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STRANGEWAYS 2
De Addison Cain

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Querido lector
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TABLA DE CONTENIDOS
Nota ..................................................................................................................................................... 3
Tabla de contenidos...................................................................................................................... 4
Sinopsis.............................................................................................................................................. 5
1 ............................................................................................................................................................ 7
2 ......................................................................................................................................................... 13
3 ......................................................................................................................................................... 21
4 ......................................................................................................................................................... 26
5 ......................................................................................................................................................... 30
6 ......................................................................................................................................................... 36 4
7 ......................................................................................................................................................... 43
8 ......................................................................................................................................................... 46
9 ......................................................................................................................................................... 52
10 ...................................................................................................................................................... 57
11 ...................................................................................................................................................... 62
Sobre el autor ............................................................................................................................... 66
Foro TRR ........................................................................................................................................ 67

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SINOPSIS
Un momento estaba saliendo del trabajo y al siguiente estaba entreteniendo a
un alienígena verde plateado que intentaba conocerme por completo.
Su invasión a nuestro mundo sin violencia, ni problemas.
Se visten como hombres humanos, comen en restaurantes humanos, votan,
pagan impuestos y controlan hasta el último de nosotros.
No entiendo cómo nadie más puede ver lo que yo. Que su belleza es una trampa.
Han venido aquí por mujeres, con la intención de crear compañeras de vida, a
través de la seducción y manipulación mental, empleando cuerpos musculosos capaces
de satisfacer cualquier deseo femenino. Acoplándose a nuestros deseos.
Hasta que cada una de nosotras haya sido reclamada, marcada y cambiada.
Asimilada.
No tenemos elección. Pueden hacer que nos guste. Pueden hacernos desearlos.
Pueden obligarnos a hacer lo que quieran. 5

5
Dedicado a Karen Dee.
Gracias por toda tu ayuda y amabilidad.

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Traducido y Corregido por

Como soy un cliché, me llevé un cigarrillo a los labios y encendí un fosforo. El


rápido olor a azufre, ese hermoso momento de madera quemada… luego, la primera
inhalación me chamuscó la parte posterior de la garganta. Humo mezclado con nicotina
arremolinándose a través de mis pulmones. Aire oscuro. Pensamientos oscuros. Fuera
de práctica, consciente de que mis acciones eran tontas, el sabor del tabaco ya no era
un placer como lo había sido cuando estaba en una discoteca y tenía veinte años.
El mentol barato tenía un sabor plano, incluso sucio.
Sabía exactamente como me sentía.
El paquete arrugado se había estado volviendo rancio en el cajón de mi mesita de 7
noche durante más de un año. No podría decir por qué nunca lo tiré. Quizás me gustaba
la accesibilidad a un placer tan frívolo y caro. Tal vez solo era vaga con respecto a los
espacios pequeños donde podía permitirme estar.
Supongo que fue la providencia, ahí estaba yo, sentada al final de mi cama revuelta
por sexo, chupando un palo de cáncer… porque sí.
—Explícame por qué estás de espaldas a mí y tienes un cigarrillo en la boca. —
Una voz tan suave: terciopelo a mis oídos, casi una sensación física de escuchar.
Exhalé, monótonamente, y vi cómo la triste bocanada de humo se sumaba a los
olores ya desagradables que persistían en la lúgubre plaza de mi habitación. —Es un
ritual postcoital humano.
—No, no lo es. —Lo escuché moverse detrás de mí, como si contemplara acercarse
más antes de cambiar de opinión—. Es una fórmula utilizada en sus medios para lucir
bien visualmente el final del buen sexo. ¿Debo interpretar este acto como una señal de
que estás satisfecha con la forma en que te follé? Preferiría que me lo dijeras de otras
formas que no hagan daño a tu cuerpo.
Aspirando humo en mi boca, arremolinándolo con una lengua cansada, inflé mis
mejillas y lo dejé libre. Una inhalación falsa. Un motín.
Lo cual, a su manera pequeña y estúpida, se sentía necesaria.

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Pero tenía buenas intenciones. Tenía que tenerlas.
A veces era difícil saber si las “nuevas especies” utilizaban correctamente las
expresiones terrestres. ¿Era sincero? ¿Ese tono de dolor en sus vocalizaciones
significaba algo? ¿O estaba usando las manipulaciones que a los hombres de la tierra les
encantaba utilizar a través de sus palabras para obtener elogios?
¿Cómo se puede describir el sexo con estos… hombres? —Lo disfruté.
—Tu no fumas. —La piel de conejo más suave, el hormigueo más hermoso en su
columna vertebral—. Este no es un hábito que sea saludable, tu acción actual no te
ofrece una sensación de alegría en este momento.
¿Cómo diablos iba a saber si fumaba o no? No es que fuera asunto suyo…
Una última calada. Una inhalación real y adecuada. Dejé que el aire quemado
rodara dentro de mí, mientras contenía una tos creciente. Dejando caer el cigarrillo en
un vaso de agua turbia que había estado durante días en mi tocador. Exhalé, relajando
mi columna. Vi pasar de una fuerte masa gris a unos zarcillos hasta retorcerse y
convertirse en nada.
El aire oscurecido se disipó casi tan rápido como mi comodidad con esta situación.
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Echando una mirada tímida por encima del hombro, forcé una sonrisa agradable.
El mismo tipo pegado a mi cara día tras día de molienda en el trabajo. Falló casi tan
pronto como nació.
Una mirada a él…
Desparramado, completamente desnudo, apoyado en una gran cantidad de
almohadas baratas y desiguales, esperó.
Claro, yo también estaba desnuda, y él tenía una gran vista de la parte superior
sentada de mi culo regordete y mi espalda afilada, pero yo era normal. Regular.
Normal.
Este hombre… holgazán, absolutamente sin reservas, descarado en su sexualidad.
Descarado.
Nunca entendería dónde se le había ocurrido a algún chiflado el término
“hombrecitos verdes” para describir su raza.
No había nada pequeño en ninguno de ellos, ni altura, ni complexión, ni… um, sus
partes, que justificara el término diminutivo. El espécimen que ocupaba la totalidad de
mi cama era puro músculo, pero carecía del volumen que uno podría imaginar que venía
con tanta fuerza. Había delgadez, definición, en los hombros que eran demasiado
anchos para un humano y la cintura demasiado estrecha. Sobre todo esa fuerza estaba
la piel plateada, aunque favorecía el verde. Y al igual que nosotros los humanos con

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nuestras pecas y rasgos personales, había marcas definitorias aleatorias que lo
diferenciaban de los demás de su especie.
Phi tenía rayas.
Esas marcas me habían llamado la atención desde el primer momento en que lo vi
leyendo un menú en una de mis mesas. Pocas y distantes entre sí, en ángulo para
resaltar su estructura ósea, esas rayas me recordaron más al sexy David Bowie de los
70 que a cualquiera de los animales exóticos de la Tierra. La marca más llamativa, mi
favorita, era una línea que dividía su rostro en el centro. Bajó por su garganta, y ahora
que lo había visto al natural, condujo al tesoro entre sus muslos.
—Emily. —Dios, la forma en que pronunció mi nombre fue una caricia.
Me estaba reprendiendo por mi reticencia, por mi incapacidad de encontrar su
mirada… y siempre había sido fanática de los viajes de culpa. Los ojos marrones se
levantaron, mi atención era toda suya. —¿Sí?
Sus dedos de los pies, bueno, eran similares a los dedos de los pies, rozaron mi
muslo. —Ven aquí. Las mujeres humanas deben ser atendidas después de haber sido
apareadas. Es mentalmente malsano que te alejes.
No fue intencional, pero sonreí. Phi tenía la habilidad de obligarme a hacer eso. — 9
¿Es eso lo que te han dicho?
Como agua corriente, su tono podría ser tan suave. Plácido, acogedor, urgente. —
Hemos observado su especie durante muchos años.
Apoyándome en mi cadera, perdí el hilo de mis pensamientos, uno nuevo se
estrelló con tanta fuerza que mis ojos se cerraron, mi boca se convirtió en una línea. Me
puse tensa.
Incrédula, le pregunté: —¿Observaste a humanos follando?
—¿De qué otra manera íbamos a asegurarnos de que estábamos satisfechos? Las
hembras humanas son mucho más aterradoras que los machos. Deben estar
condicionadas para encontrarnos agradables, o podríamos ser dominados. —Como si
utilizara una expresión experimentada, me guiñó un ojo. Por Dios santo, el alienígena
me guiñó un ojo.
Y que el cielo me ayude, me reí. Incluso puse una mano sobre mis labios como un
triste coqueteo en un club.
Pero la diversión se desvaneció de una manera extraña y despiadada. Me sentí
incómoda con la forma en que me miraba.
Con la boca seca como un desierto lleno de humo, luché con mi lengua para decir:
—Olvidaste mencionar que te encontramos abrumador y aterrador.

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Phi parpadeó su segundo párpado, un rápido destello de movimiento horizontal
se cerró sobre unos ojos completamente negros. Como el obturador de una cámara vieja
que se dispara, esos siempre estaban activos.
Clic, clic, clic, clic, clic.
Puede que no haya habido ningún sonido, pero cuando me miró, sentí como si
estuviera catalogando, memorizando cada clic como una instantánea mental. Esos ojos
vueltos hacia arriba parecían una ocurrencia mecánica tardía de la evolución.
Diseñado para ser atractivo.
Después de todo, la totalidad de él era tentadora: la suavidad de su piel, el color
verde plateado, el cráneo ligeramente alargado, incluso su boca prácticamente humana.
Pero los ojos… me hicieron sentir como si fuera un humano viviendo en un planeta
plagado de extraterrestres que no deberían haber estado allí.
Phi puede parecer mayormente humano, pero esa mierda era un recordatorio
rápido de que estos nuevos ciudadanos no eran uno de nosotros.
Como una lánguida caricia sobre una mascota preciada, su voz pasó a través de
mí. —No sientas miedo hacia mí, Emily.
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Y con palabras fáciles de un tigre holgazán, deje de hacerlo.
Se disipó como mi última exhalación de ese repugnante cigarrillo,
desvaneciéndose en un aire tranquilo y estable.
Aun así, hablé del porque sí. —Los de tu especie acaban de aparecer aquí, legiones
de ustedes, y nadie dijo nada. Nuestro gobierno, que debo admitir abiertamente está
poblado de idiotas belicistas, se quedó allí, sonriendo, saludando, como si hubiera
enviado invitaciones para tomar el té. Viven en nuestras ciudades, incluso se visten
como hombres humanos ahora…
Phi terminó mi pensamiento, la totalidad de su expresión gentil. —Y los machos
de tu propia especie se están consumiendo, han estado muriendo durante generaciones.
La mayoría no puede sobrevivir más de cuarenta años terrestres y pronto
desaparecerán.
Exactamente.
¿Y cómo fue que tal fenómeno era algo que todos notaban pero de lo que nadie
hablaba realmente? —Mi hermano, tiene treinta y ocho años. Empezó a toser el año
pasado… Tony no llegará a los cuarenta.
Y aunque mi hermano ya no podía trabajar para mantener a su familia, yo estaba
aquí, dejando que un extraterrestre me follara hasta correrme con tanta fuerza que
rompí mis mantas baratas en pedazos.

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No dispuesto a esperar a que me tumbara a su lado, Phi inclinó la gloria de la parte
superior de su cuerpo hacia adelante y me alcanzó.
Tirada en la cuna del calor, un pecho definido y poderoso en mi espalda, encontré
su toque mucho más relajante de lo que debería haberlo hecho… considerando que era
prácticamente un extraño.
Sus costillas se expandieron en un gran suspiro, los brazos se cerraron con más
firmeza alrededor de mi cuerpo mucho más pequeño. Incluso presionó su frente contra
mi coronilla antes de decir: —La instalación en este planeta se hizo pacíficamente.
Ninguno de su especie resultó dañado. No ha habido violencia. Así que, dulce Emily,
dime la base de tus miedos para que puedan ser borrarlos.
Mis preocupaciones eran tan sencillos que no podía creer que tuviera que
explicárselo. Deberían haber sido las preocupaciones de todo ser humano. Incluso
pensando en ese día en que sus naves ennegrecieron el cielo, sentí que mi corazón se
aceleraba. —La atmósfera ardió, una ola de naves masivas emergiendo de las llamas
para aterrizar donde lo hicieron. Todos se quedaron allí como lemmings1, en silencio,
cuando se bajaron de esas cosas espeluznantes. Lo vi en las noticias, en las calles. No
era normal.
¡Exactamente! Lo sentí en mi propia médula en ese momento esas palabras 11
cruzaron mis labios. ¡No era jodidamente normal! No era normal, pero todos actuamos
como si lo fuera.
Phi, brazos musculosos enrollados alrededor de mi cintura, frotó su mejilla contra
la mía. Fue suave y encantador. Olía a aire fresco y a fuertes brisas. De lugares abiertos
fuera del smog de la ciudad.
Tomé una inhalación mayor que la que le di a mi cigarrillo y dejé que
permaneciera el mismo tiempo en mis pulmones.
Envuelta por el hombre que respiraba en mi oído, acunada, siendo tratada con
más dulzura de lo que me había tratado cualquier ser humano vivo, mi alarma se
desinfló.
Incluso ofrecí un asentimiento conciliador cuando razonablemente explicó: —Su
industria cinematográfica las ha condicionado a pensar que los extraterrestres solo
buscan la Tierra para invadir, robar sus recursos y cometer genocidio.
—No es verdad. —Sus palabras no deberían haber sido divertidas, pero sonreí
como si hubiera tocado la cuerda perfecta—. Las especies alienígenas en el Star Trek
original eran todas zorras de baile para Kirk.

1 Mamífero roedor de unos 13cm de longitud, pelo largo castaño o gris, con las orejas, la cola y las

patas cortas; es muy voraz y prolífico, vive en madrigueras cerca del agua, en zonas árticas y subárticas,
y no hiberna.

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—Disfruto el hecho de que seas graciosa. —Phi pasó sus dedos sobre mis rizos
enredados por el sexo, tirando juguetonamente para ver una espiral rebotar, y de una
manera que me dio un placer inexplicable. Luego me envolvieron de nuevo. Rozando
mi oreja, sus labios se separaron para impartir palabras más dulces—. Fue fortuito que
te encontré primero, Emily.

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12
2
Traducido y Corregido por

¿Me encontró? Phi no me había encontrado, acababa de entrar en un restaurante,


como lo hizo tanta gente en esta ciudad sucia, superpoblada y viciosa. No soy
memorable, especial o incluso tan bonita. ¿Quién tenía tiempo de serlo en estos días?
Estaba constante revuelo, pasado mi mejor momento, y haciendo todo lo posible
para trabajar tantas horas humanamente posible. Sin embargo, este tipo hizo que
sonara como si me hubieran descubierto en una búsqueda épica.
Como si valiera algo.
Era desconcertantemente ridículo. Si hubiera estado hecho de cosas más severas,
incluso podría haberlo ignorado. En cambio, estaba horriblemente avergonzada. 13
Estar avergonzada mientras estaba desnuda no era divertido. Estar avergonzada
mientras estaba desnuda y sostenida por el hombre que acababa de follarte era aún
peor.
Aquí era donde los interludios de este tipo tendían a curvarse: un incómodo
señalamiento de mis defectos, un bostezo aburrido. Tal vez incluso algunas costillas
ligeras.
Un culo gordo, bolsas debajo de los ojos, manchas y cabello de sacacorchos que
carecía de la definición y rebote que los champús caros podrían ofrecer.
El noventa y nueve por ciento de las veces, daba cero mierda. Pero en este caso,
realmente deseaba poder arrastrarme más profundamente en mí misma y fingir que
todo era diferente.
Pero yo no era una chica de ceniza.
Odiaba trabajar en el servicio. También odiaba a los clientes, si era honesta
conmigo misma. Rara vez me entregaba. Las chicas como yo no vivían el tipo de vidas
que permitían una introspección saludable, no si querían sobrevivir a las horas
interminables, el ritmo agotador y la falta de cualquier tipo de afecto decente.
Las chicas como yo sonreían, rodaban los hombros hacia atrás y mantenían
nuestros delantales prístinos y nuestras cutículas desordenadas.

13
Chicas como yo volvimos a la miseria porque estábamos demasiado jodidamente
agotadas para limpiar los apartamentos en los que vivíamos.
Servir mesas era un trabajo agotador.
Era intratable.
Sin embargo, estaba agradecida de tener un trabajo, llegaba a tiempo y sonreía sin
importar quién me estuviera hablando.
Aunque los despreciaba.
Incluso cuando servía a extraterrestres y humanos por igual en mi sección.
En este punto, ni siquiera estaba segura de a cuál prefería.
Las nuevas especies habían estado aquí casi un año, así que, por supuesto, me
había adaptado a ver sus formas de gran tamaño en mis mesas. Eran clientes decentes,
incluso. Más educados que los humanos con gran diferencia.
Phi no fue al primero al que vi y ciertamente no fue el primero con el que hablé.
Fue, sin embargo, el primero que follé.
Lo que hizo que mi vientre se volteara de una manera extraña e inoportuna. 14
Todavía no estaba segura de cómo habíamos terminado en mi apartamento de
mierda en el medio del día.
Si hubiera encontrado a un hombre humano esperando afuera de mi lugar de
trabajo para que me fuera, habría sacado mi gas pimienta y llamado a la policía. En
cambio, me acerqué a él, empujé mis rizos detrás de mi oreja y le dije hola. Mi voz
incluso había sido tímida.
Cualquiera con medio cerebro lo sabía mejor.
Phi había abrazado la situación con entusiasmo desenfrenado. Se atrevió a
extender sus dedos para cepillar un rizo perdido con sudor de mi frente. Me había
felicitado: la suavidad de mi piel y cabello oscuros, la forma almendrada de mis ojos, la
belleza de mis curvas.
Retrocediendo internamente, sonreí exteriormente. Entrenada para complacer a
todos los clientes, confundidos, cansados, desesperados.
Si un hombre humano me hubiera tocado como lo había hecho, habría enviado mi
rodilla volando directamente a su ingle. Pero había sido diferente cuando Phi puso sus
manos sobre mi cuerpo y me dijo que debía llevarlo a casa. Que requería atención y que
él me la proporcionaría.
Me había mojado en ese momento.

14
¿Qué tan jodido era eso?
Llamando a un automóvil con un simple estiramiento de su brazo, un taxi se
detuvo en la acera. Rara vez podía permitirme uno. Y fui, al calor, a descansar por mis
pies dolorosos y a mi apartamento de mierda.
Busqué a tientas la llave de la cerradura. Me estabilizó la mano.
Me disculpé profusamente por el desastre. Una vez más, me llamó hermosa.
A mí.
Cansada, desgastada, yo.
La primera vez que me folló, me había llevado a través de mi puerta por el codo.
Las pilas de delantales uniformes sucios que cubrían el piso habían sido ignoradas, el
par de nosotros caminando sobre cajas de pizza abandonadas y envoltorios de comida
rápida. Una vez en mi cama grumosa, me inclinaba hacia adelante, con el hacia arriba,
todavía vestido.
Me había ordenado que me quedara así.
Nunca había tenido un hombre que me hablara así... o voltear mi falda, bajarme
las bragas e inspeccionarme. Y eso es exactamente lo que había hecho. Arrodillado, se 15
había inclinado de cerca, trazando sus dedos por la forma de mis labios. Los separaba
para mirar más profundamente, y… debería haberme mortificado.
No es como si hubiera esperado una prueba. Diablos, estaba sudorosa después del
turno de la mañana y llevaba un viejo par de bragas.
No importaba. Phi había elogiado mi aroma, forma e incluso postura
profusamente.
Y luego se había metido, ahí mismo, así como así. Los dos nos vestidos, con la
mejilla al colchón. Demonios, todavía tenía mis zapatos puestos.
Y yo... me había gustado.
No fue hasta mi primer orgasmo que alteró la posición, desnudándonos a los dos
y recostándome para llevarme cara a cara como un amante.
Esa fue la primera vez que vi su cuerpo perfecto y desvestido... y la parte de él que
había puesto dentro de mí.
Ausente, mientras lo volvía a deslizar, me preguntaba si siempre empezaban a
follar a una mujer de la Tierra por detrás... así que podríamos saber lo bien que podría
sentirse esa cosa y no gritar cuando se agitaba en nuestro camino.
Y se había sentido bien. Mejor que bien.

15
Nadie en mi pasado me había hecho sentir tan trabajada. Tal vez fue el hecho de
que los genitales de Phi podían cambiar de forma. Tal vez fue el anillo de protuberancias
cortas, ondulantes y en forma de tentáculo a su alrededor lo que estimuló el clítoris, los
labios… ano.
Tal vez era porque sabía cómo follar.
Los hombres de la Tierra eran terriblemente perezosos en la cama.
Él empujaba hacia adentro, y los ruidos que nunca antes había hecho chirriaron
sin ser ofrecidos. Esos dedos meñiques alrededor de su polla, bromeaban y acariciaban,
como si pudiera controlar cada uno de ellos sin importar el ritmo. Dos de esos
tentáculos habían hecho rodar mi clítoris entre sus puntas resbaladizas y agarradoras.
Piernas temblando incontrolablemente, me corrí... jadeante.
Phi había ralentizado su ritmo para acomodar exactamente lo que extendería el
placer a mis entrañas retorcidas. Todo el tiempo me había observado a los ojos. Su
expresión era difícil de leer: evaluar, medir, deliberar.
Al igual que la inspección previa al sexo, debería haber sido desconcertante.
En el instante en que me di cuenta de que esto era extraño, que quería que 16
terminara, él había comenzado a bombear sus caderas nuevamente.
Bajando la cabeza, puso su boca sobre mi piel oscura y ofreció lo que debe haber
sido un beso en mi hombro.
Un beso.
Los extraterrestres no besaban. Todos los tabloides lo dejaron muy en claro
Pensé antes de que comenzara a golpearse las caderas que lo que estábamos
haciendo podría clasificarse como follar. Me equivoqué. Se volvió salvaje, animal, sus
tentáculos agarrados y ásperos. Dentro de mi cuerpo, su polla se extendió, ondulando
hacia arriba y hacia abajo como una onda de sonido tensa.
Estirando, complaciendo, manipulando cada nervio.
Esta fue la sensación que los juguetes sexuales más caros intentaron y no lograron
crear. Hasta el último nervio de mi coño se vio afectado. Demasiada sensación me había
llevado a rogarle que disminuyera la velocidad.
Mi solicitud de voz cruda condujo al efecto contrario. Había golpeado aún más
fuerte, retrocediendo, tomándome por el pelo para sostener mis ojos nuevamente.
Saturado, sin fin, la totalidad de sus globos oculares negros en una cara que, de
ser humana, podría haber sido famosa en la pantalla grande.

16
Estas criaturas eran bonitas. Tampoco parecían entender el concepto de: —Por
favor, detente.
No estaba mendigando por miedo o falta de voluntad. Eran los gritos de un
sistema nervioso sobrecargado de trabajo y el temor de que el orgasmo del edificio
pudiera causar un daño permanente.
Solo había ofrecido cuatro palabras a cambio. —Puedes soportarlo.
Lleno de órganos sexuales alienígenas retorcidos, pellizcado y empujado por una
serie de tentáculos, había atrapado mis piernas detrás de la rodilla y me había apoyado
contra el ataque. Había obedecido.
Y prácticamente me había amenazado en su respuesta silbada. —Buena elección.
¿Buena elección? Era la única elección. Lidia con ello o se aplastada por caderas
poderosas y cosas que no entraban dentro de las chicas humanas agradables.
Estaba tan jodidamente mojada.
Los chasquidos rodantes de músculo tembloroso eran la única advertencia de que
un orgasmo salvaje estaba a punto de afianzarse. Mi vientre se apretó, el túnel vaginal
naufragó por un invasor extranjero, y comencé a llorar. 17
Los ruidos que inspiró en mí eran cualquier cosa menos bonitos. Primigenia,
carnal, inhumanos...
Phi me arrastró a través de él hasta que fui un desastre babeante. Y así, se había
detenido. Absolutamente.
Tomó largos minutos siquiera considerar que podría no haberse venido en
absoluto. Tal vez su tipo no hacia cosas como esa.
Entonces, ¿por qué proponerme hacerlo en primer lugar?
No hay evidencia resbaladiza, pero mis propios jugos abundantes esperaron. No
tenía testículos, así que tal vez no había esperma.
Y debido a que había vivido una vida en la que los hombres se corrían lo primero,
le pregunté: —¿Acaso tu...?
Había acomodado mi jadeo descuidado contra su cuerpo, metiendo mi brazo
alrededor de su centro y dijo: —Eso fue para tu placer.
De acuerdo...
Y eso es lo que me había llevado a alcanzar el rancio paquete de cigarrillos y el
santuario de la falsa soledad al borde de mi cama.

17
Acurrucada, la sensación era extraña, todo lo que podía hacer era mirar a mi
alrededor, preguntándome qué debía pensar de este desastre. Mi apartamento era
pobre, estrecha y solo tenía una pequeña ventana medio bloqueada por una unidad de
aire acondicionado. Las paredes sucias que había tratado de arreglar con cortinas
fucsias para que coincidieran con mi colcha no aliviaban la penumbra. Mi apartamento,
como mi vida, no era del tipo que atraía a hombres guapos. O, para ser precisa, hombres
guapos que no querían irse justo después del sexo.
Tener a Phi aquí era desconcertante, y no estaba segura de qué hacer con él ahora
que habíamos terminado. ¿Debía alimentarlo? ¿Ofrecerle café? ¿Pedirle que se vaya?
Cuanto más lo pensaba, más extraña me sentía.
¿Alguna vez has tenido la sensación de que había algo increíblemente aterrador
justo detrás de ti?
Los brazos de Phi parecían menos tranquilizadores, y cuanto más acariciaba mi
cuerpo, más siniestra parecía la acción. El ir y venir de esos largos dedos, reflejaban mi
percepción cambiante del alienígena. En ese momento, cuando estaba tan cerca, todo lo
que quería hacer era llorar... no importa lo hermoso que lo encontraba.
Esas naves... tantas naves que el cielo se volvió negro. 18
Me había puesto rígida como una tabla, respirando superficialmente. Necesitaba
que se fuera e hice todo lo posible para persuadir tal cosa. —Los de tu tipo no duermen.
Me sacudió un poco como si hubiera visto la acción en la televisión y quisiera
probarla. —¿Y?
—Estoy cansada...
Fui liberada, Phi moviendo su masa con gracia que los hombres de la Tierra no
poseían. Una vez de pie, tuvo que agacharse fraccionadamente, ya que mi techo era bajo.
Inclinado, parecía menos amenazante. ¿O fue que estaba desnudo y no tenía vergüenza
en la exhibición?
Y que exhibición que fue.
Me dejó tener mi mirada innecesaria. Entre sus piernas, no era como cualquier
hombre humano que hubiera visto. No había pelo, ni escroto, pero había algo parecido
a un músculo flexionado. Cuando había estado dentro de mí, se había adaptado, ya ves,
cambiado su forma, longitud y anchura. Ese órgano verde plateado incluso se había
retorcido y palpitado. Ahora colgaba cojeando, una protuberancia sin forma rodeada
por muñones acortados. Sus pequeños tentáculos habían retrocedido, tendidos como
pétalos de flores sin abrir.
Y allí lo estaba mirando hasta el punto de que era indecente. Grosero incluso.

18
Sintiendo la punzada entre mis piernas al recordar lo que esa cosa podría hacer,
casi lloriqueé. Casi supliqué más. Casi podía sentirlo dentro de mí de nuevo, y cualquier
terror que me hubiera estado agobiando momentos antes, voló en las alas de la falta.
Tragando, me obligué a mirar hacia arriba y encontrarme con sus ojos antes de
perder los últimos vestigios de miedo.
Habló. Y luego sonrió. —Eres muy hermosa.
¿Lo era? Miré mis manos rojizas, mis rodillas quemadas en la alfombra, y sentí que
no había comparación entre nosotros.
No había nacido para ser bella, sino para trabajar.
Un dedo largo trazando el patrón de pecas sobre mi pecho derecho, Phi dijo: —
Esto es lo que más me gusta. Tienes estrellas sobre ti, tus propias constelaciones.
Al verlo trazar un patrón, me encontré hipnotizada.
Era difícil saber lo que pensaba, porque como dije, nunca estuve segura de sí
estaba usando gestos humanos de una manera practicada para obtener una respuesta
específica. Por lo tanto, tuve que preguntar: —¿Disfrutaste… —¿Cuál era la palabra
correcta?—... de mí? 19
No podía creer que esa patética pregunta hubiera salido de mi boca tonta.
Inmediatamente avergonzada, mi atención se dirigió al piso de madera rayada.
Cepilló la punta rígida de mi pecho. —Mucho, Emily. Con entusiasmo te llevaría al
orgasmo de nuevo. En este momento, si lo deseas.
Al orgasmo. Era la segunda vez que mencionaba que era un placer para mí y nada
de lo suyo. No había habido fuegos artificiales para Phi. Claro, parecía enfocado e
involucrado, como si encontrara el acto placentero. Pero nunca se había venido... Ni
siquiera estaba segura de sí su especie eyaculaba.
Esa sería una búsqueda incómoda en Google más tarde.
De la nada, me llamó la atención que ni una sola vez en las últimas horas me
hubiera quedado gimiendo bajo esta criatura si hubiera considerado la anticoncepción.
Era como si la definición de esa palabra hubiera sido completamente olvidada. En todos
mis años adultos, nunca había tenido relaciones sexuales sin condón. Tal logro había
sido algo de lo que me enorgullecía. Había condones en el cajón junto a la cama… justo
ahí joder... y no había pensado en ellos.
Las manos de dedos largos ahuecaron mis hombros, y Phi me empujó suavemente
hacia el colchón. —Afirmaste que estabas cansada. Como ya ha pasado la hora en la que
normalmente descansas, insisto en que lo hagas ahora.

19
Esas manos, cálidas como el sol de verano, se sentían bien. Con los ojos cada vez
más pesados, me volví hacia mi almohada, imaginando el lago. Podía sentir mi piel
caliente al sol mientras yacía en el muelle. Podía escuchar el agua golpeando y oler los
árboles.
Soñaba con nadar con mi hermano como lo hacíamos cuando éramos niños.
Soñaba con inocencia y placeres simples. Y entonces soñé con Phi…

20

20
3
Traducido y Corregido por

—¡Emily!
Ese era el chef gritando, como el horrible bastardo labios de pescado que era.
En caso de que no estuvieras segura, no me agradaba. Era difícil respetar a un
hombre que por lo general estaba tan borracho que no tenía ni puta idea de si iba o
venía. Pero, ¿lo elogiaban las masas por su grandeza culinaria? Me atrevo a decir
grandeza con una buena dosis de ojos en blanco... Sí, sí, las masas lo hacían. Su comida
era buena, había puesto su restaurante en el mapa en una ciudad haciendo equipo con
la competencia, e hice mucho dinero en propinas por ello.
Eso no cambiaba el hecho de que era un cerdo. 21
Un cerdo estúpido, ensimismado y ególatra.
Tampoco le dolió que fuera un hombre. Si tenías una polla en mi mundo, todo lo
que hacías era tratado como oro. Hablando de la polla del chef, una vez me dijo que
debería follarlo simplemente porque su polla estaba dura, y habíamos compartido un
taxi a casa en una noche fría. Él también había estado borracho entonces.
Al igual que estaba casado, tenía seis hijos y olía constantemente a la freidora.
Los hombres podrían haber sido escasos, pero brutos.
Empujando a través de la puerta batiente de la cocina, fingí que mis compañeros
de trabajo todavía no me miraban como si hubiera crecido un tercer ojo.
No pretendamos que no sabía por qué.
Todos habían estado descontentos conmigo ese día. Parte de eso fue mi culpa.
Había llamado aludiendo enfermedad demasiados turnos seguidos, obligando a otros a
cubrirme. Parte de esto se debió a que, a pesar de que nadie dijo una maldita cosa, el
personal me había visto irme con Phi hace casi una semana.
Me había diferenciado, simplemente porque era algo muy extraño de hacer.Los
alienígenas y humanos se mezclaban, pero no lo hacían, si entiendes mi ángulo.

21
Una cosa era que vivieran con nosotros. Otra cosa era dejar que te acarician los
pechos en la acera justo afuera de la enorme ventana del restaurante.
No es que nadie mencionara el tabú... alguna vez.
No lo encontrarías en las noticias. No había consejos de sexo alienígena en Cosmo.
Mi búsqueda en Google sobre la eyaculación alienígena no había llevado a nada.
Entonces, hice mi trabajo en silencio y traté de olvidar. Llevé un plato de pasta y
una hamburguesa a la mesa cinco.
Los dos alienígenas instalados por la ventana no estaban sentados en mi sección,
lo que significaba que no necesitaba hablar con ellos más allá de preguntarles si
necesitaban ketchup cuando dejé su comida. Gracias al Señor, considerando que su
clase me había inquietado ya que me desperté dolorida entre mis piernas e
inmediatamente me había retirado de ir a trabajar.
En el fondo, sentí como si hubiera hecho algo muy mal.
Nunca debería haber dejado que Phi me tocara.
A ningún hombre humano se le había permitido tanta rienda suelta.
22
Y ahora mi sustento era como un hilo sobre la llama de una vela. Podía sentirlo en
cada ojo lateral que me robaba la dirección. Demonios, incluso podía olerlo en el aire.
Algo importante había cambiado.
Mirando a la pareja en la mesa, no pude evitar desear que los extraterrestres
nunca hubieran venido aquí.
Y luego parpadeé.
Pensando en ello, asumo que ya no debía referirme a ellos como extraterrestres.
Verás, el tipo de Phi se había matriculado en el sistema… eran ciudadanos de pleno
derecho con derecho a voto, a pagar impuestos... para comer en restaurantes hípster.
Incluso tenían derecho a agradecerme cuando les puse su comida delante.
Resulta que los nuevos niños en el bloque practicaban mejores modales que sus
contrapartes humanas. Ambos sonriendo, los extraños fueron amables.
Me volví para irme.
—¿Señorita?
—Sí. —Me balanceé para ver si su servidor había olvidado los cubiertos, o si
necesitaban sal, o tal vez sus aguas estaban vacías—. ¿Qué puedo hacer por ti?
—A Phi le gustaría que tuvieras esto.

22
Oh no.
No hables con ellos. Retrocede lentamente.
Excepto que mis pies me llevaron hacia adelante, tal como lo habían hecho la
primera vez que vi las hermosas rayas de Phi.
Todavía no podía decirte lo que me había poseído para ser tan descarada. Apenas
conocía a Phi cuando lo invité a ir a mi apartamento; Todavía apenas lo conocía...
excepto que ahora sabía cómo se veía desnudo.
Y dejemos esto claro: yo no era del tipo impulsivo. Simplemente hice mi trabajo,
charlaba con invitados, me iba a casa con mis propinas, salía con amigos. Algo había
sido diferente ese día. El cambio en la formalidad de camarera y cliente a conocidos...
había ido demasiado bien en un lapso de diez minutos.
Había hablado con él. Realmente hablé.
Pero mirando hacia atrás, solo habíamos hablado de mí. No podría decirte nada
sobre Phi más allá del hecho tonto de que a una criatura llamada Phi le gustaba comer
pastel, especialmente arándanos.
Me había reído de eso cuando le traje su tercera rebanada el primer día que 23
adornó mi mesa. El humor seco siempre había sido mi favorito
Él había sonreído, y Dios que me ayudara, me había sonrojado.
Como ya saben, había hecho más que sonrojarse cuando lo encontré esperándome
afuera esa noche. Había sido un participante entusiasta. Tenerlo empujando dentro de
mí se sintió como la culminación de la cita perfecta con el chico perfecto, no el final de
un largo turno en el que necesitaba una ducha y me dolían los pies. Todavía no estaba
segura de lo que había dicho que lo animaba a alcanzar los botones de mi cárdigan o si
lo había tocado primero.
¿Lo había hecho?
No me acordaba.
No importa. Todo lo que sentía ahora era que había sido usada.
Avergonzada.
Estúpida.
Culpable.
El alíen juguete-sexual estaba estampado en mi frente.
El huésped del restaurante todavía estaba esperando, una pequeña caja en su
mano extendida. Parpadeando aturdida, me mordí el labio y supe que no quería lo que

23
estuviera acurrucado debajo de esa brillante tapa blanca. De pie como una estatua,
parecía grosero, y mi inclinación natural a ser obediente me hizo cohibida de lo poco
amable que me estaba comportando.
No había ojos en mí, pero seguro que el infierno se sentía como si todos estuvieran
mirando.
El invitado se mantuvo paciente, incluso bajo mi escrutinio de ojos entrecerrados.
A diferencia del verde plateado de Phi, las marcas en la cara del invitado eran de
color púrpura. Eran suaves y moteadas, casi femeninas. Y estaba vestido con un traje a
medida como un abogado sórdido.
Phi se había vestido con jeans y un suéter... se veía accesible y normal. El
alienígena sentado frente a mí parecía abrirse paso en una posición de autoridad. Ese
sentimiento de poder estaba incluso en su voz cuando dijo: —Toma la caja, Emily.
Lo siguiente que supe fue que el regalo estaba en mis manos. Abriendo la tapa,
encontré un teléfono celular dentro. Debajo había una nota que decía: El tuyo debe estar
funcionando mal, ya que no respondes cuando llamo. Aquí hay un reemplazo que funciona.
Sofoqué una burla nerviosa. Como había dicho, el humor seco era mi tipo favorito.
24
El modesto teléfono plegable en mi delantal funcionaba bien, incluso si carecía de
todas las campanas y silbatos del último teléfono inteligente brillante y bonito en esa
caja. No tenía capacidad de enviar mensajes de texto, no cuando esos quince dólares
adicionales al mes podrían ir a algún lugar necesario. Además, ¿para qué necesitaría
todo eso? Todo lo que quería de mi teléfono era una forma de llamar a mi hermano, de
hablar con su esposa y sus hijos.
Todo lo que necesitaba, lo tenía.
No creo que Phi realmente esperara que me quedara con el nuevo teléfono. Era
más bien un “¿por qué has evitado tu trabajo durante días y me has ignorado?”
Respuesta fácil. Porque soy una cobarde...
También me disgustan mucho las conversaciones incómodas. Claro, podría
fingirlo en el trabajo, porque nada de lo que les decía a los clientes era real. Era un juego,
un concierto, donde solo sonreía y recibía órdenes, la historia de mi vida.
¿Por qué Phi incluso había querido hablar conmigo después del sexo? Los
hombres no hacían eso. No con chicas como yo.
No sabía qué me poseía para meter la mano en esa caja y tocar el botón de inicio,
pero antes de darme cuenta, la pantalla de desbloqueo del teléfono cobró vida.
Con mi audiencia de dos alienígenas, me quedé con la mandíbula floja, sin estar
segura de sí debería estallar en risa o mortificarme.

24
Justo allí, justo en la pantalla de ese teléfono caro estaba… una foto de una polla
alienígena.

25

25
4
Traducido y Corregido por

El estúpido teléfono de Phi estaba en mi bolsillo, aplastado contra mi humilde


teléfono plegable y haciendo un bulto en mi delantal. Por qué demonios todavía tenía la
cosa, no podría decirte. En cierto modo me entró pánico cuando debería haberlo dejado
en la caja y devolvérselo al amigo bien vestido del extraterrestre pervertido.
En cambio, retrocedí hasta la cocina solo para que mi jefe me gritara.
Eso, me lo había merecido. Me topé con una de mis compañeras de trabajo y le
quité una bandeja de las manos. La comida se había ido por todas partes, los platos rotos
se habían esparcido. La salsa marinara estaba por toda la camisa blanca de botones de
Rosalee.
26
Me había apresurado a limpiarlo, pero… eh… estaba bastante claro que estaba
permanentemente en su lista de mierda.
Y el Chef estaba enojado.
La extinción de nuestros hombres humanos, aunque nadie lo llamaría así en voz
alta, había convertido a los que estaban prosperando en un tipo asqueroso de imbéciles
moralistas. Me encontré incapaz de hacer que me agradaran. ¿Habrían sido tan egoístas
si no fueran tan importantes para el acervo genético?
Sí, había merecido una reprimenda por mi torpeza, pero nadie merecía que me
gritaran tan fuerte que incluso los invitados a cenar podían oír.
—¡Maldita idiota! —Golpeando una olla contra la estufa, se dio la vuelta, recogió
un panecillo y me lo arrojó—. ¡Vete a la mierda de aquí!
—Lo siento, Chef. —Tirando un puñado de platos rotos a la basura, objeté—. De
inmediato, Chef.
Saliendo corriendo de la cocina, con las manos pegajosas por la comida arruinada,
el cabello hecho un desastre y una expresión de preocupación, supe en ese momento
que me iban a despedir.
Los turnos perdidos, la confraternización con los invitados, los platos rotos… se
sumaba.

26
Tal vez si me acostaba con Chef como lo hacían las otras chicas, él me dejaría
quedarme.
Seguro que necesitaba el dinero.
Pero, ugh. Sabía que lo exigiría a pelo… y no me atreví a hacerlo. Los hombres
querían tener hijos. Muchos bebés que nunca ayudarían a criar. Los machos no vivían
mucho. La población necesitaba crecer. Bla, bla, bla.
Mi hermano era uno de los pájaros raros: una persona maravillosa, un gran padre
y un buen esposo. Nunca había aprovechado el hecho de que su vida se reduciría a
engendrar hijos con otras mujeres fuera de los lazos de su matrimonio.
Los medios lo llamaron retiro de repoblación. Se alentó a los hombres a ser
prolíficos, se alentó a las mujeres a llevar la carga de la maternidad soltera sin quejarse.
Y luego estaba yo, la camarera con condones en su canasta en la caja del
supermercado.
No podría decirte cuántas miradas sucias he recibido a lo largo de los años.
Teniendo en cuenta que la clamidia y la gonorrea estaban prosperando una vez más en
nuestra sociedad, me arriesgaría con alguna que otra mirada de desaprobación.
27
Ni siquiera quieres que empiece a hablar de la sífilis o el VIH.
No es broma, he tenido varios posibles amantes que se negaron rotundamente a
follarme si yo insistía en que usaran uno. Ese tipo de intercambios generalmente
terminaba con el caballero en cuestión que me sermoneaba sobre la necesidad de la
propagación de nuestra especie. Después de todo, podría ser bendecida con un niño y
elevarme de mi posición social de mierda de mesera soltera sin hijos.
Que se jodan esos tipos, y no en el sentido bíblico.
Tenía diecinueve años la primera vez que un chico trató de intimidarme. Joven y
estúpida, había cedido, lo que me llevó a una de las peores experiencias sexuales de mi
vida. Nueve años después, ya no dejo que los imbéciles insistentes se queden en mi
apartamento una vez que se negaron a usar una goma.
Como probablemente pueden ver, mi vida sexual no estaba prosperando.
Sin hijos, casi treinta, sin perspectivas, me había conformado, incluso me había
contentado con mi suerte en la vida.
Personalmente, sin embargo, no podía imaginarme que los hombres humanos
fueran tan idiotas hace tres generaciones. Por otra parte, tal vez siempre habían sido
horribles. No lo sabía, y es de mal gusto hacer demasiadas preguntas sobre los tiempos
anteriores. Por el lado positivo, había abierto grandes oportunidades para las mujeres
en campos profesionales predominantemente masculinos. O supongo que sí, antes de

27
que llegaran las nuevas especies con su tecnología superior y su entusiasmo por saturar
la fuerza laboral.
Ni siquiera estaba segura de si debería llamarlos hombres. Creo que todos son
hombres… o tal vez asexuales. No lo sabía. Ciertamente adoptaron vestimenta y gestos
masculinos. No sabía si todos tenían lo mismo debajo de la ropa.
Tal vez eligieron presentarse como hombres porque les ofrecería una ventaja. Por
ejemplo, hubo un rumor de que un extraterrestre particularmente popular buscaba
postularse para el Congreso. Los hombres tenían más posibilidades de ser elegidos. No
sabía por qué eso me aterrorizaba, pero lo hizo. Debo admitir que incluso podría haber
sentido envidia de su éxito.
Después de todo, me había quedado con el extremo más corto del palo. Esto era
todo para mí.
Mi padre murió a los treinta y seis años, dejando a mi madre con dos hijos que
mantener. Mi hermano mayor disfrutó de una educación. Yo “disfruté” trabajando en
un restaurante después de la escuela para ayudarlo a terminar sus estudios
universitarios.
Él nunca fue un idiota al respecto, y si me sentí un poco amargada al respecto, no 28
es culpa suya que nuestra madre haya tratado de criarlo. Así eran las cosas ahora.
Si hubiera tenido la oportunidad, creo que me hubiera gustado ser maestra. Me
gustaban los niños, incluso si no me hubiera entusiasmado mucho tener uno con un tipo
cualquiera solo porque el acervo genético debe aumentar.
Mi cuñada fue una mujer muy afortunada. O tal vez no. Después de todo, ella era
la que iba a perder a su cónyuge.
Iba a perder a mi hermano.
Dos niños necesitarían apoyo financiero y ya les había estado enviando la mitad
de mis ganancias todos los meses durante años.
Mierda. Tendría que encontrar un nuevo trabajo de inmediato.
—Deberías irte. —Sí, el marinara había arruinado la camisa de Rosalee. No habría
manera de quitar esa mancha.
Si me fuera ahora, perdería las propinas. Necesitaba ese dinero. —Todavía no he
terminado con mis mesas.
No había ninguna compasión esperando en los grandes ojos marrones de la
camarera que había cabreado. — El chef te quiere fuera. Estás provocando una escena
parada aquí mirando al vacío. Solo vete.

28
Mi bolsillo vibró y salté, chillando: —La mesa doce está casi lista. Puedo dejar la
cuenta ahora.
Rosalee escupió: —¿Cómo te lo explico? Estás despedida. Fuera.
El zumbido de un teléfono que vibraba directamente al lado de otro, me molesto
lo suficiente como para pararme recta y me vuelvo hacia mi compañera de trabajo. —
Me iré cuando la mesa doce haya pagado.

29

29
5
Traducido y Corregido por

Sintiendo mucha pena por mí misma, salí del restaurante con un bolsillo lleno de
menos de cincuenta dólares.
Y un nuevo estúpido teléfono.
Sabía que los amigos alienígenas de Phi habían visto y escuchado lo que había
sucedido. Estaba segura de que me observaron en esos últimos quince minutos antes
de que prácticamente me empujaran por la puerta, y no pude evitar estar enojada con
el par de ellos.
De alguna manera, esto se sentía como su culpa.
No, eso era solo yo cambiando la culpa. Era más fácil estar enojada con los 30
extraños que asumir la responsabilidad de mi propia torpeza y malas decisiones.
Había otros restaurantes. Encontraría otro trabajo. Todo volvería exactamente
como siempre fue. Me dije esto en la larga caminata a casa. El mantra no ayudó a aliviar
mi estado de ánimo de mierda.
Ignorar la vibración constante en mi bolsillo, por otro lado, me hizo sentir un poco
mejor.
Podría haberlo silenciado. Podría haber apagado el teléfono.
Pero no lo hice.
Tal vez me hacía sentir menos sola en ese paseo de la vergüenza. Phi había venido
a mi apartamento, había tenido relaciones sexuales conmigo, completamente para mí.
No había ganado nada. A una parte de mí, la parte que estaba cansada de hacer todo por
todos los demás, le había gustado más de lo que debería.
Incluso con la extraña polla alienígena.
Estuve casi tentada a responder solo para ver si podía huir con esa sensación
nuevamente.
Estaba más tentada a tirar el teléfono a la calle y verlo pulverizarse al pasar los
autos.
En cambio, seguí caminando.

30
A mi izquierda, justo en el centro de mi ciudad, había un parque donde había
jugado al fútbol cuando era niña. Había árboles viejos, un lago, un pequeño segmento
de vida silvestre y una belleza escarpada en la jungla de concreto en la que me había
criado. La gente ya no iba allí.
Ahora, el parque, como tantos otros lugares en todo el mundo, estaba lleno de una
brillante nave espacial negra más grande que el rascacielos más grande del brillante
distrito financiero.
Eso me molestaba. Y era otra cosa de la que simplemente no hablamos.
Mirando el monolito, lo que sabía que había sido aplastado debajo de él, frunzo el
ceño. Había habido un swing set ni a cincuenta pasos desde donde estaba parada y había
jugado cuando era pequeña. Me había encantado ese parque.
Un resplandor desagradable era todo lo que podía ofrecer. Y siendo como era, ni
siquiera sabía si mi resplandor estaba en la dirección correcta.
La suavidad de la nave negra dificultaría saber dónde podrían ubicarse las puertas
o ventanas. La superficie vítrea parecía helada, incluso con el sol de principios de otoño
brillando tan resplandeciente que tuve que entrecerrar los ojos.
Me apoyé contra la cerca de hierro forjado y me pregunté si había alguien dentro. 31
¿Podrían verme mirando y saber cuánto no me gustaba esa cosa negra?
¿Sabían cómo me sentía?
Esa nave de la que nadie habló y nadie vino a ver no debería haber estado allí. Mi
columpio y hermosos árboles deberían haber estado allí. ¡Gansos agresivos y un lago
verde deberían haber estado allí!
—Emily. —Había casi una pregunta en la forma en que había dicho mi nombre.
Preocupación.
Cuánto tiempo Phi había estado de pie detrás de mí, no podía decirlo. Pero podría
decirte que en el fondo sabía que él estaría allí, invadiendo mi mal humor sobre este
lugar que una vez fue genial.
No me di la vuelta para reconocerlo, pero sí hablé. —Mi hermano se está
muriendo. No sobrevivirá el año.
No tenía idea de por qué le había dicho tal cosa a Phi, ni entendía completamente
por qué mi voz le señalaba la culpa.
Tres dedos largos se extendieron hacia adelante para agitar la masa de mis rizos,
para jugar con ellos. Me estremecí, retrocediendo, mis ojos atrapados en el obturador
de sus pupilas de tinta. Clic, clic, clic, clic en esa cámara silenciosa e inquietante.
Aun tocándome, después de retirarme. —El impacto ambiental que su especie ha
tenido en este planeta es catastrófico. Las consecuencias son extremas.

31
Y mi especie se estaba muriendo. ¿Cuántas generaciones podríamos haber
dejado? Tal vez por eso habían venido aquí, para esperar a que muriéramos mientras
intentábamos subvertir la contaminación antes de que arruináramos la tierra para que
ellos barrieran de debajo de nuestros pies podridos.
Buscando a tientas en el bolsillo de mi delantal el teléfono de Phi, solté: —Solía
jugar aquí cuando era pequeña. Tu nave... rompió…
Me cortaron cuando Phi inesperadamente dio un paso adelante y presionó su boca
contra la mía.
Como la primera vez que hizo algo así fuera de mi restaurante, me sentí abrumada
y borracha en segundos. Barras de hierro forjado cavando en mis omóplatos, encontré
mi cuerpo atrapado por la cerca, el macho verde plateado y todo un montón de
sentimientos que no debería tener.
Y estaba muy triste por alguna razón.
Tratar de murmurar cosas en su boca no tenía sentido, todo lo que conducía era a
una serie de chirridos sofocados dejados morir.
Phi exudaba entusiasmo más allá de la lengua magistral que era un poco
demasiado tosca para sentirse normal. Fue en la forma en que me abrazó, la forma en 32
que me presionó hacia atrás mientras desenganchaba la puerta a nuestro lado.
Atrayéndome al parque, tirando de mí directamente a esa vasija negra brillante,
me tuvo contra ella antes de que me diera cuenta de lo que había hecho.
Esa superficie impecable no era fría como había sospechado, sino cálida por el sol
e inmensamente relajante en los músculos doloridos y tensos por un día de mierda en
el trabajo.
Dibujando mi mano hacia la protuberancia entre sus piernas para que pudiera
sentir que tomaba forma, Phi parecía prometer que el grosor y la longitud en expansión
eran míos, que lo había adaptado a mi cuerpo y deseos.
Los elegantes dedos deshicieron los botones de mi uniforme, separando la camisa
blanca a pesar de que estábamos a la intemperie. Mi sujetador no era bonito ni caro. No
tenía encaje ni satén. No importaba. Las copas fueron tiradas hacia abajo hasta que mis
pezones se liberaron, dejados descaradamente expuestos. Las copas dobladas
empujaron mis pechos hacia arriba para que él pudiera meter las puntas en su boca, y
podría haber gemido al aire libre como una puta que hace trucos en un callejón.
Cómo sabía amasar y pellizcar, chupar y lamer, no podía decirlo. Los de su tipo no
tenían pezones, al igual que no tenían ombligo, pero cada vez que jugaba con los míos,
envió un disparo justo entre mis piernas. Con la cabeza echada hacia atrás, mi peso
apoyado por el ángulo de la nave, me aferré a lo que me distraía de todas mis
preocupaciones. Cuando rompió el botón de mis pantalones y los tiró hacia abajo, lo

32
dejé liberar una pierna por completo y me enganchó más alto para envolver mis
extremidades alrededor de él sin la carga de tela entre nosotros. Su cierre estaba abajo,
mis piernas extendidas, y con un empuje seguro… ese instrumento con su frenético
anillo de tentáculos retorcidos estaba completamente dentro de mí.
Cualquiera en la Avenida 11 podía ver, no es que yo tuviera la capacidad mental
de registrar a los extraterrestres que se habían detenido en su viaje para observar desde
la esquina de la calle, o preguntarse sobre las vistas de los diversos ocupantes desde
casas mucho más bonitas que la mía. Jadeando como si hubiera corrido una maratón,
me lanzé contra cada estocada enloquecedora, respirando su nombre, suplicando.
La abrumadora necesidad de estar tan llena de él, nada más importaba, borró todo
lo demás en mi cabeza. En ese momento, había olvidado mi mañana podrida, mis
ansiedades, mi hermano, el columpio aplastado debajo del barco… Mi nombre.
Me habría arrodillado a sus pies.
Habría tomado esa polla palpitante en mi boca y habría dejado que se retorciera
por mi garganta para que el mundo la viera.
Me estaba ahogando, y él era aire limpio, su órgano se movía para rascarse hasta
el último nervio hasta que yo estaba temblando y haciendo ruido que ninguna mujer
digna gemiría ni siquiera en los momentos privados más retorcidos. Lo sentí palpitar a 33
tiempo con mi corazón, me pregunté si curvaría su polla de la manera en que lo había
hecho la última vez que nos habíamos follado, hasta que ese punto dulce le hizo
cosquillas, y sentí que mi clítoris podría explotar.
Él lo hizo, y grité.
El oleaje entre mis piernas, la forma en que tiró de mis labios de coño y onduló
hasta que pude estallar, sería mi muerte. Phi lo montó. Me arrastró a través de él y llenó
todos los lugares dentro donde siempre me había sentido vacía.
Me sentí viva.
Y entonces se acabó.
Las réplicas de mi orgasmo fueron casi dolorosas, y sabía que mi cara estaba
arrugada, que mi boca estaba abierta y que había derramado una cantidad obscena de
líquido para humedecer los pantalones abiertos del alienígena.
Estaba tan quieto, mirándome fijamente, esas pupilas cambiando aunque sus ojos
nunca se movieron.
Inmovilizada contra la nave, con las piernas alrededor de su centro, sentí que su
agarre en mi cadera se tensaba mientras apretaba su pelvis hacia adelante como para
puntuar lo que acabábamos de hacer.
Y luego me sentí más...

33
Hubo un cambio en ese órgano. Un aleteo maníaco como si lo que había sido suave
hubiera brotado… no sabía cómo explicarlo, ¿antenas?
Retorciéndome, traté de encontrar la fuerza para decirle que había terminado con
ese viaje.
—Quédate quieta. —Su voz, era pesada de mando y espesa de su placer.
Era demasiado. Demasiada sensación y plenitud acumulándose dentro de mí,
hasta el punto de que incluso pude ver el movimiento tan ligeramente detrás del plano
de mi estómago. Esas cosas que buscaban invadieron, y comencé a acalambrarme
cuando todos parecían encontrar lo que estaban buscando y se zambullían.
Él no había hecho esto antes, y descubrí que quería que se detuviera. Su segunda
mano voló para cubrirme la boca cuando comencé a protestar. Nos fusionó, su rostro
de éxtasis cuando la más pequeña de las cosas que se deslizaban rompió mi cuello
uterino y entró en mi vientre.
La sensación era como el golpe de un hisopo de Papanicolaou, incómodo y agudo.
Momentos después, salté cuando escuché un fuerte estallido. Era él, y lo que había
causado el sonido le había dado un lanzamiento fantástico. Gimió de una manera que
me hizo sentir completamente sucia. Pero ese fue el final. Esas cosas horribles se 34
retrajeron, mis dolorosos calambres terminaron y su agarre mortal sobre mi cuerpo se
volvió suave. Dulce.
Los labios de Phi fueron a mi cuello, el hombre presionando besos a la carne. —A
medida que mi cuerpo continúe adaptándose al tuyo, la incomodidad retrocederá.
Pronto, lo disfrutarás.
¿Qué coño me acababa de hacer? Mis manos fueron a cubrir mis pechos hinchados,
mis ojos se lanzaron entre nuestros cuerpos para confirmar que era una mancha de
sangre que vi en su polla. No estaba segura de sí era mía... o el suyo. ¿Sangraban en tonos
rojos?
Empecé a empujarlo.
La forma en que tomó mi mandíbula y me hizo encontrarme con sus ojos, sentí
que me estaba hablando. Diciendo: No hice esto la primera vez que follamos porque
necesitaba que supieras cuánto placer podría ofrecer. No siempre hará daño. Todo está
bien. Esto es lo que soy. Esto es lo que eres.
Luego me besó, y fue suave y prometedor, el cepillo de su boca siendo cuidadoso.
La nave ya no se sentía caliente en mi espalda. El sol se había ido, los dos habíamos
follado como perros callejeros por Dios solo sabía cuánto tiempo. En el momento en que
me estremecí, él calentó sus manos hacia arriba y hacia abajo de mis brazos. Me llamó
bonita.

34
Y yo, me sentí como si me hubieran engañado.

35

35
6
Traducido y Corregido por

Tomarse de la mano con una criatura que solo tenía tres dedos extremadamente
largos no era tan incómodo como podrías imaginar. Tratar de evitar que los pantalones
rotos se cayeran durante dicha caminata lo fue. Mi delantal ocultaba el daño a mis
pantalones, pero o perdí peso o las malditas cosas se rompieron peor de lo que pensaba:
con cada paso, tenían que ser subidos.
Era mucho más distractor que la sensación de cálida piel alienígena contra mi
palma.
—¿Has comido hoy?
—Sí —mentí, tratando de enganchar mi pulgar debajo del lazo de mi cinturón para 36
fijar mis malditos pantalones en su lugar—. Comí en el trabajo.
Hizo una pausa en nuestro desfile, mi paseo de la vergüenza. —¿Por qué no me
dices la verdad?
Porque ahora que estaba desempleada, no tenía dinero para comer. Perderme una
o dos comidas no me mataría.
Y no era asunto de Phi.
Más importante aún, mis pensamientos sobre el asunto no se hablaron en voz alta,
porque lo estaba mirando, mis pies se negaban a ceder otro paso. —¿Estas leyendo mi
mente?
Una suave sonrisa llegó a su boca. —Cuando mientes, entrecierras los ojos.
—¿Puedes leer mentes? —Fue grosero, la forma en que lo acusé con esa pregunta.
Pero en ese momento parecía una pregunta muy válida.
No reaccionó a mis sospechas, mi sutil hostilidad o mi intento de deshacer
nuestros dedos. Se atuvo y habló claramente. —Puedo leer cada una de tus expresiones,
la cadencia de tu corazón, la forma en que hueles, tu tono.
Tenía una sensación muy inquietante de que había mucho más. El corazón que
acababa de mencionar comenzó a correr, mi respiración se volvió superficial y
murmuré: —Eso no me hace sentir muy segura.

36
—Debería. Solo piensa en lo bien que podré cuidarte.
—Puedo cuidarme a mí misma.
—He visto tus condiciones de vida. Son deficientes, estrechos y sucios. Haré un
mejor trabajo proporcionando lo que necesitas.
Era casi gracioso lo simple que hablaba de gestionar mi vida... como si tuviera
derecho a hacerlo. —No soy una mascota, Phi. No puedes simplemente sacarme de la
calle y mantenerme.
Volvió sus ojos negros sobre mí y dijo: —Pero quieres venir a mi casa, ¿no?
¿Quieres saber más sobre mí?
Las marcas en su rostro eran más oscuras de lo que recordaba, distrayendo.
Incluso su mandíbula parecía más masculina, más humana. ¿Siempre había tenido los
labios llenos?
De repente nublado, mi atención se perdió totalmente en dónde estábamos o de
qué habíamos estado hablando. —¿Qué?
Me sonrió, me acarició los dedos por la mejilla. —Afirmaste que tenías hambre. Te
preguntaba dónde te gustaría comer. 37
Tenía una comida favorita. —¿Alguna vez comiste comida china? Hay un gran
lugar cerca de mi apartamento. —Mencionar mi apartamento me sacó las cejas bajas.
Había algo al respecto, algo que había olvidado—. Creo que dejé mis llaves en el trabajo.
Volver allí con mi ropa y mis pantalones colgando no era una opción.
Nunca lo viviría.
—Emily, ¿por qué no pasas la noche conmigo? Podemos pedir comida china desde
cualquier lugar que desees. —Con las yemas de los dedos arrastrando a lo largo de mi
cuello, Phi agregó—: ¿No quieres conocerme mejor?
Ni siquiera sabía lo que hacía para ganarse la vida. Teniendo en cuenta que había
tenido relaciones sexuales con él dos veces, que estaba sosteniendo su mano en público,
parecía un poco negligente de mi parte. —No sé…
—Estarás perfectamente segura conmigo.
La humedad en mi ropa interior me distrajo. Era viscoso, y tuve la sensación de
que si mis pantalones no hubieran sido negros, habrían tenido una pequeña mancha
roja. Y eso parecía increíblemente importante de señalar. —Me dolió.
Suave y dominante, me recordó: —Pero ya no duele.

37
Agotada, bostecé a pesar del mal momento y sacudí la cabeza. Los extraterrestres
no dormían. No tendría una cama, ni almohadas esponjosas, ni mantas calientes. —
Necesito irme a casa. Guardaremos la fecha para otro momento.
—Pero no tienes tus llaves, ¿recuerdas?

Tenía que estar soñando.


Tan cómoda que casi luché contra el estiramiento obligatorio de despertar de mi
cuerpo, mis ojos observaron una vista sobre la ciudad que definitivamente no provenía
de la ventana de mi apartamento. Mi ventana daba a un edificio de ladrillo a unos tres
pies de distancia. Esta ventana mostraba la majestuosidad del centro de la ciudad.
Incluso pude ver un cielo azul.
Mis sábanas no eran tan suaves; mi colchón de segunda mano no era tan cómodo.
Ni siquiera me despertaba con hambre. 38
Porque había tenido una gran cena y había estado tan somnolienta que poderosos
brazos me habían llevado de una mesa pulida tan negra y brillante como una nave
alienígena y me habían puesto en el paraíso.
Una mano fuerte apretó mi cadera, la sensación de un cuerpo en mi espalda
moviéndose al unísono con mi estiramiento. —¿Soñaste?
Siempre soñaba. Todavía estaba soñando porque no me sentía despierta en
absoluto. Entonces, ¿qué importaba si confesaba? —El lago…
—¿Qué estábamos haciendo en el lago?
Sonreí, girándome en brazos que estaban abiertos para abrazarme. —Riendo al
sol.
Acurrucada en un pecho ancho, parpadeé. Rayas de color verde plateado
demasiado hermosas para describir brillaban ante mis ojos.
Mi cerebro prestó atención.
Este era el apartamento de Phi, su cama. ¿Por qué incluso tenía una cama?
Presionando hacia atrás para observar mi entorno, me senté. Rodeada de un edredón
nórdico, más almohadas a mi espalda de las que incluso poseía en mis tristes intentos
de hacer que mi apartamento fuera hospitalario, estaba envuelto pero completamente
desnuda.

38
¿Qué diablos?
Un brazo fuerte siguió, acomodándose alrededor de mi cintura mientras mi
anfitrión me miraba.
Era demasiado extraño para las palabras. —¿Estás acurrucándose conmigo?
—Lo estoy.
—¿Por qué?
—Quería hacerlo.
¿Por qué perder el tiempo? —Pero no duermes.
Y ahora que estaba despierta, sabía que no había sido él en mi sueño, había sido
mi hermano quien se había estado riendo conmigo en el lago. Tenía que serlo. Nunca
había escuchado a Phi reír. Es posible que su especie ni siquiera sea capaz de producir
tal sonido.
—¿Por qué te preocupas por lo que hago y lo que no hago? ¿Por qué no imaginar
que me quedé a tu lado porque disfruto estar cerca de ti? Me dio placer. Te dio un sueño
profundo y relajante. ¿Nadie en tu vida hace nada por ti solo porque quiere?
39
¿Qué importaba eso? —No.
—¿Entonces consideras que la negligencia es habitual? —Acariciaba su nariz a la
mía—. Cambiaré eso.
—No estoy descuidada. —No había nadie en mi vida, así que nadie podía
descuidarme.
—Cuando te ofrezco cosas te pones nerviosa. Cuando te doy placer te vuelves
cautelosa. Sí, eres el arquetípico para el humano descuidado.
Cada vez más insultada, adelgazo los labios. —¿Y tú que eres?
—Soy alguien enamorado de un humano bonito y descuidado. —Rápido y suave,
se inclinó solo para empujarme hacia atrás contra las almohadas y flotar sobre mí.
Incluso parecía presumido.
Era una expresión extraña en una atractiva cara alienígena. Una cara que te juro
era diferente de lo que había sido el primer día que nos conocimos.
—Mientras dormías, consideré lo que se debe hacer. ¿Cómo te convencería de que
disfrutes de esta habitación que decoré para ti? ¿Qué negociaciones hay que ofrecer
para conseguir que comas los alimentos recogidos y esperando en mi nevera?
¿Lucharías contra un acuerdo tan beneficioso sobre la base de la independencia
femenina? Parece que disfrutas siendo beligerante.

39
¿Beligerante? —¿Disculpa?
Me besó, con los labios en la frente. —Ayer, te llamaste mascota. ¿Te ves a ti misma
como indigno de atención positiva? Tal vez quiero mantenerte. Tal vez no tengas otra
opción en el asunto.
Estaba bromeando, podía decirlo, como si acabara de aprender el matiz de este
tipo de interacción humana y no pudiera esperar para aplicarlo. —Phi, necesito ir al
baño.
—¿Puede esperar? —Tomó un puñado de mi pecho y comenzó a amasarlo
mientras simultáneamente jugó con mi pezón—. Estabas tan cansada anoche y
necesitabas descansar. Ahora que has dormido, necesitas algo más.
Respirando dejando mi cuerpo en un suspiro, apoyé la cabeza hacia atrás contra
las almohadas y cerré los ojos. Lo tomó como una invitación para agregar su boca a la
mezcla.
Tomándose su tiempo, aprendió los entres entresuelos de mis senos, lo que me
hizo jadear, el tipo exacto de fricción que aumentó mi excitación.
Me acarició y amasó y me aprendió.
40
Mis muslos ya se estaban separando por sí mismos, pero mi mente estaba
atrapada en un último pensamiento. —¿Qué obtienes de esto?
Su forma se desplazaba hacia abajo, su boca rozando mi vientre, murmuró: —A ti
—antes de sumergirse más abajo.
El hombre moderno generalmente no realizaba este acto. Se ponían directamente
en el negocio o exigían que se les hiciera. Claro, había chupado algunas pollas a lo largo
de los años, pero nadie me había besado allí antes, y mis dedos de los pies se curvaban
antes de que pudiera detenerme.
Dios, se sentía increíble. Pequeños lamidos de una lengua abrasiva, el dulce
barrido de un dedo sobre una entrada resbaladiza. Cuando Phi chupó mi clítoris entre
sus labios, cuando me lanzó con ese dedo largo, me arqueé de la cama e hice un agarre
por él.
Galimatías2. Sabía que estaba hablando galimatías.
Mi mano a su cráneo liso, lo vi devorarme. Esos ojos alienígenas siguieron todo lo
que hice, me vieron retorcerme y gritar. Era demasiado.

2 Un galimatías es un término usado para describir un lenguaje complicado y casi sin sentido,

embrollado, lenguaje oscuro por la impropiedad de la frase o por la confusión de las ideas.

40
Corriéndome con fuerza, me abato contra esa boca tortuosa, gruñendo como un
cerdo enraizando.
¡Y fue glorioso!
Nadie en toda mi vida me había hecho sentir tan bien.
Pegada a la cama, a los ecos de placer, no pude moverme mientras él se arrastraba
hacia adelante, su polla alienígena ya en la forma que pretendía usar en mí. No lo hice,
no pude resistirme.
Flexible, lo dejé deslizar ese órgano aleteando dentro. Incluso me asomé para
encontrar los pequeños tentáculos que manipulaban mis labios y clítoris. Apoyando sus
brazos para que su cuerpo permaneciera elevado, Phi lo hizo para que yo pudiera mirar.
Todo el asunto en mi opinión, familiarizado ahora con lo que ese órgano bestial
podía hacer dentro de mí, me emocioné hasta un grado vergonzoso. A veces se hinchaba
dentro de mí. Momentos después, ese órgano se curvaba, ondulaba o se retorcía. Nunca
era como la forma tubular ordinaria de una polla humana.
La polla humana nunca se compararía, y ese pensamiento me pareció igualmente
emocionante y horrible. Nada sería mejor que esto. Me había arruinado para mi propia
especie. 41

Mientras bombeaba, mientras me usaba, creo que incluso comencé a llorar.


El orgasmo se torció, se enrolló a lo largo de mi columna vertebral, el cerebro poco
más que una papilla de sentimiento. Clavando mis dedos en su espalda, dejé una marca.
Fue justo, me estaba marcando incluso si el tatuaje era invisible. Nunca se lavaría.
Nunca sanaría.
Mi agresión sacó su placer. Incluso mientras mi coño todavía se apretaba y tenía
espasmos, él desató esas cosas que traerían dolor.
Como había prometido el día anterior, descubrí que a pesar del calambre, me
gustaba. Invasión. Las púas en forma de aguja se deslizaron a través de mí más
profundamente que antes.
En lugares de mi cuerpo donde los objetos extraños podrían causar un gran daño.
Así era como iba a morir.
Pop.
El hombre gimió, bajo, gutural y extraño.
El dolor se retiró. La vida floreció donde la oscuridad se había colado solo unos
momentos antes.
Seguía viva.
41
Mi coño se apretó como para mantener su tentáculo retorcido de incomodidad
dentro de mi núcleo.
Vagina traidora.
Ambos estábamos jadeando cuando terminó, cada uno mirando al otro. Cada uno
hipnotizado.
No hice un guiño hasta que comenzó un retiro cuidadoso, y fue entonces cuando
registré cuánto me dolía realmente.
Me habían ensartado. Verdaderamente penetrado.
Había sangre que no necesitaba mirar hacia abajo para registrar.
Gimiendo, me quedé quieta como si eso pudiera salvarme. Incluso saqué a mi
torturador. —¿Qué me hiciste?
Un macho que no podía verse más contento. Tal vez incluso se veía
profundamente enamorado. —Eres gloriosa, Emily. Absolutamente perfecta.
Quería presionar mi mano entre mis piernas y acurrucarme. Quería llorar. Pero
su enorme cuerpo todavía descansaba en la cuna temblorosa de mis muslos doloridos,
un monolito inmóvil. 42

Arrullando mi avería, insistió, acariciaba. —Quédate quieta y deja que suceda.


Pero terminó, ¿verdad? ¿Qué iba a pasar? ¿Por qué quedarse quieta?
Realmente iba a morir. ¿Es por eso que estos invasores habían venido? ¿Iba a
cenar? ¿Cómo había terminado en esta habitación?
—Shhhhhhh. —Una mano grande comenzó a frotar mi vientre hinchado. Una
pequeña protuberancia de carne que sobresalía donde nunca antes lo había hecho—.
No hay necesidad de asustarse.
Volví a preguntar, desmayada, y de repente demasiado cansada para mantener los
ojos abiertos. —¿Qué hiciste?
—Te di un regalo.

42
7
Traducido y Corregido por

Al despertarme sobresaltada, me senté, con el pelo hecho un desastre. Y realmente


necesitaba orinar. Phi no estaba en la habitación para evitar que saliera de la cama. No
estaba allí para inmovilizarme, o comerme el coño, o follarme con sus jodidos tentáculos
que destrozaban a una persona. Ésta era mi oportunidad.
Después de asegurarme de no orinarme tratando de llegar a casa.
El baño de la habitación era muy elegante, pero yo estaba demasiado distraída con
la necesidad de orinar y escapar como para prestarle mucha atención.
Usé el inodoro y corrí al fregadero para lavarme las manos.
43
Y grité.
Había una mujer en el espejo mirándome. Una mujer que nunca había visto antes.
Su cabello era más largo que el mío por unos buenos quince centímetros, y su piel
era clara, sin una mancha, sin marcas oscuras debajo de los ojos o una sola arruga. Era
radiante.
Y se atrevió a parecerse a mí.
Phi atravesó la puerta.
Sin saber por qué estar más molesta, miré de espejo a hombre, de un lado a otro,
despegándome. Porque, ¿qué diablos estaba pasando?
Como si se diera cuenta de que su demostración de emoción solo alimentaba la
mía, se quedó calmo como aguas plácidas. —¿Soñaste?
—¿Qué? —¿Qué tipo de pregunta era esa?—. ¿Qué diablos está pasando?
—Estás molesta. —Una declaración para todas las edades.
Mucho más que estar molesta me llevó a tomar lo más cercano, un paquete de
cepillo de dientes sin abrir, como arma. No sabía por dónde empezar. Estaba desnuda,
en un lugar extraño, con una criatura muy extraña. La sangre seca todavía formaba una
costra en la suave piel entre mis muslos. Y necesitaba salir. —¿Dónde está mi ropa?

43
—Las destruí. No las necesitarás aquí. La temperatura se mantendrá a tu
comodidad.
Mi teléfono, billetera y llaves estaban en mi delantal...
Con los ojos abiertos de par en par, supe, sabía hasta la médula, que mis llaves
habían estado en el bolsillo delantero. ¿Por qué había pensado de otra manera?
—Estás jugando con mi cabeza. ¡Es lo que hacen ustedes los hombres verdes! —
Gritando, presa del pánico sin medida, le arrojé el cepillo de dientes sin abrir—.
¡Invadiste nuestro mundo! ¡Me engañaste para que viniera aquí!
Clic, clic, clic fueron esos ojos negros. —No es saludable permitir que la presión
arterial se eleve de esta manera. Por favor, respira y cálmate.
Tomando aire, traté de retenerlo a pesar de que mi pecho ya lo estaba forzando a
salir. Tomé un respiro. Tomé otro.
—Siéntate aquí.
Mis piernas se tambalearon, los músculos se tensaron en rechazo al movimiento
incluso cuando me acerqué al inodoro y me senté en la tapa.
Tomando un vaso del fregadero, Phi lo llenó de agua y luego me lo tendió. — 44
Bébela.
No quería, realmente no quería. Pero el agua fría encontró mis labios, y antes de
darme cuenta, me tragué todo.
Sin embargo, las lágrimas corrían por mis mejillas. Con un llanto feo, mocos y todo,
le pregunté: —¿Por qué haces esto?
Con los brazos verdes plateados llenos de músculos, poder y más fuerza que la
que poseía cualquier hombre de la tierra, Phi cruzó los brazos sobre el pecho. Como si
posara. Como para mostrar sus plumas, el orgulloso pavo real macho busca atraer a su
pareja. —Porque estás molesta y no deseo que te hagas daño.
El único daño que quería causar era al hombre que había hecho cosas que me
dejaron sangre en los muslos.
Con el dedo en mi ahora plano vientre, sentí cada pedacito del hematoma viviente.
Y dejar que mi mirada cayera sobre él con el peso de la última mierda que le había
permitido a todos los machos de todas las especies durante toda mi maldita vida.
Phi me dio mi mirada.
Me dio paciencia.
Amabilidad.

44
Una mano de tres dedos tomó el vaso cuando me derrumbé hacia adelante. Con la
cabeza entre las rodillas como una muñeca de trapo, flácida, dolorida y completamente
hecha un desastre, me acurruqué. Con los ojos en la baldosa de mármol debajo de mis
dedos de los pies, las lágrimas cayeron.
Phi corrió golpes por mi columna mientras lo hacían. El bastardo se atrevió a
arrullarme.
—¡No soy un gato! —Aunque siseé como uno.
Su gran mano no vaciló en su caricia. Con una voz sin enojo por mi arrebato, me
ordenó: —Detente con esa línea de pensamiento. Los de mi especie no los consideran
mascotas, aunque tenemos la intención de mantener hembras selectas de una manera
que tu podrías equiparar con una. Deberán realizarse ajustes en ambos lados para que
la asimilación funcione de manera óptima. Escúchame, Emily. Serás feliz como si
estuvieras en tus sueños del lago. ¿Recordar?
¿Por qué engañarme para que entre en su apartamento? ¿Por qué seducirme?
Pudo haberme agarrado en la calle y haberme llevado ese primer día, y ambos sabíamos
que ningún alma me habría buscado.
Excepto mi hermano y su esposa cuando el depósito mensual no se realizara. 45
Jesús.
Murmurando contra mis rodillas, me volví tan feroz como lo haría una mujer
temblorosa y aterrorizada. —Quiero algo para ponerme.
—Todo lo que desees te lo proporcionaré. —Y lo demostró quitándose la camisa
abotonada, envolviéndola alrededor de mi cuerpo con reverencia.

45
8
Traducido y Corregido por

Era incómodo sentarse en un taburete sin bragas. El botón que cubría mis pechos
no era lo suficientemente largo como para ofrecer una barrera real entre mi trasero y
el cuero mantecoso. Me estaba apegando a eso gracias a lo que todavía se filtraba de mí,
justo cuando Phi se mantenía a mi lado.
Un cuenco de fresas frescas, cortadas para comer fácilmente, brillaban como
rubíes en un cuenco. Un regalo que no me había dado el gusto durante algún tiempo.
Tal tentación que olvidé el rojo que manchaba el asiento y probé una fruta prohibida.
Se sentían como años desde la última vez que probé algo tan fresco.
La comida rápida era mucho más asequible que los productos sin tacha.
46
Quiero decir, no es como si nunca hubiera comido una ensalada, sino fruta de
verdad... este era un lujo que no podía permitirme.
Hambrienta como un maníaco, apenas masticaba. Las bayas sabían demasiado
bien.
Sol y tierra, naturaleza y salud, cosas que no encontraste en la ciudad.
Sabores que mi cuerpo anhelaba.
—¿Esto te ha hecho feliz?
—Mmmhh. —Eso es todo lo que estaba recibiendo de mí. Un gruñido y un trago
rápido de agua fría, y estaba de regreso cavando en el cuenco.
Quería que me comiera las provisiones que había reunido para mí en su
refrigerador. No estaba dispuesta a rechazar la comida gratis. Pero, aún insegura de lo
que eso significaba, me senté donde él había señalado y lo fulminé con la mirada
mientras él preparaba la fruta y me servía.
Eso es correcto. Una vez me convenció de que saliera del baño y fuera cojeando a
su hermosa y reluciente cocina. Me había servido a mí, la camarera.
La ironía no se perdió.
Ni siquiera tendría que dejar propina.

46
Con la boca llena, ingrata como podía ser, exigí: —Quiero que me devuelvan la
ropa.
El alien se encogieron de hombros. —Ya no están disponibles. No anticipé esta
reacción o te lo habría preguntado primero, pero entiende, Emily, estaban rotas,
manchadas y arruinadas. Se puede adquirir ropa nueva si significa tanto para ti. Pero,
¿no preferirías sentir el sol en tu piel? —Hizo una pausa, me miró y agregó—: Es una
piel tan hermosa.
Hermoso, mi culo. Esa mujer en el espejo fue una alucinación provocada por el
sexo demasiado duro. —¿Dónde está mi teléfono?
Phi me miró, notó que ya no estaba metiendo comida entre mis labios manchados
de bayas y formuló. —¿A quién deseas llamar?
—No puedes retenerme aquí...
—¿Por qué no querrías quedarte? —Era como si el alienígena estuviera realmente
confundido por mi irritación—. Hay comida, comodidad, seguridad. Dime qué necesitas
para ser feliz en mi compañía.
Enfadada. Quizás incluso más enojada de lo que debería haber estado
considerando que mi tiempo en su casa había sido placentero con los abrazos, los 47
orgasmos y las fresas. Así es, le había ofrecido comida, comodidad y seguridad. Y como
una vela apagada, así se fue mi temperamento. Pero no es mi propósito. —Quiero mi
teléfono, mi billetera y mis llaves.
Abrió un cajón cercano y sacó mis artefactos personales para colocarlos frente a
mí en el mostrador. Y luego no dijo nada. Esperando.
Tentativa, mis dedos se estiraron para rozar la carcasa rayada de mi teléfono
plegable, para probar que realmente estaba allí. El plástico sólido se encontró con mis
manos. Lo abrí para encontrar la batería descargada. La frialdad irregular de las llaves
de mi apartamento se palpó a continuación.
Apartando mis ojos de mis cosas, miré a Phi. Pese a lo enorme que era, parecía tan
abatido. Y me negué a caer en la trampa. —¿Por qué no pensé que tenía estos anoche?
Grande, imponente, pero de pie de una manera que insinuaba timidez, confesó: —
Emily, disfruto de tu compañía. ¿Es tan difícil imaginar que puedas disfrutar de la mía
también? ¿Qué inconscientemente creaste una excusa para ser rescatada después de tu
terrible día?
¿Cómo podría responder eso? Había demasiada agitación en mi cerebro como
para siquiera imaginar qué decir. —¿Rescatada de qué?
—La misma emoción que siento. Soledad, hermosa. —Inclinando su masa hacia
adelante, apoyó los antebrazos en el mostrador reluciente y me miró directamente a los

47
ojos—. Tenerte cerca es como un soplo de aire fresco. Por favor, quédate y déjame
aprender cómo velar por tu comodidad. Estoy dispuesto a hacer un gran esfuerzo.
¿Por qué? ¿A quién le importa una camarera tonta a la que no le importaba en
absoluto? —¿Otros de tu especie se involucran en este… comportamiento? ¿Persiguen
a otras chicas? ¿Otros... humanos?
Más cerca se inclinó, Phi clic, clic, clic en sus ojos. —Lo hacen si encuentran a una
mujer que les interesa. No es diferente a tu concepto de noviazgo. Es un arreglo
beneficioso para ambas partes.
Su entusiasmo parecía peculiar, así que presioné. —¿Entonces las mujeres
humanas son una diversión pasajera? ¿Una muestra de sabor local?
Pasando su pulgar sobre mis labios carnosos, Phi ofreció su opinión. —Todo sobre
ti me ha llamado la atención. Nunca he deseado a alguien hasta el punto en que entré
en un estado amoroso. Somos una especie monógama. Eres la única mujer a la que voy
a penetrar y asimilar. Esto es para siempre.
Siempre debería haber sido el boleto que me envió corriendo por la puerta. Pero
no. Otra palabra envió escalofríos hormigueos por mi columna. Cada episodio de
Twilight Zone, cada película de ciencia ficción, todas tenían este tema subyacente. — 48
¿Asimilar?
Phi me miró con una sonrisa que hubiera derretido cualquier corazón helado de
piedra, si hubiera sido humano, y dijo: —Nuestra pareja es más natural que el agua en
tu vaso o la división de una célula. Ya has notado un ajuste tangible entre nosotros.
Asumo los rasgos que necesitas y, a cambio, te realizo.
Estaba siendo tan directo y sonriendo con tanta dulzura que sentí que mi pánico
creciente estaba equivocado de alguna manera. Incluso tomé otro sorbo de agua antes
de decir con calma: —No te di permiso para cambiarme.
Él asintió con la cabeza, como si estuviera en desacuerdo. —Cuatro veces ahora
me has aceptado completamente en tu cuerpo. Dos veces he dado y recibido lo
suficiente para asegurar el progreso entre nosotros. —El negro plano de sus ojos
cambió, ardió por así decirlo, y sentí como si estuviera considerando llevarme hasta el
mostrador y hablarme con severidad—. Mi posición en tu vida, la tuya en la mía, es
inevitable.
Phi nunca se había mostrado firme conmigo. Siempre eran sugerencias que había
empleado, incluso una sensación de timidez que me atraía. Sentado allí, su forma
elevándose sobre la mía a pesar de que se inclinó sobre el mostrador me hizo sentir...
recatada, intrigada, enojada, incluso un poco excitada.
El alienígena definitivamente estaba interesado en la seducción. De hecho, aunque
el mostrador estaba entre nosotros, estaba segura de que su órgano estaba empezando

48
a tomar una forma tentadora. En mi mente ya me lo estaba imaginando inclinándome
sobre el granito, el frío sacudiendo mis rígidos pezones hasta el punto de jadear. —Me
manipulas. Sé que lo haces.
—Eres increíblemente perceptiva para tu especie. Esa aptitud ha llamado la
atención de muchos de mi especie. Aunque tuve la suerte de descubrir primero tu raro
rasgo, la verdad es que si no hubiera sido yo quien hizo un reclamo, habría sido otro.
No todos mis hermanos practican la misma técnica. He elegido ser amable al criar a mi
compañera de vida. Solo he ofrecido sugerencias. Nunca te hice hacer nada. Otros
habrían usado la fuerza, escondiéndote hasta que se completara la transición o hasta
que estuvieras embarazada y dependieras de ellos.
Con la sangre helada, no pude evitar reconocer que me habían arrastrado,
despojado de mi ropa y atrapado. —¿Me estás amenazando?
—Te advierto que otros, los agresivos ya se han dado cuenta. Somos una especie
competitiva a la hora de buscar pareja. Ya eliminé a varios retadores, hice una
demostración pública de mi reclamo, pero no puedo asegurar nada si estás fuera de mi
vista. Existe una atracción natural entre nosotros. Es posible que no sientas el mismo
apego por el próximo de mi especie que penetre en tu cuerpo en un intento de asimilar
a un compañero de vida.
49
El horror se reflejaba en mi rostro. —¿Me estás diciendo que ahora mismo las
mujeres están siendo utilizadas así en todo el mundo?
Instantáneamente, irradió consuelo. —Tenemos leyes. A las mujeres humanas
nunca se les permite tener miedo.
Sacudiendo la cabeza, respondí: —He tenido miedo.
Manos de dedos largos se acercaron a mi cara, colocándose suavemente para
acunar mi mejilla. —Eres especial, Emily. Resistente a la sugerencia. Ves cosas que el
resto de los de tu clase no puede.
Ese pensamiento molesto que se había retorcido en mi cerebro desde el día en que
aterrizaron las naves, tuve que decirlo en voz alta. —Porque esto es una invasión.
—Lo es.
Honestidad... se sintió bien.
Una toma no violenta de toda mi especie, una que está sucediendo justo ante
nuestros ojos. —¿Qué quieren de nosotros?
Las puntas de sus dedos comenzaron a hundirse ligeramente en mi cuero
cabelludo. —Compañerismo. No nos emparejamos. Los adultos deben encontrar una
especie compatible, adaptarse a ella e integrarse. Los humanos son extremadamente
compatibles.

49
No había mencionado algo extremadamente obvio. —Pero solo las mujeres.
Phi asintió con la cabeza, otro de nuestros gestos que había aprendido. —Los
machos de tu especie no pueden tener hijos. Eso los hace superfluos.
Y nuestros machos ahora tenían una esperanza de vida corta, vivían solo lo
suficiente para aumentar el acervo genético. Dejando a miles de millones de mujeres
sin opciones de pareja. —Tú eres la razón por la que mi hermano está muriendo. Tu
gente nos hizo esto.
—Sin nuestra interferencia, los factores ambientales habrían acabado con toda su
especie en menos de cien años terrestres. La humanidad se habría extinguido.
Ofrecimos una solución, ajustamos una variable genética para maximizar la población
femenina. Hacer que el gasto y el esfuerzo de los recursos valgan nuestro esfuerzo.
Alejando mi cabeza de sus manos, sentí que las lágrimas se derramaban de mis
ojos. —¿Como recompensa?
—Sé que te sientes como si te hubiera traicionado, pero he venido aquí para
salvarte. ¿Es imposible imaginar que serás feliz conmigo? ¿Soy realmente tan diferente
de un hombre humano?
No. Cada vez que lo veía, se veía y se comportaba un poco más humano. Su 50
habilidad para el mimetismo era asombrosa. Y al igual que un hombre humano, me
estaba utilizando para el sexo... o algo así.
Rodeando el mostrador, Phi me alcanzó, sus ojos negros abiertos y vulnerables.
—¿Dónde están tus pensamientos, Emily?
Salté del taburete pegajoso y retrocedí, levantando la mano para advertirle que
no se acercara. —¿No tienes miedo de que le cuente a todo el mundo lo que has dicho?
¿No tienes miedo de que les diga lo que eres?
Inclinando la cabeza hacia un lado, me estudió, mi postura, mi expresión, y estaba
segura, mi mente. —¿Qué cambiaría? No pueden oírte. Solo escuchan lo que les decimos
que escuchen. ¿Por qué trastornar su feliz existencia? ¿Por qué no aceptar el hecho de
que los de mi especie ofrecieron tu amable vida?
—¡A un precio! —El futuro de mi hermano, por ejemplo.
—Por favor, Emily. ¿Preferirías que tu especie se extinguiera?
No, claro que no. Pero estaba desgarrada, un poco aliviada de haber confirmado
que no estaba loca, realmente confundida… era un desastre. ¿El tipo de Phi era una
infección o una inoculación? —Amo a mi hermano.
—¿Es por tus recuerdos del lago? —Phi se atrevió a acercarse, para inmovilizarme
entre la pared y su cuerpo—. Emily, nunca has estado en ese lago. El recuerdo al que te

50
aferras es una herramienta, un escenario fabricado que te trae alegría, nos sumamos al
momento. Pero la implantación no le ha funcionado correctamente. Se suponía que
nunca imaginarías a tu hermano. Estabas sola para verme. Soy el que disfruta de la
natación y desea llevar a su compañera de vida al lago. La casa que ves al fondo es mía.
La construí para nosotros.
Eso no puede ser cierto. Recordaba ese día perfectamente, podía escuchar el agua
golpeando el muelle. Si volvía la cabeza, mi hermano estaría en el lago, haciéndome
señas para que me sumergiera.
Pero un cuchillo de palabras crueles cortó el reconfortante recuerdo. —Tu
hermano solo llama cuando su cheque mensual se atrasa o si necesita más dinero. Juega
con él. Lo sabes y te entristece mucho. Has tenido una vida excepcionalmente solitaria.
Una tristeza repentina y dolorosa se apoderó de mi corazón. Era difícil de tragar,
difícil sentir algo que no fuera una intensa depresión. Depresión, incluso el tono más
brillante de las cortinas fucsias baratas no pudo aliviar.
Y Phi era responsable de ello. Estaba provocando este horror. Y golpeé, con toda
la fuerza que una patética mujer humana podría ejercer contra un alienígena masivo y
musculoso. —Me estás haciendo sentir así.
51
Él nunca se estremeció. En cambio, trató de acariciar mi cabeza. —No. No estoy
haciendo nada. Así es como te sientes sin mi intervención. Esto es lo que eras antes de
conocerme.
Debo haberme visto como una niña con el corazón roto, mis brazos alrededor de
mi cintura como si pudiera abrazarme bien. Con los ojos muy abiertos, una expresión
perdida en mi rostro, comencé a llorar. —Por favor deje de hacerlo.
Pero solo empeoró. Llevándome a un piso demasiado elegante para que una mujer
de mi categoría pudiera siquiera mirarme.
—A primera vista, supe que te quería. Y con un solo roce de mi mente, creo que
puede haber sido la primera vez que sonreías, realmente sonreías, en años. Cuanto más
aprendía sobre tu vida, más tenía que intervenir. Me duele saber que estuviste triste
durante tanto tiempo.
Dios, me estaba ahogando en eso: la existencia mundana, el trabajo, el trabajo que
nunca me llevó a ninguna parte. Las llamadas. Tantas llamadas por más dinero,
sabiendo que no importa lo que le di, nunca fue suficiente. —¡Esto no puede ser real!
Phi sacó el elegante teléfono que me había dado de su bolsillo y lo puso en mis
manos. —Llamarlo. Háblale. Pregúntale a tu hermano sobre el lago.

51
9
Traducido y Corregido por

Con el nuevo teléfono en la mano, encontré mi camino hacia el balcón de Phi. De


pie al aire libre como si pudiera ofrecer privacidad. Qué ridícula fui. Agarrando ese
presente. Ese dispositivo inteligente extremadamente caro. Quería tirarlo por encima
de la barandilla, verlo navegar hacia abajo y romperse docenas de pisos debajo en la
carretera.
Porque todavía podía escuchar a mi hermano gritar: —¿Qué quieres decir con que
te despidieron? ¿Qué diablos te pasa?
No se había alegrado en absoluto de tener noticias mías.
Entre la tos seca y el sermón sobre la responsabilidad, me recordó que sus hijos 52
necesitaban útiles escolares, ropa, un techo sobre sus cabezas, y que mi trabajo como
familia era proporcionárselo. Después de todo, él no podía trabajar y su esposa tuvo
que criar a los niños. ¿Cómo se podía esperar que ella los mantuviera económicamente?
Me sentí fría, vacía y llena al mismo tiempo.
Me sentí no amada.
—¡Consigue otro maldito trabajo ahora mismo!
¿Cómo se había convertido mi vida en esto? Despierta, trabaja. Ve a casa, duerme.
Una y otra vez sin un día libre y sin nada que mostrar.
Todo lo que Phi había dicho era cierto. Lo horrible que sentí en ese momento era
mi vida, había sido mi vida durante tanto tiempo que me había acostumbrado a la
rutina. Antes de que Phi se metiera en mi mente, se sentía normal. Y habiendo sentido
alegría gracias a sus maquinaciones, desearía no haber aprendido nunca de otra
manera.
La puerta corrediza detrás de mí se abrió.
Él dijo: —Ese primer día, me sonreíste. Me reconociste. Un toque de nuestras
mentes y ya no te sentías sola. —Una mano aterrizó suavemente en mi hombro. Apretó,
amasando donde estaba tensa—. Es difícil para los nuevos mundos conocernos al
principio, pero pronto se vuelve natural. Te prometo eso.

52
Phi lo hizo sonar y sentir como si fuera tan simple.
Nada en la vida era sencillo. —Eres una especie diferente.
Suave como una brisa, su voz cayó sobre mí de una manera que nunca había
escuchado hablar a un hombre humano. —No es diferente a conocer a una persona de
una cultura lejana.
Cerrando los ojos, respiré temblorosamente. Podía imaginarme el protocolo, las
probabilidades de cómo operaban estos alienígenas, lo que debían haber hecho para
prepararse. Porque podría haber trabajado como mesera, pero como la mayoría de las
personas en el servicio, era cualquier cosa menos estúpida. —¿Qué sabes de las culturas
de la Tierra? ¿Cuántos idiomas puede hablar?
—Todos ellos. —Se movió de modo que su brazo pasó sobre mi hombro,
colocándome a su lado. Donde la vida era estable, cálida. Donde estaba protegida del
viento—. No estaba seguro en qué país encontraría a mi compañera de vida. Donde iba
a encontrarte.
Yo no tenía educación, tenía un currículum de mierda y muy poca confianza en mí
misma en ese momento. Demonios, apenas hablaba bien el inglés. Olvídate de mis
habilidades de ortografía. —Necesito ir a casa. 53
Acariciando mi cabello, Phi dijo: —No te sentirás mejor si vuelves a ese lugar y te
aíslas.
Con los ojos cerrados con fuerza, un dolor en la cabeza creciendo, tenía que estar
en desacuerdo. En mi mente ya estaba formando una lista de restaurantes, lugares a los
que podía presentar una solicitud de inmediato. Uno de ellos me contrataría.
Probablemente podría empezar a trabajar en uno o dos días. Podría conseguir dinero
para mi hermano. Nunca más necesitaría decirme que no valía nada.
A menos que uno de los compinches de Phi me sacara de la calle para tratar de
asimilarme contra mi voluntad, como él había dicho. El solo pensamiento era
repugnante. Ni siquiera estaba segura de sí Phi me había dicho la verdad. Aunque en
este punto, ¿por qué mentir?
La declaración probablemente no tenía sentido, pero lo dije de todos modos. —
Era más fácil antes de que supiera que podría ser diferente.
—Mis intenciones nunca fueron causarte desesperación. Pero, podría simplificar
su comprensión de todo lo que ofrezco. Tu vida conmigo será plena, feliz y segura.
—¿Y mi familia?
—Te han usado lo suficiente.

53
Eso no fue lo suficientemente bueno, ni mucho menos. Dos niños dependían de mí
para sobrevivir. Girando mi cabeza para encontrarme con sus ojos inhumanos, endurecí
mi resolución. —Necesito ir a casa.
Pude ver que estaba tentado a hacer vudú en mi cabeza, el clic, clic, clic listo para
funcionar. —¿Puedo acompañarte hasta allí? ¿Solo a la puerta?
Teniendo en cuenta que no tenía pantalones, necesitaría un hombre grande a mi
lado en caso de que algo saliera aún más mal.
Tampoco quería estar sola. —De acuerdo.

No necesitaba ver por la mirilla para saber que Phi estaba haciendo guardia en mi
pasillo. Podía sentirlo de alguna manera. No estaba amortiguando mi melancolía, pero
de alguna manera susurraba en mi mente que estaba allí cuando yo estuviera lista.
Y no estaba lista. 54

La leche de mi nevera se había convertido. Comiendo cereal rancio seco, me senté


en el borde de mi cama y miré por la ventana. La fachada de ladrillos del edificio vecino
se veía igual que siempre: mortero descuidado aplastando, ladrillos gastados que de
alguna manera se habían enmohecido con el tiempo.
Que vista.
¿Cuántos años había vivido en este apartamento?
Probablemente moriría en este apartamento… rodeado de cojines baratos y ropa
sucia, grasa de tacos de comida rápida debajo de mis uñas.
En serio, ¿en qué diablos estaba pensando Phi siguiéndome?
Así es, para asimilarme.
Todavía no estaba segura de lo que eso significaba más allá de la piel
repentinamente radiante y algo un poco más perturbador que había descubierto
mientras trataba de darme una charla de ánimo en el espejo del baño.
Donde la camisa abotonada se abrió, donde estaba sonrojada por estar molesta,
había visto un patrón sutil debajo de mi piel.
Algo parecido a las rayas.

54
No es similar a... exactamente igual. Las rayas marcaban la piel oscura de mi pecho.
¿Qué había dicho? ¿Dos veces mientras follamos, él había dado y tomado lo
suficiente?
Ahora, parecía más humano y yo parecía más alien.
¿Lo notaría la gente en la calle? ¿Hasta dónde podrían extenderse los juegos
mentales alienígenas?
¿Las líneas se volverían más brillantes o se desvanecerían si no dejaba que me
tocara de nuevo?
Me quedé mirando, pasando mis dedos por el patrón brillante, y luego desabotoné
la camisa. Desnuda, descubrí que estaban por todas partes, difíciles de ver a menos que
estuviera nerviosa, pero allí.
Incluso se verían bonitos en un disfraz de Halloween. Llévame a un club nocturno
y probablemente brillaría bajo las luces, para advertir a otros extraterrestres que ya me
habían reclamado.
Eso tenía que ser lo que eran, y había muchas otras cosas en mi cabeza como para
decidir si estaba enojada por eso. 55
Incluso podría haber estado agradecida. El cuadro que había pintado de mujeres
manipuladas por la mente que eran arrastradas fuera de la calle me aterrorizaba.
¿Cuánto tiempo pasaría antes de que la mayoría de las hembras estuvieran
marcadas?
Esta podría ser la nueva norma. Incluso a la moda.
No había estado a la moda ni un día de mi vida.
Mis rizos eran naturales, el maquillaje de farmacia, la ropa de segunda mano... y
ahora las rayas.
En el fondo, cuanto más pensaba en ello, más comprendía que nunca
desaparecerían. Lo único que los cambiaría sería el intento de asimilación de otro
hombre verde. Tenía rayas, lunares o remolinos ondulados, uno de ellos escribiría su
firma en mi piel.
Porque nos habían invadido y todo iba a cambiar.
Por estúpido que pareciera, no podía decidir en qué tema principal debería
centrarme. Había demasiados: Invasión, el esperanzado “compañero de vida” verde
plateado de pie en mi pasillo, el hecho de que necesitaba un nuevo trabajo de inmediato,
el recuerdo falso del lago, mi hermano, mi vida de mierda... podría continuar.

55
Abrumada, y decididamente arrepentida de mí misma, me dejé caer en la cama y
decidí ignorarlos a todos.
Excepto que no pude. Tumbada allí, abrazada a una almohada violeta con borlas
doradas, no podía dejar de pensar. Supongo que cuando estás realmente deprimido,
tomas decisiones tontas. Así es como la gente se hacía adicta a la heroína, ¿verdad? Los
adictos solo querían sentirse mejor.
Una túnica hecha jirones colgando de mis hombros caídos, fui a mi puerta y
descorrí el cerrojo.
Phi no dijo nada, paciente como siempre.
—Sin sexo, o como lo llames. —Dije estas palabras y luego abrí más la puerta para
que pudiera entrar.
Y lo hizo. Entró, me acompañó hasta mi cama y se acostó conmigo mientras yo
tocaba las borlas de mi almohada favorita y miraba al vacío.
Pasaron horas de silencio antes de que me durmiera, su bíceps debajo de mi
cabeza y su brazo alrededor de mi cintura.
Mis únicas palabras antes de cerrar los ojos fueron: —No estoy segura acerca de 56
las franjas plateadas.
Los labios llegaron a mi oído, un suave apretón alrededor de mi cintura me
tranquilizó. —Creo que son hermosas.

56
10
Traducido y Corregido por

Asumiré la culpa. Yo lo empecé.


Ningún sueño del lago había llegado a calentarme, ninguna mezcolanza mental de
vudú alienígena, y por alguna razón, despertar de esa manera, sabiendo que Phi no
había probado sus trucos, fue un consuelo que no podría describir.
Sabía que podía haberlo hecho; habría facilitado su objetivo. Pero había respetado
mis sentimientos, tanto hablados como no hablados sobre el tema. Lo que me hizo
sentir… bien.
Lo suficientemente agradable como para no agobiarme con sospechas constantes.
Lo suficientemente agradable que cuando me desperté y él todavía estaba a mi lado, no 57
me asusté de inmediato.
En cambio, lo estudié, el hombre alienígena que nunca dormía. Incluso dejo que
mis dedos exploren.
No empezó siendo sexual. Phi no intentó devolverme el toque, dejó que cada
decisión fuera mía.
Ver sus ojos se sintió demasiado íntimo, así que en cambio, estudié los planos de
su rostro, las rayas, los labios y la mandíbula que ahora entendía que habían cambiado
para parecer más humano. Incluso los toqué. Eran cálidos, como los míos. Atractivo.
Después de todo, su adaptación estaba dirigida a encantarme.
Cráneo liso, orejas más pequeñas y con una forma ligeramente diferente a la de
un humano, también exploré estas partes. Los lóbulos sensibles llevaron al hombre a
cerrar los ojos y respirar cuando los rastreé. Saber que sin darme cuenta le había dado
placer… me excitó.
Abandonando orejas por cuello, seguí la línea de su garganta hasta que su camisa
dejó de explorar más.
¿Qué pasaría si presiono el primer botón, luego el siguiente y el siguiente? ¿Qué
pasaría si hago estas cosas y aún le digo que no?

57
¿Escucharía él? ¿Me presionaría para tener sexo como lo harían la mayoría de los
hombres humanos?
Respondió a mis pensamientos. —Me siento honrado de que desees familiarizarte
con mi cuerpo.
Lanzando mi atención para encontrarme con sus ojos, chupé mi labio inferior
completo, sin saber qué decir. —Sin trucos mentales.
Lo juro, sonrió. —Puedo quedarme quieto. Puedes hacer lo que quieras.
Sentada en una cadera, hice exactamente eso. Le desabroché la camisa, extendí la
tela y me quedé mirando un pecho poderoso: liso, rayado y delgado. Justo en el medio
estaba la línea que más me gustaba, la que dividía su rostro, su cuello, su cuerpo, como
si lo segmentara perfectamente en dos. Al rastrearlo, seguí las protuberancias de la
musculatura, en un cuerpo sin ombligo, preguntándome si eran un signo de la especie
que lo había criado.
¿Cómo había nacido? ¿En qué planeta había encontrado su antepasado un
“compañero de vida”?
¿Había nacido de alguien siquiera?
58
Lo único que sabía sobre Phi era que le encantaba comer pasteles, que le gustaba
nadar y que me había construido una casa junto a un lago. También había demostrado
ser un amante generoso.
Y tenía tentáculos alrededor de su...
—¿De dónde eres?
—De un mundo con mucha agua. Mi madre, a falta de una palabra mejor, era
anfibia.
Así que sí, había nacido de un cascarón. Y también, sí, estaba hurgando en mis
pensamientos.
—Respetaré tu deseo de no implantar ninguna sugerencia, pero me es imposible
no tener una idea general de lo que estás pensando.
Y fue agravante. —¿Por qué tomarse la molestia de hablar entonces?
—Porque no puedes conocerme de otra manera. Quiero que me conozcas. Quiero
que sepas que soy arquitecto, que disfruto de tu tierra, que no puedo ver los colores
como tú.
Arqueando una ceja, bromeé, —¿No puedes ver el color?
—Solo veo en escala de grises. Cuando piensas en mí como verde plateado, no sé
lo que eso significa.
58
Al menos había alguna forma de que yo tuviera la ventaja. Presumiendo, lo miré
lascivamente y volví a explorar.
Su mano se levantó, agarrando un rizo suelto para meterlo detrás de mi oreja. —
¿Te divierte?
Lo hacía. Había todo un lío de alienígenas daltónicos caminando sobre mi planeta
que nunca entenderían una gran cantidad de opiniones humanas sobre el arte, la moda,
las flores...
Eso hizo mías esas cosas.
Al detenerme en su cintura, descubrí que tenía una pregunta a la que quería una
respuesta directa. —¿Cuánto más va a cambiar tu cuerpo?
—Depende de lo que se necesite para hacernos totalmente compatibles. —Phi me
ofreció el sutil recordatorio de que yo también estaba cambiando, aumentando su
respuesta cuando me puse nerviosa—. La mayor parte de la adaptación se llevará a cabo
por mi parte.
Lo que planteaba la pregunta más importante...
Mi sonrisa se desvaneció y me recosté, quitando mi mano de su cuerpo. —¿Qué 59
significa ser asimilado? Si alguno de ustedes me lo va a hacer, tengo derecho a saberlo.
Una nueva expresión cruzó el rostro de Phi, la expresión de posesividad. —No
dejaré que otro de mi especie te asimile. Seré yo quien te tome como compañera de vida.
No parecía que tuviera mucho que decir al respecto. —¿Dijiste que habías
eliminado a otros retadores?
Sentado, mucho más alto que yo, me miró y se puso un poco feroz. —Removido.
Sí.
Siniestro. Estaba bastante segura de que eliminar significaba asesinado... y un
destello de imaginación y las siguientes imágenes mentales mostraron una versión
diferente de Phi acechando detrás de mí, a veces salpicado en un fluido verde plateado.
Una sombra constante siempre esperando... y luego una idea más reconfortante tomó
su lugar... me había mantenido a salvo.
Caminaba a casa desde el trabajo todas las noches, a veces había escuchado cosas.
Más de una vez me habían tocado.
Pero era un recuerdo del lago o un recuerdo real, y con tanto consuelo cerca, ¿por
qué debería importarme?
—Hemos desarrollado una propensión al placer humano. No hay muchas especies
que se reproduzcan de una manera tan exquisita. —Se movió de nuevo, avanzando, así
que no tuve más remedio que retroceder. En tres segundos, me presionó contra mis

59
almohadas, flotando con una sonrisa hambrienta en su rostro—. Como tal, quince ya
han intentado probarte. Más lo intentarán, a menos que...
Sabía a qué se refería. —... Te deje hacer lo que quieras conmigo.
Se estiró como una bestia perezosa bebiendo del sol, instalándose aún más
firmemente sobre mi cuerpo. —Podría hacerte el amor a cada hora de todos los días,
una y otra vez hasta que no quedara nada de ninguno de los dos.
Incluso si no estaba buscando una liberación física en ese momento, sus palabras
provocaron una gran punzada abajo. —No respondiste a mi pregunta.
—Es diferente con cada pareja. En tu transición, tu piel oscura ha comenzado a
imitar mis patrones dérmicos, tu metabolismo ha aumentado, tu sistema inmunológico
está fortalecido y espero que vivas décadas más que tus contemporáneos sin pareja.
Aún más derramado de sus labios definitivamente más llenos, —Tu sistema
reproductivo se alterará ligeramente para acomodar a nuestros futuros hijos, y u
habilidad para evadir mis sugerencias probablemente se expandirá. —Esos ojos negros
parecían dispuestos a comerme—. Nada es seguro hasta que se complete la transición.
Pero puedo decir que serás incluso más perfecta de lo que ya eres.
Acorralada, sentí que tenía muy poco que decir en mi futuro. No es que realmente 60
hubiera tenido algo que decir en mi vida hasta este momento. —¿Qué pasa con lo que
quiero?
Parecía como si mi pregunta fuera exactamente la que él había estado esperando
que le hiciera. —Dime que quieres. Dame la oportunidad de demostrar que puedo
hacerte feliz.
Nadie me había preguntado eso antes.
Sí, había llevado la conversación en esta dirección, pero al escucharlo
preguntarme directamente, no tenía idea de qué decir.
No tenía ni idea de lo que quería. Tropezando mentalmente en busca de una
respuesta, todo lo que pude soltar fue: —Necesito encontrar un nuevo trabajo.
—¿Pero qué quieres, Emily?
Una vez, hace mucho tiempo, quería ir a la universidad. Sin embargo, decirlo en
voz alta parecía incorrecto. La universidad era para personas que tenían un futuro más
allá de apoyar a otros.
Puede que no hubiera estado jugando sus trucos, pero todavía estaba en mi
cabeza. Buscando consolarme, Phi maniobró para poder tomar mi mejilla mientras
decía: —No hay nada de malo en buscar expandir tu conocimiento. Una mente como la
tuya está desperdiciada como camarera.

60
Podría haber sido la cosa más agradable que alguien me había dicho. Pero no
cambiaba los hechos. —No puedo pagarlo.
—Tu hermano ya no te pertenece. —Un tácito que hago era imposible pasar por
alto. Tan imposible de perder como su órgano sexual en formación empujándome
debajo—. Mi compañera de vida irá a la universidad si lo desea.
Parecía como si la oferta estuviera sobre la mesa. Abría mis piernas y lo dejaba
entrar en mi cuerpo, y a su vez él me ofrecía mis sueños en bandeja de plata. —¿Qué
hay de sus hijos?
—Si me dejas besarte, Emily, te doy mi palabra de que se enviará el cheque
mensual. —Sus labios se cernieron sobre los míos y susurró—: Pero nunca más se le
permitirá volver a hablar contigo como lo hizo hoy. Los machos humanos se han vuelto
repugnantes en su declive.
En eso, estuvimos de acuerdo.
El cuento de hadas... la tontería de la situación... Lo comprendí. ¿Quién hablaba así
estos días? ¿Quién tenía la tentación de dejarse llevar por un extraño práctico, un
príncipe azul verde?
Yo. 61

La idea de pasar un día más en mi triste departamento me daba ganas de gritar. Y


entonces vendí mi alma a una criatura que podría haber sido el diablo por lo que sabía.
—¿Dónde quieres besarme?
Phi no dudó en meter la mano entre mis piernas y agarrarme de donde me dolía.
—Aquí.
Lo dejé. Lo dejé hacer lo que quisiera, incapaz de decir que no cuando cada nervio
estaba cantando, y el placer eclipsó mis interminables preocupaciones. Corriéndome
más veces de las que podía contar, incluso esperaba con ansias el estallido de su
inminente liberación y el dolor que seguiría.
Y lo hizo. Phi estaba decidido en su intento por completar la asimilación. Tumbada
debajo de él, retorcida por púas que se clavaban en los órganos y la carne, grité mientras
pagaba el precio que exigía.
Cuando terminó, estaba en estado de shock, temblando, con frío e incapaz de
quejarme cuando me envolvió en una manta y me llevó por las calles hasta su
apartamento.

61
11
Traducido y Corregido por

No recuerdo cuántos días, cuántos meses tomó. El cambio no fue... descriptible.


Escondida en su apartamento de la ciudad, me follaron día y noche, me alimentaron con
cosas dulces, me dieron agua. En un aturdimiento, más de mí se alteró y menos de mí
permaneció igual. Creo que un invierno podría haber ido y venido, pero mi vago
recuerdo nunca jugaría limpio si hiciera el esfuerzo masivo requerido para
considerarlo.
Supongo que eso fue lo que hizo una mente para protegerse del trauma del cuerpo.
Él entró en mí, entró en mí y entró en mí hasta que ese pop fue sinónimo de
liberación. Mi liberación de demasiado placer. Mi liberación de lo que había sido antes.
62
Ondulando como una lengua enorme un momento, retorciéndose y palpitando y
yendo tan lejos como para sonar, su órgano me hizo trabajar más allá del frenesí, su
hermosa boca trazando mis rayas brillantes. Lengua lamiendo en ellas.
A medida que me volví más fuerte, él se volvió más rudo. El juego sexual de los de
su clase no tiene nada que ver con una suave follada humana.
A veces me asustaba en los momentos más intensos. En los momentos en los que
supe que él quería que sus púas se profundizaran más, que alteraran más, que me
hicieran girar y ser reproducible.
Le dije que no estaba lista para tener hijos. Lo jadeé en su hombro cuando sentí
que algo nuevo salía de su polla.
Y como siempre hacía, Phi escuchó. Disminuyó su asalto, aun acariciando mi
clítoris con esos sensores, y me juró que no tomaría esa decisión hasta que ambos
estuviéramos de acuerdo en que era hora de aparearnos hasta tal punto.
Una parte de mí sintió que estaba mal ablandarme aún más con él ante tal
declaración.
—Te amo Emily. Tu gozo es mi gozo.
Sin embargo, algo seguía bombeando constantemente dentro de mi cuerpo. No
sabía qué era, porque se selló dentro de mi útero, abultando mi vientre durante días.

62
Debe haber sido absorbido dentro de mí, porque ningún chorro se liberó más tarde para
gotear por mis muslos cuando llegó mi ciclo mensual.
Encontró la menstruación fascinante, ansioso por proporcionar todo lo que
necesitaba para estar cómoda.
No le impidió follarme. No me impidió tener un orgasmo aún más fuerte que
nunca antes.
Y entonces un día me desperté, vi el sol naciente por la ventana y me di cuenta de
que ya no estaba en la ciudad. La habitación le resultaba familiar. Llevaba semanas
metida en ella. ¿No es así?
Olía a Phi, a mí, a mucho sexo.
Y era nuestra habitación en la cabaña que él había construido para mí.
La vida continuó. Noté más.
Noté que la alegría tenía los sabores de las fresas y el café fino.
Mimada, eso es lo que era.
No estaba interesada en todo eso, pero ¿qué relación era perfecta? 63
Phi se había vuelto más humano, sus ojos incluso se habían adaptado lo suficiente
para poder ver mi mundo en color. Y le había emocionado. Nunca olvidaré la forma en
que me miró ese primer día, cómo había pasado años describiendo en todas las formas
en que mi piel negra era más gloriosa que cualquier flor en su jardín. Que mi cabello
suave y elástico era glorioso al tacto, enredando sus largos dedos en mis rizos naturales
para disfrutar de la textura y el juego. Mi cabello, confesó, había sido lo primero de mí
que había llamado su atención. El segundo fue mi trasero.
Sí, usó la palabra trasero. Y se lo perdoné cuando tomó grandes puñados de mi
generoso culo y prácticamente ronroneó.
Ser como yo de alguna manera lo había emocionado. Su risa y sonrisas eran más
adictivas que cualquier droga.
Mis rayas se iluminaron hasta un extremo plateado verdadero sobre la piel
morena, pero ningún humano pareció darse cuenta. Los amigos alienígenas de Phi
ciertamente lo hicieron. Sus ojos me seguían cuando caminaba por la ciudad cercana
como si fuera una criatura mítica de la que habían escuchado historias pero que nunca
habían visto en persona.
Cohibida, me mantuve mayormente cubierta, a menos que estuviera en casa,
donde me mantenía mayormente desnuda.

63
Y sí, mi hogar había cambiado. Entendía eso ahora. En mi antiguo apartamento no
había lugar para estudiar, ni mesa para extender hojas de trabajo o apilar libros. Phi
tenía un escritorio solo para mi uso en nuestra hermosa casa, una hermosa lámpara,
suministros, todo junto a las puertas francesas con una vista real… del agua.
Al igual que él tenía un dormitorio para mí, comida fresca en el refrigerador y ropa
nueva esperando si quería usarla.
La universidad estaba a uno o dos años de distancia, pero mis cursos de
recuperación en un colegio comunitario cercano iban bien. Sorprendentemente, no era
la mayor ni la única estudiante rayada de la clase. Había otras tres mujeres como yo.
Sus marcas eran diferentes y sus compañeros de vida eran extraños, pero cada una tenía
una historia similar.
Cada una de nosotras tenía la oportunidad de un futuro real ahora.
Cada una de nosotras iba a casa con alguien que era cariñoso, generoso, dulce y
atento.
Hice amigas.
También trabajé a tiempo parcial como mesera, porque quería. Mis mesas estaban
ocupadas predominantemente por hombres de la variedad alienígena que deseaban 64
conversar conmigo como si pudiera revelar un gran secreto. Sus ojos a menudo se
demoraban en el bulto a veces obvio en mi vientre si me hubieran jodido antes de mi
turno. Las cosas que Phi puso en mí y que nunca salieron.
No me importó, aunque ni una sola vez dejé que uno de ellos me tocara. En
ocasiones, los más atrevidos de nuestros nuevos invasores preguntaban. Algunos
incluso parecían insoportablemente desconsolados.
No me atreví a pensar en el por qué. ¿Quizás soledad? ¿No habían tenido éxito en
las hembras que perseguían?
¿Lo habían intentado y las púas hicieron más daño del que era reparable?
¿Debería preocuparme por esas cosas?
Phi me aseguró repetidamente que el trabajo humilde era innecesario, que la
interacción con cualquiera de sus especies que no disfrutaba era prevenible... que él
podía proporcionar todo lo que necesitaba.
Pero necesitaba trabajar, sentirme independiente. Incluso lo disfrutaba más
sabiendo que estaba trabajando para mí y para nadie más. Era mi dinero, lo gastaba de
la manera que deseaba... casi siempre en regalos para los hijos de mi hermano, a quienes
realmente tenía tiempo de visitar ahora.
Dicho hermano? Phi nunca me dejó a solas con él. Ni una sola vez en todos los
meses desde que me desperté en su casa junto al lago. Sabía por qué. Phi lo estaba

64
haciendo ser amable. Phi estaba sugiriendo que el hombre gastara el dinero que le
proporcionamos en sus hijos y solo en sus hijos.
Si las sugerencias se mantuvieron después de que nos fuimos, no lo sabía. Todo lo
que sabía era que una vez que superé mi orgullo, nunca había estado más agradecida
con nadie en mi vida. Phi había cumplido su palabra, me había quitado la carga y se la
había llevado él mismo.
No le faltaba dinero. De alguna manera, estos extraterrestres tenían una mejor
comprensión de nuestra economía que nosotros. Controlaban todo.
Solo que no se veía de esa manera a menos que entrecerrara los ojos
correctamente.
Dejé de buscar. Si estas criaturas hubieran venido aquí para hacer a otras mujeres
tan felices como yo, entonces serían bienvenidas con los brazos abiertos.
Yo estaba feliz.
Sentí que importaba.
Phi me amaba.
Estaba empezando a amarlo de una manera que nunca supe que podría sentir. 65

La brisa cambió, trayendo el sabor salado del lago para hacerme cosquillas en la
nariz. Escuché un chapoteo y mi nombre en el viento. Había alguien saludando desde el
agua, alguien de color verde plateado y muy hermoso, llamándome para que dejara mis
estudios y saliera a jugar.
Sabía exactamente qué tipo de juego le gustaba disfrutar a Phi en el agua, y me
mordí el labio inferior, sonriendo estúpidamente mientras me levantaba para unirme a
él.

65
SOBRE EL AUTOR
La autora más vendida de USA TODAY y la autora más vendida de Amazon Top 25,
Addison Cain es mejor conocida por sus romances oscuros, suspenso paranormal
latente y retorcidos mundos alienígenas. Sus antihéroes no siempre son redimibles, sus
protagonistas femeninas son feroces y nunca nada es lo que parece.
Sus libros, profundos y a veces desgarradores, no son para los débiles de corazón.
Pero son perfectos para aquellos que disfrutan de los chicos malos sin complejos, los
alfas agresivos y un toque de violencia en un beso.
Visita su sitio web: http://addisoncain.com
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66
DISEÑO, TRADUCCIÓN Y
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