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Carta de duelo en biodescodificación

6 septiembre 2017 Espiritualidad
Una gran cantidad de personas afortunadamente, ya conocen que existen las
“cartas de duelo” o “las cartas de liberación”, para soltar todos aquellos problemas
emocionales o situaciones del día a día que venimos cargando y que nos afectan.

¿Cómo hacer una carta de duelo en


biodescodificación?
Éstas cartas, tienen un poder impresionante porque son una especie de
introspección, autohipnosis, terapia, etc.. Lo que definitivamente, involucra al
subconsciente y por lo tanto, nos permite “vaciar”, esa bodeguita mental llena de
basura.

Se trata de una carta, que debe escribirse “a mano”, nada de hacerla en


computadora, a mano. En donde ya “viene incluído”, un texto que generaliza la
liberación de toda la familia tocando los diversos aspectos que pueden estar
afectándome, como la vida económica o sentimental.

Lo que está mal con nosotros

Pero el detalle importante de la carta, es que “nos obliga” a tomar conciencia de


todo aquello que está mal con nosotros, con nuestras relaciones familiares,
sentimentales, sociales.

Muchas personas, creen que deben escribir la carta con groserías, malas
palabras, ofensas, etc. Y como dichas personas “nunca dicen malas palabras”, no
la escriben así.

Muchas personas, creen que deben escribir la carta con un tono de


“agradecimiento” hacia sus familiares, que finalmente y por muy duro que haya
sido, les han dejado lecciones de vida, y por lo tanto, así la redactan.

Lo cierto es, que esa carta “va a quemarse” al final. Sí, quemarse con fuego.

Y no se deben “quemar” cosas buenas. Se debe quemar lo malo, la basura, lo


doloroso. Por lo tanto, les dejo un ejemplo de cómo redactar su carta, para que de
una vez por todas, se aclare el cómo se redactan.

Ejemplo de carta de duelo en biodescodificación

Yo, Ana María Pérez Pérez, me libero de llamarme María como mi madre, porque yo no
quisiera de ningún modo, repetir su vida, enfermar como ella, vivir como ella.

Me libero mamá de tu carácter apacible, porque me hubiera gustado ver que sabías
defenderte y luchar por tus sueños.
Me libero mamá, de que no hayas tenido la oportunidad de estudiar y te hayas visto
obligada a cuidarnos y a llevar la casa tú sola desde muy joven.
Me libero mamá, de la mala elección que hiciste al enamorarte de mi padre, porque
definitivamente, era un hombre que no te convenía, pero no lo viste a tiempo.
Me libero de repetir tu vida mamá.

Me libero de todos los dramas sentimentales de todas las mujeres en mi familia.


Me libero de ti, tía Bonifacia, por todos los hijos que tuviste y murieron por falta de
atención médica.
Me libero además, de tus enfermedades y tu causa de muerte.
Yo me libero de morir en un accidente, tal como te pasó a ti.

Me libero papá de todas las ocasiones en que yo me acercaba a ti esperando un abrazo y tú


me alejabas diciendo que estabas ocupado y me decías que no te molestara.
Me libero papá de aquella tarde en que íbamos caminando por la calle y no me quisiste
comprar aquel helado de fresa, que porque ya no traías dinero. Me libero de que cuadras
adelante, le compraras a mi hermano un juguete sin protestar.
Me libero papá de tu abandono, porque jamás pensé que nunca te volvería a ver.

Me libero del dolor tan grande que siento al haber crecido sin un padre cariño a mi lado,
que me enseñara qué tipo de hombre buscar o de qué tipo de hombre enamorarme.

Me libero de ser doble de mi padrino Venustiano, yo no quiero su tipo de vida. Me libero


de su mala suerte económica, de su adicción al juego y de su miseria.
Me libero también de tu adicción al alcohol, tío, no la quiero.
Me libero de ser doble de mi bisabuelita Jovita. Yo no quiero quedarme sola como ella y yo
no acepto vivir sin tener hijos.
Bisabuelita, me libero de tu artritis y de tu diabetes, no son mías.

Me libero además, de la soledad en la que moriste.


Me libero de la maestra Olga, de todas las ocasiones en que me gritó delante de mis
compañeros.
Me libero maestra, de aquella clase en que usted me obligó a pasar al frente y me pidió
que les hablara a todos de mi fin de semana, cuando yo ha le había pedido que no lo
hiciera porque era humillante.

Me libero de mi niñez, porque honestamente no fui feliz, siento que no jugué lo suficiente,
que a muy corta edad tuve que cargar con responsabilidades que no eran mías.
Me libero de ser una mujer en constante búsqueda del amor y de ver en el amor, la única
razón de ser feliz.
Me libero de que toda esa ansiedad por ser amada, la venga yo cargando de mis tías
Pepita, Yolanda y Claudia.
Me libero de no haber podido estudiar lo que yo hubiera querido, y libero a mi madre de
no haberme podido pagar una carrera.

Ese es justamente “el tono” que deben llevar las cartas de duelo.
Si yo soy de las personas que dice o se expresa mejor con groserías, claro que
puedo escribirlas, pero no para ofender a alguien, sino con la intención de soltar el
odio o el coraje.

Si yo soy de esas personas, puedo escribir frases como:

Me libero de tu maldita suerte tío Anselmo, eso no lo quiero para mí. (Si se fijan, no
estoy maldiciendo al Tío Anselmo, sino al tipo de suerte que no quiero para mí).

Se trata, para que quede claro, de que expresen su dolor, su tristeza, su


frustración, etc.

Ahora bien, cuando la carta va dirigida sólo a la pareja, o sólo a la mamá, o sólo a
un hecho específico, procuren decir la misma idea de formas distintas, se vale. Por
ejemplo, tal vez tengo la intención de escribir una carta de duelo o de liberación
para mí pareja, porque ya estoy harta de muchas cosas.

Entonces, puedo escribir una carta como la que sigue

Yo Mariquita Mendoza, me libero de ti Juan Miguel Gregorio, porque sencillamente, ya no


te soporto.
Me libero de la manera en que me ignoras cuando quiero platicarte algo importante.
Me libero del dolor que siento, cada que te llamo y tú apagas tu celular.
Me libero de todas las noches en que me voy a dormir imaginando que me engañas con
otra o que me mientes.

Me libero de todo el coraje que siento, cuando tengo que repetirte que no dejes tus libros
en la mesa del comedor.
Me libero de aquel domingo en que preferiste ir a comer con tus papás que acompañarme
a misa.
Me libero de todas las promesas que no me has cumplido, como esa de que íbamos a tener
un hijo pronto, porque ahora, cuando quiero hablar de eso, me evades.

¿Ya vieron cómo resultaría imposible, liberarse y acordarse de todo en un ratito, en


una tarde o incluso en un día?

Es un acto simbólico poderoso, y nos obliga necesariamente a enfrentarnos a


nuestros más profundos miedos. Nos obliga a aceptar lo que jamás hemos
aceptado. A reconocer errores.

Yo siempre he pensado, que tener un plazo de 30 días para terminar una carta, es
apenas suficiente. Porque obviamente duele la mano y la muñeca al escribir tanto.

Porque si hay lágrimas, has desgaste emocional. Porque hay coraje.


Entonces no se apresuren a escribir como si fuera la lista del supermercado que
cierra ya en 5 minutos, no.

Regálense el tiempo necesario para sacar todo lo más que puedan. Y el día, en
que digan: Ya acabé mi carta, déjenla por ahí unas 24 horas más, porque les
aseguro, que más recuerdos llegarán todavía y podrán añadirlos.

Espero que con esta explicación, te sea más fácil redactar tu o tus cartas de duelo.

Akasha Sanación Integral


Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco

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