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El docente puede crear y forjar valores, puede inspirar para seguir adelante,
luchar por una meta y conseguirla así como también moldear conductas, pero
también puede acabar con ello y propiciar la deserción escolar, simplemente
por no poseer una pedagogía humanista, tal y como nos enseña la película
antes mencionada, esta profesora no solo asistía a un aula por obligación a
trabajar ya que su salario no le importaba, sino que asumió el compromiso de
ayudar a aquellos adolescentes que se encontraban sumergidos en problemas
de conducta y conflictos raciales. No fue una tarea fácil, sin embargo su
persistencia y amor por el oficio le permitió superar todos los obstáculos.
En este orden de ideas, se hace muy acertado la frase del líder antirracista y
antiesclavista afroamericano Frederick Douglass “es más fácil construir niños
fuertes que reparar adultos rotos” y es que a pesar de que la primera
educación del niño viene del hogar, un verdadero docente tiene la misión de
reforzar y reparar las conductas, valores y emociones con las que el niño se
muestre, todo con el fin de crearle un ambiente armónico.
EL PRIMER ACUERDO
Si nos enfocamos al área educativa, nos topamos con la realidad del docente
en el aula de clases donde se están formando futuros médicos, abogados,
maestros, cantantes, bailarines etc. La palabra del docente puede influir de
manera positiva en la estimulación de algún talento detectado en el aula, o por
el contario puede acabar con las aptitudes del niño, ya que las palabras van a
marcar al niño hasta la adultez. Si le dices a un niño que lo haces todo mal y
con pereza el niño creerá que siempre las cosas van a salir mal porque tiene
pereza.
SEGUNDO ACUERDO
No hagas suposiciones
Como se expresa en el acuerdo tres, la única forma que existe para librarnos
de las suposiciones es haciendo preguntas y saliendo de todas las dudas que
nos acompañan sobre cierto tema, y entre más informados estemos, menos
posibilidades hay de hacer suposiciones. Nuestra mente es muy creativa y
cuando comenzamos a suponer sobre algo o alguien nos hacemos daño, pues
estamos creando una historia que es muy probable que no exista, pero al ser
los creadores de esas historias de mentiras, convencemos a nuestro cerebro
que es cierto todo lo que pensamos.