Está en la página 1de 2

Un Curso de Milagros - Meditación de Perdón

16:28
Hola a todos, hoy hacemos una meditación de perdón inspirada en un curso de milagros.
Antes de comenzar simplemente vamos a recordar que el perdón no tiene forma, no es una fórmula mágica que
tenemos que aplicar. Es ante todo una actitud interna mediante la cual nos predisponemos a sanar, a amar.
Es una manera de ver el mundo desde el amor, es una manera de interpretar el mundo desde el amor y es una
manera de soltar toda esa energía mental que invertimos en la culpabilidad, para que podamos recobrar finalmente
la paz que creemos haber perdido.
Aun así, esta práctica nos va a ayudar para afianzar todo el sistema de pensamiento que nos propone el curso.
Y en última instancia generará una experiencia de paz, de amor a medida que nos vamos liberando de uno de los
principales obstáculos a la paz, que es la culpabilidad.
Esta meditación está diseñada para perdonar a otro, aunque sea una ilusión.

Ahora entonces comenzamos con la meditación. Vamos a cerrar los ojos, a respirar calmadamente y vamos a
conectarnos en nuestra mente con esa persona, con esa situación que queremos perdonar.
Y nos vamos a tomar un instante para observar, para sentir las emociones que tenemos, para reconocer los
pensamientos en nuestra mente acerca de esta persona o situación. Y si en mi mente hay juicios, hay condena, hay
enojo, tristeza o angustia. Entonces tengo que reconocer que no estoy en paz.
No estoy en paz con esta persona o con esta situación, por lo tanto, el Espíritu Santo te pido que me ayudes a
recobrar la paz. Ayúdame a ver esta persona esta situación con amor.
Y bajo la guía del Espíritu Santo y con esta persona o esta situación presente decimos:
Te perdono, te libero, quiero reconocer tu inocencia y la mía,
ya no quiero que seas un prisionero, ya no quiero aprisionarme a mí mismo,
te perdono, te libero, ya no quiero creer que sos responsables de mi paz o de mi falta de paz
Ya no quiero verte como un enemigo, como un victimario, como la fuente de mi falta de paz.
Te perdono por todo lo que creo que me has hecho y te libero de todos los juicios,
de toda la condena, todo el odio que proyecté en ti, te libero de toda la culpa que estaba proyectando en ti.
Y al liberarte y perdonarte, me libero y me perdono a mí mismo.
Reconozco que lo que creí que me habías hecho, en realidad, era un pedido de amor, era un pedido de ayuda.
Lo que creo que me hiciste, en realidad, era una manera errónea y desesperada de pedir amor.
Lo que creí que me hiciste fue producto de tu dolor, de tu sufrimiento, fue producto de que te olvidaste de que sos
amor y que no tiene sentido pedirlo de maneras tan dolorosas.
Reconozco que estabas buscando amor, porque te olvidaste que eras amor.
Reconozco que cuando te juzgue, cuando te condene, cuando te hice prisionero de mis proyecciones, yo también me
olvidé de que era amor.
Me perdono por no verte amorosamente, me perdono por no responder a tu pedido de amor,
me perdono por juzgarte, me perdono por condenarte, me perdono por verte como un enemigo.
¿No sería mejor vernos como hermanos con una misma necesidad en vez de vernos como enemigos que se atacan y
se defienden?
Ambos hemos olvidado que somos amor, ambos hemos olvidado que somos inocentes,
ambos hemos olvidado que somos hermanos con una sola y única necesidad, ambos tenemos el mismo problema.
Y en este instante santo le pido al Espíritu Santo que nos recuerde a ambos que somos amor, que no somos
enemigos, que somos uno y tenemos la misma necesidad.
Nos perdonamos, nos liberamos.
Y ahora de la mano del Espíritu Santo decido ir más allá de esta situación, de ver más allá de las formas.
Reconozco que esta experiencia es una proyección de mi mente,
y que toda la culpa que estaba viendo en ti era mi propia culpa, era la culpa que yo sentía.
Una culpa que estaba escondida en el fondo de mi mente, y más allá de todo el universo de la forma.
Una culpa que viene de una idea loca de separación, de una idea en mi mente de la cual me olvidé de reír porque no
tenía sentido.
Toda la culpa que siento y proyecto viene de la creencia en la separación, de la creencia de que no somos uno, de la
creencia de que hay opuestos, de que el conflicto es posible.
Viene de la creencia de que hay voluntades opuestas que luchan por su vida.
Al abrigar esta idea de separación inconsciente, al desear que sea cierta reforcé la culpa en mí.
Por lo tanto, ahora me perdono por creer en la separación.
Me perdono por desear que sea cierta, me libero de la idea de que estamos separados.
Me libero de la idea de conflicto de opuestos de víctimas y victimarios, de ataque y defensa.
Me libero de mi deseo de estar separado y ser especial.
Reconozco que este deseo es imposible, y que desear no me quita la paz.
No puedo estar separado de Dios. No puedo estar separado del amor, es imposible y no tiene ningún sentido
desearlo.
Somos uno y en nuestra unidad somos amor.
Y ahora que me he perdonado, ahora que recuerdo que soy inocente.
Espíritu Santo te pido que reemplace mis pensamientos falsos, que corrijas mis deseos imposibles,
y los reemplaces por milagros, que reemplaces todos mis miedos por amor, que reemplaces todos mis juicios y todos
mis resentimientos por amor.
Acepto el amor que soy, acepto la paz que brota en mí naturalmente cuando me libero de la culpa y la separación.
El miedo se deshace y la luz regresa a mi mente. El amor regresa a mi corazón pues ya nada lo obstaculiza.
Me uno a Dios, me uno el amor. Ya no hay conflicto, ya no hay opuestos.
Acepto mi función de extender amor.
Me alineo a la voluntad de mi Padre, me alineo a la voluntad del amor y lo extiendo.
Lo extiendo sin condiciones, sin límites, libremente. Lo extiendo y me expando, lo comparto sin condiciones.
Se lo ofrezco a mi hermano a quien acabo de liberar.
Lo amo, te amo, te ilumino, te ofrezco paz, te recuerdo el amor que somos y te ofrezco esta luz incontenible que
ilumina tu ser y que me muestra que somos espíritu unificado, espíritu infinito, espíritu inmortal.
Te comparto la luz que somos, te la regalo sin límites, te envuelvo en esa luz que te sana, que te eleva y en la medida
que nos unimos en la luz y el amor que somos, sanamos a todas las mentes que se creen separadas.
Iluminamos a todo el mundo, a todo el universo y el amor que somos.
El amor todo lo abarca, todo lo sana, todo lo cura, todo lo comprende, todo lo contiene.
Extiendo el amor que soy, acepto mi función y amando liberó al mundo de todas mis proyecciones.
Ahora puedo ver el amor detrás de todo,
ahora puedo ver a Dios en todos porque Dios está en mi mente.
Ahora estoy paz, estoy en amor, estoy en armonía.

Gracias

También podría gustarte