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Esto ocasionó el surgimiento de un nuevo modelo arquitectónico que fuese del agrado tanto
de los profesionales de la materia, incorporando referencias de culto; como por el público
en general, con elementos que fueran fácilmente reconocibles. Se trataba de adaptar las
edificaciones a la sociedad del momento, una ciudadanía que a partir de los años 70 es cada
vez más distraída e ignorante, en donde las ideologías absolutas van dejando paso a la
relativización.
Estas ideas originaron que reaparecieran piezas ornamentales y constructivas históricas,
propias de la arquitectura anterior del siglo XX.
Además de ese guiño que hace a los estilos históricos, es fundamental la puesta en valor
que hace del entorno en el que el edificio está inserto, pues tienen en consideración cómo
han sido construidos los edificios que ya estaban en el lugar para integrar los nuevos en el
espacio. Esto provocará a veces que sean ambientes probablemente ambiguos y
contradictorios, en donde puede parecer que el edificio no encaja con el lugar en que se
encuentra, llamando la atención del espectador. Es característico también de las
construcciones posmodernas la provocación del desconcierto, pues es habitual introducir
algún elemento de extrañeza y de confrontación entre el exterior y el interior.
Se escapa de una monótona realidad donde todo era regido por una serie de patrones y
características, donde las obras de los últimos años no eran más que repeticiones
ínfimamente modificadas, carentes de esencia y de un valor real. La posmodernidad vino a
reivindicar el significado de la palabra arquitectura, y lo que en un momento significó
universalidad, ahora representaba a los individuos y a su identidad.
La posmodernidad fue muy inclusiva en arquitectura, muy flexible, tolerante a cuanta idea
se presentara en la mente del arquitecto o diseñador. Pero claro, como buen movimiento
artístico llega un punto en el que de cierta forma desaparece la esencia del mismo, y tal y
como aconteció con su predecesor, el movimiento moderno, de a poco se iba olvidando y
dejando de lado el principal objetivo del posmodernismo: representar la identidad del ser,
regresando a sus raíces e impregnando de un sentimiento de propiedad al objeto.
Con el paso del tiempo la idea se fue disolviendo y era común ver construcciones cada vez
mas alejadas del movimiento que aparentemente las englobaba.
A su vez, sostiene el crítico de arte español Fernando Castro Flórez "La arquitectura
posmoderna se enredó en un ornamentalismo delirante y para mediados de la década de los
ochenta ya era un fósil que no exhibía otra cosa que el ridículo." (Flórez, 2019).
Es con estas palabras que podemos entender dos cosas, en primer lugar, que la visión de la
arquitectura había cambiado enormemente en cuestión de algunos años, si bien el
movimiento posmoderno comenzó siendo una respuesta a su predecesor, incorporando un
sentido mucho más emotivo, libre y expresivo, luego de un tiempo se transformó en algo
vacío donde se priorizó tanto el significado formal, que dio lugar a los conocidos como
edificios “pato”. Y, en segundo lugar; que ese mismo cambio de visión fue lo que provocó
la decadencia del movimiento.
Resulta irónico pensar que un movimiento nacido de la necesidad de los artistas por
expresar lo que sienten, que había sido limitado de una manera casi totalitaria debido a la
uniformidad del modernismo, haya terminado siendo un referente de la banalidad, el
ridículo, y la facilidad de hacer "arquitectura" utilizando formas literales.
Editorial FORCOLA.
https://elpais.com/elpais/2019/10/14/icon_design/1571050750_213096.html