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Al hablar de los efectos del cannabis sobre la salud, se tiende a mostrar los efectos
adversos que tiene como toda sustancia –incluyendo las medicinas–, y a describirlo
exclusivamente como “sustancia de abuso”. Sin embargo, y a pesar de que puede ser
objeto de uso problemático y dependencia química al igual que algunos medicamentos y
otras sustancias lícitas e ilícitas, el cannabis y los cannabinoides también tienen efectos
beneficiosos.
Un aspecto que también se debe considerar cuando se habla de los efectos es la relación
daño-beneficio, vale decir, la comparación entre la magnitud del beneficio y de los
efectos adversos. Por ejemplo, cuál es la importancia de la sequedad de boca en el
tratamiento con cannabinoides de una epilepsia refractaria con riesgo de vida? Y de la
somnolencia pasajera en el curso del acompañamiento de una quimioterapia por cáncer?
Es preciso aclarar que no es lo mismo hablar de los efectos del cannabis que de los
cannabinoides aislados, los principios activos más importantes de la planta. Es que la
planta también contiene otros compuestos, los terpenos, que además de ser responsables
del aroma de la planta, tienen efectos que complementan o modulan los de los
cannabinoides.
A pesar de que la búsqueda de placer es un componente importante de la salud mental,
no se tratarán aquí los efectos buscados en el uso no-médico.
Los efectos del cannabis pueden ser clasificados según distintas variables:
PROPIOS DE “LA SUSTANCIA”
a. Beneficiosos – Perjudiciales
b. Buscados – No deseados
En sentido estricto no podemos hablar de “la sustancia”, pues se trata de una planta. En
todo caso serían “las sustancias”, pues son muchos los compuestos que ingresan al
organismo cuando se consume cannabis, varios de los cuales inciden en el efecto.
La designación de un efecto como beneficioso o perjudicial y como buscado o
no deseado depende de la situación y objetivo del uso. Es así, que el trastorno de la
memoria es el efecto buscado en el Trastorno de Stress Postraumático (TSP), pues se
trata de que la persona pueda olvidar y/o desapegarse emocionalmente de la situación
traumática que le causa el trastorno. Así, un efecto perjudicial deviene en beneficioso.
DERIVADOS DE LA VÍA DE USO
a. Vía respiratoria (inhalatoria)
1. 1. Inhalación del humo producto de la combustión de flores y hojas
(fumar)
2. 2. Inhalación de vapores (con dispositivos especiales)
b. Vía oral o digestiva (ingestión con deglución de preparados)
c. Vía percutánea (aplicación en la piel de parches y cremas)
d. Vía sublingual (sprays y tinturas de aplicación sublingual)
e. Vía rectal (uso de supositorios)
Seguramente, en el futuro, a medida que avance la tecnología aplicada a estos productos
se pueda contar con más vías de administración, como las gotas oftálmicas y soluciones
inyectables.
La elección de una vía se hace teniendo en cuenta distintos aspectos. Algunas son las
elegidas para lograr un efecto sistémico (general) como por ejemplo para el tratamiento
de la epilepsia, enfermedades neurodegenerativas, náuseas y vómitos, TSP, trastornos
inmunitarios y el dolor crónico. Estas son las vías inhalatoria, oral, sublingual y rectal.
El uso tópico es de elección en el tratamiento de los trastornos de la piel como el acné, o
de algunas que se manifiestan en ella como la psoriasis. También pueden ser utilizadas
en casos de dolor muscular o articular localizado.
Por último, en algunos cuadros clínicos puede ser necesario o más beneficioso el uso de
la vía sistémica y tópica de forma complementaria, como por ejemplo en la artrosis y
poliartritis reumatoide.
Cada vía sistémica tiene un inicio y duración de la acción diferente. Esto debe ser tenido
en cuenta a la hora de definir una estrategia terapéutica. La vía inhalatoria tiene un
inicio de acción rápido y duración del efecto corta, por lo que se necesita repetir las
dosis con frecuencia. Por el contrario, la vía digestiva tiene un inicio de acción tardío,
pudiendo llegar hasta las dos horas, pero la duración del efecto es de muchas horas, por
lo que la administración es de dos a tres veces por día.
Cada vía tiene sus pros y contras, utilidad y aplicación, pero la vía fumada,
decididamente no es una forma de administración aconsejable por la misma razón que
fumar tabaco: produce compuestos cancerígenos y otros trastornos de salud.
DEPENDIENTES DE LA SALUD MENTAL
a. Acción sobre estructura psicopatológicamente sana
b. Acción sobre estructura psicopatológica vulnerable o enferma
Este aspecto no es menor. La acción del cannabis y los cannabinoides, particularmente
el THC, no es la misma en una y otra estructura psicopatológica. Por ejemplo el temido
efecto “esquizofrenizante” que se le atribuye, no se presenta en todas las personas sino
en aquellas que tienen la vulnerabilidad, pudiendo adelantar el inicio de la enfermedad.
A pesar de los riesgos del consumo de THC por personas con ciertas vulnerabilidades,
algunos cannabinoides como el CBD tienen efecto terapéutico en ciertos trastornos de
salud mental: ansiedad, depresión, ataques de pánico y psicosis, es decir en personas
que tienen un trastorno mental de base.
Por lo tanto, no se trata solamente de la estructura de base, sino también del
cannabinoide y asociación de cannabinoides que se utilice. Las variedades de alta
potencia psicoactiva, son más proclives a dar efectos adversos en la esfera mental. A
esto debemos agregar que también dependerá de las dosis utilizadas: no son infrecuentes
los casos de personas que previamente habían consumido cannabis en muchas ocasiones
con fines lúdicos sin efectos adversos, y que frente a una dosis excesiva han tenido
episodios psicóticos pasajeros.
Es necesario aclarar que el uso de cannabis con fines medicinales por una persona con
estructura psicopatológicamente vulnerable, aunque debe ser manejado con mucha
cautela, no tiene porqué inexorablemente acompañarse de efectos adversos.
Finalmente, se debe considerar también la posibilidad de reacciones idiosincráticas:
reacciones que no son esperables o propias del producto, pero que en algunas personas
pueden presentarse efectos no previsibles. Por todo lo expuesto, se recomienda a las
personas que comienzan a utilizar cannabis, sea con el fin que sea, un uso inicial a bajas
dosis y de ser necesario ir incrementando lentamente hasta encontrar la dosis adecuada
al objetivo con los menores efectos adversos.
DEPENDIENTES DEL USO
a. Medicinal (en casos de enfermedad con objetivos terapéuticos)
b. No-medicinal (adulto y recreativo)
Resulta interesante evidenciar que los efectos también pueden ser distintos según el tipo
de uso. Por distintas razones que incluyen al propio producto, la forma de
administración y las dosis, la patología a tratar, la susceptibilidad a los efectos del
cannabis de las distintas personas, en el uso medicinal bien conducido por un
profesional capacitado y experimentado, en términos generales no suelen presentarse los
efectos que se reconocen en el uso no-médico. Tal es el caso de la dependencia. En mi
experiencia clínica es por demás infrecuente. Igualmente, los efectos psicoactivos
pueden ser evitados aún cuando se utilice THC.
DEPENDIENTES DEL SET (estado de la persona) Y EL SETTING (contexto)
Estos factores –set y setting– se refieren sobre todo a aspectos de la persona y del
contexto de uso en un momento dado. Los efectos del cannabis no serán los mismos en
un contexto seguro, un lugar agradable y acompañado por personas con buena sintonía,
que en una escena de prohibición y censura con presencia policial. La probabilidad de
un efecto adverso con sentimientos de persecución son mayores en el segundo
escenario.
En cuanto al set, a modo de ejemplo, no es aconsejable consumir cannabis si se tienen
expectativas negativas o temores pues aumentan la probabilidad de efectos adversos de
la esfera psicológica.
DEPENDIENTES DEL ORIGEN
a. Cannabinoides naturales en extractos de la planta
b. Cannabinoides naturales purificados en preparados artificiales
c. Cannabinoides sintéticos en formulaciones farmacéuticas
d. Cannabinoides sintéticos de uso lúdico
Existen tanto en el uso medicinal como no-medicinal efectos, tolerancia y riesgos
distintos para estos cuatro tipos de productos, siendo los productos sintéticos los de
mayores riesgos y efectos adversos, algunos de los cuales pueden ser severos y con
riesgo vital por sus efectos cardiovasculares. Es el caso de cannabinoides sintéticos
usados con fines lúdicos que integran el grupo de las sustancias llamadas “legal highs”
(viajes legales). Los cannabinoides sintéticos ya aceptados como medicamentos
(dronabinol, nabilona), también presentan efectos adversos, pero no son de igual riesgo
que los del mercado clandestino.
Como se puede ver, hablar de los efectos no es tan simple ni tan absoluto como se suele
plantear.
Tal es por ejemplo el caso de la dependencia química (DQ). El potencial adictivo del
Cannabis ha sido estimado en el 9%, bastante menor por cierto, que el de cualquier otra
sustancia psicoactiva incluyendo el de muchos psicofármacos de uso terapéutico muy
extendido como las benzodiacepinas. El desarrollo de la dependencia al cannabis se
verifica casi exclusivamente en el uso adulto, pero casi nunca en aquellas personas con
uso medicinal y menos aún si el tratamiento es conducido adecuadamente, inclusive
cuando los preparados contengan THC, el cannabinoide al que se atribuye la generación
de la DQ. En estos casos, en general no sólo no se tiende a aumentar la dosis para lograr
el mismo efecto por la tolerancia, base del fenómeno de la dependencia, sino que con la
mejoría de los síntomas, los pacientes tienden a disminuir o discontinuar su uso sin que
se presenten elementos clínicos del síndrome de abstinencia. Con los opiáceos y
benzodiacepinas no resulta igual.
Aprovecho el tema para llamar a la reflexión sobre la importancia desmesurada que se
le suele dar a la cuestión de la DQ en el contexto del uso médico. En general, el uso de
cannabinoides y también el de opiáceos, suelen aplicarse a patologías graves con gran
sufrimiento para pacientes y sus familiares. Nuestra cultura parece tolerar muy mal la
DQ a sustancias psicotrópicas aún en contexto de enfermedad. Si bien no banalizamos
el desarrollo de una DQ, se trata de pensar en términos de relación costo-beneficio.
No es lo mismo con el THC, cuyo uso debe ser evitado o utilizado con extrema
precaución por personas con estructuras de personalidad con tendencia o antecedentes
familiares de psicosis, y usando variedades o preparados que tengan concentraciones
bajas de THC y altas de CBD.
En la depresión, algunos pacientes se benefician con el uso adicional de preparados de
Cannabis, pero también hay quienes muestran signos de depresión. Aunque hay algunas
evidencias interesantes, como por ejemplo que mejora el sueño en estos cuadros, y en
las depresiones ansiosas, no se ha llegado aún al nivel de conocimiento que permita
sistematizar su uso con parámetros claros de dosis, tipos de depresión, etc.. Por lo tanto,
la investigación científica deberá decir en el futuro la seguridad y eficacia para estas
aplicaciones y bajo qué condiciones de uso pueden obtenerse beneficios. En mi
experiencia clínica, los cuadros depresivos asociados a enfermedades crónicas como el
Parkinson, mejoran con el uso de cannabinoides. Si bien podemos presumir que su
efecto antidepresivo ha contribuido a la mejoría del estado de ánimo del paciente, no lo
podemos asegurar categóricamente pues posiblemente también se deba a la mejoría de
los síntomas y de la calidad de vida.
En cuanto a los ataques de pánico también estarían vinculados a una vulnerabilidad
preexistente, pero también pueden jugar un papel el estado anímico previo al uso del
THC (temores, tristeza, etc.). El CBD y algunas variedades naturales que contienen casi
exclusivamente este cannabinoide, pueden ser usados para el tratamiento de trastornos
por ansiedad. Estos cuadros también pueden presentarse en PQUC habitualmente pero
que en esa ocasión consumieron dosis mayores de THC o lo asociaron a otras drogas
(policonsumo).
Se ha dicho que produce cáncer. Los dos cannabinoides más importantes de la planta ya
han sido demostrados con acciones antitumorales y antimetastásicas para muchos tipos
de tumores, y se han identificado claramente los mecanismos a través de los cuales
tienen estos efectos por investigadores de la talla de M. Guzmán, C. Sánchez y M.
Nabissi entre otros. Estos mecanismos incluyen la muerte de células tumorales por
apoptosis, la inhibición del factor angiogénico (factor que promueve el desarrollo de
vasos en el tumor) y del factor de migración celular. Al presente se cuenta con estudios
de investigación básica, preclínica y observacionales que muestran que en un futuro
estos compuestos podrían ser utilizados como agentes antitumorales, pero aún hay muy
pocos ensayos clínicos que evalúen la eficacia. Sí se cuenta con estudios que muestran
que asociado a la quimioterapia mejora los resultados de esta.
Lo que puede producir cáncer es la vía de uso fumada, como cualquier otra sustancia
orgánica consumida bajo la modalidad de combustión incompleta. Algunos estudios
muestran que las PQUC de forma intensa por vía fumada, suelen tener bronquitis
crónica, pero no parecen tener más incidencia en cáncer que los no usuarios de
Cannabis. Entonces la cultura de uso debería ir cambiando hacia la vaporización para
disminuir los riesgos de fumar. Aspiro a que las PQUC puedan introducir cambios en
este sentido y que las nuevas generaciones que ingresen en el consumo se inicien con
estos nuevos rituales.
Si pensamos en los efectos sobre la concentración, coeficiente intelectual y memoria
a corto plazo, el Cannabis puede afectarlos dependiendo de qué, cuánto y con qué
frecuencia se consuma. Luego de un uso prolongado, estas alteraciones suelen revertir al
cesar el uso. Cuando se la usa de manera ocasional y a bajas dosis, el efecto se limita y
de manera parcial al momento del uso. Este efecto adverso, en general no es referido
por pacientes de uso médico y en caso de presentarse mejora simplemente reduciendo la
dosis.
Si hablamos de los efectos sobre la coordinación motora y la capacidad para
conducir, obviamente, no se recomienda bajo ningún concepto desarrollar esta
actividad bajo efectos de Cannabis ni de ninguna otra substancia psicoactiva. Sin
embargo, es interesante analizar el fenómeno, pues, a la inversa de lo que ocurre con la
concentración y memoria, en las personas que tienen un uso crónico, se desarrolla una
compensación al efecto sobre la coordinación motora, pero aquellas que lo usan de
forma espaciada, presentan la alteración bajo sus efectos. Esto no significa que haya que
usar con frecuencia para acostumbrarse, sino por el contrario, con un criterio de salud,
usar espaciando y no conducir vehículos y maquinaria. Cabe señalar que existe una
diferencia muy grande entre los efectos del alcohol y la cocaína que generan además de
exaltación del estado de ánimo, tendencia a la irritabilidad, pérdida de autocrítica y
sentimientos de omnipotencia, y en función de esto la tendencia a conducir de manera
osada y sin cuidados para sí y terceros, y los del Cannabis. Además de que el “viaje” es
completamente distinto, si las personas no están cursando un mal viaje o un cuadro
psicótico agudo, no pierden la conciencia de estar bajo sus efectos. Debe quedar muy
claro que esto no justifica su uso en situaciones que pueden suponer un riesgo para sí o
para terceros.
Además de todos estos efectos, el uso de cannabinoides puede acompañarse de efectos
adversos no graves: cansancio, sedación y somnolencia, mareos, taquicardia, hipo o
hipertensión, hipotensión ortostática, sequedad de boca, disminución del lagrimeo,
relajación muscular, aumento del apetito, inyección conjuntival.
No hay registro de un solo caso de sobredosis letal en base a Cannabis exclusivamente.
Es necesario saber que los Cannabinoides tienen un efecto bimodal. Esto significa que a
una dosis tienen un efecto y a otra pueden tener el efecto contrario.
Un efecto secundario a tener en cuenta por las posibles consecuencias es la
hipoglicemia, la que si es muy pronunciada puede determinar un mareo severo y
determinar pérdida de conocimiento y caídas. Es importante tener siempre a mano
dulces o comida rica en glucosa para rápidamente revertir la situación.
En cuanto a los efectos cardiovasculares debe tenerse especial precaución en personas
con trastornos cardiovasculares y también en aquellas PQUD que mezclan cocaína y sus
derivados con Cannabis, pues el riesgo de fallo cardíaco, arritmias o infarto aumenta al
potenciarse el efecto sobre la frecuencia cardíaca. No es lo mismo el efecto subjetivo de
sentirse mejor al usarlos simultáneamente, que los efectos que se operan sobre órganos
y sistemas.
Sin duda, deben tenerse precauciones estrictas en caso de embarazo, niños, adolescentes
y ancianos y personas con terreno cardiovasclar, pero en mi opinión no son
contraindicaciones absolutas del uso medicinal, sino que dependerá de los
cannabinoides que se usen y la gravedad del cuadro que se pretende tratar. A modo de
ejemplo, es de todos conocido el tratamiento con CBD de la epilepsia y el trastorno de
espectro autista en niños y en algunos casos también con THC sumado al CBD.
De acuerdo a todo lo visto más arriba, debe entenderse que los efectos adversos deben
ser evaluados teniendo en cuenta al paciente y situación clínica, el contexto de uso, el
tipo de cannabinoides y sus dosis.
Sin embargo, el Cannabis y los cannabinoides pueden tener muchas aplicaciones
beneficiosas en el uso médico para enfermedades en órganos y sistemas funcionales
muy distintos, cumpliendo acciones diferentes que se derivan de sus propiedades.
Además, teniendo muchas veces efectos potentes, su uso se ubica en niveles de
seguridad más que aceptables.
¿Cómo puede comprenderse esto? Es posible a partir del descubrimiento del sistema
fisiológico endocannabinoide y comprendiendo su funcionamiento, lo que no es
sencillo, más lo que aún falta por descubrir y comprender.
El Cannabis y los cannabinoides tienen efectos en el cuerpo humano, a nivel de los
órganos periféricos y del Sistema Nervioso Central (SNC), y por lo tanto, también a
nivel mental, lo que se pone en evidencia por sus efectos en múltiples situaciones de
enfermedad con diferentes causas, fisiopatologías y síntomas, y por aquellos a nivel
mental referidos comúnmente como el "viaje".
Que es el sistema endocannabinoide?
El Sistema Endocannabinoide (SEC) es un sistema de comunicación intercelular. Su
función es equilibrar los procesos metabólicos y mejorar las funciones de nuestro
cuerpo. Se trata de un sistema más, como puede ser el sistema circulatorio. El SEC
juega un papel fundamental en la regulación de nuestra fisiología, así como de nuestro
estado de ánimo. Sin embargo, es muy posible que nunca hayas oído hablar de él. Esto
se debe a que su descubrimiento es bastante cercano. En los años 90, durante un estudio
sobre los fitocannabinoides, se descubrió que la mayoría de los mamíferos, entre los que
se incluye el ser humano, contamos con receptores cannabinoides en nuestros cuerpos.
A partir de entonces, la investigación fue profundizando hasta dar en 1992 con el primer
cannabinoide producido por el organismo de forma natural: la anandamida, conocida
como la molécula de la felicidad. Estos descubrimientos, el de los receptores
cannabinoides y el de la anandamida, provocaron el hallazgo del Sistema
Endocannabinoide.