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Autor: Juan Antonio Durán Ramírez**.

SUMARIO
Introducción. 1.-Antecedentes: Transición de la escritura a la oralidad. 2.-Fun-
damentos sobre la introducción de las técnicas de interrogatorio: 2.1.-Funda-
mentos de la relación procesal penal. 2.2.-Garantías Constitucionales del proce-
so penal. 2.3.-Fundamentos de Derecho Internacional de Derechos Humanos.
3.-El nuevo rol de los intervinientes en el proceso penal. 3.1.-Actividad de las
partes. 3.2.-Pasividad del juez. 4.-Las técnicas de oralidad en el proceso penal.
4.1.-El relato y otras distorsiones al sistema adversativo. 4.2.-El interrogatorio en
el sistema adversativo. 4.3.- Otras consideraciones técnicas: Las reglas del com-
portamiento forense. 5.-Reflexión final. Bibliografía.

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo tiene por objeto presentar en forma des-


criptiva, evolutiva y reflexiva, la introducción de las técnicas de
oralidad, y específicamente las del interrogatorio, en el juicio oral
salvadoreño.

Se trata de indagar, a partir de la experiencia salvadoreña, si


la legislación y la práctica se ordenan a los fines pretendidos con
la reforma del proceso penal, o si, por el contrario, persisten resa-
bios del anterior sistema inquisitivo. Nuestra hipótesis de trabajo


Publicado en la Revista Justicia de Paz No. 9, Proyecto de Asistencia Técnica
a los Juzgados de Instrucción y Tribunales de Sentencia, Cooperación Espa-
ñola/CSJ, san Salvador, mayo-agosto, 2001. Trabajo presentado en el Semi-
nario de Derecho Procesal Penal, impartido por el Doctor Gilbert ARMIJO
SANCHO, en el Posgrado de Administración de Justicia de la Universidad Na-
cional de Costa Rica, Heredia, noviembre de 2000, corregido y ampliado de
su versión original.
**
Juez del Tribunal de Sentencia. San Vicente, El Salvador.
será esta última, es decir, la que sustenta que la cultura inquisitiva1
sigue pesando en el actuar diario de nuestros tribunales de justi-
cia, situación a la que coadyuva la persistencia en el nuevo Códi-
go Procesal Penal de algunos principios del sistema anterior, como
es el caso, por ejemplo, del art. 352, sobre la posibilidad del tri-
bunal de sentencia de acordar prueba de oficio para mejor proveer.

La metodología empleada será en principio, una reflexión


sobre los fines de la reforma procesal penal, a partir de la configu-
ración constitucional del proceso, y la asunción de los nuevos ro-
les que deberían asumir los intervinientes; y de ahí analizar el con-
tenido, alcances y límites a la reforma del art. 348 CPP salvadore-
ño2, que retoma las técnicas propias del sistema adversativo.

La estructura del trabajo consta de cuatro apartados, el pri-


mero de ellos que analiza la transición de la escrituración a la ora-
lidad en los procedimientos, con especial referencia al juicio oral;
el segundo, dedicado a los fundamentos doctrinarios, constitucio-
nales y del ordenamiento jurídico internacional de los derechos
humanos, sobre la oralidad, y específicamente las técnicas de in-
terrogatorio en el proceso penal; el tercero, en el que se reflexiona
sobre los nuevos roles que deben asumir los intervinientes: En-
tiéndase juez y partes. El cuarto, que trata sobre las técnicas de
oralidad del proceso, con especial énfasis en las técnicas de inter-
rogatorio adoptadas en el art. 348 CPP; y finalmente, una reflexión
final sobre el tema tratado.

Vaya encaminado este esfuerzo con la intención de contri-


buir con la experiencia salvadoreña, en la adopción de un verda-
dero sistema adversativo en el juicio oral, que proscriba los vicios
del sistema y cultura inquisitiva.

1. ANTECEDENTES: TRANSICIÓN DE LA ESCRITURA A LA


ORALIDAD.

1
BINDER, Alberto M., Límites y posibilidades de la simplificación del proceso, en Derechos
fundamentales y Justicia penal, Juricentro, San José, 1992, p. 175. De igual forma: BINDER, Al-
berto M., Perspectivas de la Reforma procesal penal en América Latina, en Justicia Penal y Es-
tado de Derecho, Ad-Hoc s.r.l., Buenos Aires, 1993, p. 204.
2
Antes de la reforma, era el equivalente al art. 352 CPP de Costa Rica.
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La transición del proceso penal salvadoreño ha sido semejan-


te a la de la experiencia costarricense y de otros países de la re-
gión centroamericana y en general, de Iberoamérica, con sus pro-
pias particularidades, virtudes, defectos y problemas.

El hecho que nuestros países hayan nacido a la vida inde-


pendiente como Estados, dentro del ordenamiento jurídico penal
español propio del sistema inquisitivo, seguido de la influencia del
“Code d’Instruction Criminelle”, de origen Napoleónico de 1808,
y posteriormente, la influencia del Código ROCCO Italiano adopta-
do especialmente en Sudamérica, ha determinado enormemente
muchas de las prácticas viciadas que se manifiestan en la actuali-
dad, aún después de la reforma que procuraba la adopción de un
sistema con mayores características del sistema acusatorio. En el
caso salvadoreño, con la superación del modelo adoptado con el
Código Procesal Penal de 1974.

Con la entrada en vigencia del actual Código Procesal Penal,


que tuvo como base al Código Procesal Modelo para Iberoaméri-
ca, se produjo un importante y significativo cambio que repercutió
no sólo en la estructura del proceso penal, sino en los nuevos ro-
les que debían asumir los intervinientes del proceso, y sobre todo,
con la introducción de nuevas formas de procedimiento respecto
de los actos procesales.

Una de las novedosas formas introducidas en el proceso pe-


nal en El Salvador, fue la introducción de la oralidad3, y más espe-
cíficamente el de las técnicas de interrogatorio propias del modelo
anglosajón, fundamentalmente las del modelo norteamericano (al
igual que muchas de sus novedosas instituciones4), en la que se

3
"En su sentido más puro, significa que sólo lo que lo que haya sido expuesto y presentado
oralmente en el debate puede ser admitido como fundamento de la sentencia. Originalmente
se pretendió con este postulado: 1) evitar que la parte que no supiera leer ni escribir resultara
perjudicada, 2) conceder a las partes la oportunidad de discutir y rebatir verbalmente todo
aquello que se relacione con el litigio ante el tribunal competente, 3) acelerar el curso del pro-
ceso y 4) otorgar a la opinión pública la oportunidad de controlar la actividad de los tribunales
de justicia (en este sentido es el principio de publicidad hermano de la oralidad)", RIVERO SÁN-
CHEZ, Juan Marcos, en Proceso, democracia y humanización, en Nuevo proceso penal y consti-
tución, IJSA, 1ª Edición, San José, 1998, p. 78.
4
Como son los criterios de oportunidad, el procedimiento abreviado –plea beargining y guilty
plea- y específicamente en el caso salvadoreño, existen añejas instituciones de raigambre nor-
teamericana como son el tribunal del Jurado (art. 189 Cn.) y la inaplicabilidad de leyes por par-
tuvo como base las técnicas de oralidad y del interrogatorio segui-
das en Puerto Rico, con la ventaja de presentar dichas técnicas en
castellano.

Se dice novedosas, porque a pesar de que el Código Procesal


Penal de 1974 introdujo ya una forma de oralidad en algunos pro-
cedimientos (faltas, tránsito y Tribunal de Jurado), en la práctica, la
influencia de la escrituración5, el secreto, la delegación y otros
vicios propios del sistema inquisitivo, dieron o lugar a la desapli-
cación de lo previsto por el legislador de 1974. En concreto, en
los juicios de faltas y tránsito, el juicio ‘in voce’ fue prácticamente
inexistente; mientras que la Vista oral del Jurado estaba diseñada
para que la prueba en general se introdujera mediante lectura de
la minuta y actas, y aún las deposiciones de peritos y testigos eran
incorporadas por su lectura. La audiencia oral se limitaba a los
alegatos de las partes luego de la lectura de la minuta y prueba.

Tales vicios, como muchos otros, repercutieron en una


enorme mora judicial, el abuso de la detención provisional y sus
consecuentes reos sin sentencia, el enorme costo del proceso, la
ineficacia de la persecución y sanción de la criminalidad y su con-
trapartida, el excesivo número de casos de delitos bagatelarios,
que generó entre otras cosas, la desconfianza y desprestigio de la
Administración de Justicia, necesidad que motivó la adopción del
nuevo Código Procesal Penal, que implicó la ruptura de muchos
paradigmas en lo que a Administración de la Justicia penal se re-
fiere, con la introducción de nuevas instituciones y la redefinición
de nuevos roles para los intervinientes en el proceso.

Una de las instituciones importantes, como se ha señalado,


es la introducción de las técnicas de oralidad, y dentro de éstas, el
de las técnicas de interrogatorio.

te de los jueces por ser contrarias a la Constitución, forma de control difuso de constitucionali-
dad (art. 185 y 149 Cn.).
5
Se afirma que "la palabra escrita ha sido la tradición en los procesos legales y es difícil abando-
nar las tradiciones; lo innovador generalmente causa incertidumbre, y consecuentemente re-
chazo hasta que se comprueba que produce frutos (…)", en QUESADA PACHECO, Jorge Arturo,
Análisis del discurso oral en el proceso penal, EUNED, San José, 1998, p. 4.
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2. FUNDAMENTOS SOBRE LA INTRODUCCIÓN DE LAS


TÉCNICAS DE INTERROGATORIO.

Las razones por las cuales el legislador salvadoreño decidió


adoptar las técnicas de interrogatorio en el proceso penal, partie-
ron principalmente del rol y característica que la Constitución les
asigna y configura, reflejo del proceso penal liberal, a los distintos
intervinientes del proceso penal; pero además, en adecuación de
la legislación secundaria a la normativa internacional de Derechos
Humanos, apoyándose en la doctrina y legislación comparada. Un
primer punto importante, es de los fundamentos de la relación
procesal, tal y como los ha manejado la doctrina.

2.1.- Fundamentos de la relación procesal penal.

Pese a encontrarse devaluadas por las nuevas instituciones


del nuevo Código Procesal Penal, se ha señalado en la doctrina6
que los Principios fundamentales de la relación procesal penal,
están divididos en tres grandes bloques, los que se refieren al
Principio de Oficialidad o de contenido material de la relación
procesal penal7, el Principio de verdad real o de finalidad inme-
diata8 y el Principio de inviolabilidad de la defensa o de actividad
defensiva9.

De ellos, los que nos interesan para efectos de fundamentar


la adopción de las técnicas de oralidad en el proceso penal, son
los que se refieren a la verdad real y a la inviolabilidad de la de-
fensa, y sus subprincipios.

6
Ver: VÉLEZ MARICONDE, Alfredo, Derecho Procesal Penal, Tomo II, Lerner, Córdova, 3ª Edición,
1ª Reimpresión, 1981, pp. 173-243.
7
Que comprende los subprincipios de estatalidad, oficiosidad, legalidad, indeclinabilidad de la
acción, improrrogabilidad de la jurisdicción y la indisponibilidad de la pretensión.
8
Que comprende los subprincipios de inmediación de la prueba –oralidad, continuidad, identi-
dad física del juzgador-, publicidad del debate, impulso e investigación judicial autónoma, li-
bertad de prueba, comunidad de prueba y libre convicción.
9
Que comprende los subprincipios de intervención, contradicción, imputación, intimación
originaria, ampliación de la acusación, intimación complementaria, correlación entre acusación
y sentencia o congruencia, reparación del daño y motivación de la sentencia.
De igual forma, la doctrina10 distingue entre garantías prima-
rias y secundarias, siendo las garantías primarias las que se refie-
ren a la formulación de la imputación, a la carga de la prueba y al
derecho de defensa; y las garantías secundarias o de segundo ni-
vel, las que se refieren a la publicidad, la oralidad, la legalidad y a
la motivación de la decisión.

a) Verdad Real

El principio de verdad real se configura como principio limi-


tativo del ius puniendi, siendo ésta un producto, no del simple
decisionismo voluntarista y arbitrario del Juez, sino de una activi-
dad dinámica propia de las disciplinas cognoscitivas. Importante,
pues como fundamento de la legitimidad democrática de la fun-
ción judicial, se afirma que “las sentencias penales son los únicos
actos jurídicos cuya validez depende de su verdad”11, y sobre todo
porque se afirma: ‘auctoritas, no veritas, facit legem’ (la autoridad,
no la verdad, hace la ley); ‘veritas, non auctoritas, facit iudicium’
(la verdad, y no la autoridad, hace el juicio)12.

FERRAJOLI13 ha señalado la imposibilidad de llegarse a la ver-


dad real como enunciado epistemológico, pues no puede confir-
marse con absoluta certeza ni aún en las ciencias exactas ni en las
ciencias del ser, pues tienen un conocimiento relativo que se des-
truye a partir de cambio de paradigma científico. Ya no se diga la
“verdad forense” o “verdad procesal”14, cuya posibilidad de error
10
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y razón, Teoría del garantismo penal, Trotta, 2ª Edición, Madrid,
1997, p. 606.
11
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón..., p. 605.
12
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón..., p. 44.
13
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón…, p. 50.
14
Sobre las distintas posiciones acerca de la importancia y posibilidad de encontrar la ‘verdad
real’ en el proceso penal, IGARTÚA SALAVERRÍA distingue tres grandes tendencias o posturas: La
primera, que sostiene que la verdad es indiferente e irrelevante para los fines del proceso, de-
ntro de las que se destacan las concepciones retóricas, que hacen énfasis en la persuasión y que
atiende a criterios de conveniencia y eficacia; y las concepciones narrativistas, que centran su
atención a criterios semióticos o del lenguaje. La segunda, se postula contrario a la búsqueda
de la verdad, que afirma que no se puede o no se debe encontrar la verdad en el proceso, ya
sea por su imposibilidad teórica, como lo sostienen las opciones gnoseológicas, o la de los que
afirman que la verdad surge por intuición y surge como reacción individual o estimación subje-
tiva; y la de los perfeccionistas desilusionados, extremistas del todo o nada, que sostienen que
si la verdad absoluta no está a nuestro alcance, queda excluido cualquier conocimiento racio-
nal; así como también los que sostienen la imposibilidad práctica de llegar a la verdad, sea por
la falta de instrumentos cognoscitivos adecuados o debido cuestiones de tiempo, pues para la
búsqueda de la verdad en el proceso, se está sujeto a plazos determinados o limitados o porque
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judicial es muchísimo mayor en la reconstrucción de un hecho


histórico pasado, por lo que no puede llegarse de manera absoluta
a la verdad real, afirmando que la verdad del proceso, lejos de ser
una ‘verdad real’, es una ‘verdad aproximativa’ y ‘probabilística’,
máxime que se trata de una ‘verdad normativa’, es decir, una ver-
dad limitada por una serie de normas jurídicas que condicionan la
validez de esa verdad (como las prohibiciones probatorias: tortura,
allanamientos ilegales, intervenciones telefónicas ilegales, etc.) y
que por lo tanto, limitan el conocimiento de esa verdad. Por lo
tanto, una verdad judicial que sea “cierta”, “objetiva” o “absolu-
ta”, “representa siempre la expresión de un ideal inalcanzable”15.

Así configurado el proceso penal, el que se llegue a la ‘ver-


dad real’, con las limitaciones antes señaladas por FERRAJOLI, se
garantiza en primer lugar con la inmediación de la prueba, es de-
cir, ese contacto físico del Juez con el órgano, medio y elemento
de prueba16 y que tienen como características la oralidad, la con-
tinuidad del acto de prueba y del debate, la identidad y presencia
física del juzgador-, así como otras características tales como la
publicidad del debate, la libertad y comunidad de prueba y la
libre valoración y convicción.

no existe libertad para investigar, pues existen limitaciones legales tanto para el uso de medios
de prueba como las que restringen la formación de prueba. Y la tercera, que se muestra favora-
ble a la obtención de la verdad, tanto por su posibilidad teórica, como lo muestran las orienta-
ciones modernas a favor de la verdad jurídica, como lo sostienen el realismo crítico, el empi-
rismo interno y el relativismo epistemológico; como por su posibilidad práctica, pues se afirma
que frente a las objeciones a los límites de las reglas legales, se sostiene que hay que ponderar
en su justa dimensión la incidencia de las normas legales en la actividad probatoria, pues son
esencialmente residuales y porque se disminuye su impacto con la libertad de prueba y su libre
valoración; así como la que afirma que estamos en presencia de una verdad relativa, pues hay
una limitación de instrumentos cognoscitivos, y porque además es una verdad relativa a su con-
texto, que dependerá de los medios cognoscitivos disponibles, así como de la estructura de re-
ferencia, como son las presuposiciones, los conceptos, las nociones y las reglas que se tengan
respecto de la realidad que se pretende indagar. Por otra parte, quienes se postulan a favor de la
posibilidad de encontrar la verdad real, sostienen su conveniencia ideológica, pues ello garan-
tizarían decisiones justas, parten de que el hecho es necesario para la aplicación de la conse-
cuencia jurídica consagrada en la norma (constatación fáctica del supuesto hipotético previa-
mente), así como porque es una garantía para la aplicación de la norma penal. Finalmente, en
cuanto a la valoración de la prueba, se parte de la base de un sistema de inferencias probabilís-
ticas para la declaración de la verdad, en la que ya no se habla simplemente de deducción o
inducción, sino de abducción del hecho respecto de la norma y de la decisión de la constata-
ción de la realidad y la aplicación de la norma al caso concreto. IGARTÚA SALAVERRÍA, Juan, Va-
loración de la prueba, motivación y control en el proceso penal, Tirant lo blanch, Valencia,
1995, pp. 19-29.
15
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón…, p. 50.
16
Siguiendo las distintas nociones del término ‘prueba’ que propone CAFFERATA. Ver CAFFERATA
NORES, José I., “La prueba en el proceso penal”, Depalma, Buenos Aires, 1988, pp. 14 y ss.
Por ello, dentro del esquema garantista, es necesario que el
proceso sea un proceso de verificación como parte de la epistemo-
logía acusatoria o falsacionista, sujeta a prueba (modus ponens) y
a refutación (modus tollens), es decir, al contradictorio. Para ello
es necesario que se respete la defensa material y técnica del impu-
tado17.

Y es que en el sistema adversativo18, por lo general, las par-


tes tienen versiones antagónicas de los hechos pasados; o tienen
diferente interpretación de esos mismos hechos, por lo que pre-
tenden convencer y persuadir al juez con ‘su’ verdad. Convencer-
le en cuanto a la razón, el intelecto, respecto del hecho histórico;
persuadirle en cuanto a su sentimiento, emoción, pasiones huma-
nas, despertándole la simpatía por la persona en su caso.

Y no sólo el hecho que no siempre se puede probar 'lo que


realmente sucedió', por la dificultad e imposibilidad de hacerlo,
sino que una limitante importante es que las recreaciones verbales
provienen de seres humanos cuyos poderes falibles de observa-
ción y memoria han sido bien documentados19, sino que las des-

17
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón..., p. 606.
18
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio. La defensa penal y la oralidad, 2ª Edición, Abeledo-
Perrrot, Buenos Aires, 1989, p. 17.
19
Así, en la Resolución 2000-735, pronunciada por el Tribunal de Casación Penal de Costa Rica,
integrado por los jueces DALL’ANESE, LLOBET y OBANDO, de 25 de setiembre de 2000, en el en
el recurso de Casación interpuesto en el caso Costa Rica contra Arce Arista, el Tribunal señala:
“(...) (ii) El examen del testimonio no puede olvidar su proceso de formación, comenzando con
la recepción de datos objetivos por medio de los sentidos, la percepción o la idea a partir de la
información recibida sensorialmente, y la comunicación de esa idea que tiene su propio proce-
so. Este desarrollo puede llevar a la persona a hacer un relato alejado de la verdad objetiva sin
incurrir en falso testimonio, pues se basa en su percepción (subjetiva) de los datos objetivos re-
cibidos por medio de los sentidos, o en obstáculos propios del proceso de comunicación; para
ello debe explicarse someramente. Consciente o inconscientemente, de modo constante los
sentidos reciben información objetiva del entorno: colores, sombras, destellos, silencio, ruido,
música, sabores, texturas, temperatura, olores. El dato recibido es objetivo, no tiene imputa-
ción. Pero, inmediatamente, el cerebro echa mano de los prejuicios (datos precedentes) acerca
de la realidad, interpreta la información y la califica e imputa. (…) El otro problema es el de la
comunicación, pues tiene su propio proceso, constante de tres elementos: mensaje, emisor y
receptor. El primero de ellos es la idea traducida a una forma de comunicación (palabra habla-
da o escrita, mímica, gráficos, dibujos, etc.); el emisor es el testigo que trasmite su relato y el
receptor es el tribunal y las partes. Si el emisor no tiene dominio del idioma —aunque su idea
de la realidad sea muy precisa— no podrá exponerla con precisión; y si el receptor no tiene la
preparación para interpretar adecuadamente la comunicación del emisor, tampoco percibirá el
mensaje. (iii) Por otra parte, existe la memoria del pasado reciente y la memoria del pasado
remoto. Cuando apenas ha transcurrido un corto período entre el hecho y la declaración, la
memoria podría abarcar lo central como lo periférico; pero si ha corrido mucho tiempo entre
ambos eventos, los detalles que no dejan impronta tienden a olvidarse (...) De manera que la
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cripciones verbales exactas intrínsecamente deforman la realidad,


especialmente cuando no se puede decir 'todo' lo que sucedió,
sino que debe limitar su narración a la información que sea impor-
tante desde el punto de vista sustantivo. Incluso las pruebas del
tipo de los documentos y las fotografías no son más que fragmen-
tos de la realidad, y su valor probatorio, a menudo, depende de
las descripciones verbales.20

Por tal razón, algunos autores sugieren que las técnicas ad-
versativas oscurecen todavía más la realidad, pues puede afirmarse
que cuando los abogados escogen los hechos a demostrar y prepa-
ran a los testigos, y desarrollan un interrogatorio en determinado
sentido, se "engaña al juez" acerca de lo que realmente sucedió21.

Pero como la realidad objetiva es indemostrable, la mejor


forma de ayudar al juez a comprender lo que sucedió realmente
es el uso de dichas técnicas del sistema adversativo22, como es que
el abogado de la parte contraria cuestione, controvierta, impugne,
polemice, contradiga y refute tanto al testigo como a su testimo-

valoración del testimonio es harto complicada, pues la confianza o crédito en el declarante de-
pende en gran medida del interrogatorio periférico. Y a lo anterior debe sumarse que el centro
de interés de la persona podría tener tal relevancia —ser el objeto de la agresión, la impresión
por el acometimiento contra otro, etc.— que no permite asimilar lo periférico, por lo que tam-
poco quedará grabado en la memoria del pasado reciente."
20
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, 18.
21
En contra de este sistema adversativo, sobre todo por la forma de llegar a la "verdad", se postula
abiertamente IGARTÚA SALAVERRÍA, al referirse a los dos modelos de fines del proceso, ya sea
que con él se declare la verdad de los hechos, o que el proceso sea un medio de solución de
conflictos. El proceso visto como medio de solución de conflictos, busca una aceptable compa-
ginación de intereses, pretendiendo el equilibrio más satisfactorio a los intereses de las partes o
al contexto social en que ha surgido el conflicto, haciendo énfasis en la eficacia pacificadora del
proceso, con un rechazo a la verdad. Con el sistema que hace énfasis en el proceso como for-
ma de llegar a la verdad de los hechos, pero de una forma desentendida de la búsqueda de la
verdad real, afirma que en este modelo "se colocan en la bóveda axiológica los valores de la li-
bertad, la autonomía y la iniciativa de las partes, síguese de ahí que éstas (cada una de ellas
por su lado) pelean por la victoria o por el compromiso (en el peor de los casos), pero nunca
por la desinteresada investigación de la verdad. A mayor abundancia, si el juez debe limitarse
a escoger entre las versiones que le procuran las partes, queda fuera de su horizonte buscar por
su cuenta una reconstrucción objetiva de los hechos"; IGARTÚA SALAVERRÍA, Juan, Valoración de
la prueba..., pp. 22-23. Sin embargo, las técnicas de interrogatorio propios del sistema adversa-
tivo y acusatorio adoptado por el legislador salvadoreño, exigen un rol pasivo al juez y mayor
actividad de las partes, renunciando a aquella búsqueda de la verdad real, a cualquier costo -
incluso torturando, o para decirlo en palabras precisas: aplicando tormento-, propia del sistema
inquisitivo. Por el contrario, el juez debe ser ahora, un sujeto imparcial, pues no es titular de
pretensión alguna, tal como se desarrollará más adelante; y la verdad ha de surgir de la confron-
tación, la contradicción, el debate, propio del sistema democrático y republicano.
22
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, 18.
nio, a través del contrainterrogatorio23.

Por ello, la "verdad real" en el proceso penal, en términos de


FERRAJOLI, es una verdad limitada, aproximativa, probabilística y
normativa24.

b) Inviolabilidad de la defensa material y técnica

Con el inicio de la persecución penal25, el ius puniendi ejer-


cido con todo su aparato investigador (Policía y la Fiscalía) se
vuelca sobre la persona humana individualizada, a fin de hacer
valer la pretensión punitiva ante la jurisdicción. Tales aparatos de
persecución penal, están investidos de Poder coercitivo26 con el
fin de obtener y asegurar las fuentes de prueba a través de la inves-
tigación, y que se convertirán durante el proceso en medios de
prueba, e incluso, pueden ejercer atribuciones que lesionan o res-
tringen derechos fundamentales de la persona humana.

Tal ejercicio del poder implica un desequilibrio frente al


ciudadano investigado, imputado y acusado, por lo que el orde-
namiento jurídico ha investido a la persona humana de ciertas
garantías que le aseguren el goce de sus derechos fundamenta-

23
De ahí que el contrainterrogatorio sea el mejor método para cuestionar la credibilidad del dicho
del testigo, siendo la confrontación y el careo (art. 218-220 CPP) un resabio del inquisitivo en el
afán de llegar a la verdad real, poniendo a dos personas que sostienen versiones diametralmen-
te opuestas, a carearse y confrontarse, para que “libremente traten de ponerse de acuerdo” so-
bre cómo ocurrieron los hechos, o determinar cuál de ellas dice la verdad y cuál miente. No só-
lo me parece que el resultado puede ser engañoso, pues el testigo hábil y mendaz puede hacer
creer que dice la verdad, mientras que el inexperto, falto de carácter pero veraz, podrá parecer
que miente. De ahí que resulta inseguro su resultado, inútil su práctica y anacrónico dicho pro-
cedimiento en el modelo adversativo acusatorio adoptado, y que tiene en el contrainterrogato-
rio el momento culminante de la verificación de la veracidad o mendacidad de la prueba testi-
monial o pericial, sin necesidad de acudir a dicho careo. El testigo declara bajo juramento, y es
sometido a presiones en el contrainterrogatorio; si se sostiene en determinada afirmación, será
el juez quien valore la credibilidad de tal dicho, frente al otro testigo que sostiene todo lo con-
trario.
24
FERRAJOLI señala la diferencia de llegar a la verdad real en los sistemas inquisitivo y acusatorio:
Mientras que en el inquisitivo, la investigación y búsqueda de prueba era libre (permitiéndose
el tormento y cualquier forma que fuese útil para llegar descubrir la verdad real), su valoración
estaba limitada por la ley (prueba tasada). En cambio en el sistema acusatorio, la investigación y
formación de prueba es legal (prohibiciones probatorios, necesidad de orden judicial, método
legal de formación de prueba), pero su valoración es libre para el Juez. FERRAJOLI, Luigi, Dere-
cho y Razón..., p. 612.
25
A partir de la inevitabilidad de la persecución del delito, derivado del subprincipio de oficiosi-
dad, y éste a su vez de la oficiliadad, como lo enuncia VÉLEZ MARICONDE, Alfredo, Derecho
Procesal Penal, obra citada, pp. 173 y ss.
26
Así, arts. 285, 286, 287, 290, 291 CPP de Costa Rica.
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les27.

En el proceso penal, se afirma, tal desequilibrio y desigual-


dad inicial se logran compensar a través de la inviolabilidad de la
defensa, constituyendo una forma de equiparar y de poner en
condición de igualdad al imputado frente al Estado.

Dado que la Constitución configura al proceso en un modelo


triádico28, donde el juez tiene una calidad de tercero supra partes,
las partes deben estar en condición de igualdad, con la finalidad
de discutir sus pretensiones ante el juez. Tal igualdad, como se
afirmó, se garantiza a través de la inviolabilidad de la defensa, que
para unos autores, no significa que ponga en condición de igual-
dad al imputado frente al Estado, sino más bien, en una situación
de equivalencia frente a la acusación pública29, para ‘compensar’
esa desigualdad inicial que surge desde el inicio de la investiga-
ción.

Dentro de las manifestaciones al ejercicio de la defensa, se


encuentran el derecho a la intervención en el proceso y en espe-
cial, en la Vista Pública; la contradicción de alegatos y de prueba,
el conocer la imputación del hecho, es decir, el saber qué hecho
se le atribuye y por qué se le hace dicha imputación; a la intima-
ción que debe ser concreta, clara, precisa, circunstanciada, inte-
gral y oportuna; el que se formule oportunamente la ampliación
de la acusación respecto a nuevos hechos o nuevas circunstancias
relacionadas con el hecho y la participación; a la intimación com-
plementaria de tal ampliación de la acusación; a la correlación
entre acusación y sentencia o principio de congruencia; a conocer
y confrontar los alegatos y pruebas respecto de la reparación civil
del daño; así como a la motivación razonada y razonable de la
sentencia.

La inviolabilidad de la defensa tiene una doble repercusión:

27
Ver: FERRAJOLI, Luigi, Derechos y garantías. La ley del más débil, Trotta, Madrid, 1999.
28
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón..., p. 608.
29
Ver: MONTERO AROCA, Juan; ORTELLS RAMÓN, M.; GÓMEZ COLOMER, José Luis; Derecho Juris-
diccional, Bosch Editor, 3ª Edición, Barcelona, 1993, Tomo I, Parte General, pp. 498-503. En el
mismo sentido, MONTERO AROCA, Juan, Introducción al Derecho Procesal, jurisdicción, acción
y proceso, Tecnos, Madrid, 1976, pp. 244-256. Y, GIMENO SENDRA, José Vicente, Fundamentos
de Derecho Procesal, jurisdicción, acción y proceso, Civitas, Madrid, 1981, pp. 183-187.
La defensa material y la defensa técnica30. La primera, con la que
se garantiza la presencia física del imputado y la segunda, la de su
abogado defensor. Ello, con todas las manifestaciones antes men-
cionadas.

Sin embargo, como se ha dicho antes, se afirma que tales


principios de la relación procesal penal se encuentran devaluados,
sobre todo con la entrada en vigencia del Código Procesal Penal
de 1998; pese a ello, tales principios no dejan de tener valor, aun-
que sean ahora relativos. Así, se han adoptado una serie de insti-
tuciones que no sólo constituyen excepciones a tales principios,
sino que constituyen incluso reglas generales que los contrarían
completamente.

En el caso del Principio de Oficialidad y subprincipios de Es-


tatalidad, oficiosidad, etc., existe mayor protagonismo de la vícti-
ma a través su participación directa o a través del querellante, la
conciliación, o lo que se ha dado en llamar la "tercera vía" del
derecho penal, como lo es la reparación del daño; el Ministerio
Público puede prescindir de la persecución penal mediante los
criterios de oportunidad, entre otros.

Tratándose del principio de Verdad Real, con el procedi-


miento abreviado, la "verdad" ya no depende de una reconstruc-
ción mediante la prueba, sino que tal verdad queda al consenti-
miento de las partes (Fiscalía, Imputado y Defensa) semejante al
plea beargining norteamericano31.

Finalmente, frente al principio de inviolabilidad de la defen-

30
LLOBET RODRÍGUEZ, Javier, Proceso penal comentado, Imprenta y Litografía Mundo Gráfico, San
José, 1998, p. 126-134.
31
Institución criticada por FERRAJOLI al tocar el tema de la legitimidad democrática del juez a
partir de su función cognoscitiva y decisora, señalando: “(…) me parecen inaceptables y peli-
grosas para las garantías del justo proceso y, sobre todo, del proceso penal, las doctrinas “con-
sensualistas” y “discursivas” de la verdad que –nacida en el contexto de disciplinas muy dife-
rentes, como la filosofía de las ciencias naturales (Kuhn) o la filosofía moral o política (Haber-
mas)- algunos penalistas querrían importar ahora en el proceso penal, quizá para justificación
de esas instituciones aberrantes que son las negociaciones sobre la pena. En efecto, ningún
consenso –ni el de la mayoría, ni el del imputado- puede valer como criterio de formación de
prueba. Las garantías de los derechos no son derogables ni disponibles. (…)”, en Derechos y ga-
rantías. La ley del más débil, Trotta, Madrid, 1999, p. 27.
Corte Suprema
d
e Justicia

sa, los supuestos de prueba preconstituida y anticipos de prueba,


devalúan en algunos casos la defensa material o técnica, pero es-
pecialmente los casos en que la ley les da valor probatorio a las
diligencias policiales.

2.2 Garantías constitucionales del proceso penal

A estas alturas es indiscutible el carácter normativo de la


Constitución32, y la vinculatoriedad y obligatoriedad de las normas
constitucionales para todos los poderes públicos33. Se afirma ade-
más que la Constitución tiene una función integradora34, en tanto
que es producto de un consenso democrático de distintos grupos
sociales y de poder, surgido en un momento determinado, con
pretensión de que tal Constitución sea vigente y permanente35.

De tal forma que las normas constitucionales son producto


de un consenso democrático, y dentro del Constitucionalismo
contemporáneo, se parte de la idea de que “Toda sociedad en la
cual no esté asegurada la garantía de los derechos y determinada
la separación de poderes, carece de Constitución”36. Pero sobre
todo, porque se parte de que el “control” de los poderes públicos,
constituye una idea inseparable al concepto de Constitución37.

La Constitución, pues, plantea límites al ejercicio del poder


penal; límites materiales, formales y genérico-valorativos38, siendo

32
Ver: GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional,
Civitas, Madrid, 3ª Edición, 1991.
33
Art. 246 de la Constitución de la República de El Salvador: “Los principios, derechos y obliga-
ciones establecidos por esta Constitución no pueden ser alterados por las leyes que regulen su
ejercicio.
La Constitución prevalecerá sobre todas las leyes y reglamentos. El interés público tiene prima-
cía sobre el interés privado.”
34
SMEND, Rudolf, Constitución y Derecho Constitucional, Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1985, p. 63.
35
HESSE, Konrad, Escritos de Derecho Constitucional, Centro de Estudios Constitucionales, Ma-
drid, 1992, p. 65.
36
Art. 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
37
TINETTI, José Albino, Los fundamentos del valor normativo de la Constitución, Revista de Cien-
cias Jurídicas No. 2, PRJ, San Salvador, 1992, pp. 198-199.
38
Ver: LÓPEZ GUERRA, Luis; y otros, Derecho Constitucional, Tirant lo blanch, Valencia, 1991,
Tomo I, pp. 29 y 30.
el fundamento de tales límites los derechos fundamentales deriva-
dos de la dignidad humana, y a partir de ahí, se configuran una
serie de garantías que la Constitución plantea respecto al ejercicio
del ius puniendi.

Al respecto, BINDER39 clasifica tales garantías constituciona-


les, en cuatro grandes bloques, como son: Las garantías básicas
(juicio previo y presunción de inocencia), las que impiden la ma-
nipulación arbitraria del proceso (legalidad del proceso, juez natu-
ral, independencia e imparcialidad, inviolabilidad de la defensa,
ne bis in ídem), las que limitan el poder del Estado de recolectar
información (prohibición de la tortura, derecho a no declarar co-
ntra sí mismo, inviolabilidad del domicilio e inviolabilidad de las
comunicaciones) y las que limitan el uso de la fuerza durante el
proceso penal (excepcionalidad de la detención provisional o pri-
sión preventiva).

a) Presunción de inocencia

Consagrado en el art. 9 de la Declaración de los Derechos


del Hombre y del Ciudadano40, la presunción de inocencia se ha
mantenido y adoptado en la generalidad de ordenamientos jurídi-
cos tanto en el ámbito jurídico interno41 como en el internacio-
nal42.

Constituye en principio, una praesumptio iuris tantum, es

39
BINDER, Alberto M., Introducción al derecho procesal penal, Ad-Hoc s.r.l., Buenos Aires, 1993,
pp. 109-204.
40
“Debiendo todo hombre presumirse inocente mientras no sea declarado culpable, si se juzga
indispensable arrestarlo todo rigor innecesario para apoderarse de su persona debe ser severa-
mente reprimido por la ley”, en LLOBET RODRÍGUEZ, Javier, Proceso penal comentado..., p. 92.
41
Así, en El Salvador, lo adoptan tanto la Constitución como el Código Procesal Penal, así:
Art. 12 de la Constitución de la República de El Salvador: “Toda persona a quien se le impute
un delito, se presumirá inocente mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley y en
juicio público, en el que se le aseguren todas las garantías necesarias para su defensa.”
Art. 4 CPP: “Presunción de Inocencia
Art. 4.- Toda persona a quien se impute un delito, se presumirá inocente, y será tratada como
tal en todo momento, mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley y en juicio
público, en el que se le aseguren las garantías del debido proceso. La carga de la prueba
corresponde a los acusadores.”
42
Art. 8.2 CADH: “Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocen-
cia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad (...).”
Art. 14.2 PIDCP: “Toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su ino-
cencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley.”
Corte Suprema
d
e Justicia

decir, una presunción que si bien es cierto está plasmada en la ley,


admite prueba en contrario43.

Para VÉLEZ MARICONDE44, la presunción de inocencia, tiene al


menos, tres consecuencias importantes:

1) Que una persona se considera y debe ser tratada como


inocente mientras no sea declarada culpable por sentencia firme
(Estado de inocencia);

2) Que el obligado a probar es el acusador o Ministerio Pú-


blico, y no el imputado (Onus probandi incumbit actori); y,

3) En caso de duda se resolverá lo favorable al reo (‘in dubio


pro reo’, derivado del principio ‘favor rei’).

Tal principio constituye más bien una norma constitucional


vinculante para todos los poderes públicos, que incluye a los jue-
ces al momento del juicio oral y público, en especial, respecto de
la carga de la prueba y al deber de imparcialidad del juez.

b) Carga de la prueba

Se ha dicho que la carga de la prueba corresponde al actor


(Onus probandi incumbit actori), como consecuencia no sólo de
la presunción de inocencia, sino del modelo acusatorio adoptado
por la Constitución respecto del proceso penal.

Ello tiene consecuencias para los intervinientes del proceso,


pero sobre todo al material probatorio que se produce en el proce-
so, lo que la doctrina conoce como mínima actividad probatoria
de cargo, a fin de que pueda ser destruida dicha presunción de
rango constitucional45.

43
Ver: MONTAÑÉS PARDO, Miguel Ángel, La presunción de inocencia, Aranzadi, Madrid, 1999, p.
43 y ss.
44
Citado por LLOBET RODRÍGUEZ, Javier, Proceso penal comentado..., pp. 91 y ss.
45
La mínima actividad probatoria, tiene que cumplir, al menos cuatro elementos básicos, como
son: a) que la prueba sea directa o indirecta (indiciaria); b) Inequívoca, es decir, congruente con
la pretensión y que resista la confrontación con la prueba de descargo; c) Unívoca, que se de-
rive de ella una verdad única (no ambigua) que permita una reconstrucción lógica del pasado; y
d) Legítima, es decir, que tanto en su obtención como en su incorporación, no revista el carác-
ter de ilícita. En relación con la actividad mínima probatoria de cargo: “La mínima actividad
En las técnicas de interrogatorio, la carga de la prueba se tra-
duce en que a quien le corresponde probar o acreditar las afirma-
ciones de la acusación, es a la Fiscalía, al querellante, al actor civil
o la víctima, pero especialmente a la Fiscalía, quien es el titular de
la pretensión punitiva, conforme al ordenamiento jurídico salva-
doreño46.

Ello a partir de la estructura triádica del proceso47, que exige


del juzgador el deber de imparcialidad que constituye una garan-
tía para el ciudadano.

c) Imparcialidad del juez

La función jurisdiccional, conforme al art. 172 de la Consti-


tución de la República de El Salvador, señala que: “(...) Corres-
ponde exclusivamente a este Órgano la potestad de juzgar y hacer
ejecutar lo juzgado (...)”, con lo cual queda claramente delimitada
en qué consiste la principal actividad de este Órgano del Estado48.

De igual forma, la misma Constitución no sólo ha reconoci-


do el deber de imparcialidad de los jueces, sino que además, la
Constitución le ordena al legislador la especial protección a tal
imparcialidad49, la que tuvo concreción legislativa en el art. 3

probatoria de cargo puede consistir en: a) que haya pruebas para inculpar al encausado... b)
que haya pruebas congruentes para condenar al procesado... c) que haya pruebas congruentes
suficientes para castigar al reo.” IGARTÚA SALAVERRÍA, Juan, “Valoración de la prueba, motiva-
ción y control en el proceso penal”, Tirant lo blanch, Valencia, 1995, pp. 39. (Resaltado en ne-
gritas mío)
46
“Art. 193.- Corresponde al Fiscal General de la República: (...)
3º Dirigir la investigación del delito con la colaboración de la Policía Nacional Civil en la
forma que determine la ley.
4º Promover la acción penal de oficio o a petición de parte.”
47
“Una relación triangular entre tres sujetos, dos de los cuales son partes en la causa, y el tercero
super-partes: El acusador, el defensor y el juez”, FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón. , p. 581.
48
FERRAJOLI resalta al menos cuatro poderes que le corresponden al juez: 1) De interpretación de
las leyes o verificación jurídica, 2) de valoración de la prueba o verificación fáctica, 3) la conno-
tación equitativa y 4) la disposición discrecional. FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón…, p. 574.
Además, señala FERRAJOLI que el poder judicial se configura “como un contra-poder, en el do-
ble sentido que tiene encomendado el control de la legalidad, es decir, la validez de los actos
legislativos tanto como el de los administrativos, y la tutela de los derechos fundamentales de
los ciudadanos frente a las lesiones que pudieran provenir del estado. «Para que no se pueda
abusar del poder», escribió Montesquieau, «es preciso que, por la disposición de las cosas, el
poder frene al poder»”, Ibídem, p. 580.
49
Art. 186 inciso 5° de la Constitución de la República: “La ley deberá asegurar a los jueces
protección para que ejerzan sus funciones con toda libertad, en forma imparcial y sin influen-
cia alguna en los asuntos que conocen; y los medios que les garanticen una remuneración justa
Corte Suprema
d
e Justicia

CPP50.

Reconocida como una garantía orgánica del proceso penal51,


junto a la independencia y naturalidad del juez, la imparcialidad
del juez, que FERRAJOLI denomina ‘terzieta’, está motivada a la
“ajenidad del juez a los intereses de las partes en la causa”52, su-
pone a nivel institucional, la separación entre el juez de la acusa-
ción53. Ello debido a que el juez no es titular de la pretensión al-
guna, por lo tanto debe asumir el deber de imparcialidad, aún
frente a la tentación de la ‘búsqueda de la verdad real’ por sus
propios medios, a través de la ‘investigación judicial autónoma’,
como sería en el juicio oral, que el juez asuma un rol protagónico
interrogando al testigo o perito, provocando en consecuencia la
producción de prueba sobre extremos de pretensiones que le son
ajenas.

MAIER critica dicha potestad, pues no sólo ‘decolora’ la labor


que cumplen los intervinientes en el proceso, entiéndase las partes
y sus representantes, “sino en general, el sistema del debate entre
intereses contrapuestos como camino de búsqueda de la verdad
procesal”. Además señala que ello “ha contribuido a borrar ciertas
características de la tarea del tribunal judicial, imprescindibles
para sostener la imparcialidad (falta de interés en la decisión del
caso) y su arribo a la decisión con la menor cantidad de prejui-
cios; (…) (y) se vincula con el desprecio absoluto por el valor ma-
terial de la voluntad de los protagonistas del caso.”54

y un nivel de vida adecuado a la responsabilidad de sus cargos.”


50
“Imparcialidad e Independencia de los Jueces
Art. 3.- Los magistrados y jueces, competentes en materia penal, sólo estarán sometidos a la
Constitución de la República, y a la legislación secundaria, y sus actuaciones serán imparciales e
independientes.
(...)
Por ningún motivo los otros Organos del Estado podrán arrogarse el conocimiento de las causas, ni
la reapertura de las terminadas por decisión firme, ni interferir en el desarrollo del procedimiento.
En caso de interferencia en el ejercicio de su función, el juez informará a la Corte Suprema de
Justicia los hechos que afecten su independencia. Cuando la interferencia provenga de la
propia Corte Suprema de Justicia, de alguno de sus magistrados o de otro tribunal, el informe
será presentado, además, a la Fiscalía General de la República y al Consejo Nacional de la
Judicatura.”
51
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón…, p. 574 y ss.
52
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón…, p. 580.
53
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón…, p. 582-583.
54
MAIER, Julio B.J., Derecho Procesal Penal, Tomo I, Editores del Puerto s.r.l., 2ª Edición, Buenos
Aires, 1996, p. 664, nota 345. A favor del poder de investigación judicial autónoma: JAUCHEN,
Además de la separación entre el juez y la acusación, FERRA-
JOLI señala como otras manifestaciones de dicha imparcialidad,
que el juez no tenga ningún interés privado en la causa, ni interés
público o institucional, así como otras garantías como son las rela-
tivas a la conducción de la instrucción, a la publicidad del juicio,
a las modalidades de interrogatorio (Aunque no señala cuáles ni
cómo son dichas técnicas, las que se proponen en este trabajo), y
más en general, a las técnicas de formación y refutación de prue-
bas. Así como la separación de los órganos de investigación de un
orden distinto del judicial y la posición de igualdad de las partes.

Sin embargo, la adopción de las técnicas de oralidad, en es-


pecial las del interrogatorio, tienen un fundamento en el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, como se verá más ade-
lante.

2.3 Fundamentos de derecho internacional de derechos


humanos

Tanto el art. 8 de la Convención Americana sobre Derechos


Humanos, o "Pacto de San José", como el art. 14 del Pacto Inter-
nacional de Derechos Civiles y Políticos, prescriben lo que deno-
minan "garantías judiciales mínimas", y entre ellas nos interesa
destacar las que se refieren al juicio oral y público, a la interven-
ción del imputado y su defensor en el proceso y el juicio, y sobre
todo, a la posibilidad de 'interrogar' o 'hacer interrogar' a los tes-
tigos de cargo existentes en contra de la persona.

a) Juicio oral y público, intervención, contradicción


y defensa

Tanto la CADH como el PIDCP hacen énfasis en que es de-


recho de la persona sometida a un proceso penal, "ser oída", agre-
gando el PIDCP "públicamente". Podría hacerse una interpreta-
ción literal en el sentido que el 'ser oída' debe necesariamente
entenderse a que deba ser 'oral' el proceso. Sin embargo, aún hay

Eduardo M., La prueba en materia penal, Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe, Argentina, 1992,
p. 26. VÉLEZ MARICONDE, Alfredo, Derecho Procesal Penal..., pp. 173-243.
Corte Suprema
d
e Justicia

muchos ordenamientos jurídicos que tienen la modalidad de la


escritura en sus procesos penales, sin que se aduzca que se violen-
ta la normativa internacional. Más bien, el "ser oída" implica la
oportunidad de intervenir, oponerse a los alegatos y pruebas en su
contra, alegar y ofrecer prueba, entendiéndose pues, el "derecho
de audiencia y defensa" en su expresión más amplia.

La Constitución de El Salvador no prescribe que el juicio de-


ba ser oral, más bien el art. 11 Cn. se refiere a "juicio con arreglo
a las leyes" y el art. 12 menciona "juicio público"; no obstante, se
afirma que dentro de un sistema penal democrático, la oralidad es
digna de elevarse a rango constitucional55, presentando una serie
de ventajas sobre el procedimiento escrito, y sobre todo, porque el
juicio oral es propio del sistema republicano.

Podríamos afirmar que la publicidad va relacionada estre-


chamente con la oralidad56, aunque ésta última se refiere más di-
rectamente a la inmediación de la prueba, difícilmente puede
concebirse un juicio público que sea escrito; es decir, que la ora-
lidad viene siendo una consecuencia directa de la publicidad del
juicio, esto es, del debate en el que se garantiza la intervención
del imputado, pero sobre todo, con la posibilidad de "interrogar" o
"hacer interrogar" a los testigos de cargo en su contra.

b) Posibilidad de ‘interrogar’ o ‘hacer interrogar’ a


los testigos de cargo

Como puede advertirse del texto del art. 8.2.f CADH, se es-
tablece el "derecho de la defensa de interrogar a los testigos pre-
sentes en el tribunal y de obtener la comparecencia, como testi-
gos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los
hechos", restringiéndose el derecho de interrogar a los testigos de
cargo únicamente a la defensa, entendiéndose que quien la ejerce
es un defensor ajeno a la persona acusada.

Por el contrario, el art. 14.2.e PIDCP señala el derecho de la


persona "A interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a
55
Ver: DALL'ANESE RUIZ, Francisco, El juicio, en Reflexiones sobre el nuevo proceso penal, Aso-
ciación de Ciencias Penales de Costa Rica y Corte Suprema de Justicia, San José, 1996, p. 654.
56
RIVERO SÁNCHEZ, Juan Marcos, en Proceso, democracia y humanización..., p. 81.
obtener la comparecencia de los testigos de descargo y que estos
sean interrogados en las mismas condiciones que los testigos de
cargo"; en tal sentido, este derecho es más amplio, pues reconoce
el derecho del imputado a interrogar él directamente a los testigos
de cargo, aún cuando no fuere persona letrada o autorizada para
ejercer la defensa. Ello, como derivación de defensa material.

Ambos ordenamientos jurídicos se encuentran vigentes en El


Salvador, y conforme al art. 144 de la Constitución57, constituyen
leyes de la República, con prevalencia sobre las leyes en caso de
existir contradicción entre ellas.

Por lo que si bien el legislador, en el art. 348 CPP que se re-


fiere al "Interrogatorio de testigos", no reguló el interrogatorio di-
recto por parte del imputado, debe reconocerse y respetarse este
derecho, con las advertencias de que en caso de llevar a cabo un
interrogatorio personalmente, puede ello traerle consecuencias
inesperadas y que dicho interrogatorio será controlado por el Pre-
sidente del Tribunal o quien presida la audiencia, en caso de que
se planteen objeciones a las preguntas, conforme a las técnicas de
interrogatorio establecidas en la ley58.

Ello puede generar discusión y temor en torno a la seguridad


del testigo, pero es un derecho que no admite excepciones a nivel
jurídico internacional, y si lo es a nivel del ordenamiento jurídico
interno, prevalece siempre el tratado.

Tal vez lo que puede constituir una excepción o pueda gene-


rar polémica, sería el caso del interrogatorio por parte del imputa-
do a la víctima o testigos, cuando se trate de menores de edad, por
la "revictimización" y el impacto psicológico en el menor; sin em-

57
"Art. 144.- Los tratados internacionales celebrados por El Salvador con otros estados o con
organismos internacionales, constituyen leyes de la República al entrar en vigencia, conforme a
las disposiciones del mismo tratado y de esta Constitución.
La ley no podrá modificar o derogar lo acordado en un tratado vigente para El Salvador. En
caso de conflicto entre el tratado y la ley, prevalecerá el tratado."
58
Aunque jurídicamente sea posible y permisible que el imputado pueda contrainterrogar a los
téstigos de cargo en su contra, técnicamente no es recomendable; pues el dominio de las técni-
cas de interrogatorio requiere de un conocimiento especializado que el imputado no tiene; por
ello es aconsejable que “haga interrogar” al testigo, por medio de su abogado defensor, sobre
los puntos que él quiere cuestionar en su defensa.
Corte Suprema
d
e Justicia

bargo, omitiremos hacer consideraciones al respecto, pues ello


requiere de un mayor análisis que excede los fines de este trabajo.

3. EL NUEVO ROL DE LOS INTERVINIENTES EN EL PROCE-


SO PENAL

Con la entrada en vigencia de la Constitución de la Repúbli-


ca, en 1983, el constituyente diseñó o configuró un proceso penal
en el que los intervinientes tenían bien claras y delimitadas sus
funciones, tanto en cuanto a la función del Juez59, el del Fiscal
General de la República60, los derechos del imputado61, y en espe-
cial, a su defensa, sea particular como pública, a través de la Pro-
curaduría General de la República62.

De tal suerte, pues, que el constituyente configuró un marco


normativo que establecía cómo debía ser el proceso penal salva-
doreño63 y cuál era el rol de los intervinientes en el proceso penal;
sin embargo, no fue sino hasta 1998 que la Asamblea Legislativa

59
Art. 172: " (…) Corresponde exclusivamente a este Organo la potestad de juzgar y hacer ejecu-
tar lo juzgado (…)".
Art. 14: "Corresponde únicamente al Organo Judicial la facultad de imponer penas (…)"
60
Art. 193: "Corresponde al Fiscal General de la República: (…)
3º Dirigir la investigación del delito con la colaboración de la Policía Nacional Civil en la
forma que determine la ley.
4º Promover la acción penal de oficio o a petición de parte."
61
Art. 11: "Ninguna persona puede ser privada del derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad
y posesión, ni de cualquier otro de sus derechos sin ser previamente oída y vencida en juicio
con arreglo a las leyes; ni puede ser enjuiciada dos veces por la misma causa (…)."
Art. 12: "Toda persona a quien se le impute un delito, se presumirá inocente mientras no se
pruebe su culpabilidad conforme a la ley y en juicio público, en el que se le aseguren todas las
garantías necesarias para su defensa.
La persona detenida debe ser informada de manera inmediata y comprensible, de sus derechos
y de las razones de su detención, no pudiendo ser obligada a declarar. Se garantiza al detenido
la asistencia de defensor en las diligencias de los órganos auxiliares de la administración de jus-
ticia y en los procesos judiciales, en los términos que la ley establezca.
Las declaraciones que se obtengan sin la voluntad de la persona carecen de valor; quien así las
obtuviere y empleare incurrirá en responsabilidad penal".
62
Art. 194. II: "Corresponde al Procurador General de la República:
2° Dar asistencia legal a las personas de escasos recursos económicos, y representarlas judi-
cialmente en la defensa de su libertad individual (…)".
63
La jurisprudencia de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, tuvo un enor-
me protagonismo a fin de adecuar la anacrónica legislación, a las nuevas exigencias del marco
normativo constitucional, en supuestos tales como a la excepcionalidad de la detención provi-
sional como medida cautelar (HC 9-V-94 8:50 hrs. 17-nov-94), la prueba prohibida (HC 6-H-95
9:00 hrs. 29-ago-95), la dirección funcional de la fiscalía en la policía de investigaciones (HC 6-
B-96 13:30 hrs. 23-ene-96) y otros aspectos procesales y dogmático penales en la Sentencia de
Inconstitucionalidad de la Ley transitoria de emergencia contra la delincuencia y el crimen or-
ganizado (I 15-96 Ac. 15:00 hrs. 14-feb-97), etc.
realizó la concreción legislativa con la entrada en vigencia del
Código Procesal Penal, que desarrolla tanto las disposiciones cons-
titucionales, dando a los intervinientes 'nuevos roles' frente a las
actuaciones que venía realizando con el Código Procesal Penal de
1974, ahora derogado.

Así, el Juez, ajeno a la actividad de acreditar los extremos de


las pretensiones en conflicto, debe asumir un rol distinto al de las
partes, a quienes les corresponde acreditar tales extremos. Cierta-
mente, el Juez debe decidir la ‘verdad’ epistemológica respecto
del caso, pero es a las partes a quienes les corresponde probar los
extremos de sus pretensiones, mediante la acreditación, contradic-
ción, el debate, el ‘modus ponens’ y ‘modus tollens’, para decirlo
en términos Ferrajolianos64.

3.1 Actividad de las partes

Como se ha dicho, el rol de las partes en el proceso acusato-


rio es esencialmente dinámico, caracterizado por la enorme acti-
vidad que deben desarrollar para probar y acreditar los extremos
de sus afirmaciones.

Ello es una carga tanto para la acusación por medio de la


Fiscalía, con la aportación de los medios probatorios que acredi-
ten los extremos de su pretensión; como para la defensa, en su
derecho de resistencia a dicha pretensión, con la desacreditación
de tales extremos probatorios, la refutación de los alegatos y la
aportación de prueba de descargo, la que también será controver-
tida por la defensa.

En el juicio oral, pues, debe aportar la prueba mínima de


cargo, suficiente para lograr la convicción del juez respecto de sus
pretensiones; y tiene un rol muy activo acreditando tales extremos
y desacreditando los extremos probatorios ofrecidos por la defensa.

Pero frente a esta enorme actividad desplegada por las par-


tes, a contrario sensu, el Juez debe caracterizarse por su enorme
pasividad en el juicio.

64
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y Razón..., p. 623.
Corte Suprema
d
e Justicia

3.2 Pasividad del juez

Instituido como un tercero supra partes, cuya caracterización


y garantía orgánica más importante es la imparcialidad frente al
litigo, y no siendo titular de pretensión alguna, el juez debe asu-
mir un rol eminentemente pasivo frente a la actividad probatoria,
debiendo limitar su actividad a la función decisora de las preten-
siones en conflicto y a ser un contralor de garantías, al momento
del debate, a fin de que lleve a cabo un proceso con plena igual-
dad de armas y oportunidades, e impidiendo los excesos de uno
sobre otro. Su rol se limita a ser simplemente un ‘arbitro’ del jue-
go, evitando y extirpando aquellas actuaciones que se extralimiten
de las ‘reglas del juego’.

Lo anterior, muy por el contrario al rol que había venido asu-


miendo en un sistema viciado e influido por la cultura inquisitiva,
en el que tenía un rol protagónico en la búsqueda y acreditación
de la ‘verdad real’. En el nuevo proceso penal, el juez debe cum-
plir una labor pasiva en la actividad probatoria, pues es ajeno a las
pretensiones en disputa; siendo la acreditación de ‘la verdad’, una
actividad que le corresponde estrictamente a las partes.

Excepcionalmente, el Juez debe asumir un rol protagónico,


pero limitado a controlar la actividad de las partes, especialmente
en cuanto a la forma y contenido de las preguntas hechas al perito
y al testigo, lo que implica la introducción de elementos de prue-
ba con la posible respuesta del testigo, por lo que el control recae
en la admisibilidad o no de la respuesta esperada, a partir de la
pregunta realizada por la parte que interroga, siendo éste el inci-
dente del trámite de objeciones, que puede suscitarse en cualquier
momento del interrogatorio.

Salvo esa excepcional actividad del juez, en su calidad de


árbitro y director del debate65, su función debe limitarse a ser un

65
“Dirección de la Audiencia
Art. 336.- El presidente del tribunal dirigirá la audiencia, ordenará las lecturas necesarias, hará
advertencias legales, recibirá los juramentos y declaraciones y moderará la discusión, impidiendo
intervenciones impertinentes o que no conduzcan al esclarecimiento de la verdad, sin coartar por
ello el ejercicio de la acusación y la amplitud de la defensa.
El tribunal en pleno resolverá cuando una decisión del Presidente sea impugnada.”
observador minucioso de los elementos de prueba que se están
produciendo frente a él, para decidir el litigio.

4. LAS TÉCNICAS DE ORALIDAD EN EL PROCESO PENAL

Esa caracterización de los nuevos roles (actividad de las par-


tes y pasividad del juez) tiene su manifestación en la fase plenaria
del proceso, la fase de contradicción o juicio, y que ha sido toma-
da por el legislador salvadoreño en su art. 348 CPP.

4.1 El relato y otras distorsiones al sistema adversativo

Es de reconocer, por otra parte, que inicialmente, con la


adopción del Código Procesal Penal, el referido art. 348 CPP con-
templaba las técnicas de interrogatorio pero en una forma que dis-
torsionaba el sistema adversativo, mediante la permisión del relato
por parte del testigo y con el posterior interrogatorio de las partes,
e incluso del juez66. De tal forma que presentaba distorsiones en
cuanto a la actividad del juez en la acreditación del testigo o peri-
to, el interrogatorio sobre los hechos, y sobre todo, en cuanto a la
prohibición del uso del interrogatorio sugestivo en el contrainter-
rogatorio.

a) Acreditación del testigo por parte del Juez

La anterior redacción del inciso primero del art. 348 CPP,


ahora reformado, decía: "El presidente del tribunal, después de

66
“Interrogatorio
Art. 348.- El presidente del tribunal, después de interrogar al perito o testigo sobre su identidad
personal y las circunstancias generales para valorar su testimonio, le concederá la palabra para que
informe todo lo que sabe acerca del hecho propuesto como objeto de la prueba. Al finalizar el
relato o si el testigo no puede o no quiere hacerlo o le resulta dificultoso, permitirá el interrogatorio,
comenzando por quien lo propuso y continuando con las otras partes, en el orden que considere
conveniente. Por último, el mismo Presidente y los miembros del tribunal podrán interrogar al
perito o al testigo.
El Presidente del tribunal moderará el interrogatorio y evitará que el testigo conteste a preguntas
capciosas, sugestivas o impertinentes, procurando que el interrogatorio se conduzca sin presiones
indebidas y sin ofender la dignidad del declarante. Las partes podrán interponer la revocatoria de
las decisiones del presidente del tribunal que limiten el interrogatorio u objetar las preguntas que se
formulen.
Los peritos y testigos expresarán la razón de sus informaciones y el origen de las noticias,
designando con la mayor precisión posible a los terceros que se las hayan comunicado. El perito
tendrá, en todo caso, la facultad de consultar documentos, notas escritas y publicaciones, las que
podrán leerse en la vista o incluirse en la prueba, incluso de oficio.
Los testigos podrán reconocer personas u objetos durante la audiencia.”
Corte Suprema
d
e Justicia

interrogar al perito o testigo sobre su identidad personal y las cir-


cunstancias generales para valorar su testimonio (…)". Dicha re-
dacción presentaba la dificultad de que fuese el juez quien inter-
rogara al testigo sobre las circunstancias para acreditar o no la ve-
racidad o mendacidad del testigo67, con lo que violentaba, por un
lado, su deber de imparcialidad; y por otro, despojaba a las partes
de dicho rol, pues son ellas quienes a través del contrainterrogato-
rio y la rehabilitación, a quienes les corresponde dicha actividad.

Se ve lesionada la imparcialidad del juez, pues como se ha


dicho, él no es titular de pretensión alguna; y por otro, la actividad
de producir pruebas y de cuestionar las producidas, le compete a
las partes y no al juez. De ahí que fuera necesario delimitar la ac-
tividad del juez en el interrogatorio del testigo o perito, simple-
mente a verificar los datos generales sobre su identidad, pero no
los aspectos relativos a su credibilidad68, pues ello compromete su
imparcialidad.

b) El uso del 'relato' por parte del testigo o perito

El relato espontáneo tiene el defecto de ser, por una parte,


incompleto, y por otra, irregular, pues el sujeto no se extiende
uniformemente en su explicación; y además, ofrece demasiado
material impertinente, pues en múltiples ocasiones elementos in-
terpelados que nada son útiles, antes bien, sólo sirven para hacer
perderse a quien los consulte en detalles sin importancia, siendo
esos impertinentes, irrelevantes e inútiles. Sólo un tanto por ciento
muy escaso de testimonios espontáneos, dicen todo lo que inter-
esa y nada más que lo que interesa, como señala MIRA Y LÓPEZ69.

De igual forma, la "creencia en el valor del diálogo" propio


del principio democrático consagrado en la Constitución70, se

67
Ver: GOLDBERG, Steven H., Mi primer juicio oral. ¿Dónde me siento? ¿Y qué diré?, 1ª Edición,
Heliasta, Buenos Aires, 1994, p. 147 y ss. BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 47-55.
68
MARROQUÍN GALO, José Fernando, ¿Existe conflicto entre las técnicas de interrogatorio directo y
de contrainterrogatorio y el art. 348 del Nuevo Código Procesal Penal?, folleto inédito prepara-
do para las sesiones del curso Capacitación complementaria a capacitadores sobre técnicas de
oralidad, ESCUELA DE CAPACITACIÓN JUDICIAL del Consejo Nacional de la Judicatura de la Repú-
blica de El Salvador, San Salvador, enero de 1998, p. 4.
69
MIRA Y LÓPEZ, Emilio, Manual de Psicología Jurídica, Salvat Editores, Madrid, 1932, p. 149.
70
MARROQUÍN GALO, José Fernando, ¿Existe conflicto…., p. 4.
proyecta sobre el juicio penal, y en especial en la prueba, que
tiene una naturaleza controversial, lo que implica un combate de
posiciones, una confrontación de teorías sobre la realidad ontoló-
gica, ya que el proceso es inter partes, contradictorio, dialéctico;
por lo que es preferible, para efectos de la estrategia del caso plan-
teado por las partes, que la información que fluye del testigo o
perito no sea espontánea, desordenada, impertinente, sino que es
preferible que esa información surja en forma ordenada, y con-
forme a los hechos y circunstancias que la parte quiere establecer
conforme a su estrategia71. Tales estrategias se ven enormemente
afectadas, si se permite el relato espontáneo del testigo o perito.

c) El interrogatorio por parte del juez y del jurado


sobre los 'hechos'

Dada la configuración del juez dentro de la garantía orgánica


de imparcialidad, su calidad de sujeto supra partes, y sobre todo
porque el proceso es eminentemente contención de partes, la
'verdad' sobre los hechos ha de fluir de tal debate, de tal confron-
tación, mediante el interrogatorio y contrainterrogatorio al testigo
o perito, el juez no debe interrogar sobre los hechos.

El juez, por el contrario, debe asumir un rol pasivo, espe-


cialmente al momento del interrogatorio de los órganos de prueba,
pues ello no sólo compromete su imparcialidad sino que puede
afectar enormemente los logros de una de las partes durante su
interrogatorio, haciendo innecesaria la actuación e intervención
del otro.

Por ello, tal facultad de interrogar al testigo debe hacerse,


como señala la reforma a dicha disposición al enunciar: "El presi-
dente y los otros miembros del tribunal, podrán interrogar al perito
o testigo, pero con las limitaciones que el deber de imparcialidad
les impone."72

71
Entre ellas se señala el método cronológico y el de primacía, impacto y novedad, como estrate-
gias del interrogatorio, como se verán más adelante.
72
El rol e imparcialidad del Juez en Puerto Rico al interrogar ha tenido un diferente tratamiento
jurisprudencial, como puede verse: RESUMIL DE SANFILIPPO, Olga Elena, Derecho Procesal penal,
Práctica jurídica de Puerto Rico, Tomo 1, Follows Equity Law Publishing Company, Orford,
New Hampshire, pp. 65-67.
Corte Suprema
d
e Justicia

En tal tema se aconseja que las preguntas que formule el


juez sean únicamente para aclarar puntos sobre información ya
suministrada al juicio por el interrogado, y que resulte confusa u
oscura. Y que tales preguntas se refieran a puntos periféricos y no
medulares73, puntos sobre los cuales el juez debe permitir el inter-
rogatorio, como se verá más adelante respecto a la pertinencia de
las preguntas.

A juicio del que escribe no es aconsejable que el Juez inte-


rrogue, pues es labor de las partes convencerle sobre los hechos a
partir de la información que proporcione el testigo; y porque con
las preguntas, por muy imparciales que sean, puede destruir lo
que una de las partes ha logrado con su interrogatorio, en detri-
mento de la otra, sin que ello sea su labor o su rol. Suministrar
esos datos fácticos le compete a las partes con su interrogatorio. Al
juez le corresponde percibirlas y valorarlas, no hacerlas producir.
Y si el juez tiene dudas respecto de los hechos o circunstancias, ya
el art. 5 CPP, le prescribe que: "En caso de duda el juez considera-
rá lo más favorable al imputado".

De la misma manera, no es aconsejable que el Jurado o los


miembros del Tribunal del Jurado, interroguen al testigo, perito o
al imputado (art. 372 inc. 2° CPP), pues no sólo pueden infringir
su deber de imparcialidad al generar los mismos efectos destructi-
vos a la estrategia de las partes, sino que acarrea un problema para
éstas, en tanto que no les convendrá objetar las preguntas que el
Jurado (o el Juez en su caso) hagan, pues en última insstancia, son

73
Con relación al tema central y al tema periférico, en la Resolución 2000-735, pronunciada por
el Tribunal de Casación Penal de Costa Rica, integrado por los jueces DALL’ANESE, LLOBET y
OBANDO, el 25 de setiembre de 2000, en el en el recurso de Casación interpuesto en el caso
Costa Rica contra Arce Arista, el Tribunal señala "(i) Todo acontecimiento de la vida tiene un
tema central y un tema periférico, uno es el principal y el otro es el que rodea la situación. (…)
En términos generales la congruencia de los relatos en lo central y en lo periférico, da crédito a
los declarantes individualmente considerados y permite reconstruir la especie bajo investiga-
ción judicial; pero en particular, la coherencia en el tema central permite establecer el hecho
histórico, en tanto la consistencia en los aspectos periféricos prueba la confiabilidad del testigo.
Esto último con alguna dificultad, porque el tema periférico puede ser común a todos los decla-
rantes, particular de cada uno o combinado. El examen del testigo supone un interrogatorio
central (sobre el tema central) y un interrogatorio periférico (acerca del tema periférico común
o particular), con la finalidad de establecer la credibilidad del declarante y a partir de allí obte-
ner elementos probatorios para determinar el hecho investigado. Por ello constituye un vicio de
algunos tribunales, impedir a las partes el interrogatorio periférico y limitar sus preguntas al
tema central; con esa forma de actuar se omite el examen sobre la confiabilidad del testigo."
quienes decidirán el litigio74.

De la misma manera, en el caso del interrogatorio de meno-


res, el art. 349 CPP establece que será conducido por el presidente
del tribunal, si lo considere necesario, con base a las preguntas
presentadas por las partes75. Sin embargo, considero aconsejable
que sean las partes quienes interroguen al menor, dada la idea del
sistema adversativo y acusatorio que conllevaba el espíritu de la
reforma. Considero que el juez no debe interrogar al menor, pues
se coloca en ocasión de producir prueba; y como se dijo antes,
debe limitarse a apreciarla y valorarla; y a dirigir el debate. Para
ello, las partes deben preparar bien al menor y explicarle lo que
ahí va a suceder, y eso sí, el juez debe ejercer un mayor control
sobre el interrogatorio de las partes, para evitar que se afecte la
deposición del menor.

d) Prohibición del uso del interrogatorio sugestivo


en el contrainterrogatorio.

La redacción anterior del art. 348 CPP, presentaba además


un escollo insalvable con la prohibición de las preguntas sugesti-
vas, que son el principal instrumento del contrainterrogador. Para
ello fue necesario analizar el fin de esa prohibición e interpretan-
do su alcance de acuerdo a los fines del proceso penal y algunos
principios constitucionales76.

Se entiende por preguntas sugestivas, aquellas que sugieren


la respuesta. "Sugerir" tiene dos acepciones principales: (1) "hacer

74
Para salvaguardar la facultad del Jurado a interrogar al testigo, perito o imputado, sobre las
dudas que tenga respecto a los hechos, podría sugerirse que el Jurado redacte por escrito sus
preguntas, se las pase al Juez, y antes de formularlas, en una reunión privada con las partes, el
Juez deseche las preguntas inadmisibles, y distribuya las preguntas admisibles a las partes, a
efecto de que éstas las formulen en un nuevo interrogatorio. Con tal procedimiento, se salva-
guardaría el trabajo de las partes con sus interrogatorios, no se ganarían la apatía o antipatía del
Jurado al objetar las preguntas inadmisibles, el Juez ejercería un control sobre dicho interrogato-
rio, que sería realizado por las partes. Sin embargo, para el que escribe, lo ideal es que el Jura-
do no pregunte, se limite a percibir y valorar los elementos de prueba producidos a través del
interrogatorio de las partes, y si tiene dudas respecto de los hechos o circunstancias, aplique el
in dubio pro reo.
75
La ley no detalla la forma de presentación de dichas preguntas al juez, si en forma oral o por
escrito, ni el momento de dicha presentación; pero se entiende que las preguntas del contrain-
terrogatorioy recontrainterrogatorio, han de presentarse hasta después de escuchadas las res-
puestas del menor, luego del directo y redirecto, respectivamente.
76
MARROQUÍN GALO, José Fernando, ¿Existe conflicto…., p. 7.
Corte Suprema
d
e Justicia

entrar en el ánimo una idea o cuestión"; y (2) "dominar la volun-


tad de una persona llevándola a decir o hacer lo que no quiere". Y
por sinonimia, se entiende 'sugestión' tanto inspirar o insinuar,
como dominar la voluntad; por lo que queda prohibida la segunda
idea respecto a las preguntas sugestivas77.

Procesalmente hablando, la pregunta sugestiva es "la que


sugiere la respuesta deseada (…) son sencillamente afirmaciones,
con una frase agregada al principio o al final para convertirlas en
preguntas."78 De igual forma, se entiende "aquella que no sólo
busca una respuesta única, sino que incluye la respuesta en la
propia pregunta."79. En el mismo sentido, JAUCHEN al referirse a
tales preguntas sugestivas, entiende que son "aquellas en que el
hecho o circunstancia que se pretende conocer o esclarecer con la
respuesta del testigo, se le indica mediante la pregunta, sugiriendo
de este modo la respuesta que debe dar. De esta forma la misma
pregunta restringe al testigo la posibilidad de respuesta."80

A partir de tales nociones, la idea de la prohibición a las pre-


guntas sugestivas tiene por objeto impedir que la información de
donde surgirán los elementos de convicción sea 'inspiración' de
las partes, lo que vuelve nugatoria la posibilidad de llegar a la re-
construcción conceptual del hecho, pues sólo se obtendría infor-
mación parcializada, coherente con la pretensión de la parte que
interroga en el proceso, afectándose el principio de 'verdad mate-
rial o real' cuando estamos en presencia de un interrogatorio des-
tinado a obtener información primaria o novedosa, que todavía no
ha sido extraída ni incorporada en el juicio81.

Con dichas 'insinuaciones' o 'sugerencias' de las partes, sería


imposible llegar a la certeza como nivel de convicción capaz de
destruir la presunción de inocencia, pues con ello, los elementos
probatorios provienen de la intimidad de las partes y no del órga-
no de prueba, desvaneciéndose la 'objetividad' que exige la prue-
77
MARROQUÍN GALO, José Fernando, ¿Existe conflicto…, p. 8.
78
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 194.
79
RAMOS GONZÁLEZ, Carlos, y VÉLEZ RODRÍGUEZ, Enrique, Teoría y práctica de la litigación en
Puerto Rico, Ed. Michie of Puerto Rico, San Juan, 1996, p. 29.
80
JAUCHEN, Eduardo M., La prueba en materia penal, Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe, Argen-
tina, 1996, p. 128.
81
MARROQUÍN GALO, José Fernando, ¿Existe conflicto…., p. 9.
ba para ser tal; pues la noción de 'subjetividad' de la prueba no
sólo se refiere al conocimiento privado del juez, sino que además,
al conocimiento que tengan las partes del hecho, a menos que
constituyan órganos de prueba.

Pero si tal prohibición se refiere únicamente a la 'informa-


ción novedosa', no tiene sentido que se siga manteniendo respec-
to de la información que ya fue incorporada al juicio por el órgano
de prueba que está siendo interrogado, y es que en el sistema ad-
versativo se hace necesario el uso del interrogatorio sugestivo en
el contrainterrogatorio; ello por dos razones: (1) Porque el aboga-
do de la parte contraria a quien ha ofrecido al testigo o perito co-
mo órgano de prueba, por lo general no goza de su empatía o afi-
nidad, no estando identificado con el examinador 82 como sí lo
tiene con el abogado quien lo ha ofrecido como órgano de prue-
ba, con quien se manifiesta colaborador; y (2) El interrogatorio
sugestivo en el contrainterrogatorio permite que la prueba ya in-
corporada al proceso sea sometida a parámetros que garanticen su
confiabilidad, con lo que contribuye a la convicción de que esa
verdad que se ha alcanzado se fortalezca o se disipe, alcanzando
la finalidad normativa y la primacía de los valores y principios
constitucionales83, especialmente el de contradicción, que además
es un principio de derecho probatorio.

De lo anterior se concluye que la prohibición de interrogato-


rio sugestivo es razonable respecto del interrogatorio directo, que
es con el que se aporta prueba novedosa; no así respecto del con-
trainterrogatorio, en la que la prueba ya producida e introducida
se confronta y contradice; y siendo el testigo por lo general hostil
al contrainterrogador, se hace necesario el uso del interrogatorio
sugestivo.

Por ello fue necesario reformar el referido art. 348 CPP, ade-
cuándolo al sistema adversativo, pues tal redacción distorsionaba
el sistema contradictorio y comprometía gravemente la imparciali-
dad del juez.

82
RAMOS GONZÁLEZ, Carlos, y VÉLEZ RODRÍGUEZ, Enrique, Teoría y práctica…, p. 56.
83
MARROQUÍN GALO, José Fernando, ¿Existe conflicto…., p. 10.
Corte Suprema
d
e Justicia

4.2 El interrogatorio en el sistema adversativo

Con tales observaciones, el legislador reformó el art. 348


84
CPP , adecuándolo al sistema adversativo propiamente dicho, y
garantizando la imparcialidad del juez durante el interrogatorio
del testigo o perito.

Sin embargo, las técnicas de oralidad no se limitan al inter-


rogatorio de los órganos de prueba, sino que también existen téc-
nicas de oralidad que se relacionan con todo el debate85: De ahí
que se hablan de técnicas respecto a los alegatos iniciales, al inter-
rogatorio propiamente dicho, el cual se divide en: Interrogatorio
directo, el contrainterrogatorio, el interrogatorio redirecto y el re-
contrainterrogatorio; las objeciones por vicios de forma y de fon-
do, y el trámite de su resolución, y finalmente, en cuanto a los
alegatos finales.

Si bien es cierto, tales técnicas se relacionan más que todo

84
“Interrogatorio
Art. 348.- El presidente del tribunal, después de preguntar al testigo cuáles son sus generales, le
concederá la palabra a la parte que lo presentó, para que formule su primer interrogatorio; si la par-
te contraria manifiesta que desea contrainterrogar al testigo, le concederá la palabra al efecto. La
parte que lo sometió al primer interrogatorio, podrá interrogarlo nuevamente, después del contrain-
terrogatorio; así como también, la parte contraria podrá someterlo a nuevo contrainterrogatorio, a
continuación del precedente. Estas dos últimas intervenciones, deberán limitarse a preguntar sobre
materias nuevas procedentes del interrogatorio inmediatamente anterior.
El Presidente del tribunal, moderará el examen del testigo y evitará que conteste a preguntas cap-
ciosas e impertinentes, procurando que el interrogador no ejerza presiones indebidas ni ofenda la
dignidad del declarante. En el interrogatorio directo, por regla general, estarán prohibidas además
las preguntas sugestivas; sin embargo, el presidente del tribunal podrá permitir la sugestividad en el
interrogatorio directo, cuanto el testigo sea hostil, cuando se interrogue a la parte contraria, al testi-
go identificado con ésta, a una persona que en virtud de su mayor edad, limitada educación o cau-
sa semejante, tenga dificultad de expresión, o que por razones de pudor esté renuente a deponer li-
bremente.
Las respuestas de los testigos, deberán ser directas y concretas a las preguntas que se les formulen.
El presidente del tribunal podrá autorizar al perito o testigo que consulte documentos, notas escritas
o publicaciones, cuando por la naturaleza de la pregunta tal consulta fuere necesaria, sin que por
este solo hecho, tales documentos puedan incorporarse como prueba a la vista pública.
Las partes podrán interponer revocatoria de las decisiones del presidente del tribunal que limiten
sus interrogatorios u objetar las preguntas que se formulen en los mismos.
El presidente y los otros miembros del tribunal, podrán interrogar al perito o testigo, pero con las
limitaciones que el deber de imparcialidad les impone.”
Reformado por D.L. 418, de fecha 1 de octubre de 1998, publicado en el D.O. No. 198, Tomo
No. 341, del 23 de octubre de 1998.
85
De igual forma, hay reglas de comportamiento forense, que han de ser respetadas, como son la
reverencia al juez, el control del lenguaje no verbalizado (demeanor) y la conversación trinagu-
lar por las partes, de dirigir el debate hacia el juez.
con la actividad de las partes86, el juez debe conocerlas y dominar-
las, pues es de recordar que como árbitro y director del proceso, a
él le corresponde decidir qué elementos de prueba pueden ingre-
sar al juicio y qué no, resolviendo los incidentes planteados por
las partes por medio de las objeciones.

a) Alegatos iniciales

Las partes han de llegar ante el tribunal con una historia le-
gal, verosímil y persuasiva87, deben preparar lo que se conoce
como la teoría del caso, es decir, una especie de cuento o recrea-
ción de los hechos pasados, los cuales tienen una implicación ju-
rídica88.

Tal teoría se divide en la teoría fáctica y en teoría jurídica.

La teoría fáctica comprende las hipótesis descriptivas (Ejem-


plo: lugar, fecha, horas, golpiza, etc.) y explicativas (Ejemplo: Mó-
vil: celos, venganza, ánimo de lucro, etc.), y la teoría jurídica, que
es el conjunto de implicaciones y explicaciones jurídicas, que se
desprenden de la teoría fáctica, de la que es subsidiaria.

Esa evidencia se clasifica en: (1) evidencia afirmativa89, (2)


evidencia de refutación90, (3) evidencia de credibilidad91, (4) evi-
dencia explicativa92 y (5) evidencia emocional93.

86
Sobre la técnica y práctica de la oralidad ver además, GOLDBERG, Steven H., Mi primer juicio
oral. ¿Dónde me siento? ¿Y qué diré?, 1ª Edición, Heliasta, Buenos Aires, 1994.
87
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 25-26.
88
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 133-243.
89
Evidencia afirmativa se refiere a hechos que tienden a demostrar la exactitud de una proposi-
ción fáctica, de una afirmación; por lo general le corresponde acreditar tal hecho mediante la
prueba, a quien afirma un hecho determinado. BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 26. En
cuanto a tal obligación de probar las afirmaciones, tenemos como excepción a la inocencia,
que es una presunción iuris tamtum, y mientras no se destruya, se mantiene vigente.
90
Evidencia de refutación o de contradicción, es la que establece hechos que contradicen con el
del adversario; es prueba contradictoria, que tiene por objeto minar o contradecir la prueba del
contrario, BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 27. En este punto, es importante aclarar
que la parte que inició la presentación de la prueba afirmativa, tendrá una segunda oportunidad
de presentar prueba para rehabilitar la que le ha sido rebatida.
91
Evidencia de credibilidad, la que establece hechos que afectan favorable o desfavorablemente
la verosimilitud y el carácter más o menos fidedigno de los relatos. BERGMAN, Paul, La defensa
en juicio, , p. 28.
92
Evidencia explicativa es una forma de evidencia afirmativa que pretende indicar al juzgador
‘por qué’ los hechos de una historia sucedieron como uno afirma que fue el caso. BERGMAN,
Paul, La defensa en juicio…, p. 28.
Corte Suprema
d
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Tales evidencias, pueden a su vez ser evidencia directa y cir-


cunstancial, siendo importante las generalizaciones en el razona-
miento inferencial.

b) El interrogatorio al testigo o perito94

93
Evidencia emocional es una forma de evidencia afirmativa o de refutación que apela tanto al
corazón como a la mente del juzgador. BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 26.
94
Habrá que reflexionar si el tratamiento que se le da al testigo o perito es aplicable al imputado,
en cuanto al interrogatorio y juramento, para determinar si riñe con la Constitución de la Repú-
blica y que exigiría una reforma legal al respecto (art. 262 CPP). Ello debido que en el sistema
adversativo acusatorio anglosajón, se requiere juramento al imputado si éste decide declarar.
Sin embargo, esto choca con la concepción del modelo continental que es el que tradicional-
mente ha tenido mayor influencia en nuestro sistema procesal.
La Constitución de la República establece la presunción de inocencia (art. 12 Cn.), y derivado
de dicha presunción, el que la carga de la prueba corresponda a quien acusa, el derecho del
imputado a no autoincrimarse, a no ser obligado a declarar en su contra, a abstenerse de decla-
rar y a que su silencio no se presuma en su contra. Se hace necesario analizar si tales garantías
le dan derecho al imputado a mentir durante su declaración o a declarar en el juicio sin respon-
sabilidad alguna; gozando de un trato privilegiado, aún después de haber decidido renunciar a
su derecho al silencio.
Una de las razones que ha influido en nuestro medio, y en general en el modelo continental, a
reconocer el derecho del imputado a mentir o a abstenerse parcialmente de declarar cuando él
quiera y sobre lo que él quiera al ser contrainterrogado por la parte acusadora, obedece, a mi
juicio, a la influencia que ha dejado el sistema inquisitivo y la recientemente superada práctica
judicial y policial: La sola denominación de la declaración del imputado, como “declaración
indagatoria”, encierra un significado cuya idea fundamental es la búsqueda de la verdad real, a
partir de esa primera indagación que se le hace al imputado. De ahí, que frente a ese sistema
que privilegia la búsqueda de la verdad real a cualquier costo o a costos sumamente gravosos
contra la dignidad humana como lo supuso el inquisitivo, se hayan levantado barreras y garan-
tías para proteger a la persona sometida al proceso; siendo la abstención total o parcial y la de-
claración sin que se le requiera juramento o promesa, algunas de esas manifestaciones (el art.
262 CPP regula que el requerirse juramento o promesa al imputado, un método prohibido para
su declaración). Así PAGANO, citado por FERRAJOLI (Derecho y Razón, p. 608), considera que el
que se requiera Juramento al imputado para declarar, constituye una “tortura espiritual”; por
otra parte, el que se le exija al imputado no mentir durante su declaración, puede entenderse
derivado del puritanismo inglés. Lo cierto es que en el sistema adversativo y acusatorio, no se
privilegia excesivamente la situación del imputado con el mismo tratamiento que en modelo
continental: Obviamente él tiene derecho de abstenerse de declarar, derecho que es disponible;
y puede decidir renunciar a él por razones y necesidades estratégicas y tácticas de defensa ma-
terial y técnica, a su propio riesgo, en cuyo caso asume la responsabilidad del testigo al ser in-
terrogado sobre hechos que le constan.
Además, al analizar las consecuencias que le acarrearía al imputado mentir bajo juramento
luego de haber renunciado a su silencio, se puede afirmar que no podría considerarse como de-
lito (No sólo la conducta es atípica sino que el tratar de evitar e impedir una pena, sería un su-
puesto de no exigibilidad de otra conducta que le excluiría de culpabilidad), pero las afirmacio-
nes, incoherencias y contradicciones de lo declarado podrían ser consideradas como indicios
en su contra. Ese pues sería el coste de renunciar a su derecho al silencio y declarar: Coste que
debe medir el abogado defensor, antes de hacer subir al estrado a su defendido a declarar como
imputado.
De tal forma, la deposición del imputado debería ser tratada y estructura de la misma manera
que la del testigo o perito, no siendo admisible el relato (art. 261 y 340 inc. 2 y ss. CPP), de-
biendo ser interrogado en el directo por su abogado defensor y pudiendo ser sometido al con-
trainterrogatorio sin que pueda ampararse ya en su derecho al silencio, el cual dispuso y el que
libre y voluntariamente renunció.
Ya se ha aclarado por qué es necesario e conveniente que el
testigo o perito no relate su versión acerca de los hechos, sino que
la información que aporte sea producto del interrogatorio realiza-
do tanto por la parte que lo ha ofrecido, como por la contraparte.

De ahí que tal modelo dialéctico, contradictorio o adversati-


vo, se haya hecho plasmar en la reforma al art. 348 CPP, que con-
templa las técnicas de interrogatorio en dicho sistema.

Tal interrogatorio comprende un primer interrogatorio, co-


nocido en la doctrina como interrogatorio directo, realizado por la
parte que ofreció o presentó la prueba; el contrainterrogatorio, que
le corresponde realizarlo a la parte contraria a quien ofreció la
prueba. El interrogatorio redirecto, que es el segundo interrogato-
rio que realiza la parte que ofreció al testigo y lo interrogó de prime-
ro, a fin de rehabilitar el testigo o el testimonio; y el recontrainterro-
gatorio, o segundo contrainterrogatorio, que puede realizar nueva-
mente la contraparte, luego del segundo interrogatorio por la parte
que ofreció al órgano de prueba. Estas dos últimas intervenciones, se
limitan a preguntar sobre materias nuevas procedentes del interroga-
torio inmediatamente anterior; es decir, que no pueden interrogar
sobre nuevo material, pretendiendo introducir aspectos que omitie-
ron en el primer interrogatorio o contrainterrogatorio.

Podría afirmarse que ello no va con nuestra tradición jurídica porque la declaración del impu-
tado es un medio de defensa (FERRAJOLI, idem.) y que no puede apreciarse en su perjuicio o que
es una interpretación lesiva de los derechos fundamentales; pero habrá que analizarlo dentro
del marco constitucional, a ver si ello riñe o no con la Constitución.
Esta disyuntiva es producto de la colisión de las dos grandes tradiciones jurídicas, como son el
modelo continental y el modelo anglosajón. En el modelo adversativo-acusatorio se abandona
la figura de la declaración indagatoria, nacida en el seno del sistema inquisitivo, así como algu-
nos de los derechos, garantías y privilegios surgidos como barreras frente al inquisidor; teniendo
en común muchos derechos fundamentales, pero en el caso específico se establece que si el
imputado renuncia a su silencio, debe declarar bajo juramento y lo que diga puede ser usado
en su contra.
Por otra parte, me parece impráctica la actual regulación de la declaración del imputado, pues
sus incoherencias, contradicciones y mentiras no pueden ser valoradas, a menos que confiese.
Para efectos prácticos, debiera pregutársele únicamente si se considera inocente o culpable, no
siendo en este caso que tal respuesta la dé bajo juramento, quedando aún su admisión de cul-
pabilidad sujeta a confirmación con los elementos de prueba a producirse en el juicio. Pero si
decide declarar, debería hacerlo bajo juramento y bajo la forma y tratamiento del interrogatorio
del testigo o perito.
Particularmente me inclino por la opción del sistema adversativo acusatorio. Sin embargo,
considero necesario reflexionarse el tema con mayor profundidad, desde la perspectiva del
marco constitucional.
Corte Suprema
d
e Justicia

i) Interrogatorio directo

El interrogatorio directo es el primer interrogatorio de un tes-


tigo o perito, por parte de quien lo ofreció como prueba. Consiste
en una serie de preguntas con el propósito de obtener respuestas
del testigo y acreditar determinados hechos que el examinador
pretende acreditar. Es la principal oportunidad para introducir los
elementos de prueba de los hechos que se pretenden probar95.

El interrogatorio tiene como propósitos: (1) Probar las alega-


ciones que se han hecho, pues las respuestas del testigo o perito
sustentarán y servirán de base para las alegaciones; y (2) conven-
cer al juzgador sobre la veracidad de las alegaciones, facilitando
que el juzgador perciba la historia como real, viva, persuasiva y
por lo tanto, acreedora de peso ante el juzgador.

Dentro de los métodos de interrogatorio se encuentran la es-


trategia del cronológico y de primacía, impacto y novedad que las
partes pueden utilizar como estrategia durante el interrogatorio
directo, y persuadir al juez.

Dentro de la estrategia de presentación de la prueba y de los


elementos de prueba que suministre el testigo, existen al menos
dos formas: (1) El cronológico, que pretende recrear los hechos
conforme al orden de cómo sucedieron en el tiempo96; y (2) Pri-
macía, impacto y novedad, que aconseja iniciar con un tema de-
terminado, por lo que se pretende impactar, intelectual y emoti-
vamente al juzgador, pues parte de la idea que la persona recuer-
da más lo primero y lo último que escucha, por lo que en el
interrogatorio se seleccionará los datos que más impresionen e
impacten al juzgador y que quiere que recuerden más al momento

95
Y como afirma BERGMAN, “las preguntas son importantes en el interrogatorio directo, no porque
ellas mismas posean un significado probatorio, sino porque son el instrumento que uno utiliza
para determinar el contenido y alcance de las respuestas de los testigos, y por consiguiente, in-
fluir sobre el efecto y credibilidad del testimonio”, BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p.
80.
96
La estrategia a través del método cronológico aconseja que el interrogatorio se oriente en el
siguiente orden: 1) Presentar al testigo como una persona creíble; 2) Descripción de la escena;
3) La ocurrencia del evento o acción, que es la etapa culminante en que el testigo describe y
narra lo que ocurrió; 4) Descripción de los efectos de la acción; y 5) La conclusión por la que el
testigo debe presentar su testimonio con seguridad y firmeza.
de decidir el caso97.

Por otra parte, en cuanto al contenido y forma de las pregun-


tas, se aconseja la sencillez y brevedad; el uso de preguntas abier-
tas98 para que el testigo narre o explique con sus propias palabras,
con lo que se eleva la credibilidad de su dicho, cuyo alcance en
cierto modo está limitado; el uso de preguntas cerradas99, para
probar aspectos específicos o un hecho particular, no sugiriendo la
respuesta al testigo, pero sí dejando un escaso espacio para des-
cribir un hecho con sus propias palabras; preguntas de transición,
con las que el examinador conecta un tema o un asunto con el
próximo, manteniendo o atrayendo la atención del juzgador; las
preguntas narrativas100, que invita al testigo o perito narre o des-
criba los hechos con sus propias palabras; las preguntas de segui-
miento101, dirigidas a darle fluidez a la respuesta del testigo en su
narración; y se aconseja sobre todo, mantener un ritmo adecuado,
a fin de mantener la atención del juez y que el interrogatorio no
suene monótono.

Por el contrario, son prohibidas por regla general las pregun-


tas sugestivas, pero además no se recomiendan por los inconve-
nientes técnicos que pueden producir102. Sin embargo, el Presiden-
te del Tribunal puede autorizar la sugestividad en el interrogatorio
directo, en los siguientes casos: (1) testigo hostil de la parte contraria
o al testigo identificado con ésta; (2) dificultad de expresión por ra-
zón de la edad, limitada educación o causa semejante, o por razo-
nes de pudor esté renuente a deponer libremente. En tales casos,
excepcionalmente pueden formularse sugestivas en el interrogatorio
directo.

Son prohibidas además, las preguntas capciosas, que son


aquellas de doble sentido, que pretenden confundir al testigo e in-

97
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 67 y ss.
98
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 88.
99
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 89.
100
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 81.
101
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 83.
102
La inconveniencia técnica que señala BERGMAN al interrogatorio sugestivo en el directo, es que
un interrogatorio hecho en el que el testigo se limita a responder “sí” a todo, puede ser fuerte-
mente atacado en el alegato final por el abogado de la contraparte, al recordarle al juez o al ju-
rado, que lo único que aportó el testigo con sus respuestas fue “sí”.
Corte Suprema
d
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ducirle a dar una respuesta errónea, mendaz o ambigua; y las pre-


guntas impertinentes, que son las que no se relacionan con el objeto
de prueba103, no siendo aconsejables, además, las preguntas repeti-
tivas, que comprenden preguntas sobre hechos que ya se acredita-
ron104; las preguntas argumentativas, en las que el examinador no
hace una pregunta sino que argumenta o formula una tesis o razo-
namiento determinado; y las preguntas compuestas, que contienen
dos o más materias a ser contestadas por el testigo. No se aconseja
además, el que el testigo presuma, crea o especule hechos, pues
ello puede motivar objeciones.

Sobre el interrogatorio directo existe una extensa gama de


consejos prácticos a fin de poder dominar tal técnica, que exceden
los objetivos de este trabajo. Entre ellas se menciona la forma de
elaboración de las preguntas, a fin de evitar la sugestividad, como
es el hecho que se inicien a partir de las siguientes preguntas:
¿Qué?, ¿Quién?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Dónde? y ¿Por qué?, y ade-
más, a efecto de identificar una pregunta sugestiva e impedir una
posible objeción de la parte contraria, no utilizar el 'verbo' o 'ac-
ción' realizada por la persona interrogada o de los hechos que
narra en su testimonio, como núcleo o centro de la pregunta: Por
ejemplo, será sugestiva la pregunta: ¿Vio Usted tal cosa?. Por el
contrario, en el interrogatorio directo, debe formularse en este
sentido: ¿Qué vio?, pues con ello, el interrogador no sugiere la
respuesta al testigo, sino que es el interrogado quién aporta el dato
objetivo o elemento de prueba al responder la pregunta, suminis-
tranto él los datos, y no el interrogador.

ii) El Contrainterrogatorio

Es el interrogatorio de un testigo por la parte que no hizo el

103
La pertinencia o no de la pregunta se relaciona tanto con el tema central o medular, como con
el tema periférico, como se ha indicado supra, aconsejándose que a efecto de que a la parte
que interroga no le “telegrafíen el golpe”, las objeciones sobre pertinencia e impertinencia de la
pregunta sean resueltas cerca del estrado del juez, para que el testigo no oiga qué es lo que pre-
tende acreditarse o desacreditarse con la pregunta objetada de impertinente; ello es lo que se
denomina ‘sentar las bases’ sobre el interrogatorio que continuará a la pregunta objetada.
104
La repetitividad de las preguntas ha de referirse a temas ya agotados en el interrogatorio, y no
debe confundirse con el examen que hace la contraparte en el contrainterrogatorio, en el que
ha de permitirse que interrogue sobre tales puntos o extremos acreditados en el interrogatorio
directo, hasta que hayan sido suficientemente examinados, ya a juicio del interrogador como a
juicio del juez al resolver la objeción por repetitividad como se verá más adelante.
interrogatorio directo, es decir, por la contraparte. Es el mecanis-
mo legal más grandioso para el descubrimiento de la verdad, y se
presenta como una 'lucha entre el abogado y el testigo', siendo el
contrainterrogatorio un 'juego de presión'. Hay que recordar que
el art. 348 CPP señala que el juez debe procurar que el interroga-
dor no ejerza presiones indebidas ni ofenda la dignidad del decla-
rante. A contrario sensu, hay ciertas presiones al testigo que se con-
sideran 'permitidas', durante el contrainterrogatorio.

Tal interrogatorio es conocido como el "cross" o interrogatorio


cruzado, pues es la contraparte de quien ofreció al testigo o perito
quien lo contrainterroga. De igual forma, se dice que en el contrain-
terrogatorio, quien declara es el abogado, pues es éste quien condu-
ce el interrogatorio hacia los hechos que él quiere para refutar o
desacreditar el testimonio rendido en el directo.

El parámetro del contrainterrogatorio es (1) que debe limitar-


se al objeto del examen directo, y (2) a cuestiones que afecten la
credibilidad del testigo.

La aplicación del contrainterrogatorio va a depender de la


naturaleza de la prueba, la duración del proceso, etc.105; y debe
planificarse, es decir, determinar si se realiza o no el contrainter-
rogatorio, y para ello se aconseja que no se debe contrainterrogar
por el simple hecho de hacerlo; no se debe hacer uso del 'azar',
pues puede ser contraproducente para sus fines, por lo que una
planificación cuidadosa y metodológica ayuda a minimizar los
riesgos, pues no los puede evitar en su totalidad, y en base a ello,
el litigante debe decidir si contrainterroga o no.

Los propósitos del contrainterrogatorio pueden ser defensi-


vos u ofensivos.

Son propósitos defensivos los que buscan desacreditar el tes-


timonio del testigo adverso106, desacreditar al testigo atacando su
105
Sobre los alcances del contra interrogatorio, ver: CHIESA APONTE, Ernesto L., Derecho procesal
penal de Puerto Rico y Estados Unidos, Editorial Forum, Primera Reimpresión, Volumen I, San
Juan, 1995, p. 398 y ss.
106
Resaltando las faltas de las cualidades testificales: percepción, memoria, narración, sinceridad,
etc. de un testigo; analizando la ubicación del testigo respecto al sitio del hecho distancia, opor-
tunidad de observar, manera de observación, tiempo transcurrido a fin de atacar la memoria del
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parcialidad, por parentesco o afinidad con alguno de los involu-


crados en el hecho, o por interés en la decisión del caso en una u
otra forma. Dentro de ellas puede ser el hecho que el declarante
se le haya aplicado algún criterio de oportunidad para declarar en
contra del imputado, punto que puede ser explotado por la con-
traparte para cuestionar su credibilidad. De igual forma, el carácter
del testigo puede ser cuestionado o la convicción y recuerdo mi-
nucioso de detalles, e incluso las exageraciones, pueden ser em-
pleadas para destruir su credibilidad.

Los propósitos ofensivos del contrainterrogatorio, son: Hacer


que la declaración del testigo contribuya favorablemente al caso
del examinador; sentar las bases para la admisibilidad de hechos
que se pretende acreditar con otra prueba; o apoyar con las res-
puestas del testigo, la argumentación final.

Como consideraciones metodológicas, se aconseja respecto


a la forma de las preguntas, la brevedad y sencillez; el empleo de
preguntas sugestivas, a fin de corroborar la veracidad de sus afir-
maciones; se aconseja que se hagan preguntas con un solo hecho,
evitando las preguntas compuestas; evitar escribir las preguntas,
para lo que se aconseja el uso del bosquejo respecto del hecho
acreditado por el testigo y lo que debe desvirtuar y atacar, pero
sobre todo, escuchar las respuestas del testigo. De igual forma,
solicitar el auxilio del tribunal para que prevenga al testigo para
que conteste con verdad sobre los puntos que es interrogado, la
naturalidad en el interrogatorio, y además, alterar el orden del
examen directo —orden lógico o cronológico—, lo que se conoce
como 'saltar, brincar y correr'; explorar los detalles y además, pro-
curar llevarlo a exagerar, para luego destruir su credibilidad.

Además, durante el contrainterrogatorio se puede impugnar


la credibilidad del testimonio o a la persona del testigo, mediante
las siguientes formas: Manifestaciones anteriores en otro lugar o
juicio, que comprometa la declaración que está formulando en el
momento, debiéndose dar oportunidad al testigo de explicar o
negar tales declaraciones; luego, se aconseja reiterar la manifesta-
ción del testigo vertida con anterioridad, se sienta las bases y lue-

testigo.
go se contrasta la versión anterior con la que está formulando en
ese momento. Mediante el carácter o conducta específica, atacan-
do su veracidad, señalando su mendacidad, pudiendo acreditar la
forma de opinión o reputación por prueba ofrecida en su oportu-
nidad. Por parcialidad o interés en el caso en concreto, o por con-
dena anterior respecto del hecho con que se cuestiona su credibi-
lidad.

Dentro de las técnicas aplicadas a las preguntas, hay que dis-


tinguir las preguntas de máxima seguridad107, las preguntas de
mediana seguridad108 y las de mínima seguridad o de pesca109,
debiendo poner atención el interrogador a la necesidad o no de
formular la pregunta, pues puede ser contraproducente y generar
mayor convicción al testimonio y al testigo de la contraparte.

En este último tipo de interrogatorio, de las preguntas de mí-


nima seguridad, se aconsejan como técnicas:

1) La exploración de detalles: Dado que se parte de un testi-


go sincero y sagaz, debe tratar de explotar los detalles con la espe-
ranza que la historia es inverosímil por dos razones: O bien el
testigo no puede suministrar detalles suficientes o el testigo pre-
tende suministrar tantos detalles que la historia llega a ser irreal, al
exagerar en ellos, y que el juzgador llegue a inferir que la versión
es inverosímil depende en parte de la fuerza de los detalles110.

2) Saltar, brincar y correr: Se refiere a movimientos de ida y


vuelta que el interrogador hace sobre los hechos aportados por el
testigo, a efecto de explorarlos intencionadamente, en forma no

107
Las preguntas de máxima seguridad o muy seguras, son aquellas cuando uno puede refutar una
respuesta desfavorable con una declaración precedente del testigo o con una evidencia fuerte y
que Usted sabrá qué respuesta obtendrá del testigo, sin ninguna duda. BERGMAN, Paul, La de-
fensa en juicio…, p. 148-157.
108
Las preguntas de mediana seguridad son las que pueden resultar con respuestas más o menos
seguras, pero en la medida que las fuentes extrínsecas de refutación son recusables, tal vez no
se tenga la certeza con respecto a que el juez acepte la versión al adversario, por lo que la téc-
nica implica una seguridad mediana. BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 158.
109
Son preguntas mínima seguridad o de pesca preguntas cuya respuesta no puede refutar, aconse-
jándose en estos casos prestar atención a los temas que el testigo no quiere tocar, buscar temas
en los que el testigo no muestra seguridad y evitar los ataques frontales al testimonio; dedicán-
dose a interrogar esperando que ‘pesque’ algo en que pueda cuestionar y atacar el testimonio o
al testigo. BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 167-168.
110
BERGMAN, Paul, La defensa …, p. 169.
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secuencial o cronológica para verificar su veracidad como para


confundir al testigo. Tal confusión puede provocar conflictos en el
testigo y en su declaración, aunque también las puede provocar en
el juzgador, aunque el juez puede considerar que los rápidos
cambios temáticos tienen carácter polémico111.

3) "Si lo que Usted dice es cierto…”: Con esa técnica, el in-


terrogador también puede pescar mientras esquiva un ataque fron-
tal, examinando el relato del testigo en concordancia con la expe-
riencia común. Con ello, uno puede identificar una serie de
hechos que sobre la base de la experiencia cotidiana, la coheren-
cia lógica o el sentido común, concordarían con los hechos descri-
tos por un testigo. Si en las repreguntas un testigo no puede decla-
rar en vista de estos hechos adicionales, el juzgador puede inferir
que tal vez los hechos no sucedieron tal como los describió el
testigo112.

Existe una serie de técnicas a efecto de tratar con los testigos


hostiles lo mismo que para proteger a los testigos propios de los
ataques del contrainterrogatorio de la otra parte, que examina con
detenimiento BERGMAN113.

Una vez destruida o cuestionada la credibilidad del testimo-


nio o del testigo, la parte que la ofreció puede rehabilitarlo me-
diante un nuevo interrogatorio que se conoce como interrogatorio
redirecto.

iii) El Interrogatorio Redirecto

El inciso primero del art. 348 CPP, regula este tipo de inter-
rogatorio al plasmar “(…) La parte que lo sometió al primer interro-
gatorio, podrá interrogarlo nuevamente, después del contrainterro-
gatorio; (…)”.

El objeto del interrogatorio redirecto es contrarestar el efecto


jurídico y fáctico de la impugnación del testigo lograda a través
del contrainterrogatorio, siendo una oportunidad que provee el

111
BERGMAN, Paul, La defensa …, p. 171.
112
BERGMAN, Paul, La defensa …, p. 172.
113
BERGMAN, Paul, La defensa …, p. 173-183.
sistema adversativo, de aportar prueba de apoyo para rescatar o
fortalecer la credibilidad del testigo. En el interrogatorio redirecto
se busca pues, rehabilitar el dicho del testigo y su credibilidad,
buscando prueba orientada a restarle eficacia a aquellos aspectos
impugnatorios que surgieron en el examen del contrainterrogato-
rio. La respuesta en el redirecto puede tomar la forma de explica-
ción o calificación de los hechos, o aspectos sustantivos solicita-
dos en el contrainterrogatorio.

Se recuerda que este interrogatorio redirecto, como señala la


parte final de art. 348 CPP, debe limitarse a preguntar sobre mate-
rias nuevas procedentes del interrogatorio inmediatamente ante-
rior.

Como medios de rehabilitación tanto del testimonio como


del testigo, tenemos:

1) Corroborar el testimonio impugnado mediante prueba in-


dependiente, tal como otro testigo presencial que haya sido ofre-
cido con anterioridad;

2) Refrescar la memoria del testigo mediante una nota o es-


crito; así, el inciso cuarto del citado art. 348 CPP, señala "El pre-
sidente del tribunal podrá autorizar al perito o testigo que consul-
te documentos, notas escritas o publicaciones, cuando por la na-
turaleza de la pregunta tal consulta fuere necesaria, sin que por
este solo hecho, tales documentos puedan incorporarse como
prueba a la vista pública.”; Obviamente, tal consulta operará por
ofrecimiento de tal documento al testigo o perito, y como se seña-
la, debe ser autorizada por el tribunal.

3) Refutar la prueba impugnatoria de la parte contraria, es


decir, que los hechos y circunstancias establecidos en el contrain-
terrogatorio pueden también ser cuestionados, con lo que tal refu-
tación descansa en la sana discreción judicial.

4) Ofrecer evidencia sobre el carácter veraz del testigo im-


pugnado, cuando se haya impugnado la veracidad del testigo, en-
tendida tal impugnación de veracidad, por inconsistencia del tes-
timonio o por omisión de algún hecho o circunstancia no interro-
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gado.

iv) El Recontrainterrogatorio

Finalmente, el recontrainterrogatorio, también comprendido


en el inciso primero del art. 348 CPP, cuando regula: “(…) la parte
contraria podrá someterlo a nuevo contrainterrogatorio, a continua-
ción del precedente. (…)”, se limita únicamente a preguntar y
examinar materias nuevas procedentes del interrogatorio inmedia-
tamente anterior, es decir, que queda limitado únicamente a im-
pugnar o refutar la prueba de rehabilitación producida en el inter-
rogatorio redirecto, con el objeto de destruir la veracidad o credibi-
lidad de tal prueba de rehabilitación, e insistir en la refutación de
la credibilidad del testimonio o de la persona del testigo o perito.

c) La objeción114:

La objeción y su trámite están también reguladas en el art.


348 CPP, al prescribir en su inciso quinto: “Las partes podrán in-
terponer revocatoria de las decisiones del presidente del tribunal
que limiten sus interrogatorios u objetar las preguntas que se formu-
len en los mismos.”.

i) Noción conceptual

La objeción es el “medio por el cual se plantean y resuelven


disputas evidenciarias” o “el mecanismo para discutir incidentes
dentro de las Audiencias”.

La objeción y tienen por objeto: (1) Prevenir que se admita o


se considere información inadmisible; y (2) Preservar en el récord,
ya sea grabación o acta, para fines de impugnar la decisión, que
comprende la protesta de recurrir en casación, cuando tal protesta
se hace necesaria para la admisibilidad del recurso; ello implica,
que se haya solicitado el saneamiento de tal vicio invocado en su
oportunidad, y se haya dejado constancia de tal protesta.

Al interponer una objeción a la prueba, se puede concluir

114
BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 247-254.
que la prueba en cuanto a su ofrecimiento y oposición es función
de los adversarios; y la adjudicación o resolución en cuanto a la
admisibilidad sobre ésta, le corresponde al tribunal.

ii) Características.

Como características de la objeción tenemos que es un me-


dio de defensa para impedir la admisión de cierto elemento de
prueba que sea lesivo a las garantías del imputado o que pretenda
ingresar en forma viciada. Es un motivo de controversia, y es una
técnica propia del juicio oral en el sistema adversativo.

iii) Requisitos

La objeción tiene dos requisitos fundamentales para efectos


que sea admitida para su resolución:

1) Oportuna: Es decir, que debe objetarse una pregunta tan


pronto se ha formulado ésta por el examinador y antes de la res-
puesta del testigo, pues en tal caso no tendría sentido por ser ex-
temporánea, al suministrarse la información que se pretendía no
se suministrara con la objeción. Pero puede plantearse la objeción
después de la respuesta del testigo, cuando el testigo se niegue a
responder, evada la respuesta o no responda lo que se le pregunta,
en cuyo caso la contraparte puede solicitar que el testigo se limite
a suministrar la información que se le está solicitando por el inter-
rogador en ese momento.

2) Pertinente, es decir que la objeción se debe relacionar di-


rectamente sobre la pregunta que se formula o sobre el elemento
de prueba que se pretende introducir con la respuesta del testigo.

3) Fundamentada, es decir que la objeción debe basarse co-


rrectamente, señalándose con precisión el vicio o causa de la in-
admisibilidad de la pregunta; sólo así se coloca debidamente al
juzgador, en posición de poder resolver o adjudicar en forma justa
el señalamiento.

iv) Consideraciones tácticas


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Dentro de las consideraciones técnicas aconsejables a las


partes, se encuentran:

1) Planificación: Se debe prever la objeción con anticipa-


ción, tanto a partir de la información que se espera del testigo co-
mo de la forma de interrogatorio del examinador; no se debe es-
perar que surja el incidente para preparar la estrategia;

2) Asegurarse que el tribunal emita una resolución específi-


ca: En vista de que en algunas ocasiones el tribunal no adjudica en
forma clara y específica una objeción, se debe hacer una firme
pero respetuoso al solicitar su resolución o aclaración;

3) Esperar la resolución del tribunal: Tanto para efecto de


continuar el interrogatorio o plantear recursos, se debe esperar la
decisión del tribunal; si éste no resuelve, se debe solicitar al tribu-
nal que resuelva, cayendo la iniciativa en la parte que objeta;

4) Realizar ciertas objeciones fuera del alcance del jurado:


En nuestro sistema constitucional se prevé el tribunal del jurado115
en los casos que la ley designe (tal como lo regula el Código Pro-
cesal Penal)116, por lo que hay casos en que por razones de estra-

115
Constitución de la República: “Art. 189.- Se establece el Jurado para el juzgamiento de los
delitos comunes que determine la ley.” Dicho jurado está integrado por cinco ciudadanos, a
quienes se selecciona de un listado de 20 personas que son citadas para ese efecto, que se en-
cuentran registradas en el padrón electoral. Luego de una Audiencia de Selección de Jurados,
en la que las partes interrogan a los ciudadanos convocados a efecto de medir su capacidad de
decisión y en especial su imparcialidad, pudiendo recusar a quienes consideran no reúnen di-
chas características; y de los que quedan, se escogen cinco propietarios y un suplente, por sor-
teo, al azar, recibiéndoles el Presidente la protesta de ley sobre el cumplimiento fiel y legalmen-
te del cargo de jurado. Ver arts. 366 al 378 CPP. Sobre las consideraciones metodológicas y
técnicas de dicha Audiencia de Selección del Jurado, ver además: ESCUELA DE CAPACITACIÓN JU-
DICIAL del Consejo Nacional de la Judicatura, Prontuario No. 3: Vista Pública. Compendio de
actos para su desarrollo, Imprenta Criterio, San Salvador, junio de 1999, p. 41-48. Tal técnica es
conocida como “Voire dire” del jurado: Ver: BERGMAN, Paul, La defensa en juicio…, p. 258-
262.
116
Código Procesal Penal
“Tribunal del Jurado
Art. 52.- Corresponderá al tribunal del jurado el juzgamiento, en vista pública de todos los
delitos, salvo aquéllos en que sea competente el tribunal de sentencia.”. Y son casos que van a
conocimiento del Tribunal de Sentencia, en forma colegiada, como regula el art. 53 CPP, los si-
guientes: (1) Homicidio simple y agravado; (2) Secuestro simple y agravado, (3) Hurto, robo y
extorsión; (4) Defraudaciones; (5) Delitos relativos al honor y la intimidad; (6) Delitos de acción
privada; (7) Delitos relativos al orden socioeconómico; (8) Delitos relativos al medio ambiente;
(9) Delitos previstos en la Ley Reguladora de las Actividades Relativas a las Drogas; (10) Delitos
relativos a la fe pública; (11) Delitos menos graves; (12) Delitos sancionados sólo con pena no
privativa de libertad; y, (13) Delitos conexos con los señalados en los numerales anteriores. Con
tegia, o porque las argumentaciones son extensas o prolongadas,
de carácter técnico jurídico, por razones éticas o de carácter legal
o constitucional, es preferible plantear la objeción únicamente al
juez, solicitando al tribunal se autorice acercarse junto a la con-
traparte, planteando y resolviendo la objeción sin que el jurado se
entere de tales puntos, debiendo explicar el Presidente del Tribu-
nal, sucintamente lo ocurrido;

5) Decisión de objetar: No es aconsejable objetar en toda


ocasión posible, sino que se aconseja que se objete únicamente
cuando exista una buena razón117 para ello, dadas circunstancias
de índole práctico o procesal;

6) Propósitos extrajudiciales: No toda objeción persigue pro-


pósitos legítimos; en ocasiones se plantearán objeciones por razo-
nes tácticas o estratégicas, con el fin de interrumpir la línea del
interrogatorio de la contraparte o instruir de algún aspecto al jura-
do.

v) Clasificación

Las causas o motivos de la objeción son de dos tipos: Las


que se refieren a aspectos de forma y las que se refieren a aspectos
sustantivos o de fondo118.

1) Objeción por motivos de FORMA.

Las objeciones por vicios de forma, se refieren al modo o


manera de elaborar y formular la pregunta al testigo o perito; estas
son:

tantas excepciones planteadas en el art. 53 CPP, prácticamente los casos que van a Tribunal de
sentencia se convierten en la regla general, mientras que los que van a jurado la excepción. So-
bre el estudio de los casos de conocimiento y decisión al Jurado, ver SÁNCHEZ ESCOBAR, Carlos
Ernesto, Revista Divulgación jurídica, Unidad Técnica Ejecutiva del Sector Justicia (UTE), núme-
ro 4, año 6, San Salvador, agosto de 1999.
117
Motivos de forma o de fondo.
118
Aunque no están regladas en la ley, en la práctica se han utilizado y seguido las “Reglas de
evidencia” de Puerto Rico, así como la clasificación doctrinaria que se hace de las mismas,
atendiendo el Juez los criterios de razonabilidad. Sin embargo, para efectos de uniformar la
admisibilidad de los elementos de prueba (y no sólo de los medios, como lo regula el Código
Procesal Penal), se hace necesario la adopción de Reglas de Evidencia semejantes, para evitar
tratamientos desiguales en la práctica diaria en los tribunales, respecto a la admisibilidad de los
elementos de prueba.
Corte Suprema
d
e Justicia

1) Preguntas sugestivas en el interrogatorio directo, que co-


mo se indicó antes, son las que incluyen la respuesta en la propia
pregunta o sugieren la respuesta dentro de la misma pregunta;

2) Preguntas argumentativas, que son las que el examinador


no hace una pregunta sino que argumenta o formula una tesis de-
terminada;

3) Preguntas compuestas, que contienen dos o más materias a


ser contestadas por el testigo;

4) Preguntas repetitivas, que comprenden preguntas sobre


hechos que ya se acreditaron;

5) Preguntas que asumen hechos no probados, que implican


una especie de capciosidad, pues parten de hechos que aún no se
han probado, a fin de que el testigo, con su respuesta, dé por sen-
tada la existencia de ese hecho que aún no se ha acreditado;

6) Pregunta especulativa, que invitan al testigo a que presu-


ma, imagine, especule, suponga o emita su creencia acerca de
hechos que no le constan y sobre los cuáles no puede declarar
con certeza;

7) Preguntas capciosas, que son de doble sentido, tratan de


confundir al testigo o inducirle a una respuesta que no interesa a los
fines del proceso;

8) Interrogatorio no responsivo, que se refieren más bien a


las respuestas que proporciona el testigo o perito interrogado (ór-
gano de prueba), que no le han sido solicitadas o cuando relata el
hecho fuera del interrogatorio a que está siendo sometido o que es
permitido por la ley. De igual forma, cuando el testigo no respon-
de, ya sea que se niegue a responder o evada la pregunta con otra
respuesta. En tal caso, la parte puede pedir al juez que le prevenga
al testigo de la obligación que tiene de decir la verdad sobre lo
que le fuere preguntado.

2) Objeción por motivos de FONDO.


Como aspectos sustantivos o de fondo de los vicios que fun-
damentan la objeción del testigo, son:

1) Falta de pertinencia de la pregunta con relación al objeto


del debate119;
2) Prueba de referencia, es decir, cuando el testigo suminis-
trará una información que no le consta sino que la supo por refe-
rencia de otro u otros;
3) Materia privilegiada, cuando se solicita que declare sobre
aspectos que comprenden un secreto profesional o estatal;
4) Falta de capacidad testifical, cuando se le pregunta al tes-
tigo que declare sobre hechos que no le pudieron haber constado
y no es competente para ello;
5) Cuando no se han sentado las bases, esto es siempre im-
pertinencia, pues se solicita declare sobre hechos que aparente-
mente no tienen que ver con el asunto, por no haber sentado las
bases el interrogador sobre la importancia de dichas respuestas;

6) Falta de capacidad personal, cuando se solicita al testigo


que declare sobre hechos que no son propios de su profesión, ofi-
cio o condición, y que no está capacitado para suministrar dicha
información;
7) Perito no cualificado, cuando al perito se le solicita aporte
datos técnicos o científicos sobre una materia que no le es propia;
8) Falta de escrito original o de autenticación, cuando se
pretende refrescar la memoria del testigo mediante documentos o
textos que cuyo origen se desconoce o no se ha establecido la
existencia del documento original o la copia no es auténtica.

vi) Trámite de resolución de objeciones y revo-


catorias.

El art. 348 inciso quinto CPP, como ya se planteó, señala:


“Las partes podrán interponer revocatoria de las decisiones del pre-

119
Como se ha indicado supra, sobre la pertinencia o impertinencia del interrogatorio con el
objeto de prueba, debe serse cuidadoso a efecto de que el interrogador pueda explorar y exa-
minar los temas centrales y periféricos del hecho.
Corte Suprema
d
e Justicia

sidente del tribunal que limiten sus interrogatorios u objetar las pre-
guntas que se formulen en los mismos.” Aunque el citado artículo
no hace referencia al trámite de la objeción y la revocatoria, puede
darse el caso que el Presidente la decida en forma inmediata y sin
que la parte fundamente la objeción, dada la evidencia del vicio; o
que solicite que la objeción sea fundamentada resolviendo luego; o
que antes de resolver, dé audiencia a la parte contraria. Puede ser
también que dada la complejidad de la pregunta, el vicio y su obje-
ción, no resuelva únicamente el Presidente, sino el tribunal en pleno
o en forma colegiada, en los mismos supuestos antes indicados.

La revocatoria procede en caso de que se resuelva la objeción


–sea por el Presidente, sea por el tribunal colegiado- sin sustancia-
ción (art. 415 CPP), es decir, sin oír a la parte contraria, es decir,
aquella que formula la pregunta objetada; por lo que puede recurrir
en revocatoria, y una vez oídas ambas partes, el tribunal la decide
en pleno o colegiada120.

d) Alegatos de cierre y réplica121.

El alegatos de cierre tienen por objeto convencer al juez que


las proposiciones fácticas planteadas son exactas y justas conforme
a la evidencia presentada122; y son la guía para toda la investiga-

120
Véase el trámite propuesto en la publicación de la ESCUELA DE CAPACITACIÓN JUDICIAL del
Consejo Nacional de la Judicatura, Prontuario No. 3: Vista Pública. Compendio de actos para
su desarrollo…, p. 49.
Por su parte, el art. 415 inciso segundo CPP, señala: “Durante las audiencias el recurso se
interpondrá verbalmente, inmediatamente después de la decisión recurrida.”
De igual forma, el art. 416 CPP enuncia:
“La resolución que recaiga causará ejecutoria, a menos que el recurso haya sido interpuesto, en
el mismo momento y en forma, con el de apelación subsidiaria y éste sea procedente.”
121
Art. 353 inciso último CPP.
122
En este punto, es importante recordar el cuidado que deben tener tanto el juez como las partes,
especialmente en caso de Jurado, sobre el uso de las falacias en los razonamientos, que consti-
tuyen ‘ideas equivocadas’ o ‘creencias falsas’ acerca de determinadas proposiciones sobre una
realidad concreta. Así, las falacias formales se dividen en falacias de atingencia lógica, en la
que las premisas carecen de atingencia respecto de la verdad o falsedad de las conclusiones
que se pretenden establecer; y las falacias de ambigüedad, en el que se usan palabras o frases
cuyo significado cambia u oscila de una manera más o menos sutil en el curso del razonamien-
to, y por lo tanto, lo puede volver falaz. Las falacias de atingencia, a su vez, pueden ser: 1)
Conclusión inatingente, que se comete cuando un razonamiento que se supone dirigido a esta-
blecer una conclusión particular es usado para probar una conclusión diferente; 2) Argumentum
ad baculum, que es cuando se apela a la fuerza o a la amenaza de fuerza para la aceptación de
una conclusión; 3) Argumentum ad hominem (ofensivo), cuando se ataca la validez del razo-
namiento o de la conclusión, atacando a la persona que la afirma, independientemente de la
validez del razonamiento; 4) Argumentum ad hominem (circunstancial), cuando apela al hom-
ción y preparación del juicio.

Como técnicas se exige del orador, capacidad persuasiva,


siendo importante ‘lo que se dice’ pero también ‘cómo se dice’: Es
decir, importa tanto convencer como persuadir. Es aconsejable el
contacto visual con el juez o jurado, variar el tono de la voz, el
uso de palabras comunes y oraciones sencillas, el uso de temas y
preguntas retóricas y de analogías y anécdotas, evitar el histrio-
nismo, explicar brevemente los términos complejos, exige mucha
confianza en sí mismo, por lo que debe utilizarse los aspectos más
convincentes de la estrategia fijada.

Para ello se aconseja el repaso uno a uno de las evidencias,


con una estructura lógica, agruparlas por el tema o contenido pro-
bado, y el análisis de los preceptos legales pertinentes. Pero sobre

bre, que puede ser circunstancial, cuando se invoca la validez o verdad de un razonamiento
dadas las cualidades personales de quien las afirma; y 5) Argumentum ad ignorantiam, que es
cuando se sostiene la verdad de una proposición, porque no se ha comprobado que es falsa
(Acá cabe la presunción de inocencia, estatuida como garantía y límite al poder penal del Esta-
do); 6) Argumentum ad misericordiam, cuando se apela a la piedad para que se acepte o admita
determinada conclusión; 7) Argumentum ad populum, cuando se invoca la validez de la con-
clusión o razonamiento, mediante un llamado emocional ‘al pueblo’ a ‘la galería’, con el fin de
ganar su asentimiento para una conclusión que no está sustentada en un razonamiento válido;
8) Argumentum ad verecundiam, o apelación a la autoridad, cuando se invoca al sentimiento
de respeto por una persona famosa o prestigiosa para ganar el asentimiento a una conclusión; 9)
Causa falsa, que puede ser de dos tipos, la primera, formulada como ‘non causa, pro causa’,
que consiste en el error de tomar como causa de un efecto, algo que no es su causa real; y la
segunda, formulada como ‘post hoc ergo propter hoc’, que designa la inferencia de que un
acontecimiento es la causa de otro simplemente sobre la base de que el primero es anterior al
segundo; 10) Pregunta compleja, cuando no se percibe la pluralidad de preguntas y se exige o
se da, una respuesta única a una pregunta compleja; y 11) Falacia de generalización apresura-
da, que a través de una generalización, hace recaer en determinados individuos o especies, los
atributos o características que no tienen, mediante la generalización. Y las falacias de ambigüe-
dad, que como ya se indicó, en ellas se usan palabras o frases cuyo significado cambia u oscila
de una manera más o menos sutil en el curso del razonamiento, y por lo tanto, lo puede volver
falaz. Entre ellos están: 1) La falacia de equívoco, En el que se utilizan las palabras con más de
un significado literal; 2) La falacia de anfibología, cuando se usan premisas cuya formulación es
ambigua debido a su estructura gramatical, teniendo un significado confuso; 3) La falacia de én-
fasis, cuando se recalca o destaca determinada palabra o parte de la proposición, para hacer va-
ler una conclusión, aunque el razonamiento resulte equívoco; 4) La falacia de composición,
que puede ser de dos tipos: la primera, cuando las propiedades o cualidades de las partes se
atribuyen al todo (distributivamente); y la segunda, cuando a partir de las cualidades o propie-
dades de los individuos de una determinada clase o colección, se concluye que las poseen to-
dos los miembros de esa clase o colección (colectivamente); y, 5) La falacia de división, que es
inversa a la anterior y también es de dos clases: la primera, por la que se afirma que lo que es
cierto para el todo, es cierto para cada una de sus partes (distributivamente); y la segunda, que
en la que se deducen de la propiedad de una colección de elementos, las propiedades de los
elementos mismos (colectivamente). Ver, COPI, Irving M., Introducción a la lógica, Editorial
Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA), Buenos Aires, 1969, pp. 59-91.
Corte Suprema
d
e Justicia

todo, formular la petición de la decisión del juez o jurado, en una


forma clara y directa.

La réplica, por el contrario, es la refutación hecha a la argu-


mentación oral, hecha por el adversario, destacando las debilida-
des del caso y sacando inferencias favorables de las pruebas, res-
pondiendo a los argumentos y fortalezas de la parte acusadora.
e) La "última palabra": víctima e imputado.
Finalmente, el inciso último del art. 353 CPP, señala: “Por úl-
timo, si está presente la víctima y desea declarar, se le concederá la
palabra. Finalmente, el Presidente del tribunal preguntará al impu-
tado si tiene algo más que manifestar. Inmediatamente después de-
clarará cerrado el debate.” Ello es lo que se conoce doctrinaria-
mente como ‘derecho a la última palabra’.

En ella, tanto la víctima como el imputado tienen el derecho


a la última intervención, siendo el imputado a quien le correspon-
de intervenir por último.

4.3 Otras consideraciones técnicas: Las reglas del com-


portamiento forense.

Otro aspecto importante, es el relativo a las reglas de com-


portamiento forense, dentro de las que destacan la reverencia al
juez, el control del lenguaje no verbalizado (demeanor) y la con-
versación trinagular por las partes, de dirigir el debate hacia el
juez; y sobre ello, habrá que ver si ellas son simplemente un rito o
si tienen una importancia práctica en el juicio oral.

a) Reverencia al Juez.

No sólo porque el Juez está investido de jurisdicción y todas


las potestades que de ella dimanan, porque constituye un sujeto
supra partes, pues al final es quien decide sobre las pretensiones
en disputa, y porque le corresponde la dirección de la audiencia,
las partes deben mostrar cierta reverencia y respeto hacia el Juez,
pues además, legitima su función frente a los ojos de los justicia-
bles y el público.
Ello no se traduce en que el juez pueda irrespetar a las par-
tes, representantes y demás intervinientes: Por el contrario, debe
haber un respeto mutuo y recíproco, dada la solemnidad, formali-
dad e importancia que el acto del juicio representa para los justi-
ciables.

b) El lenguaje no verbalizado (demeanor) y su control.

GOLDBERG compara al juicio con una pieza teatral123, en el


que el abogado litigante es el Director de "su" libreto; y de igual
forma, su contraparte también es Director del "su" libreto. Siendo
los testigos, peritos, imputado y víctima, en incluso ellos mismos y
el juez, los "actores". Tal libreto o pieza teatral es presentada a un
auditorio que está compuesto no sólo por el público, sino en es-
pecial por el Jurado, el Tribunal colegiado o el Juez unipersonal,
quienes son los que valorarán la credibilidad de su obra124. Pero
estos "Directores" del Libreto, no son 'libres' en la presentación de
su obra, sino que están sujetos a las regulaciones, prohibiciones y
restricciones del "dueño del teatro", quien es en última instancia
quien decide qué se puede presentar en su teatro y qué no; siendo
quien desempeña ese rol el Juez, quien decide qué pruebas, ele-
mentos de prueba y forma de introducción de tales elementos de
prueba al proceso, son permisibles; y decide qué y cómo no pue-
den introducirse tales elementos de prueba al proceso, mediante
las objeciones o disputas evidenciarias.

Al compararlo con un "teatro", se exige de los intervinientes,


que "actúen" de acuerdo al rol que tengan, a efecto de lograr la
credibilidad en su actuación.

Así, no basta que el testigo diga la "verdad", sino que debe


"parecer" que está diciendo la verdad; requiriendo para ello una
preparación previa para el testigo, no sólo en cuanto a los hechos
que depondrá, sino someterlo y prevenirle también del posible
interrogatorio al que será sometido por la contraparte.

123
GOLDBERG, Steven H., Mi primer juicio oral..., p. 15.
124
Lo compara con un "teatro" porque la "verdad” -lo que sucedió realmente- carece de significa-
do independiente. En tal punto, es de recordar lo que se ha afirmado supra sobre el problema
de la verdad real, a quien de corresponde acreditarla y cuál es la función del juez respecto de
dicha actividad: Valorar las pruebas.
Corte Suprema
d
e Justicia

De igual forma, el litigante debe "parecer" que cree en su ca-


so: Debe ser el primer convencido de su pieza teatral, pues si él
no está convencido o no parece que lo está, difícilmente podrá
transmitir tal convencimiento a su auditorio.

Por su parte, el Juez no sólo debe "ser" imparcial, sino ade-


más "parecerlo". Y ello lo logrará únicamente con su comporta-
miento, público y privado, con las partes, imputado, víctima, testi-
gos y peritos: Por ello, si toma un rol protagónico interrogando,
difícilmente mantendrá una ‘imagen’ de imparcialidad, debiendo
tener absoluto control sobre sus emociones, pues como ser huma-
no, es normal que las pasiones florezcan, por lo que debe disimu-
larlas pues comprometería su imparcialidad. De ahí que se diga
que "una imagen habla más que mil palabras". O que se afirme
que la mujer del César, no sólo debe reunir los requisitos para ser
la mujer del César, sino además, parecerlo y comportarse como
tal.

Esa "apariencia" que tienen las partes, es lo que se conoce


en el proceso anglosajón como "demeanor": Un elemento impor-
tante también, dentro de las técnicas de oralidad, a efecto de la
transparencia y credibilidad del juicio; sobre todo para los justi-
ciables -imputado y víctima- y frente al público que asiste a la Vis-
ta, siendo el control popular, otra forma de control sobre la Admi-
nistración de Justicia.

Por ello el Juez debe ejercer un control a las partes, para evi-
tar que a través del lenguaje no verbalizado (miradas, gestos,
ademanes) las partes y representantes se comuniquen entre sí, y
aún más, se impida cualquier tipo de amenaza o coacción a testi-
gos, peritos y jurados; pero sobre todo, el juez debe ejercer un
auto control, para dar además, apariencia de imparcialidad, como
ha sido expuesto antes.

c) La comunicación triangular.

Finalmente, en esa comunicación durante el desarrollo del


juicio, el juez debe ejercer el control porque las partes efectúen
una comunicación triangular, es decir que la producción de prue-
ba, las disputas evidenciarias y los alegatos, y toda petición, se
dirija directamente al juez, sin que se permita la comunicación
entre las partes en los puntos relativos al litigio, salvo autorización
expresa del juez.

Ello, no sólo por cuestión de orden y de dirección de la au-


diencia, sino porque las partes en litigio no están ventilando la
solución del conflicto, ni a través de la autotutela ni la autocom-
posición, sino que su litigio está sometido a la jurisdicción; y por
lo tanto, las comunicaciones deben estar dirigidas hacia el juez, y
no a las partes entre sí.

5. REFLEXIÓN FINAL

La introducción de la oralidad supuso una ruptura al para-


digma de la escritura en el proceso penal salvadoreño, a par-
tir de la adopción de un modelo con mayores características
del sistema acusatorio. Sin embargo, la práctica y la redac-
ción de algunas de sus disposiciones, acentuaron muchos vi-
cios propios del sistema inquisitivo entre los que se destaca-
ba la enorme actividad del juez en la búsqueda de la verdad
real, manifestada en el interrogatorio formulado por el juez
durante el juicio, a los testigos y peritos.

Ello motivó un estudio y reflexión sobre la configuración


constitucional del proceso y los nuevos roles que debían
asumir los intervinientes, entre los que destacaban la enorme
actividad de las partes y la pasividad del juez, durante el
proceso, pero en especial durante la audiencia oral.

Tal estudio y reflexión motivó la reforma legislativa al art.


348 CPP, que retomó las técnicas de oralidad como parte del
sistema adversativo, en la producción de prueba durante el
interrogatorio de testigos y peritos.

Tales técnicas de interrogatorio conllevan una dinámica pro-


pia del sistema adversativo, donde la ‘verdad real’ surge del
debate y la contradicción al testigo por la partes, limitándose
el juez a ser un ‘árbitro’ en dicho debate, al restringir su acti-
Corte Suprema
d
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vidad a la resolución de los incidentes planteados por las


partes, con lo que se garantiza la imparcialidad que como
tercero supra partes debe tener, respecto a las pretensiones
en disputa.

El sistema adversativo propio del modelo acusatorio, exige


un nuevo rol a los intervinientes en el proceso penal, que se
caracteriza por la actividad de las partes y por la pasividad
del juez.

La acreditación del testigo por parte del Juez, el uso del 'rela-
to' por parte del testigo o perito, el interrogatorio por parte
del juez sobre los 'hechos', la prohibición del uso del inter-
rogatorio sugestivo en el contrainterrogatorio, son parte de
las distorsiones al sistema adversativo que aún perviven en la
legislación y prácticas procesales, que deben ser desechadas
con la adopción de las técnicas de oralidad y de interrogato-
rio, propias del sistema adversativo y acusatorio.

Que el interrogatorio directo, el contrainterrogatorio, el inter-


rogatorio redirecto y el recontrainterrogatorio, así como las
objeciones tanto de por motivos de forma y fondo, si bien le
corresponden realizarlos a las partes dada su enorme activi-
dad en el sistema adversativo, el juez debe conocerlas, ma-
nejarlas y dominarlas a la perfección, pues es él quien dirige
y debe resolver tales objeciones, impidiendo que elementos
de prueba ingresen al juicio en infracción a tales reglas, que
ahora han sido plasmadas en la ley salvadoreña.

De igual forma, se hace necesario destacar la importancia de


las reglas de comportamiento forense, como son la reveren-
cia al juez, el control del lenguaje no verbalizado (demea-
nor) y la conversación trinagular por las partes, pues ello le-
gitima y de le da credibilidad tanto la función judicial como
al sistema de Administración de Justicia.

Todo ello exige pues, un mayor estudio y reflexión sobre el


tema y los puntos aquí expuestos, a efecto de que el proceso
y el procedimiento se adecuen a la forma en que fue confi-
gurado por el constituyente.
Finalmente, vaya encaminado este esfuerzo con la sana in-
tención de contribuir con la experiencia salvadoreña, en la
adopción de un verdadero sistema adversativo en el juicio
oral, que proscriba los vicios del inquisitivo que a juicio del
autor, y con mucho respeto, aún perviven en la mayoría de
las legislaciones y prácticas en latinoamérica.

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