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El Juicio
Símbolo de los apóstoles: “desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a los
muertos”
¿Que es el juicio?
Desafortunadamente aquí se ha producido una confusión entre las dos acepciones bíblicas
que el termino tiene en la biblia:
Juicio escatológico
Cuando Dios interviene en la historia, Dios juzga, y su intervención tiene siempre una
doble vertiente: salvífica y judicial.
«En la sagrada Escritura la intervención en favor de los oprimidos es concebida sobre todo como
justicia, o sea, fidelidad de Dios a las promesas salvíficas hechas a Israel. Por consiguiente, la justicia
de Dios deriva de la iniciativa gratuita y misericordiosa por la que él se ha vinculado a su pueblo
mediante una alianza eterna. Dios es justo porque salva, cumpliendo así sus promesas, mientras que
el juicio sobre el pecado y sobre los impíos no es más que otro aspecto de su misericordia. El
pecador sinceramente arrepentido siempre puede confiar en esta justicia misericordiosa»
(Audiencia,7 de junio de 1999)
La idea de juicio esta vinculada con la salvación, idea que llega hasta el pecador. una cosa es
el juicio de las personas que hacen parte del reino de Dios, sino aquellos que están alejados y
en el pecado. porque la justicia de Dios es misericordiosa.
En este sentido, parusía y juicio van de la mano: la parusía es el juicio por excelencia.
Cuando la Iglesia primitiva confesaba su fe en Cristo Juez, lo que resonaba en el fondo de
este articulo de fe era el mensaje reconfortante de la gracia vencedora, que lleva a término
la iniciativa salvadora con una intervención que concluye y consuma los juicios tactos
salvíficos) que han ido jalonando la historia.
Mas adelante, esta idea va cediendo terreno en la medida en que se contempla el juicio
como acto de decisión, es decir, como sentencia jurídica: se va pasando del día del señor
al día de la ira.
El Nuevo Testamento nos muestra cómo la crisis tiene lugar en la existencia del
hombre: su suerte depende exclusivamente de su libertad personal, y no de una
supuesta sentencia judicial a emitir en el último día.
Rm 8, 31-34 nos muestra al Padre y al Hijo volcados en defensa del hombre; y también Jn
3, 17-19 nos muestra la intención de salvar al hombre por Cristo.
«Sólo quien haya rechazado la salvación, ofrecida por Dios con una
misericordia ilimitada, se encontrará condenado, porque se habrá condenado a sí
mismo».
En Jn 5, 24 afirma que el que cree no incurre en juicio y según 12, 47s Cristo no
juzga: el juicio se realiza en la no recepción de la palabra. En Mt 25, 31ss el
rey constata que unos son benditos o malditos por lo que han hecho o dejado de
hacer ante sus hermanos.
Y es que «Jesús, al revelarnos la plenitud de la misericordia del Padre, también
nos enseñó que a este Padre tan justo y misericordioso sólo se accede por la
experiencia de la misericordia que debe caracterizar nuestras relaciones con el
prójimo».
En síntesis, para Juan lo que define es la fe/incredulidad; para Mateo todo se condensa en
el amor/desamor: el juicio es el desvelamiento de la posición asumida en la historia frente
a Cristo (fe/incredulidad) y frente al prójimo, sacramento de Cristo (amor/desamor).