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los primeros acercamientos a los estudios culturales nacionales fueron realzados a iniciales del

siglo XIX utilizando el positivismos como medio de análisis estas investigaciones fueron realizadas
por Adolfo Zúñiga y Ramón Rosa con la publicación del ensayo Constitución social en Hondura,
posteriormente nos plantea Rolando que Rafael Heliodoro Valle es el precursor de los estudios
culturales con sus trabajos sobre las fuentes del folklore y el estudio de la tradición hondureña en
talante de lo hondureño desde un enfoque historicista y romántico. realiza una compilación de
ensayos sobre la historia intelectual, la literatura, el periodismo y el folclore hondureños.
posteriormente retomaría esta tendencia Leticia de Oyuela ella planteo entender la cultura
hondureña a partir del estudio del imaginario minero y de la significación, en la cultura, de la
hacienda ganadera.
Mario Ardón Mejía ha estudiado la cultura hondureña bajo el enfoque de la cultura popular. Valle
dejo en cierto modo una escuela para que los autores del futuro se interesaran en la historia
cultural del país se crearon algunos estudios sobre el folklore, la comida, música
Por medio de una serie de imágenes construyeron una imagen de la historia y cultura. según
Héctor Leyva , es el que introduce una visión fatalista de la historia y la cultura
al elaborar la imagen de que la historia de Honduras: “…podría escribirse en una lágrima. En ese
marco se encuentran debates, estudios y ensayos acerca de la identidad hondureña. No obstante,
existen también perspectivas críticas sobre la historia del mestizaje hondureño tal como se
encuentra en los escritos de Marvin Barahona, Darío Euraque, “...
Jorge Larraínas planteó la existencia de dos enfoques de la cultura e identidad. Por un lado,
algunas posiciones rechazan el carácter híbrido de la cultura y la nación hondureña y buscan en
algunos de sus componentes, sea el español, el indígena o el racionalista, la clave del ser
verdadero o la clave para su reconstrucción. Por otro lado, hay visiones que, aun aceptando una
matriz cultural híbrida, la fijan históricamente en un cierto período y se niegan a considerar el
impacto de nuevos aportes.
Desde la perspectiva culturalista del mestizaje y la cultura hondureña el ubica a la investigadora y
Irma Leticia de Oyuela, quien escribió en el ámbito de los estudios histórico culturales en
Honduras. sobre la historia de la mujer en Honduras en su trilogía: Notas para la evolución
histórica de la mujer en Honduras, Cuatro hacendadas del siglo XIX y Mujer, familia y sociedad.
desde la perspectiva de la vida cotidiana y la religiosidad popular, sobresalen sus trabajos: Historia
mínima de Tegucigalpa. Vista a través de la fiesta de su patrono San Miguel y Honduras:
Religiosidad popular. Raíz de la identidad hondureña.

Barahona publicó, el libro Evolución histórica de la identidad nacional transformando la historia


tradicional en una historia social y cultural. Este libro pretende analizar la configuración de
Honduras como país y cultura utilizando de larga duración en la historia del país, como la
inestabilidad, que han sido factores para la constitución lenta, accidentada y llena de frustraciones
de la nacionalidad hondureña.
En este trabajo Barahona es quien, hasta ahora, ha realizado el estudio más completo sobre la
sociedad colonial, al centrar su estudio en el peso de la sociedad colonial en la conformación de la
identidad hondureña. De igual manera, Barahona rescata los conceptos de Martínez Peláez de
hibridación cultural y religiosa para analizar la cultura emergente de la sociedad hondureña.
Euraque ha sido un estudioso de la historia de Honduras en tres campos: la historiografía, la
historia económico-social y la historia de la cultura. Con la publicación de sus libros Estado, poder,
nacionalidad y raza en la historia de Honduras y Conversaciones históricas con el mestizaje y su
identidad nacional en Honduras antologó una serie de ensayos y artículos dispersos en revistas
nacionales y extranjeras, que en su conjunto hacen una obra que sistematiza el contenido de cada
uno de los conceptos de los títulos de ambos libros, en los que estudia la imagen de la raza y el
perfil del poder en Honduras.

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De la imagen a los imaginarios culturales

Una nueva perspectiva de la historia cultural hondureña se encuentra en la obra de Héctor


Leyva, Imaginarios (sub)
terráneos: Estudios literarios y
culturales de Honduras (2010), que si bien se inscribe en esa tradición de los estudios
históricos y literarios, no se suscribe a la misma, al plantear teórica y metodológicamente una
nueva aproximación a los estudios culturales. Su libro representa, dentro de los estudios
culturales hondureños, el paso de la visión cultural de la imagen a la visión de los imaginarios.
En ese sentido, los ocho ensayos que componen este libro pueden leerse como

un nuevo punto de partida para una historia cultural. En alguna medida, el carácter disruptivo que
Leyva quiere imponer en el estudio de la cultura hondureña, parece autorizar lecturas diversas y
reelaboraciones permanentes sobre la misma. El horizonte general en el que esta obra se inscribe
supone una concepción de la cultura o de las culturas sobre una noción plural – heterogénea al
decir– de cultura. Por ello, es probable que Leyva no busque definir un ethos o una esencia o
síntesis de la cultura hondureña como la pretendieron Valle y Oyuela. Asimismo en estos trabajos
sobre Honduras el autor tiende a revaluar las culturas de las grandes mayorías desposeídas y
postergadas y los grupos excluidos del país, como el imaginario indígena y los imaginarios de la
delincuencia y de los jóvenes en maras y pandillas. Los estudios culturales hechos por Leyva
enfatizan en un panorama que se puede llamar “horizontal” de la dinámica cultural hondureña,
pues abordan cuestiones como la diversidad, la transculturación, el mestizaje o la hibridez cultural
que se desprenden del contacto de pueblos o grupos humanos.
Los estudios culturales hechos por Leyva enfatizan en un panorama que se puede llamar
“horizontal” de la dinámica cultural hondureña, pues abordan cuestiones como la diversidad, la
transculturación, el mestizaje o la hibridez cultural que se desprenden del contacto de pueblos o
grupos humanos.

Sobre la cultura y el desarrollo humano en Honduras


Esta reseña sobre la historia cultural no sería completa sino se presenta el Informe desarrollo
humano. Honduras 2003, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este
informe se centra en la relación entre cultura y desarrollo. Parte planteando que la historia de
Honduras muestra un país que ha cambiado en los últimos siglos su conformación cultural y que
sigue experimentando cambios visibles. Son las identidades de los pueblos indígenas y negros de
Honduras, las identidades de las mujeres y de los pobres, las identidades que revitalizan lo local y
las diversas identidades religiosas. Empero, es conveniente potenciar esa percepción en el
imaginario que identifica a la población hondureña como una sociedad noble, austera y
trabajadora.
Siguiendo de una manera u otro el estudio de la relación entre los procesos de urbanización, el
desarrollo y la cultura se encuentran los trabajos realizados por un grupo de jóvenes historiadores
en el Centro de Arte y Cultura (CAC) de la UNAH, dirigidos por Marvin Barahona y que publican
sus investigaciones en la Revista de Arte y Cultura de dicho centro.

En el primer número de esta revista publicado a finales del 2014, se presentan cinco artículos
referidos al estudio de la historia social y cultural de la ciudad de Comayagüela. Lugar, memoria e
identidad” y el de Luis Lozano: “Los Mercados de Comayagüela: Historia y modernidad (1884-
1935)” ambos trabajos ayudan a comprender los significados del proceso histórico de esta ciudad,
que como la mayoría de las ciudades latinoamericanas experimenta cambios desde finales del
siglo XIX. Los trabajos de la Revista Arte y Cultura representan un cambio dentro de la
historiografía hondureña al centrarse en los impactos socioculturales de los procesos de
modernización y desarrollo urbano en Honduras, reflejando la integración de Honduras en la
economía capitalista mundial y un proceso de modernización y de desarrollo comercial, en el
marco del proyecto de sociedad propiciado por los reformadores liberales a partir de 1876, – la
sociedad urbana e industrial emergente –, y la sociedad agraria y colonial todavía dominante.
(Barahona, Presencia Universitaria, 2014).

Para Barahona es imposible establecer una separación entre las ciencias históricas y las deudas
sociales y culturales:
“No veo estudios históricos o ciencias sociales al
margen de esta dicotomía, de esta medición de fuerzas entre un paradigma viejo y un paradigma
nuevo de sociedad y cultura. (Barahona, Presencia
Universitaria, 2014)

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