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Yentzen, Eduardo - Idries Shah, El Gran Maestro Sufí
Yentzen, Eduardo - Idries Shah, El Gran Maestro Sufí
Idries Shah
El Gran Maestro Sufí Contemporáneo
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Autor: Eduardo Yentzen
...
Si osáramos afirmar que la vida de Idries Shah es una gran fábula, inventada del
principio al fin por Mulla Nasrudin, ¿acaso estaríamos falseando la verdad?, ¿O
nos situaríamos, por el contrario, en el centro de la tradición sufi,
permitiendo – en el mismo acto, por un momento – que nosotros queridos lectores
no supieran cuál es el real valor de verdad de aquella realidad que tomamos como
verdadera?
Sin embargo, Idries Shah es real. Tal real y tan contemporáneo que sólo en el
reciente 23 de noviembre de 1996 el mundo debió llorar su muerte. ¿Y quién es
Nasrudin? El es una ficción sufi; Un personaje legendario que habría sido
inventado por los derviches, si bien nadie se resigna a creerlo definitivamente.
Su nombre completo es Mulla Nasrudin, aunque también le llaman Mulaj Nassr
Eddin. Desconocido para Occidente, Idries Shah nos lo presentó en sus libros,
dándose con ello a conocer a sí mismo. Por medio de ambos, el sufismo se ha ido
expandiendo en este lado del planeta.
Los relatos sobre Nasrudin se cuentan por cientos, y narrados en las tertulias
de las caravanas, en los hogares y aún – en este frenético fin de milenio- en
programas radiales a lo largo de y a lo ancho de todo el Asia. Quien los narra
entretiene efectivamente a su auditorio porque, en un nivel superficial, las
historias tienen siempre un carácter humorístico; pero también contiene un
segundo nivel de lectura más profundo, que tiende un puente, como dice el mismo
Idries Shah en su libro Los sufis, "entre la vida mundana y una transmutación de
la conciencia, de una forma que ninguna literatura ha sido capaz de alcanzar".
Del mismo modo que Nasrudin, Idries Shah enseñó a través del arte de las
narraciones.
Su enseñanza fue su contar, y su vivir fue su encarnar la tradición sufi en toda
su expresión. Shah introdujo el sufismo en el Occidente contemporáneo, aportando
con ello las esperanzas de renacimiento de nuestra época la sabiduría de esta
milenaria tradición espiritual.
La tradición sufi ha envuelto siempre en el misterio a Nasrudin, manteniéndolo
en el limbo entre origen histórico y uno ficticio. Los eruditos de todos los
tiempos – contra cuya pedantería este personaje siempre afila sus dardos- se han
devanado los sesos tratando, infructuosamente, de descifrar las trazas de su
origen.
Relata Idries Shah que un intelectual contemporáneo visitó a un derviche para
solicitarle alguna pista que le permitiera demostrar finalmente la condición de
personaje histórico de Nasrudin, a lo que recibió esta respuesta: "Podría usted
soltar una araña sobre un charco de tinta, y observar las marcas que va dejando
al salir. Esto quizás le daría una fecha exacta o algún otro indicio."
Pero eso, sobre todo, la gente del pueblo la que se ha encargado de darle vida a
este personaje, llegando a crearle una biografía, y aún a consignarle un lugar a
la tumba donde reposarían sus restos.
Para conocer los datos ciertos de la vida de Shah no se hace necesario recurrir
a las patas entintadas de una araña; basta con digitar su nombre en la pantalla
y bajar una pagina de Internet, para establecer su nacimiento en Simla, India,
el 16 de junio de 1924.
Y si seguimos recorriendo con la mirada la pantalla de nuestro computador, en
esta verdadera locura de coexistencia de mil tiempos distintos que nos trae este
fin de siglo, descubriremos cómo la tecnología más moderna pone ante nuestros
ojos la imagen de un maestro arraigado a las fuentes más ancestrales de la vida.
Nacido en el seno de una familia hashemita, su árbol genealógico y títulos
–confirmados y acreditados en 1970 por doctores de la ley del Islam- lo
vinculan, y nos remontan, al propio profeta Mahoma.
Y los cruces continúan, pues su madre era occidental: escocesa, aunque ya hemos
aprendido a no asombrarnos de esta confluencia entre la India e Inglaterra, que
se ha hecho patente en las vidas de tantos maestros espirituales contemporáneos
que hemos leído en estas paginas. En Gran Bretaña conoció al padre de Idries
Shah, el escritor y respetado pensador Sirdar Ikbal Ali Shah, quien a la sazón
estudiaba medicina en Edimburgo. Este especial matrimonio se fue a vivir a las
tierras altas de Afganistán, en Pagham, residencia tradicional de la familia
paterna, lugar donde nació Idries.
Tal como su padre antes, se sintió en casa tanto en Oriente como en Occidente.
Fue educado por tutores privados europeos y del Oriente medio, y también se
formó en extensas travesías y múltiples encuentros con personas de enseñanza, lo
que caracteriza el método sufi de educación y desarrollo. Vivió gran parte de su
vida en Inglaterra, cerca de Tumbridge Wells. Cursó estudios durante una breve
temporada en el Saint Catherine s College, de Oxford, y asumió las maneras de un
típico británico. Se casó con Cynthia (Kashfi) Kabraji en 1958, a sus 34 años, y
de este matrimonio nacieron un hijo y dos hijas.
Paciencia de Sufi
Los sufis han dicho que les tomó 800 años de trabajos preparatorios conseguir
que el Islam los aceptara. Esto pone de manifiesto, como mínimo, que poseen una
mirada de largo plazo sobre los procesos del desarrollo de la espiritualidad
humana.
Paradójicamente, al final de este proceso, es el islamismo el que proclama al
sufismo como algo de su propiedad, refiriéndose a él como una secta islámica
mística. Los sufis no se dedican a polemizar sobre este tipo de afirmaciones,
pero, ¿puede sostenerse una interpretación como esa cuando el sufismo –aún con
mayor paciencia- se "ofrece" a Occidente sin revestirse al "Islamismo"?
Surge entonces la validez de la postura sufi, y con ello la interpretación de
los hechos que consigna que en ciertas épocas las escuelas espirituales ofrecen
su sabiduría a las culturas o religiones que estén dispuestas a escucharlas, o
bien aportan el material que da finalmente nacimiento a una nueva religión.
Shah dice que cualquier reaparición del sufismo ocurre siempre con los ropajes
de las culturas en donde busca sembrar; en su forma nunca será algo exótico o
extravagante para ese mundo, para evitar así el rechazo, y favorecer así a que
las personas lleguen a su esencia.
A esta "penetración" ha contribuido desde siempre Nasrudin. Tanto impacta la
sabiduría popular llena de ironía de este personaje, que diversas culturas lo
han acogido sin saber que dejan entrar un verdadero "caballo de Troya" de una
propuesta mística espiritual. Como ejemplos pintorescos de esta penetración, la
Sociedad Británica para la Promoción del Conocimiento Cristiano publicó un libro
con vario de sus relatos, y el gobierno ruso realizó una película llamada las
aventuras de Nasrudin, incluso los griegos, que son reacios a incorporar
elementos de la civilización árabe, aceptan a Nasrudin como parte de su herencia
cultural.
Y más aún, se dio la paradoja de que el Ministerio de Información de Turquía
publicó una selección de chistes de este supuesto predicador musulmán arquetipo
del místico sufi, al mismo tiempo que por ley disolvía las ordenes de derviches,
los iniciados de la corriente esotérica que creó a Nasrudin.
Apaleando a Occidente
Hacia 1964, habiendo cumplido Shah cuarenta años, dio a luz el libro Los sufis,
que marcaría un hito, tanto en su presencia pública como en el conocimiento de
Occidente sobre esta escuela milenaria. Todo lo divulgado anteriormente había
sido escrito por estudiosos, escolásticos, en dos palabras, por no-sufis. A poco
andar este libro se convirtió en un clásico, pues se reconoció en él la
presencia de una tradición mística genuina.
Ante la pregunta que le formuló un estudiante acerca de otro de sus libros, La
sabiduría de los idiotas, Shah afirmó que la fraternidad sufi sostiene tres
cosas: que la enseñanza sufi conduce a un reino de iluminación humana superior;
que aunque su enseñanza cambie en sus formas exteriores, el sufismo ha existido
siempre; y que la finalidad de la enseñanza es provocar experiencias que
conduzcan a un conocimiento elevado.
Más aún, agregaba que los sufis postulan que todo aquello que proclamamos como
logros de Occidente forma parte del conocimiento sufi desde siglos atrás: las
teorías sobre la evolución, por ejemplo, o el poder contenido en el átomo. Sin
contar que los conceptos psicológicos y sociológicos de esta tradición están muy
por delante de su respectivo conocimiento occidental, al punto que Shah se
solazaba en llamar "ciencias infantiles" a nuestra antropología y psicología.
Ilustraba esto último afirmando que las enseñanzas de Freud y Jung debían ser
rastreadas en Al Ghazzali e Ibn El Arab, quienes vivieron en el siglo XII,
habiendo el primero escrito bastante sobre el tema del condicionamiento.
Doris Lessing, en su introducción al libro Aprender a aprender, de Shah, agrega
agua al molino afirmando que nuestros contemporáneos afirman con toda facilidad
y rapidez que todos estamos condicionados, pero no se toma mucho la molestia en
averiguar cómo. Menos aún, de intentar escapar de sus mecanismos. Ella, que
durante más de treinta años siguió las enseñanzas sufis, no duda en decir que
ellos, desde su conocimiento, nos ven como "retrasados, bárbaros, faltos de
elementos e información, primitivos...". A pesar de ello, Shah, con gran
experiencia, se dedicó durante muchos años a responder a las miles de cartas que
le llegaban, aunque anhelaba siempre recibir preguntas más instruidas, más
complejas y basadas en una mayor autocomprensión. En Aprender a aprender
–justamente una compilación y selección de su nutrida correspondencia- aparece,
en medio de su paciencia, esta condescendiente mirada sufi a nuestros
contemporáneos. Dice así: "Después de escuchar a algunos cientos de personas que
explican cómo se sienten, y después de leer algunas docenas de cartas de
buscadores, hasta una maquina vería con seguridad el esquema de suposiciones
triviales con que trabajaban, incluso los más apasionados", y refiriéndose luego
al creciente interés en ciertos círculos por la creación de grupos de trabajo
personal, afirma lapidario que "los que no tienen cabeza para leer libros, se
excitan por el contacto personal".
Más descarnado aún es un cuento que solía contar Shah, y que asegura que es de
relato común de la India. Trata de un estudiante indio en EE.UU., quien oyó de
un compatriota suyo que enseñaba espiritualidad hindú a occidentales. Estaba
establecido allí, pero pasaba la mayor parte de su tiempo en su ashram cerca de
Delhi. El joven estudiante, de regreso a la India, buscó al gurú para
convertirse en su discípulo, pero el asistente del gurú le señaló que sólo
aceptaban a Europeos y norteamericanos. El joven, estupefacto, le señala que los
días de discriminación colonialista habían pasado. Entonces, aparece el propio
gurú quien le explica cálidamente que se trataba de otra cosa: "¿Has visto
realmente a la espantosa gente que quiere beber en profundidad la espiritualidad
hindú? Estoy tratando de proteger a mi país de ellos".
Información
La revista Uno Mismo se publica en Argentina, América del Sur, y constituye un verdadero
clásico
en temas de autoconocimiento. En sus largos años de vida, nos fue regalando aqui y allá
con notas verdaderamente antológicas sobre trabajo interno y temas relacionados.
El artículo publicado aquí, pertenece a una serie sobre líderes espirituales, demostrando en
este ejemplo una
excelente idea editorial, y un nivel equivalente en el investigador que escribe la nota.