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UNIVERSIDAD NACIONAL JOSE FAUSTINO SANCHEZ CARRION

FACULTAD CIENCIAS ECONOMICAS CONTABLES Y FINANCIERAS

ESCUELA: ECONOMIA Y FINANZAS

“EL EFECTO SUBPRIME’’

Presentado por:

YAMUNAQUE VARGAS JOSE LUIS

NUÑEZ ARDIAN EDWIN GILVER

HUACHO – PERU

2022
EL EFECTO SUBPRIME

La crisis subprime fue una crisis financiera que sucedió en la economía mundial en el

año 2008. Se originó en los Estados Unidos, pero rápidamente se contagió al conjunto

de economías. Se denomina crisis subprime por el hecho que su detonante fue el

elevado riesgo crediticio. Así como, también, el impago de unos activos que se

encontraban sujetos a hipotecas de alto riesgo.

La crisis subprime, en otras palabras, se produjo por conceder crédito al segmento

subprime, es decir, a personas que, en condiciones normales de financiación, presentan

un alto riesgo crediticio. Su contraposición es el segmento prime, que tiene un menor

riesgo de crédito.

Esta crisis se denomina subprime, pues las entidades financieras concentraban en sus

balances una gran cantidad de “activos tóxicos”. Estos activos basura se componían de

hipotecas de alto riesgo. Dichos préstamos, ante la burbuja inmobiliaria que atravesaba

la economía, cayeron en impagos, provocando la depreciación de estos activos. Los

bajos tipos de interés que por entonces presentaba la economía norteamericana


propiciaron el endeudamiento masivo de las familias. Además, en un escenario en el

que la vivienda experimentaba un escenario de sobrevaloración.

Orígenes de la crisis subprime

Los orígenes de la crisis subprime se encuentran en una burbuja inmobiliaria que se

gestó en todo el planeta, pero que tuvo su origen en los Estados Unidos. En un escenario

en el que la vivienda se encontraba sobrevalorada, los tipos de interés que presentaban

los Estados Unidos, en aquel entonces, se mostraban muy bajos. Esto propició el

endeudamiento de las familias, que, a su vez, invertían en viviendas con fines

especulativos y no especulativos, debido a ese acceso al crédito. Dado el volumen de

endeudamiento que estaba gestándose en la economía estadounidense, los bancos, en

aras de obtener un mayor volumen de negocio, comenzaron a conceder hipotecas a

aquellas familias que se consideraban de alto riesgo crediticio.

Así, conforme se iban concediendo créditos hipotecarios a estas familias subprime, el

banco se encargaba de concentrar dichos créditos en activos que, posteriormente,

comerciaba en los mercados financieros. En este sentido, aunque se integraban en

paquetes compuestos por muchos créditos hipotecarios, el rating crediticio seguía

siendo elevado, pues consideraba segura la diversificación que, posteriormente, para

nada acabó sirviendo. Y es que, mientras se iban concentrando todos los créditos de alto

riesgo en activos tóxicos, el riesgo seguía creciendo, mientras que la probabilidad de

impago era cada vez mayor.

De esta forma, las tensiones en los mercados financieros seguían creciendo, a la vez que

la liquidez se esfumaba. Así, el incremento de los tipos de interés que realizó la Reserva

Federal, junto a la alarma de impago generada en los inversores, destaparon un


entramado de activos tóxicos que, a la luz de los datos, no se encontraban respaldados

por ningún aval que garantizase el pago de estas hipotecas.

Tanto que, en septiembre de 2007, estalla una burbuja que pasaría a la historia como la

Gran Recesión, crisis inmobiliaria o, como cita el artículo, crisis subprime.

Varios son los factores que incidieron en que el mercado hipotecario de Estados Unidos

fuera el origen de la crisis mundial conocida con el nombre de subprime.

Hasta el año 2006, Estados Unidos experimentaba un ambiente de bonanza económica,

con tasas de interés muy bajas e indicadores de vivienda con alzas sostenidas. Todo esto

propició un aumento de los créditos hipotecarios y la competencia de los bancos por

cuotas de mercado. Hubo un relajo en los criterios de evaluación, permitiendo que

personas con una categoría crediticia dudosa (subprime) pudieran adquirir viviendas.

Al mismo tiempo, surgió un aumento de créditos hipotecarios como método de

inversión, lo que correspondía a la compra de un inmueble a través de ese tipo de

créditos, para una posterior venta. Como el precio de las casas iba en alza, quienes

realizaban la compra con este propósito, estimaban que lograrían prepagar el crédito y

de paso obtener una ganancia.

En EE.UU. la mayoría de estos créditos fueron otorgados a una tasa mixta (fija durante

2 ó 3 años y luego variable).

Los bancos, por su parte, tras otorgar estos créditos buscaron liquidez en el mercado a

través de la securitización (titularizaciones) de estos créditos.


Llega la Crisis

La crisis comenzó a desatarse el año 2007 debido, principalmente, al alza progresiva de

las tasas de interés por parte de la Federal Reserve (equivalente al banco Central de

Chile), así como la baja en el valor de las viviendas adquiridas. Esto hizo aumentar la

tasa de morosidad y el nivel de ejecuciones (lo que incorrectamente se conoce como

embargo), y no sólo respecto de las hipotecas de alto riesgo.

En una economía global, en la que los capitales financieros circulan a gran velocidad y

cambian de manos con frecuencia y que ofrece productos financieros altamente

sofisticados y automatizados, no todos los inversores conocen la naturaleza última de la

operación contratada. Por tanto, no necesariamente conocen los riesgos de una maniobra

de esta naturaleza.

Esto es lo que ocurre cuando algunos de ellos, que pueden ser una entidad financiera, un

banco o un particular realizan una transacción económica mediante compra de bonos o

titularizaciones de crédito. Mediante la operación de securitización antes descrita, las

hipotecas subprime podían ser retiradas del pasivo del balance de la entidad que

otorgaba el crédito, siendo transferidas a fondos de inversión o planes de pensiones;

estos luego debían enfrentar la morosidad del crédito y, por lo mismo, la

desvalorización de los bonos de títulos adquiridos y que se basaban en tales hipotecas.

Menos crédito = Crisis mundial

La evidencia de que importantes entidades bancarias y grandes fondos de inversión

tenían comprometidos sus activos en hipotecas de alto riesgo provocó una repentina

contracción del crédito (fenómeno conocido técnicamente como Credit Crunch) y una

enorme volatilidad de los valores bursátiles, generándose una espiral de desconfianza y


pánico inversionista, y una repentina caída de las bolsas de valores de todo el mundo,

debida, especialmente, a la falta de liquidez.

Varios factores se unieron para dar lugar a esta crisis financiera. Entre ellos se cuenta la

enorme burbuja especulativa ligada a los activos inmobiliarios. En los Estados Unidos,

como en muchos otros países occidentales, y tras el estallido de la burbuja tecnológica

de principios de siglo XXI, entre los años 2000 y 2001, se produjo una huida de

capitales de inversión tanto institucionales, como familiares en dirección a los bienes

inmuebles. Además, los atentados del 11 de septiembre de 2001 supusieron un clima de

inestabilidad internacional que obligó a los principales Bancos Centrales a bajar las

tasas de interés a niveles inusualmente bajos, con objeto de reactivar el consumo y la

producción a través del crédito.

La combinación de ambos factores dio lugar a la aparición de una gran burbuja

inmobiliaria fundamentada en una enorme liquidez.

Ejecuciones hipotecarias

Pero el escenario cambió a partir de 2004, año en que la Reserva Federal de los Estados

Unidos comenzó a subir los tipos de interés para controlar la inflación. Desde ese año

hasta el 2006 el tipo de interés pasó del 1% al 5,25%.

Finalmente, el crecimiento del precio de la vivienda, que había sido espectacular entre

los años 2001 y 2005, terminó y se convirtió en descenso sostenido. Las ejecuciones

hipotecarias debidas al impago de la deuda crecieron de forma espectacular, y

numerosas entidades comenzaron a tener problemas de liquidez para devolver el dinero

a los inversores o recibir financiación de los prestamistas, dando lugar a la crisis global

que llevó el nombre de subprime, debido a su origen en los deudores que no pagaron.

Causas de la crisis subprime


Entre las causas que llevaron al colapso del sistema financiero, primero estadounidense

y posteriormente mundial, cabría destacar como principal el papel de los bancos. Estos

ejercieron un comportamiento muy poco prudente, y dotaron a las familias con escasos

ingresos de fondos para adquirir viviendas que, posteriormente, no podían pagar. En

otras palabras, la banca comenzó a conceder préstamos a segmentos de población de

alto riesgo. Segmentos que, pese a presentar una elevada probabilidad de impago, pudo

acceder a financiación.

Sin embargo, además de esta, existen otras causas que acabaron generando la crisis

subprime, destacando las siguientes:

 Bajada de tipos de interés: Los tipos se mostraban muy bajos. Esto incentivó el

endeudamiento por parte de unas familias que se ahogaron con elevados

préstamos hipotecarios.

 Escasa solvencia de los compradores de vivienda: La solvencia de los

demandantes de hipotecas era muy escasa, por lo que el riesgo de impago era

elevado.

 Sobrevaloración de los precios de la vivienda: Conforme se iba incrementando

la demanda, los precios también lo hacían. Así, las viviendas se revalorizaron

mucho en muy poco tiempo.

 Venta de paquetes de hipotecas: En aras de un mayor beneficio, los bancos

concentraban estas hipotecas y las diversificaban en unos paquetes denominados

CDO. Estos paquetes se comerciaban en el mercado, extendiendo el contagio a

otros bancos.

 Sobrevaloración de activos por parte de las agencias de rating: Las agencias de

rating, en colaboración con los bancos, fueron las encargadas de calificar la


calidad crediticia de estos paquetes. El riesgo se mostró excesivamente bajo,

escondiendo la toxicidad que presentaban dichos paquetes.

 Desconfianza entre los bancos: Conforme se fue incrementando el volumen de

activos tóxicos en los balances, los bancos comenzaron a desconfiar el uno del

otro. Esto generó un alarmismo en los inversores.

Escasa liquidez en la economía: Conforme la liquidez se iba concentrando en activos,

esta se esfumaba de los balances de los bancos. Una situación que acabó con la quiebra

de grandes firmas de inversión como Lehman Brothers.

Así, están son las principales causas que los expertos han considerado como

fundamentales en la crisis de 2008. Una crisis que puso “patas arriba” a un sistema

financiero que había gestado una de las mayores burbujas de la historia de la economía

mundial.

Consecuencias de la crisis subprime

Con el estallido de la burbuja inmobiliaria, se detonó la Gran Recesión en la que

quedaría inmersa la economía hasta el 2015. El estallido de la crisis subprime derivó en

unas consecuencias nefastas para la economía mundial. La situación que acontecía a la

economía, tras la quiebra de uno de los mayores bancos de inversión como era Lehman

Brothers, así como el rescate a Merrill Lynch, era desoladora para los mercados. La

economía se desplomaba y el pánico sacudía a los mercados financieros.

Muchas fueron las consecuencias que derivaron de esta dura crisis económica. En

primer lugar, la dura sacudida que vieron las distintas economías que integran el

planeta. En este sentido, todas las economías sufrieron un deterioro de los indicadores,

empezando por el producto interior bruto (PIB). Además, la crisis generó una situación
que derivó en un deterioro de la salud, dado que los niveles de pobreza y desempleo se

dispararon.

Tampoco debemos olvidar los efectos en la desigualdad. En este sentido, la brecha

existente entre ricos y pobres se ensanchó respecto a los niveles previos a la crisis. Una

situación a la que se sumó la cantidad de suicidios que se produjeron en el planeta,

derivados de esa situación de pobreza y desempleo generada por la crisis.

Entre las consecuencias, también cabe destacar los rescates financieros que distintos

países tuvieron que hacer para que los depositantes no perdiesen todo su capital. En

tanto, los bancos tuvieron que enfrentar un refuerzo en la normativa bancaria

internacional, así como una serie de sanciones que tuvieron que pagar.

LA MAS DEVASTADORA Y EFECTOS AL PERU

La crisis subprime es considerada la más devastadora de la historia y sus efectos aún

persisten en ciertos ámbitos de la economía mundial. Una debacle de tal magnitud ha

dejado lecciones muy importantes a tener en cuenta, según dijo Lawrence White,

profesor de Stern School of Business, en la Universidad de Nueva York.

Mercado hipotecarioLa causa de la crisis subprime radica en una burbuja en el sector

inmobiliario, que generó problemas en las hipotecas. El crecimiento de ambos sectores

en el Perú ha sido muy dinámico en los últimos años, pero para White no es una

cuestión de alarma.

"Era previsible que hubiera un crecimiento rápido debido a la estabilización económica

y a su crecimiento en general. Cuando hay un crecimiento rápido, uno se preocupa si es

que la gente se va a descuidar. Es el trabajo de la Superintendencia: Asegurarse que los

bancos no se descuiden. Creo que están haciendo una buena labor", sostuvo.
El crecimiento económico que el Perú ha mostrado en la última década señaló ha sido el

motor de impulso para los sectores inmobiliario e hipotecario. La estabilidad social y de

la actividad productiva han generado confianza, lo cual contribuye con la dinámica.

Posicionarnos en el mundoDe otro lado, el experto cree que el éxito económico del Perú

es una historia que es desconocida en el mundo, especialmente en los mercados e

instituciones financieras.

"El Perú debe hacer un mejor trabajo al contarle su historia al mundo. El mundo sabe

sobre Chile y el buen desempeño que la economía chilena ha tenido, pero saben mucho

menos sobre el Perú. Necesita contarle mucho mejor esta historia al mundo", finalizó.

EL PERÚ A DIEZ AÑOS DE LA GRAN CRISIS

Los costos de la gran crisis del 2007 han sido devastadores en términos de destrucción

de millones de empleos, crecimiento y vidas arruinadas en todo el mundo. Igualmente,

ominoso, la gran crisis ha sido el acontecimiento sociopolítico que ha contribuido al

surgimiento del aislacionismo, el nacionalismo, el proteccionismo, la xenofobia y el

renacimiento de las ultraderechas en todo el mundo.

La crisis empezó en Estados Unidos en el 2007 al estallar la burbuja de hipotecas

‘subprime’. Es decir, de créditos de vivienda aprobados masivamente a individuos sin

capacidad de pago. La enorme expansión del crédito hipotecario fue a su vez resultado

del impulso a las empresas titulizadoras de hipotecas patrocinadas por el Estado. Con

ello, los gobiernos de Bill Clinton y George W. Bush intentaban revivir el ‘sueño

americano’ que se desvanecía ante el aumento de la desigualdad y el estancamiento de

los ingresos reales de la clase media desde los años 70.


Las hipotecas eran luego adquiridas por grandes conglomerados financieros y

empaquetadas para respaldar valores que luego eran vendidos en el mundo entero. No

todas las hipotecas dentro de estos ‘paquetes’ eran de mala calidad, pero las

clasificadoras de riesgo les asignaban irresponsablemente altas calificaciones

crediticias.

Todo este esquema atraía a su vez a grandes aseguradoras como AIG que vendían

masivamente seguros (‘credit default swaps’) ante el riesgo de que estos activos no

fueran pagados. Ello aumentó el atractivo de originar un número cada vez mayor de

estos activos.

Se trató de una típica ‘falla de Estado’ potenciada por el interés de los funcionarios de

grandes bancos de inversión y aseguradoras de hacer crecer el negocio sin medir los

riesgos por el incentivo perverso de cuantiosos bonos sobre sus sueldos normales.

Cuando estalló la crisis, la Reserva Federal estadounidense (FED) propició la absorción

de bancos de inversión como Bear Stearns y Merrill Lynch y salvó también a AIG con

sumas de dinero jamás antes vistas. Pero la negativa de la FED de rescatar a Lehman

Brothers en setiembre del 2008 desató el pánico financiero mundial.

En muchos países, la crisis tuvo causas adicionales y variados impactos. En España, por

ejemplo, el alucinante ‘boom’ de la construcción fue el elemento central en la falencia

de la banca. También es cierto que países como Canadá o Australia, con mejores

estándares de regulación, pudieron evitar los efectos más graves de la crisis.

¿Cómo hizo el Perú en medio de este caos mundial para superar indemne aquello que

para otros países se trató de sucesos catastróficos? ¿Qué lecciones podemos extraer de

esa experiencia para el presente manejo económico?


La respuesta a la primera pregunta es simple: la fortaleza fiscal y la prevalencia de las

reformas económicas permitieron tal soporte. En los tres años previos a la crisis, el Perú

logró superávits fiscales promedio de 2,7% del PBI (frente los déficits de 3% y 3,5%

que se esperan en el 2017 y 2018). La recaudación de impuestos se situaba en 16,6% del

PBI (en lugar del 13,3% actual) y la deuda pública bajaba vertiginosamente (hoy está en

aumento y podría llegar en pocos años al máximo legal de 30%).

Ante el temor global, en el 2009 se frenó una espectacular tasa de crecimiento de un

promedio anual de 7,3% durante los cinco años anteriores y pasó a solo 1%. No

obstante, con un aumento del gasto público de 2% del PBI e inyección de liquidez

equivalente al 6% del PBI por parte del BCR, el crecimiento rebotó con fuerza y creció

8,5% al año siguiente.

Hoy el Perú enfrenta una situación fiscal complicada. Una parte del incremento

programado del déficit se puede atribuir a los gastos necesarios para la reconstrucción.

Pero la lección más importante que nos enseña la experiencia de los años de la gran

crisis es que erosionar la fortaleza fiscal como lo vienen haciendo varias leyes

promulgadas por el Congreso es suicida.

De todas esas medidas la más grave es la que perfora la reforma más importante de este

siglo: la eliminación del sistema de la cédula viva. Esa reforma fue un elemento clave

en cimentar la solidez fiscal. Nadie puede oponerse a demandas de mejores pensiones

para policías y militares, pero el método propuesto representa un grave retroceso de

política fiscal, abre una grieta que vulnera de manera inaceptable la sostenibilidad fiscal

de largo plazo y puede marcar el inicio del fin de aquello que se logró con gran

sacrificio de todos los peruanos.


LOS EFECTOS DE LA CRISIS EN AMERICA LATINA

El estallido de la crisis subprime2 o burbuja inmobiliaria de 2007, está relacionado con

los desajustes originados en el mercado inmobiliario de los Estados Unidos, aunque se

advierte internamente un proceso económico dual. Por una parte, desde el 2001 -luego

del atentado de las torres gemelas- el sistema financiero estadounidense experimentó un

fuerte proceso de expansión en el otorgamiento de créditos hipotecarios, que tuvieron

como corolario altas condiciones de riegos en sus pagos, un benévolo clima crediticio y

bajas tasas de interés.3 Posteriormente se produjo un deterioro de la realidad económica

estadounidense, que tuvo como síntoma real el aumento en las tasas de interés en 2005 y

el crecimiento del desempleo en 2007, lo que desencadenó el colapso definitivo de la

burbuja inmobiliaria (Gráfica 1).


El inexorable aumento de las tasas de interés trajo consigo la baja en los precios de las

viviendas, mismas que "comenzaron a desplomarse ante el elevado número de

ejecuciones hipotecarias que comenzó a suscitarse debido a la morosidad de los

deudores de los créditos primigenios".4 El grupo socioeconómico que más se vio

perjudicado fue el grupo subprime, que influyó para que el mercado inmobiliario

sufriera un proceso de desaceleración y provocara un freno en la escalada de precios de

las viviendas. "El estancamiento del precio de las viviendas en 2006 y su disminución

en 2007 frenaron el refinanciamiento de hipotecas, particularmente de un amplio

número de deudores de menores ingresos que comenzarían a pagar intereses en 2007".5

Esta condición de morosidad permanente fue uno de los principales gatillantes de la

crisis económica mundial ya que, como se mencionó anteriormente, esta política

crediticia se enfocó principalmente "en el sector conocido como subprime",6 grupo

altamente vulnerable a las vicisitudes internacionales de ese momento.

Otro de los resultados experimentados por este adverso panorama económico, fue la

gran cantidad de entidades financieras del sector inmobiliario que quebraron entre 2006

y 2007. Por ejemplo, el caso más emblemático fue la caída de uno de los bancos más

prestigiosos de los Estados Unidos como Lehman Brothers (2008), fenómeno que

empujó a que el resto de las entidades bancarias comenzaran prontamente a perder

confianza en la estructura financiera. "Tras el colapso de esa entidad, los mercados

monetarios mundiales a corto plazo se paralizaron y las transacciones comerciales a

corto plazo se volvieron sumamente onerosas".7 Paralelo al proceso antes descrito, la

economía internacional comenzó a observar el constante incremento en los precios de

los alimentos y una importante crisis energética global, fenómenos que estimularon que

algunos bancos centrales elevaran sus tasas de interés para poder controlar la inflación,

mientras que otros continuaron con políticas fiscales de precrisis. Ahora bien, la burbuja
inmobiliaria de 2008 tiene explicación -en parte- por una crisis de liquidez en el sistema

financiero estadounidense. Como a comienzos del año 2001 el entonces director de la

Reserva Federal de los Estados Unidos, Alan Greenspan, tomó la decisión de bajar las

tasas de interés para darle respiro a la economía de los Estados Unidos, los bancos

asumieron mayores riesgos dadas las condiciones económicas del momento, pero no

repararon en que se otorgaran créditos a quien se los solicitara. Esto significó que los

bancos se vieron enfrentados a tomar:

[...] riesgos mucho mayores, no solamente en lo referente a que el valor de las

propiedades no cubriera el valor de los créditos hipotecarios o a prestar dinero a

personas con alto riesgo crediticio, sino también inyectando capital propio en las

empresas hipotecarias buscando tomar el control de las empresas en adquisiciones

apalancadas.

Es decir, se pasó de un momento de contar con bastante liquidez para el otorgamiento

de créditos, a otro donde las entidades financieras no pudieron cumplir con algunos

compromisos adquiridos por ellas, ya que gran parte de los beneficiarios del crédito

formaban parte del segmento de mayor riesgo, los subprime. "La evidencia empírica

muestra que en los cinco años previos a la crisis la relación del crédito al sector privado

con respecto al producto interno bruto (PIB) aumentó del 169% al 209%".

Finalmente, se puede decir que este notorio aumento de los préstamos tuvo como telón

de fondo la nula regulación de este mercado y la alta innovación financiera. Pero desde

el momento mismo que estalló la crisis de las hipotecas, los expertos comenzaron a

mencionar que América Latina se vería enfrentada a una nueva crisis. Esto, "porque la

historia económica de la región en su plano macroeconómico había tendido a reforzar


más que a contener las perturbaciones externas sufridas por años".10 No obstante, la

bonanza económica de la región provocó una alteración en la toma de decisiones de los

responsables de la economía local. En rigor, lo que ocurrió fue que lo factores externos

no fueron tan graves dentro del periodo 2003-2007, aun cuando la política económica

siguió siendo procíclica.11 Sin embargo, las cifras positivas respondieron más a los

ingresos obtenidos por el aumento en los precios de los commodities, que a políticas

fiscales apropiadas. Es decir, América Latina obtuvo buenas cifras económicas gracias a

factores exógenos más que a factores endógenos (Gráfica 2).

En la Gráfica 2 se observa que los tres países iniciales, Argentina, Brasil y Chile,

presentan cifras económicas favorables a sus economías, como también en el caso

peruano. De todas formas, en el caso de México se presenta un proceso regresivo en

comparación con el resto de los países, tal vez por factores exógenos como endógenos.

Dentro de los tres países en cuestión, Argentina lideró el proceso de acumulación en la

época de abundancia de divisas, motivada quizá por un auge en la venta de la soja. Al


margen de todo, lo que se quiere señalar aquí es que estos países, gracias al aumento de

los precios de productos básicos, lograron maximizar sus ganancias y así tener un

respaldo de divisas para los momentos de pésima salud económica. Tal condición

permitió que el impacto de la crisis no fuera tan grave en comparación con años

anteriores y que dichas naciones pudieran contener los embates internacionales. Como

menciona Ocampo:

[...] la abundancia de financiamiento se redujo desde el tercer trimestre de 2007,

coincidiendo con la primera fase de la crisis financiera en los Estados Unidos. A su vez,

a mediados de 2008 se inició la baja de precios de los productos básicos. Pero fue el

colapso financiero mundial de mediados de septiembre de 2008 lo que desencadenó los

cambios más profundos.

Se puede sostener con certeza que la crisis subprime debilitó las políticas anticíclicas

que se habían adoptado previamente, sobre todo porque los últimos estudios de la

organización de las Naciones Unidas (ONU) o los de la organización para la

Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dieron cuenta de lo mismo. En

definitiva, la acumulación de liquidez sentó las bases para el aumento de la concesión

de préstamos por parte del sistema financiero, incluso a los prestatarios de alto riesgo

subprime, lo que provocó un alza rápida de los precios de las propiedades inmobiliarias

llegando a cerca de 184% de aumento.

ASPECTOS ECONÓMICOS Y SOCIALES DE LA CRISIS SUBPRIME

La "pasada" crisis financiera internacional -entendida ésta como una "situación en la

cual los inversores (locales o extranjeros) en activos financieros de un cierto país

venden rápida, masiva y generalizadamente esos activos, produciendo de esa forma una

fuerte reducción en el valor de los mismos",14 y que afectó a la totalidad de las


economías desarrolladas y emergentes-presentó aspectos llamativos en su ramificación

mundial. Ahora bien, dentro de las interpretaciones de la crisis inmobiliaria de los

Estados Unidos surgió la idea de una crisis determinada por una alta especulación

empresarial y por el crecimiento explosivo del sistema financiero mundial (Ffrench

Davis-Machinea), situación que se amplificó en los mercados y desde ahí se comenzó a

expandir por todo el mundo. Cuando eso se produce, normalmente los especialistas en

economía establecen algunas teorías explicativas de los fenómenos que se desprenden

de una crisis como la burbuja inmobiliaria que se está investigando; insistiendo

últimamente en que los mecanismos de regulación funcionaron de manera ineficiente y,

por cierto, contribuyeron en acelerar el estallido y ramificación de la crisis. Esto, para

Stiglitz, se conocería como fundamentalismo de mercado.

En ese momento, el mundo intelectual recordó a dos pensadores para analizar la crisis

subprime, Keynes y minsky, destacándose este último entre sus reflexiones sobre las

burbujas económicas. Para este autor, las crisis financieras estarían precedidas por dos

cuestiones básicas: auge económico y auge financiero. Durante la primera, las

expectativas optimistas sobre el futuro se generalizan, la confianza se incrementa y la

percepción del riesgo disminuye, pasando a una segunda etapa en la que los agentes

asumen mayores riesgos y el sistema transita hacia una profunda fragilidad económica

(Gráfica 3).
Según el modelo de Minsky (Gráfica 3), se representa cómo se produce una burbuja

especulativa, comenzando con un desplazamiento de la demanda hacia un activo X -que

para el caso en estudio serían las viviendas-, el que rápidamente provoca un

recalentamiento (overtrading) y, además, incentiva a que los especuladores entren al

juego de la economía. Sin embargo, a medida que el precio sigue una tendencia alcista,

comienzan los compradores a dudar y a escasear, situación que redunda en que los

precios experimenten una baja (vacilación). Es en ese momento cuando las entidades

financieras advirtiendo que si el activo vuelve a tener una nueva baja a niveles

insospechados y previendo algún cuadro económico precario, se daría la instancia del

apuro (distress), que consiste en que en el mercado, al estar en conocimiento de

cualquier noticia que lo vulnere, comienza a presentarse un proceso de liquidación, lo

que redunda en la presión por vender. Tendríamos entonces que, ante "la ausencia de

contrapartidas para las operaciones de venta, la fase final de 'pánico' evoca la imagen de

un portón que se cierra (Torschluss) mientras la gente se agolpa en la salida".16 Por otro

lado, se desprenden dos elementos clave que hicieron de esta crisis un caso excepcional

en los estudios económicos.

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