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HOMENAJE A ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ SOBRE

LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO


EL CUERVO DE EDGAR ALIAN POE*

RAMÓN XIRAU
Miembro de El Colero Nacional

1. Me da verdadero gusto celebrar nuevamente la obra de Enrique Gon­


zález Martínez, ahora en su doble versión de El cuervo. Antes que nada
debo decir que el libro que ahora tenemos entre las manos es, como ob­
jeto, como libro, francamente hermoso, lo cual se debe a los cuidados
de Salvador Elizondo, y, en lo editorial, al esfuerzo de Ediciones El
Tucán de Virginia y de El Colegio Nacional. Los libros como este dan
sabor a la lectura.
En el libro hay un excelente prólogo de Salvador Elizondo, la traduc­
ción hecha por Jorge Cuesta, de manera admirable del Tombeau d'Edgar
Alian Poe, de Mallarmé, el poema que hoy nos lleva a este comentario
The Philosophy of Compositions de Edgar Alian Poe, también de Elizondo y
las traducciones al francés a su vez aquí traducidas al castellano, de
Baudelaire y Mallarmé.
Breve introducción. Poe, y esto se revela en The Philosophy of Compo-
sitions, nunca quiso ser un poeta inspirado, un poeta "intuitivo". Es, y tal
vez aquí su modernidad, un poeta que piensa y medita parte por parte
su propia obra.
2. Esto me lleva a mostrar aunque brevemente que nada ha dejado a
la pura inspiración. El cuervo, y esto es verdad, de otros escritos de Poe,
se construye con la precisión y rigurosa consecuencia de un problema
matemático. En cuanto a la extensión de un poema, deberá tener un
límite —cosa que no sucede con el Robinson Crusoey otras novelas—. Y si
el poema ha de conducir a la contemplación de la belleza —así cree Poe
que debe ser—, hay que acentuar la importancia del tono del poema, y

* El Colegio Nacional el día 23 de junio de 1998 a las 19:00 horas, en la que partíci-
paron Salvador Elizondo, Víctor Manuel Mendiola, Collin White y Ramón Xirau.
Moderadora: Anamary Gomis.

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el tono habrá de ser el de esta "tristeza" que Pee llama "melancolía". En
cuanto al estilo lo primero que debe elegirse es el estribillo muy breve,
hasta el punto de reducirse aquí a una palabra: Nevermore. Así, el poema,
que tendrá un desarrollo de gran precisión empieza por el final, justa­
mente con esta palabra Nevermoreác "nunca jamás". Del estribillo se pasa
al contenido del poemia y, en especial porque, ave de mal agüero es
capaz de hablar. En cuanto a la melancolía remite a la muerte y, en
especial la muerte de "vina bella mujer" —tal es el caso de Leonor-—. De
ahí surge la temática del poema, la de este estudiante que oye tocar a la
ventana donde, al principio, no parece haber nadie. Digámoslo, con
Edgar Alian Poe: "Puede decirse que comienza el poema —al final
donde todas las obras de arte deben empezar—, pues fue aquí, en este
punto de preconsideraciones donde primero me puse a escribir la estro­
fa, es decir, la estrofa final del poema".
¿Cuál es el valor y cuál el peso de esta palabra estribiílo que aparece,
estrofa tras estrofa? escribe Poe: Nevermore es la respuesta final. "La pa­
labra Nevermore contiene la máxima carga concebible de dolor y deses­
peración".
Recordemos también —sin entrar aquí en detalles dado la brevedad
de estas intervenciones— la importancia también casi matemática que
Poe da a la versificación, a la vez variada y cuidadosamente equilibrada.
Resumo, con Poe, sin expresiones técnicas: los pies empleados a todo
lo largo (troqueos) consisten de una sílaba larga seguida de una corta.
El primer verso de la estrofa consiste en ocho de estos pies, el segundo
de siete y medio, el tercero de ocho y el cuarto de siete y medio, el quin­
to igual al sexto —tres y medio—. Con lo cual podemos decir que
cualquier traducción de The Raven sería imposible si quisiera ser exacta,
aun el caso de las hermosas traducciones deseadamente en prosa de
Baudeiaire y de Mallarmé. ¿Estarían influidos por esta obsesión rítmica
—buena obsesión— el repetido "érase una sombra larga" que José
Asunción Silva repite en su extraordinario Nocturno o las "ínclitas razas
ubérrimas" de Darío más inspiradas, por lo demás en tradicionales for­
mas clásicas de versificación? Recuerdo una estrofa de José Asunción
Silva:

y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos
expandía su luz blanca.
y tu sombra
fina y lánguida
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y mi sombra
por los rayos de la luna proyectadas
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban
y eran una
y eran una
y eran una sola sombra larga
y eran una sola sombra larga
y eran una sola sombra larga.

En c u a n t o a las dos g r a n d e s traducciones ñ'ancesas es p r o b a b l e q u e la


mejor, e n cuanto al r i t m o y a matíz, sea la d e Mallarmé. Empieza la ver­
sión d e Baudelaire c o n estas palabras:

Unefois, sur le minutt, pendant q u e j e meditáis, faible et fatigué, sur maint


precieux et curieux d'une doctrine oubliée.

Empieza Mallarmé:

Une fois, par un minuit lúgubre, tandis q u e j e m'apopesan-tissais faible et


fatigué, sur maint curieux et bizarra volume d' de savoit oubllé.

E d g a r Alian P o e se considera, p o r así decirlo, matemático d e la p o e ­


sía c o m o , en algún sentido, le sucede a otro a d m i r a d o r del p o e t a ameri­
cano: Paul Valery. P e r o e n q u e el p o e m a dice, p r o b a b l e m e n t e más d e lo
que el propio Poe sospechaba, cosa p o r lo d e m á s n a d a infrecuente e n
poesía.

¿Qué es, q u i é n es el cuervo?

Basta a h o r a r e c o r d a r q u e el pájaro h a sido simbólico en u n a gran va­


riedad d e culturas. El cuervo e n o r m e y longevo es signo d e perspicacia
—así c u a n d o N o é suelta el pájaro para q u e observe si la tierra está seca.
Signo curiosamente d e a m o r filial e n a l g u n a cultura d e o r i e n t e . P e r o
el cuervo d e Poe es signo d e m u e r t e , c o m o signo d e m u e r t e e r a ya e n el
Mahabarata d e la India... Sin e m b a r g o n o hay q u e e n t r a r e n simbologías.
Desde el p u n t o d e vista psicoanalítico lo hizo María B o n a p a r t e e n dos
grandes tomos, sin convencer del todo.
¿O será ambivalente el cuervo d e Poe?
P e r o pasamos a la d o b l e traducción q u e del p o e m a hizo d o n E n r i q u e
González Martínez.

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Para ver el sentido de una y otra veamos, en las dos traducciones, la
primera estrofa, no sin recordarla en inglés:
Once upon a midnight dreary, while I pondered, weak and weary,
Over many a quaint and cuirious volume of forgotten lore While I nod-
des, nearly napping, sudenly there carne a tapping. As of someone gen-
Üy rapping, rapping at my chamber door.

'Tis some visitor" I muttered- Tapping at my chamber door."

En la versión de Enrique González Martínez publicada en 1945 lee­


mos:

Una media noche lóbrega abismado en mi lectura de raros libros de


oscura y trasnochada cultura por el cansancio los ojos entornábanse ya,
cuando oí de pronto incierta, tenue llamada a mi puerta.
"Un visitante —me dije— que llamando está en mi puerta"; "esto es
solo y nada más".

Aunque algunas palabras no se traducen, las estrofas dan el "tono"


del original. En especial falta una palabra (weak) importante para el
ambiente del poema —tanto Baudelaire como Mallarme traducen por
"faible et fatigue"... En cambio los dos últimos versos de Enrique Gon­
zález Martínez se acercan —nadie podía hacerlo mejor— al ñtmo que
deseaba Poe. Por lo que toca a la versión publicada en 1892, se aleja de
ritmos, de varias palabras que están en Poe. Sin embargo —sigo con la
primera estrofa— el tono está presente y presente el ambiente. Cito:

Era la media noche. Mis ojos fatigados


de registrar volúmenes curiosos y olvidados,
De sueño y de cansancio, cerrábanse ya;
cuando, de pronto, un ruido interrumpió el reposo.
Cual si alguien a mi puerta llamar cauteloso;
Una visita, dije, "eso es y nada más".

Ciertamente esta versión, en verso clásicamente medido, funciona


como un poema muy ligado a los versos de Poe, pero, al mismo tiempo
en lo literal queda alejado del poema original. En pocas palabras, como
traducción, prefiero la primera. Se ajusta mucho más a Raven y resulta, a
pesar de forzosamente tener que eliminar palabras, —o alguna vez de
añadir alguna—, más fiel y, probablemente mejor poema en castellano.

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En mi discurso de ingreso a El Colegio Nacional (1973) donde me
recibió Octavio Paz quise celebrar a Enrique González Martínez junto a
Alfonso Reyes y a José J u a n Tablada. Hoy recuerdo nuevamente la
poesía de don Enrique, tal vez menos leído de lo que debería ser. Por
otro lado releer a Poe me ha refrescado a mis apasionadas lecturas de
los cuentos del poeta de Baltimore.
Gracias sean dadas a don Enrique González Martínez.

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