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Hay otras maneras de practicar la dicción fuera del aula, por ejemplo,
ejercitando la lectura a vista en tu propia casa media hora al día.
Búscate un amigo que haga de oyente de vez en cuando para darte
cuenta de la destreza con que puedes comunicar el contenido del
texto. En tan sólo unos meses conseguirás grandes mejoras en tu
articulación y pronunciación. Elige el material con esmero: lee novelas
con un vocabulario elaborado o ensayos de Emerson y Thoreu. Lee
poesía, los sonetos de Shakespeare. Si te enfrentas a leer teatro, lee
en voz alta sólo las escenas de personajes que no te planteas
representar en serio en el futuro. Lee los prólogos de las obra de
Shaw. Te familiarizarás con las ideas y las expresiones idiomáticas del
autor. Estos ejercicios tan útiles para la lectura a vista, la voz y la
dicción, son preparaciones para el proceso orgánico posterior de
asimilar el lenguaje de cada personaje. Si aplicas trucos vocales
efectistas al lenguaje de un personaje, perjudicarás el trabajo de base
que has aprendido. En otras palabras, no confundas estos ejercicios
con lo que se conoce por interpretación.