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EL FUTURO DEL EMPLEO Y EL IMPACTO DE LA TECNOLOGÍA

FRANCISCO LOUCA

La identificación del problema fue realizada por muchos: la conjugación de desempleo estructural con
emigración creciente y con transferencia de rendimientos del trabajo para el capital es un problema
democrático fundamental.

Pero como muchos lectores han sugerido la discusión del tema, en este artículo formulo  la misma cuestión
desde el punto de vista del futuro: ¿qué es lo que va a ocurrir con el empleo por el desarrollo de nuevas
aplicaciones tecnológicas? ¿Hay soluciones o vamos a empeorar? No hay una respuesta simple a esta
cuestión. En estudios recientes, 47% de los empleos en Estados Unidos están considerados amenazados de
extinción por sustitución tecnológica. ¿Y en Portugal? ¿Habrá empleo en el futuro o estaremos condenados a
un purgatorio de dependencia de las limosnas del Estado?
Tel vez en este interregno de la formación de gobierno (¿cuál?), valga la pena tratar otras cuestiones
esenciales.

La crisis del empleo no va a ser resuelta, vino para quedarse

Analizando la crisis del empleo, la OIT publicó un informe sobre Portugal en el que registra tres factores de
agravamiento de la crisis social: un quinto de la población expresa su voluntad de emigrar; había entonces
56% de los desempleados que estaban hacía más de un año sin trabajo (y aproximadamente el mismo
porcentaje que no recibía ningún apoyo); y, todavía más, la reforma de la negociación colectiva de 2011
condujo a la degradación de la cobertura de los contratos y por lo tanto al debilitamiento de las relaciones
laborarles.

En ese informe, la OIT presenta una simulación del efecto de las políticas favorables al empleo, a partir de
dos condiciones: la reducción de la tasa de interés en 1,5 puntos, para favorecer la inversión, y el desarrollo
de política activas, muy dirigidas hacia los jóvenes y a las familias que no tienen empleo.  Según esta
simulación y en estas condiciones, sería posible crear 108 mil puestos de trabajo hasta el final de 2015 y así
conseguir una caída del desempleo en 2,3 puntos porcentuales.

Ahora bien, la orientación seguida por el gobierno Passos-Portas ha sido la contraria, acentuando los factores
de reducción de los salarios y las pensiones y de la demanda interna, y estimulando las reglas que facilitan el
desempleo, excepto cuando fue obligado a hacer lo contrario por el Tribunal Constitucional.
Mientras tanto, el empleo creado es predominantemente precario, o sea, más vulnerable a cualquier variación
coyuntural.

¿Cuánto empleo desaparecerá con la informática?

Tenemos entonces una crisis y una política que acentúa la crisis. ¿Pero tenemos también un problema de
sustentabilidad tecnológica del empleo?  Es lo que vamos a ver a partir de tres estudios recientes y aplicados
a la realidad de la economía norteamericana.

Dos de los artículos apuntan al análisis histórico sobre la evolución del empleo a lo largo de las sucesivas
revoluciones tecnológicas. Y  se preguntan si los economistas del siglo XIX y XX tenían razón o anticiparon
que la sofisticación de la tecnología y de las máquinas vendría a sustituir cada vez más trabajo humano. Ese
era el punto de vista de David Ricardo (en su capítulo XXXI de los Principios de Economía Política y
Tributación), de Karl Marx y, más tarde, de John Maynard Keynes.

Sin embargo, la estructura productiva evoluciona con la adopción de nuevas tecnologías o formas de
organización y, por lo tanto, la aplicación del trabajo humano varía mucho a lo largo de los tiempos: la imagen
reproduce una fábrica de alfileres, como aquella a la que se había referido Adam Smith en su libro de 1776,
Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones: ¿hoy esta fábrica sería igual?
Pero, si es diferente, ¿cómo realmente será? ¿Qué es lo cambió?

1
Lawrence Katz (Universidad de Harvard, economía) y Robert Margo (Universidad de Boston, economía) 
realizaron una investigación histórica sobre la relación entre las calificaciones de los trabajadores y las olas
de las nuevas tecnologías para poder cuantificar esos efectos. La hipótesis tradicionalmente aceptada era
que en el siglo XIX, con la revolución industrial, la evolución tecnológica había favorecido el empleo de
trabajadores menos calificados como operadores del equipamiento, al contrario de lo que viene pasando a
partir de ese período. Pero los autores sacan la conclusión opuesta: a pesar de la desaparición de los
artesanos (calificados) con la industrialización, fueron siendo necesarios otros trabajadores calificados,
además de los operadores de las máquinas, para atender funciones más sofisticadas fuera de la línea de
montaje, lo que llevó a un importante y persistente aumento del empleo calificado.  Esa sería la base histórica
de la creación de lo que se vino a llamar recientemente “clase media”, en los Estados Unidos y en otros
países.
En el libro que escribí con Chris Freeman, “As Time Goes By” (en la traducción portuguesa Crises e Ciclos no
Capitalismo Global”, Afrontamento, 2009) estos procesos son analizados en la misma dirección.

Un segundo artículo es de David Autor (MIT, economía) y David Dorn (CEMFI, Madrid) y fue publicado en el
American Economic Review en 2013. Los autores estudian únicamente el crecimiento del trabajo poco
calificado entre 1980 y 2005, para verificar la tesis que afirma que el aumento en la desigualdad salarial está
relacionado con el cambio tecnológico que favorece a las calificaciones. Pero su conclusión es sorprendente:
mientras que durante veinticinco años los empleos y los salarios de los trabajadores poco calificados se ha
ido degradando, lo mismo no ocurre con los trabajadores de los servicios. La parte de estos trabajadores
entre los empleados que no tienen formación universitaria aumentó mucho, más del 50 por ciento. Y crecieron
sus salarios. En una palabra, recuperaron poder contractual incluso durante el período de reducción del
crecimiento y de las recesiones de los años ochenta y noventa.

La interpretación de estos autores es que la informatización sustituyó por máquinas a los trabajadores con
tareas rutinarias y que la rápida reducción en el precio de la tecnología informática estimuló esta sustitución.
Por eso, los trabajadores habían pasado hacia los servicios, que son más difíciles de automatizar y donde
habrían encontrado cada vez más empleos.

El último de estos artículos es de Carl Frey (Universidad de Oxford, filosofía) y Michael Osborne (Universidad
de Oxford, ingeniería) que estudia la persistencia profesional de estos servicios. Y es aquí donde la cerda
tuerce el rabo. Los autores estudiaron 702 profesiones y el impacto previsible que la informatización puede
tener en el número de puestos de trabajo, para concluir que el 47 por ciento de los empleos está en riesgo, o
sea, que tienen grandes posibilidades de eliminarse en las próximas dos décadas.

Para llegar a esta conclusión, Frey y Osborne distinguen los trabajos que son intensivos en  actividades
rutinarias de los que exigen más creación y son por lo tanto más difíciles de manejar por una máquina con un
algoritmo, incluso si éste es muy sofisticado. Para ello, dan el ejemplo del éxito de Google en el 2010, cuando
consiguió aplicar en Toyotas Prius un proceso de conducción completamente automatizado, sin el conductor
(En los EE.UU., California y Nevada están actualmente cambiando la legislación para permitir automóviles sin
conductor). A pesar del gran número de factores involucrados en cada decisión de la conducción de un
automóvil, Google logró reducir este proceso a rutinas y aprendizajes (lo que no quiere decir que el coche
automático esté disponible comercialmente en el corto plazo). Pero esta facultad no se aplica (todavía) en
casos mucho más complejos con gran intensidad cognitiva.

Si conjugamos este análisis con los trabajos de Autor y Dorn, entonces deducimos que son precisamente los
servicios donde más aumentó el empleo para los trabajadores poco calificados, que están en riesgo ahora
con la informatización. Los ejemplos de sus listas de profesiones con 99 por ciento de probabilidad de perder
gran parte del empleo son los operadores de telemarketing, los reparadores de relojes, procesadores de
fotografías, bibliotecarios, agentes de seguros, empleados de carga y carga, analistas de crédito, secretarias,
choferes, operadores de radio, operadores de telefonía, vendedores, inspectores fiscales, analistas de
presupuestos, técnicos en geología y petróleo, cocineros, camareros, meseros, constructores, técnicos de
equipos móviles, picapedreros, joyeros, controladores de cuidadores de animales y muchos otros. En otras
palabras, la calificación será la base del empleo, pero sólo en el caso de algunas calificaciones.

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