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Síndromes, efectos y manías: los achaques de los investigadores1

“A veces he creído hasta en seis cosas imposibles antes del desayuno”. Lewis Caroll

Siempre afirmo en todos los espacios académicos, que la investigación no se enseña ni se


puede limitar a lo que podemos formar en un aula de clases, la investigación se aprende en
la práctica, es en el proceso de interacción entre el mundo externo y las subjetividades del
investigador donde el método científico hace su aparición. Por ello, la pertinencia de
reflexionar sobre la imagen dialéctica al estilo de Walter Benjamín, de una lucha entre las
subjetividades del investigador y las manifestaciones epifenomenicas del objeto de
investigación. El investigador debe enfrentarse al mayor problema a la hora de acercarse a
la esquiva realidad: su universo personal lleno de creencias y atajos heurísticos, en
ocasiones atiborrado de dogmas.

Es famosa la historieta de un monje budista que vivía en lo alto de una montaña. Un


discípulo, con mucho esfuerzo llego hasta donde el gran maestro en busca de toda la
sabiduría posible. Cuando este lo recibe en su vivienda, el discípulo no paraba de hablar de
todo lo que había leído y de todo lo que sabía, el maestro sirvió una taza de té, y con la
tetera humeante, mientras el joven hablaba sin detenerse, no dejaba de verter líquido,
obviamente la taza estaba rebosante de té caliente y se derramaba por todos lados. El joven
grito maestro la taza está repleta, a lo que el monje respondió: esta taza esta tan llena como
lo esta tu ego.

Debemos aprender a desaprender y a reaprender en entornos de incertidumbre, puesto que


la realidad esta llena de datos líquidos, datos que mutan y cambian constantemente. Las
investigaciones no son concursos de egos, no se trata de hacer una carrera para determinar
quien tiene la razón, investigar es tener la mente abierta y repensar lo que otros han
pensado. Visto metafóricamente es vaciar la taza y me atrevo a decir que es mejor
romperla.
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Edimer Leonardo Latorre-Iglesias, es sociólogo, doctor en sociología jurídica e instituciones políticas y
Postdoctor en educación, ciencias sociales e interculturalidad. Contacto: edimerlatorre@gmail.com

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A continuación, veremos los síndromes, los efectos y las manías más comunes que hacen
que tu taza se rebote y en ocasiones sea imposible de vaciar (también están los que se
apegan a la taza y no dejan que nada novedoso ingrese, la taza queda nueva y es un objeto
decorativo ideado para la contemplación).

1. El síndrome del producto terminado. De pronto estas frases te suenen familiar: yo soy
así... así me criaron… no hay nada nuevo bajo el sol… Estas expresiones forman parte de
una fuerte tendencia a creer con firmeza que la idea de investigación, su desarrollo, su
construcción no necesita criticas ni reformulaciones. Algo así como la idea perfecta, el
proceso perfecto o la investigación perfecta. No existen procesos ideales, solo nos
acercamos a los ideales. Cuando el sociólogo Max Weber planteaba sus tipologías ideales,
señalaba que es la búsqueda del ideal el que nos mueve. Cerrar la posibilidad de caminar en
pos de un mejoramiento es cerrar el proceso investigativo.

2. El efecto Procusto. La mitología griega proporciona muchos ejemplos que a manera de


metáfora explican procesos de construcción social del conocimiento. Procusto era un
gigante que invitaba a cenar en su casa a las personas, después de darles comida y bebida
los invitaba a su cama, un lecho bastante pequeño para un gigante, los hacía acostar y luego
las extremidades del cuerpo que se salieran de las dimensiones de la cama eran cortadas. Lo
mismo hacen algunos investigadores, ajustan la realidad para enmarcarla en sus
pensamientos, doctrinas, filiaciones políticas o intoxicaciones emocionales. La realidad no
puede ser adaptada a las doctrinas de pensamiento del investigador.

3. Esquizofrenia metodológica. El investigador se dedica única y exclusivamente a diseñar


una metodología, unas técnicas y unas herramientas que le permitan hacer su trabajo de
campo. Lo lamentable de afinar y perfeccionar el método, es que la realidad no se puede
diseñar en la comodidad de la oficina. La realidad puede trastocar toda tu metodología y
todos tus diseños. La investigación implica la lógica reformulada, es decir un ir y venir del
diseño a la realidad y viceversa, es decir, reorganizar la metodología y las técnicas hasta

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que logremos encontrar o crear el método que nos permita aproximarnos a la realidad de
forma plausible.

4. La parálisis paradigmática. El historiado de la ciencia Thomas S. Kuhn, señalaba que los


paradigmas son patrones en la ciencia aceptada, sistemas de pensamiento que nos hacen
aceptar unos resultados científicos en un momento determinado. El problema es cuando
estos patrones nos impiden ver las anomalías, los datos, las evidencias empíricas que
precisan que el sistema de ideas deba ser ajustado o deba ser cambiado. Cuando esto ocurre
los científicos tienden a quedarse atrincherados en su paradigma, este fenómeno se
denomina parálisis paradigmática. El retorno a cero es cuando entendemos que el
paradigma debe ser cambiado y que hay que empezar de nuevo.

5. Una manía. Muy insoportable, por cierto, la de creer tener la razón en todo. Los
investigadores reales parten del supuesto contrario, están seguros de las limitaciones de sus
preconceptos, están convencidos de las falencias de sus métodos. Podríamos afirmar que
investigar es el arte de no tener la razón, es la firme convicción de que la evidencia debatirá
y cuestionara nuestros supuestos teóricos y que estos a su vez se enfrentaran a la necesaria
y obligatoria redefinición.

Conclusión: Investigar es redefinir.

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