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Soberanía Alimentaria y Desarrollo – CaLiSA FAUBA – Noviembre 2018

4ta clase
Fernando Cabaleiro
www.calisafauba.com

Yo tengo una anécdota de hace 4 años, acá en la facultad, vinimos que


dar una charla en el marco del Encuentro Social de Buenos Aires, en este
mismo pabellón, una charla en la que estaba también el compañero Gabriel
Navarreta y Emanuel Garrido que era un director de ambiente de Coronel
Suárez que hizo una lucha con el tema de las escuelas rurales fumigadas y
bueno la charla no se pudo dar porque no vino ni una sola persona así que hoy,
de alguna manera nos reivindicamos después de 4 años.
Bueno, se ve bien? Es importante porque voy a mostrar imágenes con
datos y de alguna manera quiero que se vea bien ya que son datos precisos y
concretos.
Como decían en la presentación, yo vengo trabajando en materia
ambiental y específicamente lo que es el tema del agronegocio, desde la praxis
judicial, lo que es ir a la justicia y plantear los casos, como así también la praxis
en las instancias administrativas, es decir, exhortar las autoridades para que
cumplan con la ley y se protejan los Derechos Humanos, que el modelo del
agronegocio, el modelo agroindustrial viola arteramente. Lo primero que
empezamos a trabajar de la praxis judicial en cuanto al tema del agronegocio
fue lo primero que se visibilizó de esta cuestión que eran las fumigaciones con
agrotóxicos, ya sea con aviones y con los famosos mosquitos, muy cerca de
las viviendas, donde viven las personas, en barrios que están por lo general en
las zonas periféricas de los pueblos del interior y que quedan pegados a los
campos donde se utilizan o se cultivan estos cultivos transgénicos, la semilla
modificada genéticamente de la soja, el maíz, que obviamente implica el uso de
agrotóxicos.
Nuestro primer caso que llevamos a la justicia fue en 2008 donde
logramos parar una fumigación aérea. Básicamente lo que se logró es que se
aplicara una ley que estaba vigente en la provincia de Buenos Aires, que
prohíbe fumigar a menos de 2 km de los centros poblados pero se ignoraba
esa ley, no se respetaba. Después, en 2012, también logramos una sentencia
judicial ante la Suprema Corte de Justicia de la provincia Buenos Aires que
declaró ilegal una fumigación terrestre porque no se había respetado una
ordenanza. También consagró la aplicación del principio de precaución porque
estamos hablando de agrotóxicos, estamos hablando de venenos, no son
fitosanitarios como lo propone el agronegocio, como que son sustancias
inocuas, son sustancias peligrosas para la salud. En 2013 abordamos el
vínculo que hay en el tema de los agrotóxicos con el agua, o sea, en las
provincias, en los pueblos rurales, en las localidades del interior básicamente el
agua que consume la gente, la población, es extraída del acuífero y los pozos
de extracción, por lo general, están en los campos donde se fumiga. Y bueno,
no hay ningún tipo de protección. Ahí lo que logramos fue una medida cautelar
que prohíba la fumigación cerca de los pozos de extracción de agua.
En 2014 abordamos la problemática que tienen las escuelas rurales.
Todas las escuelas rurales están prácticamente en los interiores de los campos
donde se fumiga, tienen que convivir con las fumigaciones. Ahí llevamos un
caso de Sierra de la Ventana logrando una decisión judicial que proteja la
escuela, fijando una instancia de protección de 1000 metros para las
fumigaciones terrestres y de 2 kilómetros para las fumigaciones aéreas. Un
paliativo, digamos, no es la solución. Ese casó sirvió para que ahora en Entre
Ríos lo aplicaran colegas que están trabajando ahí en el marco de una
campaña que se está haciendo a nivel provincial y lograron un fallo confirmado
por el Superior Tribunal de Justicia que establece la protección de las escuelas
rurales, de todas las escuelas rurales de Entre Ríos, fijando una protección de
1000 metros para la fumigaciones terrestres y de 3 kilómetros para las
fumigaciones aéreas.
Y después bueno, en 2016 abordamos el tema del impacto que tiene el
uso de agrotóxicos en la biodiversidad. Se trata de un caso donde no está en
juego la salud de las personas sino el impacto que tienen los agrotóxicos en los
componentes biológicos. En este caso nos estamos refiriendo a un
aprovechamiento forestal de bosques implantados que tiene Papel Prensa en
la localidad de Alberti, que realiza esa actividad sin ningún tipo de evaluación
de impacto ambiental previa. Estamos hablando de un predio que tiene más de
1200 hectáreas y se utilizan grandes cantidades de agrotóxicos, principalmente
fungicidas, sin ningún tipo de control. Bueno, ahí la Corte Suprema de la
provincia Buenos Aires hizo lugar a la acción y exige que papel prensa acredite
la inocuidad de la actividad.
Después abordamos la otra pata del paquete tecnológico, que son las
semillas modificadas genéticamente conocidas como transgénicos. Ahí
llevamos a la justicia las últimas dos sojas transgénicas, que pertenecen a
Monsanto y a Dow Chemical. En el caso de Dow Chemical es la soja que
tienen la capacidad de tolerancia al agrotóxico 2-4D y la de Monsanto es la soja
rr2, conocida comercialmente como la soja intacta, que es la que hoy
prácticamente domina el mercado de la soja. Ahí lo que planteamos es que
estos dos eventos transgénicos no tienen la debida evaluación de impacto
ambiental ni tampoco tienen la garantía de inocuidad alimentaria porque los
estudios que presentan las empresas son estudios de parte y no cumplen con
los protocolos internacionales para evaluar debidamente los riesgos crónicos y
los riesgos cancerígenos.

Después, en 2016 abordamos el tema de la pretensión que tienen las


grandes corporaciones de apropiarse de la semilla modificada genéticamente,
reclamando el derecho de patente y con eso de apropiarse de todo el sistema
de semillas y de plantas. Porque en este caso concreto, que Monsanto llevó a
la justicia reclamándole al Estado el reconocimiento de un derecho de
propiedad por una molécula de ADN recombinante de doble cadena, que es la
que hace que la planta sea tolerante al herbicida, más el derecho de patente
por la célula vegetal que lleva inserta esa molécula (que en definitiva es la
planta), tuvo un rechazo de la Cámara Federal Civil y Comercial de la Ciudad
de Buenos Aires por considerar que introducir un transgen en la planta no es
un invento sino una mera innovación. Obviamente Monsanto apeló esa
decisión y la llevó a la Corte y ahí nosotros nos presentamos, ya que es una
causa donde las partes son Monsanto y el Estado, ahí nos juntamos con varias
organizaciones, más de 80 organizaciones, no solamente Argentina sino
también de muchas partes del mundo, de México, de Bolivia, de Brasil, y
principalmente Vandana Shiva, que fue la que encabezó ese reclamo donde
pedimos a la Corte Suprema una instancia de amigos del tribunal, es decir para
que la corte nos escuche a nosotros, y la recomendación es justamente que la
Corte confirme el fallo de la Cámara.
Y por último lo que estamos ahora trabajando, en cuanto al tema del
agronegocio, es la cuestión de los alimentos contaminados. Nos dimos cuenta
que este modelo no solamente se acota a los cultivos transgénicos de soja y de
maíz y de algodón, sino que la matriz del agronegocio se extiende a todo el
sistema agroalimentario, a todas las frutas, verduras, hortalizas, cereales y
oleaginosas están sometidas a esta matriz que implica el uso de millones de
litros de agrotóxicos.
Y es un poco lo que vamos a ver hoy. Vamos a centralizar en este en
este último aspecto. Ahí lo que hicimos nosotros fue tratar de recabar la
información al Estado para que nos diga cuál es la situación actual.
Acá en Argentina nosotros tenemos un órgano estatal que es el que se
encarga de autorizar el uso de agrotóxicos y a su vez controla los alimentos en
cuanto a la inocuidad alimentaria que es el SENASA. Ahí lo que hicimos fue
solicitar al SENASA que nos brindara la información de los controles que
realiza en los mercados concentradores. Específicamente lo que le solicitamos
fue los resultados de los últimos cinco años. El SENASA accedió a dar esa
información (obviamente lo hicimos bajo apercibimiento de llevar el caso a la
justicia si no accedía a dar esa información) y bueno, en dos instancias nos
otorgó esos datos que nosotros ahora sistematizamos en esto que nosotros
denominamos EL PLATO FUMIGADO.
Lo que ustedes van a ver acá en esta diapositiva, de alguna manera es
la síntesis general de todos los resultados de los controles del SENASA. Se
trata de 7876 controles positivos realizados entre 2011 y 2016. Se encontraron
38 elementos con presencia de agrotóxicos, los cuales alcanzan el número de
82. De esos 82 agrotóxicos vamos a observar que en el marco de lo que son
los controles, se encontraron 55% que no están autorizados para el alimento
donde fue hallado. O sea, eso habla de ILEGALIDAD. Es lo que se llama el
“Desvío de Uso”. El agrotóxico para ser aplicado en un alimento necesita tener
una autorización especial y a su vez tiene que tener fijado un valor de LMR
(Límite Máximo de Residuos), más allá que nosotros tenemos una postura
crítica con respecto a que los alimentos tengan un residuo. Pero aún así, la
normativa establece que un agrotóxico tiene que estar autorizado y tiene que
tener fijado un valor de LMR, que en muchos casos no lo tiene y son aplicados
igual.
Después lo que tenemos es la composición del tipo de agrotóxicos que
fueron detectados. Ustedes van a ver en círculo de abajo, de los dos más
pequeños, que el 50% son insecticidas, el 40% son fungicidas, es decir, que
atacan a los hongos y el 9% son herbicidas, con el dato significativo que en
esta categoría no se buscó el glifosato, que es de alguna manera el
agrotóxico ícono del agronegocio, porque la norma no establece que el
SENASA lo busque. Y el 1% que corresponde a un antioxidante que se utiliza
principalmente en la manzana.
Después lo que tenemos, en cuanto al modo de acción, es que el 39%
de los agrotóxicos que se detectaron, los 82, su modo de acción es que son
sistémicos, es decir que ingresan a la planta a través de la raíz y después
se expresan en las hojas o en los frutos, en la pulpa de los frutos. Con lo
cual esto neutraliza el argumento que utiliza el SENASA diciendo que con lavar
las frutas y verduras ya se soluciona el tema.
Después lo que tenemos son los alimentos más contaminados. De estos
controles surge que lidera ese ranking la naranja con 34 agrotóxicos
detectados, después le siguen la frutilla, la manzana con 30, el apio, la acelga y
la lechuga con 28, el limón con 27 y la achicoria con el durazno y la mandarina
con 26 agrotóxicos. Lo que quiero aclarar es que no es que se encontraron
estos agrotóxicos en una sola fruta, sino que son los agrotóxicos que se
encontraron en todos los controles sobre cada uno estos alimentos. Con lo
cual, esto implica que estamos también expuestos al consumir estos alimentos
con esta cantidad de agrotóxicos en el tiempo.
Las jurisdicciones relevadas fueron prácticamente todas, salvo Santiago
del Estero y San Luis, y abajo lo que tenemos son los aspectos toxicológicos.
Lo que nosotros hicimos fue un trabajo de sistematización en base a los
agrotóxicos que se detectaron, que son 82, y lo pasamos por un tamiz que es
el tamiz de una sistematización de información que hizo la Universidad
Nacional de Costa Rica que creó un grupo de trabajo para recopilar toda la
información científica que hay sobre cada uno de los agrotóxicos que existen
hoy en el sistema de la agricultura industrial. Y en este caso lo que surge es
que el 44% de los agrotóxicos que fueron detectados en los 38 alimentos son
probables o posibles cancerígenos, ya sea por la IARC, que es la agencia de
investigación del cáncer de la OMS, o por la EPA, que es la Agencia Ambiental
de Estados Unidos. Y a su vez, porque hay trabajos científicos que así lo
determinan, que muchas veces esos trabajos son los que sirven para que estos
entes, estos organismos declaren probable o posible cancerígeno a una
sustancia.
Después lo que tenemos es que el 44% de estos agrotóxicos también
son disruptores endocrinos, es decir, producen daño hormonal, afectan el
sistema hormonal, y el 23% que afectan al sistema nervioso ya que se los
consideran como inhibidores de la colinesterasa, que son enzimas esenciales,
importantes del sistema nervioso humano.
Y después lo que surge es que en el 90% de los alimentos, de estos 38
alimentos, se encontraron alguno de estos agrotóxicos con estas
características. O sea, ya sean cancerígenos, disruptores endocrinos o
inhibidor de la colinesterasa, no hay ningún alimento que este exento de tener
algún alguna de estas sustancias.

Bueno ahora vamos a marcar algunas cuestiones que nosotros estamos


manejando para exponer la situación de riesgo que genera consumir estos
alimentos con estos agrotóxicos y en estas cantidades.
Una de las cuestiones más importantes es el tema del cáncer. El cáncer
es la segunda causa de muerte en Argentina y en América Latina. De cada 5
personas, 1 persona se enferma de cáncer. Y se considera que para el 2035
esa tasa va a crecer, se va a duplicar.
El cáncer tiene una característica especial, que es transversal. En la
sociedad afecta a las clases ricas, las clases altas, las clases pobres. Y la
incidencia del cáncer está creciendo. Se pasó de una tasa de 206 casos por
100.000 habitantes a la actual, ahora que son 217 casos por cada 100.000
habitantes.
Nosotros queremos poner énfasis en la cuestión de cómo actúa el
Instituto Nacional del Cáncer, que es el órgano estatal que se encarga de
investigar las causas del cáncer, de determinar cuáles son los factores de
riesgo y fijar pautas para que se fijen políticas preventivas en materia de
cáncer. Uno de los factores de cáncer que está bien claro, y hoy lo señalaba
ahí en Mercedes, es el tema del bajo consumo de frutas y verduras. La OMS
recomienda que existan por lo menos 5 porciones diarias de frutas y verduras,
y conforme a lo que recopila el Instituto Nacional del Cáncer, según el informe
2013, ese nivel está en 1,9 en Argentina.
Entonces, él Instituto Nacional del Cáncer recomienda que haya un
aumento de consumo de frutas y verduras, y le solicita a su superior que en
este caso, es la Secretaría de Salud de la Nación, que haya políticas a nivel
público para que se aliente a la población a que consuma más frutas y
verduras. Y acá es donde nosotros ponemos un punto. Porque el Instituto
Nacional del Cáncer no especifica cuáles son las frutas y verduras. ¿Son las
que surgen de los controles del SENASA, donde el 44% de los agrotóxicos que
se detectaron son probables y posibles cancerígenos? Entonces, ahí tenemos
dos órganos del estado, porque estos registros que yo les acabo de mostrar
son registros oficiales, es decir, los tiene el SENASA. Y tenemos el Instituto
Nacional del Cáncer, en el ámbito de la salud que recomienda el aumento de
consumo de frutas y verduras pero no especifica que esas frutas y verduras
tienen que estar libre de agrotóxicos.
Bueno ahí justamente nosotros fuimos al Instituto Nacional del
Cáncer a decirles, ‘acá está el SENASA, que hace los controles, y en los
últimos 5 años se encontraron 82 agrotóxicos de los cuales el 44% tienen
probabilidad o posibilidad de ser agente cancerígeno, así que cuando
usted recomiende el aumento de consumo de frutas y verduras
especifique que sean sin pesticidas y sin agrotóxicos’ eso es política
preventiva de salud, sino se está ocultando un dato importante y fundamental.

El otro punto también importante donde mostramos una incongruencia


entre dos entes del estado es lo que sucede con los que se llaman agrotóxicos
domisanitarios, es decir, los que se utilizan en los domicilios. Esa competencia
le corresponde a la ANMAT, que es la Administración Nacional de
Medicamentos, Alimentos y Tecnología que autoriza y/o cancela el uso de
agrotóxicos a nivel domiciliario. Y vamos a encontrar en esta categoría de
inhibidores de la colinesterasa, cuatro agrotóxicos que fueron prohibidos por el
ANMAT y por el Ministerio de Salud de la Nación a nivel domiciliario porque son
considerados peligrosos para la salud; sin embargo el SENASA permite que se
utilicen en los alimentos. Es decir, en los controles que nosotros les
mostrábamos surgen justamente que estos cuatro agrotóxicos aparecen como
residuo. Si nosotros utilizáramos los argumentos que usó la ANMAT para
prohibir estos agrotóxicos, el SENASA tendría también que cancelarlos. Lo
acaba de hacer recién con uno de estos cuatro agrotóxicos, que es el
DIAZINON, hace poco el 10 de octubre 2018 pero lo hizo 10 años después de
que lo canceló la ANMAT. Eso demuestra la incongruencia que hay entre dos
organismos del Estado. Es decir, sobre un mismo tema, dos miradas distintas.

El tercer aspecto y quizás el más importante, tiene que ver con el tema
de los riesgos crónicos y cancerígenos de estas sustancias porque uno va a
comer una manzana o una naranja y no es que se va a morir inmediatamente.
Hay casos específicos en los que sí ha ocurrido. Porque era tanta la dosis de
agrotóxico y veneno que tenía. Un caso en Entre Ríos y otro en Corrientes, dos
chiquitas que comieron una mandarina o naranja que estaba con furadan y
murió. Pero bueno, el tema es que en la generalidad de los casos, eso no
sucede, pero igual hay un problema de salud pública. Y acá el tema central
tiene que ver con cómo se evalúan los riesgos crónicos y cancerígenos de
estas sustancias.
Hubo un debate científico muy interesante en los últimos años en el cual
muchos científicos sostenían que los ensayos y estudios que presentaban las
empresas como Monsanto no eran seguros. Por lo general, para evaluar los
efectos crónicos y cancerígenos tanto de estos agrotóxicos como de los
transgénicos y los productos químicos, se utilizan ratas que se analizan en el
laboratorio. Las ratas viven aproximadamente 24 meses, 2 años. Lo que hacen
las empresas como Monsanto es presentar estudios a 90 días. Lo que dicen
estos científicos críticos es que para evaluar los efectos crónicos y
cancerígenos, que son aquellos que se evidencian después de un largo tiempo
de estar expuesta a una sustancia en cantidades ínfimas, o sea, en bajas
dosis, periódica o diariamente, se requiere, para que el estudio y ensayo sea
seguro, tomar por lo menos la mitad del ciclo de vida de la rata para que esas
evaluaciones nos acerquen un poco a la realidad.
Y efectivamente, cuando ellos hicieron esos estudios a plazos largos, se
encontraron que a partir del cuarto mes, donde las ratas estuvieron comiendo
maíz transgénico o maíz con residuos de agrotóxico, en este caso de glifosato,
en el cuarto mes los machos presentaron tumores en el séptimo mes las ratas
hembras presentaron tumores y el 80% que completo el ciclo de vida terminó
con tumores, con una tasa superior con respecto al grupo de control. Y cuando
vemos los estudios de Monsanto vemos justamente que en esos tres meses no
aparece ninguna evidencia científica, por qué? Porque toda la información que
surge a partir del cuarto mes es ocultada en esos estudios de plazos cortos.
Esta discusión quedó zanjada en el 2009 cuando la OCDE, que es la
Organización para la Cooperación de Desarrollo Económico, que es una
organización que defiende los intereses de los países, entre comillas,
desarrollados y por ende los intereses de las grandes corporaciones, en este
caso el agronegocio, tuvo que reconocer que era necesario construir protocolos
para evaluar los efectos crónicos y los efectos cancerígenos tanto de los
agrotóxicos como de los transgénicos, estableciendo un plazo de un año
mínimo para los ensayos, en cuanto a los efectos crónicos, y de dos años para
los efectos cancerígenos. Y aquí, de alguna manera, lo que hizo es reconocer a
la ciencia digna e independiente que cuestionaba los estudios de Monsanto y
de las grandes empresas y por lo tanto también afirmar que son estudios o
ensayos que no pueden ser confiados como válidos para asegurar o decir que
los agrotóxicos son inocuos o que los transgénicos también son inocuos.
Y acá tenemos una prueba judicial que nosotros hemos tenido en la
causa que llevamos contra la soja Intacta de Monsanto, esa causa se
encuentra hoy en la Corte Suprema. Ahí logramos que el Ministerio de
Agricultura nos diera los estudios que presentó Monsanto para obtener la
autorización de la soja transgénica Intacta y lo que van a ver ustedes es que
los dos estudios sobre efectos crónicos y efectos cancerígenos están hechos a
90 días, estos son estudios que fueron presentados para tener autorización en
diciembre de 2010 ante el Ministerio de Agricultura y lo que estamos viendo es
que ya en 2009 existían estos protocolos de la OCDE que justamente
cuestionan y de alguna manera anulan estos estudios hechos a 90 días.
Entonces ahí nosotros decimos: si para la soja Intacta Monsanto
presentó estudios a 90 días que podemos esperar para el Glifosato que
fue autorizado en 1977, y para todos los agrotóxicos que en su mayoría
fueron autorizados en Argentina en los 70 80 y 90.
Y también, teniendo el dato de que la última revisión general que se hizo
de la totalidad los agrotóxicos, ya sea como principio activo, o como formulados
comerciales, fue en el año 2000, nosotros tenemos la fuerte sospecha que
obviamente los estudios sobre efectos crónicos y los efectos cancerígenos no
están realizados en base a los protocolos de la OCDE, que fueron creados
recién en el 2009. Por eso nosotros podemos aseverar y afirmar que no hay
ningún agrotóxico seguro en cuanto a los principios activos, y en cuanto a los
formulados comerciales estamos recontra seguros, por qué? Porque la
normativa local no exige a las empresas que para obtener autorización de uso
de un formulado comercial tenga que presentar estudios de efectos crónicos y
efectos cancerígenos.
Y esto quedó de alguna manera demostrado en un caso que se está
llevando en Estados Unidos contra Monsanto, en una causa por el tema de
daños de cáncer, (donde se logró también por orden judicial obtener todos los
papeles internos), en el cual se demostró que en una comunicación entre un
empleado jerárquico de Monsanto Estados Unidos con la filial Argentina, es
reconocida en un email que el Roundup de Monsanto no tenía los estudios
sobre los efectos cancerígenos. Y siguiendo en este derrotero, decimos que

si los principios activos no tienen las


evaluaciones debidas, como así tampoco los
formulados comerciales, menos lo tienen estos
Límites Máximos de Residuos (LMR) que se han
fijado en su momento por un acuerdo qué ha
habido entre la FAO y la Organización Mundial de
Comercio, construyendo lo que nosotros
denominamos como un monstruo, un Frankenstein
que es el Códex Alimentario que justamente
justifica y valida que los alimentos puedan tener
residuos de agrotóxicos.

Estos Límites Máximos de Residuos se fijan en base a una fórmula


abstracta que no tiene después evaluaciones en laboratorios, es decir, se fija
un valor de referencia pero que no está después contrastado en el laboratorio
con roedores. Y ahí nosotros cuestionamos el LMR. Y a su vez, acá que suma
una cuestión muy importante que tiene que ver con los efectos sinérgicos que
no se evalúan bajo ningún punto de vista.
Como ustedes vieron ahí en la diapositiva, hablamos, por ejemplo, del
caso del Clorpirifos que se halló en 32 alimentos, y no es que se encontró en
una manzana sino en 32 alimentos. Y después tenemos que un solo alimento,
no es que contiene un solo agrotóxico, puede contener hasta 34 agrotóxicos,
como pasa en el caso de la naranja. Es decir, que tenemos ahí una
complejidad y un sinfín de combinaciones que obviamente es prácticamente
imposible evaluar.
Y lo que nosotros decimos es que hay que tener en cuenta la carga
química diaria que recibimos al consumir estos alimentos contaminados con
agrotóxicos. Y también la imposibilidad de determinar cuál es la dosis total de
bio-acomulacion a partir de la cual se produce el daño. Uno puede determinar
la dosis letal, la cantidad mínima necesaria para que esa sustancia tenga el
efecto letal, pero no se puede determinar cuál es la dosis total de bio-
acumulación a partir de la cuándo se produce el daño, o empieza algún
proceso neoplásico, o una alteración del sistema hormonal o una alteración del
sistema nervioso.

Obviamente, todo esto que yo les presento nos está indicando que el
organismo que se encarga de evaluar y, de alguna manera, de darnos la
seguridad, no lo está haciendo. Claramente estamos frente a una situación de
riesgo, la población lo está, nosotros hablamos de población doblemente
expuesta que es la que vive en los pueblos fumigados, gente que vive al lado
un campo donde fumigan con la avioneta o con el mosquito, pero después va a
la cocina, prepara la ensalada y esa ensalada también está contaminada. Y
después hablamos de la población expuesta que es la gente que vive en las
grandes ciudades.

Yo siempre pensaba que el tema de los agrotóxicos era un


problema de los pueblos rurales, de los pueblos fumigados. Pero también
es un tema urbano. Hoy todos los alimentos que se consumen en las
grandes ciudades vienen del mercado central y están todos sometidos a
esta matriz de agronegocio que los contaminan y los envenenan con
agrotóxicos.

Entonces bueno, frente a esto está claro que se ve esa incertidumbre.


Nosotros no podemos decir que hay un daño concreto, no podemos establecer
la relación adecuada entre el uso de agrotóxicos y el cáncer que tiene una
persona, porque es difícil para probarlo, pero sí podemos plantear el tema de la
incertidumbre que se genera y ahí nosotros pedimos la aplicación del Principio
Precautorio que es un principio jurídico que a nosotros como operadores
jurídicos nos resulta muy útil porque nos permite invertir la carga de la prueba,
o sea, cuando planteamos el tema del riesgo, planteamos también la situación
de incertidumbre y por lo tanto el que utiliza estos agrotóxicos, los que los
aplican, los que los comercializan, son los que tienen que acreditar inocuidad.
No somos nosotros, no son los consumidores, no son las personas que viven
en las zonas donde se fumigan los que tienen que acreditar el daño.
Por lo tanto, cuando logramos que se aplique el Principio Precautorio
este principio tiene una derivación inmediata que es la obligación de actuar, no
de quedarse de brazos cruzados. Y esa obligación de actuar principalmente le
corresponde al Estado. Y ahí nosotros vamos con la propositiva. Es decir,
planteamos el tema de los impactos del agronegocio, condenamos lo que es el
modelo agroindustrial pero también vamos por la propositiva. Y en ese sentido,
desde el punto vista jurídico lo que planteamos es que, como primera pauta,
haya una revisión inmediata de todos los agrotóxicos, una reválida donde todos
los agrotóxicos tengan o presenten los estudios sobre efectos crónicos y
efectos cancerígenos conforme a los protocolos de la OCDE 452 y 453 que
establecen un año para los efectos crónicos y 2 años para los efectos
cancerígenos, sabiendo cuáles son, de alguna manera, las conclusiones de
esos trabajos cuando se hacen debidamente.
Y, como segunda pauta, establecer un plan de reducción de
agrotóxicos. Sabemos que en esa revisión inmediata hay muchos agrotóxicos
que no lo van a pasar. Principalmente hablamos de que hay que eliminar
inmediatamente del sistema agroalimentario aquellos agrotóxicos que ya han
sido declarados como probables cancerígenos, después avanzar con los que
han sido declarados posible cancerígenos y después con los disruptores
endocrinos o con aquellos que son inhibidores de las colinesterasas. También
avanzar en la prohibición de aquellos que fueron cancelados en Europa o que
fueron cancelados en los países de origen. En el caso de Europa quiero marcar
que no es una panacea porque tiene un grave problema Europa. Porque si bien
ha avanzado en la cancelación de uso de muchos agrotóxicos, permite que
esos mismos agrotóxicos que fueron cancelados aparezcan como residuos en
los alimentos y con límites de residuo mucho más alto que inclusive en
Argentina.
Cómo tercera pauta consideramos que mientras se lleva a cabo este
plan de reducción tiene que haber una protección adecuada, establecer
distancias de protección razonable en base a trabajos científicos serios,
informar a la población de la situación actual (somos nosotros los que estamos
informando que estos alimentos presentan agrotóxicos! El SENASA oculta esa
información!), y tenemos que tener presente que un residuo en un alimento
es un delito. Porque en base a la ley de residuos peligrosos esa sustancia o
molécula que se encuentra en una naranja, en una manzana, es un veneno, es
un residuo peligroso que tiene capacidad para matar que tiene capacidad para
envenenar y que tiene capacidad para enfermar. Si yo logro acreditar el cáncer
o la afectación hormonal o del sistema nervioso de una persona con el
consumo de esa sustancia dentro de un alimento se agrava el delito. Eso es
algo para tener muy en cuenta.
Y por último, lo que planteamos es que se cumplan con los objetivos de
la ley 27118 que es la ley de agricultura familiar, campesina e indígena, que es
la ley que consagra por primera vez en el sistema jurídico argentino lo que es
soberanía alimentaria. Y reconoce en los pequeños y medianos productores su
rol importantísimo en la provisión de alimentos y que ven ellos la posibilidad de
alcanzar acceso a los alimentos saludables. A su vez reconoce el derecho al
acceso a la tierra y también protege las semillas nativas y criollas reconociendo
también a los campesinos su derecho a intercambiar libremente las semillas, a
producir sus propias variedades, sin ningún tipo de restricción. Hoy se está
dando en otro marco esta discusión con la ley de semillas, es Interesante como
esta ley aporta, en ese aspecto, una protección que nosotros tenemos que
poner sobre la mesa, cuando se discute la ley de semillas.
Bueno nosotros hemos tenido un avance muy importante en marzo del
2017 cuando la relatora de la ONU del derecho alimentación adecuada (Hilal
Elver) que estuvo justamente en Argentina sacó un informe sobre el tema de la
relación de los alimentos con el uso de agrotóxicos. Ese reporte, que lo
publicó en marzo 2017, previamente había hecho un llamamiento para que
organizaciones, ONG’s, asambleas y como así también las empresas y los
Estados, presentarán información a la relatora justamente para que ella pudiera
confeccionar ese reporte. Nosotros desde Argentina, con más de 40
organizaciones, hicimos la presentación, participó la CaLiSA, hicimos una
presentación que abarcó todas las cuestiones del agronegocio y de alguna
manera todas esos puntos que nosotros presentamos ante la relatora
quedaron plasmados en este reporte donde ella plantea justamente que ha
llegado un punto de inflexión en la agricultura donde hay que empezar un
camino para abandonar este modelo agroindustrial. Reconoce justamente lo
que implica el uso de pesticidas en la afectación del derecho a la alimentación
adecuada y en el derecho a la salud. Y también la importancia que tiene
analizar los riesgos crónicos y cancerígenos cuando señala que el método más
eficaz para reducir a largo plazo la exposición de la población a los pesticidas
es tomar distancia de la agricultura industrial.
Y a la vez que condena el agronegocio propone un camino que es
justamente la agroecología. Señala que los Estados tienen que ser
incentivados a que promuevan la agricultura agroecológica para mejorar la
biodiversidad y también para que se combata naturalmente las plagas sobre los
cultivos. Y señala algo muy importante que es que la agroecología es capaz de
proporcionar rendimientos suficientes para alimentar a la población mundial y
garantizar nutrición adecuada.
Esto, de alguna manera, es un corolario del trabajo que se viene
haciendo en cuanto al tema de agronegocios, que es un respaldo de un
organismo internacional. Y, recientemente, la relatora Hilal Elver estuvo acá en
Argentina donde va a hacer un reporte específicamente sobre nuestro país y
ahí nosotros tuvimos la oportunidad de presentarle, justamente, “El Plato
Fumigado” para que ella tenga en su informe final los datos oficiales del
SENASA que son todos los datos que les acabo de mostrar sintéticamente.
Y, recientemente también, el Comité de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales de la ONU también sacó un informe sobre la situación Argentina y
condena, de alguna manera, el modelo (de agricultura) industrial exhortando a
las autoridades para que en esta materia apliquen el principio de precaución.

Y ya para concluir, si bien yo hoy abordé específicamente el tema de los


alimentos, en un marco general en cuanto a los impactos que implican las
fumigaciones, los transgénicos, nosotros podemos concluir y planteamos en
verdad ante la justicia que este modelo agroindustrial es inconstitucional.
Por qué planteamos inconstitucionalidad? Porque viola principalmente el
paradigma ambiental de nuestra Constitución. La Constitución dice en el
artículo 41 que las actividades productivas tienen que satisfacer las
necesidades actuales sin comprometer la necesidad de las generaciones
futuras y lo que vemos es que el agronegocio, que impacta severamente en la
biodiversidad, afecta el recurso del suelo, afecta el agua, es una actividad
claramente insostenible. Y también viola derechos humanos, viola el derecho
a la alimentación adecuada, viola el derecho a la salud, el acceso al agua
potable, viola también el derecho al hábitat adecuado, que es un derecho
claramente autónomo. Y también viola, quizás lo más importante, el fin
preambular de nuestra Constitución que es el bien común. El bien común
es que el estado tiene que establecer las condiciones para que todas las
personas puedan alcanzar sus necesidades materiales e inmateriales de
acuerdo a su proyecto de vida y lo que vemos es que el agronegocio lo que
hace es justamente violar esos derechos, no permite que agricultores que
quieran llevar a cabo una agricultura libre agrotoxicos no lo pueden hacer,
porque una persona que quiere sembrar hoy un maíz criollo nativo no lo pude
hacer porque la contaminación por el maíz transgénico es inevitable. Así
también aquellos que tienen alguna granja o algún espacio donde quieren
producir agroecológicamente se ven seriamente dificultados. Es decir, esto
nosotros no lo planteamos desde la teoría, lo sabemos porque trabajamos con
ellos, con muchos productores que se ven seriamente afectados, y es
justamente lo que estamos llevando ahora a la justicia.
Y eso es lo que justamente, ya para concluir, lo que estamos
planteando, con respecto a estas personas que se ven seriamente afectadas.
Nosotros consideramos que es necesario empezar a construir lo que
denominamos el Derecho Humano a la Agroecología, que es un derecho
claramente identificable, que reconoce a dos sujetos: un sujeto activo, que son
los productores, pequeños y medianos, que quieren producir fuera de la matriz
del agronegocio, que quieren aplicar una agricultura tradicional, ancestral. Y
también un sujeto pasivo, que son los consumidores y consumidoras que
quieren acceder a alimentos libres de agrotóxicos pero que hoy esa
disponibilidad no es tal, es muy dificultosa, salvo aquellos que conocemos las
redes que se han ido construyendo en los últimos años podemos acceder a
esos tipos de alimentos, pero la población en general no está frente a esa
posibilidad.
Decimos que este derecho es un derecho preeminente porque
permite garantizar otros derechos, el derecho a la salud, el derecho al agua
potable, al hábitat adecuado, y a la alimentación adecuada, que a su vez son
los determinantes de la salud. Hoy la salud la tenemos que tener
conceptualizada como un estado de bienestar físico y social, a diferencia de lo
que era el concepto clásico de salud que es la ausencia de enfermedades.
Frente a la ausencia de enfermedades el Estado lo que hacía era garantizar la
asistencia oportuna. Pero hoy con este nuevo concepto de salud, el derecho lo
protege garantizando que las personas puedan acceder al máximo nivel de
salud posible. Por lo tanto, como un derivado lógico, exige que el estado tenga
políticas públicas activas, y en este caso es promocionar esos determinantes
de la salud para que las personas puedan alcanzar ese nivel máximo que está
garantizado en los tratados internacionales como el Pacto de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de la ONU y la Convención de los Derechos
del Niño cuando habla de Mayor Estándar Posible.
Y nuestra Ley General de Ambiente habla de la calidad de vida. Es decir,
que son bienes jurídicos que nosotros vemos que bajo el sistema
agroalimentario actual están seriamente afectados y que por lo tanto debemos,
como dice la relatora Hilal Elver, avanzar hacia un cambio del modelo
agroalimentario. Sabemos que no es fácil pero desde la praxis judicial lo que
vamos justamente a promocionar a partir de ahora es la construcción de este
derecho humano a la agroecología.
Y lo estamos haciendo con la misma convicción que tuvimos hace 10
años cuando empezamos las acciones con el tema de las fumigaciones, y
también con la misma coherencia. Porque los argumentos que estamos
exponiendo son los mismos que exponíamos hace 10 años. No tuvimos que
correr ni una sola coma. Cuando planteamos en el 2008, en la demanda, que el
modelo era insostenible, hoy el tiempo nos ha dado la razón. Bueno, este es un
poco nuestro trabajo.

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