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Salmo 19,33 Busquen y comenten la frase del salmo FRASE SALMO 19,33 SEÑOR, ENSEÑAME EL
CAMINO DE TUS PRECEPTOS QUE LOS QUIERO SEGUIR HASTA EL FINAL

Dice el Papa que los jóvenes son la riqueza de México y de la Iglesia. ¿Qué opinan de esto?

¿Qué aconsejarías a un joven o a una chica que tiene inquietud vocacional por la vida religiosa?

Escribe una oración para pedir por los jóvenes

¿En qué edad necesitan más acompañamiento las vocaciones?

“Ven, sígueme” (Lucas 18:22; véase también Mateo 16:24; Marcos 1:17; Lucas 9:23).
Cuando un escriba le preguntó cuál era el mandamiento más importante, Jesús
respondió: “…

Juan 1:43 Al día siguiente Jesús se propuso salir para Galilea, y encontró* a Felipe, y le
dijo*: Sígueme
Juan 21:19 Esto dijo, dando a entender la clase de muerte con que {Pedro} glorificaría a
Dios. Y habiendo dicho esto, le dijo*: Sígueme.

Mateo 8:22 Pero Jesús le dijo*: Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos
Mateo 4:19 Y les dijo*: Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres
Mateo 9:9 Cuando Jesús se fue de allí, vio a un hombre llamado Mateo, sentado en la
oficina de los tributos, y le dijo*: ¿Sígueme! Y levantándose, le siguió
Mateo 19:21-22 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, ve {y} vende lo que posees y da a
los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme. Pero al oír el joven estas
palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes

Mateo 4:20 Entonces ellos, dejando al instante las redes, le siguieron

Ven y Sígueme, un llamado que exige una


respuesta
OBJETIVO: Profundizar en el estilo de vida que el Señor Jesús nos propone para
tener más claridad en las exigencias del seguimiento y poder responder
generosamente a la invitación de ser discípulos misioneros del Evangelio.

Iluminación. En aquellos tiempos, el Señor le dijo a Elías: "Unge a Eliseo, el hijo de


Safat, originario de Abel-Mejolá para que sea profeta en lugar tuyo". Elías partió luego
y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de é1 trabajaban doce
yuntas de bueyes y é1 trabajaba con la última.   Elías  pasó junto a él y le echó encima
su manto. Entonces Eliseo abandonó sus bueyes, corrió detrás de E1ías y le dijo:
“Déjame dar a mis padres el beso de despedida y te seguiré". E1ías le contestó: "Ve y
vuelve, porque bien sabes lo que ha hecho el Señor contigo''. Se fue Eliseo, se llevó
los dos bueyes de la yunta, los sacrificó, asó la carne en la hoguera que hizo con la
madera del arado y la repartió a su gente para que se la comieran. Luego se levantó,
siguió a Elías y se puso a su servicio. ( 1 Re 19, 16. 21- 23) El profeta Eliseo es un
modelo de los discípulos de Jesús en el Nuevo Testamento

¿Hacia dónde nos lleva Jesús? “¿Maestro bueno que he de hacer para


tener vida eterna?” Jesús le respondió: “Vete a vender lo que tienes, dáselo a los
pobres, que Dios será tu riqueza; luego, ven y sígueme” (Mc 10, 17.21). El Hijo de
Dios se ha hecho por nosotros camino, y ese camino nos lo ha enseñado con sus
palabras y con su testimonio de vida el estilo de vida que tenemos que seguir. ¿Qué
nos pide Jesús? No nos pide poco, tampoco nos pide mucho, Él lo pide todo… todo lo
que se tiene, todo lo que se sabe, todo lo que se es… todo ha de estar al servicio del
Reino; al servicio de la Evangelización, al servicio de los más pobres: los que no
conocen a Dios. Amar y seguir a Jesús significa una misma realidad: Mirar en la
misma dirección, tener sus mismos intereses, sus mismas preocupaciones y sus
mismas luchas. Nadie puede decir que ama a Jesús si no quiere identificarse con Él, y
nadie puede seguir a Jesús sin amarlo.

Las condiciones para seguir a Jesús.  “Mientras iban de camino, un


hombre le dijo a Jesús: Señor, deseo seguirte a donde quiera que vayas. Jesús le
respondió: Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos; pero el Hijo del hombre
no tiene donde reclinar la cabeza” (Lc 9, 57). La Verdad que es Jesús, está en el
fundamento de todo seguimiento, a la vez que al inicio de toda llamada. Jesús no
engaña, no seduce con  promesas ilusorias. La Verdad es el fundamento de toda
sinceridad y de toda honestidad, de toda integridad, lealtad y fidelidad. No hay lugar
para la búsqueda de prestigio, de fama, de poder o de seguridades. No se debe
buscar el que nos vaya bien, como tampoco el quedar bien… hay que darlo todo para
la “Gloria de Dios” y para el bien de las almas, hasta llegar al total desprendimiento de
sí mismo. La verdad es que Jesús no quiere ser un “parche” de sus amigos, el quiere
ser el todo. A Jesús no se le debe seguir por lo que Él da, sino por lo que Él es. “Yo sé
porque me siguen” (cfr Jn 6, 26), dice Jesús a sus discípulos.

Jesús le dijo a otro: Sígueme. Pero él le respondió: Señor, déjame ir primero a


enterrar a mi padre. Jesús le contestó: deja que los muertos entierren a los muertos;
tú ve y anuncia el reino de Dios” (Lc 9, 59-60). La preocupación por las riquezas nos
hace olvidarnos de lo esencial y no poner la mirada en las cosas de arriba donde está
Cristo sentado a la derecha del Padre (cf Col 3, 1-4). “Dejar que los muertos entierren
a los muertos”, es lo mismo que dedicarse a pelear herencias, que para un discípulo
equivale a perder el tiempo. “Busca primero el reino de Dios y lo demás vendrá por
añadidura”.    
                                                                                                                                          
“Otro le dijo: Señor, quiero seguirte, pero, primero déjame ir a despedirme de los de
mi casa. Jesús le contestó: el que pone su mano en el arado y sigue mirando atrás,
no sirve para el reino de Dios (Lc 9, 62). Las ataduras, los apegos, los lazos familiares
y el pasado pueden ser un obstáculo para seguir a Jesús. Son las cebollas y los
puerros de Egipto. El peligro de volver a la mediocridad siempre está latente. El
hombre viejo que fue destronado, no se da por vencido y quiere recuperar el lugar
perdido.

La clave del seguimiento.“Luego Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere


ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que
quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía la
encontrará” (Mt 16, 24-25). Muchos son los que buscan la felicidad al margen de Dios.
Quieren sentirse bien y recurren a la química, presente hoy en el alcohol, en la droga,
en el poder, el placer y la riqueza. Jesús nos invita a seguirlo, pero no de cualquier
modo, sino negándose a sí mismo y cargando la cruz, entendiéndose como un
camino de realización propuesto por el mismo Jesús. La negación de sí mismo lleva al
desprendimiento de las cosas, de gustos, de personas o de las propias ideas o
maneras de pensar. Se deja algo, por algo mejor; lo que se deja puede ser malo o
puede ser bueno, pero siempre, lo mejor es Cristo. Por Jesús renuncio a la riqueza, a
la propia familia, a tener una esposa y unos hijos o a un status de vida. Para seguir a
Jesús, identificarme y configurarme con Él.

Por lo pronto es necesario. “Simón Pedro le preguntó a Jesús: Señor, ¿A


dónde vas?, A donde yo voy, le contestó Jesús, no puedes seguirme ahora; pero me
seguirás después. Pedro le dijo: Señor, ¿Por qué no puedo seguirte ahora? ¡Estoy
dispuesto a dar mi vida por ti! (Jn 13, 36-37). ¿Por qué Pedro no podía seguir a Jesús
en ese momento? En realidad Pedro no sabía lo que hablaba. Era necesario que
Jesús fuera solo y puro a la cruz, a la que abrazó hasta el fondo por hacer la voluntad
de su Padre y con su muerte gloriosa salvar a la Humanidad, y abrir el camino para
que el Espíritu Santo viniera a los discípulos, y entonces también ellos pudieran ir y
estar con Jesús. Ese es su deseo: “Donde yo esté, estén también ustedes” (Jn 12,
26). Necesitamos la Gracia de Dios para guardar el Mandamiento Nuevo y para dar la
vida por Jesús. Esta Gracia es el “Don del Espíritu Santo”. Las solas fuerzas o los
buenos deseos y propósitos no son suficientes para dar la vida por el Maestro. Se
necesita el Poder de Dios y nuestras decisiones personales para ir con Jesús a
Jerusalén y morir con Él.

La Meta de Jesús. “Habiendo llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y


habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1). Jesús no es de la
tierra, es de Arriba, vino de junto al Padre y a Él vuelve. Antes de la Ascensión al
Cielo Jesús vivió su Pascua: pasó por la Cruz y la Resurrección. Seguir a Jesús es
pasar por su Pascua: pasar de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, de la
esclavitud a la libertad; es cambiar de paternidad y apropiarse de los frutos de la
Redención de Cristo: la Resurrección y el Don del Espíritu, el Perdón y la Paz. De la
Pascua de Cristo, brota como de su única fuente la “Nueva Creación”, el hombre
nuevo que se ha despojado de su antigua manera de vivir para caminar con Jesús
amando y haciendo el bien, dando testimonio del poder de Dios.

Don y tarea. La vida espiritual es “don y tarea” y sirve para nutrir, fortalecer y
transformarnos en hombres nuevos teniendo a Jesús como Modelo que nos dice: “Mi
alimento es hacer la voluntad de mi Padre y llevar a cabo su obra” (Jn 4, 34). ¿Cuál es
la obra del Padre? Mostrar al mundo el rostro de bondad, de misericordia, de perdón y
de amor. Jesús nos revela el rostro de Dios y a la vez el rostro del hombre. Él es lo
que nosotros estamos llamados a ser: Hijo de Dios y servidor de los hombres. La
tarea para esta vida es “reproducir la imagen de Jesús” (Rom 8, 29). “Él es la Imagen
del Padre” (Col 1, 15). Nosotros estamos llamados a ser “imagen del Hijo”, es decir,
“ser hijos en el Hijo”. La clave para lograrlo es el “seguimiento”, sin el cual no habrá
identificación entre discípulo y Maestro; sin seguimiento no hay santidad, y sin
santidad, nadie verá al Señor. El hambre de Dios es manifiesta el deseo de hacer  “la
voluntad de Dios la delicia de nuestra vida”. Abrazar la voluntad de Dios es el alimento
espiritual que nos hace tener hambre y sed de Él, nos pide dejar de comer el alimento
que entra por los sentidos y que robustece al hombre viejo.

Un evangelio sin componendas. Toma tu parte en los sufrimientos como un


buen soldado de Cristo Jesús. Ningún soldado en servicio activo se enreda en los
asuntos de la vida civil, porque tiene que agradar a su superior (2Tim 2, 4). El trabajo
del soldado es defender la patria. Para los soldados de Cristo es defender los
intereses del Reino: La fe, la esperanza y la caridad. Defender la dignidad de la
persona y de la familia. El sufrimiento que pueda venir, es propio del oficio y ha de
verse como un regalo de Dios (Fil 1, 29). El sufrir por Cristo tiene un sentido oblativo,
encuentra su fuerza en el amor a Aquel que nos amó hasta el extremo y que ahora
invita a los suyos a reinar con Él. Es un verdadero servicio a la causa del Reino. Es el
modo propio para dar vida a la familia, a los hombres, al prójimo.

De la misma manera el deportista no puede recibir el premio, si  no lucha de acuerdo


con las reglas (2Tim 2, 5). No hay medias tintas. No hay lugar para la mediocridad ni
para la tibieza. Jugar limpio es ser fieles al Evangelio de Jesús que supera todo
conocimiento. No podemos mezclar la vida mundana con el estilo de vida que Jesús
propone a los suyos. La mezcla resultaría en tibieza, enfermedad espiritual y mortal
que nos excluye de la Salud y nos priva de la gloria de Dios (cfr Rom 4, 23). ¿Cuáles
son las reglas? Podemos hablar de tres: “un corazón limpio, una fe sincera y una
conciencia recta” (2Tim 1, 5). El corazón limpio es el que se ha lavado en la “Sangre
del Cordero”, no busca sus propios intereses. La fe sincera es la confianza en Dios y
la obediencia incondicional a su Palabra. La conciencia recta todo lo hace para la
mayor gloria de Dios y para el bien de las almas. En pocas palabras, la caridad de
Cristo es el “alma de todo apostolado”.

El que trabaja en el campo tiene el derecho a ser el primero en recibir su parte de la


cosecha (2Tim 2, 6). El primero en creer; el primero en vivir y el primero en anunciar lo
que cree y lo que ha vivido. No podemos decir a los demás que amen a Jesús si
nosotros no lo amamos primero. No podemos ser testigos falsos o predicadores
vacíos por eso el señor nos  pide fidelidad a sus Mandamientos y cultivar una recta
conciencia para buscar siempre y en toda circunstancia la Gloria de Dios. Buscar la
propia gloria es equivocarse de camino, es errar en el blanco.

El camino de la pascua.  “Si hemos muerto con Él, también viviremos con Él; si
sufrimos con valor, tendremos parte en su reino; si le negamos, también Él nos
negará; si no somos fieles, Él sigue siendo fiel, porque no puede negarse a sí
mismo” (2Tim 11 - 13). Morir con Jesús para vivir con Él. Sufrir con Jesús para reinar
con Él, y dar testimonio de su grandeza entre los hombres, es el camino que nos lleva
a la Paz. Creo con firmeza y estoy convencido que éste es el estilo de vida que Jesús
propone a los suyos, a los que creen en su Nombre a los que lo aman.

La fe cristiana será siempre, una fe pascual. Por ella pasamos de la muerte a la vida,
de la esclavitud a la libertad, del pecado a la gracia. Muerte y Resurrección son para
los cristianos dos momentos de un mismo acontecimiento. Realidad que se manifiesta
en el seguimiento, camino del discipulado, y que un día, el día del Señor, al ser
enviados seremos apóstoles, pero, sin dejar de ser discípulos, para nunca de dejar de
aprender del único Maestro, Jesucristo de Nazareth. El Hombre humilde y manso de
corazón que invita a sus discípulos a seguirlo, a estar con Él… para poder darle vida
al mundo, como ministros de la Nueva Alianza sellada con la Muerte y Resurrección
de Cristo Jesús.

La exhortación de Jesús a sus discípulos de ayer, hoy y siempre: “Permanezcan en mi


Amor” (Jn 15,9) puede ser interpretado por “Permanezcan en mi Pascua” para que
todo discípulo sea como su Maestro y todo siervo sea como su Señor (Jn 13,16) El
Apóstol Pablo nos dice lo mismo con otras palabras: “pero los que son de Cristo han
crucificado su naturaleza humana con sus pasiones y malos deseos” (cf Gál 5, 24)
Permanecer en el amor de Cristo significa dejarse amar por él, y significa amarlo y
servirlo, es decir guardar sus mandamientos y sus palabras (cf Jn 14, 21- 23) Todo
discípulo de Cristo ha sido llamado a ser servidor del reino de Dios: existe para servir
con alegría y con amor.

El llamado de Jesús pide prontitud, disponibilidad, desprendimiento, humildad y


agradecimiento, al estilo del profeta Eliseo, (1 Re 19, 16. 21- 23) ) y de Zaqueo que
prontitud y alegría obedece la invitación de Jesús de hospedarse en su casa. (cf Lc
19, 1ss) Sin olvidar, como discípulos,  la fidelidad a la Voluntad de Dios, la obediencia
a la Palabra de Cristo y a la docilidad al Espíritu Santo. Digamos con María, la primera
discípula de Cristo: “Hágase en mí según su Palabra” (Lc 1, 38)

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BIOGRAFÍA
PADRE URIEL
El padre Uriel Medina Romero Nació en Huanusco, Zacatecas. El día nueve de Abril
de 1945 Hijo de Isidoro Medina y de Felicitas Romero Bautizado en la Parroquia de la
“Inmaculada Concepcíón” en Tabasco Zacatecas el 19 de Mayo de 1945. Sus
padrinos: Rogelio González de la Garza y Bertha Medina Benitez-

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