Musica de La Vida Inayat Khan

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La Música
de la vida
HAZRAT INAYAT KHAN
Traducción: Fernando Díez

Colección Blanca nº 12
Título: La música de la vida
Reimpreso de:
El mensaje sufí de Hazrat Inayat Khan
Traducción de Fernando Díez
4ª edición, 2017
© Mandala ediciones, 2017
www.mandalaediciones.com
ISBN 978-84-16765-232
d. legal: M-1006-2001
Diseño de la colección: Reiko
Impreso en España
en papel ecológico

La Música de la Vida
HAZRAT INAYAT KHAN
Traducción
Fernando Díez

El sufí Inayat Khan nació en Baroda en el seno de
una familia de músicos.
Después de alcanzar la reputación de maestro
en el arte de la música a una edad temprana,
trabajó por el resurgimiento del interés en la
heredad espiritual de la música india.
Recibió la iniciación de su maestro sufí y fue
preparado en las cuatro escuelas principales de
sufismo indio: Chisti, Naqshbandi, Qadiri y
Suhrawardi.
Cuando el aprendizaje llegó a su fin dejó la India
para dirigirse a Occidente. Allí dio conferencias
y viajó por toda Europa y América para acabar
fundando el Movimiento Internacional Sufí.
Sus escritos han transformado las vidas de
muchas de las personas que comprendieron
la amplitud y totalidad de su visión y fueron
inspirados por su respeto hacia todos los ideales
humanos.

1
Música
MUSICA, la palabra que utilizamos en nuestro lenguaje

cotidiano, no es otra cosa que la imagen de nuestro Amado, y es
por esta razón por la cual amamos la música. Pero la cuestión es la
siguiente, ¿que es y donde está nuestro Amado? Nuestro Amado
es aquello que representa nuestro origen y nuestra meta; y lo que
vemos del Amado con los ojos físicos es la belleza que se nos mues-
tra alrededor; y la parte de nuestro Amado no mostrada a nuestros
ojos es aquella forma interior de belleza de la cual él nos habla. Si
escucháramos la voz de toda la belleza que nos atrae en cualquier
forma, encontraríamos como en todos sus aspectos ella nos cuenta
que detrás de toda manifestación está el Espíritu Perfecto, el espí-
ritu de la sabiduría.
¿Que es lo que captamos como expresión principal de la
vida en la belleza que observamos en torno nuestro? Se trata del
movimiento. En las lineas, en los colores, en los cambios de las esta-
ciones, en el ascenso y descenso de las olas y mareas, en el viento,
en la tormenta, en toda la belleza de la naturaleza hay un constante
movimiento. Es el movimiento lo que ha originado el día y la noche,
y el cambio de las estaciones; y este movimiento nos ha proporcio-
nado la comprensión de lo que llamamos tiempo. No habría tiempo
de otra manera, porque realmente sólo existe la eternidad; y esto
nos enseña que todo lo que amamos y admiramos, observamos y
entendemos, es la vida escondida detrás; y esta vida es nuestro ser.
la musica de la vida

Se debe solamente a nuestras limitaciones el que no vea-
mos el ser entero de Dios; sin embargo, todo lo que amamos en
color, trazo, forma o personalidad, pertenece a la belleza real, al
Amado de todos. Cuando encontramos lo que nos atrae de esta
belleza que vemos en todas las formas, entendemos que ello es pre-
cisamente su movimiento; en otras palabras la música. Todas las
formas de la naturaleza, como por ejemplo las flores, están perfec-
tamente formadas y coloreadas; los planetas y las estrellas, la tierra,
todo da la idea de armonía, de música. Toda la naturaleza respira;
no solamente las criaturas vivientes, sino toda la naturaleza; y es
solamente nuestra tendencia a comparar aquello que parece vivo
con lo que no lo parece tanto lo que nos hace olvidar que todos los
seres y las cosas viven una vida perfecta. Y la señal de vida dada por
esta belleza viviente es la música.
¿Que hace danzar al alma del poeta? La música. ¿Que hace
que el pintor elabore hermosos cuadros y el músico cante bellas
canciones? Es la inspiración que la belleza otorga. Por consiguiente,
el sufí ha denominado saki a esta belleza, al dador divino que pro-
porciona el vino de la vida a todos. ¿Cual es el vino del sufí? La
belleza en la forma, en las líneas, en los colores, en la imaginación,
en los sentimientos, en las maneras; en todo esto él ve la belleza una.
Todas estas diferentes formas son parte del espíritu de la belleza
que se encuentra en la vida detrás de ellas, la continua bendición.
En respecto a lo que llamamos música en el lenguaje coti-
diano, para mi, la arquitectura es música, la jardinería es música,
el laboreo del campo es música, la pintura es música, la poesía es
música. En todas las ocupaciones de la vida en las que la belleza
ha sido la inspiración, en las que el vino divino ha sido vertido, hay
música. Entre todos los diferentes artes, el de la música ha sido
considerado especialmente divino, ello se debe a que es la minia-
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tura exacta de la ley que funciona a través de todo el universo. Por
ejemplo, si nos estudiamos a nosotros mismos, encontramos que
los latidos y el pulso del corazón, la inhalación y exhalación de la
respiración, todo ello es resultado de un ritmo. La vida depende del
funcionamiento rítmico de todo el mecanismo del cuerpo. La res-
piración se manifiesta como voz, como palabra, como sonido; y el
sonido es continuamente audible, tanto el interior como el exterior.
Eso es la música; y ello nos enseña que la música existe tanto dentro
como fuera de nosotros.
La música no solamente inspira el alma de los grandes
músico, sino también a todos los niños. En el mismo instante en
que llegan al mundo comienzan a mover sus pequeños brazos y
piernas con el ritmo de la música. Por tanto no resulta una exage-
ración decir que la música es el lenguaje de la belleza; el lenguaje de
aquel Uno a quien todos los seres aman. Cuando uno comprende
esto y reconoce a la perfección de toda belleza como Dios, nuestro
Amado, se entiende porque la música que experimentamos en el
arte y en todo el universo debe ser llamado Arte Divino.
Mucha gente toma la música como una fuente de entrete-
nimiento, como un pasatiempo. Para muchos la música es un arte
y el músico un animador. A pesar de ello, nadie que haya vivido
en este mundo, y haya pensado y sentido, ha podido dejar de con-
siderar a la música como el arte más sagrado de todos, porque de
hecho es aquello que el arte de pintar no puede sugerir claramente
y la poesía tiene que explicar con palabras. Aquello que incluso el
poeta tiene dificultad en expresar con su poesía, se puede expresar
con música. Con esto no solamente quiero decir que la música es
superior al arte1 y a la poesía, sino que de hecho supera a la religión;
porque la música eleva el alma del hombre más allá que las llama-
das formas externas de religión.

Con esto no quiero que se entienda que la música pueda
tomar la posición de la religión; todas las almas no están necesa-
riamente afinadas con ese tono en el cual pueden beneficiarse
realmente de la música, no son tampoco todas las músicas necesa-
riamente tan excelsas que puedan elevar el alma de la persona que
las escucha más allá de donde les lleva la religión. Sin embargo, para
aquellos que siguen el camino del culto interior, la música es esen-
cial en su desarrollo espiritual. La razón es que el alma del buscador
ansía por el Dios sin forma. Sin lugar a dudas el arte eleva, lo que
no quita que al mismo tiempo mantenga la forma; la poesía tiene
palabras, nombres, todos sugerentes de formas; solo la música tiene
belleza, poder, encanto y al mismo tiempo la capacidad de elevar el
alma más allá de la forma.
Estas son las razones por las cuales en los tiempos antiguos
los más grandes de los profetas fueran a su vez grandes músicos.
Entre los profetas hindús encontramos a Narada, que al mismo
tiempo que profeta era músico, y a Shiva, el profeta semejante a
Dios que fue el inventor de la vina. A Krishna, también, siempre se
le representa con su flauta.
Hay una leyenda muy conocida sobre la vida de Moisés.
Cuenta que Moisés, estando en el Monte Sinaí, escuchó una orden
divina que le decía: Muse ke, Moisés escucha; la revelación que
así le llegó estaba cargada de tono y ritmo, y Moisés la denominó
con el mismo nombre, música; y así es como se supone que se ori-
ginó la palabra música. Los cantos y salmos de David se conocen
desde siempre; su mensaje era transmitido en la forma de música.
El Orfeo de la leyenda griega, el conocedor del misterio del tono y
el ritmo, tenía, debido a este conocimiento, poder sobre las fuerzas
ocultas de la naturaleza. Saraswati, la diosa hindú de la belleza y del
conocimiento, siempre se representa con una vina. ¿Que es lo que
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todo esto sugiere?, pues que toda armonía tiene en su esencia a la
música. Además del encanto natural que la música posee, también
tiene un atractivo mágico que puede ser experimentado incluso
ahora. Parece como si la raza humana hubiera perdido una buena
parte de la ciencia de la magia, pero si algo quedara de ella sería
precisamente la música.
La música, además de poder, es intoxicación. Si es capaz
de embriagar a aquellos que la escuchan, ¡cuanto más impactará a
aquellos que la tocan o cantan¡. ¡Y cuanto más intoxicará a aquellos
que han tocado la perfección de la música y han meditado sobre
ello durante años y años¡ Ello les procura un gozo y una exaltación
mayor, incluso, que la experimentada por un rey en su trono.
De acuerdo con los pensadores orientales existen cinco
tipos diferentes de intoxicación: la de la belleza, la juventud y la for-
taleza, después está la intoxicación de las riquezas; la tercera es la
del poder, dar órdenes y dirigir; la cuarta variedad de intoxicación
es la de aprender, el conocimiento. Sin embargo, todas estas cuatro
intoxicaciones se difuminan en la presencia de la música como si
fueran estrellas delante del sol. La razón es que la música toca la
parte más profunda del ser del hombre. La música llega más lejos
que cualquier otra impresión procedente del mundo exterior. La
belleza de la música consiste en que es tanto la fuente de toda crea-
ción como el medio para absorberla. En otras palabras, el mundo
fue creado con música, y por la música será reabsorbido de nuevo
en la fuente que lo originó.
En nuestro mundo científico y material observamos
un ejemplo similar. Antes de que una máquina o un mecanismo
comience a funcionar debe hacer primero un ruido. Primero se
hace audible y luego muestra su vida. Lo podemos ver en un barco,
un aeroplano, un automóvil. Esta idea pertenece al misticismo del
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sonido. Antes de que un niño sea capaz de admirar el color o la
forma ya disfruta del sonido. Si existe un arte que realmente pueda
agradar a la persona de edad, es la música. Si hay algún arte que
pueda recargar a la juventud con vida y entusiasmo, emoción y
pasión, es la música. Si existe un arte con el cual una persona pueda
expresar totalmente sus sentimientos y emociones, es la música. Al
mismo tiempo es algo que confiere al hombre la fuerza y el poder
de la actividad, la que hace que el soldado marche con el repiqueteo
del tambor y el sonido de la trompeta. En las tradiciones del pasado
se dice que en el Ultimo Día habrá un sonido de trompetas anun-
ciando la llegada del fin del mundo. Esto muestra como la música
está conectada con el comienzo de la creación, con su continuidad
y con su fin.
Los místicos de todos los tiempos han amado la música
más que a nada. En casi todos los círculos del culto interior, en cual-
quier parte de la tierra, la música parece ser el centro del culto y
de las ceremonias. Y aquellos que alcanzan la paz perfecta llamada
nirvana, o en el lenguaje de los hindús, el shamadi, lo consiguen más
fácilmente por medio de la música. Por tanto, los sufís, especial-
mente los de la antigua escuela Chishti, toman a la música como
fuente para sus meditaciones; y meditando así obtienen mucho más
beneficio que aquellos que la practican sin la ayuda de la música.
El efecto que experimentan es el despliegue del alma, la apertura
de las facultades intuitivas; y su corazón, por expresarlo de alguna
manera, se abre a toda la belleza interior y exterior, elevándolos,
y al mismo tiempo trayéndoles la perfección por la que toda alma
ansía.
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2
La música de las esferas
Con este título no trato de alimentar ninguna superstición,

ni ninguna idea que pueda atraer a la gente desde una perspectiva
basada en la curiosidad. Mi propósito es dirigir la atención de
aquellos que buscan la verdad hacia la ley de la música, la cual está
funcionando a través de todo el universo, y que, con otras palabras,
puede ser llamada la ley de la vida, aquella que proporciona el sen-
tido de la proporción, la ley de la armonía, la ley que suministra el
equilibrio, la ley escondida detrás de todos los aspectos de la vida;
aquella que mantiene el universo intacto y desarrolla el destino de
la totalidad, cumpliendo así su propósito.
Existe mucha gente que busca prodigios. ¡Si simplemente
fuera uno capaz de observar cuantos prodigios nos rodean en este
mundo, que es todo fenómeno¡. Cuanto más profundo mira uno
hacia el interior de la vida más se abre esta a nuestra contemplación,
y cada momento de la vida se llena de prodigios y de esplendor.
Lo que llamamos música en nuestro lenguaje cotidiano es
solamente una miniatura que nuestra inteligencia ha captado de esa
música y armonía que invade todo el universo y que trabaja detrás de
las cosas, fuente y origen de la naturaleza. Se debe a esto que los sabios
de todos los tiempos hayan considerado a la música un arte sagrado.
Porque en la música el buscador puede contemplar la imagen de todo
el universo; y el sabio puede interpretar el secreto y la naturaleza del
funcionamiento del universo en el reino de la música.
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No es esta una nueva idea, aunque al mismo tiempo siem-
pre lo parezca. Porque nada es tan antiguo como la verdad, ni tan
nuevo al mismo tiempo. Es el deseo del hombre buscar algo tradi-
cional, algo original y algo nuevo; todas estas tendencias pueden ser
satisfechas con el conocimiento de la verdad.
Todas las religiones han pensado que el origen del universo
es el sonido, aunque no cabe duda de que la manera en que utili-
zamos este vocablo en nuestro lenguaje cotidiano no es más que
una limitación de ese sonido sugerido por las escrituras. El lenguaje
trata con objetos comparativos, y aquello que no puede ser com-
parado no tiene nombre. La verdad es aquello de lo que nunca se
puede hablar; y lo que los sabios de todos los tiempos han hablado
es lo que buenamente han conseguido expresar con su mejor volun-
tad, por muy poco que ello fuera.
La música del universo es el fondo de esa pequeña ima-
gen que denominamos música. Nuestra apreciación de la música,
nuestra atracción hacia ella, prueba que hay música en lo profundo
de nuestro ser. La música está detrás del funcionamiento de todo
el universo. La música no es sólo el objeto más importante de la
vida, sino la vida misma. Hafiz, el gran y extraordinario poeta
sufí de Persia decía, «Muchos creen que la vida entró en el cuerpo
humano con la ayuda de la música, pero la verdad es que la misma
vida es música». ¿Que es lo que le hizo decir esto? El se refería a una
leyenda que existe en Oriente y que cuenta como Dios hizo una
estatua de barro a su propia imagen, y ordenó al alma que pene-
trara en ella; sin embargo, el alma se negó a ser encarcelada ya que
su naturaleza era volar libremente alrededor sin estar limitada a
ningún tipo de capacidad. Finalmente el alma no quiso entrar en
su prisión. Y entonces Dios pidió a los ángeles que entonaran su
música; mientras los ángeles tocaban el alma entró en éxtasis, y a
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l a m u s ic a de l a s e s f e r a s

través del éxtasis y para conseguir oir la música más claramente
entró en el cuerpo. Y cuentan que Hafiz dijo, «la gente cree que el
alma, al escuchar la canción, entró en el cuerpo; pero en realidad
ocurrió que la misma alma era canción».
Se trata de una hermosa leyenda, y mucho más lo es el mis-
terio que encierra. La interpretación de esta leyenda nos explica
dos grandes leyes. Una es, que la naturaleza del alma es la libertad.
Para el alma toda la tragedia de la vida es la ausencia de esa libertad
que pertenece a su naturaleza original; el siguiente misterio de la
leyenda nos revela que la única razón por la que el alma ha pene-
trado en este cuerpo de barro y materia ha sido para experimentar
la música de la vida y hacerla más clara a si misma. Cuando suma-
mos estos dos grandes misterios surge a nuestra mente un tercero,
uno que es el misterio de los misterios: la parte ilimitada de noso-
tros se hace limitada y apegada a la tierra con el propósito de hacer
esta vida, la vida exterior, más inteligible.
Por tanto hay una pérdida y una ganancia. La pérdida es la
entrega de la libertad, y la ganancia la experiencia de la vida, que se
adquiere plenamente con la entrada en esta limitada existencia que
llamamos vida individual.
Lo que nos atrae hacia la música es que todo nuestro ser es
música; nuestra mente y nuestro cuerpo, la naturaleza en la que vivi-
mos, la naturaleza que nos ha hecho, todo lo que está debajo y a nuestro
alrededor, todo ello es música; estamos cercanos a la música, vivimos, nos
movemos y tenemos nuestro ser en ella.
Por tanto, la música nos interesa, atrae nuestra atención y
nos proporciona placer, porque ello se corresponde con el ritmo y el
tono que hace que el mecanismo de todo nuestro ser se mantenga
intacto. Lo que nos agrada de cualquier arte, ya sea dibujo, pintura,
talla, arquitectura, escultura o poesía, es la armonía detrás de ellos,
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su música. Lo que la poesía nos sugiere es música, en el ritmo de
sus versos o en la armonía de las ideas y frases. Además de esto,
en la pintura y en el dibujo es nuestro sentido de la proporción y
nuestro sentido de la armonía lo que nos da el placer que consegui-
mos al admirar el arte. Lo que nos llama la atención al estar cerca
de la naturaleza es su música, y la música de la naturaleza es más
perfecta que la creada por el artista. El vagar por los bosques nos
proporciona un sentimiento de exaltación, como contemplar todo
su verdor o estar al lado de un arroyo, que tiene su ritmo, su tono
y su armonía. El balanceo de las ramas en los árboles, el ascenso y
descenso de las olas, todo tiene su música. Y una vez contemplada
la naturaleza y armonizados con ella nuestro corazón se abre a su
música.
Solemos decir que disfrutamos de la naturaleza. ¿Pero que
es lo que en verdad disfrutamos de ella? Es la música. Algo en noso-
tros se siente conmovido por el movimiento rítmico, por la perfecta
armonía que tan pocas veces se encuentra en este artificial mundo
nuestro; ello le eleva a uno y le hace sentir que la naturaleza es el
verdadero templo, la auténtica religión. Un momento de perma-
nencia en medio de la naturaleza con el corazón abierto puede ser
como toda una vida, si es que uno está afinado con la naturaleza.
Cuando se mira al cosmos, al movimiento de las estrellas y
planetas, a las leyes de la vibración y el ritmo, perfectas e inamovibles,
comprendemos que el sistema cósmico está funcionando por la ley
de la música, la ley de la armonía; y cuando falta esa armonía cós-
mica en cualquier forma sucede que el desastre llega al mundo en su
debida proporción, y su influencia se observa en las muchas fuerzas
destructivas que se manifiestan. Toda la ley astrológica y la ciencia de
la magia, con su misticismo detrás, están basados en la música.
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La vida entera de las almas más iluminadas, tales como los
grandes profetas de la India, ha sido la música. Desde la música en
miniatura que entendemos, solían expander todo el universo de la
música, y de esa manera eran capaces de inspirase. Aquel que recibe
la clave del funcionamiento de la vida es quien se hace intuitivo,
es aquel que posee la inspiración. Es aquel a quien la revelación se
manifiesta, porque entonces su lenguaje se ha convertido en música.
Cada persona que se acerca a nosotros, cada objeto que vemos, todo
es revelador. ¿De que manera? Todo nos dice su carácter, naturaleza
y secretos. Cada persona nos dice su pasado, presente y futuro. ¿De
que manera?. Cada persona nos explica todo lo que contiene. ¿De
que forma? En forma de música, si es que somos capaces de oirla.
Existe otro lenguaje: el del ritmo y el tono. Nosotros lo
oímos, pero no lo oímos con los sentidos externos. Una persona ama-
ble denota armonía en su voz, en sus palabras, en sus movimientos
y maneras. Una persona hostil está siempre mostrando su carencia
de armonía, si es que uno es capaz de verlo, en sus movimientos, en
su mirada y expresión, en sus maneras, en todas las cosas. Yo tenía
un amigo en la India que solía enfadarse muy fácilmente. Algunas
veces, cuando me visitaba, yo le decía, «¿estás enfadado hoy?». Y él
me preguntaba, «¿como sabes que estoy enfadado?», a lo que yo le
respondía, «tu turbante me lo dice, la deficiente manera en que te
lo has colocado muestra tu desequilibrio».
Todas nuestras acciones muestran en que nivel de armonía
estamos. Hay muchas cosas que uno puede percibir en la escritura,
pero lo más importante de ella es el tipo de armonía de sus curvas.
Porque te dicen con que humor están escritas. La caligrafía nos dice
muchas cosas, el grado de evolución de la persona, su actitud hacia
la vida, su carácter y el temperamento con el que se ha escrito. No
se necesita leer una carta entera, solamente hay que ver la caligrafía.
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Porque los lineas y las curvas nos dirán si esa persona tiene armonía
o no, si es que uno es capaz de observarlo.
En todos los seres se puede comprobar esto, y si uno mira
con profundidad en la naturaleza de las cosas se puede interpretar
incluso en un árbol. De acuerdo con el tipo de fruto o de flor que el
árbol produce se puede descubrir que tipo de música está interpre-
tando.
De la actitud de una persona se puede comprobar ense-
guida si es un amigo; o si acabará finalmente siendo un enemigo.
Pero no se necesita esperar hasta el final; con la primera mirada se
puede adivinar si esa persona es amistosa, porque todas las perso-
nas son música, música perpetua, funcionando día y noche; y las
facultades intuitivas pueden escuchar esa música. A eso se debe el
que una persona nos resulte repelente y otra atractiva. Es la música
que expresa; toda su atmósfera está cargada de ella.
Se cuenta una historia acerca de Omar, el famoso califa
de Arabia. Alguien que quería dañarle le estaba buscando, y había
oído decir que Omar nunca vivía en palacios a pesar de ser un rey;
que solía pasar la mayor parte de su tiempo con la naturaleza. El
hombre se mostró encantado de saberlo ya que así tendría muchas
oportunidades de cumplir su objetivo. Cuanto más se iba acercando
al lugar en el que Omar estaba sentado más cambiaba su actitud;
hasta que al final dejo caer la daga que llevaba en su mano y dijo,
«no puedo hacerte daño. Dime cual es el poder que me impide
cumplir el objetivo que me ha traído hasta aquí». A lo que Omar
respondió, «mi unificación con Dios».
¿Que es lo que quiso decir Omar con esa frase?, quería
expresar su afinamiento con el infinito, el estar en armonía con
todo el universo. En otras palabras, Omar era el receptáculo de la
música del cosmos.
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El gran atractivo desarrollado por los santos en todas las
épocas ha sido su sensibilidad a la música de todo el ser. Ese fue el
secreto del poder hacerse amigos de los peores enemigos. No obs-
tante, este poder no es exclusivo de los santos. Porque se manifiesta
en todos los seres en un mayor o menor grado. Todo el mundo
muestra armonía o desequilibrio de acuerdo con la manera en que
se abre a la música del universo. Cuanto más abierto se está a lo que
es hermoso y armónico más se afina la vida con la armonía univer-
sal, y más amistosa será la actitud hacia todos los que nos rodean,
con lo que nuestra misma atmósfera creará música a nuestro alre-
dedor.
La diferencia entre el punto de vista espiritual y el mate-
rialista es que este último ve a la materia como causa primera, y
considera que la inteligencia y la belleza evolucionaron desde ella.
Desde el punto de vista espiritual se contempla a la inteligencia
y a la belleza como anteriores; y de ellas surge todo lo que existe.
Desde el punto de vista espiritual consideramos que lo último es lo
mismo que lo primero; y por tanto, en la esencia de este ser com-
pleto, y como sustento de todo lo que existe, se encuentra la música.
Cualquiera puede comprender que en la esencia de la semilla de la
rosa tiene que estar la misma rosa, su fragancia, forma y belleza; y
aunque al final no llegue a manifestarse en cualquier caso está allí.
Aquel que se afina a si mismo, no solamente a lo exterior sino al
ser interior y al fundamento de las cosas, adquiere una visión de la
esencia de la totalidad; y por tanto es capaz de disfrutar en la semi-
lla la misma fragancia y belleza que le deleitaba en la rosa.
El mayor error de esta época es que la actividad se ha
incrementado en tal medida que a uno le queda muy poco margen
para el reposo en la vida cotidiana. Y el reposo es el secreto de toda
contemplación y meditación, el secreto de como afinarse con ese
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aspecto de la vida que es esencia de todas las cosas. Cuando uno
no está acostumbrado al reposo no sabe lo que se encuentra detrás
de su ser. Y para experimentar esta situación hay que preparar pri-
mero el cuerpo y la mente por medio de la purificación; si uno afina
sus sentidos es capaz también de afinar la propia alma con el Ser
Total,
Parece complejo, y sin embargo es sencillo. Cuando uno
está abierto en la vida al amigo de confianza se llega a conocerle
mucho mejor; es sólo cuestión de abrir el corazón, de compenetrarse
con él. Sabemos sus faltas y sus méritos, pero también sabemos
como experimentar y disfrutar la amistad. Donde hay odio, pre-
juicio y amargura se pierde la capacidad de entendimiento. Cuanto
más profunda es una persona más amigos tiene. Es la pequeñez,
la mezquindad y la falta de desarrollo espiritual lo que hace a una
persona exclusiva, distante y ajena a los demás. Se siente superior,
más grande, mejor que los otros; y así se pierde la actitud amistosa.
De esta manera se separa de los demás, y allí encuentra su tragedia.
Esta persona nunca es feliz. El feliz es aquel que está dispuesto a ser
amable con todos. Su apariencia en la vida es amistosa. Y no sola-
mente es amigo de la gente, sino de los objetos y del entorno.
Es por medio de esta actitud amistosa como el ser humano
expande y rompe los muros que le mantienen encarcelado; y
derrumbando estas murallas experimenta la comunión con el
absoluto. Esta unión con el absoluto se manifiesta como la música
de las esferas; y ese ser humano lo experimenta en todos los lugares,
en la belleza de la naturaleza, en los colores de las flores, en todo lo
que ve, en todo lo que se encuentra. En las horas de contemplación
y soledad, y en las horas vividas en medio del mundo, la música
siempre está allí, y él siempre goza de su armonía.
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3
La música de las esferas
(continuación)
La naturaleza de la creación es la duplicación del uno. Y

este aspecto duplicativo es la causa de toda dualidad en la vida; una
parte es positiva, la otra negativa; una expresiva, la otra sensitiva.
Por tanto, espíritu y naturaleza, en este mundo dual, permanecen
cara a cara. Hay un primer aspecto que es el sonido, y otro que es la
luz. En estos aspectos de la naturaleza, o en los sensitivos, a primera
vista sólo funciona la luz; pero cuando uno profundiza en la crea-
ción se encuentra con el sonido. En la naturaleza, que se encuen-
tra frente al espíritu, lo que primero se manifiesta es la luz, o al
menos eso es a lo que el hombre responde primero; sin embargo, a
lo siguiente que responde el hombre, lo que le afecta más profunda-
mente, es al sonido.
El cuerpo humano es un vehículo del espíritu, un vehículo
que experimenta todos los aspectos diferentes de la creación. Ello
no significa que todas las otras formas y nombres que existen en
el mundo, algunos como objetos, otros como criaturas, no sean
sensibles a la expresión del espíritu. En realidad, todos los objetos
son sensibles al espíritu y a su funcionamiento, activo en todos los
aspectos, nombres y formas del universo. Se puede leer en el Mas-
navi de Rumi que la tierra, el agua, el fuego y el aire delante del
hombre son objetos, pero que delante de Dios son seres vivos que
funcionan bajo sus órdenes de la misma manera que los hombres
entienden el trabajar bajo las órdenes de un maestro. Si la creación
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se puede explicar, hay que entender que son las fases del sonido, o
de la vibración, lo que se manifiesta en diferentes grados en todas
las diversas formas de la vida.
Incluso aquello que llamamos materia o substancia, y todo
lo que parece desposeido de habla y sonido, es en realidad vibración
pura. Y esta es la belleza de la creación, el haber funcionado de dos
maneras. Por un lado ha sido capaz de expresarse, y por otro se ha
hecho a si misma un molde sensitivo. Existe la substancia, materia
que se puede tocar, y también existe un sentido sensitivo para apre-
ciarlo. Existe el sonido, y al mismo tiempo unos oídos que pueden
captarlo. Hay luz, forma, colores, y también unos ojos para verlos.
Y lo que el hombre llama belleza es la armonía que experimenta en
todo. ¿Que es la música al fin y al cabo? Lo que llamamos música
es la armonía de las notas audibles; pero en realidad también hay
música en el color, en las líneas, en los bosques donde se produce
toda la variedad de árboles y plantas; y hay armonía en la manera
en que se corresponden unos a otros. Cuanto más profundamente
se observa a la naturaleza más atrae esta a nuestra alma. ¿Porqué?
Porqué en ella hay música; y cuanto más amplia sea la perspectiva
que tomamos de la vida mayor será nuestra comprensión de ella y
de su música, de la música que encierra todas las respuestas del uni-
verso. Aquel cuyo corazón está abierto no necesita irse al bosque,
también es capaz de encontrar música en medio de una muche-
dumbre. En nuestra época, las ideas han cambiado tanto debido al
materialismo, que es difícil observar personalidades diferentes. No
obstante, si alguien estudia la naturaleza humana, puede ver que
incluso un piano con miles de octavas no puede reproducir la varie-
dad del carácter del hombre: la manera en que la gente se entiende
o se enfrenta, como algunos se hacen amigos en un instante y como
otros no lo consiguen a pesar de los años. ¡Hay si pudiéramos obser-
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l a m u s ic a de l a s e s f e r a s I I

var en que tono están afinadas las almas, en que octeto hablan las
personas y los diferentes conceptos que albergan¡ Algunas veces
ocurre que dos personas regañan, y con la presencia de una tercera
todo se calma. ¿No es esa la naturaleza de la música? Cuanto más
se estudia la armonía de la música, para compararla después con la
manera en que la gente se atrae y repele, como llega a acuerdos y a
desacuerdos, más se comprende como todo es música,
Hay otra cuestión que hay que entender. Que lo que el
hombre sabe es generalmente lo que ve en el mundo que contem-
pla a su alrededor. Muy pocos se preocupan de pensar que hay
algo más allá de lo que se ve. Para muchos es sólo una fábula lo
que escuchan acerca de la existencia de dos mundos. Pero si alguien
mira al interior de si mismo con profundidad puede observar que
no solamente hay dos mundos; hay tantos que es difícil expresarlo.
Esa parte del ser de uno que es receptiva está generalmente cerrada
en la persona normal. Por ejemplo, la diferencia entre una persona
simple y un pensador es que cuando la primera escucha una palabra
solo lo hace con su oído, mientras que el pensador la traslada a su
mente. La misma palabra ha alcanzado la oreja de uno y el corazón
del otro. Si este sencillo ejemplo es cierto, ello nos muestra como
una persona es capaz de vivir exclusivamente en el mundo exterior,
otra en dos mundos, y otra tercera en numerosos mundos al mismo
tiempo. Cuando una persona pregunta, «¿donde están esos mun-
dos?, ¿están encima del cielo o debajo de la tierra?», la respuesta
es que todos estos mundos están en el mismo lugar que él mismo.
Como dijo el poeta, «el corazón del hombre, una vez expandido, se
hace más grande que todos los cielos». Y los pensadores profundos
de todas las épocas han mantenido que lo único importante para
poder abrirse a la vida es vaciar el ego. En otras palabras, hacerse
uno a si mismo más completo y más claro para de este modo res-
23

ponder a la existencia de una manera más clara y más completa. La
tragedia de la vida, todas sus penas y angustias, pertenecen prin-
cipalmente al aspecto superficial de la vida del mundo. Si uno se
abriera plenamente a la vida, si uno fuera capaz de responderla,
si uno pudiera percibirla, no necesitaría buscar por prodigios, no
necesitaría comunicarse con los espíritus; porque cada átomo de
este mundo es un verdadero milagro cundo es observado con los
ojos abiertos.
En respuesta a la cuestión de como es la experiencia de
aquellos que profundizan en el sentido de la vida, de aquellos que
rozan la profundidad del ser, Hafiz dijo, «no se sabe cual es la leja-
nía del destino, pero en cuanto a lo que yo se, su música llega hasta
mis oídos». La música de las esferas, de acuerdo con el punto de
vista del místico, es como el faro del puerto que un marinero ve
desde el mar, aquello que le dice que se está acercando a su destino.
¿Que música puede ser esta? Si no hubiera armonía en la esencia de
la vida, esta no la hubiera creado en nuestro mundo tan diverso. Y
el hombre no habría ansiado por algo que no estaba en su espíritu.
Todas las cosas de este mundo que denotan falta de armonía son en
realidad la consecuencia de la limitada visión del hombre. Cuanto
más amplio hace este su horizonte de observación más goza de la
armonía. En lo más profundo del ser del hombre se sumariza la
armonía del funcionamiento de todo el universo en la forma de una
música perfecta. Por tanto, la música de las esferas es la música de
donde proviene toda la creación, la música que se escucha mientras
se viaja hacia la meta de la existencia.
24
l a m u s ic a de l a s e s f e r a s I I

4
La música antigua
Cuando se observa este asunto desde el punto de vista

oriental, uno se encuentra con que la idea india de la música con-
siste en que esta se originó de la intuición. No obstante, la tradición
de cualquier arte, o incluso de la Ciencia, nos dice la misma cosa.
Es solamente más tarde cuando el hombre comienza a creer en las
cosas exteriores olvidándose del origen, que reside en la intuición.
La música, de acuerdo con las gentes antiguas, no era una ciencia
mecánica o un arte, la música era el primer lenguaje. La prueba de
esto se puede encontrar, incluso ahora, en el lenguaje de los ani-
males y de los pájaros, quiénes expresan sus emociones y pasiones
entre ellos con sonidos, sin palabras. La combinación de los diferen-
tes sonidos de los animales y pájaros también tiene un efecto sobre
las innumerables multitudes de los niveles inferiores. Si la música
era la primer expresión en los reinos inferiores lo mismo ocurría en
el género humano. Y ya que era la primera expresión de las emocio-
nes y pasiones del corazón es también la última expresión de ellas;
porque lo que el arte no puede expresar la poesía sí; y lo que la poe-
sía no puede expresar lo consigue la música. Por tanto, para un pen-
sador, la música de todas las época se sitúa en un puesto supremo,
como la expresión más elevada de lo más profundo de uno mismo.
Cuando se compara la música antigua con la moderna se
encuentra uno con un abismo demasiado vasto como para ser cru-
zado. Pero si existe algo que nos de una idea sobre la música original
25

de la raza humana ello es la música oriental, que todavía posee ras-
gos en ella de la música antigua. Si en Oriente se la hubiera consi-
derado simplemente como música no se habría conservado intacta
tal como ha ocurrido; pero siempre fue considerada como parte
de la religión, y por eso se ha perpetuado durante miles de años a
través de la tradición. Uno se podría preguntar como es posible que
la música antigua se haya mantenido pura, ya que en la naturaleza
humana siempre hay una tendencia hacia alterar las cosas. La cues-
tión reside en que siempre ha sido difícil para la raza humana el
cambiar su religión. Cualquier otra cosa podía ser cambiada, pero
siempre hubo algo que se mantuvo intacto, y ello fue la religión. La
religión de los hindús viene del Vedanta; y en el Vedanta el quinto
aspecto mencionado es la música, llamada Sama Veda.
Uno puede remontarse en las tradiciones, pero el estudio
de la música india nos revela que hace miles de años ya establecía
una fina distinción de los tonos hasta en cuartos de tono. No era
solamente el nivel de sonido lo que se consideraba de esa manera,
sino su naturaleza y carácter, que era analizado casi como un pro-
ceso químico. En las antiguas tradiciones todavía se puede encon-
trar los diferentes efectos atribuidos a las diferentes notas, ya fuera
sequedad o humedad, calor o frío. No es fácil distinguir hoy los
sonidos que expresan estos diferentes efectos ya que la distinción
la hacen actualmente los instrumentos, y en aquellos tiempos era
realizado exclusivamente por la naturaleza. Sin embargo, es suma-
mente interesante encontrar mencionados hoy en las escrituras
sánscritas los diferentes tonos que se distinguían en los tiempos
antiguos. En ausencia del piano o de los aparatos afinadores tenían
que determinar el tono basándose en el sonido de los diferentes
animales y pájaros; y el sonido también se distinguía en varios
aspectos de acuerdo con alguna característica. El tema científico
26
l a m u s ic a a n t ig ua

se desarrolló de la misma manera que el antiguo arte de la música.
Uno se maravilla con esto, pensando quizá que fuera natural que el
arte se desarrollara así ya que la gente estaba muy cerca de la natu-
raleza; pero el que la ciencia fuera tan desarrollada en esa época es,
de alguna manera, todavía más interesante.
En Oriente todavía se pueden encontrar referencias de la
manera en que el arte evolucionó en la Antigüedad. La idea con-
sistía en que se atribuía diferentes temas de música a las diferen-
tes estaciones, y diferentes tendencias de música a las diversas
horas del día y de la noche. Y como no existe en el mundo nada sin
razón, no se trataba de un asunto de imaginación o fantasía; había
una razón lógica para atribuir ciertas melodías a ciertas horas. Si
hubiera sido exclusivamente una fantasía poética habría durado un
corto periodo de tiempo y hubiera influenciado solo a un limitado
círculo. Pero la idea se ha conservado durante siglos hasta hoy y ha
influenciado a todo el país; es una costumbre preservada por miles
de años, y actualmente, tanto en el Norte como en el Sur, en el Este
como en el Oeste, la misma raga se sigue cantando a la misma hora.
Cuando se canta fuera de su hora no surte efecto.
Cuando contemplamos esto desde su punto de vista meta-
físico, vemos como la comprensión que tiene hoy la Ciencia de que
la vibración se encuentra en la raíz de toda la creación era una cer-
teza para aquella gente tan antigua y era la base de toda su ciencia.
Sabían que aquello que crea y sustenta, todo lo manifiesto y todo
el cosmos, reside en un solo poder: la vibración. Se debe a esto el
que la ciencia astrológica, que tiene mucho que ver en la manera
en que los seres humanos y los diferentes paises se vieron y se ven
influenciados, también esté basada en la ciencia de la vibración.
Para aquellas gentes era sabido que la música como ciencia tenía
una gran relación con la influencia de los planetas, y que el conti-
27

nuo movimiento de estos y su acción sobre la tierra eran las bases
de las ragas sobre las que se fundaba la música.
En la antigua tradición sánscrita se encontraban versos
relacionados con ciertos planetas. De acuerdo con la influencia de
los planetas y del cosmos hacían su programa anual; y aquel pro-
grama se llevaba a cabo a lo largo de todo un año. Alguien puede
pensar que estas influencias son demasiado leves para ser percibi-
das, que no es fácil realizar un programa basado en la influencia
de los planetas; a pesar de ello, la humanidad, en todas las épocas
de su historia ha organizado su vida de acuerdo con las influencias
planetarias.
Con objeto de mantener su música cerca de la naturaleza
era necesario dar libertad al cantante y al músico para que ejecu-
taran según su deseo. Ni había uniformidad ni podía haber ningún
sistema estandar. Por eso su música siempre permaneció como arte
individualista, no para educación general. La música de los antiguos
tenía por tanto sus ventajas y desventajas. Las ventajas eran: que el
músico, o el cantante, no estaba obligado a tocar de una manera
particular para interpretar adecuadamente la música que quería
ofrecer a su audiencia, siempre era libre de ejecutar la música que
le inspiraba el momento. Ello le daba plena libertad para expresar
sus emociones y sus pasiones sin ninguna restricción ni limitación.
Indudablemente, cuando había varios músicos se tenían que esta-
blecer ciertos estándares. Pero aquellos estándares no les restr-
ingían demasiado. A este sistema se le denominó música.
La palabra música, sangita en sánscrito, tiene tres aspec-
tos. Uno es el lenguaje, el segundo es el ejecutar y el tercero es el
movimiento. Los hindús nunca han considerado la ciencia del
movimiento, o danza, como algo separado de la música; siempre
han combinado los tres aspectos de lo que ellos llaman música.
28

Según evolucionaba la música india se desarrollaban también sus
tres aspectos. El cante de la gente más refinada era muy diferente
del de los campesinos; la canción del templo era diferente de la can-
ción del escenario. No sólo por que hubiera reglas o regulaciones a
seguir, o una mecánica diferente, sino porque había también una
diferencia natural.
La cosa más importante y valiosa acerca de la música anti-
gua, que tanto benefició a la humanidad, consiste en que distinguía
los diferentes aspectos de la música, y por tanto llegó a compren-
der que había una cierta manera de expresar el tono y el ritmo de
manera que despertara una mayor emoción o una tendencia a la
acción; y encontraron, junto con esto, que había una cierta manera
de utilizar el tiempo y el ritmo para despertar una mayor serenidad
y equilibrio. Esta ciencia, desarrollada a lo largo de muchos años de
práctica, determinaba en si misma una ciencia o arte especialmente
sicológico; y a esta ciencia se la denominó Mantra Yoga.
El significado de la palabra yoga es unidad, o conexión;
mantra yoga significa la sagrada unión entre la vida exterior y la
interior. Los yoguis descubrieron que existen inclinaciones sicológi-
cas. Por ejemplo, una de las tendencias de la respiración es dirigirse
hacia el exterior, y otra hacia el interior. Estas dos tendencia tam-
bién se encuentran en la naturaleza, en el flujo y reflujo, en la puesta
del sol y en la salida. Cualquiera puede observar estas tendencias
en uno mismo; las vibraciones del propio cuerpo y las acciones son
muy diferentes por la mañana y por la tarde. Por consiguiente, los
yoguis regularon el ritmo de la circulación, el del corazón y el de
los movimientos respiratorios con la ayuda de la vibración musical,
tanto con el tono como con el ritmo. Esto les desplazaba desde las
vibraciones audibles a las internas, es decir, del sonido a la respi-
ración; y es por ello que los hindús utilizan la misma palabra para
29

denominar a la respiración y al sonido, sura. Una cosa se mezcla
con la otra ya que al final se trata de lo mismo. Es la respiración de
un objeto lo que podemos llamar sonido; y es la audibilidad de la
respiración lo que podemos llamar voz. Por tanto, la respiración y
la voz no son dos cosas distimtas si uno es capaz de entender que
ambas tienen la misma base.
¿Es posible encontrar una explicación del porqué el hom-
bre se regocija y se impresiona al escuchar música? ¿Se trata simple-
mente de un pasatiempo o una distracción? No, indudablemente
hay algo más. La razón principal estriba en que en el hombre siem-
pre hay un ritmo continuo funcionando, que es el signo de la vida
en él; un ritmo que se expresa en su pulso y en los latidos del cora-
zón. Y su salud depende de este ritmo; y no solamente su salud sino
su temperamento y carácter. Por consiguiente, en cualquier parte,
un ritmo continuo debe ejercer un efecto sobre cada persona; y este
efecto es distinto sobre cada individuo.
Es interesante y sorprendente saber que cuando el jazz se
puso de moda todo el mundo decía, «algo alocado ha llegado a la
sociedad», y sin embargo nadie era capaz de resistirse realmente. Se
puso más y más de moda. No obstante, mucha gente lo odia y tiene
prejuicios acerca de él, a pesar de que todos lo escuchen aunque
sólo sean cinco minutos. ¿Cual es la razón? La razón consiste en
que cualquiera sea la manera en que se enfatiza el ritmo este ejerce
un efecto sicológico tanto sobre el cuerpo como sobre la mente. Se
dice de un gran poeta persa, que también era místico, que cuando
entraba en cierto estado sicológico solía dar vueltas en círculo
alrededor de un pilar que se erguía en medio del patio de su casa.
Después comenzaba a hablar y la gente escribía lo que decía, se tra-
taba de una poesía perfecta. Y había un abogado quien, cuando no
podía encontrar un argumento ante el tribunal giraba alrededor de
30

si mismo, de esta manera se inspiraba para encontrar los razona-
mientos.
Para encontrar el misterio no se necesita ir a tales extre-
mos. En cuanto una persona no encuentra una idea golpea con sus
dedos sobre la mesa, y la idea le llega. Muchas personas que no pue-
den concentrarse en sus pensamientos andan alrededor de la habi-
tación, y después de varias vueltas los razonamientos se aclaran. Si
esto es verdad se puede llegar a la comprensión de que el cuerpo
humano es un tipo de mecanismo que debe funcionar regular-
mente. Si esto se interrumpe por alguna causa, también ocurre que
algo se detiene en el cuerpo o en la mente. Esto nos lleva a la com-
prensión de que tanto el carácter, como la salud, como la condición
de nuestra mente dependen del ritmo; no solamente del ritmo que
escuchamos en la música, sino del de nuestra propia respiración.
Y este ritmo tiene también mucho que ver con el ritmo de nuestra
vida.
También es cierto que hay ciertos tipos de sonido que irri-
tan y ejercen un efecto negativo sobre los nervios de quien escu-
cha; pero hay otras clases de ritmos que tienen un efecto calmante,
sanador y reconfortante sobre la mente.
La música es sonido y ritmo, y si ambos fueran entendidos
en su naturaleza y carácter la música no sería utilizada exclusiva-
mente como pasatiempo, sino que se convertiría en fuente de sana-
ción y elevación. Los sufís de la Antigüedad, los grandes místicos,
solían desarrollar este arte para recuperar la serenidad después de
la actividad diaria.
Ciertos sufís, que adoptaron un determinado método de
progreso en el camino espiritual e intentaron vivir su vida lo más
lejos posible del mundo, son conocidos como derviches, y tienen
una gran capacidad para realizar portentos y captar visiones. Son
31

soñadores y amantes de Dios. Rinden culto a Dios en la naturaleza,
especialmente en la naturaleza humana. Entre los muchos méto-
dos de desarrollo espiritual poseen uno llamado sema que consiste
en escuchar música. Escuchan música formando una asamblea de
iniciados; nadie que no lo sea está autorizado a participar en ella.
Entre ellos se hablan diciendo, «¡Oh rey de reyes, oh soberano de
todos los soberanos¡», y se visten principalmente con ropas remen-
dadas o harapos. Nunca piensan en el mañana, sus pensamientos
son sólo para el momento; aplacar la sed y satisfacer el hambre del
instante. Los problemas del mañana los dejan para el mañana, se
involucran exclusivamente con el ahora, si es que algo de la vida
les concierne. Los derviches son aquellos que realmente están des-
tinados a disfrutar la belleza de la música; aquellos cuya alma es
receptiva, que tienen los centros abiertos y se hacen a si mismos
medios de resonancia de la música que escuchan. La música les
toca de una manera diferente a los demás mortales; les afecta en la
parte más profunda de su ser. Conmocionados de esta manera con
la música manifiestan varios estados, denominados hál por los sufís.
Cualquiera entre ellos, conmovido por el espíritu, puede manifes-
tar estados de éxtasis, wajad, en la forma de lágrimas, suspiros o
danza.
Esta es la razón por la que aquellos que no entienden el
significado de su danza les llaman derviches aulladores o derviches
giróvagos. El oro de los cielos es polvo para el hombre mundano, y
el oro de la tierra es polvo para el hombre celestial. Para ambos el
oro del otro no es nada más que polvo; sus monedas no son inter-
cambiables. Por tanto, la dicha del derviche es entendida por muy
pocos.
De todo esto uno puede aprender la teoría de todo el pro-
ceso de desarrollo espiritual. Convirtiendo a Dios en el amado, y
32

viéndole en la sublimidad de la naturaleza, el derviche crea la pre-
sencia de Dios; y ya que todo el proceso de la vida consiste tanto
de dicha como de dolor, la vida del derviche está también llena de
gozo y dolor en la presencia de Dios. Con la ayuda de la concen-
tración, de la poesía y de la música, el gozo y la pena se sienten más
profundamente. Y por tanto Dios se convierte en un ser viviente,
su presencia se encuentra delante de él en todos sus actos. Una vez
que la pena del derviche ha encontrado una salida de una forma u
otra en el sema, la ceremonia musical, el estado que sigue es una
visión profunda de la vida. De cualquier persona u objeto sobre el
que enfoque la mirada su alma recibe la revelación de su naturaleza
más profunda, de su carácter y de sus secretos; y de esta manera
toda la vida se clarifica a su visión a la luz de Dios.
La ceremonia del sema es el tesoro más sagrado para el
sufí; los grandes poetas, tales como Rumi de Persia, solían utilizar la
música en sus meditaciones; y con su ayuda detenían y controlaban
la actividad del cuerpo y de la mente.
La tendencia general de hoy es hacia el incremento de los
estados nerviosos causados por un exceso de actividad. La vida se
hace más artificial cada día, y con cada paso hacia adelante el ser
humano pierde parte de ese reposo que ha sido siempre como la
levadura de la raza humana. Es necesario, para el mejoramiento y
educación de la humanidad, que el arte del reposo, que aparenta
estar perdido, sea descubierto de nuevo.
33

5
La música india: ciencia y arte
Música, literatura y filosofía son muy afines a nuestra alma

cualquiera que sea nuestra fe, creencia o manera de contemplar la
vida. La India, en la historia del mundo, representa un país y una
gente comprometida con la búsqueda de la verdad a través del reino
de la música, la filosofía y la poesía en un tiempo en que el resto del
mundo no había comenzado a hacerlo todavía. Es por tanto nece-
sario estudiar la música de la india, su filosofía y su poesía en orden
a entender sus fundamentos. Los lingüistas de hoy están de acuerdo
en que el sánscrito fue el origen o madre de muchas lenguas; y el
origen de la ciencia musical también se encuentra en el sánscrito.
Es un hecho que no sólo el arte, sino incluso la ciencia,
tienen su fuente en la intuición. Algunas veces parece que esto se
haya olvidado, pero es indudable que el científico se ayuda de ella
aunque él mismo no siempre lo reconozca. Los científicos que han
ahondado profundamente en su ciencia así lo admiten. La intui-
ción, trabajando como respuesta a las necesidades del cuerpo y de
la mente, inventando, a través de la materia, las cosas de uso diario,
y procurando el conocimiento de la naturaleza y el carácter de las
cosas, se denomina ciencia; y la intuición trabajando a través de la
belleza que se produce en la forma, la linea, el color y el ritmo se
llama arte. Por tanto, la fuente, tanto de la ciencia como del arte, es
la intuición.
Una vez comprendido esto, los hindús basaron su música
34
l a m u s ic a i n di a

en la intuición, y la práctica de la música india ha sido siempre cul-
turalmente la estimulación de esa intuición, así como el despertar
de la facultad de apreciar los sonidos hermosos, y a menudo las
palabras, expresándolo todo en una forma bella.
En la India, la vida ha comenzado siempre con el alma; por
tanto la ciencia, el arte, la filosofía y el misticismo fueron dirigidos
hacia la misma meta. Y no solamente las artes y las ciencias, incluso
las profesiones y el comercio no carecían de una perspectiva reli-
giosa. Así es fácil entender como en un país en donde los negocios
y los profesionales tenían una visión espiritual, la vida del músico
tenía que estar llena de ideas religiosas. Ninguna cultura del mundo,
ni en el Oeste ni en el Este, puede realmente negar la divinidad de
la música. En primer lugar se trata del lenguaje del alma; y para que
dos personas de distinta nacionalidad y raza se unifiquen no hay
mejor medio que la música. La música no solamente une al hombre
con el hombre, sino que une al hombre con Dios. Una pregunta
surge aquí, ¿como y cuando la música une al hombre con Dios? La
creencia en Dios tiene dos aspectos. Un tipo de creencia es cuando
una persona piensa, «quizá haya un Dios», o, «ya que otros creen,
yo también». El, o ella, no conocen a Dios en virtud de la razón, ni
tampoco lo ve delante de él. Dios, para él, tal vez se encuentre en el
cielo. Si existe o no, él, o ella, lo desconocen. Una persona que tiene
este tipo de creencia pronto desarrolla algo de confusión, descon-
tento y cierto sentimiento de injusticia. Es por esta razón que miles
y miles de personas, que solían rendir culto a Dios, abandonan su
creencia en él.
Existe otro tipo de creencia, una que se adquiere mediante
la realización de la presencia de Dios, no solamente en los cielos,
sino en el propio entorno. Cuando una persona llega a este punto,
su creencia se convierte en una entidad viviente. Para él, Dios no
35

es solamente un juez o un sustentador, para él, Dios es un amigo
que escucha el grito de su alma en la soledad y conoce el mejor y
más grande secreto que alberga en el corazón; un amigo en el cual
uno puede siempre confiar tanto en las buenas como en las malas
experiencias, e incluso en el más allá. Para un músico, la música es
la mejor manera de unirse con Dios. Un músico con una creencia
en Dios le ofrece a él la belleza, el perfume y el color de su alma.
Desde el punto de vista metafísico no existe nada que
pueda tocar lo sin forma excepto la música, que en si misma carece
de ella. También se puede contemplar desde otro punto de vista: el
ser más profundo del hombre es el Akasha, que significa capacidad.
Por tanto, todo lo que se dirige desde el mundo exterior al interior
puede alcanzar este reino, y la música es lo que mejor lo consigue.
Un tercer punto de vista estriba en que toda la creación nace de
la vibración, Nada según la denominan los hindús; en la Biblia la
encontramos como Palabra, lo primero que existió. En este punto
se unifican todas las diferentes religiones. El hombre, por consi-
guiente, ama a la música más que a ninguna otra cosa. Música es su
naturaleza, nacida de la vibración como el hombre mismo.
La vida tiene dos aspectos: el primero consiste en que el
ser humano está afinado con su entorno, el segundo estriba en que
el hombre se afina a si mismo independientemente de su circuns-
tancia. Este último es el trabajo del místico. Los sufís orientales tra-
bajan juntos durante años y años para afinarse a si mismos. Con la
ayuda de la música se afinan con las esferas en las que desearían
habitar, igual que los yoguis. Es por eso que la música en la India
se originó en los tiempos de Shiva, el Señor de los yoguis. El gran
maestro yogui enseñó al mundo la ciencia de la respiración. Entre
los sufís había un gran santo, Moin-ud-Din Chisti de Ajmer. En su
tumba se toca música, e hindús y musulmanes acuden allí en pere-
36

grinación. Esto muestra como la religión de los conocedores de la
verdad es la religión de Dios; la oración del más grande devoto se
alza de su corazón hacia el reino de la música. Todos los diversos
métodos destinados a procurar la calma y la paz se pueden desarro-
llar con la ayuda de la música.
La música de la India se puede dividir en cuatro periodos:
el periodo sánscrito, el prakit, el mogol y el periodo moderno. El
periodo sánscrito es eminentemente místico. El prakit se mueve
entorno a emociones de diferentes tipos. En la época mogol la
música estuvo influenciada por Persia y Arabia, y finalmente se
transformó en la música moderna. Además de esto, las dos dife-
rentes razas de la India, los drávidas y los arios, poseían su propia
tradición musical; los drávidas o karnatics, produjeron la música
del sur de la India, y los arios o hindús la del Norte.
La ciencia musical india tiene tres fuentes: las matemáti-
cas, la astrología y la sicología. También se puede observar esto en
la música occidental ya que toda la ciencia de la armonía y el con-
trapunto está basada en las matemáticas. En sánscrito, la ciencia de
la música india se denomina prestara, que significa arreglos mate-
máticos de ritmos y modos.
En el sistema indio existen numerosísimos ritmos y modos
que se utilizan en la música cotidiana. Los modos se llaman ragas y
se agrupan en cuatro clases. Una clase posee siete notas, tal como la
escala natural de la música occidental. Otra omite una nota y por
tanto tiene seis, lo que produce un efecto bastante diferente y por
tanto distintas influencias en la mente humana. También hay ragas
de cinco notas, que omiten dos. En China utilizan escalas de cuatro
notas, pero no en la India.
Algunos opinan que el origen de la escala de cuatro o cinco
notas se basa en el instinto natural que muestra el ser humano para
37

inventar instrumentos musicales. El primer instrumento fue la
flauta, símbolo de la voz humana; y parece natural que el hombre,
después de recoger una caña de bambú en el bosque, hiciera en ella
cuatro agujeros de manera que pudiera colocar los cuatro dedos
fácilmente, y que después colocara otro en la parte inferior. Así se
creó la raga de cinco notas. Fue después de esto cuando los cien-
tíficos llegaron al conocimiento de la vibración; sin embargo, esta
escala de cinco notas se produce naturalmente cuando una persona
coloca su mano en la caña, y lleva emparejado un gran poder sico-
lógico. Ello tiene una gran influencia sobre la naturaleza humana;
y muestra como el poder de cualquier cosa, derivado directamente
de la naturaleza, es mucho mayor que cuando el hombre ejecuta
cambios y alteraciones con el objetivo de crear nuevas formas en el
arte.
La ciencia de la astrología se basó en la ciencia de la
vibración cósmica. Todo depende de las condiciones vibratorias,
incluyendo las posiciones de los planetas, de las estrellas, de los
individuos, de las naciones, de las razas y de los objetos. Una gran
parte del poder secreto encontrado por los hindús en la ciencia de
la música se deriva de la astrología. Cada nota de la música india se
corresponde con un planeta; y cada nota refleja un cierto tono del
mundo animal.
En los antiguos Vedas encontramos la ciencia de los ele-
mentos: aire, agua, fuego, tierra y éter, aunque estas palabras no se
pueden tomar en el mismo sentido que se toman en la vida coti-
diana. El elemento agua, por ejemplo, significa un estado líquido;
fuego significa calor. Mediante esta ciencia los hindús fueron
capaces de desarrollar ragas que debían ser interpretadas en cier-
tos momentos específicos del día o de la noche; indudablemente,
aquellos que conocían la alquimia de las vibraciones eran capaces
38

de realizar prodigios con el poder de la música. Después de miles de
años de ser ejecutadas estas ragas, la raza ha desarrollado tal sen-
tido de apreciación que incluso una persona sencilla de la calle no
puede soportar escuchar una raga de mañana interpretada por la
tarde. Puede que no conozca las notas, pero a sus oídos le suenan
desagradables; no puede soportarlo. Es como darse un paseo mati-
nal vistiendo un traje de noche. Se puede decir que es un asunto
de hábito, y es verdad, pero también lo es que una raga nocturna
pierde su belleza y su influencia si se canta al mediodía.
Cada planeta ejerce una cierta influencia, y debe de haber
un cierto modo musical que responda a ella. Si no se tiene esto en
consideración la música puede resultar un pasatiempo, pero no
cumple de esta manera el objetivo para el que fue designada. Para
un indio la música no es una diversión ni un entretenimiento, es
algo más que eso. Una respuesta a la demanda más profunda de su
alma. El hombre no está hecho simplemente de cuerpo físico, tam-
bién posee una mente. El cuerpo tiene hambre de comida, y general-
mente el ser humano solo se ocupa de estas necesidades sin prestar
atención a su existencia interior y a sus demandas, experimentando
una satisfacción momentánea que pronto le devuelve otra vez al
hambre sin saber que el alma es la parte más sutil de su ser. Y de esta
manera el ardiente deseo del alma permanece.
En la persona poco evolucionada, esta callada ansia se llega
a hacer molesta, creando un estado de nerviosismo e irritación; no
se contenta con nada de la vida y le gusta la disputa y la lucha. En
la persona de sentimientos refinados esta ansia del alma se expresa
como depresión o desesperación. Sólo encuentra satisfacción en el
amor a la lectura o el arte.
El alma se siente enterrada en el mundo material exterior,
y se siente satisfecha y viva cuando es alcanzada por vibraciones
39

refinadas. La materia más sutil es el espíritu, y el espíritu más denso
es la materia. La música, al ser el arte más elevado, ayuda al alma a
elevarse por encima de las diferencias. Une a las almas porque hace
que incluso las palabras sean innecesarias. La música está más allá
de las palabras.
La música india es única en carácter porque concede
al músico, o al vocalista, libertad absoluta para expresar el alma
mediante su arte. El carácter de la naturaleza india se puede enten-
der por su espíritu de individualismo. Toda la educación tiende a
él, a que se exprese uno de aquella forma de la que es más capaz.
Algunas veces para su desventaja, y muchas otras para su provecho,
ha de expresar su libertad. La uniformidad tiene sus ventajas, pero
a menudo paraliza el progreso artístico.
Hay dos maneras de vivir la vida, uniforme o individual-
mente. La uniformidad tiene su fuerza, pero el individualismo posee
la belleza. Cuando un vocalista de música india se dispone a cantar
lo primero que hace es afinar su támbura2, dar un acorde; y al afinar
su támbura afina también su propia alma. Esto ejerce tal influencia
sobre la audiencia que esta es capaz de esperar pacientemente, a
menudo durante un tiempo considerable. Una vez que el artista
comprende que está afinado con su instrumento, con ese acorde,
su alma, mente y cuerpo se unifican. Una persona con un corazón
sensitivo que escuche su canción, incluso un extranjero, percibirá la
manera en que se mantiene dentro de ese acorde, la manera en que
afina su espíritu con él. En ese momento el músico ha conseguido
la concentración, se ha afinado a si mismo con todos los que allí se
encuentran. No solamente ha afinado su instrumento, sino que ha
sentido la necesidad y las demandas de cada alma de la audiencia,
lo que desean en ese momento. No todos los músicos pueden con-
seguir esto, pero si los mejores. Cuando el artista ha sintetizado,
40

y todo lo anterior se produce automáticamente según comienza
su canción, da la sensación de estar dirigiéndose a cada persona
individualmente, porque todo ello es la respuesta a las demandas
de las almas allí congregadas. El artista no prepara ningún reper-
torio, no sabe lo que cantará a continuación, pero en cada ocasión
la inspiración le lleva a una cierta raga o un cierto tono que le hace
convertirse en instrumento de todo el sistema cósmico, abierto a la
inspiración, compenetrado con la audiencia, afinado con el acorde
de la támbura. Todo esto no es música simplemente, sino un fenó-
meno espiritual que él ofrece al auditorio.
Las canciones tradicionales antiguas de la India, compues-
tas por los grandes maestros, se han trasmitido desde entonces de
padres a hijos. El sistema de enseñanza musical es diferente al occi-
dental. La música no siempre está escrita, se aprende por imitación.
El maestro canta, o toca, y el alumno le imita. Todas las sutilezas y
complejidades se aprenden por imitación.
Es el aspecto místico de la música lo que ha sido el secreto
de todas las religiones. Los grandes de este mundo tales como Cristo,
Buda y otros, han venido de tiempo en tiempo al mundo para ser
ejemplos vivos y expresar la perfección, objetivo de todas las almas.
El secreto escondido detrás de todas estas grandes religiones y en el
trabajo de los maestros, consistía en que el hombre debe alcanzar esas
altas cimas llamadas perfección: el mismo principio que se enseña
desde la primera lección que el maestro da a su discípulo. Este, no
solamente imita a su maestro, sino que enfoca su espíritu sobre el de
él; así no solamente aprende sino que hereda de su maestro.
La falta de despertar espiritual que hoy se observa, la razón
por la cual muchos buscadores de la verdad no llegan a resultados
satisfactorios, es debido a que la búsqueda se realiza hacia fuera,
buscando en los libros o en un maestro. Hubo un tiempo en que
41

en Oriente - incluso actualmente sigue sucediendo - cuando un
muchacho acudía a un maestro para aprender mostraba un gran
respeto por él; su reverencia, su actitud hacia el maestro era como
la que se muestra a un sacerdote. De esta manera, por tanto, apren-
día a valorar, apreciar y respetar el conocimiento de su maestro.
Es de lo más extraordinario leer acerca de las vidas de los grandes
vocalistas de la India, como imitaban a sus profesores, y como a
veces incluso llegaban a ser más grandes que ellos.
El objetivo de la música india es la preparación de la mente
y del alma; la música es la mejor ayuda para conseguir la concentra-
ción. Cuando a una persona le dicen que se concentre sobre cual-
quier objeto, el simple hecho de tratar de concentrarse provoca una
mayor dispersión de la mente. Sin embargo, la música, que atrae
al alma, mantiene a la mente concentrada. Con sólo ser capaz de
apreciarla y escuchar, manteniendo todas las demás cosas alejadas,
una persona desarrolla naturalmente el poder de concentración.
Además de la belleza, en la música hay ternura, que aporta
vida al corazón. Para una persona de sentimientos refinados, de
pensamientos bondadosos, la vida en el mundo resulta difícil, dis-
cordante y a veces glacial; de alguna manera hace que el corazón
se hiele, por decirlo de alguna manera. En esa situación la persona
experimenta la depresión, y la vida se hace poco atractiva; la misma
vida, destinada a ser un paraiso, se convierte en lugar de sufri-
miento.
Concentrar el corazón en la música es como calentar algo
que estaba helado. El corazón vuelve a su estado natural y el ritmo
regula los latidos del corazón; de esta manera la música ayuda a
recuperar la salud y a afinar adecuadamente el cuerpo, la mente y
el alma. El goce de la vida depende del perfecto afinamiento mente-
cuerpo.
42

6
La vina
Un gran poeta indio cantó en sánscrito la alabanza de la

vina, ¡ese instrumento de cuerdas de tripa¡. ¡Mirándolo, tocándolo,
escuchándolo, puedes hacerte libre, incluso si matas a un bramín¡.
Y matar a un bramín está considerado el mayor de los pecados.
La vina fue creada por Shiva, el Señor de los yoguis, lla-
mado también Mahadeva. El comunicó al mundo las experien-
cias de toda una vida dedicada a la práctica del yoga; en la India
se le rinde culto como Divinidad y sus escrituras son consideradas
sagradas. Fue un maestro en las técnicas de la respiración además
de asceta; vivió en las montañas, donde solía sentarse a respirar el
aire libre del ancho horizonte oriental y a practicar mantras, pala-
bras y frases que cambiarían todo el ser del hombre. También tuvo
el deseo de crear algún instrumento musical con el cual alcanzar
la exaltación espiritual por medio de la música. Con esa intención
buscó un pedazo de bambú en el bosque. Después tomó dos cala-
bazas, las vació y ató al bambú. Más tarde confeccionó cuerdas con
tripas de animales y las colocó en el instrumento. De esta manera
creó la primera vina y practicó con ella en la soledad. Se dice, que
cuando los ciervos del bosque le oían tocar exclamaban, «haz las
cuerdas de mis propias venas y ponlas en tu vina, pero mientras
viva continua tocando».
Mahadeva creó su instrumento para ayudar al cuerpo y a
la mente humana; por ello tuvo en cuenta la influencia de la música
43

en las diferentes horas del día: mañana, mediodía, tarde, noche y
amanecer. De esta manera descubrió que en cada distinto momento
del día, o de la noche, la música ejercía un efecto particular sobre
el cuerpo humano y el espíritu, y que un ritmo afín a ese momento
particular debía ser prescrito sicológica o místicamente en orden
a elevar el alma. De esta manera Mahadeva creó una ciencia sico-
lógica de la música llamada raga, que significa emoción; emoción
controlada y utilizada para el mejor propósito. Cuando su consorte
Parvati contempló la vina exclamó, «yo también debo inventar la
mía». Y tomando mitades de calabazas produjo otro tipo de vina, la
vina Saraswati. Por tanto existen dos vinas, una la tocan las muje-
res, la otra los hombres. En este posterior instrumento no sólo se
producen notas agudas y graves, sino también micro tonos, de esta
manera se enriquece la música. No obstante, desarrollar la cien-
cia de los microtonos es tan difícil, que necesita toda una vida de
dedicación.
Los músicos de la India dedicaban al menos doce horas del
día a la práctica de los diferentes ritmos, improvisando sobre ellos.
Al final llegaban a ser capaces de producir un efecto sicológico que
ya no era música sino magia; una magia capaz de hacer estremecer
a cualquier persona y penetrar en el corazón de los hombres. Se tra-
taba de un sueño, una meditación, un paraiso. Al escucharlo uno se
sentía en un mundo diferente. No obstante, esta música raramente
se escuchaba. No se ejecutaba delante de miles de personas, ante el
artista solamente se reunían una, dos o tres personas de la misma
cualidad y naturaleza para disfrutar la música plenamente. Si había
presente algún elemento extraño el músico no se sentía inspirado.
En cierta ocasión un músico fue invitado a tocar la vina.
El artista llegó, recibió la bienvenida y descubrió su vina. Después
miró alrededor y se sintió incómodo. La cubrió, saludó y se dispuso
44
la vina

a partir. Los presentes se sintieron disgustados y le rogaron que
tocara; sin embargo su respuesta fue, «no me importa lo que me
pagueis, no me apetece tocar». Esto es algo muy diferente a pre-
parar un programa con meses de antelación. El músico occidental
está comprometido desde seis meses antes a un cierto repertorio,
no puede evitarlo. Pero de esta manera no se puede hacer música, se
hace un trabajo, mecánico además. Un vocalista indio nunca sabe
lo que va a cantar hasta llegado el momento de comenzar. Primero
siente la atmósfera del lugar y la hora, y a continuación canta lo que
le viene a la mente. Es algo muy especial. Sin embargo, una música
de tal carácter no puede ser universal, solo puede ser realizada por
algunas raras personas recluidas en ciertos lugares.
Los músicos de la India están desapareciendo poco a
poco por falta de apreciación. Aquellos potentados, aquellos
gurús, aquellos maestros altamente inspirados que vivieron en el
pasado apreciaban esta música. Pero incluso en la India las gen-
tes se están industrializando, haciéndose materialistas, y la música
está desapareciendo. Ya quedan muy pocos de aquellos músicos de
tiempos pasados, de aquellos que hacían que la audiencia se sin-
tiera hechizada, apenas si ya existen. De entre millones tal vez ape-
nas queden tres o cuatro, y es probable que desaparezcan en pocos
años. Quizá algún día el mundo occidental se despierte a la música
India como ahora está despertando a su poesía al apreciar traba-
jos como los de Rabindranath Tagore. Llegará un tiempo en que
Occidente demande este tipo de música, pero no la encontrará, será
demasiado tarde. Indudablemente, si esta música, que es magia,
construida sobre bases sicológicas, fuera introducida en Occidente,
desbancaría a músicas tales como el jazz. La gente parece querer
echar a perder sus sentidos con esta música que está destruyendo
la delicadeza de los medios de percepción. Miles de personas bailan
45

diariamente jazz-music, y olvidan el efecto que ejerce sobre el espí-
ritu, sobre la mente y sobre sus delicados sentidos.
Había un príncipe de Rampur que quería estudiar música
con cierto gran maestro. Este, imaginando el carácter del príncipe
y sabiendo que muchos músicos querrían enseñarle su talento, le
dijo, «sólo te puedo enseñar bajo una condición, que no escuches
a ningún músico que no posea una gran categoría, tu sentido de la
música no debe ser destruido, debe ser reservado para la música
delicada y debe ser capaz de apreciar las vibraciones más refina-
das».
Cuando la educación destruye la delicadeza de la aprecia-
ción musical inevitablemente se tiende a evitar la música real y pre-
ferir el jazz. En vez de ir hacia adelante se marcha hacia atrás. Y es
una pena que la música, el tema central de la cultura humana, no
ayude a la gente a evolucionar espiritualmente.
La música de la vina es muy parecida a la voz humana. Si se
la escucha sonar es difícil imaginar que se trate de un instrumento.
La música de la vina no es tan magnética como la de la voz humana,
pero es más atractiva, más impresionante; todas las delicadezas de
la voz humana, con su sedosa estructura, se ven perfeccionadas en
el sonido de la vina.
46
la vina

7
La manifestación del sonido en el plano fí sico
La ciencia moderna ha descubierto recientemente que la

impresión del sonido se puede hacer claramente visible en ciertas
placas. En realidad, la impresión del sonido cae sobre todos los obje-
tos, aunque no siempre sea visible. Esta impresión permanece algún
tiempo sobre los objetos y después desaparece. Aquellos que han
estudiado científicamente las diferentes impresiones realizadas por
el sonido se han encontrado con formas de hojas, flores y otras figu-
ras de la naturaleza, lo cual es la prueba de la creencia mantenida
por las gentes antiguas de que la fuente creativa, en sus primeros
pasos hacia la manifestación, es audible, y en el siguiente escalón
visible. También muestra que todo lo que vemos en este mundo
objetivo, todas las formas, han sido construidas por el sonido, y son
fenómenos suyos.
Cuando contemplamos este asunto de una manera más
profunda, desde un punto de vista místico, comprobamos que cada
sílaba tiene un cierto efecto. Igual que la forma de cada sonido es
diferente, cada sílaba ejerce un efecto especial; y de ahí que cada
sonido realizado o cada palabra hablada delante de un objeto lo
cargue con un cierto magnetismo. Esto nos explica los métodos de
los sanadores, maestros y místicos, quiénes mediante el poder del
sonido cargan las cosas con su poder sanador, con su poder mental.
Cuando estos objetos son ofrecidos como bebida o comida produ-
cen los resultados deseados. Además de esto, muchos maestros de

las ciencias ocultas, los que se han comunicado con los seres invi-
sibles mediante el poder del sonido, han sido capaces de realizar
grandes prodigios, incluso crear cosas; en otras palabras, mediante
el poder del sonido pueden dar cuerpo a un alma, a un espíritu,
creando una especie de ser que no es todavía un ser físico sino un
ser de más elevada categoría. A estos seres les llamaban Muwakkals,
y trabajaban a través de ellos utilizándoles para sus propósitos.
El efecto físico del sonido también ejerce una gran influen-
cia sobre el cuerpo humano. Todo su mecanismo, los músculos, la
circulación de la sangre, los nervios, se mueven bajo el poder de la
vibración. De igual manera que cada vibración responde a un cierto
sonido, el cuerpo humano se ve afectado por este. Aunque con el
sonido se puede producir fácilmente una resonancia en sustancias
tales como el cobre o el bronce, no hay una caja de resonancia más
viva que el cuerpo humano. El sonido ejerce un efecto sobre cada
átomo del cuerpo, porque todos ellos resuenan; sobre las glándulas,
sobre la circulación de la sangre y el pulso del corazón, sobre todos
los órganos, el sonido produce un efecto.
En la India, todos los años se celebra una fiesta en la que
se conmemora a los grandes héroes del pasado y se lamenta las tra-
gedias de sus vidas. En esa ocasión se tocan diversos instrumentos,
ciertos tambores, malamente a veces y mejor en otras ocasiones.
Algunas de las personas, al escuchar estos tambores, caen inme-
diatamente en éxtasis. Ello se debe a que el sonido del tambor va
directamente a su sistema global, llevándoles a cierto tono en el que
entran en éxtasis. Cuando están en éxtasis pueden saltar y caminar
sobre el fuego sin quemarse; pueden cortarse con una espada e ins-
tantáneamente curarse; pueden comer fuego sin abrasarse. Cual-
quiera puede verlo todos los años en la fecha correspondiente.
A esa condición la llaman Hál. Hál significa lo mismo que
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l a m a n i f e s ta c ió n de l
s o n i d o e n e l p l a n o f i s ic o

condición; es un término apropiado, porque al escuchar el tambor
piensan en esa condición y entran en ella. No se necesita ser muy
evolucionado para entrar en trance, ni siquiera muy culto; algunas
veces son gentes muy sencillas; pero el sonido puede producir tal
efecto sobre ellos que son trasladados al éxtasis.
El caso fue estudiado por un doctor de San Francisco, el
Dr. Abrans, especialmente la repentina curación de las heridas pro-
ducidas por las espadas durante el trance. Aunque todos sus colegas
se mostraran en desacuerdo, él llegó intuitivamente a la conclusión
de que con la ayuda de la vibración se podrían curar enfermedades.
No obstante, en vez de buscar el poder de la vibración en la palabra,
lo buscó en la electricidad, que funciona bajo el mismo principio.
Tomó los niveles vibratorios del cuerpo, y trató los elementos de
éste con la misma frecuencia de las vibraciones eléctricas. Comenzó
a obtener algunos buenos resultados, pero en cualquier caso es un
tema que necesita al menos un siglo para desarrollarse plenamente.
Esto es justo el comienzo de un vasto tema, lleno de errores, pero si
estos pueden ser perdonados, tal vez en muchos años se descubra
algo real que pueda ser de gran ayuda a la práctica médica.
Este ejemplo muestra que cuando un hombre se corta a si
mismo y se cura instantáneamente es porque ha creado tal condi-
ción en su cuerpo que las vibraciones son capaces de curar cualquier
herida inmediatamente. Si la misma persona se corta sin estar en
esa situación la curación inmediata es imposible. Las vibraciones
internas deben estar funcionando en una frecuencia específica.
Existe una escuela de sufís en Oriente a la que se conoce
como Rafai. Su principal propósito es elevar el poder espiritual
sobre el material. Y realizan ejercicios tales como comer fuego, o
saltar sobre él, o hacerse cortes, para conseguir sus objetivos. El
secreto de todo el fenómeno consiste en que mediante el poder de
49

las palabras tratan de afinar su cuerpo a un nivel vibratorio en el
que el fuego, los cortes, nada, puede tocarlo. Si las vibraciones del
cuerpo son iguales a las del fuego este no puede afectarlo.
Volviendo a la cuestión de la música, cabe preguntarse,
¿porqué ejerce la música un efecto sobre la persona?, ¿porqué a
todas las personas les gusta naturalmente la música? No se trata
de que uno esté preparado o sea una costumbre, sino porque la
atracción es un efecto natural de la música. Alguien puede pregun-
tar como es que hay personas que no tienen sentimientos hacia la
música. La respuesta es que ese sentimiento todavía no se ha creado
en ellas. El día en que comiencen a sentir la vida comenzarán tam-
bién a disfrutar la música.
Es por estas razones el que los sabios consideraran la cien-
cia del sonido como la más importante ciencia en cualquier con-
dición de la vida: a la hora de curar, de enseñar, de evolucionar,
de conseguir cualquier cosa de la vida. Sobre esta base se asienta
la ciencia de Zikr, desarrollada por los sufís, y la razón de que los
yoguis practicaran mantra shastra. Zikr no significa aquí una frase
particular, sino una ciencia de la palabra. En la palabra hablada se
activan las vibraciones más sutiles. Las vibraciones del aire no son
nada; pero debido a que cada palabra lleva una respiración detrás,
y la respiración posee vibraciones espirituales, la acción de la respi-
ración funciona físicamente mientras la respiración misma es una
corriente eléctrica. La respiración no es aire solamente, sino una
corriente eléctrica, y por tanto una vibración interior.
Aparte del significado que una palabra tiene, el mismo
sonido de las sílabas puede producir buenos o malos resultados.
Aquellos que saben de esto han de recordar varios sucesos de la
historia en que el error de un poeta, al no utilizar las palabras ade-
cuadas en honor del rey, provocó la destrucción del reino. Y sin
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l a m a n i f e s ta c ió n de l
s o n i d o e n e l p l a n o f i s ic o

embargo, ¡que poco piensa uno acerca de esto¡. Con decir, «bueno,
puede que lo haya dicho, pero no quise molestar», la gente piensa
que no ha hecho nada, mientras no lo haga con intención nada
sucede. Pero incluso el decir algo aunque sea sin propósito puede
tener un gran efecto sobre la vida.
La ciencia del sonido se puede utilizar en la educación, en
los negocios, en la industria, en el comercio, en la política, en todo
aquello de lo que se quiera obtener ciertos resultados. No obstante,
su mejor utilización es en la evolución espiritual; mediante el poder
del sonido o de la palabra se puede evolucionar espiritualmente y
experimentar todos los diferentes estados de la perfección interior.
La música es el principal medio para despertar el alma, no existe
nada mejor. La música es el camino más corto y más directo hacia
Dios; pero hay que saber antes qué música y como utilizarla.
51

8
El efecto del sonido en el cuerpo físico
Los instrumentos de viento, los instrumentos de cuerda ya

sean de tripa o de acero, los instrumentos de percusión tales como
tambores y címbalos, todos ellos, poseen un distinto y particular
efecto sobre el cuerpo físico. Hubo un tiempo en el que los pensado-
res conocían esto y utilizaban el sonido con propósitos espirituales
y curativos. Sobre este principio se basaba la música india. Las dife-
rentes ragas, y las notas que utilizaban, se suponía que producían
un efecto curativo y elevador.
Con lo primero que entra en contacto el sonido es con el
cuerpo físico; y el considerar el efecto que pueden ejercer las notas
simples y los sonidos sobre él nos incita a un profundo análisis del
tema. Incluso en la actualidad existen, principalmente en la India,
encantadores de serpientes que mediante el pungi, un instrumento
simple de viento, atraen cobras y otras serpientes del entorno. El
experimento se ha repetido, y se repite, una y otra vez, y siempre se
puede observar como las serpientes de cualquier tipo son atraídas
al escuchar el sonido del pungi. Primero salen del agujero en el que
viven; y después, debido al efecto ejercido por el sonido sobre su
sistema nervioso, son atraídas más y más cerca del instrumento.
Las serpientes, de esta manera, olvidan ese instinto de protección
frente a los seres humanos y otros animales que se observa en todas
las criaturas de la naturaleza; en ese momento lo olvidan total-
mente, no ven nada ni a nadie. Las serpientes alcanzan el éxtasis,
52

y la cobra comienza a elevar su cabeza moviéndola a izquierda y
derecha; mientras el instrumento siga sonando la cobra conti-
nua balanceándose en éxtasis. Esto nos muestra como además del
efecto que ejerce el sonido sobre el cuerpo físico y sobre el espíritu
del hombre, hay también otro efecto sobre las cosas físicas.
Desde un punto de vista metafísico, la respiración es la
corriente vital del prana; y esta corriente vital existe también en
cosas tales como las cuerdas de tripa o en la piel de los tambores.
En estas cosas también hay una parte de vida, hasta tal punto que la
corriente vital se hace audible y llega a afectar a la corriente vital de
las criaturas vivientes y a darles una vida añadida. Es por esta razón
el que las tribus primitivas, que solo disponen de un tambor o de un
simple instrumento de viento, llegan a alcanzar tales estados sicoló-
gicos por medio de la prolongada utilización de estos instrumentos,
que les lleva a disfrutar del éxtasis.
¿A que se debe que la música de jazz haya alcanzado tal éxito?
Se debe al mismo principio. Esta música no hace pensar mucho acerca
de sus características técnicas; no incita demasiado al alma a pensar
en cosas espirituales; no obliga al corazón a sentir profundamente;
sin afectar al corazón o al alma esta música influye solamente sobre
el cuerpo físico. Esta música produce una renovada energía mediante
la continua ejecución de un particular ritmo y un particular sonido;
ello proporciona a la gente - a la generalidad quiero decir - una mayor
energía, vigor e interés, que la música que provoca un esfuerzo en
la mente. Aquellos que no desean elevarse espiritualmente, que no
creen en las cosas del espíritu ni desean complicarse la vida, son deja-
dos en paz por ese mismo espíritu; sin embargo, al mismo tiempo, la
música afecta a todo aquel que la escucha.
Cuando se compara la voz con los instrumentos musicales
no nos encontramos con una comparación real, porque la voz en si
53

misma es algo viviente. Ni el movimiento, ni la mirada, ni el tacto,
ni incluso la respiración que sale de las fosas nasales, llegan igual de
lejos que la voz.
Hay tres grados de corriente respiratoria. El primer grado
es la respiración sencilla que es inhalada y exhalada por la nariz.
Esta corriente sale hacia afuera y ejerce cierto efecto. Un nivel
mayor de corriente respiratoria se produce al soplar. Cuando una
persona sopla la corriente está dirigida más intensamente, y por
tanto, los sanadores, que han comprendido bien este principio,
hacen uso de él. El tercer grado, en el cual la respiración es más
intensa, es el sonido; en este nivel, la respiración, saliendo en forma
de sonido, es vivificadora.
En Oriente Próximo, entre los cristianos ortodoxos y arme-
nios, existe la costumbre de no utilizar el órgano en la iglesia; en vez
de éste, diez o doce personas, sentadas con los labios cerrados, ento-
nan un acorde. Cualquiera que lo oiga pensará que efectivamente
es un acierto olvidarse del órgano; su sonido resulta más artificial
comparado con el sonido producido por las diez o doce personas
con las labios cerrados. El efecto es tan sorprendentemente mágico,
llega tan lejos y tan profundamente, y produce tal atmósfera reli-
giosa, que no se siente en absoluto la necesidad del órgano; es un
órgano natural lo que Dios ha creado.
Los bramanes, cuando estudian los Vedas, incluso actual-
mente, no estudian solamente lo que en ellos está escrito o los sig-
nificados; también estudian la pronunciación de cada sílaba, de
cada palabra, de cada sonido; y lo estudian durante años y años.
Los bramanes no escuchan una sola vez los sonidos con los oídos
para pensar enseguida, «lo he aprendido», no, ellos piensan que mil
repeticiones de la palabra producirán algún día ese magnetismo,
esa electricidad, esa corriente vital tan necesaria que solamente se
54
el ef ecto del son ido
e n e l c u e r p o f i s ic o

produce mediante la repetición.
¿Que acción realiza este flujo vital que aparece mediante la
respiración y se manifiesta como voz para afectar a otra persona?
Esta corriente toca los cinco sentidos: a la vista, al oído, al olfato,
al gusto y al tacto, aunque llegue directamente a través del sentido
del oído. Una persona no percibe el sonido a través del oído exclusi-
vamente, sino que escucha por todos los poros de la piel. El sonido
penetra todo el ser, y de acuerdo con su particular influencia eleva
o desciende el ritmo de la circulación sanguínea, agudiza o calma
el sistema nervioso, y despierta las pasiones o produce paz. De
acuerdo con el tipo de sonido y su influencia se produce un cierto
efecto.
El conocimiento del sonido puede proporcionar a una per-
sona un instrumento mágico con el cual afinar, controlar y orientar
la vida de otra persona en la mejor dirección. Los antiguos vocalis-
tas solían experimentar primero sobre si mismos el efecto de sus
prácticas espirituales. Cantaban una nota durante media hora y
estudiaban su efecto sobre los diferentes centros del cuerpo: que
tipo de corriente vital se producía, como se despertaban las cuali-
dades intuitivas, como se desarrollaba el entusiasmo, como crecía la
energía, como calmaba y como sanaba. Para ellos no se trataba de
una teoría, era una experiencia.
El sonido se hace visible en la forma de radiación. Ello
muestra como la misma energía que adopta la forma de sonido,
antes de hacerse visible es absorbida por el cuerpo físico. De esta
manera el cuerpo se recupera y carga con nuevo magnetismo.
Mediante un agudo estudio sicológico se puede demostrar
que los cantantes poseen un nivel magnético superior a la persona
normal. Debido a la práctica el sonido ejerce su influencia sobre
ellos mismos produciendo electricidad; con cada práctica se ven
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cargados con nuevo magnetismo. Este es el secreto del magnetismo
de los vocalistas
En cuanto a cual es el correcto y el incorrecto uso del
sonido, se puede decir que todo depende de cada caso en particu-
lar. En un caso cierto sonido puede ser utilizado adecuadamente,
y en otro caso el mismo sonido puede ser contraproducente; en
cualquier caso los resultados se pueden juzgar por la armonía o el
desequilibrio producido. Cada tono de la voz, dentro de los natu-
rales, puede ser causa de la propia curación de la persona que lo
pronuncia, así como de la de los que escuchan, solo con que cante
una nota en ese tono. La persona que encuentra la nota clave de su
propia voz encuentra también la clave de su propia vida. Esa per-
sona, mediante la nota clave de su voz, puede elevar su ser y puede
ayudar a otros. No obstante, hay muchas ocasiones en que este
conocimiento no es suficiente ya que sólo concierne a uno mismo,
al conocimiento de la propia nota y de su tono.
Es una pena que actualmente la gente del mundo musical
esté alejándose de lo que es su tono de voz natural. Ello se debe
a la comercialización. Primero se construyeron auditorios con
capacidad para 100 personas, después para 500 y más tarde para
5.000. Un hombre tiene que gritar mucho para que 5.000 perso-
nas puedan escucharle en orden a conseguir un éxito, y ese éxito se
refiere exclusivamente a la taquilla. Sin embargo, el encanto mágico
reside en la voz natural. Todas las personas tienen su talento, Dios
ha concedido a cada persona un cierto tono, una nota natural; y si
esa persona la desarrolla todo se convierte en magia, puede realizar
milagros. Actualmente hay que pensar acerca del auditorio, y en
todo lo que se tendrá que gritar.
En cierta ocasión un indio se encontraba de visita en
París, y por primera vez en su vida acudió a la ópera para escuchar
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música. Este hombre trató de disfrutar con su mejor voluntad. Lo
primero que escuchó fue a una soprano, después apareció el tenor
o el barítono que tenía que cantar con ella. El hombre se mostró
muy molesto, ¡»mira por donde, ahora viene este a estropearlo»¡,
exclamó.
Cuando nos hallamos frente a la esencia y el principio
interno del sonido se observa que cuanto más cerca de la naturaleza
se encuentre este más poderoso resulta, más mágico se hace. Cada
hombre y cada mujer poseen un cierto tono de voz, sin embargo,
el director de sonido dice, «no, este tono es grave», «soprano»,
«tenor», «barítono», o «agudo». Así trata de limitar lo que no se
puede limitar. ¿Hay tantas voces entonces? Hay tantas voces como
almas, no se pueden clasificar. Tan pronto como un cantante es
clasificado tiene que cantar en ese tono; si su tono es diferente el
no lo sabe. Debido a que el director ha dicho, «este es soprano»,
esa persona no puede ser nada más. Además de esto, el compositor,
probablemente, nunca ha oído la voz de ese cantante en particular
y ha escrito su obra para un cierto tono. Cuando una persona tiene
que depender de lo que un compositor ha escrito, y tiene que cantar
en un tono así compuesto, por fuerza ha de perder su tono natural.
Dejando la música aparte, incluso hablando, es fácil observar cómo
de cien personas sólo una habla en su tono natural, los demás, el
noventa y nueve por ciento restante, imitan. Imitan a alguien, aun-
que puede que no se den cuenta.
El mismo inconveniente que se encuentra en los adultos
se encuentra en los niños. La tendencia en los niños es cambiar las
maneras e imitar. Cada 5 o 10 días, cada mes, un niño cambia su
manera de hablar, su voz, sus palabras; muchas cosas cambian. ¿De
donde aprende el niño todo esto? Lo aprende de los niños del cole-
gio. A un niño le ve andando de cierta manera, o haciendo un gesto,
57

o frunciendo el ceño, o hablando de cierto modo. El pequeño no se
da cuenta, pero después de ver todo esto él hace las mismas cosas; y
así se mantiene cambiando.
De igual manera, cada persona, también sin darse cuenta,
cambia su voz. Así altera su tono natural. Retener el propio tono de
voz es un gran poder en si mismo, aunque uno no lo puede man-
tener siempre. Para conseguir un efecto poderoso y bueno con la
propia voz no se necesita ser un cantante. Lo que uno tiene que
hacer es practicar la ciencia de la respiración de diferentes mane-
ras. Primero hay que saber cómo respirar, después cómo soplar,
a continuación cómo realizar sonidos y cómo decir una palabra.
Si se practica de estas tres maneras se puede despertar ese poder
latente en todas las almas. No se necesita ser un cantante, pero sí
hay que dedicar alguna parte del día, aunque sea muy pequeña, 5 o
10 minutos, a la propia voz para que se desarrolle.
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9
La voz
La voz no es solamente indicativo del carácter de una per-

sona, es también la expresión de su espíritu. La voz no solamente
es audible, sino visible para aquellos que pueden verla. La voz deja
impresiones en las esferas etéreas, impresiones que se pueden cali-
ficar de audibles, pero que son visibles al mismo tiempo. La voz
deja impresiones en todos los planos, y aquellos científicos que han
hecho experimentos con el sonido y han tomado impresiones sobre
placas se encontrarán algún día con que las huellas de la voz son
más claras y profundas y producen mayor efecto que cualquier otro
sonido. Otros sonidos pueden tener mayor volumen que la voz,
pero ninguno puede ser más vivo que ella. Sabiendo esto, los hindús
de tiempos pasados proclamaron que el canto era el primer arte, la
música instrumental el segundo y la danza el tercero. Después de
descubrir que mediante estos tres aspectos diferentes de la música
se puede alcanzar la espiritualidad mucho antes que con cualquier
otro sistema, los hindús llegaron a la convicción de que el camino
más corto a las altas esferas espirituales era el canto. De ahí que
los grandes profetas de la India fueran a su vez vocalistas, como
Nadara y Tumbara. Narada inspiró a Valmiki, el autor del Rama-
yana y del Mahabarata, las grandes escrituras hindús.
Existen tres clases principales de voces: la voz Jelal, la
Jemal y la Kemal. La Jelal indica poder; la Jemal belleza y la Kemal
sabiduría. Si uno es consciente de ello en la vida cotidiana, puede
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ocurrir a veces que estando con otra persona, antes de que esta
haya terminado de hablar, uno se sienta molesto. No se debe ello a
lo que haya dicho, sino a su voz. También puede ocurrir, tal vez no
todos los días, que después de escuchar algo a alguien una sola vez,
sus palabras hayan permanecido siempre con uno, produciendo
siempre un hermoso sentimiento armonioso, curativo, elevador e
inspirador.
Si la voz de un doctor que acude a visitar a un paciente no
es armoniosa, está dentro de lo posible el que le provoque miedo y
un agravamiento de la enfermedad; otro doctor, sin embargo, puede
tratar a su paciente con la voz de manera que cuando tome la medi-
cina prescrita se encuentre ya mejor. El doctor receta una medicina,
pero es la voz con la que se acerca al enfermo lo que cuenta. En la
historia del mundo, ¿no han marchado cientos de miles de solda-
dos con decisión y valor sin saber a qué se iban a enfrentar oyendo
solamente la voz de su comandante diciéndoles: ¡adelante, rápido¡?
Parece como si toda ansiedad y miedo se convirtiera en coraje y
vigor al realizar la marcha. ¿Es que no ha ocurrido a veces que al dar
un comandante la orden de, ¡fuego¡, los soldados han dado la vuelta
y disparado contra él? Todo ello se debe igualmente a la voz.
La voz puede ser como un vino. El mejor o el peor de los
licores. Algo que puede matar a una persona o reconfortarla. Se
dice que Tansen, el gran vocalista de la India, realizaba prodigios
cantando. Tansen era un yogui, un yogui del canto que dominaba
el sonido y que por tanto convertía su voz en algo vivo. Y de esta
manera sucedía que lo que el deseaba ocurría. Muy pocas perso-
nas de este mundo conocen hasta que punto se pueden producir
fenómenos mediante el poder de la voz. Si existe una huella real de
milagros, fenómenos o prodigios, esta se encuentra en la voz.
En la voz hay cinco cualidades que se relacionan con el
60
l a vo z

carácter particular de una persona. La cualidad relacionada con
el elemento tierra es esperanzadora, tentadora y fortalecedora. La
relacionada con el agua es intoxicante, calmante, sanadora, ele-
vadora. La relacionada con el fuego es impresionante, excitante,
aterradora; y al mismo tiempo liberadora. Muy a menudo se han
producido serias advertencias bajo la cualidad de fuego que posee
la voz. Las «lenguas de fuego» de las que se habla en el Antiguo Tes-
tamento fueron advertencias de grandes peligros venideros; alar-
mas para que la gente despertara de su sueño a niveles superiores
de consciencia.
La cualidad relacionada con el elemento aire es elevadora,
y tiene la capacidad de transportarle a uno lejos del plano terrenal.
La cualidad etérea de la voz es inspiradora, curativa, procuradora
de paz, armoniosa, atractiva, y al mismo tiempo de lo más embria-
gadora. Las voces jelal, jemal y kemal poseen todas, de una manera
preponderante, una u otra de estas cinco cualidades. El efecto que
producen se corresponde con esas cualidades específicas.
La más maravilloso que se observa al estudiar la voz es que
mediante su análisis se puede determinar el grado particular de evo-
lución de una persona. No se necesita verla, su voz, simplemente,
nos dice lo lejos que ha llegado evolutivamente. Indudablemente, el
carácter de una persona se hace evidente en su voz. En cada edad:
infancia, adolescencia, juventud, madurez, el tono de la voz cam-
bia. «Edad avanzada» es una expresión que trata de evidenciar lo
que una persona ha ganado; y la voz es también indicativo del nivel
alcanzado. Como ocurre con cualquier aspecto de la vida de un
individuo, con cada paso evolutivo hacia adelante se produce un
cambio en su voz. Todas las experiencias de la vida son iniciaciones;
incluso en la vida cotidiana también se dan pasos hacia adelante; y
estas experiencias cambian la voz de la persona.
61

Existe otro maravilloso aspecto en la ciencia de la voz: el
individuo afortunado tiene una voz diferente al no tan afortunado.
Si se reune a cinco personas que demuestren objetivamente haber
sido favorecidas por la suerte, y se escucha su voz, enseguida se
encontrará la gran diferencia que existe entre su voz y la voz ordi-
naria. Si se compara la voz de los grandes personajes, independien-
temente del ámbito donde se muevan, con la voz de las personas
más comunes, enseguida se nota que hay una diferencia. Me estoy
refiriendo con esto a la voz hablada exclusivamente; en el canto
ocurre algo muy diferente. Actualmente el arte del canto se ha con-
vertido en algo extremadamente artificial. Las ideas modernas de
aprendizaje se basan en desarrollar la voz y hacerla diferente de lo
que naturalmente es. La formación de la voz no tiene como objetivo
desarrollar lo natural que hay en ella, sino que apunta a desarrollar
la artificiosidad. Por tanto, cuando una persona canta de acuerdo
con el método actual muestra una voz que no es la suya propia. Tal
vez así alcance un gran éxito, ser escuchado por miles de personas,
sin embargo, al mismo tiempo, no está cantando con su voz natural,
y ello impide averiguar su nivel de evolución. El carácter real de una
persona se encuentra en la voz con la que habla.
Un tercer aspecto que hay que entender es el nivel de volu-
men de la voz; algunas veces la voz es suave y otras alta. Ello habla
de la condición natural del espíritu en ese momento; porque a veces
el espíritu se muestra delicado, y con esa delicadeza el espíritu de
la voz se hace más suave. Otras veces el ánimo se encuentra más
excitado y la voz se hace más elevada. Para regañar a alguien, sin
embargo, no hace falta levantar la voz, ella se endurece natural-
mente. Cuando se quiere simpatizar con alguien, cuando se quiere
expresar gratitud, amor, devoción, afecto, no se necesita bajar el
tono de voz, la voz se hace suave sin que uno lo perciba, sin que
62
l a vo z

tenga que pensar en ello. Todo ello muestra como la voz es la expre-
sión del espíritu. Si el ánimo se encuentra calmado, la voz es cal-
mada; si el espíritu se siente agresivo la voz es agresiva. Si el espíritu
es poderoso, la voz es poderosa. Si el espíritu ha perdido su vigor, la
voz también lo pierde.
La inspiración elige su propia voz. Y cuando un conferen-
ciante tiene que cambiar su voz de acuerdo con el auditorio donde
se encuentra la inspiración desaparece; cuando la inspiración siente
que esa no es su voz no puede manifestarse. De esta manera, el con-
ferenciante tiene que enfrentarse a dos batallas: una es que debe
hablar sin inspiración, y la otra que ha de hacerse audible a todas las
personas presentes.
Actualmente se ha desarrollado un nuevo método llamado
elocución. Alguien que lo haya estudiado puede gritar más alto que
10 personas juntas y todo el mundo pensará que es extraordina-
rio; ¿pero que impresión produce? Ninguna. Lo mismo ocurre con
los altavoces que aumentan la voz docenas de veces. Ello es muy
correcto cuando se trata de propósitos mercantiles; pero cuando se
trata de la vida, de la conversación, del hablar a los amigos, la cosa
es diferente. El hablar con otra persona, o con varias, es una ocasión
de gran importancia sicológica, porque ello produce un eco en el
cosmos. Una palabra hablada jamás se pierde. Siempre permane-
cerá vibrando, y la vibración se corresponderá con el espíritu que
en ella se haya vertido. Si un individuo hace su voz artificiosa en
orden a convencer a alguien, con ello sólo da a entender que no está
siendo sincero con su espíritu. No puede serlo. Es mejor hablar de
una manera natural a las personas y a las multitudes que hacerse
artificioso. A menudo la gente piensa que al recitar se ha de afec-
tar la voz, convertirse en un ser diferente, no desean continuar tal
como ellos son. No hay nada más hermoso, nada más convincente,
63

atractivo e impresionante, que recitar con el propio tono natural de
voz.
Respecto al canto, existen ciertas matices que conviene
retener en la voz. A pesar de poseerse una voz muy desarrollada, a
pesar de contar con un gran volumen de voz, a pesar de ser capaz
con la práctica de enviarla a grandes distancias, uno se debe hacer
responsable de mantener indemne la propia voz natural en todos
los estados de desarrollo. Esto no significa que uno no deba tener
una voz que llegue a todas partes, una voz de gran volumen, una
voz con vigor y flexibilidad. Todo lo que enriquece la voz es conve-
niente y se debe desarrollar con la práctica; pero al mismo tiempo
siempre se debe mantener en la mente que no hay que sacrificar la
cualidad natural de la propia voz. Cada persona debe saber que no
existe otra voz como la suya. Y si esa peculiaridad que la voz de cada
alma posee se pierde, entonces nada queda. Además de esto, cada
individuo es un instrumento de esa orquesta formada por todo el
Universo. Cada voz es la música que llega de uno de esos instru-
mentos, todos distintos y particulares con objeto de que ninguna
voz pueda tomar el puesto de otra. Sí a pesar del instrumento que
Dios ha creado y la música que él ha procurado fuera ejecutada en
el mundo, uno no permite que esa música suene, y desarrolla una
voz que no es la propia, todo ello resulta en una gran perdida para
uno mismo y para los demás.
Hay una manera mecánica de formar la voz y otra natu-
ral. El método mecánico es el instrumental. Pero también hay una
manera natural que los antiguos indios solían entender muy bien.
Ellos analizaron el trueno y otros sonidos de la naturaleza, y de
ellos sacaron las siete notas; también comprendieron la semejanza
de los seres humanos y las notas de la naturaleza. Por eso, en la
música india antigua, hay notas que pertenecen a la naturaleza; y
64
l a vo z

el afinador en forma de tenedor con el se pueden regular las notas
reproduce el sonido de los animales.
A aquellos en el camino espiritual, pensadores, estudiosos,
meditadores, les es de la máxima importancia consultar la voz de
tiempo en tiempo para conocer la condición del espíritu. La voz
es como un barómetro. Desde la mañana hasta la noche se puede
vigilar la atmósfera que uno mismo crea, si es cálida o fría, prima-
veral o invernal. La propia voz es el instrumento, el barómetro que
nos muestra lo que va a venir; porque lo que viene es la reacción, el
resultado de lo que se ha creado; y la voz es indicativo de todo ello.
Sí aquellos que van todavía más lejos en el tema, se preocuparan
de analizar su propia voz, serían capaces de ver como escalón tras
escalón van progresando en el camino espiritual. Cada peldaño en
el camino produce un pequeño cambio. Al profundizar en el tema
se puede observar, por el cambio de la voz, lo lejos que uno ha lle-
gado, o si ha vuelto hacia atrás de nuevo. La voz nos lo dice.
Otra cosa sorprendente acerca de la voz es que una vez que
se ha trabajado con ella y se ha cultivado, profundizado y ampliado,
se la puede dejar olvidada durante meses y años; la voz tal vez tome
otra forma u otra apariencia, pero lo que uno ha creado permanece
de alguna manera. Es como una suma de dinero depositada en el
banco. Tal vez la olvides, pero ella seguirá allí. El día en que la recu-
peres de nuevo estará contigo, a partir de entonces necesitarás poco
esfuerzo para completar el trabajo.
Si la voz desarrolla una cualidad espiritual, y más tarde se
advierte que esa cualidad se ha perdido, no debe uno descorazonarse
ni perder la esperanza. Está bien lamentarse por haber retrocedido,
pero lo que hay que hacer es corregirse e intentar ir hacia delante de
nuevo. Nunca hay que perder el coraje ni las esperanzas, porque ello
está allí, solamente necesita un pequeño impulso. Es como una vela
65

que se ha apagado; tan pronto la enciendas con una cerilla volverá
a iluminar, la vela sigue siendo la misma. La voz es una luz. Aunque
languidezca sigue estando allí. Y sí no brilla es porque no ha sido
educada. Cultívala de nuevo y brillará una vez más.
Cuando una persona se nos acerca y comienza a hablar de
algo, y después murmura «humm, humm...», para a continuación
pronunciar unas cuantas palabras y volver a repetir el mismo mur-
mullo, puede que se deba a un catarro, pero también puede que
no sea esa la causa. ¿Porque está haciendo eso entonces? Porqué
está tratando de extraer algo de su mente y no puede hacerlo fácil-
mente. Lo que está sucediendo en el espíritu se muestra en la voz.
El quiere decir algo, pero no puede hacerlo porque su mente no
funciona adecuadamente y la voz no coopera. Si en la mente apa-
rece un obstáculo, algún impedimento, en la voz también se pro-
duce un traspiés.
66
l a vo z

10
El misterio del sonido y del color
La atracción que ejerce el color y el sonido hace pensar que

hay un misterio detrás de ello, que existe un lenguaje de colores y
sonidos que puede ser aprendido; la respuesta es que el lenguaje
del color y del sonido es el lenguaje del alma, y es nuestro lenguaje
exterior lo que confunde el significado de ese otro lenguaje interior.
El color y el sonido son el lenguaje de la vida. La vida se expresa a si
misma en todos los diferentes planos de existencia en la forma de
color y sonido; pero las manifestaciones externas de la vida son tan
rígidas y densas que el secreto de su naturaleza permanece ente-
rrado debajo.
¿Porqué los místicos consideran al mundo una ilusión?
Porque la naturaleza de la manifestación es tal que ella envuelve
su propio misterio dentro de si misma, mostrando una forma tan
rígida que la finura, la belleza y el secreto de su carácter se quedan
escondidos. Por ello hay dos clases opuestas de buscadores, los estu-
diosos y los que van en pos de la verdad. Unos quieren aprender
de las apariencias externas, los otros el secreto escondido detrás.
Aquel que aprende de lo externo adquiere el conocimiento de lo
externo, es el científico; aquel que busca en lo interior, en lo escon-
dido detrás de la manifestación, es el místico; y el conocimiento que
adquiere es el misticismo.
La primera pregunta que surge en la mente de una per-
sona inteligente es: ¿que hay en el color y en el sonido que tanto
67

me atraen? Son el tono y el ritmo del color y del sonido los que
ejercen la influencia sobre el tono y el ritmo de nuestro ser. Nuestro
ser es la capacidad que poseemos para resonar al tono y al ritmo
que nos llegan del color y del sonido; esta capacidad nos permite
ser influenciados por ellos. Así a algunos les gusta cierto color y
a otros uno distinto, lo mismo ocurre con el sonido. Al escuchar
canto algunos son atraídos por un barítono o una voz grave, otros
por un tenor o una soprano. Hay algunas almas a quiénes el sonido
del chelo conmueve; otras se interesan por el violín; algunos disfru-
tan el cuerno o el trombón; otros prefieren la flauta. ¿Que es lo que
esto sugiere? Ello nos enseña que hay cierta capacidad en nuestros
corazones, en nuestro ser, y depende de esa peculiar capacidad el
que nos atraiga un cierto sonido.
Todo depende también del grado de evolución del indivi-
duo, de su carácter y naturaleza, de si es basto o refinado; también
de su temperamento, si es pragmático o soñador, si ama el drama
de la vida o está absorto y enterrado en las cosas cotidianas. De
acuerdo con la condición de la persona, de su temperamento y evo-
lución, depende la manera en que el color y el sonido le afectan; la
prueba de esto es que el ser humano cambia sus fantasías con res-
pecto al color. Algunas veces le gusta el azul, otras el amarillo o el
naranja. Hay a quiénes les gustan los colores oscuros, y a quiénes los
claros. Todo depende del temperamento y del nivel de evolución.
A algunos les conmueven todas las músicas; a otros la
mejor o la peor. ¿No es fácil observar lo que disfruta un niño con
una lata y un palo? El ritmo está dentro de su capacidad de disfrute.
La naturaleza humana es así; se puede identificar con todo, desde lo
más bajo hasta lo más elevado. Posee tanta capacidad que nada se
queda fuera. Todas las cosas tienen su lugar y pueden ser asimila-
das por la naturaleza humana. Al mismo tiempo hay acción e inac-
68
e l m i s t e r io de l s o n i d o
y de l c ol o r

ción. No es solamente el grado de evolución lo que hace que una
persona cambie sus gustos por diferentes tonos o colores, sino que
son también los diferentes colores y tonos los que le ayudan en su
progreso espiritual; y ellos cambian la velocidad de su evolución.
Los hombres dan a veces tanta importancia al color y el
tono que se olvidan de lo que hay detrás, y ello les lleva a muchas
supersticiones, fantasías e imaginaciones. Muchos han engañado a
gente sencilla diciéndoles el color que corresponde a su alma y la
nota que pertenece a su vida. El ser humano siempre está dispuesto
a identificarse con cualquier cosa que confunda a su mente; siem-
pre está deseando ser engañado. Disfruta tanto cuando alguien le
dice que su color es el amarillo o el verde, o que su nota es C, D o F,
que no se preocupa de averiguar el porqué. ¡Es lo mismo que decir a
alguien que su día es el viernes y a otro que es el jueves¡.
De hecho todos los días son nuestros, y todos los colores
también. El hombre es el maestro de toda manifestación. Al hom-
bre le corresponde disfrutar todos los colores y tonos; están a su
disposición para que saque el mejor partido de ellos. Sería una pena
que estuviéramos supeditados a un color o un tono. No habría vida
en ello, sería una forma de muerte. La escalera está tendida para
que ascendamos por ella, no para permanecer en un peldaño. Cada
escalón ascendido es nuestro escalón, si es que somos capaces de
dar el paso.
Desde el punto de vista místico, el primer aspecto que
hace a la inteligencia consciente de la manifestación es el sonido;
el siguiente aspecto es la luz (color). La prueba de esto se puede
encontrar en la Biblia, así como en los Vedas. La Biblia dice: «en el
principio era la palabra, y la palabra era Dios»; también dice que
primero era la palabra, después vino la luz.
¿Que es el color? Es un aspecto de la luz. En los Vedas lee-
69

mos que el primer aspecto del creador, la fuente de donde surgió
toda la creación, era el sonido. En el Corán se dice: «La primera
orden fue ¡sea¡» y se hizo.
Al explicar el proceso de la creación todos los místicos,
profetas y grandes pensadores, en todos los periodos de la historia,
han concedido el primer puesto al sonido. Los científicos de hoy
dicen lo mismo. Hablan de rayos, electrones y átomos, y después de
atravesar todas las partículas de substancia llegan a algo que llaman
movimiento. El movimiento es vibración, y es el efecto del movi-
miento lo que llamamos sonido. El movimiento habla, y cuando
es audible lo llamamos sonido. Cuando no es audible es porque no
tiene suficiente capacidad. La causa del sonido es el movimiento, y
este siempre se encuentra presente. Esto muestra que la existencia
del movimiento no depende de su capacidad.
El color también es movimiento, su capacidad hace que el
color se concrete a nuestra visión. Aunque se pueda decir que algo
es verde o amarillo, cada color es diferente para cada persona; en
las tonalidades sutiles del color la gente no ve lo mismo porque la
capacidad es diferente en cada uno de ellas. El tono se corresponde
con la capacidad. En otras palabras, los tonos y colores no poseen
diferentes valores, pero a nosotros nos parece diferentes cuando los
percibimos o sentimos. En relación a nosotros si que son diferen-
tes.
El concepto de los cinco elementos que los místicos siem-
pre han tenido no se puede explicar en términos científicos porque
para ellos tienen un significado peculiar. Aunque los elementos se
denominen tierra, agua, aire, fuego y éter, ello no se debe tomar
literalmente; sus caracteres y naturalezas, de acuerdo con los mís-
ticos, son diferentes; por falta de palabras no damos otros nombres
a los elementos, aunque en sánscrito si que los tienen. El éter no
70
y de l c ol o r

es éter en un sentido científico, sino capacidad. «Agua» no es el
elemento que utilizamos cotidianamente, sino liquidez. El «fuego»
también se entiende de manera diferente, como incandescencia,
calor, sequedad, resplandor, como algo que está vivo. Todas estas
palabras sugieren algo más de que lo que comunmente significan.
El funcionamiento de estos cinco elementos se distingue
por diferentes colores y sonidos. Los cinco elementos se represen-
tan por el sonido. Dentro de las escalas musicales de las ragas indias
y chinas se considera que la escala de cinco notas es las más conmo-
vedora. De mi propia experiencia puedo decir que la escala de cinco
notas es más impactante que la de siete. Esta última está carente de
cierta influencia vital que la de cinco notas posee.
Existe una relación entre color y sonido. En realidad son
una misma cosa, dos aspectos de la vida. Vida y luz también son
una sola cosa; la vida es luz y la luz es vida, y de la misma manera
el color es sonido y el sonido color. Cuando el sonido se manifiesta
como color es más visible y menos audible, y cuando el color es
sonido resulta más audible y menos visible. Se puede descubrir la
unidad de color y sonido estudiando y practicando la ciencia de la
respiración. Cuando se escucha algo, la primera tendencia es siem-
pre abrir más lo ojos para tratar de descubrir su color. Esa no es la
manera de verlo, aunque el color sea un lenguaje. La misma vida
que es audible también es visible; ¿pero donde? La vida es visible
en el plano interior. El error estriba en que el hombre la busca en el
plano exterior. Cuando una persona escucha música también quiere
ver el color delante. Todas las actividades del mundo exterior son
formas de reacción; con otras palabras, sombras de la otra activi-
dad que se esconde detrás y que no vemos. Hay una diferencia con
respecto al tiempo. Una actividad sucedida hace 12 horas puede

manifestarse visualmente en el plano exterior en este momento;
esto explica también el efecto de los sueños en la vida. De algo que
un individuo ha visto en un sueño por la noche se ven los efectos
por la mañana, o incluso una semana más tarde. Ello prueba que
hay una actividad sucediendo detrás del escenario, actividad que se
refleja en la vida exterior de acuerdo a la manera en que los sucesos
de esta se van produciendo.
Esta es la razón por la que los visionarios y místicos son
a menudo capaces de conocer con antelación su propia condición
o la de otros, que es lo que viene y lo que ha pasado, y que está
sucediendo a distancia. Conocen el lenguaje del sonido y del color.
Ante esto surge una pregunta, ¿en que plano se puede conocer el
lenguaje del color y del sonido?, ¿en que manera se manifiesta al
místico? El tema no se puede restringir debido a cierta ley, aunque
siga en cualquier caso una ley específica. ¿Donde la ve el visiona-
rio? La ve en su respiración. Por tanto, toda la cultura del desarro-
llo espiritual se basa en la respiración. ¿Que hizo a los yoguis, a los
místicos, ser capaces de ver sucesos del pasado, del presente y del
futuro?. Una ley detrás de la creación, un cierto funcionamiento
de un mecanismo más sutil. ¿Y como puede ser visto? Abriendo la
propia visión a uno mismo.
De acuerdo con los místicos hay cinco capacidades en el ser
humano que pueden ser llamadas akasas. La capacidad que todo el
mundo conoce, aquella de la que se es fácilmente consciente, puede
ser definida como receptáculo de comida: el cuerpo. Otra que es más
o menos reconocida es receptáculo de los sentidos; reside en ellos.
La tercera capacidad es un mundo en si misma, con ella uno se hace
consciente de las fuerzas más sutiles de la vida, de las que funcionan
interiormente. Esta capacidad puede despertar el sentido del pasado,
del presente y del futuro, así como hacerlos claramente visibles.
72
y de l c ol o r

No obstante cabe preguntarse, ¿cómo es posible que
alguien sea capaz de averiguar la condición de otra persona? No
estriba ello en que se conozca más acerca de otros que ellos mismos,
porque la persona se supone que de lo que más sabe es acerca de sí;
sin embargo mucha gente es inconsciente del tercer receptáculo, el
de la vida. Quien tiene consciencia de este receptáculo de vida es
capaz de vaciar su capacidad y hacer que la vida de otra persona se
refleje en ese espacio. Y lo consigue concentrando su mente sobre
la vida de la otra persona. Así descubre su pasado, su presente y
su futuro. Solamente tiene que situarse con la cámara en el sitio
adecuado. Es igual que si se tratara de una máquina fotográfica. La
placa está allí; es clara porque su propia capacidad se ha vaciado;
y el trapo negro con el que el fotógrafo solía cubrir la cámara y su
propia cabeza son la concentración. Cuando un individuo domina
la concentración se convierte en el fotógrafo. El puede enfocar
toda la luz sobre un punto. Si lo entendemos de esta manera puede
que todo resulte científico; solamente se hace confuso cuando se
muestra como un misterio. Todo lo que uno no sabe se convierte en
misterio, cuando se conocen todas las cosas estas son simples. Los
auténticos buscadores de la verdad son amantes de la simplicidad.
El camino correcto es simple, claro y determinado, no hay nada de
vago en él. Cuanto más sigue uno este camino del misterio de la
vida, más se le revela de ella, más nos expresa su secreto, su natura-
leza. Lo que se requiere del ser humano es que siga honestamente
las leyes de la vida; no existe nada más importante en este mundo
que el conocimiento de la naturaleza humana y el estudio de la vida
que se encuentra en el ser. Y el estudio del ser es realmente el estu-
dio de Dios.
73

11
El significado espiritual
del sonido y del color
Lo que la ciencia descubre al final el misticismo lo entiende

desde un principio. Cristo dijo, «busca el Reino de Dios primero y el
resto te será dado». Cuando se escucha acerca de los descubrimien-
tos actuales sobre color y sonido desde un punto de vista científico,
lo primero que uno siente es sorpresa. Alguien exclama, «¡vaya¡, un
nuevo descubrimiento, algo de lo que nunca habíamos oído, algo
nuevo». Sin embargo, si abrimos la Biblia leemos, «primero era
la Palabra, y la Palabra era Dios», y si abrimos los Vedas, todavía
más antiguos, leemos en sus versos como en el Creador estaba esa
palabra, esa vibración; el Corán dice,»primero era la palabra «se»,
y ello se hizo». Las religiones del mundo, los profetas y místicos
que existieron hace miles de años, sabían de estas cosas. Hoy, una
persona nos viene con una placa fotográfica y nos dice, «aquí tengo
una fotografía del sonido, la muestra de lo importante que es la
vibración y su acción sobre la placa». Esta persona no entiende que
ello es algo que siempre ha sido sabido, lo único que ocurre es que
se ha hablado de ello en términos espirituales. El hombre no piensa
acerca de lo que fue dicho, y cuando oye hablar de algo piensa que
es nuevo. Cuando comprendemos, tal como dijo Salomón, que no
hay nada nuevo bajo los rayos del sol, comenzamos a disfrutar la
vida viendo como una vez tras otra se nos es revelada la misma
sabiduría. Aquel que busca la verdad a través de la ciencia, el que
74
e l s ig n i f ic a d o e s p i r i t ua l
de l s o n i d o y de l c ol o r

la busca en la religión, el que la persigue en la filosofía o la busca
en el misticismo, al final, en cualquier manera en que la busque, la
encontrará.
En Nueva York me presentaron a un científico que era a
su vez filósofo. Lo primero que dijo acerca de sus descubrimientos
fue, «he descubierto el alma». Ello me dejó bastante sorprendido,
¿como es posible que después de que todas las escrituras, pensado-
res, místicos y profetas hayan hablado de ello durante tantos siglos
venga este hombre y me diga, ¡he descubierto el alma¡? Yo pensé,
«si, ese es el nuevo descubrimiento que estábamos esperando, algo
de lo que nunca supimos». Esta es la actitud mental de la gente de
hoy, ¡la infantil actitud¡. Cuando miramos dentro del pasado, del
presente y del futuro, vemos como la vida es eterna; lo que uno
puede descubrir es aquello que siempre ha sido sabido por quiénes
buscan. La filosofía o la ciencia, el misticismo o el esoterismo, se
mostrarían de acuerdo en un punto si fueran capaces de llegar a la
cima de su sabiduría; y ese punto es que detrás de toda la creación,
detrás de todo lo manifiesto, si existe alguna sutil huella de vida que
pueda ser encontrada, ésta es el movimiento, la vibración.
Este movimiento tiene dos aspectos debido a que hemos
desarrollado dos facultades principales, la vista y el oído. Un
aspecto atañe a lo que oímos, el otro a lo que vemos. Aquel aspecto
del movimiento que afecta a nuestro oído es el sonido, lo audible. Al
que afecta a nuestra visión lo llamamos luz o color, y decimos que
es visible. ¿Cual es el origen de todo lo que es visible y de todo lo que
es audible?: el movimiento y la vibración, una y la misma cosa. Por
tanto, aquellos que pueden ver son capaces de encontrar huellas de
color incluso en lo que es audible y llamamos sonido; y para aque-
llos que pueden oir incluso el sonido del color resulta audible.
¿Existe algo que pueda unificar estos dos aspectos? Si, lo
75

hay. ¿Y que es ello?: la armonía. No es el particular color lo que es
armónico o no en si mismo; es la combinación de ese color, en que
marco está colocado, como está planeado. El efecto sobre alguien
que lo observa depende de todos esos factores. Lo mismo sucede
con el sonido. No hay sonido que sea armónico o no en si mismo;
es la relación de un sonido con otro lo que crea la armonía. No se
puede decir por tanto que una cosa en particular esté en armonía.
La armonía es un hecho, una relación. La armonía es el resultado de
la relación de un color con otro color, de un sonido con otro sonido,
y de la relación entre color y sonido.
El aspecto más interesante de este conocimiento es la
manera en que afecta a la gente, como cada persona disfruta dife-
rentes sonidos. Cuanto más se analiza más se encuentra la relación
de todo esto con el nivel de evolución de la persona. Por ejemplo,
se puede comprobar como en cierto momento de nuestra evolu-
ción había un color que nos atraía profundamente, sin embargo,
poco después perdimos el contacto con él. Al crecer como perso-
nas y evolucionar nuevos colores comienzan a gustarnos. También
depende del carácter, si uno es emocional, apasionado, romántico,
frio o afectuoso, simpático o desagradable. De acuerdo con la con-
dición emocional nos gusta o disgusta un color. Esto es lo que hace
fácil al vidente, al místico, al conocedor, leer el carácter de una per-
sona incluso antes de haber visto su cara, con ver sus ropas tiene
suficiente. La preferencia por un cierto color denota como es el
individuo y que le gusta. Su gusto por cierta flor, por alguna joya o
gema, su gusto por cierta atmósfera en su habitación, el color de sus
paredes, todo ello muestra como es una persona y cuales son sus
preferencias.
Según una persona evoluciona espiritualmente en la vida
así cambian sus gustos por los colores. Con cada escalón hacia ade-
76

lante se cambia, las ideas acerca del color se hacen diferentes. A
algunas personas les gustan los colores llamativos, a otras los páli-
dos. La razón estriba en que los colores chillones tienen vibracio-
nes más intensas, y los pálidos poseen las vibraciones más suaves y
armónicas. De acuerdo con la condición mental se disfrutan dife-
rentes colores.
Sucede lo mismo con el sonido. Cada individuo, lo sepa o
no, tiene predilección por un sonido específico. Aunque la mayoría
de la gente no se preo-cupe por este tema, y por tanto sea incons-
cientes de la idea, todas las personas tienen un especial gusto por
un cierto sonido. Esto explica el hecho, o creencia, de que cada
ser humano tiene su nota. De hecho todas las personas poseen su
sonido, un sonido afín a su particular nivel de evolución. A pesar de
los cambios que se pueden haber producido en la educada voz de
un tenor, un barítono o una soprano, cada individuo tiene su propio
tono específico, y cada uno una nota especial en la que habla. Y esa
nota particular habla del nivel evolutivo, habla de su alma, de la
calidad de sus sentimientos y pensamientos.
Los sonidos y los colores no solamente influyen a los seres
humanos, también ejercen su influjo sobre los animales. Los colores
afectan a todas las criaturas vivientes, ya sean animales, pájaros o
personas. Aunque ellos no lo sepan, los colores ejercen una gran
influencia en sus vidas porque cambian las inclinaciones. En cierta
ocasión visité una casa que acababa de ser alquilada por un club
social, y uno de sus miembros me comentó, «es una pena, desde que
nos hemos trasladado a esta casa nunca hay acuerdos en nuestro
comité». Yo le respondí, «no me extraña, puedo adivinarlo». «¿Por-
qué?», me preguntó. «Las paredes son rojas, y ese color incita a la
pelea», contesté.
Un color llamativo en todo el entorno inclina al des-
77

acuerdo; las emociones se ven afectadas, y aquellos ya de por sí con
cierta inclinación no pueden evitarlo. Desde este punto de vista
sicológico entendemos como entre las antiguas costumbres de los
habitantes de la India se encontraba la de utilizar ciertos colores
para cada festividad, especialmente en las bodas. Todo tiene su sig-
nificado, un significado sicológico detrás de ello.
Debido a que el color y el sonido se perciben de una manera
diferente al haber diferentes sentidos para apreciarlos, nosotros
hemos hecho una distinción entre las cosas visibles y las audibles.
Pero en realidad aquellos que meditan, que se concentran, que
penetran dentro de si mismos, aquellos que buscan el origen de la
vida, pueden llegar a percibir un sentido escondido detrás de los
cinco externos. Este sentido nos permite realizar todo aquello que
parecemos hacer o experimentar.
Nosotros distinguimos cinco sentidos externos. Pero en
realidad sólo existe uno: el sentido que a través de los otros cinco
órganos es quien experimenta la vida y la percibe en cinco modos
diferentes. Por eso todo aquello que es audible y lo que es visible son
la misma cosa. En sánscrito lo llamamos purusha y prakriti; y en
términos sufís zát y sifat. Al aspecto manifestado se le llama sifat, la
apariencia exterior. Es en la manifestación como sifat donde vemos
la distinción o la diferencia entre lo visible y lo audible; porque en
su ser real son una y la misma cosa. De acuerdo con los místicos
sufís el plano de existencia donde están unificados se llama zát, y
significa el conocimiento del ser interno con el que se entiende el
origen y el destino de todas las cosas.
El color y el sonido son un lenguaje que puede ser enten-
dido, no solamente en la vida externa, sino también en la interna.
Para el médico y el farmacéutico el color tiene un importante sig-
nificado. Cuanto más se profundiza en la ciencia médica y en la
78

farmacéutica más se aprecia el valor del color, y que cada elemento
y el cambio o desarrollo de los objetos se distinga por el cambio de
color. Los antiguos médicos solían reconocer las enfermedades por
el color de la cara y del cuerpo. Incluso hoy todavía hay médicos
cuyo principal método de reconocimiento es por medio del color
de los ojos, de la lengua, de las uñas y de la piel. En cada diferente
situación clínica el color es exponente de la condición personal.
El estado de los objetos y de sus cambios también se reconoce por
medio de la alteración de sus colores. Los sicólogos aprecian el esta
do de los objetos por su sonido, y la condición de la persona por
su voz. Que tipo de persona es un ser humano, si es fuerte o débil,
como es su carácter, que inclinaciones tiene, cual es su actitud en la
vida, todo ello se puede conocer a través de su voz.
El color y el sonido no solamente son el lenguaje con el
cual uno se comunica con la vida exterior, sino también el lenguaje
con el que uno se comunica con la vida interior. ¿Como se lleva a
cabo esto?, podría alguien preguntar. La respuesta se encuentra en
ciertos experimentos científicos. Hablando cerca de ciertas placas
se las puede marcar con sonidos y vibraciones; y esas marcas pue-
den hacer formas armónicas o desequilibradas. Todas las personas,
desde la mañana hasta la noche, hacen formas invisibles en el espa-
cio mediante lo que dicen. Cada individuo crea vibraciones invisi-
bles a su alrededor y por tanto produce una atmósfera particular.
Alguien puede venir a vernos y antes de hablar hacernos sentir
cansados, crearnos la necesidad de librarnos de él. La razón estriba
en que esa persona ha generado en su atmósfera un sonido des-
agradable. En cambio, por otra persona uno puede sentir una fuerte
simpatía, una atracción, un sentimiento de amistad profundo. Ello
se debe a que esa persona está creando continuamente armonía en
su atmósfera. Y ello también es sonido.
79

Si esto es verdad, quiere decir que no solamente son los
signos externos, sino la condición interior, lo que es audible o visi-
ble. Aunque no visible a los ojos, y no audible al oído, sigue siendo
audible y visible al alma. Solemos decir, «siento tal vibración,
siento la presencia de cierta persona, siento simpatía o antipatía
por alguien». Hay un sentimiento; y todas las personas lo crean
sin haber dicho o hecho ninguna cosa. Por ello un individuo cuya
vibración es desagradable crea una atmósfera molesta y es rehuído
por otras personas. Es sorprendente como mucha gente se queja
diciendo: «¡no he dicho nada, no he hecho nada y sin embargo la
gente está en contra mía¡». Esa persona no entiende que no es por
lo que hace o dice, que lo que ella «es» habla más alto que cualquier
cosa que pueda decir. Es la vida misma la que tiene su tono, su color,
su vibración, y el volumen de su habla es elevado.
Uno puede preguntase que es ello y donde encontrarlo. La
respuesta es que lo poco que sabe el hombre acerca de si mismo
es acerca de su cuerpo. Si se pregunta a alguien en que parte de su
cuerpo se encuentra su ser puede que señale a su brazo, a su mano,
a su cuerpo; realmente sabe muy poco más allá de eso. Hay muchos
quiénes preguntados, ¿donde crees que estás dentro de tu cuerpo?,
responderían, «en mi cerebro». Se limitan a si mismos a la pequeña
región física llamada cuerpo, considerándose mucho más pequeños
de lo que realmente son. La verdad es que el hombre es un indivi-
duo con dos aspectos, como una línea con dos extremos. Si se mira
a los extremos son dos, pero si se mira a la línea resulta que es una.
Un extremo de la línea es limitado, el otro ilimitado. Un extremo
es el hombre, el otro Dios. El ser humano olvida este extremo, y
solo conoce aquel del cual es consciente; y es la consciencia de la
limitación lo que le hace más limitado. De otra manera encontra-
ría mucho mejores medios de aproximarse a lo ilimitado dentro
80

de si mismo, que no es otra cosa que el otro extremo de la línea,
de la línea que el llama, o a la que considera, él mismo. Cuando un
místico habla de auto-conocimiento no se refiere a su edad, o a lo
bueno o malo que es, o a si está equivocado o está en lo cierto, se está
refiriendo a conocer la otra parte del ser de uno; a ese aspecto más
sutil y más profundo. Y el nivel de realización en la vida depende de
ese conocimiento.
Alguien podría preguntar, «¿como puedo aproximarme a
ese conocimiento?» El camino encontrado por aquellos que bus-
can la verdad, que buscan a Dios, que se analizan a si mismos, que
simpatizan con la vida, es de una sola dirección: el camino de las
vibraciones, el antiguo camino; con la ayuda de las vibraciones se
preparaban a si mismos. A los átomos físicos de nuestro cuerpo, que
gradualmente se deterioran, solían hacerles revivir con la ayuda del
sonido, trabajaban con este poder. Zeb-un-Nissa nos dice, «pro-
nuncia continuamente el nombre sagrado que te hará sagrado».
Los hindús lo llaman Mantra Yoga; los sufís Wazifa. Es el poder
de la palabra lo que trabaja sobre cada átomo del cuerpo, hacién-
dolo sonoro y medio de comunicación entre la vida externa y la
interna.
Lo que se siente como primera experiencia en el desarrollo
espiritual es que uno comienza a sentirse en comunicación con los
seres vivos; no solamente con los humanos, sino con los animales,
con los pájaros, con los árboles y plantas. No es un cuento el que los
santos solieran hablar con los árboles y arbustos. Tu puedes habla
hoy con ellos si estableces la comunicación. No solamente fueron
los tiempos antiguos los beneficiados con la antigua bendición; la
antigua bendición no es vieja en el presente, es nueva. Es la misma
que solía ser, que es y que será; ningún privilegio estuvo nunca limi-
tado a un periodo de la historia del mundo. El hombre gozaría hoy
81

del mismo privilegio si llegara a comprender que realmente es un
privilegiado. Sin embargo, cuando cierra su corazón, cuando per-
mite ser cubierto por la vida exterior, no cabe duda que se hace
exclusivista, que se aleja de la manifestación que es un todo indivi-
sible. Es el ser humano quien se divide a si mismo, porque la vida es
indivisible.
Es la apertura de la comunicación con la vida externa lo
que hace al hombre más amplio. De esta manera ya no dice de su
amigo; «este es mi amigo, le quiero», sino que dice, «es mi mismo, le
quiero». Cuando el individuo alcanza este punto puede bien decir
que ha alcanzado el conocimiento del amor. Mientras diga, «siento
simpatía por él porque es mi amigo», su simpatía no se ha desper-
tado del todo. El despertar real se produce cuando al ver al amigo
siente que es él mismo. Así se despierta la simpatía y se produce la
comunicación con el ser. El ser humano no se aisla exclusivamente
de la vida externa, sino de esa parte interior que es todavía más
importante. Y esa parte interior es también sonido, y luz; cuando
uno comprende esto conoce el lenguaje del cielo, un lenguaje que
expresa el pasado, el presente y el futuro; un lenguaje que revela el
secreto y el carácter de la naturaleza, un lenguaje que está siempre
recibiendo y enviando el mensaje divino que los profetas han tra-
tado de revelar de tiempo en tiempo.
82

12
La influencia síquica de la música
En el campo de la música todavía queda mucho por explo-

rar, la influencia sicológica de la música es muy poco conocida a la
ciencia moderna. Se nos enseña que la influencia de la música, o
la del sonido o de la vibración, llega a nosotros y afecta a los senti-
dos desde fuera: Sin embargo se hace evidente una cuestión: ¿cual
es el origen de la influencia que viene desde dentro? El auténtico
secreto de la influencia de la música está escondido en ese origen,
en la fuente de donde el sonido proviene.
Es sencillo entender que la voz posee un cierto valor sico-
lógico, que una voz difiere de otra, y que cada voz expresa su valor
sicológico y tiene su poder. A menudo se puede percibir la perso-
nalidad de quien nos habla por teléfono a distancia. Una persona
sensitiva puede captar el efecto de la voz sin ver quien habla. Y
muchos no dependen tanto de las palabras como de la voz que las
está pronunciando. Esto muestra como el desarrollo sicológico se
manifiesta al hablar, y especialmente al cantar.
En sánscrito, a la respiración se la llama prana, la vida
misma. ¿Que es la voz? La voz es respiración. Si hay algo en la exis-
tencia, en la constitución del hombre, que pueda ser llamado vida,
ello es la respiración. El sonido de la voz es respiración manifestada
exteriormente. Por tanto, la mejor manera en que puede expresarse
una persona es cantando o hablando. Si hay algo en el mundo que
pueda dar expresión a la mente y a los sentimientos es la voz. A
83

menudo ocurre que una persona habla sobre un cierto tema con
miles de palabras y no ejerce ninguna influencia; sin embargo, otra
persona puede expresar un pensamiento en breves palabras y pro-
ducir una profunda impresión. Ello nos hace ver que el poder no
está en las palabras, sino en lo que hay detrás de ellas; es decir, en el
poder sicológico que el prana las otorga. De acuerdo con él impre-
sionan a quien las escucha.
La misma razón se encuentra en las puntas de los dedos del
violinista, y en los labios del flautista. De acuerdo con la influen-
cia que viene de sus pensamientos, el músico produce esa misma
influencia mediante su instrumento. Puede ser muy virtuoso, pero
si sus manos no producen un sentimiento de vida es difícil que
obtenga el éxito. Aparte de la música que toque está el valor del
prana, el poder sicológico que de a lo que ejecuta.
En la India hay músicos que cuando tocan su vina no nece-
sitan ejecutar una sinfonía para ejercer su influencia y producir un
fenómeno espiritual. Solamente necesitan tomar la vina y pulsar
una nota. Tan pronto la hacen sonar esta penetra y penetra, y al
ejecutar una o dos notas tienen afinada a la audiencia. El sonido
actua en todos los nervios; es como tocar el laúd que hay en todos
los corazones. El instrumento se convierte en una fuente simple-
mente, en la respuesta a lo que se encuentra en el corazón de todas
las personas, lo mismo amigos que enemigos. Dejemos al individuo
más antagonista que escuche a un auténtico tocador de la vina y
no podrá después mantener su antagonismo. Tan pronto como le
afecten las notas no podrá evitar las vibraciones que se generan en
él, no podrá evitar despertar sentimientos amistosos. En la India, a
tales solistas, en vez de llamarles músicos se les llama «magos de la
vina»; porque su música es magia.
84
l a i n f lu e n c i a s iqu ic a
de l a m u s ic a

Una auténtica alma musical es aquella que se olvida
de si misma en la música; igual que un poeta real es aquel que se
funde con su poesía, y un alma mundana aquella que se pierde en
el mundo. Santa es aquel alma que se olvida en Dios de si misma.
Todos los grandes músicos, Beethoven, Wagner, y muchos otros
que dejaron al mundo un trabajo que puede ser denominado como
tesoro, no hubieran podido realizarlo si no se hubieran olvidado de
si mismos en su trabajo. Todos ellos perdieron la idea de su propio
ser, de esa manera profundizaron y se unieron con el legado que
habían venido a dejar en el mundo. La clave de la perfección estriba
en olvidarse de uno mismo.
Hay diferentes modos de escuchar música. Existe un nivel
técnico en el que la persona que ha desarrollado su técnica y tiene
que aprender a apreciar una música más elevada se siente molesta
al escuchar algo de nivel inferior. Pero también hay una manera
espiritual que no tienen nada que ver con la técnica, simplemente
se trata de afinarse uno mismo con la música; la persona espiritual
no se preocupa acerca del nivel técnico de su música, aunque indu-
dablemente cuanto mayor sea más podrá ayudarle; pero al mismo
tiempo no se debe olvidar que hay lamas en el Tíbet que practican
la concentración y la meditación mientras mueven una especie de
carraca cuyo sonido no es especialmente melodioso. Lo que hacen
es cultivar ese sentido que ayuda, por medio de la vibración, a ele-
varse a los planos más elevados. No hay un método mejor que la
música para levantar el alma.
Sin lugar a dudas, el poder de la música depende del grado
de evolución espiritual que una persona haya alcanzado. Se cuenta
una historia sobre Tansen, el gran músico de la corte de Akbar
el grande. El Emperador le preguntó un día, «dime, gran músico,
¿quien fue tu maestro?» A lo que el replicó, «majestad, mi maestro
85

es un gran músico, incluso más que eso, no puedo llamarle músico,
debo llamarle música». El Emperador insistió, «¿podría escucharle
cantar?» Tansen contestó, «tal vez, puedo intentarlo, pero no pien-
ses que el vaya a venir aquí, a tu corte». Akbar continuó, «¿puedo
ir a donde el esté?» El músico respondió, «incluso allí su orgullo
puede revelarse pensando que toca para un emperador». Akbar
dijo entonces, «¿tal vez pueda ir como tu sirviente?», y Tansen
contestó, «tal vez así pueda haber una esperanza». Y de esta guisa
ambos se dirigieron a los Himalayas, a las altas montañas en donde
el sabio tenía su templo musical dentro de una cueva, viviendo con
la naturaleza y afinado con el infinito. Cuando llegaron allí Tan-
sen marchaba montado en un caballo, y Akbar andaba. El sabio
comprendió como el Emperador se había humillado para escuchar
su música y deseó cantar para él; cuando se sintió inspirado así lo
hizo. Su canto fue sorprendente, como un fenómeno síquico. Pare-
cía como si todos los árboles del bosque y todas las plantas estuvie-
ran vibrando; era la canción del universo. La profunda impresión
que recibieron Akbar y Tansen era más de lo que podían sopor-
tar y entraron en un estado de trance, de paz y armonía. Mientras
se encontraban en esa situación el Maestro abandonó la cueva, y
cuando abrieron los ojos ya no le vieron, no estaba allí. El Empera-
dor dijo, «¡que extraño fenómeno¡, pero ¿a donde ha ido el Maes-
tro?» A lo que Tansen respondió, «nunca volverás a verle en esta
cueva, porque una vez que un hombre ha probado el sabor de este
néctar siempre lo perseguirá, incluso al coste de su vida. Es algo más
grande que cualquier otra cosa de la vida».
Cuando volvieron de nuevo a la corte, el Emperador le dijo
cierto día a Tansen, «dime la raga y la emoción con que cantó tu
maestro». Tansen le dijo el nombre y la cantó para él. Pero el Empe-
rador no estaba satisfecho y dijo, «sí, es la misma música, pero no el
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de l a m u s ic a

mismo espíritu, ¿porque es así?» El músico respondió, «la razón es
esta, mientras yo canto para ti, el Emperador de este país, mi maes-
tro cantaba delante de Dios; esa es la diferencia».
Si analizamos la vida actual, vemos como a pesar de los
grandes progresos de la ciencia, de la radio, del teléfono, del gra-
mófono, de las maravillas de la época, el aspecto sicológico de la
música, del arte y de la poesía no se ha desarrollado como debiera.
Al contrario, parece ir hacia atrás. Si nos preguntamos cual es la
razón, la primera respuesta sería que el progreso de la humanidad
es un progreso mecánico, y ello entorpece el progreso de la indivi-
dualidad.
Un músico tienen que someterse a las leyes de la armonía
y del contrapunto; y si se le ocurre tomar una dirección diferente
a la de otros artistas su música será cuestionada. Estando en Rusia
le pregunté a Taneiev, el gran músico maestro de Scriabin, lo él que
pensaba sobre la música de Debussy. El contestó, «no puedo enten-
derla». Parece como si estuviéramos restringidos por la uniformi-
dad, empeñados en limitar nuestra perspectiva. Ocurre lo mismo
en los medios médicos y científicos. Y en el arte, donde más se nece-
sita la libertad, uno se ve especialmente restringido por la unifor-
midad. De otra manera, es difícil que los pintores y músicos vean
reconocidos sus trabajos. Hay que seguir a la muchedumbre en vez
de a las grandes almas. Todo lo que es general es vulgar, porque
las grandes masas no han sido educadas. Las cosas bellas, de buen
gusto, son apreciadas, entendidas y disfrutadas por muy pocos; y no
es fácil para los artistas llegar a esas pocas personas. Lo que se llama
uniformidad se ha convertido en un obstáculo para el desarrollo
individual.
Lo que se necesita hoy es que en la educación de los niños
se enseñe el valor sicológico de la música. Esta es la única espe-

ranza, la única manera en que cabe esperar buenos resultados con
el tiempo. Los niños que aprenden música no solamente debieran
conocerla, sino también saber de lo que hay detrás de ella y como se
debe presentar.
Este tema tiene dos vertientes: las condiciones exteriores y
la presentación del arte. Las circunstancias externas pueden influir
en gran medida. La música o el canto interpretado delante de dos o
tres personas que congenian, simpatizan, son armónicas, compren-
sivas y receptivas, produce un tipo de vibraciones muy diferentes,
crea un efecto muy distinto al que se produciría delante de 500 per-
sonas. ¿Que significa esto? Quiere decir que algunas personas son
como instrumentos; responden a la buena música que escuchan,
se afinan con ella y todo se convierte en música. También partici-
pan en la música, y de ahí se produce un fenómeno. Este fenómeno
puede alcanzar hasta el más alto ideal que la música pueda anhelar,
que no es otro que la consecución de la libertad del alma, lo que se
llama nirvana o mukti en Oriente, y salvación en el mundo cris-
tiano.
No existe nada en el mundo que pueda ayudar más espiri-
tualmente que la música. La meditación prepara, pera la música es
la escalera más alta para tocar la perfección. Yo he visto prodigios
realizados por medio del poder sicológico de la mente, pero sola-
mente en ambientes muy armoniosos: cinco o seis personas reuni-
das en la noche bajo la luna, o al amanecer o atardecer. Parece como
si la naturaleza ayudara a completar la música, y ambas trabajan
juntas porque son la misma cosa.
Si una gran cantante de ópera o un violinista tiene que
tocar o cantar delante de 10.000 personas, con su arte no pue-
den alcanzar a todas las almas. También depende de la grandeza
del artista, desde luego, porque cuanto más grande sea mayor será
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de l a m u s ic a

su alcance. Pero también tiene que contar con lo que apetece a su
audiencia, no con lo que agradaría a Dios. Cuando la música se hace
comercial pierde su belleza, y también mucho de su valor. Hubo un
tiempo en la India en que la aristocracia realizó todo tipo de esfuer-
zos para que el arte de la música no se comercializara; durante
algún tiempo tuvieron éxito. A los músicos no se les pagaba una
cantidad fija de dinero. Sus necesidades se veían cubiertas por la
nobleza por muy extravagantes que fueran. Los músicos sentían la
necesidad de rodearse de entornos bellos y armoniosos; también
fueron generosos y abrieron sus puertas a muchos. Siempre tenían
deudas, pero estas eran pagadas por el Rey. Los músicos tampoco se
sentían restringidos por un programa, se guiaban por su intuición
al elegir la música más apropiada. Tenían que decidirse justo en
el momento de hallarse frente a su audiencia, y según cantaban o
tocaban iban conociendo mejor lo más adecuado. El efecto químico
sobre las mentes del auditorio les decía lo que la gente deseaba, el
resultado era una fiesta espiritual.
El secreto de todo magnetismo, ya sea expresado a través
de la personalidad o de la música, es la vida. Es la vida lo que cautiva,
lo que es atractivo. Lo que siempre estamos buscando es la vida, y
es su ausencia lo que se llama falta de magnetismo. Si la enseñanza
musical se imparte basada en este principio, los resultados sicoló-
gicos pueden ser sorprendentes. La sicología depende de la salud
física, del pensamiento, de la imaginación, del corazón que tantas
veces se muestra frío e indiferente. Es esta vida lo que uno expresa
con las puntas de los dedos al tocar el violín, o con la voz al cantar.
Lo que el mundo busca, lo que los seres humanos ansían,
es esa vida, ya sea que llegue por medio de la música, del color, de
las líneas o de las palabras. Lo que todo el mundo desea es vida.
El origen real de la sanación es la vida. La música puede curar si
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se pone vida en ella. No se trata de un gran secreto, pero hay que
ser capaz de entender la verdad en su simplicidad. Cuando alguien
toca mecanicamente, moviendo los dedos sobre el piano o sobre el
violín casi automáticamente, tal vez pueda crear un efecto momen-
táneo, pero ello no durará demasiado. La música que cura el alma
es la música con un efecto calmante. Porque se puede producir
también un efecto discordante; y ello no solamente depende del
músico, sino del compositor y de la emoción bajo la cual se inspiró.
Una persona consciente del efecto sicológico de la música puede
captar fácilmente el humor con que fue escrita. Si el artista ha
puesto vida y belleza en su arte la música continuará dando vida y
belleza durante miles de años. Aunque indudablemente la técnica
y la formación le ayudan a expresarse mejor, no obstante, lo que
particularmente se necesita es la vida que surge de la consciencia
expandida, de la realización de la Luz Divina que es el secreto de
todo arte auténtico y alma de todo misticismo.
90
de l a m u s ic a

13
El poder sanador de la música
La idea de curar mediante sonidos pertenece realmente

al estado inicial de desarrollo personal a través de la música; el
final del proceso se corresponde con lo que en sánscrito llamamos
samadhi.
En primer lugar, si analizamos lo que hay detrás de todas
las medicinas que se utilizan con propósitos terapeúticos, si pregun-
tamos que es lo que hay en ellas que cura, encontraremos que no
son otra cosa que los diferentes elementos que constituyen nuestro
ser físico. Los mismos elementos están presentes en estas medici-
nas, y aquello que nos falta se toma de ellas para obtener el mismo
efecto que debieran producir los elementos ausentes. La vibración
necesaria para nuestra salud se crea en el cuerpo mediante el poder
de las medicinas; y el ritmo indispensable para nuestra curación es
despertado mediante la adecuación de cierto ritmo y cierta veloci-
dad de nuestra circulación sanguínea.
De esta manera aprendemos que la salud es una condición
idónea de ritmo y tono. Pero, ¿que es la música?. La música es ritmo
y tono. Cuando la salud está deteriorada significa que la música
es discordante. Por tanto, cuando nuestra música no es correcta,
la ayuda que nos presta la música con su armonía y ritmo es muy
necesaria para devolvernos a un estado armónico y rítmico. Este
método curativo se puede estudiar y entender analizando la música
de nuestra propia vida, estudiando el ritmo del pulso, el ritmo de
91

los latidos del corazón y de la cabeza. Los médicos sensibles al ritmo
determinan la condición del paciente examinando el ritmo del
pulso, el del corazón y el de la circulación sanguínea. Para encon-
trar la causa real de una enfermedad, un médico, a pesar de todo su
conocimiento clínico, debe depender de su intuición y del uso de
sus cualidades musicales.
Antiguamente, e incluso todavía hoy en Oriente, encon-
tramos dos escuelas de medicina. Una viene de la antigua escuela
griega a través de Persia, la otra viene del Vedanta y está basada en
el misticismo. ¿Que es el misticismo? El misticismo es la ley de la
vibración.
La buena salud se induce por la comprensión de la natu-
raleza de la queja mediante el ritmo y el tono que se perciben en
el cuerpo humano, y por la regulación de estos de acuerdo con el
personal entendimiento de sus proporciones.
Además de esto hay otro sistema de contemplar las enfer-
medades. Todas ellas tienen aparentemente sus especiales razones,
aunque en realidad todas las enfermedades llegan por una sola
razón, por una sola causa y por cierta condición; y esa causa no es
otra que la ausencia de vida. La vida es salud. Su falta enfermedad,
que culmina en lo que llamamos muerte.
La vida en su aspecto exterior, tal como es percibida en las
esferas físicas, se denomina prana en sánscrito. Si el cuerpo no dis-
fruta de perfecta salud debe recibir la vida mediante medicinas o
una alimentación específica. El prana, que también significa respi-
ración, respiración central, atrae del espacio los diferentes elemen-
tos que en él se encuentran, igual que las hierbas, plantas, frutas y
flores atraen del espacio el mismo elemento que ellas representan; y
todos estos elementos son atraídos por la respiración. Por tanto, los
místicos, ya sean procedentes de Grecia, Persia o India han tomado
92
e l p o de r s a n a d o r de l a
m u s ic a

como base de su evolución espiritual la ciencia de la respiración, la
cultura de la respiración. Incluso actualmente se pueden ver curan-
deros en Oriente que magnetizan el agua, la comida o la atmósfera.
¿Cual es el secreto de su magnetismo?: la respiración, la influencia
de su respiración sobre el agua o la comida.
La gente religiosa de la India realiza una ceremonia en la
que algo parecido a un sacramento es suministrado por un sacer-
dote a alguien que sufre; y ello resulta de una gran ayuda. El poder
de la respiración es tan equilibrado, tan purificado y desarrollado,
que atrae a todos los elementos, a todo aquello que puede ser absor-
bido de hierbas, flores y frutos. La respiración puede conseguir mil
veces más que cualquier medicina. También hay curanderos en la
India que susurran algunas palabras espirituales. Pero, ¿que es el
susurro?: respiración también; respiración con palabras dirigidas.
Había un médico en Dehli que utilizaba principalmente
esta clase de poder curativo con sus pacientes. Un amigo escép-
tico acudió a él en cierta ocasión. El médico susurró unas cuantas
palabras sagradas delante de su amigo paciente y dijo, «ya te pue-
des ir». El enfermo escéptico no podía entender como tal método
pudiera tener ningún efecto sobre su salud, y el médico hizo enton-
ces algo muy poco usual: ofendió al hombre con palabras ásperas.
El enfermo se enfadó mucho y replicó, «¿como puedes tu, que eres
médico, decirme tales palabras? El médico contestó, «nunca hago
esto, sólo lo hice para probarte algo. Si mis palabras pueden ponerte
nervioso y enfermo es porque también pueden curarte. Si las pala-
bras pueden enfadar y desequilibrar también poseen el poder de
armonizar y poner en buenas condiciones».
¿Que es la música? De acuerdo con los antiguos pensado-
res esta tiene tres aspectos: canto, instrumental y danza. Los tres
representan ritmo, y los tres representan también tono de alguna
93

manera. ¿Cual es el efecto de la música? Su efecto está encaminado
a regular el ritmo de otra persona y afinarla con la música que se
está interpretando.
¿Que secreto hay en la música que atrae a todos los que
la escuchan? Es el ritmo que se crea. Es el tono de la música lo que
afina el alma y la eleva por encima de la depresión y la angustia de
la vida cotidiana en este mundo. Si uno fuera capaz de conocer el
ritmo necesitado por un individuo en particular en la hora de la
angustia y la desesperación, el tono al cual esa persona debiera ser
elevado, la curación con música sería muy sencilla.
Alguien podría preguntar, si la música es ritmo, ¿porque
tan a menudo los músicos son temperamentales y se molestan con
facilidad? Sí, eso es verdad, pero, ¿no es hermoso tener un poco de
temperamento? La vida no es musical cuando se carece de él. Una
persona que no se enfada de vez en cuando no vive. Es humano
tener todo tipo de pequeñas faltas; aunque el gozo se sobreponga a
ellas. La música no es tristeza; hay octetos más elevados que otros.
Todo es música, ella acapara todo; por eso la música es más grande
incluso que los cielos.
Hubo un tiempo en la India en que la música se utilizaba
mucho para sanar. Para sanar la mente, el carácter y el alma; por-
que es la salud del alma lo que trae salud al cuerpo físico. Aunque
la curación del cuerpo físico no siempre ayude al alma. Por eso la
ciencia médica, aunque alivie durante algún tiempo, no satisface
plenamente las necesidades del paciente. No quiero decir con esto
que el tratamiento exterior sea inútil. Nada en este mundo es inútil
si sabemos utilizarlo. Todas las cosas de este mundo son necesa-
rias, todas tienen su finalidad y uso si conocemos su significado.
Sin embargo, si la curación es sólo exterior, es decir, si se limita a
los síntomas externos, la enfermedad permanecerá enterrada en el
94
m u s ic a

interior y más pronto o más tarde volverá a hacerse manifiesta.
En cierta ocasión conocí a una señora que decía haber visi-
tado a muchos médicos debido a una afección de neuritis. Tem-
poralmente sanaba, pero la enfermedad siempre retornaba; en esa
ocasión me preguntó si podía ayudarla. Yo le contesté, «¿hay alguna
persona en el mundo que te disgusta, o a la que odias y cuyos actos
te están causando problemas?» Ella contestó, «si, hay mucha gente
que no me gusta, pero especialmente hay una a quien no puedo
perdonar», «bueno», repliqué, «esa es la neuritis, esa es la raíz de
tu enfermedad, exteriormente se manifiesta como dolencia física;
pero interiormente está enraizada en tu corazón».
La causa de la enfermedad, a menudo, se encuentra en el
interior, aunque indudablemente muchas cosas son provocadas
exteriormente. No hay una regla simple que cubra todas las posi-
bilidades. Sin embargo, el cambio de mentalidad que ha experi-
mentado el mundo debido a la propagación del materialismo ha
influenciado a todas las cosas tanto en Occidente como en Oriente.
El uso de la música para alcanzar logros espirituales y curar el alma,
tan extendido en los tiempos antiguos, ha sido abandonado en gran
medida. La música se ha convertido en un pasatiempo, en un medio
de olvidar a Dios en vez de un método de búsqueda. Es la utiliza-
ción que hacemos de las cosas lo que constituye la falta o la virtud.
Entre la gente humilde de la India todavía permanece la
antigua memoria de como utilizar la música. Hay sanadores que
poseen un particular instrumento musical que tocan a la gente
que acude a ellos con la esperanza de ser curados con este método.
Tocando su instrumento despiertan algunos sentimientos especia-
les que se han quedado bloqueados y que de esta manera salen a la
luz. Es realmente un viejo sistema de sicoanálisis. La música ayuda
al paciente a expresar plenamente la influencia escondida, y de esta
95

manera muchas personas son ayudadas sin necesidad de acudir al
médico, aunque indudablemente se trata de un sistema bastante
primitivo.
En cierta ocasión, el marajá de Baroda, al escuchar que la
música podía curar, empezó a organizar conciertos en los hospita-
les. El sorprendente resultado fue que aquellos que sufrían comen-
zaron a gritar, «¡por el amor de Dios, callaos, marchaos de aquí¡».
No era la música adecuada para calmarles y por tanto les hizo sufrir
más; era algo así como dar una piedra en vez de pan.
En orden a curar a través de la música se debe estudiar
antes lo que se quiere y se necesita. En primer lugar hay que anali-
zar cual es la queja: que elementos faltan, cual es el significado sim-
bólico, que actitud mental hay detrás de la enfermedad. Después
de un detenido estudio la música puede producir un gran bien a los
pacientes.
Incluso si la música no se utiliza como prescripción par-
ticularmente indicada para cierto mal, el poder de la enfermadad,
que tiene su morada en el corazón del hombre, se puede reducir
considerablemente elevando la calidad de los pensamientos y emo-
ciones. Lo que provoca la enfermedad es el pensamiento de ella
más que la enfermedad misma. Su manifestación en el cuerpo se
puede decir que es una sombra de la verdadera enfermedad, la que
mantiene el individuo en su mente. Mediante el poder de la música
la mente puede exaltarse hasta tal punto que se eleve por encima
del pensamiento de la enfermedad; de esta manera queda olvidada.
Alguien puede preguntar, «¿que tipo de música es capaz de curar
al ser humano?, ¿el canto, la música instrumental o la danza?». El
canto es la más poderosa, porque cantar es vivir, es prana. La voz es
vida en si misma. Aunque lo que fluye a través de un instrumento
también es vida, en el caso del canto se trata de vida directa, la res-
96
m u s ic a

piración tocando el corazón de quien escucha. No obstante, detrás
de la voz debe de haber un corazón, un corazón cargado como una
batería con aquello que se necesita. ¿Con que se carga el corazón?
Pues con lo que llamamos amor y simpatía, el mayor poder que
existe.
Una persona materialista, luchando por acumular desde la
mañana a la noche, que busca su propio beneficio, que está angus-
tiada y amargada en medio de conflictos, es evidente que no puede
curar. El sanador debe de ser libre; libre para simpatizar, libre para
amar a su prójimo incluso más que a sí mismo.
¿Que enseña este amor? ¿Donde puede uno aprenderlo?
La clave de este elemento amor está en Dios. Cuando analizamos
el sistema de vida actual con todo sus progresos cabe preguntarse,
¿que es lo que falta? Dios es la que falta. Dios es la llave de ese ilimi-
tado almacén de amor que es el corazón del hombre.
En cierta ocasión, una sirviente bastante piadosa y de buen
carácter, fue incapaz de responder a una llamada a la puerta con la
celeridad debida, la señora que venía de visita, y que tuvo que espe-
rar en la puerta, se mostró impaciente y le habló con bastante aspe-
reza. Cuando los dueños de la casa preguntaron a la sirviente que es
lo que había sucedido, ésta no se mostró molesta en absoluto, son-
rió y dijo, «si, esa señora estaba muy enfadada conmigo». Cuando
a continuación la preguntaron si sabía lo que le había pasado a la
señora y porque se había puesto tan furiosa respondió inocen-
temente, «¿la razón?, ¡no había Dios¡», una hermosa respuesta.
Donde falta Dios no hay amor. En cualquier lugar donde hay amor
también hay Dios. Si interpretamos correctamente las causas del
dolor y del sufrimiento llegamos a la conclusión de que es la falta
de vida. Y, ¿que es la vida? La vida es amor. Y, ¿que es el amor? El
amor es Dios. Lo que todas las personas necesitan, lo que necesita
97

el mundo, es Dios. Todo lo que necesitamos alcanzar, todo lo que
necesitamos obtener para bendecir nuestras vidas con música, con
armonía, con amor, con un correcto afinamiento, con bondad, es
Dios. Este es el tema central de todo bien.
98
m u s ic a

14
El desarrollo espiritual
por medio de la música
El término «espiritual» no se aplica a la bondad, o a la rea-

lización de prodigios y milagros o a un gran poder intelectual. La
vida entera, en todos sus aspectos, es una sola música; y el verda-
dero logro espiritual es afinarse uno mismo con la armonía de esta
música perfecta.
¿Que es lo que evita que el ser humano alcance la espiri-
tualidad? Es la densidad de la existencia material y el hecho de ser
inconscientes de nuestro ser espiritual lo que lo evita. Las limita-
ciones impiden el libre fluir del movimiento, que es el carácter y la
naturaleza de la vida. Si nos fijamos en esa densidad mencionada,
podemos imaginarnos que si tenemos una roca y queremos hacer
música con ella va a ser difícil producir alguna resonancia; la piedra
no responde a nuestra intención de producir sonido. Las cuerdas
musicales, al contrario, si que pueden dar una respuesta al tono que
deseamos. Uno las toca y ellas responden: son objetos que produ-
cen resonancia; hacen completa nuestra música. Lo mismo ocurre
con la naturaleza humana. Una persona es torpe y pesada; se le dice
algo pero no lo entiende; se le habla pero no escucha. Esta persona
no responderá a la música, ni al arte ni a la belleza. ¿Que es lo que
pasa con ella?, que es muy densa.
Hay otro tipo de persona que siempre está dispuesta a
apreciar y entender la música y la poesía, o la belleza en cualquier
99

forma, incluso en el carácter y las maneras. Esta persona aprecia
la belleza en toda manifestación. Y ello es el despertar del alma, el
estado natural del corazón. En esto consisten los verdaderos logros
espirituales. El despertar espiritual es conseguir que el espíritu
se convierta en algo vivo, en que nos hagamos conscientes de él.
Cuando el hombre no es consciente del alma y del espíritu, y sólo lo
es de su ser material, es un ser denso, un ser alejado del espíritu.
¿Que es el espíritu y que es la materia? La diferencia entre
ambos es lo mismo que la diferencia entre agua y hielo; el agua
helada es hielo, el hierro derretido agua. Es el espíritu en toda su
densidad lo que llamamos materia, y es la materia en toda su suti-
leza lo que llamamos espíritu. En cierta oportunidad una persona
que se suponía materialista me dijo, «no creo en ningún tipo de
alma o espíritu ni en el más allá, yo creo en la materia eterna». A
lo que yo le contesté, «tu creencia no es muy diferente de la mía,
solamente que a lo que tu llamas materia yo llamo espíritu; es un
problema de términos. No hay nada sobre lo que discutir ya que
ambos creemos en la eternidad, y ya que creemos en ella, ¿que dife-
rencia hay en que uno la llame materia y otro espíritu? Es una y la
misma vida de principio a fin.»
La belleza nace de la armonía. Y, ¿que es la armonía? La
armonía es proporción correcta, en otras palabras, ritmo adecuado.
Y, ¿que es vida? La vida es el producto de la armonía, de la armonía
que se encuentra detrás de toda la creación. El secreto de todo lo
que existe no es otra cosa que la armonía. Incluso la inteligencia
ansia alcanzar esa perfección de la armonía. Lo que la gente llama
felicidad, comodidad, beneficio o ganancia, todo lo que anhela y
desea alcanzar es armonía; en mayor o menor medida el ser humano
siempre está ansiando lo mismo. A pesar de alcanzar los bienes más
mundanos, el hombre siempre está deseando la armonía. El pro-
100
e l de s a r r ol l o e s p i r i t ua l
p o r m e dio de l a m u s ic a

blema reside en que no la busca con los métodos adecuados, y a
menudo trata de encontrarla con los métodos menos oportunos. El
objetivo buscado tanto por los buenos como por los malos métodos
es el mismo, pero la manera en que uno trata de alcanzarlo los hace
correctos o incorrectos. No es el objetivo lo que está equivocado, es
el método que uno utiliza para llegar a él.
En ninguna etapa de la vida desea uno la falta de armo-
nía, porque todos los sufrimientos, penas y angustias se deben a su
ausencia.
Alcanzar la espiritualidad significa comprender que todo
el universo es una sinfonía; en ella cada individuo es una nota, y su
felicidad estriba en afinarse perfectamente a la armonía del cosmos.
No es el seguir una religión determinada lo que hace a una persona
espiritual, ni el tener cierta creencia, ni el ser fanático de ninguna
idea, ni incluso hacerse demasiado bueno para vivir en este mundo.
Hay mucha gente buena que ni siquiera entiende lo que significa
espiritualidad. La esencia de la bondad es armonía en si misma. Los
principios y creencias de todas las religiones del mundo, enseñadas
y proclamadas por sacerdotes y maestros aunque las personas no
sean capaces de seguirlas y expresarlas, nacen de una manera natu-
ral del corazón de alguien que se afinó a si mismo con el ritmo del
universo. Todas las acciones de este ser, todas sus palabras, todos
sus sentimientos, son armoniosos, son virtudes y son todos religión.
No es seguir una creencia, es vivirla, hacer de la vida de uno una
religión lo que es necesario.
La música es una miniatura de la armonía del universo
entero, porque la armonía del universo es vida es si misma, y el
hombre, siendo a su vez otra miniatura del mismo universo, mues-
tra acordes armoniosos o desafinados en su pulso, en el ritmo car-
diaco, en sus vibraciones, ritmo y tono. Su salud o enfermedad, su
101

gozo o su malestar, todo muestra la presencia o no de música en su
vida.
¿Y que es lo que nos enseña la música? La música nos enseña
a prepararnos en la armonía, y este es el secreto de la magia escon-
dida en la música. Cuando alguien escucha una música y le causa
placer es porque le afina y pone en armonía con la vida. De ahí que el
ser humano necesite de la música, que la anhele. Muchos dicen que
no les interesa, pero ello quiere decir que nunca la han escuchado.
Si de verdad lo hicieran ella les tocaría el alma y no podrían evitar
realmente el amarla. Si no ocurre así ello quiere decir simplemente
que no la han escuchado suficientemente, que no han sido capaces
de calmar y acallar su corazón para poder escucharla, disfrutarla y
apreciarla. Además, la música desarrolla esa facultad mediante la
cual uno aprende a apreciar todo aquello que es bueno y hermoso
en las formas del arte y de la ciencia. Con la poesía y con la música
uno puede llegar a apreciar todos los aspectos de la belleza.
Lo que priva al hombre de gozar de la belleza que le rodea
es la pesadez de su cuerpo o de su corazón. A causa de ello es atraído
hacia la tierra y todo se hace limitado. Cuando el individuo sacude
esa pesadez y descubre el gozo se hace más sutil. Todas las buenas
inclinaciones tales como la gentileza y la tolerancia, el perdón, el
amor y el afecto, todas estas hermosas cualidades, se hacen mani-
fiestas cuando uno se hace sutil y ligero; sutileza en la mente, en el
alma y en el cuerpo.
¿De donde viene la música? ¿De donde viene la danza?
Todo viene de una manera natural de esa vida espiritual que existe
en nuestro interior. Cuando la vida espiritual florece aligera todos
los pesos que el ser humano soporta. Y serena la vida como si esta
estuviera flotando en un océano de vida. La facultad de apreciación
le hace a uno sutil. La vida es como el océano. Cuando no hay apre-
102

ciación, ni receptividad, el individuo se hunde al fondo como si se
tratara de un pedazo de metal o una piedra. No puede flotar como
una barca, que es hueca y receptiva.
Lo difícil en el camino espiritual es lo que viene de nosotros
mismos. Al hombre no le gusta ser alumno, le gusta ser profesor. ¡Si
las personas simplemente supieran que la grandeza y la perfección
de los grandes que han venido a este mundo de vez en cuando estri-
baba en su capacidad de ser alumnos en vez de maestros¡. Cuanto
más grande es el maestro mejor alumno ha sido. Aprendió de todos,
del importante y del modesto, del sabio y del tonto, del viejo y del
joven. Aprendió de sus vidas y estudió la naturaleza humana en
todas sus aspectos.
Alguien que desee aprender a caminar por la senda espi-
ritual debe hacerse antes como un vaso vacío de manera que el
vino de la música y de la armonía pueda ser vertido en su corazón.
Cuando alguien viene a mi y me dice, «aquí estoy, me puede ayudar
espiritualmente», les respondo «si», y muy a menudo continúan
diciendo, «pero primero quisiera saber lo que piensa acerca de la
vida y de la muerte, del principio y del final». Ante eso siempre
me pregunto cual sería la actitud de esta persona si sus ideas pre-
concebidas no se correspondieran con las mías. Esta persona desea
aprender, sin embargo no quiere vaciarse. Ello es algo así como ir a
una fuente de agua con el vaso tapado; se quiere agua y a pesar de
ello se mantiene el vaso cubierto, cubierto de ideas preconcebidas.
¿Y de donde vienen esas ideas preconcebidas? Ninguna idea puede
llamarse propia. Todas se han aprendido de una fuente u otra,
aunque con el tiempo uno llegue a pensar que le pertenecen. Ese
individuo argüirá y disputará por ellas aunque no le satisfagan ple-
namente porque son su campo de batalla; y ellas continuarán man-
teniendo su vaso cubierto. Los místicos han adoptado un método
103

diferente, han seguido un camino distinto. Y este camino es el de
la auto-anulación de ideas, es decir, desaprender lo que hubieran
aprendido; de esta manera se pueden convertir en un vaso vacío.
En Oriente se dice que lo primero que uno tiene que apren-
der es a hacerse alumno. Alguien podría pensar que de esta manera
se pierde la propia individualidad. Pero, ¿que es la individualidad?,
¿no es lo que uno ha recogido? ¿Que son nuestras ideas y opinio-
nes? Todas son información recogida, y este tipo de conocimiento
debe ser desaprendido.
También se puede pensar que el carácter de la mente es
tal que lo que uno aprende se grava indeleblemente en ella; ¿como
es posible entonces olvidarlo? Desaprender es completar ese cono-
cimiento. Ver a una persona y decir, «esta persona es malvada, no
me gusta», es aprender. Mirar más lejos y reconocer algo bueno en
ella, sentir pena o comenzar a sentir simpatía, eso es desaprender.
Cuando se ve la bondad en alguien a quien se ha calificado antes
de perverso se está desaprendiendo. Uno ha deshecho el nudo. Pri-
mero se aprende a ver con un ojo; después con dos, y así la visión se
hace completa.
Todo lo que hemos aprendido en este mundo es conoci-
miento parcial, y cuando conseguimos arrancarlo con otro punto
de vista nos encontramos con el conocimiento en su forma com-
pleta. A esto se le llama misticismo. ¿Porqué misticismo? Porque no
se puede expresar con palabras. Las palabras nos muestran uno de
sus lados solamente, y el otro lado está más allá de ellas.
La manifestación entera es dual, su dualidad nos hace inte-
ligentes; pero más allá de la dualidad está la unidad. Si no nos ele-
vamos por encima de la dualidad para dirigimos a la unidad nunca
alcanzaremos la perfección, ni la espiritualidad tampoco.
Todo esto no quiere decir que nuestro conocimiento sea
104

inútil; al contrario, es de una gran utilidad. Porque el nos da el
poder de discriminación y el discernimiento de las diferencias. El
hace aguda a la inteligencia y a la visión de las cosas de manera que
podamos entenderlas y utilizarlas. Es parte de la evolución humana
y por tanto muy útil. Por tanto, debemos aprender primero y des-
aprender después. Cuando una está de pie sobre el suelo no mira
inicialmente al cielo. Primero uno debe contemplar la tierra y ver
que es lo que ofrece para ser observado y aprendido. Pero al mismo
tiempo uno no debe pensar que el propósito de la vida se ve satisfe-
cho mirando exclusivamente a la tierra. La realización del propó-
sito de la vida se encuentra al mirar el cielo.
Lo que resulta maravilloso de la música es que ayuda al
hombre a meditar y concentrarse independientemente del pensa-
miento; así la música se convierte en puente real entre la forma y lo
sin forma. Si existe alguna entidad inteligente, efectiva y al mismo
tiempo sin forma, ello es la música. La poesía sugiere forma, la línea
y el color también, pero la música apela a lo sin forma. Ella crea
también esa resonancia que vibra a través de todo el ser elevando
el pensamiento por encima de la densa materia. La música trans-
forma la materia en espíritu, su condición original, mediante la
armonía de la vibración que afecta a cada átomo del ser de uno.
La belleza de la línea y del color puede llegar hasta cierto
punto y no más; el gozo que comunica la fragancia puede ir toda-
vía algo más allá; pero la música afecta a nuestro ser esencial y así
produce nueva vida, una vida que proporciona exaltación a todo
el ser, y que lo eleva hasta aquella perfección en la que se halla la
realización de la vida del hombre.
105

FIN
NOTAS:
1Hazrat Inayat Khan utiliza a menudo la palabra arte refirién-
dose exclusivamente a la pintura, el dibujo y la escultura
2Instrumento de cuerda que se utiliza como acompañamiento
creando un bajo continuo

Í N DICE
7 música
13 LA MÚSICA DE LAS ESFERAS
21 LA MÚSICA DE LAS ESFERAS (continuación)
25 LA MÚSICA ANTIGUA
34 LA MÚSICA INDIA: CIENCIA Y ARTE
43 LA VINA
47 LA MANIFESTACIÓN DEL SONIDO EN EL PLANO FÍSICO
52 EL EFECTO DEL SONIDO EN EL CUERPO FÍSICO
59 LA VOZ
67 EL MISTERIO DEL SONIDO Y DEL COLOR
74 SIGNIFICADO ESPIRITUAL DEL SONIDO Y DEL COLOR
83 LA INFLUENCIA SÍQUICA DE LA MÚSICA
91 EL PODER SANADOR DE LA MÚSICA
99 EL DESARROLLO ESPIRITUAL POR MEDIO DE LA MUSICA

COLECCIÓN
BLANCA
OTROS TÍTULOS DE LA COLECCIÓN
1.
El Diván de las Gacelas
Omar Ben Yúsuf
edición de Pablo Beneito
2.
99 Haikus de Mu-I
Vicente Haya / Keiko Kawabe (selección y traducción)
3.
El Arte de la Escritura —Wen Fu—
Lu Chi / Nur Ferrante (traducción)
4.
Tratado del Imam Saŷŷād cAlī ibn Husayn,, conocido como
Tratado del Derecho [Risālat al-huqūq]
Saŷŷād cAlī ibn Husayn / J. Rodríguez Vargas (traducción y notas)
5.
El Evangelio de Sri Ramana Maharshi
Bhagavan Sri Ramana Maharshi
edición de Jordi Quingles
6.
Perdidos en el mundo imaginal
Ángel Almazán de Gracia
7.
Biomúsica. Afinándonos con la vida
Guillermo Cazenave

8.
La Llamada del Derviche
Pir Vilayat Inayat Khan
traducción de Nur Ferrante / Prólogo de Oscar Muñoz
9.
Historias de Sufíes /Kitab rawd ar-rayahín fi hikayat as salihín
al-Yafi’i
Selección, traducción e introducción de Santiago Martínez
10.
Rubâiyât
Omar Khayyâm
Introducción y traducción: Pepe Aguado
11.
Sumi-e —el arte de la pintura japonesa–
Lourdes Parente
12.
La música de la vida
Hazrat Inayat Khan
traducción de Fernando Díez
13.
Tao Te King / Lao Tsé
Versión inglesa de Allan Watts
traducción Pepe Aguado y Fernando Cabal
14.
El Tao de la sexualidad
SU NU KING y otros textos clasico de sexología taoísta
Introducción A. Embid / traducción: Teresa Sans

D
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L a Mú s i c a d e l a Vi d a
el mes de marzo de 2011


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Traducción: Fernando Díez

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HAZRAT INAYAT KHAN

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MUSICA, la palabra que utilizamos en nuestro lenguaje

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Con este título no trato de alimentar ninguna superstición,

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La naturaleza de la creación es la duplicación del uno. Y

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Cuando se observa este asunto desde el punto de vista

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Música, literatura y filosofía son muy afines a nuestra alma

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Un gran poeta indio cantó en sánscrito la alabanza de la

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La ciencia moderna ha descubierto recientemente que la

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Los instrumentos de viento, los instrumentos de cuerda ya

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