Considerando el capítulo en su totalidad, resumamos el
Tema: Moisés fue animado a presentarse ante Faraón para pedirle que dejase salir a los israelitas; La vara de Moisés se transformó en una serpiente; Los magos de Egipto también transformaron sus varas en serpientes; El corazón de Faraón fue endurecido; Dios envió la primera plaga que transformó el agua en sangre. En primer lugar, cabe realizar algunas Observaciones El desarrollo de la batalla entre el Señor Dios de Israel y los falsos dioses egipcios aún no se había incorporado al relato, pero llegamos ahora a la descripción de los hechos. Dios había estado preparando a los israelitas, a Moisés, Aarón, e incluso al Faraón para esta lucha. Moisés iba a presentarse ante Faraón, pero Aarón actuaría como portavoz. ¿Se le trababa la lengua a Moisés, tartamudeaba o tenía algún otro problema de dicción para poder expresarse? Tengo la impresión de que el problema de Moisés era psicológico. Después de 40 años en el desierto, se debe haber sentido insuficiente y temeroso. Sin embargo, Dios quiso dejar claro que El, y no Moisés, iba a liberar a los israelitas. Podemos ver en esto una lección para nosotros. Dios es el que actúa y nosotros solo somos instrumentos en sus manos. Frente a esta verdad, debemos apartarnos de dos extremos: uno sería el de sentirse totalmente indigno de hacer algo, como en el caso de Moisés, y el otro sería del de considerarse una gran persona y atribuirse el mérito de lo que Dios realiza. Si nosotros insistimos en ponernos en el lugar principal para llevar los méritos, el brazo poderoso del Señor no intervendrá para actuar. Dios debe quitar de en medio el elemento humano, porque El no puede utilizar esa naturaleza viciada por el mal. Debiéramos comprender lo que Dios, hablando por medio del apóstol Pablo quiso decir cuando escribió en su carta a los Romanos 7:18, lo siguiente: "Porque yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza de hombre pecador, no hay nada bueno; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo." A algunas personas les resulta difícil creer que la naturaleza humana no esté controlada por el bien, ya que ellas cuentan con cierta bondad natural, especialmente en situaciones de emergencia o crisis. Pero Dios no acepta los impulsos y acciones de nuestra naturaleza humana en la cual, tarde o temprano, se impone el mal y, por lo tanto, no la usará. En la situación descripta en nuestro pasaje Bíblico, Dios puso a un lado la naturaleza humana y Aarón hablaría en lugar de Moisés. Para finalizar nuestro comentario de hoy, comenzamos un párrafo en que Continúa el relato de la renovación de la misión de Moisés Leamos el primer versículo de este capítulo 7 del libro del Éxodo: "Entonces el Señor dijo a Moisés: Mira, yo te hago como Dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta." Esta es una de las mejores definiciones que encontraremos de un profeta. Moisés sería como un Dios ante Faraón, al representar a Dios. Y Aarón sería el portavoz de Moisés, es decir, sería un profeta. Un profeta es alguien que habla de parte de Dios, que tiene un mensaje de Dios para el pueblo. Un profeta es, entonces, lo contrario que un sacerdote, porque sale de la presencia de Dios y se dirige a la gente. Pero un sacerdote, representa al pueblo ante Dios. Por lo tanto, un sacerdote no debía hablar de parte de Dios y un profeta no debía representar al pueblo, porque tenía que representar a Dios. En este pasaje Aarón, como profeta, debía representar a Moisés delante del pueblo y Moisés debía representar a Dios tanto ante el pueblo como ante Faraón. Quizás nos quedemos hoy pensando en Moisés, aquel gran líder, concentrado y abrumado por las circunstancias que le rodeaban. ¡Cuantas veces, también a nosotros, nos habrá resultado difícil evitar el dirigir nuestra mirada más allá de las dificultades de la vida para fijarla en Dios! ¡Cuántas veces habremos dudado, no tanto de Su poder sino de que estuviese realmente interesado en nuestros problemas! Estimado oyente, si te encuentras en una situación parecida, acuérdate de los poderosos recursos de la oración. Dirígete a Él con tus propias palabras, expresando tu desaliento, tus dudas y tu frustración. Y verás como El responde, y como El interviene en el momento oportuno.
La Historia de Noé: Su Entorno, Su Experiencia, El Mandato y El Pacto: Estudio Bíblico Cristiano Sobrevolando la Biblia con Enseñanzas de la Sana Doctrina, #6