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PRIMERA IGLESIA PRESBITERIANA ORTODOXA: JESÚS ES LA VERDAD

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Sermón: Mateo 8:18-22 Lo que cuesta seguir a Cristo

August 18, 2020 Pastor Roberto Quiñones

Sermón: Mateo 8:18-22 Lo que cuesta seguir a Cristo Pastor Roberto Quiñones Cardona

Mateo 8:18-22 “18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. 19 Y vino un
escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 20 Jesús le dijo: Las zorras tienen
guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. 21 Otro
de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. 22 Jesús le dijo:
Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.”

Posiblemente tú conoces de alguien que por causa de la necesidad de tener un empleo decide
enlistarse en el ejército. O tal vez el glamor de vestirse de soldado, los beneficios económicos y de
educación han movido a muchos a enfilarse en la línea del ejército. Entran al mismo con una idea
equivocada de lo que es ser soldado. Y cuando ven que conlleva largas horas de trabajo arduo, una
disciplina rígida, una separación de su familia, un convertirse prácticamente en propiedad del ejército,
entonces comienzan a aprender en dónde el grillo tiene la manteca.

De alguno de ellos yo he escuchado que no bien han entrado ya están pensando en cómo salirse
del mismo. E incluso algunos han llamado a sus padres llorando para ver cómo pueden lograr conseguir
a alguien que logre sacarlos del ejército luego de haber firmado. Estos se enlistaron en las filas sin haber
considerado lo que cuesta ser soldado.

De esto habla nuestro Señor Jesús en esta perícopa del evangelio de Mateo.

Aquí vemos a dos personas que han respondido favorablemente a la predica y las enseñanzas de
Jesús. Habiendo oído las enseñanzas de Jesús, habiendo sido expuesto al evangelio de la gracia de Dios,
viendo la autoridad de Jesús en sus enseñanzas y habiendo visto u oído de los milagros de sanidad de
Jesús han decido “seguir” a Jesús. Es más ya uno de ellos, el segundo, era un discípulo o uno que ya
había comenzado a seguir a Jesús. No necesariamente implica uno dentro del círculo de los 12 sino uno
que ya ha comenzado a ir detrás de Jesús.
¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Cómo reaccionamos nosotros si alguien nos dice que desea hacerse
miembro de Jesús es la verdad? ¿Cómo reaccionan muchas iglesias ante tal situación? Muchas iglesias
reaccionan con mucha alegría y rápidamente lo recibe como miembro de sus iglesias. ¿Pero es así como
Jesús reaccionó? Jesús reaccionó hablándoles claro acerca de lo que cuesta seguirle. ¡Cuán importante
para la iglesia y para cada uno de nosotros es considerar lo que cuesta seguir a Cristo! Jesús nos dice:
cuesta el negarnos a nosotros mismos y cuesta el poner a Cristo primero sobre todo lo demás. Veamos.

I. Negarse a uno mismo

V. 18 “18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado.” Jesús se encuentra
en el lado oeste del Mar de Galilea (el cual no es realmente un Mar sino un lago). Y viéndose rodeado de
mucha gente, mandó pasar al otro lado o el lado oriental del Mar de Galilea. ¿Y nos preguntamos por
qué hace esto Jesús? La gente le rodea. La gente le busca. ¿No debió Jesús aprovechar ese momento
para seguir evangelizando y sanar a todos los enfermos que le trajeran? ¿Acaso Jesús no era un
excelente evangelista? Claro que sí. Pero hermanos, no olvidemos que aunque Jesús es Dios sobre todas
las cosas, El es también hombre. Y esto implicbaa que El también se cansaba. Y por tanto necesitaba
tiempo a solas para descansar y para poder orar a Dios tranquilamente.

Pero antes de partir al otro lado nos dice Mateo en el V. 19 “19 Y vino un escriba y le dijo:
Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.” Lo primero que deseo que vean es la persona que hace
esa promesa. El es un escriba. Y esto significa que es una persona verdaderamente culta. Los escribas
pertenecían a una clase de profesores y educadores quienes eran expertos en la Tora, es decir, en la ley
de Moisés. Su vida era una dedicada a sus estudios y a enseñar. Era una vida intelectual. Pero este
escriba y maestro llama a Jesús: maestro. Reconoce la superioridad de Jesús como maestro. Y le hace
una promesa. Fíjate que no le pregunta a Jesús si puede ser su discípulo, sino que inmediatamente le
promete: seguirle a dondequiera que Jesús fuera.

¿Y cómo reacciona Jesús? Jesús no cuestiona su sinceridad. El hombre aparenta ser sincero. Pero
Jesús le dice: V. 20 “20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del
Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.” Jesús le contesta diciéndole que lo que pide incluye un
sacrificio. El escriba no entendía que seguir a Jesús implica abnegación, sacrificio, servicio y sufrimiento.
Y le dijo Jesús: Yo no tengo un techo en dónde resguardarme. Mi condición en un sentido es peor que
las zorras y las aves. Ellas tienen guarida y nido y yo no tengo ninguno.
Es más, esa fue la realidad de toda su vida y ministerio. Judea lo rechaza (Juan 5:18), Galilea lo
expulsa (Juan 6:66), en Gadara le ruegan que se vaya de sus contornos (Mateo 8:34), en Samaria no
quieren darle hospedaje (Lucas 9:53), y el mundo mismo no lo quiere aunque sí quieren a Barrabas
(Mateo 27:23), y los cielos mismos lo desamparan (Mateo 27:46). Eso es lo que significa la frase el Hijo
del hombre. Yo soy el Dios encarnado pero me encuentro en mi estado de humillación. Por tanto,
considera lo que implica seguirme. Conlleva negarnos a nosotros mismo. Conlleva cierto grado de
dificultad e incomodidad. Conlleva estar a la merced de la caridad de la gente. En otras palabras, seguir a
Jesús implica abnegación y sacrificio. Sí hay bendiciones por seguir a Jesús. Hay riquezas espirituales.
Pero siempre el camino es tortuoso y difícil. El camino que lleva a los cielos lo es a través del camino de
la vía dolorosa.

Hermanos, ser cristiano no es nada fácil. No es seguir mi vida como siempre pero que ahora digo
que soy cristiano. No. Conlleva reconocer que nuestra vida sin Cristo no era vida realmente. Conlleva no
vivir según vive el mundo ni seguir a la carne sino conlleva andar en el Espíritu, no satisfaciendo los
deseos de la carne. Conlleva vivir en castidad antes del matrimonio, durante el matrimonio y después
del matrimonio si eres viuda(o) o te has divorciado. Conlleva hacer morir lo terrenal en nosotros: el
orgullo, la vanidad, la soberbia, la carnalidad y apartarnos y luchar contra todo pecado sea grande o
pequeño. Conlleva rechazar la pornografía y la práctica de convivir con mi novio(a). Y conlleva dejar la
comodidad personal. Eso era lo que no entendía el escriba. El pensaba seguir a Jesús pero pensando que
podía seguir viviendo una vida tranquila, cómoda. Una vida respetable delante de la sociedad. Continuar
viviendo una vida meramente intelectual en su seguir a Jesús. Y Jesús le dice: la vida cristiana no es así.
La vida cristiana no es una vida cómoda. Si a mí me odiaron a ti también de odiaran. Y si a mí me
llamaron Belcebú, príncipe de los demonios, a ustedes también. Por eso Pablo nos habló claro en 2
Timoteo 3:12 “12 Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán
persecución;” Yo sé que no todo es negativo. Disfrutaremos del amor de Dios, de su cuidado paternal,
de su provisión , de su perdón, de su presencia consoladora, de la comunión de los santos, de la
comunión con los ángeles, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, de la justificación, de la santificación,
de la adopción como hijos, y de la vida eterna, etc. Pero nunca es una vida sencilla. Siempre, siempre
habrá que segarnos a nosotros mismos y tomar la cruz diariamente.

¿Y te pregunto a ti? Tú que dices ser cristiano: ¿te estás negando por seguir a Cristo? ¿Estás
tomando tu cruz todos los días? En otras palabras, está muriendo todos los días por seguir a Cristo. ¿O
estás viviendo la vida cristiana cómoda? Jesús nos dice: que tal vida cómoda no es la vida cristiana.
Seguir a Cristo cuesta el negarnos a nosotros mismos. Pero no solo eso, cuesta algo más nos dice Jesús.

II. Preferir a Jesús sobre todo lo demás


V. 21 “21 Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi
padre.” Ya mencionamos que en este contexto ser discípulo no significa pertenecer al círculo íntimo de
los seguidores de Jesús.

Y antes de pasar al otro lado este “discípulo” le pone una condición a Jesús. Le llama Señor, lo
cual implica un respeto a la persona o el reconocimiento que Jesús es Dueño soberano de todo. Y le pide
permiso para primero ir a enterrar a su padre. A simple vista la petición parece una sensata. Es el deber
de los hijos honrar a sus padres al ocuparse de enterrarlos una vez fallezcan. Como los judíos no
“embalsamaban” como los egipcios era costumbre enterar a los muertos lo más rápido posible. Lo
vemos claramente en el caso de Lázaro. Cuando Jesús llega ya hacía cuatro días que había muerto. Y lo
vemos claramente en el caso de Ananías y Zafira. En Hechos 5:5-6 “5 Al oír Ananías estas palabras, cayó
y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6 Y levantándose los jóvenes, lo
envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.” V. 9-10 “9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al
Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10
Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la
sacaron, y la sepultaron junto a su marido.”

Si te das cuenta al pedirle permiso de ir primero a enterrar a mi padre, se presume con esas
palabras que su padre aún no ha muerto. Es posible que esté a punto de morir. Y también es posible que
le falte algo de tiempo. Suena una petición razonable. Es el deber de los hijos honrar a sus padres.

Pero qué le dijo Jesús. V. 22 “22 Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus
muertos.” ¡Wao! Increíble. ¿Qué quiere decir: deja que los muertos entierren a sus muertos? La idea es
deja que los que están espiritualmente muertos sean los que se encarguen de entrar a los que están
físicamente muertos. ¿Fue Jesús insensible? ¿Está Jesús pidiendo algo irrazonable? No. La palabra clave
para entender este versículo es el adverbio: “primero” [en el griego es proton]. Significa primero, en
primer lugar. Y Jesús le dice: No. Nadie puede tener el primer lugar sobre tu vida y sobre tu corazón.

El creyente verdadero es uno que reconoce que Jesús es lo primero en su vida. Para él o para ella
Jesús es lo primero. Y esto por encima de su propia familia, sus bienes e incluso sobre su propia vida.
Posteriormente Jesús lo va a decir explícitamente para que no haya dudas de sus palabras. Busquemos
Lucas 14:25-27 “25 Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: 26 Si alguno viene a mí, y no
aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida,
no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.”
No es que no amemos a nuestros padres, ni que no amemos a nuestros cónyuges e hijos, ni que no
cuidemos de nuestra vida. Si no que nada debe competir con el Señor Jesucristo. Jesús es el número uno
en la vida de cada genuino creyente. Mi amor supremo lo es Jesús. Nuestro amor por Jesús debe
siempre ser lo primero por encima de nuestro amor por nuestros esposas(os), hijos(as), hermanos(as) y
aun también por encima de nuestra propia vida. Es decir, serle fiel a Jesús es más importante que mi
propia vida. Y si por serle fiel tengo que morir: ¡Así sea!

Hermanos, Dios nos escogió para sí. El nos rescató para hacernos sus hijos. Para que El sea
nuestro Padre principal. Y nos ha dado su Espíritu Santo para hacernos moral y espiritualmente como El
es. Nuestros padres y nuestra familia deben ser escalones que nos lleven a amar supremamente a Dios.
No es que no los amemos. Es que los amemos pero que amemos primero y más a nuestro Creador y
Redentor: el Dios trino y uno.

¿Qué es ser un creyente verdadero? Un creyente verdadero nos dice Jesús es uno que reconoce
que Jesús es lo más maravilloso en su vida. Que El es su misma vida. Que ya no vivo yo sino que Cristo
vive en mí. El es el todo. Tenerlo todo y no tenerle a El es realmente no tener nada. El creyente vive para
Él. Vive agradecido del amor perdonador de Dios en Cristo Jesús. Mi vida El la define. Mi vida El la
moldea. Temerle a El y buscar a gradarle en todo es el gozo del creyente. Y conlleva una vida de servicio,
de sufrimiento, de negaciones y de darle la prioridad a El sobre todo lo demás. Eso es lo que Jesús nos
enseña aquí. Seguir a Jesús es maravilloso. No hay nada en este mundo ni nadie en este mundo que
satisfaga ni llene nuestro corazón y alma que el Señor Jesús. El es el único que perdona todos, todos
nuestros pecados. El único que puede morar verdaderamente en nosotros. Consolarnos como nadie lo
puede hacer. Salvarnos de la ira misma de Dios y darnos la vida eterna: llena de gozo, paz, felicidad. Pero
conlleva negarnos a nosotros mismos y ponerle a El primero sobre todas las cosas. ¿Es esa tu fe? ¿Es eso
lo que caracteriza tu vida? ¿Examinémonos y veamos si estamos en la fe? Amén.

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