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Resumen: Este artículo justifica la necesidad de re- Abstract: this article justifies the need to recover
cuperar la virtud aristotélica, ampliada por Leonar- the Aristotelian virtue, broadened by Leonardo Polo
do Polo que la concibe como un hábito perfectivo who conceives it as a perfective habit of the will.
de la voluntad. Cada persona dispone del perfeccio- Each person has the virtuous improvement to give
namiento virtuoso para darlo a otra persona y po- it to another person and he can love more if he is
drá amar más si es más virtuoso. La educación de la more virtuous. Education of the will resides in
voluntad radica en adquirir virtudes y quien dé esa acquiring virtues and who gives this acquired
perfección adquirida a otras personas será mejor. perfection to others personas will become a better
Las relaciones familiares son interpersonales por- person. Family relationship are interpersonal be-
que en la familia se aprende a aceptarse personal- cause in the family it is learnt to accept yourself
mente y a darse a los demás. Los problemas esco- personally and to give yourself to others. School
lares requieren una solución centrada en el problems require a solution focused in fostering in-
fomento de las relaciones interpersonales en la fa- terpersonal relationships inside of family.
milia.
Keywords: Interpersonal Relationship, Will, Virtue,
Palabras clave: Relaciones interpersonales, volun- Family.
tad, virtud, familia.
1. INTRODUCCIÓN
1
Cfr. L. POLO, “La coexistencia del hombre”, en El hombre: inmanencia y trascendencia. Actas de las
XXV Reuniones Filosóficas, Facultad de Filosofía, Servicio de Publicaciones de la Universidad de
Navarra, Pamplona, 1991, vol. I, 44.
jor modo de crecer, que redunda en la mejora personal porque permite dispo-
ner de más hábitos –más virtud– para donarla.
Por último, se incide en la necesidad de la educación de la voluntad, ta-
rea que compete especialmente a la familia porque todo ser humano nace
como hijo. En la escuela se enseñan valores, pero la educación de la voluntad
es tarea de los padres, aunque la educación escolar es complementaria de la fa-
miliar. Esto indica la conveniencia de definir bien la voluntad porque no es
pura espontaneidad, como defendieron los modernos, sino un hábito. Tam-
bién es pertinente incidir que la normalización afectiva es necesaria porque
quien no es estable afectivamente difícilmente adquirirá virtudes. Se concluye
que la mejora de las relaciones interpersonales, aprendidas en el seno familiar
es la mejor solución para los actuales problemas de la escuela.
2
Cfr. D. HUME, Investigación sobre los principios de la moral, Alianza Editorial, Madrid, 41-49.
3
Cfr. A. M. GONZÁLEZ, “Persona y naturaleza en la ética de Leonardo Polo”, en Anuario Filo-
sófico, 29 (1996), 674.
4
Cfr. L. POLO, Ética: hacia una versión moderna de los temas clásicos, 2ª ed., Aedos-Unión Editorial,
Madrid, 1995, 1997, 129.
5
Cfr. J. V. ORÓN, “Virtud como comportamiento ideal o como dinámica interior”, en Estudios Fi-
losóficos Polianos, 3 (2016), 26.
6
Cfr. I. ENKVIST, Educación: guía para perplejos, Encuentro, Madrid, 2014, 29.
7
Cfr. F. ALTAREJOS, “Finalidad y Libertad en educación”, en Anuario Filosófico, 29 (1996), 345.
8
Cfr. L. POLO, Obras completas XXIII. La esencia del hombre, Eunsa, Pamplona, 2015, 309.
9
“Crecimiento y perfeccionamiento son lo mismo; si no, el perfeccionamiento sería una idea de-
masiado platónica, una pura idea; un perfeccionamiento real es un crecimiento”. Ibidem, 311.
10
J. F. SELLÉS, “Profesor de personas. Las dificultades educativas radicales y una propuesta de
solución”, en Estudios sobre Educación, 15 (2008), 129.
11
Cfr. G. CASTILLO, “¿Vivir para morir o morir para vivir?”, en J. A. GARCÍA (Ed.), Escritos en
memoria de Leonardo Polo: Persona y acción, Cuadernos de Pensamiento Español, nº 55, 2014, 212.
12
Cfr. F. ALTAREJOS, “Finalidad y Libertad en educación”, en Anuario Filosófico, 29 (1996), 345.
13
Cfr. F. ALTAREJOS, A. RODRÍGUEZ, A. BERNAL, “La convivencia familiar: encuentro y
desarrollo de la identidad personal”, en A. BERNAL (Ed.), La familia como ámbito educativo, Ins-
tituto de Ciencias para la Familia, Pamplona, 2009, 63.
14
Cfr. L. POLO, Introducción a la filosofía, Eunsa, Pamplona, 1995, 203.
15
L. POLO, La esencia del hombre, op. cit., 316.
16
Cfr. L. POLO, “La cibernética como lógica de la vida”, en Studia Poliana, 4 (2002), 15.
17
Cfr. F. ALTAREJOS, C. NAVAL, Filosofía de la educación, Eunsa, Pamplona, 2000, 48-49.
18
Cfr. F. ALTAREJOS, A. RODRÍGUEZ, A. BERNAL, “La convivencia familiar”, op. cit., 78.
19
Cfr. L. POLO, Introducción a la filosofía, op. cit., 160.
20
Cfr. J. ARANGUREN, “Caracterización de la voluntad nativa”, en Anuario Filosófico, 29 (1996),
354.
21
Cfr. L. POLO, Introducción a la filosofía, op. cit., 160.
22
Cfr. J. A. GARCÍA GONZÁLEZ, Allende el límite, Bubok, Madrid, 2011, 91.
23
Cfr. L. POLO, “Las tres dimensiones de la antropología”, en Studia Poliana, 13 (2011), 23.
el bien y a elegirlo. Esto justifica que el hábito pueda ser una disposición a ac-
tuar en el mismo sentido cuando el ser humano se encuentra ante una situa-
ción similar de elegir un bien.
En la actualidad existe un clamor generalizado por recuperar el aspecto
formativo de la educación que se fundamenta en la educación en valores, ya
que se ha intentado sustituir la virtud por el valor24. En esta línea, Camps se-
ñala que a las virtudes se les llama hoy actitudes, que están conformadas por
un sistema de valores que orientan la conducta25. Esta sustitución de la vir-
tud por el valor hace necesario explicar correctamente qué es la virtud según
Polo.
Polo señala que la virtud es la “consolidación de los actos voluntarios que
los graba en la potencia”26. La virtud es un hábito operativo bueno, “una dispo-
sición de la potencia operativa que la capacita para ejercer bien su propia ope-
ración”27. Esta disposición debe ser permanente28 porque sólo así la potencia
será perfeccionada. Efectivamente, si la virtud es permanente, entonces esto
indica que es un hábito: el modo de crecer de la voluntad. Por esto la virtud
es un crecimiento en el orden de la capacidad29; es una disposición para obrar
bien, susceptible de crecer o envilecer. En el fondo, las virtudes tienen la ca-
racterística de fortalecer la capacidad de posesión del bien y la capacidad de
ejercicio de la libertad30. La virtud es un modo de ser sobreañadido, esto es lo
que explica por qué la persona puede disponer de la virtud y actuar conforme
a ella. Por tanto, la virtud implica que la “naturaleza se perfecciona a sí mis-
ma, desde sí misma”31. Además, es pertinente subrayar que las virtudes están
relacionadas entre sí porque el fin de la voluntad debe ser uno: la felicidad32.
24
Cfr. J. V. ORÓN, “Virtud como comportamiento ideal o como dinámica interior”, op. cit., 26.
25
Cfr. V. CAMPS, El gobierno de las emociones, Herder, Barcelona, 2011, 42. En este sentido, seña-
la que el concepto de valor es más comprensible que el de virtud.
26
L. POLO, Antropología trascendental, Tomo II: La esencia de la persona humana, Eunsa, Pamplona,
2003, 173.
27
P. ASTORQUIZA, El hombre, la virtud y la educación, Universidad de Santo Tomás, Bogotá,
2016, 88.
28
Cfr. C. NAVAL, Educar ciudadanos. La polémica liberal-comunitarista en educación, Eunsa, Pamplo-
na, 2000, 130.
29
Cfr. L. POLO, Presente y futuro del hombre, Rialp, Madrid, 2012.
30
Cfr. D. GAVITO, H. VELÁZQUEZ, “El hombre como sistema libre en el pensamiento de
Leonardo Polo”, en Anuario Filosófico, 29 (1996), 656.
31
F. ALTAREJOS, “Finalidad y Libertad en educación”, 344.
32
Cfr. J. F. SELLÉS, Hábitos y virtudes (III), Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria,
nº 67, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, Pamplona, 1998, 87.
33
Cfr. G. CASTILLO, Fundamentos teóricos de la educación en la virtud, CONCYTEC, Piura, 1988,
39.
34
Cfr. L. POLO, Ética, op. cit., 153.
35
Cfr. P. ASTORQUIZA, El hombre, la virtud y la educación, op. cit., 92.
36
Cfr. S. CARDÚS, El desconcierto de la educación, Paidós, Barcelona, 2007, 93.
37
J. F. SELLÉS, Hábitos y virtudes, op. cit., 106.
38
Cfr. Mª S. FERNÁNDEZ, “Libertad y voluntad en Polo y Hobbes”, en J. A. GARCÍA (Ed.),
Escritos en memoria de Leonardo Polo, op. cit., 98.
39
Cfr. L. POLO, Antropología, II, op. cit., 121.
40
Cfr. L. POLO, Las tres dimensiones de la antropología, op. cit., 24.
41
Cfr. L. POLO, Lecciones de ética, Eunsa, Pamplona, 2013, 76.
42
L. POLO, Ética, op. cit., 134.
43
Cfr. ibidem, 135.
44
Cfr. F. HAYA, “La aporética de la voluntad”, en J. A. GARCÍA (Ed.), Escritos en memoria de Leo-
nardo Polo, op. cit., 121.
45
Cfr. J. ARANGUREN, “Caracterización de la voluntad nativa”, en Anuario Filosófico, 29 (1996),
350.
minada al bien, pero no a un bien concreto, sino al bien en cuanto bien. Por
eso la tendencia es compatible con el carácter perfectivo del hábito porque la
voluntad es “la correspondencia en nosotros con el bien”46. Además, que la vo-
luntad sea tendencia implica que ha sido generada por alguien, preservando así
que la voluntad ha sido creada. Por tanto, concebir a la voluntad como espon-
tánea supone soslayar que, como potencia espiritual, es creada.
La voluntad como deseo, sin la ayuda de la inteligencia para querer el
bien concreto, sería concebirla como espontánea47. Sin embargo, si la volun-
tad no es ayudada por el conocer no alcanzaría el fin48. Esto indica que la vo-
luntad sólo es libre si se conecta con la razón que muestra los motivos para ele-
gir49, presentado un bien concreto para que sea querido. Por eso la voluntad es
la dinámica continuadora de la inteligencia misma50. Por tanto, en el deseo vo-
luntario no hay conocimiento, por eso no es posible saber qué bien elegir sin
la acción de la inteligencia. Según esto, la voluntad quiere siempre algún bien,
principalmente el que se adecúa a la razón51. En este sentido, la fortaleza y la
magnanimidad son virtudes morales que ayudan a la voluntad a reforzar lo que
es presentado por la inteligencia como digno de ser querido52.
La voluntad es un hábito que indica que es susceptible de crecimiento, lo
que supone admitir que la voluntad es educable porque es una característica
de lo que es susceptible de crecimiento. La voluntad puede crecer con la ad-
quisición de hábitos –virtudes–, así que se puede aprender cómo crecer, lo que
significa que es educable. En este punto no hay alternativa o se educa la vir-
tud, como crecimiento de la voluntad, o se deja al educando que sucumba ante
el vicio. En definitiva, o se educa para desarrollar las capacidades o no se edu-
ca y, entonces, las capacidades se envilecen53. No obstante, hay que andar con
tiento porque cualquier influencia sobre la voluntad puede ser interpretada
46
L. POLO, Ética, op. cit., 137.
47
Cfr. F. MOLINA, “Sindéresis y voluntad: ¿Quién mueve a la voluntad?”, en I. FALGUERAS, J.
A. GARCÍA GONZÁLEZ, J. J. PADIAL (Eds.), Futurizar el presente. Estudios sobre la filosofía de
Leonardo Polo, Servicio de Publicaciones e Intercambio Científico de la Universidad de Málaga,
Málaga, 2003, 194.
48
Cfr. J. F. SELLÉS, Conocer y amar. Estudio de los objetos y operaciones del entendimiento y de la vo-
luntad según Tomás de Aquino, Eunsa, Pamplona, 1995, 428.
49
Cfr. L. POLO, Lecciones de ética, op. cit., 81.
50
Cfr. L. POLO, Obras Completas XXII. Lecciones de Psicología Clásica, Eunsa, Pamplona, 2015, 285.
51
TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae, I-II, q. 63, a. 1.
52
Cfr. L. POLO, Ética, op. cit., 144.
53
Cfr. G. CASTILLO, Fundamentos teóricos de la educación en la virtud, op. cit., 23.
54
Cfr. M. GARCÍA AMILBURU, “Claves y dimensiones del desarrollo de la persona”, en M.
RUIZ CORBELLA (Ed.), Educación moral: aprender a ser, aprender a convivir, Ariel, Barcelona,
2003, 34.
55
Cfr. D. ISAACS, La educación de las virtudes humanas, 11ª ed., Eunsa, Pamplona, 1994, 44.
56
Cfr. L. POLO, Ética, op. cit., 145.
57
Sobre esta cuestión puede consultarse J. AHEDO, El conocimiento de la naturaleza humana desde
la sindéresis. Estudio de la propuesta de Leonardo Polo, Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Uni-
versitaria, nº 223, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, Pamplona, 2010.
58
Cfr. L. POLO, Lecciones de psicología, op. cit., 310.
59
Cfr. L. POLO, La esencia del hombre, op. cit., 314.
60
Cfr. L. POLO, Antropología trascendental, II, op. cit., 177.
61
Cfr. R. Mª BUXARRAIS, “Actitudes, valores y normas: aprendizaje y desarrollo moral”, en Co-
municación, lenguaje y sociedad, 15 (1992), 28.
62
Cfr. F. ALTAREJOS, A. RODRÍGUEZ, A. BERNAL, “La convivencia familiar: encuentro y
desarrollo de la identidad personal”, op. cit., 83.
sino como tendencia, o sea, para tender con mayor facilidad al bien. Además,
el virtuoso se complace en hacer el bien porque sabe que su hábito crece, asu-
miendo que si perfecciona su voluntad, entonces podrá amar más y mejor.
63
Cfr. L. POLO, Antropología trascendental, II, op. cit., 152.
64
Cfr. ibidem, 174.
65
Cfr. L. POLO, “La coexistencia del hombre”, op. cit., 44.
66
Cfr. J. F. SELLÉS, La persona humana III. Núcleo personal y manifestaciones, Colombia, Universi-
dad de la Sabana, 1998, 71.
67
Cfr. L. POLO, Antropología trascendental, II, op. cit., 132.
68
Cfr. A. Mª GONZÁLEZ, “Persona y naturaleza en la ética de Leonardo Polo”, en Anuario Fi-
losófico, 29 (1996), 666.
69
Cfr. L. POLO, Lecciones de ética, op. cit., 76.
70
Cfr. L. POLO, Lecciones de psicología, op. cit., 294.
71
Cfr. J. F. SELLÉS, Hábitos y virtudes, op. cit., 85.
72
Cfr. L. POLO, La esencia del hombre, op. cit., 301.
73
Cfr. I. MOSCOSO, “Una libertad creciente. La persona en la Antropología trascendental de L.
Polo”, Cuadernos de Pensamiento Español, Universidad de Navarra, 2016, 97.
74
Cfr. F. ALTAREJOS, A. RODRÍGUEZ, A. BERNAL, La convivencia familiar: encuentro y desa-
rrollo de la identidad personal, op. cit., 77.
75
Cfr. C. NAVAL, “En torno a la sociabilidad humana en el pensamiento de L. Polo”, en Anuario
Filosófico, 29 (1996), 872.
76
Cfr. A. MACINTYRE, Animales racionales y dependientes. Por qué los seres humanos necesitamos las
virtudes, Paidós Básica, Barcelona, 2001, 114.
77
Cfr. L. POLO, “El hombre como hijo”, en J. CRUZ (Ed.), Metafísica de la familia, Eunsa, Pam-
plona, 2010, 326.
78
Cfr. G. CASTILLO, Fundamentos teóricos de la educación en la virtud, op. cit., 78.
79
Cfr. J. F. SELLÉS, Antropología para inconformes, Rialp, Madrid, 2006, 227.
80
Cfr. ibidem, 160.
81
Cfr. D. ISAACS, La educación de las virtudes humanas, op. cit., 27.
82
Cfr. R. ÁLVIRA, El lugar al que se vuelve. Reflexiones sobre la familia, Eunsa, Pamplona, 2004, 54.
83
Cfr. F. ALTAREJOS, A. RODRÍGUEZ, A. BERNAL, La convivencia familiar, op. cit., 85.
84
Cfr. L. POLO, Quién es el hombre. Un espíritu en el tiempo, 5ª ed., Rialp, Madrid, 2003, 152.
85
Cfr. G. CASTILLO, “Educación de la libertad y de la afectividad”, en A. BERNAL (Ed.), La fa-
milia como ámbito educativo, Instituto de Ciencias para la Familia, Pamplona, 2009, 175.
86
Cfr. F. ALTAREJOS, A. RODRÍGUEZ, A. BERNAL, La convivencia familiar, op. cit., 63.
87
Cfr. F. ALTAREJOS, A. RODRÍGUEZ, A. BERNAL, La convivencia familiar, op. cit., 63.
88
Cfr. M. DASSOY, “Educación personalizada y hábito de sabiduría: de V. García Hoz y A. Mi-
llán Puelles a L. Polo”, en J. F. SELLÉS (Ed.), El hombre como solucionador de problemas, Cuader-
nos de Pensamiento Español, nº 205, 2015, 179.
89
Cfr. J. F. SELLÉS, Antropología para inconformes, op. cit., 246.
tarse como buen hijo90. Por tanto, la familia es el origen de la persona y fuen-
te de su identidad personal91.
Esta diferencia entre familia y escuela hace necesario subrayar que todo
ser humano nace como hijo. En línea con esto, Polo afirma que “la antropolo-
gía moderna yerra, sobre todo, porque se olvida de que el hombre es hijo”92.
Ignorar que la persona nace como hijo supone no reconocer que se nace como
criatura; renuncia que tiene como consecuencia el individualismo93. Por eso no
tiene sentido suplir la educación familiar por la socialización aprendida en la
escuela. La clave de la educación familiar radica en aprender a coexistir con
otras personas. En este sentido, si las relaciones interpersonales son claves para
adquirir virtudes y es en la familia donde se viven de modo más intenso estas
relaciones, esto implica que la labor de ayudar a crecer en las virtudes recaiga
en la familia de modo natural y complementariamente en la escuela.
¿Por qué es tan importante la familia para el crecimiento de la virtud?
Siendo explícitos porque quien más ama es quién más puede educar94. Esto
subraya que la familia es “el mejor marco donde se humanizan los hombres,
donde se manifiestan las personas singulares”95. Como consecuencia la familia
es el principal ámbito de realización personal porque se descubren y viven los
valores verdaderos96. Además, los padres quieren a sus hijos por quiénes son,
no sólo por las cualidades que tienen97. Por tanto, la familia es el espacio para
aprender a valorar a los demás no tanto por lo que tienen98. Además, es el ám-
bito para la adquisición de valores porque es el espacio idóneo para trasmitir-
los, donde se viven los valores, se aplican desde lo cotidiano y se aprecian99.
90
Cfr. S. PÍA, El hombre como ser dual, Estudio de las dualidades radicales según la Antropología trascen-
dental de Leonardo Polo, Eunsa, Pamplona, 2001, 429.
91
Cfr. F. ALTAREJOS, A. RODRÍGUEZ, A. BERNAL, La convivencia familiar, op. cit., 2009, 87.
92
L. POLO, Antropología trascendental, Tomo I: La persona humana, 2ª ed., Eunsa, Pamplona, 2003, 212.
93
Cfr. L. POLO, C. LLANO, Antropología de la acción directiva, Aedos-Unión Editorial, Madrid,
1997, 192.
94
Cfr. J. F. SELLÉS, Antropología para inconformes, op. cit., 249.
95
A. RODRÍGUEZ, A. VARGAS, “La familia a la luz del carácter personal”, en Estudios sobre Edu-
cación, 25 (2013), 55.
96
Cfr. G. CASTILLO, Educación de la libertad y de la afectividad, op. cit., 175.
97
Cfr. A. BERNAL, “Entramado educativo de relaciones personales”, en A. BERNAL (Ed.), La
familia como ámbito educativo, op. cit., 136.
98
Cfr. J. A. IBÁÑEZ-MARTÍN, “Libertad y autoridad en la familia”, en E. GERVILLA, Educa-
ción familiar. Nuevas relaciones humanas y humanizadoras, Narcea, Madrid, 2003, 91.
99
Cfr. A. M. NOVELA, M. PAYÁ, “Familia: algunas claves para fomentar la responsabilidad y la
autonomía”, en R. Mª BUXARRAIS, M. MARTÍNEZ (Eds.), Retos educativos para el siglo XXI:
autonomía, responsabilidad, neurociencia y aprendizaje, Octaedro, Barcelona, 2015, 58.
100
Cfr. L. GONZÁLEZ-UMERES, “Ayudar a crecer. Notas sobre la educación en el pensamien-
to de Leonardo Polo”, en Anuario Filosófico, 29 (1996), 706.
101
Cfr. F. ALTAREJOS, “Cambios y expectativas en la familia”, en A. BERNAL (Ed.), La familia
como ámbito educativo, op. cit., 54-55.
102
Cfr. L. GONZÁLEZ-UMERES, “Ayudar a crecer. Notas sobre la educación en el pensamien-
to de Leonardo Polo”, op. cit., 698.
103
Cfr. ibidem, 700.
104
A. RODRÍGUEZ, A. VARGAS, “La familia a la luz del carácter personal”, op. cit., 54.
105
Cfr. J. F. SELLÉS, Antropología para inconformes, op. cit., 232.
cen al ámbito de lo personal, las que ayudan a crecer en las virtudes. Se quie-
re subrayar que los problemas que surgen en el ámbito escolar requieren ser
solucionados con una adecuada educación en la familia. Por eso conviene ex-
poner alguno de estos problemas con el fin de aclarar de qué modo precisan
de la educación familiar para ser resueltos.
Actualmente, preocupan las numerosas faltas de respeto en el aula, ya que
por desgracia las noticias de bullying son cada vez más frecuentes. La solución
recurrente adoptada está basada en la prevención mediante programas centra-
dos en el respeto, pero es preciso que sean aportadas otras soluciones a nivel
personal. La falta de respeto tiene su origen en la ausencia de la propia acep-
tación personal que impide aceptar al otro como persona. Spaemann señala
que para aceptar al otro es preciso sentir amor y haber amado106, lo cual acon-
tece en el ámbito familiar. Además, quien no respeta al otro no se ha dado
cuenta de que es persona y de que está obligado a crecer y para ello debe dar-
se. Está obligado a crecer porque si no se crece, se envilece. El respeto como
valor sin un darse a la otra persona arregla poco las faltas de respeto porque
no se ataja el problema de raíz. Subrayamos que es en el seno familiar donde
se aprende el respeto al otro como persona, a través de las relaciones inter-
personales. No obstante, es pertinente no confundir el quién que es el libre
con lo que cada uno es porque una persona no merece respeto de modo radi-
cal por lo que es, sino por quién es. En este sentido, la solución óptima sería
que el educando aprenda a ser amigo según la amistad perfecta postulada por
Aristóteles107. Si se acepta a las personas por lo que son y no tanto por quienes
son, entonces se buscarán amistades por interés o placer, olvidando que las
personas no son medios, sino fines108.
Uno de los objetivos de la escuela es la socialización, por eso la escuela se
organiza para que todos los educandos aprendan juntos, pero esto es insufi-
ciente porque el aprendizaje en grupo no implica obligatoriamente que los
educandos se socialicen, ya que es necesario que quienes aprendan juntos dis-
tingan su subjetividad de la del otro109. Por eso, socializar significa aprender a
106
Cfr. R. SPAEMANN, Persona. Acerca de la distinción entre algo y alguien, Eunsa, Pamplona, 2000,
89.
107
Aristóteles en la Ética a Nicómaco distingue tres tipos de amistades, aunque sólo la amistad per-
fecta está basada en ayudar al amigo por quién es y no tanto por lo que es.
108
Cfr. L. POLO, “La amistad en Aristóteles”, en Anuario Filosófico, 32 (1999), 477.
109
Cfr. L. GONZÁLEZ-UMERES, “Ayudar a crecer. Notas sobre la educación en el pensamien-
to de Leonardo Polo”, op. cit., 704.
110
Cfr. ibidem, op. cit., 706.
111
Cfr. C. NAVAL, En torno a la sociabilidad, op. cit., 874.
112
L. POLO, Lecciones de ética, op. cit., 93.
113
Cfr. L. GONZÁLEZ-UMERES, “Ayudar a crecer. Notas sobre la educación en el pensamien-
to de Leonardo Polo”, op. cit., 704.
114
Cfr. L. POLO, Lecciones de psicología, op. cit., 293.
115
Cfr. C. NAVAL, “Ámbito familiar: confianza y respeto”, en A. BERNAL (Ed.), La familia como
ámbito educativo, op. cit., 164.
116
Cfr. L. POLO, Lecciones de ética, op. cit., 109.
6. CONCLUSIONES
Si se recupera la virtud aristotélica, entonces es posible otra educación
moral del educando. Nuestra propuesta es que esta concepción de la virtud
como hábito requiere la ampliación de la antropología trascendental de Polo.
La tesis poliana sobre la persona, un quién que dispone de la perfección a tra-
vés de la adquisición de las virtudes, es compatible con la educación recibida
en la escuela. No obstante, la recuperación de la virtud modificaría la actual
educación en valores fundamentada más en una educación de las competen-
cias emocionales. En este sentido, la actual persistencia por introducir en los
currículos escolares la educación emocional es insuficiente porque tanto la
educación de la afectividad como la de la voluntad son objetivos principales de
la familia y secundarios de la escuela. Por tanto, es necesario corregir el error
moderno que considera la virtud como sentimiento y no como un hábito.
Se han planteado soluciones diferentes para los problemas escolares por-
que son medidas de carácter esencial, que no se tienen en cuenta a la persona.
117
L. POLO, La amistad en Aristóteles, op. cit., 9.
118
Cfr. L. POLO, La introducción a la filosofía, op. cit., 163.