Está en la página 1de 2

EL Abrazo que salva

V. Regina Elías Kuri

Si hemos pasado toda la vida ocultos tras una máscara, tarde o


temprano, con suerte, se hará añicos. Entonces tendremos que mirarnos
hacia el espejo y ver la realidad de nuestro rostro. Es posible que nos
espantemos, que veamos la mirada horrorizada de nuestro niño, ese que
nunca ha recibido amor y que ahora implora nuestra atención. Es un
niño solitario, abandonado, que aprendió solo a complacer o a tener
miedo. Con el transcurso de la vida lo hemos seguido abandonando. Ese
niño que es nuestra propia alma, clama su dolor tras los escombros de
nuestra propia vida, suplicando que le digamos…no estás solo, yo te
quiero. Convertir el odio en amor es la fuente para obtener la fuerza
más profunda; pero conectarse a ella es necesario una apertura hacia
los sentimientos propios, poder sentir al otro, creer en la renovación del
amor incondicional, tener la valentía para aguantar la crisis y mostrar
disposición a cuidar el amor renovado, La recompensa será una vida
con mayor paz, tranquilidad y felicidad ( Marion Woodman).
.

La naturaleza del ser humano es amorosa, somos seres espirituales, capaces


de trascender; y en esa trascendencia, generalmente está implícito el otro.

El ser humano desde su nacimiento requiere del cuidado protector del otro.
Cuando se nace dentro de un ambiente familiar sano y constructivo se recibe
contacto físico positivo. El bebè no sòlo es alimentado de manera regular, sino,
y sobre todo, es mecido, abrazado, acariciado constantemente; y de esta
manera se va conformando el apego.
La relación más importante en la vida de un niño la constituye el apego hacia
la madre o la figura sustituta; este vínculo será el fundamento básico que

Prohibida su reproducción total o parcial con fines de lucro


determinará en gran medida sus relaciones futuras, así como su sentido de
seguridad e interrelación con los otros.
Marrone (2002), indica, “la relación del apego seguro, permite al niño
percibir que sus padres como mediadores del medio social al ofrecerle un
medio seguro, actùan neutralizando los estìmulos amenazantes.” Por su parte,
Villegas Malda (2002). , en su libro “El Tiempo y Yo en un Encuentro”, nos
indica: “El hambre como una necesidad de alimento, no es ùnicamente un
hecho fisiològico, sino tambièn emocional (…) es necesario satisfacer las
necesidades de afecto y reconocimiento para sobrevivir”.
Esa sensación de seguridad nos es necesaria durante toda la vida; aùn
mayormente en períodos de crisis, por lo que se hace indispensable una
figura de apoyo. Como lo señalan los psicoanalistas Bowlby y Ainsworth
(1988): “El comportamiento del apego se define como la conducta por la cual
un individuo mantiene o busca proximidad con otra persona considerada como
màs fuerte.” De ahì que la presencia de un contenedor sea clave cuando
nuestro niño interior se siente adolorido o temeroso. En el momento de ser
estrechados en un abrazo amoroso, nos sabremos poseedores de una
fortaleza inusitada que con seguridad nos permitirà salir adelante. Nuestro niño
interior ha sido acogido…no habrà màs que temer.

Bibliografía
Bowlby, John . (1988). Una base segura. Aplicaciones clínicas de una teoría del
apego. Buenos Aires, Paidòs.
Cyrulnik, B. (2001). La maravilla del dolor. Barcelona, Granica.
Henderson, Edith. (2003). La resiliencia en el mundo de hoy. Barcelona, Gedisa.
Marrone, M. (2001). La teoría del apego. Madrid, Psimática.
Villegas Malda, Roberto. (2002). El tiempo y yo en un encuentro. México. Ediciones S G
Woodman, M. (1993). Conscious feminity. USA. Inner Books.

Prohibida su reproducción total o parcial con fines de lucro

También podría gustarte