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La empresa ante la inflación y la devaluación

Por Lic. Gabriel Leandro


Economista
Tanto la inflación como la devaluación tienen una serie de implicaciones sobre el sistema económico y
en consecuencia sobre las personas y las empresas. Se considerará ahora algunos aspectos específicos
que se ven afectados en forma directa por las variables citadas. Las empresas deben conocer de qué
modos la inflación y la devaluación las pueden favorecer o desfavorecer según sea el caso.
Efectos de la inflación
Anteriormente se dijo que la inflación podía afectar a la economía de distintos modos: merma el poder
adquisitivo del dinero, puede favorecer a los acreedores si los deudores han previsto una inflación
inferior, genera algunos costos administrativos, distorsiona la toma de decisiones, afecta las inversiones
productivas, afecta la balanza de pagos y distorsiona el orientador del mercado. Todo esto no sólo influye
sobre la economía como un todo, sino que tiene un fuerte impacto sobre la actividad empresarial. A
continuación, se hace un análisis de algunos de los aspectos que más se ven afectados por la inflación.

1. La evaluación de proyectos
La inflación incide sobre los flujos de efectivo de un proyecto y sobre la tasa de descuento requerida por
la empresa, así la inflación distorsiona las decisiones en la elaboración del presupuesto de capital. La
principal razón es que los cargos por depreciación se basan en el costo original del activo y no en el costo
de reposición. Con la inflación la utilidad aumenta y una parte creciente es gravada, así que los flujos en
términos reales disminuyen.
La inflación puede afectar en mayor o menor intensidad a los flujos de efectivo, dependiendo de la
naturaleza de éstos. Así la inflación podría afectar más a los precios de venta, o bien a los costos. El
empresario generalmente combate la inflación tratando de disminuir los costos y manteniendo precios
competitivos, pero no puede nada en contra de la inflación generalizada en la economía, y en
consecuencia sus flujos de caja podrían ser, en términos reales, cada vez menores, por la pérdida del
poder de compra del dinero. De ese modo la inflación incentiva las inversiones con recuperación rápida y
que requieran una menor inversión de capital.
En virtud de lo anterior, para considerar el efecto de la inflación, ya que los flujos de efectivo se calculan
en términos nominales y no reales, es necesario considerar algún factor de deflación al calcular el valor
actual neto (VAN) del proyecto. En este sentido Van Horne (1988) aclara que "el factor fundamental es
que si el criterio de aceptación, es decir, la tasa de rendimiento requerida, incluye una prima por la
inflación esperada, entonces los flujos de efectivo estimados también tienen que reflejar la inflación" (p.
363).
La inflación disminuye la TIR real del proyecto, aunque de inicio parezca que los ingresos crezcan más
que los costos, como ya se explicó, esto se da como consecuencia de que existen algunos costos que no
se afectan por la inflación, por ejemplo la depreciación, que tienen escudos fiscales constantes lo que
quiere decir que aunque aumente el volumen de las utilidades antes de impuestos, el monto de los
impuestos también aumenta y lo hace sobre una base mayor. En otros términos, los impuestos
aumentan en una proporción mayor de lo que aumentan los flujos y finalmente esto disminuye la tasa
de rendimiento real del proyecto de inversión.
Algo similar sucede con el capital de trabajo, que dada una mayor inflación entonces es necesaria una
mayor inversión en capital de trabajo y de ahí una menor tasa de rendimiento real de la inversión.

2. La productividad
La inflación puede afectar no sólo las actividades productivas sino también la productividad de una
empresa. Así la inflación tiende a promover las actividades poco productivas, de corto plazo y
especulativas, y desestimula las actividades productivas.
Además la empresa sufrirá distintos efectos según sea la combinación de los distintos factores
productivos que emplee. De ese modo las variaciones relativas de los costos salariales, los costos de los
bienes de capital, etc., podrían hacer que se tenga que variar la asignación de recursos original, ya que
de acuerdo con las nuevas condiciones tal vez deje de ser la óptima. En la medida que los precios
específicos de los diferentes factores aumentan en forma distinta, algunos equipos podrían resultar
obsoletos, un equipo que es considerado el ideal para cierto nivel salarial podría no serlo para un nivel
superior. También las variaciones en la demanda pueden provocar la obsolescencia de alguna
maquinaria y equipo, ya que un conjunto de máquinas podría ser el mejor para cierto nivel de
producción y dejar de serlo por el aumento en los costos para distinto nivel de producción.
Al aumentarse el precio de los equipos y maquinaria cada vez resulta más costoso realizar ampliaciones
de la capacidad instalada. Esto además dificulta la planeación e implica la necesidad de ajustar los cargos
por depreciación al verdadero costo de reposición del activo. De otro modo se verá disminuida la
capacidad productiva, esto ante la imposibilidad de reponer los activos fijos depreciados al final de su
vida útil.
Como resulta evidente, la inflación desanima la inversión, ya que se disminuyen los beneficios reales y
las posibilidades de aumentar la productividad de la empresa.

3. La contabilidad de la empresa
El dinero como unidad de cuenta proporciona grandes ventajas, ya que sirve para registrar, resumir,
controlar y comparar transacciones económicas. Pero todos estos beneficios se ven sumamente
mermados cuando su valor no es estable, o sea, cuando la inflación carcome su poder adquisitivo. Esto
provoca que a lo largo del tiempo en realidad no se disponga de una unidad de medida homogénea, ya
que en ese sentido se tiene una unidad distinta para cada período. Esto además distorsiona el papel de
la contabilidad como medio de obtener información suficiente y oportuna para la adecuada toma de
decisiones.
De esa forma es necesario que los estados financieros consideren esas variaciones del poder de compra
de la moneda, ya que de otro modo carecerán de significación real. Es vital que la información contable
sea verdadera, ya que de ser falsa conducirá a tomar decisiones equivocadas, y por consiguiente
frustrará los objetivos planteados por la dirección.
De ese modo se puede citar una serie de situaciones en las cuales la información que proporciona la
contabilidad será sesgada por causa del efecto de la inflación. Por ejemplo, al fijarse el precio de venta
de los productos en función del costo histórico de los mismos, se arriesga la reposición de existencias, al
experimentar aumento en sus precios. Por otro lado, la inflación deforma los estados financieros, así la
contabilidad tradicional deja de ser significativa al no considerar la erosión que se produce sobre el
patrimonio y los resultados económicos.
Los costos de ventas que se registran son inferiores a los verdaderos, al valorarse las compras y los
inventarios a su costo histórico. El problema es mayor en empresas con baja rotación de inventarios. El
hecho de mostrar en la información contable resultados ilusorios puede llevar a decisiones erróneas.
Por otro lado, la contabilidad tradicional no registra las pérdidas que se generan por el mantenimiento
de activos monetarios, dada su pérdida del poder de compra. Además el reparto de dividendos, de
acuerdo con la contabilidad convencional, no garantiza la conservación del poder adquisitivo de los
recursos invertidos por los accionistas.
Por todo lo anterior se puede decir que en situaciones de inflación es imperiosa la necesidad de ajustar
la contabilidad convencional, de modo tal que ésta esté expresada en términos homogéneos, y por ende
sea comparable a través del tiempo. En otros términos, se debe eliminar el efecto distorsionador del
incremento generalizado de los precios.
Es así como se han desarrollado algunos métodos alternativos a la contabilidad convencional o
contabilidad histórica. Adolfo Blanco (1983) cita tres criterios para cuantificar los efectos de la inflación:
La contabilidad ajustada al nivel general de precios: Se convierten las cantidades que aparecen en los
estados financieros a una unidad monetaria común, la correspondiente al final de ejercicio. Pretende
mantener el poder adquisitivo de la inversión de los accionistas.
La contabilidad del costo de reposición: Su objetivo es mantener la capacidad operativa de la empresa,
así por ejemplo, en el estado de resultados el costo de mercadería vendida se contabiliza al costo de
reposición de la mercancía en el momento de su venta.
La contabilidad del costo de reposición ajustada: Mide los resultados en una unidad monetaria
constante, con lo cual se puede observar el crecimiento real y la evolución real de la empresa.
En períodos de inflación es más conveniente el uso del método UEPS de valoración de inventarios que el
PEPS. Esto ya que UEPS da como resultado pagos más bajos del impuesto sobre la renta si los precios
suben. Charles Horngren (1991) asegura que: "Se critica a PEPS porque en períodos de inflación exagera
la utilidad por la llamada utilidad en inventarios" (p. 375).

4. La situación financiera y el análisis financiero


La situación financiera de la empresa se afecta por causa del aumento constante de los precios, así una
empresa podría verse afectada en mayor o menor medida, esto según sea su solvencia, si posee pocos
recursos propios, su continuidad se verá más dificultada. En otro sentido, podría mantener el precio de
sus productos, por decisión de la propia empresa o por control gubernamental, lo cual contribuirá a una
reducción del margen, disminuyéndose las posibilidades de crecimiento, y podría llegarse incluso a una
falta de liquidez por falta de recursos. Además, las medidas por parte de las autoridades económicas del
país contra la inflación suponen una mayor dificultad en la gestión de la empresa, como lo han sido los
controles de precios, las restricciones al crédito, los aumentos de tasas de interés, la mayor presión
fiscal, etc.
En períodos inflacionarios la empresa requiere de una mayor financiación, lo cual se da por varias
razones. Una de ellas es que al aumentarse el costo de las materias primas, entonces se eleva el valor de
los inventarios, lo cual implica que sea necesaria una mayor financiación. Por otro lado, a pesar de que
normalmente la empresa requiere de financiamiento para su crecimiento, en tiempos de inflación se
necesitan más recursos financieros para el simple mantenimiento de la dimensión actual, ya que la sola
conservación del capital requerirá incrementos en términos nominales, ya que en términos reales éste se
deteriora.
Así que como consecuencia de la expansión del medio circulante y de la erosión del capital se requiere
de mayor financiamiento, a lo cual se unen otras situaciones que sufre la empresa, como lo son la
reducción de la liquidez, las políticas de crédito restrictivas, los aumentos de los tipos de interés, etc.,
que contribuyen a complicar la posición financiera de los productores.
Todo esto lleva a las empresas a endeudarse en tiempos de inflación, sobre todo si los préstamos
concedidos a la empresa se fijan en términos monetarios, ya que la empresa los devolverá en moneda
depreciada, obteniendo una ganancia monetaria por estar endeudada.
También es conveniente para la empresa reducir los plazos de cobro, pues conforme sean más bajas las
cuentas por cobrar menor será la pérdida monetaria. Contrariamente conviene aumentar el plazo de
pago a proveedores, ya que se podría obtener alguna ganancia monetaria como por el efecto del
apalancamiento financiero.
Además, se debe considerar que ciertos activos son más propensos a generar pérdidas por inflación, ya
que éstas serán mayores conforme sean mayores los activos monetarios, los inventarios y activos de
mayor antigüedad. Así se convierte en una estrategia anti-inflacionaria el reducir al mínimo los activos y
endeudarse al máximo, lógicamente dentro de ciertos límites. En términos generales esto contribuirá a
una mayor rentabilidad real. Sin embargo, debe tenerse presente que esta cierta mayor rentabilidad se
ve mermada por un mayor riesgo financiero, por la disminución de la liquidez y el aumento del
endeudamiento, y una menor flexibilidad de la empresa para enfrentar situaciones adversas.
Es necesario un sistema de control financiero eficiente, que proteja a la empresa de la alta inestabilidad
de los precios y de los costos de producción, de forma que pueda cargarlos a su precio de venta o bien,
emplear alguna otra estrategia contra la inflación, por ejemplo, emplear insumos cuyo precio sea menos
sensible a la inflación.

El análisis empleando razones financieras también se ve afectado por la inflación. A continuación se


analiza en forma breve cómo se altera el análisis de razones fundamentado en la contabilidad histórica.
La eficiencia: La eficiencia puede ser medida de varias formas, por ejemplo las razones Ventas/Activos,
Utilidades/Ventas, que miden la eficiencia en el empleo de los activos para generar ventas en el caso de
la primera razón, y la otra muestra el margen de ganancias, lo cual viene a ser una medida de la
eficiencia operativa de la empresa. De ese modo la inflación hace parecer que se da un aumento en la
eficiencia de la empresa. Tal es el caso de la primera de las razones citadas, ya que al incrementarse los
precios de venta, pero no así el de los activos, que es su costo histórico. Se puede observar entonces,
que se estarían comparando cantidades expresadas en monedas de diferente poder adquisitivo.
La rentabilidad: Generalmente la rentabilidad contable de la empresa se mide con razones como
Utilidades/Activos y Utilidades/Patrimonio, etc. La inflación produce un sesgo, ya que en condiciones de
inflación se aumenta el valor de las ventas (en términos nominales). También aumentan los costos, pero
por un lado hay costos que son fijos (y que al menos en el corto plazo no se afectan) y por otro que por
lo común las ventas están registradas en moneda más reciente que los costos y gastos, y en
consecuencia, el margen de ganancia aumenta, y por algún tiempo se estará sobreestimando los
ingresos. Así el rendimiento sobre la inversión calculado con base en la información histórica será
superior al verdadero. La magnitud del sesgo dependerá de qué tan alta sea la tasa de inflación, la
antigüedad de los activos y la estructura de costos de la empresa.
La solvencia: La solvencia se refiere a la capacidad que tiene la empresa para hacerle frente a sus
obligaciones. Se mide como el número de veces que sus utilidades antes de impuestos cubren sus
pasivos. En un período inflacionario las utilidades se incrementan más rápido y muchos pasivos
permanecen constantes (en términos nominales), ya que muchas obligaciones no se indexan por la
inflación, entonces las razones de solvencia parecen mejorar. En realidad no ha habido tal mejora, más
bien a largo plazo para poder mantener el volumen de operación real habrá que aumentar el nivel de
financiamiento.
La liquidez: Las razones de liquidez tratan de determinar la capacidad de pago de los pasivos a corto
plazo que tiene la empresa. Generalmente se emplea la razón corriente (Activo circulante/Pasivo
circulante) y la prueba de ácido (activo circulante menos inventarios sobre pasivo circulante). En este
sentido ambas razones tienden a variar en forma inversa a la tasa de variación de la tasa de inflación,
sobre todo la prueba de ácido, la cual se afecta por la forma en que se contabilizan los inventarios. Si la
empresa usa el sistema UEPS de contabilidad de inventarios, entonces el inventario final se valora en
moneda de antes de ese período contable, así que al aumentar los precios se subvaloran las existencias y
la razón será más "conservadora". Si se emplea el sistema PEPS, el inventario se valora en términos más
recientes y entonces habrá una comparación mejor. Cabe notar también, que en los períodos
inflacionarios los deudores tratan de alargar sus cuentas por pagar, con lo que aumenta la probabilidad
de las cuentas incobrables y se disminuye la convertibilidad de las cuentas por cobrar, y
consecuentemente una menor liquidez.
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5. Los impuestos
Como se mostró anteriormente, los impuestos sobre las utilidades crecen en forma desproporcionada en
períodos inflacionarios, lo cual provocará una descapitalización gradual de la empresa y una disminución
de su capacidad productiva, y a la vez le podrían generar algunos problemas de liquidez. Esto se da
porque la tasa real de impuestos llega a ser mayor que la tasa impositiva nominal, y en consecuencia un
pago de impuestos en exceso, además del reparto excesivo de beneficios. Se podría decir que el Estado
obtiene un beneficio de la inflación, al gravar a tasas reales superiores a las nominales.

6. La toma de decisiones
El empresario debe tener en su poder información suficiente y válida para la adecuada toma de
decisiones, lo cual implica conocer en todo momento cuál es la posición financiera de la empresa, su
situación en lo comercial, industrial, etc. Todo esto lleva a una correcta planeación para conseguir los
distintos objetivos planteados y así poder plantear políticas eficientes y eficaces en las diferentes áreas
de su accionar, es decir políticas financieras, de crédito y cobros, de inventarios, etc.
Pero cuando se está en presencia de inflación toda esa labor descrita se vuelve más compleja e incierta.
En este sentido la gerencia debe desarrollar la habilidad de tomar medidas que contrarresten las
consecuencias de la inflación y poder tomar decisiones acertadas, aún en una situación de inestabilidad
e incertidumbre como lo es un período inflacionario.
Uno de los principales efectos de la inflación con respecto al proceso de toma de decisiones es la
distorsión que introduce en la información contable, así en el balance general y en el estado de
resultados de la empresa se provoca un profundo impacto, que va a afectar fuertemente las decisiones
estratégicas de la empresa, todo lo relacionado con precios, endeudamiento, liquidez, dividendos,
inversión, etc.
El usar la información en forma inadecuada, suministrada principalmente por la contabilidad
convencional, conduce a desaciertos en la toma de decisiones, sobre todo en políticas de precios, de
recursos, dividendos, planeación, etc. La empresa debe recurrir a las técnicas adecuadas para enfrentar
la inflación y poder obtener información no sesgada, así como el empleo de la Contabilidad Ajustada al
nivel general de precios y contabilidad de costo de reposición, las cuales son de alta utilidad en estos
casos, además de ser técnicas complementarias entre ellas y complementarias a la contabilidad
tradicional.

Efectos de la devaluación
Del mismo modo que la inflación incide sobre las actividades de una empresa, en algunos casos en
beneficio y otros en perjuicio, la devaluación de la moneda nacional también la afecta positiva o
negativamente. Este efecto en un sentido o en otro y su magnitud dependen del tipo de empresa, de sus
actividades y de que tan sensible sea a la exposición al riesgo cambiario. La devaluación genera una
situación de inestabilidad y de incertidumbre, ante la cual la gestión empresarial se vuelve más
complicada y la toma de decisiones se torna en un proceso que debe prever una serie de variables,
muchas de ellas ajenas al control de la empresa.

1. Devaluación y tasas de interés

Tal y como se ha mencionado cuando se describió la teoría de la paridad de las tasas de interés, existe
una relación entre la tasa de interés y el tipo de cambio presente y futuro. Además como indican Marín y
Ketelhohn (1988): "el riesgo intrínseco a la economía se refleja en las tasas de interés" (p. 192).
Entonces existe un premio por invertir en colones, y así cualquier inversión en colones será más rentable,
pues el rendimiento en colones menos la tasa de devaluación será superior a la tasa en dólares.

2. Riesgo de cambio: riesgo de devaluación


Cuando un importador debe esperar un cierto lapso hasta la entrega y pago de los bienes transados. En
ese plazo pueden presentarse variaciones en los tipos de cambio, que pueden generar ganancias o
pérdidas inesperadas, según esas variaciones le resulten favorables o desfavorables. En muchos otros
casos hay empresarios que requieren planear sus negocios a ciertos plazos; para ellos las fluctuaciones
de las tasas de cambio representan una seria dificultad que bien podrían arruinar sus cálculos a futuro, y
por una causa ajena a su actividad.
Esa posibilidad de tener pérdidas por causa de fluctuaciones desfavorables en las tasas de cambio, es lo
que, generalmente, se conoce como riesgo cambiario. Ante esta situación existe, entonces, la necesidad
de cubrirse de este riesgo. En muchas economías se han creado diversos mecanismos, como los futuros
sobre divisas, para lograr eliminar, o por lo menos minimizar esas posibilidades de obtener pérdidas,
como consecuencia de las variaciones de los tipos de cambio.
El riesgo de cambio surgió en la década de los 70's, cuando se abandonó definitivamente la paridad oro
de las monedas y se permitió que éstas flotaran. De ese modo sus precios con respecto a las otras
monedas tenían la posibilidad de fluctuar, según fueran las condiciones de mercado de divisas y la
situación de la economía.
Para Vives (1984) la exposición de una empresa al riesgo cambiario puede ser analizada en tres niveles:
Exposición contable: Se refiere al efecto que tiene la devaluación sobre los estados financieros de la
empresa, básicamente el balance general. Muestra la exposición a la devaluación por las diferencias
entre los pasivos y activos denominados en moneda extranjera. El autor considera que no solo se debe
considerar la exposición contable, porque sería "una apreciación sumamente restrictiva y miope de la
exposición al riesgo cambiario" (p. 462).
Exposición de los flujos: Considera la exposición futura al riesgo cambiario, esto por las obligaciones ya
adquiridas o que se necesite adquirir más adelante y que no aparecen en el balance general. Para esto se
comparan los flujos de efectivo de la empresa con y sin la consideración de la devaluación, esto bajo el
supuesto de que las cantidades físicas permanecen constantes.
Exposición económica: Un análisis completo de la exposición al riesgo de cambio también debe
considerar los mercados en los que opera la empresa, sus características y las reacciones que puedan
presentarse. Esto lleva a efectuar una proyección de la situación financiera de la empresa tomando en
cuanta los factores citados, lo cual permitirá observar el efecto sobre la empresa, sobre el mercado y las
decisiones de la gerencia.
Al igual que se expuso anteriormente lo que ocurre ante la inflación, la devaluación también le resta
validez a la contabilidad tradicional, dificultando la planeación, la toma de decisiones, el análisis
financiero, la evaluación de proyectos, aumentando las necesidades de financiamiento, mermando la
rentabilidad y la productividad, etc. Todos esto efectos varían de empresa a empresa, es decir, el efecto
de la devaluación no es uniforme, afectará a aquellas empresas que tengan mayor relación con el sector
externo de la economía y que tengan menor capacidad para reaccionar ante estas situaciones.
Cabe destacar que el análisis de las situaciones de devaluación normalmente es más complejo, ya que en
la mayoría de los casos se ve acompañado de un proceso inflacionario, que generalmente le precede. Así
que la gestión empresarial en estas condiciones es mucho más compleja, ya que el número de variables
en consideración se aumenta conforme más realista se quiere hacer el análisis.
3. Empresas importadoras, exportadoras y con deudas en moneda extranjera
Dependiendo del tipo de empresa a la que se haga referencia, sus operaciones en moneda extranjera y
la importancia de esas operaciones, así se puede esperar un efecto distinto de las variaciones en la tasa
de cambio. De ese modo se pueden tener tres situaciones básicas:

Una empresa que exporta parte o toda su producción.


Una empresa que importa parte o todas sus materias primas y/o producto terminado.
Una empresa que posee financiamiento en moneda extranjera.
Así existen ocho distintas posibilidades, por ejemplo, una empresa que exporta alguna proporción de su
proucción, no importa materias primas pero si posee financiamiento en el exterior, o también una
empresa que no exporta su producción, pero si importa materias primas y posee deudas en moneda
extranjera, etc. Así dependiendo de la situación de la empresa se ve más expuesta al riesgo de cambio o
bien, éste le favorece. A continuación, se hace un recuento de las ocho posibilidades citadas y los
distintos efectos de una devaluación en cada caso.
Puede ser favorable o desfavorable. Depende de si sus ingresos por exportaciones le permiten hacer
frente a su mayor carga financiera en moneda extranjera y a la vez sus mayores costos.
La situación más complicada tiende a darse cuando una empresa se endeuda en moneda extranjera,
sobre todo si además importa, ya que incurre en un riesgo de cambio mayor, y entonces podrían
aumentarse significativamente tanto la carga financiera como los costos. Así una empresa con
obligaciones denominadas en alguna moneda extranjera tendrá que pagar una tasa efectiva superior a la
tasa nominal del préstamo.
La devaluación también afecta las decisiones sobre la conveniencia de aceptar un proyecto, ya que
influye sobre la rentabilidad del proyecto. En estos casos, al igual que con la inflación, se puede calcular
una TIR real del proyecto.
Las empresas pueden buscar protegerse o cubrirse del riesgo de la devaluación de varios modos. Una
opción es protegerse prestando una cantidad equivalente en moneda nacional y dando en garantía un
título a largo plazo en la moneda extranjera. También en los países en los que existen mercados de
futuros de divisas se puede recurrir a éstos como un medio más eficiente de cubrirse del riesgo
cambiario.
Como ha quedado claro, la devaluación tiene una serie de consecuencia nocivas sobre la actividad
empresarial, desde la incertidumbre que provoca, la cual tiene a su vez otros efectos, el aumento en los
costos de los insumos importados, lo cual podría crear la necesidad de buscar otros insumos sustitutos
(tal vez con una menor relación calidad/precio), crédito externo más restringido, etc.
Como se ha mostrado, el impacto de la devaluación podría ser acentuado en aquellas empresas con
compromisos denominados en moneda extranjera, que requieran insumos importados, que producen
bienes no comerciables, con precios controlados, que enfrentan una demanda muy elástica al precio,
entre otra serie de situaciones que pueden dificultar la operación de la empresa en condiciones en que
la moneda nacional es devaluada.

Algunos puntos destacables

Las empresas modernas se enfrentan a un entorno cada vez más cambiante, inestable y complejo, en el
cual sobrevivir depende de su habilidad para adaptarse y aprovechar sus ventajas y las oportunidades
que se le presenten.
Las organizaciones en la actualidad no pueden dejar de tomar en cuenta los diferentes acontecimientos
que ocurren en su entorno político, legal, económico, socio cultural, tecnológico, tanto a nivel nacional
como internacional.
Aunque las teorías clásicas de la administración concedieron poco importancia al entorno, luego, con la
aparición del enfoque sistémico y otras teorías y planteamientos recientes, se ha reconocido la
relevancia que el ambiente significa para la dirección de la empresa en la actualidad.
El entorno o ambiente externo está compuesto por una serie de elementos que se encuentran fuera del
control de la empresa, dentro de ellos el entorno económico. Los principales aspectos que el diagnóstico
económico requiere en este sentido se pueden resumir en cinco bloques: 1. Nivel de actividad
económica y utilización de los recursos productivos. 2. Comportamiento de las relaciones externas. 3.
Comportamiento de las finanzas públicas. 4. Comportamiento de las variables monetarias y financieras.
5. Comportamiento de los distintos niveles de precios.
La inflación es un fenómeno básicamente de carácter monetario. Tanto la presión de la demanda como
el empuje de los costos, las causas estructurales y las expectativas pueden causar un aumento sostenido
en el nivel general de precios sólo si a la vez se da un aumento de la cantidad de dinero en circulación.
La inflación causa una serie de consecuencias nocivas sobre la economía en general: disminuye el poder
adquisitivo del dinero, introduce distorsiones en el sistema financiero, genera costos e ineficiencia,
desestimula la inversión productiva, afecta la balanza de pagos y distorsiona el papel orientador del
mercado. La inflación no afecta a todos por igual, algunos se benefician y muchos otros se perjudican, es
decir se da también una redistribución de la riqueza.
La depreciación de la moneda nacional tiende a estimular a los sectores exportadores, y también
provoca el efecto inverso sobre los importadores. Además generalmente se da una relación entre la
inflación y la devaluación, ya que al estimular la exportación también se empuja al alza a la demanda
agregada, y al mismo tiempo se da una elevación de los costos, por el aumento en el precio de los
insumos importados. De igual modo que sucede con la inflación, la devaluación favorece a algunos y
perjudica a otros.
La inflación afecta la elaboración e interpretación del presupuesto de capital de las empresas, ya que
afecta los flujos de efectivo, tiende a incrementar artificialmente las utilidades y de ahí que una parte
creciente sea gravada, lo que finalmente da como resultado que los flujos reales sean más bien menores.
Para considerar este efecto la empresa necesita ajustar sus ingresos, costos y gastos a la inflación, para
tener así flujos ajustados por la inflación. Luego se ajustan la tasa de descuento, el valor actual neto y la
tasa interna de retorno, para que consideren a la inflación, y se pueda obtener así una adecuada
evaluación de los proyectos.
La inflación merma la productividad de las empresas, varía las combinaciones de recursos empleadas en
el proceso productivo, esto al cambiar sus precios relativos. Además dificulta los aumentos en la
capacidad instalada al dificultar la reposición de los activos.
La información contable tradicional se distorsiona como consecuencia de la inflación:
Afecta la fijación de precios con base en el costo histórico, ya que podría no cubrirse la reposición de los
inventarios.
Se deforman los estados financieros: se erosiona el patrimonio y los resultados económicos, y cambia la
composición del balance general.
Se subvaloran los costos de ventas.
No se consideran las pérdidas por la tenencia de activos monetarios.
Se corre el riesgo de repartir dividendos por encima de las utilidades reales.
La información contable no es compatible a lo largo del tiempo.
Para efectos de contar con información suficiente y adecuada, o sea no sesgada, para el análisis y la toma
de decisiones, las empresas necesitan emplear métodos alternativos a la contabilidad histórica, que la
complementen. Por ejemplo la contabilidad ajustada por el nivel general de precios, la contabilidad del
costo de reposición o la contabilidad del costo de reposición ajustada.
En períodos de inflación resulta más conveniente el uso del método UEPS para la valoración de los
inventarios que el PEPS, pues este último exagera la utilidad.
En períodos de inflación la empresa necesita de mayor financiación, tanto por el aumento en los costos
como para financiar el mantenimiento de su capacidad productiva o su crecimiento. Además la inflación
tiende a favorecer a los deudores, por lo tanto las empresas generalmente buscan endeudarse,
aumentar el plazo de pago a los proveedores, disminuir el plazo de cobro a los clientes, y en la medida
de lo posible, disminuir la tenencia de activos, sobre todo los monetarios.
El análisis de razones financieras se ve fuertemente afectado, ya que se da un aumento ficticio en las
razones de eficiencia, rentabilidad y solvencia, mientras que afecta en sentido inverso a las razones de
liquidez.
En períodos de inflación la tasa impositiva real es mayor que la nominal, lo cual puede provocar
problemas de liquidez para la empresa, descapitalización y una disminución de la capacidad productiva.
El proceso de toma de decisiones se ve afectado por la distorsión ocasionada sobre la información
contable y la incertidumbre presente en el entorno. Así el uso de información sesgada puede llevar a
graves errores, lo cual recalca la necesidad de usar técnicas que permitan ajustar la información a la
inflación.
La posibilidad de que en algún momento futuro se dé una devaluación de la moneda nacional genera
que las empresas se vean expuestas al riesgo de cambio, el cual se da en tres niveles básicos: el
contables, de los flujos y el económico. Al considerar los tres se obtiene una adecuada visión de qué tan
vulnerable es la empresa ante una eventual devaluación.
La devaluación también distorsiona la información contable, afecta el análisis financiero, la planeación, la
toma de decisiones, etc., fundamentalmente por la inestabilidad y la incertidumbre que provoca.
Las empresas que poseen deudas en moneda extranjera o que importan insumos o producto terminado,
son las empresas que se encuentran más fuertemente expuestas al riesgo de cambio, sobre todo si no
producen bienes exportables. Al contrario las empresas exportadoras se verían beneficiadas de tal
situación, más aún si no importan sus insumos ni tienen obligaciones en moneda extranjera.
Las empresas pueden ajustar la información para medir el impacto de la devaluación y poder así tomar
decisiones más acertadas.
El cambio en los niveles de precios y en la tasa de cambio tienen un impacto significativo y desigual
sobre la información financiera de la empresa. Este efecto no puede ignorarse, ya que con base en esa
información la gerencia y los inversionistas toman sus decisiones. Así los estados financieros deben ser
corregidos, a fin de eliminar todos estos sesgos y valorar la situación de la empresa con base en estos
nuevos datos. Para conseguir esto la empresa debe implementar políticas adaptativas y reconocer
claramente las variables relevantes dentro del sistema económico, ya que estos son fenómenos sobre los
cuales la empresa no tiene capacidad de acción, sólo puede adaptar sus políticas para mermar sus
efectos negativos.

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