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1. La interrogación oral
3. La prueba objetiva.
Otra prueba que resulta interesante es la prueba gráfica. Es también una prueba
de ejecución que se usa para medir preferentemente el dominio cognitivo.
Consiste en un gráfico, un esquema, un dibujo, donde el alumno debe completar
los nombres de las partes del esquema o el dibujo, seguir una secuencia, etc. En
este caso el dibujo o esquema, debe ser muy claro y definido y las instrucciones
que se dan al alumno deben ser muy precisas o específicas. Para asignar puntaje
a las respuestas es conveniente que cada detalle de lo que el alumno debe
responder valga un punto y ponderar aquellos detalles que tengan mayor
importancia.
Para que una prueba sea un buen instrumento de medición, debe tener algunas
características métricas, de tal forma que la información que entreguen pueda ser
tomada en cuenta como un buen indicio de lo que el alumno ha aprendido.
La validez de una prueba se refiere al grado de veracidad que se puede dar a los
resultados obtenidos. Dicho de otra forma una prueba es válida si sus ítems dan
oportunidad a los alumnos de mostrar las competencias que ha alcanzado en el
proceso de enseñanza-aprendizaje.
Por ejemplo: si un profesor desarrolla en clases algunos conceptos y reglas para
que los alumnos los conozcan y no realiza ningún problema, y luego en la prueba
plantea situaciones problemáticas para que los alumnos apliquen los conceptos y
las reglas, evidentemente que los resultados obtenidos no tendrán ninguna
validez, porque no existió congruencia entre las actividades realizadas en la clase
(que llevaban al alumno a la categoría de conocimiento), y las actividades que
debía realizar el alumno para responder la prueba (categoría de aplicación)
La validez tiene relación con el atributo que se va a medir, pueden existir muchos
instrumentos para medirlo, pero hay uno que lo hará en forma más específica.
Ejemplo, los resultados de una prueba de matemática son válidos (por lo tanto la
prueba es válida) para mostrar la habilidad de un alumno para realizar cálculos,
pero esa prueba no es válida para que los alumnos muestren sus habilidades
artísticas. Parece obvio, pero cuando se analizan las pruebas de algunos
docentes, da pena por sus alumnos, ya que a pesar de ellos, los alumnos
aprenden.
El docente debe responder a las preguntas: ¿qué mide el test?, ¿en qué grado lo
mide?. Si es capaz de responder a estas dos preguntas en forma clara, significa
que la prueba que elaboró es válida. En consecuencia, mide los objetivos
propuestos, las competencias específicas que el alumno debe mostrar. Y, en qué
grado?, en el máximo de posibilidades.
Vale decir, una prueba discrimina si sus ítems son respondidos correctamente sólo
por aquellos alumnos que lograron los objetivos que medía la prueba. Lo mismo
que en el caso anterior, si no interesa diferenciar a los alumnos, sino lo
fundamental es que todos aprendan, la prueba no tendría grado de discriminación
porque todos responderían bien. El grado de discriminación se relaciona con la
dispersión de los puntajes obtenidos por los alumnos, mientras más distantes
están el puntaje máximo y el mínimo obtenido en un grupo, podría decirse que el
grado de discriminación será mayor.
La representatividad de una prueba está referida a la relación que existe entre los
objetivos (cuyo logro debe ser medido), y las preguntas de la prueba. Lo ideal es
que para cada objetivo se elabore un número de preguntas definido de tal forma
que se sepa exactamente qué preguntas se utilizarán para medir cada
competencia. Ejemplo:
Objetivos ítems.
1 1-2-3-4
2 5-6-7-8
3 9-10-11-12.
Ejemplo : Un profesor puede tener mucho cuidado al hacer una prueba, toma en
cuenta los objetivos, elabora preguntas muy específicas, relaciona objetivos e
ítemes y valida las preguntas con un colega. Esa prueba puede carecer de
objetividad de construcción porque la elaboró el docente solo y no en conjunto con
otros. Las reuniones por asignatura o por departamento pueden ser utilizadas para
elaborar pruebas en conjunto.
Para construir una prueba, cualquiera sea ella, es necesario seguir paso a paso
una serie de etapas, en la medida que se cumplan todas ellas, con las
precauciones que se señalan, es probable que el instrumento resulte con las
características métricas necesarias y entregue información válida y confiable
acerca de las competencias logradas por los alumnos. Esto permitirá calificarlos y
tomar decisiones pertinentes.
Validar las preguntas: Una vez hechas las preguntas es necesario validarlas.
Validar significa que trabajan uno a uno con un experto (en este caso, con otro
profesor de la misma asignatura, con el jefe de departamento o con el jefe de
UTP) para que analice la pregunta y determine si realmente la pregunta mide la
conducta que expresa el contenido (si el objetivo es de aplicación, la pregunta da
la posibilidad de que el alumno aplique al responderla), si está bien redactada, si
se utiliza lenguaje a nivel del alumno, etc. Todas aquellas preguntas que resulten
dudosas para el experto, probablemente resultarían dudosas para el alumno en el
momento de aplicar la prueba, por lo tanto es mejor cambiar los ítemes. Las
preguntas que pasan la prueba del experto pueden ser incluidas en el instrumento
que será aplicado a los alumnos.
Elaborar la prueba formal. Una vez elaboradas todas las preguntas se deben
ordenar para imprimir o multicopiar la prueba. El criterio para ordenar las
preguntas es obviamente de acuerdo a la secuencia que tienen los objetivos. Ellos
fueron desarrollados ordenadamente en la unidad de aprendizaje y de la misma
forma deben ser ordenadas las preguntas de la prueba. Es de suponer que el
mismo procedimiento lógico que se siguió en la sala de clases, lo siguió el alumno
para estudiar y lo seguirá el profesor para hacer la prueba. A esto ayuda también
la relación objetivo-ítem que se hizo en el diseño de la prueba.
Cada prueba se corrige de distintas formas, según sea el tipo de ella. Pero en
todos los casos es conveniente tener una plantilla o guía de corrección para
comparar con ella las respuestas del alumno y asignar los puntajes que
correspondan. Se evita así el "efecto de halo", que puede ser positivo o negativo,
pero afecta de todas formas la objetividad de la corrección. Esto afecta a todos los
instrumentos de medición excepto a la prueba objetiva que es la única que podría
ser corregida, utilizando una plantilla, por el propio alumno, y no llegaría a
resultados diferentes de los del profesor.
Para la lista de cotejo solo se cuentan los puntos de las actuaciones correctas y
con ese puntaje se calcula la nota. Aunque antes de calcular la nota se debe hacer
un análisis de las respuestas.
6.- Calificación: Cuando se tienen los puntajes para cada alumno después de
corregir y analizar la prueba es el momento de tomar decisiones. Estas decisiones
se refieren a determinar si el alumno logró o no los objetivos que medía la prueba.