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DATO CURIOSO
El primer invento en hormigón armado
¿Sabías que el primer invento en hormigón armado fue un barco?
La invención del hormigón armado se suele atribuir al constructor William Wilkinson,
quien solicitó en 1854 la patente de un sistema que incluía armaduras de hierro para
«la mejora de la construcción de viviendas, almacenes y otros edificios resistentes al
fuego». Sin embargo, pocos meses después se patentó el primer invento realizado
exclusivamente de hormigón armado. Y este invento puede que te desconcierte un
poco.
Fue el francés Joseph-Louis Lambot quien después de realizar varias pruebas con
mortero y barras de acero y malla de gallinero para construir pequeños depósitos de
agua y bebederos, construye y patenta el primer invento realizado en hormigón
armado, el cual presentó en la Exposición Universal de París de 1855. Se trató de un
pequeño bote de hormigón armado.

Tras la presentación de Lambot, las barcazas de hormigón armado navegaron


regularmente por los canales de Europa, y al acercarse el fin de siglo, un ingeniero
italiano consiguió construir el primer buque con este material.
Aunque parezca mentira, aunque el sentido común nos haga descartar el hormigón
armado para barcos, en verdad, el uso de este material en navíos se explotó con cierta
importancia a principios del siglo XX. Y fue debido fundamentalmente a que durante la
I y II Guerra Mundial hubo escasez de acero para la construcción de navíos, así como
el uso de un material más barato, como el hormigón armado, se volvió una práctica útil
para barcos de transporte y de guerra.
En la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, el presidente de los Estados Unidos,
Woodrow Wilson, ante la escasez de acero, aprobó la creación del programa
Emergency Fleet Corporation que preveía la construcción de 24 barcos de hormigón
para la guerra. Sin embargo, cuando la guerra terminó en noviembre de 1918, sólo 12
de estos barcos estaban en construcción y ninguno había sido terminado. Finalmente
fueron acabados, pero pronto se vendieron a compañías privadas.
Mas tarde, en la Segunda Guerra Mundial, el acero volvió a escasear y otras 24 naves
de hormigón, así como barcazas para el transporte de suministros, fueron construidas.
Esta vez, todos los buques se terminaron a tiempo y jugaron un papel importante
durante la guerra, sobre todo en los desembarcos del Día D en Normandía, donde
fueron utilizados para el transporte de combustible y municiones, y como pontones
flotantes.

Con el transcurso del tiempo la construcción de barcos de hormigón llegó a


industrilizarse hasta el punto de utilizar elementos prefabricados de hormigón que se
acoplaban finalmente en los astilleros.

Aún así, el uso de este material para


navíos tenía sus inconvenientes que
finalmente han hecho que actualmente no
se use en la construcción de buques: los
barcos de hormigón armado requerían de
un casco mucho más grueso que los
barcos construidos en acero, lo que
llevaba a una estructura
comparativamente de mayor peso. Y a
más peso, mayor cantidad de combustible
para moverse y si, por cualquier motivo el
casco se rompía, el hundimiento era muy rápido.
Los últimos ejemplares vivos de estos buques duraron hasta mediado del siglo XX y a
veces otorgándoles una jubilación de lo más curiosa. Por ejemplo, como espigón:
frente a las costas de Virginia (EEUU) se llegaron a hundir 12 navíos de hormigón para
confeccionar la protección de un pequeño puerto:
O mucho mas curioso el final preparado para el barco llamado Quarz, famoso por su
participación en la Operación Crossroads, las pruebas de bombas atómicas
americanas realizadas en 1946:

Un grupo de varios barcos, que incluían al Quarz, se colocó en el centro de la


explosión nuclear para medir el grado de daño causado.
Hoy, estos colosales caparazones de hormigón armado los podemos ver como
rompeolas improvisados o como reclamo turístico para buceadores.

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