HISTORIA Y VIDA • 3

eleditorial

DIRECTORA Isabel Margarit

REDACTORA JEFE Empar Revert
La memoria
selectiva
REDACCIÓN Francisco Martínez Hoyos
MAQUETACIÓN Mercedes Barragán
COLABORADORA Amelia Pérez (corrección)

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H
ace poco más de un año, la escritora y premio nobel bie-
lorrusa Svetlana Aleksiévich abordaba el fenómeno en
una entrevista: “Me sorprendí viajando por Bielorrusia
[antigua república soviética] descubriendo lo importan-
te que sigue siendo Stalin para la población”. La recupe-
ración del mandatario soviético de la que hablaba Alek-
siévich viene avalada por las encuestas. Según estudios recientes, más de la
mitad de la población rusa actual tiene una buena opinión sobre el “hombre
de acero”. Unos reivindican la figura de Stalin como el estadista que convir-
tió a la Unión Soviética en una superpotencia.
Otros le consideran el gran estratega militar que
consiguió derrotar al fascismo en la Gran Guerra
Patriótica, como se conoce en Rusia la Segunda
Guerra Mundial. Pero ¿está justificada esta nostal-
gia desde un punto de vista histórico?
Astuto, metódico y con una extraordinaria capaci-
dad organizativa, Stalin era también un hombre
desconfiado, intolerante y enormemente vengati-
vo. Para la realización de sus planes, no tuvo escrú-
pulos en eliminar personas, instituciones o cual-
quier otro elemento que creyese conveniente. Su ISABEL
“milagro económico” maquilló las hambrunas que MARGARIT
se desencadenaron en territorios como Ucrania, DIRECTORA
mientras que sus logros bélicos comportaron unas
pérdidas humanas descomunales entre sus compatriotas. Por no hablar de
sus terrible purgas. Su sucesor, Jruschov, puso al descubierto los crímenes
de la era estalinista. No obstante, treinta años después de la disolución de la
URSS, aflora una añoranza del padrecito Stalin. Aquel dictador implacable
logró consolidar un régimen, el socialista, percibido por algunos como más
estable, seguro e igualitario que el actual capitalismo, del que se sienten
desencantados. La memoria, una vez más, se demuestra selectiva. ɿ

Revista controlada por

PORTADA Fotografía coloreada del líder soviético Iósif Stalin,

tomada en los años cuarenta del pasado siglo. HISTORIA Y VIDA no se hace responsable de las opiniones expresadas por los autores de los artículos.

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4 • HISTORIA Y VIDA
sumarioartículos
27
Dossier
La resurrección
del mito de Stalin
Pasados casi setenta años de su
muerte, más de la mitad de la
población rusa tiene hoy una imagen
positiva del dictador. Se le atribuyen
un progreso económico y unos logros
militares que, a la luz de la historia,
resultan altamente cuestionables.
CARLOS JORIC, historiador y periodista
44
Roma nocturna
Entre incendios accidentales, pillajes
y alborotos varios, no parece que
nadie pegara ojo en las noches de la
antigua Roma. / ANTONIO ORTÍ, periodista
48
La hora más oscura
de la historia
Una erupción volcánica, en el año
536 de nuestra era, preludió un ciclo
de frío, hambruna y peste que se
prolongó durante décadas. Las
crónicas mencionan, incluso, que las
madres se comían a sus hijos.
MARIO GARCÍA BARTUAL, paleontólogo
56
Catalina Willoughby
Pudo ser la séptima esposa de
Enrique VIII, pero la duquesa de
Suffolk ya estaba casada y, además,
la sexta mujer del rey, Catalina Parr,
jugó bien sus bazas.
ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN, periodista
60
Moctezuma y Cortés
Para algunos especialistas, el relato
habitual del encuentro entre estas dos
figuras históricas no tiene ninguna
lógica. / CARLOS CARABAÑA, periodista
68
No tan Belle Époque
El terrorismo anarquista y la violencia
de Estado certifican que la Belle
Époque dista de ser como nos la han
contado. / F. MARTÍNEZ HOYOS, doctor en Historia
72
Rebelión en Kronstadt
La sublevación en 1921 de la base
naval de Kronstadt, en el Báltico, da

A la izqda., una mujer sostiene un
retrato de Stalin durante una mar-
cha en Moscú en 2006. / PÁG. 27
Jarrón de la factoría británica Minton,
con la imagen de Medusa y asas de
serpiente. / PÁG. 84
© MET / Regalo de Helene Fortunoff y Robert
Grossman, 2017.
fe de la decepción ante la deriva del
movimiento bolchevique. / ALFONSO
GONZÁLEZ QUESADA, profesor en la UAB
80
Ciencia
Mentiras de
la frenología
Esta seudociencia ha servido para
justificar el racismo en diferentes
momentos históricos.
XAVIER VILALTELLA ORTIZ, periodista
84
Arte
La gorgona Medusa
El arte ha reflejado los cambios en la
interpretación de esta figura mítica.
ANA ECHEVERRÍA ARÍSTEGUI, periodista
HISTORIA Y VIDA • 5
sumariosecciones MARZO 2021
06
En breve
¿El papa de Hitler?
El veredicto sobre el papel de Pío XII
en la Segunda Guerra Mundial sigue
en el aire. / F. MARTÍNEZ HOYOS, doctor en Historia
10
En el foco
La primera guerra
El valle del río Tollense, en Alemania,
pudo ser el escenario del primer
enfrentamiento armado.
SERGI VICH SÁEZ, historiador
12 Arqueología. Giovanni Battista Belzoni, en
Primera plana una ilustración de 1821. / PÁG. 20
Las feministas
contra Norman Mailer 88
El debate entre varias pioneras del
feminismo moderno y el escritor Agenda
Norman Mailer hizo saltar chispas
El Palacio Real de Madrid nos trae
en 1971. / GONZALO TOCA REY, periodista
una sugerente propuesta este mes.
16 92
Lugares
Ayutthaya Entre libros
Neville Chamberlain y Howard
18 Carter protagonizan algunas de las
novedades editoriales más atractivas.
Anécdotas
96
20
De cine
Arqueología Recomendamos seis películas de
Giovanni Belzoni género histórico. / C. JORIC, historiador
Intuitivo y cultivado, este arqueólogo
recaló por casualidad en Egipto, 98
donde descubrió la tumba de Seti I y
penetró en el templo de Abu Simbel. Foto con historia
JOSÉ MIGUEL PARRA, doctor en Historia Dirk Bogarde
Créditos fotográficos: Aci Agencia de Fotografía: p. 94. Álbum Archivo Fotográfico: pp. 22-23, 52-53, 57, 72-73, 76-
77, 98. Edu García: p. 3. Getty Images: portada y pp. 4, 6, 12-13, 15, 20-21, 24, 29, 31, 32, 34-35, 36-37, 38, 39,
40, 41, 42, 43, 44-45, 47, 48-49, 58-59, 62-63, 65, 67, 68-69, 74, 75, 79, 83, 84-85, 92, 93. Gtresonline / AP: p.
10. PhotoAISA: pp. 64, 66. Prisma Archivo: p. 71. Scala Archives, Florence: pp. 70-71. Shutterstock.com: pp. 8, 18,
19, 34, 55, 63. Cortesía de MET Museum: pp. 5, 8, 86, 87. Cortesía de Espasa: p. 8. Cortesía de Library of
Congress, Washington D. C.: pp. 14, 95. Cortesía de Anders Svensson / Bjerknes Centre for Climate Research: p.
50. Cortesía de NASA: p. 51. Cortesía de Palacio Real, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Biblioteca
Nacional de España, CaixaForum Barcelona, Fundación Canal, Museo Ruso, Museo Guggenheim-Bilbao: pp. 88-91.
Cortesía de Historia: p. 91. Cortesía de Debate, Sílex, Ático de los Libros, Confluencias: pp. 92-95. Cortesía de
Fernando Camacho: p. 93. Cortesía de Filmin, Sony Pictures España, A Contracorriente Films, VerCine, B-Team
Pictures, HBO España: pp. 96-97. Pixabay: pp. 16-17, 46. CC: pp. 5, 7, 11, 14, 18, 19, 21, 30, 33, 52, 54, 58, 60-61,
77, 78, 78-79, 80-81, 81, 82, 86. Archivo HISTORIA Y VIDA. Infografía y cartografía: Enric Sorribas / Geotec: p. 21.
6 • HISTORIA Y VIDA
enbreve
¿El papa de Hitler
o el de Roosevelt?
NUEVOS DOCUMENTOS SOBRE LA ACTUACIÓN
DE PÍO XII EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Pío XII, desde el fin de la Se-
A gunda Guerra Mundial, lo
persigue la sombra de la sos-
pecha. Ya en 1945 se le criticaba por
su silencio frente a la barbarie nazi.
Sus defensores, por el contrario, lo
presentaron como un protector de los
judíos. La controversia quedó en se-
gundo plano hasta el estreno, en 1963,
de la obra teatral El vicario. Su autor,
el alemán Rolf Hochhuth, retrató al
pontífice como un cómplice del Tercer
Reich. Ante el escándalo mundial, el
Vaticano reaccionó con la publicación
en diversos volúmenes de documenta-
ción favorable al papa Pacelli.
¿Formó parte El vicario de una campa-
ña de desprestigio orquestada por la
Unión Soviética? Algunos historiado-
res han aceptado esta teoría, pero no
puede decirse que exista unanimidad.
La polémica, en cualquier caso, estaba
lejos de apagarse. La historiografía se
dividió en dos bandos irreconciliables,
los favorables a Pío XII y sus contra-
rios, aunque entre ambos extremos
quedó espacio para posiciones inter-
medias. El debate se reanimó con la
publicación, en 1999, de Hitler’s Pope
(El papa de Hitler), del periodista bri-
tánico John Cornwell, un ataque de-
moledor que suscitó numerosas reac-
ciones a favor y en contra.
Una voz favorable a Pío XII
La última contribución a un tema in-
agotable es la del belga Johan Ickx, un
archivero que lleva muchos años tra-
bajando con los papeles del Vaticano.
En Pio XII e gli ebrei (2021), su investi-
gación se beneficia de la reciente des-
clasificación de documentos de la Se-
gunda Guerra Mundial, en los que ha
encontrado las peticiones de numero-
sos judíos que buscaron el auxilio de
Roma frente a la persecución. Pío XII
organizó la ayuda humanitaria en me-
dio de dificultades casi insuperables,
en lucha permanente contra la presión
constante de la Alemania nazi.
Ickx también señala que el pontífice
mantuvo una muy buena relación con
el presidente de Estados Unidos, hasta
el punto de que el inquilino de la Casa
Blanca se permitía tratarle con una fa-
miliaridad desconcertante en el ámbi-
to diplomático. Desde esta óptica, se-
ría más correcto hablar del papa de
Roosevelt que del papa de Hitler. No
obstante, es improbable que la publi-
cación de nuevos documentos zanje de
una vez por todas la cuestión. Nadie
discute que Pío XII ayudara a judíos
necesitados, el problema radica en dis-
cernir si se limitó a gestos aislados o
desarrolló una política coherente.
FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS

Royal Albert Hall, el templo cultural del príncipe Alberto
UN TRIUNFO PÓSTUMO
n A day in the life, una de sus
E canciones más vanguardistas,
los Beatles se preguntaban
“cuántos agujeros son necesarios para
llenar el Albert Hall” (en inglés, hole,
agujero, suena parecido a hall, audito-
rio). Con este comentario surrealista,
John Lennon hacía referencia a uno de
los edificios más representativos de
Londres, de cuya inauguración se cum-
plen este mes 150 años. Fue el 29 de
marzo de 1871. Su nombre, como re-
sulta fácil imaginar, responde a la me-
moria del príncipe Alberto, el esposo
de la reina Victoria de Inglaterra.
Todo empezó en 1851, tras el éxito de
la Gran Exposición Universal, celebra-
da en Hyde Park. Alberto lanzó la idea
de construir un equipamiento para la
cultura y las artes, pero no vivió lo sufi-
ciente para presenciar su conclusión.
Murió en 1861, a los 42 años, sumiendo
a la reina en un prolongado duelo. El
edificio, en el barrio de South Kensing-
ton, fue obra de los ingenieros Francis
Fowke y Henry Young Darracott Scott.
HISTORIA Y VIDA • 7
enbreve
Lo mejor de lo mejor
Desde su apertura, el Royal Albert Hall
ha albergado los mejores conciertos, ya
fueran de música clásica o popular. En
1968 se celebró allí el festival de Euro-
visión, el primero en retransmitirse en
color, aunque solo en algunos países. El
recinto ha sido escenario de otras mu-
chas actividades, desde actuaciones del
Cirque du Soleil a graduaciones de los
alumnos del Imperial College. El prín-
cipe Alberto estaría satisfecho de un le-
gado tan fructífero. F. M. H.
8 • HISTORIA Y VIDA

enbreve
Consultas
¡Escríbenos...
¿Es cierto que existió un y gana este ensayo!
billete de cien mil dólares? HISTORIA Y VIDA premiará la próxima carta del mes con Más allá y
OLGA BENAVIDES más arriba, de J. A. Vázquez Taín (Espasa). En la carta, de hasta
diez líneas, deben constar nombre, dirección y teléfono.
í, lo hizo Estados Unidos en

S 1934. Este dinero se destinó a las

transacciones internas entre la
Reserva Federal, es decir, el banco
central del país, y los doce bancos re-
gionales que formaban parte de la
misma. Se emitieron 42.000 billetes
que llevaban el retrato del presidente
Woodrow Wilson. ALBERTO CANGA

¿Qué relación existe entre

Montjuïc y los judíos?
ANTONIO RUIZ FERNÁNDEZ

ontjuïc significa “monte de

M los judíos”. El nombre se de-

be al cementerio hebreo que
existía en esta colina barcelonesa, al
menos desde el siglo xi, aunque es pro-
bable que fuera anterior. En la actuali-
dad contamos con restos arqueológi-
cos de la mencionada necrópolis,
como lápidas con inscripciones. El
Montjuïc de la ciudad condal es el más
famoso, pero hay otros, como el de
Gerona, a lo largo de la geografía ca-
talana. ANA TORRES DÍAZ

CARTA DEL MES

Las palabras
del Nuevo Mundo
El descubrimiento de América (HYV 635) también supuso un cambio
en el idioma. La lengua castellana incorporó numerosos préstamos
procedentes de las diversas lenguas indígenas, como el náhuatl o el que-
chua, entre otras. Estas palabras resultaban intraducibles, porque desig-
naban realidades hasta entonces desconocidas, como especies animales
y vegetales. Hamaca, canoa, huracán, poncho, barbacoa o cacique son so-
lo unos pocos ejemplos de esta riqueza léxica. A su vez, el vocabulario de
los nativos se vio también modificado por el de los colonizadores.
JORGE ARACIL BAENA

PUEDES ESCRIBIRNOS al correo electrónico redaccionhyv@historiayvida.com o a la dirección

postal HISTORIA Y VIDA. Av. Diagonal, 477, 16.ª pl. 08036 Barcelona (España). La redacción de la revis-
ta se reserva el derecho a editar las cartas recibidas.
10 • HISTORIA Y VIDA

enelfoco

EN BUSCA DE LA
PRIMERA GUERRA
Durante mucho tiempo se ha considerado la de
Sumer la primera guerra documentada. Unos restos
en Alemania podrían modiÀcar el ranking.
SERGI VICH SÁEZ
HISTORIADOR

D
esde luego, los primeros
enfrentamientos entre
humanos tuvieron lugar,
con seguridad, en la más
remota prehistoria. Crá-
neos hundidos y puntas de flecha entre
las costillas de algún esqueleto así lo de-
muestran. Pero las pruebas más feha-
cientes de un contexto bélico las hallamos
en las pinturas rupestres del Levante
español (8000-4000 a. C.). En ellas pre-
dominan las escenas de caza, pero tam-
bién pueden verse reproducciones de
combates entre grupos de arqueros (Mo-
ratalla, Murcia); verdaderos desfiles en
los que se exhiben armas (Quesa, Valen-
cia); e incluso ejecuciones (Alpera, Al-
bacete). Los ejemplos se multiplican.
Para los expertos, las causas de esos cho-
ques podrían ser varias: de la lucha por
el territorio al rapto de mujeres (algo ha-
bitual en unas sociedades lastradas por
la mortalidad puerperal), pasando por
enemistades ancestrales o la simple ra-
piña. Pero ¿pueden considerarse estas
luchas como partes de una guerra?
Muchos antropólogos opinan que no.
En algún caso podrían esconder com-
bates rituales, cuyo objetivo sería tan-
tear la fuerza del contrario con vistas a
una negociación, algo común en muchas
sociedades primitivas. Pero, más allá
de eso, la escasa densidad demográfica
del período no soportaría un alto nú-
mero de bajas. Por otra parte, resultaría
imprescindible una estructura social y
económica capaz de impulsar y sostener
una guerra en el tiempo, y esa estruc-
tura todavía no existía.
La falta de escritura de aquellas comu-
nidades nos impide saber más. Por ello,
nos vemos obligados a volver la mirada
hacia la primera gran civilización que
ha legado por escrito sus experiencias.
Nos referimos a Sumer.
¿La primera documentada?
A mediados del milenio iii a. C. tuvo lugar
en Sumer un enfrentamiento entre las
ciudades de Umma y Lagash, a veces so-
las y otras con aliados, para delimitar sus
respectivas áreas de soberanía. Esa gue-
rra duraría decenios, hasta que Lugalza-
gesi de Umma (2340-2316 a. C.) alcanzó
la victoria definitiva. Lugalzagesi fue
ensalzado por los sacerdotes del templo
HISTORIA Y VIDA • 11
LA PRIMERA GUERRA DE LA HISTORIA
Arriba, la Estela de los Buitres. A la izqda., cráneo hallado en el yacimiento de Tollense.
del dios Enlil en Nippur como “Rey del La acción, que se situaría entre los años
País” por haber extendido su dominio 1250 y 1200 a. C. (Bronce Final), habría
sobre la totalidad de Sumeria. implicado a gentes que provenían de te-
Según cuentan las crónicas, fueron com- rritorios alejados en más de 100 km del
bates cruentos y con un número impor- lugar. Al parecer, hubo dos ejércitos de
tante de participantes, que su demogra- entre 1.500 y 2.000 hombres cada uno,
fía y estructura socioeconómica ya armados con arcos y flechas, pero también
permitían. A modo de ejemplo, se consi- con escudos de madera, mazas, lanzas e
dera que en el territorio de Lagash podían incluso espadas de bronce. Algunos irían
habitar unas 36.000 personas. Sus ejér- montados en pequeños caballos sin silla
citos, tal como podemos ver en la Estela ni estribos, quizá los jefes, y otros porta-
de los Buitres, y como la arqueología rían cascos y corazas de cuero endurecido.
atestigua, iban bien equipados, con ex- Los restos de heridas de guerra ya cu-
tensas capas y casque- radas en algunos cadáve-
tes de cuero endureci- TOLLENSE res y su panoplia llevan a
do. Portaban grandes UNOS 800 HOMBRES pensar en la existencia de
escudos, lanzas largas, FUERON ANIQUILADOS una verdadera casta gue-
mazas, hachas y puña- ALLÍ SIN PIEDAD rrera, capaz de magnifi-
les, y solían combatir car ancestrales disputas.
formando prietas falanges, mientras el En este caso, el dominio de un vado que
rey, y quizá algunos nobles, iba en un conducía hasta unas salinas. El crecien-
carro de guerra tirado por onagros. te amurallamiento de poblados en la
Sin embargo, en 1997, unos restos huma- región así parece indicarlo.
nos hallados en el valle del río Tollense, ¿Se trató solo de una gran batalla ocasio-
a unos 120 km de Berlín, podrían haber nal o fue el enfrentamiento decisivo de
trastocado este título para Sumer. Exca- una larga guerra? Aún no lo sabemos,
vado sistemáticamente desde 2008, el pero la magnitud del combate hace dudar.
yacimiento alemán ha proporcionado Sea como fuere, la masacre de Tollense,
cerca de 130 cadáveres de hombres jóve- donde los perdedores fueron aniquilados
nes, de entre 20 y 30 años, muertos vio- sin piedad, demuestra que, más allá de
lentamente, aunque los encargados de las grandes guerras que tenían lugar en
su análisis calculan que podrían hallarse Oriente Próximo y el Mediterráneo orien-
hasta unos 800, muchos de los cuales tal, también en la prehistórica Europa
fueron rodeados por tres lados de espal- central, el fantasma de la guerra estaba
das al río y aniquilados sin piedad. cobrando carta de naturaleza. ɿ
12 • HISTORIA Y VIDA

primeraplana

FEMINISTAS VERSUS
NORMAN MAILER

En 1971, un debate enfrentó en
Nueva York a unas activistas del
feminismo y un polémico escritor.
GONZALO TOCA REY PERIODISTA
HISTORIA Y VIDA • 13
EL DEBATE DE TOWN HALL
L
a irrupción volcánica del
#MeToo, las huelgas femi-
nistas en España en los últi-
mos años y los agrios debates
sobre las reformas legales
que deben promover la igualdad de gé-
nero llenaron las portadas de los perió-
dicos antes de la explosión de la pande-
mia. Esa movilización, por supuesto, no
era un fenómeno sin precedentes.
En una sociedad convulsionada por la
tragedia sanitaria y la amenaza de la
catástrofe económica, cualquier otro
asunto tiene que hacerse un lugar a co-
dazos en el debate público. Los focos,
las cámaras y las obsesiones colectivas
vuelcan sus chorros de luz (y oscuridad)
sobre el número de contagios, el porcen-
taje de camas ocupadas en los hospitales
y las cifras de fallecidos.
En el momento en el que esa tupida ma-
rea negra de vidas rotas parece remitir,
cuando nos dicen que hemos sorteado la
última curva, no nos queda un minuto
de paz antes de que estallen los gritos de
la megafonía sobre la inminencia del pa-
ro, la precariedad y la crisis de deuda. Y
lo inundan todo... o casi todo, porque,
afortunadamente, todavía quedan espa-
cios donde podemos recordar que existen
otros grandes desafíos sociales.
Las consecuencias del cambio climático
y la progresiva despoblación de la vieja
clase media deberían seguir reclamando
nuestra atención. La desigualdad de gé-
nero, con la complicación añadida de la
identidad transexual, es otro de los as-
pectos que siguen marcando las vidas
de millones de personas con y sin pan-
demia, con y sin desplomes espectacu-
lares de la economía. El debate interna-
cional que se incendió con el #MeToo en
octubre de 2017, que atizó la convocato-
ria de huelgas feministas y que ha segui-
do provocando controversias legales y
políticas en España, no ha dicho, ni mu-
cho menos, su última palabra.
Hace cinco décadas, en el vórtice de la
segunda ola feminista, sucedió algo pa-
recido. Se escenificó entonces un debate
colosal en Nueva York, que representaba
algunas de las grandes ideas de la época
sobre la liberación de la mujer. Norman
Mailer se vio asediado por legendarias
feministas como Germaine Greer o Be-
tty Friedan y grandes intelectuales que
14 • HISTORIA Y VIDA
primeraplana
no formaban parte del movimiento, pe-
ro sí defendían la igualdad de derechos,
como Diana Trilling, Cynthia Ozick o
Susan Sontag. Y, por cierto, en 1971, el
momento político y económico tampoco
era, precisamente, un oasis.
Richard Nixon regía los destinos de la
Casa Blanca, los demócratas controlaban
las dos cámaras legislativas, el polémico
acercamiento a la China de Mao había
comenzado, la inflación acumulada era
tan disparatada que el presidente repu-
blicano terminó congelando precios y
salarios, Bretton Woods (uno de los gran-
des consensos de la posguerra) estaba a
punto de saltar por los aires y la confron-
tación de Vietnam podía considerarse ya
en fase terminal. Habían comenzado las
negociaciones de paz secretas y la drás-
tica reducción de las tropas, que pasarían
de cerca de 550.000 soldados americanos
en 1969 a menos de 70.000 en 1972.
Mientras tanto, el deterioro de la credi-
bilidad de las instituciones, muy castiga-
das durante los años sesenta, iniciaba su
particular descenso a los infiernos. En
1970, la Guardia Nacional abrió fuego
contra los estudiantes de la Universidad
de Kent que se manifestaban contra la
guerra (murieron cuatro personas), y la
recesión engordó el paro casi un 75%.
Después, 1971 marcó el comienzo de tres
escándalos: el New York Times sacó a la
luz los Papeles del Pentágono, que el Tri-
bunal Supremo permitió publicar, en
contra de los deseos de Nixon, se supo
que la Casa Blanca había pedido los datos
fiscales de un periodista para presionar-
lo y, finalmente, arrancaron los tejema-
nejes y corruptelas que culminarían, más
adelante, con el caso Watergate.
Divididos
En este contexto, existían importantes
divergencias entre los progresistas sobre
qué había que hacer. La nueva izquierda
surgida en los sesenta y la tradicional eran
un matrimonio al borde del divorcio, al-
go que allanaría el camino para las dos
victorias de Nixon, en 1968 y 1972. En la
izquierda había voces discrepantes sobre
cuestiones tan fundamentales como la
agenda para la igualdad de género.
Y eso es lo que puso de relieve el gran
debate que se celebró en el espacio The
Town Hall de Nueva York el 30 de abril
de 1971, que después adquiriría tintes de
leyenda con el documental que se elabo-
ró a partir de su metraje, accesible (en
inglés, sin subtítulos) en YouTube, Town
Bloody Hall. Lo primero que escuchamos
en él es la protesta de una mujer a las
puertas del auditorio. Sugiere que este
evento supone una traición para quienes
no se lo pueden permitir. Cada entrada,
a precios de hoy, costaría 160 dólares.
Las acusaciones de elitismo dentro del
movimiento feminista son, por tanto, an-
tiguas, y también la acusación de que las
feministas representan a una minoría
A la izqda.,
Germaine Greer
en 1972.
Abajo, Betty
Friedan en 1960.
A la dcha., el
escritor y
periodista
Norman Mailer
en 1970.
En la pág.
anterior, la
Marcha por la
Igualdad de 1971
en Nueva York.
privilegiada de mujeres urbanas. Esa se-
ría una de las armas que emplearía la
activista conservadora Phyllis Schlafly,
a partir de 1972, para lanzar una exitosa
marea populista de mujeres tradicionales,
que bloqueó la incorporación a la Cons-
titución estadounidense de una enmien-
da que defendía la igualdad de género.
Uno de los platos fuertes de la noche en
The Town Hall era, naturalmente, Nor-
man Mailer. Acababa de publicar “Pri-
sionero del sexo”, un ensayo que abor-
daba, precisamente, su visión sobre la
relación entre hombres y mujeres, en la
popularísima revista Harper’s. Era el tex-
to con el que el autor esperaba quitarse
de encima la etiqueta, cada vez más ex-
tendida, de gran macho alfa de las letras
americanas y, para muchas intelectuales
feministas, de enemigo a batir.
Este torrente de alcohol, testosterona y
talento literario le había clavado un cor-
taplumas cerca del corazón a su exmujer
en 1960 y había estado a punto de ma-
tarla. Solo tres años antes del debate del
Town Hall, en 1968, había ganado el
Pulitzer y el National Book Award por
una magistral novela de no ficción lla-
mada Los ejércitos de la noche. Tenía mo-
tivos para sentirse cada vez más cerca
del Premio Nobel que, hoy lo sabemos,
jamás conseguiría. Si la Academia sueca
le puso pegas entonces a Nabokov y lue-
go a Philip Roth, ¿qué decir de Mailer?

Las mujeres
no eran “cria-
turas bajas”
ni “diosas”;
esa división
era de Mailer
Contra Mailer
Jacqueline Ceballos, la directora en Nue-
va York de la agrupación feminista Na-
tional Organization for Women, abrió
fuego aquella noche de abril, diciendo
que el escritor neoyorquino, aunque
fuese de izquierdas, representaba el
mismo establishment que su asociación
aspiraba a cambiar.
Antes de eso, Mailer había intentado ex-
plicar que “Prisionero del sexo” no lo con-
vertía ni mucho menos en enemigo de
las feministas, que creía que la liberación
de la mujer era “el acontecimiento cultu-
ral más importante de los últimos años”
y que se sentía muy incómodo con la ma-
nera en la que se había publicitado el de-
bate, como si fuera poco menos que un
combate de boxeo. “No tengo tanta vani-
dad como para creer que un hombre pue-
de enfrentarse a cuatro mujeres”.
La activista australiana Germaine Greer,
que presentaba por entonces el después
célebre ensayo La mujer eunuco, aseguró
que debía enfrentarse aquella noche al
“ser que considero más privilegiado en
la sociedad elitista masculina, el artista
masculino”, una figura que, añadió, qui-
zá fuera más “un asesino que un creador”,
porque atrae todas las miradas y recom-
pensas económicas y eclipsa con su ego
a personas con menos talento que él. Y
refiriéndose, en concreto, a “Prisionero
del sexo”, Greer quiso recordar que las
mujeres no eran ni “criaturas bajas” ni
“diosas”, ni tampoco las dos cosas al mis-
mo tiempo. Esa división era de Mailer.
Después de aquello, los golpes siguieron
sucediéndose sobre el escritor laureado.
Susan Sontag le afeó su lenguaje, Cynthia
HISTORIA Y VIDA • 15
EL DEBATE DE TOWN HALL
Ozick le recordó que había dicho que un
buen novelista debía tener forzosamente
“pelotas”, y Diana Trilling le señaló que,
en vez de insistir tanto en los desafíos
que presenta la biología a las mujeres,
debería prestar más atención a la cultura
represiva que tanto sufrían. De todos mo-
dos, Trilling también se mostró crítica con
las feministas (y su empeño en “prescin-
dir de los hombres hasta en la cama” o
imponer su modelo de mujer), atacó a
Germaine Greer y aclaró que Mailer, por
muchas que fueran sus discrepancias con
él, no era el enemigo de su género.
Finalmente, Betty Friedan, presidenta y
cofundadora de la National Organization
for Women y autora de La mística de la
feminidad, coronó aquella noche con una
síntesis para la historia: “[Norman], te
está costando aceptar que una mujer to-
me la palabra..., nosotras nos expresamos
con distintos tonos. No todas estamos de
acuerdo, tenemos derecho a definir nues-
tras propias diferencias, a discutir nues-
tras propias precisiones y a formarnos
nuestras propias ideologías”. ɿ
16 • HISTORIA Y VIDA

lugares
AYUTTHAYA

La Venecia
de Asia
 HISTORIA Y VIDA • 17

AYUTTHAYA, LA CAPITAL DE SIAM

E n el siglo xvi, los portugueses le dieron a Ayutthaya el sobrenombre de “la

Venecia de Asia”. Tras remontar el río Chao Phraya desde el golfo de Tai-
landia, la primera visión de los europeos al llegar al lugar serían las fas-
tuosas embarcaciones que navegaban por los canales. En las orillas de estos se le-
vantaban grandes palacios y templos budistas, signo del esplendor del reino de
Siam (1351-1767). En sus cuatro siglos de existencia, los sucesivos monarcas fue-
ron incorporando edificaciones, asimilando la cultura de los visitantes. Las rui-
nas del templo Wat Mahathat, el mayor de la ciudad, son testimonio no solo del
progreso tecnológico de sus constructores, sino también de las influencias ex-
tranjeras. Sus murales son una mezcla única del arte japonés, chino y europeo.
Tras el ataque birmano en 1767, la ciudad quedó abandonada. Reconvertida en
parque histórico y Patrimonio de la Humanidad desde 1991, hoy sus ruinas son
un recuerdo melancólico del reino que abanderó. ɿ XAVIER VILALTELLA ORTIZ
18 • HISTORIA Y VIDA

anécdotas

Gorbachov no iba a ser menos...

En 1987, Mijaíl Gorbachov (1931), jefe de Estado de la cualquier ciudadano norteamericano es libre para comparecer
URSS e impulsor de la reforma económica de la peres- ante Ronald Reagan y reprocharle su política, nosotros no so-
troika, aseguró a un periodista que el nivel de libertades alcan- mos menos. A partir de ahora, cualquier ciudadano ruso es li-
zado por su país era equiparable al de Estados Unidos. “Si bre de presentarse ante mí y hablar mal... de Reagan”.

LA CIFRA No hay trovador

¿Sabías que...?
El sueño imperial de Alejandro
Magno (356-323 a. C.) fue tal que,
con el propósito de unificar sus
tierras y que no existieran conflic-
tos étnicos, tras conquistar los te-
rritorios de Oriente decidió que
diez mil de sus soldados (incluido
él) contrajeran matrimonio con
muchachas persas.
2,5 millones
de bloques de piedra
conforman la Gran Pirámide
de Giza, algunos de hasta
ochenta toneladas de peso.
Con sus 146 metros de
altura, se tardó unos veinte
años en construirla.
más fiel
Enrique II de Inglaterra
(1133-1189) y sus hijos
implicaron en sus disputas
a cuantos les rodeaban. Fue
el caso del trovador Bertran de
Born, que tomó partido por Enrique
el Joven, primogénito del rey. Tras la
prematura muerte del príncipe, fue
apresado y condenado a muerte. El
monarca le visitó en su celda: “Os
tenía afecto, Bertran, pero debisteis
perder el juicio y elegisteis el bando
equivocado”. “Os equivocáis, señor
–respondió este–: el juicio lo he per-
dido ahora, porque desde que murió
vuestro hijo perdí el juicio, el saber y
el entendimiento”. Conmovido por
su afecto, le perdonó la vida.
 HISTORIA Y VIDA • 19

anécdotas por GLORIA DAGANZO

¡Nunca en martes y 13!

En los Anales de la Corona de Aragón, el historiador zaragozano Jerónimo Zu-
rita (1512-80) asegura que la tradición de considerar los martes 13 como un
día funesto se deriva de la derrota que sufrieron las huestes de Jaime I (abajo) en Al-
puente durante la campaña de la conquista de Valencia, acaecida el martes 13 de
noviembre de 1236. Las bajas fueron tan numerosas y la supremacía musulmana
tan manifiesta que, desde ese día, los martes 13 se considerarían de mal augurio.

UN FOGOSO
FERNANDO VII
a tercera esposa del rey Fer-

L nando VII, Josefa Amalia de

Sajonia (1803-29), se había
educado en un colegio de monjas de
Dresde, del que salió con quince años
para casarse con el monarca. Este,
conocido por su afición a frecuentar
los burdeles de Madrid y por el tama-
ño descomunal de su miembro viril,
no tardó en encapricharse de la joven
alemana, cuyas únicas aficiones eran
la música y escribir poemas. Llegado
el momento de compartir intimidad,
el susto de la ingenua muchacha fue
tal que se hizo necesaria la interven-
ción del papa Pío VII para que acce-
diera a consumar el matrimonio.

“Hace falta ¿Qué es

mayor virtud la pintura?
para llevar la fortu-
na que para sopor- Cuando un crítico de arte reprochó a
Picasso (1881-1973) haber olvidado
tar la desgracia”. la pintura tradicional para pasarse al
Cubismo, este le respondió: “La pin-
tura es un oficio de ciegos. El pintor
François de La Rochefoucauld
no debe pintar lo que ve, sino lo que
(1613-1680), autor francés
siente, lo que se dice a sí mismo
acerca de lo que ha visto”.
20 • HISTORIA Y VIDA

arqueología

BELZONI
UN FORZUDO
EN ABU SIMBEL
La altura física del arqueólogo Belzoni asombra
tanto como la intelectual. Sus hallazgos en
Egipto marcaron toda una época en el siglo XIX.
JOSÉ MIGUEL PARRA / DOCTOR EN HISTORIA
 HISTORIA Y VIDA • 21

BELZONI Y EL TEMPLO DE ABU SIMBEL

C
uando nació, nada parecía
indicar que nuestro protago-
nista, Giovanni Battista Bel-
zoni (1778-1823), estuviera
destinado a tener una vida
diferente a la de su padre, que era bar-
bero, pero lo cierto es que vivió en tiem-
pos interesantes, que lo acabaron llevan-
do por toda Europa antes de acabar en
Egipto excavando antigüedades.
Belzoni vino al mundo en Padua, en el
seno de una familia originaria de Roma,
ciudad a la que marchó a los dieciséis
años. Allí –contaría tiempo después en
su libro Viajes por Egipto y Nubia– estudió
hidráulica y quiso convertirse en monje,
unos objetivos que quedaron en nada con
la llegada de las fuerzas revolucionarias
francesas en 1798. Obligado por las cir-
cunstancias, abandonó primero Roma y
luego el país. De algún modo, en 1800
terminó recalando en Holanda con su
hermano Francesco, donde estuvieron
trabajando a salto de mata en lo que les
salía, hasta que, en 1803, viajaron a In- Hijo de un
glaterra. Allí, Giovanni conoció a su fu-
tura esposa, Sarah Banne, con la que se barbero, Bel-
unió a un circo ambulante. Fueron sus
conocimientos de ingeniería y su tremen-
zoni se unió
do físico (una altura de 2,01 m, en un
mundo donde la gente apenas alcanzaba
a un circo
el 1,70 m) los que lo convirtieron en el ambulante

MAR MEDITERRÁNEO
ISRAEL
Alejandría

El Cairo
Giza
Oasis de
Bahariya ARABIA
SAUDÍ
Río

E G I P TO
Ni
lo

Valle de los Reyes Luxor

MA

A la izqda., el
LIBIA Asuán
R

interior del
1.ª catarata
RO

templo de Abu
Abu Simbel
JO

Simbel, según
David Roberts,
hacia 1845. NUBIA 2.ª catarata

Arriba, retrato de SUDÁN

Belzoni en una 3.ª catarata 0 250 km
obra de 1821.
22 • HISTORIA Y VIDA
arqueología
forzudo del espectáculo, el “Sansón pa-
tagón”, pues tal era su nombre artístico.
Un lustro bien aprovechado
En 1812, la pareja salió de gira por Es-
paña, Portugal y Sicilia, un periplo que
concluyeron en Malta tres años después.
Allí conocieron a un enviado de Muham-
mad Alí, el pachá de Egipto, que estaba
intentando modernizar el país. Dispues-
to a venderle un aparato de su invención
para elevar agua desde el Nilo, Belzoni
y Sarah viajaron a Egipto, donde su pro-
yecto fue rechazado. No obstante, la pa-
reja decidió quedarse allí y buscar sus-
tento, para lo que contaron con la ayuda
del cónsul británico en El Cairo, Henry
Salt. Este estaba embarcado en una in-
cruenta, pero feroz, guerra con el cónsul
francés, Bernardino Drovetti, por con-
seguir la mayor colección de antigüeda-
des faraónicas, y encontró en Belzoni el
hombre perfecto para ello.
El retirado forzudo de circo demostró su
valía a las primeras de cambio, pues su
inteligencia y conocimientos de física
aplicada le permitieron trasladar al Mu-
seo Británico un gigantesco busto de
Ramsés II que, hasta entonces, se pensa-
ba inamovible. La carrera de protoarqueó-
logo de Belzoni había comenzado, y esta
fue tan espectacular como corta, ya que
apenas estuvo en Egipto cinco laboriosos
años, entre 1815 y 1819, en los que rea-
lizó grandes descubrimientos.
Llegado a Luxor, tras dejar preparado el
busto de Ramsés II para su posterior y
definitivo traslado hasta Alejandría y lue-
go Londres, Belzoni lo dispuso todo para
viajar hasta la segunda catarata, en plena
Nubia. Allí tuvo lugar uno de sus logros
más conocidos, penetrar en el templo de
A la segunda,
pudo penetrar
en el templo
de Abu Simbel
Abu Simbel. En realidad, el monumento
no fue descubierto por Belzoni, sino por
el suizo Johann Ludwig Burckhardt, en
1813. No obstante, convertida su existen-
cia en vox populi, nuestro forzudo prota-
gonista no dudó en visitarlo mientras
remontaba el río en 1816, e intentó pe-
netrar en él durante su viaje de retorno.
Su primer intento fracasó, pero solo mo-
mentáneamente, porque un año después
estaba de regreso, y esta vez sí consiguió
su propósito, tras un mes de trabajo.

A la izqda., el
traslado del busto
de Ramsés II desde
el templo del
Ramesseum hasta
Alejandría, antes de
ser embarcado
hacia Londres para
su exhibición en el
Museo Británico.
La parte superior de la puerta de entrada
quedó accesible la noche del 31 de julio,
pero Belzoni y sus compañeros decidieron
esperar al día siguiente para permitir que
el posible aire viciado del interior se re-
novara. Las habitaciones del templo los
dejaron anonadados por su amplitud y la
belleza de la decoración, pero el calor era
tan intenso, casi 55 oC, que no podían ni
dibujar, porque enseguida el calor de la
mano estropeaba el papel. El caso es que,
conseguida la hazaña y estando escasos
de provisiones, decidieron regresar. Nue-
vas aventuras le esperaban en Luxor.
Nada es azar
Un aspecto poco conocido de la labor de
Belzoni es que sus grandes hallazgos no
fueron fruto de la casualidad, sino de una
cuidadosa observación del yacimiento
que estaba excavando. Su trabajo, para
BELZONI Y EL TEMPLO DE ABU SIMBEL
el que su empleador contaba con el ade-
cuado permiso oficial del pachá de Egip-
to, tuvo mucho más de arqueológico de
lo que se suele pensar. Belzoni no fue un
mero saqueador de ruinas. De hecho, en
el prólogo de su libro se disculpa ante los
posibles eruditos que lo fueran a leer, por
haberle sido imposible no hacer inferen-
cias históricas durante el relato a partir
de su conocimiento de las ruinas.
Un ejemplo de su modo de trabajo lo en-
contramos en su descubrimiento de la
tumba de Seti I. Fue el 16 de julio de 1817,
en sus palabras, “un día afortunado, uno
de los mejores quizá de mi vida”. En el
Valle de los Reyes, Belzoni ya había des-
cubierto alguna tumba menor, que des-
cribió como un mero “pozo de momias”.
El caso es que, a menos de quince metros
de esta primera tumba (que, por desgra-
cia, no resulta posible identificar), Bel-
zoni dijo a sus trabajadores que excava-
ran “al pie de una empinada colina, y
bajo un torrente, el cual, cuando llueve,
vierte una gran cantidad de agua sobre
el punto mismo que hice fuera excavado”.
Nadie consideró posible que una tumba
apareciera en ese punto, y no dudaron
en hacérselo saber, pero Belzoni estaba
convencido de que era un sitio perfecto
para encontrar una, a tenor de las diver-
sas observaciones que había ido haciendo
en la necrópolis. Al día siguiente, su de-
ducción demostró ser certera, porque sus
trabajadores desenterraron el acceso a la
que hoy se conoce como la KV 17, donde
fuera depositada, para su descanso eter-
no, la momia del padre de Ramsés II.
Lo interesante del proceso mental de Bel-
zoni es que, más de un siglo después, los
estudios realizados en las tumbas del
Valle de los Reyes comprobaron que las
tumbas de la XVIII dinastía se encuentran
situadas al fondo de quebradas, justo en
el punto donde caían las aguas de los to-
rrentes ocasionales, todo ello con la in-
tención de ocultar la entrada de la tumba.
Cierto que las tumbas de la XIX, como la
de Seti I, no siguen ya este criterio y se
sitúan algo más visibles, en la ladera de
las colinas, pero el razonamiento de Bel-
zoni no deja de ser sólido. Fue esta misma
capacidad de análisis la que apenas unos
meses después le permitió desvelar en
Giza el misterio que llevaba décadas dan-
do que pensar a los visitantes de la me-
HISTORIA Y VIDA • 23
Junto al
gran hombre
Un explorador como Belzoni
encontró a la compañera perfecta
en la inglesa Sarah Banne, con la
que se casaría en 1813, apenas un
año después de haberse conocido.
Si es poco lo que se conoce de la
vida de Belzoni antes de su llegada
a Egipto, menos todavía sabemos
de su esposa, nacida en 1783.
Se trató de una mujer tan
amante de los viajes como su mari-
do, a quien no solo acompañó de
gira por Inglaterra, sino también a
Egipto. Allí, cuando Sarah no esta-
ba con Belzoni, la pareja pasaba
bastante tiempo separada. En esas
ocasiones, la viajera se dedicaba a
estudiar los hábitos de las mujeres
árabes, y con un grupo de ellas lle-
gó a compartir una vivienda en Lu-
xor. Prueba del coraje de Sarah es
el viaje que, en 1818, realizó en so-
litario a Tierra Santa, donde no le
faltaron aventuras.
Todos esos sucesos los cuen-
ta en un apéndice al libro de su es-
poso, que tituló “El pequeño relato
de la Sra. Belzoni sobre las mujeres
de Egipto, Nubia y Siria”. Tras su re-
greso a Inglaterra y el fallecimiento
de Belzoni, publicó los dibujos de su
esposo de los templos egipcios, en
1825, y sobrevivió gracias a una
pensión que le consiguieron sus ad-
miradores. Murió, casi nonagenaria,
el 12 de enero de 1870.
seta, ¿dónde se encontraba la entrada a
la segunda de las pirámides?
El misterio de Kefrén
La pirámide de Keops (Khufu) ya era de
visita obligada para los turistas desde la
época grecorromana, y, tras la apertura
de un túnel por parte del califa Al Mamún,
de nuevo lo fue a partir del año 800 d. C.
No sucedía lo mismo con la pirámide de
Kefrén (Khafra), a cuyo interior no era
posible acceder a principios del siglo xix
24 • HISTORIA Y VIDA
arqueología
En 1823
organizó una
expedición
al corazón
de África
y que se convirtió en uno de los puntos
de interés de la “arqueología” de la épo-
ca. Los sabios franceses de Napoleón no
lo consiguieron, y tampoco Salt ni Dro-
vetti. Belzoni llegó a El Cairo a finales de
diciembre de 1816, y, tras despertarse su
interés por la cuestión, el 2 de marzo de
1817 consiguió su propósito, aplicando
de nuevo el método “arqueológico”.
Dispuesto a desentrañar el misterio, en
vez de excavar aquí y allá a ver si la suer-
te le sonreía, Belzoni utilizó como ele-
mento de estudio la pirámide que ya
estaba abierta. En ella comprobó que, en
el punto de la cara norte donde estaba la
entrada, en la pirámide de Kefrén se po-
día apreciar un peculiar amontonamien-
to de rocalla y arena, que le hizo pensar
que quizá allí se encontraba la entrada.
Durante varios días sus obreros excava-
ron sin éxito. No obstante, convencido
de su razonamiento, Belzoni estudió la
entrada de Keops con más detalle y com-
probó que, en realidad, no estaba en el
centro, sino desviada hacia el este unos
cuantos metros. Un desvío que aplicó a
su punto de excavación en Kefrén, don-
de, a los pocos días, encontró la entrada,
por la que pudo descender hasta la cá-
mara funeraria. Allí, un grafito de época
árabe le informó de que no era el prime-
ro en hollarla, pero eso no le impidió
añadir su firma a la pared: “Scoperta da
G. Belzoni. 2 de mar. 1818”.
Antes de abandonar definitivamente Egip-
to, en 1818, Belzoni descubrió las ruinas
de Berenice, a orillas del mar Rojo, y en
1819 visitó el oasis de Bahariya, que iden-
tificó, erróneamente, con el de Júpiter
Amnón. Después regresó a Inglaterra con
Inscripción en el acceso
a la pirámide de Kefrén
hecha por Belzoni en 1818.
Sarah, escribió un libro contando sus tri-
bulaciones en Egipto y organizó una ex-
posición con copias de la decoración de
Seti I. Inquieto como era, un explorador
nato, en 1823 organizó una expedición
al corazón de África para visitar Tombuc-
tú; desgraciadamente, un ataque de di-
sentería acabó con su vida en Benín antes
de completar su periplo. ɿ
Para saber más...
CLÁSICO
BELZONI, G. B. Viajes por Egipto y Nu-
bia (3 vols.). Almería: Confluencias (Entre
Piedras, 1-3), 2012-2016.
BIOGRAFÍA
MAYES, S. The great Belzoni. The circus
strongman who discovered Egypt’s an-
cient treasures. Londres: Tauris Parke,
2003. En inglés.
ENSAYO
THOMPSON, J. Wonderful things. A his-
tory of egyptology 1: From Antiquity to
1881. El Cairo: AUC Press, 2015. En inglés.
dossier

STA LIN
H A V UELTO
la R u s ia ac tu al
q u e s u s cit a e n n la
Las s im p a tía s tic o n o m a qu illa
l dic t a d o r s o v ié e s tía,
la fi gu ra d e p o lític o. L a c ar
itin e ra rio
realidad de su rtad y la inmensa mortandad
la fa lt a de lib e M un d ia l
e g u n d a G u e rr a
durant e la S nt e s lo gro s
e c e n s u s a p a r e
enso m b r s .
s y m ilita re
económico
CARLOS JORIC

E L D IC TA D OR
N O S TA L GI A D
P. 28 - A?
E D E GU E R R
P. 36 - ¿H É R O
28 • HISTORIA Y VIDA

dossier

NOSTALGIA
DEL DICTADOR
La Àgura de Stalin está viviendo un resurgimiento en
Rusia. Más de la mitad de la población reivindica sus
logros como economista y militar. ¿Está justiÀcada
esta añoranza desde un punto de vista histórico?
CARLOS JORIC
HISTORIADOR Y PERIODISTA

M
ás de la mitad de la po-
blación rusa actual tie-
ne una buena opinión
sobre Stalin. Eso es lo
que dicen las encuestas.
Según el último estudio (marzo de 2019)
realizado por el centro de demoscopia
ruso Yuri Levada, un 18% de los encues-
tados considera que el dictador soviético
desempeñó un papel “totalmente” posi-
tivo en la historia de Rusia. Y un 52%
cree que fue “bastante” positivo. Los da-
tos coinciden con los de otro estudio re-
ciente. Según el análisis del instituto
estadounidense Pew Research Center,
publicado en 2017, el 58% de los rusos
tiene una opinión “muy” o “mayormen-
te” favorable sobre Stalin. Esta recupe-
ración del mandatario soviético también
se puede observar en muchos de los tes-
timonios que componen El fin del “Homo
Sovieticus” (Acantilado, 2015), de la pre-
mio nobel Svetlana Aleksiévich.
Existen dos grupos de opinión, principal-
mente, entre los nostálgicos de Stalin. Los
primeros reivindican su figura como hom-
bre de Estado. Lo consideran un dirigen-
te de admirable pasado revolucionario,
que sacó al país del feudalismo, lo indus-
trializó, lo convirtió en una potencia eco-
nómica y logró consolidar un sistema, el
socialista, percibido por quienes añoran
la Unión Soviética (incluidos jóvenes,
aunque no vivieron en ella) como más
estable, seguro e igualitario que el actual
capitalista, del que se sienten desencan-
tados. Los segundos, de tendencia más
nacionalista, admiran al líder soviético
como héroe de guerra, como el gran es-
tratega militar que consiguió derrotar al
fascismo en la Gran Guerra Patriótica,
como se conoce en Rusia a la Segunda
 HISTORIA Y VIDA • 29

STALIN, FICCIÓN Y REALIDAD

30 • HISTORIA Y VIDA

dossier
A la izqda.,
Trotski en
Petrogrado (San
Petersburgo)
durante el
invierno de 1918.

A la dcha.,
los altos hornos
de Magnitogorsk,
símbolo de la
industrialización
soviética, en
torno a 1935.

En la pág.
anterior, retrato
de Stalin.

Guerra Mundial. ¿Están justificadas estas
creencias a la luz de los hechos históricos
y la propia biografía de Stalin?
De cura a bolchevique
El pasado de Stalin como revolucionario
es fácilmente mitificable. Su infancia y
juventud están tan llenas de sucesos y
particularidades que parecen casi los de
un héroe de novela. Iósif Vissariónovich
Dzhugashvili nació el 18 de diciembre de
1878 (y no en 1879, como consta en su
biografía oficial) en la pequeña localidad
georgiana de Gori, en una región apar-
tada dentro del Imperio ruso. Era hijo de
un zapatero alcohólico y maltratador y
de una sirvienta devota cristiana, que se
preocupó de que el pequeño Soso, como
lo llamaban, estudiara para hacer carre-
ra en el sacerdocio. Stalin fue el único de
los cuatro hijos de la pareja que sobrevi-
vió. Y no lo tuvo fácil. En 1884 contrajo
la viruela, una enfermedad mortal en la
época, que le dejó profundas marcas en
el rostro. Y en 1890 fue atropellado por
un carruaje, provocándole la atrofia del
hombro y el brazo izquierdos.
El joven Stalin tuvo un primer contacto
con la dura realidad del proletariado ru-
so cuando su padre lo sacó de la escuela,
en la que había destacado como buen
estudiante, y se lo llevó a la fábrica de
zapatos donde trabajaba para que apren-
diera el oficio. Sin embargo, al poco tiem-
po, su madre consiguió que le concedie-
ran una beca en el seminario de Tiflis.
Durante sus estudios en la capital, en los
que aprendió ruso (aunque siempre con-
servó un fuerte acento georgiano, que
influyó en su reticencia a pronunciar dis-
cursos), empezó a interesarse por la poe-
sía (publicó varios poemas de estilo ro-
mántico nacionalista) y el socialismo. No
tardó en unirse a varias organizaciones
marxistas del Cáucaso. Para ello utilizó
un nombre de guerra: Koba, en honor al
protagonista de la popular novela de
Alexander Qazbeghi El parricida (1882),
una suerte de Robin Hood georgiano que
luchaba contra los imperialistas rusos.
En 1901, tras dejar los estudios, decidió
dedicar su vida a la causa revolucionaria.
Con veintitrés años, vestido y peinado
con ese estilo socialista –pelo largo, tra-
je negro y pañuelo o corbata rojos– que
tan atractivo resulta en la actualidad (no
hay que desdeñar la influencia que la
difusión de las fotos del joven Stalin es-
tá teniendo en la “romantización” de su
imagen entre la juventud rusa), Koba
pasó a la clandestinidad, de la que no
saldría hasta la Revolución de 1917. Die-
ciséis años de intensa actividad política
en los que se unió a los bolcheviques,
Después de
la Revolución
de Octubre,
Stalin actuó en
un productivo
segundo plano
abrazó la doctrina leninista (conoció a
Lenin en 1905), escribió obras marxistas,
organizó huelgas, perpetró robos para
recaudar fondos, fue detenido y exiliado
y se fugó en diversas ocasiones. Una agi-
tada vida como revolucionario que se
interrumpió en 1913, cuando fue conde-
nado a cuatro años de exilio en Siberia.
Ese largo período de cautiverio le per-
mitió librarse de combatir en la Primera
Guerra Mundial, pero también le impidió
participar en el inicio de la revolución.
Llamadme Stalin
El joven revolucionario Koba llegó a Pe-
trogrado convertido en un veterano y
ambicioso político llamado Stalin (“hecho
de hierro”). Su llegada a la capital, en
1917, coincidió con la decisión del gobier-

no provisional de Kerensky, que se había
formado tras la abdicación del zar en la
Revolución de Febrero, de arrestar a los
líderes bolcheviques después de las vio-
lentas protestas ocurridas en Petrogrado
a principios de julio. La huida del país
de la cúpula del bolchevismo fue aprove-
chada por Stalin para escalar posiciones
dentro del partido. El georgiano se había
ganado la reputación de ser un líder as-
tuto, metódico y con una extraordinaria
capacidad organizativa, pero también de
ser un hombre muy susceptible, intole-
rante y enormemente vengativo.
A partir de ese afianzamiento en el par-
tido, su ascenso será imparable. Tras la
Revolución de Octubre, en la que Stalin,
poco dotado para la oratoria y la acción,
actuó en un discreto pero muy produc-
tivo segundo plano, el futuro mandatario
se convirtió en uno de los líderes del re-
cién bautizado Partido Comunista de
Rusia. En 1922 fue nombrado secretario
general. En 1924, tras la muerte de Lenin,
protagonizó una lucha sucesoria –espe-
cialmente dura contra sus dos principa-
les rivales políticos, León Trotski y Niko-
lái Bujarin– de la que salió ganador. Y en
1929, tras conseguir derrotar a toda la
oposición (Trotski fue expulsado del país
y asesinado una década después por or-
den suya, y Bujarin fue apartado de la
dirección del partido y ejecutado en 1938
por “alta traición”), se convirtió en el lí-
der absoluto de la Unión Soviética.
Despejado el camino a izquierda (Trots-
ki) y derecha (Bujarin), Stalin tuvo vía
libre para ejecutar sus planes: construir
HISTORIA Y VIDA • 31
STALIN, FICCIÓN Y REALIDAD
el “socialismo en un solo país”, en contra
de la opinión del bloque trotskista, par-
tidario de la “revolución permanente”,
internacionalista; y poner en marcha la
colectivización de la agricultura y la in-
dustrialización acelerada, en oposición
a la postura que defendía el bloque de
Bujarin, partidario de continuar con la
Nueva Política Económica, una suerte de
“capitalismo de Estado” que había pro-
movido Lenin tras la crisis provocada por
la guerra civil. De esta manera, el “esta-
linismo” se había puesto en marcha.
El “milagro económico”
Es uno de los argumentos al que se aga-
rran muchos de los que quieren recuperar
la figura del dictador soviético. Stalin, a
través de sus “planes quinquenales”, con-
32 • HISTORIA Y VIDA
dossier
siguió industrializar la atrasada y agraria
Unión Soviética en un tiempo récord. El
desarrollo económico fue espectacular.
En solo diez años, el país multiplicó su
producción industrial, especialmente en
la metalurgia y siderurgia, convirtiéndo-
se en una potencia mundial. Aumentó la
extracción de carbón, petróleo y oro, gran
parte del territorio fue electrificado, y se
mejoraron los transportes, con la aper-
tura de canales y la ampliación y moder-
nización de la red ferroviaria.
En los años treinta, mientras las demo-
cracias capitalistas sufrían las secuelas
del crac de 1929, la Unión Soviética, con
su economía planificada, no paraba de
crecer. Unos logros que ayudaron a me-
jorar la imagen del régimen en el exterior,
alimentando los sueños de emancipación
y solidaridad obrera de muchos trabaja-
dores e intelectuales del mundo occiden-
tal. Incluso en EE. UU., donde miles de
obreros e ingenieros optaron por emigrar
al país socialista. Del “sueño americano”
se pasó al “sueño proletario”.
Pero ¿cuál fue el precio que pagó la po-
blación por este “gran salto adelante”,
como lo denominó Stalin? Por un lado,
el excesivo énfasis puesto en la produc-
ción de la industria pesada, en gran par-
te con fines bélicos (Stalin estaba con-
vencido de la inminencia de un conflicto
armado con las potencias imperialistas),
provocó una disminución de fabricación
de bienes de consumo, que repercutió
negativamente en el nivel de vida de los
soviéticos. Había escasez de productos y
se formaban largas colas para adquirirlos.
Además, los trabajadores estaban estre-
chamente vigilados. Sus demandas de
mejoras eran tachadas de egoístas o, en
el peor de los casos, de contrarrevolucio-
narias. Desde el régimen se promociona-
ba el sacrificio individual en beneficio de
la colectividad. Fue el llamado “estaja-
novismo”, la competencia entre “obreros
de choque” para ver quién producía más
en menos tiempo. Por otra parte, hay que
señalar que no todos los trabajadores so-
viéticos fueron “felices estajanovistas”.
Cartel de Flax (1931), obra teatral
sobre los planes quinquenales.
Había escasez
de productos
y se forma-
ban largas
colas para
adquirirlos
Los grandes proyectos industriales del
régimen, como el colosal complejo me-
talúrgico de Magnitogorsk o el faraónico
canal entre el mar Blanco y el Báltico,
fueron, en gran parte, construidos con
mano de obra forzada proveniente de los
gulags, los campos de trabajo soviéticos.
La colectivización del campo
El caso de los agricultores fue muchísimo
peor. Como parte de los planes quinque-
nales, se llevó a cabo una importante
reforma agraria con el objetivo de abas-
 HISTORIA Y VIDA • 33

STALIN, FICCIÓN Y REALIDAD

tecer a los centros industriales y crear

excedentes para financiar las importa-
ciones de maquinaria. Esta reforma in-
cluía la colectivización de la agricultura.
A partir de 1928, los campesinos propie-
tarios fueron forzados a entregar sus tie-
rras al Estado. Gran parte de los agricul-
tores, a quienes Stalin miraba con recelo
(los bolcheviques nunca obtuvieron un
apoyo masivo en el campo), vieron cómo
sus condiciones de vida sufrieron un drás-
tico deterioro. Los bajos precios fijados
por el Estado para requisar la producción
(y crear artificialmente excedentes, ya
que el rendimiento nunca igualó a las
necesidades), unidos a una época de ma-
las cosechas (especialmente en Ucrania),
y el sabotaje de quienes se oponían a es-
tas medidas (quema de cultivos, matan-
za de animales de carga), provocaron
pobreza, epidemias y hambrunas.
La oposición a la violencia colectivizado-
Holodomor, la gran hambruna
ra de Stalin no se hizo esperar, sucedién-
dose las protestas, disturbios y sabotajes.
que se cebó con Ucrania
Pero la reacción estatal tampoco. La re- La mala gestión multiplicó los efectos de la escasez
sistencia de los propietarios a entregar
sus tierras, en particular los más adine- Según explica Anne Apple- sez de cosechas y la mala gestión
rados, conocidos como kulaks, fue con- baum en Hambruna roja (De- estatal de los recursos, con una polí-
testada de manera brutal por el gobierno. bate, 2019), se calcula que unos 3,9 tica de requisiciones poco equitativa.
Brigadas de trabajadores, apoyados por millones de ucranianos murieron víc-
el Ejército y la policía, iniciaron una cam- timas de la gran hambruna que aso- El segundo es el desprecio
paña de represión para obligar a los pro- ló el territorio entre 1932 y 1933 de Stalin por el nacionalismo
pietarios a acatar las órdenes. Como re- (arriba, unos campesinos en una ucraniano. La resistencia de los ku-
sultado, cientos de miles de campesinos calle de la entonces capital, Járkov, laks locales a entregar sus tierras es-
fueron represaliados y enviados a campos en 1933). Aunque el hambre fue ge- tuvo teñida de un sentimiento nacio-
de trabajo, y el abandono de las tierras neralizada en todas las regiones ce- nalista que provocó una respuesta
provocó una emigración masiva de ma- realistas de la URSS, por las malas muy dura por parte del Estado. El
no de obra a las ciudades. cosechas y los efectos de la colectivi- mandatario soviético temía un nuevo
Las motivaciones de Stalin para imponer zación, en Ucrania fue especialmen- estallido contrarrevolucionario como
esta colectivización eran, fundamental- te devastadora. ¿Cuáles fueron los el que había ocurrido durante la gue-
mente, económicas, pero también ideo- motivos de esta singularidad? rra civil, por lo que endureció sus po-
lógicas. El líder soviético quería eliminar líticas represivas en la región. Si en-
a los kulaks como clase social. Los consi- Principalmente dos. El pri- tre esas medidas estaba matar de
deraba un foco de contrarrevolucionarios, mero es que Ucrania era un te- hambre (“holodomor”, en ucraniano)
de “enemigos de clase”, que había que rritorio casi exclusivamente agrario, de forma premeditada a la pobla-
erradicar. La propaganda oficial les cul- por lo que sufrió mucho más la esca- ción, es todavía motivo de debate.
paba de frenar la producción para obtener
mejores precios, de entorpecer con sus muchos para ajustar viejas rencillas con vo con todos los sectores productivos que
prácticas capitalistas el avance de la re- sus vecinos y efectuar saqueos, se llevó el primero y menos duro para la pobla-
volución. En realidad, los verdaderos por delante a cualquier campesino que ción, llevaba un año en marcha. La pro-
kulaks, a quienes se podía considerar te- tuviera una vaca o un caballo de más. paganda estatal, muy intensa desde que
rratenientes, eran una minoría. La gran Stalin subió al poder, se esforzó en en-
mayoría de los campesinos propietarios Culto al líder salzar los logros del régimen (comparán-
tenían pequeñas explotaciones familiares. El año 1934 fue clave en la consolidación dolos, constantemente, con la crisis que
Sin embargo, la feroz y caótica “deskula- del estalinismo en la Unión Soviética. El se vivía en los países capitalistas) y glo-
kización” que se desató, aprovechada por segundo plan quinquenal, más equitati- rificar la figura de su líder. El país co-
34 • HISTORIA Y VIDA
dossier
Los desastres medioambientales
de la industrialización soviética
El régimen renegó pronto de sus principios ecologistas
El ecologismo asistió a
su gran auge durante los pri-
meros años de la URSS. La explota-
ción desaforada de los recursos na-
turales se consideraba propia de
los sistemas capitalistas. Sin em-
bargo, a partir de la acelerada in-
dustrialización que se emprendió
en 1928, la conservación de la na-
turaleza fue tachada de “burguesa”
por el régimen estalinista, y se la
empezó a ver como un freno para
el avance de la revolución.
Como consecuencia, los
grandes proyectos industriales
impulsados por Stalin han dejado
una enorme huella ecológica en los
menzó a llenarse de retratos del “padre
de los pueblos”, como se le conocería, y
muchos edificios e instituciones se bau-
tizaron con su nombre. Además, la lle-
gada de Hitler al poder, con su agresivo
discurso antibolchevique y antieslavo,
fue utilizada también por la propaganda
para reforzar el sentimiento patriótico y
alertar a la población sobre la amenaza
del quintacolumnismo.
Fue justamente en 1934 cuando se creó
el Comisariado del Pueblo para Asuntos
Internos (NKVD). Bajo la dirección del
temible Guénrij Yagoda, quien se com-
territorios de la antigua URSS. Gran
parte de los gigantescos centros in-
dustriales de los Urales –Karabash
(arriba), Norilsk, Magnitogorsk– se
cuentan entre los lugares más con-
taminados del planeta. Los planes
para impulsar la producción de al-
godón en Asia central han contami-
nado y secado los ríos que alimen-
taban el mar de Aral, reduciendo su
tamaño a menos de un 10%. Y el
programa nuclear emprendido con
el inicio de la Guerra Fría ha conta-
minado lugares como Semipalá-
tinsk (Kazajistán), principal campo
de pruebas nucleares, y provocado
accidentes como el de Kyshtym
(1957) y Chernóbil (1986).
paraba a sí mismo con “un perro guardián
atado a una cadena”, este organismo asu-
mió todas las funciones del aparato de
seguridad del Estado, incluyendo la po-
licía secreta y la gestión de los campos de
trabajo. Según algunos autores, al poco
tiempo de asumir el mando, Yagoda re-
cibió un encargo muy relevante: eliminar
a Serguéi Kírov, el jefe del partido en Le-
ningrado. Kírov fue asesinado el 1 de
diciembre de 1934 de un disparo en el
cuello. Su autor fue un obrero desemplea-
do, aparentemente movido por la ven-
ganza en una disputa personal.
Unos operarios de
un taller de turbinas
en Leningrado
atienden, en 1936,
a las noticias sobre
el juicio y la
ejecución de
Kámenev, Zinóviev
y otros opositores,
víctimas de las
purgas de Stalin.
Aunque no se ha podido demostrar la
implicación del NKVD, Stalin sacó un gran
provecho de ese asesinato. Por una parte,
desapareció su rival más poderoso en el
partido, un líder muy carismático que,
en la última asamblea del Comité Central,
había recibido un amplio apoyo de los
miembros del Politburó. Por otra, le sirvió
para atribuir el crimen a la oposición, a
una conspiración trotskista (tampoco
probada), y justificar así la promulgación
de la “ley Kírov”, un decreto que auto-
rizaba al NKVD a arrestar y ejecutar sin
juicio a sospechosos de actos terroristas.
El gran terror acababa de comenzar.
La Gran Purga
A partir de ese crimen, Stalin desató una
auténtica cacería de disidentes y contra-
rrevolucionarios, ya fueran reales o ima-
ginarios, que alcanzó su punto culmi-
nante entre los años 1937 y 1938. Su
natural desconfianza se transformó en
paranoia. Por medio de los llamados “pro-
cesos de Moscú”, el mandatario soviéti-
co realizó una gran purga pública en el

Desató una
auténtica
cacería de
disidentes y
contrarrevo-
lucionarios
partido. Enjuició y condenó a muerte a
la oposición de izquierda, entre ellos, a
sus antiguos camaradas Grigori Zinóviev
y Lev Kámenev, culpados del asesinato
de Kírov. Al “centro trotskista antisovié-
tico”, acusado de sabotaje industrial y
espionaje por orden de Trotski y el go-
bierno alemán. Y al bloque bolchevique
de derecha, liderado por su antiguo rival
Bujarin, acusado de alta traición.
También hubo purgas en el Ejército, bajo
el pretexto del descubrimiento de, en pa-
labras del fiscal, “una gigantesca conspi-
ración” para derrocar al gobierno con la
ayuda de Alemania; en el Komintern, las
hubo de dirigentes extranjeros de la In-
ternacional Comunista acusados de es-
pionaje; contra las minorías nacionales,
sospechosas de tratos con el fascismo o
el imperialismo para conseguir la inde-
pendencia; y hasta en el propio NKVD,
incluyendo a muchos de los verdugos
(entre ellos, Yagoda) que habían ayuda-
do a efectuar esas purgas. En general,
cualquier ciudadano podía ser víctima
de la persecución estatal si era sospecho-
so de lo que el régimen consideraba “con-
ductas contrarrevolucionarias”. Estas
medidas generaron un ambiente de terror
social, donde la sospecha y la delación se
convirtieron en parte de la vida cotidiana.
El objetivo de Stalin con esta política re-
presiva parece que no fue tanto limpiar
de obstáculos su camino hacia el poder,
como se ha afirmado tradicionalmente,
desde la publicación en 1968 del influ-
yente libro de Robert Conquest El gran
terror, como librar a la URSS de sus su-
puestos enemigos. Según explica James
Harris en El gran miedo (Crítica, 2017),
HISTORIA Y VIDA • 35
STALIN, FICCIÓN Y REALIDAD
donde analiza los últimos archivos des-
clasificados, el “gran terror” fue debido
fundamentalmente al “gran miedo”. Fue
la desmesurada reacción del régimen
estalinista, que aún se sentía muy vulne-
rable tras la guerra civil, ante el temor a
un golpe de Estado o una invasión exter-
na. Una reacción que pone de manifiesto
la clase de sensibilidad moral que tenía
Stalin, y su despiadado dogmatismo. Pa-
ra el estalinismo, la defensa de la revo-
lución estaba justificada por todos los
medios. Como reza el lema bolchevique
que coronaba la puerta del gulag de So-
lovki: “Con puño de hierro conduciremos
a la humanidad hacia la felicidad”. ɿ
Para saber más...
BIOGRAFÍA
LOZANO, ÁLVARO. Stalin. El tirano rojo.
Madrid: Nowtilus, 2012.
SEBAG MONTEFIORE, SIMON. Llamadme
Stalin. Barcelona: Crítica, 2018.
SERVICE, ROBERT. Stalin. Una biografía.
Madrid: Siglo XXI, 2018.
36 • HISTORIA Y VIDA

dossier
 HISTORIA Y VIDA • 37

STALIN, FICCIÓN Y REALIDAD

¿HÉROE
DE
GUERRA?
La recuperación por parte
de Putin de la conmemoración
de la victoria en la Gran Guerra
Patriótica ha provocado que
muchos rusos idealicen el pasado
militar del líder soviético.
CARLOS JORIC
HISTORIADOR Y PERIODISTA

E
l otro gran mito sobre Stalin
que perdura en la actualidad
es el de héroe de guerra, el
del genio militar que consi-
guió derrotar a los nazis en
la Gran Guerra Patriótica. Los nostálgi-
cos más nacionalistas echan de menos
al líder de la poderosa nación que surgió
tras la victoria en la Segunda Guerra
Mundial, y se lamentan de la pérdida de
influencia global de Rusia tras la desin-
tegración de la Unión Soviética en 1991.
Una mirada selectiva hacia un pasado
idealizado, lleno de gestas épicas, que
se puede insertar en la actual corriente
de discursos nostálgicos y patrióticos
lanzados por algunos mandatarios. Un
“Make Rusia Great Again” que es alen-
tado por el propio presidente ruso, Vla-
dímir Putin. En un mitin de 2005 afirmó:
“La desaparición de la URSS fue la ma-
yor catástrofe geopolítica del siglo xx”.
Es innegable que la victoria de la Unión
Soviética en la Segunda Guerra Mundial
fue extraordinaria. El Ejército Rojo con-
siguió derrotar a la todopoderosa Wehr-
38 • HISTORIA Y VIDA
dossier
macht después de repeler el devastador
ataque relámpago que lanzó Hitler el 22
de junio de 1941. Fueron cuatro años de
guerra brutal, con enfrentamientos tan
colosales y sangrientos como la batalla
de Stalingrado, el sitio de Leningrado o
la toma de Berlín, que han quedado gra-
bados a fuego en la memoria colectiva
rusa. Tras la victoria en 1945, la URSS
emergió convertida en una superpotencia
mundial, un imperio de resonancias za-
ristas capaz de plantar cara a las potencias
occidentales. Sin embargo, este triunfo
fue debido a múltiples factores, entre los
cuales el supuesto genio militar de Stalin,
que tanto ensalzó la propaganda del ré-
gimen durante la posguerra, no parece
ocupar un lugar tan destacado.
Militar sin “mili”
Los inicios como jefe militar de Stalin se
sitúan en la guerra civil. Hasta ese mo-
mento, el revolucionario georgiano no
había tenido experiencia castrense. No
había realizado el servicio militar a cau-
sa de su vida clandestina, ni había com-
batido en la Primera Guerra Mundial, por
encontrarse desterrado en Siberia. Dos
años después del comienzo del conflicto,
en una decisión desesperada del régimen
zarista para ganar la guerra, Stalin fue
reclutado junto a otros deportados. Sin
embargo, no pasó el reconocimiento mé-
dico. Fue declarado inútil por la lesión de
su brazo izquierdo. Durante la revolución
tampoco empuñó un arma, ya que estu-
vo trabajando en labores de intendencia.
Su primera experiencia como militar no
llegó hasta 1918. Trotski, el fundador
del Ejército Rojo, había creado un siste-
ma de mando dual en el que los oficiales
compartían la autoridad con los comi-
sarios del partido. Stalin, en su condi-
ción de comisario del pueblo, fue desig-
nado para llevar a cabo una misión en
Tsaritsyn, la ciudad del sur de Rusia que
luego llevaría su nombre: Stalingrado.
Su cometido era asegurar el suministro
de alimentos hacia el norte, que estaba
siendo interrumpido por el Ejército Blan-
co. Stalin cumplió satisfactoriamente
con su misión y pareció sentirse a gusto
en el ambiente castrense. Incluso cam-
bió su indumentaria por la militar, un
atuendo que no abandonaría hasta su
 HISTORIA Y VIDA • 39

STALIN, FICCIÓN Y REALIDAD

A la izqda.,
jóvenes se
alistan en el
Ejército Rojo
en noviembre
de 1918.

A la dcha., Àrma
del Pacto
Ribbentrop-Mólo-
tov (este,
sentado a la
mesa) en Moscú
el 23 de agosto
de 1939.

En la pág.
anterior, cartel
propagandístico
para ensalzar la
Àgura de Stalin
en la Segunda
Guerra Mundial.

Tras la victo-
ria en 1945, la
URSS emergió
como una
superpotencia
mundial
muerte. Pero también, dado su carácter
autoritario y soberbio, tuvo muchos con-
flictos con los mandos militares. Entre
ellos, Trotski. Para algunos autores, ese
fue el principio de una rivalidad que
terminaría en asesinato.
Aunque Stalin había comenzado con éxi-
to su carrera militar, no tardaría en ex-
perimentar su primer gran fracaso. En
1920, durante la guerra contra Polonia,
el líder georgiano fue asignado para diri-
gir las operaciones en el frente sudocci-
dental. Nuevamente tuvo problemas con
el Alto Mando, pero esta vez las conse-
cuencias serían mucho más graves. Stalin
se negó a cumplir la orden de asistir al
mariscal Mijaíl Tujachevski en su avance
hacia Varsovia. Consideró inviable llegar
a tiempo y decidió enviar sus tropas hacia
Lvov, cuatrocientos kilómetros al sur, con
la intención de posicionarse para un pos-
terior avance hacia Praga, Viena y Bu-
dapest (el objetivo de los bolcheviques
era extender la revolución hasta el cen-
tro de Europa). Su negativa contribuyó
al descalabro del Ejército Rojo, que fue
aplastado por las tropas polacas a las
puertas de Varsovia. Una inesperada
derrota que fue bautizada por los polacos
como “el milagro del Vístula”.
La pérdida contra Polonia fue un durí-
simo revés para los líderes bolcheviques.
Cortó de raíz sus aspiraciones para ex-
pandir la revolución por Europa, el gran
objetivo de Lenin, y provocó un fortale-
cimiento de la doctrina del “comunismo
en un solo país”, que defenderá Stalin.
El fracaso también afectó negativamen-
te a la reputación del líder georgiano.
Fue señalado como uno de los culpables
de la derrota y se cuestionaron sus dotes
de mando. ¿Se quiso vengar posterior-
mente Stalin por este fracaso militar y
personal? No lo sabemos. Sin embargo,
algunas decisiones que tomó en el futu-
ro, como la persecución de Trotski, las
purgas en el Ejército (incluyendo a Tu-
jachevski) o su ensañamiento con Polo-
nia (invasión en 1939, matanza de Katyn,
negación de apoyo en el levantamiento
de Varsovia), parecen revelar la existen-
cia de un fuerte resentimiento.
Armas para sobrevivir
Una vez en el poder, Stalin tomó varias
decisiones que tuvieron una gran in-
fluencia en el posterior desempeño mi-
litar del país durante la Segunda Guerra
Mundial. Entre sus logros más exitosos
estuvo la planificación industrial. Gra-
cias al énfasis puesto en la mejora de los
transportes y el desarrollo de la industria
pesada, la Unión Soviética pudo rear-
marse antes del comienzo de la guerra.
Además, la decisión de abrir grandes
plantas industriales en el interior del
país, lejos del alcance de las fuerzas ene-
migas –principalmente, en la zona de
los Urales: Uralvagonzavod, Magnito-
gorsk, Chelyabinsk–, resultó fundamen-
tal para la defensa de la nación tras el
ataque de Alemania, ya que les permitió
seguir fabricando armamento pesado
durante toda la contienda.
En política exterior, Stalin también ob-
tuvo beneficios militares. En 1922 firmó
un acuerdo secreto con Alemania (Tra-
tado de Rapallo), que permitió a la URSS,
40 • HISTORIA Y VIDA

dossier
La Operación
Barbarroja, que
se inició el 22 de
junio de 1941,
movilizó a
millones de
soldados
alemanes y
miles de
unidades
acorazadas, que
sorprendieron al
mandatario
soviético.

cuyo aislamiento le impedía estar al tan-
to de los últimos avances tecnológicos,
acceder a los conocimientos militares
germanos. Ese aprendizaje resultó de
gran ayuda para el Ejército Rojo, parti-
cularmente en el desarrollo de su atra-
sada industria aeronáutica. La pega era
que este acuerdo también fue muy ven-
tajoso para los alemanes. Alemania tenía
prohibido rearmarse según los términos
del Tratado de Versalles. Sin embargo,
gracias a la cesión rusa de la base aérea
de Lipetsk, el Ejército pudo hacer pruebas
con sus prototipos y formar, clandesti-
namente, a sus técnicos y pilotos. Un en-
trenamiento que luego le sería muy útil
a Hitler. La poderosa Luftwaffe, que en
1941 estaría bombardeando Moscú, se
estaba formando en Rusia.
El segundo acuerdo que se produjo entre
soviéticos y alemanes no sería tan bene-
ficioso para Stalin. El tratado de no agre-
sión firmado entre los dos países en 1939,
conocido como el Pacto Ribbentrop-Mó-
lotov, le reportó a la Unión Soviética sus-
tanciales ganancias territoriales. Stalin
consiguió hacerse con su ansiado “cintu-
rón de seguridad” –Estonia, Letonia, Li-
tuania, Besarabia, la mitad oriental de
Polonia– sin tener que entrar oficialmen-
te en guerra. Pero, a la larga, el precio
que pagó fue muy alto. La neutralidad
rusa permitió a Hitler librar la guerra al
ritmo que quería: atacando primero a la
débil Polonia por un frente y luego, con
las espaldas bien cubiertas (la URSS su-
ministró enormes cantidades de materias
primas a Alemania), enfrentándose a las
potencias occidentales por el otro.
El temor a no estar preparado para la
guerra (algo ciertamente discutible, ya
que, teniendo en cuenta el ritmo de pro-
ducción alemán tras las conquistas en
Europa, las fuerzas estaban más equili-
El Ejército
Rojo desper-
dició su
ventaja estra-
tégica inicial
bradas en 1939 que en 1941), unido a la
falsa sensación de seguridad que le pro-
porcionó el pacto a Stalin (acrecentada
después por el tratado de no agresión que
firmó con Japón en 1941), provocó que
el Ejército Rojo desperdiciara la ventaja
estratégica inicial, antes de la caída de
Francia y el repliegue británico. De he-
cho, ¿hubiera continuado Hitler con la
guerra de haber tenido que librarla en
dos frentes desde el principio?
 HISTORIA Y VIDA • 41

STALIN, FICCIÓN Y REALIDAD

Ataque ¿sorpresa?
Stalin no se fiaba de nadie. Desconfiaba La guerra de Putin
de sus colaboradores, de sus antiguos
camaradas, de sus paisanos georgianos,
Los fastos del Día de la Victoria han contribuido a camuflar
de los trabajadores, los campesinos, los
los aspectos más negativos del mandato de Stalin
soldados... Desconfiaba hasta de sus ser- El 9 de mayo se celebra en Con la caída de la URSS,
vicios de inteligencia, que le advirtieron Rusia el Día de la Victoria en la las conmemoraciones fueron
de que Alemania estaba preparando un Gran Guerra Patriótica. Se organiza perdiendo lustre hasta que, en 1999,
ataque en la primavera de 1941. Sin em- un gran desfile militar, se homenajea el presidente Putin decidió recupe-
bargo, decidió fiarse de la única persona a los caídos y se lanzan fuegos arti- rarlas (abajo, durante el último desfi-
que no era de fiar: Hitler. ficiales. Curiosamente, la fiesta no le, aplazado al 24 de junio por el co-
Antes de verse traicionado por su socio nació en 1945, sino veinte años des- ronavirus). A partir de esa fecha, el
alemán, el líder soviético había dado un pués. Ni Stalin ni su sucesor, Jrus- Día de la Victoria se ha convertido en
par de pasos en falso. El primero fue su chov, poco partidarios de otorgar mu- una de las fiestas más importantes
intento frustrado de invadir Finlandia en cho peso político a los militares, lo de Rusia. Una exhibición de poder y
el invierno de 1939. Un fracaso (Finlan- celebraron. Fue Brézhnev, en 1965, patriotismo que le sirve al mandata-
dia perdió algunos territorios, pero con- quien impulsó el festejo, en un mo- rio ruso para promover la unidad na-
servó su soberanía) que puso en eviden- mento en que el régimen tenía que cional e incrementar su popularidad.
cia la debilidad del Ejército Rojo, muy justificar su enorme gasto militar an- Estos festejos, que reinterpretan el
superior en número al finlandés, y que te una sociedad que sufría los efec- pasado en clave épica y patriótica,
posiblemente animara a Hitler a adelan- tos de la desaceleración económica, han contribuido a la actual recupera-
tar sus planes de ataque contra la URSS. el llamado “estancamiento”. ción de Stalin como líder militar.
El segundo fue la pretensión de Stalin de
anexionarse la región rumana del norte
de Bucovina, a pesar de no estar contem-
plado en el Pacto Ribbentrop-Mólotov.
Hitler aceptó –era una zona con mucha
población ucraniana–, pero no lo hizo de
buena gana. A partir de ese momento
endureció su política con Stalin, a quien
comenzó a ver como una amenaza. No
en vano, con estos movimientos, las fuer-
zas soviéticas se estaban colocando cerca
de los pozos petrolíferos de Ploesti, vita-
les para el suministro alemán.
El 22 de junio de 1941, Hitler lanzó la
Operación Barbarroja, la mayor ofensi-
va terrestre de la historia. Ese mismo día,
Italia y Rumanía declararon la guerra a
la URSS. Días después se unirían Eslo-
vaquia, Finlandia y Hungría. A pesar de
las advertencias, el ataque cogió com-
pletamente desprevenido a Stalin. Hay
muchas versiones sobre cuál fue su re-
acción tras la invasión. Desde que se re-
tiró a su dacha, incapaz de responder más tarde, el 21 de julio, la Luftwaffe nuevo frente en la guerra, cuando aún
durante días, o que se encerró en ella estaba bombardeando Moscú. no había cerrado el otro. Después de la
temiendo ser derrocado por el partido, ¿Cómo fue posible que el desconfiado reunión que mantuvieron en Berlín (no-
hasta que estuvo trabajando incansable- Stalin, que hizo de la sospecha una forma viembre de 1940) los ministros de Exte-
mente en la defensa del país y preparan- de vida, se viera sorprendido de esta ma- riores Viacheslav Mólotov y Joachim von
do el discurso que daría a la población nera? Este gravísimo error de apreciación Ribbentrop (que coincidió con un bom-
el 3 de julio. Mientras tanto, las tropas se ha explicado de varias formas. La prin- bardeo británico y tuvo que trasladarse
alemanas avanzaron imparables hacia cipal sostiene que el pragmático manda- a un refugio), Stalin se convenció de que
el corazón de la URSS. El 29 de junio tario soviético no creyó en ningún mo- Hitler no rompería el pacto hasta que no
conquistaron Minsk. Quince días después mento que Hitler fuera capaz de cometer derrotara a Gran Bretaña. Además, no se
llegaron a Smolensk, en Rusia. Y un mes la “insensatez” estratégica de abrir un fiaba de las informaciones que llegaban
42 • HISTORIA Y VIDA
dossier
Mentiras sobre el Reichstag
Es el gran símbolo de la
victoria en la batalla de Berlín:
la imagen de un soldado del Ejército
Rojo alzando la bandera de la URSS
sobre el tejado de un Reichstag en
ruinas (arriba). Según aseguraba la
propaganda soviética, la instantá-
nea se tomó el 30 de abril de 1945
durante el asalto al emblemático
edificio. Sin embargo, tras la aper-
tura de los archivos secretos de la
Unión Soviética, se supo la verdad:
había sido una reconstrucción.
La fotografía se realizó
el 2 de mayo, cuando termina-
ron los combates. El fotógrafo ruso
desde Inglaterra, alertándole del peligro
alemán. Temía –como temió durante to-
da la guerra– que esta firmara una paz
con Alemania y emprendieran juntos una
cruzada contra el comunismo.
Un desastre épico
Sea como fuere, lo cierto es que este error
de cálculo provocó una enorme pérdida
de territorios en muy poco tiempo, y una
inmensa cantidad de bajas en las tropas
y la población soviética. Fue una de las
peores derrotas sufridas por un ejército
en la historia. Se calcula que en septiem-
bre de 1941, cuando la Wehrmacht con-
Yevgeni Jaldéi pidió a varios soldados
que recrearan la escena ocurrida
dos días antes, cuando un soldado
colocó la bandera en el Reichstag
durante la noche y estuvo ondeando
varias horas hasta que fue quitada
por los alemanes. Además, la foto-
grafía fue también retocada. Se aña-
dieron unas columnas de humo para
aportar dramatismo a la escena y
se borró uno de los dos relojes que
lucía el soldado en su muñeca, pro-
ducto de los saqueos. La imagen ob-
tuvo una gran difusión, convirtién-
dose en el equivalente soviético a la
célebre fotografía de los soldados
estadounidenses en Iwo Jima.
quistó Kiev, un tercio del Ejército Rojo
había sucumbido. La debilidad de la de-
fensa soviética se debió, principalmente,
a la falta de previsión y la poca capacidad
de reacción ante el formidable ímpetu
alemán. Pero también influyó la escasez
de buenos y experimentados oficiales,
causada por las purgas estalinistas per-
petradas en el Ejército años atrás. Nada
menos que tres de los cinco mariscales
del Ejército, trece de los quince coman-
dantes en jefe y ocho de los nueve almi-
rantes habían sido depurados en 1938.
El avance de las tropas alemanas hacia
Moscú, en parte facilitado por la insis-
tencia de Stalin en concentrar el grueso
de las tropas en el industrializado sur,
creyendo erróneamente que era el prin-
cipal objetivo alemán, desató el terror
entre el mando soviético. En un último
intento para detener el ataque, Stalin or-
denó al jefe del NKVD, Lavrenti Beria,
que sondeara la posibilidad de alcanzar
una paz con Hitler a través del embajador
de Bulgaria, una nación amiga de Alema-
nia. Estaba dispuesto a cederle todos los
territorios que se habían anexionado tras
el pacto e incluso añadir Ucrania. En otras
palabras: Stalin le estaba ofreciendo a
Hitler su ansiado “espacio vital”. Pero no
hubo discusión. La Operación Tifón, co-
mo se denominó a la ofensiva alemana
contra Moscú, siguió su curso.
¿Cómo logró la URSS detener el avance
alemán? Principalmente, por los propios
errores de la Wehrmacht. El rápido avan-
ce alemán por los vastos espacios rusos,
en un amplísimo frente que iba desde el
mar Negro al Báltico, generó graves pro-
blemas de comunicación entre las unida-
des y numerosos retrasos en el envío de
suministros y refuerzos. De esta manera,
cuando la guerra, que estaba planeada
para unas pocas semanas, se prolongó
más allá del otoño, los problemas de lo-
gística se convirtieron en obstáculos mor-
tales: miles de soldados mal equipados
sucumbieron al crudo invierno ruso.
Contraofensiva soviética
A partir de ese crudísimo invierno de
1942, el Ejército Rojo logró rehacerse. La
brutalidad que mostraron las fuerzas de
ocupación nazis durante su avance, tan-
to con los civiles, a quienes masacraron
en una auténtica guerra de exterminio,
como con los prisioneros, a quienes de-
jaban morir de hambre en los campos,
sirvió para intensificar aún más la deter-
minación de los soldados soviéticos en la
defensa de su país, de la “madre patria”,
como había subrayado Stalin en su dis-
curso a la nación, alejándose, convenien-
temente, de la retórica marxista. Por te-
mor a las represalias, muchos soldados
preferían morir en combate a ser captu-
rados. Y los que no estaban tan motivados
tenían detrás a miembros del NKVD pa-
ra “insuflarles” el valor necesario.
Stalin, que en un gesto de indudable car-
ga simbólica y psicológica no había aban-

Tomar Berlín
le supuso al
ejército sovié-
tico ochenta
mil muertos
donado Moscú ante la amenaza alemana,
sacó mucho partido de los avances in-
dustriales logrados en sus planes quin-
quenales. Las mejoras en las comunica-
ciones le permitieron evacuar parte de
la industria hacia el este y trasladar un
gran contingente de tropas desde Siberia
al oeste, aun a costa de dejar desguarne-
cido el otro extremo del país. A este res-
pecto, el líder soviético tuvo mucha suer-
te. Japón, aliado de Alemania, no solo
no atacó a la URSS cuando más débil
estaba, sino que atacó a Estados Unidos,
provocando su entrada en la guerra,
cuando la URSS más lo necesitaba.
El 16 de abril de 1945, el Ejército Rojo se
encontraba a las afueras de Berlín. Habían
pasado dos años desde la brutal batalla
de Stalingrado, que cambió definitiva-
mente el curso de la guerra, y casi uno
desde que los aliados desembarcaran en
Normandía, abriendo el segundo frente
que tanto había reclamado Stalin a sus
colegas occidentales. El líder soviético
quería ser el primero en entrar en la ca-
pital alemana. No tanto por su valor mi-
litar como por el político y propagandís-
tico. Tomar Berlín le supuso al ejército
soviético ochenta mil muertos y más de
doscientos ochenta mil heridos. ¿Era ne-
cesario el sacrificio? ¿No habría sido me-
jor asediar la ciudad y forzar su rendición?
Esta subordinación de los intereses mili-
tares –entendidos como la búsqueda de
la victoria con el menor coste humano
posible– a los políticos es una de las prin-
cipales críticas que le han hecho a Stalin.
Durante la posguerra, la propaganda es-
talinista impuso un relato de la victoria
monolítico y patriótico. Una versión que
HISTORIA Y VIDA • 43
STALIN, FICCIÓN Y REALIDAD
Un soldado soviético le
disputa la bicicleta a una
alemana. El saqueo y las
violaciones fueron una
constante en el asalto a
Berlín en 1945.
omitía tanto la ayuda aportada por los
aliados como las brutalidades cometidas
contra la población civil por el Ejército
Rojo en su avance hacia Berlín (particu-
larmente contra las mujeres), así como la
cifra real de bajas: siete millones de muer-
tos, en vez de los veintisiete millones que
se estiman en la actualidad. Unas pérdi-
das descomunales, desproporcionadas
con respecto a los demás contendientes
(Alemania perdió la guerra con menos
de la mitad de bajas que los soviéticos),
que no hacen sino cuestionar la “grande-
za” de la victoria militar de Stalin. ɿ
Para saber más...
ENSAYO
GELLATELY, ROBERT. La maldición de Sta-
lin. Barcelona: Pasado y Presente, 2020.
LUKACS, JOHN. Junio de 1941. Madrid:
Turner, 2007.
MAWDSLEY, EVAN. Thunder in the East.
Londres: Bloomsbury Publishing, 2015.
En inglés.
44 • HISTORIA Y VIDA

LA PELIGROSA VIDA N
Las largas noches romanas eran muy
distintas para la plebe y las clases altas.
Para todos, salir a la calle era una
aventura por culpa de la delincuencia.
ANTONIO ORTÍ
PERIODISTA

E
n el siglo i a. C., en la época
de Julio César, la antigua Ro-
ma era una ciudad de un mi-
llón de habitantes, pero, al
caer la noche, cualquier so-
nido se convertía en una amenaza velada.
En ocasiones podía tratarse de grupos de
camorristas prestos a dar una paliza a
cualquiera que se cruzara en su camino,
de borrachos armando bulla o incluso de
orinales cargados de excrementos que
aterrizaban en la calzada con la impuni-
dad de las tinieblas. A estos ruidos se les
sumaban los ocasionados por las patrullas
de vigiles (antiguos esclavos liberados)
que, a partir del año 6 d. C., intentaban
sofocar los incendios que provocaban los
braseros, las velas y las antorchas.
El cuerpo de vigiles contaba con unos tres
mil efectivos y una organización de cor-
te militar, con siete cohortes que se re-
partían otras tantas zonas de la ciudad.
Sus miembros estaban especializados en
diversas labores: los aquarii, por ejemplo,
formaban rápidamente cadenas de cubos
de agua, gracias a la red de fuentes que
pronto se construyó en Roma. Los sipho-
narii, por su parte, transportaban en
carros un invento parecido a las moder-
nas bombas de agua para proyectar el

OCTURNA EN ROMA
líquido elemento a una mayor distancia.
Los braseros y Finalmente, los centones portaban antor-
chas para iluminar el lugar del siniestro,
velas provoca- y facilitar así el trabajo de quienes em-
pleaban mantas empapadas de agua y
ban numero- vinagre para sofocar las llamas.
sos incendios Los vigiles fueron utilizados también pa-
ra desempeñar labores policiales en ca-
nocturnos so de disturbios. Su lema era “Ubi dolor
ibi vigiles” (allí donde hay dolor están los
HISTORIA Y VIDA • 45
ROMA DE NOCHE
vigilantes). En realidad, la primera gran
brigada contra incendios fue organizada
años antes por Marco Licinio Craso, aun-
que, según cuenta Plutarco en Vidas pa-
ralelas, este conocido usurero pedía, a
cambio de sofocar el fuego, la venta de
las casas en llamas a precios irrisorios.
Sin embargo, lo peor era el incesante
traqueteo de los carruajes, con sus llan-
tas de hierro hollando las empedradas
46 • HISTORIA Y VIDA
calles de Roma. Según el historiador
Karl-Wilhelm Weeber, el intenso tráfico
nocturno obedecía a una ley promulga-
da en tiempos de Julio César, la Lex Iulia
Municipalis, que tenía por objeto asegu-
rar que las calles pudieran ser usadas por
todos los ciudadanos, y no solo por los
comerciantes. Para ello, se prohibía el
tráfico rodado desde la salida del sol has-
ta la hora décima (las 14 h en invierno y
las 16 h en verano). Las únicas excepcio-
nes eran los carros militares, los que
transportaban material para construir
edificios de culto u obras públicas y los
carruajes de los cortejos circenses.
Otra actividad nocturna era la retirada
de las basuras hasta las afueras de la ciu-
dad. Asimismo, aunque los funerales de
los ricos se celebraban a plena luz del día,
los de la gente humilde exigían el trasla-
do nocturno de los cadáveres hasta el
extrarradio. De hecho, la palabra “fune-
ral” podría proceder de funalia, las an-
torchas que abrían los cortejos fúnebres.
También trabajaban por la noche los es-
clavos (algunos arqueólogos estiman que
la típica villa rústica romana contaba con
unos cincuenta), bien fuera ayudando a
sus amos a encontrar el camino de regre-
so a casa cuando el vino les nublaba la
vista, bien realizando todo tipo de tareas
domésticas, ya que se consideraba que
un esclavo debía estar disponible las vein-
ticuatro horas. Un ejemplo: en un cam-
pamento del ejército, Bruto convocó en
plena noche a todos sus sirvientes tras
declarar haber visto un fantasma.
La cuestión es que los romanos se queja-
ban mucho del ruido nocturno, caso del
poeta Juvenal, quien sostenía satírica-
mente que, al caer el día, era más seguro
caminar por el bosque Gallinaria o por
las mismísimas marismas Pontinas (unas
antiguas ciénagas al sureste de Roma)
que hacerlo por el centro de la capital.
Cuidaos de la noche
Desde finales del siglo xx, algunos histo-
riadores han intentado arrojar luz sobre
lo que sucedía en la oscuridad en el mun-
do antiguo y, especialmente, en las lar-
guísimas noches romanas, cuya duración
oscilaba entre las casi nueve horas del
mes de julio y las más de catorce de di-
ciembre y enero. Según explica, en su
estudio pionero sobre el sueño, el histo-
riador Roger Ekirch, hay indicios que
sugieren que hace dos mil años era cos-
tumbre dormir en dos tramos diferencia-
dos de unas cuatro horas y despertarse
en medio entre una y tres horas.
¿Era la noche en la antigua Roma tan pe-
ligrosa como sugieren algunas investiga-
ciones actuales? La popular divulgadora
de la historia clásica Mary Beard cree que
“probablemente sí”. Sin embargo, aunque
se cuenta que Nerón se ocultaba al caer
la noche bajo una capucha para mezclar-
se con la plebe o que Mesalina, la esposa
del emperador Claudio, se escabullía del
palacio para saciar sus apetitos y los de
sus clientes en un lupanar, el también
historiador Jason Linn señala en su tesis
doctoral que posiblemente se tratara de
leyendas urbanas que se hacían circular
sobre la familia imperial.
La preocupación por la seguridad noc-
turna se convirtió en una obsesión para
 HISTORIA Y VIDA • 47

ROMA DE NOCHE

A la izqda., el
sos, en presencia de sus amos, los esclavos
Coliseo en Roma.
no tenían permitido hablar, hasta el ex-
A la dcha., un tremo de que cualquier murmullo era
mosaico (siglo II) reprimido por la vara. Incluso sonidos
que muestra los involuntarios como la tos, los estornudos
preparativos o el hipo no estaban exentos del látigo,
para una Àesta indica Jason Linn. Séneca dejó anotado
por un grupo de
sirvientes
en sus escritos que los amos buscaban
y esclavos. sofocar la camaradería servil, exigiendo
que los esclavos fueran “herramientas sin
En la pág. palabras”. Los amos comían, los esclavos
anterior, Los servían. Los amos se reclinaban, los es-
romanos en su clavos se quedaban de pie. Los amos ha-
decadencia,
blaban, los esclavos callaban. En defini-
obra de Thomas
Couture (1847) tiva, los esclavos no participaban de la
en el parisino acción nocturna, sino que únicamente
Museo de Orsay. formaban parte del telón de fondo.
A modo de curiosidad, para los romanos,
la forma de dormir era un indicador social
tan revelador como comer, beber o tra-
bajar. Las camas, por ejemplo, distinguían
a los civilizados de los bárbaros. Cuanto
más artificial era la cama, mayor era la
distancia con los animales y mayor tam-
bién el nivel de civilización (y el estatus)
alcanzado. Aquellos que dormían cerca
de los animales o en sus mismos lugares,
como los establos, se hallaban en la es-
cala más baja. Y dormir con pieles estaba
mal visto. Las pieles ataban a los durmien-
las clases pudientes sobrellevaban muy tes al mundo animal, mientras que las
Para los mal el guirigay, ya que la oscuridad am- telas los vinculaban a la civilización.
plificaba el poder emocional de los soni- En ese concepto de civilización, los me-
romanos, el dos. Los romanos, apunta Linn, medían jores colchones procedían de la Galia y
ruido noctur- la moralidad basándose, en parte, en los
ruidos que hacía una persona por la no-
estaban rellenos de lana considerada de
la mejor calidad. El lujo era, además, di-
no más vir- che. Los ronquidos, por ejemplo, se con-
sideraban una falta de autocontrol.
rectamente proporcional al número de
almohadas en una cama. Rellenar los
tuoso era la Además, la larga noche potenciaba el cojines de pétalos se convirtió, de alguna
aburrimiento. La diferencia entre desear forma, en una metáfora de la frescura
conversación que llegara el día o la noche radicaba en con la que la moralidad vigente aconse-
la posición en el escalafón social. En la jaba recibir al nuevo día. ɿ
los romanos. Como consecuencia, se pro- práctica, los que anhelaban la llegada de
mulgaron normas que castigaban de ma- las primeras luces no deseaban tanto la Para saber más...
nera más severa los delitos cometidos por diversión y el otium como la actividad y
la noche. En torno al año 200 d. C., Julius el negotium. Con todo, existían dos mun- ENSAYO
Paulus Prudentissimus, uno de los más dos nocturnos bien diferenciados. De una EKIRCH, A. ROGER. At Day’s close. A His-
tory of Nighttime. Londres: Weidenfeld &
destacados juristas romanos, escribió que, parte estaban las élites. Una de sus formas
Nicolson, 2005. En inglés.
de entre todos los malhechores, los in- de escapar del aburrimiento era leer o WEEBER, KARL-WILHELM. Vita quotidia-
trusos nocturnos se consideraban los más escribir. Otra, organizar o participar en na nell’antica Roma. Milán: Biblioteca
abyectos, por lo que después de ser azo- cenas con familiares y amigos –en el se- Storica Il Giornale, 2006. En italiano.
tados eran enviados a las minas. gundo caso, desplazándose en literas TESIS DOCTORAL
dentro de comitivas flanqueadas por una LINN, JASON. The Dark Side of Rome: A
Noches con clase nutrida escolta de esclavos–. Social History of Nighttime in Ancient
Para los romanos, el ruido nocturno más El segundo submundo nocturno era pa- Rome. Santa Bárbara: University of Cali-
virtuoso era la conversación. En cambio, trimonio de los esclavos. En muchos ca- fornia, 2014. En inglés.
48 • HISTORIA Y VIDA
 HISTORIA Y VIDA • 49

UN SIGLO NEFASTO PARA LA HUMANIDAD

SIGLO VI
EL PEOR
MOMENTO
DE LA
HISTORIA
Tal vez 2020 se convirtió en el peor
año de nuestra vida, pero, para la
historia de la humanidad, el peor
arrancó con una erupción volcánica
en 536. Tras ella desÀlaron
heladas, sequías, hambrunas
y una peste, la de Justiniano.
MARIO GARCÍA BARTUAL
PALEONTÓLOGO Y DIVULGADOR CIENTÍFICO
50 • HISTORIA Y VIDA

A la izqda., el
equipo responsa-
ble del sondeo
NEEM-2001-S1
en Groenlandia
espera el
ascenso de
muestras junto a
la perforadora.
© Anders Svensson.

A la dcha.,
fotografía
satelital de la
NASA del lago
Ilopango, en El
Salvador, tomada
en 2009.

L
as perforaciones en el hielo
son aliadas de la historia.
Geólogos y especialistas del
clima dividen los largos tes-
tigos de sondeo, cilíndricos y
de prístina blancura, en diferentes tramos
estudiados individualmente. El realizado
en 2011 en Groenlandia y etiquetado
como NEEM-2011-S1 posee uno de gran
valor climático e histórico. El tramo se
denomina QUB-1859, y contiene dimi-
nutas partículas de tefra (ceniza volcá-
nica). En 2015, un grupo de geólogos y
climatólogos, encabezados por Michael
Sigl, del Centro de Investigación del Cam-
bio Climático Oeschger en Berna (Suiza),
lo estudiaron en detalle, y llegaron a la
conclusión de que la tefra corresponde a
una erupción volcánica del año 536.
Geólogos e historiadores llevan décadas
intentando averiguar qué ocurrió enton-
ces. En 1983, dos jóvenes investigadores,
Richard Stothers y Michael Rampino, a
la sazón en el Instituto Goddard de Es-
tudios Espaciales de la NASA, publicaron
una lista de todas las erupciones volcá-
nicas antiguas conocidas a través de
fuentes históricas procedentes del Me-
diterráneo. Stothers, un astrofísico con
conocimientos de historia antigua, en-
contró varios escritos clásicos que men-
cionaban la aparición de una extraña
niebla que oscureció el cielo en 536.
Aquella “misteriosa nube” trajo frío, y
malas cosechas al año siguiente.
Los manuscritos permiten conjeturar que
el oscurecimiento atmosférico ocurrió a
finales de marzo de 536 y tuvo una du-
ración de hasta 18 meses. Anillos de cre-
cimiento de los árboles estudiados en
Europa, América del Norte y Asia indican
que el verano de 536 fue excepcional-
mente frío. El equipo de Sigl estima que
hubo una bajada de temperaturas de en-
tre 1,6 y 2,5 grados centígrados. ¿A qué
se debió el brusco descenso?
Las grandes erupciones volcánicas explo-
sivas inyectan dióxido de azufre, cloruro
de hidrógeno, fluoruro de hidrógeno y
tefra a la parte más alta de la atmósfera,
la estratosfera, a entre 15 y 30 kilómetros
de altura sobre la superficie terrestre.
Entonces ocurre algo muy importante
para el clima: el dióxido de azufre se
transforma en ácido sulfúrico que se con-
densa rápidamente en la estratosfera pa-
ra formar finos aerosoles. Estos aerosoles
son diminutos compuestos químicos de
sulfato y gotas de líquido que se extienden
como un velo blanquecino por amplias
zonas del cielo. Resulta muy brillante y
refleja parte de la luz solar, desviándola
La erupción
de 536 provo-
có una altera-
ción climática
que acabó con
los cultivos
hacia el espacio exterior. Al recibir menos
radiación del Sol, la capa inferior de la
atmósfera (troposfera) se calienta menos
y el clima se vuelve más frío.
Para Michael Rampino, la erupción de
536 provocó una alteración climática que
acabó con los cultivos en Italia y Meso-
potamia y desató una terrible hambruna
en los años inmediatamente siguientes.
La estimación se ve respaldada por los
antiguos testimonios. El Liber Pontifica-
lis menciona gran penuria en el mismo
año en que los godos sitiaron Roma (537).
En Liguria provocó que las madres se co-
mieran a sus hijos, según recoge san Da-
cio, obispo de Milán. Es muy posible que
el cambio climático, unido a los efectos
de la guerra gótica, fuera especialmente
devastador en las provincias italianas.

Al oeste, las cosas no fueron mejor. En
Irlanda, los Anales de los Cuatro Maestros
registran dos referencias en 536 y 539
sobre la “falta del pan”. Asimismo, en los
Annales Cambriae británicos tenemos una
conspicua referencia en el año 537 que
dice literalmente: “Mortalitas magna in
Britannia et Hibernia” (gran mortandad
en Gran Bretaña e Irlanda).
No solo Europa sufrió las consecuencias.
Los años 536-538 en China estuvieron
marcados por nevadas y heladas de ve-
rano, sequías y hambrunas severas. Ke-
vin D. Pang, un astrofísico del Laborato-
rio de Propulsión a Chorro en California,
y el profesor de chino Hung-Hsiang Chou,
de la Universidad de California en Los
Ángeles, escudriñaron en las crónicas
dinásticas y otros textos. Comprobaron
UN SIGLO NEFASTO PARA LA HUMANIDAD
que, en algunos lugares, el clima fue tan
severo que entre un 70 y un 80% de las
personas murieron de hambre.
La segunda erupción
Por si esto fuera poca desgracia, el sondeo
groenlandés NEEM-2011-S1, así como
el denominado WDC, efectuado en la
Antártida, refleja una segunda erupción
en el año 540. Esta fue mucho peor en
intensidad, pues está considerada la ter-
cera más grande de la era común, en
función de su forzamiento climático (la
diferencia entre la energía de la luz solar
absorbida por la Tierra y la energía irra-
diada de vuelta al espacio exterior). El
cálculo del forzamiento climático de 540
indica que nuestro planeta perdió mu-
chísima energía, lo que provocó otro
HISTORIA Y VIDA • 51
drástico enfriamiento. En consecuencia,
las temperaturas de verano en Europa
volvieron a descender: entre 1,4 y 2,7
grados centígrados en 541.
Según Robert A. Dull y sus colaboradores,
la explosión de 540 probablemente ocu-
rrió en la caldera del Ilopango, en El Sal-
vador. Actualmente, Ilopango es un lago
donde habita un volcán durmiente. Sin
embargo, a mediados del siglo vi expe-
rimentó la segunda explosión más gran-
de de Centroamérica de la que se tiene
conocimiento en 84.000 años. En el mun-
dillo geológico se la conoce como Tierra
Blanca Joven (TBJ), y está representada
por una capa prominente de tefra que
los lugareños llaman “tierra blanca”.
La erupción TBJ asestó un golpe devas-
tador a las poblaciones mayas que vivían
52 • HISTORIA Y VIDA
en el actual San Salvador y alrededores.
Importantes lugares arqueológicos (Chal-
chuapa, Cara Sucia, San Andrés y Que-
lepa) fueron abandonados durante varias
décadas en un área de 20.000 kilómetros
por la abundante tefra emitida, con un
espesor superior a los 35 centímetros.
El equipo de Dull ha estudiado, detalla-
damente, los sedimentos justo antes de
la erupción. En ellos aparece un patrón
ondulado de crestas y surcos que corres-
ponde a numerosos campos de cultivo
de maíz, denominados milpas. En el
momento del desastre había una inten-
sa producción de alimentos, lo que su-
giere una alta densidad de población.
Las milpas quedaron cubiertas por me-
tros de ceniza volcánica que arruinaron
completamente las tierras cultivables y
la permanencia en la región.
Asimismo, los volcanólogos estiman que
las erupciones paroxísticas del Ilopango
generaron flujos piroclásticos (nubes ar-
dientes) que dejaron hasta tres metros
de espesor de tefra y mataron a entre
40.000 y 80.000 personas, en una super-
ficie de 2.000 km2. Calculan, también,
que hubo entre 100.000 y 400.000 su-
pervivientes desesperados por huir de
aquel infierno. Una fracción significativa
de ellos falleció por la falta de alimentos,
agua potable y enfermedades. Los geó-
A la izqda., una rata
negra, o rata de
barco, como las que
propagaron el bacilo
de la peste durante
el siglo VI.
A la dcha., un
mosaico en la basílica
de Sant'Apollinare
Nuovo, en Rávena,
que representa el
puerto de Classe,
pujante base naval
romana hasta la
época de Justiniano.
logos saben bien que la mayoría de las
muertes por emanaciones volcánicas no
tienen lugar durante las fases eruptivas,
sino en los días, meses e incluso años pos-
teriores al evento. Dull y sus colaborado-
res estiman que la TBJ acabó con la vida
de unos 250.000 habitantes.
La erupción del Ilopango exacerbó la in-
tensidad y duración de la crisis climática
documentada en los registros de anillos
de árboles de Eurasia y América del Nor-
te. En términos de comprensión del im-
pacto social, resulta muy significativo,
porque, si bien las estrategias contempo-
ráneas de previsión probablemente pu-
dieron absorber las penurias de un solo
año de malos cultivos, los años sucesivos
de escasez habrían tenido un inmenso
coste humano en Mesoamérica.
Llega la peste
Dicen que las desgracias nunca vienen
solas, y en aquel momento hacían cola Las desgra-
para anunciarse. Los nuevos patrones
ambientales favorecieron intensas lluvias
cias, que
en las tierras semiáridas de Asia central,
donde proliferan roedores excavadores.
nunca vienen
La bacteria que provoca la peste, Yersinia solas, hacían
pestis, disfruta de una gran bonanza
hospedadora en animales como el gran cola para
jerbo y la marmota gris, pues parecen
tener resistencia parcial a la enfermedad.
anunciarse

Su estilo de vida, altamente social, fa-
vorece la transmisión a través de pulgas
que, al chupar sangre, también son por-
tadoras y mantienen la estabilidad de la
Y. pestis durante largos períodos.
Las copiosas lluvias que acontecieron
acabaron inundando las madrigueras,
obligando a estos animales a buscar nue-
vos terrenos y contactar con otros roe-
dores, como la rata negra o rata de barco
(Rattus rattus). También trajeron abun-
UN SIGLO NEFASTO PARA LA HUMANIDAD
dancia de vegetación y, por tanto, más
alimento, generándose un aumento en
la población roedora. Junto con la pre-
sencia de las eficaces pulgas, la transmi-
sión de la Y. pestis quedó asegurada,
pues, para el bacilo de la peste, la rata
negra es un hospedador igualmente aco-
gedor, aunque más inestable.
No obstante, las ratas ofrecieron todo un
mundo de posibilidades, pues son comen-
sales felices de vivir en estrecha colabo-
HISTORIA Y VIDA • 53
ración con los humanos. Adoran la co-
mida y el refugio que involuntariamente
les proporcionan y, aunque son omnívo-
ras, sienten predilección por los cereales.
Si son conocidas como ratas de barco es
por su habilidad para trepar por las cuer-
das y amarras gracias a su larga cola.
Dentro de los navíos están en su salsa,
ya que disfrutan de pasaje gratuito con
acceso a las bodegas para engordar y re-
producirse a sus anchas.
54 • HISTORIA Y VIDA
¿Fue grave la peste justiniana?
La ciencia no alberga dudas sobre el alcance de esta
enfermedad, pese a la perplejidad que ha suscitado
Algunos historiadores
pusieron en duda los cálculos
de Juan de Éfeso y la mortandad de
la peste justiniana (arriba, Plaga en
una ciudad antigua, de Michiel
Sweerts). Para Michael McCormick,
del grupo investigador de la Ciencia
del Pasado Humano de Harvard, es-
ta fue una actitud característica de
los eruditos: “Los estudios más an-
tiguos minimizaron la influencia de
la enfermedad en la historia, y par-
ticularmente de las pandemias, que
a menudo ni siquiera se mencionan
en tratados históricos de los años
sesenta y setenta”.
¿Cómo determinar, enton-
ces, la importancia de una
pandemia? La arqueogenética está
dando grandes pasos en este senti-
do. Hasta ahora, hay diez yacimien-
tos europeos en los que se han en-
contrado esqueletos de personas
fallecidas por la peste bubónica de
Justiniano. Seis se encuentran en
Alemania (Altenerding, Aschheim,
Dittenheim, Petting, Unterthürheim
y Waging), si bien no existe ninguna
fuente escrita acerca de peste en la
Baviera del siglo VI.
El resto de los yacimientos
se distribuyen en Francia (Lu-
nel-Viel, Saint-Doulchard), España
(Valencia, Plaça de l’Almoina) y Gran
Bretaña (Edix Hill). Para sorpresa de
McCormick, que nunca lo creyó, la
Yersinia pestis llegó, incluso, a las is-
las británicas. La evidencia histórica
de su presencia en ese territorio
siempre fue una cuestión polémica.
Existe la mención de una
enfermedad que se produjo en
la década de 540 y que en las cróni-
cas irlandesas se denomina “sangra-
do” (blefed) y la “gran mortandad en
Gran Bretaña e Irlanda” en los Anna-
les Cambriae, pero esos textos no
parecían conclusivos. No obstante,
las pruebas paleogenéticas demues-
tran, con rigor científico, el gran al-
cance de la pandemia en tiempos de
Justiniano, y suscitan un nuevo plan-
teamiento integral a la hora de juzgar
la importancia que la enfermedad ha
tenido en la historia antigua.
Por azares del clima, la rata de barco se
convirtió en el mejor recluta en la propa-
gación de la peste. El enfriamiento de 536
y 540 abrió las puertas a horizontes geo-
gráficos que la Y. pestis nunca había vis-
lumbrado. Los suaves veranos marcaron
el camino hacia el periplo del sur. Los
barcos de la ruta de las especias llevarían
ratas infectadas hasta los portentos de
Occidente y su Imperio romano, provo-
cando una pandemia que ha sido deno-
minada la peste de Justiniano.
Una mortalidad dramática
Procopio de Cesarea, un historiador re-
suelto y de mentalidad científica, afirma
que comenzó en el borde oriental del del-
ta del Nilo, en el puerto romano de Pelu-
sium, en verano de 541. Desde allí se
extendió a Alejandría, el mayor centro
naviero del Imperio romano, llegando a
Constantinopla a mediados de la prima-
vera de 542. La primera oleada duró cua-
tro meses. Sobre el terreno estaban como
observadores Procopio y el también his-
toriador Juan de Éfeso. A diferencia del
primero, Juan de Éfeso creyó firmemen-
te que la pandemia era un castigo divino
y que el fin del mundo estaba cercano.
Sin embargo, ambos testimonios, aunque
provengan de universos mentales total-
mente dispares, son asombrosamente
convergentes. Las primeras víctimas fue-
ron las personas sintecho. Luego, la tasa
de muertos aumentó progresivamente,
hasta alcanzar 10.000 por día o incluso
más. Juan relata que “los hombres estaban
de pie en los puertos, en los cruces y en
las puertas contando los muertos”.
Según parece, al principio había una
semblanza de orden público y control de
fallecidos. Pero, con el aumento del caos
y la mortalidad, los funcionarios deja-
ron de contar hasta alcanzar la cifra de
230.000. “A partir de entonces los cadá-
veres fueron sacados sin ser contados”.
Juan calculó que 300.000 personas mu-
rieron en Constantinopla durante el pri-
mer brote. En su Historia secreta, Proco-
pio remarca que cerca de la mitad de la
población murió en la plaga. Acabó con
“la mayoría de los agricultores” y “al me-
nos tantas personas sobrevivieron como
perecieron en ella, ya sea porque no se
infectaron en absoluto o porque se recu-
peraron después de su infección”.

Las murallas
teodosianas de
Estambul,
construidas en
el siglo v,
resistieron en
pie numerosos
ataques, pero
no pudieron
impedir el
zarpazo de la
peste en 542.
El invierno de
mediados del
siglo VI fue
una pesadilla
de frío
Estas cifras no son descabelladas. Las
anomalías climáticas de los años ante-
riores habían reducido el suministro de
alimentos, y las nubes volcánicas ocul-
taban la luz solar que permite sintetizar
la vitamina D en la piel, algo importante
para la salud y el bienestar general, con
efectos positivos en el sistema inmuno-
lógico. Los habitantes de Constantinopla,
y por extensión los del mundo romano,
estaban debilitados y con sistemas inmu-
nológicos agotados en vísperas de la pan-
demia. Si nos atenemos a un recuento
de unos 250.000-300.000 fallecidos en
Constantinopla durante el primer brote,
en una población que se cree que era de
medio millón, la tasa de mortalidad ron-
daría el 50 o 60%. Un valor equivalente
al de la peste negra de 1347.
UN SIGLO NEFASTO PARA LA HUMANIDAD
Más de cien años de frío
Para rematar la danza volcánica, en el
año 547 hubo otra erupción; más peque-
ña que las anteriores, pero aun así sus-
tancial. El abrupto enfriamiento de la
época estival después de esta secuencia
única de magmatismos sucesivos provo-
có una extraña fase de enfriamiento con-
tinental del hemisferio norte desde 536
hasta 660. Un equipo de especialistas en
ciencias de la Tierra, encabezado por Ulf
Büntgen, del Instituto Federal Suizo de
Investigación WSL, la ha denominado “la
Pequeña Edad de Hielo de la Antigüedad
Tardía” (PEHAT), siendo un período de
considerable frío para la sufrida Europa,
incluso más riguroso que el de la conoci-
da “Pequeña Edad de Hielo” (aproxima-
damente desde 1300 hasta 1850).
Los testigos de sondeos revelan, también,
que el enfriamiento brusco e inmediato
del verano durante la PEHAT fue más
fuerte bajo el clima continental de Asia
central en comparación con Europa. No
es difícil imaginar el invierno siberiano
de mediados del siglo vi como una pesa-
dilla de frío, parecida a la que experimen-
taron los humanos del Paleolítico supe-
rior. Teniendo en cuenta estas vicisitudes,
HISTORIA Y VIDA • 55
no hay un momento peor en la historia
como el que se inició con la “misteriosa
nube” de 536. Vivimos en tiempos de
pandemia que resultan difíciles, induda-
blemente. Pero esta no es, ni mucho me-
nos, la situación más acuciante, ni tiene
por qué durar tanto como aquel helador
cambio climático sazonado de desastres
volcánicos, malas cosechas y peste. ɿ
Para saber más...
ENSAYO
HARPER, KYLE. El fatal destino de Roma.
Cambio climático y enfermedad en el fin
de un imperio. Barcelona: Crítica, 2019.
ARTÍCULOS
BÜNTGEN, U., MYGLAN, V., LJUNGQVIST,
F. Y OTROS. “Cooling and societal chan-
ge during the Late Antique Little Ice
Age from 536 to around 660 AD”. Natu-
re Geoscience, vol. 9, n.º 3 (2016),
pp: 231-236. En inglés.
DULL, ROBERT A., SOUTHON, JOHN R.,
KUTTEROLF, STEFFEN Y OTROS. “Radio-
carbon and geologic evidence reveal Ilo-
pango volcano as source of the colossal
‘mystery’ eruption of 539/40 CE”. Qua-
ternary Science Reviews, vol. 222 (2019),
art. 105855. En inglés.
56 • HISTORIA Y VIDA
CATALINA WILLOUGHBY
LA CASI
SÉPTIMA ESPOSA
DE ENRIQUE VIII
La duquesa de Suffolk mantuvo una relación
sentimental con el monarca, pero los avatares
políticos y dinásticos impidieron el matrimonio.
ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN
PERIODISTA
H
acia el final de su vida, En-
rique VIII estuvo a punto
de forzar un capítulo extra
de los Tudor, en la historia
y en Netflix. No contento
con las seis esposas que se habían ido su-
cediendo a medida que perdían el favor
real –y algunas también la cabeza–, qui-
so contraer matrimonio con la que hubie-
ra sido la séptima. La elegida se llama-
ba Catalina, como la sexta, y para rizar
el rizo era la mejor amiga de aquella.
En los últimos años, una serie de docu-
mentos han mostrado hasta qué punto
Enrique VIII perdió la cabeza, esta vez
figuradamente, por una dama de veinti-
séis años, atractiva, muy rica y con ca-
rácter. Atendía al nombre de Catalina
Willoughby (1519-80), también conocida
como madame Suffolk, era duquesa del
mismo nombre y, en otro giro que se di-
ría novelesco, viuda del mejor amigo
de Enrique VIII. O los Tudor vivían en
una burbuja tipo Covid, o realmente su
mundo era muy pequeño.
En febrero de 1546, menos de un año
antes de la muerte del rey británico (en
enero de 1547), el embajador impe-
rial François van der Delft daba cuenta
a su señor, Carlos I de España y V de Ale-
mania, de los rumores que inflamaban
los círculos diplomáticos y aristocráticos
de Londres sobre las intenciones del jefe
de los Tudor, tal como explica el histo-
riador David Baldwin en Henry VIII’s last
love (El último amor de Enrique VIII).
“Señor, estoy confundido y temeroso de
informar a Su Majestad que hay rumores
aquí de una nueva reina, aunque no sé
por qué ni cuán cierto puede ser. Algu-
nas personas lo atribuyen a la esterilidad
de la reina; por el contrario, otras dicen
que no habrá cambios mientras dure la
actual guerra. Se habla mucho de ma-
dame Suffolk y goza de un gran favor,
pero el rey no muestra ninguna altera-
ción en su comportamiento hacia la rei-
na, aunque esta última, según me han
informado, está algo molesta por los
rumores”, explicaba el embajador.
La guerra era el enfrentamiento con Fran-
cia, y la reina, Catalina Parr, quien a la
postre conseguiría sobrevivir a su espo-
so y mantener su matrimonio hasta el
 HISTORIA Y VIDA • 57

EN LA CORTE DE LOS TUDOR

58 • HISTORIA Y VIDA
final, aunque posiblemente solo fuera
porque a Su Majestad no le dio tiempo
de repudiarla. Las habladurías sobre los
deseos del monarca ya corrían por toda
Europa. Stephen Vaughan, agente del
monarca británico en Amberes, informó
al canciller Thomas Wriothesley y al di-
plomático William Paget de un suceso
que le había ocurrido en aquella ciudad:
“Este día llegó a mi alojamiento un co-
merciante local diciendo que había ce-
nado con ciertos amigos, uno de los cua-
les se ofreció a apostar con él que Su
Majestad tendría una nueva esposa, y el
comerciante me pidió que le contara la
verdad, pero no quiso decirme con quién
había apostado, y yo le dije que nunca
había oído hablar de este asunto y que
no había nada de cierto, pero mucha gen-
te habla de ello y no he podido averiguar
de dónde ha salido todo”.
Enrique VIII y Catalina Willoughby ha-
bían tenido numerosas ocasiones de en-
contrarse, pese a la diferencia de edad
entre ambos (veintiocho años), algo que
en principio no hubiera sido un inconve-
niente para ellos: Catalina Parr tenía
veintiún años menos que su señor, y la
propia madame Suffolk había contraído
matrimonio a los catorce con su tutor, de
casi cincuenta, algo sobre lo que, en aque-
llos momentos, y con reinos y ducados de
por medio, se corría un pragmático velo.
Una existencia complicada
La vida de la que sería duquesa de Suffolk
no había sido un cuento de príncipes y
princesas, sino una sucesión de lances
políticos y diplomáticos y de intercambio
de los mismos nombres, dando como re-
sultado, además de los estragos de la con-
sanguinidad, un árbol genealógico de lo
más aburrido. Empezando por el propio
matrimonio de sus padres. Catalina era
hija de William Willoughby, undécimo
barón de Eresby, y de María de Salinas,
dama de compañía de Catalina de Ara-
gón y primera esposa de Enrique VIII.
Ambas damas eran tan amigas que la
niña recibió el nombre en homenaje a la
reina. Esta, a su vez, el mismo año de los
esponsales de su dama, tuvo su única hi-
ja con el monarca, María.
No era el único lazo que acercaría a la
futura madame Suffolk al monarca. A la
muerte de sus padres, se designó como
tutor de la pequeña Catalina a Charles
Brandon, duque de Suffolk y esposo de
una hermana de Enrique VIII, de nombre,
cómo no, María. Tan pronto como quedó
viudo se casó con la adolescente (y pro-
pietaria de medio Lincolnshire), obvian-
do el hecho de que estaba prometida a su
propio hijo, también adolescente.
Es de suponer que la joven Catalina es-
carmentaría en cabeza ajena, nunca me-
El rey esperó a que
la dama enviudara
jor dicho, porque asistió a la ascensión y
caída de Ana Bolena; de hecho, estuvo
presente en su coronación como nueva
reina. También fue testigo de la sucesión
de esposas: Juana Seymour, Ana de Clé-
veris, Catalina Howard y, por fin, Cata-
lina Parr. Por lo que respecta a la prime-
ra, su marido fue padrino de su hijo
Eduardo, el único varón (legal) de Enri-
que VIII que sobrevivió a la infancia, y
tuvo como invitada en una de sus man-
siones a Catalina Howard poco antes de
que rodara su cabeza. También debió de
curtir su carácter encontrarse con cator-
ce años como madrastra de cinco hijos,
todos ellos mayores que ella.
A casa de la duquesa
Con estos antecedentes, es de suponer
que madame Suffolk no tuviera dema-
siadas ganas de emparentar con el mo-
narca. Pero, según Baldwin, se cree que
ambos entablaron una relación sentimen-
A la izqda.,
Charles
Brandon, primer
duque de Suffolk
y esposo de
Catalina
Willoughby.
A la dcha., La
familia de
Enrique VIII,
atribuido a
Lucas de Heere.
En la pág.
anterior, un
grabado con el
rostro coloreado
de Catalina
Willoughby, según
Holbein el Joven.
tal que duró años. Unos meses después
del fallecimiento de Juana Seymour, a
los doce días de dar a luz, Eustace Cha-
puys, otro embajador del emperador Car-
los V, escribió a este que Enrique VIII
había estado visitando a la duquesa.
“El rey –señalaba– ha estado de mucho
mejor humor que nunca, haciendo que
sus músicos toquen sus instrumentos to-
do el día. Fue a cenar a una de sus esplén-
didas casas, donde había reunido a todos
sus músicos, y después de haber dado
órdenes para la construcción de algunos
edificios, regresó por agua acompañado
por sus músicos y fue directamente a vi-
sitar a la duquesa de Suffolk”.
Pero Enrique VIII no podía casarse con
Catalina porque su esposo, Charles Bran-
don, decidió vivir más años de los que le
correspondían, y el rey se cansó de espe-
rar que la dama enviudara. Cuando lo
hizo, la esposa del rey, Catalina Parr, de-
mostró tener amigos e inteligencia.

Volvamos a aquel febrero de 1546. El
matrimonio real duraba ya dos años y
medio, no había esperanza en que la rei-
na alumbrara a un varón y la relación
entre los consortes no atravesaba su me-
jor momento. Parr era, además, de fuer-
tes opiniones y no se las guardaba, has-
ta el punto de que el rey llegó a quejarse
en público de “tener que ser enseñado
por mi esposa en mi vejez”. Por mucho
menos otras acabaron como acabaron.
Según un historiador de la época, John
Foxe, Enrique VIII habría explicado sus
intenciones de librarse de Catalina Parr
al médico de ambos, Thomas Wendy. In-
cluso le habría enseñado la orden judicial
en la que se detallaban los cargos contra
la esposa real. Enterada de lo que se es-
taba tramando, Parr tomó la iniciativa
disculpándose con el rey por sus discu-
siones sobre religión, con las que, alegó,
solo pretendía distraerle de los dolores
que le causaba su pierna ulcerada.
Parece ser que Enrique VIII se ablandó,
o decidió esperar a mejor ocasión, porque
la abrazó exclamando: “¿Y es aún tan
dulce tu corazón? Entonces, amigos per-
fectos volvemos a ser, como habíamos
sido hasta ahora”. Eso dijo, o así lo contó
en sus libros John Foxe, anticipándose a
lo que harían en el futuro con la monar-
quía los guionistas de The Crown, que en
aquella época seguro que habrían aca-
bado ante el verdugo. El que sí estuvo
realmente a punto de hacerlo fue el lord
canciller Thomas Wriothesley, a quien
nadie se molestó en contar la reconcilia-
ción de la pareja. Al día siguiente, cuan-
do fue a arrestar a Catalina Parr, la en-
contró paseando del brazo de su esposo.
Tal vez lo que sucedió fue que el monar-
ca quiso evitar tener más problemas:
Catalina Willoughby era atractiva y vi-
vaz, pero compartía con su amiga la rei-
na el carácter vehemente y batallador y
la marcada inclinación por el protestan-
HISTORIA Y VIDA • 59
EN LA CORTE DE LOS TUDOR
tismo. También se decía de ella que era
extremadamente obstinada, y posible-
mente tampoco le interesara matrimo-
niar con un anciano cuando ya se había
librado de otro. Emancipada por prime-
ra vez en su vida e inmensamente rica,
siguió siendo íntima amiga de la reina.
Y del rey, hasta el final. ɿ
Para saber más...
BIOGRAFÍA
BALDWIN, DAVID. Henry VIII’s last love:
the extraordinary life of Katherine Wi-
lloughby, lay-in-waiting to the Tudors.
Stroud (G. B.): Amberley, 2015. En inglés.
WEIR, ALISON. Enrique VIII: el rey y la
corte de los Tudor. Barcelona: Ariel, 2010.
ENSAYO
FRASER, ANTONIA. Seis esposas de Enri-
que VIII. Barcelona: B de Bolsillo, 2007.
HART, KELLY ANN. The Mistresses of
Henry VIII. Cheltenham (G. B.): The History
Press, 2009. En inglés.
60 • HISTORIA Y VIDA
 HISTORIA Y VIDA • 61

PRIMER CONTACTO DE CORTÉS Y EL HUEY TLATOANI

AMÉRICA
EL
VERDADERO
ENCUENTRO
ENTRE
MOCTEZUMA
Y CORTÉS
A Ànales de 1519 Cortés y
Moctezuma se vieron por primera vez.
Algunos especialistas ponen en duda
que el azteca entregara sin más el
Imperio a los españoles.
CARLOS CARABAÑA
PERIODISTA
62 • HISTORIA Y VIDA
V
eamos el relato típico. Año
1519. Tras desembarcar en
Veracruz con unos explo-
radores, Hernán Cortés
llega a Tenochtitlán, la ca-
pital del Imperio azteca, o de la Triple
Alianza, la entidad política más impor-
tante de Mesoamérica, la Venecia mexi-
cana. En su camino, estos guerreros han
logrado varias victorias militares y diplo-
máticas, y los locales los han tomado por
dioses. A Cortés, concretamente, por
Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada,
que se supone volvería desde el oeste.
En esa ciudad de entre ochenta mil y dos-
cientos mil habitantes, Moctezuma Xo-
coyotzin II, huey tlatoani, o gran gober-
nante del Imperio, se encuentra el 8 de
noviembre con Hernán Cortés. Creyendo
que es la reencarnación de Quetzalcóatl,
este equivalente de emperador reconoce
su derecho a gobernar y le entrega el
mando, declarándose en la práctica va-
sallo de la monarquía española.
Tras una serie de acontecimientos, como
el encierro de Moctezuma por los espa-
ñoles o la matanza del Templo Mayor,
pasado casi un año de ocupación de la
ciudad, un grupo de mexicas inconformes
se rebelan, Moctezuma es asesinado y
expulsan a los españoles. En agosto de
1521, tras varias batallas y un asedio,
Cortés y sus hombres, con su tecnología
superior, los efectos de las enfermedades
traídas de Europa y la ayuda de algunos
pueblos locales, vencen al Imperio azte-
ca, conquistan Tenochtitlán, derriban sus
templos y dan lugar a la Nueva España.
Algo no cuadra
Este es el relato habitual de la conquista
de México, uno de los momentos clave
 HISTORIA Y VIDA • 63

PRIMER CONTACTO DE CORTÉS Y EL HUEY TLATOANI

A la izqda., unos
guerreros aztecas en el
templo de Tenochtitlán.

A la dcha., un detalle
de la pirámide de
Quetzalcóatl, en el
yacimiento arqueológi-
co de Teotihuacán.

En la pág. anterior,
Cortés se encuentra
por vez primera con
Moctezuma II, el 8 de
noviembre de 1519.

El relato histórico habla
de que Cortés mandó
hundir las naves
en la historia de España, México y el res-
to del planeta. El momento en el que dos
mundos se encontraron, se enfrentaron
y se dio forma a un nuevo esquema glo-
bal. Un momento que sigue siendo tan
relevante que el actual presidente de
México, Andrés Manuel López Obrador,
ha pedido en diversas ocasiones que la
monarquía española pida perdón.
Un período histórico de dos años que el
etnohistoriador británico Matthew Res-
tall prefiere llamar guerra Hispano-Az-
teca. Profesor de Historia de América
Latina y Antropología en la Universidad
Estatal de Pensilvania, su último libro,
When Montezuma met Cortés, que lleva
el subtítulo de The True Story of the Mee-
ting that Changed History (Cuando Mon-
tezuma conoció a Cortés. La verdadera
historia del encuentro que cambió la his-
toria), es una revisión de la relación entre
ambos personajes y de esa versión que él
y otros especialistas consideran imposi-
ble: la entrega y sumisión del huey tla-
toani al español. “No hay evidencia de
que Moctezuma, los aztecas u otros me-
soamericanos creyeran que los españoles
eran divinos o dioses; la idea no es men-
cionada hasta décadas después de la in-
vasión española, pero empieza a aparecer
en fuentes españolas y europeas más
tarde en ese siglo”, asegura Restall. “Es-
tá basada en una visión racista de los az-
tecas y los ‘indios’ en general y en una
autoimagen muy arrogante de los euro-
peos; es decir, los aztecas son tan simples
y bárbaros y los españoles tan avanzados
que los aztecas solo pueden haberlos vis-
to como seres divinos”. Para complicarlo
más, monjes franciscanos reinterpretaron
la mitología de Quetzalcóatl desde un
punto de vista cristiano, convirtiéndolo
en una figura similar a Jesucristo.
“Un año después de que Moctezuma fue-
ra asesinado por los conquistadores, Cor-
tés inventó la mentira de que Moctezuma
había rendido su imperio entero tan pron-
to, en noviembre de 1519”, continúa. “La
idea es absurda, y solo puede creerse
abrazando las opiniones racistas sobre
los aztecas. Pero esa mentira fue la jus-
tificación de la invasión española y la
reclamación de su conquista como una
pacificación de tierras que ya eran suyas”.
La tribu que erigió un imperio
Con el libro de Restall, la figura de Cor-
tés baja enteros, al describirlo como un
aventurero mediocre y oportunista, cu-
yas acciones estaban condicionadas por
los diversos grupos que había dentro de
su hueste de españoles. Por ejemplo, el
relato histórico habla de que Cortés, en
Veracruz, mandó hundir las naves para
obligar a toda su hueste a quedarse en
tierra y ayudarle. Restall observa, por
su parte, que estas llevaban ancladas
seis meses y que, carcomidas por el sa-
litre y sin mantenimiento, habían co-
menzado a hundirse por sí mismas.
“La conquista de México es una frase
triunfalista, inventada por Francisco
López de Gómora en la hagiografía de
Cortés. Publicada en 1552 por encargo
de su hijo, transformó la historia de una
guerra en una glorificación de Cortés,
justificando todas sus escrituras y hacien-
do que toda esta historia fuera un triun-
fo extraordinario suyo. Pero es un libro
lleno de falsedades y distorsiones”.
64 • HISTORIA Y VIDA
Moctezuma II, por el contrario, adquie-
re más entidad, más cercano a un césar
romano que a un niño supersticioso. Na-
cido en 1466, en 1502 había heredado
el trono de su tío, Ahuitzotl, como líder
de una especie particular de imperio que
estaba en su apogeo, que iba desde el
norte de la cuenca de México hasta la
ahora frontera entre México y Guatema-
la. La ciudad-estado principal de esa
suerte de imperio, Tenochtitlán, fue fun-
dada en 1325, y lideraba la Triple Alian-
za, una confederación de las tres ciuda-
des-estado que habían derrotado a los
señores de Azcapotzalco, la anterior po-
tencia, y ahora dominaban a la mayoría
de las ciudades-estado de su área de in-
fluencia, que debían pagar tributos.
“El imperio que establecieron solo era
igualado en el Nuevo Mundo por los incas
de Perú, y el brillo de su civilización es
comparable a otras grandes antiguas cul-
turas de América y el Viejo Mundo”, in-
dica la Enciclopedia Británica. “La casi
increíble historia de cómo una pequeña
tribu fue capaz de construir un imperio
en un siglo puede explicarse por tres ra-
zones: su religión, la economía del Valle
de México y la organización sociopolítica”.
Una sociedad feudal
La religión azteca, explica la Británica, se
centraba en el fiero dios solar Huitzilopo-
chtli. Como, para garantizar la existencia,
debían nutrirle con sangre humana, la
guerra era una obligación religiosa con
la que suministrar prisioneros que sacri-
ficar. Su agricultura, basada en los cinco
lagos que rodeaban la ciudad y su clima
templado, daba varias cosechas al año, y
permitió un crecimiento de población muy
alto. Un detalle curioso de los aztecas es
que no usaban la rueda para el transpor-
te, por lo que el sistema de lagos servía
para transportar mercancías.
El tercer aspecto esencial fue su comple-
ja organización sociopolítica. Era una
sociedad que podría ser interpretada al
estilo feudal, con nobleza hereditaria,
pero con un poder más allá de lo absolu-
Tenochtitlán,
ciudad-estado
principal
del Imperio,
lideraba la
Triple Alianza
to por parte del huey tlatoani. Durante el
reinado de Moctezuma II se escribieron
varios códices que describían cómo se
había organizado el Imperio en provincias
y cómo pagaba cada una un tributo acor-
de con su producción. La estructura se
sostenía con una enorme burocracia en
todos los ámbitos: político, militar, reli-
gioso, fiscal, judicial, logístico...
“La figura de Moctezuma sufrió un cam-
bio radical a partir de la historiografía
providencialista del siglo xvii, que dibu-
jó a una persona inactiva, casi bipolar”,

explica Isabel Bueno, doctora en Antro-
pología Americana y licenciada en His-
toria e Historia del Arte por la Universi-
dad Complutense de Madrid. Bueno es
autora de decenas de artículos sobre el
México antiguo, la llegada de los espa-
ñoles, la caída de Tenochtitlán y la reor-
ganización posterior.
Los aztecas tenían una especie de mo-
narquía electiva y se daba la poligamia
entre las clases nobles, lo que garantiza-
ba un número considerable de jóvenes
candidatos. Y, lógicamente, en cada pe-
ríodo sucesorio, los pretendientes jugaban
sus cartas. Intrigas, traiciones, ataques...
Normalmente salía elegido no ya el que
tenía más apoyos políticos, sino el que
había demostrado ser un líder carismá-
tico y un magnífico guerrero. Este fue el
caso de Moctezuma, que no era el can-
didato favorito, sino uno de sus herma-
nos. La historiografía afirma que le die-
ron la noticia de su elección mientras
estaba rezando en el templo de Huitzilo-
pochtli, del que era sumo sacerdote.
PRIMER CONTACTO DE CORTÉS Y EL HUEY TLATOANI
“Para llegar a ser un tlatoani había que
pasar muchísimas pruebas. Ser un buen
líder, buen guerrero, tener el apoyo del
ejército y de la mayoría de los clanes po-
líticos. Una vez elegido debía sancionar-
se con una exitosa guerra de coronación
con buen acopio de prisioneros. Si los
aztecas pensaban que no habían acerta-
do con la elección, igual que en Roma, el
veneno corría con generosidad”, argu-
menta Bueno. “Dentro de su filosofía bé-
lica, resulta casi imposible creer que Moc-
tezuma rindiera la Triple Alianza”.
Bueno pone como ejemplo de la capaci-
dad de Moctezuma II su reconocimien-
to de que el Imperio había crecido de-
masiado y necesitaba dar un giro hacia
la centralización. Para sufragar los gas-
tos, realiza lo que algunos historiadores
llaman con ironía la primera reforma
fiscal de México: una subida generali-
zada de impuestos que le hace poco po-
pular, sobre todo entre las ciudades tri-
butarias más alejadas, en las provincias
de la costa del golfo de México.
HISTORIA Y VIDA • 65
Representación
de un sacriÀcio
humano al dios
Huitzilopochtli.
En la pág. opuesta,
Moctezuma recibe
a los mensajeros,
óleo del pintor
mexicano Adrián
Unzueta de 1893.
“Entonces, en la política interna, tiene
problemas con los que habían apoyado
a otras facciones, y en el exterior tiene
problemas con todos los tributarios, so-
bre todo los más alejados, que no quie-
ren pagar más impuestos. Es un ambien-
te muy convulso y, de repente, esas
casas flotantes que llevaban unos años
viendo pasar desembarcan en la costa,
cerca de uno de los tributarios más po-
derosos de Moctezuma: los totonacas
de Cempoala”, resume Bueno.
Unos pocos contra un imperio
Basta una búsqueda en los periódicos
para encontrar titulares como los siguien-
tes: “Hernán Cortes, conquistador del
Imperio azteca”, “Así lograron Hernán
Cortés y cuatrocientos españoles derrum-
bar el gigantesco Imperio azteca” o “El
verdadero Hernán Cortés, libertador del
indio, que la leyenda negra ocultó”. La
narrativa es siempre la misma: Cortés y
algunos cientos de valientes, con la ayu-
da secundaria de aliados locales, en dos
66 • HISTORIA Y VIDA
La muerte de Moctezuma
Junio de 1520. Hernán Cor-
tés mantiene a Moctezuma II
cautivo en su palacio (arriba). Los
mexicas comienzan un ataque para
expulsar a los españoles de Tenoch-
titlán tras la matanza del Templo Ma-
yor, en la que uno de los capitanes
del extremeño había ordenado acu-
chillar a decenas de mexicas que ce-
lebraban una ceremonia religiosa.
Cortés sube a Moctezuma a la azo-
tea del edificio para que les ayude a
escapar negociando un alto el fuego.
Los relatos de los españo-
les cuentan que los aztecas, al
ver a su soberano, se detuvieron un
momento, pero rápidamente co-
menzaron a lanzarle piedras y fle-
chas y murió de esas heridas tres
días después. De acuerdo con los
cronistas indígenas, fueron los hom-
bres de Cortés los que le acuchilla-
ron hasta la muerte.
Los españoles empren-
dieron su huida la noche llu-
viosa del 30 de junio, pero, descu-
biertos por los mexicas, fueron
atacados. Durante la fuga murieron
casi la mitad de los hombres de Cor-
tés, y perdieron casi todo el oro ex-
poliado. Cortés lloró junto a un
árbol. Fue la llamada Noche Triste.
Moctezuma murió en junio
de 1520 y fue sucedido por
Cuitláhuac, que murió a los ochenta
días por la viruela. El siguiente fue
Cuauhtémoc, el último emperador de
los aztecas. Dirigió la resistencia, fue
capturado en 1521 y mantenido vivo
como rehén político. En 1525 fue
ahorcado por orden de Cortés.
años conquistan la potencia más grande
de la región. Restall, Bueno y otros ex-
pertos cuestionan también esta forma de
contar el episodio histórico.
“La narrativa tradicional pone a Cortés
y a los españoles en el centro, con los
pueblos indígenas simplemente reaccio-
nando, con antiguos súbditos rebelán-
dose contra los mexicas y con los tlax-
caltecas ayudando a los conquistadores”,
indica el británico Restall. “Creo que más
bien habría que verlo de esta manera: la
invasión española incitó a los líderes de
la zona a buscar un cambio en el equili-
brio de poder, usando a los españoles
como sus aliados”. Bueno apoya esta lí-
nea: “Hay que tener en cuenta que todo
era nuevo para los españoles: no sabían
por dónde tenían que ir ni a dónde, no
sabían qué podían comer y qué no, no
entendían la geopolítica local ni sabían
quiénes eran los actores principales”.
Tras desembarcar en abril de 1519 y fun-
dar la ciudad de Veracruz, Cortés y sus
hombres tienen su primer contacto im-
portante con la ciudad de Cempoala,
principal centro urbano de la región to-
tonaca y uno de los tributarios más po-
derosos de los aztecas. Allí manda, sobre
una sociedad compleja que nada tenía
que ver con las tribus y jefaturas que los
españoles se habían encontrado antes de
llegar a tierra firme, Xicomecóatl, apo-
dado por los españoles el Cacique Gordo.
“El Cacique Gordo le propone a Cortés
que le ayude contra Moctezuma, ya que
les asfixiaba a impuestos. Justo entonces
habían llegado los recaudadores, que son
apresados. No pagar las tasas era sinóni-
mo de dejar de prestar vasallaje, y Moc-
tezuma manda a un grupo de guerreros
en una guarnición cercana a atacar la
ciudad. Ahí se arma la alianza entre Cor-
tés y los totonacas”, explica Bueno.
Esa alianza supuso que el Cacique Gordo
les condujera hacia los enemigos más
grandes que tenía el Imperio azteca: los
tlaxcaltecas. La idea era formar un gran
ejército con el objetivo común de derrotar
a Moctezuma. Los tlaxcaltecas, al ver lle-
gar a su ciudad del centro de México a
un ejército de totonacas, supuestos sier-
vos de Moctezuma, reaccionan atacando.
“La historiografía dice que los tlaxcalte-
cas fueron vencidos por los españoles,
pero, como especialista en la guerra me-
 HISTORIA Y VIDA • 67

PRIMER CONTACTO DE CORTÉS Y EL HUEY TLATOANI

Grabado del
siglo XVII que
muestra el
encuentro de
Cortés con los
tlaxcaltecas,
entre los
volcanes
Popocatépetl e
Iztaccíhuatl, en
el llamado paso
de Cortés.

quista los tlaxcaltecas se comportan como del Caribe a México”, afirma Restall. Y
La idea era aliados, no como vencidos, ni sumisos”. concluye: “Estos factores, combinados
formar un De acuerdo con el libro Historia breve de
México, de Raúl Pérez López-Portillo, en
con el nuevo flujo continuo de colonos
a México, significan que la conquista de
gran ejército la parte final de la guerra contra el Im-
perio azteca, las fuerzas de Cortés estaban
México en realidad empezó en 1521”. ɿ

con el objetivo compuestas por ochenta y seis caballos,

de derrotar
a Moctezuma
soamericana, no creo que fuera así”, sos-
tiene Bueno. “Los combates se prolongan
quince días, en los que Cortés pidió la paz
cinco veces. Una parte de los dirigentes
tlaxcaltecas no querían cesar la guerra,
pero cuando Moctezuma manda emisa-
rios a Tlaxcala para avisar de que él no
les está atacando, los tlaxcaltecas optan
por parar la ofensiva y recibir a los espa-
ñoles y sus aliados, sumándose frente al
enemigo. Fue una paz decidida, no obli-
gada, porque los tlaxcaltecas tenían ca-
pacidad de reacción. A lo largo de la con-
ochocientos peones españoles y varias
piezas de artillería, mientras que las fuer-
zas de Tlaxcala y otros aliados sumaban
más de cincuenta mil hombres.
“Se ve que usan a los conquistadores co-
mo sus aliados con el fin de, por ejemplo,
renegociar las obligaciones tributarias de
los totonacas para con los aztecas, expan-
dir y fortalecer el poder de los tlaxcalte-
cas en su valle o acabar con la dominación
de la Triple Alianza sobre el resto”, argu-
menta Restall. “Los líderes indígenas tu-
vieron éxito en esos objetivos”.
“En 1521 los invasores españoles no con-
quistaron México. Causaron una disrup-
ción de los equilibrios de poder de la
zona, introdujeron enfermedades epi-
démicas y llevaron el tráfico de esclavos
Para saber más...
ENSAYO
DUVERGER, CHRISTIAN. Vida de Her-
nán Cortés. La espada. Barcelona:
Taurus, 2012.
Ȥ Vida de Hernán Cortés. La pluma. Bar-
celona: Taurus, 2019.
LEÓN-PORTILLA, MIGUEL. Visión de los
vencidos. Relaciones indígenas de la
Conquista. Madrid: Historia 16, 1992.
RESTALL, MATTHEW. When Montezuma
met Cortés. Nueva York: Ecco, 2018.
En inglés.
ARTÍCULO
BUENO BRAVO, ISABEL. “Moctezuma Xo-
coyotzin y Hernán Cortés: dos visiones
de una misma realidad”. Revista Españo-
la de Antropología Americana, vol. 36,
n.º 2 (2006), pp. 17-37.
68 • HISTORIA Y VIDA

LA BELLE
ÉPOQUE
NO ERA
TAN
“BELLE”
A caballo entre los siglos XIX y XX
se vivió una etapa que, tras la
Gran Guerra, se tiñó de nostalgia,
pero que tuvo su cara B.
FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS
DOCTOR EN HISTORIA

E
l terrorismo internacional no
es un invento de nuestra épo-
ca. A finales del siglo xix, el
mundo se vio sacudido por
una sucesión espectacular de
atentados, en aquel momento de signo
anarquista. Tendemos a pensar en la Be-
lle Époque como un tiempo feliz, lleno
de arte y glamur. En realidad, el esplen-
dor de esta época legendaria tenía el re-
verso de las espantosas desigualdades
sociales que se vivían en ciudades como
Londres o París. En la capital del Sena,
los trabajadores vivían en barrios insa-
lubres, en los que el impacto de las en-
fermedades era muy superior al que su-
frían las zonas más ricas. En el caso de
la tuberculosis, esta desproporción era
de cinco a uno entre el distrito XX y el
de la Ópera. La salud de los proletarios
era mucho más frágil, algo lógico, pues-
to que, para ellos, conseguir una alimen-
tación digna suponía una aventura épica.
Vivían inmersos en una constante incer-
tidumbre, sin perspectivas de futuro. No
había suficientes escuelas para sus hijos,
pero contaban, eso sí, con infinito nú-

TERRORISMO ANARQUISTA EN EL SIGLO XIX
mero de tabernas en las que ahogar su
El esplendor desesperación con la bebida. Cuando no
de la Belle había manera de llegar a fin de mes, al-
gunas mujeres no veían otro camino que
Époque tuvo el de la prostitución esporádica. La vi-
vienda constituía otro problema grave.
su reverso en En los suburbios de las grandes urbes, la
gente se amontonaba en chabolas que
la desigualdad edificaban de un día para otro.
HISTORIA Y VIDA • 69
La brecha social se muestra bien en A
l’aube (Al alba), el impactante lienzo de
Charles Hermans, de 1875, conservado
en el Museo de Bellas Artes de Bruselas.
Un hombre con frac y sombrero de copa,
ostensiblemente borracho, sale de un lo-
cal. Le acompañan dos mujeres, atraídas
no tanto por él como por su cartera. A la
izquierda de la pintura, una familia pro-
70 • HISTORIA Y VIDA

letaria les contempla en silencio. El men-

saje del artista no puede ser más claro:
mientras a unos les sobra el dinero, otros
no tienen qué comer.

“Propaganda por el hecho”

Ante la magnitud de las injusticias, un
sector del movimiento anarquista vio en
la violencia una solución. La revolución
iba a llegar, supuestamente, a través de
la denominada “propaganda por el he-
cho”. Determinados periódicos libertarios
apostaron por una apología directa de
los métodos más contundentes. Fue en
este ambiente de crispación donde un
joven de apenas veintiún años, Émile
Henry (1872-1894), lanzó un explosivo
en el café Terminus de París.
Era la primera vez que un libertario ata-
caba a personas corrientes, que no eran
representantes del poder político militar.
Para Henry, solo contaba su pertenencia
a la burguesía. Pensaba que ningún
miembro de esta clase social era inocen-
te de la explotación de los trabajadores.
Henry buscaba rebelarse contra la tiranía
del capitalismo, pero también quería
asegurarse un lugar en la posteridad re-
volucionaria. De ahí que en ningún mo-
mento intentara defenderse para esca-
par a la pena de muerte.

Estado de psicosis
La sucesión de atentados anarquistas,
con la muerte de políticos como el pre-
sidente francés Nicolas Léonard Sadi
Carnot o el español Antonio Cánovas del
Castillo, generó una psicosis mundial.
Los gobiernos y los periódicos supusieron
que existía una organización internacio-
nal que decidía los atentados, el deno-
minado “club de la dinamita”, que solo
existía en la mente de los creadores de
teorías conspiratorias.
Los poderosos veían por todas partes a
escurridizos anarquistas portadores de
explosivos, un estereotipo como el que
utilizaría Joseph Conrad en su novela El
agente secreto (1907). La prensa, con sus
exageraciones sensacionalistas, contri-
buyó poderosamente a la propagación del
pánico. En Francia llegó un momento en
que los más acomodados se lo pensaban
dos veces antes de acudir al teatro o a un
restaurante caro. Nadie sabía cuándo los
“dinamiteros” podían entrar en acción.

TERRORISMO ANARQUISTA EN EL SIGLO XIX
A la izqda., la
detención de Émile
Henry tras el
atentado en el café
Terminus de París,
según el ilustrador
Osvaldo Tofani.
A la dcha., La
familia del
anarquista el día
antes de su
ejecución, de
Fernando Álvarez
de Sotomayor.
En la pág.
anterior, Al alba,
obra del belga
Charles Hermans.
La mayoría de los
anarquistas condenó
la violencia ciega
En realidad, los militantes libertarios
funcionaban a través de pequeños grupos
sin conexión entre sí. No poseían, como
señala el historiador John Merriman en
su reciente libro El club de la dinamita,
“una organización real ni unos líderes
capaces de controlar a sus fieles”. Esta
forma de proceder era coherente con sus
principios, en los que la autonomía del
individuo constituía una prioridad.
Los datos objetivos daban igual: la ma-
quinaria represiva de los Estados se puso
en marcha. La policía multiplicó a sus
agentes encubiertos, incrementó los fon-
dos para delatores, detuvo a gente con
razón o sin ella. Se promulgaron leyes
que limitaban las libertades en nombre
de la seguridad pública, con lo que se des-
encadenaron todo tipo de abusos. Hasta
contar un chiste se volvió peligroso. En
París, las fuerzas de orden público tuvie-
ron prácticamente carta blanca para ac-
tuar según su criterio y capricho.
Tantas medidas de excepción, pensadas
para combatir una amenaza formidable,
contrastan con el carácter muy modesto
de la violencia anarquista, apenas un ara-
ñazo en la dura piel del capitalismo. En
HISTORIA Y VIDA • 71
la década de 1890, un máximo de sesen-
ta personas murieron en todo el mundo
a consecuencia del terrorismo libertario.
El promovido por el Estado resultaba in-
comparablemente más letal, en una pro-
porción de doscientos sesenta a uno, tal
como relata Merriman. Así, además de
contribuir a alimentar el odio, la bruta-
lidad de las autoridades favorecía una
espiral de acción-reacción que solo con-
tribuía a multiplicar los atentados.
No faltaron, desde luego, los que vieron
como héroes a Émile Henry y otras figu-
ras similares. Sin embargo, una inmensa
mayoría de anarquistas condenó su re-
curso a la violencia ciega: matar a ino-
centes no era el camino para cambiar el
mundo. No obstante, de forma previsible,
eso no impidió que las clases acomodadas
redujeran el pensamiento libertario, sin
el más mínimo matiz, a una simple apo-
logía del asesinato y del robo. Satisfecha
de sí misma, la burguesía biempensante
no contemplaba reformas, sino cárceles
y ejecuciones para los disidentes. ɿ
Para saber más...
ENSAYO
LEJEUNE, DOMINIQUE. La France de la
Belle Époque, 1896-1914. París: Armand
Colin, 2011. En francés.
MERRIMAN, JOHN. El club de la dinamita.
Madrid: Siglo XXI, 2020.
WINOCK, MICHEL. La Belle Époque. París:
Perrin, 2003. En francés.
72 • HISTORIA Y VIDA

KRONSTADT LA
ROJA, SUBLEVADA
Los marineros de la base naval del Báltico,
héroes de la Revolución Rusa, se alzaron
hace cien años contra los bolcheviques.
ALFONSO GONZÁLEZ QUESADA PROFESOR DEL ÁREA DE DOCUMENTACIÓN DE LA UAB
 HISTORIA Y VIDA • 73

CIEN AÑOS DE LA REBELIÓN DE KRONSTADT

74 • HISTORIA Y VIDA

A la izqda., vista
del muelle
de Kronstadt
a comienzos
del siglo XIX.

A la dcha.,
un grupo de
reclutas entrena
con sus
bayonetas en
las calles de la
antigua Petrogra-
do, en 1921.

En la pág.
anterior, La
rebelión de
Kronstadt, obra
de Samoresov
en el Museo
Naval Central de
San Petersburgo.

E
l mismo año en que Pedro el
Grande fundó San Petersbur-
go a orillas del Neva, arreba-
tó a los suecos la pequeña
isla de Kotlin, situada a unos
treinta kilómetros de la desembocadura
del río. El zar había decidido hacer de ella
un escudo marítimo en el golfo de Fin-
landia que protegiera la nueva capital de
su imperio. En los primeros compases del
siglo xviii, mientras San Petersburgo se
embellecía con palacios suntuosos, en
Kronstadt, la capital de Kotlin, se levan-
tó una fortaleza colosal. Más adelante,
el proyecto del zar fue ampliado, y la ciu-
dadela pasó a ocupar el centro de una
formidable línea defensiva compuesta por
islotes artificiales fortificados.
Con fama de plaza estratégica e inexpug-
nable, desde mediados de la centuria
siguiente, Kronstadt sirvió de base a la
flota rusa del Báltico, y su población no
cesó de crecer. Soldados de la guarnición,
tripulaciones y obreros con sus familias
sumaban cerca de ochenta mil almas en
vísperas de la Revolución de 1917. Tras
la caída del zar, la ciudad hizo suya, como
en ningún otro lugar de Rusia, la consig-
na de Lenin de dar todo el poder a los
sóviets. En Kronstadt, marineros, solda-
dos y trabajadores practicaron una de-
mocracia directa a través de pequeñas
asambleas (sóviets), sobre las que se cons-
truyó la democracia representativa del
sóviet de la ciudad. De esa manera, Kron-
stadt estuvo gobernada por una amplia
coalición de partidos socialistas, sin in-
terferencias de ninguna otra autoridad,
como si fuera un territorio soberano.
Todo ello hizo arraigar en el imaginario
de sus habitantes la creencia de que la
nueva sociedad que surgiera de la revo-
lución adoptaría un modelo similar de
autogobierno, plural y radicalmente de-
mocrático. Pero no fue así. Con los bol-
cheviques en el poder, su régimen se fue
alejando del ideal de Kronstadt, hasta
que, en marzo de 1921, la marinería se
sublevó para corregir el rumbo de una
revolución que sentía traicionada.
Comunismo de guerra
Las causas de aquella insurrección se han
ido fraguando en el tiempo. Después de
El régimen de
los bolchevi-
ques se había
ido alejando
del ideal de
Kronstadt
tres años de contienda mundial y una
revolución, Rusia está exangüe y devas-
tada. Lenin y los bolcheviques habían
prometido pan, paz y libertad, pero la
reacción a su toma del poder ha frustra-
do aquella promesa. Bloqueo económico,
agresión extranjera y un cruento conflic-
to civil entre “rojos” y “blancos” han su-
mido al país en el caos y la miseria. Son
los años atroces del comunismo de gue-
rra. Apenas hay transporte. El comercio
desaparece y el desabastecimiento es
general. El hambre de las ciudades obli-
ga a requisas forzosas en el campo. Y en
la poca industria que sobrevive, la disci-

plina feroz recuerda demasiado a los mé-
todos brutales de los antiguos patronos.
El malestar se traduce en huelgas y re-
vueltas. A mediados de 1920, cercana la
victoria en la guerra civil y a salvo la joven
república, se espera que los bolcheviques
mejoren las condiciones de vida, que pon-
gan fin a las requisas y la militarización
del trabajo y restablezcan el libre comer-
cio. La realidad es otra y la agitación se
redobla. A inicios de 1921, en Petrogrado,
la antigua San Petersburgo y cuna de la
revolución, la situación es explosiva.
El detonante es un anuncio funesto. En
un país falto de grano por la sequía, la
parálisis del transporte, a causa de la es-
casez de petróleo y las nevadas extremas,
obliga al gobierno a reducir la ración de
pan. Petrogrado no podía recibir peor
noticia. En pleno invierno y sin combus-
tible, la perspectiva del hambre echa a la
población a las calles. Día a día, las huel-
gas se extienden y las protestas derivan
en tumultos. Ni ley marcial ni arrestos
masivos sofocan el descontento. El temor
a que todo se desborde conduce a las au-
toridades de Petrogrado a tímidas con-
CIEN AÑOS DE LA REBELIÓN DE KRONSTADT
cesiones, como permitir a los ciudadanos
aprovisionarse en el campo o mercadear
con los aldeanos. A finales de febrero las
aguas vuelven a su cauce, no tanto por la
mejora de la situación como por el ago-
tamiento de los huelguistas. El peligro
parece conjurado, pero, para entonces,
los ecos de lo sucedido en Petrogrado han
llegado a la vecina Kronstadt, solidaria
con sus trabajadores y atenta a la pulsión
insurgente de la antigua capital.
Kronstadt la Roja
La tradición rebelde de Kronstadt arran-
ca con un motín en 1905. La marinería
se subleva, harta de maltratos y humi-
llaciones de la oficialidad. La represión
que sigue provoca en la guarnición sus
primeros mártires y una aversión infi-
nita a toda autoridad, que sus hombres
exhiben de manera brutal en el episodio
más sangriento de la Revolución de Fe-
brero de 1917, cuando ejecutan a cerca
de cincuenta oficiales, entre ellos, el co-
mandante de la base naval. Desde enton-
ces, la fama de temibles acompañará a
los marineros de Kronstadt. En sus manos
HISTORIA Y VIDA • 75
ha quedado la ciudad-fortaleza. Será el
baluarte más firme y leal a la revolución.
También el más díscolo e independiente,
porque los marineros no están dispuestos
a compartir la dirección de la isla con el
Gobierno Provisional. Solo reconocen el
liderazgo bolchevique, y acatan sus ór-
denes porque creen perseguir un mismo
objetivo: acabar con el Gobierno Provi-
sional e instaurar una república soviéti-
ca de obreros, soldados y campesinos.
Su acción decisiva llega la noche del 7
de noviembre de 1917 (25 de octubre en
el calendario juliano). Miles de marine-
ros desembarcan en Petrogrado para
sumarse al golpe bolchevique. Unidos a
la Guardia Roja, controlan los puntos
clave de la capital y asaltan el palacio de
Invierno. Con los bolcheviques ya en el
poder, actúan como su guardia pretoria-
na. Sofocan con ferocidad cualquier ame-
naza al nuevo régimen. Su nombre se
invoca para intimidar en huelgas y re-
vueltas, y no son pocos los que mueren
como abanderados del poder soviético
en todos los frentes de la guerra civil.
Por todo ello, Lenin y Trotski honran a
76 • HISTORIA Y VIDA

¿Conspiración
contrarrevolucionaria?

Los testimonios de la época

afirman que el apoyo del exilio anti-
bolchevique a la rebelión incomodó
a sus protagonistas. Es lógico. Eran
enemigos de clase irreconciliables.
Vivían en antípodas ideológicas.
Los marineros no participaron en
ningún complot urdido por la Guar-
dia Blanca. De ser cierto, ¿no hubie-
ra sido más razonable esperar al
deshielo del golfo de Finlandia para
rebelarse? Tampoco la insurrección
obedeció a un plan premeditado;
más bien fue una reacción acciden-
tal y espontánea a un cúmulo de ru-
mores y percepciones erróneas.

Los marineros verbalizaron

un descontento popular compartido
y confiaron en su leyenda como ar-
ma de presión para conseguir refor-
mas políticas y económicas. La pro-
paganda comunista los acusó de
contrarrevolucionarios para deslegi-
timar sus exigencias, pero nada ha-
bía en ellas en contra de la revolu-
ción, aunque sí en contra de los
bolcheviques. En ningún momento
propusieron restaurar el parlamen-
tarismo burgués o restituir los dere-
chos políticos de las clases acomo-
dadas. Tampoco, mientras duró su
levantamiento, eliminaron los sím-
bolos del Estado soviético. Simple-
mente desafiaron a los bolchevi-
ques con su propia consigna: dar
todo el poder a los sóviets para ha-
cer de Rusia una república demo-
crática e igualitaria.
los hombres de Kronstadt con el título
de “gloria y orgullo de la revolución”.
Acabada la guerra civil, el idilio toca a
su fin. En Kronstadt, a las deplorables
condiciones de vida se añade un hondo
malestar político, larvado después de
tres años de gobierno comunista. La ma-
rinería anhela la democracia que creía
haber conquistado en octubre de 1917
y rechaza el monopolio del poder de los
bolcheviques, la obediencia sumisa a la
que han reducido a los sóviets y sus for-
mas autoritarias de gestión, que tan bien
conocen por la experiencia diaria en la
flota. Las noticias sobre las huelgas de
Petrogrado inflaman todavía más los
ánimos en la base naval, y el falso rumor
de un baño de sangre durante la repre-
sión de las protestas empuja a los mari-
neros a reclamar al gobierno reformas
de calado. El 28 de febrero, en una asam-
blea febril, redactan una resolución con
quince exigencias que, entre otras, in-
cluyen elecciones libres a los sóviets, la
restitución de libertades civiles, libertad
de comercio y la liberación de los presos
socialistas y anarquistas. Un programa
político que, de cumplirse, conducirá al
final del régimen bolchevique.
La crisis económica se ha transformado
en crisis política. La tragedia que está a
punto de desencadenarse expresa la ero-
sión de la base social de los bolcheviques,
porque los marineros no dejan de ser
obreros y campesinos uniformados. Pe-
ro, por encima de todo, refleja el conflic-
to entre dos tradiciones revolucionarias
antagónicas, en el que solo una podrá
prevalecer. Kronstadt encarna la aspira-
ción libertaria al autogobierno y confía
en la espontaneidad política del pueblo.
Por su parte, Lenin y los bolcheviques
han recelado siempre de esa espontanei-
dad, al ver en ella la semilla de la indis-
ciplina y la anarquía. Si para Kronstadt
la revolución era la negación del autori-
tarismo y el poder centralizado, Lenin
ha impuesto autoridad, obediencia y dis-
ciplina para rescatar el país del caos y
vencer en la guerra civil. Y, a medida que
consolidaba su dictadura, se ha ido des-
vaneciendo el sueño de Kronstadt de
fundar una república democrática, go-
bernada a través de sóviets libres.
La sublevación
Moscú no va a atender ninguna de las
exigencias. No está dispuesta a compar-
tir o ceder el poder. El 1 de marzo, más
de quince mil marineros, soldados y tra-
bajadores abarrotan la plaza del Ancla,
el ágora de Kronstadt. Entre ellos hay
muchos bolcheviques desencantados.
Aguardan expectantes la intervención de

Mijaíl Kalinin, presidente del Comité Eje-
cutivo Central Panruso y, por tanto, jefe
del Estado. Kalinin es una figura popular
y respetada por su origen campesino y
probada trayectoria revolucionaria. La
multitud espera palabras conciliadoras
que inviten a negociar con el gobierno.
Pero, lejos de eso, enfurece a su auditorio
con acusaciones de chantaje y traición y
amenazas que suenan a ultimátum. Un
griterío ensordecedor ahoga su arenga
hasta que se da por vencido y abandona
la tribuna entre abucheos, insultos y re-
proches hacia la burocracia que repre-
senta. Su imprudencia ha encolerizado
a la asamblea, que decide ratificar por
abrumadora mayoría las quince exigen-
cias formuladas el día anterior. De nada
sirven las protestas de Kalinin, que a pun-
to está de ser arrestado, como sucede con
el comisario de la flota del Báltico y otros
altos funcionarios bolcheviques.
Al día siguiente, otro falso rumor, en es-
ta ocasión el de un inminente ataque so-
bre Kronstadt, precipita la creación de un
comité revolucionario, que ordena tomar
CIEN AÑOS DE LA REBELIÓN DE KRONSTADT
Una unidad del
Ejército Rojo
desplegada por
Moscú para
sofocar la
rebelión de la
marinería de
Kronstadt.
los puntos estratégicos de la ciudad. A
medianoche, la base está en poder de los
marineros sin haber encontrado oposi-
ción. Todos los buques, fuertes y baterías
también reconocen su autoridad. Kron-
stadt se acaba de sublevar. Desbordantes
de entusiasmo, los insurrectos envían
emisarios al continente para propagar la
noticia de la revuelta. Confían en que su
prestigio revolucionario sea suficiente
aval para levantar a la población. Sin em-
bargo, contra el parecer de los asesores
militares, partidarios de tomar la inicia-
tiva y alentar la sublevación en Petrogra-
do con una ofensiva sobre la ciudad, los
marineros deciden aguardar parapetados
en la fortaleza. Desoyen también el con-
sejo de romper el hielo que circunda la
isla y la conecta al continente, para crear
un foso acuático que la proteja de asaltos.
Dos errores estratégicos que van a decidir
el desenlace del levantamiento.
Que la principal base de la armada so-
viética esté en manos rebeldes es una
baza que cualquier enemigo querría apro-
vechar. Y si algo le sobra a la Rusia co-
HISTORIA Y VIDA • 77
Kali-
nin es
una fi-
gura popular
y respetada
por su origen
campesino y
trayectoria re-
volucionaria.
La multitud
espera de él
palabras con-
ciliadoras,
pero, lejos de
eso, enfurece
a su auditorio
munista son enemigos poderosos. La
Polonia del mariscal Pilsudski, con quien
Moscú aún no ha firmado la paz, o la
Guardia Blanca, con fuerzas dispersas
todavía por el país, podrían reanudar su
lucha. Lenin y la cúpula bolchevique te-
men un escenario peor: que ambas ame-
nazas confluyan en una nueva interven-
ción extranjera que haga de Kronstadt
su ariete y arrastre el país a otra guerra
que entierre la revolución y restaure el
orden capitalista. Su temor se dispara
cuando descubren que el exilio ruso en
Europa no solo ha saludado con júbilo la
insurrección, sino que está recaudando
fondos para apoyar a los sublevados.
La tragedia
Moscú ha decidido liquidar la rebelión
por la fuerza, pero antes debe aislar a los
sublevados. Intercepta a sus emisarios,
reduce los conatos de apoyo en el conti-
nente y bloquea las rutas desde Finlandia.
La propaganda elabora el relato que jus-
tifique un ataque contra los hombres que
hasta entonces eran el máximo símbolo
78 • HISTORIA Y VIDA

El soldado de
la revolución
El general Mijaíl Tuja-
chevski (abajo) tiene 28
años cuando recibe la orden de
sofocar la rebelión de Kronstadt.
Su hoja de servicios es envidia-
ble. Solo una mácula la empaña:
la derrota a las puertas de Varso-
via contra Pilsudski. Pero ese fra-
caso hay que atribuirlo al comisa-
rio del frente: Stalin. Ahí arranca
una rivalidad que marcará el
destino del “soldado de la revolu-
ción”, como le gustaba llamarse.

De familia noble, Tuja-

chevski sirvió como tenien-
te en el ejército del zar durante la
Primera Guerra Mundial antes de
unirse a los bolcheviques. En la
guerra civil demostró extraordina-
ria capacidad como organizador y
estratega. Hombre culto y caris-
mático, modernizó las técnicas
de combate del Ejército Rojo. Su
doctrina fue estudiada en Alema-
nia por los futuros artífices de la
Blitzkrieg (guerra relámpago). En
1935, a los 42 años, ascendió a
mariscal. Dos años después cayó
víctima de las purgas de Stalin,
que decapitaron la cúpula de las
fuerzas armadas soviéticas. Acu-
sado de espiar a favor de la Ale-
mania nazi, fue ejecutado junto a
otros seis altos jefes militares.
de la revolución. Aunque no exista rela-
ción alguna entre ellos y el exilio anti-
bolchevique que celebra su alzamiento,
la campaña que se orquesta los acusa de
servir a la Guardia Blanca. El pretexto es
la presencia en sus filas de un exgeneral
zarista, llamado Kozlovski, uno de tantos
que han servido con lealtad al Ejército
Rojo, y a quien los bolcheviques atribuyen
el papel de cerebro de la conspiración.
Lo cierto es que el exegeneral actúa a las
órdenes del comité revolucionario. Co-
manda la artillería de la fortaleza, y, co-
mo otros asesores militares de Kronstadt,
se ha limitado a proponer sin éxito una
ofensiva sobre Petrogrado.
En esos días, todos los ojos están puestos
en la inmensa alfombra de hielo que se
extiende desde las riberas de Petrogrado
hasta Kotlin. A finales de marzo comen-
zará el deshielo en el golfo de Finlandia.
Cuando se produzca, los sublevados de-
jarán de estar aislados. Podrán recibir por
mar todo tipo de refuerzos y emplear los
navíos de la flota. Es escaso el margen de
tiempo para atacar la fortaleza antes de
que sea inexpugnable. Trotski, comisario
de Guerra, encarga el plan de ataque a
Mijaíl Tujachevski, un joven y prominen-
te general del Ejército Rojo.
Al atardecer del 7 de marzo el plan se
pone en marcha. Un intenso bombardeo
sobre las defensas de la fortaleza precede
al ataque de la infantería, que avanza a
campo abierto y sin protección alguna en
medio de una tormenta de nieve. Es una
empresa suicida. En Kronstadt, quince
mil hombres en armas aguardan el em-
bate tras los gigantescos muros de la ciu-
dad, artillados por más de un centenar
de cañones y defendidos por fuertes y
baterías. Cuentan, además, con la poten-
cia de fuego de dos modernos acorazados
y otros buques de guerra. Los asaltantes,
a pesar de sus uniformes de camuflaje,
son un blanco fácil. Al despuntar el día,
la artillería de Kronstadt los recibe con
un fuego devastador, que siembra con
cientos de cadáveres el mar congelado.
Otros muchos mueren engullidos por los
cráteres que las explosiones abren en el
hielo. Precipitación, falta de efectivos y
baja moral de combate. El asalto es un
completo fracaso, y el estupor corre entre
 HISTORIA Y VIDA • 79

CIEN AÑOS DE LA REBELIÓN DE KRONSTADT

A la izqda.,
refugiados
de la base naval
a su llegada a
Koivisto, en el
sur de Finlandia.

A la dcha.,
cartel de la
película Los
marinos de
Kronstadt,
dirigida por EÀm
Dzigan en 1936.

de élite y de probada fidelidad revolucio- guerra por medidas en favor de la inicia-

La subleva-
ción acaba en
un baño de
sangre, con
más de diez
mil muertos
el millar de delegados que asisten en el
Kremlin a la inauguración del X Congre-
so del Partido Comunista. La crisis de
Kronstadt va a marcar el cambio de rum-
bo en el país que apruebe el congreso.
A pesar del fracaso, en los días siguientes,
la aviación y las baterías de costa castigan
la ciudadela. Allí, el bloqueo de la isla
está surtiendo efecto. La escasez de ali-
mentos y munición comienza a dejarse
sentir en el ánimo de los marineros. Sin
embargo, el hielo se funde y el tiempo se
agota. Tujachevski tiene un nuevo plan.
Ha reunido una fuerza de asalto que do-
bla el contingente anterior. Son tropas
naria, a las que se han unido voluntaria-
mente cerca de trescientos delegados que
asistían al congreso del partido, después
de que Trotski haya viajado a Moscú pa-
ra informar de la gravedad de la rebelión.
En la tarde del 16 de marzo comienza un
intenso cañoneo sobre Kronstadt que se
prolonga hasta entrada la noche. Al am-
paro de la oscuridad y la niebla, más de
cincuenta mil hombres inician su avance
desde diversos flancos. Los guía la luz
distante de los reflectores de Kronstadt
que barren el hielo rastreando señales de
su ataque. Cuando lo detectan, la artille-
ría se emplea sin descanso. Diezma las
columnas de infantería, pero esta vez no
logra detenerlas. Los invasores abren bre-
chas y, después de vencer una resistencia
feroz, toman los primeros fuertes. En el
interior de la ciudadela la lucha es des-
piadada. Se combate calle por calle, casa
por casa, hasta la mañana del 18 de mar-
zo, cuando se da por sofocada la rebelión.
La sublevación ha acabado en un baño
de sangre, con más de diez mil muertos,
en su mayoría soldados del Ejército Rojo.
Cerca de la mitad de los rebeldes ha hui-
do a Finlandia. De los dos mil prisioneros,
trece han sido elegidos como cabecillas
y ejecutados. Mientras se combatía en
Kronstadt, el X Congreso del Partido Co-
munista ha inaugurado una nueva etapa
en el país. Ha decidido reactivar la eco-
nomía sustituyendo el comunismo de
tiva privada y el libre comercio. Comien-
za la NEP, la Nueva Política Económica.
Extraño epílogo
Los marinos de Kronstadt se estrenó en
Moscú en marzo de 1936. Fue un éxito
rotundo, con más de veintitrés millones
de espectadores solo aquel año. La pelí-
cula narra cómo los marineros de la base
naval libraron Petrogrado de la amenaza
de la Guardia Blanca en los peores mo-
mentos de la guerra civil. Quince años
después de la tragedia de Kronstadt, en
pleno estalinismo, el régimen soviético
había borrado de su memoria aquel epi-
sodio fratricida, pero reivindicaba a los
héroes que en su día llegaron a ser “gloria
y orgullo de la revolución”. ɿ
Para saber más...
ENSAYO
AVRICH, PAUL. Kronstadt, 1921. Buenos
Aires: Proyección, 1973.
GETZLER, ISRAEL. Kronstadt 1917-1921.
The fate of a soviet democracy. Cambrid-
ge: Cambridge University Press, 1983.
En inglés.
METT, IDA. La comuna de Cronstadt: cre-
púsculo sangriento de los soviets. París:
Espartaco Internacional, 2006. Consulta-
ble en https://cutt.ly/whWxVvb
CINE
Los marinos de Kronstadt (URSS, 1936).
Dir: Efim Dzigan.
80 • HISTORIA Y VIDA

ciencia

MENTIRAS DE
LA FRENOLOGÍA
Tuvo que pasar un siglo hasta que la ciencia
pudiera barrer las teorías que atribuían a la forma
del cráneo ciertos rasgos de la personalidad.
XAVIER VILALTELLA ORTIZ PERIODISTA
 HISTORIA Y VIDA • 81

LA SEUDOCIENCIA QUE SIRVIÓ AL RACISMO

A la izqda.,
ba a describir su personalidad. La expre-
maleta de
madera del sión facial, rezaba el artículo, “revela un
frenólogo suizo carácter malhumorado y despiadado”.
William Bally, del La revista quería dar respuesta a un di-
siglo XIX, con lema social, y lo hizo recuperando ar-
sesenta bustos gumentos que recuerdan a los de la fre-
de yeso para nología, una seudociencia que había
estudiar distintos
modelos de
sido desechada años atrás por el mundo
cerebros. académico. En el pasado, sin embargo,
fueron muchos los que la defendieron.
A la dcha., Franz No solo los abanderados del imperialis-
Joseph Gall, mo europeo o del esclavismo norteame-
considerado el ricano; también entre progresistas y so-
padre de esta
cialistas encontró apoyo.
seudociencia.

Conclusiones equivocadas
La frenología nació a fines del siglo xviii,
cuando el conocimiento del cerebro era
muy primitivo. Aunque la observación de
lesiones y tumores en la cabeza en perso-
nas con discapacidades neurológicas ya
apuntaba a que la “mente” se hallaba den-
tro del cráneo, ese campo estaba domi-
nado por las especulaciones. El discurso
religioso dominante establecía un dualis-
mo entre alma y cuerpo, donde la prime-
ra no formaba parte del segundo. Uno de
los primeros en rechazar esa idea fue el
anatomista alemán Franz Joseph Gall
(1758-1828), padre de la frenología.
Convencido de que toda la actividad men-
tal tenía su explicación en el cerebro, fue
a Viena para estudiar cráneos humanos.
Hasta entonces solo había podido realizar
exámenes sobre sus amigos y allegados,
pero allí le otorgaron pleno acceso a ins-
tituciones penitenciarias y sanatorios, e
Francisco II, prohibió la práctica de la
frenología por “materialista”. Algunos
historiadores cuentan una versión dis-
tinta de por qué Gall fue expulsado del
país: es posible que al soberano le dis-
gustaran las conclusiones que el doctor
obtuvo tras examinarle.
Sea como fuere, el alemán se lanzó a una
gira de conferencias por Europa con las
que logró atraer el interés no solo de cien-
tíficos, sino del público en general. Mien-
tras hablaba sobre la fisiología del cerebro,
diseccionaba órganos, mostraba su co-
lección de cráneos y a veces le acompa-
ñaban algunos primates, todo para de-

P
ocos días después de que la
Armada Imperial japonesa
atacara por sorpresa la ba-
se naval norteamericana de
Pearl Harbor (Hawái), la
revista Life publicaba un artículo en el
que ilustraba a sus lectores sobre cómo
distinguir a un chino de un “enemigo”
nipón. Con el ataque, Estados Unidos
había entrado en la Segunda Guerra
Mundial del lado de los aliados, y muchos
ciudadanos de origen chino en el país
estaban siendo objeto de vejaciones al
ser tomados por japoneses.
En el texto se daba una supuesta descrip-
ción antropométrica del japonés medio,
redundando en la histeria antijaponesa.
No solo mencionaba el tamaño del cuer-
po o las facciones, sino que se aventura-
incluso le permitieron examinar cadáve-
res. La idea más importante a la que llegó,
central en la frenología, es que la forma
del cráneo permitiría inferir el carácter
o la inteligencia de una persona. Según
explicó, la constatación de que numero-
sos estudiantes de medicina tenían los
ojos saltones le llevó a pensar que la par-
te del cerebro responsable de la memoria
se halla detrás de los ojos. Su técnica se
basaba en la observación de bultos o áreas
prominentes en el cráneo, para, a partir
de ahí, extraer conclusiones sobre las ca-
pacidades intelectuales.
Gall llegó a afirmar que la moralidad de
las personas dependía de sus caracterís-
ticas físicas, granjeándose la enemistad
de la Iglesia católica. Influido por esta,
en 1801, el emperador del Sacro Imperio,
leite del público. En París recibió quizá
el más cálido recibimiento: pudo hablar
ante el Ateneo y la Sociedad de Medicina.
Grandes confusiones
Tras la muerte de Franz Joseph Gall en
1828, su doctrina continuó expandién-
dose a través de la creación de sociedades
frenológicas en Europa y América del
Norte. Paralelamente, muchos psicólogos
empezaron a incorporar los estudios fre-
nológicos en sus consultas a pacientes, lo
que convirtió la frenología en una disci-
plina popular. En 1846, el frenólogo es-
cocés George Combe fue llamado al cas-
tillo de Windsor para tratar los problemas
de aprendizaje del príncipe de Gales.
Pese a todo, como recuerda el historiador
John van Wyhe, ya en su momento resul-
82 • HISTORIA Y VIDA

ciencia
A la izqda.,
conferencia del
promotor de la
frenología George
Combe en su
casa de
Edimburgo, en
una litografía
fechada en 1826.

A la dcha., una
clase sobre el
uso de calibrado-
res para medir la
energía mental.
British Phreno-
logical Society
de Londres,
1937.

taba difícil disimular las lagunas en los
planteamientos de Gall. Su análisis se
basaba más en la simple observación que
en el método científico, y usaba términos
tan poco fiables como “grande” o “peque-
ño” para referirse al tamaño de distintos
cráneos. Algunas de las voces críticas
fueron el naturalista danés Henrik Stef-
fens o el obstetra alemán Friedrich Osian-
der, que le tacharon de charlatán.
Fuera del marco científico, el nacimien-
to de la frenología despertó algunos in-
terrogantes filosóficos que atrajeron a los
primeros socialistas. Muchos de los dis-
cípulos de Charles Fourier (1772-1837)
quisieron conciliar esa ciencia con el so-
cialismo de su maestro. Ejemplo de ello
es la obra del doctor Alexandre Bau-
det-Dulary. Para él, la frenología había
demostrado que el hombre está sujeto a
unas facultades mentales determinadas
por el cerebro, que, por tanto, le son in-
natas. Dado que había sido creado por
Dios, Baudet-Dulary creía que los impul-
sos del ser humano son buenos por natu-
raleza y pueden desvelar el verdadero
destino del hombre en la tierra.
Para aquella generación de pensadores
decimonónicos, no era la sociedad la que
debía imponer unas normas al hombre,
sino el hombre quien proyectara sus leyes
naturales sobre la sociedad. A través de
la obediencia a las leyes naturales se po-
día, pues, construir una comunidad per-
fecta, más aún después de que la freno-
logía descubriera cuáles son las facultades
que dominan al ser humano.
Sin embargo, hacia finales del siglo xix,
la frenología estaba prácticamente des-
acreditada como ciencia. A medida que
se ampliaba el conocimiento del cerebro,
se hacían evidentes las limitaciones en
los planteamientos de Gall. Pasado el
umbral del siglo xx, ya solo sobrevivía
en ciertos círculos intelectuales y políti-
cos, y no eran ni de lejos los del socialis-
mo utópico o el progresismo.
Justificaciones del racismo
En el xix, con los imperios europeos en
expansión, los todavía prestigiosos fre-
nólogos europeos justificaban la inferio-
ridad racial de los pueblos dominados.
“Las razas existentes de indios america-
nos muestran cráneos inferiores en su
desarrollo moral e intelectual a los de la
raza anglosajona”, afirmó George Combe.
Su libro La constitución del hombre (1828)
fue uno de los más vendidos de toda la
centuria, con cerca de cien mil copias.
La frenología
fue reivindi-
cada por el
nazismo
Cuando, en 1912, Bélgica penetró en
Ruanda, pronto empezó a clasificar a los
pueblos nativos. Basándose en el tamaño
y las protuberancias observables en el
cráneo, los científicos establecieron la
conocida división entre hutus y tutsis. A
estos últimos, supuestamente superiores,
se les dio un papel predominante en la
sociedad colonial. La distinción estable-
cida por los belgas introdujo una semilla
de resentimiento étnico en la sociedad
ruandesa, que estalló en 1994. Aquel año,
las milicias hutus acabaron con la vida
de cerca de medio millón de tutsis.
Un estudio similar se realizó también
sobre las poblaciones del África occiden-
tal alemana. El antropólogo Eugen Fis-
cher (1874-1967) abordó un amplio es-
tudio frenológico, en este caso para
justificar la diferencia racial entre euro-
peos y nativos. Su trabajo derivó en la

prohibición de los matrimonios mixtos
en todos los territorios alemanes. Años
más tarde, el doctor Fischer se converti-
ría en uno de los mayores defensores de
la eugenesia nazi e inspiró algunos pa-
sajes del Mein Kampf (Mi lucha) de Hitler.
En el credo nazi
La frenología aparece repetidamente en
muchos de los textos que más tarde rei-
vindicó el nazismo. En 1899, el pensador
británico Houston Stewart Chamberlain
publicó Los fundamentos del siglo XIX ,
donde se sirvió de esa seudociencia pa-
ra justificar sus teorías pangermanistas.
Para él, el tamaño del cráneo era clave
para explicar las jerarquías entre las ra-
zas. En su trabajo, los judíos quedaban
relegados a la condición de grupo infe-
rior, casi parasitario. Tal como explica
el historiador norteamericano Karl Al-
LA SEUDOCIENCIA QUE SIRVIÓ AL RACISMO
bert Schleunes, la obra de Chamberlain
gozó de gran popularidad en Alemania,
y en todas las clases sociales. Incluso el
káiser Guillermo II le felicitó por “de-
mostrar lo que ya sospechábamos”.
Desde justificar el colonialismo hasta
allanar el camino hacia Auschwitz, la
historia de la frenología está ligada al
racismo. No obstante, hoy en día, el mun-
do científico distingue los claros de los
oscuros, y ha reconocido parte del tra-
bajo de Gall. Al fin y al cabo, fue pionero
en arrojar luz sobre el cerebro, hasta en-
tonces un gran desconocido. El modelo
que él diseñó partía de la premisa, acer-
tada, de que el cerebro destina áreas es-
pecíficas a funciones concretas. Esto es
lo que se conoce como el localizacionis-
mo cerebral. En 1861, el médico francés
Paul Pierre Broca pudo verificar esta
teoría al descubrir que un paciente era
HISTORIA Y VIDA • 83
incapaz de hablar a causa del daño su-
frido en el lóbulo frontal. Aquella área
del cerebro fue bautizada como el área
de Broca, la responsable del lenguaje. Al
menos en esto Gall tenía razón. ɿ
Para saber más...
ENSAYO
SCHLEUNES, KARL A. The Twisted Road
to Auschwitz: Nazi Policy Toward Ger-
man Jews, 1933-1939. Champaign: Uni-
versity of Illinois Press, 1970. En inglés.
VAN WYHE, JOHN. Phrenology and the
Origins of Victorian Scientific Natura-
lism (Science, Technology and Culture,
1700-1945). Burlington: Ashgate, 2004.
En inglés.
INTERNET
VAN WYHE, JOHN. “The History of Phre-
nology on the Web”. En inglés.
www.historyofphrenology.org.uk
84 • HISTORIA Y VIDA

arte

PROTECTORA,
SEDUCTORA
Y LETAL
Vulnerable y mortífera, pavorosa y
sensual, la mirada de la gorgona
Medusa sigue dejándonos
de piedra, tras largos siglos
de tradición artística.
ANA ECHEVERRÍA ARÍSTEGUI
PERIODISTA

L
a historia suele contarse des-
de el punto de vista de Per-
seo. Este joven, hijo de Zeus
y Dánae, vivía con su madre
en la corte de Polidectes,
monarca de Serifos. Al rey se le metió
entre ceja y ceja casarse con la bella Dá-
nae, pero, sabiendo que el hijo de esta
no lo aceptaría como padrastro, fingió
desviar su interés hacia una tal princesa
Hipodamía. Con el pretendido fin de
impresionarla, Polidectes pidió a cada
súbdito un caballo como regalo nupcial.
Perseo, aliviado, exclamó algo así como
que, con tal de librar a su madre del en-
lace, estaba dispuesto a regalarle no ya
una montura, sino la cabeza de la temi-
ble gorgona Medusa en una bolsa. El
astuto rey le tomó la palabra y lo envió
a una misión suicida, que le allanaría,
pensó, el camino al lecho de Dánae.
La bravuconada podría haberle costado
cara a Perseo, ya que Medusa era, según
Hesíodo, hija de dos formidables mons-
truos marinos, Forcis y Cetos. Junto a sus
hermanas Esteno y Euríale formaba el
trío de las gorgonas, pero, a diferencia
de estas, Medusa había nacido mortal. A
cambio, tenía el don de petrificar literal-
mente a sus enemigos con solo mirarlos.
Por desgracia para ella, Perseo cuenta con La cabeza de Medusa,
buenos contactos en el Olimpo. Hermes óleo de Caravaggio de 1597,
le regala una espada adamantina, es de- conservado en la Galería de
cir, durísima. Atenea, un escudo de bron- los UfÀzi de Florencia.
 HISTORIA Y VIDA • 85

MEDUSA, LA INCOMPRENDIDA
 86 • HISTORIA Y VIDA

arte
Perseo Perseo vence a Medusa mientras duerme El maestro de la escultura neoclásica pu-
gracias a su astucia y a un montón de regalos do inspirarse en un fresco (abajo a la dcha.)
¿Héroe o mágicos, más que a su fuerza y heroicidad.
Se le podría recordar como el niño mimado
de la villa de San Marco en Estabia, localidad
sepultada bajo las cenizas del Vesubio junto a

asesino? de los dioses, pero se lo suele representar

siguiendo el arquetipo del héroe valeroso y at-
lético, que ha perdurado hasta Hollywood.
Abajo a la izqda., Perseo con la cabeza de
Medusa, de Antonio Canova, 1804-06.
© MET / Fondo Fletcher, 1967.
la cercana Pompeya. La espada curva, o har-
pe, es casi idéntica, y ambos Perseos mues-
tran su valor atreviéndose a mirar la cabeza
de la gorgona muerta, que en Canova recuer-
da vivamente a la Medusa Rondanini.

ce pulido. Tras varias peripecias, el héroe
se hace también con las sandalias aladas
de Hermes, el casco invisibilizador de
Hades y un zurrón para guardar la cabe-
za de su enemiga. Se la rebana mientras
duerme, usando el escudo como espejo
para eludir su mirada letal. A su regreso,
convierte en piedra al malvado Polidectes
mostrándole el rostro de la gorgona, que
entrega finalmente a Atenea en agrade-
cimiento por su apoyo. La diosa la lucirá,
desde entonces, en su escudo.
¿Un final feliz? Según cómo se mire. En
otra versión del relato, la que recoge
Ovidio, Medusa es una joven mortal de
preciosa melena, sacerdotisa virgen de
Atenea, que un mal día es violada en el
templo por Poseidón. En vez de castigar
a su archienemigo por este sacrilegio,
la diosa, enfurecida, la toma con la mu-
chacha, convierte sus cabellos en ser-
pientes, la destierra al confín occidental
del mundo y, finalmente, ayuda a un
chaval fanfarrón a asesinarla.
Eterna femme fatale
¿Maligna o benéfica? Para griegos y ro-
manos, era ambas cosas. Su nombre sig-
nifica, textualmente, “guardiana”, y ese
era su papel en la Antigüedad. Su sem-
blante, en forma de máscara monstruosa,
se usaba como amuleto. Vigilaba los tem-
plos desde frisos y frontones, ahuyentaba
a los profanadores en estelas funerarias,
intimidaba a los enemigos en armas y
escudos, protegía las viviendas. Incluso
se pintaba en el fondo de las cráteras,
 HISTORIA Y VIDA • 87

MEDUSA, LA INCOMPRENDIDA

A la izqda., un
a Fernando I, gran duque de Toscana. El
camafeo con la
cabeza de Medusa, mensaje del cardenal es tan lisonjero co-
obra de mediados mo claro: los Medici derrotarán a sus
del siglo XIX del enemigos. El del propio Caravaggio, que
grabador y ya por entonces ha tenido sus dimes y
medallista italiano diretes con la justicia, resulta más difícil
Benedetto Pistrucci. de desentrañar. ¿Él es la amenaza o la
© MET / Compra, Assunta Sommella Peluso, Ada Peluso y Romano I.

Abajo, una anteÀja

víctima? Su talento, ¿es el escudo que le
griega de terracota hace inmune o la nueva mirada que pe-
del siglo VI a. C. con trificará a sus rivales? La obra escanda-
la imagen de liza en Florencia por su desafiante rea-
Regalo Peluso, en memoria de Ignazio Peluso, 2003.

esta gorgona. lismo, solo superado por la desagradable

versión de Rubens, cuya Medusa, amén
de bizquear en pleno rigor mortis, gotea
sangre de la que brotan sierpes, arácnidos
y hasta una salamandra.
El siglo xix retoma y reinventa los mode-
los clásicos como parte del arquetipo de
la mujer fatal, seductora y peligrosa, de-
seada y letal, amenaza perenne para los
Perseos del mundo. Así la imaginan She-
lley o Baudelaire, así la pintan Klimt y
Munch. Las damas lucen su imagen con
coquetería en broches y camafeos. Ya en
el xx, Gianni Versace la adopta como lo-
go. En 1997, poco antes de su muerte
violenta a manos de un asesino en serie,
el diseñador encarga a Frank Moore un
óleo premonitorio, titulado To die for. En
él, una Medusa decapitada, con el rostro
de Kate Moss, sirve como pretexto de una
ácida ironía sobre el negocio de la moda.
Fue necesario esperar al feminismo de
la tercera ola para narrar, por fin, la his-
toria de Medusa desde su pétreo y pecu-
liar punto de vista. ¿Y si su mirada fuera,
© MET / Fondo Fletcher, 1926.

en realidad, la de la mujer empoderada

para inspirar moderación a los borrachos,
o se colocaba sobre los hornos de pan,
para disuadir de estropear la cocción a
los curiosos. De ahí que su aspecto fuera,
sobre todo al principio, amenazador.
La grotesca fealdad con que se la repre-
senta en la época arcaica (colmillos, na-
riz chata, lengua prominente, sangre que
parece vello facial) da paso, a partir del
siglo v a. C., a gorgonas más semejantes
a la de Ovidio, mujeres cuya belleza fas-
cina e incomoda a partes iguales. Las
delata el pelo infestado de serpientes,
enmarañado, la mueca cadavérica, los
dientes, que no suelen representarse en
otras deidades. Goethe se obsesionaría
con una versión helenística o romana, la
Medusa Rondanini. Casi nueve años an-
tes de su propia condena a muerte por
homicidio, Caravaggio se autorretrata
como el reflejo de Medusa en el escudo
de Perseo, en el mismo instante de ser
decapitada. Es un encargo de su mecenas,
el cardenal Del Monte, para regalárselo
que se niega a adoptar el papel de vícti-
ma? ¿Y si hemos malinterpretado a una
deidad benévola y protectora? Según la
mitología, Atenea donó a Asclepio, dios
de la medicina, la sangre de la gorgona
muerta. La del lado derecho del cuello
era curativa, la del izquierdo, venenosa.
La ambivalencia de Medusa está lejos de
haber quedado resuelta. ɿ
Para saber más...
MONOGRAFÍAS
KAROGLOU, KIKI. Dangerous Beauty: Me-
dusa in Classical Art. Nueva York: Metro-
politan Art Museum, 2018. En inglés.
MARTINEZ, NATALIE MICHELLE. Medusa:
the Face of Ambiguity and Resilience.
San Marcos: Honors College of Texas Sta-
te University, 2018. En inglés.
88 • HISTORIA Y VIDA

agendaexposiciones

ARTES DECORATIVAS

El testamento en seda y lana de Rafael

Rafael en palacio. Tapices para Felipe II. Palacio Real. Bailén, s/n. Madrid. Tel.: 91 454 87 00. Fechas: hasta abril de 2021

Los tapices difundieron el colorido del Renacimiento italiano por toda Europa.
Partiendo de un mismo diseño era posible tejer varias copias. Los cartones, ade-
más, solían viajar: si los mejores artistas del Cinquecento pintaban en Roma, los
mejores tapiceros tejían en Bruselas. En 1515, el papa León X encargó a Rafael
los cartones de “Los hechos de los apóstoles”, dos series de inmensos tapices de-
dicados a san Pedro y san Pablo, que aún hoy se cuelgan en la Capilla Sixtina en
ocasiones especiales. El resultado fue tan “milagroso”, en palabras de Vasari,
La pesca milagrosa, cartón
que cada gran soberano europeo quiso agenciarse una copia. La de Francisco I de Rafael Sanzio ejecutado
de Francia se redujo a cenizas durante la Revolución Francesa. La de Enrique VIII en seda y lana por los tapi-
de Inglaterra sucumbió a los bombardeos de Berlín en la II Guerra Mundial. Feli- ceros Jan van Tieghem y
pe II no quiso ser menos. Su colección, adquirida entre 1549 y 1555, se considera Frans Gheteels, en el Pala-
hoy la mejor, solo superada por la original del Vaticano. cio Real de Madrid.
 HISTORIA Y VIDA • 89

exposicionesagenda por ANA ECHEVERRÍA ARÍSTEGUI

VANGUARDIA La espera, de tesón con el que defendió la

La bondadosa
crueldad. León
Ferrari, 100 años
MNCARS. Santa Isabel, 52.
Madrid
Tel.: 91 774 10 00
Fechas: hasta el 12 de abril
1
La sátira religiosa, la
denuncia política y la
crítica social fueron siempre
constantes en la vida y obra
de León Ferrari (Buenos Ai-
res, 1920-2013), un artista
que jamás rehuyó la polémi-
ca y que en 2020 habría
cumplido cien años. El iró-
nico título de esta antología,
que reúne unas trescientas
piezas, procede del libro de
poemas y collages que dedi-
có a su hijo Ariel, desapare-
cido en 1977, durante la dic-
tadura militar. Ferrari
recrea infiernos, señala hi-
pocresías y destapa horrores
con una irreverencia que
rescata su arte de la deses-
peración. La muestra itine-
rará a los Países Bajos y re-
calará la primavera del
próximo año en el Centro
Pompidou de París.
DOCUMENTOS
Concepción Arenal:
la pasión
humanista 1820-
1893
BNE. Recoletos, 20-22. Madrid
Tel.: 91 580 78 00
Fechas: hasta el 4 de abril
2 Se disfrazó de hombre
para asistir de oyente a
la Facultad de Derecho y pa-
ra participar en tertulias li-
terarias. Ganó un premio de
la Academia de Ciencias
Morales y Políticas presen-
tándose con el nombre de su
hijo de diez años. Precurso-
ra del feminismo y activista
del catolicismo social, a
Concepción Arenal se la re-
cuerda, sobre todo, por el
León Ferrari
(1994), frag-
mento del cuen-
to homónimo de
Borges sobre
un maniquí.
© Fundación Augusto y
León Ferrari Arte y
Acervo (FALFAA).
1 Fechas: hasta el 18 de abril
2 místicos medievales? ¿Y si
Arriba, Vista de la Nueva
Plaza de la Puerta del Sol,
según el proyecto de los se-
ñores Hamal y Manby, una
de las piezas que nos acer-
can al universo de la pensa-
dora Concepción Arenal.
© Biblioteca Nacional de España.
A la izqda., Insomnia, de
Samuel Labadie (2020).
© Samuel Labadie.
3 (Tarragona)
necesidad de humanizar
cárceles, hospitales y orfa-
natos. A menudo se olvida
que su frenética actividad se
apoyaba en un sólido pensa-
miento filosófico, que desa-
rrolló en innumerables pu-
blicaciones. Marzo es un
buen momento para desta-
car, entre ellas, La mujer del
porvenir (1869) y La educa-
ción de la mujer (1892).
ALTERNATIVO
Soooooo lazy. Elogio
del desperdicio
CaixaForum Barcelona. Av. Fran-
cesc Ferrer i Guàrdia, 6-8.
Barcelona
Tel.: 93 476 86 00
3 El confinamiento de
marzo y abril de 2020
detuvo en seco el estilo de
vida frenético al que mu-
chos estábamos acostum-
brados. Contemplamos, con
estupor, las calles brusca-
mente vacías y silenciosas
de nuestras ciudades. En
nuestro mundo acelerado,
todo se mide en productivi-
dad. Ni siquiera en vacacio-
nes sabemos quedarnos
quietos. ¿Qué pasaría si re-
gresara la actitud contem-
plativa que defendían los
no hacer nada fuera la ante-
sala de la creatividad? Quin-
ce artistas contemporáneos
elogian, con sus propuestas,
la pereza bien entendida.
MÚSICA
Centenario de la
orquesta Pau
Casals 1920-2020
Museu de la Música. L’Auditori.
Lepant, 150, 2º. Barcelona
Tel.: 93 256 36 50
Museu Pau Casals. Av. Palfuria-
na, 67. Sant Salvador, El Vendrell
90 • HISTORIA Y VIDA

agendaexposiciones
Tel.: 977 68 42 76
Fechas: hasta el 18 de julio
En sus dieciséis años de his-
toria, la orquesta Pau Casals,
fundada por el célebre vio-
loncelista y compositor, ac-
tuó en más de trescientos se-
senta conciertos, con un
repertorio fundamental-
mente clásico y romántico,
pero abierto a las innovacio-
nes del momento. Poco des-
pués, Casals impulsó la Aso-
ciación Obrera de
Conciertos, creada para dar
a conocer la música sinfóni-

Torso de un joven. Grecia o Italia, 1938. © Herbert List / Magnum Photos.

ca entre las clases trabajado-
ras. La Guerra Civil truncó
ambos proyectos, y su im-
pulsor se exilió en Puerto Ri-
co, desde donde combinó su
carrera musical con un in-
cansable activismo en pro de
los derechos humanos, que
le mereció la concesión de la
medalla de la Paz de las Na-
ciones Unidas.

CINE

Andréi Tarkovski.
Maestro del
Espacio
Colección Museo Ruso. Edificio
de Tabacalera, Av. de Sor Teresa
Prat, 15. Málaga
Tel.: 951 92 61 50
Fechas: hasta el 4 de abril
FOTOGRAFÍA 4 Andréi Tarkovski (Iva-
novo, 1932-París, 1986)

Objetivo: el cuerpo humano rodó tan solo siete largome-

trajes, pero cada uno de
ellos está considerado una
Magnum: el cuerpo observado. Fundación Canal. Mateo Inurria, 2. Madrid. Tel.: 91 545 15 27
obra maestra. Desde su le-
Fechas: hasta el 28 de marzo
cho de muerte trabajó en el
La Agencia Magnum es casi un sinónimo de fotoperiodismo, pero muchos de los montaje y la edición de so-
fotógrafos que han integrado sus filas tienen también facetas más intimistas. nido del último, Sacrificio,
Desnudo o vestido, espontáneo o posando, estático o en movimiento, el cuerpo que obtuvo cuatro premios
humano es el eje de esta exposición, donde se dan cita el Surrealismo de Werner póstumos en Cannes, el ré-
Bischof, la austeridad de Herbert List, los saltarines de Philippe Halsman, las cord del certamen. Con-
frágiles estrellas de Eve Arnold, las viudas mafiosas de Bruce Gilden, las trans cienzudo, autoexigente,
de Bombay fotografiadas por Olivia Arthur, las strippers de Susan Meiselas y Tarkovski era un magistral
Bieke Depoorter, los boteiros de Cristina García Rodeiro, las adolescentes de creador de atmósferas que
Alessandra Sanguinetti, las parejas de Alec Soth, los boxeadores de Miguel Rio jamás hacía concesiones al
Branco, los marginados de Antoine d’Agata y los soldados de Tim Hetherington. entretenimiento. Asimismo,
se resistió a hacérselas a las

Arriba, Eva arratiana, un óleo sobre lienzo que la Sociedad Bil-
baína le encargó a Aurelio Arteta en 1913.
© Colección Sociedad Bilbaína.
Abajo, Tarkovski durante el rodaje de Stalker, en 1978
(foto: Grigoriy Verkhovsky).
4 bacea de Paul Gauguin.
autoridades soviéticas, lo
que acabó precipitando su
exilio. La exposición, que
también reúne parte de su
obra pictórica, permite sa-
borear su dominio de la luz
y del encuadre.
PINTURA
Bilbao y la pintura
Museo Guggenheim-Bilbao.
Abandoibarra, 2. Bilbao
Tel.: 944 35 90 80
Fechas: hasta el 29 de agosto
5 La Belle Époque fue una
era de optimismo tam-
exposicionesagenda
5
bién en Bilbao. Recién regre-
sados de París, ansiosos por
adaptar las innovaciones del
Impresionismo y de las pri-
meras vanguardias a la cul-
tura local, una generación
de artistas vascos capturó la
belleza de una Vizcaya rural
que se industrializaba a
marchas forzadas. La vida
en los caseríos y en los pue-
blos de pescadores, las dan-
zas y fiestas populares o la
transformación de la ría son
algunos de los temas favori-
tos de Anselmo Guinea,
Adolfo Guiard, Ramón Zu-
biaurre, Manuel Losada, Ig-
nacio Zuloaga, Aurelio Arte-
ta, José Arrue o Jesús
Olasagasti, entre otros. No
falta un homenaje al escul-
tor Paco Durrio, que fue al-
ONLINE
The Flemish
Masters Museum
Tour
www.flemishmasters.com/es/
eventos/flemish-masters-
museum-tour
Con los viajes limitados por
razones sanitarias, muchos
museos se han visto obliga-
dos a cierres temporales o li-
mitaciones de aforo. Turis-
mo de Flandes ha preparado
visitas virtuales a los princi-
pales museos de Amberes,
Brujas, Gante o Bruselas,
que pueden verse también
en su canal de YouTube VI-
SITFLANDERS. Una ocasión
para disfrutar desde el sofá
de la obra de Pieter Brueghel,
Hans Memling o Dirk Bouts,
entre otros, con explicacio-
nes de expertos en historia
del arte, así como de centros
como la biblioteca borgoño-
na del Museo KBR de Bruse-
las, mientras llega el mo-
mento de poder admirar in
situ a estos maestros.
HISTORIA Y VIDA • 91
Qué hay
en TV...
LOS SECRETOS
DE LA PESTE
NEGRA
Sábado 13, 15 h
Ahora que vivimos en
plena crisis de la Co-
vid-19, estamos más sen-
sibilizados que nunca ha-
cia las pandemias de
otros tiempos. Una de las
más destructivas fue la
peste negra del siglo xiv,
que se llevó por delante a
más de la mitad de la po-
blación europea. El biólo-
go evolutivo Hendrik Poi-
nar nos desvela las claves
del terrible flagelo.
LA PRUEBA
ESTÁ AHÍ FUERA
Jueves 25, 22.55 h
Aquí no se da nada por su-
puesto. ¿Bestias gigantes,
ovnis o humanoides pelu-
dos? En lugar de descartar
sin más su existencia, ca-
da episodio de esta serie
explora tan extraños fenó-
menos. La idea es hallar
las pruebas que ayuden a
separar, a través de un
procedimiento riguroso,
el fraude de los hechos. El
espectador va a llevarse
más de una sorpresa.
92 • HISTORIA Y VIDA
entrelibros
ENSAYO
Apaciguar
a Hitler
Tim Bouverie
Barcelona:
Debate, 2021
672 pp.
26,90 € (papel)
12,99 € (digital)
Chamberlain y su polémica y desacertada negociación con Hitler
¿SE PODÍA AMANSAR A LA BESTIA?
l británico Neville Chamberlain
E no ha sido un primer ministro con
buena prensa. Pactó con Hitler en
1938, convencido de que así iba a evitar
una nueva contienda en Europa, pero sus
concesiones no sirvieron de nada. Un año
después, la Segunda Guerra Mundial es-
talló de todas formas. En las últimas dé-
cadas, sin embargo, una cierta historio-
grafía ha reivindicado su política como
una lucha honorable, aunque fallida, por
impedir la catástrofe. Robert Self, en Ne-
ville Chamberlain. A Biography (Ashgate,
2006), señalaba que era mejor haber in-
tentado alcanzar la paz y perdido que no
haberlo intentado. A su vez, el historiador
Dominic Sandbrook, en un artículo pu-
blicado en BBC History Magazine, afir-
maba que el líder conservador merecía
admiración, no escarnio.
Comentarista político, Tim Bouverie,
nacido en 1987, irrumpe en este panora-
ma historiográfico con Apaciguar a Hit-
ler, un amplio estudio a partir de infinidad
de archivos, escrito con la elegancia que
suele distinguir a los especialistas anglo-
sajones. Tiene también la virtud de no
focalizar su atención en el Pacto de Mú-
nich. Sigue, por el contrario, toda la evo-
lución de la política exterior británica a
lo largo de los años treinta.
Las claves de un fracaso
No es este un libro complaciente con
Chamberlain, a quien el autor conside-
ra un político presuntuoso que, con su
diplomacia de no intervención, ayudó
a consolidar el nazismo. ¿Ganó tiempo,
al menos, para que su país pudiera pre-
pararse para la guerra? No merecería
tampoco este elogio porque, aunque el
ejército británico presentaba importan-
tes carencias en 1938, el de Alemania
tampoco estaba entonces en condiciones
de librar una gran guerra. El apacigua-
miento permitió que los nazis incremen-
taran su poderío militar.
El lector, sin embargo, se lleva la impre-
sión de que el verdadero problema no
estaba en el talento o la ineptitud de un
solo hombre, sino en el espíritu de la épo-
ca. Bouverie, con gran acopio de pruebas,
Chamberlain en Lon-
dres, tras el Pacto de
Múnich de 1938.
retrata un mundo traumatizado por la
Gran Guerra, aún muy reciente, que de-
seaba evitar a cualquier precio la repe-
tición de semejante carnicería. En aque-
llos momentos, entre las élites británicas,
no eran pocos los que pensaban que Hit-
ler constituía un mal menor frente al
comunismo. Si quería entregarse al ex-
pansionismo, había que dejarle que lo
hiciera, siempre que las víctimas fueran
los europeos del Este, no los del Oeste.
Mientras tanto, los jefes militares se de-
dicaban a predicar el derrotismo con su
insistencia en la falta de recursos bélicos.
Ellos, lo mismo que la inmensa mayoría
de sus conciudadanos, temían un esce-
nario en el que Londres fuera arrasada
por la aviación enemiga. Los bombardeos
se veían entonces de la misma forma que
las armas nucleares durante la Guerra
Fría, como un camino hacia el apocalip-
sis. Si tenemos en cuenta todos estos
factores, comprendemos mejor el com-
plicadísimo desafío al que Neville Cham-
berlain tuvo que enfrentarse.
FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS
 HISTORIA Y VIDA • 93

entrelibros
Mapa del siglo XV que representa Irán, Arabia y el mar Rojo. ENTREVISTA:
FERNANDO
CAMACHO

¿Por qué la relación entre los países

hispanohablantes e Irán es más im-
portante de lo que imaginamos?
Este tema ha sido muy poco investiga-
do de manera rigurosa. Desde Al-Án-
dalus, los contactos fueron estrechos.
En lo que se refiere a la era contempo-
ránea, Irán y España han mantenido
relaciones horizontales. Ninguno de los
países ha intentado dominar al otro.
Siempre han prevalecido el respeto y
la actitud cautelosa. Los escasísimos
IRÁN Y EL MUNDO HISPANO CARA A CARA incidentes que han tenido lugar se re-
solvieron con facilidad o relativa facili-

La atracción oriental dad. España es uno de los países que

con más interés ha cuidado sus rela-
ciones con Irán en los siglos XX y XXI.
onocen a los hermanos Manuel y una pluralidad de enfoques metodológi-

C Fernando Martínez de la Escalera? cos que abarcan la historiografía, la cien-

Estos naturalistas son una buena cia política o la literatura comparada.
muestra de los injustos olvidos de la his-
Si tuviera que escoger a un solo es-
pañol de los que han visitado Persia,
¿por cuál se inclinaría?
toria. En 1899 protagonizaron un nove- Rescatar a un pionero Se debe rescatar a José Romero Dus-
lesco viaje por varias naciones que los El volumen nos permite conocer a perso- met, el diplomático español que más
condujo hasta Irán, donde se dedicaron najes tan insólitos como García de Silva tiempo ha pasado en Irán, de 1911 a
a recoger distintas especies de insectos y Figueroa (1550-1624), el embajador 1919. Tuvo que manejar numerosas
y plantas. En el mismo país aca- que Felipe III envió a Persia pa- crisis, como la Primera Guerra Mundial
MONOGRAFÍA
bó, por esas fechas, Jaime de ra alcanzar una alianza contra y el genocidio de los armenios, asirios
Una vieja
Borbón, futuro pretendiente amistad el enemigo común, el Imperio y caldeos cometido por las tropas oto-
carlista, que lo recorrió como Fernando otomano. Este proyecto no lle- manas y las milicias locales aliadas
oficial del zar de Rusia. Camacho Padilla gó a buen término, pero el via- durante la ocupación del noroeste del
Estos y otros ejemplos eviden- y Fernando je sirvió para que el emisario país. Su labor salvó la vida de numero-
cian que España e Irán están Escribano Martín hispano se convirtiera en un sas personas. Lamentablemente, Es-
más relacionados de lo que (coords). pionero de la arqueología. Él paña no se ha preocupado por otorgar-
Madrid: Sílex,
parece a primera vista. En rea- 2020 fue el primero en darse cuenta le un reconocimiento oficial, cosa que
lidad, son muy antiguos los 518 pp. 23 € de que unas ruinas correspon- sí hicieron otras potencias europeas y
vínculos que los unen. Ya en dían a la Persépolis de la época las comunidades cristianas de Irán.
el siglo xv, el castellano Ruy aqueménida, la gran capital
González de Clavijo, en una incendiada por Alejandro Mag- ¿Responde nuestra visión de Irán a
misión diplomática, visitó lo no. En uno de los capítulos, el la realidad o a un estereotipo?
que entonces se denominaba fotógrafo Manolo Espaliú sigue Irán es misterioso para la mayor par-
Persia y reflejó en una crónica el periplo que efectuó De Silva. te de la sociedad española. En gene-
sus impresiones. El resultado es un sugestivo ral, se tienen únicamente nociones
El libro Una vieja amistad, coor- texto ilustrado con las imáge- de lo que ocurre en Oriente Medio,
dinado por los historiadores nes tomadas por el autor. pero sin saber dónde se encuentran
Fernando Camacho y Fernando La distancia geográfica, como en el mapa los diferentes estados, ni
Escribano, dibuja un fascinante recorrido podemos ver, no siempre significa que tampoco sus propias características
por estos lazos históricos y culturales. dos comunidades tengan que vivir de culturales. La imagen que se tiene
Tomadas en conjunto, las diversas apor- espaldas. En este caso, contra lo que se de Irán es la de una zona peligrosa,
taciones ofrecen una mirada muy amplia, podría suponer, el entendimiento ha do- cuando, en realidad, es el país más
al integrar no solo las relaciones del es- minado los contactos hispanopersas. estable de la región y con un sistema
tado asiático con el nuestro, sino también FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS público más efectivo.
94 • HISTORIA Y VIDA
entrelibros
LA JUSTICIA
DEL MÁS FUERTE
El último juicio por combate en el París medieval
uando pensamos en duelos, nos
C imaginamos a dos hombres que se
enfrentan al amanecer a punta de
pistola para dirimir alguna cuestión de
honor. Una disputa privada en la que am-
bas partes se ponen de acuerdo para pe-
lear al margen de la ley. No es lo que en-
contramos en El último duelo, de Eric
Jager, crítico literario y especialista en
literatura medieval. Su libro no trata de
algo clandestino, sino de un procedimien-
to legal muy pormenorizado en el que
nada se dejaba al azar, a excepción, por
supuesto, del resultado del combate.
Corría el año 1386. Jean de Carrouges y
Jacques Le Gris habían sido muy amigos,
hasta que la rivalidad por el favor de un
aristócrata echó a perder su relación. La
situación se complicó cuando la esposa
de De Carrouges, Marguerite, acusó a Le
Gris de haberla violado. Estaba embara-
zada, pero en aquella época se acostum-
braba a creer que un hijo no podía ser
engendrado a través de una agresión
sexual. Nadie pensaba, por tanto, que el
padre pudiera ser otro que el legítimo
esposo de la dama. Este, cuando supo los
hechos, quiso demostrar la culpabilidad
de su antiguo colega a través de un com-
bate a muerte. Se suponía que, si tenía
razón, Dios iba a ponerse de su parte. Si
vencía, perfecto. Si salía derrotado, Mar-
guerite, que ya había dado a luz, sería
ejecutada de inmediato por lanzar una
acusación falsa contra un inocente.
Panorámica de una época
Jager, gracias a una amplia utilización
de crónicas, actas judiciales y otros do-
cumentos, se pega a sus protagonistas
ENSAYO
El último duelo
Eric Jager
Barcelona:
Ático de los
Libros, 2021
304 pp. 21,90 €
El duelo entre
De Carrouges
y Le Gris, en
un grabado
del siglo XIX.
como un paparazzo a una estrella del
pop. Sigue minuciosamente el proceso
que conduce desde el crimen hasta el
desenlace, en una narración intensa, de
ritmo cinematográfico. Por el camino
conocemos todos los detalles de una prác-
tica, la del duelo judicial, que ya estaba
en aquellos momentos en desuso.
El autor, gracias a sus amplios conoci-
mientos, contextualiza con primor cada
escena. En el momento del duelo, por
ejemplo, sabemos qué tipo de armas lle-
vaba cada contrincante: lanza, espada,
¡hacha!... La pelea fue salvaje, sin reglas.
Las dos partes sabían que se jugaban no
solo la vida, también su prestigio social
y su posición económica.
Gracias al relato pormenorizado del pro-
ceso, Jager nos brinda algo mucho más
importante que una simple crónica de
sucesos: una radiografía completa del
universo de la Francia medieval. Una
persona era alguien en función de su po-
sición dentro de una estructura jerárqui-
ca, en la que la pertenencia a un deter-
minado linaje condicionaba toda la
existencia del individuo.
FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS
 HISTORIA Y VIDA • 95

entrelibros
El arqueólogo, en una foto toma-
da el 8 de mayo de 1924.

cuadernos de campo, otros de corres-

pondencia privada, también de heme-
rotecas, y de diarios personales, biogra-
fías ajenas (de Arthur Weigall, Gaston
Maspero, Arthur Mace)... A estos textos
selectos, que se suceden a modo de un
álbum de fotos verbales, cabe sumar la
información gráfica que aportan
ENSAYO a la edición caricaturas, fotos,
Howard Carter.
óleos y otros elementos visuales.
Una vida
José Miguel
Parra Un retrato expresionista
Almería: Prolífico divulgador del antiguo
ConÁuencias, Egipto desde hace dos decenios,
2020 el historiador y arqueólogo ma-
156 pp. 18,90 € drileño José Miguel Parra busca
delinear con este formato “una
breve semblanza a base de do-
cumentos”. La idea es que la
yuxtaposición de impresiones
de primera mano perfile con
autoridad y mucho sabor tanto
el arco vital como la personali-
dad de Carter. No se trata de un
esquema totalmente original.
Tuvo de modelo “el espléndido
libro documental de Nicholas Reeves y
John H. Taylor, Howard Carter before
Tutankhamun”, publicado en 1992, re-
conoce el autor. Lo cierto es que el mo-
saico funciona. Resulta muy efectivo.
Las diferentes voces plasman un expre-
sivo retrato de Carter, debidamente ar-
MULTIMEDIA DE ÉPOCA PARA RETRATAR monizado, además, por comentarios de
Parra, que hace de narrador entre cita
AL CODESCUBRIDOR DE TUTANKHAMÓN y cita para brindar coherencia y ajustar

Howard Carter
las costuras del conjunto. Este se deso-
villa en orden cronológico tras un largo
obituario inicial, el escrito en 1939 por

en flashes el estrecho colaborador del egiptólogo

Percy Newberry, que da una perspecti-
va global desde el arranque. El cuadro
que emerge del protagonista no podía
o cabe duda de que detrás de ese instantes de esta inmediatez prodigiosa. ser más completo gracias a este sistema

N muro existen una o varias cá-

maras, y de que en una de ellas
probablemente reposa, en su ataúd y
sarcófago, el cuerpo del rey Tutankha-
món”. Son palabras de lord Carnarvon,
del momento en que solo un último obs-
táculo le separaba del archifamoso ha-
llazgo de 1922. El breve volumen
Howard Carter. Una vida está repleto de
De hecho, se trata de un ensayo biográ-
fico infrecuente, en vez de la típica bio-
grafía narrativa, consistente en múlti-
ples flashes sobre su protagonista, el
codescubridor técnico en aquella aven-
tura arqueológica junto con el aristó-
crata que la financió.
Los fragmentos en cuestión proceden
de numerosas fuentes. Hay párrafos de
de pinceladas sueltas. Lo muestra, vi-
vamente, en horas cumbres como ante
Tutankhamón, pero también con deta-
lles tan humanos como lo irritante que
podía ser Carter en una expedición
eduardiana, cuando, por ejemplo, era
capaz de “servirse whisky con aire dis-
traído, vaciando la mitad de la botella
en su vaso”. JULIÁN ELLIOT
 96 • HISTORIA Y VIDA
decine
4
© 2020 Imperative Distribution, LLC. All Rights Reserved.
DOCUMENTAL
FRAUDE Y
TRANSFOBIA
The lady and the dale
Directores: Nick Cammilleri,
Zackary Drucker.
Reparto: Gerry McGuinness.
Serie documental
3 4
(HBO) sobre la vida de
Elizabeth Carmichael, una
empresaria estadounidense
que, en 1974, en plena crisis
del petróleo, alcanzó gran
notoriedad al presentar un
prototipo de automóvil de
tres ruedas a un precio ase-
quible y de bajo consumo.
Demandada por los inverso-
res, el juicio se convirtió en
un escrutinio público de su
persona, a causa de su pasa-
do delictivo y su condición
de mujer transexual.
BIOGRÁFICO
LA PINTORA
OLVIDADA
Helene
Director: Antti Jokinen.
Reparto: Laura Birn, Johannes
Holopainen, Krista Kosonen.
En los últimos años se
ha recuperado la obra
de la pintora finlandesa He-
lene Schjerfbeck. Tras la exi-
tosa retrospectiva que le de-
dicó la Royal Academy of
Arts de Londres en 2019, se
estrena esta película sobre la
vida de la olvidada artista.
Ambientada entre 1915 y
1923, Helene (Filmin) narra
el descubrimiento tardío de
la pintora por un marchante
(tenía 53 años) y la relación
sentimental que mantuvo
con el escritor Einar Reuter.
DRAMA
EL GRAN
FALSIFICADOR
El último Vermeer
Director: Dan Friedkin.
Reparto: Claes Bang, Guy Pear-
ce, Vicky Krieps.
Cristo y la mujer adúlte-
5 6
ra, ese es el “último Ver-
meer” al que hace referencia
el título de esta película. Pe-
ro no es un Vermeer, sino
una falsificación pintada por
Han van Meegeren, quien se
la vendió a Hermann Goe-
ring durante la ocupación
nazi de Holanda. El filme
(estrenado en Amazon Pri-
me) narra la historia de este
engaño y las dificultades del
falsificador para demostrar
su inocencia cuando fue acu-
sado de colaboracionismo.
DOCUMENTAL
DENTRO DEL
HERMITAGE
Museo Hermitage.
El poder del arte
Director: Michele Mally.
Reparto: Toni Servillo.
Narrada por Toni Servi-
llo (Gomorra, La gran
belleza), Museo Hermitage
nos muestra la historia de la
gran pinacoteca de San Pe-
tersburgo: la formación de la
colección iniciada por Catali-
na la Grande, la transforma-
ción en museo imperial en
1852, su conversión en mu-
seo estatal tras la revolución,
el peligro que corrió durante
el asedio de Leningrado y su
consideración actual como
una de las mejores coleccio-
nes de arte del mundo.
 HISTORIA Y VIDA • 97

decine por CARLOS JORIC

DRAMA BIOGRÁFICO

LOS TRUEBA
La masacre silenciada HACEN MEMORIA
Queridos camaradas El olvido que seremos
Director: Andrei Konchalovsky. Director: Fernando Trueba.
Reparto: Yulia Vysotskaya, Vladislav Komarov, Andrey Gusev. Reparto: Javier Cámara, Aída Morales, Patricia
Tamayo, Juan Pablo Urrego, Sebastián Giraldo.
El 2 de junio de 1962 se produjo una manifestación en la fábrica de lo- Fernando Trueba adapta El olvido
1 2
comotoras eléctricas de Novocherkask (Rusia). Los obreros en huelga que seremos (Alfaguara, 2017), la
protestaban por el aumento de las cuotas de producción y la subida de los celebrada novela del colombiano Héctor
precios de los productos básicos. Las autoridades reprimieron la protesta Abad Faciolince. Con guion de su herma-
abriendo fuego contra los manifestantes. Murieron veintiséis personas. Los no David Trueba, la película narra la his-
instigadores de la revuelta fueron encarcelados, los muertos enterrados en toria del padre del escritor, el médico y
secreto y el asunto silenciado. No se supo nada hasta después de la caída activista por los derechos humanos Héc-
de la Unión Soviética en 1991. El veterano director Andrei Konchalovsky tor Abad Gómez, asesinado en Medellín
(Paraíso, El cartero de las noches blancas) recrea este episodio negro de la en 1987 por fuerzas paramilitares. La ac-
historia de la URSS a través del protagonismo de un miembro del partido ción transcurre en dos líneas tempora-
comunista local, una funcionaria de rígidas convicciones socialistas, con- les: la década de los 70, filmada en co-
traria a la huelga de los trabajadores, que se cuestionará sus creencias des- lor, en la que se evoca la infancia del
pués de ser testigo de la matanza. Rodada en un estilizado blanco y negro, escritor y los logros de su padre en salud
Queridos camaradas denuncia la masacre, a la vez que expone las contra- pública; y los 80, fotografiados en blan-
dicciones de un sistema que dice defender los derechos de los trabajado- co y negro, donde se refleja el clima de
res, pero a quienes tirotea cuando los reclaman. violencia política que sacudía al país.
98 • HISTORIA Y VIDA

fotoconhistoria
Maestro de la complejidad
ue uno de los intérpretes más

F personales del séptimo arte, jus-

tamente célebre por su elegancia
y su facilidad aparente para hacer creí-
bles papeles complejos. Este mes se
cumplen cien años del nacimiento del
británico Dirk Bogarde (1921-99), un
actor que, a finales de los sesenta y
principios de los setenta, vivió su mo-
mento de mayor esplendor, con títulos
como La caída de los dioses (1969) o
Muerte en Venecia (1971), ambos de Lu-
chino Visconti. A esta última cinta, ba-
sada en la novela homónima de Tho-
mas Mann, pertenece la imagen de
este mes, donde observamos a Bogarde
caracterizado como Gustav von As-
chenbach. Se trata de un compositor
germano que, para huir de la depresión
que sufre, se marcha a la ciudad de los
canales. Allí experimenta una fuerte
atracción por un joven llamado Tadzio,
con el que nunca llega a entablar una
conversación. Tiene que enfrentarse,
mientras tanto, al peligro de una epi-
demia de cólera que las autoridades de
la ciudad, para no espantar al turismo,
intentan mantener oculta. Su persona-
je está inspirado, hasta cierto punto, en
el compositor Gustav Mahler, aunque
este no era homosexual. El hecho es
que el Adagietto de la Sinfonía n.º 5 del
austríaco posee una importancia capi-
tal en la obra de Visconti. Este movi-
miento, una reflexión acerca de la be-
lleza en su forma más pura, adquirió
gran popularidad gracias al filme.
No deja de ser curioso que en Muerte
en Venecia, lo mismo que en La caída de
los dioses y en Portero de noche (1974),
de Liliana Cavani, Bogarde interpreta-
ra a personajes alemanes. En la vida
real sentía animadversión hacia esta
nacionalidad, fruto de su experiencia
traumática en la Segunda Guerra Mun-
dial. Como capitán, intervino en la li-
beración del campo de concentración
de Bergen-Belsen, donde presenció tal
Dirk Bogarde como brutalidad que fue incapaz de verbali-
Gustav von Aschen-
bach en Muerte en
zar su experiencia durante años.
Venecia (1971). ɿ FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS