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DE LA LIBERACION A LA BANALIDAD

LAS DOS CARAS DEL MOVIMIENTO POSMODERNO

Irving Daniel Flores Barrera


Arquitectura, Instituto Tecnológico de Durango
Pensamiento Arquitectónico Contemporáneo
Arq. Víctor Manuel Rivera Sánchez
Mayo de 2022
Ya se ha visto cómo el movimiento moderno entró en crisis a partir de los años 60 (o
incluso antes), surgiendo una negación de estos postulados, ya que, como ocurre con todas
las corrientes e ideologías, se comenzó a cuestionar la esencia primaria. Y es que la
corriente arquitectónica funcionalista fue reprobada por ser considerada fría, monótona y
que no llegaba a conectar con el público, que no conseguía ver algo estético en sus
edificios, un movimiento de intelectuales para intelectuales, pero que dejaba de lado la
sociedad mayoritaria, la cual no comprendía realmente las razones del porqué del ser de las
edificaciones.

Esto ocasionó el surgimiento de un nuevo modelo arquitectónico que fuese del agrado tanto
de los profesionales de la materia, incorporando referencias de culto; como por el público
en general, con elementos que fueran fácilmente reconocibles. Se trataba de adaptar las
edificaciones a la sociedad del momento, una ciudadanía que a partir de los años 70 es cada
vez más distraída e ignorante, en donde las ideologías absolutas van dejando paso a la
relativización.
Estas ideas originaron que reaparecieran piezas ornamentales y constructivas históricas,
propias de la arquitectura anterior del siglo XX.

Además de ese guiño que hace a los estilos históricos, es fundamental la puesta en valor
que hace del entorno en el que el edificio está inserto, pues tienen en consideración cómo
han sido construidos los edificios que ya estaban en el lugar para integrar los nuevos en el
espacio. Esto provocará a veces que sean ambientes probablemente ambiguos y
contradictorios, en donde puede parecer que el edificio no encaja con el lugar en que se
encuentra, llamando la atención del espectador.  Es característico también de las
construcciones posmodernas la provocación del desconcierto, pues es habitual introducir
algún elemento de extrañeza y de confrontación entre el exterior y el interior.

Jean-Francois Lyotard, sociólogo francés, explica:

La Posmodernidad se presenta como una reivindicación de lo individual y local


frente a lo universal. La fragmentación, la babelización, no es ya considerada un mal sino
un estado positivo, por qué; permite la liberación del individuo, quien, despojado de las
ilusiones de las utopías centradas en la lucha por un futuro utópico, puede vivir libremente
y gozar el presente siguiendo sus inclinaciones y sus gustos. (Lyotard, 1979).

Así pues, se puede entender la posmodernidad de nuestra cultura como un escape de la


razón y de la libertad de la influencia ejercida por los anteriores grandes exponentes de la
modernidad, los cuales, desde la nueva perspectiva, resultaban nocivos para el ser humano
porque buscaban una homogeneización que elimina toda diversidad y pluralidad:
La posmodernidad, dice Lyotard, es una edad de la cultura. Es la era del conocimiento y la
información, los cuales se constituyen en medios de poder; época de desencanto y
declinación de los ideales modernos; es el fin, la muerte anunciada de la idea de progreso.

Se escapa de una monótona realidad donde todo era regido por una serie de patrones y
características, donde las obras de los últimos años no eran más que repeticiones
ínfimamente modificadas, carentes de esencia y de un valor real. La posmodernidad vino a
reivindicar el significado de la palabra arquitectura, y lo que en un momento significó
universalidad, ahora representaba a los individuos y a su identidad.

La posmodernidad fue muy inclusiva en arquitectura, muy flexible, tolerante a cuanta idea
se presentara en la mente del arquitecto o diseñador. Pero claro, como buen movimiento
artístico llega un punto en el que de cierta forma desaparece la esencia del mismo, y tal y
como aconteció con su predecesor, el movimiento moderno, de a poco se iba olvidando y
dejando de lado el principal objetivo del posmodernismo: representar la identidad del ser,
regresando a sus raíces e impregnando de un sentimiento de propiedad al objeto.

Con el paso del tiempo la idea se fue disolviendo y era común ver construcciones cada vez
mas alejadas del movimiento que aparentemente las englobaba.

Karen Nichols, colaboradora en los principales proyectos de Michael Graves, explica:


"Graves había llegado a la conclusión de que para que la arquitectura fuera más intuitiva y
fácil de aceptar por un público amplio debía ser figurativa. La intención era darle al
transeúnte, o al espectador, la oportunidad de empatizar con los edificios que le rodeaban."
(Peio, 2019)

A su vez, sostiene el crítico de arte español Fernando Castro Flórez "La arquitectura
posmoderna se enredó en un ornamentalismo delirante y para mediados de la década de los
ochenta ya era un fósil que no exhibía otra cosa que el ridículo." (Flórez, 2019).

Es con estas palabras que podemos entender dos cosas, en primer lugar, que la visión de la
arquitectura había cambiado enormemente en cuestión de algunos años, si bien el
movimiento posmoderno comenzó siendo una respuesta a su predecesor, incorporando un
sentido mucho más emotivo, libre y expresivo, luego de un tiempo se transformó en algo
vacío donde se priorizó tanto el significado formal, que dio lugar a los conocidos como
edificios “pato”. Y, en segundo lugar; que ese mismo cambio de visión fue lo que provocó
la decadencia del movimiento.

Resulta irónico pensar que un movimiento nacido de la necesidad de los artistas por
expresar lo que sienten, que había sido limitado de una manera casi totalitaria debido a la
uniformidad del modernismo, haya terminado siendo un referente de la banalidad, el
ridículo, y la facilidad de hacer "arquitectura" utilizando formas literales.

Durante la modernidad surgió una arquitectura muy democrática, en la cual se uniformizó


la forma, pero se llegó al punto de considerar un valor que un mismo edificio pudiera estar
en diferentes lugares, aunque poseyeran distintos climas y grupos humanos. Se dejó de lado
la identidad. La posmodernidad habló de variables regionales, culturales o climáticas. Es
entonces que podemos notar la verdadera posmodernidad, por esa razón es que se observan
figuras tan diferentes, formas onduladas, colores llamativos, materiales poco comunes,
referencias al pasado y al lugar, humor, ironía, y más cosas que no se pueden describir,
porque es justamente eso uno de los factores que promovieron la decadencia del
movimiento; si era tan fácil como hacer curvas y poner muchos colores, entonces ¿Por qué
no todos hacemos arquitectura posmoderna?

Y es que justamente cuando se identifican características específicas de algún movimiento


es cuando podemos darnos cuenta de que este mismo comienza a palidecer frente a nuestros
ojos, somos nosotros mismo los culpables del deterioro de la arquitectura en nuestro afán
por replicar lo que vemos y conocemos, encasillamos y etiquetamos una corriente solo por
las características que podemos distinguir visualmente, olvidando así que lo mas importante
es el “contenido”, la esencia, la idea con que fue concebida y el propósito con que fue
construido.

El movimiento posmoderno nació para liberarnos, pero murió para disgustarnos.


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Flórez, F. (2019). Estética de la crueldad: Enmarcados artísticos en tiempo desquiciado.

Editorial FORCOLA.

Lyotard, J. (1979). La condición posmoderna. Editorial Catedra.

Peio, H. (2019, 14 octubre). ¿Espanto o monumento? Perversiones, conquistas y fracasos

de la arquitectura posmoderna. El País. Recuperado 26 de mayo de 2022, de

https://elpais.com/elpais/2019/10/14/icon_design/1571050750_213096.html

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