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CUIDADOS PALIATIVOS EN LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA VIDA Y AGONÍA

INTRODUCCIÓN
Los cuidados paliativos, tal y como hoy en día los conocemos, nacen en 1967
cuando Cicely Saunders funda el St Christopher’s Hospice. Es ella la que tras
años de acompañar, escuchar y registrar los resultados del control de síntomas en
pacientes al final de la vida, sienta las bases y desarrolla toda una filosofía y unos
principios de atención. Todo ello surge de hablar directamente con los enfermos y
ver sus necesidades, que la llevan a querer crear lo más parecido a un hogar para
ellos.
Cuando una enfermedad no se puede curar es cuando debemos plantearnos
ofrecer cuidados al paciente y esos cuidados son lo que denominamos cuidados
paliativos.

Así consideramos que una enfermedad está en fase avanzada/terminal cuando se


dan las siguientes circunstancias:

- La enfermedad avanza y no se puede curar


- El pronóstico de vida del enfermo es limitado
- La posibilidad de respuesta a los tratamientos específicos es muy escasa
- Va evolucionando de forma oscilante y con frecuentes crisis de necesidades
- Causa un intenso impacto emocional en el paciente y en su familia
- Produce importantes repercusiones sobre la estructura cuidador
- Alta demanda y uso de recursos

Los cuidados paliativos no solo se ocupan del enfermo sino también de su familia,
entendiendo a ambos como una unidad (paciente-familia). Cuando el paciente
enferma es toda la unidad familiar la que enferma. Vemos que los pacientes se
preocupan tanto o más por su familia que por los propios síntomas de su
enfermedad. Muchas veces ven y expresan su preocupación por la sobrecarga de
trabajo que están generando en sus familiares y esto también les hace sufrir.

El objetivo fundamental de los cuidados paliativos es conseguir el mayor bienestar


posible para el paciente y su familia a través de la atención a las necesidades
físicas, psicológicas, espirituales y sociales. Los pilares básicos en los que nos
apoyamos los profesionales para conseguir este objetivo de bienestar son: el
control de los síntomas, la comunicación eficaz, el apoyo psicoemocional y la
atención a la familia, que a continuación se desarrollan.
DESARROLLO
Primeramente, nos encontramos con la etapa final de vida del paciente, en la que
agoniza. Por agonía entendemos el estado que precede a la muerte en aquellas
situaciones en que la vida se extingue gradualmente. Se caracteriza por el
agotamiento total de la reserva fisiológica. Existe poca información sobre este
tema, tanto para la población en general como para el personal de salud, es
importante tener los conocimientos debidos para poder dar los cuidados paliativos
en esta última etapa, para preparar a la persona para irse y de igual manera a sus
cuidadores para despedirlos y para que estén listos para soportar el proceso y los
acontecimientos que este lleva, porque algunos son difíciles y fuertes de
presenciar.
La atención que el paciente necesita, tiene como objetivo evitar el sufrimiento
físico, psicológico y espiritual, para él y para su familia.
Se prepara a la familia para el plan terapéutico que ahora su paciente necesita,
pues tan sólo se está esperando su muerte pero se le quiere dar una muerte digna
y que sus últimos momentos sean de calidad, por ello es importante que los
cuidadores estén capacitados para lo que viene, tanto física como
psicológicamente.
Los síntomas del paciente sólo se controlan, por medio de la sedación, que
previamente se explica lo que se le administrará y por qué, si él y/o su familia
aceptan, esta es la manera en la que se le mantendrá confortable, sin dolor.
Se busca apoyo de especialistas, pueden ser trabajadores sociales, psicólogos y
tanatólogos, para ayudarles con el duelo, pues aunque este comenzó desde que
se le diagnosticó la enfermedad al paciente, ahora necesitará vivir las etapas de
manera diferente, pues está esperando su muerte, consciente o
inconscientemente y sobre todo, brindarles ese mismo apoyo a los familiares
quienes están viviendo a la par esta pérdida.
¿Qué signos nos dirán que el paciente está empeorando o muriendo?
Su percepción del dolor puede exacerbarse o desaparecer. Puede aparecer
disnea, cambio en el color de la piel (se torna pálida o amarillenta), aumenta la
debilidad muscular, dificultad para tomar la medicación y desinterés por
alimentarse y beber. Su nariz tiene un aspecto afilado y ojos hundidos. Hay
alteración esfinteriana, con retención o incontinencia urinaria/ fecal. Se altera su
nivel de conciencia, apareciendo somnolencia, desorientación, disminución de la
capacidad para mantener la atención. Sus signos vitales cambian: disminuye la
tensión arterial, pulso irregular y rápido, respiración superficial con pausas de
apnea. Cambios en la circulación sanguínea: livideces en zonas distales por
circulación lenta, cambios en la temperatura corporal con frialdad distal y fiebre.
Afectación sensorial: visión borrosa y desenfocada, se mantiene el oído y el tacto
hasta el final.
Los enfermos con apoyo de la familia decidirán de acuerdo con sus condiciones,
conveniencias y comodidad, dónde desean pasar sus últimos días. Debemos
orientarles sobre el lugar más conveniente. Si el paciente ya está hospitalizado y
la muerte es inminente, es conveniente que no lo cambien de hospital pues ahí ya
conocen su proceso. Las instituciones pueden ayudarle para hacer algunos
ajustes y procurar un ambiente hogareño, si les es posible.
Debemos informar a la familia, asegurarnos que conozcan el estado de muerte
inminente de su paciente. Usar un lenguaje claro sin ambigüedades, no dar por
supuesto el conocimiento sobre la agonía. Considerar que surgirán dudas y
preocupaciones y que debemos apoyarles ante esta situación. Informarles sobre la
evolución de los síntomas que vayan apareciendo en el paciente.
No debemos juzgar a la familia si preguntan “A qué hora morirá su familiar”, o si se
alejan, si expresan sus sentimientos, o si comienzan a exceder sus cuidados ya
que se enteraron que está a punto de morir. Son actitudes personales, que
pueden parecernos inapropiadas, imprudentes o frías, pero en lugar de eso
debemos brindar apoyo desde nuestras posibilidades o en su defecto, buscar
ayuda del personal adecuado.
Lo correcto que debemos hacer es apoyar, proporcionando un ambiente tranquilo
donde el paciente pasará sus últimos momentos, facilitar la presencia de sus seres
queridos, mientras no se vea comprometida la salud de los mismos. Darles la
oportunidad de desahogarse con nosotros, tenemos mucho trabajo qué hacer pero
dentro de nuestro trabajo también está acompañar al paciente y su familia,
escucharlos les servirá, estar al pendiente suyo, que sepan que no están solos. La
solidaridad les fortalecerá.
CONCLUSIÓN
Para que realmente funcionen los cuidados paliativos en esta fase final de la vida,
es importante mantener una estrecha relación con el paciente y sus familiares, o
en su defecto, sólo con la familia si es que el paciente no está consciente, per
siendo así debemos recordar que él merece un trato digno, una muerte digna y
aunque aparentemente no está, su cuerpo tiene vida, misma que va perdiendo
poco a poco. Es de suma importancia mantener una comunicación eficaz con la
familia del paciente, resolver sus dudas, hablar de forma clara para que entiendan
los procesos y procedimientos. Enterarlos del estado del paciente y los cambios,
de manera normal y con tacto, tratarlos humanamente, ellos están cansados por
todo el proceso de enfermedad que han vivido con su familiar, están confundidos y
muchas veces no entienden indicaciones, debemos tener paciencia con ellos, y
ponernos en su lugar. Hay que darles tiempo para escucharlos, tanto asuntos
referentes a las intervenciones que se le realizan a su familiar, pero también sus
historias de vida, recuerdos, relatos, todo aquello que necesiten hablar. Es parte
de su duelo y de lo que están viviendo. Debemos ponernos en su lugar, están
viendo morir poco a poco a un ser querido y merecen que esos últimos momentos
sean de calidad. Recordemos que es nuestra labor, que es parte de nuestra
formación, son principios de bioética y no nos cuesta nada hacerlos sentir
acompañados. Bastante han sufrido y siguen sufriendo como para todavía
tratarles mal.

BIBLIOGRAFÍA
Diez Cagigal, Rosa. (2014). Los cuidados paliativos al final de la vida. La Vanguardia. Obtenido de:
https://www.lavanguardia.com/salud/medicina-familia/20140520/54408131228/cuidados-paliativos-f
inal-vida.html

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