Está en la página 1de 9

Génesis 12:1-12

Tema: El llamamiento y la promesa a Abraham; la respuesta


de Abraham; la recaída en la fe de Abraham.
El capítulo 12 nos introduce a la segunda parte del libro del
Génesis. Aquí la atmósfera es diferente y vamos a avanzar en
nuestro estudio, más lentamente. El énfasis pasa de eventos
muy importantes a personalidades, aunque no todas ellas
fueron descollantes, todas fueron importantes. En este libro
veremos a cuatro figuras destacadas, y el resto irán
apareciendo en los siguientes libros de la Biblia.
En los primeros 11 capítulos hemos leído acerca de 4 grandes
acontecimientos: la Creación, la caída del hombre, el Diluvio y
la Torre de Babel. En todos estos eventos tan significativos
Dios ha estado tratando con la raza humana en su totalidad.
Aparte Adán, Noé y Abraham, Dios no se le apareció a nadie
más. Pero al llegar al capítulo 12, se produce un cambio
radical, ya que conoceremos a 4 personajes. Dios ya no
aparecerá relacionado con sucesos sino con un hombre, y de
esa persona El formará una nación. En la primera sección
veremos a Abraham, el hombre de fe (Génesis 12 al 23).
Luego surgirá Isaac, el hijo amado (Génesis 24 al 26).
Después, vendrá Jacob, el hijo elegido y castigado (Génesis
27 al 36) y, finalmente, aparecerá José, con sus sufrimientos
y su victoria, (Génesis 37 al 50). Estos cuatro patriarcas son
sumamente importantes para la comprensión de la Palabra de
Dios. Estaremos dedicando cierto tiempo a sus respectivas
historias, a medida que progresamos en nuestro estudio del
resto del libro del Génesis.
Como puedes ver, Dios ha demostrado que ya no podía
continuar tratando con la raza humana. Después de la caída
del hombre, vimos el gran pecado de Caín. ¿En qué consistió
su pecado? En su orgullo. Estaba enojado por el hecho de
que, en lo profundo de su corazón, estaba orgulloso de la
ofrenda que había traído a Dios. Y cuando aquella ofrenda fue
rechazada, mientras que la de su hermano había sido
aceptada, comenzó a odiarle. Su odio le impulsó al asesinato,
por lo que la raíz de todo ello fue el orgullo. Conviene
recordar que el orgullo había sido también el pecado de
Satanás. El orgullo es un pecado que surge naturalmente de
la mente humana.
Luego, en los tiempos previos al Diluvio, el pecado consistió
en la sensualidad de la naturaleza física, de la naturaleza
humana. Hemos considerado que las acciones y los
pensamientos del ser humano estaban orientados hacia la
satisfacción de las apetencias y deseos de dicha naturaleza
humana.
Dios tuvo que traer el Diluvio para juzgar al hombre, en el
momento en que lo consideró oportuno, porque solamente
quedaba un creyente, que era Noé. Si Dios hubiese esperado
aún por otra generación, habría perdido a toda la raza
humana. Realmente, Dios ha sido paciente con el mundo.
Esperó durante 969 años, duración total de la vida de
Matusalén. Cualquiera diría que un período de 969 años es lo
bastante largo como para dar a todos la oportunidad de
cambiar de opinión. Pero, en vez de volverse a Dios, los seres
humanos permanecieron en actitud de abierta rebelión,
afirmando y haciendo valer una voluntad contraria a Dios. Y
después del Diluvio, la Torre de Babel reveló que "nadie
estaba buscando a Dios".
Después de la Torre de Babel y como ya hemos indicado, Dios
deja de tratar con la raza humana y comienza a tener relación
con un individuo. De esta persona Él hace surgir una nación,
a ese pueblo El dará Su revelación, y de esa nación el traerá
al Redentor. Aparentemente, ésta era la única manera en que
Dios podía hacerlo. O, dicho de otra forma, sí hubiesen
existido otras maneras, ésta era la mejor. Podemos
ciertamente confiar en que Dios obra a través de los mejores
medios.
Cuando Dios eligió a Abraham, escogió a un hombre de fe.
Abraham, sea cual fuere la vara de medir que se utilice, fue
un gran hombre, uno de los más grandes que vivió sobre la
tierra. ¿Cómo se evalúan a los grandes personajes, incluso en
la actualidad? En primer lugar, una persona tiene que ser
famosa, y Abraham cumplió ese requisito, porque es, quizás,
un hombre célebre. Posiblemente, la gente, en esta época en
que predominan los medios de difusión, más personas hayan
oído hablar más de Abraham que de cualquier otro. Las tres
grandes religiones del mundo: el Judaísmo, el Islam y el
Cristianismo, se remontan a Abraham. Hay hoy en día,
literalmente, millones de personas en Asia y África que han
oído algo acerca de Abraham, pero nunca han oído nada
sobre muchos cuyos nombres aparecen en los titulares de los
periódicos. Realmente, una de las características de un gran
hombre es la fama que haya alcanzado; por eso, Abraham fue
un gran personaje.
Otra señal característica de un gran líder es la nobleza y
generosidad de su carácter. Difícilmente encontraríamos a
alguien más generoso que Abraham. Dudo que otra persona
hubiese hecho lo que él hizo. Cuando su sobrino Lot y él
regresaron a la tierra de Palestina, le dijo a su sobrino que
eligiese la tierra que más le agradase, y que el aceptaría lo
que quedase disponible. Nadie haría un negocio semejante
hoy. Abraham era verdaderamente generoso.
En tercer lugar, un gran hombre tiene que vivir en el
momento histórico oportuno. Debe ser, como dijera
Napoleón, un hombre del destino. Así, ese momento histórico
apropiado y la persona se encuentran en la encrucijada de la
vida. Así sucedió en la vida de Abraham.
La cuarta característica esencial de un hombre grande es la
fe. Tiene que ser un hombre de fe. Todos los grandes
personajes, incluso en los casos en que no han sido
cristianos, han tenido sus convicciones, algo en lo cual creer.
Dios mismo describió a Abraham como un hombre de fe. Lo
más grande que se dijo de él en la Biblia, es que creyó en
Dios. El apóstol Pablo dijo, en su carta a los Romanos,
capítulo 4:3: ". . . Y creyó Abraham a Dios, y le fue contado
por justicia." Al recorrer estos capítulos del Génesis,
encontraremos que Dios se le apareció siete veces y, en cada
una de ellas, el propósito fue desarrollar en su vida, la fe.
Esto no significa que Abraham fue un hombre perfecto. La
verdad es que el falló en varias ocasiones. Dios le sometió a
cuatro pruebas y, en todas fracasó, literalmente, cayó de
bruces. Pero como hiciera el apóstol Pedro ante sus fracasos
personales, en los tiempos del Nuevo Testamento, se levantó,
se sacudió el polvo y comenzó de nuevo. Puedo decirte que
aunque Dios haya tocado tu corazón y tu vida, tú también
puedes llegar a fracasar. Pero con toda seguridad te vas a
levantar, listo para un nuevo comienzo. Al leer este capítulo,
veremos estas experiencias en la vida de Abraham.
En el primer párrafo, vamos a considerar
El llamamiento de Dios y la promesa a Abraham
Los primeros tres versículos nos presentan la triple promesa
de Dios a Abraham que, verdaderamente, constituye el punto
central de la Biblia. El resto de las Sagradas Escrituras es una
exposición, un desarrollo de dicha promesa. Leamos los
versículos 1 al 3, de este capítulo 12:
"Y el Señor dijo a Abram: Vete de tu tierra de entre tus
parientes y de la casa de tu padre., a la tierra que yo te
mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los
que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán
benditas todas las familias de la tierra."
El primer elemento de esta triple promesa, es la tierra. Dios
dice. "Voy a mostrarte una tierra, y te la voy a dar". La
segunda parte de la promesa se refiere a la nación. Dice Dios:
"Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre". En esta segunda parte también le
promete: "Bendeciré a los que te bendigan, y al que te
maldiga, maldeciré". La tercera parte de la promesa afirma
que El hará de Abraham una bendición: "Y en ti serán
benditas todas las familias de la tierra". Esta es, pues, la
triple bendición de Dios, que será renovada en los siguientes
capítulos hasta convertirse, en el capítulo 15, en un pacto
bajo juramento entre Dios y Abraham. Estas son promesas
eternas, que Dios no ha retirado.
Podría surgir alguna pregunta sobre si Dios ha actuado en la
buena dirección al dar estas promesas a Abraham.
Naturalmente, Dios formó a partir del patriarca y sus
descendientes una gran nación. Esta parte de las promesas
ya se ha cumplido. Y la promesa de que Abraham sería una
bendición para toda la humanidad también se ha cumplido.
De esa nación nació Jesucristo, a quien Dios envió para salvar
al mundo, a todos aquellos que crean en El. También la
totalidad de las Sagradas Escrituras, la Palabra, revelación y
fuente de bendición, también ha llegado a nosotros a partir de
los descendientes, del pueblo de Abraham.
Es decir, que Dios ha cumplido todas sus promesas a
Abraham, excepto la primera, en la que le prometió la tierra a
la que le envió. A lo largo del Antiguo Testamento veremos
que Dios no permitiría a los descendientes, al pueblo de
Abraham, permanecer en su tierra si los israelitas eran
desobedientes a Su palabra y se alejaban de Él. Es así que
esos efectos del pacto han sido suspendidos hasta que ellos
salgan de su actitud de incredulidad, se vuelvan a Dios y
crean en Jesucristo. A pesar de que los seres humanos tengan
la convicción de que únicamente ellos, con sus decisiones
políticas, económicas y militares conforman los destinos de
las naciones, Dios está en control sobre los acontecimientos y
sigue actuando en la historia y en el mundo hasta que las
promesas del pacto tengan una plena realización. Y para los
creyentes de todas las épocas, viviendo a veces en tiempos
de violencia e inseguridad, en medio de crisis en todos los
órdenes, es reconfortante recordar que Dios es fiel y cumple
todas sus promesas. De este Tema, nos habla también el
Nuevo Testamento.
Ahora, a la luz de estas promesas, ¿qué hizo Abraham?
Veamos la
La respuesta de Abraham
El versículo 1 decía: "Y el Señor dijo a Abraham". Por otros
pasajes Bílicos sabemos que Dios había llamado a Abraham
cuando él vivía en Ur de los Caldeos. En el libro de los Hechos
de los Apóstoles, Esteban, primer mártir de la iglesia cristiana
primitiva, nos relata esa parte de su vida, en el capítulo 7,
versículos 2 al 4:
"El Dios de gloria apareció a nuestro padre Abraham cuando
estaba en Mesopotamia, antes que habitara en Harán. Y le
dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ve a la tierra que yo
te mostraré. Entonces él salió de la tierra de los caldeos y se
radicó en Harán. Y de allí, después de la muerte de su padre,
Dios lo trasladó a esta tierra en la cual ahora vosotros
habitáis."
Abraham obedeció a Dios dejando su casa, sus negocios y la
avanzada civilización de Ur. El libro o carta a los Hebreos nos
dijo que "salió sin saber adónde iba". Sin embargo, su
obediencia no fue completa porque llevó consigo a algunos
miembros de su familia como su padre, Taré. Y Dios le había
dicho que no le llevase. ¿Por qué Dios quiso sacarle de
aquella tierra y llevarle lejos de sus familiares? Encontramos
la respuesta en el libro de Josué, capítulo 24:2;
" . . . Al otro lado del río habitaban antiguamente vuestros
padres, es decir, Taré, padre de Abraham y de Nacor, y
servían a otros dioses."
Y como servían a otros dioses, Taré era un idólatra. Abraham
había nacido en ese mundo donde se practicaba la idolatría:
se adoraba a la tierra, los astros, la naturaleza. Era un mundo
corrupto, perdido, donde se practicaba la magia y la
adivinación. En cambio Abraham, creía en un Dios
omnipotente y eterno, en el Altísimo, Señor y creador del
cielo y de la tierra, dueño real y legítimo de toda la creación,
juez justo y administrador del mundo. El creía en el Eterno, el
único y verdadero Dios. El Dios que quiso apartarlo de aquel
mundo para utilizarlo en su plan de salvación de la
humanidad. Y Abraham obedeció, respondiendo a su
llamamiento. Prosigamos leyendo los versículos 4 y 5:
"Entonces Abram se fue tal como el Señor le había dicho; y
Lot fue con él. Y Abram tenía 75 años cuando partió de
Harán. Y tomó Abram a Sarai su mujer, y a Lot su sobrino, y
todas las posesiones que ellos habían acumulado, y las
personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a
la tierra de Canaán; y a la tierra de Canaán llegaron."
Aquí vemos que, además de su padre, llevó a su sobrino Lot.
La época que Abraham pasó en Harán fue, en realidad, un
tiempo malgastado, demorando la bendición de Dios, quien
no se le volvió a aparecer hasta que entró en la tierra de
Palestina, hasta que no se hubo separado de sus parientes
más próximos, llevando solamente a Lot consigo.
Continuemos leyendo el versículo 6:
"Y atravesó Abram el país hasta el lugar de Siquem, hasta la
encina de More. Y el cananeo estaba entonces en la tierra."
Aquí se registra el hecho de que los cananeos eran los
descendientes de Canaán, el hijo de Cam.
Quizás algunos piensen que Abraham dejó un lugar inhóspito
y atrasado para trasladarse a la tierra del grano y del vino,
tierra por la que --en lenguaje Bíblico-- fluía leche y miel. Eso
no fue así. La arqueología ha permitido averiguar que Ur de
los Caldeos era, en aquella época, una ciudad próspera y una
civilización muy avanzada. Y Abraham dejó grandes
comodidades para ir a la tierra de Canaán. Los cananeos eran
pueblos bárbaros, poco civilizados y paganos. Si,
humanamente hablando, Abraham hubiera tenido un
propósito para desplazarse a Canaán, seguramente no fue el
deseo de mejorar su nivel de vida. El fue a aquella tierra para
obedecer el mandato de Dios. Leeremos el versículo 7 para
ver que sucedió después.
"Y el Señor se apareció a Abram, y le dijo: A tu descendencia
daré esta tierra. Entonces él edificó allí un altar al Señor que
se le había aparecido."
Abraham edificó un altar al Señor cuando se le apareció por
segunda vez. Mientras había estado en Harán, que había sido
el lugar donde se demoró en su viaje, el Señor no se le
apareció.
Una de las razones por las que tú y yo no recibamos
bendiciones de Dios en la lectura de la Biblia sería que no
viviésemos de acuerdo con lo que Dios nos ha revelado en
ella. Si obedeciésemos a Dios, experimentaríamos más y
mayores bendiciones. En la experiencia de Abraham vemos
que Dios no se le apareció otra vez hasta que el patriarca no
hubo salido para continuar su viaje, a la luz de lo que Dios le
había revelado. En este versículo se nos dice que Dios se le
apareció nuevamente. Entonces Abraham edificó un altar.
Continuemos leyendo los versículos 8 y 9:
"De allí se trasladó hacia el monte al oriente de Betel, y
plantó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al
oriente; y edificó allí un altar al Señor, e invocó el nombre del
Señor. Y Abraham siguió su camino, continuando hacia el
Neguev."
Abraham hizo dos cosas al entrar en la tierra prometida.
Armó su tienda y edificó el altar. Esto fue un testimonio de su
relación con Dios y, donde quiera que fue después dejó una
señal que indicaba públicamente dicha relación.
¿De qué manera testificamos, de qué forma mostramos a
otros la relación que nos une a Dios? A veces pensamos que
es suficiente adoptar actitudes externas o exhibir ciertos
símbolos cristianos. Pero dichos símbolos deben estar de
acuerdo con nuestra conducta, y nuestras palabras tienen que
estar respaldadas por una experiencia cristiana real, que
todos puedan evaluar como tal. En el caso de Abraham, los
cananeos pronto pudieron enterarse de que él era un hombre
que, con sencillez y sinceridad, adoraba al Señor Dios.
Leamos el versículo 10, donde encontramos la segunda
mancha en su trayectoria. lo que podríamos llamar,
La recaída de la fe de Abraham
"Y hubo hambre en la tierra; y Abram descendió a Egipto
para pasar allí un tiempo, porque el hambre era severa en la
tierra."
Abraham se encontraba en la tierra a la que Dios le había
enviado, que para él sería un lugar de bendición prometida.
Pero podemos imaginar a Abraham y a Sara, su mujer,
conversando preocupados por el hambre que asolaba a esa
región, considerando las noticias de los viajeros que venían
desde el norte a causa de la escasez de alimentos y los
rumores sobre el empeoramiento de la situación. Todo ello les
impulsó a tomar la decisión de trasladarse a Egipto.
Recordemos que Dios nunca les dijo que saliesen de aquella
tierra. Cuando Dios se le había aparecido por última vez, le
había confirmado que ésa era la tierra que El le daba, y que
allí le bendeciría. Pero Abraham no creyó en Dios y descendió
a Egipto.
Sería interesante examinarnos y ver si nosotros, a veces, no
hacemos lo mismo. En tiempos de prosperidad o bonanza,
nos resulta fácil pensar en Dios, ya que nos parece que está
de parte nuestra, y damos por sentado que El nos continuará
ayudando, porque nuestra vida transcurre con cierto
bienestar y comodidad. Pero ante las dificultades, hay una
tendencia a desconfiar de la Palabra de Dios, y a olvidar sus
promesas de control y cuidado sobre nuestras circunstancias
adversas. Entonces nos lanzamos a resolver la situación a
nuestra manera, basados en las apariencias y en nuestras
propias ideas, y con nuestros propios esfuerzos. Caemos ante
la tentación y adoptamos decisiones que, con el tiempo,
comprobamos que fueron equivocadas. El mundo, en la Biblia
y en un sentido espiritual, aparece como un sisTema ajeno a
Dios, con otros valores y recursos. Incluso los cristianos
pueden, a veces, equivocarse, tomando decisiones y
adoptando actitudes aparentemente razonables y lógicas.
Seguramente Abraham consideró que tenía razones de peso
para alterar los planes de viaje que Dios le había preparado, y
se desplazó a Egipto con su familia.
Sin embargo, surgió un problema. Leamos los versículos 11 y
12:
"Y sucedió que cuando se acercaba a Egipto, dijo a Sarai su
mujer: Mira, sé que eres una mujer de hermoso parecer; y
sucederá que cuando te vean los egipcios, dirán: Esta es su
mujer; y me matarán, pero a ti te dejarán vivir."
Al acercarse a Egipto Abraham reconoció que podría
enfrentarse a graves dificultades a causa de la belleza de su
mujer. En nuestro próximo programa veremos cómo
resolvieron enfrentarse a esta nueva situación. Lo cierto es
que comienzan a aparecer dificultades y Abraham empezó a
vivir anticipadamente, los problemas de su desobediencia y
falta de fe, al haber salido de la tierra a la cual Dios le había
enviado. Su situación nos deja una valiosa lección.
Es oportuno recordar una de las frases del apóstol Pablo,
cuando dijo: "por fe andamos, no por vista". Dios no desea
que las circunstancias que nos rodeen, aunque resulten
adversas y apremiantes, nos aparten de esa actitud, que El
espera. Muchas veces nos colocamos en situaciones
problemáticas por tomar decisiones apresuradas, sin haber
consultado a Dios para conocer su voluntad. Hoy en día,
tenemos el privilegio de tener la Palabra de Dios, la guía del
Espíritu Santo y los tremendos recursos de la oración.
Siempre hay una manera de desandar el camino equivocado
para volver al camino que Dios aprueba.

También podría gustarte