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Revista eure (Vol. XXXI, Nº 93), pp. 101-115, Santiago de Chile, agosto 2005
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autores, un 57% de los cinistas sólo pasan y los que se En el último y más breve ca-
santiaguinos tiene una visión ne- quedan y la viven son los jubila- pítulo del libro, “Nosotros/Los
gativa sobre el futuro de la ciudad. dos, los desempleados y los Otros”, se hace presente el dilema
inmigrantes. La Plaza Italia, el lí- que viven los ciudadanos en tér-
Los autores aventuran una ex- mite entre los barrios en los que minos de distinguir su ciudad, su
plicación para esta disociación: el viven los más ricos de la ciudad y espacio de pertenencia, de otros
continuo borramiento del pasado los que habitan los más pobres es, en un contexto globalizado. “El
histórico de la ciudad motivado al mismo tiempo, el espacio de las efecto desestabilizador de las mez-
por los constantes terremotos y grandes manifestaciones públicas, clas propiciadas por esta red ge-
desastres naturales que obligan a de las euforias deportivas y políti- nera, en más de un caso, actitudes
reconstruir y reinventarse conti- cas, en las que conviven personas reactivas y defensivas que toman
nuamente y agudizado por el quie- de los más diversos orígenes. la forma de nacionalismos,
bre institucional que significó el integrismos y fundamentalismos:
golpe de Estado de 1973. El mo- En el segundo capítulo, “Los actitudes motivadas por la nostal-
vimiento de ruptura y construc- Ciudadanos”, la mirada se orienta gia” (p. 159).
ción, desde el siglo XIX con la ges- hacia quienes transitan y viven en
tión del intendente Vicuña esos espacios. Son estas personas Los santiaguinos construyen
Mackenna, siempre ha sido moti- las que sobreviven en medio de su percepción de otras ciudades
vado por políticas oficiales más dos movimientos aparentemente latinoamericanas con elementos
orientadas hacia las posibilidades contradictorios: de un lado, la de orígenes heterogéneos, en los
de modernización que a la elabo- convivencia que se mostraba en el que conviven los relatos publici-
ración de los lutos y recuperación capítulo anterior, que tiene con- tarios, los estereotipos, los prejui-
de los patrimonios culturales per- secuencias en la reapropiación y cios étnicos y la experiencia real.
didos, lo que llevaría a que la apari- resignificación de modos de vivir Los inmigrantes son clasificados,
ción de las carencias se pueda dar la ciudad, “que hacen estallar los apreciados o despreciados a partir
sólo en los intersticios de los espa- límites ilustrados de la urbe bajo de estas construcciones, y sus tra-
cios marginales. la presión de las mezclas y de los yectos son espacializados en base
desplazamientos trashumantes de a ellas. Así, el lugar de peruanos y
Así, en un recorrido por los grupos e identidades en tránsito” bolivianos será la Plaza de Armas,
lugares emblemáticos, esos que (p. 88); de otro, la homoge- a la espera de un empleo. Pero in-
retratan las guías turísticas, se des- neización fomentada por los me- cluso estas estructuras nacidas del
cubren en compleja convivencia dios de comunicación, que trazan prejuicio son subvertidas en ese
una heterogeneidad de discursos una ciudad idealizada en la que se mismo espacio con la entrada de
y acciones. El Paseo Ahumada no hacen desaparecer las diferencias los usos y costumbres, de sus co-
se convirtió en el oasis peatonal biográficas y las imaginaciones midas, de sus modos de vivir la
que –para su inauguración du- personales, y en la que puede exis- religión, de sus comunidades de
rante el régimen militar- se espe- tir la ilusión de pertenencia, aun- apoyo.
raba que fuera, porque en él y a que la extensión urbana se haga
través de él se yuxtaponen las vo- cada vez más inabarcable para el
ces de la publicidad, las de los ar- individuo.
tistas de moda que cantan desde
los parlantes de las tiendas de Nuevamente es el “trauma” de
música, las de los músicos esa contradicción lo que resurge 2
Grupos de jóvenes de extracción
folclóricos callejeros en precarias en el pastiche de los guardarropas popular, organizados en torno a la de-
presentaciones, las de los predica- comprados en tiendas de ropa voción por algún club de fútbol (N.
del E.)
dores apocalípticos. La Plaza de usada, en la violencia y pasión de
Armas, centro cívico y eclesiástico las barras bravas2 , en las historias 3
Cafeterías muy populares en
de la ciudad, no es el punto de pesadillescas de la crónica roja y Santiago, cuya característica principal
es la de ser atendidas por mujeres ata-
encuentro de todas las clases so- en la altísima afluencia de públi- viadas con vestidos extremadamente
ciales, porque los ejecutivos y ofi- co en los cafés con piernas3 . cortos y escotados (N. del E.).
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Santiago imaginado: en las dad, a través de las fotografías. Sin uno de los espacios definidos por
imágenes embargo, la mayoría de las veces los autores como emblemáticos de
la imagen no dialoga con el texto, la ciudad. Incluso, un par de ve-
El de las imágenes es un reco- principalmente por la mala cali- ces fotos y gráficos se repiten y
rrido paralelo al de la escritura, en dad técnica de las fotografías. En entorpecen el flujo, porque llaman
el que las fotografías y gráficos no una oscura imagen a duras penas a preguntarse si se trata de dar
ilustran lo que dicen las palabras, se pueden distinguir los contor- cuenta de lo mismo y obligan a
sino que sencillamente muestran nos de la Catedral y las personas retroceder.
algo distinto. que recorren la Plaza de Armas son
sólo bultos. En otra se ve a unos Estas y otras inconsistencias
Como si fuera a través de una borrosísimos carabineros en un hacen que se traicione uno de los
ventana entre dos túneles separa- lugar indeterminado, que un en- objetivos del estudio. Este libro
dos, a ratos las fotografías rozan cabezamiento clarifica: “El Pala- consigue narrar claramente los
exitosamente a la escritura acadé- cio de la Moneda”. imaginarios santiaguinos,
mica. Cuando se habla de Santia- “empalabrarlos”, pero está lejos de
go como un espacio de “vigilan- Aun en otra no se muestra lo siquiera convertirse en la experien-
cias y nomadías” (p. 128) no se que se dice que se muestra: se ve, cia de la ciudad que en su intro-
habla de las cámaras de seguridad pixelada, la avenida Santa María ducción sugiere que será.
que se multiplican en las calles: con el cerro San Cristóbal, pero el
simplemente están presentes y si- encabezamiento anuncia “al fon-
lenciosas, como lo están en la ciu- do, el cerro Santa Lucía” (p. 50) –
María Constanza Mujica*
*
Facultad de Comunicaciones,
Pontificia Universidad Católica de
Chile. E-mail: mcmujica@puc.cl.
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