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UNIVERSIDAD SALVADOREÑA ALBERTO

MASFERRER.

Facultad: Jurisprudencia y Ciencias Sociales.

Carrera: Licenciatura en Ciencias Jurídicas.

Docente: Licenciado Miguel Ángel Flores Ríos.

Materia: Derecho Constitucional.

Integrantes de grupo:
- Samuel Arcangel Acevedo Araniva. Carnet: 210320.
- Daniel Josué López Recinos. Carnet: 210793.
- Josué Jeovanne Serrano Cruz. Carnet: 200922.
- Virginia Isabel Hernández Bonilla. Carnet: 210066.
- Bryan José Gomez Ayala. Carnet: 210509.

Actividad: La soberanía.

Fecha de entrega: Viernes 11 de febrero de 2022.


Contenido
Introducción.......................................................................................................................................1
Objetivos............................................................................................................................................2
Objetivo General............................................................................................................................2
Objetivos específicos......................................................................................................................2
Marco teórico.....................................................................................................................................3
Acontecimientos............................................................................................................................3
Jerga...............................................................................................................................................8
Soberanía popular......................................................................................................................9
Soberanía nacional...................................................................................................................10
Soberanía interna o política.....................................................................................................10
Soberanía alimentaria..............................................................................................................10
Soberanía económica...............................................................................................................10
Soberanía militar......................................................................................................................10
Soberanía externa....................................................................................................................10
¿Quién es el titular antes y ahora?...............................................................................................10
Antes........................................................................................................................................10
Ahora........................................................................................................................................11
La soberanía dentro de la democracia.........................................................................................12
Visión doctrinaria.........................................................................................................................13
Teoría contractualista de Rousseau.........................................................................................14
Visión jurisprudencial...................................................................................................................14
PRETENCIONES Y ARGUMENTOS..............................................................................................14
Visión jurisprudencial...............................................................................................................15
Introducción
El presente trabajo se refiere a “La Soberanía”, desde una vista general se puede destacar que la
soberanía es un poder de competencia total que recae sobre el pueblo, aunque no realiza un
ejercicio directo de lo sobre dicho, sino que se delega dicho poder a sus representantes.

Se conocerá ampliamente su concepto, lo que no es soberanía y como en ocasiones se ocupa con


falta de precisión, conoceremos la visión doctrinaria y la visión jurisprudencial. Así como la
soberanía dentro de la democracia y cómo se estructura.

1
Objetivos
Objetivo General
 Conocer la definición de la soberanía.

Objetivos específicos

 Indagar sobre quién recae la titularidad de la soberanía.


 Obtener información sobre la mala interpretación de la Soberanía.

2
Marco teórico

La soberanía es una definición ideal que se ha creado a través del tiempo. En su momento se
utilizó para someter a las personas sobre otras (el señor feudal sobre los siervos; el rey sobre los
súbditos, etcétera). Es decir, el poder en su máxima expresión. El señor feudal pedía pago de
impuestos, ¿por qué?: “porque era el soberano” y no había que cuestionarlo. Posterior a la
Revolución Francesa, el poder pasa al pueblo.

Soberano y soberanía son dos definiciones que aparecen en el siglo XII. El primero designa a quien
es preferente y viene del latín medieval superanus; el secundario proviene de souvranetat que
quiere decir la extremidad superior, la cima. La definición de soberanía se crea desde la
perspectiva de lo interno del estado, los internacionalistas Grocio, Gentili, Vale y Wolf centran el
significación de soberanía desde la vista de las relaciones internacionales y para ello es la
separación de juez superior (Gentili: “un poder preferente; la independencia”; Grocio: “toda
nación que se gobierna, ella misma, respecto de la forma que sea, sin dependencia de ningún
extranjero, es un estado soberano”; Vattel: “refinamiento de la totalidad, de la totalidad”; Vitoria:
“la soberanía no es dominante, implica el vínculo al derecho natural y divino y el derecho de
gentes por el que están ligados todos los reyes”). El Estado soberano tiene dos características: la
supremacía del poder (summa potestas) y la capacidad para especificar su propia competencia
(plenitud potestatis).

Cuando se menciona la soberanía en cualquier campo de la actividad humana, esta expresión no


describe algo de naturaleza física concreta, ni siquiera algo inherente a su naturaleza o materia
inmaterial puede existir por sí misma y con cualquiera de ella, como tal, independientemente del
hombre. Con esta expresión se evoca, ya menudo se invoca, una realidad inmaterial, ligada a las
personas y a la organización de las sociedades que crean con la finalidad de tenerlas en orden en
su conjunto relacional, dentro de un margen geográfico, mediante una organización de
subordinación, que conjugue en alguna categoría todas las perspectivas particulares, sin resistir el
regocijo de la totalidad global de ellas. Encarna o desea expresar una verdad conceptual, y busca
reconocer y explicar algunos de los determinantes más profundos del comportamiento humano en
su vida relacional. Con esta expresión siempre se hace referencia en un intento de explicar y
justificar la forma de organizarse, vincularse, regularse, limitarse, depender y controlarse entre sí
entre las personas que habitan la sociedad, dentro de un marco geográfico delimitado por límites,
que los acerque y los separe de otros grupos similares, que compartan el mundo con ellos
actuando de manera independiente e interdependiente.

Acontecimientos
Como sabemos, las raíces del fenómeno estatal se encuentran en un período histórico particular y
en un lugar particular que, con Heller, puede estar rodeado de tiempo y espacio al «Estado tal
como se ha formado en el círculo cultural de Occidente a partir del Renacimiento». E
indisociablemente ligado al nacimiento en Europa del Estado moderno, se asienta el concepto de
soberanía tal y como retiene la Teoría política. A partir de estos bienes, la soberanía se manifiesta
como el poder de un estado, representando la unidad y el poder absoluto del estado emergente. Y
es que la soberanía trata de satisfacer la necesidad de encontrar una nueva forma de organizar el

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conjunto de la vida pública. Se trataría pues de otro modo de apropiación del poder, plasmado en
unas notas sutiles, que se pueden identificar plenamente, dándole su esencia y sirviendo para
definirlo.

Sin embargo, aún no ha habido un consenso doctrinal más preciso sobre cuándo surgió el Estado
Moderno y, por lo tanto, la soberanía estatal. En este sentido, la mayoría de los autores optarán
por afirmar que los rasgos de soberanía, y por lo tanto los estados modernos, estaban presentes
en algunos de los reinos avanzados del siglo XIV. En resumen, afirmaban que los hechos precedían
a los conceptos, que la soberanía existía a fines de la Edad Media y que el Estado debía existir en
su esencia, aunque no se concibiera como tal. Ahora bien, otros autores han identificado el origen
de la soberanía y del Estado moderno a partir de la obra Los seis libros de la República de J.
Bodino, publicada en 1576. Que concebido y luego puesto en práctica. Estas meditaciones son
realizadas principalmente por autores franceses. Sin embargo, ambos modos se pueden reducir a
una sola unidad. En efecto, es posible favorecer la presencia de estados soberanos, en casos
excepcionales, en algunos reinos del siglo XIV. Pero esto no impide que nos demos cuenta de que
el proceso de generalización y globalización del sistema estatal se viene produciendo en Europa
desde el siglo XVI. Ciertamente, las formulaciones doctrinales de la soberanía contribuyeron
decisivamente a ello.

Según esta perspectiva histórica, sería el ocaso de la Edad Media, en los siglos XIV y XV, en el que
se formularon hipótesis que, por un proceso lento, conducirían a la sustitución de las estructuras
tradicionales, dando paso a los Estados soberanos. Entre estos supuestos está la soberanía, que,
como dice Jellinek «nace en la Edad Media como un concepto político y polémico». La soberanía
en sí misma siempre ha demostrado, desde sus inicios, ser una categoría particularmente
controvertida, ya que es el resultado de la lucha entre las grandes potencias por imponer su
supremacía. Así, señala W. A. Dunning cómo aparece el tema de la soberanía «implícito siempre
cuando surge controversia entre pretensiones encontradas en materia de autoridad»

Como todos sabemos, la llamada Edad Media se abrió con la disolución del Imperio Romano, lo
que provocó una notable dispersión del poder. No es sorprendente que sea una era caracterizada
por un estado constante de luchas de gran poder por la soberanía. Esta lucha se está dando en
diferentes áreas. Por un lado, al más alto nivel, en el enfrentamiento entre el Papa y el Imperio.
Por otro lado, en menor escala, entre gobiernos, territorios y autoridades locales. En efecto, la
aparición y encarnación del cristianismo en el poder de la Iglesia, dirigida por el Papa, fue el origen
del enfrentamiento con las monarquías germánicas que pretendían la sucesión del Imperio
Romano. Y son estas dos fuerzas, la Iglesia y el Imperio, las que manifiestan la misma
reivindicación prevaleciente de una sociedad universal y, por tanto, exclusiva. En este sentido,
parece oportuno recordar las consecuencias que tuvo el cristianismo a la hora de desbaratar la
antigua unidad de la comunidad política. Así, además de la ley humana, surge otra ley, la ley
eterna y natural, en la cual las necesidades temporales de la autoridad deben obedecer, en el
sentido de la máxima paulina diciendo “no hay poder sino Dios”. De esta manera, la iglesia
reclamaba su legitimidad a las estructuras de poder. Como percibe H. Heller, «en la Edad Media, la
Iglesia reclamó una obediencia, aunque extraestatal, política, de todos los hombres, incluso de los
que ejercían poder político, obligando a ella, en muchos casos, por eficaces medios coactivos
espirituales y aun físicos». «El hecho de que la Iglesia representara durante siglos la única
organización monista de autoridad, en un mundo en el que el poder estaba disgregado a la

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manera feudal, no fue la causa menos poderosa de su supremacía»5. Esta situación cambiará con
la liberación temporal de la autoridad de la teología, que se llevará a cabo en un proceso largo y
costoso que comenzó en el Renacimiento. En segundo lugar, estos dos poderes se opondrían al
poder de los reyes, quienes, aunque limitados en su poder en sus países, conservaron algunos
rastros de orden y unidad. Esencialmente, lo que sucede es, que estas monarquías nacionales
representan el principio de poder territorial contra el cual se defienden las ideas universales.
Finalmente, hubo una lucha entre reyes y señores feudales, a la que se añadió más tarde, con el
renacimiento urbano, el poder de la ciudad, como lucha entre poderes temporales, dentro de los
límites territoriales más limitados del reino. Así la Edad Media se caracterizará por el fenómeno de
la dispersión y la lucha por el poder, que se manifiesta en la práctica, en presencia de un nutrido
grupo de autoridades que gozan de independencia, enfatizando en el ejercicio de sus propios
espacios de autoridad. Esta fragmentación del poder político propició el surgimiento de un sistema
de relaciones que rige la sociedad de la época, el feudalismo. Junto al caso de la fragmentación del
poder, a lo largo de todo este período, según García Pelayo, podemos destacar los rasgos políticos
más relevantes del feudalismo: en primer lugar, la relación de las relaciones individuales con las
relaciones institucionales. De hecho, estos se basaban en tratados feudales que formaban un
vínculo personal de lealtad vasalla y servicio al señor, al socio del palacio. En segundo lugar, el
doble de la fuerza se organiza sobre esta base. En tercer lugar, la “intransitividad” de las relaciones
políticas, entienden que cualquier servicio exigido al vasallo debe pasar necesariamente por la
intermediación del Señor, por lo que el rey no puede hablar directamente al pueblo. Y finalmente,
la “impenetrabilidad del territorio”, una nota que se refiere a la incapacidad del rey para recaudar
y recaudar impuestos, administrar justicia o enviar funcionarios al territorio del territorio, cuya
fuente Dios ha encontrado debido a esos poderes. Volviendo a los señores feudales en este
contexto, las ideas sobre la personalización de las relaciones humanas, la desigualdad y la
subordinación del sirviente a un patrón cercano que lo protege son esenciales. En este contexto, el
término soberanía se refiere a la amplitud del poder de los señores feudales, quienes ostentaban
los mayores poderes. De hecho, el poder de la clase principal no era uniforme, sino que variaba
según la posición que ocupaba su titular en la compleja jerarquía feudal, con cierta subordinación.
Estas “coutumiers”, del siglo XIII, recogen reglas feudales, y clasifican a los señores feudales en
diferentes clases. Como parte de la clase más alta, habría feudos con títulos nobiliarios
correspondientes al poder absoluto. Se relaciona con ellos que se escribirá "todo barón es
soberano en su baronía". En definitiva, fue un período, como apunta L. Halphen «la idea de
Estado, la noción de un poder público que ejerce en nombre del interés general una cierta
coacción sobre los individuos, le era extraña»

Este sistema feudal multiétnico se desarrolló a finales de la Edad Media. La primera etapa tuvo
lugar en los reinos bajomedievales del siglo XII, en los que el "Estado estamental" modificó la
naturaleza del poder real al tiempo que le imponía ciertas restricciones. Recuerde que el continuo
renacimiento urbanístico y urbanístico va acompañado de importantes transformaciones sociales
y económicas. El desarrollo económico y el crecimiento demográfico fueron importantes, ya que
contribuyeron a la ruptura de los lazos feudales. En este sentido, el nacimiento y ascenso del
Tercer Estado, donde se dan cita en sociedad diversos colectivos socio-profesionales, será decisivo,
ya que contribuirá a asegurar la estabilidad de la monarca. El significado de este cambio, como lo
señala A. Thierry, en el hecho de que los reyes encontraron «en las ciudades reconstruidas
municipalmente lo que el ciudadano da al Estado, lo que la baronía no podía o no quería dar: la

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sujeción efectiva, los subsidios regulares, milicias capaces de disciplina». Los reyes se beneficiarían
de este desarrollo, apoyándose en la burguesía para establecer sus poderes, tanto internos como
externos, especialmente frente a la autoridad eclesiástica.

El clímax del proceso de independencia de los reyes del papado fue el enfrentamiento entre Felipe
el Hermoso y Bonifacio VIII. Felipe el Hermoso con el apoyo de los juristas, logró desacreditar la
teocracia papal en favor del reino. Se sentaron las bases de la creciente secularización de la vida
estatal. Así, en el futuro, la monarquía no será ya más un órgano de la Iglesia, sino que constituirá,
más que antes, el núcleo central de una nueva formación política independiente: el Estado-nación.
La vieja unidad cristiana se desintegra y tendiendo a dividirse en una unidad nacional diferente”.
Ya era un signo de decadencia, y pronto del final de la Edad Media. Sin embargo, dentro de esta
región cantonal, hubo constantes luchas territoriales entre ellos y contra el príncipe. Como
resultado, hay inseguridad y falta de Los príncipes trataban sus tierras como si fueran aliados,
iguales, lo que mostraba claramente las notorias limitaciones de su poder, además, tenían que
aliarse constantemente con los súbditos. de las restricciones que estos cuerpos representaban en
el reino, los reyes utilizaron diversas técnicas. De esta manera, el mundo medieval fue empujado a
su fin durante un período turbulento que abarcó los siglos XIV y XV, siglos durante los cuales
Europa occidental experimentó profundos cambios que harían añicos el sistema medieval. El
poder real se afirmó cada vez más como un nuevo principio organizador, preparando el
nacimiento del mapa político e ideológico de la Europa moderna. De hecho, la historia de esa
época mostraba un estado generalizado de crisis económica, política e ideológica. El papado se
debilitó y la unidad del cristianismo se derrumbó. Al mismo tiempo, la guerra entre los príncipes se
intensificó. Junto a todo ello, renació el amor a la patria y el desarrollo de la idea patriótica.

En el proceso, el poder del rey siguió afirmándose sobre esta base nacional, como había sucedido
en Francia desde el reinado de Luis XI, o en España con los Reyes Católicos. El siglo XVI vería el
éxito de estas tendencias centralistas y autoritarias promovidas por las monarquías en gran parte
de Europa, en forma de estados modernos. Es lógico que algunos de los privilegios y características
sobrevivientes del sistema feudal aún fueran perceptibles en la nueva era, pero lo decisivo fue la
concentración del poder en un bloque unificado. La acción política fue imparable, creando nuevos
cuerpos de poder y nuevas formas de pertenencia. y homogeneidad social. Recuérdese, en este
sentido, cómo los ejércitos mercenarios permanentes comenzaron a partir de este período, el rey
se independizó de las enemistades de lealtad para defender su reino. Sólo entonces se establece la
unidad del Estado en el ejército. La reorganización en curso de la gestión financiera para apoyar a
este ejército se expandirá a otras áreas y tareas requeridas por una economía y una sociedad cada
vez más complejas. Estas funciones públicas serán ejercidas permanentemente por profesionales
asalariados especialistas, incorporados a una jerarquía de autoridades claramente definida por
competencias. Esta burocracia cooperará para formar la unidad del poder estatal. Al mismo
tiempo, se desarrolló la diplomacia, con naciones soberanas enviando y recibiendo embajadores
estables.

Es claro que todo esto depende al mismo tiempo de cambios económicos de fundamental
importancia. Entre ellos, en primer lugar, destaca la creación de un sistema tributario estable,
generalizado e implementado sobre bases sólidas, ya que se obtuvieron los recursos financieros
necesarios para estas nuevas agencias y porque atienden nuevas necesidades. Como observa H.
Heller «uno de los procesos más decisivos, entre los que integran la evolución del Estado de la

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Edad Moderna, lo constituye el hecho de que el príncipe, pasando por alto todos los privilegios,
haya obligado, en las asambleas, a las corporaciones estamentales, muy debilitadas ya desde
mediados del siglo XV, a dar su aprobación al establecimiento de impuestos generales y aplicables
a todos los súbditos, sin tener en cuenta su nacimiento ni el estamento a que pertenecieran».
Luego, a mediados del siglo XVI, la liberalización de la base económica del poder estatal en la
Europa continental alcanzó su clímax, con los reyes fijando sus impuestos sin el consentimiento de
los reyes, el consentimiento del califa. En segundo lugar, surgió una nueva forma de gestionar la
economía, probablemente orientada en general al enriquecimiento de la monarquía. Partiendo de
este concepto, el desarrollo económico capitalista comercial capitalista fue promovido
conscientemente con objetivos políticos claros.

Pero, por supuesto, el proceso de desarrollar y reemplazar las estructuras económicas


tradicionales comenzó antes. En este sentido, recordemos la división y especialización del trabajo,
las nuevas condiciones del comercio y la importancia del surgimiento de la clase mercantil, la
burguesía. No debemos olvidar que la estructura del estado moderno, con sus poderes
legislativos, ha hecho una importante contribución a las necesidades generales legislativas y de
planificación de este desarrollo económico y comercial. La cuestión es encontrar otra base para la
legitimidad del poder real, que haga indiscutible la validez y la primacía de la ley, en nombre de la
seguridad jurídica de la transacción, y los contactos de negocios requeridos. Solo entonces, desde
entonces, la nueva ley se hace efectiva y vinculante porque se emite periódicamente.

Pero el siglo XVI no sería una época tranquila en Europa. El resultado del pragmatismo político,
que llevó a la centralización de un nuevo y unificado centro de poder, de diferentes principios y
poderes hasta ahora dispersos entre los poderes feudales, estaría en duda. El continente europeo
se hundirá en una crisis que amenaza los logros de sus reyes. De esta forma, la centralización y
modernización del poder, que son esenciales para el surgimiento del Estado moderno, se ven
seriamente amenazadas. Así, la crisis de valores que había sostenido hasta entonces la convivencia
feudal crearía fuertes tensiones y desintegraciones, que serían más evidentes en el ámbito
religioso.

Recordemos, desde esta perspectiva, la importancia de la Reforma, tanto por su expansión como
por el gran número de sus seguidores. La fisura envuelta en el mundo espiritual no se detiene ahí,
sino que tendrá un significado especial en la organización política, afectando directamente la
unidad del poder estatal. Para nadie es un secreto que enfrentarse súbdito contra súbdito,
aprovechando la oportunidad como elemento religioso, rompe la base de la unidad de toda
sumisión a la autoridad real poco a poco establecida. Y es que el nuevo pluralismo religioso no
conducirá, en principio, a la tolerancia y la convivencia pacífica, sino que, por el contrario, será el
campo de batalla al que se redirigirán todos los enfrentamientos que existen en la sociedad. Por
estas razones, la religión se convirtió en un asunto de Estado a mediados del siglo XVI. Además, es
un asunto sangriento. Sin embargo, tanto la Reforma como el movimiento reaccionario en su
contra, la Contrarreforma, eventualmente ayudarían a afirmar los estados-nación. Así podemos
afirmar que la división en monoteísmos religiosos y las guerras religiosas que asolarán Europa
servirán, a la larga, para afianzar el poder de los monarcas, que se consideran los únicos capaces
de asegurar la convivencia pacífica y la protección. De entrada, esta situación permitiría a los reyes
quedar finalmente liberados de la mediación eclesiástica en el ejercicio de sus funciones. En
segundo lugar, el cansancio y el anhelo de paz de la población fracturada eventualmente reforzó

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un sentimiento nacionalista dirigido hacia los monarcas como un punto concreto de unidad. Y, por
último, los Aristocrat y cuerpos locales, Defensores de los seleccionados y franquicias
supervivientes del Orden, por tanto, opuestos a la idea de un poder de Estado impuesto a todos,
en torno al poder regio ante la necesidad de superar la guerra civil. Una monarquía absoluta
retendría todo el poder de la nueva forma de política que se tomó e impuso a todos en su reino.
Así, a pesar de las peculiaridades, desarrollos y fracasos de todo este proceso, con los que muchos
están de acuerdo, la Paz de Westfalia de 1648, es generalmente vista como el momento en que el
sistema de estados en Europa puede ser visto, como un sistema de nuevos poderes en el trabajo.
Con independencia y soberanía, convivencia en condiciones de igualdad.

Jerga
La unanimidad, en efecto, se expresa diciendo que soberanía es poder: el poder del pueblo, el
poder del Estado, el poder de la nación, el poder del soberano. Esta expresión de la soberanía
como poder, se traduce sin mayores cambios, que los cambios propios de las diversas formas del
lenguaje, a todas las culturas, o, más en particular, a todas las corrientes del pensamiento político.

Para no divagar mucho y nada más como ejemplo, hay que recordar que la cultura latina, la cual es
la madre de muchos pueblos europeos y americanos de nuestro tiempo, emplea una gama muy
rica y variada de expresiones, como las siguientes: vis o fuerza física, auctoritas o autoridad,
imperium, poder o imperio, potestas o potestad, poderío o poder; facultas o facultad. Estos
vocablos, por otro lado, son acompañados de adjetivos usados en grado superior, tales como:
summa potestas, que se traducirá como la más grande de todas las potestades; summum
imperium, o el más grande de todos los poderes; maxima auctoritas, o la mayor de todas las
autoridades. De conformidad con esta cultura, que más tarde se diversifica y se encuentra en el
origen de las lenguas románicas, la soberanía es una expresión usada para denominar el poder en
grado superior, recordando que, como también lo reconoce la gramática, el grado superior admite
un nivel de igualdad y un nivel de superioridad absoluta. De esta forma, la soberanía en grado
superior de igualdad es aquel poder supremo que tiene un Estado hacia su interior frente al mismo
poder supremo que se reconoce a otros Estados. Mientras que la soberanía en grado superior
absoluto sería aquel poder supremo que un Estado, por diversas razones, impone a otros Estados.
La conformidad doctrinal, o el consenso mínimo, al que antes nos referíamos, tiene que ver con
estas ideas generales que venimos expresando de lo que significa mínimamente la idea de
soberanía. Ahora bien, los referentes utilizados aquí están tomados de la cultura latina, que llegó a
ser tan universal, como ahora lo es el término mismo de soberanía. Después, cuando se quiere
definir la soberanía, o cuando se quiere determinar su origen, su sede o lugar en donde reside o su
alcance, ya no encontramos grandes consensos. Mucho menos encontramos consensos
doctrinales cuando se habla de la soberanía de un Estado federal frente al tema de si los Estados
miembros son o no soberanos, etcétera. Nunca los especialistas se han puesto de acuerdo en las
formulaciones doctrinales de la soberanía, de la misma manera que los políticos nunca se ponen
de acuerdo sobre el uso y el alcance práctico del poder del Estado.

De esta forma, nociones como Estado, derecho, poder, soberanía, son ideas que se moldean y que
sabemos que son influenciadas por las personas que las piensan, estudian y crean, gracias a que
son beneficios de las mentes creadoras de los hombres y que pueden ser repensadas, analizadas y
desarrolladas como sociedad o procesos sociales. Es decir, estas concepciones son un producto
cultural que está influenciado por los acontecimientos históricos, políticos y sociales de la época;

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así, nos podemos dar cuenta que el concepto “soberanía” en el estudio de Jean Bodin (1530-
1596), estuvo influido por el humanismo y la academia imperante en su época, en los que la razón
estaba subordinada a la moral. Este estudioso manifestaba que “soberanía es un poder absoluto y
perpetuo, limitado únicamente por las restricciones de los gobernantes”. Sin embargo, sí es cierto
que Bodin consideraba a la soberanía la fuerza última y permanente de la República, sabemos que
a su vez estuvo influenciada por otras percepciones, como vemos cuando afirma que a la
soberanía: los latinos la llaman...majestad, los griegos... suprema autoridad… poder del señor y...
régimen soberano de la polis, y los italianos… (señoría) palabra que usan tanto respecto de los
particulares como a propósito de quienes manejan todos los asuntos de estado de una República;
los hebreos dicen el que lleva el cetro, lo que quiere decir: el mayor poder de mandar.

Así, Jean Bodin debido a las incidencias por las guerras entre católicos y calvinistas, que en aquella
época tomaban lugar en Francia, estableció en su obra Los Seis Libros de la República de 1576,
entre diversas convicciones, expresó su idea del concepto de soberanía. De acuerdo a sus
aportaciones se puede concluir que, dependiendo del tipo de Estado, la soberanía reside o en el
individuo del soberano o en el pueblo, es decir, en un Estado democrático la soberanía reside en el
pueblo, no obstante, en un Estado monárquico, la soberanía recae en el monarca. “Soberanía es
un

poder absoluto y perpetuo limitado únicamente por las restricciones mismas de los gobernantes”.

Tiempo más tarde, Johannes Althusius (1557-1638), lo comenzaron a influir en la guerra de los
ochenta en contra de españa, y la rebelión de los estados calvinistas ante el soberano católico, y
comenzó a escribir en su obra Política de 1603, el concepto de soberanía popular y se le dio un
reconocimiento seguidamente como a uno de los apologéticos podemos observar como la idea de
soberanía no recae solo en un soberano, sino en una multitud de individuos, es decir, el pueblo. El
siguiente autor que se le denomina de gran prestigio para entender este concepto de soberanía es
Thomas Hobbes (1588-1596), quien afirmó en su obra el Leviatán que “todos los hombres han
dado la soberanía a quien representa su persona, y, por consiguiente, si lo deponen toman de él lo
que es suyo propio...”.6 Este autor vive influenciado por el entorno que prevalecía en Inglaterra, la
ruptura entre la fuerza del monarca y del parlamento. Sabía que la soberanía la tenía el rey y, sin
embargo, ese poder no venía de Dios, sino que los hombres se la habían otorgado.

“III. 1. El principio de soberanía popular se encuentra consagrado en la segunda frase del art. 83
de la Cn., el cual establece: "La soberanía reside en el pueblo [...]". Esto significa que el pueblo es
el titular del poder soberano, en el sentido de que todas las normas jurídicas y cargos públicos que
ejercen poder real emanan directa o indirectamente de la voluntad popular.

Así, la soberanía popular implica que la gestión de los asuntos públicos afecta a la generalidad, y
en esa medida, tiene interés en la misma. Por ello, el destino de la sociedad debe ser decidido por
todos sus integrantes, debiendo reconocerse a cada ciudadano un voto con el mismo valor. En
otras palabras: (i) las decisiones generales que afectan el destino colectivo debe tomarlas el
pueblo; (ii) todos los cargos que ejercen poder público deben ser de elección popular o derivados
de los cargos de elección popular; y (iii) las decisiones las toma la mayoría, atendiendo a sus
intereses, pero con respeto a las minorías (sentencia 9-VII-2014, Inc. 52-2014).”

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Soberanía popular
La soberanía popular es la autoridad que emana y es ejercida por el pueblo o grupo de ciudadanos
que habitan en un territorio determinado. Esta forma de soberanía implica el ejercicio de la
voluntad individual expresada a través del sufragio, para la elección de decisiones de interés
público y se eligen a los representantes del gobierno.

Soberanía nacional
La soberanía nacional es la autoridad que ejerce una nación sobre los ciudadanos que la
conforman y ante otras naciones. Se considera a una nación como un conjunto de instituciones en
los que el poder se ejerce en representación del pueblo, en vez de la suma de las voluntades
individuales de sus ciudadanos.

Soberanía interna o política


La soberanía interna o soberanía política es la facultad que tiene un Estado para ejercer la
autoridad dentro de su territorio, según lo establecido en su constitución y sus instituciones
formales.

Soberanía alimentaria
Es la facultad que tiene cada Estado para establecer las políticas que tienen que ver con la
producción de sus alimentos, no solo se trata de garantizar el acceso a los alimentos, sino más
bien esto significa la posibilidad de acceder a alimentos producidos local y regionalmente.

Soberanía económica
Es la autoridad de un Estado para crear e implementar medidas relativas a su moneda. Es decir, es
el Estado el que se encarga de la regulación y creación de una política económica en una situación
y contexto dado (valor de la moneda, tasa de cambio, tasas de interés, etc.).

Soberanía militar
Se refiere a la capacidad del Estado para proteger sus fronteras utilizando a sus propias Fuerzas
Armadas, sin necesidad de requerir la intervención de otros Estados. Precisamente su propósito es
proteger a la población, preservar el territorio nacional y resguardar la capacidad del Estado para
el ejercicio de su soberanía frente a amenazas externas contra estos elementos fundamentales del
país, así como apoyar el logro de los objetivos nacionales en el ámbito internacional.

Soberanía externa
La soberanía externa es la que un Estado ejerce en el ámbito internacional con otros Estados. Se
expresa a través de la diplomacia y los tratados internacionales, y sus límites están regulados por
el derecho internacional.

¿Quién es el titular antes y ahora?


Antes
Se dice que en tiempo antiguo era una de las raíces del fenómeno estatal se encuentran en un
periodo histórico concreto y en un lugar determinado que, con H. Heller, se puede circunscribir
temporal y espacialmente al Estado tal como se ha formado en el círculo cultural de Occidente a
partir del Renacimiento. E indisociablemente ligado al nacimiento en Europa del Estado moderno,
se asienta el concepto de soberanía tal y como retiene la Teoría política. Desde estos orígenes, la
soberanía se manifiesta como poder por esencia estatal, propia de la unidad y omnipotencia del

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Estado que surge. Y es que la soberanía trata de responder a la necesidad de encontrar una nueva
forma de ordenación de la totalidad de la vida pública. Conllevará, por tanto, una manera distinta
de entender el poder, que se concreta en ciertas notas específicas, perfectamente delimitables,
que le dan su sustancia y sirven para definirlo.

Ahora bien, no existe unanimidad doctrinal para datar más exactamente el momento del
surgimiento del Estado Moderno, y, por consiguiente, de la soberanía estatal. En este sentido, la
mayoría de los autores se decantarán por afirmar que ya existen las características propias de la
soberanía y por lo tanto, Estados Modernos, en algunos reinos avanzados del siglo XIV. Sostienen,
en definitiva, que se dieron antes los hechos que los conceptos, y que, ya al final de la Edad Media,
existiría la soberanía y el Estado en su esencia, aunque no estuvieran conceptualizados como tales.
Sin embargo, otros autores sitúan el origen de la soberanía y del Estado Moderno a partir de la
obra Los seis libros de la República de J. Bodino, publicada en 1576, es decir, a partir del segundo
tercio del siglo XVI. Es una postura que defiende que primero se conceptualizó la idea y después se
llevó a la práctica en la realidad. Estas reflexiones se encuentran sustentadas fundamentalmente
por autores franceses. No obstante, ambas posturas pueden ser reconducidas a una unidad. En
efecto, cabe sostener la existencia de Estados soberanos, como casos particulares, en algunos
reinos del siglo XIV. Pero esto no obsta al reconocimiento de que la generalización y globalización
de un sistema de Estados se produce en Europa a partir del siglo XVI. E indudablemente a ello
contribuyeron decisivamente las formulaciones doctrinales sobre la soberanía.

Como se sabe, el período conocido como la Edad Media se abre con la disolución del Imperio
romano que da lugar a una acusada fragmentación del poder. Nada tiene de extraño pues que se
trate de una época caracterizada, precisamente, por la situación constante de luchas entre
poderes que reclamaban la supremacía. Esta pugna se produce en distintas esferas. Por un lado,
en el nivel superior, en el enfrentamiento entre Papado e Imperio. Por otro, a una escala más
reducida, entre los poderes locales, territoriales y funcionales. En efecto, el advenimiento del
cristianismo y su concreción en un poder, la Iglesia, dirigida por el Pontífice, originan su
enfrentamiento con las dinastías germánicas que reclaman la sucesión del Imperio romano. Y es
que ambos poderes, Iglesia e Imperio, manifiestan las mismas pretensiones de dominio sobre una
comunidad universal y, por tanto, de exclusividad. En este sentido, parece conveniente recordar
las repercusiones que entraña el cristianismo al romper la antigua unidad de la comunidad
política. A partir de entonces surge, junto a la ley humana, otra ley, la eterna y natural, a la cual
han de quedar subordinados los órdenes temporales de poder, en el sentido de la máxima paulina
«no hay poder sino de Dios». De este modo, la Iglesia reclamaba su papel legitimador de las
estructuras de poder. Cómo observa H. Heller, «en la Edad Media, la Iglesia reclamó una
obediencia, aunque extraestatal, política, de todos los hombres, incluso de los que ejercían poder
político, obligando a ella, en muchos casos, por eficaces medios coactivos espirituales y aun
físicos». «El hecho de que la Iglesia representara durante siglos la única organización monista de
autoridad, en un mundo en el que el poder estaba disgregado a la manera feudal, no fue la causa
menos poderosa de su supremacía». Tal situación cambiará cuando se produzca la emancipación
del poder temporal respecto de la Teología, lo cual se logrará a través de un proceso costoso y
largo que se inicia a partir del Renacimiento. En segundo término, estos dos poderes colisionarán
con el de los reyes, que, si bien muy limitados en su autoridad en sus países, conservan, no
obstante, algunos vestigios de orden y de unidad. En el fondo, lo que sucede es que, estas

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monarquías nacionales representan un principio de territorialidad del poder frente a las ideas
universalistas propugnadas. Y, por último, está el conflicto entre los reyes y los señores feudales, al
que se añade posteriormente, con el renacimiento urbano, el poder municipal, como pugna entre
poderes temporales, dentro del ámbito territorial más restringido que supone el reino.

Ahora
Según el Art. 83.- El Salvador es un Estado soberano. La soberanía reside en el pueblo, que la
ejerce en la forma prescrita y dentro de los límites de esta Constitución.

Tal calificación constituye el reconocimiento de su personalidad jurídica, con imperium dentro del
territorio de la República en forma exclusiva y su existencia libre e independiente de cualquier
Estado u otro poder externo, declarada desde la Constitución de 1824.El poder político lo ejerce
por medio del Gobierno y sus órganos fundamentales son el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial,
quienes lo ejercerán independientemente dentro de las atribuciones y competencias... que les
confieren la Constitución y las leyes... Al Legislativo solo las que le confiere la Constitución. Art.
131 n.º 8 CN. Cada uno de los órganos ejerce la soberanía independientemente: el Legislativo,
esencialmente, legislar; el Ejecutivo, administrar; y el Judicial, la función jurisdiccional, la
administración de justicia; todos dentro de los límites geográficos señalados por la Constitución y
sobre los habitantes y actividades realizadas en su territorio. El Salvador, como miembro de la
comunidad internacional, para regular determinadas actividades o derechos internacionales,
celebra tratados para resolver cualesquiera divergencias, en igualdad de condiciones y sin
sometimiento a la soberanía de otros estados. El ideal de la Integración Centroamericana está
reconocido en nuestro art. 89 de la Constitución, que prevé la celebración de tratados o convenios
con las otras repúblicas centroamericanas, pudiendo crear organismos con funciones
supranacionales. Es así como desde 1950 se creó la Organización de Estados Centroamericanos
(ODECA), sustituido en 1991 por el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), en la cual se
crea la Corte Centroamericana de Justicia. La jurisdicción y competencia de esa Corte, organismo
regional centroamericano, limitada por tres elementos: 1) geográfica, los Estados que lo ratificaron
(Honduras, El Salvador y Nicaragua); 2) materia, actos que afecten el Sistema de Integración
Centroamericana, los Convenios y tratados; y 3) sujetos, Miembros y Órganos del SICA y además
las personas naturales o jurídicas afectadas en sus derechos por tales actos. La CCJ pretende que el
art. 22 f) del estatuto le da competencia para conocer de una demanda de un órgano sin
personalidad jurídica, que no puede ser parte, la Asamblea Legislativa, contra otro órgano que
tampoco tiene personalidad jurídica y que tampoco puede ser parte, la Corte Suprema de Justicia,
cuando la primera no ha respetado las sentencias de la Sala de lo Constitucional de la segunda,
declarando inconstitucionales las elecciones de magistrados de la Corte, realizadas por la
mencionada Asamblea. Es decir, en una materia que no es de su competencia, ya que esta está
limitada a los actos que afecten al SICA y los convenios o tratados centroamericanos; y por otra
parte ni la Asamblea es persona jurídica ni la Corte Suprema lo es, solo son órganos, partes del
Estado de El Salvador y quien representa al Estado es el fiscal general de la República. Finalmente,
la Asamblea tampoco es agraviada por las sentencias, en último caso serían los magistrados
electos en 2006 y 2012, a quienes se les desconoce tal calidad. En el extremo caso que dichas
personas electas inconstitucionalmente hubieran presentado la demanda, esta era improcedente,
a pesar de ser personas naturales, pues no se trata de un caso de controversia por un acto que

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afecte los estados centroamericanos, el SICA y sus órganos o un tratado vigente en materia de
integración centroamericana.

La soberanía dentro de la democracia


La soberanía existe inexorablemente en manos del pueblo, y el pueblo ejerce la soberanía
directamente en la forma prescrita por esta Constitución y la ley, e indirectamente por el derecho
al voto a través de las instituciones que ejercen el poder público. Los órganos del Estado derivan y
están sujetos a la soberanía popular.

Se acuñó el término soberanía popular, en lugar de soberanía estatal, que se interpreta de manera
restrictiva como la soberanía que existe en el estado, definición difícil de precisar y limitada en su
representación efectiva en los niveles más altos de la sociedad.

En el artículo 83 de la Constitución establece que El Salvador es un Estado soberano, y según ella,


la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce en forma prescrita y dentro de los límites de la
Constitución. Así también en el artículo 84 nos establece cuál es la jurisdicción y soberanía de este.

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), en su obra El contrato social de 1762, influenciado por


Hobbes, entiende que la soberanía reside originalmente en el pueblo: “como la naturaleza da a
cada hombre un poder absoluto sobre sus miembros, así el pacto social da al cuerpo político un
poder absoluto sobre todo lo que es suyo. Este mismo poder es el que, dirigido por la voluntad
general, lleva el nombre de soberanía”.

Visión doctrinaria
Jhon Locke es el padre del liberalismo, tanto económico como político. El liberalismo tiene como
objetivo primordial la defensa de las libertades individuales frente al poder del estado. Sin
embargo, desde un punto de vista económico, el liberalismo propone que el derecho fundamental
de los individuos es la propiedad privada, y el estado no debe intervenir nunca en el mercado, ni
expropiar en ningún caso. En definitiva, para el liberalismo, por encima del bienestar colectivo está
la propiedad privada. demás, supuestamente, aunque el estado no intervenga, el bienestar
individual de unos pocos terminará por entenderse y convertirse en bienestar colectivo.

Según Locke, el Estado también surge por un pacto o contrato entre individuos. Estos no
renuncian a todo su poder, y el poder del estado es siempre limitado. Los límites del estado son'
Los derechos individuales, especialmente el derecho a la propiedad, que es parte de la ley natural,
la cual no queda anulada por la ley política. La igualdad ante la ley, incluso el soberano debe
también someterse a ella. La intrasferibilidad de la soberanía solo el pueblo debe otorgar el poder
y, por tanto, este no se puede heredar. La división de poderes. El poder ejecutivo y el legislativo o
tienen que estar en diferentes manos. El derecho de resistencia ante el tirano. Tras la teoría del
poder limitado del Estado está la 6ustificaci*n de la propiedad privada. sí, el origen del contrato es
la defensa de la propiedad privada. Esta teoría de Locke fue muy criticada por el marxismo, pues la
idea delimitación del poder político es ideológica ya que legitima el reparto in6usto de la
propiedad. Para esta corriente, el liberalismo de 8. Locke aparece como una forma de justificación
de las desigualdades. Estas desigualdades surgen en el Estado de naturaleza, antes de que surja la
sociedad. para Locke no hay que intentar suavizar estas desigualdades porque la función de la

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sociedad no es un menor reparto de los bienes naturales, sino mantener los derechos naturales la
propiedad. En definitiva,

para Locke, el Estado tiene como función suprema proteger el más importante de los derechos
naturales' la propiedad privada. por otra parte, Locke da a admitir tres restricciones a la
propiedad' La inutilidad de la propiedad' no se pueden acaparar propiedad es cuya acumulación
hace imposible que sirvan para satisfacer nuestras necesidades. La suficiencia 'la acumulación de
propiedades debe permitir que queden suficientes propiedades para los demás. El trabajo' deben
quedar suficientes propiedades para que el traba6o pueda crear propiedad. El problema es que
estas tres restricciones desaparecen con el dinero. En efecto, el dinero acumulable hasta el
infinito, por mucho que se tenga es siempre útiles no como las tierras. además, el dinero permite
que queden otros medios de vida para los demás, parece que hay suficiente para toda la
propiedad de la tierra, en cambio, es limitada El trabajo asalariado permite que todos puedan
trabajar, aunque no sean propietarios. En definitiva, aunque te quedes con todas las tierras los
demás pueden seguir trabajando de forma asalariada. En definitiva, Locke diferencia el Estado de
naturaleza, regido por la ley natural acumular propiedades y la sociedad política. El Estado nunca
debe subsanar las desigualdades, sino mantener la seguridad de los propietarios. Los desposeídos
no tienen estatuto jurídico-político y, por tanto, no tienen derecho a la participación social. Locke
defiende el sufragio censitario, es decir, una forma de democracia en la que únicamente pueden
votar aquellos ciudadanos con cierto nivel de renta.

Teoría contractualista de Rousseau


Rousseau es un ilustrado francés que vivió la disolución de la monarquía de Luis XVl con la
revolución francesa de 1789 así como pensador ilustrado está convencido de dos cosas' La
suficiencia de la razón para solucionar también los problemas políticos y sociales' La sociedad
termina transformando nuestra naturaleza buena convirtiéndonos en egoístas e interesados.
Lara#*n puede solucionar este problema. La importancia de la libertad' pero Rousseau, a
diferencia de Hobbes y Locke, propone un sistema político que haga posible conciliar la voluntad
general, que n o s l l e g u e a p a c t a r , y l a s l i b e r t a d e s i n d i v i d u a l e s . E n R o u s s e a u ,
a d i f e r e n c i a d e L o c k e , e l contrato social es un instrumento que integra el bien com0n y el
bien individual, los intereses particulares no están reídos con la voluntad general. Rousseau, frente
a Hobbes y Locke, tiene una concepción en positiva de la política y del hombre' el contrato Social
intenta construir un espacio de conciencia donde el egoísmo frente a Hobbes y las diferencias
frente a Locke se disuelven un proyecto comunitario donde todos los individuos tengan una vida
mejor. Rousseau recupera, d e   e s t a   f o r m a , l a   t r a d i c i ó n   d e m o c r á ti c a c o n s u c a r g a
utópica, frente a los pensadores aun iusnaturalistas de la modernidad
individual.

Visión jurisprudencial
PRETENCIONES Y ARGUMENTOS
El Salvador y Honduras arrecieron este lunes la guerra de notas diplomáticas y comunicados, por la
diferencia que mantienen sobre la soberanía de la diminuta isla de Conejo, en el disputado golfo
de Fonseca, situado en el litoral Pacífico.

En un informe que distribuyó a mediados de la mañana del lunes, El Salvador denunció la


"ocupación militar, ilegal y de facto" de tropas de Honduras desde 1993 en Conejo, de 0,5

14
kilómetros cuadrados, exigió la "desocupación inmediata" de la isla y expresó su "profunda
preocupación" porque Tegucigalpa vinculó la decisión salvadoreña de comprar 10 aviones de
guerra a Chile con el litigio territorial bilateral.

Conejo pertenece a El Salvador, reafirmó la cancillería salvadoreña en un comunicado entregado a


EL PAÍS. El documento respondió a Honduras, que el jueves anterior advirtió que "la pretensión"
de San Salvador al adquirir los aeroplanos, es imponer una "paz armada" y "rompe el balance de
las fuerzas militares" en un "hipotético escenario bélico" por la disputa de Conejo, y ratificó que la
isla le pertenece.

En una declaración que emitió a primera hora de la tarde del lunes, Honduras respondió que
"rechaza categóricamente las pretensiones de El Salvador sobre la supuesta disputa insular" y
argumentó que "es un tema resuelto definitiva e inapelablemente" por una sentencia de la Corte
Internacional de Justicia (CIJ), en La Haya, en septiembre de 1992. Conejo está ocupada por tropas
hondureñas.

Honduras "considera que la etapa de la negociación diplomática", de las gestiones de la


Organización de Estados Americanos (OEA) y de la resolución judicial "ya están superadas", por lo
que "solo queda" ejecutar el fallo de la CIJ, del que aseguró que "aceptó, cumple y honra". Pese a
que El Salvador pidió revisar el veredicto, la Corte "declaró inadmisible esa demanda de revisión",
subrayó.

Visión jurisprudencial
En una sentencia de septiembre de 1992 sobre los diferendos limítrofes de Honduras y El Salvador
que en 1969 provocaron, en medio de conflictos migratorios, el estallido de una guerra de 100
horas entre ambas naciones -la "guerra del fútbol"-, la Corte ratificó la soberanía hondureña en La
Isla del Tigre y la salvadoreña en las islas Meanguera y Manguerita. Pero la posesión de Conejo
sigue generando disputas de los dos países, que la reclaman como parte de su territorio.

En su comunicado, El Salvador instó a la comunidad internacional a "diferenciar las iniciativas


dirigidas a modernizar la institución castrense",

con la compra de aeronaves usada por 8,5 millones de dólares a Chile firmada el pasado 31 de
octubre, de la sentencia de la CIJ del pleito "fronterizo, territorial, insular y marítimo" entre ambos
países. "Y, sobre todo, a separarla del justo reclamo que hace el gobierno de El Salvador contra la
ocupación militar, ilegal y de facto que desde 1983 realiza el Gobierno hondureño, sobre la Isla
Conejo, parte del territorio salvadoreño cuya soberanía es respaldada y sustentada por
documentación histórica, jurídica y geográfica", añadió.

"El Salvador reitera firmemente su soberanía sobre la isla y demanda la desocupación inmediata
de la misma", agregó, al recordar que Conejo "nunca estuvo en disputa" en la Corte y que "su
estatus jurídico no fue afectado" por la sentencia de 1992.

Tras abogar por el "cumplimiento en forma integral" del fallo, San Salvador recordó que
"conforme a su vocación y compromiso de paz", ha solicitado a Honduras "abordar estos temas a
través del diálogo y el entendimiento diplomático, haciendo uso de los acuerdos regionales ya
establecidos", por lo que aprovechó para "renovar este llamado".

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"El Salvador expresa su profunda preocupación ante las declaraciones vertidas por funcionarios y
ex funcionarios del Gobierno de Honduras con relación a las modestas iniciativas para fortalecer
las fuerzas armadas salvadoreñas, un tema de exclusivo interés interno del pueblo y Gobierno de
El Salvador", alegó.

La iniciativa de comprar a Chile un lote de 10 aeronaves usadas A-37, fabricadas en Estados


Unidos, "da cumplimiento al mandato constitucional de contar con unas fuerzas armadas
permanentes y profesionales", recogido en los Acuerdos de Paz firmados en México en 1992 y que
pusieron fin a 12 años del conflicto bélico salvadoreño, puntualizó. El Salvador, al igual que
Honduras, ha informado al secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-
moon, sobre el desarrollo de los hechos.

Honduras advirtió que acudirá a una reunión con Nicaragua y El Salvador, el próximo viernes en
Panamá, pero "para discutir los avances del proyecto de desarrollo del Golfo de Fonseca con la
cooperación de la Unión Europea", porque tampoco será un encuentro "para abordar temas de
soberanía".

La canciller hondureña, Mireya Agüero, declaró que "efectivamente (en) estos movimientos
armamentistas (por parte de El Salvador) está la posibilidad de querer crear un escenario bélico e
hipotético en el Golfo", lo que entorpecería la posibilidad de resolver la delimitación en esa área.

La controversia sobre Conejo se complicó en septiembre de este año, cuando El Salvador protestó
ante Honduras porque los hondureños realizaron en esa isla un acto para celebrar el 192
aniversario de la independencia de España.

El golfo de Fonseca, que está bajo dominio compartido de Honduras, El Salvador y Nicaragua y
tiene una extensión de 3.200 kilómetros cuadrados, con 32 islas e islotes, ha resurgido desde 2012
como foco de constantes tensiones y pugnas. Pescadores salvadoreños y nicaragüenses han
denunciado hostilidad de militares hondureños y pescadores hondureños acusan de acoso a
tropas nicaragüenses y salvadoreñas

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