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La ciencia de la felicidad en el trabajo

Herramientas para el florecimiento humano y la sostenibilidad de los negocios1

Clase 2
El modelo de felicidad de Bután

1. ¿Dónde radica la infelicidad humana, organizacional y planetaria?

En este libro queremos discutir sobre las posibles explicaciones al origen de nuestros
alarmantes problemas de pobreza, de desigualdad, medio-ambientales, de salud mental, y,
de infelicidad en el trabajo. Pero, por sobre todo, queremos proponer una solución.

Los actuales dilemas de la humanidad se encuentran enraizados en nuestro modelo de


desarrollo. Nuestro actual modelo ha colocado al crecimiento económico y a la búsqueda de
lo material como el principal objetivo de los países y de las personas. De hecho, el
crecimiento del producto interno bruto (PIB) es utilizado por los países como la principal
medida de progreso social. ¿Por qué? La ciencia económica plantea que el PIB y el ingreso
son proxys adecuadas del bienestar. Sin embargo, dichos argumentos han sido
extensivamente cuestionados en el último tiempo. Asumir que el aumento del PIB lleva a
aumentos sostenibles del bienestar sería erróneo (Easterlin y cols. 2010; Stiglitz, Sen, y
Fitousi, 2010). Por ejemplo, Jeffrey Sachs (2012) explica que, a pesar de que el PIB actual
per cápita en Estados Unidos es más de 3 veces mayor que en los ’60, la satisfacción con la
vida promedio de los norteamericanos ha permanecido casi constante durante los últimos
50 años.

Uno de los temas más revolucionarios y desafiantes ha sido el propuesto por Richard
Easterlin y su famosa paradoja. Esta ha demostrado, con datos sólidos, lo equivocado del
pensamiento económico tradicional. En un artículo publicado en Proceedings of the
National Academy of Sciences, Easterlin y cols. (2010) dan cuenta de la relación entre el
dinero y la felicidad. La evidencia muestra que en el largo plazo – normalmente un período
de 10 años o más – la felicidad no aumenta en la medida que aumenta el ingreso promedio
de un país. Esta evidencia, que en un principio era limitada a países desarrollados, se ha
replicado también en numerosos países en vías de desarrollo, y en países del bloque del
Este Europeo que se han movido del socialismo al capitalismo. Los autores han encontrado
que, consistentemente, la relación positiva entre la felicidad y el ingreso solo se da en el
corto plazo.

Las imágenes siguientes, extraídas de Easterlin y cols. (2010, p. 22464), muestran la


relación de largo plazo entre ingreso y felicidad.

1 Este material es parte de la versión preliminar del libro del profesor Wenceslao Unanue titulado “La ciencia de la felicidad en el
trabajo: Herramientas para el florecimiento humano y la sostenibilidad de los negocios”. Su reproducción solo puede realizarse con la
autorización del autor.
Myers (2000) también ha presentado evidencia muy sólida, basada en Estados Unidos.

Evidencia similar también puede encontrarse en los artículos de Diener y Oishi (2000) y de
Oswald (1997).
De acuerdo a diversos autores (Diener y cols., 2009; Stiglitz y cols., 2010; Unanue y cols.,
2017), El PIB posee, además, severas limitaciones metodológicas como medida de bienestar.
Primero sus cifras, esconden la desigualdad y la tiranía de los mismos promedios. Segundo,
estos datos no reflejan factores externos (medio-ambiente natural, salud, etc.). Tercero, las
cifras solo contabilizan actividades y precios de mercado. Por lo tanto, dejan fuera
actividades que pueden afectar positivamente a la sociedad (hobbies, trabajo voluntario, el
amor, el capital social, los vínculos, etc.). Cuarto, estos no reflejan el incremento en diversos
problemas sociales que pueden afectar negativamente a nuestro bienestar (la economía ilegal,
el mercado negro, la delincuencia, etc.). Esto concuerda completamente con lo que el mismo
creador del PIB declaró décadas atrás. El PIB no fue creado para medir prosperidad, pues la
riqueza de una nación difícilmente podría ser inferida de su ingreso (Adler y Seligman, 2016;
Kuznets, 1934).

En un reciente artículo publicado en la prestigiosa revista Papeles del Psicólogo, Unanue,


Martínez, López, y Zamora (2017) argumentan que el foco excesivo puesto en el PIB y en
lo material serían, en gran parte, responsables de la crisis social, económica y
medioambiental que estamos viviendo (Sachs, 2012; SNDP, 2013). La búsqueda de un
crecimiento ilimitado ha sido, en gran medida, responsable del agotamiento de recursos y
de la crisis medio-ambiental que estamos viviendo. De hecho, el incremento de la
producción está destruyendo nuestro medioambiente natural, afectando la sustentabilidad
futura (International Energy Agency, 2012; Unanue y cols., 2017). Pero, además, la presión
por el éxito financiero ha puesto una presión excesiva a la salud mental de los trabajadores.
Por lo tanto, nuestro actual modelo de desarrollo no solo sería sinónimo de progreso
económico, sino que también sería causante de diversas aflicciones de la humanidad
(Sachs, 2012; Unanue y cols., 2017).

Robert Kennedy, en 1968, argumentaba ya en favor de lo anterior cuando decía que …”El
PIB lo mide todo, excepto lo que hace que valga la pena vivir”.

En resumen, nuestro modelo actual de desarrollo, basado fundamentalmente en lo material,


ha alcanzado sus límites y nos ha llevado a una crisis ecológica, social y económica
insostenible (SNDP, 2013). Por lo tanto, el desafío, y la solución a nuestros problemas pasaría
por re-pensar y re-definir lo que es importante en nuestras vidas. ¡Para las Naciones Unidas,
y para nosotros, se llama felicidad!

2. La felicidad como parte de la solución

Los cuestionamientos a nuestro actual modelo de desarrollo han llevado a un creciente


acuerdo internacional respecto de la urgente necesidad de contar con nuevos indicadores de
progreso y bienestar que vayan más allá del PIB y de lo material. En esta línea, Unanue y
cols. (2017) plantean que diversas organizaciones internacionales han propuesto utilizar
indicadores de felicidad para complementar la información que entrega el PIB (Diener,
Lucas, Schimmack, y Helliwell, 2009; Helliwell, Layard, y Sachs, 2012; Layard, 2011;
OECD 2011; Stiglitz y cols., 2010; ONU, 2011).

Solo a modo de ejemplo, los premios nobeles en economía, Robert Stiglitz y Amartya Sen,
junto a Jean-Paul Fitoussi, han publicado un libro titulado “Mismeasuring our lives”
(“Midiendo erróneamente nuestras vidas”). En el libro, se hace un llamado concreto a
incorporar medidas de felicidad cuando midamos el progreso y bienestar de las naciones.
La necesidad de cambiar nuestro modelo de desarrollo ha sido avalada por la ciencia. Por
ejemplo, una investigación reciente ha demostrado que el desarrollo sustentable esta
íntimamente ligado a la felicidad (Layard, 2011; Layard, Clark, y Senik, 2012; Unanue y
cols., 2017). De hecho, se ha encontrado que la felicidad está significativamente asociada
con mejor salud mental y física, relaciones interpersonales más duraderas y significativas,
mayor cooperación, menos prejuicios, mayores niveles de comportamiento pro-social y de
preocupación por otros/as, y mayor protección del medio-ambiente (Diener y Tay, 2017;
Brown y Kasser, 2005). Por lo tanto, la felicidad puede ser parte de la solución a la crisis
económica, social y medio-ambiental que estamos viviendo.

Argumentos y evidencia como la anterior, ha sido la que ha llevado a las Naciones Unidas a
plantear que la felicidad debe estar en el centro de las políticas públicas (ONU, 2011). Por
esto, la felicidad debiese ser un objetivo central de las personas, las organizaciones y los
países. Ayudaría no sólo a combatir los grandes desafíos que mencionamos anteriormente,
sino que ayudaría además a construir un mundo mejor.

3. El Modelo de Felicidad de Bután

Colocar a la felicidad en el centro de las políticas públicas y en el corazón de las personas y


las organizaciones, no es nuevo para un pequeño país enclavado en los Himalaya. Es el
caso de Bután, una nación de menos de un millón de habitantes que limita con China, India
y Nepal. De hecho, ya en el año 1972, el cuarto rey de Bután, Jigme Singye Wangchuck,
declaraba al mundo que, para ellos, la felicidad era más importante que el crecimiento
económico. De esta declaración surgió el concepto de Felicidad Interna Bruta.

El cuestionamiento de Bután fue fundamental para lo que hoy estamos viendo.


Básicamente, apuntaba a que el PIB y la búsqueda de lo material por sí solo, no sería capaz
de llevar bienestar y felicidad a la humanidad. El rey creía firmemente que la felicidad
debía ser incorporada como un indicador de desarrollo para el pueblo butanés.

Además, y tal como lo plantea el GNH Centre (2018), la Constitución de Bután en 1969
había declarado que “si un gobierno no es capaz de crear felicidad para su pueblo, no tiene
razón de existir”. En ese sentido, su código legal insistía en que las leyes de su pueblo,
como nación budista, debían promover la felicidad y la compasión. Por lo tanto, el foco
debía no solo ser el progreso económico, sino que el florecimiento de toda vida sobre la
tierra, la cual debía estar en armonía con la naturaleza.

La propuesta de Bután fue, desde entonces, medir el progreso en una forma holística. Para
este pueblo, el progreso ocurre cuando el progreso material y espiritual van de la mano.
Esto ha hecho de Bután un ejemplo en el mundo para promover un cambio de paradigma de
desarrollo.

Por décadas, Bután ha continuado promoviendo esta filosofía. En el año 2008, su constitución
mencionaba en el artículo 9, que la nación debía asegurar la inclusión y continuidad de los
principios de GNH (felicidad Interna Bruta, por su sigla en inglés). Para ello, el Estado debía
“luchar por promover las condiciones que permitieran alcanzar la felicidad”. Ese punto es
clave. El estado no puede obligar a alguien a ser feliz. El estado debe proveer las condiciones
para que las personas lo sean.
A la largo de los años, Bután ha capturado la atención del mundo, y en especial de las
Naciones Unidas. Su modelo se ha ido desarrollando científicamente, con la ayuda de la
Universidad de Oxford y Sabina Alkire. La incorporación de la ciencia ha llevado a poder
generar un modelo multi-dimensional de felicidad que busca “lograr un balance armonioso
entre el bienestar material y las necesidades espirituales, emocionales y culturales de la
sociedad”.

El modelo de felicidad de Bután está compuesto de 9 dimensiones centrales, que son las
siguientes:

1. Estándar material de vida.


2. Educación.
3. Salud.
4. Resiliencia y diversidad ecológica.
5. Vitalidad de la comunidad.
6. Uso del tiempo.
7. Bienestar psicológico.
8. Buen gobierno.
9. Diversidad cultural.

Las 9 dimensiones del modelo de Bután orientan sus políticas públicas. Hoy existe un
ministerio de la felicidad, o ministerio GNH. En Bután, toda política debe ir en coherencia
con estas 9 dimensiones.

La siguiente figura representa el modelo GNH de Bután (GNH Centre 2018; Ura, Alkire,
Zangmo, & Wangdi, 2012).

El maravilloso modelo de desarrollo de Bután integra elementos materiales con elementos


medio-ambientales, elementos emocionales y elementos espirituales. En el mundo actual, la
falta de un modelo holístico como este es lo que está poniendo en jaque el futuro de nuestro
planeta y la calidad de vida de nosotros como seres humanos. Sin embargo, la buena noticia
es que la posibilidad de cambio existe. Debemos movernos a colocar la felicidad, de una
manera integral, en el centro de nuestras vidas y de las sociedades. Esto es lo que propone
la ONU (ONU, 2011).

4. La propuesta de este libro: La felicidad como paradigma que oriente el trabajo y


el mundo de las organizaciones

Bután ha inspirado al mundo. De hecho, la declaración del 201, en la que la ONU llama a
los estados miembros a colocar la felicidad en el centro de las políticas públicas, está
inspirada en Bután. Este país ha logrado, con esto, que al menos pensemos en la posibilidad
de entender la vida de una forma distinta. Bután nos ha hecho reflexionar sobre la
importancia de buscar la felicidad, compatibilizándola con nuestra responsabilidad medio-
ambiental, con nuestros valores y nuestra cultura, con nuestras emociones y nuestra
espiritualidad. La propuesta de Bután pretende mejorar la calidad de vida de toda persona
sobre la tierra. Por eso, la propuesta de Bután pretende también ser un aporte a la felicidad
de los seres humanos en el trabajo, y con ello, a la sustentabilidad de las compañías y de los
negocios.

Inspirados en la propuesta de Bután y las Naciones Unidas, y en evidencia científica del


más alto nivel, este libro pretende generar un cambio positivo en trabajadores, equipos, y
organizaciones. Lo que busca es entregar evidencia científica, junto a herramientas
concretas, para que personas, equipos y organizaciones puedan florecer en el trabajo. Con
esto, además, ayudar a la sostenibilidad y productividad de las organizaciones.

Colocar el foco de nuestras vidas en la felicidad es un desafío urgente y gratificante. Un


desafío global que involucra no solo a las personas, sino que también, muy fuertemente a
los gobiernos, a las empresas, y a la sociedad entera.

Los invitamos, por tanto, a descubrir un camino de florecimiento para personas y


organizaciones en las próximas líneas. Esperamos que, con esto, se sumen al cambio.

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