Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“Quien ama a la Iglesia, no sólo se ocupa de ella, sino que también se preocupa
por ella. Todo tejido de sentimientos amorosos se hace con hilos de
preocupación y de cuidado. En este sentido es corriente ver en el amor entre
las personas, lo mismo que quiero hacer aquí con mi Iglesia. Porque no es raro
encontrar a una persona que quiere mucho a otra corrigiéndole
cuidadosamente el cabello desordenado o el cuello de la camisa torcido o
desacomodado... ¿Me permites que te arregle esto?, ¿o que te acomode esto
otro?... Porque el amor hace que queramos al amado o a la amada libres de
imperfecciones o fealdades. De igual modo, para caer en la cuenta de las
arrugas y fealdades de nuestra Iglesia, es necesario quererla mucho. Y más aún
para intentar embellecerla y hacerla creíble.... Creo que la indiferencia siempre
es un síntoma más grave que el de quien se equivoca por intentar hacer algo.
Vale aquí el viejo adagio de que "quien actúa puede equivocarse, pero quien no
hace nada ya está equivocado". No puedo lavarme las manos. La lealtad para
con la Iglesia no me pide una admiración infantil de cuanto existe en ella.
Pero,como decía arriba, desearía con toda el alma que mi crítica no avanzara más
allá de donde alcanza mi coherencia personal en corregir mi propia vida en la Iglesia.”
(“La Iglesia increíble” de Luis Pérez Aguirre, sacerdote jesuita uruguayo 1941-2001)
En este encuentro te invito a repasar para poder revisar y reformular si fuera necesario, la
mirada sobre la Iglesia que surge de nuestra experiencia como parte de ella; poder decir con
claridad y sin temor qué Jesús anunciamos y mirar aquellos rostros con sus historias que nos
son confiados cada año escolar. Para esta reflexión te voy a compartir la mirada de un grupo
de teólogas y teólogos iberoamericanos que están profundizando en el pensamiento del
Papa Francisco, en su magisterio, que desafía a una conversión profunda que modifique
finalmente la estructura de la Iglesia acercándose a ser cada vez más la comunidad de
hermanos fundada por Jesús (cfr. Hch 2). Y lo hago porque adhiero profundamente a esas
miradas y sueño con esa iglesia que va llegando. Creo que la tarea de la coordinación
pastoral en la escuela es un lugar privilegiado para “ser Iglesia”:es un espacio en el que la
vida es el centro, la vida creyente, en comunidad que vive y celebra su fe.
La coordinación pastoral escolar tiene entre otras responsabilidades , buscar las maneras de
anunciar al resucitado en la escuela: en espacios específicos (se explicita en espacios propios
en los que organizamos los contenidos religiosos Catequesis, ERE, Formación Cristiana, etc *
) pero se sostiene en la vida escolar en general, en el caminar nuestro por la escuela, en los
ámbitos de decisiones ya sean pedagógicas, convivenciales, administrativas. En los equipos
que formamos parte, nuestras acciones, nuestras decisiones darán cuenta inexorablemente
de aquello en lo que creemos. Nuestro estilo en las relaciones, en las formas de resolver
conflictos, el clima de convivencia en los espacios que habitamos en la escuela también
darán cuenta testimonial de nuestro sistema de creencias. Para esta semana de reflexión te
propongo escuchar este canto:
“Soy esta gente, soy esta tierra, soy mi memoria y soy esta historia...”
Somos esta tierra, somos esta gente, somos memoria y somos esta historia tal como
expresa el canto. Y en esta historia que vamos tejiendo junto a otros y otras, vamos dejando
huella , fruto de nuestra coherencia a la hora del encuentro con esos otros y otras; desandar
caminos, resistir, ser artesan@s.
El rol de la coordinación pastoral en la escuela exige que hagamos el ejercicio de revisar los
vínculos, los criterios, los modos, las miradas a la luz de nuestras opciones.
➢ Serenamente y en un momento orante: ese tiempo que nos corre del tiempo y nos
ayuda a entrar hondo acompañados por el ritmo respiratorio te invito a tomar el
papel en el que la semana anterior reescribiste una estrofa del canto para expresar
lo que te enamora de la vida y de la vida en la escuela. Volvé a escuchar la canción
de este encuentro y a modo de diario personal, volcá en él los rostros que en tu
caminar diario en la escuela llenan tu corazón de amor, de dolor, de injusticia, de luz.
Rostros que te invitan a ser “docente artesano/a” cada día. No lo hagas con prisa.
Ponelos en tu oración.
Es con estos rostros, con estos nombres, con estas historias que somos Iglesia, que somos
familia creyente. Es en cada uno de ellos/as en los que Jesús se nos presenta cada día. En
sus historias, en sus preocupaciones, en sus alegrías y tristezas. No se vive la iglesia
cotidiana con “gente especial” que guarda ciertos cánones y eso los hace pertenecer ( viene
a mi memoria la publicidad de una tarjeta de crédito que decía algo así como “pertenecer
tiene sus privilegios…”). La experiencia de iglesia se da en lo más cotidiano y diverso de la
vida y en los gestos cotidianos se expresa lo que decimos creer. Nosotras/os somos Iglesia y
elegimos caminar en ella: no todas/os los que habitamos la escuela adhieren a ser parte de
ella o tienen otros sistemas de creencias pero tenemos que caminar con todas/os...y ahí el
respeto a la pluralidad, a la riqueza que nos traen, a la apertura a construir juntas/os es uno
de los más bellos desafíos.
Por los dones recibidos en el bautismo, por nuestra opción de aceptar el cargo, estamos
invitadas/os a no ocupar “lugares de privilegio” sino a ser servidores, maestros, amigos,
hermanos al estilo de Jesús: rezar cotidianamente nuestra tarea a la luz del evangelio, rezar
solos y en comunidad abiertos siempre al que piensa diferente, al que no comparte nuestras
opciones, a vivir con un corazón grande ser escuela abierta y plural.
Jesús servidor (cfr Jn13,1 y sig), Jesús Maestro( cfr.Lc 4,14 y sig), Jesús hermano(cfr Lc 8,
19-21), Jesús amigo(cfr Jn 11,1-57) : a lo largo del Evangelio encontramos las claves para
desplegar la tarea cotidiana. Nada es lineal ni sin altibajos. Nuestros procesos personales no
son de ninguna manera ni lineales ni sin altibajos; el universo entero atraviesa permanentes
sacudidas y vaya si lo estamos aprendiendo (o al menos experimentando; veremos si
aprendemos) y en estos movimientos es la comunidad la que se constituye en soporte, en
andamiaje. Y también esto tiene sus variaciones. No siempre los tiempos institucionales
están a disposición de los procesos personales pero deberíamos ser creadores casi
contraculturales de espacios orantes, de charla y contención, de compañía, buscadores de
espacios en los que la vida tome su protagonismo despojados del imperioso y muchas veces
tirano tiempo institucional; este servicio que estamos invitadas/os a prestar, estos espacios
que tenemos que crear y sostener son para cada actor institucional: personal docente y no
docente, alumnos y alumnas, familias. Organizada pero lo suficientemente flexible nuestra
vida en la escuela tiene que servir de referencia. A su vez nosotros tenemos que encontrar
en quienes confiar y compartir nuestras experiencias, nuestras inquietudes, nuestros
sueños,nuestros logros y nuestros fracasos. Construir comunidad no es sinónimo de “grupos
de amigas/os”(en todo caso esto es “un plus”), es saber convivir tensionados por sueños y
horizontes comunes, es el respeto por lo diverso y por las particularidades que se
transforman para la comunidad en motivo de riqueza, es tener tiempos de oración
compartida, tiempos de celebración compartida, momentos en los que vale “estar por
estar”. Y en la escuela estos momentos muchas veces hay que inventarlos porque los
horarios son implacables (en tantos años de escuela no fueron pocas las veces en las que
escuché decir:-...”ahí los de pastoral...los que tocan la guitarrita y toman mate”…y es
responsabilidad de nosotras/os como actores institucionales jerarquizar y profesionalizar la
tarea). Hay cierto imaginario que sostiene que el cumplimiento de ciertas actividades (sobre
todo vinculado al nivel pedagógico) le darían a la institución, a cada nivel , la jerarquía , el
estándar que en todo caso “vende”; de la misma manera escuché a muchísimas familias
decir que “lo humano: los modos de relación, los vínculos cuidados, la manera de vivir y
celebrar la fe, la presencia de Jesús y sus enseñanzas en lo cotidiano, una catequesis que
pone palabra a lo simple y a lo complejo de la vida, que incluye a la ESI, que aborda como
urgente el cuidado de la casa común, el conocimiento de cada alumna/o y de su vida,
llamarlos por su nombre sin importar si es un colegio a los que asisten miles por día,es lo
que los invita a elegir ese cole y no otro: el mayor desafío es el equilibrio entre todo esto
por supuesto nada fácil pero posible.
Te invito a leer el texto de la audiencia del papa Francisco del 13 de septiembre de 2018
que sintetiza lo que él llama: “La revolución de la ternura” . Nos invita, entre otras ideas a
…”encarnar la Palabra de Dios para la Iglesia y para el hombre del tercer milenio.
Hoy, más que nunca, hace falta una revolución de la ternura. Esto nos salvará.”
En esta construcción tenemos una enorme responsabilidad sea cual fuere la carga horaria
que tengamos disponible para estar en el cole. Nuestro estar tiene que ser distintivo porque
es cierto que muchas veces “tocar la guitarrita y tomar mate” es el momento en el que se
generan diálogos y encuentros de un valor humano y evangélico único. Muchísimas veces
esos gestos son los que distinguen nuestros espacios y los transforman en
oficinas-aulas-lugares/templos de encuentro, de profundos y tan necesarios encuentros
reconocidos por adultos y pequeños de la comunidad que acuden cuando buscan reposo,
consuelo, fraternidad, formación. En estos números de Evangelii Gaudium 27 y 30
encontramos unas claves que, se refieren a la reforma eclesial que Francisco propone:
podemos sentirnos convocados a repensarnos desde ellas en nuestra pequeña porción de
iglesia escolar.
➢ Te propongo que del documento de “Sínodos y sinodalidad” del grupo
iberoamericano de teología leas la presentación que aporta las claves de la
reflexión que va a estar largamente desarrollada en cada semana de lo que fuera el
seminario completo y luego veas con mucha atención el video 3 de Rafael Luciani
titulado “De la conversión pastoral a la conversión sinodal” (es largo pero no
tedioso. Por supuesto es un seminario para aprovechar en todo su contenido).
Luciani con muchísima claridad define los pasos necesarios que debemos dar para
deconstruir un modelo de iglesia jerárquica, patriarcal, ministerial y empezar a
construir definitivamente una iglesia “sinodal”. Ya el Concilio Vaticano II sobre todo
en Gaudium et spes en la primera parte plantea estas preguntas que siguen tan
vigentes y que deberíamos hacerlas nuestras: ¿Qué piensa del hombre la Iglesia?
¿Qué criterios fundamentales deben recomendarse para levantar el edificio de la
sociedad actual? ¿Qué sentido último tiene la acción humana en el universo? He aquí
las preguntas que aguardan respuesta. Esta hará ver con claridad que el Pueblo de
Dios y la humanidad, de la que aquél forma parte, se prestan mutuo servicio, lo cual
demuestra que la misión de la Iglesia es religiosa y, por lo mismo, plenamente
humana. (cfr GS Primera parte)
Francisco pone sobre la mesa el desafío de darle forma con premura al nuevo modelo que
claramente es definitorio a la hora de ejercer roles y funciones pastorales. (cfr. EG 27 y 30)
Para estos dos encuentros es imprescindible conocer de alguna manera quienes serán
nuestros destinatarios; tener un mínimo acercamiento a las referencias que hayan podido
dar a quienes los hayan entrevistado a la hora de darles las vacantes o los cargos, cuales son
los móviles que los acercan a esta institución y no a otra para que podamos adaptar nuestro
lenguaje, los propósitos del encuentro, los tiempos que utilizaremos para cada momento de
la presentación (fundamentos, ideario, tiempo y contenido de oración, etc).
Me llamo Susana que en hebreo significa "lirio" y junto con los doce, María de Magdala,
Juana, mujer de Cusa, mayordomo de Herodes, y otras muchas, pertenecí al grupo que
seguía a Jesús desde Galilea. (Cf. Lc 8,1-3) Éramos un movimiento extraño, muy distinto de
los que solían agruparse en torno a los rabbis o maestros. Estos no aceptaban nunca mujeres
en su seguimiento y elegían sus discípulos sólo entre varones cultivados y de buena fama,
cosa que no ocurría entre nosotros.
Llevábamos una vida itinerante, recorriendo aldeas y poblados en los que Jesús iba
anunciando la llegada del Reino. El contacto con él era como una ráfaga de libertad que, a
su paso, hacía que todo recobrara vida y novedad. Eran tiempos de recreación, tiempos de
entusiasmo desbordante, como si el vino que él había derrochado en Caná nos embriagase
un poco a todos. "Algo nuevo está naciendo, la fiesta de bodas ha comenzado", decía él.
Desde que se corrió la noticia de que había curado a algunos enfermos, la gente acudía
donde él estaba y, si no podía entrar en la casa, esperaba a la puerta el tiempo que fuera
necesario, con tal de poder verle y tocarle o, al menos, desahogar ante él el peso de sus
sufrimientos. Los que vivíamos cerca de él, no podíamos comprender cómo tenía tiempo
para todos, cómo podía abarcar con su atención y con su afecto a cada una de aquellas
personas agitadas o abatidas por su enfermedad, empapadas de sudor y de polvo, agotadas
por la caminata y la espera, hambrientas de su presencia y de su palabra.