Tema: Constructores sabios o necios ¿qué somos?

Edvin Antonio González

Cita bíblica: Mateo 7:24-27

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le
compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la
roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y
golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada
sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las
hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa
sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron
vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue
grande su ruina.”

Instrucciones:
Jesús pronuncia la parábola del constructor sabio y el necio como desafío y conclusión
ilustrativa del SM (cf. también Lc 6:47-49): “Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las
pone en práctica”. Aunque la expresión “todo el que” incluye a los discípulos, que son los
principales receptores de la enseñanza del SM, se dirige también a las multitudes, a las que
Jesús ha estado invitando constantemente a entrar en el reino de los cielos. Es muy probable
que estén también presentes, quizá en secreto, algunos representantes de los dirigentes
religiosos a quienes Jesús ha venido poniendo como ejemplo negativo de quienes apartan al
pueblo de la justicia de Dios para llevarlos a su propia hipocresía .

A. SIMILITUDES ENTRE EL SABIO Y EL NECIO CRISTIANO, COMO CONSTRUCTOR DE

SU VIDA DE FE.
- En primer lugar, ambos constructores han oído el evangelio. Cualquiera, pues, que me
oye estas palabras se aplica tanto al hombre prudente (v. 24) como al hombre
insensato (v. 26). Ambos conocen el camino de salvación.
- Segundo, ambos proceden a edificar una casa después que han oído acerca del camino de
salvación.
o El hombre prudente (sabio) edifica su casa, que representa su vida, sobre estas
palabras de Jesús.
o La deducción es que el hombre insensato (necio), aunque oye estas palabras de
Cristo y no las hace, cree que su casa es segura simplemente porque ha oído y
reconocido las palabras. Cree que la vida que lleva es cristiana y que, por tanto, es
agradable a Dios. No edifica intencionalmente una casa que cree que vaya a caer.
o Ambos constructores tienen confianza en que sus casas resistirán; pero la
confianza de un hombre está puesta en el Señor y la del otro hombre está puesta
en sí mismo.
- Tercero, ambos constructores edifican sus casas en la misma ubicación general, lo cual se
evidencia porque al parecer la misma tormenta las golpea.
o En otras palabras, las circunstancias externas de sus vidas eran esencialmente las
mismas.

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 o No tenía ninguna ventaja el uno sobre el otro. Habían vivido en el mismo pueblo y
posiblemente asistían a la misma iglesia, oían la misma prédica, iban al mismo
estudio bíblico, y tenían comunión con las mismas amistades.
- Cuarto, la deducción es que ellos construyeron el mismo tipo de casa.
o Por fuera sus viviendas eran muy parecidas. Según todas las apariencias el
hombre insensato vivía en gran parte del mismo modo que el hombre prudente.
o Podríamos decir que ambos individuos eran religiosos, teológicamente ortodoxos,
morales, servían en la iglesia, la apoyaban económicamente, y eran ciudadanos
responsables de la comunidad. Parecían creer y vivir de manera similar.

B. DIFERENCIAS ENTRE EL SABIO Y EL NECIO CRISTIANO COMO CONSTRUCTOR DE SU

VIDA DE FE.
Las diferencias entre los dos constructores y las dos casas que edificaron no eran perceptibles
por fuera. Pero eran muchísimo más importantes que las similitudes. La clave es entender
que uno de ellos hace o cumple la Palabra de Dios (muestra obediencia) y el otro no hace, es
decir que no practica la Palabra (muestra desobediencia). Uno construye usando las
especificaciones divinas, el otro usa las suyas propias.

- La más grande diferencia entre las especificaciones de estos constructores y la manera

que edificaron está en las bases que sentaron. El hombre prudente… edificó su casa
sobre la roca, mientras que el hombre insensato… edificó su casa sobre la arena.

o Petra (roca) no significa piedra o ni siquiera peñasco, sino un gran afloramiento

de roca, una gran extensión de lecho de roca. Es algo sólido, estable e inamovible.
o Por el contrario, la arena es algo suelto, inestable y sumamente móvil. Los agentes
de venta de lotes sobre arena son los falsos profetas de los que Jesús acaba de
advertir (vv. 15-20).
o Los escribas y fariseos tenían un conjunto complejo y complicado de tradiciones
religiosas a las que consideraban de gran valor ante Dios. Sin embargo, todas esas
tradiciones eran externas, superficiales e inestables. No tenían ninguna sustancia
espiritual o moral, ni estabilidad.
o Tales tradiciones eran arena movediza, compuesta totalmente de opiniones,
especulaciones y normas humanas.
o Quienes las crearon y las siguieron no tomaron en cuenta la obediencia a la Palabra
de Dios, la pureza de corazón, la espiritualidad del alma, ni la integridad de la
conducta. Lo único que les preocupaba era la apariencia, el apremiante deseo de
ser vistos y “alabados por los hombres” (Mt. 6:2).
o Como dice Arthur Pink acerca de esas personas:
▪ Llevan sus cuerpos a la casa de oración, pero no sus almas; adoran con sus
bocas, pero no “en espíritu y en verdad”. Son muy rigurosos en cuanto a la
inmersión o a la comunión temprano en la mañana, pero no le prestan
ninguna atención a guardar sus corazones con toda diligencia. Se jactan de
su ortodoxia, pero no tienen en cuenta los preceptos de Cristo. Multitudes
de cristianos profesos se abstienen de hechos externos de violencia, pero
no dudan en robarles a sus vecinos un buen nombre al propagar malos
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 informes contra ellos. Contribuyen con regularidad al “salario del pastor”,
pero no se amilanan por falsear sus bienes y engañar a sus clientes,
convenciéndose que “negocio es negocio”. Tienen más consideración por
las leyes del hombre que por las de Dios, porque el temor a Dios no está
delante de sus ojos.

o Sin embargo, el hombre prudente edifica su casa sobre la roca, y cree que la roca
de la que se habla aquí es la Palabra de Dios: estas palabras son las del Señor.
o Este constructor es aquel que oye las palabras de Jesús… y las hace. Edificar
sobre la roca equivale a obedecer la Palabra de Dios.
o Después que Pedro confesó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús le
declaró: “No te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo
también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia” (Mt. 16:16-
18).
o Esta “roca” (petra) es la misma roca que la de Mateo 7:24-25. Es el lecho de roca
de la Palabra de Dios, su revelación divina. Es la revelación divina tal como le fue
dada a Pedro por parte del “Padre que está en los cielos”, y es la única roca sobre
la cual la vida cristiana puede edificarse.
o La marca del verdadero discipulado no es simplemente oír y creer, sino creer y
hacer.
o Los verdaderos discípulos de Jesucristo, los únicos verdaderos convertidos del
evangelio, son aquellos “hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no
hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro
natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era” (Stg.
1:22-24).
o En otras palabras, una persona que profesa conocer a Cristo pero que no le
obedece no tiene una imagen perdurable de lo que trata esa nueva vida. Vislumbra
a Cristo, y vislumbra lo que Cristo puede hacer por él o ella, pero la imagen que
tiene de Cristo y de la nueva vida en Cristo pronto desaparece.
o Su experiencia con el evangelio es vacía, superficial y de corta duración.
o Tan importante como es la debida atención a la Palabra de Dios, sin la obediencia
a sus verdades no solo deja de tener beneficios, sino que se convierte en un juicio
adicional contra sus lectores.
o Es indispensable oír la Palabra con una actitud de obediencia, pero ni siquiera eso
es suficiente. La obediencia a la Palabra es el requisito espiritual más esencial y es
el común denominador de todos los creyentes.
o La realidad ineludible de la verdadera vida espiritual no es un sentimiento
momentáneo de conformidad o compromiso, sino una obediencia a largo plazo a
las Escrituras (cp. Jn. 8:31).
o Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a
vosotros mismos.
▪ Una traducción más literal del tiempo presente medio imperativo de
ginomai (sed) es “sean continuamente” o “sigan esforzándose por ser”,
hacedores de la palabra.
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 ▪ Cuando las personas reciben bendición por la predicación o el estudio
regular y profundo de la Biblia, pueden llegar a apasionarse tanto por su
conocimiento de la Palabra de Dios, que pueden sentirse satisfechos con tal
conocimiento y dejar de esforzarse por vivir las profundas verdades que ha
comprendido.
▪ Pero un verdadero creyente no estará interiormente satisfecho con
solamente conocer la Palabra. Su conciencia y el llamado de la presencia
interior del Espíritu Santo seguirán convenciéndolo de sus errores hasta
que llegue a ser obediente.

o Una cosa es hacer reparaciones ocasionales en la casa; y otra muy diferente es ser
un constructor profesional.
o Una cosa es enseñar ocasionalmente una clase en la escuela dominical; y otra muy
diferente es tener un llamado divino y un don divino como maestro de la Palabra.
o Aquí Santiago se refiere al cristiano [hacedor] de la palabra, subrayando lo que
es y no lo que hace. Hay personas cuya vida está dedicada, no solo a aprender de
la Palabra de Dios, sino también a una continua y fiel obediencia a ella.
o La palabra griega akroatēs (oidores) se empleaba para referirse a quienes se
sentaban pasivamente en un lugar y escuchaban a un cantante o a un orador.
▪ Hoy puede emplearse para los que participan como oyentes en una clase de
la universidad, a quienes se les exige que asistan y presumiblemente que
escuchen, pero sin que se les pida ningún estudio adicional, alguna tarea
por escrito o el hacer algún examen. En otras palabras, no se les hace
responsables por lo que escuchan.
▪ Trágicamente, la mayoría de las iglesias tienen muchos “oyentes”,
miembros que de buena gana entran en contacto con la enseñanza y con la
predicación de la Palabra, pero no tienen ningún interés en que ese
conocimiento cambie su conducta diaria de vida.
▪ Se aprovechan del privilegio de escuchar la Palabra de Dios, pero no tienen
deseo de obedecerla.
▪ Cuando se les observa regularmente, se hace evidente por su actitud que
no son cristianos, sino que solo fingen serlo.
▪ Tales personas, que son solamente oidores y no también hacedores,
piensan que pertenecen a Dios, cuando, en realidad, no es así.
▪ Proclamar e interpretar la Palabra de Dios nunca son fines en sí mismos,
sino medios para un fin, es decir, la aceptación verdadera de la verdad
divina por lo que es y el aplicarla fielmente.

o Al igual que hay tres elementos para escuchar y recibir la Palabra (con obediencia,
pureza y mansedumbre), también hay tres elementos para obedecer la Palabra.
o De modo que el verdadero creyente, el oidor y hacedor de la Palabra, prueba su fe
de tres maneras:
▪ Con relación a sí mismo, está dispuesto a aplicar la Palabra sin engaño
(1:22b-26);
▪ con relación a los demás, está dispuesto a aplicarla sin egoísmo (v. 27a); y
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 ▪ con relación al mundo, está dispuesto a aplicar la Palabra sin hacer
concesiones (v. 27b).
o Juan declara: “En esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus
mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es
mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste
verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos
en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Jn. 2:3-6).
o Pablo asevera lo mismo de manera poderosa y convincente: “Todas las cosas son
puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues
hasta su mente y su conciencia están corrompidas. Profesan conocer a Dios, pero con
los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda
buena obra” (Tit. 1:15-16).
o Profesar conocer a Dios y su verdad, pero no seguir a Dios ni vivir su verdad de
manera obediente es estar engañados. Es haber entrado por la puerta ancha y
estar caminando por el camino espacioso que lleva a la perdición. Es haber
edificado una casa sobre la arena.
o La única confirmación que podemos tener de la salvación es una vida de
obediencia. Esa es la única prueba que la Biblia menciona de que estamos bajo el
señorío de Jesucristo. La obediencia es el requisito indispensable de la salvación.
o La casa edificada sobre la roca es la vida de obediencia, la vida que Jesús ha estado
explicando a lo largo del Sermón del Monte. Es la vida que tiene una visión bíblica
de sí misma, como se describe en las Bienaventuranzas.
o Es la vida que tiene una visión bíblica del mundo, y que se ve como el medio de
Dios para preservar e iluminar el mundo, aunque no forma parte de él. Es la vida
que tiene la visión divina de las Escrituras y que determina no alterar la Palabra
de Dios en lo más mínimo.
o Es una vida que se preocupa de la justicia interior en lugar del formulismo externo.
Es una vida que presenta una actitud recta hacia lo que se dice y lo que se hace,
hacia motivos, aspectos, dinero y otras personas. Es una vida de autenticidad en
lugar de hipocresía, y de la justicia de Dios en lugar de justicia propia.

C. ENTENDIENDO LAS SIMILITUDES Y DIFERENCIAS ENTRE UN SABIO Y UN NECIO

CONSTRUCTOR DE SU VIDA DE FE.

- La casa edificada sobre la roca es la vida que se despoja del endiosamiento y el orgullo,
que está abrumada por el pecado y llora por ello, que hace el máximo esfuerzo por entrar
por la puerta estrecha y ser fiel en el camino angosto de Cristo y su Palabra.
o Ese constructor no edifica su vida ni pone su esperanza en ceremonias, rituales,
visiones, experiencias, sentimientos o milagros sino en la Palabra de Dios y solo en
ella.

- La arena está compuesta de opiniones, actitudes y voluntades humanas, que siempre son
cambiantes e inestables.

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 o Edificar sobre la arena es basarse en la voluntad propia, en la realización propia,
en el propósito personal, en la autosuficiencia y autosatisfacción, y la arrogancia
moral.
o Edificar sobre la arena es no ser enseñable, estar “siempre…aprendiendo, y nunca
[poder] llegar al conocimiento de la verdad” (2 Ti. 3:7).
o Edificar la casa de nuestra vida sobre la arena es seguir el supremo engaño de
Satanás, que es hacer creer a la persona que es salva cuando no lo es. Debido a que
la persona está bajo la ilusión de ser salva, no ve razón para resistir a Satanás ni
para buscar a Dios.

- Además de la gran diferencia en los cimientos que ponen, el hombre prudente edifica su
casa de la manera difícil, mientras que el hombre insensato edifica la suya de la manera
fácil.
o Uno escoge la puerta estrecha y el otro la ancha. Uno busca con cuidado una base
sólida de roca sobre la cual edificar; el otro simplemente encuentra una sección
de arena en una ubicación deseable y empieza a edificar.

- El camino fácil es atractivo por varias razones, la primera es que es rápido.

o El insensato siempre tiene prisa. Su primer deseo es complacerse, y toma la ruta
más corta para ello.
o En la obra de la iglesia quiere la solución rápida y fácil, que ocasione la menor
controversia y el menor fastidio, sin ninguna consideración de cómo esa solución
pueda concordar con la Biblia.
o Esta persona aboga por la evangelización fácil, la creencia fácil, y el discipulado
fácil, porque estas cosas producen resultados rápidos que son sencillos de ver y
medir.
o No tiene tiempo para escudriñar la Palabra en busca de la verdad correcta con la
cual dar testimonio, o para hacer un examen de conciencia u obtener una
convicción sólida.
o Considera una confesión verbal, una tarjeta firmada, o una oración hecha como
algo suficiente para llevar a una persona a Cristo.
o Está dispuesto a declarar salva a una persona sin tener ninguna conciencia de que
seguramente está perdida.
o Al insensato también le gusta el camino fácil porque este básicamente es
superficial. Lo que es superficial requiere poca planificación, poco esfuerzo, poco
cuidado en los detalles, y poca preocupación por la calidad o las normas.
o La persona superficial busca lo que es agradable en vez de lo que es correcto, lo
que es placentero en lugar de lo que es verdadero, lo que le satisface en vez de lo
que le satisface a Dios.
o Recurre al cristianismo para obtener resultados instantáneos, placer instantáneo,
y recompensas instantáneas. Se preocupa mucho por las “alturas” espirituales,
pero nada por las “profundidades” espirituales.

- El hombre insensato siempre tiene excusas cuando Jesús le muestra las exigencias de
vida.
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 o Cuando oye el evangelio por primera vez le declara al Señor: “Te seguiré
adondequiera que vayas”. Pero cuando oye: “Las zorras tienen guaridas, y las aves
de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”, de
repente recuerda que tiene que enterrar a su padre (es decir, esperar la muerte de
su padre para recibir la herencia) o despedirse “primero de los que están en [su]
casa”. Jesús dice que ese individuo “que poniendo su mano en el arado mira hacia
atrás” no “es apto para el reino de Dios” (Lc. 9:57-62).

- La lluvia, los ríos, y los vientos no representan tipos específicos de juicio físico sino
simplemente un resumen del juicio final de Dios.
o La tormenta es la prueba final que enfrentará la casa de toda vida humana. Así
como el ángel de la muerte en Egipto pasó de largo por las casas rociadas con
sangre de los hijos de Israel mientras mataba a todos los primogénitos en las
demás, así también el mismo juicio que pasará sin hacer daño sobre la casa que se
edificó sobre la roca de Cristo y su Palabra destruirá totalmente la que se
edificó… sobre la arena, juicio que no es otro que Cristo y su Palabra.

o Un día se probará si una religión es verdadera o falsa. Y tal juicio demostrará con
absoluta finalidad:
▪ cuál es el trigo y cuál es la cizaña,
▪ quiénes son ovejas y quiénes son cabritos,
▪ quiénes han entrado por la puerta estrecha para andar por el camino
angosto y quiénes han entrado por la puerta ancha para andar por el
camino espacioso.

- Aquellos cuyas casas están sobre la roca de Jesucristo y su Palabra serán liberados “de la
ira venidera” (1 Ts. 1:10), y solo recibirán elogios de parte de Dios, dice Pablo (1 Co. 4:5).
o Esa ira se derrama en última instancia en el juicio del gran trono blanco, que Juan
describe en Apocalipsis 20. “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios;
y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y
fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según
sus obras…. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de
fuego” (vv. 12, 15).

- La única diferencia en cuanto a la tormenta con relación al hombre prudente y al

insensato es la manera en que esta afecta sus casas. La casa del hombre prudente pudo
haber sido sacudida, pero no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.

- Pero cuando la misma adversidad vino sobre la casa del hombre insensato la destruyó,
y fue grande su ruina. La construcción quedó totalmente demolida, dejando a su
constructor absolutamente sin nada.
o Tal es el destino de quienes edifican sobre la arena de ideas humanas, filosofías
humanas, y religiones humanas. No es que a tales personas les quedará poco, sino
que no les quedará nada. No es que el camino que recorrieron hacia Dios sea

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 inferior, sino que no era ningún camino en absoluto hacia Dios. Siempre e
inevitablemente tal camino lleva a la perdición; su destino total es caer.

- El hombre prudente edifica con cuidado, porque hay esencia y gran importancia en lo
que está edificando.
o En el pasaje paralelo en Lucas, Jesús explica que este hombre “cavó y ahondó y
puso el fundamento sobre la roca” (6:48). No se quedó satisfecho con confesiones
superficiales de fe, con conversiones rapiditas que no involucran ningún
arrepentimiento, sin lamentarse por su pecado, y sin desesperarse por su maldad
personal.

Conclusión:
La diferencia más trágica entre los edificadores está en sus destinos finales. La inigualable e
incomparable joya de sermón que Jesús pronunció concluye con una advertencia de juicio.
Sus palabras finales son: y fue grande su ruina.

El resultado final del evangelio para quienes rechazan a Cristo no es que pierden gran
cantidad de bendición o ni siquiera que pierden una vida de felicidad eterna con Dios en el
cielo, aunque esas cosas son absolutamente ciertas. El resultado final para quienes rechazan
a Cristo es que están destinados al tormento eterno, perdición que seguirá aniquilándolos
por siempre.

Rechazar a Cristo es esperar “ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el
fuego nunca se apaga” (Mr. 9:47-48). Debido a esta certeza todo cristiano profeso debe oír las
palabras del Espíritu Santo a través de Santiago: “Sed hacedores de la palabra, y no tan
solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Stg. 1:22). Como aprendemos de
Proverbios: “hay generación limpia en su propia opinión, si bien no se ha limpiado de su
inmundicia” (30:12).

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