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La contabilidad se propone brindar información, entre otros aspectos, sobre la composición del
patrimonio y su evolución a lo largo del tiempo. En todo ente, el patrimonio está compuesto por
una multiplicidad de elementos heterogéneos.
Para permitir su comparación a lo largo del tiempo o en un mismo momento entre distintos entes,
la contabilidad debe presentar el patrimonio mediante un recurso que permite reducir los
diferentes elementos que lo componen a una expresión que haga factible agruparlos y
compararlos fácilmente. Este recurso consiste en elegir una moneda de cuenta y en valorizar los
diversos elementos patrimoniales asignándole un precio a cada unidad.
Generalmente, se utiliza como moneda de cuenta el dinero que tiene curso legal en el país dentro
del cual funciona el ente.
Si la moneda de curso legal mantuviera realmente estable su valor a lo largo del tiempo, no
habría problema alguno en tomarla como unidad de medida. Pero lo habitual es que tal
estabilidad no se dé. Por el contrario, la tendencia universal es a la pérdida del poder adquisitivo
del dinero.
Cabe agregar, que en los últimos años el término "moneda funcional" se utiliza en lugar de
moneda de medición. Se denomina moneda funcional a la del entorno principal en que opera el
ente, es decir en el que genera y aplica los flujos de efectivo. Habitualmente la moneda funcional
del emisor de los estados contables es la que tiene curso legal en el país donde éste se domicilia,
sin embargo, muchos entes deben presentar sus estados contables en moneda local en
cumplimiento de disposiciones legales y otros en otras monedas, ante organismos del exterior.
Teniendo en cuenta lo antes expuesto, nos encontramos con que las normas contables
profesionales, en general, no indican cual debe ser la moneda de presentación de los estados
contables.
Estado de Resultados
Componente Exceso o defecto Causa principal
Ingresos Defecto. Se acumulan importes
medidos en moneda del
pasado.
Gastos Defecto. Ídem.
Ganancias y pérdidas Exceso o defecto. Sus medidas contables
resultan normalmente de
acumular cifras que resultaron
(en cada caso) de la
comparación entre un importe
expresado en moneda de
cierto momento con otro
expresado en moneda de un
momento anterior.
Resultado del periodo Exceso o defecto. Depende de las distorsiones
de las cifras que lo componen.
Ver el comentario que sigue al
cuadro.
Ya mencionamos que la medida contable (no ajustada) del resultado del período puede quedar
expresada en exceso o en defecto, lo que en buena medida depende de la estructura financiera
del emisor de los estados financieros.
De todos modos, cabe esperar que sean más los casos en que la ganancia del periodo quede
expresada en exceso (o la pérdida en defecto) porque la medida asignada al patrimonio inicial
suele estar más afectada que la del patrimonio final. Como se indica en el cuadro, esto sucede
porque:
a) el primero está mal medido al cierre del ejercicio anterior; y
b) la inflación del periodo corriente, acrecienta el defecto de medición.
Al escribir los párrafos precedentes supusimos que las medidas contables asignadas a costos e
ingresos se basan en precios de contado. SI ellas incluyesen componentes financieros implícitos,
se producirían algunas distorsiones adicionales, incluyendo la medición en exceso de créditos y
deudas, y a que estarían expresados en moneda del futuro. También podría ocurrir que algunos
problemas cambiasen de signo.
Es de enfatizar que aunque las distorsiones de los resultados periódicos vayan cambiando de
signo, en el largo plazo prevalecen las medidas excesivas de los resultados acumulados. Si en
algún momento una entidad tuviera activos y pasivos expresados en moneda de la fecha de los
estados financieros, la medida asignada a su patrimonio neto no estarla afectada por los efectos
de la Inflación, pero;
a) los aportes de los propietarios estarían medidos en defecto;
b) consecuentemente, los resultados acumulados lo estarían en exceso.
Una consecuencia indeseable de esto es que una entidad podría distribuir parte de su capital bajo
la forma de dividendos.
Se advierte que se pasa de una utilidad de $ 30.000, antes de tomar en cuenta el efecto de la
inflación, a una pérdida de $ 44.100 cuando se calcula el resultado en moneda homogénea.
Por tanto, no podría reexpresarse directamente el saldo de este tipo de cuentas (Utilidad por
venta de terrenos, Resultado Venta Acciones y similares) porque no habría coeficiente de
reexpresión que permitiera pasar de utilidad a pérdida.
Para ello el coeficiente tendría que ser negativo (menor que cero), lo que es imposible. En
períodos de inflación los coeficientes son siempre superiores a l. En lapsos de baja de precios
pueden ser inferiores a 1, pero siempre mayores que cero. Esto se debe a que el coeficiente
surge de un cociente entre índices de precios y tanto el numerador como el denominador de tal
cociente son positivos (mayores que cero). En consecuencia el coeficiente siempre será positivo.
Conclusión: Para reexpresar las cuentas cuyos saldos surgen por diferencia entre otros
importes, dichos saldos deben segregarse en sus elementos componentes, y éstos deben
reexpresarse por separado
Esto es aplicable, entre otros, a los siguientes casos:
• Resultados de venta de títulos: hay que reexpresar separadamente el precio de venta y
el costo de adquisición de los títulos vendidos.
• Diferencias de cambio: deben reexpresarse, por un lado, el precio de venta de la
moneda extranjera y, por otro, el costo original de la misma.
Si la diferencia de cambio estuviera originada en deudas, deben reexpresarse, por una
parte, el importe abonado para cancelar la deuda y, por otra, el importe original de la
obligación.
• Utilidad bruta: en primera instancia deben reexpresarse separadamente las cifras de
ventas y de costo de ventas.
El importe reexpresado de la utilidad bruta surge de restar ambas cifras reexpresadas.
Análogamente, en el balance general aparecen importes que surgen por suma de partidas, como
los totales de activo y pasivo.
Estos totales de activo, de pasivo o de patrimonio neto debe ser reexresados. Pero la reexpresión
no se lleva a cabo multiplicando su importe original por coeficiente alguno, sino sumando todas
las partidas que lo componen, una vez reexpresadas cada una de ellas.
Dado que la partida doble es balanceante, se llega al mismo importe por los siguientes caminos:
a) Determinar el RECPAM a través de la desvalorización de las partidas monetarias, como
se ha hecho en el cuadro anterior;
b) Determinar el RECPAM como contrapartida de reexpresar por inflación las partidas no
monetarias.
Esto podemos corroborado reexpresando todas las partidas de los estados contables al 30/6.
En el caso que estamos resolviendo, los activos y pasivos existentes al cierre de ejercicio son
íntegramente monetarios. En consecuencia, la única partida patrimonial que debe ser
reexpresada es el capital original, que era de $10.000 y que, por efecto de la inflación del 5% de
enero a junio, pasará a ser de $10.500. Resulta: