juan Sabines Guerrero Detenido Casas del migrante articuladas
Partido: PRD con CDH Fray Matías de
(2006-2012) Córdova, CDH Paso del Norte y
Centro Fray Juan de Larios
Chihuahua César Duarte Prófugo Fuundec
Partido: PRI
(2010-2016)
Michoacán Jesús Reyna Preso Comité de Familiares de
Partido: PRI Detenidos-Desaparecidos
(2013 gobierno interino) Hasta Encontrarlos. Comité
de Familiares de Personas
Detenidas Desaparecidas en
México ¡¡Alzando Voces!!
(Cofadem)
Nuevo León Rodrigo Medina de la Detenido y liberado Fuerzas Unidas por Nuestros
Cruz Desaparecidos en México
Partido: PRI (Fundem), CADHAC
(2009-2015)
Oaxaca Gabino Cué Investigado Comité de Familiares
Partido: PRD-PAN Detenidos Desaparecidos Hasta
(2010-2016) Encontrarlos
Sonora Guillermo Padrés Elías Preso Unidos por los Desaparecidos
Partido: PAN de Baja California (agrupa a
(2009-2015) familiares de Sonora, Coahuila y
Baja California)
Tamaulipas Tomás Yarrington Detenido Ciudadanos en Apoyo a los
Partido: PRI Derechos Humanos (CADHAC),
(1999-2005) Casa del Migrante
Continúa...
59
Cuadro 1. Continuación
Organizaciones de víctimas
Estado Gobernador Situación legal
y OSC
Tamaulipas Eugenio Hernández Detenido CADHAC, Casa del Migrante,
Partido: PRI Comité de Derechos Humanos
(2005-2010) de Nuevo Laredo
Veracruz Javier Duarte Detenido Colectivo por la Paz, Buscamos
Partido: PRI a Nuestras Hijas
(2010-2016)
Veracruz Flavino Ríos Preso Colectivo por la Paz, Buscamos
Partido: PRI a Nuestras Hijas
(Interino 2016)
Fuente: elaborado a partir de Villarreal, 2014 y 2016; García, 2017b y López, 2017.
60
6
El artículo III, por ejemplo, es tautológico: define el Riesgo de Seguridad Interior como la “Situa-
ción que potencialmente puede convertirse en una amenaza a la seguridad interior” (Cámara de
Diputados del Congreso de la Unión, 2017). Siendo la salvaguarda de esta última el objetivo de la
ley, es una deficiencia grave que deja a la libre interpretación de las fuerzas armadas cuándo y de qué
manera deben intervenir.
61
Sin embargo, quedan abiertas algunas cuestiones como su alcance para contribuir
a la comprensión social y jurídico-política de las raíces históricas de las violencias.
O bien, en qué medida la participación de miembros de las organizaciones civiles
y de las organizaciones de víctimas en los espacios de implementación de las tres
leyes, les permitirá establecer controles a los funcionarios públicos y contribuirá
a transparentar las acciones del Estado. O en qué medida una nueva Ley de Segu-
ridad Interior anulará o fortalecerá el potencial de dichas leyes. En gran medida
el impacto de las leyes sobre estas complejas problemáticas que buscan regular,
dependerá de la capacidad de las organizaciones civiles y las organizaciones de
víctimas para capitalizar la experiencia de los obstáculos que vayan encontrando
en su implementación, modificando sus estrategias y promoviendo reformas a las
leyes para adecuarlas a escenarios adversos sin renunciar sus objetivos. Hasta aho-
ra han logrado hacerlo, no obstante, enfrentan retos de gran envergadura, como
muestran los tres testimonios que forman parte de este libro.
Por su parte los movimientos ambientalistas y los movimientos de defensa del
territorio han recurrido al litigio estratégico en sus acciones de resistencia, también
con una perspectiva de derechos humanos. En la jurisprudencia mexicana los de-
rechos ambientales están vinculados a los derechos humanos, los cuales tienen más
tiempo de institucionalización y, por lo tanto, constituyen una herramienta jurídica
más avanzada para reclamar los derechos ambientales (Rabasa et al., 2012; Namuúm,
2008). El Derecho a un Ambiente Sano y el Derecho al Agua están inscritos tanto
en la Constitución mexicana como en tratados y convenciones internacionales
ratificados por el Estado mexicano. El artículo segundo de la Constitución también
establece el derecho de los pueblos indígenas a la consulta previa libre e informada
en el diseño y aprobación de proyectos de desarrollo en sus territorios.
Sin embargo, durante la última década, la economía global ha experimentado
un boom en la producción y explotación de materias primas, dando lugar a la
expansión de las industrias mineras y de extracción forestal y agrícola en México.
Rodrigo Gutiérrez (2017) argumenta que la “guerra evidente” del combate contra
el crimen organizado (descrita arriba) ha coincidido con una “guerra invisible”
en “el avance agresivo de la frontera extractiva,” penetrando cada vez más áreas
naturales protegidas (ANP) y los territorios de pueblos indígenas. Las grandes
corporaciones multinacionales han extendido las fronteras de las industrias ex-
tractivas hacia zonas remotas, muchas veces hacia zonas de protección ambiental,
en donde todavía existen grandes reservas de minerales, metales y energéticos, o
en donde se pretende crear plantaciones agroforestales y agroindustriales para la
exportación. El neoextractivismo como modelo económico se caracteriza por el rol
62
clave del Estado en este proceso (Tetreault, 2013). De esta manera, las instituciones
gubernamentales se empeñan en facilitar el acceso a territorios y recursos en un
ambiente de creciente resistencia popular, y en resolver o aminorar conflictos ya
sea a través de la negociación o de la represión (Veltmeyer y Petras, 2014: 3-5). En
México, la extracción de metales y minerales se ha incrementado durante las últimas
décadas para compensar la falta de dinamismo en los sectores de la manufactura y
del petróleo, y la explotación agroalimentaria ha alcanzado niveles sin precedente.
Según un estudio reciente, por ejemplo, 28% del territorio nacional mexicano
se encuentra concesionado a empresas mineras (Armendáriz-Villegas et al., 2015:
9-10). A la extracción de recursos minerales y la explotación agrícola y forestal, se
suma el creciente acaparamiento de recursos hídricos por empresas privadas y la
contaminación de agua y suelos, todos alentados por políticas públicas que ignoran
o contradicen los derechos ambientales inscritos en la ley mexicana y los tratados
internacionales suscritos por el Estado mexicano. Además, esta “guerra invisible”
ha generado otra clase de víctimas de la violencia estatal y paraestatal: los activistas,
abogados y periodistas, quienes han sufrido amenazas, secuestros y ejecuciones
por insistir en los derechos ambientales (García, 2017a; Godoy, 2011; Lira, 2017).
Desde 2013, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) ha llevado
un registro de las agresiones y amenazas sufridas por defensores ambientales en
México, analizados en reportes anuales.7 De julio de 2016 a diciembre de 2017, se
registraron 88 ataques en contra de defensores ambientales, 17 de los cuales resul-
taron en el homicidio de 29 personas (Leyva, García y Campuzano, 2018: 17). Los
ataques se concentraron en el Estado de México, Puebla, Oaxaca, Chiapas, Sonora,
Yucatán y la Ciudad de México (Leyva, García y Campuzano, 2018: 18). Los actos
7
Las cifras presentadas en los reportes de CEMDA provienen de varias fuentes, tales como “notas
de prensa en medios impresos y digitales; información y acciones urgentes de organizaciones no
gubernamentales (ONG) que realizan un trabajo en el tema de personas defensoras de derechos hu-
manos, información recibida de personas defensoras que han sido víctimas de agresiones, así como
información a la que se ha tenido acceso por el mismo trabajo que el CEMDA realiza en los casos en
los que brinda asesoría y representa legalmente” (Leyva, García y Campuzano, 2018: 11).
63
8
Acerca de la lógica cultural y el significado de la defensa del territorio en Latinoamérica más allá de
la lucha por la reproducción socioeconómica, véase Escobar, 2015.
64
de la ley, haciendo valer los derechos generales mediante casos específicos (Cerami,
2017). Según Gutiérrez (2017), el objetivo puede ser develar y exponer patrones de
conductas ilegales y estructuras desde las que sistemáticamente se violan derechos,
promover derechos no reconocidos o no garantizados por deficiencias de política
pública, redefinir o ampliar los derechos, o bien controvertir políticas públicas
que contradicen estándares internacionales. Estas acciones legales muchas veces se
apoyan en la labor de organizaciones de la sociedad civil o agrupaciones de expertos
científicos, quienes se dedican a vigilar los procedimientos y decisiones adminis-
trativas que se llevan a cabo en instituciones estatales encargadas de la protección
ambiental. Su trabajo es parecido al de las organizaciones civiles que acompañan
a las víctimas de otras formas de violencias. Por ejemplo, grupos como la Unión
de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) llevan a cabo revisiones de
Manifiestos de Impacto Ambiental en casos estratégicos, ayudando a los litigantes
mediante la provisión de evidencia de mal manejo, fraude o violaciones de leyes y
reglamentos (Córdova, 2017).
Actualmente se utiliza el litigio estratégico para promover el derecho al territorio
de los pueblos indígenas y el derecho a la consulta previa e informada, mediante
varios casos ligados a la defensa ambiental. Un caso ejemplar ha sido el de un pueblo
otomí ubicado en el Estado de México, San Francisco Xochicuautla. El día 9 de julio
de 2015, el presidente de la República firmó un decreto expropiatorio de 38 hectá-
reas de tierras de uso común de esta comunidad. Los terrenos, que incluyen áreas
naturales protegidas, bosques y cerros sagrados, serán destinados a la construcción
de una autopista de cobro. Desde entonces, comunidades otomíes de la región del
Cerro de la Campana, con apoyo de grupos de derechos humanos y ambientalistas,
han manifestado su inconformidad con el megaproyecto, buscando su cancelación.
Recientemente, con la ayuda de organizaciones de defensa legal, el pueblo logró
ampararse contra la ejecución del proyecto, aunque a causa del conflicto sus líderes
han sufrido muchas amenazas (Sin Embargo, 2016; Loyo, 2017). La acción legal, en
este caso, contesta la falta de apego a la ley del mismo gobierno, específicamente el
despojo del terreno, además de la falta de una consulta previa e informada sobre
el proyecto, a la cual las comunidades indígenas tienen derechos constitucionales.
La judicialización de los conflictos sobre derechos ambientales, además, coincide
con la emergencia de lo que Zires (2017) denomina “la sociedad civil especializada,”
o la colaboración entre organizaciones de la sociedad civil y expertos académicos
y profesionales. Él argumenta que este tipo de colaboraciones, que se concretan
en casos de litigio estratégico, pero también en la conformación de observatorios
ciudadanos en torno a temas ambientales, facilita la participación ciudadana en el
65
66
bernamentales a las críticas, los actores colectivos tienen pocas oportunidades reales
de limitar formalmente las políticas restrictivas de derechos humanos, de allí que las
oportunidades legales sean fundamentales para encontrar respaldo a las demandas
(López, en este volumen: 74).
REFLEXIÓN FINAL
67
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las Organizaciones Civiles y la Academia. México: CEIICH-UNAM.
72
INTRODUCCIÓN
Una de las principales tensiones de los derechos humanos en lo corrido del siglo
XXI es la contraposición que establecen algunos gobiernos entre la implementa-
ción de políticas de seguridad nacional y las obligaciones de garantía y respeto de
los derechos (Wagner-Pacifici, 2009; Douzinas, 2007; 2008). Demandas contra los
fueros especiales para el juzgamiento de los delitos de militares o los mecanismos
de restricción temporal de derechos han estado en el centro de las acciones de
organizaciones y movimientos sociales, así como en las sanciones y sentencias
de las cortes nacionales e internacionales (Barreto y Madrazo, 2015; Arjona y
Hardaga, 2008; O´Donnell, 2005). En este capítulo analizo las posibilidades y los
límites que tiene la movilización de las víctimas y las organizaciones no guber-
namentales (ONG) de derechos humanos en escenarios de democracia formal,1
para oponerse o resistir a las políticas de seguridad nacional caracterizadas por la
militarización de la sociedad. Para ello utilizo una estrategia de análisis compa-
* Universidad Veracruzana.
1
Me refiero por democracia formal a la existencia de un mínimo de diseños institucionales como
son las elecciones competitivas y las propias del Estado de derecho. No valoro si el estado real de la
democracia en estos países es de alta o baja calidad. Hago esta acotación analítica entendiendo que los
mínimos institucionales deberían garantizar, en teoría, espacios para la movilización, participación y
demanda del cumplimiento de la ley y los derechos, a diferencia de contextos autoritarios.
rado de dos casos que presentan condiciones similares con resultados diferentes
en la movilización contra las políticas de seguridad: Colombia (2002-2010) y
México (2006-2015).
Los gobiernos de México y Colombia impulsaron en las dos últimas décadas
políticas de seguridad orientadas a una creciente militarización de la sociedad, en
el marco de la política global estadounidense de luchas contra el terrorismo y el
narcotráfico (Hincapié, 2015a). El incremento de recursos de las organizaciones
coercitivas estatales, se presentó a la par de la expansión del crimen organizado,
intensos conflictos por el ordenamiento territorial y dramáticas situaciones de
violencia y violaciones de los derechos humanos (Hincapié, 2015a, 2015b). Frente
a la aplicación de políticas de militarización, organizaciones sociales y de víctimas
de la violencia han mantenido demandas continuas por el respeto de los derechos
humanos; sin embargo, los resultados de la presión han sido disímiles: en el caso
colombiano las organizaciones lograron limitar, formalmente, algunos de los puntos
nodales de las estrategias de seguridad (como eran mecanismos de restricción de
libertades temporales), mientras que en México, a pesar de la presión, los pilares
de la política militar (como son el fuero penal militar o el arraigo) se mantuvie-
ron sin modificación alguna (López, 2013a; Hincapié y López, 2016; Anaya, 2012;
2014; 2015). En ambos casos, las respuestas de los gobiernos a las críticas de las
organizaciones y las víctimas ha sido tratar de legalizar las políticas militaristas que
afectan gravemente los derechos humanos de la población.
¿Cómo explicar resultados diferentes en la movilización y presión por los dere-
chos humanos frente a políticas de seguridad? ¿Qué tipo de efectos tienen estos re-
sultados en los procesos políticos nacionales? Para responder estas preguntas analizo
la presión y las demandas contra un mecanismo de restricción de derechos que ha
sido ampliamente controvertido en la jurisprudencia internacional: las detenciones
arbitrarias sin orden o pruebas judiciales. Mi argumento principal es que un factor
fundamental que explica las posibilidades y límites en la defensa de los derechos
humanos frente a las políticas de seguridad, en contextos de democracia formal,
es el acceso que pueden tener los actores colectivos a las oportunidades legales en
el nivel nacional, y el apoyo estratégico que puedan lograr de las cortes. Dados los
limitados espacios de influencia política y las resistencias gubernamentales a las
críticas, los actores colectivos tienen pocas oportunidades reales de limitar formal-
mente las políticas restrictivas de derechos humanos, de allí que las oportunidades
legales sean fundamentales para encontrar respaldo a las demandas.
Primero, planteo la importancia de orientar el análisis de la presión por los
derechos humanos hacia los efectos en el proceso político, en términos de rendi-
74
75
Estas investigaciones suelen orientar el estudio de los conflictos por los dere-
chos humanos al llamado “cambio del comportamiento estatal” (Anaya, 2012),
dado que los marcos teóricos sobre presión trasnacional fueron elaborados para
contextos con regímenes políticos cerrados, donde el efecto de presión “de adentro
hacia afuera” puede generar cambios de régimen, o aperturas democráticas que se
materializan en disminuciones sustantivas de las violaciones (Anaya, 2010). A pesar
de este consenso, pensar solamente en términos del “cambio en el comportamiento
del estado”, como si el Estado fuera un actor único y racional, descuida los procesos
políticos estratégicos de interacción entre actores y gobiernos bajo condiciones de
democracias formales y el potencial transformador que pueden tener los derechos
humanos (López, 2017; 2013b; Franklin, 2014; Hagan, 2010; Stammers, 2009).
Muchas de las demandas de los movimientos y organizaciones sociales pueden
tener no sólo efectos en términos de legislación y reformas constitucionales (que
efectivamente pueden quedarse en el nivel de compromiso retórico por parte de
los gobiernos),2 sino también pueden tener efectos en la limitación y control en la
implementación de políticas públicas. Si bien estos efectos no tienen necesariamente
una relación directa con el “cambio del comportamiento del Estado”, sí pueden
alterar intereses y estrategias gubernamentales, redefiniendo el proceso político
nacional bajo el marco de la defensa de los derechos humanos. En tal sentido,
cuando los actores colectivos apelan al marco de los derechos humanos, utilizando
recursos institucionales para limitar acciones de gobierno, sancionando o modifi-
cando políticas que violentaban derechos y generan abuso de poder, estamos ante
procesos de “rendición social de cuentas” (Olvera, 2006).
La rendición social de cuentas es un mecanismo de control vertical, no elec-
toral, de las autoridades políticas, que se sustenta en la acción de asociaciones,
movimientos ciudadanos, colectivos o medios de comunicación, cuyo objetivo es
monitorear el comportamiento de los funcionarios y gobiernos, haciendo visible y
buscando sancionar los actos ilegales o abusos de poder (López e Hincapié, 2014;
Olvera e Isunza, 2004; Peruzzotti y Smulovitz, 2002). En este modelo, la sociedad
civil es un “agente informal de rendición de cuentas” (Peruzzotti, 2010: 245), en
el sentido de que su capacidad de control y sanción depende de la manera en que
las denuncias logren activar mecanismos de control horizontales (como cortes,
2
La literatura plantea que las respuestas estatales serán retóricas o, en el mejor de los casos, acciones
que no pasan del compromiso “como la ratificación de tratados, la puesta en marca de reformas a
los marcos legales e institucionales o la formulación de políticas públicas, sin que necesariamente se
den cambios significativos en la situación de derechos humanos en la práctica” (Anaya, 2012: 39).
76
fiscalías, entre otras) que generen sanciones. Por estas razones, la rendición social
de cuentas puede llevar de la mano un proceso de judicialización de la política
en el que las demandas sociales y políticas se acoplan al lenguaje del derecho, lo
que les da una potencialidad mayor de control, impacto e influencia (Peruzzotti
y Smulovitz, 2006).
Aceptando el potencial de los derechos humanos para detonar procesos de
rendición social de cuentas, y buscando analizar la forma como este es posible o
limitado frente a las políticas de seguridad y militarización, debemos redefinir la
relación entre oportunidades y consecuencias de la presión por los derechos huma-
nos. En primer lugar, los derechos humanos brindan estructuras de oportunidad para
la acción colectiva ya que sugieren nuevas maneras en las que las personas pueden
percibir su relación con el gobierno y con los demás, enarbolando horizontes de
sentido de las reivindicaciones y generando un espacio político que sería mucho
más reducido si no existieran (Tsutsui, Whitlinger y Lim, 2012; Edelman, Leachman
y McAdam, 2010; Simmons, 2009).
En segundo lugar, en el caso particular de la defensa de los derechos humanos,
las estructuras de oportunidad cobran una mayor complejidad dado que existen
oportunidades políticas y jurídicas, nacionales e internacionales (Sikkink, 2005). La
estructura de oportunidad nacional se refiere a las relaciones de apertura o cierre
del sistema político y legal de un Estado para las demandas sociales y la presión
colectiva. Particularmente en el plano legal, las oportunidades nacionales se re-
fieren a las instancias nacionales como Cortes Constitucionales y Organismos y
Órganos de Protección de Derechos, que pueden recibir y tramitar demandas,
convirtiéndose en estructuras de soporte de las mismas (McCann, 2006; Epp,
1998). La estructura de oportunidad internacional se refiere al grado de apertura
de las instituciones internacionales para la participación de redes, coaliciones y
organizaciones no gubernamentales. En el plano legal se refieren a instancias in-
ternacionales de garantía como los órganos especiales de protección del Sistema
Internacional de Derechos Humanos, o en el caso de América Latina el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos (Tsutsui, Whitlinger y Lim, 2012; Edelman,
Leachman y McAdam, 2010).
En tercer lugar, estas oportunidades se deben distinguir de acuerdo con el tipo
de acceso, es decir, cuán abiertas o cerradas son estas instancias institucionales a las
presiones y a la participación de las redes o movimientos sociales (Sikkink, 2005;
López, 2017). De este tipo de acceso y la disposición de los actores políticos o jurídicos,
dependerá la capacidad que tengan los actores colectivos para impulsar procesos
de rendición de cuentas bajo el marco de los derechos humanos.
77
Instancia Institucional
Orientación Cortes Acceso
y Normas
Reconocimiento de Perfil y tipo de decisiones Mecanismos eficientes de
normas internacionales de en relación con los protección de derechos
Características
78
79
3
Mediante el decreto de reforma constitucional de 18 de junio de 2008, el arraigo fue llevado a nivel de
norma primaria bajo la siguiente redacción: “La autoridad judicial, a petición del Ministerio Público
y tratándose de delitos de delincuencia organizada, podrá decretar el arraigo de una persona, con
las modalidades de lugar y tiempo que la ley señale, sin que pueda exceder de cuarenta días, siempre
que sea necesario para el éxito de la investigación, la protección de personas o bienes jurídicos, o
cuando exista riesgo fundado de que el inculpado se sustraiga a la acción de la justicia. Este plazo
podrá prorrogarse siempre y cuando el Ministerio Público acredite que subsisten las causas que le
dieron origen. En todo caso, la duración total del arraigo no podrá exceder los ochenta días” (Amparo
en revisión 81/2009, juicio de amparo indirecto: 326/2009-1 Cuarto Tribunal Colegiado en Materia
Penal del Primer Circuito).
80
establecer toques de queda, realizar allanamientos sin orden judicial, entre otras.
Además de lo anterior, en abril de 2003 el presidente radicó el Proyecto de Acto
Legislativo 223 de 2003 “Por medio del cual se modifican los artículos 15, 28 y 250
de la Constitución Política de Colombia para enfrentar al terrorismo”, conocido
como Estatuto Antiterrorista. El objetivo del Estatuto era elevar a rango constitu-
cional los principios que guiaban su doctrina de seguridad nacional, legalizando
prácticas como los allanamientos y capturas por sospecha sin previa orden judicial,
las interceptaciones sin orden judicial; ampliaba plazos para que una persona cap-
turada fuera puesta en manos de un juez, y otorgaba facultades de Policía Judicial
a las Fuerzas Armadas.
De acuerdo con lo anterior, en los casos de implementación de las políticas
de seguridad nacional y militarización en México y Colombia tenemos como
elementos comunes: a) los gobiernos impulsaron las políticas militaristas como
pilares de su gestión de gobierno y generaron un quiebre con el discurso de los
derechos humanos; b) implementaron la política militar bajo el argumento de la
“seguridad nacional”; c) las políticas de seguridad incluían figuras que según el
derecho internacional de los derechos humanos son restrictivas de derechos como la
libertad de circulación, el debido proceso, entre otras; d) los gobiernos se resistieron
a las críticas nacionales e internacionales frente a las políticas de seguridad y, por
el contrario, presentaron estas políticas como una cruzada necesaria y patriótica.
81
82
* Se requiere o no representación legal para interponer una acción o recurso encaminado a proteger derechos.
** Abierta cuando cualquier persona puede demandar una ley por inconstitucionalidad/Cerrada cuando solo alguna
institución es calificada.
4
El 33% de los integrantes de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión; el 33% de los inte-
grantes de la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión; el Procurador General de la República;
el 33% de los integrantes de alguno de los poderes legislativos estatales; el 33% de los integrantes de
la Asamblea Legislativa del Distrito Federal; los partidos políticos con registro nacional o estatal; la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos; los organismos de protección de los derechos humanos
de las entidades federativas; el Ejecutivo Federal por conducto de la Consejería Jurídica del Gobierno.
83
5
Sobre la experiencia en la acción de defensa de los derechos humanos de las ONG en Colombia
véase López, 2012. Sobre la experiencia en la acción de defensa de los derechos humanos de las ONG
en México véase López, 2015b.
6
Tan solo la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) entre 2003 y 2006 recibió 691 de-
nuncias de violaciones cometidas por soldados contra civiles; esta cantidad aumentó a 4 803 en el
periodo entre 2007 y 2010; mientras que entre 2003 y 2006 la CNDH emitió cinco recomendaciones
84
Desde 2008, el arraigo, el cateo y la prisión preventiva automática se han vuelto las
“técnicas” de investigación criminal más recurridas en México. Su regularidad con-
figura una mixtificación de los sistemas de justicia penal y de seguridad pública, en
que el primero se vuelve una mera herramienta del segundo, de ahí la pertinencia
de caracterizarlo como un subsistema de excepción consistente en la aplicación de
una pena precondenatoria, que flexibiliza las garantías judiciales de las personas,
colocándolas en un limbo jurídico en el que no son ni indiciadas ni inculpadas, y en
la mayoría de los casos, desconocen a la persona que los acusa bajo la figura de los
testigos anónimos, de los cuales se han documentado diversos casos de testimonios
rendidos bajo tortura […] El sistema penal en el que prevale el elemento cautelar, en
cuyo ámbito se ubica el arraigo, no tiene recato en postular la despersonalización de
los “delincuentes”, quienes son caracterizados como “enemigos” de la sociedad y, por
tanto, indignos de ser considerados como ciudadanos, tal como ocurre en el estado de
excepción. (CMDPDH et al., 2011: 7-8)
en las cuales se reconoce la acción de tortura por parte de autoridades federales; en el periodo de 2007
a 2010 se vio obligada a formular 25 recomendaciones de este tipo (Centro de Derechos Humanos
Miguel Agustín Pro Juárez, 2010: 48).
85
7
La relación entre el arraigo y la tortura ha sido especial y claramente documentada. El Subcomité para
la Prevención de la Tortura de la ONU resaltó en el párrafo 225 de su Informe sobre su visita a México
en 2016, que en la mitad de los 70 casos de exámenes médicos analizados sobre personas en situación
de arraigo, las personas presentaban signos de violencia reciente. Por su parte, tras una solicitud de
información, la CNDH informó que durante los dos primeros años de la constitucionalización del
arraigo, el 38% de las quejas generadas en el marco de la medida se refirieron a detención arbitraria y
el 41%, a tratos crueles, inhumanos o degradantes antes de recibir la orden de arraigo o durante este.
Del total de los casos, el 26% presentaron ambas violaciones” (IDHEAS y Observatorio Ciudadano del
Sistema de Justicia, 2016: 48). Finalmente, en el reporte sobre la visita a México del Relator contra la
Tortura de las Naciones Unidas, realizada entre abril y mayo de 2014, reiteró el llamado a eliminar la
figura del arraigo, toda vez que supone una circunstancia para la práctica de la tortura.
86
nes sistemáticas a los derechos humanos cometidos por las fuerzas armadas en
medio del cumplimiento de sus funciones, la figura del arraigo se mantuvo en pie.
En medio de esta creciente presión, tan solo hasta el año 2015 el caso del arraigo
fue discutido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), es decir, más
de 7 años después de su legalización y persistente abuso, y cuatro años después
de la reforma constitucional en materia de derechos humanos. En revisión de
dos acciones de inconstitucionalidad interpuestas por congresos estatales y tres
amparos de revisión directa, la SCJN declaró el 13 de abril de 2015 la constitucio-
nalidad del arraigo en una cerrada votación de seis ministros a favor de mantener
la constitucionalidad del mismo y cinco en contra. A pesar de los argumentos
basados en el derecho internacional de los derechos humanos, reproducidos por
las organizaciones defensoras de derechos y los propios ministros que estuvieron
en contra de la decisión (CMDPDH et al., 2015; 2014), el principal tribunal consti-
tucional mexicano mantuvo el arraigo como una figura legal sin realizar control
de convencionalidad (Silva, 2015).
En esta discusión de la SCJN sobre el arraigo, se refleja con claridad la impor-
tancia de la orientación de las cortes al momento de respaldar la defensa de los
derechos humanos. Como se supo en las justificaciones de los votos, algunos de
los ministros que votaron a favor del arraigo afirmaron que no les “agradaba” la
figura, pero que era “necesaria para poder llevar a cabo las labores de seguridad
nacional” (Excélsior, 15 de abril de 2015). Otro de los argumentos era que con la
entrada en vigor del nuevo Sistema Penal Acusatorio en 2016, se iban a superar
estas prácticas, es decir, la orientación del Tribunal Constitucional fue, conociendo
los perjuicios que implica esta figura para los derechos humanos, legitimarla por la
“necesidad” de la situación. En otras palabras, la SCJN se “alineó” en esta decisión
a los intereses del gobierno, el cual superponía la seguridad nacional al respeto de
los derechos humanos.
Si bien es cierto que la nueva realidad del Sistema Penal Acusatorio genera
cambios de fondo en el sistema de justicia mexicano, este no elimina el arraigo
totalmente. El nuevo marco normativo solo limita la figura del arraigo al combate
contra la delincuencia organizada. En este sentido, las organizaciones no guberna-
mentales han hecho énfasis en que la definición en la Ley de delincuencia organizada
es muy amplia,8 razón por la cual las fuerzas armadas y el Estado mantienen un
amplio margen de maniobra que posibilita el abuso de esta figura. Hasta finales
8
Básicamente se define como una organización de hecho de tres o más personas, para cometer delitos
en forma permanente o reiterada.
87
de 2017, y a pesar del consenso mundial sobre la crisis de derechos humanos que
vive México, la eliminación de la constitución de una figura violatoria de todas
las convenciones internacionales de derechos humanos sigue siendo una deuda
pública del Estado mexicano.
Desde la declaratoria del Estatuto de Conmoción Interior por parte del presidente
Álvaro Uribe, las ONG nacionales se opusieron al estado de excepción considerando
que dejaba vulnerable a la población civil y que restringía libertades y derechos
so pretexto de la guerra (Gallón, 2002). El argumento del gobierno, y expresado
claramente por el vicepresidente Francisco Santos, era que las medidas resultaban
“mínimas y suaves” en comparación con las que se tomaron “en las dictaduras del
cono sur en su lucha antiterrorista” (El Tiempo, 17 de septiembre de 2002). En el X
Foro Nacional de Derechos Humanos, en 2012, las ONG se trazaron como bandera
colectiva en el nivel nacional la oposición a la política de seguridad democrática,
buscando “visibilizar” lo contraproducente que eran las políticas del gobierno para el
Estado de derecho y el respeto de los tratados internacionales de derechos humanos.
De manera inmediata, las organizaciones no gubernamentales y un conjunto de
ciudadanos demandaron ante la Corte Constitucional el Estatuto de Conmoción.
La Corte Constitucional declaró constitucional el Estado de Conmoción Interior,
el cual tenía un periodo de vigencia de 90 días con posibilidad de prórroga, pero
señaló el carácter inconstitucional que tenía la atribución de funciones judiciales
de las Fuerzas Armadas. Este punto fue interpretado por el presidente Uribe como
una “intromisión” de la Corte en el imperativo de lucha contra el terrorismo.
Luego de estas resistencias del gobierno y sus diversos intentos por legalizar
prácticas contrarias a los parámetros internacionales de los derechos humanos, las
demandas de las organizaciones no gubernamentales se orientaron a oponerse al
Estatuto Antiterrorista (Acto Legislativo 223 de 2003). Este Estatuto permitía los
allanamientos y capturas por sospecha sin previa orden judicial, sobre lo cual la
Comisión Colombiana de Juristas (CCJ) presentó informes detallados de más de 1
200 capturas masivas en 34 redadas, donde varios activistas de derechos humanos
y líderes sociales fueron detenidos. Valiéndose de las oportunidades legales, espe-
cíficamente el acceso que posibilita a los ciudadanos y ciudadanas para entablar
directamente demandas de constitucionalidad, un grupo de 130 ciudadanos en
88
89
9
Según los informes de la propia Fiscalía General de la Nación, desde el Departamento Administrativo
de Seguridad se persiguió, desde 2004, a las ONG, desatando una verdadera guerra política contra los
activistas de derechos humanos con altos costos en vidas y persecución (López, 2015a).
90
10
Entre otras, tanto la Corte Penal Internacional, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y
los mismos Tribunales de Justicia en Colombia, han investigado o responsabilizado a diversos actores
estatales de violaciones graves a los derechos humanos durante el periodo de gobierno de Uribe Vélez
(El Espectador, 11 de septiembre de 2017).
91
00A-Completo DH y Violencia.indb 92
Cuadro 3. Relación Estructuras de Oportunidad Legal en el conflicto
por los derechos humanos frente a las políticas de seguridad
y militarización en Colombia y México
Instancia Institucional y Normas Orientación Cortes Acceso Resultados Políticas Públicas de Seguridad
Reconocimiento constitucional Control de Abierto para Limitación del Estatuto de Conmoción
del Derecho Internacional de los convencionalidad demandas Interior
Derechos Humanos constitucionales
Decisiones pro derechos Derogatoria del Estatuto Antiterrorista
Funcionamiento esperable de la Mecanismos de
Colombia
división de poderes protección de Rechazo a la institucionalización de
derechos medidas restrictivas de derechos civiles
Instancias de garantía de derechos
Reconocimiento constitucional No control de Restringido Crítica política y pública a la política de
tardío del Derecho Internacional convencionalidad para demandas seguridad
de los Derechos Humanos constitucionales
Decisiones alineadas a la No hubo efectos concretos frente a la
Débil división de poderes dinámica política Mecanismos de política de seguridad
México
protección de
Instancias de garantía de derechos derechos Apoyo de las cortes a la institucionalización
de medidas restrictivas de derechos
Fuente: elaboración propia con información del texto.
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98
INTRODUCCIÓN
* Universidad Veracruzana.
100
tivos, así como los daños ya causados, han propiciado la movilización de diversos
colectivos que se resisten a la imposición de la política económica, configurando
intensos conflictos socioambientales en toda América Latina.
En la medida que el activismo en derechos humanos para la defensa del medio
ambiente y los bienes comunes se ha extendido en América Latina, y que cada vez
más comunidades locales se resisten a la imposición de proyectos extractivos, hemos
asistido al incremento significativo y dramático en la persecución, hostigamientos
y asesinatos de defensoras y defensores del medioambiente. La organización Global
Witness ha documentado casos en todo el mundo apoyada en el trabajo de orga-
nizaciones no gubernamentales (ONG) de derechos humanos locales. En su último
informe sobre la situación mundial en 2016, se establece que América Latina es
la región más peligrosa del planeta para el activismo en defensa de los derechos
humanos ligados al medioambiente y los bienes comunes (Global Witness, 2017).
Son cuatro los principales repertorios de demanda que han movilizado organi-
zaciones de derechos humanos de toda América Latina sobre las graves violaciones
a derechos humanos como consecuencia del modelo extractivista: primero, las
violaciones a los derechos humanos que sufren las poblaciones étnicas y campesi-
nas por parte de gobiernos y empresas en la imposición arbitraria e inconsulta de
proyectos extractivos en sus territorios; segundo, los graves daños ambientales a
bienes comunes, como el agua y el aire, en el marco de megaproyectos extractivistas;
tercero, la impunidad y corrupción generada alrededor de los pasivos ambientales y
la ausencia de planes y programas que reparen los graves daños causados; cuarto, la
persecución, estigmatización y violencia hacia defensores y defensoras de derechos
medioambientales (Hincapié y López, 2017).
Tanto en la protección medioambiental como en el reconocimiento de dere-
chos asociados, incluyendo el derecho humano al agua, ha prevalecido la retórica
por parte de gobiernos e instituciones, ya que los buenos propósitos expresados
—incluso constitucionalmente como en Ecuador, Bolivia y Colombia— sucumben
frente a enormes intereses económicos que se expresan en las políticas extractivistas
de los gobiernos y el poder de las empresas para evadir responsabilidades sobre
los daños causados.
La amenaza a bienes comunes fundamentales para la seguridad hídrica del
planeta como los glaciares en Chile y Argentina, el territorio indígena y parque
nacional Isiboro-Sécure (Tipnis) en Bolivia, y la selva del Amazonas en Ecuador,
Perú, Colombia y Brasil están siendo amenazados por las disposiciones guberna-
mentales para el desarrollo de proyectos extractivistas. Gracias a la acción colectiva
de comunidades locales y el compromiso decidido de las organizaciones no guber-
101
1
Los tres grandes grupos beneficiarios de las reformas privatizadoras fueron: el Grupo Peñoles
obtuvo la Compañía Refractarios Mexicanos en 1988; el Grupo Minero México adquirió Mexicana
de Cobre en 1989 y Minera de Cananea en 1990; y el Grupo Carso, a través de empresas FRISCO,
obtuvo la participación estatal en Química Fluor, Minera Lampazos y Minera Real de Ángeles en
1989 (Basave, 1996: 185).
2
Por medio del “Reglamento de la Ley Reglamentaria del Artículo 27 Constitucional en Materia
Minera” publicado en el Diario Oficial de la Federación el 27 de septiembre de 1990.
102
103
los riesgos inminentes del extractivismo para la seguridad hídrica de los países
latinoamericanos. Además de las marchas, protestas, plantones y tomas, como
recursos de movilización apropiados y extendidos en América Latina, los meca-
nismos de democracia directa están jugando un papel importante como forma de
acción colectiva para la reivindicación del derecho humano al agua en medio de
la avanzada extractivista. A continuación analizaremos estos mecanismos de de-
mocracia directa, los diseños institucionales en América Latina y las posibilidades
de utilización en México.
104
105
107
108
109
petroleros, gasíferos, hidráulicos, entre otros). Los proyectos mineros (43 docu-
mentados) son los más recurrentes, y los estados más afectados por los conflictos
son en su orden Chiapas, Oaxaca, Puebla y Guerrero (CDPI, 2018).
La expansión de las fronteras extractivistas ha implicado la violación sistemática
del derecho a la consulta previa de comunidades indígenas, y lo que es más grave,
las comunidades que exigen la realización de consultas han sido, en algunos casos,
reprimidas por las autoridades estatales, o en otros, han sido víctimas del crimen
organizado.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos se ha pronunciado en
diversas ocasiones, haciendo llamados al gobierno mexicano para que proteja a
las comunidades indígenas rarámuri en Chihuahua, las cuales se encuentran, en
las últimas décadas, frente al asedio de mineras y organizaciones criminales, pro-
vocando desplazamientos forzados, hostigamientos, asesinatos y amenazas a las
comunidades indígenas ante la mirada cómplice de las autoridades.
Uno de los casos más conocidos de los últimos años respecto a la exigencia
de Consulta Previa y que llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es
el de la Tribu Yaqui, que analizaremos por su importancia, para dimensionar la
dinámica de acaparamiento extractivista.
La Tribu Yaqui es una comunidad indígena con una larga trayectoria histórica de
despojo, así como de resistencias, defensa del agua y el territorio en el norte de
México (Rodríguez y Macrina, 2010). El conflicto específico que llevó a la movili-
zación sociolegal ante la Suprema Corte de Justicia (631/2012), se produjo por el
programa hidráulico Sonora Sistema Integral, con la construcción del Acueducto
Independencia sin consulta previa a la comunidad indígena, que trasvasa agua pro-
veniente del río Yaqui al río Sonora para dotar a la ciudad de Hermosillo (García,
2016: 107-108). En el desenvolvimiento del conflicto se utilizaron diversos recursos
de movilización. Un peritaje realizado por el Instituto Nacional de Antropología e
Historia en 2014, determinó que la operación del Acueducto Independencia afecta
el derecho al agua de la comunidad indígena.
El derecho a la consulta previa en el conflicto por el derecho humano al agua de
la Tribu Yaqui, se inscribe en un marco más amplio de extractivismo minero en el
estado de Sonora. En este estado se destina la mayor cantidad de agua a proyectos
mineros en el país, de hecho, la mitad del agua destinada a la minería en el país se
110
extrae en tan solo tres estados: Sonora, Zacatecas y Michoacán (107.9; 55.8 y 44.4
millones de m3/a respectivamente) (Llano, 2016).
Es fundamental considerar que Sonora y Zacatecas son estados ubicados al
norte del país en una región semiárida, donde se ha proyectado que para 2050
se habrán agotado los recursos hídricos disponibles (OCDE, 2013; WWA, 2015). A
pesar de lo anterior, amplios territorios están concesionados a nuevos proyectos,
mientras los que están en funcionamiento generan conflictos por la contaminación
y el acaparamiento.
Uno de los hechos más dramáticos de contaminación ambiental es responsa-
bilidad del Grupo México. El 6 de agosto de 2014 en Cananea-Sonora ocurrió el
peor desastre ambiental en la historia de la minería mexicana, por el derrame en
los ríos Sonora y Becanuchí de 40 mil metros cúbicos de lixiviados mineros, con
altas concentraciones de metales pesados, entre ellos cianuro, provenientes de la
mina Buenavista del Cobre. Esta mina pertenece al Grupo México, cuyo dueño
es Germán Larrea, uno de los hombres más rico del país. El derrame afectó a los
ríos que abastecen de agua ocho municipios de la región incluyendo la ciudad de
Hermosillo, capital del estado.
Debido a la magnitud del ecocidio ocurrido en 2014, las autoridades estatales
se vieron obligadas a llevar a cabo investigaciones donde encontraron todo tipo
de irregularidades, entre ellas, la falta de renovación de la licencia ambiental ne-
cesaria para la operación legal de la mina. Una multa fue impuesta y el Gobierno
Federal negoció con la empresa la formación de un fideicomiso por 2 mil millones
de pesos, para operar la remediación de los ríos y las afectaciones a la población
(Profepa, 2015). Tres años después de ocurrido el derrame, las autoridades políticas
y ambientales han asegurado que los trabajos de remediación están terminados y
los afectados reparados (Escobar, 2017). Sin embargo, el panorama en la región
y la situación de los afectados es muy diferente del que advierten las autoridades
estatales encargadas.
En primer lugar, la opacidad sobre la dimensión real del daño causado ha sido
flagrante. Unos días después de los hechos la organización Proyecto sobre Organi-
zación, Desarrollo, Educación e Investigación (PODER) con apoyo de laboratorios
internacionales, realizó un muestreo del agua a lo largo del río Sonora y descu-
brieron que la presencia de nueve metales pesados superaba hasta en 32 mil veces
la Norma Oficial Mexicana. Según sus cálculos, de ser ingerida en la cantidad de
un litro mataría una persona de 47 kilogramos de peso (Méndez y Sánchez, 2015).
Entre 2015 y 2016 en un estudio realizado por la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM), Universidad de Sonora y el Instituto Tecnológico de Sonora, se
111
112
3
Especialmente grave fueron las detenciones de Mario Luna y Fernando Jiménez Gutiérrez, líderes
de la Tribu Yaqui, acusados de secuestro. Sin ninguna prueba en su contra, tuvieron que ser libera-
dos gracias a la movilización de las organizaciones y defensores de derechos humanos que hicieron
visible la persecución.
113
Convocantes
Municipio/Distrito/ Fecha de Autoconvocada/ Reconocimiento del gobierno
País Procedimiento Legal
Localidad realización Organización Social central
“desde arriba”
“desde abajo”
Perú Tambogrande 2/jun/2002 Ordenanza Organizaciones sociales No
Municipal
Ayabaca y Huancabamba 16/sept/2007 Ordenanza Frente por el Desarrollo Sostenible de la No
Municipal Frontera Norte del Perú
Candavare 17/feb/2008 Ordenanza Organizaciones sociales No
Municipal
Cocachacra, Punta del 27/sept/2009 Ordenanzas Frente Amplio de Defensa del Medio No
Bombón, Dean Valdivia, Municipales Ambiente y Recursos Naturales
Islay-Matarani, Mejía
Kañaris 30/sept/2012 No Autoconvocada/ Líderes comunitarios No
Argentina Esquel 23/sept/2003 Ordenanza Asamblea de Vecinos Autoconvocados Sí
Municipal (AVA)
Loncopué 3/jun/2012 Ordenanza Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Sí
Municipal Loncopué
115
116
117
118
CONCLUSIONES
4
Toda la información sobre los procedimientos y enlaces para presentar solicitudes pue-
den ser consultados [https://www.gob.mx/semarnat/acciones-y-programas/tramites-de-la-
semarnat/?id=284&Itemid=185].
119
120
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124
INTRODUCCIÓN
* University of Amsterdam.
** Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública (CESOP).
126
1
El Banco Mundial (1992: 2, traducción propia) lo ha definido como “el modo en que el poder es
ejercido en la gestión de los recursos sociales y económicos de un país para su desarrollo”; mientras que
el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lo caracterizó en 1997 como “el ejercicio
de la autoridad administrativa, política y económica para gestionar los asuntos de un país en todos
los niveles. Comprende los mecanismos, procesos e instituciones mediante los cuales la ciudadanía
y los grupos articulan sus intereses, ejercen sus derechos legales, cumplen con sus obligaciones y
median sus intereses” (Naciones Unidas, 2006: parágrafo. 5, traducción propia).
127
El agua es un “bien común”, caracterizado por “el alto coste de exclusión de los
usuarios que no pagan por su uso” (Distaso y Ciervo, 2011: 143, traducción pro-
pia). La consecuencia lógica de esta conceptualización es la llamada “tragedia de
128
los Comunes”, que se produce cuando “el beneficio social del consumo individual
es distinto [menor] que el beneficio privado” (Distaso y Ciervo, 2011: 146, tra-
ducción propia). Este mecanismo mercantiliza el agua, puesto que tales derechos
de propiedad violentan a la naturaleza, dado que se venden y se compran en un
mercado hídrico independientemente del uso que se le vaya a dar. Esta relación de
utilización de la naturaleza por el capital parese suponer que se trata de la misma
cosa satisfacer necesidades humanas que proveer de agua a las industrias.
Una variación de este enfoque es el que propone un “uso equitativo y [de no]
priorización” (Gupta, Ahlers y Ahmed, 2010: 295, traducción propia). Sin embargo,
la priorización del acceso al agua potable por encima de otros usos no fue aceptada
en la Watercourse Convention de la ONU de 1997.
129
2
De hecho, su reconocimiento formal por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
y sus estados miembro no llegó sino hasta mucho después: en 2010, en su Resolución 64/292, El
derecho humano al agua y al saneamiento. La Asamblea General de la ONU adoptó formalmente este
derecho. Siete años antes, el Comité de Derechos Sociales, Económicos y Culturales de la ONU (UN-
CESCR) ya había caracterizado el derecho humano al agua como parte del derecho a condiciones de
vida adecuadas, junto al derecho a la alimentación, a la salud y a la vivienda.
130
a) Actores y funciones
131
La mayoría de actores del gobierno del agua tienen carácter institucional (OECD,
2016: 56-59). Fuera de este ámbito se encuentran actores como las organizaciones
de cuenca —que son “responsables por la gestión de los recursos hídricos dentro
de su propio territorio (Van Den Brandeler et al., 2014: 496, traducción propia)—
y los proveedores de servicios de agua —que pueden estar en manos públicas o
privadas, según el modelo de gestión en el que se enmarquen (Miranda, Hordijk
y Torres Molina, 2011: 7).
Este conjunto de actores puede desarrollar distintas funciones, según las com-
petencias que posea (OECD: 2016: 58): diseño de políticas públicas (incluyendo
definición de estrategias, establecimiento de prioridades, planificación e infraestruc-
turas) e implementación; funciones regulatorias (distribución de usos, definición
de estándares de calidad, regulaciones económicas); funciones de recolección (de
información, de monitoreo y de evaluación); y funciones de financiamiento (según
el grado de implicación en los presupuestos destinados a financiar políticas de agua).
Por otra parte, las organizaciones de la sociedad civil y los movimientos sociales
tienen también un papel fundamental. Las primeras pueden dotar de coherencia a
los objetivos sociales y ambientales de las políticas hídricas y de provisión de agua
potable, así como promover la apropiación de las decisiones resultantes por parte
de la sociedad y la población local (Krchnak, 2005: 34).
Los movimientos sociales, por su parte, muchas veces se encuentran en posición
de influir las agendas políticas y los debates —especialmente en relación con los
valores y principios que debieran guiar las políticas de agua, promoviendo uno u
otro discurso sobre el recurso hídrico (Gupta, Ahlers y Ahmed, 2010: 303).
Ambas categorías de acción colectiva pueden orientarse a asegurar una rendi-
ción de cuentas efectiva por parte de las instituciones (Susskind, 2013: 9; Krchnak,
2005: 34), mediante la impugnación de sus decisiones en los tribunales (Susskind,
2013: 1), la producción de reportes independientes sobre situaciones o cuestiones
específicas relacionadas con el recurso, o aumentando o mejorando las capacidades
de otros actores para que puedan “aprender sobre las cuestiones técnicas y sociales
en juego” y “sean capaces de expresar sus puntos de vista” (Susskind, 2013: 10,
traducción propia) en las diferentes modalidades de la protesta social o de lo que
de manera general se denomina acción social.
Por último, organizaciones de carácter privado, industrial o empresarial, se
encuentran muchas veces en posición de influir el proceso de gobernanza del
agua, lo que ha sido motivo de controversia también. De hecho, la proliferación
de acuerdos de colaboración público-privados (public-private partnerships, PPP)
bajo esquemas de gobernanza neoliberal sitúa a los actores privados en posición
132
133
los conflictos políticos y las relaciones de poder que subyacen en dicha problemática
son estructurales, porque esencialmente no puede haber lugar para una solución
justa (Perreault, 2014: 237), al menos en el corto plazo.
Las consecuencias de los desajustes escalares efectivamente existen. De hecho,
se ha identificado una serie de desfases en la gestión del agua que son consecuen-
cia de estos desajustes en la aplicación de ciertas políticas públicas según la escala
de gobierno (OCDE, 2016: 77-91). Dichos desfases son: a) de tipo administrativo
(generado por la existencia de fronteras hidrológicas y fronteras administrativas
distintas sobre un mismo territorio); b) en relación con los objetivos (distintos
actores implicados en el gobierno del agua, con una pluralidad de intereses, tienen
objetivos divergentes); c) por problemas de financiación (desajuste entre los ingre-
sos de cada actor y el coste de las políticas que implementa); d) por problemas de
capacidad (falta de los conocimientos y habilidades necesarias para el desarrollo de
una política hídrica que haga frente a una realidad compleja); finalmente, e) por
problemas de transparencia y rendición de cuentas (por la falta de información
valiosa que pueda encontrarse en manos de otros actores).
Todo ello da lugar a una pregunta clave: ¿cuál es la escala más apropiada para
gobernar el agua? Según nuestra experiencia y según un análisis hecho sobre la
literatura basada en evidencia internacional no existe una respuesta clara a la
cuestión (OCDE, 2016: 67), y tampoco perspectivas teóricas o normativas sobre el
problema (Perreault, 2014: 237).
En las controversias, los conflictos y los grados de violencia simbólica que existen
alrededor de la gobernanza del agua aparecen inequívocamente las instituciones y la
ciudadanía con roles, funciones y tipos de acciones y posturas en tensión. Es decir,
que muestran grados e intensidades de las “luchas” por el agua y de la atención que
recibe esta misma ciudadanía en términos de acceso al líquido.
Debe mencionarse aquí que este “contrato social” se encuentra en entredicho
en diversas partes del mundo, como demuestra la emergencia de movimientos
contestatarios alrededor del mundo (los Occupy estadounidenses, los indignados
españoles, la Nuit debut francesa, la Revolución de los paraguas en Hong Kong,
etc.); así como de alternativas electorales que han sido denominadas ‘populistas’,
pero que en realidad suponen una enmienda a la totalidad —tanto desde la de-
134
3
Por ejemplo, en el último informe de Transparencia Internacional sobre la cuestión (Transparencia
Internacional, 2016), la medida global se sitúa en niveles que indican “corrupción endémica en el sector
público de un país”. La corrupción, venga de donde venga (sector público, privado o comunitario)
es “un generador crítico de conflicto, tensión y desconfianza, que resulta en la pérdida de grandes
cantidades de recursos financieros […]” (Miranda, Hordijk y Torres Molina, 2011: 6) y, por tanto,
de diferentes grados de violencia.
135
136
137
Ecatepec de Morelos
4
Según la Enciclopedia de los Municipios y Delegaciones de México (INAFED), desde 1961, todos los
presidentes municipales de Ecatepec han pertenecido al PRI, excepto en dos periodos: en el periodo
138
2000-2003 (Agustín Hernández Pastrana, del PAN) y 2006-2009 (José Luis Gutiérrez Cureño, del PRD).
El actual presidente municipal es Indalecio Ríos Velázquez (PRI).
139
enorme cisterna en medio de la plaza, con un tinaco elevado encima para bombear
el agua hacia las viviendas.
Al lado, una antigua sala de fiestas reconvertida en cuartel de policía militar. Su
presencia es resultado de una petición vecinal para aumentar los niveles de segu-
ridad pública en una colonia marcada por la pobreza, la compra-venta de drogas
y la inseguridad. Todos los módulos habitacionales están conectados a la cisterna,
y algunos cuentan además con conexión a la red pública de agua operada por el
Servicio Descentralizado de Agua Potable y Saneamiento de Ecatepec (SAPASE), el
organismo municipal operador del líquido.
La señora María, vecina de la unidad, a quien entrevistamos, nos recibe en su
casa y nos explica que paga 1 280 pesos al año por la conexión a la red pública del
agua. [Esta cifra está muy por encima de los 32.08 pesos mensuales que nos proveen
las estadísticas municipales, ndlr].
No solo eso. El acceso al agua está regulado por un sistema de tandeo que
hace que, en teoría, únicamente haya agua tres días a la semana: martes, miércoles
y jueves. Sin embargo, en la práctica, la frecuencia es más irregular: “Ha habido
ocasiones en que tenemos agua una hora cada ocho días. Mucha gente dice: ‘¿por
qué voy a pagar, si no tengo agua’”, y el municipio dice “¿por qué te voy a dar agua
si no la pagas?” (Entrevista a la señora María, 27 de julio de 2017).
Esta irregularidad ha causado tensiones sociales cuyo rostro primero son
los “problemas de pago” de los habitantes, que resultan, a su vez, en dificultades
de financiación y prestación del servicio de agua potable. La señora María debe
abastecerse de agua también a través de pipas privadas para llenar su tinaco, que le
cuesta cien pesos a la semana, y con garrafones, que usa uno y medio cada semana,
pagando 13 pesos por cada uno. El agua de pipa la usa para bañarse y para lavar; el
agua embotellada, para beber y cocinar. Así, a final de mes, el coste total del agua
asciende a 535 pesos.
Su marido es la única persona con ingresos en el hogar; ella no nos cuenta
cuánto gana él al mes, aunque nos dice que es camarero. Si tomamos como refe-
rencia el ingreso mensual medio en el municipio, el coste del agua supone 18.86%
del mismo. Esta cifra casi triplica el estándar de asequibilidad del derecho al agua.
En su casa, la señora María es quien se encarga de asegurar que dispongan del agua
necesaria, mientras que su marido trabaja y compra los alimentos en el mercado.
En total, entre ellos dos consumen alrededor de 1 500 litros de agua semanales, esto
es, 107 litros diarios por persona —dentro del intervalo de 100 a150 litros diarios
que establecen los estándares de derechos humanos.
140
Como en otros casos, el agua que llega de las pipas no es de una calidad acepta-
ble, por lo que la trata con pastillas de cloro antes de usarla. Además, en la unidad
habitacional CROC-Aragón se han registrado casos de tifoidea, salmonelosis, piojos
y brotes de cucarachas y chinches dentro de los hogares “a consecuencia de la falta
de abastecimiento de agua en la Unidad Habitacional”, según han señalado algunos
medios periodísticos (Peñaloza, 2015).
La señora María considera que la crisis del agua es un problema de abasto mun-
dial, que en México se debe a la escasez —y que en este sentido podría contribuir
una mejor educación ambiental de las futuras generaciones, así como mecanismos
de captación de agua de lluvia a escala doméstica—, pero también considera que
se debe a la “ambición, al poder” de algunos. Ella explica que su hija (líder en la
unidad habitacional) saca sus propias conclusiones: “Igual SAPASE no nos manda
el caudal que requerimos para la cisterna porque muchos que trabajan ahí tienen
pipas y las mandan a venta. Entonces, ¿quién es el ganador, ahí?” (Entrevista a la
señora María, 27 de julio de 2017).
Es en estos momentos de escasez y problemas de acceso cuando ella cree ne-
cesaria la intervención de su hija: “Lo que ella hace [se refiere a su hija] es solicitar
apoyo al gobierno del Estado, a la CAEM [Comisión del Agua del Estado de México],
o a SAPASE” (Entrevista la señora María, 27 de julio de 2017).
La señora María cuenta cómo su hija, la señora Magda, tiene relación con el
diputado local que representa al distrito en el que se incluye la colonia CROC-Aragón
—priista—, y cómo a una llamada suya les llegan las pipas para llenar la cisterna,
según cuenta la señora Magda.
La señora Magda, también del PRI, ha resultado electa como presidenta del
Consejo de Participación Ciudadana de la unidad habitacional. Finalmente, en
otra entrevista (De Alba y Hernández, 2017: 52-53), la señora Magda había ex-
plicado que ella “moviliza” a los vecinos para apoyar electoralmente “a aquellos
funcionarios o partidos políticos que van a pedir el voto y ofrecen soluciones a la
problemática del agua”.
La cadena de valor del agua —la creación de plusvalía política y económica del
recurso— es clara. Todos los actores que intervienen el proceso de distribución y
provisión del agua potable acaban convirtiéndose en intermediarios —formales o
informales—, ya sea mediante prácticas de clientelismo político o de corrupción.
El partido en el gobierno en el Estado de México controla el flujo de agua (los
m3/segundo que llegan el municipio) a través de la CAEM, para favorecer o perjudicar
una administración de signo igual o contrario al suyo, tal como se ha demostrado
en otros trabajos (De Alba y Hernández, 2017: 50-51).
141
Coyoacán
142
143
alrededor de una vez al mes, los vecinos tengan que comprar pipas particulares,
con un coste de 900 pesos.
La señora B se organiza con otras tres vecinas para pagarla, por lo que le re-
sulta en un gasto de 300 pesos para cada una. Además, el agua que traen las pipas
no es de calidad. El señor Antonio, otro vecino, afirma que el agua que llega está
“muy cochina”. En su casa usan el agua de las pipas para bañarse, pero incluso
después de limpiarla, la calidad es mala: en ocasiones, en su familia después de
bañarse “les da mucha comezón en la cabeza, los ojos se les ponen rojos y todo
esto” (Entrevista al señor Antonio, 3 de agosto de 2017). Por ello la señora Elena
se ve obligada a comprar agua en garrafones para cocinar y beber, es decir, dos
garrafones a la semana, de 20L a 38 pesos cada uno. A final de mes abastecerse de
agua potable le cuesta a la señora Elena y su familia (ella, su marido y su suegra)
un total de 845 pesos, lo que supone el 4.2% de sus ingresos familiares de 20 mil
pesos mensuales.
El acceso al agua ha empeorado en los últimos años, especialmente desde enero,
y la señora Elena considera que siempre será peor: “yo platico con otras [personas]
de otras delegaciones, de otras zonas, y también me dicen que es escasa allá también”.
En esto coincide con lo que afirma el señor Antonio, quien cree que las fuentes de
agua de la ciudad ya no son suficientes para abastecer a toda la población, y que
esta situación “será cada vez peor”.
No a todo el mundo le va igual en los Pedregales. La señora Elena cuenta que
hay vecinos afiliados al partido del gobierno en la delegación (por doquier se ven
banderolas del PRD en los edificios). Ella afirma que dichos vecinos reciben y les
distribuyen el agua de las pipas: “hay vecinas que están con el partido que ahorita
nos dirige Coyoacán, el PRD, y [otras vecinas] me han dicho que les hablan, y las
señoras que están en el partido luego dicen, ‘pues llévale a ella agua, aquí agua y aquí
no”. Se establece aquí un mecanismo de clientelismo político claro. La señora Elena
dice: “[un vecino] para que le den agua, te dan una cuota cada año de 4 mil pesos,
pero tú tienes que votar por ellos […] y yo no estoy de acuerdo con eso porque el
agua es para todos” (Entrevista a la señora Elena, 3 de agosto de 2017). Otra vecina,
la señora Carmen, que además es organizadora comunitaria en los Pedregales, y se
dice experta en gestión hídrica para sus vecinas, abunda sobre la cuestión:
144
Entonces [hay] pipas que no pertenecen [al Departamento delegacional de] Operación
Hidráulica. Son las pipas que se utilizan para comprar votos: se determina una persona
por un distrito electoral o por ciertas manzanas, cierta colonia […] a esa señora le
llegan cuatro o cinco pipas al día, cuando uno puede pedir una pipa y se puede tardar
un mes sin llegar. Esas cinco pipas que le llegan al día a la señora las empieza a repartir
con personas que son partidarias del Partido de la Revolución Democrática. (Entrevista
la señora Carmen, 3 de agosto de 2017)
Además, existen formas de corrupción entre los choferes de estas pipas “clan-
destinas” (aunque en realidad pertenecen a la delegación): entre las personas que
no forman parte del PRD, los conductores de las pipas, de forma ilegal, “llegan a
cobrar 700 u 800 pesos más o menos por una pipa […] ese es un acto de corrupción
porque no pueden cobrar ese servicio, y es un dinero que se va para el chofer de la
pipa” (Entrevista la señora Carmen, 3 de agosto de 2017).
En definitiva, según la entrevistada, “hay una tendencia precisa a no dotar
de acceso equitativo: uno, por el compromiso político a la delegación que no le
conviene que todos tengamos agua porque pierde su coto político; y la otra, pues,
a mayor escasez puedes generar mejores costos, o sea, mejor ganancia para el sis-
tema lucrativo del agua” (Entrevista la señora Carmen, 3 de agosto de 2017). Esta
situación puede identificarse claramente como una forma de violencia estructural
ejercida por las instituciones delegacionales sobre las poblaciones más vulnerables
de la demarcación.
Frente a la situación de escasez hídrica construida con intereses políticos y
económicos, los residentes de los Pedregales de Coyoacán afectados por la escasez
de agua y sin afiliación al PRD parecen organizarse para luchar por sus derechos, en
lo que podría considerarse un proceso de “autonomización” respecto a la política
institucional.
Concluyamos inicialmente aquí que esta marginalidad política —estar fuera
de los “beneficios partidarios”—, favorecería su “autonomización”, algo contrario
a lo que ocurre en Ecatepec, que resulta en obstáculos a la ciudadanía debido al
control político que se ejerce.
Así, en los Pedregales nace la acción colectiva, según nos cuenta la señora Car-
men: “[se] empiezan a hacer otras acciones de vinculación con Agua para Tod@s,
con Pueblos Originarios, con diferentes colonias que están padeciendo lo mismo
dentro de la Ciudad de México.”
La actividad de defensa del derecho humano al agua se ha concretado en Co-
yoacán con el impulso de acciones legales y demandas; incidencia política tanto
145
Hay un proceso de empoderamiento femenino de decir “yo estoy haciendo algo por
mi comunidad y voy a lanzarme” […] realmente no hay hombres, prácticamente —
serán dos o tres hombres los que participan. Si alguna vez ves un cierre de calle son
puras mujeres, y es por el derecho humano al agua, porque ellas son las que están
defendiendo a su comunidad a través del agua. Hay una vecina que […] una vez […]
llevaban como tres meses sin agua, estaban muy enojados y no llegaba la pipa, entonces
fue […] a donde se cargan las pipas, fue por la pipa, se subió a la pipa, casi se roba la
pipa, se peleó con los choferes y llega a su casa y está su marido y le grita, “¿qué estábas
haciendo arriba de esa pipa?”, y [ella] dice, “lo que tú no haces”. (Entrevista a la señora
Carmen, 3 de agosto de 2017)
146
CONCLUSIONES
Los dos casos presentados mantienen distintas constantes en relación con el (in)
cumplimiento del derecho humano al agua. De hecho, en ambos se ven vulnerados
la inmensa mayoría de los componentes del derecho al agua. Este incumplimiento
se observa en obstáculos a la satisfacción de la necesidad humana fundamental,
que es el acceso al líquido.
La generación premeditada de escasez hídrica por parte de actores de las insti-
tuciones públicas constituye un claro ejemplo de violencia estructural vía esquemas
clientelares. Estos se fundamentan en la impunidad con que tales mecanismos de co-
rrupción política sistémica se construyen y se mantienen en el tiempo. ¿El resultado?
Una violación sistemática del derecho humano al agua en la metrópolis mexicana.
La calidad y la aceptabilidad del agua son suficientemente malas como para
que nadie beba agua de las pipas o de la red pública sin tratarla antes de algún
modo (hirviéndola o clorándola); además, los entrevistados deben comprar agua
embotellada para beber y cocinar, puesto que la que reciben de las fuentes de abas-
tecimiento mencionadas no es considerada suficientemente buena. En cuanto a
su asequibilidad, el coste de abastecimiento se sitúa, para una de las entrevistadas,
dentro del rango del 3-5% de ingreso mensual del hogar, que marca el estándar
internacional, mientras que la otra paga más de cuatro veces más que la primera.
Destaca también la vulneración de los estándares de disponibilidad en su di-
mensión de regularidad del servicio: la incertidumbre marca la experiencia hídrica
de todos los entrevistados, tanto los que están conectados a la red pública y se rigen
por un sistema de tandeo que difícilmente cumple con las previsiones de servicio
y un servicio de pipas públicas que nunca es claro si van a llegar.
Todos ellos sufren de un servicio de provisión de agua potable que falla más
de 9 días al año, como marca el estándar. La causa común a ambos es la escasez
hídrica construida para servir a intereses políticos y económicos de una serie de
intermediarios tanto formales como informales.
El esquema clientelar de Coyoacán y Ecatepec es análogo en sus rasgos de vio-
lencia simbólica: la autoridad responsable regula la cantidad de agua a la que tienen
acceso los ciudadanos, vía mecanismos hidráulicos y administrativos (válvulas
de distribución, volumen de agua concesionado al municipio) o vía intermedia-
rios operativos. A continuación, a través de una gran variedad de intermediarios
hídricos, les ofrece alternativas de acceso a cambio de su favor político, a través
de mecanismos de cooptación social o vía liderazgos comunitarios vinculados al
partido en el gobierno. Esos intermediarios hídricos ofrecen agua para la comu-
147
148
CROC-Aragón, Ecatepec Pedregales de Coyoacán
Situación del derecho humano Accesibilidad: agua entubada, por tandeo, con Accesibilidad: agua entubada, pero por tandeo de
Fuente: elaboración propia, a partir de las entrevistas a las sras. María (27 de julio de 2017), Elena (3 de agosto de 2017) y Carmen (3 de agosto de 2017).
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vol. 26, núm. 2, 489-504.
152
153
Las autoras y el autor de los testimonios que presentamos en esta sección son sólo
tres de los cientos de activistas que se encuentran movilizados en todo el país desde
hace más de una década, luchando activamente en la defensa de los derechos de las
víctimas, que son los derechos de todas y todos. De igual manera, las organizaciones
a las que pertenecen son sólo tres de las que surgen constantemente a medida que
el número de víctimas aumenta. Se trata de tres actores colectivos, que articulados
con muchos otros han tenido una actuación relevante en los procesos de inciden-
cia legislativa para revertir la crisis humanitaria que padecemos actualmente en
México. Como parte de esta estrategia han redactado la Ley General de Víctimas
y la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas y Desaparición
Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas (Ley
de Desaparición Forzada). Además de vigilar que se apliquen, están exigiendo a
los funcionarios estatales la rendición de cuentas. Tanto los instrumentos legales
como el resto de sus estrategias se rigen por la demanda de “No sin las víctimas”.
En los procesos de defensa de derechos y demanda de justicia exponen cons-
tantemente su vida, al mismo tiempo que desarrollan su capacidad de agencia e
inciden positivamente en la apertura de oportunidades políticas para llevar ade-
lante sus demandas y posicionarlas en la agenda pública. Son ellas y ellos quienes
visibilizan constantemente el estado de cosas y están generando el conocimiento
y las metodologías para enfrentar la problemática a partir de sus experiencias y su
saber hacer, sin los cuales es imposible diseñar e implementar políticas públicas
para resolver la problemática y tratar de evitar que resurja.
Por todo ello consideramos fundamental darles voz en los espacios de divulga-
ción académicos, pues sin sus experiencias y conocimientos cualquier intento de
explicación y propuestas estarían solo parcialmente fundamentados.
UN POCO DE HISTORIA
la incluyó como parte de sus temas clave en los diálogos con el Poder Ejecutivo
federal. En ese contexto, el CCC fungió como facilitador del diálogo entre las y los
representantes del Movimiento por la Paz y las y los representantes del gobierno
federal. Como resultado del proceso, el Movimiento por la Paz logró generar
una serie de expectativas y estándares que deberían incluirse en una futura Ley
General de Víctimas.
La interlocución entre el Movimiento por la Paz y el Poder Ejecutivo federal
se rompió a finales de 2011. Sin embargo, el CCC continuó facilitando un espacio
de construcción colectiva de insumos técnicos para la generación de una ley en
materia de derechos de las víctimas. El espacio propició la participación de actores
más allá del Movimiento por la Paz, para construir una perspectiva más amplia
y fortalecer el sustento técnico de la ley. A principios de 2012 el Movimiento por
la Paz decidió desarrollar una iniciativa de ley en la cual sus integrantes se vieran
reflejados, y comenzó las acciones de incidencia en el Senado de la República para
su discusión. En paralelo, el CCC generó espacios de diálogo entre víctimas de
diversos delitos, que participaban o no en el Movimiento por la Paz, y entre estas
con legisladores y legisladoras clave para el proceso de aprobación de la ley. Estos
conversatorios tuvieron el objetivo de incluir en la discusión legislativa perspectivas
diversas desde los saberes de las víctimas. Una vez aprobada la Ley, el CCC continuó
generando espacios plurales de diálogo para la generación de insumos ciudadanos
—desde las perspectivas de las víctimas— para la implementación de la ley (por
ejemplo, sobre el reglamento, sobre la figura de declaración especial de ausencia
por desaparición, entre otros).
EL CONTEXTO
2
Informe Anual 2016 del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RN-
PRD), elaborado por la Secretaría de Gobernación, la Procuraduría General de la República (PGR)
y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública [www.senado.gob.mx/sgsp/
gaceta/63/3/2017-09-12-1/assets/documentos/Informe_Anual_RNPED_2016_FINAL.pdf].
160
161
Como parte del trabajo previo que habían realizado tanto las organizaciones de
derechos humanos como los propios colectivos de familiares, en estrecha cola-
boración con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos (OACNUDH) en México, se detectó la necesidad de hacer una
reforma a la Constitución Política Mexicana. Ello, con el fin de dar la atribución
al Poder Legislativo federal para legislar de forma general en la materia, y no sólo
para el ámbito federal. A partir de esta necesidad se presentó desde OSC y algunos
colectivos la propuesta de reforma al artículo 73 fracción XXI, inciso a. El CCC se
involucró en este proceso de reforma como organización facilitadora del diálogo
entre el Senado de la República y las organizaciones de derechos humanos y co-
lectivos de familiares.
La reforma se procesó en un solo periodo de sesiones en ambas Cámaras del
Congreso de la Unión. El acuerdo sobre la reforma transitó de una forma relativa-
mente sencilla debido a la magnitud de presión nacional e internacional, y debido
a que el propio gobierno federal se había comprometido a contar con el marco legal
adecuado para 2015. En este proceso participaron principalmente organizaciones
de derechos humanos, algunos académicos y familiares de personas desaparecidas,
pero aún en una articulación incipiente.
Una vez aprobada la reforma se empezó a diseñar un proceso participativo para
la creación de una Ley General sobre Desaparición de Personas. Desde su inicio, el
proceso de articulación tuvo como objetivo asegurar la inclusión de la voz de las
familias en la discusión de esta nueva Ley.
El tema de la desaparición de personas es una violación a los derechos humanos
muy compleja, no sólo por lo que implica a las víctimas que quedan totalmente
desprotegidas y por el impacto inconmensurable a sus familiares y a la sociedad,
sino también por la complejidad de construir un entramado jurídico y de políti-
cas públicas que pueda responder a las necesidades de las víctimas. Derivado de
lo anterior se manifestó la importancia de incluir en el proceso las perspectivas y
propuestas de las familias, quienes han acumulado una experiencia muy importante
en los procesos de búsqueda e investigación, convirtiéndose en personas expertas
que podrían abonar a un resultado de alta calidad que respondiera —lo más po-
sible— a la realidad que se está viviendo.
Por ello, se convirtió en una necesidad el procurar espacios de generación colec-
tiva de propuestas para integrarlas en el proceso legislativo. Con ese fin, se llevaron
162
3
Véase http://sinlasfamiliasno.org/introduccion/ (consultado el 14 de septiembre de 2017).
163
A través del proceso organizativo, las familias se asumen como sujetos de de-
rechos en lo colectivo, y no sólo en lo individual, y se asumen con un compromiso
de hacer cambios sociales estructurales que puedan beneficiar tanto a aquellas
personas que están viviendo esta gravísima situación, como evitar que esto con-
tinúe sucediendo.
Esta articulación se fortalece a través de alianzas con actores clave en la defensa
de los derechos humanos, como la OACNUDHy el Comité Internacional de la Cruz
Roja, entre otros. Esto aporta a la generación de un actor social colectivo con una
fuerza —lo suficientemente importante— como para constituirse como el actor
clave de interlocución para las y los tomadores de decisiones.
El proceso de interlocución con el Senado de la República, si bien no fue sencillo,
derivó en un ejercicio de participación ciudadana sin precedentes. Por vez primera,
164
165
166
Si bien la tarea que dio articulación al MNDM es la generación de una Ley sobre
desaparición de personas, en el camino el MNDM fue fortalecido, de tal forma que
se empezaron a generar otras dinámicas y estrategias que no tienen que ver con el
proceso legislativo. Hubo un momento en que pareciese que a diversos integrantes
del MNDM ya no les importaba el proceso de la Ley ni el contar con ella, pues ellos
continuaban en sus estrategias con o sin la Ley. Sin embargo, cuando se reactivó la
interlocución con el Senado de la República, se reapropiaron del proceso y parti-
ciparon de forma más directa, constante e intensiva.
El espacio de articulación también ha servido para generar propuestas, acompa-
ñamiento y contención de los colectivos, como el que se llevó a cabo en las Brigadas
de Búsqueda, donde se descubren diversas fosas clandestinas en Morelos y Veracruz.
Asimismo, el MNDM se ha convertido en un paraguas que acompaña los procesos
de avance legislativo y propuestas de política pública en el nivel estatal, como en
los casos de Coahuila y Nuevo León.
Al terminar de escribir estas palabras, la minuta de Ley emanada del Senado de
la República sigue en el proceso legislativo en la Cámara de Diputados, con altas
probabilidades de aprobarse en este mismo periodo. Si bien la aprobación de una
Ley de esta naturaleza dará un nuevo impulso a las estrategias de los colectivos para
167
REFERENCIAS
Naciones Unidas, Asamblea General. 2014. “El derecho humano al agua potable y el sanea-
miento”, A/69/213, s/l, s/n.
Consultas en línea
Informe Anual 2016 del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desapare-
cidas (RNPRD), elaborado por la Secretaría de Gobernación, la Procuraduría General
de la República (PGR) y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad
Pública [www.senado.gob.mx/sgsp/gaceta/63/3/2017-09-12-1/assets/documentos/
Informe_Anual_RNPED_2016_FINAL.pdf].
Diálogos sobre Seguridad Pública con Enfoque de Derechos Humanos [www.colabora-
cioncivica.org].
Movimiento por nuestros Desaparecidos en México [http://sinlasfamiliasno.org/intro-
duccion/].
168
Nosotros éramos una familia normal: mi madre, mi padre y mis dos hermanitos.
Vivíamos en la Colonia Arboleda San Ramón, en Medellín, Veracruz. Yo vivía muy
cerca de ellos, con mi novio, con el cual tenía una relación desde hacía cerca de 6
años.
Fue el sábado 15 de febrero de 2014 cuando empezó el peor día de nuestras
vidas. Ese día por la tarde nosotros asistiríamos a una boda; una señora nos iba a
peinar en mi casa a mi madre y a mí. Eran las 10:30 am aproximadamente, cuando
recibí la llamada que cambiaría toda mi vida; esa llamada provenía del celular de
mi hermanito Gerson Quevedo Orozco.
Quiero hablarles un poco de él ya que no es solamente un número más en esta
lista interminable de personas secuestradas y desaparecidas. Él era un chico de 19
años, estudiante de la carrera de arquitectura, la cual le encantaba, era su pasión.
Desde chiquito le gustaba dibujar, estaba muy contento con su carrera. Le gustaba
jugar futbol; desde pequeño perteneció a varios equipos, estuvo en las fuerzas básicas
de los Albinegros de Orizaba. Era un joven muy sociable, tenía muchos amigos,
a muchos de ellos los consideraba como sus hermanos, le encantaba divertirse y
siempre estaba sonriendo. Tenía una novia con la cual llevaba, a pesar de su corta
edad, 8 años. Siempre que hablaba de ella decía que era su esposa, claro está que
pensaba casarse con esa chica, la quería y admiraba muchísimo. Cuando yo contesté
la llamada de mi hermano, él me dijo: “Magui, me levantaron, por favor paga el
rescate para terminar con esto”. Enseguida le arrebató el teléfono un tipo (el se-
cuestrador) el cual me dijo que tenía que juntar y entregarle 80 mil pesos para que
pudiera dejar libre a mi hermano. Yo le dije que sí, que me diera tiempo ya que era
sábado y necesitaba ir al banco, él me contestó que me apurara y que me hablaba
más tarde para darme indicaciones. Posteriormente me comuniqué con mis padres
y les dije lo que estaba pasando, ellos me comentaron que ya iban de camino a mi
casa pero que mejor regresarían a su casa para buscar a mi hermanito porque él
había salido de casa por la mañana. Cuando mis padres regresaron se encontraron
con un amigo de mi hermano, quien les dijo que había visto pasar a mi hermano
junto con otro amigo hacia el Oxxo. Mi papá fue a buscarlo pero no lo encontró,
encontró al amigo con el que lo habían visto. Mi papá lo empezó a interrogar y él
le dijo que sí había visto a mi hermano pero que lo había dejado a una cuadra del
Oxxo y de ahí no había visto para dónde se fue. Posteriormente nosotros, con la
desesperación, al ver que mis padres no encontraban a mi hermano nos comuni-
camos al 060 para pedir el apoyo de las autoridades; estas nos respondieron que se
trataba de un secuestro express, que buscáramos a mi hermano, que seguramente
por ahí andaba y que solo había perdido el celular y seguro una mala persona lo
había encontrado y nos estaba extorsionando.
Al ver que no teníamos el apoyo de la policía decidimos empezar a juntar el
dinero, sólo juntamos 50 mil pesos en efectivo. Íbamos a empeñar una cadena de
oro, cuando recibí la segunda llamada. El secuestrador me indicó que no empeñara
la cadena, que se la entregara junto con los 50 mil pesos, que metiera el dinero y
la cadena en una bolsa negra y después me dirigiera a una plaza comercial en el
puerto de Veracruz, ¡¡que fuera sola!!, que nadie me fuera a acompañar. Cuando
yo iba de camino a la ubicación indicada, recibí la tercera llamada en la cual me
dijeron que en el siguiente alto doblara a la derecha y me estacionara por un árbol
170
que se encontraba ahí. Me estacioné y sin apagar el motor de mi carro esperé a que
se acercara una persona, la cual me extendió su mano para que yo le entregara la
bolsa con el dinero. Yo se la di y la persona que tenía al teléfono me dijo que siguiera
avanzando. Le pregunté en dónde me iba a entregar a mi hermano y él me volvió
a dar la ubicación de un lugar. En ese momento colgó y yo les hablé a mis padres
para decirles que se dirigieran al lugar donde supuestamente iban a entregar a mi
hermano. Pasaron las horas, dieron las 10 de la noche y nosotros no sabíamos nada
de él. Mis padres siguieron esperando, pero mi hermanito pequeño, la novia de
mi hermano Gerson, mi novio y yo, decidimos ir a la casa de mis papás pensando
que probablemente ahí podrían soltar a mi hermano, ya que se lo habían llevado
de esa Colonia. Cuando estábamos en la casa de mis padres tocaron la puerta, era
el amigo que por la mañana les había dicho a mis padres que había visto pasar a
mi hermano con otro amigo rumbo al Oxxo. Nosotros le abrimos la puerta y él
nos dijo que sabía dónde podrían tener a mi hermanito. Mi novio y mi hermanito
menor decidieron salir a buscarlo. Yo les dije que mejor esperáramos, al menos a
que llegaran mis papás para ver que hacíamos, pero ellos no me hicieron caso. Yo
les marcaba o mandaba mensajes cada 5 minutos para saber si estaban bien. De
pronto escuché unas detonaciones. Nunca en mi vida había escuchado un arma, sin
embargo, me asusté y empecé a marcarle a mi novio, pero no me contestaba. A los
pocos minutos me marcó mi papá y me dijo que le habían disparado a mi novio y
a mi hermanito pequeño, que ellos venían entrando a la colonia cuando mi novio
alcanzó a marcarle a mi papá y le dijo que los venía siguiendo un carro, que salió
persiguiéndolos de la casa donde ellos se bajaron a preguntar por mi hermano.
Mi papá me dice que estaban por el Oxxo, el mismo Oxxo en donde vieron por
última vez a mi hermano Gerson. Estaba cerca de la casa, por lo cual mi cuñada y
yo salimos corriendo hacia esa dirección. Cuando íbamos en camino logramos ver
a lo lejos a varios tipos parados en una esquina; estaban armados. Ellos, al vernos,
empezaron a correr hacia nosotras. Al darnos cuenta de esto doblamos en una calle
y empezamos a tocar las puertas de varias casas hasta que una señora nos dejó pasar
y fue ella quien nos salvó la vida. Cuando estábamos resguardadas le marqué a mi
padre para contarle lo que había pasado y para pedirle que viniera por nosotras,
pero que no viniera solo, que lo acompañara la policía porque los malos andaban
por ahí. Cuando él llegó acompañado de una camioneta de la policía le pregunté
cómo estaban mi hermanito y mi novio, él me repitió que les habían disparado.
Cuando llegamos al Oxxo vi a lo lejos nuestro carro todo rafagueado y a mi madre
gritando y llorando. Alcanzaba a ver a lo lejos a mi novio sentado en el asiento del
copiloto con su cabeza hacia arriba. En el lado del piloto estaba mi hermanito. Al
171
verme, mi madre me grito: “nos los mataron Magui, los dos están muertos”. En ese
momento sentí que la vida se me iba, no podía creer lo que estaba escuchando y
viendo. Era como si estuviera en una película de terror, como si fuera un mal sueño
del cual rogaba por despertar. Gritaba con toda mi alma: ¡¡¡¡por qué, Dios!!!! Traté
de acercarme al carro, pero en eso recordé que una vez mi novio me contó que
cuando su hermanita murió en un accidente automovilístico él se acercó a verla
pero hubiera preferido no hacerlo, que hubiera preferido guardar en su mente el
recuerdo de cuando su rostro estaba lleno de vida, por lo cual decidí no acercarme y
quedarme con esa imagen que aún tengo en mi mente, de sus rostros llenos de vida.
172
escuela, en donde tenía que relatar cómo se veía en un futuro. Mi hermanito era
bastante soñador, se exigía mucho en su vida y en su carrera, quería llegar a ser
un gran futbolista. Prefería quedarse a entrenar que irse de vacaciones, este era su
proyecto de vida:
Proyecto de vida
Mi proyecto de vida en el ámbito deportivo es ser jugador profesional pasando por
la liga mexicana en el equipo de Cruz Azul; también pasando por la liga inglesa en
el equipo del Manchester y terminando mi carrera en la liga española de Barcelona
o en el Real Madrid. También quiero ser portero de la selección mexicana y ganar
un mundial y tener todos los campeonatos que se puedan obtener.
En el ámbito educativo quiero ser ingeniero en robótica, graduarme en la UNAM
e irme a trabajar al continente asiático.
En el ámbito económico quiero tener mucho dinero, tener casa en Veracruz, Aca-
pulco, Cancún, Playa del Carmen, Tijuana y México; y fuera del país, tener una casa
en Barcelona, España, Inglaterra, China, Hawai y una en Estados Unidos. También
quiero tener muchos carros.
En el ámbito familiar, quiero casarme cuando ya tenga un trabajo fijo y esté ganando
mucho dinero; cuando me case quiero tener a una mujer que ame mucho y tener
3 hijos hombres, y mis hijos quiero que tengan todo lo que ellos quieran, que no
173
les falte nada y cumplirles todos sus sueños que ellos quieran en su vida, también
quiero llevarlos de vacaciones cada 3 o 6 meses y llevarlos a donde ellos quieran.
A mi esposa también le compraré todo lo que ella me pida, y nos iremos de va-
caciones a veces solos y a veces con nuestros hijos, pero antes de todo quiero una
familia donde haya mucho amor, respeto y cariño.
A mis padres queridos quiero comprarles igual todo lo que me pidan y cuidar de
ellos en todo momento para que no les pase nada, cada lugar que me vaya a vivir
les preguntaré que si se quieren ir conmigo y mi familia para nunca tenerlos lejos
de mi =)
Alan Enrique Quevedo Orozco
174
175
176
no bastaba con que leyeran nuestra petición; necesitábamos que nos atendieran,
que nos brindaran la ayuda necesaria, pues para eso fue creada la CEAV, pero fue
imposible y sumamente desgastante. Se supone que ellos están para ayudarnos y
hacernos un poquito más fácil este horrible camino, pero fue al revés. A pesar de
que estuvimos peleando y exigiendo nuestros derechos, utilizaron a sus licenciados,
que según deben apoyar a las víctimas, para luchar en contra nuestra. Nosotros
estábamos solos, al no contar con licenciados ni con dinero, perdimos el amparo
y no recibimos ninguna ayuda de la CEAV.
Al pasar de los días nos dimos cuenta de que las instituciones te hacen más caso si
vas con un conjunto de víctimas que si te presentas solo a la institución, porque si
lo haces de la segunda manera difícilmente te hacen caso. Poco a poco más y más
víctimas llegaron a reunirse con nosotros. Nos contactaban por medio de Facebook,
o alguna víctima les comentaba de nosotros y nos pedían ayuda en sus procesos,
acompañamiento, orientación, búsqueda, etc., por lo cual fundamos el Colectivo
Familiares en Búsqueda María Herrera, que lleva el nombre de la señora que tiene
a cuatro hijos desaparecidos. Entonces empezamos a reunirnos para formular
estrategias de búsqueda, exigencia, y hacer cumplir nuestros derechos frente a las
autoridades. Posteriormente nos fuimos complementando con asociaciones de
la sociedad civil especializadas en defender los derechos humanos. Una de ellas
fue ReverdeSer, una asociación que lucha en contra de la guerra de combate a las
drogas, que fue declarada en el sexenio de Felipe Calderón; esta pretende ser una
guerra contra el narco, pero ha robado miles de vidas inocentes. Justo con ellos y
otras organizaciones empezamos a unir fuerzas. Sin embargo, nos empezamos a dar
cuenta de que comenzaron a llegar familiares de víctimas de diferentes estados, por
lo que decidimos formar Enlaces Nacionales, que como su nombre lo dice, enlaza a
víctimas de diferentes estados de la República Mexicana. Entonces nos empezamos
a coordinar, nos empezamos a dar cuenta de que no solo eran el estado de Veracruz
o el de Guerrero los que estaban pasando por una situación complicada; también
era Tamaulipas, Sinaloa, Tabasco, Coahuila, Jalisco, etcétera.
Aun así, sentíamos que hacía falta hacer algo más; cada día que pasaba era más
desesperante, era un día más sin poder saber en dónde estaba nuestro familiar.
177
1
Carta a Michel Forst, Relator Especial de la ONU, Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Des-
aparecidas, 4 de enero de 2017 [https://brigadanacionaldebusquedamx.wordpress.com/2017/01/18/
carta-a-michel-forst-relator-especial-de-las-naciones-unidas-sobre-la-situacion-de-las-y-los-
defensores-de-derechos-humanos/].
178
2
La Secretaría de Seguridad Pública define la Plataforma México como “un concepto tecnológico
avanzado de telecomunicaciones y sistemas de información, que integra todas las bases de datos
relativas a la seguridad pública, con la finalidad de que se cuente con todos los elementos de infor-
mación, para que las instancias policiales y de procuración de justicia de todo el país, lleven a cabo
las actividades de prevención y combate al delito, mediante metodologías y sistemas homologados”.
Secretaría de Seguridad Pública. 2008. Plataforma México. Sistema de interconexión para la generación
de inteligencia operativa [disponible en https://www.oas.org/dsp/Presentaciones/secret%20seg%20
pub-mexico.pdf (última consulta: 19 de septiembre de 2017)].
3
Redacción, “Integrantes de la Caravana de Búsqueda de Personas Desaparecidas denuncian hos-
tigamiento en Coahuila”. Revista Proceso, 18 de mayo de 2017 [www.proceso.com.mx/487066/
integrantes-la-caravana-busqueda-personas-desaparecidas-denuncian-hostigamiento-en-coahuila].
179
base en datos presentados por el Servicio Médico Forense (Semefo). Tanto en los
centros de regulación sanitaria como en las cárceles varias madres tuvieron varios
posibles positivos4 porque algunos internos dijeron saber dónde estaban algunos
desaparecidos, información que actualmente se está verificando.
4
Posible positivo: cuando cabe la posibilidad de que coincidan datos de una persona con alguna
víctima desaparecida.
180
ESFUERZOS INTERNACIONALES
5
Caravana Paz, Vida, Justicia [http://pazvidajusticia.org/que-es-la-caravana-2016-2/].
6
“How can the international drug control system provide a better tomorrow for the world’s youth?”
[www.unodc.org/documents/ungass2016//Flyers/How_can_the_international_drug_control_trans-
form_drug_policy_foundation.pdf].
7
VI Conferencia Latinoamericana y I Caribeña sobre Políticas de Drogas, conferenciadrogas.com/2016/
181
182
veces para exigirles los principales protocolos para la búsqueda de una persona,
pero también visitamos las universidades, secundarias y preparatorias para contar
nuestro testimonio y tratar, de alguna manera, de hacer conciencia, compartirles
a los jóvenes que deben cuidarse entre ellos mismos, estar más atentos cuando van
caminando en la calle, cuidar sus amistades, no compartir tanta información en
sus redes sociales, avisarles a sus padres en donde estarán, buscamos también pre-
venir el delito. Día con día tratamos de aprender más, vamos a cursos nacionales e
internacionales. Yo decidí empezar una nueva carrera porque no me puedo quedar
cruzada de brazos al ver cómo está el país y no hacer nada. Necesito prepararme
cada día más y tener las herramientas necesarias para luchar en esta guerra.
En nuestro caso, en particular, existen tres detenidos. Una de estas personas
es el amigo con el que vieron pasar a mi hermano rumbo al Oxxo. Este supuesto
amigo fue el que entregó a mi hermano con los otros tipos que lo subieron a una
camioneta. Él está sentenciado a 36 años de prisión por el crimen de secuestro. Las
otras dos personas detenidas son madre e hijo, participaron también en el secuestro;
aún están en proceso, pero falta que detengan a muchos más. Pero lo más grave de
todo esto es que hasta el momento ninguna autoridad está llevando el proceso de
asesinato de Alan y Miguel.
Las víctimas hemos buscado una y mil maneras de combatir toda esta injusticia
que se vive en el país, pero ya no encontramos la manera de hacerlo. Hemos hecho
búsquedas en vida y muerte, lo cual también ha servido para presionar al gobierno
para que se ponga a hacer su trabajo. Porque nosotros nos tenemos que convertir
en investigadores, abogados, antropólogos, peritos, políticos, etc. Y seguiremos
luchando para poco a poco poder cambiar un poco las cosas en nuestro país; para
poder volver a salir a la calle sin miedo a que alguien te secuestre; que nuestros
niños puedan jugar tranquilamente sin temor a ser desaparecidos; que podamos
caminar y no estar con la preocupación de encontrarnos de repente en medio de
una balacera; o poder salir a escalar a algún cerro sin temor a encontrar cosas que
no debes ver, como un plantío de mariguana, y por esta razón te maten.
El gobierno sólo ha tratado de incriminar a los desaparecidos. Por eso nosotros,
además de luchar para que nos tomen la denuncia, también tenemos que defender
y argumentar que nuestro familiar no era ningún delincuente. Porque es lo primero
que dice el gobierno: “lo levantaron porque andaba metido con la maña8 o porque
consumía drogas”. Para ellos todos son personas malas, pero muchos de todos los
miles de desaparecidos víctimas de esta supuesta guerra contra el narco son estu-
8
Grupos delictivos o crimen organizado.
183
184
Para hablar sobre la desaparición forzada en México y los retos a los que se en-
frentan las familias víctimas de esta grave violación a los derechos humanos, y sus
organizaciones, debemos conocer el contexto económico, político y de seguridad
que marca al país, sobre todo a partir de 2006 con la llamada “guerra contra el
narcotráfico”, impulsada por Felipe Calderón y que, hasta nuestros días, determina
en gran medida la política de Enrique Peña Nieto.
Como Comité Cerezo México, organización de derechos humanos, hemos ca-
racterizado lo que está pasando en el país como un proceso que revive o reinventa
el terrorismo de Estado, y este proceso tiene una relación directa con un modelo
neoliberal que se está profundizando no solamente en México. Un proceso de
profundización del despojo y de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo.
A continuación mencionaremos diez características del contexto económico,
político y de seguridad del México contemporáneo:
De manera alarmante, desde 2006 hasta la fecha, México padece una espiral de
violencia institucional y social que parece no tener fin. El arribo a la presidencia de
la República del panista Felipe Calderón Hinojosa (FCH), mediante unas elecciones
altamente cuestionadas como fraudulentas por diversos sectores de la sociedad, mar-
* Comité Cerezo, A. C.
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2. El narcotráfico como economía criminal y uno de los pilares del modelo neo-
liberal
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La economía criminal, como toda rama económica, no está exenta de las leyes
propias del capitalismo monopolista. Los carteles del narcotráfico son monopolios, y
la pelea descarnada entre ellos tiene que ver no sólo con el control de la producción
y exportación de mercancías, sino también de capitales.
Los Estados, en la lucha tenaz por mantener sus respectivas hegemonías,
necesitan controlar esta mercancía que les reditúa gran capital; tener también el
control territorial desde donde se produce y de las redes de distribución que per-
mitan generar un consumo masivo. El narcotráfico es, así, uno de los pilares de la
economía moderna mundial, y uno de los pretextos ad hoc para justificar una serie
de políticas gubernamentales no encaminadas a la erradicación de las drogas, sino
guiadas para garantizar el control de la población, que permita al mismo tiempo
intensificar la explotación de la mano de obra.
En México, tras diez años de “guerra contra las drogas”, la estadística nos dice
que no ha disminuido la producción, el tráfico y el consumo de las drogas; por
el contrario, se han creado las condiciones materiales de violencia para su incre-
mento. En este sentido, al menos, los objetivos públicos de esta “guerra contra el
narcotráfico” han sido un fracaso. La pregunta es, ¿por qué si en 10 años ha sido
demostrado estadísticamente el fracaso de los objetivos públicos de esta “guerra
contra el narcotráfico”, el Estado mexicano continúa profundizando esta política
de muerte?
Y si a este dato le sumamos que la mayoría de las víctimas de desaparición
forzada no tenían relación con el narcotráfico, podemos afirmar que el objetivo
de la política de “guerra contra el narcotráfico” no sólo no es erradicar o frenar la
producción, circulación y consumo de las drogas, puesto que se ha incrementado;
ni tampoco es su objetivo acabar o eliminar a los narcotraficantes, puesto que la
mayoría de víctimas son personas ajenas a esta actividad ilícita. Por lo tanto, la
cantidad de víctimas, considerando sus características, responde más a una lógica
de control y desplazamiento social que al combate al narcotráfico.
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saltan a la vista: más de 160 mil ejecuciones al inicio de 2017 y una cifra oficial
aproximada de 30 mil desapariciones.
Un ejemplo de las consecuencias de esta “guerra contra el narcotráfico” es el valle
de Juárez, Chihuahua, con cerca de 250 mil desplazados forzados a raíz de que en
ese lugar se inició la construcción del puente fronterizo más grande de la historia.
La “guerra o lucha” contra el narcotráfico fue durante el sexenio de Calderón
el pretexto que le facilitó al Estado su estrategia de control social y su estrategia
represiva en contra del movimiento popular y la sociedad en su conjunto. Por un
lado, el narcotráfico es uno de los pilares de la economía mundial neoliberal, pues
no sólo genera capital sino que también es fuente de financiamiento para las gue-
rras imperialistas y para los grupos paramilitares; por otro, también es el pretexto
de los Estados capitalistas para incrementar la industria militar, e incluso para
generar guerras en las cuales se busca el control, ya no sólo del narcotráfico, sino
de los recursos geoestratégicos necesarios para mantener la hegemonía económica
sobre otros Estados.
Por ello, no se sostiene la tesis de que el narcotráfico es un fenómeno ajeno a
los Estados neoliberales ni aquella que afirma que el narcotráfico ha corrompido
o está penetrando al Estado y adueñándose de él. El narcotráfico es en este mo-
mento parte de la política estatal y, como vimos más arriba, parte de la economía
mundial. Los narcotraficantes son empresarios, ilegales, sí, pero a fin de cuentas
empresarios, y el Estado es, entre otras cosas, el instrumento de los empresarios
legales e ilegales. Sin embargo, en el discurso, es el enemigo a vencer e incluso es la
fuente de todos los males del país.
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una nueva casta privilegiada y fiel al sistema: los militares. Mientras al trabajador
común se le aumentó en los últimos años 4.85% a su salario, a los soldados y mari-
nos se les aumentó 40%. Ser un miembro activo de las fuerzas armadas se convierte
en la única opción legal de mejorar las condiciones de vida para amplios sectores
de la población, y si a eso sumamos la impunidad que los ampara, el resultado es
catastrófico para la población civil.
La militarización como un elemento garante del modelo neoliberal y subordi-
nado a las exigencias de seguridad y de la crisis económica de EUA coloca a México
cada vez más en un papel de subordinación, cuyo objetivo es actuar como la policía
de los intereses estadounidense. Los militares, como nuevo actor político que ve
incrementado su poderío y como casta privilegiada, se convierten en uno de los ma-
yores obstáculos para frenar la dinámica de guerra y sometimiento de la población.
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Conocer los fines del paramilitarismo nos puede ayudar a comprender el por-
qué de la violencia y crueldad extrema en la que nos han sumergido y el grado de
impunidad que se tiene contra los responsables de esta situación.
Muchas de las desapariciones forzadas siguen el patrón de paramilitarismo an-
tes mencionado, por ello la complejidad que muestran las desapariciones forzadas
cuando las comete el Estado a través de particulares, del crimen organizado o de
alguna forma de paramilitarismo.
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En México, como en todo país que padece graves problemas económicos, la pola-
rización social no es un fenómeno nuevo. Existe una división de la sociedad que
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Cifras del Gobierno Federal que encabeza Enrique Peña Nieto indican que durante
el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, se registraron 26 121 desapariciones, entre
las cuales, según datos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)
2 433 serían desapariciones forzadas. Cifra que posteriormente el mismo Gobierno
Federal redujo a 13 195 personas desaparecidas sin hacer público el tipo de meto-
dología que usaron para reducir la cifra de personas desaparecidas.
Por su parte, el secretariado ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pú-
blica (SNSP) informó que de 2007 a octubre de 2014 tiene oficialmente registrados
23 272 casos de desaparición. Y que de esta cifra de desaparecidos 9 384 casos
corresponden de diciembre de 2012 a octubre de 2014, es decir, a los primeros 22
meses del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Lo anterior nos indica que el mismo gobierno federal en su registro de cifras
reconoce un incremento de desapariciones a partir del año 2007 y que, a su vez,
este registro no indica cuántas de esas desapariciones son desapariciones forzadas.
La desaparición forzada resurge con Felipe Calderón Hinojosa como mecanismo
de represión contra la disidencia política, armada y no armada; sin embargo, la
política de desaparición forzada no se limita a eliminar o controlar la disidencia,
sino que se amplía a otros sectores de la sociedad bajo el pretexto o la justificación
de la guerra contra el narcotráfico y con un objetivo mucho más amplio: el control
social mediante el terror.
Las cifras más conservadoras que diversas organizaciones de derechos humanos
han dado a conocer se acercan a las 30 mil desapariciones forzadas en el sexenio de
Calderón. Las organizaciones populares señalan cifras que van desde las cien mil
hasta las 300 mil desapariciones forzadas.
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La lucha contra las desapariciones forzadas es una historia heroica, llena de vicisi-
tudes, de aprender en el camino, de tomar conciencia de la gravedad del crimen, de
la perversidad de los perpetradores, de la mezquindad de algunas organizaciones,
de la indiferencia inicial de la sociedad y de la academia, de lucrar con el dolor, de
la dignidad que aflora.
La lucha contra la desaparición forzada en México y en Latinoamérica no ha
terminado de escribirse, puesto que las víctimas de desaparición forzada son siem-
pre del presente. Mientras existan regímenes que tengan como política de Estado
la desaparición forzada de su pueblo, mientras no se sepa el paradero real de los
detenidos desaparecidos, mientras no haya juicio y castigo a los responsables ma-
teriales e intelectuales, mientras la memoria del horror y de la lucha no se socialice,
la desaparición forzada seguirá existiendo y lastimando a los pueblos.
Ahora bien, ¿de quién o quiénes son las víctimas de desaparición forzada? Pa-
reciera una pregunta obvia, o incluso sin sentido, pero en la práctica la respuesta
a esta interrogante ha dividido a familias y organizaciones que luchan contra la
desaparición forzada.
Escribimos anteriormente que la mayoría de víctimas de desaparición forza-
da en México son pueblo trabajador y joven; que la desaparición forzada es una
política de Estado que tiene como objetivo el control social y la eliminación de la
disidencia política; por lo tanto, las víctimas de desaparición forzada al pertenecer
a ese pueblo son del mismo pueblo, del pueblo trabajador, del pueblo que lucha y
en un término mucho más amplio de la sociedad en su conjunto.
Pareciera obvia la respuesta, pero no es así. Cuando una familia se enfrenta a
la desaparición forzada de uno de sus miembros y este no tiene una participación
política, el primer impulso es no reconocerse ni siquiera como víctima de una
violación a los derechos humanos, como víctima de un delito cometido por el
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luchador social, por la mujer militante de una organización indígena o incluso por
aquellas personas que decidieron enfrentar con las armas el régimen imperante?
Desde los derechos humanos no se puede, pues ninguna persona, bajo ninguna
circunstancia, merece ser o se puede justificar que sea víctima de desaparición for-
zada, que sea detenida, desaparecida, ya sea por su militancia política, por su forma
de pensar o por su capacidad técnica o por ser migrante o mujer; por vivir en un
territorio el cual el Estado ha determinado ceder a las grandes empresas, por lo que
necesita desplazar a la gente, abaratar sus tierras, sembrar el terror y la discordia.
Incluso si la persona es un criminal, si ha roto las leyes o si es el mal encarnado,
no mereces, nadie merece, ser víctima de desaparición forzada, y con esto no se está
diciendo que no se deben sancionar o castigar las conductas delictivas, sino que
el Estado no puede aludir a la maldad o perversidad de tal o cual persona, grupo
u organización para justificar un crimen, puesto que al hacerlo, el mismo Estado
se convierte en criminal con una doble penalidad puesto que él mismo está para
garantizar seguridad, para hacer valer el tan repetido Estado de derecho, donde las
leyes y normas rijan la conducta de los individuos y pueblos y no la arbitrariedad
del poderoso.
Por lo tanto, la lucha contra las desapariciones forzadas debe ser una lucha
de todo el pueblo, y en este sentido los movimientos y organizaciones que luchan
por mejorar las condiciones de vida son los primeros que están obligados ética y
políticamente a luchar contra esta política de Terrorismo de Estado.
Las organizaciones o colectivos que sufren la desaparición forzada de uno o
varios de sus integrantes sufren estigmatización en varios sentidos: por un lado,
el Estado los señala como delincuentes o terroristas, y veladamente justifica la
desaparición forzada; por otro, muchas organizaciones sociales también se alejan
de las organizaciones que han sido víctimas de esa grave violación a los derechos
humanos y las señalan como radicales, guerrilleros o simplemente como organiza-
ciones incómodas. No juntarse ni solidarizarse pareciera para estas organizaciones
ser una garantía de no ser víctimas también de una política represiva del Estado. Y,
por último, padecen el señalamiento de la sociedad, de la gente que, gracias a los
grandes medios de comunicación, repite el discurso de que si algo malo te pasa es
porque algo malo hiciste o porque en algo malo estabas metido.
Las organizaciones o movimientos que luchan por un mundo mejor, por me-
jorar las condiciones de vida, por la defensa del territorio, por los derechos de las
mujeres o laborales deberían en teoría luchar también contra las desapariciones
forzada, en contra de la represión en general; sin embargo, pocas son las que abrazan
la lucha por la presentación con vida de los detenidos desaparecidos.
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La lucha contra las desapariciones forzadas no debe ser ajena a la lucha por
cambiar las condiciones económicas y políticas que permiten que el Estado desa-
parezca de manera forzada a miles de personas.
REFERENCIAS
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el 23 de agosto de 2017)].
—— (coord.). 2013. Manual ¿Qué hacer en caso de desaparición forzada? [disponible en
https://www.comitecerezo.org/spip.php?article1565 (consultado el 23 de agosto de
2017)].
——. 2016. Defender los derechos humanos en México: La normalización de la represión
política (junio de 2015 a mayo de 2016) [disponible en https://www.comitecerezo.org/
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Rodríguez Rejas, María José. 2010. “El proceso de militarización en México: un caso ejem-
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en cuestión. México: Edimpo.
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