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Introducción a la gestión del PCI: conceptos y

normativas
Miguel Ángel Hernández Macedo
Consultor técnico del Centro Regional para la Salvaguardia del Patrimonio
Cultural Inmaterial CRESPIAL

UNIDAD 1 HACIA LA GESTIÓN DEL PATRIMONIO INMATERIAL EN EL


PLANO INTERNACIONAL

El concepto de Patrimonio Inmaterial expresado en la Convención para la


Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de UNESCO del 2003 es
producto de un largo devenir de miradas sobre la cultura, el valor patrimonial y
la gestión pública que se desarrollaron y operativizaron desde la segunda mitad
del siglo XX.

En ese sentido, muchos investigadores coinciden que la gran relevancia del


concepto de patrimonio cultural está ligada al proceso de consolidación de los
estados nacionales y en cuyo discurso se procuró identificar elementos
característicos de las naciones en deferencia de otras (Lacarrieu 2008,
Sánchez 2018). Durante las últimas décadas de 1800 y las primeras de 1900
estos elementos patrimoniales solían ser los monumentos, las obras artísticas y
las edificaciones, y los estados asumían como obligatorias su gestión y
protección pues representaban los valores e identidad nacionales. Bajo esta
mirada, el patrimonio cultural estaba compuesto por objetos valiosos en sí
mismos y susceptibles de protección, requiriendo por ello el despliegue de
estrategias y recursos (Barbieri 2014).
Luego de la segunda guerra mundial, debido a las graves pérdidas sufridas, los
países occidentales incrementaron las normativas internacionales para
resguardar los objetos y edificaciones valiosos que estaban en riesgo de
desaparecer. Algunos de estos elementos materiales eran considerados
importantes no sólo para un país sino para la historia de toda la humanidad
(Aikawa, 2004). La creación de la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura- UNESCO el 16 de noviembre de 1945 tuvo
como objetivo establecer la paz mediante la cooperación internacional en
materia de educación, ciencia y cultura y buscó afianzar la “solidaridad
intelectual y moral de la humanidad” y, al hacerlo, evitar el estallido de otra
guerra mundial.

Con la creación de Unesco, la gestión patrimonial pasó a ser una preocupación


asumida internacionalmente por lo que luego de la segunda mitad del siglo XX
se elaboraron 6 convenciones, 15 cartas culturales, 4 declaraciones y 10
recomendaciones internacionales ligadas exclusivamente al patrimonio mueble,
arquitectónico, arqueológico y a los paisajes culturales.

A la par de los procesos de gestión referidos al patrimonio material, también


desde principios de 1900 se afianza en muchos países de América Latina la
institucionalidad nacional ligada al estudio y promoción de la cultura popular, ya
sea desde el enfoque educativo como desde el social (Sánchez, 2018). Así,
durante las primeras décadas del siglo XX la disciplina antropológica reflejaba
su preocupación sobre los procesos de transformación y pérdida de las
expresiones de cultura popular producto de fenómenos como el
desplazamiento, la aculturación y la urbanización. Esta preocupación por el
cambio y la pérdida de la cultura se reflejó en la creación de órganos estatales
(institutos, museos, patronatos, etc.) que promovieron diversas acciones de
rescate y documentación.

A partir de la segunda década del siglo XX destacados intelectuales hicieron


importantes aportes al estudio del folklore, concentrando sus esfuerzos
especialmente en la investigación y recopilación de las manifestaciones
culturales a través de bases de datos, registros etnográficos y archivos
fotográficos y audiovisuales. En estos esfuerzos de gestionar la cultura no
tenían relevancia los procesos de creación, revitalización y valoración de las
expresiones desde sus cultores sino la documentación frente al riesgo de
pérdida total. A su vez, implicaron el reconocimiento y reivindicación de
poblaciones marginales, en especial indígenas, dentro del discurso nacional
enfatizándose en sus expresiones de arte principalmente.

En 1972 los países que integran la Unesco elaboran la Convención sobre la


Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural la cual se constituye en
un documento fundamental para entender la gestión del patrimonio cultural en
el futuro (Brugman 2013). Esta Convención define patrimonio cultural
principalmente desde las nociones de valor universal y autenticidad y busca, en
primer lugar, establecer un marco conceptual que pueda contribuir al
mantenimiento del patrimonio, entendido desde su enfoque material, identitario
y educativo, y en segundo lugar brindar herramientas y mecanismos a los
Estados para protegerlo y darle continuidad. En esta convención es posible
percibir que se instaura la lógica de conservación de bienes patrimoniales
frente a la amenaza constante de pérdida, involucró además para algunos
investigadores la puesta en marcha de procesos supranacionales de
apropiación, valoración y significación de ciertos elementos dentro del universo
infinito de expresiones humanas (Bigenho, Stobart y Mújica, 2018), con lo que
generó un nuevo discurso global sobre la cultura enfatizando la demanda de
acción de los estados para su protección.

La gestión, a nivel internacional, de elementos culturales fuera de los espacios,


objetos, monumentos y edificios, se definió también luego de un largo proceso.
Sumado a los avances en la investigación del folklore en la década de 1980 se
elabora la Recomendación de la Unesco sobre la Salvaguardia de la Cultura
Tradicional y Popular del año 1989, seguida del Programa de Tesoros
Humanos Vivos en 1992, la primera proclamación de las Obras Maestras del
Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad de 2001, y finalmente, la
Declaración Universal de la Unesco sobre la Diversidad Cultural de 2001.
Luego de estas discusiones y acciones, se plantea la necesidad de
implementar una Convención referida en exclusiva a los elementos culturales
de naturaleza viva y que complementaría lo propuesto en los demás
instrumentos alrededor de la cultura (Aikawa, 2004).
La Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial se
promulgó el año 2003 y entró en vigencia en junio de 2006, tres meses
después de ser ratificada por treinta países. La ratificación de una convención
internacional implica que el Estado firmante asume los objetivos, principios y
mandatos en ella expresados, y que puede hacer uso de los diversos
mecanismos o herramientas de salvaguardia que propone. A la fecha ha sido
ratificada por 139 estados, aceptada por 26 estados y aprobada por 7 estados
parte de la Unesco. La Convención de 2003 basa su estructura en el enfoque
programático de la Convención de 1972 y hace hincapié en el reconocimiento
de la igualdad de las expresiones y tradiciones, sin distinción jerárquica entre
ellas.

El patrimonio cultural inmaterial, definido en la Convención del 2003, tiene


como característica esencial que su continuidad se debe principalmente a la
acción de colectivos o grupos culturales que lo fueron heredando de sus
antepasados y que al considerarlo valioso buscan transmitirlo a las
generaciones futuras. En ese sentido, los criterios establecidos desde fuera
para dotar de valor a una expresión cultural no son relevantes. Criterios de
valor estético, histórico, antropológico, económico, etc. impulsados desde
sectores ajenos a los colectivos no son tomados en cuenta en tanto no surgen
ni son compartidos por estos. El enfoque comunitario es quizás la mayor
diferencia que establece esta convención con las miradas patrimoniales
previas.

La gestión del patrimonio cultural inmaterial pensado como el despliegue


programado de recursos y acciones para asegurar la continuidad y pertinencia
de expresiones culturales, así como de sus valores, saberes y significados
(Ballart 2012), involucra ir más allá de la conservación de los elementos
manifiestos de dichas expresiones (como los objetos, técnicas, performances,
etc.) y tomar como base los procesos mediante los cuáles las personas definen
su valor identitario, lo mantienen vigente y lo proyectan hacia las nuevas
generaciones.

Los debates sobre los conceptos y las estrategias de gestión que despierta la
patrimonialización de las expresiones culturales a partir de la puesta en marcha
de la Convención de 2003 son múltiples, especialmente desde las ciencias
sociales (Lacarrieu 2008, Villaseñor y Zolla 2012, Dietz 2005). Algunos autores
ven negativa e insuficiente la intervención de los organismos nacionales y
supranacionales en estos procesos, ya que otorgan una perspectiva alienante,
imponiendo criterios de selección y clasificación ajenos a la realidad social de
los colectivos culturales (Villaseñor y Zolla 2012; Bigenho, Stobart y Mújica,
2018).Entre las principales críticas también se cuentan el refuerzo de la visión
esencialista de las culturas y los pueblos, la priorización de lo estético, exótico
y espectacular, la valorización del patrimonio en función de su autenticidad y
antigüedad, la jerarquización de grupos culturales, la selectividad deliberada de
características patrimoniales que motivan la pérdidas y descolocación de
contenidos simbólicos, la amenaza de inmovilidad de los fenómenos sociales; y
la apropiación material y simbólica del patrimonio por parte de grupos
hegemónicos. (Villaseñor y Zolla 2012; Bigenho, Stobart y Mújica, 2018;
Marcone 2019).

A pesar de ello, se pueden encontrar experiencias institucionales,


gubernamentales o no gubernamentales, orientadas a asumir desafíos
comunitarios en materias de cultura, equidad, género, seguridad, salud, medio
ambiente, educación, acceso a fuentes de trabajo, o turismo, por ejemplo. Vale
destacar que muchas están referidas a objetivos productivos –emprendimientos
creativos, creación de microempresas, iniciativas de turismo cultural–; aunque
otras tantas conciernen a metas de naturaleza académica –creación de
conocimientos e intercambio de experiencias–; así como también a propósitos
de naturaleza sociocultural –desarrollo de conciencia ciudadana, sensibilidad
hacia la diversidad cultural, fortalecimiento identitario, empoderamiento y
organización comunitaria, desarrollo creativo y artístico, rescate y valoración de
espacios y recursos lúdicos, o práctica devocional–, entre muchas otras
finalidades.

En ese sentido, más allá de entender el patrimonio cultural inmaterial como un


conjunto de bienes u objetos patrimoniales, es posible enfocarse en el carácter
eminentemente social de su gestión, profundizando el conocimiento del
proceso inherente a su manifestación y puesta en marcha, todo ello poniéndolo
en diálogo con las metodologías de la gestión pública enfocadas en la
participación comunitaria y reconociendo a los colectivos culturales como
agentes patrimoniales activos. De este modo, la gestión patrimonial
respondería a una mirada de afirmación de derechos culturales y fomento de
ciudadanía contribuyendo con ello a la reducción de las desigualdades y al
desarrollo integral. En este escenario, la implementación de la Convención
UNESCO 2003, en las escalas nacional y local, parece sobresalir como
instrumento legislativo, institucional y programático ideal.

REFERENCIAS MULTIMEDIALES

Qué es patrimonio cultural inmaterial (UNESCO)


https://www.youtube.com/watch?v=MoaKwN7sC1k

Qué es patrimonio cultural inmaterial (CRESPIAL) 

https://www.youtube.com/watch?v=y_pMaUQAHbY

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN DE LA UNIDAD 1

¿Cuál fue el proceso de abordaje sobre las expresiones culturales previo a la


Convención en sus respectivos países?

¿Cuáles consideran que son las demandas desde los colectivos culturales
hacia la gestión pública y de qué manera se resuelven a través de los
mecanismos de salvaguardia puestos en marcha?

A la luz de lo expuesto por Mónica Lacarrieu en “¿Es necesario gestionar el


patrimonio inmaterial? Notas y reflexiones para repensar las estrategias
políticas y de gestión.” ¿Cuáles consideran que son los criterios fundamentales
para establecer mecanismos de gestión del patrimonio inmaterial que difieren
de la gestión de otros patrimonios?
UNIDAD 2: CATEGORÍAS COMUNES QUE GUÍAN LA GESTIÓN
PATRIMONIAL

El concepto de patrimonio cultural ha ido cambiando en el tiempo, así como los


enfoques para su gestión. Ejemplo de ello es la clasificación establecida entre
los tipos de patrimonio propuesta en la Convención de 1972 donde se hace una
distinción entre patrimonio cultural y patrimonio natural:

Artículo 1
A los efectos de la presente Convención se considerará " patrimonio cultural " :
los monumentos obras arquitectónicas, de escultura o de pintura
monumentales, elementos o estructuras de carácter arqueológico,
inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un valor universal
excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia, - los
conjuntos : grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura,
unidad e integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde
el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia, - los lugares : obras del
hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las zonas,
incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional
desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o antropológico.

Artículo 2
A los efectos de la presente Convención se considerarán " patrimonio natural " :
- los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas o
por grupos de esas formaciones que tengan un valor universal excepcional
desde el punto de vista estético o científico, - las formaciones geológicas y
fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el hábitat de
especies, animal y vegetal, amenazadas, que tengan un valor universal
excepcional desde el punto de vista estético o científico, - los lugares naturales
o las zonas naturales estrictamente delimitadas, que tengan un valor universal
excepcional desde el punto de vista de la ciencia, de la conservación o de la
belleza natural.
Aquí es posible destacar que no se toman en consideración las expresiones
culturales, ni el patrimonio considerado mixto pues contiene elementos
culturales como naturales. Inserto dentro de la categoría de patrimonio cultural
material se encontrarían los siguientes tipos de patrimonio:

- Mueble. Compuesto por objetos y manifestaciones materiales


susceptibles de traslado. Esculturas, documentos, pinturas, etc.
- Inmueble. Compuesto por edificaciones arquitectónicas no susceptibles
de ser trasladadas, monumentos arqueológicos, edificios históricos,
monumentos inamovibles, etc.

Dentro del Patrimonio Mixto se encuentran los paisajes culturales y el


patrimonio subacuático. Dado que ambos se componen de elementos naturales
donde están insertos armónicamente elementos culturales.

Cabe destacar que siendo el significado o valor la noción que converge en


todas las clasificaciones y que el valor es establecido por sujetos a partir de
procesos históricos determinados, la división entre los tipos de patrimonios es
entonces artificial y mutable, y responde a la voluntad de organizar de mejor
forma las acciones de gestión que requieren.

Actualmente es aceptada la definición de la gestión patrimonial en los términos


expuestos por Ballart y Tresseras como “un conjunto de actuaciones
programadas con el objetivo de conseguir una óptima conservación de los
bienes patrimoniales y un uso de estos bienes adecuado a las exigencias
sociales contemporáneas”.

Con el desarrollo de otros enfoques de hecho, la gestión patrimonial pasó de


un enfoque de protección de bienes durante el siglo XX a un enfoque de
refuerzo de derechos más acorde con los discursos del nuevo siglo. Así, las
expresiones de patrimonio cultural inmaterial y su gestión son consideradas
como derechos, por su capacidad de movilizar significados y recursos, e
insertarse en procesos políticos y económicos. De este modo, se evidencia
que el patrimonio logra reforzar el capital simbólico y cultural de los grupos
humanos desplegándose en un escenario global de interacción.

REFERENCIAS MULTIMEDIALES

La cultura un factor clave para luchar contra la pobreza (ONU)

https://videos.un.org/es/2013/04/03/la-cultura-un-factor-clave-para-luchar-contr
a-la-pobreza/

PREGUNTA DE REFLEXIÓN DE LA UNIDAD 2

A la luz de lo expuesto por Marcone en: “Superando las dicotomías: el qhapaq


ñan como ejemplo del patrimonio como proceso social.” Y por Guerrero en
“Construyendo relatos patrimoniales: tecnologías, saberes y voces autorizadas
en la patrimonialización de la Festividad de la Virgen de la Candelaria de Puno
ante la Unesco”. Detallen ¿Por qué consideran importante tomar en
consideración los procesos sociales y las disputas de poder en los procesos de
gestión del patrimonio cultural inmaterial?
UNIDAD 3: LA CONVENCIÓN PARA LA SALVAGUARDIA DEL PCI:
ALCANCES Y CONCEPTOS

A. La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural


Inmaterial

Promulgada en París, en octubre de 2003, durante la 32 Conferencia General


de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura – UNESCO, la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural
Inmaterial es un acuerdo multilateral celebrado entre Estados y se trata del
primer instrumento jurídico internacional vinculante relativo al patrimonio
cultural inmaterial.

La creación de la Convención del 2003, tal como se puede ver en los


considerandos que anteceden a su desarrollo, fue una respuesta a la
constatación de la importancia del patrimonio cultural inmaterial como evidencia
y refuerzo de la diversidad cultural y como garante del desarrollo sostenible; así
como al reconocimiento de la interdependencia entre lo inmaterial y lo material,
y entre lo cultural y natural.

Esta convención fue elaborada también en respuesta a los riesgos que implican
los procesos de mundialización, homogenización cultural y transformación
social, los cuales, a pesar de que crean condiciones propicias para un diálogo
renovado entre las comunidades, también traen consigo fenómenos de
exclusión, intolerancia, invisibilidad, así como de abandono y desaparición de
las prácticas tradicionales. De este modo, la Convención del 2003 responde a
la voluntad internacional y a la preocupación por el patrimonio cultural
inmaterial creando mayor conciencia sobre su importancia y estableciendo
mecanismos de cooperación y asistencia internacional entre los Estados.

La Convención del 2003 se implementa en conformidad con las llamadas


Directrices Operativas (DO), marco normativo que sirve de guía para su
aplicación en los países que la ratificaron. El conjunto de Directrices Operativas
comprende reglamentación y procedimientos relativos a los mecanismos de
salvaguardia previstos en la Convención, la prestación de asistencia financiera
internacional, la participación de las comunidades en la aplicación de la
Convención, entre otros aspectos. Estas Directrices son elaboradas por el
Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural
Inmaterial y deben ser aprobadas por la Asamblea General.

Si bien esta convención brinda alcances conceptuales y elementos de reflexión


teórica, es principalmente un marco de acción que establece principalmente
orientaciones y mandatos para la gestión de expresiones culturales.

Es necesario destacar que, siendo un instrumento internacional, el aporte de la


Convención de 2003 tiene diversas dimensiones. La primera es brindar
lineamientos de gestión patrimonial que puedan ser replicados por Estados,
comunidades y grupos culturales, ello traducido en herramientas y acciones
consideradas eficientes para la continuidad de la cultura. La segunda
dimensión es conceptual y filosófica, pues otorga una aproximación particular a
la cultura, la diversidad, la participación comunitaria y la gestión cultural, así
como del rol de todos los agentes vinculados, en particular los grupos
culturales. La tercera es una dimensión económica, pues reconoce la
necesidad del despliegue de diferentes recursos para el sostenimiento de
prácticas, y enfatiza la necesidad de la cooperación internacional para
obtenerlos. Y finalmente una dimensión jurídica pues se constituye en un
marco de cumplimiento obligatorio que en muchos países adquiere el más alto
rango de cumplimiento y que muchas veces guía su propia normativa.

B. Estructura de la Convención

La Convención de 2003 consta de nueve capítulos y cuarenta artículos que


abordan amplio espectro de temas y orientaciones:

En el primer capítulo se establecen las disposiciones generales que explican


las finalidades de la Convención, así como algunas definiciones específicas y la
relación de la norma con otros instrumentos jurídicos afines. Le sigue un
segundo capítulo, que ofrece explicaciones alusivas a los Órganos de la
Convención cuya composición y funcionamiento hacen posible la aplicación del
instrumento jurídico en el seno de la UNESCO, estos son Asamblea General de
los Estados partes, el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del
patrimonio inmaterial, las organizaciones de carácter consultivo y la Secretaría.

El tercer capítulo establece los alcances de la Salvaguardia del patrimonio


inmaterial en el plano de lo nacional, mientras el cuarto capítulo, bajo el título
Salvaguardia del patrimonio inmaterial en el plano de lo internacional, lo
complementa aportando orientaciones para la definición de políticas, medidas e
instrumentos coadyuvantes a los fines de la Convención. Esta dualidad de
escalas de aplicación se puede comprender en la medida en que, como ya ha
sido señalado, la Convención es el resultado de un acuerdo multilateral inscrito
en el marco jurídico y operativo del sistema de las Naciones Unidas, a cuyo
mandato se suscriben los Estados partes de manera soberana y voluntaria.

El capítulo cinco aborda lo referente a la cooperación y la asistencia


internacional; define objetivos, formas, requisitos y responsabilidades; mientras
el capítulo seis concierne al Fondo del patrimonio inmaterial como estrategia
financiera para dar viabilidad a la cooperación, la asistencia internacional y a
proyectos de salvaguardia.

En el séptimo capítulo, bajo el título de Informes, se otorga relevancia al


seguimiento de los objetivos alcanzados de la Convención, mediante la
presentación obligatoria de documentos testimoniales del cumplimiento de los
compromisos que, a escalas tanto nacional como internacional, han sido
acordados multilateralmente. Mediante una Cláusula Transitoria, el capítulo
octavo alude a las Obras maestras del patrimonio oral e inmaterial de la
humanidad, como iniciativa de la UNESCO antecesora de la Convención;
mientras el capítulo noveno cierra el texto estableciendo unas Disposiciones
finales que definen aspectos de naturaleza administrativa: procedimientos de
ratificación, adhesión, entrada en vigor, denuncia, enmiendas, registro, entre
otros.

C. Definiciones fundamentales de la Convención


La Convención del 2003 es un instrumento flexible que busca principalmente
ser operativo y que incluye definiciones no exhaustivas, ello con el objetivo de
que sea relativamente sencilla su interpretación y su amoldamiento a las
políticas particulares y normativas jurídicas de cada país. De hecho, en muchos
países esta convención dialoga armónicamente con la mirada sobre las
expresiones culturales existentes en sus normativas, incorporando algunas
variaciones sutiles con respecto a algunos términos y enfoques.

La definición del patrimonio cultural inmaterial

En el Artículo 2, la Convención de 2003 define el patrimonio cultural inmaterial


de la siguiente manera:

Los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas ‐junto con


los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son
inherentes‐ que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos
reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural.

En este primer párrafo se define al PCI como usos, representaciones,


expresiones, conocimientos y técnicas, enfatizando su carácter no material y su
conservación en la memoria de las personas y grupos culturales a través del
tiempo.

Los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales, se mencionan


dando constancia de la interrelación entre lo material y lo inmaterial, resaltando
el vínculo que poseen con las manifestaciones de dicho patrimonio a partir del
reconocimiento de su valor.

En esta primera definición también se señala que son las comunidades, grupos
e individuos quienes, según sus propios criterios, tienen la potestad de
reconocer aquello que pertenece o no a su patrimonio; esta particularidad
establece una diferencia sustancial con los criterios existentes para concebir
otras formas de patrimonio cultural, como por ejemplo, los valores económicos,
estéticos o históricos, y establece el carácter participativo del enfoque desde la
definición misma.
La definición de patrimonio cultural inmaterial continúa:

Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en


generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en
función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia,
infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a
promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana.

Este segundo párrafo enfatiza el carácter continuo ya la vez dinámico que tiene
el patrimonio inmaterial, de este modo, las expresiones culturales sin continua
al ser herencia y legado de generaciones pasadas pero es a su vez cambiante,
pues cada generación que practica una expresión cultural la adapta a sus
necesidades contemporáneas, sin que por ello pierda su carácter
representativo. En este párrafo se resalta que el patrimonio inmaterial genera
cohesión social y es fundamental en la creación, sostenimiento y recuperación
del tejido social. Hay que tomar en cuenta que la mención al respeto a la
diversidad cultural y la creatividad busca entablar relación entre el patrimonio
inmaterial con los diferentes aspectos de la cultura, así como vincular la
convención a otros instrumentos internacionales de protección, fomento y
reconocimiento cultural.

Finalmente, la definición de patrimonio inmaterial menciona que:

A los efectos de la presente Convención, se tendrá en cuenta únicamente el


patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos
internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos de
respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo
sostenible.

Así, en su párrafo final, la definición expresa que para los fines de la


Convención las expresiones del patrimonio cultural inmaterial que se
considerarán para fines de salvaguardia son aquellas cuyas características no
vulneren los derechos humanos es de decir que afectan la vida y dignidad de
las personas y comunidades, ni que atenten contra el medio ambiente y el
desarrollo sostenible. De este modo, la Convención de 2003 reconoce que
algunas expresiones culturales que podrían incluirse dentro de la definición
propuesta pueden no ser compatibles con los principios de diálogo, tolerancia y
búsqueda de la paz y del desarrollo sostenible que promueve el sistema de las
Naciones Unidas.

Cabe destacar que en los quince años que han pasado desde que se aprobó la
Convención de 2003, se ha incrementado el interés de la UNESCO y de los
Estados Parte en varios temas de la agenda global, como por ejemplo la
equidad de género, el desarrollo sostenible, la educación y la vulnerabilidad por
las emergencias ya sea debido a factores antrópicos como naturales. De este
modo, las Directrices Operativas que guían la aplicación de la Convención de
Unesco de 2003 se actualizan tomando en cuenta estas miradas.

De este modo, se busca reafirmar la idea de que la salvaguardia del patrimonio


cultural inmaterial contribuye al desarrollo social y económico sostenible
asegurando con ello, el bienestar económico, social y cultural de las personas
alrededor del mundo y fortaleciendo los procesos de diálogo y respeto mutuo al
interior de los grupos humanos y entre comunidades.

Ámbitos del PCI

A modo de ilustración, la Convención del 2003 ofrece una lista de los ámbitos o
rubros en que pueden clasificarse las expresiones del patrimonio cultural
inmaterial. Tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo
del patrimonio cultural inmaterial.
• Artes del espectáculo
• Usos sociales, rituales y actos festivos
• Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo
• Técnicas artesanales tradicionales

Este listado es indicativo, no exhaustivo, y puede ser reproducido sin cambios o


ser adaptado cuando se listen los ámbitos en la normativa de cada país, de
hecho, muchos países manejan sistemas de clasificación diferentes
dependiendo del análisis de su propio territorio y de las comunidades que lo
integran.
Salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial

La Convención del 2003 define la salvaguardia de la siguiente manera:

Se entiende por salvaguardia a las medidas encaminadas a garantizar la


viabilidad del patrimonio cultural inmaterial, comprendidas la identificación,
documentación, investigación, preservación, protección, promoción,
valorización, transmisión básicamente a través de la enseñanza formal y no
formal‐ y revitalización de este patrimonio en sus distintos aspectos.

Así, al referirse a la “viabilidad” del patrimonio inmaterial lo que se busca es


que generen condiciones para que las comunidades de portadores, sigan
transmitiendo los valores y significados asociadas a expresiones culturales en
este momento particular de la historia. A diferencia de otros enfoques, la
definición salvaguardia no apuesta por la inmovilidad y la invariabilidad de las
expresiones culturales, ni está basada en su manifestación, sino que se centra
en la acción de las personas y en sus posibilidades de transmitir el valor
patrimonial a otras.

Para lograr la viabilidad, en la definición de salvaguardia se mencionan


diversas medidas que pueden realizarse como la promoción, la investigación, la
transmisión, la revitalización, etc. De hecho, se destacan como medidas
importantes la confección de inventarios de patrimonio inmaterial; el
establecimiento de medidas jurídicas, administrativas y financieras para la
salvaguardia y la sensibilización y promoción del respeto.

Como medidas de salvaguardia para elementos específicos, podemos citar,


entre otros, la identificación, la documentación, la investigación, la
revitalización, la protección de espacios y materiales vinculados y el fomento de
la transmisión por medio de la educación.

Para el caso de la salvaguardia de un elemento específico, las medidas de


salvaguardia deben constituir un conjunto articulado y realizable de actividades
que responda a las amenazas y riesgos que pesan sobre la expresión cultural
cuya viabilidad se desea asegurar. A este conjunto de medidas que surgen de
acuerdos sociales y con responsabilidades compartidas se les conoce como
planes o programas de salvaguardia.

La Convención del 2003 destaca como una de las principales medidas de


salvaguardia de los estados la elaboración participativa de inventarios de
elementos culturales. Los inventarios contribuyen a sensibilizar al público
respecto al patrimonio inmaterial y acerca de su importancia para las
identidades individuales y colectivas. Además, el proceso de inventariar el
patrimonio cultural inmaterial y poner los inventarios a disposición del público
puede promover la creatividad y el reconocimiento de las comunidades y los
individuos en los que se originan las expresiones y los usos de ese patrimonio.
Por otra parte, los inventarios pueden servir de base para formular planes
concretos de salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial identificado. Los
inventarios tienen tal importancia en la Convención y en su implementación que
su elaboración y actualización es uno de los principales compromisos que
adquieren los Estados Parte al ratificar la misma.

Las comunidades, grupos e individuos portadores de patrimonio


inmaterial

Si bien la Convención del 2003 no presenta una definición de comunidad, si


hace referencia continua a este concepto. Tal como otros presentados, el
concepto de comunidad de portadores pretende ser lo suficientemente amplio
para que abarque todas las categorías y tipos de estructuras organizativas
alrededor del patrimonio inmaterial.

En ese sentido, en el artículo 15 se menciona que se debe asegurar la


participación en la salvaguardia de las comunidades, grupos e individuos que
crean, mantienen y transmiten, una expresión del patrimonio inmaterial. Las
comunidades, los grupos o los individuos vinculados a un elemento son
conocidos como portadores, pues son ellos los depositarios de los
conocimientos relativos a su promulgación y finalmente quienes tienen el rol
activo en su transmisión.

Así, el discurso del patrimonio inmaterial construye una categoría social


denominada “comunidad de portadores de patrimonio inmaterial” que se adapta
con facilidad a otras categorías existentes como, sabia o sabio, maestra, artista
tradicional, gestora o gestor, por lo que se es fácilmente incorporado en el
discurso de muchos actores culturales.

La categoría de portador de patrimonio cultural inmaterial es el pilar de la


gestión del patrimonio cultural inmaterial porque evidencia la capacidad de
agencia de las personas sobre las expresiones culturales que practican y
transmiten, dejando constancia que las acciones de gestión pasan
necesariamente por la ejecución, participación y consentimiento de ser el caso,
de estas personas.

En tanto la participación lo más amplia posible de las comunidades de


portadores en la gestión del patrimonio inmaterial es una de las obligaciones
que plantea la Convención, se estimula que los Estados parte encuentren
formas creativas de asegurarla y promoverla. Ello pasa en primer lugar en
reconocer los procesos de gestión y salvaguardia particulares emprendidos por
las comunidades a lo largo del tiempo y que derivan en la pertinencia actual de
las expresiones culturales, de otro lado se destaca la importancia de convocar
con fines de salvaguardia a otros actores vinculados a la cultura como las
instituciones educativas o de salud relacionadas al patrimonio inmaterial, las
asociaciones civiles y los organismos no gubernamentales (ONG’s).

REFERENCIAS MULTIMEDIALES

Video de animación sobre el PCI en América Latina (CRESPIAL)

https://www.youtube.com/watch?v=pnYY7jNbTIE

Video de sensibilización sobre el Patrimonio Cultural Inmaterial (CRESPIAL)

https://www.youtube.com/watch?v=rBNy3Wjnof4

PREGUNTA DE REFLEXIÓN DE LA UNIDAD 3


¿Cuáles podrían ser los recursos necesarios que promuevan y faciliten la
participación comunitaria en la definición y salvaguardia del patrimonio cultural
inmaterial en un país?
UNIDAD 4:
LA SALVAGUARDIA DEL PCI EN LOS PLANOS NACIONAL E
INTERNACIONAL

Al ser un instrumento jurídico internacional la Convención del 2003 establece


un conjunto de obligaciones y presenta una serie de recomendaciones a los
Estados que la ratifican, a su vez también proponen varios mecanismos que
pueden resultar útiles para la salvaguardia a nivel internacional.

Sobre la salvaguardia en el plano nacional

La Convención dispone que los Estados parte adopten las medidas


indispensables para asegurar la salvaguardia del patrimonio inmaterial que se
encuentre presente en su territorio. En este sentido, hace énfasis en primer
lugar, en la identificación y la definición de las expresiones culturales que
integran este patrimonio. De esta forma, el primer mandato de la Convención
del 2003 es la elaboración de uno o más inventarios de patrimonio inmaterial.

Siendo la elaboración de inventarios procesos participativos, se constituyen


como instrumentos insustituibles para el reconocimiento preciso, periódico y
actualizado de expresiones culturales en la voz de sus portadores; y activan
fenómenos de autoidentificación y diálogo al interior de un colectivo; sumado a
ello, la elaboración de inventarios facilita procesos de diagnóstico de las
condiciones de viabilidad o riesgo de las expresiones en el seno de la
comunidad y en su entorno.

Los inventarios también contribuyen a sensibilizar respecto al patrimonio


inmaterial y acerca de su importancia para las identidades individuales y
colectivas. Además, el proceso de inventariar el patrimonio cultural inmaterial y
poner los inventarios a disposición puede promover la creatividad y la
autoestima de las comunidades y los individuos en los que se originan las
expresiones y los usos de ese patrimonio.

Un aspecto muy importante que merece ser acentuado es que la Convención


no establece la forma que debe asumir el inventario, sólo menciona que de
acuerdo con la situación particular de cada Estado se debe confeccionar uno o
varios inventarios con actualización periódica y participación comunitaria.

La elaboración de inventarios participativos es tan importante para la


Convención que su implementación es un requisito que tienen los Estados
para acceder a los mecanismos propuestos como por ejemplo inscribir
expresiones culturales a la Lista Representativa del Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad o solicitar financiamiento al fondo del patrimonio
inmaterial.

Otra de las medidas de salvaguardia de cumplimiento obligatorio para los


Estados parte es el diseño y la creación de políticas y programas que
contribuyan a la salvaguardia del patrimonio inmaterial, lo que requiere la
implementación de una instancia administrativa y financiera que dirija estos
esfuerzos a nivel nacional. Ello implica por ejemplo la creación de centros de
documentación, el desarrollo de programas de refuerzo de capacidades y el
refuerzo de la transmisión de saberes a través de la educación y la
sensibilización y promoción de conocimientos por vías formales o no formales.

En el Artículo 14, se presentan de manera más detallada acciones como


educación, sensibilización y fortalecimiento de capacidades a las cuales los
Estados partes deben dedicarse también como medidas y acciones de
salvaguardia. Estas acciones deben estar destinadas al público en general
como forma asegurar el reconocimiento, el respeto y la valorización del
patrimonio inmaterial en la sociedad, como también informar sobre las
amenazas a las que está sujeto.

Al igual que todas las acciones referidas a la Convención del 2003, para el
desarrollo de las medidas propuestas se establece que es necesaria la
participación de las comunidades, grupos o individuos portadores de forma “lo
más amplia que sea posible”; así como su vinculación permanente con la
gestión respectiva. Ese aspecto es fundamental para la comprensión de lo que
viene a ser la salvaguardia: una decisión de la misma comunidad, que
reconoce la importancia y el rol del patrimonio inmaterial en su seno y opta por
dar continuidad a su promulgación y a las acciones de salvaguardia, en
conjunto con los Estados y otros actores sociales.
Sobre la salvaguardia a nivel internacional

A nivel internacional, con el propósito de poner a disposición de los Estados


Parte mecanismos para favorecer la salvaguardia, la Convención del 2003
propone en sus Artículos 16, 17 y 18 tres mecanismos:

- La Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad,


orientada a la promoción y sensibilización de la importancia del patrimonio
inmaterial para la reproducción de la vida social, cultural y económica de las
comunidades.

- La Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial que requiere medidas Urgentes


de Salvaguardia. Que busca la ejecución de medidas exactas para
asegurar la continuidad de expresiones culturales que las comunidades y
los Estados Parte han identificado como en peligro de desaparición por su
débil transmisión o por encontrarse amenazados por algún factor externo.

- El registro de los programas, proyectos y actividades de salvaguardia del


patrimonio cultural inmaterial que mejor reflejan los principios y objetivos de
la Convención. Este registro tiene por objetivo constituirse en un banco de
información sobre experiencias de buenas prácticas de salvaguardia de
todo el mundo que puedan ser utilizadas como modelo o fuente de
inspiración por los países en vías de desarrollo.

La Convención contempla el cumplimiento de un conjunto de criterios técnicos,


procedimientos administrativos e instancias operativas que rigen el
funcionamiento de cada uno de estos recursos de salvaguardia en el plano
internacional. El conocimiento y la experiencia que se pudiera tener en cuanto
a estos recursos permitiría estimar cómo y en cuánto ellos aportan a ciertos
fines de la Convención, particularmente a la toma de conciencia respecto al
patrimonio inmaterial, así como al estímulo de formas de diálogo entre las
comunidades.

Vale la pena aproximarse a algunas iniciativas exitosas en el plano de lo


internacional, presentadas en las referencias documentales y audiovisuales
complementarias, reflexionando acerca de sus efectos en el colectivo social y
en la propia expresión patrimonial.

En el caso de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la


Humanidad, puede ser ilustrativo el Sistema Tradicional de Jueces de Agua de
Corongo del Perú, inscrito en el año 2017.

Tal como menciona la página de la convención, el Sistema Tradicional de


Jueces de Agua es una estructura organizativa y ritual que administra el
abastecimiento de agua en el pueblo de Corongo en los andes centrales del
Perú. Surgida en tiempos prehispánicos, cumple la finalidad de garantizar el
disfrute equitativo, solidario y sostenible del preciado líquido y de la gestión del
recurso ambiental, especialmente dedicado a las actividades agrícolas. Desde
el punto de vista organizativo la máxima autoridad es el juez de agua, bastión
de la identidad cultural local y a quien se asocia la gestión de los recursos
hídricos y la organización de las fiestas populares en honor a San Pedro. Las
prácticas vinculadas a la manifestación, su significado e importancia y los
valores implícitos son transmitidos de generación en generación, en el seno de
los hogares y los centros docentes locales.

Al inscribirse en la Lista Representativa, esta expresión refleja la complejidad


del patrimonio inmaterial pues abarca dimensiones productivas,
organizacionales y religiosas, reforzando con ello la memoria local y la
cohesión social. De otro lado, refleja la importancia de las expresiones del
patrimonio inmaterial para el desarrollo sostenible, demostrando la pertinencia
los saberes y prácticas tradicionales a la gestión hídrica. Finalmente, esta
expresión se vincula a otros sistemas tradicionales de organización y manejo
alrededor del mundo, de hecho, luego de su inscripción, sus representantes
trazaron vínculos con los Tribunales de regantes del Mediterráneo español: el
Consejo de Hombres Buenos de la Huerta de Murcia y el Tribunal de las Aguas
de la Huerta de Valencia que fueron inscritos en la Lista Representativa en el
año 2009.

En lo referido a la Lista de Salvaguardia Urgente se puede mencionar El


vallenato, música tradicional de la región del Magdalena Grande de Colombia,
inscrito en el 2015.
En la página de la Convención se señala que el vallenato es un género musical
tradicional surgido de la fusión de expresiones culturales del norte de
Colombia: canciones de los vaqueros del Magdalena Grande, cantos de los
esclavos africanos y ritmos de danzas tradicionales de los pueblos indígenas
de la Sierra Nevada de Santa Marta. Todas estas expresiones se han
mezclado también con elementos de la poesía española y el uso de
instrumentos musicales de origen europeo. Nostálgicas, alegres, sarcásticas y
humorísticas, las letras de las canciones del vallenato interpretan el mundo a
través de relatos en los que se combinan el realismo y la imaginación.

Al inscribirse en la Lista de Salvaguardia Urgente, esta expresión da cuenta de


una serie de amenazas que tiene el patrimonio inmaterial vinculados a
procesos externos como el conflicto armado y el desplazamiento de la
población. A pesar de que el vallenato ha trascendido fronteras como género
musical, los valores y significados asociados a esta manifestación en el seno
de su comunidad y el espacio donde se manifiesta, necesitaron medidas muy
específicas de salvaguardia, incluso para contrarrestar la masiva difusión del
nuevo tipo de vallenato a nivel nacional e internacional.

Finalmente, en lo que concierne al Registro de Programas, proyectos y


actividades que mejor reflejan el espíritu de la Convención, sirva como
testimonio ilustrativo la experiencia denominada Xtaxkgakget Makgkaxtlawana:
el Centro de las Artes Indígenas y su contribución a la salvaguardia del PCI del
pueblo totonaca de Veracruz presentado por México e inscrito en el años 2012.

En este caso, tal como se menciona en la página de la Convención, la


inscripción ejemplifica la puesta en práctica de un centro educativo dirigido a
favorecer la transmisión de los conocimientos, tradiciones, valores y
expresiones artísticas del pueblo indígena totonaca. La infraestructura
institucional que se vincula a la experiencia intenta recrear un asentamiento
tradicional en el que confluyen varias casas-escuelas, dedicadas
específicamente a diversas áreas del conocimiento y de la cultura local:
textiles, cerámica, artes de la curación, pintura, danza tradicional, música,
cocina tradicional y teatro; además de una “Casa de los Mayores” en la cual se
transmiten los valores espirituales de la cultura local. La estrategia de
transmisión y valoración empleada expresa el interés por la regeneración de
esta cultura, para cuyos fines se fomentan el uso y la enseñanza de la lengua
materna en las actividades, así como la utilización de las formas de gobierno
local y la preservación del entorno ambiental asociado a las prácticas
tradicionales.

Este es un ejemplo de implementación de acciones basadas en el enfoque


cultural y la perspectiva de la comunidad de portadores, refleja la diversidad de
mecanismos que pueden aplicarse para la salvaguardia y la flexibilidad misma
de lo propuesto por la Convención. Al presentar las múltiples dimensiones de
la vida social, da cuenta de la necesidad de enfoque holístico de la
salvaguardia y del necesario vínculo entre las expresiones culturales.

Sobre la cooperación y la asistencia internacional

Los artículos 19, 20, 21, 22, 23, 24 y 25 de la Convención se refieren a los
objetivos, ventajas, formas y procedimientos relativos a la interacción entre
Estados para el intercambio de información y de experiencias, para el
desarrollo de iniciativas comunes y para la creación y gestión de un
mecanismo financiero para complementar los esfuerzos de los Estados parte
destinados a la salvaguardia del patrimonio inmaterial. En tal sentido, los
Estados parte se comprometen a cooperar en el plano bilateral, subregional,
regional e internacional y se crea el Fondo del Patrimonio Cultural Inmaterial.

Se estipula que se podrá otorgar asistencia internacional con los objetivos


siguientes: salvaguardar los elementos que figuren en la lista de salvaguardia
urgente; confeccionar inventarios en el sentido de los Artículos 11 y 12 de la
Convención; prestar apoyo a programas, proyectos y actividades de ámbito
nacional, subregional y regional destinados a salvaguardar el patrimonio
cultural inmaterial y, por supuesto, en cualquier otro caso que el Comité
Intergubernamental juzgue oportuno. Por su parte, las Directrices Operativas
establecen los criterios de admisibilidad y selección de solicitudes de
asistencia internacional.

El Fondo de Patrimonio Inmaterial está compuesto por el conjunto de aportes


financieros que los Estados partes se encuentran obligados a brindar
anualmente una vez que han ratificado la Convención. El aporte al Fondo
puede ser también a través de acciones puntuales por ejemplo el
financiamiento de reuniones de expertos sobre una temática particular o para
un programa de fortalecimiento de capacidades en un espacio regional.

Con relación a los criterios para evaluación de expedientes de postulación a los


mecanismos de salvaguardia que propone la Convención, cabe mencionar que
si bien los objetivos de cada uno de estos cuatro mecanismos difieren, todos
tienen como requisito fundamental la participación de las comunidades, grupos
e individuos en el proceso de elaboración del expediente y también su
consentimiento previo, libre e informado. Tanto la participación como el
consentimiento deben ser sustentados en los respectivos formularios debiendo
a su vez responder a las múltiples formas tradicionales de brindar
consentimiento que puedan existir en el mundo. Las solicitudes de asistencia
internacional se deberán sustentar en el pedido consensuado del Estado Parte
con las comunidades de portadores a quienes beneficiaría dicha asistencia.

Sobre la relación entre la Convención y otros instrumentos


internacionales

Siendo el campo de la Cultura uno de los cinco sectores que atiende la


UNESCO, la Convención para la salvaguardia del PCI se integra a un conjunto
mayor de instrumentos internacionales desarrollados que atienden lo relativo a
las expresiones culturales y patrimoniales.

Así, desde 1952 se cuentan siete convenciones destinadas a la conservación y


salvaguardia del patrimonio cultural y de la diversidad cultural. Tres de estas
convenciones son consideradas conexas en algunos aspectos y tienen como
objetivo primordial la promoción y protección de la diversidad cultural:

• Convención para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural


(1972)

• Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial


(2003)
• Convención para la Protección y Promoción de la Diversidad de las
Expresiones Culturales (2005)

La Convención de 1972 tiene como objetivo la conservación de los sitios


(bienes) culturales y naturales considerados como de valor universal
excepcional. Es decir, está destinada a bienes tangibles, sean estos culturales
(bienes muebles e inmuebles, vestigios materiales del pasado, o paisajes
culturales) o naturales (reservas naturales), por su parte la Convención de 2003
tiene como propósito la salvaguardia de prácticas y conocimientos que se
conservan en la memoria y que son considerados como patrimonio vivo.

Por otro lado, la Convención de 1972 hace referencia al valor universal del bien
cultural, este valor es definido por expertos según criterios específicos. Esto
establece diferencias entre los bienes culturales que cumplen dichos criterios
parcial o completamente. Por su parte para la Convención de 2003 el bien
cultural o elemento define su valor en tanto una comunidad lo asocia con su
identidad, siendo de este modo garante de su memoria y continuidad como
grupo social.

El tercer aspecto nos habla de autenticidad e integridad. En el caso de la


Convención de 1972, el valor del bien cultural radica, además de su
originalidad y autenticidad, en su inamovilidad y preservación desde la
antigüedad. De ello se desprende que los principales agentes de la
conservación de este tipo de bienes son los especialistas. El Patrimonio
Inmaterial por su parte tiene como características principales la recreación,
reinterpretación y el dinamismo. Por ello, los agentes principales de la
salvaguardia de estos elementos son las comunidades, grupos o individuos que
los practican y transmiten.

Hay que tener presente que existen diversos aspectos que vinculan a ambas
Convenciones y a los bienes que buscan proteger o salvaguardar, por ejemplo,
algunos sitios del patrimonio mundial son, a su vez, lugares de culto o sagrados
donde se realizan en la actualidad prácticas rituales ancestrales. Asimismo,
muchos objetos materiales poseen significados culturales asociados a la
identidad colectiva de un grupo cultural.
La Convención de 2005 se centra en las expresiones culturales
contemporáneas (la música, el cine, la pintura y las artes del espectáculo, entre
otras). En la mayoría de los casos, estas expresiones culturales constituyen
nuevas creaciones – no se transmiten necesariamente de una generación a
otra (como el patrimonio inmaterial), ni cambian de manera constante. Esta
Convención tiene como finalidad el fomento de las industrias culturales y la
difusión y circulación de los bienes y servicios culturales. Asimismo, procura
fortalecer la cadena de esfuerzos creativos, desde la producción hasta la
distribución y la difusión, y el acceso a las expresiones culturales y su disfrute.
Por su lado, la Convención de 2003 tiene una finalidad un tanto diferente:
alentar el uso y la transmisión sostenibles del PCI de las comunidades. De
igual forma, la salvaguardia del PCI contribuye al bienestar y desarrollo
armonioso de las comunidades. Parte del PCI se transmite de generación en
generación porque constituye un medio de subsistencia para las personas, y su
valor económico es cada vez más importante como motivación para su
salvaguardia.

Todos los instrumentos propuestos por UNESCO deben ser vistos como
complementarios, por ello, la Convención UNESCO 2003 advierte sobre las
limitaciones de interpretación que se deben atender en cuanto a no dificultar
los niveles de protección, derechos y obligaciones de los Estados partes, que
han sido alcanzados en materia de patrimonio mundial, cultural y natural,
derechos de propiedad intelectual, o el uso de recursos biológicos y
ecológicos.

REFERENCIAS MULTIMEDIALES

Elementos inscritos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural


Inmaterial de la Humanidad cuyos expedientes fueron considerados como
buenos ejemplos.

● Perú: Jueces de Agua de Corongo. PCI como eje de desarrollo


sostenible.
https://www.youtube.com/watch?v=S0GscphNQfc
● China: Conocimientos y prácticas sobre la vida, la salud y la prevención
de enfermedades y su tratamiento: la balneoterapia lum de la sowa
rigpa, medicina tradicional tibetana. PCI vinculado al patrimonio natural.
https://youtu.be/CCJT99V1DAQ

● Venezuela: Los conocimientos y técnicas tradicionales vinculados al


cultivo y procesamiento de la curagua. PCI como eje dinamizador
económico y organización social.
https://youtu.be/ISoiZZWWExM

● Colombia y Ecuador: La música de marimba y los cantos y bailes


tradicionales de la región colombiana del Pacífico Sur y de la provincia
ecuatoriana de Esmeraldas. PCI como elemento compartido en un
espacio transnacional.

https://youtu.be/5xItvN0Rx44

PREGUNTA DE REFLEXIÓN DE LA UNIDAD 4

¿Cuáles son las ventajas principales de visibilizar elementos del patrimonio


inmaterial a través de la inscripción en las Listas de la Convención de Unesco?
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