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PRIMERA CRÍTICA

Desatiende* lo que probablemente sea el principal problema de


los matrimonios y parejas jóvenes con hijos y con pocos
recursos (económicos y culturales): la ruptura y la disolución
de la convivencia. Nada dice de ellos. Esping-Andersen les
dedica atención —cierto es—, pero calla al respecto.

(*) ¿Cuál es el sujeto de esta oración y de las que la seguirán? Es el


EIS en su atención a la primera infancia, y lo es principal, aunque no
exclusivamente (algún comentario puede ser más general) y en las
versiones que hemos conocido: Giddens, Esping-Andersen
y Saint-Martin.

Intervención post hoc (= después de eso) y no ante hoc (antes de


eso); cura y no prevención.

Asunción un tanto jubilosa: «no pasa nada, nada pasa». La ruptura y


la disolución de la convivencia, la monoparentalidad sobrevenida
(también la elegida desde un principio), es vista, sin más, como el
fruto de la modernidad avanzada, bien el resultado de una elección
personal, bien el subproducto inevitable de la modernidad avanzada
y el deseo de libertad de los individuos (sobre todo, de las mujeres).
Se minimizan los daños (tanto para los adultos como para los
menores); la capacidad de recomposición y superación de las
personas se ve con un ánimo muy positivo. El espíritu que inspira
toda esta evolución social y cultural es el de la comedia triunfante (al
final, el bien triunfa sobre el mal; todo son ganancias), cuando lo
mejor, tal vez, sería un espíritu trágico (≠ dramático, pesimista), es
decir, el espíritu de quien sabe que en todo esto hay elementos
positivos y negativos y que es capaz de reconocer que incluso el
mayor de los bienes viene siempre acompañado de la pérdida de
otro bien diferente que no hay que desdeñar o menospreciar, que
merece nuestra atención y respeto.

Hay un claro olvido del daño que estos procesos infligen a las
poblaciones con menos recursos. Las rupturas pueden ser igual de
violentas y perturbadoras, pero las consecuencias suelen ser más
perjudiciales en ellas. Cuando las pautas de la clase media «bien»
se trasladan a los hogares más desfavorecidos, la conmoción es
mayor.

Estos matrimonios y parejas:

1. Necesitan ayuda. Esa ayuda puede ser profesional o no, formal o


informal, pública o privada. Puede ser paternalista o no, comprensiva
o no, adaptada a las necesidades particulares de quienes la
necesitan o estándar y rígida. Hay, pues, muchos actores que
pueden ayudar y muchas maneras de hacerlo. De momento,
sabemos gracias a La teoría sueca del amor lo que sabemos (que
recordaré más adelante, en un contexto más amplio).

2. Para comprender bien esa necesidad de ayuda, hay que


desprenderse de ciertos clichés ideológicos. Convendría que
fuéramos más realistas y pragmáticos. Un conocimiento directo de
los problemas reales de la gente corriente sería más que
aconsejable. ¿Qué dicen esas personas, cómo ven su situación, qué
anhelan, qué «arreglos» creen ellas que les ayudarían?

Tema 5. Evaluación del Estado de inversión social

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