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2 de Reyes 4:1-38 : Eliseo, la viuda y la

mujer sunamita
Uno de los hombres de Dios al que se le da mucho espacio en la Palabra de Dios es Eliseo.
Eliseo era un seguidor de Elías, cuyo ministerio él sucedió (ver 1 de Reyes 2). De los
muchos milagros que Dios hizo a través de Eliseo, en este estudio vamos a considerar solo
dos de ellos. En ambos casos, nuestra concentración será en la habilidad de Dios de librar a
aquellos que lo buscan de cualquier problema que les surja.

1. 2 de Reyes 4:1-7: la viuda con los dos hijos


El primero de los dos casos que vamos a examinar en este estudio se trata de una viuda y
sus dos hijos. 2 de Reyes 4:1 nos habla sobre esta mujer y el gran problema que enfrentaba
después de la muerte de su esposo.

2 de Reyes 4:1
“Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo
mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el
acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.”

De acuerdo al pasaje, esta mujer era la esposa de un hombre que temía y honraba al Señor.
Desafortunadamente, su esposo murió dejando a su familia una deuda que no podían pagar.
Como resultado, el acreedor vino a llevarse a los hijos como siervos. De lo anterior
podemos entender fácilmente la emergencia de la situación: para enfrentar este problema
ella clamó a Eliseo, el varón de Dios. Por supuesto, acudir al hombre de Dios en esta critica
situación no fue accidental. Cuando el tiempo es tan limitado (“el acreedor había venido”)
acudes a aquellos que en verdad pueden ayudarte. Obviamente, esta mujer creyó que el
hombre que podía ayudarla era Eliseo, el varón de Dios . Evidentemente, había
determinado PELEAR esta difícil situación y pelearla CON DIOS. Habiendo visto lo que la
viuda dijo a Eliseo vamos a ver lo que Eliseo le respondió:

2 de Reyes 4:2
“Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa.

Observa la disponibilidad de Eliseo, estaba ahí listo para ayudar a la viuda. No la condenó
por la deuda. En mi opinión personal, debió haber pasado mucho tiempo antes de que la
viuda o su esposo alcanzaran el estado de insolvencia. Ciertamente no se llega a ese punto
de un día para otro, sin mientras tanto manejar muchas cosas erróneamente. Sin embargo, el
punto no era lo que había pasado, lo que pasó pasó. Lo que ahora contaba no era el pasado,
sino que en el presente ella necesitaba apoyo inmediato y para encontrarlo recurrió al
Señor. También observa cómo Eliseo no trató de despacharla porque el problema era muy
grande. Él de seguro no tenía solución alguna para el problema, antes de que Dios proveiera
la maravillosa solución que leeremos en un momento. No obstante, eso no significa que él
no estaba disponible para ayudarla. De lo contrario, su respuesta dice que estaba listo para
ayudarla de la manera que pudiera. El verso 2 nos da la respuesta de la mujer a lo que
Eliseo respondió:

2 de Reyes 4:2
“Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.”

Esta viuda estaba verdaderamente en gran pobreza. No había nada en su casa mas que una
vasija de aceite. Obviamente en su esfuerzo por querer salir de la deuda vendió todo. No
había mesa, camas, ni utensilios de cocina. Lo único que quedaba era la vasija de aceite.
Sin embargo, esa vasija era suficiente para que Dios la liberara. Los versículos 3-4 dicen:

2 de Reyes 4:3-4
“El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.
Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena,
ponla aparte.”

Dios a través de Eliseo le dijo a la mujer que pidiera prestadas vasijas vacías y que les
pusiera aceite de la vasija suya. Si no tomáramos en cuenta a Dios, esas instrucciones
sonarían muy locas. Porque, de acuerdo a las leyes científicas, una vasija de aceite no puede
llenar mas que solo otra vasija de aceite del mismo tamaño. Por lo cual, científicamente
hablando, lo que Eliseo le dijo a la viuda que iba a suceder era imposible. Sin embargo, iba
a ser imposible si, repito, no tomáramos a Dios en cuenta. Porque, si no tomamos a Dios en
cuenta, las cosas son completamente diferentes. La razón es que Dios no está limitado por
las leyes científicas. Cuando se trata de Él, lo que cuenta no es si algo es científicamente
posible o no, sino si es Su voluntad o no. Cuando algo es Su voluntad, sucederá,
independientemente de lo que los científicos digan. Obviamente, de lo que ya hemos leído,
podemos concluir que Dios deseaba la liberación de la mujer de su problema. Por lo cual,
hablando bíblicamente, lo que Eliseo dijo correspondía a la voluntad de Dios en cuanto a
esa situación y ciertamente sucedería al 100% si la viuda hacía lo que Dios le dijo, esto es
i)pedir prestadas las vasijas, ii) encerrarse con sus hijos iii) poner aceite de su vasija en las
vasijas prestadas y vacías. No creo que la viuda haya visto en su vida que una sola vasija
llenara muchas más vasijas vacías con aceite. Sin embargo, para que Dios ejecutara Su
voluntad, ella tenía que creer que lo vería por primera vez. Con Dios, no cuenta si algo ha
sucedido con otras personas, lo que cuenta es si creeremos y actuaremos en lo que Él dice.
Entonces, veamos si finalmente la mujer le creyó a Dios o no:

2 de Reyes 4:5
“Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las
vasijas, y ella echaba del aceite.”

La mujer CREYÓ lo que Dios le dijo y lo hizo. Entonces, tan pronto como se fue de Eliseo
pidió las vasijas prestadas y vacías “se encerró” con sus hijos, y echó el aceite de su vasija
en las demás vasijas exactamente así como Dios le había dicho. Lo que sucedió después
viene en el verso 6:
2 de Reyes 4:6
“Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él
dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.”

Todas las vacías que pidió prestadas se llenaron con el aceite. El aceite “cesó” solo hasta
cuando ya no hubo más vasijas vacías. Sin embargo, las vasijas llenas fueron suficientes
para pasar a la viuda y a sus hijos de la bancarrota a la prosperidad. El verso siete dice:

2 de Reyes 4:7
“Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus
acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.”

El aceite fue tanto, que ella y sus hijos pudieron pagar la deuda y vivir del resto. Así que la
viuda no había sido librada de su problema sino que fue más que librada: obtuvo un tesoro
en el aceite y todo eso porque buscó la liberación del Señor. Acudió a Dios y a Su varón,
pobre y oprimida y partió rica y librada.

2. 2 de Reyes 4:8-30: La mujer sunamita


El registro anterior de la viuda no es el único en la Biblia donde vemos el poder libertador
de Dios manifestarse. Como dijimos, nuestro Dios es un Dios de liberación y como
consecuencia, la Biblia está llena de casos que hablan sobre gente que confió en Dios y fue
librada. Uno de esos casos se puede encontrar en el mismo capítulo de 2 de Reyes y viene
después del registro de la viuda con los dos hijos. Empezando desde el verso 8 leemos:

2 de Reyes 4:8
“Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer
importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí,
venía a la casa de ella a comer.”

Una vez más, una mujer es el personaje principal de la historia. Sin embargo, en
comparación con el caso anterior donde la mujer era muy pobre, la mujer de esta historia
era notable, muy probablemente una persona que estaba en una situación sin problemas
económicos. Ahora, un día en el que Eliseo pasaba por aquel lugar, esa mujer lo persuadía
para que fuera a comer a su casa y cada vez que pasaba por ahí iba a casa de la mujer a
comer. De lo anterior, podemos entender el respeto y atenciones que tenía esa mujer hacia
Eliseo. Porque no invitas a alguien a comer a tu casa si esa persona no te importa. Pero,
¿porqué Eliseo le importaba tanto a este mujer? En el verso 9 viene la razón:

2 de Reyes 4:9
“Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra
casa, es varón santo de Dios”

Para esta mujer, Eliseo era “varón santo de Dios”. Es por eso que ella era tan amable con él.
Su respeto y atenciones por Eliseo era una demostración del respeto que tenía hacia él. No
obstante, las atenciones de la mujer no terminaron solo en comida. Los versos 9 y 10 nos
dicen como continuó:

2 de Reyes 4:9-10
“Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra
casa, es varón santo de Dios. Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y
pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se
quede en él.”

En verdad, qué considerada era esta mujer con Eliseo. No solo le ofreció de comer, sino
que también mandó construir una habitación para él para cuando pasara por él pueblo y
durmiera por la noche ahí. No hay necesidad de decir que Dios no podría haber dejado el
cuidado y la amabilidad de esta mujer sin recompensa. Los versos 11 al 14 dicen:

2 de Reyes 4:11-14
“Y aconteció que un día vino él por allí, y se quedó en aquel aposento, y allí durmió.
Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella
delante de él. Dijo él entonces a Giezi: Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con
todo este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey, o al
general del ejército? Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo. Y él dijo: ¿Qué,
pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es
viejo.”

Eliseo reconoció las amabilidades de la mujer y estaba agradecido con ella. Entonces,
devolviéndole su bondad, inicialmente él le sugirió hablarle de parte de ella al rey o al
comandante del ejercito. Sin embargo, no era eso lo que la sunamita deseaba, ya que estaba
satisfecha y segura viviendo en su pueblo. Lo que ella deseaba grandemente viene en el
siguiente verso:

2 de Reyes 4:14-17
“Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo,
y su marido es viejo. Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta. Y él
le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío,
varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año
siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.”

Esta mujer no tenía hijos, y científicamente hablando, no tenía probabilidades de procrear


uno, porque su esposo ya era anciano. No obstante, eso no significaba que no podría tener
uno. Porque hay alguien que cumple deseos aún cuando la ciencia no da ninguna
probabilidad de que se cumplan. ¿Quién es? La respuesta es Dios. Como dijimos al
examinar el caso de la viuda, para Dios no hay imposibles y cuando algo es Su voluntad,
sucederá, independientemente de lo que las probabilidades digan. Para la ciencia, esta
mujer no tenía probabilidades de tener hijos, y aun así, porque era la voluntad de Dios, lo
iba a tener.

Aparte de eso, otro punto que también es notorio, es que Eliseo desde el principio no sabía
el deseo que la mujer tenía. Porque entonces, no le hubiera sugerido desde el primero
momento hablarle al rey de parte de ella o al comandante del ejercito ni le hubiera
preguntado a Giezi qué podía hacer por ella. Sin embargo, no hay nada de raro en eso.
Porque Eliseo, así como cualquier otro hombre que tenía al espíritu santo , pudo haber
sabido, ya sea a través de sus cinco sentidos o a través de revelación de Dios. Obviamente,
en nuestro caso, Dios no le había revelado desde el principio que la mujer deseaba mucho
tener un hijo, sino que Él le dijo a través de Giezi porque pensó que esa era la mejor manera
de obtener la información más pertinente. Luego, después de que Eliseo supo por Geazi que
la mujer no tenía hijos, Dios le dio revelación directamente diciéndole que en un año la
mujer estaría abrazando un hijo y por eso Eliseo se lo anunció. La reacción de la mujer
frente a tan maravillosa promesa viene en el verso 16:

2 de Reyes 4:16
“Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva.”

La mujer pensó que Eliseo se estaba burlando de ella o que le estaba mintiendo. No podía
creer que su más grande deseo se iba a cumplir. Esto no es poco común: a veces nos
tardamos en creer las cosas maravillosas que la Palabra de Dios dice que tenemos o las
cosas que Dios promete que nos va a dar al caminar con Él. Nos parecen demasiado buenas
para ser verdad. Sin embargo, tenemos que entender que de Dios solo viene toda bondad y
don perfecto (Santiago 1:17). Cuando viene de Él, no hay cosas así como “muy bueno para
ser verdad”, porque de Dios vienen solo cosas BUENAS y VERDADERAS. Como en
Efesios 3:20 dice que Dios “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos”. No tiene problema alguno para hacer lo
que Él quiera. Cuando es Su voluntad, CIERTAMENTE LO HARÁ. Regresando a la
mujer, en mi opinión, la promesa de un hijo era para ella algo que verdaderamente
pertenecía a la esfera de “mucho más abundantemente de lo que pedimos”. Es por eso que
pensó que Eliseo se burlaba de ella o le mentía. Sin embargo, aparte de maravillosa, esta
promesa también era verdadera. En el verso 17 viene su cumplimiento:

2 de Reyes 4:17
“Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le
había dicho.”

Después de un año la mujer dio a luz un hijo exactamente como Dios le había prometido.
Aunque parezca que la historia terminó aquí, aun no es el final. Y eso porque los versos
siguientes nos hablan de un problema de salud muy grave que le ocurrió al niño cuando
creció:

2 de Reyes 4:18-20
“Y el niño creció. Pero aconteció un día, que vino a su padre, que estaba con los segadores;
y dijo a su padre: !!Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y el padre dijo a un criado: Llévalo a su
madre. Y habiéndole él tomado y traído a su madre, estuvo sentado en sus rodillas hasta el
mediodía, y murió.”

Al niño le dio una de esas enfermedades muy serias que le produjo la muerte rápidamente.
Como podemos ver, a pesar del hecho de que el niño era un regalo de Dios que, de acuerdo
a Santiago 1:17, era perfecto y bueno, el adversario se las arregló para hacerle daño. Pero
de nuevo, eso no es extraño. En ninguna parte de la Palabra de Dios dice que los hijos de
los creyentes (o padres, hermanos, esposas o los mismos creyentes) nunca se van a
enfermar. Hay un enemigo, el diablo, y su trabajo es causar enfermedad. Es por eso que la
Biblia llama a aquellos que estaban enfermos y que fueron sanados por el Señor Jesús como
“oprimidos por el diablo” (Hechos 10:44): los llama así porque el diablo los oprime con
enfermedad. Así que, muerte o enfermedad son cosas que no vienen de Dios. Por otro lado,
hay cosas cuya fuente es lo contrario al poder espiritual de Dios, el diablo. No obstante,
aunque el adversario es capaz, cuando encuentra el modo, de traer enfermedad, Dios, que es
mucho más grande que el diablo (1 de Juan 4:4), nos puede sanar de todo tipo de
enfermedad. Como en el Salmo 103:3 dice:

Salmo 103:3
“El que sana todas tus dolencias;”

Dios no sana la mitad de nuestras enfermedades sino TODAS ellas, independientemente de


la opinión de la ciencia de si son curables o no. Volviendo a la mujer, ¿podría Dios haber
ido tan lejos como para revertir el aparente hecho irreversible de la muerte del niño? Vamos
a ver la respuesta en un momento, después de ver primero la reacción de la mujer ante este
hecho:

2 de Reyes 4:21-24
“Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Dios, y cerrando la puerta, se
salió. Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los
criados y una de los asnos, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese. El dijo:
¿Para qué vas a verle hoy? No es nueva luna, ni día de reposo. Y ella respondió: Paz.
Después hizo enalbardar el asno, y dijo al criado: Guía y anda; y no me hagas detener en el
camino, sino cuando yo te lo dijere.”

De la reacción de la mujer queda claro que no consideró la muerte de su hijo como una
realidad irreversible. En vez de quedarse de luto junto al niño y decirle a su esposo sobre su
muerte, puso al niño en la cama del varón de Dios y le pidió a su marido que le diera un
asno y un criado para poder ir con él. Obviamente, la mujer reconoció que el niño era un
regalo que Dios le había dado y que su muerte no era la voluntad de Dios. Así que, ella no
aceptó que la muerte de su hijo era una realidad que no podía cambiar. Por eso se fue
apresuradamente con Eliseo y no le dijo a nadie lo que había pasado. Los versículos 25-28
nos dicen lo que pasó cuando se encontró con Eliseo:

2 de Reyes 4:25-28
“Partió, pues, y vino al varón de Dios, al monte Carmelo. Y cuando el varón de Dios la vio
de lejos, dijo a su criado Giezi: He aquí la sunamita. Te ruego que vayas ahora corriendo a
recibirla, y le digas: ¿Te va bien a ti? ¿Le va bien a tu marido, y a tu hijo? Y ella dijo: Bien.
Luego que llegó a donde estaba el varón de Dios en el monte, se asió de sus pies. Y se
acercó Giezi para quitarla; pero el varón de Dios le dijo: Déjala, porque su alma está en
amargura, y Jehová me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado. Y ella dijo: ¿Pedí
yo hijo a mi señor? ¿No dije yo que no te burlases de mí?”
Una vez más podemos ver que el Señor sin haberle dicho, Eliseo, como cualquier otro
hombre, le era imposible saber por anticipado lo que le estaba pasando a la mujer. La mujer
estaba obviamente muy triste. Sin embargo, a pesar de su gran tristeza, tuvo el coraje de
dejar a su hijo muerto en casa y visitar al varón de Dios. La reacción de Eliseo fue
inmediata:

2 de Reyes 4:29-31
“Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te
encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo
sobre el rostro del niño. Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te
dejaré. El entonces se levantó y la siguió. Y Giezi había ido delante de ellos, y había puesto
el báculo sobre el rostro del niño; pero no tenía voz ni sentido, y así se había vuelto para
encontrar a Eliseo, y se lo declaró, diciendo: El niño no despierta.”

Giezi llegó primero a la casa, pero a pesar de haber hecho lo que Eliseo le dijo el niño no
despertó. Después de un rato, Eliseo y la madre llegaron también:

2 de Reyes 4:32-33
“Y venido Eliseo a la casa, he aquí que el niño estaba muerto tendido sobre su cama.
Entrando él entonces, cerró la puerta tras ambos, y oró a Jehová.”

Eliseo ORÓ al Señor. Esa fue su reacción ante la situación. Seguramente estaba en una
posición difícil: el niño que Dios le había prometido a la mujer a través de él ahora estaba
muerto, y sin ninguna señal de recuperación, aun después de que Geazi había hecho lo que
Eliseo le dijo. No obstante, en ningún momento vemos a Eliseo perder su confianza en
Dios, o sentirse frustrado y dejarse caer. Sino que enfrentó la situación como debió: ORÓ
AL Señor. El Señor es la fuente de todas las respuestas, y Eliseo necesitaba obtener una
respuesta sobre qué hacer en esa situación. Por lo cual, oró al único que sabía la respuesta:
al Senor . Como resultado, Dios respondió su oración. Los versos 34-35 dicen:

2 de Reyes 4:34-35
“Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos
sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del
niño entró en calor. Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después
subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos.”

Todas esas cosas que vienen en el pasaje anterior que Eliseo hizo, no fueron cosas que
salieron de su mente, sino que fueron hechas mediante revelación de Dios. Tal es el caso,
que vemos el obvio resultado: el niño fue sanado y Eliseo se lo devolvió a su madre:

2 de Reyes 4:36-38
“Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella,
él le dijo: Toma tu hijo. Y así que ella entró, se echó a sus pies, y se inclinó a tierra; y
después tomó a su hijo, y salió. Eliseo volvió a Gilgal”
Dios liberó a la mujer y revertió el aparente hecho irreversible de la muerte del niño,
demostrando así que Él puede ir tan lejos como se necesite para libertar a aquellos que
buscan Su poder liberador.

3. Conclusión
En este tema examinamos dos casos que nos demostraron el poder liberador de Dios. Se
motiva al lector a estudiar la Palabra de Dios por sí mismo para encontrar más ejemplos. En
ambos casos examinados y generalmente en todos los casos que uno puede encontrar
estudiando la Biblia, la lección dada es la misma: aquellos que confían en Dios y lo buscan
nunca serán avergonzados por ningún problema que enfrenten. Nuestro Dios es un Dios de
liberación y no hay límite en su poder. Puede ir tan lejos como para llenar vasijas vacías de
aceite o resucitar niño muertos para libertar a Su gente. Es verdaderamente “capaz de
darnos más abundantemente de lo que pedimos o entendemos”. Por eso, en todo lo que
puedas necesitar, CONFÍA en el poder libertador de Dios, estando seguro de que si lo
hacemos, solo una cosa va a pasar: seremos libertados.

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