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COLOMBIANA DE SALUD S.A.

MANUAL DE CALIDAD
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GUIA DE ATENCION CONSULTA
ESPECIALIZADA GINECOBSTETRICIA Revisión 01 Junio 2012

GUIA DE MANEJO CONSULTA


ESPECIALIZADA DE
GINECOBSTETRICIA

MENOPAUSIA

JUNIO 2012

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MENOPAUSIA

INTRODUCCIÓN

La menopausia es un proceso fisiológico normal en la mujer, que implica la


desaparición de las menstruaciones. El climaterio es el período de
transición entre los últimos años de la etapa reproductiva y la vida
postreproductiva, que se inicia con la desaparición progresiva de la función
ovárica.

Ambos procesos están marcados por la disminución gradual de la


secreción estrogénica y diversas alteraciones hormonales relacionadas, que dan
lugar a una serie de cambios orgánicos y sicológicos, los cuales pueden llegar a
ser tan significativos que constituyen una fuente importante de discapacidad
y malestar.

Cuando las modificaciones hormonales propias de la menopausia se


convierten en un problema de salud tan importante como para deteriorar la
calidad de vida de la mujer, es imprescindible ofrecer alivio y tratar esta
condición, con todas las estrategias disponibles hoy en día.

El abordaje de toda mujer que consulta por trastornos relacionados con la


cesación de la actividad ovárica comprende una labor educativa
encaminada, por una parte, a que la paciente viva su menopausia de la
mejor manera posible, asimilando los cambios que se suceden en su
organismo; y por otra, a introducir cambios en el estilo de vida tales como
ejercicio físico regular, abandono del cigarrillo y modificaciones de la dieta (que
incluyan la reducción en el contenido de grasas saturadas).

Parte de la función del médico estriba en la educación de los familiares,


orientada sobre todo a que éstos entiendan la situación por la que pasa la
mujer perimenopáusica, sean comprensivos y constituyan una sólida red de
apoyo para la paciente.

DEFINICIONES

La suspensión completa de las menstruaciones o menopausia


propiamente dicha, acontece por lo general entre la quinta y la sexta década de
la vida (edad promedio de 52 años, en la actualidad) y está precedida por una
etapa durante la cual se presentan ciclos irregulares y una serie de
manifestaciones físicas características, conocida como premenopausia.
La premenopausia suele comenzar a partir de los 35 años, o desde el
momento en que la mujer comienza a detectar irregularidades del ciclo
menstrual, asociadas a otros síntomas del climaterio.

Este período de transición tiene una duración promedio de 6 a 8 años y se


tipifica por una creciente variabilidad en las características de los ciclos
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menstruales, los cuales, por una parte se vuelven más cortos o más largos (en
especial durante las etapas iniciales), y por otra, aumenta el intervalo entre
unos y otros. También es corriente la aparición de sangrado irregular o
manchado intermenstrual, debido a la maduración alterada y no uniforme de
los folículos ováricos y al estímulo persistente del endometrio, debido a la
pérdida de las fluctuaciones cíclicas en los niveles de progesterona.
El criterio clínico para establecer la presencia de menopausia es la ausencia
total de menstruaciones durante un período de doce meses. Por último, la
postmenopausia es la etapa comprendida entre el establecimiento definitivo
de la menopausia y el final del climaterio, alrededor de los 60 a 65 años.
El incremento en la expectativa de vida de la población femenina, como
resultado, entre otros factores, de los continuos avances tecnológicos
y científicos de la medicina, durante el presente siglo, ha ocasionado que
cada día un mayor número de mujeres experimenten los signos y síntomas del
climaterio y no es infrecuente que éstos sean en extremo pronunciados, lo
que se traduce en un incremento en el número de consultas por condiciones
clínicas relacionadas con la depleción de estrógenos.
Aunque la menopausia es un proceso absolutamente normal y no una
enfermedad, está acompañada de connotaciones negativas y muchas
mujeres experimentan la pérdida de la función reproductiva como un
proceso de duelo, que afecta profundamente su feminidad. Por esta razón, una
parte importante de la función del médico durante esta etapa de la vida está
dirigida a escuchar con atención y ofrecer información clara y oportuna sobre
los cambios fisiológicos, pues de esta manera contribuye a aliviar la ansiedad e
incertidumbre que experimentan las pacientes.

MANIFESTACIONES CLÍNICAS

La depleción hormonal comienza en el período premenopáusico, (entre los 40 y


los 50 años) y se caracteriza por diversos trastornos menstruales que
comprenden desde polimenorreas hasta oligomenorreas y aumento
progresivo del intervalo entre uno y otro ciclo. El disbalance endocrino altera
el metabolismo de los lípidos, promueve la aterogénesis, modifica los
procesos de remodelación ósea, induce cambios en los órganos genitales y
se asocia a variaciones en el estado de ánimo y trastornos del comportamiento
Las modificaciones que acompañan la desaparición de la actividad del ovario
pueden ser tan relevantes que ameritan la instauración oportuna de un manejo
médico similar al de cualquier enfermedad. En este sentido, hay que
considerar que entre 25% a 30% de las mujeres experimentan
sintomatología significativa, mientras que para el porcentaje restante, la
interrupción de la actividad ovárica apenas si se acompaña de trastornos
menores y, por demás, tolerables. Los cambios fisiopatológicos más
significativos incluyen:

• Hemorragias uterinas disfuncionales


• Crisis vasomotoras
• Sequedad vaginal
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• Incontinencia urinaria
• Aumento de aterosclerosis
• Mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares
• Osteoporosis
• Fracturas
• Cambios del comportamiento

Las manifestaciones clínicas de la menopausia pueden dividirse en dos


grandes grupos: agudas y tardías. Las primeras están relacionadas con el cese
inmediato de la menstruación y la actividad del ovario, en tanto que las
segundas corresponden a aquellas alteraciones que aparecen al cabo de
algunos años y que se asocian a la reducción del efecto estrogénico sobre los
tejidos.
De esta manera, se consideran como síntomas agudos las crisis
vasomotoras y las hemorragias uterinas disfuncionales, mientras que las
demás alteraciones mencionadas (como osteoporosis, dispareunia, uretritis y
enfermedad cardiovascular) se consideran síntomas tardíos.

Otras manifestaciones: Además de los cambios mencionados, la menopausia


se acompaña de otras alteraciones diversas que incluyen modificaciones
disautonómicas tales como parestesias, mareos, crisis disneicas, pérdida de la
conciencia y otras más. También se presentan otros síntomas generales e
inespecíficos que incluyen fatiga, debilidad, náusea, vómito, alteraciones
gastrointestinales (constipación y/o diarrea), anorexia, artralgias y mialgias
generalizadas.

DIAGNÓSTICO

El diagnóstico de menopausia, por norma general, no es difícil, en las


pacientes con edades comprendidas entre los 40 y 50 años y suele realizarse en
forma retrospectiva, después de un año sin menstruaciones y es facilitado por la
presencia de otras manifestaciones, como crisis vasomotoras e irritabilidad.
Empero no hay que olvidar que existen otras entidades que cursan con la
suspensión de las menstruaciones, como el embarazo; es más, en la
actualidad las gestaciones en mujeres añosas no son un fenómeno infrecuente.
Algunas pruebas de laboratorio, útiles para confirmar el diagnóstico de
menopausia, son las determinaciones de los niveles séricos de estradiol,
hormona folículoestimulante y hormona luteinizante.

Pruebas diagnósticas

Laboratorio clínico:
• Cuadro hemático, que permita establecer la posibilidad de anemia
y trastornos hematológicos.

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• Glicemia en ayunas (valores por encima de 140 mg/dl ameritan


comprobación con una nueva prueba diagnóstica específica y
eventual control por medicina interna o endocrinología).
• Perfil lipídico: triglicéridos, colesterol total y HDL.

Es importante anotar que quedará a criterio del médico tratante solicitar


exámenes adicionales, individualizando los casos y de acuerdo a la patología
sospechada (por ejemplo, pruebas de función tiroidea, renal,
electrocardiograma, radiografía de tórax, etcétera).
Imágenes diagnósticas
• Mamografía bilateral
En la práctica clínica, antes de iniciar una THS deberá realizarse una
mamografía con el fin de detectar un carcinoma de mama (recordando
que se escapan a la mamografía 10% de los cánceres de seno); por lo tanto,
no reemplaza el auto examen ni el examen médico periódico. En pacientes
que reciben THS y sin factor de riesgo, se recomienda realizar la mamografía
cada dos años.

• Ecografía pélvica
La ultrasonografía que se recomienda es la transvaginal, ya que es la única
que permite la valoración adecuada del eco medio endometrial y de los
anexos. Idealmente, se debe practicar en pacientes con factores de riesgo
para patología endometrial, como obesidad, hipertensión arterial o diabetes
mellitus, o en aquellas en quienes existan dudas de los hallazgos al examen
ginecológico. Pacientes que sangren de manera no cíclica durante la
administración de THS cíclica, o que presenten sangrados con duración
superior a los diez días o una intensidad mayor a la de una menstruación
normal, deberán contar con evaluación endometrial, en primera instancia
por medio de ecografía transvaginal. En caso de que esté recibiendo THS
cíclica el máximo grosor endometrial total (suma de las dos capas) es de 10
mm y en pacientes con THS combinada continua, el máximo grosor
endometrial es de 5 mm. Si se sobrepasan estos límites endometriales,
requiere estudio histológico.

• Densitometría ósea
Se deberá establecer factores de riesgo en cada paciente y basados en las
recomendaciones de la Guía de Osteoporosis de la institución se tomará la
decisión de realizar de este examen.

TR ATAMIE NTO

Indicaciones de la terapia hormonal de suplencia (THS)

1. Síntomas climatéricos severos


2. Falla ovárica prematura
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3. Alto riesgo de osteoporosis


4. Alto riesgo de enfermedad coronaria isquémica

Contraindicaciones de la THS

• Tumores hormonodependientes malignos no tratados.


• Insuficiencia hepática o hepatopatías activas (porfiria, Dubin Johnson,
Rotor).
• No aceptación por parte de la paciente para recibir TSH.

En relación a los estrógenos naturales, entidades que eran consideradas


tradicionalmente como contraindicación absoluta, han sido revaluadas,
pasando a ser hoy más bien relativas; sin embargo, merecen consideración
especial y evaluación del especialista en conjunto con la paciente para
considerar el riesgo beneficio del empleo de la terapia hormonal de
suplencia, las siguientes:

• Antecedente de cáncer de seno.


• Antecedente de cáncer endometrial.
• Antecedente de disfunción hepática.
• Lupus eritematoso sistémico no activo.
• Enfermedad tromboembólica venosa.

Condiciones en las cuales la THS no está contraindicada en forma absoluta:

• Prolactinoma.
• Melanoma maligno.
• Adenoma hepático.
• Várices.
• Diabetes mellitus.
• Otoesclerosis.
• Hipertiroidismo.
• Anemia de células falciformes.
• Hiperplasia endometrial simple sin atipias.
• Miomatosis uterina.
• Endometriosis.
• Mastopatía.
• Migraña.
• Hipertrigliceridemia familiar (puede usarse por vía transdérmica).
• Colelitiasis (puede usarse por vía transdérmica)
• Epilepsia.
• Riesgo aumentado de cáncer de seno por antecedente familiar.

La enfermedad hipertensiva y la diabetes mellitus no constituyen


contraindicación para el empleo de la THS, siempre y cuando estén

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adecuadamente controladas. Cuando la terapia estrogénica oral agrava la


enfermedad vascular hipertensiva (EVH), está indicada la vía transdérmica para
la administración de los preparados hormonales.

MANEJO DE LA PERIMENOPAUSIA

Manejo expectante

Se recomienda en mujeres con examen pélvico normal y que presenten


alteraciones del ciclo que no signifiquen hemorragias anormales (ciclos
menores de 21 días, sangrados abundantes en cantidad o mayores a ocho días
de duración) o pacientes sin sintomatología neurovegetativa severa que
comprometa o disminuya la calidad de vida y que no tengan factores de riesgo
para enfermedad cardiovascular u osteoporosis.

Para este grupo la evidencia epidemiológica indica que existen ciertas medidas
no farmacológicas que pueden tener un efecto favorable sobre la calidad de
vida, tales como la dieta rica en calcio (1 a 1.5 g/día) y baja en grasas
saturadas, el ejercicio regular de bajo impacto y la abolición del tabaquismo
con limitación en el consumo de alcohol; esta recomendación deberá
extenderse a la población general de mujeres. Este grupo se dejará en
observación, hasta que espontáneamente alcance la menopausia. No existe
evidencia epidemiológica que respalde el uso rutinario en todas estas mujeres
de terapia hormonal de suplencia o suplemento de calcio más vitamina D.

Manejo médico

A continuación se enumeran los grupos de pacientes que pueden ser


candidatas a un manejo médico hormonal:

• Pacientes sin patología ginecológica evidente


• Alteraciones del ciclo menstrual con deseo de regularización por parte
de la mujer.
• Alteraciones del ciclo menstrual y riesgo de embarazo.
• Alteraciones del ciclo que signifiquen hemorragia uterina anormal

Este grupo de pacientes pueden ser candidatas a alguno de los siguientes


tratamientos:

- Estrógenos conjugados 0,625 mg diarios durante los primeros 25 días del mes
+ Acetato de medroxiprogesterona 10 mg diario del día 14 al 25 del ciclo, se reinicia el
quinto día de la menstruación.
- Valerato de estradiol 2 mg + Acetato de ciproterona, 1 mg: Durante 21
días continuos, descansa 7 días y reinicia tratamiento.

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Por otra parte, a la paciente premenopáusica con ciclos irregulares y


sintomatología neurovegetativa, se le ordenará practicar biopsia de
endometrio si tiene factores de riesgo para hiperplasia endometrial, tales
como obesidad o diabetes mellitus, iniciándose el manejo médico de
acuerdo al resultado de anatomía patológica.

Las pacientes con ciclos menores a 21 días y con sangrados superiores a los
ocho días de duración, deberán contar con biopsia de endometrio antes de
iniciar cualquier manejo médico. Como primera opción se podrán dar
progestágenos durante la segunda mitad del ciclo (día 14 al 25 del ciclo).

MANEJO FARMACOLÓGICO DE LA MENOPAUSIA

Terapia hormonal

Existe evidencia de que la terapia estrogénica sin adición de


progestágeno disminuye el riesgo de enfermedad coronaria y de fracturas de
cadera, pero su uso a largo plazo incrementa el riesgo de cáncer
endometrial y puede estar asociada con un pequeño incremento en el riesgo de
cáncer de seno. El incremento en el riesgo de cáncer endometrial puede ser
evitado por la adición de un progestágeno al régimen estrogénico en mujeres
con útero, pero los efectos de la combinación de hormonas sobre el riesgo de
otras enfermedades no ha sido adecuadamente estudiado.

En pacientes con útero, la terapia estrogénica debe ir combinada con un


progestágeno con el fin de disminuir el riesgo relativo de carcinoma
endometrial.

Existen dos esquemas terapéuticos: la terapia cíclica y la continua. En la


terapia cíclica se puede presentar en un 80% de los casos un sangrado regular
cíclico por deprivación, que mientras no sea un sangrado con las
características anormales previamente mencionadas que sugieran
patología endometrial no tiene un significado clínico importante. Cuando la
paciente no desee continuar con sangrados cíclicos, se recomienda la terapia
continua, con la cual la frecuencia de éstos se reduce en forma importante
en un tiempo de seis a ocho meses.

- Terapia Cíclica: Valerato de estradiol 2 mg + Acetato de ciproterona


1mg: durante 21 días continuos, descansa 7 días y reinicia tratamiento.
- Terapia Continua: Valerato de Estradiol 2mg + Acetato de Noretisterona
1mg en tratamiento diario contínuo.

En paciente con histerectomía total, se recomienda el estrógeno solo:


Estrógenos equinos conjugados 0,625mg al día en forma continua.

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En pacientes con ooforectomía bilateral o falla ovárica prematura se


deberán emplear los estrógenos equinos conjugados a dosis de 1.25 mg
día hasta los 50 años, disminuyéndoles luego a 0.625 mg de estrógenos
equinos, con la adición de acetato de medroxiprogesterona, 10 mg durante
14 días al mes en pacientes con útero hasta los 50 años, bajando a 5 mg
durante 14 días, a partir de esta edad. Tal recomendación es de tipo general,
siendo la respuesta de la paciente a la pauta la que indique posteriores ajustes
a la dosis.

Terapia no hormonal
Calcio

Basados en la evidencia epidemiológica existente, se recomienda una ingesta


de 1.000 mg de calcio elemental por día, para las mujeres entre los 25 y 50
años de edad y para aquellas mujeres postmenopáusicas que reciban terapia
de reemplazo de sustitución; las que no reciban dicha terapia hormonal
deberán ingerir 1.500 mg al día.

A esta dosis total de calcio se deberá llegar a través de la ingesta de alimentos


ricos en calcio, tales como los derivados lácteos.

Alimentos fortificados con calcio o suplementos de calcio constituyen una


medida adicional, con la cual se puede lograr este objetivo en personas que
no alcanzan los requerimientos con la alimentación convencional. En
pacientes que no logren llegar a estas dosis de calcio a través de la dieta se
suplementará con Carbonato de Calcio 600mg + Vitamina D 200UI al día.

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01 Junio 2012 Coordinación Médica Dirección Prestación

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