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La carrera moral del paciente mental Franklin Rafael Sierra Ortiz

Goffman, Erving. 1972 13/09/21

Durante éste capítulo vemos como el autor, haciendo uso de su rol de visitante e investigador,
describe con detalle, y de manera cronológica, la mutación en la moral del paciente y la
percepción de sí mismo, propiciado por el sistema de los hospitales mentales como institución
total.

Inicialmente Goffman plantea la carrera como una trayectoria en la cual destaca aspectos
subjetivos que van a definir la Identidad de los sujetos, la cual puede ser modificada a nivel de la
autoconcepción y del sistema moral. Se expone que dicha identidad es fundamental para
establecer el carácter sociológico de la enfermedad mental, profundizando en la relación del
paciente con su entorno (cómo es visto por sí mismo y por la sociedad), y cómo esta visión puede
desencadenar un ciclo típico de respuestas estereotipadas por las cuales se forman
psicodinámicamente en sociedad, subgrupos desviados. De esta manera, describe a la locura o
comportamiento enfermizo como productos derivados de la distancia social desde la cual se juzga
la situación de éstos individuos. A partir de éste señalamiento, se proponen tres etapas por las que
cursa el enfermo mental, a saber: Prepaciente, paciente y expaciente.

La etapa del prepaciente inicia cuando el enfermo toma la decisión de consultar al notar
inconformidad con sus síntomas o al ser notificado de los mismos por parte de terceros, siendo
motivado en ocasiones por problemas legales y familiares. Posteriormente se generan una serie de
roles que acompañaran indirecta o directamente al sujeto en su proceso de internación (Persona
más allegada, denunciantes, mediadores), quienes generan una motivación externa y
acompañamiento durante el enfrentamiento al nuevo mundo que supone ser de interno, con un
choque cultural y social tal que, usualmente, despierta en el paciente la sensación de haber sido
traicionado.

Cuando el paciente ha sido internado afronta la sensación de exclusión de la sociedad debido a las
normas y rutinas del lugar que ulteriormente darán pie a la interacción social a la que se ve
obligado a ejercer el interno, propiciando el asentamiento en su nuevo ambiente, el cual viene
cargado de experiencias mortificantes (restricción de libertad de movimiento, de la vida en común,
la autoridad jerárquica), y que viene determinado por un sistema de recompensas y castigos,
utilizando principalmente una estratificación de las salas que habitan, enseñando así al paciente
que el “yo” puede ser destruido y reconstruido según lo demande la situación.

Sobre la base del texto, se puede concluir que los límites que se le imponen al libre desarrollo de la
personalidad de un individuo pueden modificar incluso la visión de sí mismo y su actuar, haciendo
que el poder que ejercen las instituciones totales sobre las personas tenga como fin la alienación y
la deconstrucción del sujeto. Personalmente considero que se debe tomar como base el análisis
planteado por Goffman sobre el poder de éstas instituciones para revisar constantemente los
aspectos susceptibles de modificación y de humanización en el trato, manteniendo así el fin último
de esas instituciones provocando la menor mortificación posible.

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