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Conocimiento

i. El conocimiento
1. Qué es: El conocimiento es la posesión inmaterial de una realidad. Es decir, mediante
el conocimiento interiorizamos una realidad o un aspecto de la realidad, pero no
físicamente, sino metafísicamente o inmaterialmente. No es una posesión o
identificación material, porque cuando entiendo lo que es el fuego no me quemo o
cuando entiendo o conozco lo que es el agua no me mojo o cuando comprendo lo que
es el morir no muero. En otras palabras, por el conocimiento lo conocido (el fuego) está
en el que conoce (yo) pero no con su ser físico o material, sino de manera inmaterial (es
la esencia del fuego lo que está en mi mente, es decir, aquello que hace que el fuego sea
fuego en general y no este fuego concreto que está en la chimenea o en un encendedor:
ambos fuegos comparten una misma esencia por la cual ambos son fuego; es esa
esencia la que yo interiorizo mediante el conocimiento intelectual).
En esto se distingue el ser del que es capaz de conocer del que no lo es, en que la
realidad o el mundo del que es capaz de conocer (cognoscente) es más amplia, más
variada, más rica. La realidad para el cognoscente no se agota en su metro cuadrado, en
sus límites físicos, sino que es capaz de trascenderse o ir más allá de sí mismo
abriéndose a toda la realidad. El ser del cognoscente es, en este sentido, de algún modo
infinito, no restringido a los límites de la materia, del espacio y del tiempo. (Esta
trascendencia también es propia del amor humano).

2. Tipos:
a. Conocimiento sensible: Es el conocimiento acerca de lo material; de lo que se
puede ver, tocar, pesar, medir. Este conocimiento se realiza a través de los
sentidos y se queda con lo exterior de la realidad.
b. Conocimiento intelectual: Es el conocimiento propio de la inteligencia
(inteligencia: intus-legere, leer dentro). Es el conocimiento no solo de lo que
se ve, sino del ser de las cosas, de su esencia. (La palabra esencia significa
“qué es” una cosa, en qué consiste; llegar a la esencia de algo es llegar a su
corazón, a su núcleo más profundo: por ejemplo, es de la esencia del ser
persona tener un cuerpo y tener un alma, pero no el ser blanco o alto o rubio;
puede haber una persona que no sea blanca o alta o rubia y no por eso deja de
ser persona, sin embargo, una persona sin alma es una contradicción, un
absurdo, como si dijera un círculo cuadrado o un triángulo sin lados). La
inteligencia, además de conocer la esencia o “lo que son las cosas” busca
comprender el “por qué son como son”, es decir, intenta conocer sus causas o
razones: por qué se produjo tal revolución, tal crisis económica, por qué existe
el derecho, etc.
c. Conocimiento propio: Es el conocimiento que podemos tener acerca de
nosotros mismo: de nuestros defectos, de nuestras fortalezas para de este modo
ir potenciando los aspectos positivos e ir enfrentando las propias debilidades
con realismo e inteligencia. Sócrates además pensaba que siendo la persona un
ser racional es necesario que sepa lo que es para poder serlo. Es decir, si yo
no sé qué significa ser hombre o ser mujer o tengo una imagen o idea
superficial o errónea de lo que significa, mi vida será igual de pobre o
superficial que mi idea o mi pensamiento. Por poner algunos ejemplos un poco
estereotipados: si yo considero que ser hombre o mujer consiste en tener tal
aspecto físico y estar pensando sólo en el cómo me veo o en la apariencia, mi
vida no será mucho más interesante que la de un maniquí o un florero; o si
pienso que ser hombre consiste en tener mucho dinero y posesiones
materiales, mi vida tendrá la humanidad que tiene una máquina registradora o
un cajero automático; o si pienso, por último, que mi vida no consiste sino en
la satisfacción del instinto, mi vida no será muy distinta que la de un animal
no racional.
En el fondo, si mis ideas y pensamientos son superficiales, chatos o planos yo
seré superficial y mi vida tendrá poco relieve; si mis ideas y pensamientos, en
cambio, tienen altura, contenido y profundidad, mi vida, mis relaciones, mi
actividad profesional, etc., tendrá altura, contenido y profundidad: tendrá
sentido.
ii. La verdad

1. ¿Qué es?

a. Verdad ontológica: verdad del ser: una flor de verdad en oposición a una flor
de papel. Es una flor real. Las cosas son algo al margen de que yo las conozca:
la tierra sigue siendo redonda, aunque nadie lo sepa o incluso aunque todos
piensen que es plana; una persona sigue siendo persona, aunque la traten como
una cosa e incluso aunque ella misma no se trate como persona o no se respete
a sí misma. La verdad ontológica es la verdad de lo que las cosas son en sí
mismas al margen de que yo las conozca o no. (Se refiere al ser o realidad de
cada cosa, se opone la falta de realidad o el no ser)
b. Verdad gnoseológica: verdad del conocer o de los pensamientos. Es, como ya
se comentó al definir “verdad”, cuando mis pensamientos se adecuan a la
realidad de las cosas. Por ejemplo, si digo que un roble es un tipo de árbol, ese
juicio o pensamiento es verdadero porque la realidad que designamos con la
palabra roble es, en efecto, un tipo de árbol; en cambio si pensara que un roble
es un tipo de insecto estaría en un error pues los robles no son insectos, sino
árboles. (Se opone el error o cuando un juicio es falso)
c. Verdad verbal: verdad de las palabras: cuando lo que digo se adecua a lo que
sé o a lo que pienso. Por ejemplo: sé que tengo 15 años y digo que tengo 15
años. (Decir la verdad, se opone la mentira: teniendo 15 años digo que tengo
18 para que me dejen entrar a una fiesta).

2. Relativismo: El relativismo sostiene que “no es posible la verdad”. Es decir, que no es


posible conocer la realidad. El problema es que, si no es posible la verdad, cómo va ser
verdad que no es posible la verdad y si no es verdad que no es posible la verdad, se
sigue que la verdad es posible. Es decir, afirmar como verdadero que la verdad no
existe es una contradicción evidente.

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