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Se entiende por rendimiento académico al sistema que mide la productividad del plazo que uno
dedica a estudiar y lo que aprende mientras se está formando. Dicho de otra manera, es el modo
en que evaluamos la capacidad de aprender. Según la calidad de este rendimiento, se integran
de mejor o menor forma los contenidos que se quieren asimilar.
Gestionar el tiempo
Planificar los horarios para hacer el trabajo es de vital importancia y una responsabilidad
individual. Planificar la gestión del tiempo es un elemento crucial para poder enfrentarse a
cualquier reto académico con la mayor estructuración posible. No todo el mundo saca el mismo
partido de su tiempo, por lo que organizarse y saber manejar las horas de dedicación en el
estudio es clave para alcanzar un adecuado rendimiento académico. Recuerda: programar es
importante, y hacerlo con antelación también.
Para maximizar tu rendimiento académico, procura que el sitio donde vas a estudiar:
Haz un listado con todos los trabajos que tienes que hacer y tendrás un visón general del volumen
de faenas a realizar y a que debes dedicarle más o menos tiempo. Otro aspecto fundamental si
quieres mantener la concentración y un buen rendimiento, evita hacer muchas cosas a la vez. Es
mejor empezar una tarea y terminarla.
Así pues, se trata de encontrar el equilibrio entre los momentos de trabajo, el reposo y
entretenimiento.
Tal y como comentábamos anteriormente, algunas observaciones científicas hablan sobre los
factores que influyen en la inteligencia de las personas. Si bien es cierto que existe una parte que
depende de la genética, también pueden emplearse estrategias útiles para mejorar el
rendimiento académico. Ahora bien, cada uno tiene que probar y encontrar aquellos métodos
más eficaces para favorecer su aprendizaje.
Para que una prueba sea un buen instrumento de medición, debe tener algunas características métricas,
de tal forma que la información que entreguen pueda ser tomada en cuenta como un buen indicio de lo
que el alumno ha aprendido.
Las principales características son la validez, la confiabilidad, y la objetividad. Menos considerados, pero
también importantes serán el grado de dificultad, de discriminación y la representatividad de la prueba.
Una característica externa a la prueba, pero que debe ser considerada en nuestra realidad, ya que se
relaciona con el costo, es la practicidad del instrumento.
Validez
Se habla de validez cuando se puede asegurar que la prueba mide realmente las competencias para las
cuales fue elaborada. Lo que el alumno muestre en la situación de prueba es realmente lo que él ha
alcanzado y se tiene la seguridad que en situaciones similares (diferentes a la prueba) mostrará la misma
actuación.
La validez de una prueba se refiere al grado de veracidad que se puede dar a los resultados obtenidos.
Dicho de otra forma una prueba es válida si sus ítemes dan oportunidad a los alumnos de mostrar las
competencias que ha alcanzado en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Por ejemplo: si un profesor desarrolla en clases algunos conceptos y reglas para que los alumnos los
conozcan y no realiza ningún problema, y luego en la prueba plantea situaciones problemáticas para
que los alumnos apliquen los conceptos y las reglas, evidentemente que los resultados obtenidos no
tendrán ninguna validez, porque no existió congruencia entre las actividades realizadas en la clase (que
llevaban al alumno a la categoría de conocimiento), y las actividades que debía realizar el alumno para
responder la prueba (categoría de aplicación).
La validez tiene relación con el atributo que se va a medir, pueden existir muchos instrumentos para
medirlo, pero hay uno que lo hará en forma más específica. Ejemplo, los resultados de una prueba de
matemática son válidos (por lo tanto la prueba es válida) para mostrar la habilidad de un alumno para
realizar cálculos, pero esa prueba no es válida para que los alumnos muestren sus habilidades artísticas.
Parece obvio, pero cuando se analizan las pruebas de algunos docentes, da pena por sus alumnos, ya
que a pesar de ellos, los alumnos aprenden.
El docente debe responder a las preguntas: ¿qué mide el test?, ¿en qué grado lo mide?. Si es capaz de
responder a estas dos preguntas en forma clara, significa que la prueba que elaboró es válida. En
consecuencia, mide los objetivos propuestos, las competencias específicas que el alumno debe mostrar.
Y, en qué grado?, en el máximo de posibilidades.
Confiabilidad
La confiabilidad se refiere a la consistencia que tienen los resultados obtenidos en la prueba. Qué tan
de fiar son los resultados. Se sabe lo que mide (validez) pero con qué precisión lo mide, hasta dónde es
verdadera la información que entrega. Una prueba es confiable si cada vez que se aplica se obtienen
resultados similares (siempre que sea al mismo grupo de alumnos y en condiciones parecidas).
Seguramente en la segunda aplicación los resultados serán mejores, pero esa es una de las formas de
medir la confiabilidad.
La confiabilidad se ve afectada por múltiples factores que se seleccionan con la administración del
instrumento: instrucciones deficientes, cansancio de los alumnos, ambiente tenso, ruidoso, posibilidad
de “adivinar” las respuestas, cambios emocionales por la actitud del profesor etc. También se ve
afectada por la corrección subjetiva.
Objetividad
La objetividad es una característica que está referida a la elaboración y a la corrección de una prueba.
Una prueba será más objetiva de elaboración si participa más de una persona en su elaboración. Por
esto es recomendable hacer las pruebas en equipos de profesores de una especialidad ya que hay más
imaginación para elaborar preguntas y para analizar la consistencia de ellas. Esto ayuda también a
mejorar la validez de la prueba.
La objetividad de corrección está referida a la asignación de los puntajes a las respuestas de los
alumnos. Esto se salvaguarda con la confección de una plantilla o guía de corrección que permita
comparar las respuestas de los alumnos con una respuesta pre-establecida, para que no influya la
opinión del profesor en la asignación.
En general puede influir en la corrección el “efecto de halo” que es el prejuicio que el profesor tiene
hacia determinados alumnos, esto hace que corrija algunas pruebas asignando puntajes
generosamente, y en otras miserablemente. Para cada prueba se dan recomendaciones específicas para
evitar justamente esta influencia.
Otras Características
Grado de Dificultad
El grado de dificultad de la prueba está determinado por la dificultad de las preguntas. Supuestamente
una prueba debe tener preguntas fáciles, medianas y adecuadas, desde el punto de vista del profesor.
Aunque si el proceso de enseñanza-aprendizaje ha sido desarrollado considerando las diferencias
individuales, todas las preguntas deberán tener el mismo grado de dificultad.
Para establecer el grado de dificultad de una prueba se relaciona el número de preguntas de ellas con el
promedio aritmético de los puntajes obtenidos por los alumnos. Así si los alumnos estuvieron
sometidos a clases expositivas y no fueron atendidas las diferencias individuales, se espera que el 50%
del grupo aprenda, es decir, que el promedio del curso sea similar a la mitad del puntaje total de la
prueba. La dificultad de la prueba entonces es de un 50%. En cambio si se atendieron las diferencias
individuales, se utilizó evaluación formativa, se analizaron los requisitos, etc., la prueba no debería ser
difícil para nadie y todos alcanzarían los puntajes altos. Lo ideal sería que esta característica no fuera
siquiera percibida por los alumnos.
Grado de Discriminación
La Representatividad
La representatividad de una prueba está referida a la relación que existe entre los objetivos (cuyo logro
debe ser medido), y las preguntas de la prueba. Lo ideal es que para cada objetivo se elabore un
número de preguntas definido de tal forma que se sepa exactamente qué preguntas se utilizarán para
medir cada competencia. Ejemplo:
Objetivos ítemes.
1 1-2-3-4
2 5-6-7-8
3 9-10-11-12.
Al hacer el análisis de los resultados de la prueba puede establecerse claramente qué objetivos fueron
logrados por los alumnos y cuáles no, de acuerdo a las respuestas que ellos dan.
Sin embargo, como el número de preguntas en una prueba es limitado y el número de objetivos es
mucho, es necesario hacer un muestreo de objetivos y considerar aquellos que resulten más
abarcadores (que incluyen a otros). Para esos objetivos se deben elaborar ítemes, de este modo la
prueba resultará también más representativa.
La Practicidad
La practicidad no es realmente una característica métrica, sino que se relaciona con el costo de la
prueba en cuanto a recursos, esto es, si se necesita mucho papel, multicopias, etc., y en cuanto al
tiempo que necesita, de elaboración, aplicación y corrección. Así entonces las pruebas de ejecución y
las orales son poco prácticas de aplicación, porque se administran por alumno, en forma individual, y el
profesor debe esperar que éste responda o ejecute y observarlo. Se usa mucho tiempo al tener un
curso numeroso. No obstante, hay objetivos donde no sirve otra prueba y es necesario usarla. La
prueba de ensayo es rápida de elaboración y aplicación, pero el profesor demora mucho tiempo en
corregirla. Todas las pruebas en general son poco prácticas en algún sentido.
Ejemplo : Un profesor puede tener mucho cuidado al hacer una prueba, toma en cuenta los objetivos,
elabora preguntas muy específicas, relaciona objetivos e ítemes y valida las preguntas con un colega.
Esa prueba puede carecer de objetividad de construcción porque la elaboró el docente solo y no en
conjunto con otros. Las reuniones por asignatura o por departamento pueden ser utilizadas para
elaborar pruebas en conjunto.
Constituye un instrumento al servicio de la evaluación, por cuanto aporta información que le sirve al
educador para sustentar las acciones, tal como asignar notas, formar criterio para promover al
estudiante; mejorar la enseñanza y reorientar los procesos, de modo que se alcancen los objetivos
propuestos.