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Lima, 08 de julio de 2020

A diferencia de los prejuicios que se puedan tener sobre la universidad donde


terminé mi carrera, soy una persona que le gusta el ambiente académico en el que
vengo desarrollándome desde hace unos ocho años. Tengo 33 años y eso es un corto
tiempo de vida para la gran mayoría de académicos que conozco. De hecho, recién he
cumplido los treinta y dos años el mismo día que este concurso ha culminado su
periodo de convocatoria; es por ello por lo que me doy a mí mismo este regalo de
participar y competir para demostrar mi posición en el mundo académico donde me he
venido desempeñando a tiempo completo desde 2016.

Tengo experiencia en la comunicación audiovisual, tanto en la producción de


mensajes como en el análisis de estos, y forma parte de mis sueños realizar
documentales a mediano plazo. Si bien es cierto que el manejo del lenguaje
audiovisual puedo ejecutarlo con relativa facilidad, es la parte de investigación de
fuentes donde siento que debo seguir mejorando; esto debido a que la investigación,
junto con la realización audiovisual, son los dos pilares sobre los que se sostiene la
producción de documentales. De hecho, todo esto que cuento fue uno de los motivos
que me llevó a estudiar la maestría en Antropología Visual en la PUCP, donde la
investigación etnográfica y la realización cinematográfica van de la mano.

Pero siento que la investigación es una cuestión que se aprende haciendo más
que leyendo libros. De hecho, la gran cantidad de libros que puedes encontrar sobre
metodología de la investigación se basa en procesos de investigación realizados por los
propios autores de los libros. Incluso, muchos de los libros que leí en la universidad
siendo estudiante y que leo ahora para preparar mis clases son producto de
investigaciones científicas, cuyo resultado es aquella publicación que tengo entre mis
manos. Todo ello lleva a que siempre persiga el proceso metódico para investigar, no
me corrí de hacer una tesis para mi título profesional y no me correré de cualquier
oportunidad que tenga para seguir practicando mi propia capacidad en el campo de la
investigación científica.

Profundizando un poco más sobre mí, en 2005 conseguí ingresar a la carrera de


Periodismo en la propia PUCP, pero por temas económicos no pude continuar con
aquellos estudios. Siento que las cosas en la vida terminan acomodándose de una
manera tal que nos beneficia a largo plazo. Si no hubiera existido ese cambio en mi
vida, es probable que no hubiera conocido la rama de Comunicación Audiovisual de la
forma en que la abordé, lo que no haría que hoy estuviese tan interesado en realizar
productos audiovisuales para explicar nuestra realidad. Lejos de sentirme triste o
frustrado por no haber terminado en la PUCP, prefiero darle una visión positiva a lo
que me tocó vivir.
El tema que abordo en esta investigación es algo que he venido dándole vueltas
desde hace tiempo. Como todo adulto joven en este país, mi niñez fue impactada por
la violencia que vivimos durante las últimas dos décadas del siglo pasado. En mi mente
han quedado grabadas varias imágenes de esos tiempos, desde atentados hasta
noticias de los hechos fuera de Lima. Pero junto con la llegada de mi adolescencia
también llegó la paz necesaria que muchos peruanos pedíamos; sin embargo, queda
preguntarnos qué tanto nos hemos recuperado de un periodo que también significó
crisis económica, social, política y hasta moral.

Dentro de esta recuperación nacional, que está casi al mismo nivel de la


Reconstrucción Nacional luego de la Guerra con Chile, aún hay muchas cosas por
desarrollar como sociedad para que una situación parecida al conflicto interno vuelva a
surgir. Para ello, debemos de saber cómo va el desarrollo de esta recuperación y en
ese sentido, es menester recurrir a todas las expresiones posibles de comunicación
que tiene una sociedad. El cine no solo carga un componente artístico, sino que
también lleva esa vena subjetiva de la narratividad que le impone el autor, su visión del
mundo que lo rodea. Y si hay un director de cine dispuesto a retratar la realidad actual
de la sociedad peruana, limeña en el caso de mi propuesta de investigación, bien
podría decirse que es susceptible de análisis.

Por otro lado, ¿por qué el cine peruano? Todo empezó cuando mi profesor
universitario del curso Análisis del Discurso nos pidió ir a ver una película peruana que
se encontraba en cartelera durante ese ciclo para analizarla. Se trataba de “Dioses”, de
Josué Méndez. Aquel trabajo, que podía parecer insignificante a nivel académico, sirvió
de parteaguas para mi visión sobre las películas peruanas. Normalmente, cuando iba al
cine, lo veía solo como entretenimiento y lejos de ese concepto se encontraban las
películas peruanas, pero gracias a ese simple curso y aquella película de Josué tuve la
ocasión de ver el consumo de cine con otros ojos.

El cine peruano está muy lejos de considerarse una industria, aunque vaya
camino a ello para varios. Pero dentro de ese campo no solo debe de ir de la mano de
crear películas por montones, sino para poder analizar lo que ya existen que sirva de
una especie de colchón – por decirlo de algún modo – a nuevos cineastas que
aparezcan en el panorama nacional. En ese sentido, necesitamos que se vaya
generando todo ese contenido temático que no existe en una cantidad necesaria.
Cuando estaba preparándome para afrontar mi aventura audiovisual, casi toda la
bibliografía encontrada era con ejemplos del extranjero o libros traducidos que se
alejaban de la realidad, y las diferentes realidades de un país a otro hace que esa
bibliografía no sea la necesaria para ello.

¿Y por qué no hacer algo para documentalistas, el área donde me quiero


desarrollar? Porque, al estar recién empezando en este mundo académico, prefiero ir
ganando experiencia con cuestiones que tengan mayor llegada popular y, por lo tanto,
es más fácil conseguir los materiales necesarios, como las películas a estudiar. Mi
sueño es poder realizar alguna guía para etnógrafos visuales peruanos que deseen
realizar sus producciones en el país, que sus referentes bibliográficos incluyan un texto
realizado en el país. Que no les ocurra como pasó cuando estudiaba mi maestría, que
casi toda la bibliografía era extranjera y que debíamos suponer, o traspasar, a la
realidad peruana.

Sinceramente, siempre he sentido que la práctica y la teoría van de la mano en


mi carrera. Es por ello que, a mi deseo de realizar documentales, debo de unirle la
posibilidad de hacer investigación, porque en el mundo universitario donde me muevo
la academia requiere la generación de ciencia. Más aún para carreras y profesiones
como la Comunicación en que aún hay mucho camino por recorrer.

Jean Pierre D. Gálvez Castañeda

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