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Romero Resendiz Carlos Alan-HBT01- II-Pedro Corona.

Las Revueltas-Capítulo 4-Herbert Aptheker


Control de lectura. Algunos Precipitantes de la rebelión
¿Qué factores determinaron tal actitud de beligerancia por parte de los esclavos?
Como señala con acierto Frederick Law Olmsted, “todo aquello que incidiera mínimamente en el
tema de la emancipación provocaba ‘peligrosas sacudidas’” en la población servil.
Por ejemplo, a raíz de la llegada del gobernador Alexander Spotswood a Virginia en 1730 empezó a
correrse entre los esclavos el rumor de que éste venía con una orden del rey de “dar la libertad a
todos los esclavos cristianos” y de liberar a aquellos que se convirtieran, pero que los amos se
habían opuesto.
Asimismo, en 1734, “unos centenares” de esclavos de Jersey oriental, en las proximidades de
Somerville, creyendo que el rey había ordenado su liberación, pero que los amos trataban de
ocultarlo, se fugaron a las proximidades del territorio indio con el fin de preparar una insurrección.
Pág. 85-86
Los largos y acalorados debates que tuvieron lugar en el Congreso con respecto a la entrada de
Misuri en la Unión, durante los cuales hombres como King y Tallmadge se mostraron opuestos a la
esclavitud, de alguna forma llegaron a oídos de esclavos implicados en el gran complot de Vesey
que se produjo en Carolina del Sur el año 1822. El caso es que llegaron a convencerse de que en el
Congreso no sólo habían pronunciado discursos en contra de la esclavitud, sino que de hecho se
había aprobado una ley de emancipación que sus amos se negaban a cumplir.
En el invierno de 1825 se desbarataba una conspiración descubierta en Edgecomb y, “según se
cree, en algunos de los condados adyacentes” de Carolina del Norte. Varios predicadores negros
fueron acusados, pues, según se afirmó habían dicho a los esclavos “que el gobierno nacional les
había concedido la libertad en octubre y que se los mantenía injustamente sometidos a la
servidumbre.
Más base tenía la creencia en la inminencia de la libertad que movilizó a los esclavos de Texas y
sembró la inquietud entre sus propietarios en 1828, pues la constitución del Estado de Coahuila-
Texas de marzo de 1827 declaraba que a partir de ese momento nadie nacería esclavo y prohibía
(después de seis meses) la importación de más esclavos. Sin embargo, una ley de mayo de 1828
reconocía la legalidad de los contratos entre amos y trabajadores realizados antes de su llegada a
Texas, de manera que, al dar vigencia a los contratos a perpetuidad, se legalizaba la esclavitud a
todos los efectos prácticos.
El año 1829 estuvo caracterizado por una ola de agitación general de los esclavos en todo el Sur.
Las recientes elecciones de delegados para la Convención Constitucional, que se iba a reunir en
1829-1830, fue uno de los factores que más influyó en la movilización de los negros de Virginia, pues
suponían que se trataba de decidir el problema de su emancipación.
La terrible mascarada que supuso la campaña de “Tippe canoe y Tyler” en 1840, en la que los dos
bandos se acusaron mutuamente de “abolicionistas” y compitieron por demostrar su celo como
defensores de la “libertad”, suscitó peligrosas ilusiones entre los esclavos del condado de Perry, en
Alabama. Fueron muchos los que se creyeron al borde de la libertad, pues mientras unos sostenían
que Van Buren se hallaba en la región de Montgomery con un ejército de liberación integrado por
doscientos mil hombres, otros pensaban que la salvación vendría a través de las tropas británicas.
“En sus “reuniones secretas” los negros hablaban de que la libertad no es un sueño ni una broma.
Como mucho en un año. Ya no habrá más azotes, ni más capataces, ni más patrullas, ni más
cacerías con perros; todo el mundo será libre, y los amos blancos tendrán que pagar por el trabajo.
¡Oh hermanos! ¡Tiempos de bienaventuranzas llaman a nuestras puertas!
Se imponía una vigilancia más enérgica, más detenciones y azotes, para convencer a los esclavos
de que se equivocaban al exclamar: “¡Ha llegado el jubileo, todos seremos libres!”
En una carta escrita desde Clarksville, Georgia, el 2 de febrero de 1844, se decía que “los negros de
Georgia rumorean ya que gentes importantes están tratando de darles la libertad y que lo
conseguirían, y otras cosas por el estilo”.
Sin duda, una de las razones que impulsaron a los esclavos de Texas y Tennessee a preparar una
insurrección en 1856 fue su creencia de que el coronel Frémont, el candidato presidencial
republicano, iba a ayudarlos. Refiriéndose a los síntomas generales de malestar que cundía en
Memphis, un periódico de esta ciudad informaba de que “hace pocos días una señora entró en la
cocina y le di ciertas órdenes a su cocinero negro, quien insolentemente le contestó con aire burlón:
‘Cuando Frémont gané las elecciones, usted misma tendrá que darle vueltas al puchero’”. La misma
esperanza alentó a los esclavos convictos de conspiración en Clarkville, Tennessee, incluso cuando
estaban siendo castigados. Así, un testigo de la época señalaba: “En algunos esclavos ha calado tan
hondo esta fábula, que yo mismo los he visto sonreír cuando se les estaba azotando, y los he oído
decir que Frémont y sus hombres pueden enterarse de los golpes que reciben’.
Tal como era de esperar, la campaña siguiente suscitó el mismo tipo de ilusiones. No hubo tantos
ejemplos concretos como cuatro años antes, aunque por lo menos un esclavo de Georgia, tras el
éxito de Abraham Lincoln, anunciaba que Lincoln había sido elegido, y él era libre”. Tuvieron que
azotarlo duramente para convencerlo de que su conclusión era precipitada. Pág. 87-91
La presencia de los españoles en Florida, hostiles a los ingleses y amistosos con sus esclavos
fugitivos, ejerció una fuerte influencia en que los negros se jugaban la vida con levantamientos e
intentonas de alcanzar ese paraíso. Esto se manifiesta claramente en una carta sin firma, fechada el
“24 de junio de 1720 en Carolina”, en la que se describe “un bárbaro y perverso complot de los
negros con el proyecto de exterminar a los blancos”. La mayoría de los rebeldes fueron capturados,
“y algunos llevados a la hoguera y a la horca y otros deportados”, pero al principio catorce de ellos
consiguieron escapar. Estos “trataron de llegar a San Agustín” con la esperanza de que los indios
crio les ayudarían, pero “no se les unieron ni se convirtieron en sus cómplices”. Es posible que otro
de los factores que se mencionan en esta carta tuviera alguna importancia en la elaboración de este
plan: “Quiero informarle de que al mismo tiempo los negros se inventaron las triquiñuela de que
teníamos una pequeña guerra con los vocama, un pueblo situado sobre el río Winea que no pasa de
los cien habitantes…”
Muchos años después la Florida iba a seguir ejerciendo una fuerza magnética sobre los esclavos de
Norteamérica, como podrá verse en el curso del relato. Puede indicarse que los esclavos que
participaron en el levantamiento de Stono, Carolina del Sur, en septiembre de 1739, se dirigieron por
el río Edisto, cuya desembocadura se encuentra situada directamente al norte de San Agustín, que
era su objetivo final. Pág. 92
En 1729 y 1730 las tropas regulares francesas de la Luisiana se vieron en apuros para poner término
a la hostilidad de los indios, por lo que el gobernador Perier decidió armar a los esclavos adultos y
servirse de ellos en la lucha contra los chonaches. Sin embargo, este último año algunos de los
negros, una vez armados, tomaron conciencia de que los blancos dependían de su ayuda y de que
tanto ellos como los indios tenían un enemigo en común, de modo que prepararon un plan para unir
sus fuerzas frente a éste. Los franceses descubrieron el complot a tiempo y volvió a repetirse la vieja
historia de azotar a todos los implicados y ejecutar cabecillas. Pág. 93
Los negros de Boston que conspiraron por su libertad en septiembre de 1774 trataron de ganarse a
los ingleses para que les ayudaran.
Parece que las condiciones políticas generales tampoco dejaron de tener influencia en los
organizadores de un importante complot que tuvo lugar en Carolina del Norte en 1775, ya que estos
se encontraban perfectamente al tanto de la situación.
En junio de 1776 se suscitó cierta inquietud en el condado de Bucks, en Pensilvania, a causa de la
ausencia de fuerzas armadas y de los síntomas de malestar entre los esclavos, tal como se pone de
manifiesto en la declaración de un tal Samson, esclavo de Jeremiah Dungan, Jr., de que “incendiaría
las casas y mataría a las mujeres y a los niños de los confederados en cuanto se marcharan”. Pág.
94-95
Los levantamientos de esclavos que estallaron en 1795 en Luisiana (bajo el dominio de los
españoles) probablemente se debieran a la guerra que se había desatado entre Francia y España,
conflicto que vino a complicar enormemente el problema del control social de negros y blancos, ya
que muchos de estos últimos en Luisiana eran franceses. Cuando los Estados Unidos adquirieron el
territorio de Luisiana en 1803 se temió que los habitantes del área que no eran de nacionalidad
norteamericana manifestasen su descontento por el cambio de soberanía promoviendo conflictos
entre los esclavos. Esto se planteaba, por ejemplo, el 9 de diciembre de 1803 en una carta fechada
en la “ciudad de Hunt” del territorio de Misisipi. Pág. 96
Los años que duró la guerra de 1812 estuvieron caracterizados por numerosos complots, muchos de
los cuales, por no decir todos, fueron suscitados, cuando menos parcialmente, por la misma
situación bélica. Sin embargo. Sólo en unos cuantos casos existen pruebas directas de esa
concomitancia. De 1812 a 1815, en el territorio de Misisipí, así como en Maryland, Virginia, Carolina
del Sur y Luisiana, se pensaba en término generales en la posibilidad de que las actividades militares
y particularmente la salida de contingentes de hombres armados de determinadas áreas pudieran
repercutir en una actitud beligerante por parte de los esclavos, ante lo cual, como hemos visto, no
dejaron de tomar medidas preventivas. Pág. 98
Un factor importante en la conspiración de esclavos que se produjo en Texas en 1835 fue la revuelta
de los angloamericanos de esta región contra México. A los rebeldes blancos les llegaron noticias
de que los mexicanos pretendían “poner en libertad a sus esclavos”, y la difusión de esta idea no
sólo sembró el temor entre los propietarios de esclavos, sino que indudablemente alimentó la
esperanza y determinación que estuvo realizando un negro libre por esas mismas fechas.
Durante la guerra civil la situación de malestar y descontento entre los esclavos desembocó en una
oleada de conjuras y rebeliones. Uno de los factores más importantes fue, sin duda, la propia guerra,
sobre todo al irse poniendo de manifiesto su carácter antiesclavista. Pero también aquí sólo existen
pruebas directas de esa concomitancia en unos cuantos casos concretos.
La filosofía revolucionar y los levantamientos en masa propios de la época fueron otros dos factores
que también tuvieron su influencia en la agitación de los esclavos.
Ya se ha señalado el papel que el radicalismo reinante en la época de la Revolución norteamericana
desempeñó en los complots de esclavos que se produjeron durante ese período. No obstante, el
acontecimiento que tuvo más influencia en la agitación de los esclavos en el interior de lo que eran
los Estados Unidos por entonces fue la gran insurrección y la prolongada lucha de los negros en
Santo Domingo, que estallaron en el verano de 1791. Pág. 100,101,103
En uno de los ataques masivos contra los negros que de vez en cuando han deshonrado la historia
de los Estados Unidos, el de Filadelfia de 1804, los negros acorralados se animaban en la contienda
al grito de: “enseñémosles Santo Domingo”.
Algunos de los esclavos que participaron en la conjura de Vesey de 1822 en Carolina del Sur
contaron con la ayuda de Santo Domingo (y de África, caso único en la historia del movimiento negro
en los Estados Unidos, que sepa el autor de este libro) para mantener el control tras el éxito inicial de
su levantamiento. Pág.104
En la Luisiana española la agitación fue imponente, y “la fiebre de la Revolución francesa sembraba
el espíritu de la sedición entre los numerosos criollos franceses… y la insubordinación entre los
esclavos”. Cuando España declaró la guerra a Francia en 1793, sólo pudo evitarse la revolución a
base de fuertes medidas represivas tanto contra los blancos como contra los negros.
El hecho de que los esclavos que participaron en la conjura de Gabriel de 1800 en Virginia no
trataran de causar ningún mal a los franceses demuestra que los negros de los Estados Unidos
estaban perfectamente al tanto de lo que suponía la Revolución francesa. Además, los esclavos
conocían las tirantes relaciones existentes entre los Estados Unidos y Francia, sobre todo de 1797, y
ello les hizo albergar esperanzas de recibir ayuda francesa en cuanto su propia rebelión se pusiera
en marcha. Pág. 108-109.
Pero el movimiento progresista y revolucionario, al que se consideraba fundamentalmente
responsable de la organización del descontento entre los esclavos, tenía como meta la abolición del
régimen de esclavitud en cuanto tal. Se pueden hallar numerosas declaraciones en las que se
insinúa o se afirma abiertamente que los abolicionistas eran los responsables de la agitación de los
esclavos en general o bien de alguna conjura en particular, pero la realidad es que no es tan fácil dar
con una base de apoyo de ese tipo de afirmaciones. Pág. 112
Este párrafo es un admirable resumen en lo que se refiere al tema.
Otros estallidos posteriores también fueron atribuidos específicamente a la intervención directa de
los abolicionistas. Esto sucedió especialmente con los grandes disturbios de 1856 y 1860. En
septiembre de 1856 se achacaba a “los incendiarios del Norte” la agitación del condado de Clark, en
Misisipí, y de Elba, en Florida.

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