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PAPER

APRENDER A APRENDER
Aprendizaje, Cambio y Enemigos del Aprendizaje

Esta es una invitación a que tengamos juntos, a través de estas páginas, una
conversación.

Conversar es hablar y escuchar... “con-versar” es “girar juntos” como en una danza,


en donde el movimiento nos une y nos convoca en el placer de compartir.

Entonces te invitamos a que, tomados de las manos y frente a frente, comencemos


a dar los primeros pasos... ¿Qué es el Aprender? ¿Por qué nos estamos
preguntando sobre el Aprendizaje? ¿Por qué decimos que es importante en
nuestras vidas?

¿Cuáles son tus primeras respuestas? Las que te vengan primero a la cabeza...
tomá tu bitácota y escribilas...

¿Qué dice nuestra cultura sobre el Aprender? Imaginamos que ya estarás teniendo
algunas respuestas e inventando nuevas preguntas... ¿si? ¿no?

Te invitamos a compartir algunas de las nuestras en la espera de escuchar las tuyas


en nuestro próximo encuentro.

¿Cuándo decimos que hay Aprendizaje? ¿Cómo sabemos que hemos


aprendido?

Podemos decir que hay Aprendizaje cuando como observadores de las acciones de
una entidad (una persona, una organización o nosotros mismos) hacemos el juicio
de que dicha entidad es capaz de ejecutar acciones que antes no podía realizar.

El juicio de aprendizaje implica, entonces, la comparación de dos momentos


diferentes en el tiempo: el primer momento es cuando declaro/reconozco que hay
algo que no sé y el segundo, es cuando declaro/reconozco que yo ya sé, entre
ambos momentos mediará un espacio en el tiempo donde declararé que quiero
aprender, me pondré en manos de alguien competente para que me muestre y
mediante la práctica recurrente y asistida incorporaré las nuevas acciones.

Esto implica entonces que cuando aprendemos reconocemos un Cambio en nuestra


habilidad para accionar en determinado dominio. Cuando aprendemos Cambiamos,
aunque rara vez conectamos el aprendizaje con el cambio. Decimos quiero cambiar

1 Agradecemos a APC y Marco Leone


pero rara vez reconocemos que eso implica aprender a hacer algo que aún no
sabemos hacer.

¿Cuándo ocurre el Aprendizaje? ¿Qué pasa cuando No Aprendemos?

Sin dudas en un nivel de conversación podemos decir que los seres humanos
aprendemos siempre o que no necesitamos que nos enseñen a aprender. Es como
si tuviéramos una competencia innata que nos permite aprender desde que
nacemos sin que nadie nos diga cómo hacerlo.

¿Podrías pensar en ejemplos de algunas cosas que hayas aprendido sin que te las
enseñen? Decimos que el Aprender a Aprender es una competencia ontológica
fundamental ya que

implica no solo al mundo de las acciones sino también al de nuestras formas de ser.

El interés por el Aprender no es una novedad. Desde épocas antiguas el hombre se


ha preguntado y ha generado diferentes respuestas a este fenómeno.

En una época de constante cambio postulamos que el Aprender cómo Aprender es


una habilidad fundamental, es nuestro recurso más.

La mirada tradicional del Aprendizaje lo define como nuestra capacidad de


incorporar información, datos, significados, de un medio que está ahí, “afuera”.

Esta mirada tradicional propone que, a partir de esta incorporación de información,


hacemos una representación necesaria para generar una conducta como respuesta
a los estímulos, lo cual nos posibilita la adaptación.

Aunque esta visión puede ser más coherente con nuestros primeros años de vida,
creemos necesario hacer una distinción que pretende abarcar la pregunta por
nuestra evolución en el Aprender.

¿Aprenden igual los niños que los adultos? Como adulto, si te vieras en
comparación con tus épocas de niño, en relación al Aprendizaje, ¿notás
diferencias? ¿Cuáles? Más allá de las diferencias en el contenido de lo que se
aprende, que de hecho han de ser diferentes, ¿cuál es el contexto del aprendizaje
en la adultez con respecto al de la niñez? ¿Podemos decir que cuando niños
estamos más abiertos a aprender?

De lo que seguro podríamos dar cuenta es que el contexto de aprendizaje en la


niñez parte desde el hecho de que aún no sabemos como el mundo es.

Tomando este supuesto como válido te invitamos a que te preguntes: ¿qué hace
que los niños, en relación a los adultos, estén más abiertos a aprender? ¿Acaso
como adultos, no solemos repetir que se aprende toda la vida?

2 Agradecemos a APC y Marco Leone


Aquí vamos a hacer otra distinción. Es la referente a lo que un observador hace
como juicio de la realidad. Ante ésta podemos hacer el juicio/opinión de que
sabemos sobre aquello a lo que se hace referencia o de que no sabemos.

Entonces nos preguntamos: “¿Qué es Saber?”

¿Qué sentís a partir de reconocer lo que sabés? ¿Podés decir que te sentís más
seguro cuando declarás que sabés algo? Dirías que ¿está relacionado, en nuestra
cultura, el saber con la seguridad?

¿Con qué más está relacionado? Siendo que podemos hablar de esta tradición
cultural desde su inquietud de definir a los seres humanos como seres racionales:
¿con qué está relacionado el ser racional? ¿Escuchaste alguna vez el juicio de que
los humanos somos superiores a los animales por ser racionales?

Podemos suponer que para nuestra tradición cultural existen ciertos juicios o
creencias no siempre cuestionadas en nuestra vida cotidiana que relacionan el
saber con el tener poder o autoridad o con el ser superiores (ser dueños de la
verdad).

De esta manera, el saber (entendido como tener información) nos da una sensación
de seguridad ante un mundo que cambia constantemente.

Nuestra propuesta entonces abre otra pregunta: ¿Saber es Conocer? y si así es,
entonces ¿Cómo conocemos?

Decimos que sabemos cuando sabemos hacer o cuando somos capaces de realizar
una acción efectiva. Y siguiendo a H. Maturana decimos “conocer es hacer y hacer
es conocer”.

A partir de este supuesto decimos entonces que cuando hacemos: conocemos, y


entonces también decimos que sabemos.

Es desde esta mirada que podemos decir que el Aprendizaje abre espacios nuevos
de posibilidad (de acción hasta ahora no disponible). Abrirnos a lo desconocido abre
mundos hasta ahora no explorados.

Aquí distinguimos una diferente manera de mostrar las etapas del aprendizaje:

• El arrogante: cree que sabe, pero no sabe que no sabe y por lo tanto no
aprende.
• El elefante en el bazar: cree que sabe porque tiene algunas nuevas
palabras, pero no es competente a la hora de conectar las distinciones con
la acción. Es peligroso por su ceguera a que no sabe y generalmente declara
quiebres solo cuando cometió errores a veces muy costosos.

3 Agradecemos a APC y Marco Leone


Hasta aquí no entramos en la posibilidad de Aprender, sigamos..

• El Principiante: sabe que no sabe y puede pedir ayuda para que alguien le
enseñe.
• El Principiante Avanzado: ha incorporado las nuevas distinciones de ese
dominio en el que quiere aprender y algunas acciones. Puede comenzar a
moverse pero necesita supervisión.
• El Competente: puede hacer promesas en determinado dominio de
acciones y cumplirlas. Se diferencia del principiante avanzado por la
consistencia en su accionar y porque puede accionar sin necesitar
supervisión directa de cada acción.
• El Virtuoso: además de ser competente es capaz de innovar en ese dominio.
• La Maestría: es el que crea nuevos juegos en algún dominio, que luego otros
seguirán.
• La Leyenda: a partir de los nuevos juegos que crea posibilita la
transformación de todo un mundo.

OBSTACULOS DEL APRENDER

Llegados a este punto te invitamos a una reflexión que integre lo conversado hasta
aquí: ¿Cuáles son las emociones y los juicios que interfieren nuestra capacidad de
aprender o la imposibilitan?

Podríamos llamarlos Obstáculos del Aprender. Estos enemigos, paradójicamente,


son aprendidos no innatos y cada cultura crea los propios.

Vamos a revisar algunos que podemos generalizar como actitudes culturales


nuestras, frente al fenómeno del aprender.

Te invitamos a que reflexiones sobre los tuyos, aunque pudieran no estar en esta
lista, y los compartas para poder enriquecernos mutuamente en esta danza.

• Decir “yo ya lo sé”

Cuando decimos continuamente “esto yo ya lo sé” se cierran las posibilidades para


el aprender y la emoción que podemos reconocer en nosotros, cuando estamos en
este espacio, es la de la certidumbre.

Declarar no sé es indispensable para el aprendizaje. Lo que trae a la mano a la


declaración de ignorancia, que durante muchos años fue entendida culturalmente
como un juicio/opinión descalificatoria.

4 Agradecemos a APC y Marco Leone


Otro punto a tener en cuenta en esta conversación es el hecho de que los seres
humanos, desde nuestra inquietud de dar sentido a lo que vivimos, creamos
historias, nos contamos historias que vienen desde nuestros supuestos y crean un
sentido de coherencia para nosotros.

Entonces, generalmente, cuando estamos frente a algo nuevo, nuestra vivencia es


de amenaza a nuestra coherencia, amenaza a nuestra manera tradicional de mirar
el mundo.

Intervenir en estas coherencias nuestras es, en gran parte, la labor de un coach


ontológico.

Poder desafiar nuestros supuestos abre mundos de acciones hasta ahora


desconocidos para nosotros.

• Confundir “Saber” con “tener información”

Tener información es solo un momento y una posibilidad dentro del fenómeno del
aprender. Es solo el primer eslabón del aprender. Es muy importante en ciertos
dominios, pero dada nuestra tendencia de sobrevaluar la razón, solemos creer que
sabiduría es sinónimo de información. Esto suele ocultarnos que hay quienes tienen
muy poca información y una gran sabiduría. ¿Se te ocurre alguien?

La sabiduría tiene que ver con el arte de vivir. Recordemos entonces, que tener solo
la información no es suficiente para decir que aprendimos.

Saber hacer implica tener las competencias para fundar los juicios sobre cuál es la
información válida que me permite generar la acción efectiva, a fin de lograr el
resultado que me propongo.

• El fenómeno de la ceguera cognitiva.

Generalmente actuamos organizando nuestras vidas a partir de lo que conocemos,


dando sentido a lo que hacemos a partir de las distinciones, historias y
competencias que poseemos. No de las que no tenemos.

Desde este espacio de estar parados en ser dueños de la verdad, no estamos


habilitados a reconocer que existen vastos dominios del conocimiento que no
sabemos que no sabemos y a este fenómeno lo denominamos ceguera cognitiva.

Normalmente no tenemos la más mínima idea de la existencia de vastos dominios


del conocimiento que puedan existir y estar disponibles. Ciertamente no tenemos
idea de los dominios del conocimiento que actualmente están siendo inventados.

Si no aceptamos que no sabemos, el aprendizaje no puede ocurrir. Cuando no


aceptamos la posibilidad de no saber que no sabemos el espacio para el

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aprendizaje no está disponible y bien podríamos perder muchas oportunidades para
ampliar nuestros conocimientos.

Solo un momento de duda en el que estemos dispuestos a cuestionar nuestros


conocimientos, a liberarnos de nuestros supuestos actuales, será el camino que nos
abrirá a la posibilidad de que puede existir algo nuevo que no sabemos que nos
sabemos.

• “Es difícil” vs. “No Sé”

En el vivir de cada día, estamos inmersos en una serie de juicios/opiniones que le


pertenecen a nuestra cultura y que solemos repetir en forma automática. Estos se
convierten, al no ser reconocidos y menos cuestionados, en el espacio a partir del
cual actuamos (o no lo hacemos). Las posibilidades se recortan y tendemos a ver y
evaluar el mundo de la misma manera, aunque las emociones, personas, opciones
y tiempos sean diferentes.

¿Qué queremos decir cuando decimos esto es difícil? Te invitamos a que mires este
juicio maestro deteniéndote en esta pregunta por unos instantes.

En término de acciones, más que de evaluaciones sobre las personas, podríamos


decir que declaramos es difícil cada vez que no sabemos emprender una acción
específica o no vemos posibilidad en un dominio/espacio de nuestras vidas en
particular.

Es una manera, encubierta por cierto, de decir no soy competente en esto, no sé
cómo hacerlo. ¿Qué podría cambiar para nosotros si pudiéramos declarar
simplemente no soy competente en vez de decir es difícil?

Creemos que, en primer lugar, ese cambio en el observar nos lleva a la posibilidad
de hacernos responsables de nuestra incompetencia en un terreno en particular. Y,
por qué no, nos abre la posibilidad de pedir la asistencia de alguien que juzguemos
competente para que, dándole autoridad, nos pueda enseñar.

• Decir dado como soy, no puedo aprender

Cuantas veces nos cerramos a aprender cuando, ante lo nuevo, nos decimos yo
nunca podría aprender eso. Detrás de esta frase pueden haber diferentes
supuestos: no soy lo suficientemente hábil para conocer esto, o esto es demasiado
complicado para mí. Podríamos tener una lista interminable de dado la persona que
soy no podría aprender eso.

Esta reacción ante lo nuevo genera la pérdida de la autoconfianza, nos predispone


al cierre de la posibilidad de accionar, y limita en nuestra capacidad de
comprometernos o de arriesgar.

6 Agradecemos a APC y Marco Leone


¿Cuáles son tus propios supuestos de dado quién soy, no puedo aprender”? ¿En
que dominios de acción te aparecen? ¿En dónde o de quién los escuchaste por
primera vez? (escribí tus reflexiones en tu diario/cuaderno).

• No tener preguntas sobre nuestras preguntas

Hacemos preguntas y creemos que porque las hicimos deben ser contestadas. No
vemos los presupuestos detrás de las preguntas. Para investigar en este obstáculo
te invitamos a que te hagas preguntas y a que, en lugar de respondértelas, observes
cuáles son los pre-supuestos que sostienen la posibilidad de hacerte estas
preguntas. Puede ser muy divertido que lo hagas.

• Decir no tengo tiempo

No darle prioridad al aprendizaje parece ser el síntoma de nuestra época.

Confundimos, en la velocidad del vivir y el cambio en el que estamos inmersos, lo


urgente con lo importante en nuestra vida y, desde éste lugar, observamos que el
tiempo es escaso y disponerlo para el aprendizaje puede significar un lujo para
pocos.

¿El aprendizaje es para vos urgente o importante? (compartí tus reflexiones con tu
grupo).

Esta postura nos deja en una posibilidad, la de aprender principalmente de las crisis
y de los momentos de dolor. Esos suelen ser para muchos los únicos espacios en
donde se dan tiempo para la reflexión sobre el vivir, el escuchar, el planteo sobre el
sentido de la vida y sobre el futuro.

Pero diseñar nuestra vida desde el dolor, la pérdida o el miedo como contexto suele
reducir nuestras posibilidades de aprender y niega la posibilidad de crear un
aprender desde la alegría, la liviandad, la elección.

• Vivir en enjuiciamiento permanente

Tenemos la tendencia de estar haciendo juicios/opiniones y más juicios sobre


distintas situaciones, sepamos o no. Al hacer tantos juicios/opiniones generamos la
ilusión de que sabemos algo, cuando a veces somos incompetentes/ciegos en la
materia de la cual estamos opinando.

• Confundir las explicaciones con el fenómeno explicado

La tendencia es creer que las explicaciones le pertenecen al fenómeno explicado,


cuando en realidad las explicaciones le pertenecen al observador que explica. Dos
formas diferentes de explicar van a crear dos formas diferentes de intervenir, y así

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dos oportunidades muy diferentes de acción. ¿Se te ocurre algún ejemplo en el que
una experiencia vivida sea muy diferente de la explicación de esta experiencia?

• Querer tener todo claro, todo el tiempo (buscadores de “la” verdad)

Hay quienes han desarrollado ansiedad por tener claro todo, todo el tiempo. No
aceptan la

reflexión ni el tiempo necesario para habitar en las preguntas nunca antes


formuladas.

Viven necesitando respuestas para sentirse más seguros y de esta manera evitan
la incertidumbre del adentrarse en lo desconocido.

No declaran quiebres y usan las crisis para moverse o piden ayuda cuando la
situación es casi insostenible.

• Incapacidad para incorporar el cuerpo en el aprendizaje

Tradicionalmente tendemos a creer que aprender es un proceso de la mente.

Olvidamos que el aprendizaje necesita involucrar el cuerpo, siendo que es este el


que realiza las acciones y, desde esta mirada, es un dominio primario para que se
dé el aprendizaje.

Hablamos de in-corporar como llevar al cuerpo y esto hace referencia a que cuando
aprendemos se producen cambios a nivel de nuestro sistema nervioso, y por ende
también en nuestra corporalidad.

El aprendizaje implica la creación y el sostén de nuevas prácticas que, repetidas


corporalmente en el tiempo, generan la transparencia en el vivir cotidiano.

• Incapacidad para crear el contexto emocional adecuado para el aprendizaje

Estamos inmersos en un paradigma que, como estamos viendo, confunde el saber


con tener información. Además vimos que cuando decimos que sabemos nos
sentimos más seguros.

Sin embargo, todos hemos reconocido alguna vez que hay una conexión directa
entre nuestra capacidad para aprender y lo que sentimos cuando estamos
aprendiendo algo.

No se aprende igual desde el miedo, la culpa o la vergüenza. Esto es muy


importante: el contexto enseña más que el texto!

8 Agradecemos a APC y Marco Leone


De esta manera hay emociones, entendidas como predisposiciones para la acción,
que están disponibles para nosotros en nuestros momentos de aprendizaje y otras
que no.

Un ejemplo de esto es la arrogancia. Podríamos definirla como la emoción que está


ligada a la declaración de yo todo lo sé y no hay nada más que necesite aprender.
Cuando estamos en la arrogancia simplemente no estamos disponibles al
aprendizaje.

• La gravedad

Es un emocionar que se caracteriza por interpretar lo que ocurre habitualmente


como complicado, complejo, grave.

Caracterizamos a los que habitan en este espacio emocional a partir de que sus
voces son graves (tonos bajos), se dan aires de superioridad y miran con cierto
desprecio a los que consideran ignorantes.

Ante ellos tendemos a alejarnos, dejarlos solos y, de hecho, no solo se afecta su


aprendizaje sino el contexto en sí de la relación.

Es un espacio en donde no hay posibilidad para la pregunta.

Es oportuno aclarar que solemos confundir culturalmente la gravedad con la


seriedad. Nos olvidamos que la seriedad es el espacio en donde nos hacemos
preguntas, y también preguntas sobre las preguntas. La seriedad nos permite la
risa, principalmente la saludable posibilidad de reírnos de nosotros mismos,
pudiendo de esta manera vivir los errores con liviandad más que con miedo, culpa
o vergüenza.

• La trivialidad

Es uno de los contextos emocionales más nocivos a la hora de aprender. Si los que
habitan la gravedad viven pretendiendo la seriedad, los triviales pretenden evitarla.
Viven en la risa, en el sarcasmo y la ironía, en pos de la buena onda.

Por supuesto evitan el reírse de sí mismos y viven riéndose de los demás. Generan
a su alrededor una atmósfera de miedo al ridículo o a la descalificación.

Evitan ser confrontados y se disfrazan de simpáticos o de buenas personas.

Cuando la trivialidad se convierte en el contexto predominante en una cultura u


organización los resultados tienden a ser mediocres, medidos con los estándares
más bajos. Es un espacio en donde no hay preguntas porque no existe la posibilidad
de la reflexión.

9 Agradecemos a APC y Marco Leone


• No dar autoridad para que otro me enseñe

La única forma de llegar desde donde no sabemos a saber es confiando en un


maestro y dejándonos llevar por él.

Luego de declarar nuestra ignorancia en algún dominio específico de acciones, el


segundo paso es declarar que quiero aprender. Para eso es necesario darle
autoridad a alguien para que me enseñe.

A esto lo llamamos nuestra declaración del maestro. Esto implica que, además de
reconocer que sabe, le damos autoridad y confianza para que sea él el que nos
enseñe sobre eso no sabemos y queremos aprender. La autoridad es una forma de
poder. Entendiendo el poder como capacidad de acción efectiva en un dominio de
acciones determinado, justamente le damos poder al maestro a partir de nuestra
declaración de que él sabe hacer en un espacio en donde nosotros nos declaramos
incompetentes.

• La desconfianza

Cuando concedemos autoridad a alguien para que nos enseñe, estamos diciendo
que confiamos en esa persona, en sus competencias en ese dominio y en su
compromiso a asistirnos en el proceso de aprender.

¿Qué ocurre cuando declaramos que no confiamos? ¿Qué se abre y qué se cierra
como posibilidad, cuando la desconfianza es el espacio desde el cuál actuamos?

El espacio de posibilidades se amplía, o se limita, drásticamente ante la presencia,


o la ausencia, de estas emocionalidades, la confianza y la desconfianza.

• La incapacidad para desaprender

Este enemigo/obstáculo se relaciona directamente con aquellas experiencias


nuestras que

juzgamos exitosas, nuestros logros anteriores y, más aún, las fórmulas que nos
llevaron a ellos.

Pretender que si ayer sirvió hoy debe seguir haciéndolo puede ser una ilusión
peligrosa.

En una época de cambios constantes, juzgar que lo que funcionó hasta ayer es una
via regia, una formula incuestionable hoy, puede hacernos ciegos a las necesidades
del momento y a los cambios que se hayan producido.

10 Agradecemos a APC y Marco Leone


Traer el pasado al presente, desde el supuesto de que si sirvió antes debe seguir
haciéndolo ahora, nos cierra a la posibilidad de reconocer el tiempo presente y
accionar desde las nuevas condiciones.

Es importante recalcar que desaprender no implica olvidar sino crear una relación
diferente con lo que ya sabemos.

REFLEXION DE CIERRE

Todo ciclo de aprendizaje se cierra con el reconocimiento de que ahora somos


capaces de realizar lo que no éramos capaces en el pasado. Cuando esto sucede,
sabemos que sabemos, y entonces, sabemos que hemos aprendido.

Mediante el aprendizaje nos diseñamos, se abre el espacio para convertirnos en


personas diferentes.

Creando nuevas acciones y nuevas prácticas estamos transformándonos


permanentemente... el aprendizaje es una de las actividades más importantes de
nuestras vidas, nos capacita para trascender, para ir más allá de nosotros mismos.

Al expandir nuestra capacidad de acción, estamos transformando


permanentemente quiénes somos. La Ontología del Lenguaje dice que actuamos
de acuerdo a como somos y somos de acuerdo a como actuamos.

11 Agradecemos a APC y Marco Leone

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